domingo, 28 de abril de 2024

Bahía Blanca: La lealtad y la sublevación en la Revolución Libertadora

Entre la sublevación y la lealtad: cómo se vivió en Bahía Blanca la caída del gobierno de Perón

Durante los cuatro días que duró la denominada "Revolución Libertadora", en septiembre de 1955, la ciudad tuvo una participación decisiva junto a Punta Alta. Combates, bombardeos y tensiones, en medio de una sociedad local partida en dos.





Archivo La Nueva.



Por Mariano Buren || La Nueva


 
Eran las 15.20 del viernes 16 de septiembre de 1955 cuando una voz de hombre interrumpió buena parte de las transmisiones radiales del país para exclamar: "¡Aquí Puerto Belgrano!".

El sobresalto que provocó aquella frase tomó igualmente por sorpresa a los hogares peronistas como a los antiperonistas: el "Comunicado número 1 del Comando de las Fuerzas de Marina de Guerra" le anunciaba "al pueblo de toda la República" que la Flota de Mar se había levantado "contra la siniestra tiranía" del presidente Juan Domingo Perón, en nombre de "la libertad, la justicia y la paz espiritual".

En ese mismo momento el entonces intendente de Bahía, el abogado y docente peronista Santiago Bergé Vila -que había asumido el 1 de mayo de ese año tras ganar las elecciones con el 60,67% de los votos- recibía en su despacho al capitán de corbeta Guillermo Castellanos Solá y a un grupo de oficiales, quienes le anunciaron solemnemente que ya no era más el jefe comunal.

Bergé Vila no se mostró sorprendido: desde hacía varias horas intuía que aquella podía ser su última jornada al frente del palacio de Alsina 65. Cerca de las 8.30 de la mañana de ese mismo viernes, mientras daba clase de matemática en la Escuela de Comercio, observó cómo un avión sobrevolaba el centro de la ciudad arrojando volantes con proclamas revolucionarias contra el Gobierno.




Intendente peronista Santiago Bergé Vila


“Me fui a la intendencia, decreté asueto escolar y llamé a la gobernación pero, en vez de darme información, me pidieron que organizara la resistencia. Pedí Policía y me mandaron un agente. El resto estaba custodiando las usinas. A la hora me enteré de que la Marina había tomado Punta Alta (...). La Infantería ya estaba a tres kilómetros de Bahía Blanca, para tomarla. Entonces liberé al personal y me quedé solo a esperarlos", recordaría años después en el segundo tomo de Historia del Peronismo, de Hugo Gambini.

Para ese momento, informaciones contradictorias circulaban con fuerza por la ciudad: algunos afirmaban que la revolución contra Perón había estallado también en las ciudades de Córdoba y Curuzú Cuatiá, e incluso se rumoreaba sobre un inminente bombardeo contra las destilerías de YPF en La Plata. En paralelo los medios oficiales aseguraban que se trataba de "algunos levantamientos aislados" y que "dichos focos" estaban "siendo controlados y reducidos por las fuerzas leales". Era difícil saber quién decía la verdad.

Una versión, luego confirmada, sostenía que tres camiones con soldados adeptos al Gobierno habían sido atacados por un escuadrón aéreo en inmediaciones de General Cerri.

Casi al mismo tiempo “varias patrullas fueron destacadas hacia los caminos de acceso”, “se allanaron los locales de la GGT y la CGE, donde se secuestró algún armamento” y dos camiones con tropas armadas quedaron apostados “de vigilancia en el barrio obrero Villa Mitre”, agrega Isidoro Ruiz Moreno en su detallada investigación La Revolución del 55.



Las tropas, frente al municipio


El principal temor de muchos vecinos era que se repitieran los gravísimos incidentes ocurridos tres meses antes, cuando manifestantes peronistas destrozaron parcialmente la Catedral, la Curia Eclesiástica, los templos de Santa Teresita y del Inmaculado Corazón de María, además de incendiar la redacción del diario radical Democracia, en respuesta al intento de golpe de Estado del 16 de junio. Aquella tarde la ciudad había sufrido una de las jornadas políticas más críticas de su historia.

El doctor en Historia José Marcilese (UNS-Conicet) explica que, tras unos primeros tiempos de relativa convivencia, la tensión entre peronistas y antiperonistas bahienses había aumentado significativamente a lo largo de esa década.

"El golpe se justificó bajo el concepto de 'La segunda tiranía', un término acuñado por la oposición, pero también por el propio peronismo: las persecuciones, el control de los medios, el manejo de los contenidos escolares, las modificaciones electorales y la discrecionalidad en el reparto de los empleos públicos, entre otras acciones, fueron deslegitimando al peronismo, que se manejaba con mucha torpeza en relación a la oposición, y alimentando a un antiperonismo que sabía que nunca le iba a poder ganar electoralmente", detalla.

"Ademas hay que remarcar que se trataba de dos maneras completamente diferentes de mirar la realidad social: el peronismo modificaba jerarquías y afectaba intereses del statu quo, y las clases más acomodados no veían con buenos ojos el ascenso rápido de algunos sectores. El nuevo escenario era interpretado con desagrado", observa Marcilese.




Guillermo Castellanos Solá


Tras el desplazamiento de Bergé Vila como intendente, el denominado Comando Revolucionario del Sur tomó el control de la sede municipal y Castellanos Solá emitió una proclama por LU7 explicando los motivos del levantamiento e invitando a todos los vecinos a adherirse a la "Revolución Libertadora".

“Una gran parte de la población se volcó a las calles (…) y numerosos civiles ofrecieron espontáneamente su colaboración”, aseguró el capitán de Navío Jorge Perrén, uno de los jefes de la sublevación en Puerto Belgrano, según la investigación de Ruiz Moreno.

Sin embargo, no todo resultó tan pacífico: el Regimiento V de Infantería se mantuvo fiel al Gobierno, por lo que fue atacado durante varias horas por la Aviación de Marina hasta conseguir su rendición. De acuerdo con los datos del Archivo Nacional de la Memoria, en medio de esos enfrentamientos falleció el jornalero Tomás Pacheco, de 64 años.

En las primeras horas del sábado 17 de septiembre, la indefinición sobre la suerte del Golpe -especialmente en la Ciudad de Buenos Aires- forzó al interventor militar a decretar poco después un toque de queda a partir de las 11.30 del día siguiente para evitar posibles "alteraciones del orden".




Pero a diferencia de los combates que se desarrollaron en otras partes de la región, como en Sierra de la Ventana, Tornquist y Saavedra, durante los otros tres días que duró el derrocamiento casi no se registraron nuevos enfrentamientos en el casco urbano de Bahía.

Las multitudes que, por caso, habían acompañado las visitas de Perón, en febrero de 1946, y de Evita, en noviembre de 1948, quedaron silenciosas ante los grupos que avanzaban por la avenida Eva Perón (hoy Colón) arrancando los carteles enchapados con el nombre de la exprimera dama.

Del mismo modo, observaron impasibles cómo las caravanas de autos circulaban por las principales calles céntricas, tocando bocina y agitando banderas argentinas.

"No hubo reacción para defender a Perón y, de pronto, se notó ese odio contenido durante muchos años por los antiperonistas: hubo delaciones, despidos, cesantías, e incluso circularon grupos armados por la ciudad buscando a dirigentes y militantes peronistas para detenerlos", puntualiza Marcilese.

El martes 20 de septiembre las radios confirmaron finalmente la renuncia de Perón a la Presidencia, la asunción de una Junta Militar y el comienzo de otro capítulo político en el drama nacional.

sábado, 27 de abril de 2024

Argentina: La Melchora

La Melchora

Melchora Caburú, o La Melchora, el gran amor de Andresito y una guerrera que luchó por Misiones

Fue una mujer determinante en la historia misionera, de la que poco se sabe y a la que poco se ha valorizado.

En los meses previos a su arribo, las tropas del Comandante Andres Guacurarí habían ingresado a Corrientes (se presume en agosto de 1818). Por su impronta y personalidad, la llegada de Melchora fue bien recibida por todas las personas, tanto por su rol como organizadora de los campamentos como por su facilidad para calmar el ímpetu de Andresito, en tiempos muy difíciles y conflictivos.

Diferentes historiadores presumen que nació en San Borja y que fue adoptada por la familia Caburú, con la que creció en Santa Lucía. Por su rostro blanco, quemado del sol, sus ojos claros y pelo castaño, Melchora llamó la atención de Andresito, con quien rápidamente inició una relación de amor.

Su carácter apacible y determinado -aquél que logró amansar el ímpetu indomable de su compañero Andresito durante tan turbulenta época- le permitió erigirse entre los soldados para organizar los campamentos durante las campañas del Comandante General.

Entre las funciones que adoptó, organizaba las caravanas de niños y mujeres que debían resguardarse de los combates, con voz suave pero con gestos firmes. Supo conseguir la validación de los hombres en una época extremadamente compleja para ello, y en un ámbito “impropio” para una mujer.

Nunca llegaron a casarse pero tuvieron una unión que estuvo signada fuertemente por el compromiso adoptado por ambos para la defensa y liberación de los territorios que hoy conforman el noreste argentino tal como se lo conoce en la actualidad.



Fuente Historias Región Litoral
Colaboró Javier Rodas
 

miércoles, 24 de abril de 2024

Rusia Imperial: El ejército entre 1650-1715

Ejército Ruso 1650-1715

Russian Armed Forces

 





Al igual que otros estados modernos tempranos, en la década de 1630 los líderes de Rusia se propusieron reformar y modernizar el ejército. Lo hicieron en gran medida basándose en los ejemplos del "nuevo ejército modelo" holandés y sueco establecidos décadas antes por Maurits of Nassau y Gustavus Adolphus. En Rusia durante este período, las unidades más modernas se conocían como regimientos de "nueva formación" (unidades reformadas entrenadas y equipadas al estilo de Europa occidental). Primero lucharon junto a unidades más antiguas de Strel'sty en la Guerra de Smolensk (1632-1634) librada entre Polonia-Lituania y Moscovia. Estas primeras unidades experimentales se disolvieron al final de ese conflicto, bajo la presión social y económica de los intereses militares tradicionales. Los regimientos de infantería, caballería y dragones de nueva formación se levantaron nuevamente en 1637 para luchar contra los tártaros. Dentro de un año, un núcleo de 5.000 dragones y 8, Se reclutaron 700 nuevos infantes y luego se disolvieron nuevamente. En la década de 1640 se llevaron a cabo más experimentos con tropas de nueva formación, como reclutar campesinos a lo largo de la frontera sur con los cosacos y tártaros para que sirvieran como dragones a tiempo parcial. También se alentó a la caballería servidumbre o “dvorianstvo” (nobleza terrateniente) a retomar su papel tradicional a lo largo de la frontera, a cambio de evitar una mayor degradación social.

A principios de la década de 1650, el ejército ruso tenía más de 133.000 hombres registrados en sus registros, de los cuales solo el 7 por ciento eran tropas de nueva formación. El estallido de tres conflictos interrelacionados que llevaron a Rusia a una lucha prolongada desde 1654 resultó ser el acicate necesario para reformar casi todo el Ejército: los acontecimientos finales y el debilitamiento de Polonia causados ​​por el Levantamiento de Khmelnitsky (1648-1654), la Segunda Guerra del Norte ( 1654-1660), y la Guerra de los Trece Años (1654-1667). Para 1663, el 79 por ciento de las tropas rusas estaban en unidades de nueva formación. Se les suministraron modernas armas de fuego de pedernal, aunque algunos todavía usaban mechas durante más tiempo que en Europa occidental. Ambos tipos de armas de infantería finalmente se fabricaron en Rusia en una fábrica construida por expertos holandeses en Tula en 1632 y se expandieron a partir de entonces. Se importaron decenas de miles de mosquetes adicionales de las Provincias Unidas, Alemania y Suecia, al igual que muchos miles de mercenarios. Durante la última mitad del siglo XVII, dos famosos regimientos de guardias, los guardias Preobrazhenski y los guardias Semenovskii, formaron el núcleo moderno del ejército ruso. Sirvieron junto a dos regimientos de guardaespaldas, los strel'sty y la caballería de servidores. El hecho de que grandes ejércitos rusos siguieran siendo despachados rutinariamente e incluso derrotados por fuerzas polacas y suecas más pequeñas no sorprendió a nadie antes de 1709. Pero debería haberlo hecho, porque la transformación militar en Rusia ya estaba en marcha antes de que Pedro I se convirtiera en zar. los Guardias Preobrazhenski y los Guardias Semenovskii formaron el núcleo moderno del ejército ruso. Sirvieron junto a dos regimientos de guardaespaldas, los strel'sty y la caballería de servidores. El hecho de que grandes ejércitos rusos siguieran siendo despachados rutinariamente e incluso derrotados por fuerzas polacas y suecas más pequeñas no sorprendió a nadie antes de 1709. Pero debería haberlo hecho, porque la transformación militar en Rusia ya estaba en marcha antes de que Pedro I se convirtiera en zar. los Guardias Preobrazhenski y los Guardias Semenovskii formaron el núcleo moderno del ejército ruso. Sirvieron junto a dos regimientos de guardaespaldas, los strel'sty y la caballería de servidores. El hecho de que grandes ejércitos rusos siguieran siendo despachados rutinariamente e incluso derrotados por fuerzas polacas y suecas más pequeñas no sorprendió a nadie antes de 1709. Pero debería haberlo hecho, porque la transformación militar en Rusia ya estaba en marcha antes de que Pedro I se convirtiera en zar.



La “revolución militar” en Rusia ya estaba en marcha al final de la Guerra de los Trece Años en 1667, momento en el cual la infantería de nueva formación constituía casi el 80% de todas las formaciones del ejército ruso fuera del strel'sty. Además, muchos regimientos de nueva formación estaban dirigidos por rusos bien entrenados y experimentados, en lugar de extranjeros. Sin embargo, la transformación final del ejército ruso en una fuerza moderna no comenzó hasta poco antes del comienzo de la Gran Guerra del Norte (1700-1721). En 1699, Peter comenzó una seria expansión del Ejército, además de haber comenzado antes la construcción de una Armada completamente nueva. Para 1700, Peter había reunido a 32 000 reclutas en dos regimientos de dragones y 27 de infantería, junto con algunos escuadrones de caballería. Estos hombres, en su mayoría campesinos, fueron apoyados por restos de regimientos más antiguos y caballería servida y cosaca. Todavía estaban entrenando cuando fueron derrotados por los suecos en Narva (1700).

Peter hizo mucha propaganda de esa derrota porque lo ayudó a desacreditar las viejas costumbres en favor de reformas urgentes, lo que a su vez aumentó su reputación como un gran modernizador, occidentalizador y visionario. Esto debe tenerse en cuenta, incluso cuando se señala que él fue de hecho la principal fuerza impulsora detrás del cambio radical en la cultura y las instituciones militares rusas, y que Narva fue el punto central de sus reformas. En los años inmediatamente posteriores a Narva, el Ejército se amplió a 47 regimientos de infantería. La caballería de servidores se reformó drásticamente, con todos los hombres elegibles mayores de 15 años registrados para el servicio en nueve regimientos de dragones de nueva formación fundados en 1702. Peter también estableció cinco nuevos regimientos de granaderos de compañías existentes. Los cambios fueron bloqueados por un nuevo sistema de reclutamiento, establecido por decreto en 1705, bajo el cual cada 20 familias campesinas proporcionaron un recluta para el Ejército o la Marina y le proporcionaron su comida, uniforme y botas. La cuota se llenó en 1710, año en el que el sistema suministraba hasta 50.000 nuevos reclutas por año. Estaban organizados en dos regimientos de Guardias, cinco de granaderos, 35 de fusileros y 42 de infantería ordinaria. También hacia 1710, el brazo de caballería alcanzaba los 35.000 efectivos, además de 45.000 cosacos y otros auxiliares. La artillería del ejército tenía casi 150 cañones de campaña y tiró de un tren de asedio sustancial. Estos niveles se mantuvieron más o menos hasta el final de la Gran Guerra del Norte, a pesar de las altas tasas de deserción entre los nuevos reclutas. año en el que el sistema suministraba hasta 50.000 nuevos reclutas por año. Estaban organizados en dos regimientos de Guardias, cinco de granaderos, 35 de fusileros y 42 de infantería ordinaria. También hacia 1710, el brazo de caballería alcanzaba los 35.000 efectivos, además de 45.000 cosacos y otros auxiliares. La artillería del ejército tenía casi 150 cañones de campaña y tiró de un tren de asedio sustancial. Estos niveles se mantuvieron más o menos hasta el final de la Gran Guerra del Norte, a pesar de las altas tasas de deserción entre los nuevos reclutas. año en el que el sistema suministraba hasta 50.000 nuevos reclutas por año. Estaban organizados en dos regimientos de Guardias, cinco de granaderos, 35 de fusileros y 42 de infantería ordinaria. También hacia 1710, el brazo de caballería alcanzaba los 35.000 efectivos, además de 45.000 cosacos y otros auxiliares. La artillería del ejército tenía casi 150 cañones de campaña y tiró de un tren de asedio sustancial. Estos niveles se mantuvieron más o menos hasta el final de la Gran Guerra del Norte, a pesar de las altas tasas de deserción entre los nuevos reclutas. La artillería del ejército tenía casi 150 cañones de campaña y tiró de un tren de asedio sustancial. Estos niveles se mantuvieron más o menos hasta el final de la Gran Guerra del Norte, a pesar de las altas tasas de deserción entre los nuevos reclutas. La artillería del ejército tenía casi 150 cañones de campaña y tiró de un tren de asedio sustancial. Estos niveles se mantuvieron más o menos hasta el final de la Gran Guerra del Norte, a pesar de las altas tasas de deserción entre los nuevos reclutas.

Más que un aumento en el número, lo que cambió fundamentalmente dentro del ejército ruso en este período fue un énfasis en el profesionalismo entre los oficiales y, en consecuencia, una mayor disciplina en el campo de batalla. Al igual que con todos los primeros ejércitos modernos, esto se logró mediante ejercicios intensivos. Los soldados y comandantes suecos comenzaron a notar ya en 1704 que, mientras que los ejércitos rusos solían dividirse y huir una vez que la batalla comenzaba a ir en su contra, los regimientos de "nueva formación" exhibían una capacidad creciente para sufrir reveses y luego unirse y resistir. , o incluso contraatacar.

Además, los rusos no se limitaron a imitar las tácticas y estilos de lucha occidentales. Aprendieron sus propios métodos y desarrollaron su propio estilo, que se adaptó bien a las condiciones del este. Por ejemplo, los rusos mostraron una disposición inusual para salir de los atrincheramientos y luchar ante ellos en combate abierto, aprovechando los números siempre superiores. Del mismo modo, las guarniciones rusas se negaron cada vez más a sentarse dentro de las fortalezas, esperando que llegara algún ejército polaco o sajón y un tren de asedio y las hiciera estallar. En cambio, las tácticas defensivas rusas enfatizaron la movilidad y el acoso de las partidas de forrajeo enemigas y las columnas de suministros, confiando en una ventaja natural en el número de caballería para llevar a cabo incursiones. Flexibilidad, aprovechar el terreno y ocultarse en bosques y pantanos antes de buscar la batalla. en lugar de refugiarse dentro de fortificaciones fijas, se convirtió en el sello distintivo del ejército petrino. En ninguna parte esto fue más evidente que durante la brillante campaña defensiva rusa de 1708-1709 que culminó con el triunfo en Poltava. Cuando Peter murió en 1725, había modernizado el ejército ruso y elevado sus cohortes permanentes a 130.000 hombres. Más importante aún, también había persuadido a la élite del servicio noble de que, como había sido el caso de la élite militar y del servicio sueco en el siglo XVII, el amanecer del siglo XVIII presentó a Rusia oportunidades para crecer y enriquecerse a través de la guerra agresiva. Cuando Peter murió en 1725, había modernizado el ejército ruso y elevado sus cohortes permanentes a 130.000 hombres. Más importante aún, también había persuadido a la élite del servicio noble de que, como había sido el caso de la élite militar y del servicio sueco en el siglo XVII, el amanecer del siglo XVIII presentó a Rusia oportunidades para crecer y enriquecerse a través de la guerra agresiva. Cuando Peter murió en 1725, había modernizado el ejército ruso y elevado sus cohortes permanentes a 130.000 hombres. Más importante aún, también había persuadido a la élite del servicio noble de que, como había sido el caso de la élite militar y del servicio sueco en el siglo XVII, el amanecer del siglo XVIII presentó a Rusia oportunidades para crecer y enriquecerse a través de la guerra agresiva.

lunes, 22 de abril de 2024

España Imperial: El capitán Menéndez

Capitán Menendez


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Os voy a explicar la historia del capitán Menéndez, una de las más fascinantes de la América española. Su nombre original era Mandinga y era un criollo natural de la Angola portuguesa. Siendo un adolescente, fue secuestrado por tratantes de esclavos y llevado a la provincia de la Carolina británica.



Mandinga logró huir, viviendo un tiempo entre los indios yamasee, en el nordeste de Florida, uniéndose a su lucha contra los ingleses. En 1724 llegó a San Agustín, en Florida, donde se le concedió asilo. En aquella época, la Florida española era un santuario para los esclavos que huían de las colonias británicas y fue, de hecho, el primer territorio del actual EEUU donde los negros fueron libres.
Se lo explicáis a todos los negrolegendarios que acusan al imperio español de racista.




Tras llegar a Florida y bautizarse en la fe católica, Mandinga tomó el nombre español de Francisco Menéndez y ayudó en la defensa de San Agustín frente a los ingleses en 1727, forjándose una reputación de líder.



Se le otorgó el rango de capitán de las milicias negras del Ejército Español en Florida.
Con 24 años, se convirtió en el comandante del Fuerte de Gracia Real de Santa Teresa de Mosé (un día haré un hilo sobre el Fuerte Mosé) tras su construcción en 1738.



Ese asentamiento ya daba cobijo por entonces a 100 esclavos huidos de las colonias británicas entre hombres, mujeres y niños.



Los milicianos negros de Menéndez deseaban vengarse de los ingleses por los sufrimientos que les habían provocado durante la esclavitud. Además, estaban movidos por un fuerte amor y gratitud hacia España, hasta tal punto que juraron ser "los enemigos más crueles de los ingleses




y derramar hasta su última gota de sangre en defensa de la Gran Corona de España y la Santa Fe". Junto a ellos también combatieron indios semínolas.



En junio de 1740 los ingleses lograron tomar el Fuerte Mosé, en su camino hacia la ciudad de San Agustín.



Pero sólo un mes después las tropas regulares comandas por el capitán Antonio Salgado y las milicias negras y seminolas de Francisco Menéndez contraatacaron, en una operación de madrugada que cogió a los ingleses por sorpresa . Fueron masacrados. Se frenó la ofensiva británica sobre San Agustín, dando tiempo a la llegada de refuerzos españoles desde La Habana. Durante la batalla, Fuerte Mosé quedó tan dañado que Menéndez y sus hombres tuvieron que asentarse en San Agustín. Poco después, Menéndez y algunos de sus hombres se unieron a un barco corsario, el cual fue capturado por un buque británico llamado "Revenge". Cuando los ingleses descubrieron la identidad de Menéndez, amenazaron con castrarle como venganza por la victoria de Fuerte Mosé. Al final escogieron otro castigo brutal: 200 latigazos echándole sal en las heridas para que no curasen.



Tras ello, fue enviado como esclavo a las islas Bahamas, de donde consiguió huir de nuevo y volver a San Agustín. Allí ayudó a reconstruir el mítico Fuerte Mosé en 1752, convirtiéndose de nuevo en su comandante, ya con 38 años. En 1763, tras la entrega de la Florida española a Inglaterra, Menéndez y sus milicianos negros se marcharon a Cuba, pues se negaban a vivir bajo la bandera británica. Una vez en la isla, que entonces era parte de España, fundaron una comunidad llamada San Agustín de la Nueva Florida, en la actual provincia cubana de Matanzas.



La historia de Menéndez y sus milicianos negros es reivindicada hoy por negros de EEUU como parte de su legado español, llevándose a cabo recreaciones históricas sobre los combates que los regulares españoles, las milicias negras y sus aliados semínolas contra los ingleses.