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martes, 29 de abril de 2025

Crisis del Beagle: El oficial que no quería el conflicto


Conflicto de límites con Chile y operaciones militares de las Fuerzas Armadas argentinas en 1978.
Experiencias de la artillería de campaña en el «Operativo Soberanía»

Germán Soprano



Introducción

El Tratado de Límites de 1881 no resolvió los diferendos fronterizos entre Argentina y Chile. En 1978, la crisis por la soberanía de las islas Picton, Nueva y Lennox escaló, llevando a ambos países a desplegar sus fuerzas armadas. La Argentina, que rechazó el laudo arbitral de 1977 que otorgaba las islas a Chile, planificó el "Operativo Soberanía", una invasión con el objetivo de forzar una negociación favorable.

A lo largo del siglo XX, los conflictos territoriales fueron recurrentes. Tras el laudo británico, sectores del gobierno argentino favorecieron la opción militar, mientras otros apostaban por la diplomacia. En diciembre de 1978, cuando la ofensiva estaba a punto de comenzar, la mediación papal evitó la guerra.

Dimensión diplomática del conflicto

El Tratado de 1881 estableció que Argentina no podría proyectarse sobre el Pacífico ni Chile sobre el Atlántico, pero la disputa por los límites australes persistió. En 1971, ambos países acordaron recurrir al arbitraje británico, cuyo fallo en 1977 favoreció a Chile. Esto generó un quiebre en la relación bilateral, con sectores de la dictadura argentina inclinándose hacia la guerra.

Durante septiembre de 1978, tropas argentinas cruzaron la frontera en la zona de Casas Viejas, lo que aumentó la tensión. En paralelo, el gobierno argentino definió una estrategia militar de invasión que contemplaba ocupar territorios chilenos, algunos de forma temporal y otros de manera permanente.

El Plan u Operativo Soberanía

El plan militar preveía una guerra rápida y agresiva, iniciando el 22 de diciembre de 1978 a las 22:00 horas. Las fases incluían:

  • Fase inicial: La Armada debía tomar las islas Picton, Nueva y Lennox, además de otras en el canal de Beagle.
  • Ataque en la Patagonia: El V Cuerpo de Ejército debía conquistar Puerto Natales y Punta Arenas.
  • Avance terrestre: El III Cuerpo de Ejército avanzaría hacia Santiago y Valparaíso.
  • Supremacía aérea: La Fuerza Aérea atacaría bases chilenas y buscaría destruir su aviación en tierra.

Argentina confiaba en que Chile aceptaría negociar después de los primeros ataques. Se esperaba la intervención de Naciones Unidas y la posibilidad de una escalada regional con la participación de Perú y Bolivia contra Chile.

Chile, por su parte, contemplaba respuestas militares en la Patagonia, Neuquén y el noroeste argentino. Se estimaban 20.000 bajas en ambos bandos.

El ataque estaba programado para la noche del 22 de diciembre de 1978, pero ese mismo día, Argentina aceptó la mediación papal y suspendió la ofensiva apenas tres horas antes de su inicio.

El teniente coronel Martín Balza y el Operativo Soberanía

El teniente coronel Martín Antonio Balza, jefe del Grupo de Artillería 102, fue destinado en octubre de 1978 a Junín para conformar su unidad. Poco después, participó en reuniones en Bariloche dirigidas por el general Luciano Benjamín Menéndez, comandante del III Cuerpo de Ejército y principal impulsor de la ofensiva terrestre por Neuquén.

Balza y otros oficiales realizaron un reconocimiento encubierto en Chile, disfrazados de turistas. Identificaron puntos clave del terreno y concluyeron que la ofensiva presentaba serios problemas logísticos y estratégicos.

La unidad de Balza debía avanzar por el paso Puyehue, pero él advirtió que los puentes sobre el río Gol Gol podían ser destruidos por Chile, dejando su artillería atrapada. Además, el plan contemplaba un avance de tanques por el paso Pino Hachado, un desfiladero estrecho donde podrían ser fácilmente destruidos.

La improvisación era evidente, reflejando errores estratégicos que también estarían presentes en la Guerra de Malvinas cuatro años después.

Conclusión

El Operativo Soberanía fue una planificación militar ambiciosa pero llena de errores. La falta de coordinación entre las Fuerzas Armadas y la subestimación de la respuesta chilena mostraban serias fallas estratégicas.

El contexto internacional jugaba en contra de Argentina: la guerra habría sido vista como una agresión injustificada y habría generado un rechazo global. La mediación del Vaticano evitó el conflicto, que finalmente se resolvió en 1984 con el Tratado de Paz y Amistad.

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