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viernes, 8 de julio de 2016

Argentina: Un hotel, nazismo y fantasmas en Córdoba

El Edén cordobés, entre historias de nazis y leyendas de fantasmas
El hotel construido a fines del siglo XIX fue símbolo del turismo aristocrático; también se lo conoce por sus lazos con Hitler y por sus fantasmas
Gabriela Origlia | LA NACION 




LA FALDA, Córdoba. La construcción, de casi 120 años, sigue siendo imponente. Su historia se mezcla con la leyenda y le dan categoría de mito. En su libro de visitantes figuran desde Albert Einstein hasta Juan Domingo Perón, incluyendo a Julio Argentino Roca, Carlos Pellegrini, Agustín P. Justo, Ernesto "Che" Guevara y Rubén Darío. El hotel Edén atrae a turistas, curiosos y documentalistas; todos se van satisfechos.


En 1897 tres socios -dueños de un hotel en pleno centro de Córdoba- deciden invertir en las sierras del valle de Punilla, cerca de donde pasaba el ferrocarril. La Falda no existía como pueblo, era una estancia en la que el censo '90 había registrado a Prudencia Carrizo y un hombre de apellido San Martín como sus cuidadores.

Los alemanes Roberto Bahlcke y María Kreautner, y el suizo Juan Kurth, invirtieron en "asegurar la salud de los más ricos" del país. Eran años en que la tuberculosis hacía estragos y el pánico social empujaba -a quienes podían- al aire puro de las sierras. Diferentes estudios indicaban que el clima de los lugares altos y secos ayudaba a frenar la enfermedad y a prevenirla.


La historia la cuenta, con pasión y en detalle, Juan Pablo De Toni, guía del Edén desde 2004. Concebido como un spa de lujo de la época, el edificio original incluyó 92 habitaciones para huéspedes y ocho para los empleados, cancha de tenis, pileta, espacio para el tiro al blanco y la cacería de zorros y jardines iluminados.

Su estilo ítalo-francés -que con el tiempo y las remodelaciones terminó siendo ecléctico- albergó todos los avances tecnológicos europeos, como grupos electrógenos propios, máquina para la fabricación de hielo y helados, timbres en las habitaciones, teléfonos para la comunicación interna y una red de cañerías que proporcionaba "agua de montaña no contaminada" a todas las habitaciones.

"Los Anchorena, Martínez de Hoz, Blaquier y Montes de Oca son algunos de los que inauguran el libro de huéspedes -describe De Toni-. Hacían un viaje largo en tren con trasbordos y eso terminó afectando al hotel". En 1905 Kreauner se hacer cargo sola del establecimiento y da un giro a la explotación.

Comienza a publicitarlo y en esos años se abre un nuevo ramal de tren que permite llegar al hotel sin pasar por Santa María de Punilla, donde había un hospital para tuberculosos. "La psicosis de la época era tal que la gente prefería no hacer ese camino", describe De Toni.


Amigos de Hitler

En 1912 el hotel pasa a manos de los hermanos alemanes Eichhorn, uno empleado de un banco y el otro, importador de puntillas. Pagan 450 mil pesos de la época (20 mil en efectivo y el resto en documentos que recién terminarán de cancelarse una década después). Ellos siguen con el incipiente loteo que comenzó Kreauner y que dará origen a La Falda.

Con ellos surge el lazo que unirá al Edén con el nazismo. En 1920 viajan a Alemania, y en Munich uno conoce a Adolf Hitler. Se hacen amigos y mantienen el vínculo para siempre. Por ejemplo, en 1932 organizan una colecta en La Falda y le mandan el dinero para el avión que Hitler usará en su campaña para convertirse en canciller.

"Hacían lo mismo que el embajador -grafica De Toni-. Trabajaban en el pueblo como si fuera una pequeña comarca alemana, a punto tal que quisieron hacer su propio municipio. Había una parte de los vecinos que no quería depender de ellos y otra que no quería juntarse con los no alemanes. La cuestión terminó en la justicia".

La época de oro del Edén se extendió hasta 1944. El 16 de abril de 1945 el Estado argentino incauta el hotel que figuraba en la lista de empresas alemanas consideradas "propiedades enemigas". Luego llegó al lugar todo el cuerpo diplomático japonés, 50 personas para ocupar 250 plazas, las que fueron pagadas en su totalidad por el gobierno. Así, durante 11 meses, el Edén tuvo su mejor temporada mientras no podía trabajar. En el '47 los dueños lo recuperan y lo venden.

De Toni repasa el cambio de contexto: caída del nazismo, aparición de antibióticos para tratar la tuberculosis, construcción de diques que cambiaron el clima de Punilla y vacaciones sociales en colonias de vacaciones. En esos tiempos se hicieron cargo "las tres K": una era la del apellido de Kartelovich, amigo de Juan Duarte, y de quien -ya entonces- se decía que era testaferro.

La del '65 es la última temporada del hotel; cinco años después lo preparan para abrir como casino. El apoderado era Armando Balbín, hermano de Ricardo. Una pelea con el entonces ministro Francisco Manrique abortó el plan.

Ahí empezó la decadencia; dos décadas cerrado, saqueos y destrucción.

Fantasmas deambulando

No importa que De Toni advierta que toda construcción vieja cruje. Hay quienes aseguran haber vistos deambulando fantasmas en el Edén. Uno es el de una nena que anda por la planta alta; dicen que murió de tuberculosis en los '20. Era hija del médico del entonces presidente Julio Roca.

También están los que juran que el espectro de Kreauner anda por allí; desoyen el dato de que la mujer murió en Alemania pobre y sola a los 98 años. Su historia de clase media-alta, casada con un ingeniero constructor, se truncó cuando un puente que levantaba el hombre se desmoronó; dejaron Alemania y anduvieron mucho por la Argentina antes de establecerse. Ella regresó definitivamente a su país en el '27 y no volvió.

Dicen que el alma en pena de un niño habita en una casa exterior a la principal, donde se reunían los trabajadores. Tenía un año y medio y murió de hipotermia, y hay vecinos que todavía creen que no abandonó el lugar.

Periódicamente hay documentalistas que llegan a investigar si en el Eden hay oro nazi oculto. "Todo lo relacionado a Hitler fue tabú hasta el '95, cuando un video muestra documentos y cuenta la historia", agrega De Toni.

Hoy el hotel está concesionado. Hay visitas diurnas diarias y nocturnas los fines de semana. Una posada ofrece alojamiento y salones para fiestas, exposiciones, obras de teatro y espectáculos.

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