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viernes, 2 de julio de 2021

Revolución Rusa: El día previo al asesinato de la familiar del Zar Nicolás II

¿Qué fue lo último que hicieron los zares de Rusia antes de ser asesinados?



La familia real rusa zar Nicolás II

Sílvia Colomé || La Vanguardia

Cuando se prometió, su futuro marido y el que sería su suegro, el zar Alejandro III, le regalaron valiosísimas joyas, como un collar de perlas naturales que le llegaba hasta la cintura. La nieta preferida de la reina Victoria de Inglaterra no solo quedó maravillada por los presentes que le anunciaban la opulencia en la que vivía la familia Romanov. Sobre todo, se sentía inmensamente feliz por el noviazgo oficial con Nicolás, al que llegaba tras rechazar candidatos propuestos incluso por la poderosa monarca británica. Por su parte, el zarevich tampoco lo tuvo fácil. Sus padres preferían otras candidatas pero cedieron ante la insistencia del joven y la enfermedad del zar que ya presagiaba un final inminente.

Ambos se conocieron en una boda. Ella tenía 12 años y él 16. Lo suyo fue un amor a primera vista. Cupido lanzó la flecha que ya nadie pudo desviar. Alejandra y Nicolás se casaron cuando todavía duraba el luto por el difunto Alejandro III. Se debía correr para que el gran imperio ruso tuviera una nueva pareja real a su mando. El regalo de bodas de los jóvenes esposos no pudo ser más envenenado.
Nicolás II y Alejandra, últimos zares de Rusia .

Ellos fueron los primeros en reconocer que no estaban preparados para tamaña empresa, según relatan sus propios escritos en cartas y diarios personales que permiten conocer algunas de sus intimidades. En realidad solo deseaban lo que tantos jóvenes de su edad: amarse sin preocupaciones. Y de amarse, se amaron siempre.

“Es triste que mi trabajo me absorba tantas horas, que yo preferiría dedicar exclusivamente a ella”, llegó a lamentarse el zar. Pero las preocupaciones no pararon de crecer hasta el apoteósico final. Aunque la que más les inquietó, incluso más que la revolución y la abdicación, fue la grave hemofilia que sufría el heredero al trono, el zarevich Alexis, y que provocó que entrase en sus vidas el fatídico Rasputín.


La zarina Alexandra con su hijo Alexei Romanov .




Rasputín se introdujo en la corte del zar Nicolás II de Rusia, por sus dotes curativas .
Los meses de arresto

Gracias a estos escritos y de personajes cercanos, algunos recogidos en Románov, crónica de un final: 1917-1918 (Páginas de Espuma), se sabe que durante la reclusión de la familia a la residencia-prisión de Tsárskoye Seló, Nicolás II se sentía por fin liberado junto a los suyos. “Entendí que nadie ni nada interesaba al exzar excepto sus hijos. Parecía disfrutar de verdad con su nuevo modo de vida […] como si se hubiera liberado de la pesada carga que recaía sobre sus hombros”, explicó el líder revolucionario Alexander Kérenski en sus memorias. “Todos los que le conocían en su posición de prisionero admitían que Nicolás II siempre estaba de buen humor y disfrutaba de su nuevo modo de vida. Cortaba leña y la apilaba en el parque. Trabajaba en el jardín, paseaba en lancha y jugaba con sus hijos”, proseguía.
Los cinco hijos del zar, con la cabeza afeitada tras un ataque de sarampión, en Tsarkoje Selo, julio 1917

El 17 de julio de 1918, toda la familia fue despertada por sorpresa pasada la media noche y conducida al sótano de su última prisión, la casa Ipátiev de Ekaterimburgo. Se les leyó la sentencia de muerte. El zar no daba crédito. Se la tuvieron que repetir. No hubo tiempo para más. Ni la zarina pudo terminar de santiguarse. Ella dejó escrito en su diario personal lo último que ambos hicieron juntos antes de acostarse. Como cualquier matrimonio de su época, mataron el tiempo jugando a cartas. Esa noche ambos perdieron la última partida.

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