A 47 años de la muerte de un asesino inútil
Hace 47 años moría en su ley el terrorista Che Guevara en manos del Glorioso Ejército Boliviano. Valga una anécdota sobre Borges.
Borges cuenta en su Autobiografía que el día que murió este asesino deleznable, él estaba dando clase en la UBA como un día normal; de repente un energúmeno entra corriendo al aula interrumpiendo su clase. Ignorando a Borges se para en frente y de un grito, dice: "Las clases quedan interrumpidas por duelo: Ha muerto el Comandante Che Guevara". Sin alterarse Borges dice: "A la memoria del comandante no le afectará que termine con los 20 minutos de clase que faltan".
El energúmeno dice entonces:
-Es una orden. Las clases se suspenden por duelo.
-Venga a sacarme usted mismo del frente, ya que es tan guapo. -Dijo Borges.
El energúmeno, furioso, se retiró del aula y Borges continuó con su clase, pero como la llave de luz está afuera, el guevarista le cortó la luz al aula. Borges, que era ciego, siguió como si nada dando su clase, hasta que un alumno le advirtió lo que había pasado:
-Maestro, cortaron la luz.
Dijo entonces el autor de El Aleph:
-En previsión de este día he tomado la precaución de quedarme ciego.
Borges fue el único profesor de la UBA que no interrumpió las clases ignorando el duelo de ese asesino que acababa de morir.
domingo, 12 de octubre de 2014
sábado, 11 de octubre de 2014
viernes, 10 de octubre de 2014
Biografías: El pacto para no dejar descendencia Hitler
El asombroso pacto de los Hitler
La existencia de Hitler probablemente sea una mancha que la humanidad pretende dejar atrás para siempre lo antes posible; imaginemos entonces lo que significará para aquellos que deben llevar la carga del apellido del dictador. Es por esta razón que, según señalan algunas fuentes, la actual generación de familiares habría hecho un pacto para no dejar descendencia, librando así al mundo de una herencia indeseable. La revista francesa Paris Match cuenta acerca de la vida de Alexander, Louis y Brian, quienes residen en Long Island, EEUU, y son hijos de William, un sobrino del dictador alemán. Ellos, que han pasado buena parte de sus vidas en un vecindario en el que residen numerosos judíos, ocultando su apellido, afirman que “habríamos vivido mejor si no fuésemos descendientes de Hitler”.
Ante la pregunta del periodista acerca del supuesto pacto para no dejar descendencia, la respuesta, con la rispidez característica de su linaje, sembró la ambigüedad: “La única regla que tenemos es no hablar con periodistas”. Actualmente solo cinco parientes de Hitler siguen con vida: Alexander, Louis y Brian y dos hijos de su media hermana Angela, Peter Raubal y Heiner Hochegger, quienes ya han alcanzado la vejez sin tener descendencia. Sobre William, el padre de los desafortunados Hitler, se dice que luego de intentar, en vano, aprovecharse del ascenso de Hitler, quiso chantajear al Führer amenazándolo con publicar documentos que demostraban que era judío. Luego viajó junto a su madre a EE.UU, y en la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Armada estadounidense al servicio de las tropas aliadas. Una vez finalizado el conflicto, se borró el apellido Hitler y adoptó el de Stuart-Houston.
FUENTE E IMÁGENES
RT; MashiTimes
La existencia de Hitler probablemente sea una mancha que la humanidad pretende dejar atrás para siempre lo antes posible; imaginemos entonces lo que significará para aquellos que deben llevar la carga del apellido del dictador. Es por esta razón que, según señalan algunas fuentes, la actual generación de familiares habría hecho un pacto para no dejar descendencia, librando así al mundo de una herencia indeseable. La revista francesa Paris Match cuenta acerca de la vida de Alexander, Louis y Brian, quienes residen en Long Island, EEUU, y son hijos de William, un sobrino del dictador alemán. Ellos, que han pasado buena parte de sus vidas en un vecindario en el que residen numerosos judíos, ocultando su apellido, afirman que “habríamos vivido mejor si no fuésemos descendientes de Hitler”.
Ante la pregunta del periodista acerca del supuesto pacto para no dejar descendencia, la respuesta, con la rispidez característica de su linaje, sembró la ambigüedad: “La única regla que tenemos es no hablar con periodistas”. Actualmente solo cinco parientes de Hitler siguen con vida: Alexander, Louis y Brian y dos hijos de su media hermana Angela, Peter Raubal y Heiner Hochegger, quienes ya han alcanzado la vejez sin tener descendencia. Sobre William, el padre de los desafortunados Hitler, se dice que luego de intentar, en vano, aprovecharse del ascenso de Hitler, quiso chantajear al Führer amenazándolo con publicar documentos que demostraban que era judío. Luego viajó junto a su madre a EE.UU, y en la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Armada estadounidense al servicio de las tropas aliadas. Una vez finalizado el conflicto, se borró el apellido Hitler y adoptó el de Stuart-Houston.
FUENTE E IMÁGENES
RT; MashiTimes
jueves, 9 de octubre de 2014
Kissinger pensaba bombardear Cuba
Henry Kissinger planeó en 1976 bombardear y minar Cuba
El libro 'El canal oculto hacia Cuba' desvela que el plan de EE UU de atacar la isla era una respuesta a la ayuda de Castro a Angola
VICENTE JIMÉNEZ - El País
Kissinger, en la Casa Blanca en 1971. / TOM BLAU (CORDON PRESS)
El secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger estuvo a punto de desencadenar un conflicto de impredecibles consecuencias con la Unión Soviética en 1976 por culpa de las siempre tormentosas relaciones con Cuba. Kissinger planeó ese año, durante la Administración del presidente Gerald R. Ford, minar y bombardear los puertos de la isla y sus instalaciones militares en respuesta a la decisión de Fidel Castro de enviar tropas a Angola. El plan contemplaba una respuesta militar soviética, lo que habría desembocado en una “guerra general”. Al final, el ataque, pensado para después de las elecciones de 1976, no se produjo, ya que las urnas dieron la victoria al demócrata Jimmy Carter.
El relato se sustenta en documentos desclasificados este miércoles, contenidos en el libro Back Channel to Cuba (El canal oculto hacia Cuba), de los investigadores William M. Leogrande y Peter Kornbluh, que narra las negociaciones y contactos secretos entre Washington y La Habana desde la revolución de 1959. El libro se presentó este miércoles en el Hotel Pierre de Nueva York, escenario de uno de los muchos encuentros nunca contados entre representantes de ambos países.
Atacar Cuba era la última opción si otras medidas de presión no lograban hacer desistir a Castro de intervenir en otros países africanos tras su implicación para ayudar al Movimiento Popular para la Liberación de Angola de Antonio Agostinho Neto frente a los ataques de grupos insurgentes apoyados por Estados Unidos y el régimen racista de Sudáfrica. El plan ordenado por Kissinger contemplaba también el envío de marines a la base de Guantánamo para “aplastar y humillar” a los cubanos.
Kissinger, que fue secretario de Estado de 1973 a 1977 y ahora tiene 91 años, planteó el ataque para evitar que Washington diera una imagen de debilidad por sus debates internos ante la retirada de la guerra de Vietnam. “Si se extiende la percepción por el mundo de que estamos tan debilitados que no podemos hacer nada con una isla de ocho millones de habitantes, entonces dentro de tres o cuatro años tendremos una crisis real”, dijo Kissinger en la reunión de marzo con los consejeros de seguridad. Asimismo, el secretario de Estado estaba muy irritado por los frustrados esfuerzos de acercamiento , con reuniones secretas entre representantes de Washington y La Habana en el aeropuerto La Guardia de Nueva York y un encuentro de tres horas en julio de 1975, el primero a ese nivel, en el citado Pierre Hotel de Manhattan.
La posibilidad de que un ataque a Cuba provocara un conflicto armado con Rusia también fue tenida en cuenta. Según el plan, “una nueva crisis cubana no conduciría a una retirada soviética”. De ahí que el documento advirtiera: “Las circunstancias que podrían llevar a Estados Unidos a una operación militar contra Cuba deben ser lo suficientemente graves como para justificar posteriores medidas de preparación para una guerra general”.
El libro narra las gestiones del secretario de Estado Dean Rusk, siguiendo órdenes del presidente Lyndon B. Johnson, para solicitar al Gobierno español en 1967 que entregara un mensaje “muy especial” a Castro, dadas las buenas relaciones de Madrid y La Habana. Exteriores envió a Cuba al diplomático Adolfo Martín-Gamero. La mediación no dio resultados, pero “fue un serio esfuerzo por intentar calmar a Castro en un momento en que el Che Guevara había sido asesinado en Bolivia”, explica Kornbluh. El mensaje especial era, que, en virtud de lo sucedido con el Che, Cuba debía alejarse de la órbita soviética. Si Castro aceptaba, Washington estaba dispuesto a levantar el embargo.
En otro capítulo sabroso se cuentan los esfuerzos de personajes famosos para mejorar las relaciones entre los dos países. Entre ellos, el premio Nobel Gabriel García Márquez, que medió en la crisis de los balseros de 1994; el expresidente Carter; y el fallecido expresidente de Coca Cola Paul Austin.
El libro 'El canal oculto hacia Cuba' desvela que el plan de EE UU de atacar la isla era una respuesta a la ayuda de Castro a Angola
VICENTE JIMÉNEZ - El País
Kissinger, en la Casa Blanca en 1971. / TOM BLAU (CORDON PRESS)
El secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger estuvo a punto de desencadenar un conflicto de impredecibles consecuencias con la Unión Soviética en 1976 por culpa de las siempre tormentosas relaciones con Cuba. Kissinger planeó ese año, durante la Administración del presidente Gerald R. Ford, minar y bombardear los puertos de la isla y sus instalaciones militares en respuesta a la decisión de Fidel Castro de enviar tropas a Angola. El plan contemplaba una respuesta militar soviética, lo que habría desembocado en una “guerra general”. Al final, el ataque, pensado para después de las elecciones de 1976, no se produjo, ya que las urnas dieron la victoria al demócrata Jimmy Carter.
El relato se sustenta en documentos desclasificados este miércoles, contenidos en el libro Back Channel to Cuba (El canal oculto hacia Cuba), de los investigadores William M. Leogrande y Peter Kornbluh, que narra las negociaciones y contactos secretos entre Washington y La Habana desde la revolución de 1959. El libro se presentó este miércoles en el Hotel Pierre de Nueva York, escenario de uno de los muchos encuentros nunca contados entre representantes de ambos países.
Si decidimos atacar, no podemos fallar. No podemos quedarnos a medias”Kissinger, en una reunión celebrada el 24 de marzo de 1976 con los principales asesores de seguridad, entre ellos el futuro secretario de Defensa Donald Rumsfeld comentó: “Si decidimos atacar, no podemos fallar. No podemos quedarnos a medias”. Kissinger se refería a otras acciones encubiertas promovidas por EE UU para derrocar a Castro, como Bahía Cochinos en 1961. “Creo que vamos a tener que machacar a Castro”, dijo Kissinger al presidente Ford en un encuentro en la Casa Blanca el 25 de febrero de ese mismo año, según el memorando de la reunión. “Pero no podemos hacerlo antes de las elecciones [presi-denciales de 1976]”, añadió. “Estoy de acuerdo”, respondió Ford.
Henry Kissinger
Atacar Cuba era la última opción si otras medidas de presión no lograban hacer desistir a Castro de intervenir en otros países africanos tras su implicación para ayudar al Movimiento Popular para la Liberación de Angola de Antonio Agostinho Neto frente a los ataques de grupos insurgentes apoyados por Estados Unidos y el régimen racista de Sudáfrica. El plan ordenado por Kissinger contemplaba también el envío de marines a la base de Guantánamo para “aplastar y humillar” a los cubanos.
Kissinger, que fue secretario de Estado de 1973 a 1977 y ahora tiene 91 años, planteó el ataque para evitar que Washington diera una imagen de debilidad por sus debates internos ante la retirada de la guerra de Vietnam. “Si se extiende la percepción por el mundo de que estamos tan debilitados que no podemos hacer nada con una isla de ocho millones de habitantes, entonces dentro de tres o cuatro años tendremos una crisis real”, dijo Kissinger en la reunión de marzo con los consejeros de seguridad. Asimismo, el secretario de Estado estaba muy irritado por los frustrados esfuerzos de acercamiento , con reuniones secretas entre representantes de Washington y La Habana en el aeropuerto La Guardia de Nueva York y un encuentro de tres horas en julio de 1975, el primero a ese nivel, en el citado Pierre Hotel de Manhattan.
La posibilidad de que un ataque a Cuba provocara un conflicto armado con Rusia también fue tenida en cuenta. Según el plan, “una nueva crisis cubana no conduciría a una retirada soviética”. De ahí que el documento advirtiera: “Las circunstancias que podrían llevar a Estados Unidos a una operación militar contra Cuba deben ser lo suficientemente graves como para justificar posteriores medidas de preparación para una guerra general”.
Si se extiende la percepción de que estamos tan debilitados que no podemos con una isla, entonces tendremos una crisis real”El libro tiene un capítulo dedicado a los países que ayudaron a mejorar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Entre ellos, se cita expresamente a España. Peter Kornbluh explicó a EL PAÍS cómo “el dictador Francisco Franco se ofreció en los primeros años 60 a actuar como intermediario, y cómo Estados Unidos reclamó la ayuda de España al final de esa década”.
El libro narra las gestiones del secretario de Estado Dean Rusk, siguiendo órdenes del presidente Lyndon B. Johnson, para solicitar al Gobierno español en 1967 que entregara un mensaje “muy especial” a Castro, dadas las buenas relaciones de Madrid y La Habana. Exteriores envió a Cuba al diplomático Adolfo Martín-Gamero. La mediación no dio resultados, pero “fue un serio esfuerzo por intentar calmar a Castro en un momento en que el Che Guevara había sido asesinado en Bolivia”, explica Kornbluh. El mensaje especial era, que, en virtud de lo sucedido con el Che, Cuba debía alejarse de la órbita soviética. Si Castro aceptaba, Washington estaba dispuesto a levantar el embargo.
En otro capítulo sabroso se cuentan los esfuerzos de personajes famosos para mejorar las relaciones entre los dos países. Entre ellos, el premio Nobel Gabriel García Márquez, que medió en la crisis de los balseros de 1994; el expresidente Carter; y el fallecido expresidente de Coca Cola Paul Austin.
miércoles, 8 de octubre de 2014
Vida civil: Los sanitarios en la historia británica
TOP 10 DE SANITARIOS A través del tiempo
Publicado por: Amy Commander
Reconstrucción de los baños en Housesteads Roman Fort por Philip Corke
No es glamuroso, pero todo el mundo tiene que hacerlo. Desde Romanos chismes en el retrete al medieval real inferior-limpieza, a la invención de nuestro moderno inodoro, aquí hay 2.000 años de historia inodoro!
Baños romanos en Housesteads Roman Fort en la Muralla de Adriano
Las fosas Garderobe en Old Sarum
Nobleza medieval probablemente tendría un 'novio de la materia fecal "- un siervo importante dentro del hogar responsable de hacer la experiencia cómoda para su empleador, y borrado de fondo!
Dormitorio de Enrique II en el castillo de Dover
Torre Garderobe en el castillo de Goodrich - la torre central
Norman urinario en el castillo de Orford
Letrinas de los monjes de la Abadía de paja 'Muchelney
Puerta en Torre de las Joyas
Antiguo castillo de Wardour
Aseo en Audley End (estructura a la derecha)
Thunderbox en Brodsworth Salón
English Heritage
Publicado por: Amy Commander
Reconstrucción de los baños en Housesteads Roman Fort por Philip Corke
No es glamuroso, pero todo el mundo tiene que hacerlo. Desde Romanos chismes en el retrete al medieval real inferior-limpieza, a la invención de nuestro moderno inodoro, aquí hay 2.000 años de historia inodoro!
1. Housesteads Roman Fort, Muro de Adriano: Todos juntos ahora ...
Los aseos romanos mejor conservados de Gran Bretaña están en Housesteads Roman Fort en la Muralla de Adriano. En su apogeo, el fuerte fue guarnecida por 800 hombres, que utilizarían el bloque loo todavía se pueden ver hoy en día. No había cubículos, así que los hombres se sentaron uno junto al otro, libre a los chismes sobre los acontecimientos del día. Ellos no tienen papel higiénico o bien, por lo que muchos utilizan una esponja en un palo, se lava y compartido por mucha gente - encantador!Baños romanos en Housesteads Roman Fort en la Muralla de Adriano
2. Old Sarum, Wiltshire: Instalaciones de lujo, hasta que tenga que limpiar ...
Estos pozos negros profundos sentaron debajo del castillo normando en Old Sarum, probablemente por debajo de las habitaciones llegado de la gama principal, como baños privados. En el período medieval castillos de lujo fueron construidos con aseos interiores conocidas como 'garderobes', y los residuos cayeron en un hoyo abajo. Era el trabajo del 'Gongfarmer' para eliminarlo - uno de los trabajos smelliest de la historia? En Old Sarum la Gongfarmer se colgaba de una cuerda atada alrededor de su cintura, mientras vaciaba los dos pozos de 5m.Las fosas Garderobe en Old Sarum
3. Castillo de Dover, Kent: El wee real
Henry II se aseguró de que el castillo de Dover estaba bien provisto con garderobes. Él tenía sus propias instalaciones en la suite de la cama-cámara de director. Al igual que con muchos castillos de la época, por debajo de las rampas garderobes fueron construidos de manera que los residuos se cayó en un pozo que podría ser vaciado desde fuera del edificio.Nobleza medieval probablemente tendría un 'novio de la materia fecal "- un siervo importante dentro del hogar responsable de hacer la experiencia cómoda para su empleador, y borrado de fondo!
Dormitorio de Enrique II en el castillo de Dover
4. Castillo Goodrich, Herefordshire: La torre de aseo
En el Castillo de Goodrich hay toda una torre dedicada a hacer su negocio. La torre garderobe fue construido en la Edad Media para reemplazar una pequeña letrina sola, y la supervivencia de como gran ejemplo es extremadamente raro en Inglaterra en Gales. Los aseos se podía acceder desde el patio de una de tres puertas, lo que lleva a los 'cubículos'. Podría haber habido más de un asiento en cada cámara.Torre Garderobe en el castillo de Goodrich - la torre central
5. Castle Orford, Suffolk: Un urinario Norman
Garderobes son bastante comunes en los castillos medievales, pero urinarios son un poco más inusual. Castillo de Orford de Enrique II fue construido como una demostración de poder real, y para guardar el concurrido puerto de Orford. La policía - un funcionario real superior a cargo del castillo - tenía su propia habitación privada, que tiene un urinario integrado en la muralla del castillo de espesor.Norman urinario en el castillo de Orford
6. Muchelney Abbey, Somerset: loo tejado de paja para los monjes
Muchas ruinas de la abadía medieval de todo el país incluyen los restos de las letrinas o 'reredorter' (que significa literalmente "en la parte posterior de la residencia '), incluyendo Muchelney Abbey, Castillo de Acre Priory y la Abadía de batalla. En Muchelney el edificio sobrevive con un techo de paja, lo que es el único de su tipo en Gran Bretaña. Los monjes entrar en el bloque de retrete a través de su dormitorio y ocupar su lugar en un cubículo - aún se pueden ver las fijaciones de la banca y las particiones entre cada asiento.Letrinas de los monjes de la Abadía de paja 'Muchelney
7. Jewel Tower, Londres: El Palacio Privado
Un precioso supervivencia del Palacio medieval de Westminster, Torre de las Joyas era parte de la "Privado Palace ', la residencia de los reyes medievales y sus familias del 11 al siglo 16. Se estaba bien abastecido con garderobes, con uno en cada una de las tres plantas. Como la torre albergaba el tesoro real, mientras estaba sentado en el retrete que podría haber disfrutado de las vistas más rico en el reino!Puerta en Torre de las Joyas
8. Antiguo Wardour Castle, Wiltshire: 'Un nuevo discurso de un sujeto rancio'
El precursor a nuestro moderno inodoro fue inventado en Old Wardour Castle. El inventor Sir John Harington se reunió con otros cinco en el castillo para hablar de su idea por primera vez en 1592 Sir John podría haber sido influenciado por la situación de plomería en Old Wardour - en el siglo 14 el castillo fue construido con lujo 'en- suites 'para muchas de las cámaras importantes, pero a finales del siglo, era más probable que cause sólo un gran escándalo ya que ambos ejes y desagües frecuentemente bloqueadas.Antiguo castillo de Wardour
9. Audley End House, Essex: Rubor Feeling
Junto con muchos otros avances tecnológicos, Audley End fue una de las primeras casas de campo en Inglaterra para tener inodoros. El primero de los nuevos retretes valor bisagras de Joseph Bramah fue comprado en 1775, y otros 4 fueron comprados en 1785 a un costo equivalente a los salarios de dos criados durante un año entero! Aunque ninguno de los inodoros Bramah sobrevivir, hay otros dos aseos principios de la década de 1870, una al lado de la capilla y otra en la Galería de Carbón.Aseo en Audley End (estructura a la derecha)
10. Brodsworth Hall, South Yorkshire: Thunderboxes
En el interior de la elegante casa de campo victoriana de Brodsworth Salón casi todo ha quedado exactamente como era cuando todavía era una casa de familia. Así que, así como el gran mueble, también hay de todo, desde los inodoros de la década de 1840 a un cuarto de baño rosado moderno de los años 1960/70. Un punto a destacar tiene que ser los thunderboxes ras - esencialmente cajas de caoba con un agujero, y un mango de latón para el lavado - parte de los arreglos sanitarios originales en la década de 1860.Thunderbox en Brodsworth Salón
English Heritage
martes, 7 de octubre de 2014
El duelo de Lucio V. López
Famoso y trágico duelo en Buenos Aires
En 1894, a poco de dejar su cargo de interventor federal, Lucio V. López se vio forzado a batirse con un militar a quien habían afectado sus disposiciones. El autor de "La gran aldea" resultó muerto en el lance, ante el estupor público.
Carlos Páez de la Torre H - LA GACETA
EN LA QUINTA DE DELCASSE. El fotógrafo de "Caras y Caretas" captó la escena, durante uno de los tantos duelos que tuvieron como escenario esa propiedad.
En la segunda mitad del siglo XIX, Buenos Aires fue escenario de numerosos duelos, a sable o a pistola. Raramente ocurría una muerte en esos lances: fue una penosa excepción el caso del periodista Pantaleón Gómez, a quien Lucio V. Mansilla acertó una bala en el corazón, en 1890. Por regla general, todo terminaba sin consecuencias, descontando algún arañazo menor. Don Carlos Delcasse solía facilitar su quinta, para "lavar el honor" en los discretos jardines.
La "Revista del Plata" y "El Nacional" cobijaron los escritos de este "periodista temible por el empuje del ataque y las mil puntas aceradas de su sátira implacable", según su amigo Martín García Mérou. Inclusive fundó un diario, "Sud América", asociado con Carlos Pellegrini, Delfín Gallo y Paul Groussac. Y sabido es que tentó con gran éxito la novela: "La gran aldea" es una entretenida y burlona evocación costumbrista de Buenos Aires.
En 1894, a poco de dejar su cargo de interventor federal, Lucio V. López se vio forzado a batirse con un militar a quien habían afectado sus disposiciones. El autor de "La gran aldea" resultó muerto en el lance, ante el estupor público.
Carlos Páez de la Torre H - LA GACETA
EN LA QUINTA DE DELCASSE. El fotógrafo de "Caras y Caretas" captó la escena, durante uno de los tantos duelos que tuvieron como escenario esa propiedad.
En la segunda mitad del siglo XIX, Buenos Aires fue escenario de numerosos duelos, a sable o a pistola. Raramente ocurría una muerte en esos lances: fue una penosa excepción el caso del periodista Pantaleón Gómez, a quien Lucio V. Mansilla acertó una bala en el corazón, en 1890. Por regla general, todo terminaba sin consecuencias, descontando algún arañazo menor. Don Carlos Delcasse solía facilitar su quinta, para "lavar el honor" en los discretos jardines.
Mimado por la vida
Lucio V. López podía considerarse un mimado de la vida política, social y literaria porteña. Era hijo del historiador Vicente Fidel López y nieto de Vicente López y Planes, el autor del Himno Nacional: había nacido en 1848 en Montevideo, durante el exilio de los padres. Se doctoró en Jurisprudencia, viajó a Europa, enseñaba en la Universidad -escribió importantes libros de historia y de Derecho Público- y ejercía con entusiasmo el periodismo.La "Revista del Plata" y "El Nacional" cobijaron los escritos de este "periodista temible por el empuje del ataque y las mil puntas aceradas de su sátira implacable", según su amigo Martín García Mérou. Inclusive fundó un diario, "Sud América", asociado con Carlos Pellegrini, Delfín Gallo y Paul Groussac. Y sabido es que tentó con gran éxito la novela: "La gran aldea" es una entretenida y burlona evocación costumbrista de Buenos Aires.
Medida del interventor
Pero a López también le gustaba con fervor la política. Desde mediados de la década de 1870 fue, sucesivamente, diputado a la Legislatura, diputado nacional, miembro de la Junta Revolucionaria en 1890 y ministro del Interior, por un mes, en 1893. Fue al dejar ese cargo que el presidente Luis Sáenz Peña lo designó, en mala hora, interventor federal en la Provincia de Buenos Aires.
Se ha escrito mucho sobre lo que sucedió después. Groussac lo sintetiza. Como interventor, "el doctor López debió proceder administrativamente contra numerosas personas comprometidas en torno al Banco Hipotecario, por operaciones que él juzgaba irregulares. Entre aquellas se encontraba el coronel Carlos Sarmiento. Los tribunales acogieron el asunto, Sarmiento fue arrestado, condenado en primera instancia y absuelto por la Cámara de Apelación".
"Usted ha pretendido manchar a un hombre y a un apellido a quienes debe respeto, y sólo ha logrado comprobar la fama de hombre díscolo, perverso y cobarde de que goza en el país", decía un párrafo. Al final, le enrostraba que "en su patria nativa, como en esta hospitalaria tierra donde vino a buscar fortuna, ha conquistado usted lo único que merece: el desprecio al intrigante clandestino". La última palabra indicaba que esperaba un duelo. "Proceda", terminaba lacónicamente.
Ante la carta injuriosa, López podría haber acudido a los tribunales. Pero, explica Groussac, "desdichadamente se hallaba en una situación particular". Si bien lo quería y lo admiraba la gente de mayor relieve, "durante su brillante carrera había cosechado muchas enemistades: tenía numerosos enemigos, sobre todo entre los que no podían sino envidiarlo". Había "gente vulgar que lo creía incapaz de arriesgar la vida en defensa de su honor". Así, creyó que no existía sino una manera de "mantener respetuosos a los insolentes y a los bravucones", y no vaciló en retar a duelo a Sarmiento.
Designó padrinos a los generales Lucio V. Mansilla y Nicolás Levalle. Como éste se excusó, fue reemplazado por Francisco J. Beazley. Horas después, ambos avisaron a Sarmiento que esperaban, en el Círculo de Armas, a los representantes que designase. El general Francisco M. Bosch y el contraalmirante Daniel de Solier fueron los elegidos por el ofensor. Bosch había estado en Tucumán meses atrás, enviado para sofocar sin miramientos la revolución armada de la Unión Cívica Radical.
Arreglaron que el lance tendría lugar en la población de San Martín, el 28 de diciembre, a las 11 de la mañana. Sería, dice el acta, "un duelo a pistola de arzón, a doce pasos de distancia, debiendo cambiarse dos balas y ser los disparos simultáneos y a la voz de mando". El general Bosch fue designado director del encuentro. Después se resolvió modificar la sede: no se batirían en San Martín, sino en el Hipódromo Nacional, en Belgrano.
En efecto, decía, "todos los códigos de duelo que conocemos enumeran los encuentros a pistola que, según Chateauvillard, son aceptados como legales. El duelo a menos de quince pasos no es considerado legal: es excepcional, inclusive para las más graves ofensas materiales".
El general Bosch midió el terreno, fijando los puntos extremos en que debían colocarse los ahijados, a "doce pasos grandes" de distancia. Les advirtió que "debían hacer el disparo dentro del golpe de la tercera palmada". En el momento de cargar las pistolas, hubo una pequeña discusión entre Bosch y Mansilla sobre el tipo de proyectil. La zanjó el doctor Mason. Se usaría "la bala esférica, como menos peligrosa y más fácil de desinfectar".
Sea o no cierta la anécdota, el hecho es que se volvieron a cargar las armas, resonaron nuevamente las tres palmadas de Bosch, y se efectuaron los disparos. Esta vez, Lucio V. López palideció, soltó la pistola y se tomó con ambas manos el costado derecho, del que empezaba a manar sangre en abundancia. Trató de caminar unos pasos, apoyado en el brazo de los amigos, pero se desmayó. "Esto es una injusticia", alcanzó a murmurar.
En pocos minutos, la cuadra de los López se llenó de carruajes, de los que descendían amigos con rostro angustiado. No era posible operar al herido, y los auxilios que le prestaron los médicos Alejandro y Máximo Castro, Llobet, Del Arca, Wilde, Centeno, Padilla y Costa no tuvieron efecto alguno. A las once de la noche, el padre O?Gorman le dio la extremaunción. El herido a veces salía de su sopor y hablaba. Eran la una y diez minutos de la madrugada cuando la vida abandonó el cuerpo del doctor Lucio V. López.
"Herida penetrante en el abdomen, con lesiones viscerales, complicada de shock traumático, hemorragia interna y peritonitis", fue la causa de la muerte, según el certificado de defunción. La bala había atravesado el cuerpo y estaba entre la ropa: Mansilla la recogió.
Tenía que morir López, escribió Groussac, "para demostrar que el honor y el talento no cuentan en este juego sangriento de la destreza y del azar: y que, en este ?juicio de Dios?, solamente Dios está ausente". Lo enterraron en La Recoleta. Los diarios calculaban que, a pesar de la fuerte lluvia, había dos mil personas congregadas en el cementerio.
En cuanto a las consecuencias, luego de un año de proceso y de apelaciones, el 31 de diciembre de 1895, la Cámara del Crimen falló condenando a Sarmiento a dos años de prisión, pago de costas e indemnización de daños. Rechazó el argumento del defensor de que el coronel no buscaba duelo sino una explicación sobre los agravios. La carta en "La Prensa" contenía "insultos gravísimos y repetidos, y su propósito evidente y notorio era conseguir que tuviera lugar un duelo", razonaba la benigna sentencia.
"Proceda"
El militar, de 33 años, consideró siempre que López lo perseguía por razones de ambición política y de encono personal. Y ni bien salió libre, publicó en "La Prensa" una terrible carta dirigida al ex interventor. El texto llameó en la edición del 27 de diciembre de 1894."Usted ha pretendido manchar a un hombre y a un apellido a quienes debe respeto, y sólo ha logrado comprobar la fama de hombre díscolo, perverso y cobarde de que goza en el país", decía un párrafo. Al final, le enrostraba que "en su patria nativa, como en esta hospitalaria tierra donde vino a buscar fortuna, ha conquistado usted lo único que merece: el desprecio al intrigante clandestino". La última palabra indicaba que esperaba un duelo. "Proceda", terminaba lacónicamente.
Ante la carta injuriosa, López podría haber acudido a los tribunales. Pero, explica Groussac, "desdichadamente se hallaba en una situación particular". Si bien lo quería y lo admiraba la gente de mayor relieve, "durante su brillante carrera había cosechado muchas enemistades: tenía numerosos enemigos, sobre todo entre los que no podían sino envidiarlo". Había "gente vulgar que lo creía incapaz de arriesgar la vida en defensa de su honor". Así, creyó que no existía sino una manera de "mantener respetuosos a los insolentes y a los bravucones", y no vaciló en retar a duelo a Sarmiento.
Designó padrinos a los generales Lucio V. Mansilla y Nicolás Levalle. Como éste se excusó, fue reemplazado por Francisco J. Beazley. Horas después, ambos avisaron a Sarmiento que esperaban, en el Círculo de Armas, a los representantes que designase. El general Francisco M. Bosch y el contraalmirante Daniel de Solier fueron los elegidos por el ofensor. Bosch había estado en Tucumán meses atrás, enviado para sofocar sin miramientos la revolución armada de la Unión Cívica Radical.
Con pistola, a 12 pasos
Los padrinos se reunieron. Más tarde, tanto Mansilla como Bosch dijeron que, en primera instancia, habían tratado de evitar el encuentro. Pero Beazley insistió -coincidente con la apreciación de Groussac- en que López estaba resuelto a batirse "en salvaguarda de su honor tan brutalmente agredido, porque se había insinuado que él esquivaba su responsabilidad personal, y porque quería evitar incidentes callejeros que forzosamente debían producirse, provocados por su adversario, si él dejaba pasar en silencio la publicación".Arreglaron que el lance tendría lugar en la población de San Martín, el 28 de diciembre, a las 11 de la mañana. Sería, dice el acta, "un duelo a pistola de arzón, a doce pasos de distancia, debiendo cambiarse dos balas y ser los disparos simultáneos y a la voz de mando". El general Bosch fue designado director del encuentro. Después se resolvió modificar la sede: no se batirían en San Martín, sino en el Hipódromo Nacional, en Belgrano.
Demasiado riguroso
En un artículo posterior de "Le Courrier Francais" Groussac criticaría severamente la actitud de los padrinos. A su criterio, si bien no tenían más camino que aceptar la decisión de López de batirse, no debieron "establecer esas condiciones excesivamente rigurosas, casi inevitablemente fatales".En efecto, decía, "todos los códigos de duelo que conocemos enumeran los encuentros a pistola que, según Chateauvillard, son aceptados como legales. El duelo a menos de quince pasos no es considerado legal: es excepcional, inclusive para las más graves ofensas materiales".
A la hora señalada
López y Sarmiento -que no se conocían personalmente- llegaron en carruajes al Hipódromo, el viernes 28, poco antes de la hora fijada. Estaban ya los padrinos, los médicos Diógenes Decoud y Mariano Mason, los hijos de López y algunos amigos. Julián Martínez y Beazley se encargaron de alejar a José Fasse, el mayordomo del hipódromo. Le dijeron que querían estar tranquilos, porque venían a pasar "un día de jarana". Le indicaron que llevase a su familia al río, que se apostara en la puerta y que dejara pasar solamente a los carruajes, no así a gente de a pie. Tenía que avisarles que se dirigieran a la zona de las caballerizas. Fasse no objetó nada, ya que Martínez era presidente de la comisión del Hipódromo.El general Bosch midió el terreno, fijando los puntos extremos en que debían colocarse los ahijados, a "doce pasos grandes" de distancia. Les advirtió que "debían hacer el disparo dentro del golpe de la tercera palmada". En el momento de cargar las pistolas, hubo una pequeña discusión entre Bosch y Mansilla sobre el tipo de proyectil. La zanjó el doctor Mason. Se usaría "la bala esférica, como menos peligrosa y más fácil de desinfectar".
El segundo disparo
Luego, colocados en sus lugares López y Sarmiento, dispararon las armas a la tercera palmada de Bosch. Estaban ilesos. "En ese minuto de gracia que quiso obsequiarles la fatalidad, estos cuatro padrinos, todos bravos y de bravura conocida, no tuvieron la feliz inspiración de detener el combate", lamentaría Groussac. Era usual intentar una reconciliación luego del primer disparo. Según Alberto, el hijo de López, el general Mansilla lanzó entonces una de sus jocosidades: "¿Qué les parece un tirito más antes de amigarse?"Sea o no cierta la anécdota, el hecho es que se volvieron a cargar las armas, resonaron nuevamente las tres palmadas de Bosch, y se efectuaron los disparos. Esta vez, Lucio V. López palideció, soltó la pistola y se tomó con ambas manos el costado derecho, del que empezaba a manar sangre en abundancia. Trató de caminar unos pasos, apoyado en el brazo de los amigos, pero se desmayó. "Esto es una injusticia", alcanzó a murmurar.
Muerte de López
Tras una primera cura en la enfermería, una ambulancia tirada por caballos a todo galope condujo a López a su casa, en Callao 1862. En la esquina de Rivadavia y Tercera, un agente detuvo el carruaje, porque le llamaba la atención el apuro. Los amigos de López se lo sacaron de encima, diciéndole que llevaban muy enferma a una tía de Mansilla, y que no podían perder tiempo. Sobre la baranda del "paddock" habían quedado las dos pistolas en su caja: las encontró la policía, que intervino rato después.En pocos minutos, la cuadra de los López se llenó de carruajes, de los que descendían amigos con rostro angustiado. No era posible operar al herido, y los auxilios que le prestaron los médicos Alejandro y Máximo Castro, Llobet, Del Arca, Wilde, Centeno, Padilla y Costa no tuvieron efecto alguno. A las once de la noche, el padre O?Gorman le dio la extremaunción. El herido a veces salía de su sopor y hablaba. Eran la una y diez minutos de la madrugada cuando la vida abandonó el cuerpo del doctor Lucio V. López.
"Herida penetrante en el abdomen, con lesiones viscerales, complicada de shock traumático, hemorragia interna y peritonitis", fue la causa de la muerte, según el certificado de defunción. La bala había atravesado el cuerpo y estaba entre la ropa: Mansilla la recogió.
Tenía que morir López, escribió Groussac, "para demostrar que el honor y el talento no cuentan en este juego sangriento de la destreza y del azar: y que, en este ?juicio de Dios?, solamente Dios está ausente". Lo enterraron en La Recoleta. Los diarios calculaban que, a pesar de la fuerte lluvia, había dos mil personas congregadas en el cementerio.
Un "atavismo de barbarie"
Se escucharon discursos de Carlos Pellegrini, Miguel Cané, Carlos Rodríguez Larreta, y el joven Juan J. Beltrán por el Centro Universitario. Muy conmovido, Pellegrini dijo que la muerte de su amigo se había producido "en nombre de exigencias que acumulan un atavismo de barbarie, a cuya influencia todos hemos cedido casi inconscientemente". Los amigos de López costearon una estatua en mármol, "La Protesta", de Falguière, y la colocaron en su tumba, en el tercer aniversario del duelo.En cuanto a las consecuencias, luego de un año de proceso y de apelaciones, el 31 de diciembre de 1895, la Cámara del Crimen falló condenando a Sarmiento a dos años de prisión, pago de costas e indemnización de daños. Rechazó el argumento del defensor de que el coronel no buscaba duelo sino una explicación sobre los agravios. La carta en "La Prensa" contenía "insultos gravísimos y repetidos, y su propósito evidente y notorio era conseguir que tuviera lugar un duelo", razonaba la benigna sentencia.
lunes, 6 de octubre de 2014
Las últimas posesiones de ultramar de España
Los últimos restos de las posesiones de ultramar españolas
por Javier Sanz
El Tratado de París de 1898, firmado el 10 de diciembre, ponía fin a la Guerra hispano-estadounidense -Desastre el 98- y daba la puntilla al Imperio ultramarino español. Mediante dicho tratado, España abandonó sus demandas sobre Cuba y declaró su independencia, y Filipinas, Guam y Puerto Rico fueron oficialmente cedidas a los Estados Unidos por 20 millones de dólares. Poco más tarde, nos caerían 100.000 dólares más por las islas Sibutú, Cagayán y Joló, olvidadas a la firma del tratado. Además, tras apoderarse de Guam de forma tragicómica y debido a las prisas por llegar a Manila (Filipinas), al capitán estadounidense Henry Glass se le “olvidó” tomar el resto de islas que formaban las Marianas y las Carolinas, y pudimos sacar 17 millones de marcos al vendérselas al Imperio alemán en 1899. Eran las últimas posesiones del Imperio ultramarino español… o puede que no.
Los archipiélagos de Os Guedes, As Coroas, O-Cea y Os Pescadores, situados en el océano Pacífico, fueron descubiertos y ocupados por los portugueses. Tras la Restauração de 1640, Portugal recuperaba la independencia de la monarquía hispánica de los Austrias y cedía los archipiélagos a nuestro país a cambio de una parte de las islas Molucas. Este conjunto y las islas de Ponape y Ascensión no se incluyeron en el tratado de 10 de diciembre de 1898 por lo que seguían siendo una posesión territorial de España.
Durante el franquismo, el diplomático del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Emilio Pastor y Santos descubrió que el Derecho Internacional amparaba a España y podía hacer legalmente una reclamación de soberanía sobre la llamada Micronesia española. A pesar del alto coste que habría supuesto ejercer su soberanía y el escaso valor estratégico y económico de aquellos simples atolones, la cuestión fue tratada el 12 de enero de 1949 en Consejo de Ministros, pero se desestimó cualquier reclamación al no pertenecer España a la ONU -no sería admitida hasta el 14 de diciembre de 1955- y por el temor a enfrentamientos con potencias como Estados Unidos o Japón.
Aunque no ha renunciado a su posesión de manera oficial, España nunca ha ejercido su soberanía sobre estos territorios ni los ha reclamado. En la actualidad, el atolón de Os Guedes, también conocido como la isla de Mapia, se encuentra bajo la jurisdicción de Indonesia; Os Pescadores (Kapingamarangi) y O-Cea bajo soberanía política de los Estados Federados de Micronesia, y As Coroas (Rongerik) bajo control de la República de las Islas Marshall.
Historias de la Historia
por Javier Sanz
El Tratado de París de 1898, firmado el 10 de diciembre, ponía fin a la Guerra hispano-estadounidense -Desastre el 98- y daba la puntilla al Imperio ultramarino español. Mediante dicho tratado, España abandonó sus demandas sobre Cuba y declaró su independencia, y Filipinas, Guam y Puerto Rico fueron oficialmente cedidas a los Estados Unidos por 20 millones de dólares. Poco más tarde, nos caerían 100.000 dólares más por las islas Sibutú, Cagayán y Joló, olvidadas a la firma del tratado. Además, tras apoderarse de Guam de forma tragicómica y debido a las prisas por llegar a Manila (Filipinas), al capitán estadounidense Henry Glass se le “olvidó” tomar el resto de islas que formaban las Marianas y las Carolinas, y pudimos sacar 17 millones de marcos al vendérselas al Imperio alemán en 1899. Eran las últimas posesiones del Imperio ultramarino español… o puede que no.
Los archipiélagos de Os Guedes, As Coroas, O-Cea y Os Pescadores, situados en el océano Pacífico, fueron descubiertos y ocupados por los portugueses. Tras la Restauração de 1640, Portugal recuperaba la independencia de la monarquía hispánica de los Austrias y cedía los archipiélagos a nuestro país a cambio de una parte de las islas Molucas. Este conjunto y las islas de Ponape y Ascensión no se incluyeron en el tratado de 10 de diciembre de 1898 por lo que seguían siendo una posesión territorial de España.
Durante el franquismo, el diplomático del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Emilio Pastor y Santos descubrió que el Derecho Internacional amparaba a España y podía hacer legalmente una reclamación de soberanía sobre la llamada Micronesia española. A pesar del alto coste que habría supuesto ejercer su soberanía y el escaso valor estratégico y económico de aquellos simples atolones, la cuestión fue tratada el 12 de enero de 1949 en Consejo de Ministros, pero se desestimó cualquier reclamación al no pertenecer España a la ONU -no sería admitida hasta el 14 de diciembre de 1955- y por el temor a enfrentamientos con potencias como Estados Unidos o Japón.
Aunque no ha renunciado a su posesión de manera oficial, España nunca ha ejercido su soberanía sobre estos territorios ni los ha reclamado. En la actualidad, el atolón de Os Guedes, también conocido como la isla de Mapia, se encuentra bajo la jurisdicción de Indonesia; Os Pescadores (Kapingamarangi) y O-Cea bajo soberanía política de los Estados Federados de Micronesia, y As Coroas (Rongerik) bajo control de la República de las Islas Marshall.
Historias de la Historia
domingo, 5 de octubre de 2014
JAR: Cuatro fotos de Roca
Roca x 4
Esta foto habría sido tomada, en la REVISTA NAVAL de la Marina de Guerra Argentina en 1902. El Presidente se encontraba a Bordo de la SARMIENTO que fondeada (anclada) a la altura del Cabo Corrientes de la ciudad de Mar del Plata, contemplo el paso y saludo de mas de 50 buques de la Marina. Este descomunal despliegue de Fuerza propicio la Firma de un tratado de Paz con Chile que se denomino "LA PAZ ACORAZADA".
Roma. Taller de la escultora Lola Mora, donde se acaba de producir la visita de la reina Margarita de Saboya. Se encontraban presentes el general Julio Argentino Roca, sus tres hijas, el embajador argentino Enrique Moreno y el hermano de la artista. En el centro de la sala el sillón dorado donde se sentó la reina. 1906.
El presidente Julio A. Roca haciendo un alto en el viaje realizado desde Buenos Aires, para inaugurar Cura Malal, 1902.
Roca inaugurando el dique de carena en Puerto Belgrano en 1902.
Junta de Estudios Históricos de la Recoleta
Esta foto habría sido tomada, en la REVISTA NAVAL de la Marina de Guerra Argentina en 1902. El Presidente se encontraba a Bordo de la SARMIENTO que fondeada (anclada) a la altura del Cabo Corrientes de la ciudad de Mar del Plata, contemplo el paso y saludo de mas de 50 buques de la Marina. Este descomunal despliegue de Fuerza propicio la Firma de un tratado de Paz con Chile que se denomino "LA PAZ ACORAZADA".
Roma. Taller de la escultora Lola Mora, donde se acaba de producir la visita de la reina Margarita de Saboya. Se encontraban presentes el general Julio Argentino Roca, sus tres hijas, el embajador argentino Enrique Moreno y el hermano de la artista. En el centro de la sala el sillón dorado donde se sentó la reina. 1906.
El presidente Julio A. Roca haciendo un alto en el viaje realizado desde Buenos Aires, para inaugurar Cura Malal, 1902.
Roca inaugurando el dique de carena en Puerto Belgrano en 1902.
Junta de Estudios Históricos de la Recoleta
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