miércoles, 30 de abril de 2014

Argentina: Invasión luso-brasileña

La invasión luso-braasileña


Tropas brasileñas parten hacia la Banda Oriental

En el año 1530 llegaba a las costas del Brasil, enviado por el monarca portugués, la expedición de Martín Alfonso de Sousa, con la manifiesta intención de conquistar y colonizar los territorios que por efecto del Tratado de Tordesillas le correspondían a Portugal. En 1534 fue fundada San Vicente e inmediatamente después, el rey Juan III dividió administrativamente el territorio ubicado al oriente de la línea de Tordesillas en quince capitanías de carácter hereditario. En el año 1549 se creó un gobierno general que se estableció en San Salvador. Los portugueses introdujeron a los jesuitas en sus territorios con la finalidad de que catequizaran a los indígenas. El 22 de enero de 1554 el P. José Anchieta, enviado desde San Vicente por el P. Manuel Nóbrega, fundó el Colegio San Pablo de Piratininga, originándose de ese modo la ciudad de San Pablo. El sitio, en el que se descubrieron algunas escasas muestras de plata, despertó la imaginación y la codicia de un gran número de aventureros que se instalaron en la zona. A éstos se sumaron desertores y náufragos de los más diversos orígenes étnicos. En ese ambiente, en donde la mujer blanca era escasa, comenzó a darse el mestizaje étnico. La producción azucarera y ganadera predominaba sobre el litoral atlántico brasileño, que a fines del siglo XVI ya estaba totalmente poblado. La mano de obra negra esclava, que llegaba a las costas del Brasil desde el África, era la que sustentaba todo ese sistema productivo.


Episodio de la batalla librado en aguas del río Uruguay, en el paraje denominado Vuelta de Mbororé. Esta acción bélica está considerada como la primera batalla naval en territorio nacional argentino. El encuentro había sido planeado por los misioneros guaraníes con la finalidad de detener y derrotar definitivamente a los bandeirantes. Tras varias horas de combate, la batalla quedó definida con una victoria guaraní. Luego vino la persecución implacable de los bandeirantes por los montes y las serranías de la región.

A comienzos del siglo XVII los holandeses se hacen presentes en tierras del Brasil con la firme decisión de tomar posesión de ellas. Comenzaron por controlar con acciones de piratería la navegación sobre la costa del Atlántico, perturbando seriamente el tráfico de esclavos. Ante la imposibilidad de importar negros desde el África, el indio, como potencial esclavo, cae en la mira de los hacendados o fazendeiros portugueses. Los habitantes de San Pablo, viendo esfumados sus sueños de hallar fabulosas cantidades de plata, comenzaron a avanzar hacia el interior desconocido del Brasil en busca de la plata, el oro y las piedras preciosas que no habían hallado en la región de Piratininga. En sus entradas cautivaron a los primeros indios, que fueron vendidos como esclavos a los hacendados de San Vicente por un muy buen precio. Comenzaron entonces a organizarse las bandeiras, expediciones para cazar esclavos. Estaban organizadas y dirigidas como una empresa comercial por los sectores dirigentes de San Pablo, y sus filas se integraban con mamelucos (hijos de blanco e india), indios tupíes y aventureros extranjeros que llegaban a las costas del Brasil a probar fortuna. En su avance hacia el occidente las bandeiras cruzaron el nunca precisado límite de Tordesillas, penetrando violentamente con sus incursiones en territorios de la corona española. Indirectamente, los bandeirantes paulistas se convirtieron en la vanguardia de la expansión territorial portuguesa hacia los territorios hispánicos. En su constante búsqueda de indígenas, los bandeirantes llegaron a la zona oriental del Guayrá, en momentos en que los Padres de la Compañía de Jesús se hallaban en plena tarea de catequización de los guaraníes. En un primer momento respetaron a los indios reducidos en pueblos por los jesuitas y no los cautivaban. Pero los miles de guaraníes, concentrados en pueblos, mansos y diestros en diversos oficios, eran una tentación en la perspectiva de los bandeirantes, más aún cuando se hallaban indefensos, desarmados y desprotegidos militarmente. Entre los años 1628 y 1631 los bandeirantes Raposo Tavares, Manuel Preto y Antonio Pires, con sus huestes, azotaron periódicamente las reducciones del Guayrá, cautivando miles de guaraníes que luego eran subastados en San Pablo. En la entrada de los años 1628-1629 los paulistas habían cautivado 5.000 indios de las reducciones, pero únicamente 1.500 llegaron a San Pablo, el resto había perecido en el trayecto víctima de la brutalidad de los esclavistas, los que simplemente ejecutaban a quienes no estaban en condiciones físicas de continuar la marcha. En el año 1632 el Guayrá era un territorio desierto con pueblos destruidos y abandonados. Burlados por los 12.000 guaraníes que marcharon hacia el sur en busca de refugio, los bandeirantes continuaron hacia el occidente asolando las reducciones del Itatín en el año 1632. Luego siguió el Tapé, invadido durante los años 1636, 1637 y 1638 por sucesivas bandeiras dirigidas por Raposo Tavares, Andrés Fernández y Fernando Dias Pais.


La cuenca del Plata

Armas de fuego para los guaraníes

Traslados forzados de pueblos completos, miles de muertos y desaparecidos, familias destruidas, huérfanos, viudas, tullidos, hambruna, eran algunos de los rastros que dejaban las incursiones bandeirantes. En los sobrevivientes, asentados entre los ríos Paraná y Uruguay, el deseo de tomarse venganza por los atropellos sufridos se acrecentaba. ¿Pero cómo? ¿Podían acaso hacer frente los guaraníes con sus arcos y flechas a las armas de fuego de los bandeirantes? El Guayrá se había perdido, el Itatín y el Tapé también. ¿Se perderían del mismo modo los pueblos del Paraná y los occidentales del Uruguay? Para los Padres jesuitas y los principales caciques de los pueblos la única opción era presentar batalla a los bandeirantes. Para ello, previamente habría que poner armas de fuego en manos de los guaraníes, algo que parecía muy temeroso y de mucho riesgo para las autoridades coloniales hispánicas. En el año 1638 los Padres Antonio Ruiz de Montoya y Francisco Díaz Taño viajaron a España con el objetivo de dar cuenta al rey Felipe IV de los dramáticos sucesos que se vivían en las misiones. Dice al respecto el P. Ruiz de Montoya: “Lo primero que le dije (a su Majestad) fue cómo los Portugueses y Holandeses le querían quitar la mejor pieza de su Real corona, que era el Perú, sobre que desde esas regiones había dado voces en estas partes, y por ser tanta la distancia, no había sido oído, que tres cartas mías había en el Consejo que había avisado, pero no se trataba de remedios hasta que el deseo de haberle, me había obligado a caminar tantas leguas; y con un báculo en la mano, muriéndome, como Su Majestad veía, había venido a sus reales pies a pedir remedio de males tan graves como prometía la perfidia de los rebeldes, que ya por San Pablo acometían al cerro de Potosí; cuya cercanía, agravios, muertes de indios, quemas de iglesias, heridas de sacerdotes, esclavitud de hombres libres, daban voces. Y por que a las mías diese crédito, había hecho dos memoriales impresos, que si Su Majestad se servía por ellos los ojos, se lastimaría su Real corazón, y movería el amor de sus vasallos al remedio”. El P. Ruiz de Montoya realizó un total de doce peticiones al rey Felipe IV. Se referían a la necesidad de proteger a los indígenas y tomar las medidas que hicieran falta para penalizar a aquellos que los esclavizaban. Recordemos que en aquel momento las coronas de Portugal y España estaban unificadas en la figura del rey español. Las recomendaciones del P. Montoya fueron aceptadas por el Rey y el Consejo de Indias, expidiéndose varias Cédulas Reales, despachándoselas a América para su cumplimiento. Sin embargo no hubo una resolución respecto a la petición de suministrar a los guaraníes armas de fuego para su defensa. El P. Montoya prosiguió las gestiones sin desalentarse, hasta que el 21 de mayo de l640 se emitió la Real Cédula por la que se permitía que los guaraníes tomaran armas de fuego para su defensa, pero siempre que así lo dispusiera previamente el Virrey del Perú. Por este motivo el P. Montoya partió de España hacia Lima, con la finalidad de continuar allí las gestiones referidas a la provisión de armas. Quizá nadie como el P. Montoya haya percibido con tanta claridad las implicancias trágicas que tendría una entrada bandeirante hacia el occidente del río Uruguay. La pérdida de las misiones paranaenses y uruguayenses dejaría expuestas a los portugueses las ciudades de Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Asunción, y con ello, los territorios coloniales hasta el Perú. De hecho, las misiones del Orinoco, Moxos, Chiquitos y Guaraníes formaban en la geografía sudamericana un gigantesco arco que actuaba como barrera ante el avance territorial portugués hacia el occidente.

La prueba de Apóstoles de Caazapaguazú

A finales de diciembre de 1638 el Padre Diego de Alfaro cruzó a la banda oriental del río Uruguay con un buen número de indios armados y adiestrados militarmente, con la intención de recuperar indígenas y eventualmente enfrentar a los bandeirantes que merodeaban por la región. Los Padres jesuitas no esperaron el resultado de las gestiones del P. Montoya en España para obtener las armas de fuego. Ante el peligro inminente de que los bandeirantes cruzaran el río Uruguay, el Padre Provincial Diego de Boroa, con la anuencia del Gobernador y de la Real Audiencia de Chiquisaca, decidió que las tropas misioneras utilizaran armas de fuego y recibieran instrucción militar. Además, desde Buenos Aires se enviaron once españoles para organizar militarmente a los guaraníes y dirigirlos en las acciones bélicas. Estos españoles se incorporaron cuando los guaraníes ya estaban en plena campaña en la banda oriental del río Uruguay. Luego de algunos encuentros de resultado indeciso con los bandeirantes, a las tropas del P. Alfaro se le sumaron mil quinientos guaraníes que venían dirigidos por el P. Romero. Se formó entonces un ejército de 4.000 misioneros, a los que se añadieron los once militares enviados desde Buenos Aires. Las fuerzas guaraníes llegaron a los campos de la arrasada reducción de Apóstoles de Caazapaguazú dispuestas a dar batalla a los bandeirantes paulistas que se hallaban fortificados tras una empalizada, sitio en el que se habían refugiado luego de varias derrotas parciales. Los bandeirantes, viéndose perdidos, se rindieron y pidieron la paz, pero sólo para ganar tiempo y huir precipitadamente. La conclusión que obtuvieron los Padres de la Compañía de Jesús resultó inédita y asombrosa: los guaraníes podían organizarse militarmente y constituir excelentes milicias, y las bandeiras eran vulnerables, podían ser enfrentadas y vencidas en un campo de batalla.

Los paulistas preparan su venganza

Los bandeirantes, humillados en su soberbia en los campos de Caazapaguazú, regresaron a San Pablo maquinando una cruel venganza sobre los guaraníes y jesuitas. Para peor humillación, a mediados del año 1640 llegó a San Pablo el Padre Francisco Díaz Taño procedente de Madrid y Roma. Traía en su poder Cédulas Reales y Bulas pontificias que condenaban severamente a las bandeiras y al tráfico de indios. La ira se desató en la Cámara Municipal de San Pablo, la que de común acuerdo con los principales financistas de las bandeiras, expulsó a los jesuitas que se hallaban en la ciudad. Se organizó entonces una temerosa bandeira. Dirigidos por el experimentado Manuel Pires, se prepararon 450 hombres armados con arcabuces y 2.700 indios tupíes amigos, cargados de arcos y flechas, más 700 canoas y balsas para el transporte. El objetivo era caer violentamente sobre las reducciones occidentales del Uruguay y del Paraná y capturar el mayor número posible de indios, con la finalidad de volver a convertir a las bandeiras en una empresa redituable.

Los misioneros se preparan para dar batalla

Dice el Padre Nicolás del Techo: “... el Uruguay andaba perturbado. Anuncióse que los mamelucos se movían, y preparaban la guerra contra los neófitos del Paraná y Uruguay. Tocóse alarma en las reducciones, y se acordó que juntos los de ambos ríos procurasen rechazar a los invasores y acabar la contienda con sólo una batalla”. Se constituyó un ejército de 4.200 guaraníes, armados con arcos y flechas, hondas y piedras, macanas y garrotes, alfanjes y rodelas, y 300 arcabuces, además de un centenar de balsas armadas con mosquetes y cubiertas para evitar la flechería y la pedrada de los tupíes. La instrucción militar de los guaraníes estuvo a cargo de ex militares que integraban la Compañía de Jesús, tal el caso de los Hermanos Juan Cárdenas, Antonio Bernal y Domingo Torres, mientras que la comandancia general de las fuerzas, por disposición del Padre Provincial Diego de Boroa, quedó a cargo del Padre Pedro Romero, sacerdote que había tenido una meritoria actuación en la batalla de Caazapaguazú. En la organización y dirección de las acciones estaban los Padres Cristóbal Altamirano, Pedro Mola, Juan de Porras, José Domenech, Miguel Gómez, Domingo Suárez, mientras que el Padre Superior, Claudio Ruyer, recuperándose de una dolencia, seguía los preparativos desde el pueblo de San Nicolás, ubicado en cercanías de San Javier. Los guaraníes fueron organizados en compañías dirigidas por capitanes. El capitán general fue un renombrado cacique del pueblo de Concepción, Don Nicolás Ñeenguirú. Le seguían en el mando los capitanes Don Ignacio Abiarú, cacique de la reducción de Nuestra Señora de la Asunción del Acaraguá, Don Francisco Mbayroba, cacique de la reducción de San Nicolás, y el cacique Arazay, del pueblo de San Javier. La reducción de la Asunción del Acaraguá, ubicada sobre la orilla derecha del río Uruguay, en una loma cercana a la desembocadura del arroyo Acaraguá, es trasladada y reubicada por precaución río abajo, cerca de la desembocadura del arroyo Mbororé en el río Uruguay. De ese modo la reducción quedó convertida en centro de operaciones y en el cuartel general del ejército guaraní misionero. Simultáneamente se establecieron varios puestos de guardia con espías en diversos sitios sobre la orilla derecha del río Uruguay, hasta los saltos del Moconá. La principal guardia quedó establecida en el sitio de la abandonada reducción del Acaraguá, a cargo del P. Mola con un grupo de indios armados.

El avance de la bandeira

Las fuerzas bandeirantes comandadas por Manuel Pires y Jerónimo Pedrozo de Barros partieron de San Pablo en el mes de septiembre del año 1640. La bandeira cruzó el curso del río Iguazú y estableció un campamento en las nacientes del río Apeteribí, un afluente del río Uruguay. En el sitio se construyeron empalizadas, pensando en los numerosos indios cautivos que habrían de mantener prisioneros al regreso. Siguió su marcha la bandeira bordeando el curso del río Apeteribí, hasta llegar a su desembocadura en el río Uruguay. Allí se estableció otro campamento y se alzaron más empalizadas, mientras que los tupíes se abocaron a la tarea de construir canoas, balsas, arcos y flechas. A partir de este sitio, el río Uruguay sería la ruta que llevaría a los bandeirantes directamente a los pueblos misioneros. Al tiempo que el grueso de la bandeira se alistaba, un grupo explorador dejó el campamento de la desembocadura del Apeteribí y se trasladó por el río Uruguay hacia el Acaraguá, con la finalidad de realizar un reconocimiento. Halló la reducción totalmente abandonada y decidió fortificar el lugar con empalizadas para acondicionarlo como cuartel y base de operaciones de las fuerzas bandeirantes. Ignoraba que hasta algunos días antes de su arribo, en ese sitio se hallaba el P. Cristóbal Altamirano con 2.000 acantonados, quienes –informados de la proximidad de la fuerza de observación bandeirante– abandonaron el Acaraguá para reunirse con el grueso de la tropa en Mbororé.

El esperado encuentro de Mbororé

Una creciente del río Uruguay ocurrida en el mes de enero de 164l trajo por arrastre un gran número de canoas “... acabadas de escoplear para balsas y mucha flechería”, según el relato del P. Superior Claudio Ruyer. Ante la sospecha que la bandeira estaba aproximándose, el Padre Ruyer envió una fuerza de 2.000 guaraníes al Acaraguá. Como allí no hallaron a ninguna fuerza portuguesa procedieron a destruir todo aquello que pudiera servirles de abastecimiento en caso de que llegaran. Al mismo tiempo, el P. Ruyer envió a los Padres Cristóbal Altamirano, Domingo de Salazar, Antonio de Alarcón y al Hermano Pedro de Sardoni, junto con un buen número de guaraníes, en una misión exploradora. Dice el relato del P. Superior al respecto: “... fueron los Padres y por el camino luego encontraron algunos cuerpos muertos y algunos daban muestras de haber muerto pocos días antes según estaban de frescos, gran cantidad de flechas, canoas que se cruzaban rodando y sobre todo encontraron más de diez o doce balsas hechas de unas cañas de la tierra que los indios llaman taquaras muy bien hechas y acabadas. Con esto los Padres discurrieron la cercanía del enemigo ...”. En el trayecto llegaron hasta la misión exploradora algunos indios que habían huido de los bandeirantes. Estos informaron a los Padres acerca de aspectos tan importantes como el número, posición e intenciones del enemigo. Con información más certera sobre la situación, se dispuso el repliegue de los 2.000 guaraníes del Acaraguá hacia la base de Mbororé. Como ya hemos mencionado, al retirarse las tropas guaraníes del Acaraguá, una partida portuguesa llegó hasta el lugar, construyó empalizadas y luego se retiraron para reunirse con el grueso de la bandeira. Entonces una pequeña partida misionera se estableció nuevamente en el Acaraguá en misión de observación y centinela. El día 25 de febrero llegaron hasta el puesto de observación dos indios fugitivos de los portugueses. Llevados ante el P. Cristóbal Altamirano, le informaron con certeza del avance de la bandeira paulista. El P. Altamirano dispuso que partieran ocho canoas desde el Acaraguá, río arriba, en reconocimiento. A pocas horas de navegar, cuando amanecía y el sol comenzaba a elevarse sobre el horizonte, las ocho canoas de la avanzada misionera se encuentran frente a frente con la bandeira que silenciosamente venía bajando con la corriente del río con sus trescientas canoas y balsas pertrechadas. Inmediatamente seis canoas con ágiles remeros tupíes salieron en persecución de los misioneros, quienes comenzaron a replegarse velozmente hacia el Acaraguá. Al aproximarse al puesto de avanzada, los guaraníes recibieron refuerzos y las canoas bandeirantes debieron replegarse al ser atacadas con una descarga de arcabuces. El grueso de la tropa bandeirante, que no estaba lejos, según lo relata el P. Ruyer: “... por temor de alguna celada disparó toda su arcabucería; enarboló sus banderas; tocó sus cajas y entró por una tabla que hay de río por allí en forma de guerra”. Repentinamente, un gran aguacero se desplomó sobre el río y la selva, obligando a ambos grupos a buscar resguardo. Mientras algunos guaraníes permanecían en el cuartel del Acaraguá, el P. Altamirano, con otros indios, descendió hasta el cuartel de Mbororé para alertar sobre la presencia inmediata del enemigo. Durante la noche, momento en que el temporal se detuvo, los bandeirantes prepararon el asalto al puesto del Acaraguá. Al amanecer, cuando pretendieron ejecutarlo, fueron sorprendidos por los guaraníes bajo la dirección de Ignacio Abiarú. Doscientos cincuenta misioneros distribuidos en treinta canoas, enfrentaron en aguas del río Uruguay a más de cien canoas tripuladas por bandeirantes, frente al puesto del Acaraguá. Cuando la batalla naval llevaba ya más de dos horas, “... llegó el P. Altamirano –narra el P. Ruyer– animando de nuevo a los indios que alentándose de nuevo dieron sobre el enemigo y le hicieron huir infamemente más de ocho cuadras, y saltaron a tierra no queriendo pelear más, aunque le desafiaron e incitaron muchísimo los nuestros.” El P. Cristóbal Altamirano comprendió que atacar a la reducida avanzada de los portugueses en el Acaraguá no sería de gran provecho, ni aun cuando se obtuviera una victoria. Los misioneros buscaban una batalla total, en un sitio elegido inteligentemente. Ese sitio era Mbororé, una zona muy favorable para los misioneros, por estar establecido allí el cuartel y porque desde el lugar era posible una rápida comunicación con los pueblos, en caso de necesidad de suministros o de una eventual retirada. La elección del sitio de la espera no fue casual, “la vuelta de Mbororé” es un recodo del río Uruguay, cuyas orillas estaban cubiertas con una espesa selva en galería. Estar allí era flotar entre dos murallas vegetales, lo cual obligaría a los bandeirantes a una batalla frontal. Ante la retirada de las tropas misioneras hacia Mbororé, los bandeirantes se establecieron el 9 de marzo en el puesto del Acaraguá con la finalidad de abastecerse de comida y organizarse para el ataque a los pueblos. La situación se les tornó crítica, pues los guaraníes antes de retirarse habían destruido todo lo que les hubiese servido, incluyendo los cultivos que existían en las chacras de los alrededores. En el Mbororé durante los días 9 y 10 de marzo los Padres y los capitanes guaraníes se dedicaron a preparar a la fuerza de cuatro mil doscientos indios para la batalla final. Mientras que los Padres se dedicaron día y noche a confesar a todos los soldados, los Hermanos y capitanes caciques planificaban el ataque. El 11 de marzo los bandeirantes decidieron abandonar el Acaraguá y bajar hacia Mbororé. Probablemente intuían el peligro que les acechaba y se encontraban presa del miedo en una zona que no conocían bien, tan lejana de San Pablo. En dos oportunidades avanzaron por más de una legua por el río, para volver nuevamente al Acaraguá, por temor a una emboscada. Finalmente las 300 canoas y balsas avanzaron lentamente, dejándose llevar por la corriente del río. Sesenta canoas con cincuenta y siete arcabuces y mosquetes, comandadas por el capitán Ignacio Abiarú, los esperaban en el río, en Mbororé. En tierra, miles de indios se habían apostado con arcabuces, arcos y flechas, hondas, alfanjes, garrotes. A las dos de la tarde, dice el P. Ruyer, “...comenzó a descubrirse por una punta del río la armada enemiga, que venía ostentando su poder y arrogancia...”. Inmediatamente las canoas guaraníes se pusieron en formación de guerra. En medio del río Uruguay chocaron violentamente canoas y balsas, bajo una lluvia de flechas, piedras y tiros de arcabuces y mosquetes. Desde las empalizadas emplazadas en la orilla se disparaba también sobre el enemigo, en un juego de doble ataque, fluvial y terrestre. El resultado de la batalla prontamente fue favoreciendo a los guaraníes. Algunos portugueses arrimaban sus canoas a la costa y huían a la selva, otros arrojaban sus armas al río para que no cayeran en manos de los guaraníes y, tomando los remos, se apresuraban a retroceder. Una partida bandeirante dirigida por el Capitán Pedrozo bajó a tierra con el objetivo de atacar las empalizadas guaraníes, siendo repelido exitosamente. Con las últimas luces del día los bandeirantes retroceden en desorden, por el río y por la costa, hasta llegar en la noche a una chacra que había pertenecido a la reducción del Acaraguá, ubicada sobre la orilla derecha del Uruguay. Allí, en una loma, durante toda la noche se dedicaron a levantar empalizadas. Al amanecer del día siguiente, el 12 de marzo, los guaraníes se presentan ante la improvisada fortificación de los portugueses y los incitan a presentar batalla, pero éstos no salen. Luego de algunas horas de espera el jefe bandeirante, Manuel Pires, envió una carta a los Padres jesuitas. Solicitaba el cese de las hostilidades y pedía el diálogo, asegurando que venían en son de paz, únicamente a buscar noticias sobre algunos portugueses desaparecidos. La carta fue leída por los Padres y rota delante de las tropas guaraníes, determinándose en el acto el asalto a la empalizada bandeirante. Durante los días 12, 13, 14 y 15 de marzo los misioneros bombardearon continuamente la fortificación con cañones, arcabuces y mosquetes, tanto desde posiciones terrestres como fluviales, sin arriesgar un ataque directo. Sabían que los bandeirantes no tenían alimentos ni agua y que estaban totalmente aislados en su empalizada. Además, continuamente durante aquellos días, se producían deserciones de tupíes de las filas bandeirantes, los que se incorporaban a las fuerzas misioneras y suministraban información sobre la situación del enemigo. El día 16, a las once de la mañana, los portugueses mandaron en un pequeño bote con una banderita blanca otra carta pidiendo el cese del fuego y ofreciendo una rendición. Ésta también fue rota por los guaraníes. En un acto de desesperación los bandeirantes se lanzaron en sus canoas y balsas al río bajo una lluvia de municiones, flechas y piedras, dispuestos a remontarlo hasta las empalizadas del Acaraguá. La operación resultó un desastre, pues río arriba, en la desembocadura del Tabay, dos mil guaraníes los esperaban fortificados para impedirles la fuga. Cuando los bandeirantes llegaron al lugar comprendieron que se hallaban acorralados. Entonces mandan una tercera carta, flotando en una pequeña calabaza, la que los indios dejan pasar con la corriente del río sin recogerla. Comenzaron a surgir entonces, entre las huestes bandeirantes, las primeras disensiones respecto a lo que había que hacer. Las deserciones aumentaban, y el miedo y la desesperación ante el hecho inevitable de caer en manos de los guaraníes terminaron por quebrar la relativa cohesión que hasta aquél momento había mantenido la fuerza. Sin posibilidades de organizarse para presentar batalla, optaron por retroceder hasta el Acaraguá, ganar la costa derecha del río e internarse en el monte. Comenzó allí una cruel persecución por la selva. Los portugueses trataban de llegar hasta los saltos del Moconá, para desde allí alcanzar el campamento que habían dejado en la desembocadura del Apeteribí. Los misioneros no les dieron tregua en todo el trayecto. Miles murieron en el monte en manos de los guaraníes, y víctimas del hambre y de las fieras. La victoria había sido absoluta y aplastante. La derrota, para los bandeirantes, terrorífica. Finalizada la batalla, los misioneros rezaron una misa y un solemne Te Deum. La batalla de Mbororé cerraba un ciclo de la historia misionera y abría otro, el de la consolidación territorial de las misiones jesuíticas.

Fuente

lunes, 28 de abril de 2014

Guerra de Crimea: Nuevos relatos respecto a la carga de la Caballería Ligera

Las nuevas cuentas surgen de la Carga de la Brigada Ligera
Decenas de gráficos relatos de primera mano de la Carga de la Brigada Ligera emergen para arrojar nueva luz sobre el error militar inmortalizado por el poema de Tennyson
Por Jasper Copping - The Telegraph



Inmortalizada por Alfred, el poema de Lord Tennyson sobre el "valle de la muerte", la carga de la brigada ligera es recordado como una de las derrotas más gloriosas de la historia británica.
Ahora, a 160 años después, una serie de dramáticos y nuevos relatos de sobrevivientes del asalto condenados han arrojado nueva luz sobre lo que era peor error jamás hecho por los militares del país y muestra con claridad donde la culpa de los participantes debe recaer.

Un nuevo proyecto ha descubierto docenas de testimonios de primera mano, escrito en los días posteriores al ataque, por los que lograron salir del valle vivos. Los documentos vuelcan gran parte del conocimiento establecida de la batalla y proporcionan pistas sobre cómo el calamitoso ataque durante la Batalla de Balaclava, en la guerra de Crimea, llegó a ser puesto en marcha de forma accidental.

El cargo vio la caballería ligera montar un asalto en un valle flanqueado, en tres lados, por los rusos. Lord Raglan, comandante en jefe de las fuerzas británicas, tenía la intención de enviar a la Brigada Ligera a perseguir y hacer a un lado a las baterías retiradas de Rusia, pero debido a una interrupción de las comunicaciones, la unidad se dirigió a la misión casi suicida atacada desde todos los lados por la artillería, infantería y caballería. De los 600 que partieron, más de 100 fueron muertos, con un número similar de heridos.
La culpa ha seguido siendo un tema polémico, que se repartirá entre sí de diversas maneras Raglan, el conde de Lucan, que mandaba la caballería, el conde de Cardigan, a cargo de la brigada ligera, y el capitán Louis Nolan que trajo el orden a la caballería de Raglan.

Nolan - que fue muerto - ha sido identificado como culpable en algunas relatos de sus instrucciones supuestamente despectivas a Lucan. Pero ninguna de las nuevas cuentas se refieren a un incidente de este tipo, y en gran medida exoneran al capitán. Sin embargo, Lucan - un ancestro del aristócrata que desapareció en 1974 tras la muerte de su niñera - está condenado por tener "la mayor cantidad de cerebros como mis botas", mientras que Cardigan es etiquetado como la "mujer de más grande edad en el ejército".
Las cartas fueron escritas por los soldados a sus familiares y amigos en Gran Bretaña. En la mayoría de los casos, los beneficiarios las transmitieron a sus periódicos locales para ser publicadas, y se han encontrado en una serie de archivos de Anthony Dawson, un historiador de la Guerra de Crimea, que los ha reproducido en el libro a finales de este año, Carta de la Brigada Ligera.
Las cartas muestran que los soldados que tomaron parte eran conscientes, desde el principio, que las órdenes eran una "locura perfecta", aunque uno, con un poco de eufemismo, se refiere a "algún desafortunado error". Muchos, sin embargo, hablaron de la valentía mostrada en la carnicería resultante, que un corresponsal describiendo como "una escena... sin paralelo en la historia."
El soldado Thomas Dudley, del 17º de Lanceros, dijo: "Cuando recibimos la orden, ningún hombre parecía capaz de creer... Ni una palabra o un susurro. Ahí - en que nos fuimos! ¡Oh! Si hubieras visto la cara de que los condenados 800 hombres en ese momento; los rasgos de cada hombre fijos, con los dientes apretados, y tan rígido como la muerte, todavía estaba ahí.- "
Y agregó: "Clash! Y, ¡oh Dios! ¡Qué escena! No voy a tratar de decirle, que yo sé que no es de su gusto, lo que hicimos; pero éramos ingleses, y eso es suficiente. Creo que yo era tan fuerte como seis hombres - por lo menos me sentí tan así; porque yo sé que había sido picado por dos lanzas rusas en dos como si fueran juncos".
El soldado Thomas Williams, del 11º de Húsares, dijo a sus padres: "Me di cuenta de lo que sería el resultado de la misma, por lo que podría de todos nosotros; pero, por supuesto, ya que seguimos la orden, que era nuestro deber de obedecer. No quiero presumir demasiado; pero puedo decir con seguridad que no había un hombre en la Brigada Ligera ese día, pero lo que hizo su deber para con su reina y el país".
El capitán William Morgan, del 17º de Lanceros, le dijo a su padre el cargo había sido "valiente, brillante (pero, como todos los complementos, inútil)". Dijo que el pedido llegó "como debemos creer, por error".
"Seguimos adelante - asombrados, pero inquebrantables en los nervios - más de la mitad de una milla de terrenos irregulares, perdiendo decenas de hombres y caballos en cada paso, para atacar a la artillería del caballo en nuestro frente, con el apoyo de tres veces nuestros números de caballería, las baterías pesadas en nuestro derecho y en los flancos izquierdo, apoyado por infantería, fusileros y caballería".
Un oficial anónimo anónimo del 17º de Lanceros, añadió: "Todos sabíamos que la cosa estaba desesperado antes de empezar, y fue incluso peor de lo que pensábamos... Sin embargo no había duda, por nuestros compañeros fueron al galope - a través de un fuego en el frente y en ambos flancos, que vaciaban nuestras monturas y derribaban los caballos como resultado. No creo que ningún hombre se estremeciera en toda la brigada - si bien cada uno se mostró tan caliente como el fuego uno nunca vio" continuó: "No hay ocultar la cosa - la Brigada Ligera fue muy dañado, y por nada.! "
Y añade : "Nunca se vio hombres se comportan tan bien como nuestros hombres hicieron. Como no podíamos mantenernos firmes, todos nuestros muertos y mal heridos fueron dejados atrás, y no saben que están muertos o están presos. Todo esto me hace infeliz, incluso para escribir ; pero es la verdad desnuda ".
Aunque parte de la brigada ligera eran capaces de alcanzar su objetivo - la batería al final del valle - más caballería rusa se ​​les esperaba, lo que obligó a girar y montar de nuevo por el mismo suelo ensangrentado.
Las descripciones ofrecidas por los sobrevivientes son tan reales como el poema de Tennyson celebrado, con el despido "de espesor en forma de granizo ", y el tiro " tan grande como quesos holandeses ordinarios ". Otro contó cómo la escena era "un perfecto bosque de espadas y lanzas ", mientras otro describió cómo " los caballos y los hombres cayeron gruesas y rápidas ; pero incluso esto no comprobó nuestra embestida ".
Al escribir a sus padres el día después de la carga, soldado William Pearson, de la 4 ª Luz Dragones, dijo: " Nunca olvidaré el día 25 de Octubre - conchas, proyectiles, balas de cañón y espadas mantenido volando a nuestro alrededor."
Y añade: "Querida madre, cada vez que pienso en mis pobres compañeros que hace me heló la sangre, para pensar cómo nos teníamos que galopar sobre los pobres compañeros heridos tendido en el campo de batalla, con miradas ansiosas de asistencia - ¡qué asco de escena!"
Pearson había caído de su caballo en el cargo, después de que se tropezó con otro tiro a tiros delante de él. Él fue capaz de apoderarse de la montura de un compañero, que había sido asesinado, y continuar con la carga. A su regreso, fue capaz de recuperar su propio caballo.
Los sobrevivientes volvieron con heridas e historias de cerca afeita. Cornet Denzil Thomas Chamberlain, de los 13 Dragones de Luz, le dijo a su padre cómo fue alcanzado por una lanza de Rusia y la espada, pero sólo recibió golpes de refilón, aunque su caballo murió en el camino de vuelta. "Tuve muchos escapes por un pelo (gracias a la Providencia misericordiosa)". Se encontró con un pequeño grupo de rusos que se habían desprendido de su fuerza principal, pero renunció a la oportunidad de matarlos, ya que " pensé que se vería demasiado como asesinato". Y añade : "Los hombres y caballos cayeron sobre como los bolos ; era un espectáculo horrible."
Trompeta Mayor William Gray, de la octava húsares, sobrevivió a pesar de ser alcanzado por dos balas de mosquete, una de las cuales afectaron a una pipa en el bolsillo, y otro que se estrelló su espada.
El soldado William Henry Pennington, del 11º de Húsares, le dijo a su padre su sombrero "Busby" fue golpeado, dos centímetros por encima de su cabeza, golpeando a un lado. Él también fue golpeado en la pierna, y había disparado su caballo debajo de él, antes de volver a montar otro cargador.
Él describió cómo, en el viaje de regreso, los hombres tuvieron que cabalgar entre los últimos cuerpos de caballería rusa que intentaron cortarles el paso. "Por supuesto, con nuestro puñado que era de vida o muerte ; por lo que se apresuraron a ellos para romper a través de ellos... Galopé sucesivamente, parando con la determinación de que no se pierda su vida, rompiendo las lanzas de los cobardes que nos atacaron en la proporción de tres o cuatro a uno, de vez en cuando la captura uno una bofetada con la espada a través de sus dientes, y dar otro punto en el brazo o el pecho. "
Cuando regresó a las líneas británicas, " me encontré con que no podía bajarse de la herida en la pierna derecha, y así fue levantado, y luego como me acariciaba el noble caballo que me había llevado a cabo con seguridad ! " Escribió su carta en el Hospital de Scutari, en la actual Turquía, donde Florence Nightingale había llegado recientemente.
La carga había sido precipitada por una aparente retirada de los aliados turcos de Gran Bretaña y más tarde fue criticado por cobardía. Pero el señor Dawson dijo que las cartas ellos absueltos de este cargo. También revelan cómo los británicos habían hecho caso omiso de las advertencias de los franceses sobre la fortaleza de Rusia en la preparación para la batalla.
Y agregó: " Estas cartas, algunas escritas literalmente, horas después de la carga, no se han visto durante 160 años, y proporcionar una visión de la batalla y la experiencia del soldado ordinario - lo que pensaban de él, y la forma en que salieron de la misma. Muchos de los soldados eran de la clase obrera, sin embargo, eran muy culta, y articular y podría escribir vivo, relatos de sus experiencias en movimiento ".

domingo, 27 de abril de 2014

Guerra aérea: La guerra en Moldavia (1992)

Guerra en Moldavia, 1992 
Por Alexandru Stratulat y Tom Cooper 

Después de la disolución de la URSS, - ahora Rusia - las tropas no estuvieron en todas partes listas para salir de los países a los que estaban asignados. 

En el caso de la República de Moldova (Moldavia, generalmente en inglés), un pequeño país entre Rumania, el río de Dnestr, y Ucrania, las tropas rusas del 14to Ejército soviético solamente se habían retirado hacia el Dnestr, continuando ocupando las zonas orientales del país, en donde las partes de la minoría rusa declararon la supuesta república de “Pridnestrovskaya Moldovska” (PMR), y comenzaron a aterrorizar a la población moldava local, forzando a más de 10.000 personas a huir de sus hogares en 1991. 

En ese momento, el comandante del 14to Ejército era el My.Gen. Lebed: éste pidió una posición “única” para sus tropas en vista de su posición en Moldova y también en la relación a Moscú, declarando una clase de independencia para sí mismo y su mando. De hecho, el 14to Ejército era un “ejército” solamente por su nombre: dejado con apenas unas 10.000 tropas, estaba ya gravemente bajo en equipamiento y en control, pero aún en la posesión de una significativa cantidad de armas y de munición. Sus unidades activas eran como sigue: 

- 14tas Comandancia del Ejército (Tiraspol) 
- 59na División Motorizada de los Guardias Fusileros de “Kramatorskaya” (equipada con tanques T-64BV y MT-LB así como los transportes blindados de tropas BTR-80) 
- Brigada de misiles 275 (equipada de SAMs Gammon S-200/SA-5, de la serie S-75/SA-2 y de C-125/SA-3 Goa ) 
- Regimiento de Misiles 803 (equipado de los cohetes superficie-superficie del calibre 280mm de 9M140 “Uragan” ) 
- Destacamento de Helicópteros (con cuatro Mi-4s y cuatro Mi-24s) 
- Varias unidades de apoyo y no combativas 

Interesantemente, a pesar de la organización de lo qué se puede describir solamente como motín contra sus superiores legales, Lebed nunca fue relevado de su mando, por el contrario incluso sería ascendido más adelante… Al lado del 14to Ejército de “regulares”, había también voluntarios de Rusia, formada en una clase de una milicia, señalada a veces como “compañías cosacas”, luchando su propia guerra para la “madre Rusia”. Los varios voluntarios ucranianos organizados por organizaciones ucranianas nacionalistas cuyo objetivo era traer Moldova bajo mando ucraniano llegó a estar activo así como varios jefes militares locales que organizaron sus propios “guardias”. 

Los moldavos estaban solo parcialmente preparados en la construcción de sus propias fuerzas militares, y en ninguna parte en las cercanías estaban tan equipadas como el 14to Ejército. Los militares moldavos tenían solamente pocas armas pesadas, varias docenas de APCs BTR-60 y de BTR-70, y ningún tanque. Solamente una brigada motorizada mal manejada fue organizada, mientras que la mayor parte de las otras formaciones de combate fueron basadas en las unidades policiales. 

Debido a esto, los rusos - inicialmente diversas unidades cosacas y de guardias - no tuvieron ningún problema en la ocupación de todos los puentes importantes sobre Dnestr, y en el establecimiento de buenas posiciones incluso respecto a varios lugares al oeste de este río, incluyendo la ciudad de Bendery (o de Tighina en rumano), con el propósito de reforzar las nuevas fronteras del “Transnistriya”. 

 
El entrenamiento de un recluta de policía moldavo sobre el funcionamiento de los cañones ZU-23-2. Observe el título “Politia” en el dorso de su camisa, que lo determina como un oficial de policía moldavo: los rusos en Transnistria todavía utilizan la designación “milicia”. (Foto: transnistria.md vía Alexandru Stratulat) 

El presidente moldavo Snegur intentó negociar con Moscú primero, antes de emprender alguna acción contra Lebed. La situación con Rumania no era mejor: el gobierno estaba realmente interesado en poner a Moldova bajo propio mando. Solamente Francia demostró un cierto interés en cooperación con Moldova, y firmó incluso un tratado de amistad. Esto no fue de casi ninguna importancia para las acciones siguientes. 


(Mapa de Tom Cooper, basado en Encarta 2003) 

Los MiG-29s 
Según los tratados de OSCE sobre armas pesadas en Europa, los moldavos tenian permitido poseer - entre otros - 50 aviones de combate y 50 helicópteros: ése era un número teórico, ya que los moldavos no los podían comprar por la carencia del dinero y la falta de interés también. Sin embargo, según diversos tratados sobre la disolución de la URSS, los moldavos debían por lo menos asumir el control el equipo de las unidades militares soviéticas anteriormente colocadas allí. Por supuesto, los rusos hicieron lo mejor para posponer el otorgamiento de cualquier cosa, y solamente en a principios de 1992 habia sido un poco de equipo entregado a la República de Moldova, entre otros elementos había entre 32 y 34 MiG-29A/C y entre dos y seis MiG-29UBs de los 86 anteriormente establecidos en la unidad asignada a ese territorio: el IAP/119. IAD de la flota soviética del Mar Negro, basado en la BAM Markuleshty. Inicialmente, era confuso cómo los moldavos debían utilizar estos aviones, y había muchos rumores sobre si usar éstos - o intercambiarlos por helicópteros - que Bielorussia estaba dispuesta a vender, lo mismo que Ucrania, o aún Rumania. El gobierno moldavo declaró al público no estar interesado en usarlos. 

Esto cambió cuando las tensiones con la minoría rusa y el 14to Ejército aumentaron. En ese momento, había solamente 14 pilotos calificados en Moldova, el resto del personal habian sido los militares soviéticos. Cuatro de ellos - el comandante Vitaliy Russu, el capitán Alexandr Daranutsa, el Tte 1ro Svetoslav Neburak, y el Tte 1ro Alexandr Popovitch - eran personal del ex- 643 IAP (una unidad asumida el control por la Ucrania, en 1992), entrenada en MiG-29s. Al inscribirse a la Fuerza Aérea Moldava creada recientemente, todos ellos - junto con el comandante del servicio entero, el comandante Nichola Bragish (más adelante Secretario de Defensa moldavo) - fue promocionado. La calidad de su entrenamiento fue puesta inicialmente bajo cuestionamiento, pero el CO anterior de la 624. IAP, columna Victor Kalinin, declaró en una entrevista: “Sirvieron bien, especialmente los rusos, que eran pilotos excelentes.” 

A pesar de la adquisición de tantos MiG-29s, proyectando establecer una única brigada de “reacción rápida” y una pequeña unidad anti-terrorista en primer lugar, el gobierno moldavo todavía estaba interesado en adquirir más helicópteros Mi-8MT, y exploraba activamente algunos en diversas repúblicas ex-soviéticas. Sin embargo, sin el dinero no eran aceptados, y los únicos helicópteros que los militares moldavos estaban operando eran ocho Mi-8MTs, se fueron probablemente detrás por uno de los ex-oficiales de vuelos soviéticos del ejército basados en el área. También alrededor de una docena de An-2s, así como pocos transportes An-12, An-26, An-32 y An-72 fueron dejados atrás por los rusos que se retiraban o asumida el control de las diversas compañías e instituciones civiles, incluyendo la aviación agraria local (los transportes más grandes fueron tomados lo más probablemente posible directo de la aviación soviética anterior del transporte, incluso si es cuestionable eventualmente fue basado de hecho en Moldova antes de la guerra: el único aeródromo militar en el área era Tiraspol, y éste estaba fuera del alcance de las autoridades moldavas debido a estar en el lado “incorrecto” del río de Dnestr). Todos los aviones y helicópteros fueron colocados en el aeródromo cerca de Chisinau, capital moldava. 


Fila de MiG-29s en los colores completos de la FA moldava, vista a veces durante el mediados de los 90. ¡Si todos los partes sobre ellos se toman seriamente, algunos de estos aviones vieron servicio al lado de ningún menos pero de tres o cuatro diversas fuerzas aéreas hasta ahora! (vía Tom Cooper) 



Ilustraciones de la ex-VVS y del ex-MFARM MiG-29 “blanco 03” según lo visto en la foto arriba, demostrando los detalles de la configuración del camuflaje - cuál fue usado absolutamente para el momento en que el plano terminado en los E.E.U.U. dé. (Ilustraciones de Tom Cooper) 

Los Fulcrums vs. el 14to ejército 
Antes de que el trabajo sobre la creación de los militares moldavos podría conseguir algo, las tensiones crecieron con los rusos, aparte de empezar a arribar un número siempre creciente de refugiados moldavos sobre Dnestr, mientras que los paramilitares y las tropas rusas del 14to ejército rehusaron en varias ocasiones retirarse del río. Los moldavos entonces decidieron asumir el control de los puentes. Uno de los primeros choques ocurrió en Dubasari, el 2 de marzo de 1992, cuando los 
moldavos intentaron controlar el puente local. En un choque corto pero intenso los rusos capturaron uno de los BTR-80s moldavos: dispararon a dos ciudadanos rumanos que fueron capturados con el vehículo posteriormente. 

Los T-64s de la 59va división de los Guardias se saben pudieron haber sido desplegados por primera vez en combate en mayo de 1992. “Privatizados” por los oficiales rusos que habian parado su servicio, fueron desplegados durante otra batalla en Dubasari, que terminó con un fiasco para los rusos, que perdieron uno de su T-64s a un arma anti-tanque desconocida. Dos contraataques rusos subsecuentes - apoyados por un equivalente de dos compañías T-64 - fueron arruinados también, cuando los moldavos los detuvieron usandos cocteles Molotov en lucha callejera. 

El despliegue casual y la coordinación pobre con otras unidades dieron lugar a granes pérdidas de blindaje ruso. A excepción de varios T-64s “privatizados” dejados fuera de combate (pertenecientes oficialmente al 14to ejército pero que fueron operados realmente por las “brigadas mecanizadas” de cosacos y de otras organizaciones paramilitares), y a pesar de el despliegue por lo menos de una batería de los obúses autopropulsados locales 2S3 “Akacia”, junto con APCs BTR-70 y MT-LB, los rusos perdieron varios vehículos de combate durante estas batallas, incluyendo varios APCs MT-LB equipados de una torre capaz de portar cañones antiaéreos ZU-23-2, continuaron la cubierta de atrás, pero también a “tanques convertidos” de un número emplearon el chasis de los MT-LB (MT-LB reales con placas de acero adicionales y los sacos de tierra agregados al frente y los lados). La mayor parte de los “tanques rusos”, a saber, eran realmente KamAz y carros del otro tipo, “armado” por la adición de placas de acero en frente y los lados (uno de éstos fue armado con los lanzacohetes UV-57-16, tomados de los helicópteros Mi-4!), que probó particularmente vulnerable a todas las clases de fuego defensivo - especialmente RPG-7s, disponibles en abundancia. 

Una historia particularmente típica para el despliegue del blindaje ruso fue el destino de tres T-64s “capturados” de una guarnición rusa del ejército que fue bloqueada por el "Comité de Mujeres de Transnistrian” por varios días, el 20 de junio de 1992. Los tres vehículos fueron acometidos inmediatamente en la lucha, junto con cinco otros T-64s, y desplegados en tentativa de capturar Bendery. 

Cuando el T-64s se movieron sobre el puente para apoyar a una columna de infantería que atacaba Bendery, las tropas rusas interpretaron mal propios tanques y se retiraron creyendo que estaban a punto de venir bajo ataque por tanques moldavos. Sin el apoyo de la infantería, T-64s fueron “carne fácil” para los moldavos: dos fueron destruidos (uno por un impacto de un cañón anti-tanque de 100mm MT-12 Rapira; otro fue impactado en la torre y después se prendió fuego), y otros dos dañados (uno fue pegado por un RPG en los orugas, mientras que la otra fue pegado en el compartimiento y el equipo del motor se prendió fuego, forzando a la dotación a abandonarlo; mataron a la dotación del vehículo posteriormente por fuego de ametralladora más adelante). En información no oficial, según fuentes rusas, los moldavos sufrieron la baja de once vehículos armados, dos cañones MT-12 Rapira, dos pistolas antiaéreas ZU-23-2, cinco vehículos militares y 80 matados en esta batalla: los dos T-64s rusos dañados fueron recuperados y reparados más adelante para entrar en servicio otra vez. 


Bloqueo de camino de Transnistrian en la región de Dubasari. El área vio algunas de las batallas más feroces de esta guerra, de combate para la posesión de la presa de Dubasari - usada también como puente - y de la instalación del poder. (Foto: transnistria.md vía Alexandru Stratulat) 

Uno de T-64BVs ruso según lo visto después de batallas feroces en el puente de Benderi - eliminado obviamente por el fuego anti-tanque moldavo mientras que tentativa romperse a través de Tiraspol a Bendery. (vía Alexandru Stratulat) 

Para finales de junio de 1992, después de que varias nuevas batallas y altos el fuego negociados por la OSCE, el 14to Ejército ruso amenazó con hacer explotar varias cabezas de puente e penetrar más profundo en Moldova. Realizar que careció el poder incluso de rechazar a los rusos sobre Dnestr - no hablar de traer el país entero bajo mando o no desarmar a los rusos - al gobierno moldavo después pidió la destrucción de todos los puentes, así que hacerla imposible para que los rusos continúen sus ataques más profundos en Moldova. La fuerza aérea moldava tiene la orden para atacar el puente que atraviesa Dnestr entre las ciudades de Bendery y Tiraspol, donde no había ocasión para las tropas en la tierra de alcanzar el objetivo. El 22 de junio de 1992, cuatro MiG-29s fueron preparados para el comienzo. Dos debían ser volados por Russu y Neburak, y ser armados con seis OFAB-250 bombas cada uno. Daranuts y Popovitch eran revestirlos que volaban un único MiG-29UB (el “azul anterior 62”, ahora repintado en el “blanco 61”). 

En 1915hrs, los tres planos aparecieron sobre Bendery y atacaron el puente. El objetivo fue dañado solamente levemente pues no se rayó ningunos golpes directos, pero una de las bombas iba astry y pegada una casa cerca, matando a varios civiles adentro. Las fuentes rusas admiten que este ataque causó pánico en Tiraspol, pero no revelan ninguna información adicional sobre sus efectos. De hecho, el aspecto de MiGs moldavo tomó a rusos totalmente por sorpresa. Sin embargo, el 14to ejército reaccionó rápidamente activando sus unidades de la defensa aérea. En el día siguiente, dos MiGs atacaron la estación de petróleo grande en Blishniy Hutor, cerca de Tiraspol, y este vez los rusos encendieron obviamente detrás, pues la comuncación por radio siguiente entre un SAM-sitio S-125 (SA-3) y los HQs del 14to ejército fue vigilada: 
- “Acimut 51. Distancia 30 (kilómetro). Altura 1.000. Objetivo de alta velocidad!” 
En el HQ del 14to ejército, la olumna Dobrynsky respondió: 
- “Conseguirlos!” 
Varios segundos más adelante, el comandante de la SAM-batería respondió: 
- “Explosión en la altura de 3.000. El objetivo en la radar-pantalla partió en dos porciones. Uno puede asumir que el objetivo fue pegado!” 

Aunque los rusos demandaran un avión derribado, no se pegó ninguno del MiGs: no sólo que ningunos restos cayeron en el lado del este de Dnestr (salvo que las tropas de algún SPECFOR del 14to ejército más adelante trajo una antena supuesto tomada de MiG-29, explicando ellos “lo encontró en la otra playa”), o que nube-revestir previnieron una observación directa de los resultados, pero también el gobierno moldavo negó que su fuerza aérea voló cualquier clase de operaciones de combate. 

De hecho, durante el siguiente pocos días que las unidades rusas registraron por lo menos 20 otros vuelos de MiG-29s moldavo, ningunos de éstos aparecieron dondequiera cerca de Blishniy Hutor. Excepto MiG-29s, el Mi-8s moldavo también vio un cierto uso, primero para transportar a tropas alrededor de los campos de batalla. Varias veces vinieron bajo fuego de las unidades rusas, él se saben que en el último junio de 1992 una de ellas fue dañado por el fuego de tierra: aterrizó en Chisinau con 42 agujeros de bala y un personal herido. 



Uno de ocho Mi-8MTs operados por el FA moldavo visto en la rampa del aeródromo de Kishinev. Además de los “02”, hay por lo menos dos más Mi-8s que usan colores del camuflaje, incluyendo “01” y “03”. Sus colores deben ser muy similares a ése considerado en “02”. Interesante, el más adelante no está usando las insignias nacionales en la cara inferior del fuselaje, como éste era el caso con otros dos Mi-8s, (Alexandru Stratulat) 

La insignia y la primer plano de deriva de la fuerza aérea moldava, como funcionando desde el muelle de 1992. La llamarada de plano de deriva ahora se aplica a los transportes algún An-72 y a pocos helicópteros. (Alexandru Stratulat) 

Por la tarde de uno de los días pasados en junio de 1992, las unidades de la defensa aérea del 14to ejército fueron alertadas para un “ataque de noche formado” de helicópteros moldavos, después de que sus radares descubrieran objetivos numerosos en el acercamiento de poca velocidad y llano. La asunción era que los helicópteros moldavos se estarían acercando para un ataque. Esto nunca materializó, al menos: qué suceso era que una dotación de un transporte rumano An-24 se desorientó durante un vuelo de noche a Chisinau y después se entró el espacio aéreo ucraniano. El avión fue interceptado por MiG-29s y Su-27s ucranianos, y para evadir éstos liberó una gran nube de la cinta metálica antirradar que entonces fue soplada por el viento hacia Tiraspol. La cinta metálica antirradar de movimiento lento creó claramente un objetivo de radar grande, que los operadores de radar rusos malinterpretaron. Afortunadamente, el error fue reconocido a tiempo y no se encendió ningún SAMs. 

Sin embargo, pocos días los rusos demandaron más adelante haber disparado abajo de un An-24 rumano - por SA-14 MANPADs, encendido por las tropas de cuál ahora era “el protector nacional de la república de Dnestr”. No se sabe a los rumanos negados para haber perdido cualquier avión sobre Moldova, y de hecho ningunas bajas de ninguna clase de aviones rumanos del transporte - civil o los militares - para el junio de 1992. 

Y aún, el 28 de junio una unidad de la fuerza aérea rusa colocada en Krim (en la Ucrania) entonces fue preparada para participar en la guerra estableciendo un bloqueo del espacio aéreo de Moldavia (varios pilotos anteriores de esta unidad demandaron más adelante haber encontrado MiG-29s moldavo en los cielos, y disparado varios de ellos derribar), mientras que las unidades de la defensa aérea del 14to ejército fueron colocadas de nuevo así que revestir el frente del conjunto y negar así los aviones y los helicópteros del AF moldavo la posibilidad para participar más activamente en la lucha en la tierra. 

Estas dimensiones estaban de ninguna gran importancia para el resultado de la guerra más, como un alto el fuego OSCE-negociado se hacía efectivo en el mismo día, trayendo un extremo a la lucha. 


Los “Cosacos rusos” en Transnistria, con un APC improvisado, al parecer un carro de KamAZ con las placas de acero para la protección y (probablemente) una ametralladora RPK en la capota. Las unidades “Cosacas” rusas también utilizaron un número de carros Ural, con cañones antiaéreos ZU-23-2 montadas en la caja, similares a unas usadas por las tropas rusas en Afganistán y Chechnya. (Foto: transnistria.md vía Alexandru Stratulat) 

Resultados de la guerra 
La situación en Moldova sigue siendo tiempo y los rusos todavía están en el mando de las áreas al este de Dnestr. El territorio controlado por ellos mientras tanto se conoce para la corrupción dispersa y el crimen organizado, los genios cuyo están extendiendo sus tentáculos también en considerables partes de Moldavia. El OSCE inició negociaciones repetidas: durante la cumbre de Estambul, en 1999, Moscú acordó sacar sus 1.500 tropas pasadas y toda la propiedad militar de la región de Transistrian antes de 2002. Las ocasiones para una reunión pacífica de Moldavia siguen siendo bajas, al menos: Moscú y Tiraspol están arrastrando deliberadamente el repliegue de las armas y de la munición rusas. Rusia, que efectúa un mando verdadero sobre la región de Transnistrian con la presencia de su militar (así como el hecho de que la mayor parte de los líderes de Transnistrian son ciudadanos rusos y oficiales anteriores del 14to ejército), no pudo hasta ahora transformar autoridades locales, incluso si había tentativas de darle vuelta en otro enclave ruso como el de Kaliningrad Oblast (Prusia del este anterior). En el contrario, los nacionalistas y los criminales rusos siguen siendo resueltos mantener la región de Transistrian bajo su mando, y 2005 el diputado Speaker de la Duma rusa del estado, Sergeiy Baruin, reforzaron la posición rusa que Moldova y Transnistria son dos diversos estados. Sin una implicación más fuerte de poderes occidentales, la situación es muy poco probable de cambiar: una vez que Rumania ensambla la unión europea, la escena de este conflicto va a moverse directo a la nueva frontera del este de la UE. 

Implicación rumana 
Había en junio y julio de 1992 numerosos partes rusos sobre la implicación rumana en el lado moldavo. Los rusos denunciaron que los rumanos estarían volando MiGs moldavos, y que Rumania apoyaba activamente el esfuerzo moldavo de la guerra. De hecho, la mayor parte de tales partes fueron basados en el hecho que el rumano es la lengua materna en Modova, así que los rusos no podrían oír ninguna otra lengua al escuchar las comunicaciones moldavas. Las autoridades rumanas negaron cualquier clase de implicación en Moldova, pero es obvio que había varias clases de contactos entre Bucarest y Chisinau. Uno de éstos dio lugar a un acuerdo de trueque, a lo largo de el cual los moldavos intercambiaron uno de sus MiG-29s por algunas docenas de transportes blindados de tropas BTR-60PB y BTR-70. El anteriores eran considerados viejos y duros mantener por los rumanos, que eran impacientes conseguir sus manos unos de los “Fulcrum Cs” de manufactura rusa original - y especialmente de su equipo activo de emisión. 

Este MiG-29 (seriado “53” en servicio con la fuerza aérea rumana) llegó al BAM Mihail Kogalniceanu el 11 de septiembre de 1992. A la sorpresa de (absolutamente repugnante) de personales rumanos, la unidad de interferencia faltaba: fue reemplazada por un lastre. Obviamente, los rusos quitaron los perturbadores de todos los MiG-29s que han tenido que dejar detrás en Moldova (es muy probable que los americanos experimenten una decepción similar cuando compraron un número de estos aviones, en 1997 - ver los detalles). 

Es absolutamente cierto que los rumanos han ofrecido también la otra clase de ayuda, especialmente bajo la forma de mantenimiento para MiG-29s y Mi-8s moldavos, pero a través de abastecimientos de munición y de diverso equipo también. 

Al por mayor de MiGs 
Mientras tanto, el gobierno moldavo tentativa en varias ocasiones librarse de su MiG-29s restantes. En 1994 un ejemplar fue donado a Rumania, y a entre cuatro y seis fueron entregados a Yemen del Sur. Uno fue perdido según se informa y otro dañadísimo durante la guerra entre el Yemen del norte y del sur - cuando fueron volados por los mercenarios moldavos e iraquíes - pero todos los sobrevivientes deben haber sido devueltos a Moldova luego. El 23 de junio de 1997 los EE.UU. y Moldovia firmaron un acuerdo cooperativo de la reducción de amenazas el 23 de junio de 1997, que autorizó los EE.UU. a comprar 21 de los MiG-29s, junto con 500 misiles aire-aire R-73 asociados: en octubre del mismo año varios C-17s de la U.S.A.F. aterrizaron en Chisinau y cargaron los aviones y las armas. Aunque se creyó extensamente que habían sido comprados por los EE.UU. para hacerlos inasequibles para estados “amenazantes”, de hecho la USAF estuviera primeramente interesado en probar y estudiar no sólo MiG-29 construidos por los soviéticos, sino especialmente su versión equipada para desplegar armas nucleares tácticas. 

Algunos partes indican, que los diez MiG-29s entregados originalmente a Eritrea, en 1998, vinieron también de Moldova, pero esto nunca fue confirmada. Por el contrario, seis MiG-29s permanecen en el país y el gobierno todavía los está ofreciendo en varias ocasiones para la venta - incluso si todo ahora son no operacionales. 


MiG-29UB moldavo “blanco 61” mientras que aún estaba en Moldova. (Alexandru Stratulat) 


Como la mayor parte de el otro MiG-29s moldavo, este UB “blanco 61” terminó en los EE.UU. Hoy, este avión está en despliegue en Wright Patterson AFB, como “azul 62”. (Ilustraciones de Tom Cooper) 


Post Data 
Hay con frecuencia preguntas sobre el propósito de la venta de los MiG-29s moldavos a los EE.UU. Una de las mejores explicaciones fue publicado hasta ahora en Airman Magazine, volumen 1998, en el artículo siguiente por el sargento tecnólogo Pat McKenna. 

Los Estados Unidos no pueden pasar de largo mucho más que un groupie a una venta de garage. Así que cuando la República de Moldova puso 21 aviones de caza bivalentes MiG-29 - capaces de llevar las armas nucleares - en la cuadra de subasta el pasado mes de octubre, el Pentágono las arrebató antes de que los cazadores de negocio de países antipáticos pudiesen poner sus manos en ellos. 

Bajo condiciones del contrato, los Estados Unidos y el Moldova no divulgarán el precio de compra de los jets. El Secretario de Defensa William S. Cohen, sin embargo, dijo, “era absolutamente razonable.” 

El Pentagon saltó a comprar los aviones después de conocer que Irán había examinado los jets y había expresado un interés en el adición de ellas a su inventario. “Estaba en su lista de compras. Y somos muy felices de tenerlos en nuestras manos en vez de los iraníes',” Cohen dijo. 

InMIGración a América 
El financiamiento para la venta vino del programa cooperativo de la reducción de amenazas del Departamento de Defensa, que quitaba armas de destrucción total a ex-estados soviéticos, por lo tanto previniendo su huida a un estado agresor. Moldova hizo el reparto porque no podría volar más jets, que guzzle el gas como un cupé 1966 de Cadillac DeVille. “No sólo no podrían los moldavos producir la cuenta del combustible, no podrían continuar con los costos de mantenimiento cualquiera,” dijo a capitán Michael Davison, que llevó a equipo que recuperaba el MiGs. No habían pagado “sus tripulaciones y sostenes por casi seis meses.” 

Davison y un equipo de 40 aerotécnicos, incluyendo ingenieros, personales del aeropuerto y fuerzas de seguridad, pasadas los 24 días por último octubre y noviembre en la base aérea de Markuleshti en Moldova, cargando para arriba y enviando los jets, los misiles y el equipo. Las piezas alistadas compusieron a mayoría del equipo, representando varios mandos y dependencias como la dependencia de inteligencia de aire, mando de movilidad de aire, y fuerzas aéreas de los E.E.U.U. en Europa. “Dieron una sacudida eléctrica a los moldavos que no prohibimos a técnicos alistados, especialmente las mujeres, poner sus manos en los aviones,” Davison dijo. “Apenas no hacen eso allí.” 

Moldova descansa sobre el Mar Negro, cuña entre Rumania y Ucrania. El estado soviético anterior efectivo-atado con correa - sobre el tamaño de Maryland - confía en agricultura como su principal recurso, y ha caído el dificultades. Las “cosas que tomamos para concedido, ellas no tenían, como la agua corriente o el calor en sus edificios. Era frío el todo el tiempo que estaba allí,” dijo Davison, que saluda de Mansfield, Massachusetts “a pesar de las condiciones y sus circunstancias, los moldavos doblados encima de retroceso para nosotros; eran muy graciosa.” 

Del 20 de octubre al 2 de noviembre de 1997, los cargadores y los expertos del aeropuerto exprimieron dos MiGs cada uno, sin las alas y los ataron, en los asimientos del cargamento de los transportes del C-17 Globemaster III de las bases de las fuerzas aéreas de Charleston, S.C. Los transportes aéreos de Charleston entregaron el MiGs al centro nacional de la inteligencia aérea en Wright-Patterson AFB cerca de Dayton, Ohio. “Cuando el último MiG fue cargado en Moldova, el comandante moldavo, que era un oso de hombre, dio vuelta a su cabeza y lloró,” Davison dijo. “Era resistente a mirar. Los pilotos del MiG sabían que era lo mejor para su país, pero estaban tristes de verlos ir.” 

Detrás de la campana del hierro 
Ahora, los Fulcrums se asientan en tierra, en varios escenarios del desmontaje en los hangares dispersos a través de Wright-Patterson. En un hangar, ocupado antes por el 906o Fighter Group, ocho MiG-29s, que son tamaño casi igual al F-18 de la armada, se ven tan gastados y curtidos como un molino de viento de New México. Si usted birlara su mano a través del fuselaje de uno de los aviones, se mancharía de color verde. Los moldavos repintaron los aviones con pintura de aerosol. “No estábamos preocupadas sobre como lucían,” Davison dijo, “sino sobre cómo volaban.” 

Los ingenieros de NAIC se peinarán sobre los Fulcrums, poniendo literalmente la tobera debajo del microscopio. Alrededor amontonado de las carlingas del Fulcrums, dos sargentos de la fuerza aérea disecaron la aeroelectrónica del avión, aplicando sus conocimientos electrónicos. Si el NAIC puede descubrir cómo el Fulcrum funciona, los pilotos de la fuerza aérea pudieron ganar un filo si hacen frente al Fulcrum en el combate futuro. El MiG-29 es un avión extensamente exportado, volado por los sospechosos de siempre como Iraq, Irán, Corea del Norte y Cuba. Según Davison, es una de las amenazas principales a las operaciones aéreas de los EE.UU. que desafían nuestros F-15s y F-16. 

“Conseguir un Fulcrum C fue genial,” dijo Davison, ingeniero aeronáutico por comercio. “Éstos son los primeros Fulcrums indígenas que hemos visto encima de cercano y de personal. 
“Ahora conseguimos ver cosas que no hemos visto antes. Conseguimos poner nuestros dedos en ellas y evaluarlas a fondo,” él dijo. “Es una oportunidad única. Podemos descubrir sus debilidades y limitaciones, y pasamos eso conectado al avión de caza de la guerra así que pueden derrotarlas.” 

El NAIC es el centro único, integrado de la fuerza aérea de la inteligencia de producción, y el productor primario del DOD de la inteligencia extranjera del aire y del espacio. Su misión, datando de 1917 y de la sección extranjera de los datos del ejército de los cuerpos de la señal en el campo de McCook en Dayton, es fijar y evaluar la amenaza del aire y del espacio de los enemigos potenciales, asegurando a tropas americanas no se sorprenden en el campo de batalla. Davison trabaja como el principal ingeniero en la instalación extranjera de la explotación de los pertrechoses del centro: un edificio de 35.000 pies cuadrados que se jacta una grúa de 50 toneladas, donde los equipos de los techno-investigadores ingeniero reverso, prueba y analiza el aire y los aparatos y los trastos de alta tecnología extranjeros capturados o comprados del espacio. 

En el Fulcrum, los ingenieros y los técnicos fregarán el avión y estudiarán cada subsistema, explorando para que la mejor manera bata el MiG en combate. “Descubriremos cómo trabajo [de la aeroelectrónica] y qué frecuencias utilizan,” Davison dijo. “Aprenderemos que todo podemos sobre el aeroplano.” 

Según el general Michael E. Ryan, jefe de personal de la fuerza aérea, el servicio voló “pocos” jets para aprender más sobre sus capacidades antenas. Él negó partes, sin embargo, que la fuerza aérea pudo utilizar los jets para formar un escuadrón rojo de agresores, aplicando los MiGs contra aviones de caza americanos en duelos entre aviones falsos. 

¿Cuál es tan siguiente? Davison no elaboraría en cuál está en su lista de objetivos, refrán, “nosotros está interesado en todo el equipo de computación extranjero.” Sin embargo, él no importaría el funcionar con de su lupa sobre el Flanker de Sukhoi Su-27, volado por la fuerza del interceptador de la defensa casera, el Kazakhstan, varios otros estados soviéticos anteriores y la China rusos. 

¿Cualquiera quiere hacer un reparto? 

De los 21 Fulcrums los Estados Unidos comprados, 14 eran de la linea Fulcrum C, equipado del radar que puede trabajar en 16 diversas frecuencias, una emisión del radar activo en su espina dorsal y era de capacidad nuclear, seis mas viejos y un instructor biplaza modelo B. 

Junto con los Fulcrums, el equipo de prueba de los aviones y un abastecimiento de recambios, los Estados Unidos también recibieron 507 misiles aire-aire (no obstante no todos los éstos eran de Moldova), incluyendo 344 AA-8 Aphid, 112 AA-11 Archers y 51 AA-10 Alamos. 

 
El “azul 62” era uno de seis MiG-29UBs heredados por los moldavos de la anterior flota soviética del Mar Negro. En servicio moldavo, el avión fue re-serializado en el “blanco 61” (y también repintado en los colores nacionales moldavos para un despliegue delante del presidente Snegur). Este MiG-29UB lleva el número de serie 50903012038, fue desarrollado en la planta de fabricación en el fábrica número 21, en Gorkiy, el 31 de diciembre de 1988. Vio el servicio extenso, acumulando alguno 600 horas - incluyendo varias salidas del combate durante la lucha con los rusos, en 1992 - antes de 1997, cuando fue comprado por los E.E.U.U. Ahora se exhibe - re-dolido en sus colores soviéticos anteriores - delante del centro nacional de la inteligencia de aire, en Wright Patterson AFB, de los EE.UU. (USA DoD) 

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Corte moldava investiga las ventas de MiGs a los EE.UU. 

El 27 de junio de 2005, una corte en Chisinau se encontró para las primeras audiencias del caso en contra de Valerio Pasat, consejero de las relaciones exteriores al jefe de RAO UES, al ministro de la ex-defensa y al director de la información de Moldova y del servicio de seguridad. 

Pasat fue detenido en Chisinau, el 11 de marzo de 2005, y encargó siete días más adelante por el abuso general moldavo del wth de la oficina de querellante de la autoridad al concluir el acuerdo de ventas para 21 aviones de caza MiG-29 de los E.E.U.U. El procesamiento mantiene que Pasat excedió sus poderes, porque los aviones no se podrían vender sin ser incluidos en el programa de la privatización, y ponen el daño resultante en los USD los 55.7m. 

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Noticias relacionadas con la fuerza aérea moldava 
(preparado por Alexandru Stratulat) 

El 7 de junio de 2004, el grupo especial 31 de ingenieros de combate del ejército nacional moldavo emprendió una tarea regular de la destrucción de munición viva  en almacenamiento que había expirado. Tres cuartos de este grupo es los oficiales profesionales han participado en las operaciones internacionales en Iraq, desde 2003. 

Hasta el agosto de 2004, han destruido según se informa cerca de 4.000 artículos de munición y de 220 cabezas de combate para SAMs S-75 y S-200 junto con 600 granadas del calibre 152mm. 

El Ministerio de Defensa explicó la destrucción de esta munición se realiza en el marco de la reforma nacional del ejército, que trabaja de acuerdo con los mecanismos internacionales para la seguridad y la estabilidad en Europa del sudeste. El secretario de estado de la defensa, Brig.Gen. Ion Coropcean, declaró que la destrucción también está teniendo como objetivo asegurando una mejor seguridad a los depósitos militares, así como la población que vive cerca. Algo de la munición era hace 25-30 años manufacturados, y su almacenamiento era mientras tanto simple inseguro. En vez de los misiles destruidos, las unidades antiaéreas moldavas serán reequipadas con los tipos hasta la fecha, movibles y eficientes de armas que sean más baratas mantener y requerir a pocos personales operar. 

En 2004 y 2005 la fuerza aérea de moldavo recibió un número de transporte liviano restaurado y de aviones de uso general. Uno de éstos, un Wilga 35, estrellado el 27 de mayo de 2005, durante un vuelo del entrenamiento, con la muerte de una dotación de cuatro (incluyendo dos pilotos y dos mecánicos). La última acción de los dos pilotos fue evitar que su avión cayera en un terreno de entrenamiento, donde un número de jóvenes reclutas estaban realizando ejercicios. 

Según partes subsecuentes de los funcionarios, una comisión gubernamental que investigó la tragedia declaró en un parte preliminar que la causa del desplome fue probablemente una falla técnica. La comisión, secretario de estado de la defensa, Ion Coropcean, denunció al primer ministro Vasily Tarlev que, probablemente, el motor se averió o aún se detuvo cuando el plano volaban en una maniobra, y que éste podría llevar a un desplome. 

El Vilga 35 se estrelló durante un vuelo de entrenamiento programado para una demostración aérea que debía ser realizada en Marculesti, el 28 de mayo. Previamente, los aviones habían experimentado con éxito varias pruebas técnicas en diversos regímenes de vuelo. 

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Orden de batalla, camuflaje, colores, series y marcas 


Fortele Armate ale Republicii Moldova (Fuerzas armadas de la República de Moldova) 
- Escuadrón de transporte, basado en Chisinau, equipado de un Tu-134A-3, de un Il-20, de dos An-72s, de un An-24, de un Yak-40, de diez An-2s, y de un único PZL-104 Wilga 
- Escuadrón del helicóptero, basado en Chisinau, equipado de ocho Mi-8MTVs 

Bibliografía 


Esta revisión esta basada enteramente en investigación propia, apoyado por varios partes de “Izvestiya” ruso , “Agence France-presse” francés y algunas otras agencias de prensa, así como denuncia sobre la guerra en Moldova publicado en Österreichische Militärzeitschrift (varios volúmenes a partir de años 1992, 1993, y 1994). 


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