Mostrando entradas con la etiqueta conscriptos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta conscriptos. Mostrar todas las entradas

martes, 11 de marzo de 2025

Guerra antisubversiva: Navidad sangrienta en Monte Chingolo

Navidad sangrienta. El conmovedor relato de un soldado que resistió el ataque guerrillero del ERP en Monte Chingolo

Eduardo Luis Chavanne estaba cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio cuando el Batallón Depósito de Arsenales “Domingo Viejobueno” fue invadido por el Ejército Revolucionario del Pueblo



LA NACION || Mariano Chaluleu

Eduardo Luis Chavanne tenía 21 años cuando se convirtió en protagonista involuntario de uno de los pasajes más dramáticos de la historia argentina. Ocurrió hace 48 años, el 23 de diciembre de 1975. Sin embargo, los recuerdos aún lo incomodan: “En esta época del año, cuando se acerca la Navidad, me pongo para la mierda”, precisa.

Solo le faltaba un mes para cumplir con su Servicio Militar Obligatorio. Había atravesado los tres meses de “instrucción” en La Calera, Córdoba, donde hizo el curso de paracaidista. Pero desde abril de 1975 estaba destinado en el Batallón Depósito de Arsenales “Domingo Viejobueno”, en el cuartel del Ejército, en Monte Chingolo. Era parte de la Compañía de Seguridad y participaba de las guardias en los 9 puestos de vigilancia que tenía el predio.

No padeció la conscripción, tenía vocación de servicio, se había formado como Bombero Voluntario. Pero estaba listo para regresar a su hogar, en Quilmes, donde se crio, junto a sus padres y sus tres hermanos.

A continuación, el testimonio de un soldado que resistió el ataque del Ejército Revolucionario del Pueblo. Sus memorias reflejan todo lo que vio, lo que escuchó y lo que sintió un joven que fue herido en combate y fue obligado a matar.



Eduardo Luis Chavanne con la ropa de soldado ||
Gentileza Eduardo Luis Chavanne

-¿Qué recuerda del combate del 23 de diciembre de 1975?

-Todo. Eran más o menos las 18, yo estaba de guardia y el Cabo González me había liberado 10 minutos temprano. Entonces agarré mi fusil y me fui caminando. Justo cuando pasaba frente a la comandancia, lo vi al sargento Saravia, que estaba empuñando su pistola, y me dijo: “Vamos que ya se metieron estas mierdas”. Entonces me di vuelta y vi que entra un camión de gaseosas junto a varios coches, que iban para un lado y para el otro. Yo tenía el fusil en la mano, entonces lo agarré fuerte y lo seguí a Saravia. Nos metimos en la cantina, donde estaban muy asustados el cantinero y la señora. Ya se escuchaban los ruidos del combate.

El colectivo que usaron los atacantes del ERP || Télam Agencia de noticias

Adentro estábamos nosotros 4 más 3 soldados. Saravia me repetía ‘tranquilo, tranquilo, tranquilo, tranquilo, tranquilo...’. Ahí es cuando a uno le aflora la mente y se da cuenta de que todo lo que nos habían enseñado era para algo. Rompí el vidrio de una ventanita y empecé a apuntar. Tenía 125 municiones. No era mucho, si se considera que el fusil, en modo automático, puede acabarlas en poco tiempo.

Al tercer tiro que doy yo, escucho que una bala me pasa al lado de la cabeza. No me lastimó, pero me rozó la oreja y me desestabilizó. Me senté en el piso, lloriqueé un poco y pensé ‘¿Qué carajo hago acá?’. Pero volví a recomponerme.

Por la ventana veía a los terroristas. Se movían entre los árboles. Algunos estaban de ropa militar, otros con camisa a cuadros y vaquero.

Saravia nos volvió a arengar: ‘¡vamos, muchachos, vamos!’, gritaba. Bueno, me recuperé y volví a apuntar. En un momento gritan que había que ponerse el pañuelo blanco en el cuello, para diferenciarnos de ellos. Pero ahí ellos hacen lo mismo para generar confusión...

En un momento frenó el fuego. Los guerrilleros nos gritaron a los soldados conscriptos: ‘Ríndanse que con ustedes no es’. Y yo pensé: ‘Hijo de puta... ¿que me rinda? Si viniste a matarme’. Me daba bronca porque pedían que nos rindiéramos, mientras que yo sabía que tenían la orden de matar a todos, bajar la bandera argentina y subir la bandera del ERP. Se iban a llevar 20 toneladas de armas para Tucumán. Ellos, que eran los ‘jóvenes idealistas’, no fueron a hablarnos con la palabra, o con un libro. Seguimos disparando.

Pero justo nos tiraron una granada que se metió entre la cantina y la guardia, muy cerca de donde estaba. Voló a la mierda todo, las paredes y varios cajones de madera llenos de botellas de vidrio de Coca Cola. Algunos cajones cayeron encima mío y me quebré la pierna.

Pero el combate seguía. A esa altura ya habían pasado como 3 horas y pico de tiroteo. Justo en ese momento llegó la ayuda, se empezaron a oír a un grupo de hombres cantar. Eran los del regimiento de La Tablada, que venían por la avenida Pasco.

Eduardo Luis Chavanne, con su fusil asignado, a sus 21 años, cuando realizaba el servicio militarGentileza Eduardo Luis Chavanne

-¿Estaba en condiciones de seguir peleando?

-No, ya no. En un momento, los guerrilleros empezaron a replegarse. Pero el combate continuó, porque los pibes fueron a buscarlos. Cuando se liberó el área de la cantina, un sargento primero de La Tablada nos dijo que saliéramos. Pensó que éramos subversivos, pero Saravia se identificó y rápidamente nos dieron asistencia. Yo tenía la pierna quebrada pero no me daba cuenta. Hasta que intenté moverme: no podía caminar. Me llevaron a la comandancia. Después a algunos nos subieron a un helicóptero que nos trasladó al hospital aeronáutico. Allá me hicieron las primeras curaciones.

Ataque guerrillero al Batallón de Arsenales de Monte Chingolo || Télam Agencia de noticias

-¿Pudo comunicarse con su familia?

-No, para nada. Al otro día, mi viejo fue al regimiento a preguntar por mí. El 23 se había ido a dormir sin saber lo que había pasado. El guardia lo vio y cruzó los brazos de un lado para el otro, le hizo la seña de que yo no estaba ahí. Y mi papá se volvió a mi casa pensando que me habían matado. Recién unas horas después le informaron que yo estaba en el hospital.

-¿Cuánto tiempo permaneció internado?

-Un mes, porque estaba enyesado hasta la rodilla. Cuando me dieron el alta en el hospital, fui al batallón a que me dieran la baja. Vieron que estaba rengueando y me dieron un bastón. Luego me fui.

-¿Mató durante el enfrentamiento?

-Sí, maté. No me gusta hablar de eso... Pero si me lo preguntás, sí. Sí, maté. Uno no está preparado para eso. Ni para morir ni para matar. Pero no iba a dejar que me mataran. Llega un momento en el que uno prioriza su vida.

Un baño de sangre

Para el Ejército Revolucionario del Pueblo, la derrota en Monte Chingolo constituyó un golpe letal. Perdió a muchos combatientes: 62 guerrilleros murieron y 30 resultaron heridos. Mientras que en el Ejército y las fuerzas de seguridad tuvieron siete bajas: 2 oficiales, 1 suboficial, 1 marinero y 3 soldados conscriptos (Roberto Caballero, Manuel Benito Rúffolo y Raúl Fernando Sessa).

Hay un dato insoslayable: el ataque guerrillero ocurrió durante un gobierno constitucional. La presidente, elegida en las urnas, era María Estela Martínez de Perón. Recién tres meses después llegó el golpe militar. Y unos meses más adelante, en julio de 1976, Mario Roberto Santucho y el número dos de la organización, Benito Urteaga, fueron muertos en un enfrentamiento en Villa Martelli. El cuerpo de Santucho nunca fue localizado.



Frente de la unidad “Domingo Viejobueno” luego del ataque
Télam Agencia de noticias

-A lo largo de los años, distintas versiones señalaron que el Ejército estaba al tanto de los planes de ataque, y que esperó a los guerrilleros para abatirlos en el cuartel. ¿Cree que es cierto eso?

-Nosotros, los soldados, no sabíamos nada. Y creo que los suboficiales y los oficiales de menor rango, tampoco. La mitad de la compañía de seguridad estaba de franco. Si hubiésemos tenido indicios, ¿los hubiesen dejado ir? Es mentira que el Ejército estuviera preparado. Y es mentira que hubiese soldados del Ejército esperando, camuflados, detrás de las plantas. Lo único que había de diferente en el regimiento ese día fue que habían cavado una zanja detrás de las torres de transmisiones. Fuera de eso, el día había sido normal, como cualquiera. Todo lo que se dijo es mentira.

-¿Qué más se dijo?

-Que había gente de otros batallones esperando adentro, a modo de refuerzo, como si estuviéramos listos para lo que iba a pasar. Mentira. Y también desmiento que el coronel Eduardo Abud estuviera esperando arriba de una torre tanque con una ametralladora. Abud estaba lejos del lugar en el que entraron con el camión y los autos. Son mentiras que inventaron esos impresentables para quedar como víctimas, cuando fueron ellos los que fueron allí a matarnos, dicho sea de paso, en un gobierno constitucional y democrático.

-¿Cómo siguió su vida después de aquel día?

-Cuando me empezó a caer la ficha, hubo días en los que empezaba a sentir el tableteo de la ametralladora en la cabeza y me ponía en posición para tirar. Tenía pesadillas, estrés postraumático. Mi vida era mala. Yo estaba mal, estaba agresivo, decaído, pensaba mucho en Jorge Bufalari, una persona tan dulce, y en cómo lo habían herido... Por suerte no murió. Y me peleé con la chica con la que estaba saliendo, porque pensé que ella no merecía verme así.

Desde hace 34 años, Eduardo vive en Santa Clara del Mar, donde regenta una pyme de distribución de herramientas para ferreterías

-¿Se vio, en los años siguientes, con los otros conscriptos con los que compartió en ese batallón?

-No tanto. Hubo muchos que quedaron mal... Había uno que vivía en Mar del Plata y al que quise visitar, que se ponía mal si me veía, por los recuerdos que le traía hablar de eso. Un día su mamá me pidió que no lo visitara más. Y por supuesto que respeté ese pedido.

-¿Pudo cicatrizar la herida emocional?

-El tiempo curó algo, pero cada vez que se acerca la Navidad me angustio un poco.

-¿Hay algo que pueda ayudar a que usted y los otros soldados puedan convivir mejor con este recuerdo?

-Sí, con algunos conscriptos pedimos que nos permitan entrar al lugar en el que estaba el regimiento. Hoy el predio forma parte de un polo industrial. Muchas veces contactamos al polo, la última fue hace dos meses. Pedimos que nos dejen poner una garita en una esquina, a modo de homenaje, o una placa. Pero no lo conseguimos.


jueves, 23 de enero de 2025

EA: Conscriptos de la clase 1969

Salida al terreno





Salida al terreno soldados clase 1969 Fabrica Militar San Francisco, año 1988.
Soldado Clase 1969. Hector Roldan.

miércoles, 22 de enero de 2025

Patagonia paranormal: El conscripto y la "rubia del cementerio" en Comodoro Rivadavia

Comodoro, agosto de 1973. “La Rubia del Cementerio” en los límites de la fantasía

La voz de Chubut

 




La Voz del Chubut trae la segunda parte de la historia de “La Rubia del Cementerio” que apareció en Comodoro Rivadavia en agosto de 1973.

En la entrega anterior los habíamos quedado en el extraño caso de un conscripto al que se le apareció una mujer rubia que le pidió que la lleve al Cementerio en el kilómetro 5.

Al conscripto se le heló la sangre cuando acarició la mano gélida de la chica que se bajó del auto y se perdió entra las lápidas.  El joven, que tenía pesadillas y no podía dormir a la noche, se animó a hablar con el diario Crónica para tratar de calmar la ansiedad.

La historia que se animó a contar parecía un delirio. Días más tarde, apareció la segunda víctima de esta presencia mórbida que persuadía a los hombres.

Un comerciante sugestionado confesó que se dejó llevar por el encanto de la chica y cuando la dejó en el cementerio, lo invitó a caminar entre las lápidas.

No había dudas que la muerta merodeaba las calles del Barrio Oeste. Las madres se encerraban en sus casas temiendo la aparición del fantasma. Los niños jugaban en la vereda hasta que el sol empezaba a esconderse.



LA CIENCIA NO PUEDE EXPLICAR


El caso llegó al director del Hospital Regional, Daniel Cordero, quien explicó que la ciencia no podía resucitar a los muertos, pero sí existían otros fenómenos psíquicos sobre los cuales las ciencias ocultas podían arrojar algo de luz.

“Desde el punto de vista de la medicina estos hechos no tienen ninguna explicación, ya que para la ciencia que nosotros estudiamos, cuando una persona deja de existir es imposible que retorne a la vida. Hasta hoy al ciencia médica no ha podido hacer resucitar a ningún muerto (sic)”, declaró Cordero a Crónica.

El médico, ante el desconcierto y el temor generalizados, no descartó que pudiera tratarse de un fenómeno de FANTASMAGOGÉNESIS. Energía que no llega a materializarse y tiene una consistencia ectoplasmática, transparente y espectral.


LA FORMA DEL FANTASMA


Enrique “Melody” Barrenchea, el cronista detrás de esta historia (todo un ghostwriter), hizo una expedición al Cementerio y descubrió una tumba que se correspondía con la información que daba este espectro.

“Nosotros primero y luego la Policía, fuimos hasta allí y localizamos la lápida en la cual se leía: FULANA DE TAL…NACIÓ… MURIÓ EN 1943 (tenía 25 años)  y allí terminaba el rastreo y comenzaba la incógnita”, apuntaba.

Para esa altura circulaban toda clase versiones sobre la forma en que se presentaban las apariciones: una mujer con un velo negro; una muerta en extrañas circunstancias; una chica de blanco que encandilaba a los hombres.

La entidad había sido vista en otras épocas menos espasmódicas. En 1973 la aparición de OVNIS  Ya se había presentado antes en los salones donde discurría la vida social de Comodoro Rivadavia.

“Se trataría de alguien que, estando muerta, ya habría aparecido en el año 1965 en bailes realizados en el barrio Tiro Federal. Sobre esto se agregan sucesos pro demás extraños, aunque la versión, si bien cuenta con varias personas que han manifestado lo mismo, no ha podido ser confirmada totalmente”, publicaba Crónica.



PRUEBAS IRREFUTABLES


Nadie podía dudar que la historia había surgido efecto en Comodoro Rivadavia. El fantasma de la “Rubia de Cementerio” estaba en boca de todos.

Los escépticos decían que era un invento de los diarios y los supersticiosos –más precavidos- preferían dormir con la luz encendida, ocultar la llave y no abrirle la puerta a nadie.

El caso cobró otra entidad cuando la presencia siguió a un comerciante de quien nadie se atrevería a dudar de su palabra. Y, como si esto no bastara, un testigo lo había visto irse con un fantasma en la camioneta.

Así lo hizo saber Crónica que preservó la fuente para proteger la identidad del elegido.

 “¿Qué hace usted aquí, qué busca?”.

“Yo solo quiero que me lleve”.


El joven, pudoroso, se negó a levantar a una desconocida.

“Por favor señor, solo le pido eso, yo sé que no se me va a negar”, insistió.

La chica subió a la camioneta y le pidió que la llevara hasta el Cementerio del Km. 5. El joven (algo sospechaba) se negó a llevarla: llegaron hasta su casa en la calle San Martín al 300. Cuando le tendió la mano a la mujer para despedirla sintió mucho frío.

“Cuando le estreché la mano sentí un frío tremendo que me corrió por todo el cuerpo y allí noté que ella tenía una palidez mortal, eso me impresionó mucho y me quedé pensando quién sería la extraña mujer, si tendría alguna relación con las apariciones de que todos hablan”, relató a Crónica.

Declaró a la Policía que esa noche había salido al Centro Asturiano con la barra de amigos. Uno de ellos atestiguó que les llamó la atención esa mujer por su belleza inexplicable.

Cuando llegamos al Club vimos que el estaba junto a la chata hablando con una bella muchacha… Antes de que llegáramos nuestro amigo hizo subir a la mujer en el vehículo, lo puso en marcha y partió”, relató.

No cabía dudas que esa chica de otro mundo existía en este plano de la realidad. “Todos los que estábamos allí vimos a la ocasional compañera de nuestro amigo y coincidimos en afirmar que era rubia, muy pero muy bonita, y estaba bien vestida”, relató.


“CAYÓ LA RUBIA”


El jueves 9 de agosto de 1973, Crónica tituló en su portada “¡CAYÓ LA RUBIA DEL DEL CEMENTERIO!”.

Rosa Rodríguez, de 25 años, había llegado hacía un par de meses de Sarmiento, no tenía trabajo y vivía en la pensión de la calle Juan B. Justo.

La noticia descolocó a todos los mortales. La apariciones no se correspondían con esa  mujer fantasma. El taxista que la llevó declaró los sucedido.

“¿Me llevás al cinco?”

“¿Dónde? ¿Acaso sos la aparecida?”

“¡Claro que soy la Rubia!”


El  conductor, que entró en pánico, dejó a la chica en la pensión y avisó a la Policía.  La revelación desconcertó aún más a los investigadores.

La “Rubia del Cementerio”, seguramente, era una mujer que sufría algún trastorno psiquiátrico.

Rosa Rodríguez permaneció encerrada en el calabozo unos días y por lo visto no atravesó la paredes. La Policía allanó la pensión donde vivía pero no encontraron más que una pila de ropa.

“Pero si esa chica no era capaz de nada, más bien aparentaba ser tímida….¡era tan calladita!”, comentaron unas señoras que la conocían.




 “¡EN LIBERTAD!” , tituló Crónica al día siguiente. La mujer desdichada salió ganando: le dieron ropa y un plato de comida caliente.

La Policía, en cambio, había dado otro paso en falso. El caso volvía a foja cero.

Rodríguez le había jugado una broma al taxista; era evidente que no tenía nada que ver con “La Rubia del Cementerio”.

“Resulta indudable que Rosa Rodríguez, una muchacha que está muy lejos de tener las características que se le atribuyen a la mujer aparecida, es alguien que cometió una broma en un acto de inconciencia que le pudo haber pesado mucho más”, deducía Crónica.

Nunca se iba a saber la verdad de las apariciones.

La explicación que dieron en aquel momento -a falta de otra mejor-, era esta chica era un “cuerpo astral”.

“El cuerpo astral provoca un cambio de energía que puede ser captado por la persona viva que se halle a su lado, la que puede llegar a imaginar que la toca, en fin, puede llegar a crear todos los sentidos comunes en el hombre”, explicaba el psíquico Norberto Biagini a Crónica.

El caso sin resolver se convirtió en mito de los comodorenses. Lo más probable es que todo hubiera sido producto de la imaginación. Aunque hay quienes aseguran que la “Rubia” aún sigue merodeando por ahí.

Después de todo, ¿Quién no ha visto un fantasma?

jueves, 26 de diciembre de 2024

Crisis del Beagle: Reclutamiento en Chile, 1960-1980

Reclutamiento de tropas en Chile, 1960-1980





Durante las décadas de 1960 a 1980, Chile vivió una época de profundos cambios que dejaron una huella indeleble en su tejido político, social y militar. En el corazón de estos años turbulentos, el reclutamiento militar evolucionó de una práctica estructurada y rutinaria a un engranaje fundamental en las transformaciones del país. Desde los días de relativa calma democrática hasta el auge de la dictadura militar, el servicio militar obligatorio fue un reflejo de las tensiones y aspiraciones de cada época.

Los años de la conscripción tradicional

El sistema de servicio militar obligatorio, conocido como conscripción, tenía una larga historia en Chile, arraigada en la Ley de Servicio Militar de 1900. Durante los años sesenta, bajo los gobiernos democráticos de mandatarios como Eduardo Frei Montalva, este sistema operaba de manera relativamente predecible. A la edad de 18 años, los jóvenes debían registrarse para el servicio militar, y mediante un sistema de sorteo, se seleccionaba a quienes servirían entre 12 y 24 meses.

En aquellos tiempos, el ejército mantenía un enfoque clásico: defensa nacional y seguridad interna, sin intromisiones políticas notables. El servicio militar era considerado un rito de paso, un puente hacia la adultez para muchos jóvenes chilenos. Sin embargo, la experiencia no era universal. Aquellos que no resultaban seleccionados o lograban exenciones, ya sea por razones médicas o educativas, observaban desde las sombras cómo otros cruzaban este umbral obligatorio.

La transformación bajo la dictadura de Pinochet

Todo cambió drásticamente tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que derrocó al gobierno de Salvador Allende y colocó al General Augusto Pinochet al mando de una dictadura férrea. En este nuevo orden, el ejército dejó de ser una institución al margen del poder político para convertirse en su columna vertebral. El reclutamiento militar adquirió una nueva dimensión, ya no solo como una herramienta de defensa, sino también como un medio para asegurar lealtades y fortalecer las filas de las fuerzas armadas en un clima de tensión interna y amenaza percibida.

Los jóvenes reclutas fueron inmersos en un ambiente impregnado de anticomunismo y adoctrinamiento ideológico. La neutralidad que había caracterizado al ejército en el pasado se diluyó, reemplazada por un claro alineamiento con los principios del régimen. Para algunos, el uniforme se convirtió en una oportunidad de estabilidad y profesionalización, ya que el ejército ofrecía incentivos como mejores salarios y beneficios. Para otros, sin embargo, representaba un peligro y una asociación con las violaciones a los derechos humanos que definieron al régimen. Conscriptos y soldados profesionales por igual fueron desplegados en tareas que incluyeron la represión interna, la detención de opositores y la ejecución de políticas que sembraron miedo en la sociedad chilena.

La sociedad frente al ejército

La percepción social del servicio militar durante este período fluctuó drásticamente. Lo que antes se veía como una experiencia formativa y de honor, comenzó a ser visto con desconfianza y temor bajo la dictadura. Muchas familias buscaron desesperadamente exenciones para sus hijos, especialmente aquellas con conexiones políticas o recursos económicos que les permitieran sortear el azar de la conscripción. Por otro lado, para algunos sectores, el ejército seguía representando un pilar de estabilidad en medio de la convulsión nacional.

Hacia un nuevo horizonte

A medida que la década de 1980 avanzaba, la dictadura consolidó su poder y el ejército se incrustó profundamente en la vida cotidiana de Chile. Sin embargo, las discusiones sobre el papel y la estructura de las fuerzas armadas no desaparecieron. La conscripción continuó siendo una práctica común, pero el debate sobre su legitimidad y necesidad comenzó a crecer a medida que el país buscaba reconciliarse con su pasado y encontrar un camino hacia la democracia.

En definitiva, el reclutamiento militar en Chile durante este período no solo fue un mecanismo de defensa, sino también un espejo de las transformaciones políticas y sociales de un país en constante redefinición. Cada joven que vestía el uniforme cargaba, de alguna manera, con el peso de una nación que luchaba por definir su identidad en medio de la tormenta.

 



martes, 30 de julio de 2024

Guerra Antisubversiva: La primera baja de la FAA

Primer efectivo de la Fuerza Aérea Argentina caído combatiendo la guerrilla peronista



ARGENTINA EN GUERRA. 1959-1990 GUERRA ANTISUBVERSIVA: EL 13 DE MARZO DE 1972 FALLECE UN SOLDADO CONSCRIPTO DE GUARDIA EN LA VIIª BRIGADA AÉREA DE MORÓN, GRAN BUENOS AIRES, BALEADO LA JORNADA ANTERIOR, ASESINADO POR LA SUBVERSIÓN CASTROGUEVARISTA. EL PRIMER EFECTIVO DE FUERZA AÉREA ARGENTINA CAÍDO EN COMBATE CONTRA LA SUBVERSIÓN COMUNISTA

Sean Eternos los Laureles



En 1972 la Argentina era, por gran diversidad de factores, muy distinta a la que hoy la mayoría de argentinos conocen, no sólo por gozar aún del coletazo de esa Argentina potencia que llegó a ocupar uno de los 10 primeros puestos del mundo entre finales del Siglo XIX y 1939, llegando a ser la Economía número 1 del mundo a finales del Siglo XIX y principios del XX, y conservando el puesto 6 aún durante la presidencia de Torcuato de Alvear, sino por la excelente educación, amplias perspectivas de desarrollo y trabajo que aún existían, y los altísimos índices de seguridad que eran envidiables a nivel mundial y a pesar de la violencia política que ya se vivía, siendo Argentina atacada terroristamente desde el año 1959 por mafiosas organizaciones extremistas comunistas castroguevaristas, sin que ello tenga nada que ver ni con el bombardeo a la Casa Rosada y el Golpe de Estado de 1955, que habitualmente esas mafiosas organizaciones empleaban como infantil excusa para justificar su criminal accionar, ¡pues en realidad respondian a directivas de potencias externas de gobiernos comunistas de ultraizquierda! (o sea la antítesis del peronismo fascista de ultraderecha), pues los extremistas eran comandados, entrenados y armados desde Cuba y respondían a la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hoy Federación Rusa), operando generalmente a través de Checoslovaquia, lanzándose la ofensiva extremista contra los nacionalismos latinoamericanos, entre ellos contra Argentina en 1959, siendo casi aniquilada hacia 1961, para resurgir luego bajo las directivas de la Operación Manuel, ideada por los judíos Raúl Castro y Ernesto "Che" Guevara, y el cubano Ramiro Valdez, como y tal cual consta en archivos del StB o ŠtB checoslovaco (Státní bezpečnost, en eslovaco, Štátna bezpečnosť), o sea la Seguridad del Estado que era como la CIA o el KGB de ese país, como dejó constancia en su informe de inteligencia A-00921/10-67 redactado a modo de balance 3 años después de iniciada la "Operación Manuel" en 1964, por la Administración Primera, con Copia al Comité Central del Partido Comunista Checoslovaco (Octavo Departamento), y donde entre otras cosas se especificaba la captación, reclutamiento, entrenamiento, organización, equipamiento, financiación, objetivos de las fuerzas extremistas que debían actuar atacando a Latinoamérica, incluida a la Argentina, y existiendo otros 12.000 documentos de este tipo hoy desclasificados que prueban que los extremistas que actuaban en Argentina lo hicieron a órdenes de Cuba y la URSS, intermediando Checoslovaquia como filtro para la infiltración. Esta ofensiva se extinguió hacia el año 1965, pero se retomó bajo esas mismas directivas y aún mejor organizada, con mayor violencia, en 1969, para ir ya convirtiéndose en una guerra de baja intensidad, siempre con la iniciativa subversiva castroguevarista operando sucia e irregularmente contra las Instituciones y la Sociedad argentina, que respondía como podía al criminal planteó extremista.
  Pero Argentina en 1972 estaba también sumergida en una transición absoluta: política, economica, social, cultural, tecnológica e industrial; de la que las Fuerzas Armadas no eran ajenas. El exiliado Teniente General y dos veces ex-Presidente de la Nacion Argentina (y golpista serial) Juan Domingo Perón estaba en pleno proceso de retorno a nuestro país, que también se encaminaba en otro retorno a esa democracia que en 1930 había comenzado a ser violada por el mismo Juan Domingo Perón (ver enlaces adjuntos), y ello ocurría en medio de la violencia política con un extremismo comunista al que el propio Perón toleraba para generar desestabilización política y social como un camino para hallanar su retorno. En ese contexto, la Fuerza Aérea Argentina también atravesaba un período de profunda evolución tecnológica, pudiendo destacar que, precisamente en el escenario donde se produjo el hecho que a continuación vamos a recordar, por esas fechas en la Base Aérea de la localidad de Morón, en el Gran Buenos Aires de la Provincia de Buenos Aires, la VIIª Brigada Aérea incorporaba los modelos de helicópteros más avanzados disponibles en el mercado, con los obsoletos cazas subsónicos de origen británico Gloster F.Mk-IV Meteor, arribados a la Argentina a partir del año 1947 cuando aún era uno de los cazas más avanzados del mundo (pero apenas 2 años antes de quedar totalmente superado por una nueva generación de jets de caza. Ídem enlaces), y que allí operaban en impotente defensa de la Capital Federal de la Nación, volando sus últimas horas en su rol de entonces casi inservibles interceptores, pues ya comenzaban a ser reemplazados por los cazas supersónicos Dassault Mirage IIIEA/DA adquiridos en 1970 y que comenzaban a incorporarse (ídem enlaces), al Escuadrón Mariano Moreno de la cercana Base Aérea de igual nombre en la localidad bonaerense así llamada, habiendo en la Base Aérea de Morón una febril actividad operativa.



  Es de ese modo cómo, el domingo 12 de marzo de 1973 el Soldado Conscripto Clase 1952 (SC/52) Luis Alberto Molina, quien había nacido el 4 de agosto de 1952 en la cercana localidad de San Martín, en la provincia de Buenos Aires, se hallaba realizando una guardia perimetral en el puesto de la entrada de calle Fray Justo Santamaria de Oro en su intersección con calle Gobernador Máximo Paz (que podemos ver en unas imágenes de hoy), entrada inhabilitada en la mayor parte del tiempo, lindante con la vía pública y poco transitada pero donde habitualmente, sobre todo los fines de semana, algún ocasional transeúnte se aproximaba para apreciar la actividad aérea que ocasionalmente se realizaba y se podía ver en la pista a lo lejos, es en ese momento que se detiene un automóvil y descienden dos jóvenes mujeres que se aproximan hasta la reja y entablan un diálogo con el Soldado Molina, desconociendo qué es lo que le manifestaron pero que evidentemente se trataba de un ardid para que el centinela se arrimara al franqueo y bajara la guardia, pues las mismas eran dos avezadas terroristas comunistas castroguevaristas pertenecientes a la mafiosa organización subversiva ERP-PRT (Ejército Revolucionario del Pueblo-Partido Socialista de los Trabajadores), las cuales simulando ser simples ciudadanas curiosas o extraviadas en algún momento extrajeron sus armas de puño e intimaron al efectivo de la Fuerza Aérea para que les entregue el fusil FAL que portaba; sin embargo el Soldado Molina no se amedrentó y, lejos de dejarse intimidar intentó resistir el ataque, siendo inmediatamente agredido a balazos, logrando las subversivas sustraerle el fusil por hallarse Molina ya malherido e inconsciente en el suelo, y dándose a la inmediata fuga las agresoras ante el estupor de algunos transeúntes, que dieron rápido aviso a las autoridades de lo acontecido.




  De inmediato el Soldado Molina fue asistido, se le brindaron atenciones en la enfermería de la misma Guarnición Aérea, y luego se lo trasladó al Hospital Aeronáutico Central, donde al día siguiente falleció. El médico de guardia en la Guarnición de Morón que en esa jornada atendió al Soldado Molina, el Doctor Fernando Espiniella, recuerda que recibió "un balazo en el tórax por debajo de su tetilla izquierda que perforó pleura y pulmón con importante pérdida de sangre, lo canalizé y lo transportamos en un Hiuss al HAC con sus piernas hacia arriba para tratar el shock. Soldados compañeros se ofrecieron y dieron su sangre para Molina. Una actitud de solidaridad y compañerismo como nunca ví en mi vida. Pocas horas después de una intervención quirúrgica muy complicada falleció. Fuí a la Compañía de Soldados y dí la triste noticia; llanto, bronca, impotencia, insultos se juntaron entre sus compañeros. Era la última guardia que hacía su clase pues esa semana se iban de baja."



El Soldado Conscripto Clase 52 Luis Alberto Molina, había sido asesinado, y fue la primera baja mortal de la Fuerza Aérea Argentina provocada por elementos subversivos desde que iniciaron su accionar 13 años antes, pues hasta ese momento la aeronáutica militar de nuestro país no había formado parte de los principales objetivos del terrorismo comunista. Fue ascendido, post mortem, al grado inmediato superior de Cabo, mediante Orden 256/73 del 9 de marzo de 1973 - BAR Nº 1856.
  Durante la visita que el 18 de abril de 1975 el Presidente de facto chileno, General Don Augusto Pinochet Ugarte, realizara a nuestro país para reunirse con la Presidente de la Nación Argentina, Doña María Estela Martínez de Perón, con el fin de discutir, entre otros temas, la elaboración del oportuno Plan Cóndor ¡para responder coordinadamente a 16 años de coordinada agresión terrorista contra los nacionalismos latinoamericanos!, si bien el Presidente chileno nunca salió de la Base Aérea Militar de Morón, lugar donde se celebró el encuentro, no sabía lo cerca que estuvo de ser víctima de un atentado terrorista, y si bien al caer la noche de esa misma jornada, Pinochet abordó el mismo avión en el que había llegado y partió de regreso a Chile, escoltado por la escuadrilla de cazas que lo había acompañado durante su travesía por territorio argentino, pocas horas después se supo que la Policía de la Provincia de Buenos Aires había desbaratado un atentado contra su persona, organizado por la mafiosa BDDT (Banda De Delincuentes Terroristas), como en vida el propio Presidente Perón calificaba a las organizaciones terroristas, y se trataba precisamente de la misma que Perón expulsó de Plaza de Mayo, Montoneros-JP.
  El hecho tuvo lugar el 10 de abril, en el Camino de Cintura, en el deslinde de los partidos de La Matanza y Morón, donde un comando de terroristas judeomarxistas castroguevaristas apostados a lo largo del trayecto abrieron fuego contra efectivos policiales, desencadenando un tiroteo que finalizó al cabo de una hora con la detención de 6 extremistas -entre ellos una mujer- y el secuestro de igual número de vehículos, además del armamento. A consecuencia de ese enfrentamiento la policía bonaerense desbarató una poderosa célula de la “Junta Coordinadora Revolucionaria”, que los diarios de la época la dieron por “extinguida”, aunque en esas fechas desconocían la verdadera dimensión de la organización que nucleaba al ERP-PRT de Argentina, MIR de Chile, PRTB-ELN de Bolivia y MLN-T Tupamaros de Uruguay), falleciendo 2 extremistas y resultando heridos graves dos policías, pero produciéndose la detención de 25 terroristas (21 extranjeros), el secuestro de un poderoso arsenal valuado en 1.000 millones de pesos viejos. ¿Que tenía que ver este suceso con el asesinato del primer efectivo de Fuerza Aérea Argentina acaecido unos 3 años antes?



  Los detenidos en el enfrentamiento resultaron ser Miguel E. Acosta, Roberto Aníbal Bottarini, Héctor Horacio Borotto, Ricardo Horacio Oudkerk, Armando Tomás Cernada y María Cristina Rodríguez, a quienes se les secuestró una pistola Browning calibre 9×19 número de serie 12.561 de la Policía Federal, robada al Agente Ramón Díaz el 1 de noviembre de 1973; una pistola Colt 11,25 mm N° 112.131, sustraída durante el copamiento de la empresa Chrysler, el 18 de octubre de 1971; , una pistola Browning 7,65 mm N° 22.695 y un revolver Rubí de fabricación nacional N° 64.200, ¡y el fusil FAL calibre 7,62×51 mm perteneciente a la Fuerza Aérea Argentina, arrebatado al Soldado Luis Roberto Molina el 13 de marzo de 1972, antes de ser ultimado! (orden del día de la Policía de la Provincia de Buenos Aires N° 23.268); siendo los vehículos capturados un Fiat 128 chapa C-420142, un Fiat 125 chapa B-067437, otro Fiat 128 chapa B-1183715, una camioneta pick-up Ford chapa B-1056102 y un Rastrojero diésel chapa B-1222969. Por encontrárselos vinculados a la causa, fueron también legal y constitucionalmente detenidos Dante "Canca" Gullo, montonero y dirigente de la JP (compañeros de andanzas de Patricia "La Piba", "Cali", "Carolina Serrano" Bullrich), y Dardo Cabo, director de “El Descamisado”. Se supo ese mismo día, que en lo más recio del tiroteo un importante número de terroristas habían logrado escapar, algunos a bordo de una camioneta desde la cual, según versiones extraoficiales, habrían arrojado granadas.
  En aquellas fechas el suceso de este humilde argentino que prestando su Servicio Militar Obligatorio dio todo por la Patria al ser asesinado por los acaudalados burgueses y aristócratas subversivos comunistas que conformaban los cuadros de las mafiosas organizaciones subversivas, eran titulares de las tapas de diarios y noticieros televisivos, que son los mismos diarios y noticieros televisivos que hoy guardan silencio de aquellos sucesos cada vez que victimizan a los victimarios terroristas comunistas al mismo tiempo que invisibilizan a sus verdaderas víctimas y demonizan a todo aquel que en defensa de la Patria se vió forzado a combatirlos en esa guerra sucia e irregularmente planteada por los mismos subversivos.
  Hoy, en la Base Aérea de Morón los apátridas políticos que gobiernan Argentina han colocado placas de honor para glorificar a los terroristas castroguevaristas que bajo órdenes de potencias externas atacaban sucia e irregularmente a la Argentina, a nuestra Sociedad, a nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad, incluida la misma Base Aérea de Morón donde asesinaron al Soldado SC/52 Luis Alberto Molina, una verdadera infamia, que es mayor aún al no permitir que ninguna placa recordatoria haga honor a ese valiente soldado que, haciendo honor a las palabras del General Manuel Belgrano "No hallo medio entre salvar a la patria o morir con honor", sin dudar dió su vida muriendo con honor para salvar la Patria del extremista flagelo comunista totalitario.
CABO LUIS ALBERTO MOLINA, ¡SALUDO UNO!



martes, 19 de marzo de 2024

ARA: La heroicidad del conscripto Anacleto Bernardi

25 de Octubre de 1927

El heroico acto del marinero conscripto Anacleto Bernardi de la Armada Argentina





Conscripto Bernardi, nombre que a muy pocos en Argentina les sonará, es un municipio de menos de 2.000. habitantes ubicado entre los distritos Banderas y Sauce de Luna del departamento Federal, en el norte de la provincia de Entre Ríos, a unos 155 kms. de la ciudad de Paraná, capital de la provincia, y que comprende la localidad del mismo nombre y un área rural.
  También, en una esquina de la localidad entrerriana de La Paz se puede observar una antigua casona con una gran placa en su ochava, que homenajea al Conscripto Bernardi, personaje oriundo de una localidad perteneciente a ese mismo Departamento, pero desconocido para la casi totalidad de los argentinos, que merece un recuerdo por su valentía.
  Incluso dentro de las Fuerzas Armadas Argentinas pocos oyeron hablar del Conscripto Bernardi, lo que por un lado resulta curioso por tratarse de un miembro de las mismas que, evidentemente y como advertimos alcanzó suficiente renombre como para que una localidad sea bautizada en su nombre o en su lugar de origen se le rinda tributo; mientras que por otro lado resulta preocupante que hasta entre la gente de armas no se recuerde hoy a, precisamente, la gente de armas que alcanzó mérito suficiente para que su memoria no se borre. Aunque como veremos no se ha borrado aún.
  En su momento el Conscripto Anacleto Bernardi supo despertar el orgullo de los entrerrianos, e incluso más, de los argentinos. En el año 1927, enfermo de pulmonía, ayudó a rescatar a los náufragos del buque italiano "Principessa Mafalda", frente a las costas de Brasil, pero en la acción no logró escapar de los colmillos de un tiburón.
  Anacleto Bernardi nació en el pueblo de San Gustavo, en el Departamento La Paz, el 13 de junio de 1906. Aquella muerte, cuando tenía 21 años, lo convirtió en leyenda. Hoy su apellido, precedido por el humilde grado militar de “conscripto”, es el nombre de calles de varias ciudades del país, de escuelas, bibliotecas y de la referida localidad entrerriana.
  El 8 de enero de 1927, Anacleto arribó al Puerto Militar, como aún se conocía entonces a la Base Naval Puerto Belgrano, tras recorer 1.200 kilómetros desde San Gustavo hasta esa sede naval, cercana a Bahía Blanca, para incorporarse al Servicio Militar Obligatorio en la Armada Argentina. Se sabe que enseguida se destacó por ser un excelente nadador, algo que había conseguido casi por costumbre desde su niñez en las aguas del río Paraná; también que en su desempeño en la conscripción fue tan distinguido que mereció el honor que pocos conscriptos alcanzaban, el servir a bordo del buque escuela de la Armada, la fragata ARA "Presidente Sarmiento", y con la cual poder dar una vuelta al mundo como parte del viaje de instrucción anual para los cadetes de mejor promedio, que así recorren los puertos del país y del mundo.
  Así se embarcó en la fragata ARA "Presidente Sarmiento", un formidable navío, el primero de Instrucción de la Armada Argentina (los anteriores habían sido buques adaptados para ese fin), construido en Inglaterra, con 85,5 metros de eslora y los 13,32 de manga, 7,55 mts. de puntal, 5,48 mts. de calado medio, un desplazamiento: con combustible completo de 2.733 tns., una velocidad máxima de 13 nudos, y económica 6 nudos, con arboladura y velamen de 3 palos de 54 mts. de altura, 21 velas de24.000 pies cuadrados de superficie, más 12 velas suplementarias de 6.000 pies cuadrados más, y una tripulación que puede variar entre los 32 oficiales, 40 cadetes y 275 tripulantes; armada con 4 cañones Armstrong de tiro rápido de 120/45 mm. instalados 2 en las amuras y 2 en el alcázar; 6 cañones de tiro rápido de 57 mm., 2 tipo Arnstrong en el castillete, 2 tipo Hothkiss sobre las batayolas y 2 Nordenfeldt en toldilla; 2 ametralladoras Maxim-Nordenfeldt de 7,65 mm. sobre batayolas; 2 cañones de 37 mm. Maxim-Nordenfeldt sobra las batayolas; y 3 tubos lanzatorpedos, todos sobre el agua, 1 en la roda y 2 en cubierta sistema "Whitehead" de 21 pulgadas.
  En aquella oportunidad la fragata debía recorrer las costas del Mar Mediterráneo, recalando en puertos de España, Francia y Grecia, y desde ya en esa Italia tierra natal de sus padres, desde donde habían partido a principios de siglo para terminar en suelo entrerriano.
  El buque navegó a su velocidad de crucero de 6 nudos, con topes de 13 nudos, que era la máxima que podía alcanzar en determinadas circunstancias, lo que como sabemos hace largo el viaje. El frío y viento, junto a la salinidad del océano, conjugado con las bacterias conviviendo con la tripulación el alta mar, generó que una molesta tos que desde el principio lo molestaba, se convertiera en un fuerte dolor en el pecho que no le dejaba respirar antes incluso de arribar a Italia. A bordo le diagnosticaron pulmonía, recomendaron descanso, sugiriendo retornar a la Argentina, pues el viaje aún debía continuar.
 Al llegar al puerto de Génova, en Italia, el comandante de la fragata encontró la oportunidad de desprenderse del enfermo, al coincidir con que el transatlántico "Principessa Mafalda", un navío de la empresa Navegazione Generale Italiana Societá Riunite Florio & Rubatino con sede en ese puerto, que desplazaba 9.210 tns. de porte bruto para una eslora de 141 mts., una manga de 17 mts., y capaz de alcanzar los 18 nudos en su trayectoria de Génova-Buenos Aires, estaba a punto de partir rumbo a la Capital Federal Argentina. Enseguida lo cambiaron de buque, con el Cabo artillero Juan Santoro designado para su cuidado, con la promesa de una rápida llegada a destino, ya que a esa velocidad el buque italiano podía estar anclando en el Río de la Plata en unas dos semanas.  De ese modo, zarparon el 11 de octubre de 1927.
   Construida en 1908 y botada en Nápoles en abril del año siguiente, homenajeaba con su nombre a la princesa italiana Mafalda de Saboya, hija del rey Víttorio Emanuel III y de la reina Elena, y había sido específicamente diseñado y construido para cubrir la ruta Génova-Buenos Aires. Para octubre de 1927 cumplía su nonagésima travesía entre Génova, Barcelona, Río de Janeiro, Santos, Montevideo y Buenos Aires. Durante la Gran Guerra fue requisado por la Reggia Marina Italiana y alojó a oficiales en Taranto. Es de destacar que un año antes de su pérdida, Carlos Gardel había sido uno de sus ilustres pasajeros en un viaje a España.
  Alfredo Hoffman, en Revista Telaraña digital cuenta que en 1927, las páginas del diario La Mañana de Paraná informaban los horarios de los vapores a Santa Fe, los resultados de las carreras de caballos a página completa y la cartelera de los cines Ítalo Argentino, Urquiza, con su programación de dibujos animados, y Palace 9 de Julio, que en octubre presentaba El hijo del Sheik, en ocho actos, con Rodolfo Valentino. Todavía no había llegado ninguna copia de The jazz singer, la primera película sonora, que ese mes se había estrenado en Nueva York.
  El jueves 27 de octubre, La Mañana se imprimió en los talleres de San Martín 268 (teléfono 384) con una noticia impactante en primera plana. Un telegrama fechado el día anterior en Buenos Aires llevaba por título “Naufragio del Principessa Mafalda” y daba detalles de la tragedia ocurrida el martes 25 cerca de las costas del sur de Brasil, cuando hombres, mujeres y niños –por entonces en cantidades controvertidas– terminaron en el fondo del océano Atlántico un viaje que prometía ser de lujo. El buque había partido el martes 11 del puerto de Génova, con cientos de europeos a bordo que se proponían alimentar el aluvión inmigratorio de aquella época en Argentina.
  El matutino decía que el barco había costado 7 millones de liras y que ya estaba decidido que ése sería su último viaje. “La causa de la catástrofe no se debe como en principio se creía a la niebla, sino a la rotura de un soporte de hélice que provocó la explosión de la caldera. El agua penetró con un ruido espantoso”, leyeron los paranaenses. También que eso sucedió exactamente a las 19.15 –luego se sabría que fue a las 17– y que el buque tardó cuatro horas en hundirse, hasta perderse a 120 pies de profundidad.
  Esa primera noticia decía que se habían salvado 1.520 pasajeros sobre un total de 1.600, avalando por lo tanto la versión de que solo 80 perdieron la vida. Pero un día después, el viernes 28, hubo que corregir el dato: “El número de pasajeros fallecidos en el sensible naufragio del paquebote italiano 'Principessa Mafalda' asciende a 324 viajeros. El capitán del buque, comandante Gulli, figura entre los desaparecidos”.
  Pero la tragedia recién erizó la piel de los entrerrianos el sábado 29, cuando se volcaron sobre la primera página de La Mañana atraídos por un artículo que un emocionado redactor tituló: “¡Héroes!”.
  “Buenos Aires, 28— A medida que continúan llegando las noticias sobre las escenas que se desarrollaron en el sensible naufragio del paquebote ‘Principessa Mafalda’ el público se va enterando también del papel que han jugado algunos héroes. Entre éstos debemos citar a uno de los nuestros, un entrerriano lindo, de la ciudad de La Paz, de nombre Anacleto Bernardi, conscripto de la fragata ‘Sarmiento’, que venía en el buque náufrago, de baja por enfermedad, y que ante la realidad de la catásfrofe sintió correr por sus venas la herencia ancestral, y se lanzó como bueno, como cuadra a un marino argentino, al salvataje”.
  “En esta tarea titánica, de héroes: salvar náufragos, estuvo consagrado hasta el último momento, en que desapareció bajo las aguas, arrastrado por un tiburón”.
  “El gesto del marino Bernardi honra a todos los argentinos”.
  El comandante Simón Gulli se opuso a partir de Génova aquel martes 11, porque conocía que las máquinas ya no respondían como debían. Pero la nave zarpó de todos modos. Hizo escala en Barcelona, en Dakkar (Senegal) y en las islas Canarias. La niña Doly Negrete, de dos años de edad, hija de un médico cirujano argentino, fue elegida “reginetta della nave”. A los pocos días de navegación comenzó a correr el rumor de que algo andaba mal. El domingo el barco se detuvo en alta mar, sin que nadie pudiera explicar las causas. El miércoles se paró de nuevo y comenzó a andar con una sola hélice.
  Los problemas siguieron hasta que el martes 25, mientras la orquesta tocaba en uno de los salones de fumar, se oyeron cuatro estruendos, seguidos de otro aún más fuerte, y el Mafalda vibró. Sonó el clarín de alerta. “¡Pónganse los salvavidas! ¡A los botes! ¡Hay peligro de naufragio!”, gritó alguien. La causa del accidente: se desprendió la única hélice en funcionamiento y abrió una profunda grieta. En instantes, el agua comenzó a esparcirse por todos lados. Habían pasado pocos minutos de las 17.
  A través del tiempo perduró este diálogo:
—El barco se hunde, Anacleto. Yo diría que vayas buscando un bote —dijo Santoro.
—Y usted, ¿qué piensa hacer? —preguntó Bernardi, tosiendo.
—Yo voy a ponerme a las órdenes del capitán para colaborar con el salvataje.
  El entrerriano miró a su superior. Carraspeó.
—Yo tampoco me embarco.
  En medio de la oscuridad y el pánico que reinaban en el interior del buque, los dos recorrieron los camarotes vela en mano y llevaron a la gente, desconcertada, a cubierta. Los botes salvavidas se llenaban de mujeres y niños. Muchos se arrojaban al agua, desesperados, y desaparecían. Otros elegían dispararse un balazo en la frente. La leyenda dice que Santoro y Bernardi salvaron a numerosas familias llevándolas, a nado, hasta la costa del sur de Brasil. Pero difícilmente eso haya sucedido así, porque el barco se hundió a 85 millas de la orilla, es decir, a 157 kilómetros. Otra versión, más verosímil, dice que ambos se arrojaron al mar recién cuando ya no quedaban pasajeros a bordo, porque habían decidido ser los últimos en ponerse a salvo.
  Del salvamento participaron varios buques que navegaban cerca, que fueron avisados por los desesperados radiotelegrafistas italianos Luigi Reschia y Francesco Boldracchi: “¡Del Principessa Mafalda a todos: SOS…! “¡Del Principessa Mafalda a todos: SOS…! Estamos en peligro. Nuestra posición es 16° Lat S y 37° Long O. Vengan enseguida. Necesitamos asistencia”. El holandés "Alhenam", desde el cual habían visto al "Principessa Mafalda" pasar a una milla de distancia, zigzagueante y escorado, respondió: “Llegaremos dentro de 20 minutos”. Desde el inglés $Empire Star": “Estamos cerca, a la vista, y vamos hacia ustedes. ¿Qué peligro corren?”. Desde el francés "Formose": “Vamos hacia ustedes. Llegaremos a las 22.30”.
  A las 20, los italianos dejaron de transmitir. El "Formose" pidió información al "Empire Star" y recibió como respuesta: “¡Estamos salvando sobrevivientes!”. A las 20.38 el argentino "Mosela" receptó uno de los mensajes de emergencia. Poco después, todavía lejos del lugar del hundimiento, ya estaba rescatando náufragos.



  A las 21.50 el "Principessa Mafalda" volvió a transmitir: “Lancen fuegos artificiales y preparen todos sus botes de salvamento. Hay mucha gente a bordo”. A las 22.45: “Encenderemos los tres últimos fuegos que tenemos. Manden todos los botes”. A las 22.56: “Es urgente. Vengan rápido. La nave se da vuelta. Ayudádnos y venid los tres aquí. A las 23.20 llegó el último mensaje: “Diga a sus embarcaciones que vengan a nuestro babor. A estribor es imposible”. A las 00.09 el "Formose" informó: “Avisamos a todos que el 'Principessa Mafalda' acaba de hundirse y que varias naves están en estos momentos recogiendo náufragos”.
  Cuentan que el capitán Simón Gulli se negó a ser salvado por las otras embarcaciones, de acuerdo a la tradición marina. En el momento del hundimiento, apareció en la proa vestido con su uniforme blanco y rechazó cortesmente a quien le gritó por un megáfono: “¡Arrójese al mar! ¡Lo salvaremos!”. Hizo sonar su silbato, saludó con la gorra y desapareció.
  Según la leyenda, Anacleto Bernardi entregó su cinturón de corcho a Giovanni Fasanno, un anciano que vacilaba en la cubierta del Mafalda, que no sabía nadar. Luego volvió a toser y se arrojó al mar junto con Juan Santoro. Permanecieron media hora aferrados a una escala de desembarco. Después empezaron a nadar hacia el "Mosela", que estaba a un kilómetro de distancia.


  Santoro relataría luego en su diario: “Nadábamos afanosamente. Bernardi iba a mi derecha, un poco retrasado. Llevaríamos ya unos 100 metros de travesía cuando los gritos escalofriantes, los gritos de un ser que se siente mordido y arrastrado hacia el fondo, dominaron un momento el rumor de las olas que se repitieron varias veces, cada vez más extraños y cada vez más patéticos. ¡Tiburones! ¡Son tiburones! No tuve tiempo de recapacitar. Sentí algo que me arrastraba también a mí hacia el fondo del abismo. Empecé a tragar agua y creo que perdí la noción de las cosas. Tuve la sensación de apretar una masa viscosa que se escapaba de mis brazos, cada vez más inertes. Después, aquello que me llevaba hasta el fondo, desapareció. Mis brazos volvieron a ser livianos. Ascendí cuatro, cinco metros. En la superficie aspiré una bocanada de aire que me dolió en los pulmones. Grité: ¡Bernardi! ¡Bernardi! Nadie me respondió. Estaba solo entre tinieblas. Bernardi había sido devorado por un tiburón”.



  Una semana después, un enviado del diario La Nación entrevistó al sobreviviente en Montevideo: “Un día antes se dijo a proa y a popa que el buque hacía agua. Pocos momentos después se hizo un simulacro de salvamento. Y llegó el naufragio. Cuatro golpes formidables, un mazazo gigantesco en que parecía que habían tomado parte todos los elementos. Se quebró el árbol de una de las hélices y ésta se vino hacia atrás, en tanto que el trípode giraba hacia la derecha, abriendo un rumbo en la popa. (…) Mi primer pensamiento en ese momento fue salvarme. Pero me acordé que era un marino argentino y me presenté al comandante poniéndome a sus órdenes. Me puse a salvar a las mujeres y a los niños. A la hora y media se hundió el buque. Alternativamente, nadaba y me aferré a la borda de una lancha, hasta llegar al 'Mosela'. Pedía una lancha para ir en busca de Bernardi, a quien había visto hacer prodigios de valor a bordo y luego en el agua. Se accedió a mi pedido y lo busqué, pero inútilmente”. El domingo 23 de octubre de 1977, dos días antes del cincuentenario del naufragio, Santoro falleció en Buenos Aires, desconociendo a que escala jerárquica llegó dentro de su escalafón.
  Aunque nunca se conocieron las cifras exactas, se calcula que en el naufragio murieron 324 personas (32 tripulantes y 292 pasajeros), de un total de 1.255 que iban a bordo (968 pasajeros y 287 tripulantes). De los viajeros fallecidos, más de 200 eran de tercera clase.
  El apellido Bernardi, acompañado de su humilde grado militar, se hizo inmediatamente famoso en Argentina. En noviembre de 1927, el diario La Mañana de Paraná publicaba entre sus noticias principales la marcha de la campaña “Pro colecta Anacleto Bernardi”, destinada a ayudar a la familia del “héroe del 'Principessa Mafalda'”. Adherían los comercios locales, instituciones, vecinos de la alta sociedad y reparticiones del gobierno provincial.
  El miércoles 23 de noviembre, La Mañana reprodujo íntegramente el artículo “La casa para la familia Bernardi”, de La Razón de Buenos Aires: “Ha regresado esta mañana de La paz, el señor Francisco Peña Barrientos, inspector de agencias de ‘La Razón’, quien fué (SIC) comisionado para elegir en aquella ciudad el terreno sobre el cual se construirá la casa para la familia del Conscripto Bernardi”.
  “El representante de ‘La Razón’, a su llegada a La Paz, se vio rodeado por las autoridades, gerentes de bancos locales, miembros del comercio y gente corresponsal del diario, todos los cuales se ofrecieron espontáneamente para asesorarlo en el cumplimiento de la misión que lo llevaba”.



   “Después de conversar con el señor Bernardi, y de oír cuáles eran sus deseos, el señor Peña visitó los terrenos y reunió la información necesaria para decidir la compra”.
  “Hoy mismo, todos los antecedentes han sido pasados al ingeniero Eduardo L. Edo, para que estudie la mejor orientación y proyecte los planos de una casa de estilo colonial, cómoda y sencilla”.
  “Dentro de breves días publicaremos el anteproyecto correspondiente y, de acuerdo con los pliegos de condiciones, contrataremos la construcción, para la cual se nos ha ofrecido donaciones en especie, a fin de que el saldo en efectivo sea lo mayor posible”.
  Como señalamos al iniciar la publicación, muy pocos en Argentina conocen la historia de estos dos valientes, ya que si bien Bernardi perdió la vida en la acción, Santoro ofreció su vida por igual; no obstante ello, la Armada Argentina aún le rinde homenaje al Marinero Conscripto Anacleto Bernardi, y algunos en la localidad de Bernardi, o de quienes residen en alguna calle o trabajan en algún lugar bautizado en su nombre, tal vez conozcan su historia; no obstante, muchos familiares de los sobrevivientes aún los recuerdan. Por ello, ecordémos nosotros tambien a estos dos héroes casi anónimos.
  Por la acción de solidaridad y valentía que el conscripto Anacleto Bernardi tuvo el 25 de octubre de 1927 la Armada Argentina instituyó el Día del Conscripto Naval en ese mismo día, en el año 1976, momento en que se inauguró un busto en su memoria en la Base Naval Puerto Belgrano.
MARINERO CONSCRIPTO ANACLETO BERNARDI, SUBOFICIAL JUAN SANTORO, SALUDO UNO!
▪️ Imágenes
•1, 7 y 8: Marinero Conscripto Anacleto Bernardi de la Armada Argentina. Por su valentía expuesta al dar la vida el 25 de octubre de 1927, desde 1976 esa fecha es el Día del Conscripto Naval.



•2: Paquebote “Principessa Mafalda”.



•3: El “Principessa Mafalda” se hunde frente a las costas de Brasil




• 4, 5 y 6: En el Puerto de La Paz, Provincia de Entre Ríos, en una de sus esquinas se halla esta antigua casona, el Hogar del Niño Conscripto Bernardi, con gran placa en su ochava, de homenaje al Conscripto Bernardi, por ser este uriundo de la localidad de San Gustavo, perteneciente a ese Departamento. La misma es es una institución a cargo de niños y niñas entre dos y doce años con derechos vulnerados, y se dedica a la educación integral de los niños que aloja. Tiene una comisión directiva ad honoren por ser un hogar de gestión privada. El personal que aquí trabaja pertenece al COPNAF.




•9 y 10: En diversas dependencias navales, tales como el Comando del en Jefe de la Armada Argentina o el Hospital Naval de Ushuaia, se erigen sendos bustos del Conscripto Bernardi, y aún hoy se le rinden honores.



•11 al 14: El Conscripto Bernardi y el Cabo Santoro eran tripulantes de la fragata y buque escuela ARA "Presidente Sarmiento" cuando retornaban en el “Principessa Mafalda”. La ARA "Presidente Sarmiento"  fue inicialmente diseñada por la empresa Armstrong, Mitchel & Co de New Castle. Inglaterra, pero será el Capitán de navío don Manuel Domecq García el que, junto con la colaboración de la firma Lairds Bross, le darán la forma definitiva, y en julio de 1896 se comienza su construcción para, dos años después, el 14 de julio de 1898, zarpa de Liverpool hacia Buenos Aires con una eslora de 85,5 metros, 13,32 mts. de manga: 7,55 mts. de puntal: 7,55 mts., 5,48 mts. de calado medio, un desplazamiento: con combustible completo de 2.733 tns., una velocidad máxima de 13 nudos, y económica 6 nudos, con arboladura y velamen de 3 palos de 54 mts. de altura, 21 velas de24.000 pies cuadrados de superficie, más 12 velas suplementarias de 6.000 pies cuadrados más, y una tripulación que puede variar entre los 32 oficiales, 40 cadetes y 275 tripulantes; armada con 4 cañones Armstrong de tiro rápido de 120/45 mm. instalados 2 en las amuras y 2 en el alcázar; 6 cañones de tiro rápido de 57 mm., 2 tipo Arnstrong en el castillete, 2 tipo Hothkiss sobre las batayolas y 2 Nordenfeldt en toldilla; 2 ametralladoras Maxim-Nordenfeldt de 7,65 mm. sobre batayolas; 2 cañones de 37 mm. Maxim-Nordenfeldt sobra las batayolas; y 3 tubos lanzatorpedos, todos sobre el agua, 1 en la roda y 2 en cubierta sistema "Whitehead" de 21 pulgadas. Se incorporó así a la Armada Argentina y permanece hasta el día de hoy, como buque museo fondeada en el Puerto Madero de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Capital Federal Argentina.


•15: El capitán del “Principessa Mafalda”, Simón Guli.
•16: El comisario Carlos Longobardi, rescatado del naufragio por el buque francés ”Formose”.
•17: Luis Reschia, radiotelegrafista del “Principessa Mafalda”.
•18: “Principessa Mafalda”.
•19 y 20: hall y cabinas del “Principessa Mafalda”.
•21: Recorrido y lugar de naufragio del “Principessa Mafalda”.


•22: El “Empire Star”


•23: El "Formose"


•24: Pintura que reproduce el trágico hundimiento del “Principessa Mafalda”.


http://regiondigital.com.ar/bernardi-la-leyenda/
https://gacetamarinera.com.ar/reubicaron-un-busto-del.../
http://www.histarmar.org/.../La%20Paz/ConscriptoBernardi.htm