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viernes, 17 de noviembre de 2017

GNA: La masacre de Rincón Bomba

Rincón Bomba: Aquella masacre de la Gendarmería de Perón

La matanza de más de 700 indígenas durante la 1ra. presidencia de Juan Domingo Perón, en el año 1947, es una de las más llamativas tragedias argentinas y, a su vez, de las menos conocidas.
Por Urgente 24



Rincón Bomba: Aquella masacre de la Gendarmería de PerónImagen luego del fusilamiento masivo ejecutado por los gendarmes. No hubo denuncia ni investigación de la masacre en Rincón Bomba.
La desaparición forzada de Santiago Maldonado durante la feroz represión en el territorio mapuche del Pu Lof en Resistencia en Cushamen, Chubut, actualizó la difícil relación de la Gendarmería Nacional con las comunidades indígenas.

Gendarmería Nacional, creada el 28/07/1938, tuvo su antecedente en el Regimiento de Gendarmería de Línea, creado en 1917 para reemplazar al Regimiento 9 de Caballería de Línea en la frontera con el Paraguay, que ya en 1924 ejercía polémicos procedimientos en el Chaco contra las comunidades de los qom y los mocovíes.

En marzo de 1947, miles de braceros pilagás, tobas, mocovíes y wichís (hombres, mujeres y niños) comenzaron una marcha de más de 100 Km. desde Las Lomitas, en el entonces territorio nacional Formosa, hasta Tartagal, en Salta.

Les habían prometido trabajo en el Ingenio San Martín de El Tabacal, propiedad de Robustiano Patrón Costas, quien les había prometido pagar $6 de entonces por día.

En abril llegaron a El Tabacal, y empezaron a trabajar en la caña de azúcar. Pero cuando fueron a cobrar les quisieron pagar apenas $2,50 por día.

Los caciques pidieron un encuentro con Patrón Costas o alguno de sus colaboradores. Días después, Patrón Costas ordenó echarlos.

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Unos 8.000 indígenas emprendieron la retirada a Las Lomitas. Se instalaron en un descampado llamado Rincón Bomba, donde encontraron un madrejón que les proporcionaba agua. Se aseguraba que en la zona estaba el cacique sanador Luciano Córdoba.

Las madres indígenas recorrían las calles de Las Lomitas y de los parajes vecinos para pedir pan.

Los pilagás formaron una delegación para pedir ayuda, dirigida por los caciques Nola Lagadick, Paulo Navarro (Pablito) y Luciano Córdoba, quienes hablaron con la Comisión de Fomento, y con el jefe del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional, comandante Emilio Fernández Castellano.

Desde la Comisión de Fomento hablaron con el gobernador de Formosa, Rolando de Hertelendy, quien llamó a la capital federal y el presidente Juan Domingo Perón ordenó enviar 3 vagones de alimentos, ropas y medicinas: mes de septiembre.

Pero el delegado de la Dirección Nacional del Aborigen, Miguel Ortiz, atrasó el envío 10 días y llegaron a Las Lomitas a principios de octubre. Llegaron 2 vagones.

Los alimentos estaban en estado de putrefacción. Aún así los repartieron en el campamento indígena.

Las consecuencias fueron una intoxicación generalizada. Murieron por lo menos 50 indígenas, en su mayoría niños y ancianos. Todo indica que el delegado de la Federación Nacional Aborigen, el compañero Miguel Ortiz, mucho tuvo que ver con esto.

La indignación fue lógica. Los originarios denunciaron que habían sido envenenados. Desde la Comisión de Fomento de Las Lomitas advirtieron que no querían a esos indígenas cerca del pueblo. La Gendarmería rodeó el campamento indígena y prohibió a los pilagás entrar al pueblo.

Masacre Rincón Bomba



El cacique Pablito pidió hablar con el comandante. El oficial aceptó encontrarse en el atardecer, pero a campo abierto, el 10/10/1947.

Pablito avanzó seguido por más de 1.000 mujeres, niños, hombres y ancianos pilagás con retratos de Juan Perón y Eva Duarte. Unos 100 gendarmes apuntaron sus armas. Los indios habían caído en la trampa.

El Nº2 del Escuadrón, Aliaga Pueyrredón, ardenó disparar las ametralladoras. Cientos de pilagás cayeron bajo las ráfagas. Otros lograron escapar por los yuyales pero la Gendarmería se lanzó a perseguirlos: “Que no queden testigos”.

La persecución duró hasta que fueron rodeados y fusilados en Campo del Cielo, en Pozo del Tigre y en otros lugares.

Luego, los gendarmes apilaron y quemaron los cadáveres.

Según la presentación ante la Justicia, fueron asesinados entre 400 y 500 pilagás. Más de 200 desaparecidos. Además los intoxicados. En total murieron más de 750 pilagás, wichís, tobas y mocovíes. Otros afirman que fueron 1.000. Y hay quienes elevan la cuenta hasta los 1.500.

Muchos fueron perseguidos hasta Paraguay, donde fueron detenidos y regresados a las Colonias Aborígenes de Francisco Muñiz y Bartolomé de las Casas, reducidos a peones bajo la administración de la Dirección de Protección al Aborigen y la vigilancia de la Gendarmería.

Ninguno de los diarios de la época informó con precisión lo que había sucedido y menos identificaron al responsable de todo, el ingenio San Martín y Robustiano Patrón Costas.

El diario “Norte” (de Resistencia, Chaco) escribió sobre enfrentamientos armados: ¡¿?!

Sostuvo lo siguiente:

“Extraoficialmente informamos a nuestros lectores que en la zona de las Lomitas se habría producido un levantamiento de indios. Los indios revoltosos pertenecen a los llamados pilagás quienes, según las confusas noticias que tenemos, vienen bien provistos de armas (…) Ya se habrían producido algunos encuentros, no se sabe si con los pobladores de la zona o con tropas de la Gendarmería Nacional”.

El gobierno de Juan Perón no sancionó a nadie por lo sucedido. Hay constancia de que el ministro del Interior, Ángel Borlenghi, y el ministro de Guerra, José Humberto Sosa Molina, conocieron los hechos. En 1948, José Aliaga Pueyrredón fue designado comandante del Escuadrón 43 de Gendarmería Nacional, en Río Turbio, Santa Cruz.


Los dolores de los Pilagá



En diciembre de 2005 hubo excavaciones ordenadas por el juez federal formoseño Marcos Bruno Quinteros, en el predio cercano a Las Lomitas que desde 1987 pertenece a Gendarmería, consecuencia del reclamo de la Federación Pilagá.

Un grupo de abogados liderados por Julio Cesar García y Carlos Alberto Díaz, inició un juicio contra el Estado nacional.

El equipo científico forense halló en el lugar restos de 27 cadáveres de indígenas junto a elementos militares de Gendarmería, lo que confirmó la presencia de esta fuerza federal al momento de la masacre.

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