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jueves, 29 de mayo de 2014

La guerrilla uruguaya y su enorme mentira

Tupamaros y la mentira de la "liberación nacional" de los '60/'70


Entrevista a Luis María Sanguinetti :
-En particular me interesó una apreciación, le diría que cronológica y que usted plantea como irrebatible, que es hasta qué punto los Túpac en realidad no pelearon contra los milicos sino que en realidad pelearon contra gobiernos democráticos.
-En eso no hay debate. No es un tema que se pueda discutir. Los Tupac Amaru (N. de la R.: tupamaros) empezaron en 1963, con un gobierno no sólo democrático sino colegiado, es decir que era tan democrático que ni Presidente había, era un gobierno colegiado, con representación de 2 partidos. En fin, en esos años empezaron y era una época en que la palabra mágica era revolución, la revolución cubana ¿no? Y ellos trataron de tirar abajo la democracia por hacer una revolución a la cubana. Eso es un hecho. Y cuando vino la dictadura en 1963 ellos estaban presos. Por eso a veces se comete el error periodístico, a veces impensadamente, a veces no, que Mujica fue preso en la dictadura y no. Mujica, y los Tupac Amaru, estaban presos cuando vino la dictadura, y presos juzgados por los jueces de la democracia. Porque realmente ellos habían querido hacer una revolución. Esto no lo discute nadie, tampoco lo discute ellos. Lo que pasa es que a veces se dejan pasar, en relatos que se van construyendo, estas cosas y al final la gente las asume. Yo a veces lo veo en los muchachos, hasta en Uruguay, cuando uno les dice “¿Contra quién luchaban los Túpac? Contra la dictadura”, y contra la dictadura no lucharon nunca. Más de una vez Mujica dijo “yo lamento no haber podido luchar contra la dictadura”. Pero el hecho es este, es incuestionable, es así. Es más, el gran tema es la responsabilidad que tuvieron en generar la situación que llevó a la dictadura.
-Las historias especulares entre Argentina y Uruguay por ahí nos hacen ver las cosas de modo parecido. Y yo lo escucho a usted e imagino a los montoneros matando a Rucci en gobierno democrático.
-Exacto.
-Y levantarse contra el viejo y después contra su mujer. Y este hecho, también en el relato termina casi como un olvido.
-Pero es así. Se van tergiversando las cosas, se van enredando, se usan palabras mágicas. En la historia uruguaya no había golpes militares desde muchos años, más de un siglo. El Ejército no había tenido ninguna intervención desde el 1904, o sea que cuando estos muchachos se lanzan la represión la hace la policía. Y daba bien, a tal punto de que en el año 70, 71 estaba presa toda la dirigencia de Túpac Amaru.
-¿El asalto al cuartel de Pando cuando fue?
-Eso fue antes, en el '68, '69. Pero siempre gobierno democrático. En el '71 venía la elección y estaban todos presos ya. Era una batalla que la había dado bien la policía. Y se escapan todos de la cárcel, 110 personas que eran todos de la dirigencia Tupac Amaru. Acá al lado de donde yo vivo, yo vivo en Punta Carreta, y ahora donde era la cárcel hay un shopping. Buena señal de los tiempos. Entonces fíjese, se van todos, estábamos a 60 días de la elección presidencial, y entonces ahí el gobierno le dicta la acción al ejército. Viene la elección, todo tranquilo, se instala el nuevo gobierno y se reanuda...
-¿Quién se instala como Presidente?
-Bordaberry, que pasa a ser Presidente electo en aquellos años. En seis meses liquida el movimiento Tupac Amaru. Naturalmente ahí vienen las dos mentiras: la de ellos cuando lucharon contra la dictadura, cuando nunca lucharon contra la dictadura; y la de los militares cuando dicen “nosotros hicimos el golpe para luchar contra la subversión”, lo cual no era verdad porque ya estaba derrotada.
-Sobre esto, insisto con estos dos espejos, Uruguay y Argentina, ¿es posible hacer alguna recomendación para que el periodismo, para que los que somos periodistas afligidos, tengamos en claro hasta qué punto el relato puede jorobarnos el ayer y jorobarnos el mañana? Puede hacernos una reflexión sobre eso.
-No hay ninguna duda, porque todos somos producto de la historia. Todos, nos guste o no nos guste. Llevamos adentro la historia de nuestros países, la historia de nuestras familias, de nuestra ciudad, la historia de nuestra escuela o la institución a la que fuimos. Somos todos productos históricos que se van produciendo por acumulación de cosas. Si no entendemos bien lo que pasó antes no nos entendemos ni a nosotros mismos, ni entendemos lo que estamos viviendo, ni entendemos lo que viendo.
-¿Es grave alterar la historia y hacer un relato?
-Es grave, porque es como alterar nuestra propia vida. Si no entendemos lo que hemos vivido, si no sabemos que cometimos un error después no entendemos nada. Con la vida de los pueblos es lo mismo. Por eso la historia no es simplemente un ejercicio de nostalgia, no es simplemente un ejercicio retórico, como curiosidad. No, es una cosa activa. Y más aún cuando se tergiversa para justificar lo de hoy. Entonces, “antes hubo un tal gobierno que fue progresista y una oligarquía espantosa y es contra lo que hoy, todavía, estoy luchando porque sobreviven los hijos de aquellos”. Esa es la tergiversación de la historia, el abuso de la historia.
-Sobre esto una última reflexión de sus parte. Sé que a usted no le gusta meterse con política interna de Argentina, pero esto está en el bordecito de la contemporaneidad y le diría que, en cierto modo, es historia. Yo recuerdo aquel discurso de Balbín cuando decía, con el lenguaje que tenía Balbín, “aunque sea con muletas pero lleguemos a las elecciones”. Porque al golpe a Isabel se lo dan a los pocos meses, como usted plantea en Uruguay, de una elección que a lo mejor hacía que se caiga a pedazos el peronismo y cambiara la historia. ¿Cuál es su mirada sobre eso que pedía un opositor acérrimo a Perón? ¿Cómo lo ve desde Uruguay?
-Lo vemos así. Es como se debe ver. Hoy no hay mayores especulaciones en Argentina, pero hace un tiempo había muchas especulaciones que decían “vamos a ver si al señora de Kirchner termina”. Yo me indignaba cuando veía eso, decía “cómo no va a terminar”. Yo no soy simpatizante de su gobierno, peor por supuesto que tiene que terminar, ellos tienen que estar dispuestos a hacer cualquier sacrificio con tal de lograr que los gobiernos democráticos terminen y que venga el otro. Ahí hay una enorme responsabilidad ciudadana, porque somos muy propicios a echarle la culpa a todos los dirigentes y pensar que el gobierno no tiene nada que ver. Yo voy a Perú y uno habla de Fujimori, ¿usted lo votó?, “no”, entonces no lo votó nadie a Fujimori.
-Lo interrumpo, es una de las peleas que tengo con algunos interlocutores. Les digo Menem con el 50. Dos veces. De la Rúa con el 50...
-Entonces ¿qué pasa? Resulta que el ciudadano no tiene nada que ver. No, el ciudadano es decisivo. Porque la elección no es una encuesta, no es simplemente contestar lo que me gustaría. No, es un acto de gobierno. Es el mayor acto de gobierno que tiene una democracia, es la elección, nada menos que quién va a gobernar y quienes van a legislar.
-Ayúdeme con una respuesta: En Uruguay está claro que hay frentes y que estos frentes conversan entre sí y pactan puntos justos sobre los que nos e debe discutir. Pero en Argentina el ejercicio de los frentes siempre fue una lateralidad, había radicalismo y peronismo, variantes más radicales y menos radicales, más de derecha y menos de derecha en el peronismo. Pero me parece que se está yendo por la canaleta el bipartidismo. ¿Usted cómo lo mira?
-Acá frentes nunca hubo. Hubo acuerdos políticos en dos partidos tradicionales, partido Nacional y Colorado. Luego aparecieron, de a poquito, los partidos de izquierda o democratacristiano, que eran partidos pequeños pero fueron creciendo, y un día formaron un frente. Lo cual está bien porque ya es otro partido. Entonces sí, hoy hay tres partidos en el país funcionando. Y eso no es malo, porque es bueno que los partidos se asienten. Lo malo es cuando los partidos están débiles, cuando la gente anda suelta, porque entonces las desestabilizaciones son mucho más fáciles de ocurrir cuando en cambio los partidos, que tienen responsabilidad, que tienen dirigentes, que tienen retratos en las paredes que también miran. La existencia de los partidos es una cosa importante y hay que cuidarlos también. Y evitar ese pecado muy nuestro de perfeccionismo. Todos tienen que ser Gardel y si no son Gardel son espantosos. No, no es así. Habrá buenos, habrá mejores, pero siempre tratemos de elegir lo mejor posible.
-Permítame terminar con una anécdota y, de paso, corrobore si es verdad. En la zona de Palermo Hollywood iba bastante a un comedor uruguayo que ponía esos manteles de papel. No era un comedor finoli pero era lindo. El papel que ponían era la foto de la celeste en el Maracaná. E, identificados con una flechita, cada uno de los que estaban allí. Y a un costadito decía, con una flechita, “anónimo con un bandería”. No habían logrado identificar a uno en esa foto histórica del Maracaná. O sea que la historia por ahí falla también, Julio.
-Seguro. Ahí falla la memoria, ya no la historia. Porque alguien tenía que recordar quién era. En Uruguay son una especie de 11 héroes nacionales. Y estos días, con el tema de Brasil, hay todo un tema en Brasil, han salido toneladas de artículos.

Urge24.com

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