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viernes, 2 de febrero de 2018

Libro: La guerra del opio como una excusa al librecambio

Ten cuidado con lo que deseas

Un momento en que Occidente clamó por el libre comercio con China




The Opium War: Drugs, Dreams, and the Making of China. By Julia Lovell. Picador; 480 pages; £25. Buy from Amazon.co.uk

The Economist

La historia, resulta que no es solo escrita por los ganadores. Al documentar el crapshoot histórico de los últimos 200 años, ha habido pocos perdedores más asiduos que los chinos. Entonces, además de adaptar primero a Karl Marx y ahora a Adam Smith, ¿qué han estado escribiendo? Más bien, parece. Un tema de elección son las Guerras del Opio, las escaramuzas del siglo XIX en el extremo este del imperio británico. En gran parte son desconocidos por los escolares británicos, pero los sucesivos gobiernos chinos se han asegurado de que no se puede decir lo mismo de sus estudiantes que superan el logro en el Reino Medio.

El excelente nuevo libro de Julia Lovell explora por qué este período de la historia es tan emocionalmente importante para los chinos. Basándose en las fuentes originales en chino e inglés, ella relata los eventos del período con detalles fascinantes. Más importante aún, explica cómo China ha convertido a las Guerras del Opio en un mito fundador de su lucha por la modernidad.

Lovell teje esta historia en el brocado histórico de principios del siglo XIX, cuando la demanda europea de seda china, té y porcelana era insaciable. Para salvar su plata, los británicos comenzaron a pagar por estos lujos con opio de la India, y muchos chinos pronto se volvieron adictos. El emperador chino intentó detener el comercio y esperaba cerrar la puerta por completo al mundo exterior. Entre 1839 y 1842, los británicos fabricaron una desagradable guerra pequeña en la que aplastaron al ejército chino, y lo justificaron todo en nombre del libre comercio. Las potencias occidentales, ávidas de más mercados, entonces valoraron a China abierta.

Los occidentales tienen buenas razones para avergonzarse de su tratamiento de China en el siglo XIX. Sin embargo, la Sra. Lovell sostiene que administraron solo los golpes finales a un imperio que ya estaba al borde del abismo. Sin embargo, esa no es la forma en que se ha retratado en China, donde manipular la memoria es una herramienta importante de la propaganda gubernamental. En la década de 1920, los nacionalistas chinos comenzaron a hacer girar la llegada de las cañoneras occidentales como la causa de todos los problemas del país: el comienzo del "siglo de humillación" de China. El presidente Mao también culpó a la agresión occidental en el momento de la Guerra del Opio por el declive de China. Y así surgió la narración de China como víctima que todavía se puede escuchar hoy, incluso cuando el país deja de lado su estado de perdedor.

A pesar de la fuerza cada vez mayor de China, la Sra. Lovell ve similitudes preocupantes entre las debilidades actuales de China y las del imperio chino de 1838, describiendo ambas como "una impresionante pero improbable actuación de alto nivel unificada por la ambición, el farol, la pompa y el pragmatismo". Ella encuentra paralelos también en cómo Occidente ve a China. Los halcones de la política exterior en 1840 repitieron en voz alta que la violencia contra China "era honorable e inevitable hasta que, en la imaginación popular, llegó a ser así". La demonización de China hoy, especialmente en América, a veces puede parecer casi estridente.

Los occidentales interesados ​​en por qué China se comporta de la manera en que lo hace deberían leer "The Opium War". También deberían hacerlo los lectores chinos, que podrían obtener una visión más equilibrada de su propia historia de la que reciben en la escuela. En 2006, por ejemplo, el gobierno de China cerró un importante semanario liberal sobre un artículo que desafiaba la ortodoxia nacional sobre las Guerras del Opio. La oficina de propaganda del Partido Comunista acusó al autor de intentar "reivindicar actos criminales de las potencias imperialistas en la invasión de China". Una publicación en internet de un nacionalista sugirió que el autor debería "ahogarse en huevos podridos y escupir".

La Sra. Lovell les asegura a sus lectores que no todos los chinos aceptan la propaganda del gobierno. Pero las Guerras del Opio siempre están ahí, acechando en el subconsciente chino, perpetuando la tensión entre el orgullo y el victimismo. Es revelador que la Sra. Lovell cita a George Orwell: "Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado."

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