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lunes, 18 de noviembre de 2024

Unión Soviética: El asesino Trotsky y su Checa

Cómo operaba la "Checa", la cruel policía secreta bolchevique responsable de instaurar el "Terror Rojo" en Rusia

Redacción
BBC News Mundo




Vladimir Lenin en un discurso en 1901.


Fue el brazo armado del gobierno de Vladimir Uliánov, más conocido como Lenin.


La policía secreta bolchevique, llamada Comisión Extraordinaria para la Lucha contra la Contrarrevolución y Sabotaje de Toda Rusia —o simplemente "Checa"—, persiguió y arrestó a cualquiera que apoyara un acto "contrarrevolucionario" o que no simpatizara con el régimen marxista que se instaló en 1917.

Gracias a sus amplios poderes, esta fuerza de seguridad —la primera de una sucesión de policías secretas de la era soviética—, es recordada hasta el día de hoy como una de las más brutales de la historia reciente rusa.

Pero ¿en qué contexto se creó la Checa? ¿Cuál fue su misión realmente y por qué fue tan temida? Aquí te lo contamos.

Revolución rusa

Para entender la historia de la policía bolchevique, primero hay que remontarse a la convulsa situación política, económica y social que golpeaba a los rusos en 1917.

En aquel entonces, Rusia era un imperio pero al mismo tiempo un país rural y económicamente atrasado respecto al resto de Europa. El zar Nicolás II, último heredero de la dinastía Romanov, era un autócrata que concentraba en sus manos todos los poderes.



El zar Nicolás II fue el último heredero de la dinastía Romanov.

La población se dividía en dos clases sociales: la nobleza feudal y el resto del pueblo. Cuatro de cada cinco rusos eran campesinos obreros y las desigualdades eran enormes.

Pero Nicolás II se negaba a conceder reformas y periódicamente explotaban nuevas revueltas que las tropas del zar reprimían de forma violenta.

Por otra parte, desde 1914 el ejército ruso luchaba en la Primera Guerra Mundial. Tras 3 duros años de conflicto bélico, sus filas no sacaban cuentas alegres: habían más de 6 millones de muertos, heridos y prisioneros.

A esto se le sumaba una inflación desorbitada, el desavastecimiento de alimentos y el descontento político por la falta de reformas.

Es en este contexto que en febrero de 1917, el gobierno imperial fue debilitado por un conjunto de huelgas y por la presión de la oposición liberal y de los mandos militares.

Al cabo de unos días, el zar Nicolás II, desacreditado e incapaz de controlar la situación, fue obligado a abdicar.

Los rebeldes, entonces, asumieron el poder a través de un comité provisional de gobierno dirigido por el social-revolucionario Alexandr Kérenski.

Pero el Soviet, una asamblea popular formada por obreros, campesinos y soldados, también quería gobernar.



León Trotsky, terrible hijo de puta, dirigiendo a sus soldados bolcheviques.

Y dentro de esta fuerza política, estaban los bolcheviques, el grupo más radical guiado por Lenin y por León Trotsky.

La noche entre del 7 de noviembre de 1917, Lenin y Trotsky asaltaron el Palacio de Invierno de Petrogrado (hoy San Petersburgo), la sede del gobierno provisional. Capturaron a todos sus miembros e iniciaron un régimen comunista.

Entre sus primeras medidas figuraron la liquidación de los latifundios y entrega de la tierra a los campesinos, la nacionalización de los bancos, el control obrero sobre la producción industrial y la supresión de los privilegios de la nobleza y la Iglesia.

Como es de esperar, todas estas reformas basadas en las teorías económicas y sociales elaboradas por Carlos Marx y Federico Engels generaron resistencia en distintos sectores.

Se inició así una Guerra Civil entre los bolcheviques y el denominado Ejército Blanco —integrado por un grupo dispar, que iba desde los conservadores y liberales favorables a la monarquía, hasta los socialistas democráticos— que se extendió hasta 1922.



La Guerra Civil rusa ocurrió entre los años 1917 y 1922.

Y es en este momento cuando la policía secreta, llamada Checa, entra en escena, jugando un rol clave para apoyar el ambicioso plan de Lenin y Trotsky.

¿Qué fue exactamente la Checa?

La Checa comenzó como una pequeña agencia para investigar y hacer frente a las amenazas al nuevo régimen.

Pero a medida que creció la oposición a los bolcheviques, también lo hizo el tamaño y el poder de esta fuerza de seguridad, pasando de tener 40 agentes a más de 100.000.

Así, se organizaron en distintos equipos que se traspasaban información entre sí y actuaban coordinamente.

Un grupo era de Inteligencia que investigaba y llevaba el registro de los "contrarrevolucionarios", así como el combate al sabotaje y la especulación. También había un equipo de ataque, otro de reclutas y otro de soldados.

Su fundador y primer líder, el revolucionario comunista Felix Dzerzhinsky, era conocido como "Iron Felix" (o el "Conde de Hierro").


Felix Dzerzhinsky era conocido como "Iron Felix", otro asesino ruso.

"Hay una razón por la cual el hombre que la creó era conocido como Iron Felix. Era muy rígido, muy centrado en lo que quería, lidió con los contrarrevolucionarios y protegió como nadie la revolución", explica a BBC Mundo Stephen Hall, académico experto en Rusia de la Universidad de Bath, Reino Unido.

Pero la brutalidad de Dzerzhinsky sigue causando controversia en Rusia hasta el día de hoy: mientras algunos lo consideran un "héroe nacional" otros lo responsabilizan de haber reprimido cruelmente a miles de personas.

Durante sus cuatro años de vida, la Checa actuaba por su propia voluntad realizando arrestos masivos, encarcelamientos, torturas y ejecuciones incluso sin procesos judiciales.

"Era más eficiente que la policía secreta zarista. Y mucho más ofensiva, en parte porque los bolcheviques no controlaban tanto territorio en ese momento", dice Hall.

"Su brutalidad ciertamente generó mucho miedo", agrega el académico.



También aplicaban medidas represivas como la confiscación de bienes, la privación de alimentos, asaltos a las casas, expulsión de los domicilios y la publicación de listas de "enemigos del pueblo".

El Terror rojo

Al período de atrocidades cometidas por la Checa se le conoce como "El Terror Rojo".

Algunos historiadores lo reducen a las ejecuciones y represión bolchevique ocurridas en 1918 mientras otros lo extienden desde 1918 hasta el nacimiento de la Unión Soviética en 1922.

"El propósito del terror rojo era asustar a la población para que, al menos, no conspirara en contra de los bolcheviques", afirma Stephen Hall.

"Buscaban a los contrarrevolucionarios para dar una señal, para que otras personas supieran que si hacían algo contra el régimen le dispararían", agrega.



Lenin necesitaba controlar a los "contrarrevolucionarios" para el éxito de su régimen.

Según el académico, el intento de asesinato contra Lenin ocurrido en agosto de 1918 terminó por entregarle aún más poderes a la Checa.

De hecho, muchos creen que fue este hecho el punto de partida del Terror rojo: la excusa perfecta para comenzar con la campaña de represión hacia los "enemigos de clase" o cualquier persona alineada con el ejército blanco.

"Y así terminó siendo una unidad para controlar efectivamente a la población, al campesinado", le explica Hall a BBC Mundo.

Uno de los líderes de la Checa, Martyn Latsis, explicó así la "esencia" del Terror rojo:

"No estamos librando una guerra contra personas individuales (...). Estamos exterminando a la burguesía como clase", dijo.

El número de muertos de este período es discutido. Las estimaciones van desde las 50.000 personas hasta más de un millón.


Poster de la Unión Soviética.

Entre quienes fallecieron en manos de la Checa, hay importantes figuras rusas como el destacado poeta Nikolay Gumilyov, acusado de tramar un levantamiento contra los bolcheviques.

¿Cómo se disolvió?

Cuando los bolcheviques salieron victoriosos de la guerra civil en 1922, y conquistaron definitivamente el poder, la Checa se reestructuró y cambió de nombre a GPU (Directorio Político Unificado del Estado).

Sin embargo, para muchos historiadores la primera policía secreta de la era soviética sentó las bases de las siguientes fuerzas de inteligencia que rigieron en Rusia.

Muchas de ellas, dicen los analistas, replicaron las medidas represivas de aquella época.

De ahí viene, de hecho, la temida KGB, la última agencia de inteligencia de la URSS que llegó a tener más de 480.000 agentes además de millones de informantes que controlaban eficientemente a la población rusa.



lunes, 12 de febrero de 2024

Bélgica: La resistencia a la ocupación nazi

Por qué la resistencia belga merece más atención

La importancia de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial no forma parte de la memoria colectiva belga. El legado político y moral de quienes resistieron al ocupante alemán ha sido en gran medida olvidado. Esto es notable, ya que la resistencia representa un logro impresionante. Merece un lugar más destacado en el recuerdo de la guerra.

En 1942, Mayer Gulden vive con su esposa Pescha y sus dos hijos, Dyna y Mozes, en De Berlaimontstraat 14 en Deurne, Amberes. La policía local arresta a la madre y a sus dos hijos la noche del 28 al 29 de agosto de 1942. A principios de septiembre son asesinados en Auschwitz. El propio Mayer escapa y se esconde con otro judío en la casa de Emiel Acke y Valerie Duerinckx, sus vecinos. Emiel y Valerie arriesgan sus vidas por este acto de resistencia. Después de la guerra no reciben ningún reconocimiento. Los policías que arrestaron a Pescha y a sus hijos fueron arrestados por el ocupante en enero de 1944.

Una parte de la policía de Deurne entró en la organización de resistencia de las Brigadas Blancas después de las redadas de judíos. Cuarenta y tres agentes fueron deportados, treinta y cinco de los cuales murieron en campos de concentración alemanes. Después de la guerra, algunos de los nombres de los agentes fallecidos se convirtieron en nombres de calles y en 2017 se erigió un gran monumento en memoria de los policías deportados. Esto ilustra inmediatamente el hecho de que la historia de la resistencia es compleja: diversa y contradictoria. El recuerdo de la posguerra a menudo no hace justicia a esa historia. Un acto de resistencia ocupa un lugar destacado, mientras que otro permanece invisible hasta el día de hoy. Desde una perspectiva más amplia, existen diferentes recuerdos de la resistencia a ambos lados de la frontera lingüística. Pero examinemos primero la historia de la resistencia misma.

Un comienzo difícil

Como en los Países Bajos y Francia, el contexto entre mayo y septiembre de 1940 no era favorable para organizar en secreto la resistencia contra los alemanes. La guerra parecía haber terminado y colaborar con los nuevos gobernantes alemanes parecía lo mejor. En Bélgica, la administración alemana también se comportó inicialmente de manera más moderada que la administración radical de las SS en los Países Bajos. Bélgica no contó con la colaboración estatal como la tuvo la Francia de Vichy. El hecho de que el rey Leopoldo III estuviera presente en la Bélgica ocupada también generó confusión: mucha gente esperó durante meses para ver si el jefe de Estado desempeñaría un papel.

Por lo tanto, la resistencia clandestina organizada tardó algún tiempo en ponerse en marcha. Las primeras huellas las encontramos en las clases medias francófonas, un grupo social que participó activamente en la resistencia en la Bélgica ocupada durante la Primera Guerra Mundial y que, además de un recuerdo activo, también conservó su virulento sentimiento antialemán y sus redes aliadas de aquella época.

El Partido Comunista de Bélgica, con su ADN antifascista, fue un segundo entorno lógico de resistencia, pero tenía las manos atadas por el pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética (septiembre de 1939). Sólo la invasión alemana de la Unión Soviética (junio de 1941) cambió eso para que los comunistas en Bélgica, como el resto de Europa, bajo el liderazgo de Moscú, pudieran comenzar su resistencia.

A partir de septiembre de 1940 vemos los primeros signos de cambio. Gran Bretaña se mantuvo firme, por lo que la guerra no había terminado después de todo. Más personas vieron la resistencia organizada como una opción viable. Pero siguió siendo una opción excepcional para pequeños grupos de personas. Alemania y sus aliados continuaron prevaleciendo en la mayoría de los frentes y cometer actos de resistencia era peligroso. En enero de 1941 fue ejecutado el primer combatiente de la resistencia condenado a muerte en Bélgica. Era necesario actuar con cautela a la hora de encontrar partidarios fiables, estructuras sólidas y un enfoque viable.

Por eso no sorprende que la resistencia casi siempre surgiera de estructuras y redes que ya existían antes de la guerra. En 1940 y 1941 se trataba principalmente de redes de personas con los mismos perfiles socioprofesionales. Cuando el profesor de Amberes Marcel Louette creó la Brigada Blanca a finales de 1940, reclutó principalmente en los círculos del movimiento juvenil liberal que presidía y en la escuela donde enseñaba. Sólo a partir de 1943 su organización penetró aún más en otros grupos y regiones. Otro ejemplo fue la Legión Belga, fundada en el otoño de 1940 y una de las primeras organizaciones de resistencia, que reclutaba exclusivamente soldados y se preparaba para poner al rey en el poder si fuera posible. A partir de 1941, la Legión Belga surgió como una organización de resistencia.

Es imposible ofrecer una visión general de todas las organizaciones. A partir del otoño de 1941 surgieron dos grupos distintos. En primer lugar, estaba el recién fundado Frente Independiente, que se formó a partir del ahora clandestino Partido Comunista de Bélgica, pero que pronto comenzó a reclutar en círculos antifascistas más amplios y que también contaba entre sus filas con socialistas, liberales y católicos progresistas. El Frente Independiente creció hasta convertirse en un movimiento de masas, pero era particularmente fuerte en Bruselas y las regiones industriales de Valonia y débil en las zonas rurales y en Flandes. Apoyó a los escondidos o a los familiares de los combatientes de la resistencia arrestados y también organizó la creación e impresión de alrededor de 150 periódicos clandestinos. Además del Frente Independiente de izquierda, también estaba el Ejército Secreto, surgido de la muy derechista Legión Belga, una de las mayores organizaciones de resistencia. La misión más importante del Ejército Secreto era estar dispuesto a apoyar militarmente a las fuerzas aliadas en la liberación.

La división de la resistencia belga en bloques de izquierda y de derecha fue en parte un análisis de posguerra. La realidad durante la ocupación fue más compleja. La resistencia creció desde abajo hacia arriba. El liderazgo nacional estuvo a menudo ausente. Decenas de pequeños grupos de resistencia locales surgieron de estructuras de antes de la guerra, como clubes deportivos locales o movimientos juveniles.

En 1942 surgieron en toda Bélgica cientos de pequeños grupos, principalmente en las grandes ciudades y en las regiones industriales de Valonia. Por lo general, sólo se vincularon a organizaciones de resistencia nacional más adelante en la guerra y, a veces, incluso después de que terminó. Emprendieron acciones concretas con un puñado de personas del distrito o pueblo, o a través de una organización familiar y de confianza. Muchas personas y grupos también combinaron diferentes formas de resistencia: sabotaje, trabajo de inteligencia, prensa clandestina, apoyo a los escondidos, resistencia administrativa y, en ocasiones, ataques. Después de la guerra se crearon varios estatutos oficiales de resistencia separados, lo que potencialmente dio la impresión de que esta actividad de resistencia se produjo por separado en organizaciones individuales.

Una nueva fase después de octubre de 1942

El comienzo de las deportaciones judías, con varias grandes redadas en el verano de 1942, no condujo a una expansión sustancial de la resistencia. Sin embargo, en este momento se fundó el Comité para la Defensa de los Judíos, que tenía vínculos con el Frente Independiente. Junto con muchos ciudadanos comunes y organizaciones religiosas, este comité organizó el rescate de miles de judíos, incluidos más de 2.000 niños.

No fue la persecución de los judíos sino la introducción del empleo obligatorio en Alemania el 8 de octubre de 1942 lo que condujo al avance de la resistencia. Decenas de miles de familias se vieron afectadas y los hombres se escondieron en masa, volviéndose dependientes de la ayuda para sobrevivir en secreto. Este momento decisivo coincidió con el cambio de suerte en la guerra. Las dos batallas de El Alamein (julio de 1942, octubre-noviembre de 1942), Stalingrado (principios de 1943) y la invasión aliada de Sicilia (julio de 1943) dejaron claro que el Tercer Reich no ganaría la guerra.

Esto significó un enorme impulso a la resistencia. Entre otras acciones, el Frente Independiente se dedicó ahora a organizar ayuda para los que se esconden, proporcionando documentos y cartillas de racionamiento falsos, apoyo material y financiero, en colaboración con el grupo de resistencia Sócrates, una iniciativa del gobierno belga en Londres para apoyar a los negarse a trabajar. A medida que más y más personas escondidas y combatientes de la resistencia abandonaban las ciudades y las redes de resistencia formaban cadenas cada vez más largas para permanecer en contacto, las regiones rurales también se integraron. Pero con la cambiante suerte militar, la represión alemana también aumentó. Hubo grandes oleadas de detenciones desde el verano de 1942 hasta abril de 1943, y nuevamente desde principios de 1944.

El gobierno belga en Londres dudó durante mucho tiempo de la resistencia. El gobierno no confiaba en los comunistas ni en los soldados realistas. Sólo en 1942 la resistencia obtuvo apoyo, y aun así sólo de forma gradual y no sin dificultades, como tensiones internas entre las divisiones militares y gubernamentales, incluida la división por la seguridad del Estado. El apoyo de Londres no comenzó realmente a despegar hasta 1943. Las rutas de escape se profesionalizaron y hubo diversas transmisiones de operadores de radio destinadas a ayudar a las redes de inteligencia y ofrecer apoyo material y financiero. En 1944 también se arrojaron armas y municiones.

Alrededor del 2,5% de la población belga de entre 16 y 65 años participó en la resistencia.

Más de 150.000 belgas participaron en la resistencia. No se dispone de cifras precisas porque los procedimientos de reconocimiento de posguerra no siempre fueron fiables y muchos belgas que efectivamente cometieron actos de resistencia no fueron reconocidos. En cualquier caso, la resistencia era asunto de una pequeña minoría. Participaba alrededor del 2,5% de la población belga de entre 16 y 65 años. Alrededor de 40.000 combatientes de la resistencia fueron arrestados, más de la mitad de ellos en 1944. Casi 15.000 murieron en acción, ejecutados o encarcelados.

La resistencia belga fue pluralista pero fragmentada. Nunca se formó una organización nacional global, ni durante la guerra ni después. Los tipos de resistencia en Bélgica no diferían fundamentalmente de los de otros países ocupados. Estaban los servicios de inteligencia: en Bélgica estaban activas 37 redes con 18.716 miembros oficialmente reconocidos. En segundo lugar, había rutas de escape para los belgas que querían desertar a Gran Bretaña, así como para los soldados ingleses y franceses fugitivos, los judíos, los agentes que habían sido "quemados" y los pilotos aliados que habían sido derribados.

En Bélgica se publicaron alrededor de 700 periódicos clandestinos, lo que le dio a Bélgica la densidad más alta de toda la Europa ocupada a este respecto (después de la liberación, 12.132 belgas recibieron el título de "weerstander van de sluikpers", o "miembro de la resistencia de la prensa clandestina"). La mayoría de los periódicos eran de centro derecha y tres de cada cuatro estaban escritos en francés, con concentración geográfica en Bruselas y Lieja. La más inspiradora fue la resistencia armada (en total unos 140.000 miembros conocidos).

Las organizaciones más importantes fueron el Ejército Secreto, antes mencionado, y los Partisanos Armados. En junio de 1944, el Ejército Secreto tenía alrededor de 54.000 miembros, apoyados por un cuadro militar pero reclutando a personas de todos los niveles de la sociedad, aunque notablemente menos de las clases trabajadoras.

La organización conservadora de derecha también se expandió significativamente en Flandes a partir de 1942. A partir del verano de 1943 recibió apoyo material y financiero de Londres. Los Partisanos Armados se fundaron después de la invasión alemana de la Unión Soviética en el verano de 1941 a partir del Partido Comunista de Bélgica. Al principio cometieron pequeños actos de sabotaje, pero a partir de la primavera de 1942 comenzaron también a asesinar a colaboradores. La mayoría de los aproximadamente 850 ataques contra personas en Bélgica fueron cometidos por los partisanos armados. El impacto del grupo, dado su apoyo relativamente limitado, fue significativo.

Además de esta gran organización nacional, había decenas de grupos específicos centrados en áreas específicas. El Syndicale Strijdcomités (fundado a principios de 1942), por ejemplo, combinó la lucha social por mejores condiciones laborales con la lucha contra el ocupante (y al mismo tiempo contra los sindicatos socialistas rivales). El grupo de sabotaje Groupe G, que surgió en el entorno ideológico antifascista de la Universidad Libre de Bruselas, estaba formado por personas con formación técnica que saboteaban los ferrocarriles, las vías navegables y el suministro de energía, principalmente a partir de 1943.

Después de la guerra: resistencia olvidada

La resistencia no quedó anclada en la memoria colectiva belga, a diferencia de la de sus vecinos, Francia y los Países Bajos. Incluso se ha olvidado en gran medida el legado político y moral de la resistencia. Hay varias razones para esto. En primer lugar, la resistencia no está vinculada a las elites belgas tradicionales. El recuerdo de la guerra surgió de abajo hacia arriba y, en retrospectiva, ha resultado perjudicial para la resistencia. Después de todo, la memoria de la resistencia está fusionada con la fuerte cultura del recuerdo establecida después de la Primera Guerra Mundial. Esta tenía una tradición predominantemente militar y ritual que rápidamente le da a la memoria de la resistencia una sensación bastante anticuada y pierde conexiones con los mensajes más modernos de paz y derechos humanos que puedan atraer a las generaciones más jóvenes.

En segundo lugar, estaba la división interna ya mencionada entre facciones de izquierda y derecha que surgió inmediatamente después de la liberación. El estado no creó una memoria nacional. La competencia por el reconocimiento y el controvertido papel del rey Leopoldo III (la Cuestión Real) ampliaron las divisiones en una única comunidad de resistencia nacional.

Después de la batalla entre izquierda y derecha, hubo oposición entre Flandes y la Bélgica francófona, lo que se remonta a la implantación significativamente más débil de la resistencia en Flandes. Aproximadamente el 42,5% de los combatientes de la resistencia procedían de Valonia, el 31,5% de Bruselas y sólo el 25,5% de Flandes. Esto se debió a una combinación de factores. El antifascismo de izquierda no era políticamente tan fuerte en Flandes. Por orden de Hitler, las fuerzas de ocupación fueron proflamencas en sus políticas, por ejemplo liberando a prisioneros de guerra flamencos y derivando poder político del nacionalismo flamenco antibelga. El patriotismo belga no fue tan fuerte en Flandes, en parte también como resultado de que las demandas del idioma flamenco no fueron concedidas después de la Primera Guerra Mundial.

Aproximadamente el 42,5% de los combatientes de la resistencia procedían de Valonia, el 31,5% de Bruselas y sólo el 25,5% de Flandes.

El nacionalismo flamenco contaba con un apoyo considerable (en 1939, alrededor del 15% del electorado en Flandes) y mantenía estrechas conexiones con el ala proflamenca del Partido Católico. A medida que Flandes y la Bélgica francófona continuaron separándose en la década de 1960, este fue el golpe mortal a un recuerdo de la resistencia que mantenía la idea de una Bélgica unitaria e indivisible. En Flandes, el recuerdo de la resistencia quedó totalmente relegado al olvido.

El débil recuerdo de la resistencia también facilitó minimizar el significado real del movimiento. Sin embargo, la resistencia belga fue un logro impresionante. Particularmente importantes fueron los miles de documentos suministrados a Gran Bretaña, los miles de hombres y mujeres que permitieron escapar de la Bélgica ocupada y la ayuda humanitaria que llegó a decenas de miles de belgas escondidos y a sus familias, así como a rusos y polacos. prisioneros y judíos perseguidos.

La resistencia belga fue un logro impresionante.

Desde una perspectiva militar, hubo actos de sabotaje (100-250 actos por mes de septiembre de 1943 a mayo de 1944, y 400-600 por mes de junio a agosto de 1944). La ayuda para la liberación en sí fue más limitada, ya que se desarrolló inesperadamente rápidamente, pero todavía hubo un importante apoyo operativo en la liberación del puerto de Amberes, esencial para los suministros aliados a partir de noviembre de 1944. Los ataques y, sobre todo, la fuerte distribución de prensa clandestina Sin duda tuvo un efecto a la hora de disuadir a la población de apoyar a los alemanes y la colaboración. Se trata de un historial importante que merece un lugar más destacado en la memoria belga de la guerra.


viernes, 11 de noviembre de 2022

USA: La policía y la esclavitud

La invención de la policía

¿Por qué la policía estadounidense creció tanto, tan rápido? La respuesta, principalmente, es la esclavitud.
Por Jill Lepore || The New Yorker



The Chinatown Squad, una unidad policial notoriamente dura en San Francisco, en 1905. Fotografía cortesía de la Biblioteca Bancroft, Universidad de California, Berkeley


Vigilar es mantener la ley y el orden, pero la palabra deriva de polis —el griego para "ciudad" o "gobierno"— a modo de politia , el latín para "ciudadanía", y entró en inglés del francés medio police , lo que significaba no policías sino gobierno. “La policía”, como fuerza civil encargada de disuadir el crimen, llegó a los Estados Unidos desde Inglaterra y generalmente se la asocia con la monarquía—“mantener la paz del rey”—lo que sorprende que, en los Estados Unidos antimonárquicos, se haya vuelto tan grande, tan rápido. La razón es, principalmente, la esclavitud.

“Abolir la policía”, como grito de guerra, data de 1988 (el año en que NWA grabó “Fuck tha Police”), pero, mucho antes de que alguien pidiera su abolición, alguien tuvo que inventar la policía: la antigua polis griega tuvo que convertirse en la policía moderna. “Ser político, vivir en una polis , significaba que todo se decidía a través de palabras y persuasión y no a través de la fuerza y ​​la violencia”, escribió Hannah Arendt en “ La condición humana ”..” En la polis, los hombres discutían y debatían, como iguales, bajo el imperio de la ley. Fuera de la polis, en los hogares, los hombres dominaban a las mujeres, los niños, los sirvientes y los esclavos, bajo un régimen de fuerza. Esta división del gobierno navegó por el río del tiempo como una balsa, maltratada, pero también más grande, recogiendo palos y barro. Los reyes impusieron un gobierno de fuerza sobre sus súbditos sobre la idea de que su reino era su hogar. En 1769, William Blackstone, en sus “ Comentarios sobre las leyes de Inglaterra, argumentó que el rey, como "pater-familias de la nación", dirige "la policía pública", ejerciendo los medios por los cuales "los individuos del Estado, como miembros de una familia bien gobernada, están obligados a conformar sus comportamiento general a las reglas de decoro, buena vecindad y buenos modales; y ser decentes, laboriosos e inofensivos en sus respectivas posiciones”. La policía son los hombres del rey.

La historia comienza con la etimología, pero no termina ahí. La polis no es la policía. La Revolución Americana derrocó el poder del rey sobre su pueblo—en Estados Unidos, “la ley es el rey”, escribió Thomas Paine—pero no el poder de un hombre sobre su familia. El poder de la policía tiene su origen en ese tipo de poder. Bajo el estado de derecho, las personas son iguales; bajo el gobierno de la policía, como ha escrito el teórico del derecho Markus Dubber, no lo somos. Somos más como las mujeres, los niños, los sirvientes y los esclavos de una casa en la antigua Grecia, las personas a las que no se les permitía ser parte de la polis. Pero durante siglos, a través de luchas por la independencia, la emancipación, el derecho al voto y la igualdad de derechos, hemos estado luchando para entrar en la polis. Una forma de pensar en “Abolir la policía”, entonces, es como un argumento que,

¿Pero lo son? La crisis de la policía es la culminación de otros mil fracasos: fracasos en la educación, los servicios sociales, la salud pública, la regulación de armas, la justicia penal y el desarrollo económico. La policía tiene mucho en común con los bomberos, técnicos de emergencias médicas y paramédicos: están ahí para ayudar, a menudo con un gran sacrificio y poniéndose en peligro. Decir que esto no siempre funciona, sin embargo, no cubre el tamaño del problema. El asesinato de George Floyd, en Minneapolis, no puede desaparecer como un caso atípico. En cada uno de los últimos cinco años, la policía de los Estados Unidos ha matado a unas mil personas. (Durante cada uno de esos mismos años, cerca de cien policías fueron asesinados en el cumplimiento de su deber.) Un estudio sugiere que, entre los hombres estadounidenses entre las edades de quince y treinta y cuatro años, el número que fue tratado en las salas de emergencia como un resultado de las lesiones infligidas por la policía y los guardias de seguridad fue casi tan grande como el número de peatones que resultaron heridos por vehículos motorizados. Las fuerzas policiales urbanas son casi siempre más blancas que las comunidades que patrullan. Las víctimas de la brutalidad policial son desproporcionadamente chicos adolescentes negros: niños. Decir que muchas personas buenas y admirables son policías, servidores públicos dedicados y valientes, lo cual es, por supuesto, cierto, es no abordar tanto la naturaleza como la escala de la crisis y el legado de siglos de injusticia racial. Las mejores personas, con las mejores intenciones, haciendo todo lo posible, no pueden arreglar este sistema desde adentro.

En Estados Unidos hay cerca de setecientos mil policías, unos dos por cada mil habitantes, una tasa inferior a la media europea. La diferencia son las armas. La policía de Finlandia disparó seis balas en todo 2013; en un encuentro en un solo día del año 2015, en Pasco, Washington, tres policías dispararon diecisiete balas cuando le dispararon y mataron a un trabajador de una huerta mexicano de treinta y cinco años que estaba desarmado. Hace cinco años, cuando The Guardian contaba los asesinatos policiales, informabaque, “en los primeros 24 días de 2015, la policía en los EE. UU. disparó fatalmente a más personas que la policía en Inglaterra y Gales, combinados, en los últimos 24 años”. La policía estadounidense está armada hasta los dientes, con más de siete mil millones de dólares en equipos militares excedentes descargados por el Pentágono a ocho mil agencias policiales desde 1997. Al mismo tiempo, se enfrentan a la población civil más armada del mundo. el mundo: uno de cada tres estadounidenses posee un arma, por lo general más de uno. La violencia armada socava la vida civil y degrada a todos. Un estudio encontró que, dados los estragos del estrés, los policías blancos de Buffalo tienen una expectativa de vida veintidós años más corta que la del estadounidense promedio. El debate sobre el mantenimiento del orden también tiene que ver con todo el dinero que se gasta en pagar a agentes del Estado fuertemente armados para que hagan cosas para las que no están capacitados y que otras instituciones harían mejor. La historia acecha este debate como un fantasma acribillado a balazos.

Esa historia comienza en Inglaterra, en el siglo XIII, cuando mantener la paz del rey se convirtió en el deber de un oficial de la corte llamado alguacil, ayudado por sus vigilantes: todo varón adulto podía ser llamado a tomar un turno para caminar por una sala de noche. y, si surgían problemas, levantar un grito de júbilo. Esta práctica se prolongó durante siglos. (Perdura una versión: George Zimmerman, cuando disparó y mató a Trayvon Martin, en 2012, estaba sirviendo en la vigilancia de su vecindario). La vigilancia no funcionó especialmente bien en Inglaterra: "El policía promedio es un ignorante que sabe poco o nada de la ley", escribió Blackstone, y no funcionó especialmente bien. bien en las colonias de Inglaterra. Los hombres ricos pagaban a los pobres para que se turnaran en la guardia, lo que significaba que la mayoría de los guardias eran muy ancianos o muy pobres y estaban muy cansados ​​de trabajar todo el día. Boston estableció una guardia en 1631. Nueva York intentó pagar a los vigilantes en 1658. En Filadelfia, en 1705, el gobernador expresó la opinión de que la milicia podría hacer que la ciudad fuera más segura que la guardia, pero se suponía que las milicias no debían vigilar a los súbditos del rey; se suponía que debían servir a la defensa común: librar guerras contra los franceses, luchar contra los pueblos nativos que intentaban aferrarse a sus tierras o reprimir las rebeliones de esclavos.

El gobierno de la esclavitud no era un estado de derecho. Era una regla de policía. En 1661, la colonia inglesa de Barbados aprobó su primera ley de esclavos; revisada en 1688, decretó que “los negros y otros esclavos” estaban “totalmente inhabilitados para ser gobernados por las leyes. . . de nuestras Naciones”, y ideó, en cambio, un conjunto especial de reglas “para el buen Reglamentarlas y Ordenarlas”. Virginia adoptó medidas similares, conocidas como códigos de esclavos, en 1680:

No será lícito que ningún negro u otro esclavo porte o se arme con garrotes, bastones, escopetas, espadas o cualquier otra arma de defensa o de ataque, ni que vaya o salga del terreno de su amo sin un certificado de su amo. , mistris o capataz, y tal permiso no debe otorgarse sino en ocasiones más perspicaces y necesarias; y todo negro o esclavo que cometa alguna ofensa y no tenga un certificado como el mencionado anteriormente será enviado al siguiente alguacil, quien por la presente disfruta y requiere que le dé a dicho negro veinte latigazos en su espalda desnuda bien aplicada, y así enviado a casa con dicho amo, mistris o capataz. . . que si algún negro u otro esclavo se ausenta del servicio de su amo y permanece escondido y al acecho en lugares oscuros, cometiendo daños a los habitantes,

En el Nueva York del siglo XVIII, una persona mantenida como esclava no podía reunirse en un grupo de más de tres; no podía montar a caballo; no podía celebrar un funeral por la noche; no podía estar fuera una hora después de la puesta del sol sin una linterna; y no podía vender “maíz, durazno, ni ninguna otra fruta” en ninguna calle o mercado de la ciudad. Deténgase y registre, deténgase y azote, dispare a matar.

Luego estaban las patrullas de esclavos. Bandas españolas armadas llamadas hermandadeshabía cazado fugitivos en Cuba a partir de la década de 1530, práctica que fue adoptada por los ingleses en Barbados un siglo después. Tenía mucho en común con la posse comitatus de Inglaterra, una banda de hombres corpulentos que un sheriff del condado podía convocar para perseguir a un criminal fugado. Carolina del Sur, fundada por propietarios de esclavos de Barbados, autorizó su primera patrulla de esclavos en 1702; Virginia siguió en 1726, Carolina del Norte en 1753. Las patrullas de esclavos casaron a la guardia con la milicia: se requería que todos los hombres sanos sirvieran en la patrulla (a menudo, la patrulla se reclutaba de la milicia), y los patrulleros usaban el grito y el grito para Llame a cualquier persona que se encuentre a una distancia que le oiga para que se una a la persecución. Ni la guardia ni la milicia ni las patrullas eran “policías”, que eran francesas y consideradas déspotas. En Norte América,la police: Guardias de la ciudad armados, que vestían uniformes de estilo militar y recibían salarios, una patrulla de esclavos urbanos.

En 1779, Thomas Jefferson creó una cátedra de "derecho y policía" en el College of William & Mary. El significado de la palabra comenzó a cambiar. En 1789, Jeremy Bentham, notando que “policía” había ingresado recientemente al idioma inglés, en un sentido similar al moderno, hizo esta distinción: la policía mantiene la paz; la justicia castiga el desorden. (“¡Sin justicia, no hay paz!”, gritan los manifestantes de Black Lives Matter en las calles). Luego, en 1797, un magistrado de Londres llamado Patrick Colquhoun publicó “Un tratado sobre la policía de la metrópolis”. Él, también, distinguió la paz mantenida en las calles de la justicia administrada por los tribunales: la policía era responsable de la regulación y corrección del comportamiento y “la PREVENCIÓN y DETECCIÓN DE DELITOS ”.

A menudo se dice que Gran Bretaña creó la policía y Estados Unidos la copió. Se podría argumentar que lo contrario es cierto. Colquhoun pasó su adolescencia y principios de los veinte en la Virginia colonial, se desempeñó como agente de los fabricantes de algodón británicos y poseía acciones en las plantaciones de azúcar en Jamaica. Lo sabía todo sobre códigos de esclavos y patrullas de esclavos. Pero nada surgió de las ideas de Colquhoun sobre la vigilancia hasta 1829, cuando el ministro del Interior, Robert Peel, a raíz de una gran cantidad de disturbios laborales y después de años de reprimir las rebeliones católicas en Irlanda, en su calidad de secretario irlandés, convenció al Parlamento de establecer el Policía Metropolitana, una fuerza de unos tres mil hombres, encabezada por dos jueces civiles (más tarde llamados "comisionados"), y organizada como un ejército, con cada superintendente supervisando cuatro inspectores, dieciséis sargentos, y ciento sesenta y cinco alguaciles, que vestían casaca y pantalón azul con sombreros de copa negros, a cada uno se le asignaba una placa numerada y un bastón. Los londinenses llegaron a llamar a estos hombres "bobbies", por Bobby Peel.

También se suele decir que la vigilancia urbana estadounidense moderna comenzó en 1838, cuando la legislatura de Massachusetts autorizó la contratación de agentes de policía en Boston. Esto también ignora el papel de la esclavitud en la historia de la policía. En 1829, un abolicionista negro de Boston llamado David Walker publicó “ Un llamamiento a los ciudadanos de color del mundo ”, llamando a una rebelión violenta: “Un buen hombre negro puede matar a seis hombres blancos”. Walker fue encontrado muerto dentro de un año y, a partir de entonces, Boston tuvo una serie de ataques de la mafia contra los abolicionistas, incluido un intento de linchar a William Lloyd Garrison, el editor de The Liberator.en 1835. Las palabras de Walker aterrorizaron a los dueños de esclavos del Sur. El gobernador de Carolina del Norte escribió a los senadores de su estado: “Les ruego que expongan este asunto a la policía de su ciudad e inviten a su pronta atención a la necesidad de detener la circulación del libro”. Por "policía" se refería a patrullas de esclavos: en respuesta a la "Apelación" de Walker, Carolina del Norte formó un "comité de patrulla" estatal.

Nueva York estableció un departamento de policía en 1844; Nueva Orleans y Cincinnati siguieron en 1852, luego, más tarde en los años cincuenta, Filadelfia, Chicago y Baltimore. El crecimiento de la población, la creciente desigualdad provocada por la Revolución Industrial y el aumento de delitos como la prostitución y el robo contribuyeron al surgimiento de la vigilancia urbana. También lo hizo la inmigración, especialmente de Irlanda y Alemania, y la hostilidad hacia la inmigración: un nuevo partido, Know-Nothings, buscaba evitar que los inmigrantes votaran, ocuparan cargos públicos y se convirtieran en ciudadanos. En 1854, Boston disolvió su antigua guardia y estableció formalmente un departamento de policía; ese año, Know-Nothings arrasó en las elecciones de la ciudad.

La policía estadounidense difería de sus contrapartes inglesas: en los EE. UU., los comisionados de policía, como designados políticos, estaban bajo control local, con supervisión limitada; y la aplicación de la ley se descentralizó, lo que resultó en una maraña jurisdiccional. En 1857, en el Gran Disturbio Policial, la Policía Municipal de Nueva York, dirigida por la alcaldía, luchó en las escalinatas del ayuntamiento con la Policía Metropolitana de Nueva York, dirigida por el estado. Los Metropolitanos eran conocidos como los Mets de Nueva York. Ese año se fundó un equipo de béisbol amateur del mismo nombre.

Además, a diferencia de sus homólogos británicos, la policía estadounidense llevaba armas, inicialmente las suyas. En la década de 1860, Colt Firearms Company comenzó a fabricar un revólver compacto llamado Pocket Police Model, mucho antes de que la Policía Metropolitana de Nueva York comenzara a emitir armas de servicio. La policía estadounidense portaba armas porque los estadounidenses portaban armas, incluidos los estadounidenses que vivían en partes del país donde cazaban para comer y defendían su ganado de los animales salvajes, los estadounidenses que vivían en partes del país que no tenían policía y los estadounidenses que vivían en partes de América del Norte que no estaban en los Estados Unidos. Fuera de las grandes ciudades, los agentes de la ley eran escasos. En territorios que aún no eran estados, había alguaciles estadounidenses y sus adjuntos, oficiales de los tribunales federales que podían actuar como policías de facto, pero sólo para hacer cumplir las leyes federales. Si un territorio se convirtiera en estado, sus condados elegirían alguaciles. Mientras tanto, los estadounidenses se convirtieron en justicieros, especialmente propensos a matar a los pueblos indígenas y linchar a la gente de color. Entre 1840 y los años veinte, turbas, vigilantes y oficiales de la ley, incluidos los Texas Rangers, lincharon a unos quinientos mexicanos y mexicoamericanos y mataron a miles más, no solo en Texas sino también en los territorios que se convirtieron en los estados de California. Arizona, Nevada, Utah, Colorado y Nuevo México. Un comité de vigilancia de San Francisco establecido en 1851 arrestó, juzgó y ahorcó a personas; contaba con una membresía de miles. Un comité de vigilancia de Los Ángeles atacó y linchó a inmigrantes chinos. especialmente propensos a matar a los pueblos indígenas y linchar a la gente de color.

El ejército de los EE. UU. también operaba como una fuerza policial. Después de la Guerra Civil, la milicia se organizó en siete nuevos departamentos de ejércitos permanentes permanentes: el Departamento de Dakota, el Departamento de Platte, el Departamento de Missouri, el Departamento de Texas, el Departamento de Arizona, el Departamento de California, y el Departamento de la Colombina. En las décadas de 1870 y 1980, el Ejército de los Estados Unidos participó en más de mil operaciones de combate contra los pueblos indígenas. En 1890, en Wounded Knee, Dakota del Sur, tras un intento de desarmar un asentamiento lakota, un regimiento de soldados de caballería masacró a cientos de hombres, mujeres y niños lakota. Casi un siglo después, en 1973, agentes del FBI, SWATequipos, y tropas federales y alguaciles estatales sitiaron Wounded Knee durante una protesta por la brutalidad policial y la falta de castigo adecuado por la tortura y el asesinato de un hombre oglala sioux llamado Raymond Yellow Thunder. Dispararon más de medio millón de cartuchos y arrestaron a más de mil personas. En la actualidad, según los CDC, es más probable que la policía mate a los nativos americanos que a cualquier otro grupo racial o étnico.

La vigilancia policial estadounidense moderna comenzó en 1909, cuando August Vollmer se convirtió en el jefe del departamento de policía en Berkeley, California. Vollmer transformó a la policía estadounidense en un ejército estadounidense. Había servido con el Octavo Cuerpo del Ejército en Filipinas en 1898. “Durante años, desde los días de la Guerra Hispanoamericana, he estudiado tácticas militares y las he usado con buenos resultados para atrapar ladrones”, explicó más tarde. “Después de todo, estamos haciendo una guerra, una guerra contra los enemigos de la sociedad”. ¿Quiénes eran esos enemigos? Mafiosos, contrabandistas, agitadores socialistas, huelguistas, organizadores sindicales, inmigrantes y negros.

Vollmer y sus colegas adaptaron a la policía doméstica los tipos de tácticas y armas que se habían desplegado contra los nativos americanos en el oeste y contra los pueblos colonizados en otras partes del mundo, incluidos Cuba, Puerto Rico y Filipinas, como el sociólogo Julian Vaya lo ha demostrado. Vollmer instituyó un modelo de capacitación imitado en todo el país, por departamentos de policía que a menudo estaban dirigidos y atendidos por otros veteranos de las guerras de conquista y ocupación de los Estados Unidos. Un “capitán o teniente de policía debe ocupar exactamente la misma posición en la mente del público que un capitán o teniente en el ejército de los Estados Unidos”, dijo el comisionado de policía de Detroit. (Los oficiales de policía de hoy en día son desproporcionadamente veteranos de las guerras estadounidenses en Irak y Afganistán, y muchos sufren estrés postraumático. The Marshall Project, Al analizar los datos de la policía de Albuquerque, se encontró que los oficiales que son veteranos tienen más probabilidades que sus contrapartes no veteranos de estar involucrados en tiroteos fatales. En general, es más probable que usen la fuerza y ​​que disparen sus armas).

La policía de la era Vollmer hizo cumplir un nuevo tipo de código de esclavos: las leyes de Jim Crow, que se aprobaron en el sur a finales de los años setenta y fueron confirmadas por la Corte Suprema en 1896. William G. Austin se convirtió en el jefe de policía de Savannah en 1907. Anteriormente, había ganado una Medalla de Honor por su servicio en la Caballería de EE. UU. en Wounded Knee; también había luchado en la Guerra Hispanoamericana. Para 1916, las iglesias afroamericanas de la ciudad se quejaban ante los periódicos de Savannah sobre los “arrestos a gran escala de negros porque son negros, arrestos que no se harían si fueran blancos en circunstancias similares”. Los afroamericanos también se enfrentaron a la vigilancia de Jim Crow en las ciudades del norte a las que huían cada vez más. James Robinson, jefe de policía de Filadelfia desde 1912, había servido en la Infantería durante la Guerra Hispano-Americana y la Guerra Filipino-Americana. Basó el entrenamiento de su fuerza en los manuales utilizados por el Ejército de EE. UU. en Leavenworth. Go informa que, en 1911, alrededor del once por ciento de las personas arrestadas eran afroamericanas; bajo Robinson, ese número aumentó al 14,6 por ciento en 1917. En la década de 1920, una cuarta parte de los arrestados eran afroamericanos, quienes, en ese momento, representaban solo el 7,4 por ciento de la población.

Era progresiva, la vigilancia policial al estilo Vollmer criminalizaba la negritud, como argumentó el historiador Khalil Gibran Muhammad en su libro de 2010, " La condena de la negritud: raza, crimen y la creación de la América urbana moderna ". La policía patrulló los vecindarios negros y arrestó a personas negras de manera desproporcionada; los fiscales acusaron a los negros de manera desproporcionada; los jurados encontraron a los negros culpables de manera desproporcionada; los jueces dieron a los negros sentencias desproporcionadamente largas; y, luego, después de todo esto, los científicos sociales, al observar el número de personas negras en la cárcel, decidieron que, como cuestión de biología, las personas negras tenían una inclinación desproporcionada a la delincuencia.

Más recientemente, entre el Nuevo Jim Crow y la criminalización de la inmigración y el encarcelamiento de inmigrantes en centros de detención, esta realidad solo ha empeorado. “Por población, por tasas de encarcelamiento per cápita y por gastos, Estados Unidos supera a todas las demás naciones en cuántos de sus ciudadanos, solicitantes de asilo e inmigrantes indocumentados están bajo alguna forma de supervisión de la justicia penal”, escribe Muhammad en un nuevo prefacio. a su libro. “La cantidad de personas afroamericanas y latinx en las cárceles y prisiones estadounidenses hoy supera la población total de algunos países de África, Europa del Este y el Caribe”.

La vigilancia se volvió más dura en la Era Progresista y, con el surgimiento de las fuerzas policiales estatales, el número de policías también creció. Con el auge del automóvil, algunos, como el de California, comenzaron como “patrullas de carreteras”. Otros, incluida la policía estatal de Nevada, Colorado y Oregón, comenzaron como paramilitares privados de industriales que empleaban a los inmigrantes estadounidenses más recientes: húngaros, italianos y judíos. Los industriales de Pensilvania establecieron la Policía del Hierro y el Carbón para poner fin a las huelgas y acabar con los sindicatos, incluido el United Mine Workers; En 1905, tres años después de una huelga de antracita y carbón, la Policía del Estado de Pensilvania comenzó a operar. “Un policía estatal debería poder manejar a cien extranjeros”, dijo su nuevo jefe.

La Patrulla Fronteriza de EE. UU. comenzó en 1924, año en que el Congreso restringió la inmigración del sur de Europa. Ante la insistencia de los agricultores sureños y occidentales, el Congreso eximió a los mexicanos de sus nuevas cuotas de inmigración para permitir que los trabajadores migrantes ingresen a los Estados Unidos. La Patrulla Fronteriza comenzó como un equipo relativamente pequeño responsable de hacer cumplir la ley federal de inmigración y detener a los contrabandistas en todas las fronteras del país. A mediados del siglo XX, creció hasta convertirse en un cuasi-militar nacional centrado en vigilar la frontera sur en campañas de arresto masivo y deportación forzada de inmigrantes mexicanos, con la ayuda de policías locales como el notoriamente brutal LAPD, como la historiadora Kelly Lytle Hernández ha relatado. Lo que se convirtió en el movimiento chicano comenzó en el sur de California, con las protestas de los inmigrantes mexicanos contra el Departamento de Policía de Los Ángeles durante la primera mitad del siglo XX, incluso cuando una industria cinematográfica en crecimiento producía reportajes sobre miembros del Klan que cazaban negros, vaqueros que mataban indios y policías que perseguían a mexicanos. Más recientemente, puedes encontrar una versión actualizada de esta historia en LA Noire, un videojuego ambientado en 1947 y jugado desde la perspectiva de un oficial de policía de Los Ángeles bien armado que, conduciendo por Sunset Boulevard, se cruza con los decorados abandonados y en ruinas de D. W. La película de Griffith de 1916, "Intolerancia", imaginaba reliquias de una era implacable.

Dos tipos de policía aparecieron en la televisión estadounidense de mediados de siglo. Los buenos resolvieron crímenes en procedimientos policiales en horario de máxima audiencia como "Dragnet", que comenzó en 1951, y "Adam-12", que comenzó en 1968 (ambos presentaban al Departamento de Policía de Los Ángeles). Los malos conmocionaron la conciencia de Estados Unidos en las noticias de la noche: la policía estatal de Arkansas impidió que los estudiantes negros ingresaran a la escuela secundaria Little Rock Central, en 1957; la policía de Birmingham golpeando y arrestando a unos setecientos niños negros que protestaban contra la segregación, en 1963; y policías estatales de Alabama golpeando a manifestantes por el derecho al voto en Selma, en 1965. Estas dos caras de la policía ayudan a explicar cómo, en la década de 1960, cuanto más protestaba la gente contra la brutalidad policial, más dinero daban los gobiernos a los departamentos de policía.

En 1965, el presidente Lyndon Johnson declaró una "guerra contra el crimen" y pidió al Congreso que aprobara la Ley de Asistencia para el Cumplimiento de la Ley, en virtud de la cual el gobierno federal proporcionaría a la policía local armas de grado militar, armas que se estaban utilizando en la guerra de Vietnam. . Durante los disturbios en Watts ese verano, las fuerzas del orden mataron a treinta y una personas y arrestaron a más de cuatro mil; luchar contra los manifestantes, dijo el jefe de LAPD, era “muy parecido a luchar contra el Viet Cong”. Preparándose para una votación en el Senado pocos días después de que terminara el levantamiento, el presidente del Comité Judicial del Senado dijo: “Durante algún tiempo, he tenido la sensación de que la tarea de las fuerzas del orden no es muy diferente de las fuerzas militares; es decir, disuadir el crimen antes de que ocurra, así como nuestro objetivo militar es disuadir la agresión”.

Como informó Elizabeth Hinton en “ De la guerra contra la pobreza a la guerra contra el crimen: cómo se hizo el encarcelamiento masivo en Estados Unidos ”.”, los “soldados de primera línea” en la guerra contra el crimen de Johnson (la policía de la era Vollmer nuevamente) pasaron una cantidad desproporcionada de tiempo patrullando los vecindarios negros y arrestando a los negros. Los formuladores de políticas concluyeron a partir de esas tasas de arrestos diferenciales que las personas negras eran propensas a la delincuencia, con el resultado de que la policía pasaba aún más tiempo patrullando los vecindarios negros, lo que llevó a una tasa de arrestos aún más alta. “Si deseamos librar a este país del crimen, si deseamos dejar de piratear solo sus ramas, debemos cortar sus raíces y drenar su caldo de cultivo pantanoso, los barrios marginales”, dijo Johnson a una audiencia de legisladores policiales en 1966. El siguiente año, estallaron disturbios en Newark y Detroit. “No nos vamos a rebelar contra todos ustedes, los blancos”, le dijo un hombre de Newark a un reportero poco antes de que la policía lo matara a tiros. “Nos estamos rebelando contra la brutalidad policial.

La Gran Sociedad de Johnson esencialmente terminó cuando le pidió al Congreso que aprobara la Ley Ómnibus de Control del Crimen y Calles Seguras, que tuvo el efecto de desviar dinero de los programas sociales a la policía. Esta revista lo llamó “una pieza de demagogia ideada a partir de la malevolencia y representada en la histeria”. James Baldwin atribuyó su "ferocidad irresponsable" a "una pesadilla pálida y convincente, una colección abrumadora de pesadillas privadas". La verdad era más oscura, como relató el sociólogo Stuart Schrader en su libro de 2019, " Distintivos sin fronteras: cómo la contrainsurgencia global transformó la policía estadounidense "..” Durante la Guerra Fría, la Oficina de Seguridad Pública de la USAID brindó asistencia a la policía en al menos cincuenta y dos países y capacitó a oficiales de casi ochenta, con el propósito de contrainsurgencia: la supresión de una revolución anticipada, que colección de pesadillas privadas; como informó la OPS, aportó “la dimensión internacional a la Guerra contra el Crimen de la Administración”. La contrainsurgencia tuvo un boomerang y volvió a los Estados Unidos como policía.


En 1968, el nuevo proyecto de ley contra el crimen de Johnson estableció la Administración de Asistencia para el Cumplimiento de la Ley, dentro del Departamento de Justicia, que, en la siguiente década y media, desembolsó fondos federales para más de ochenta mil proyectos de control del crimen. Incluso los fondos destinados a proyectos sociales —empleo juvenil, por ejemplo, junto con otros programas de salud, educación, vivienda y asistencia social— se distribuyeron a operaciones policiales. Con Richard Nixon, todos los elementos de la Gran Sociedad que habían sobrevivido al desastroso final de la presidencia de Johnson se redujeron drásticamente, con un mayor énfasis en la vigilancia y la construcción de prisiones. Más estadounidenses fueron a prisión entre 1965 y 1982 que entre 1865 y 1964, informa Hinton. Bajo Ronald Reagan, se cerraron aún más servicios sociales, o se les privó de fondos hasta que murieron: hospitales psiquiátricos, centros de salud, programas de empleo, educación de la primera infancia. Para 2016, dieciocho estados gastaban más en prisiones que en colegios y universidades. Los activistas que hoy piden desfinanciar a la policía argumentan que, durante décadas, los estadounidenses han estado desfinanciando no solo los servicios sociales sino, en muchos estados, la educación pública misma. Cuanto más deshilachado está el tejido social, más policía se ha desplegado para recortar los hilos colgantes.

El modelo para la aplicación de la ley de Nixon a Reagan provino del politólogo de Harvard James Q. Wilson entre 1968, en su libro " Variedades de comportamiento policial ", y 1982, en un ensayo en The Atlantic .titulado “Ventanas rotas”. Por un lado, Wilson creía que la policía debería pasar de hacer cumplir la ley a mantener el orden, patrullando a pie y haciendo lo que se denominó “vigilancia comunitaria”. (Algunas de sus recomendaciones fueron ignoradas: Wilson pidió que otros profesionales manejaran lo que él denominó las "funciones de servicio" de la policía: "primeros auxilios, rescatar gatos, ayudar a las damas y cosas por el estilo", que es una reforma que la gente está pidiendo hoy.) Por otro lado, Wilson pidió a la policía que arrestara a las personas por delitos menores, con la teoría de que contribuyeron a delitos más graves. El trabajo de Wilson informó programas como STRESS de Detroit(Stop the Robberies, Enjoy Safe Streets), iniciado en 1971, en el que la policía de Detroit patrullaba la ciudad encubierta, con disfraces que incluían de todo, desde un taxista hasta un "profesor universitario radical", y mató a tantos jóvenes negros que un organización de policías negros exigió que se disolviera la unidad. Podría decirse que la campaña para acabar con el ESTRÉS marcó los comienzos del abolicionismo policial. STRESS defendió sus métodos. “Simplemente no nos acercamos y le disparamos a alguien”, dijo un comandante. “Le pedimos que se detenga. Si no lo hace, disparamos”.

Durante décadas, la guerra contra el crimen fue bipartidista y contó con un apoyo sustancial del Caucus Negro del Congreso. “El crimen es un problema de defensa nacional”, Joe Bidendijo en el Senado, en 1982. “Estás en tanto peligro en las calles como lo estás con un misil soviético”. Biden y otros demócratas en el Senado introdujeron una legislación que resultó en la Ley de Control Integral del Crimen de 1984. Una década más tarde, como presidente del Comité Judicial del Senado, Biden ayudó a redactar la Ley de Control de Delitos Violentos y Cumplimiento de la Ley, cuyas disposiciones incluían sentencias obligatorias. En mayo de 1991, dos meses después de la golpiza a Rodney King, Biden presentó la Declaración de Derechos de los Oficiales de Policía, que brindaba protección a los policías bajo investigación. La NRA respaldó por primera vez a un candidato presidencial, Reagan, en 1980; la Orden Fraternal de la Policía, el sindicato policial más grande del país, respaldó por primera vez a un candidato presidencial, George H. W. Bush, en 1988. En 1996, respaldó a Bill Clinton.

En parte debido al historial de Biden de defender la aplicación de la ley, la Asociación Nacional de Organizaciones Policiales respaldó la boleta Obama-Biden en 2008 y 2012. En 2014, después de que la policía en Ferguson, Missouri, le disparara a Michael Brown, la administración de Obama estableció un grupo de trabajo sobre vigilancia en el siglo XXI. Su informe argumentaba que los policías se habían convertido en guerreros cuando en realidad deberían ser guardianes. La mayoría de sus recomendaciones nunca fueron implementadas.

En 2016, la Orden Fraternal de la Policía respaldó a Donald Trump y dijo que “nuestros miembros creen que hará que Estados Unidos vuelva a ser seguro”. Los sindicatos policiales se están alineando detrás de Trump nuevamente este año. “Nunca aboliremos nuestra policía o nuestra gran Segunda Enmienda”, dijo Trump en Mt. Rushmore , con motivo del 4 de julio. “No nos dejaremos intimidar por personas malas y malvadas”.

Trump no es el rey; la ley es el rey. La policía no son los hombres del rey; son servidores públicos. Y, no importa cuán desesperadamente le gustaría a Trump hacerlo así, la vigilancia policial realmente no es un tema partidista. Fuera de la quietud del cierre, las voces de protesta han rugido como un trueno de verano. Una abrumadora mayoría de estadounidenses, de ambos partidos, apoya reformas importantes en la policía estadounidense. Y muchos policías, desafiando a sus sindicatos, también apoyan esas reformas.

Esos cambios no abordarán muchas crisis más grandes, sobre todo porque el problema de la vigilancia no se puede resolver sin abordar el problema de las armas. Pero esto está claro: la polis ha cambiado y la policía también tendrá que cambiar. ♦

Una versión anterior de este artículo tergiversó el número de estadounidenses entre las edades de quince y treinta y cuatro que fueron tratados como resultado de lesiones infligidas por la policía en las salas de emergencia.