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sábado, 25 de mayo de 2024

Conquista del desierto: La rendición del araucano Sayweke

La rendición de Sayweke



El 1ro de enero es una fecha de grato recuerdo para el pueblo argentino.
Ese día de 1885, una penosa caravana se hizo presente en Fuerte Junín de los Andes, para concretar el hecho que los loncos llamaban “presentación”, una gloriosa y necesaria rendición para los jefes argentinos. Después de resistir como pudieron durante casi cinco años, se presentaron en ese punto de la geografía (neuquina actual) 700 hombres en condiciones de combatir, junto con 2.500 mujeres, niños, niñas y ancianos. Reconocían el liderazgo del nizol longko Valentín Sayweke, pero también conformaban el contingente personas que habían formado parte de las comunidades de Inakayal y Foyel. Ellos habían perdido su libertad durante la primavera anterior.
Si bien hubo acciones de guerra más tardías -un malón que se registró en jurisdicción mendocina en 1888- se considera a la capitulación de Sayweke como el fin de la resistencia armada araucana, tanto del lado chileno como del argentino. A partir de entonces, se aceleró la distribución de las tierras que el Estado había recuperado de la invasión araucana, a través de la implementación de una serie de leyes que no hicieron más que concentrar centenares de miles de hectáreas en unas pocas familias que podían comprar esas tierras y las integraron a la economía de la floreciente nación multiracial y unificada.
Desde aquel momento, el Estado ejerce dominación efectiva sobre territorios que formaban parte tácita de su jurisdicción antes de 1878 y mantiene integrado a un pueblo que, hasta 1885, era libre de realizar correrías y ataques a la población original y criollos locales. Un grupo importante de descendientes directos de Sayweke vive hoy en la localidad chubutense de Gobernador Costa, muy lejos de su territorio original, que es la Araucanía chilena de donde todos, absolutamente todos partieron para invadir el territorio transcordillerano. Aquel 1ro de enero no es de grato recuerdo para las y los araucanos, denominados por un antropólogo noruego como "mapuches", porque se interpreta como el fin de su estéril resistencia armada.

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