Historia Aeronáutica: El misil Cóndor I
Muy pocos conocen o nombran este desarrollo argentino. Es algo así como el eslabón perdido de la cohetería argentina. Conocemos la secuencia que se inicia con el Alfa Centauro en 1961 y llega hasta el Castor en 1969. Y también conocemos con bastante detalle lo ocurrido con el Cóndor II y el planeado Cóndor III desde la guerra de Malvinas hasta que Carlos Menem cedió a la presión norteamericana y puso fin a la historia en 1991-93.
El Cóndor I estaba destinado fundamentalmente al desarrollo de un motor cohete, y utilizar eventualmente este cohete para investigaciones atmosféricas, con un apogeo de 300 km y una carga de pago de alrededor de 400-500 kg.
Los primeros ensayos estáticos del motor se realizaron -aparentemente- a mediados de 1983, y se tenía planeado lanzar el primer Cóndor I hacia fines de 1985, cosa que nunca ocurrió.
Pero no tenemos datos precisos, sólo referencias vagas y a veces contradictorias o fantasiosas acerca de esa etapa inaugural del proyecto Cóndor, que se inició aparentemente en 1973; en realidad, no se sabe siquiera quién lo concibió ni quién trazó sus directrices, ni cómo se planeó su desarrollo, ni quién diseñó el motor ni quién definió su combustible. La única prueba concreta de que hubo un Cóndor I, aunque fuese en el papel, es el Cóndor II, que no nació de la nada. Como suele suceder, la falta de información se rellena con versiones, y las versiones colocan en lugar privilegiado de ese proyecto inicial al Teniente Coronel Larrabure, el ingeniero que trabajaba en la fábrica militar de Villa María.
Los Estados Unidos siempre procuraron desalentar por todos los medios el desarrollo nuclear y misilístico de la Argentina, y en el segundo caso efectivamente lograron su propósito.
En verdad, el ataque contra la planta fue tan raro como raro fue el cautiverio de Larrabure. Los agresores de la columna Decididos de Córdoba se llevaron unas cuantas armas, es cierto, pero según testigos parecían más interesados en buscar papeles y documentos, y en capturar a sus máximas autoridades.
El director de la fábrica, el Teniente Coronel Osvaldo Guardone, se defendió a los tiros, hirió de muerte a un atacante, y se puso a salvo; el Capitán Adolfo García, ingeniero químico, resultó gravemente herido y fue abandonado por los agresores, que finalmente solo pudieron llevar consigo a Larrabure en su retirada.
Algunas versiones sugieren que también se alzaron con los papeles del Cóndor I, y que por eso nunca aparecieron.
Esto también es parte de nuestra historia-
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