sábado, 23 de diciembre de 2017

SGM: Las catacumbas de Odessa

En la Segunda Guerra Mundial, los partisanos soviéticos se escondieron en las catacumbas de Odessa, que se extienden a lo largo de miles de kilómetros por debajo de la ciudad.


Kate Bulo || The Vintage News




Nada es más intrigante que un laberinto de túneles subterráneos que recorren miles de millas en tres niveles. Especialmente si ese laberinto tiene tantas historias sobre su existencia que se hace difícil distinguir lo que es real y lo que es mito.

Y al igual que las Minas de Moria que Tolkien escribió en las novelas de El Señor de los Anillos, las minas de Odessa también tienen su leyenda.

Encontrado en Ucrania, el más profundo de estos túneles se extiende casi 200 pies debajo de las calles de Odessa. Hay muchas entradas al vasto complejo de túneles, al menos 1,000, y se han reportado varias muertes a lo largo de los años, de personas que deambulan, se pierden y nunca más vuelven a ser vistas.



La red de catacumbas más grande del mundo, Odessa, Ucrania, siglo 19-20

La mayoría de las catacumbas son el resultado de la persistente extracción de piedra que comenzó en el siglo XIX. La ciudad de Odessa se estaba expandiendo rápidamente en ese momento, y la piedra extraída aquí se utilizó en la construcción de edificios.

Los mineros usaron sierras para cortar la piedra caliza, una tarea que medio siglo después creó todo un complejo de túneles.

Después de la Revolución de Rusia, la extracción de piedra fue prohibida, especialmente en Odessa. Durante la Segunda Guerra Mundial, estos túneles fueron utilizados por los movimientos de resistencia partisanos soviéticos como un perfecto escondite táctico.


En las catacumbas de Odessa

Después del final de la guerra, se creó un club llamado "Poisk" (búsqueda). Su tarea era rastrear los pasos de la historia soviética en estos túneles. El club fue lo suficientemente exitoso con su compromiso de que, gracias a Poisk, hoy hay mapas que representan grandes áreas de los túneles bajo Odessa. Pero nadie ha logrado mapear completamente todo el laberinto de túneles.


Odessa: entrada de catacumbas


Según los investigadores, más del 90 por ciento de las catacumbas son creadas por la minería. El resto es formaciones subterráneas naturales o se cavó por otras razones, como el alcantarillado.

A los que no les importa la falta de aire fresco, existe el Museo de la Gloria Partidista que realiza recorridos dentro de una pequeña porción de las catacumbas. Pero hay quienes se aventuran en los túneles por su propia cuenta. No hace falta decir que ir allí trae peligro e incluso la muerte.


Bombilla de luz antigua junto al techo de la cueva círculo amarillo

Una de estas historias inevitablemente nos lleva a Masha, una estudiante que debería haber sabido mejor que aventurarse dentro de los túneles. Durante las celebraciones de la víspera de Año Nuevo en 2005, ella y sus amigas bebieron demasiado y decidieron pasar la noche dentro de uno de los túneles. Llegó la mañana y todos se fueron. Pero olvidaron que Masha estaba con ellos y la dejó atrás.

Masha fue abandonada allí: perdida, asustada, desorientada y en total oscuridad. O eso dice la historia. Investigaciones posteriores sugirieron que Masha era un personaje inventado y su muerte nunca ocurrió. Y así, Masha poco a poco se convirtió en una leyenda, una de las muchas de este lugar.



Pero lo que realmente está ahí es difícil de saber, ya que las catacumbas son cinco veces más grandes que las famosas catacumbas de París. Es fácil imaginar oscuros secretos de asesinatos, personas perdidas o cuerpos arrojados, todos dignos de una película de terror.


Odessa: entrada de catacumbas

Hay un trágico caso de asesinato en la vida real: un hombre de unos veinte años que mató a su novia con un hacha en estas minas.

Historia relacionada de nosotros: dos personas murieron en el complejo de túneles de Hitler en la isla de Jersey después de la Segunda Guerra Mundial terminó

Las tragedias que permanecen ocultas son lo que mantiene viva la leyenda de este lugar. Miles de kilómetros de túneles son más que suficientes para albergar miles de secretos.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Argentina: Violencia política interna de parte de sindicalistas

Aquel crimen, estos sindicalistas

El papel del sindicalismo peronista entre 1973 y 1976 ha quedado sepultado en los archivos. Debería conocerse.



Sergio Bufano, asesinado por una patota sindical en 1974. 

El 13 de diciembre de 1974 un grupo armado perteneciente a la Juventud Sindical Peronista salió del sindicato en dos automóviles Falcon. Eran seis o siete, no se conoce el número exacto; llevaban armas cortas y ametralladoras. Llegaron a la puerta de la fábrica Miluz, en Florida, y esperaron a sus presas. Desde el interior del establecimiento, al verlos, los obreros llamaron a la comisaría de la zona y poco después un patrullero se hizo presente; su dotación conversó con los miembros de la patota y se retiró rápidamente: territorio liberado.

Los buscados eran Miguel Angel Bufano y Jorge Fisher, miembros de la Comisión interna y militantes del Partido Obrero. Ambos habían cometido un error, tratar de despedirse de sus compañeros porque ya no podrían volver a la fábrica debido a las amenazas de los sindicalistas. Al verlos ingresar en la planta, los directivos de Miluz llamaron al sindicato y le avisaron: están acá. No hicieron la denuncia a la policía, porque ninguno de los dos estaba buscado; avisaron a la patota, que no perdió tiempo y partió hacia el lugar. Velozmente, porque los sindicatos controlados por el peronismo tenían arsenales en sus sedes. En pocos minutos juntaron las armas y estacionaron en la puerta de Miluz.
Al ver que no se iban, Bufano y Fisher intentaron aprovechar la salida de sus compañeros que terminaban su horario de trabajo y mezclados entre ellos subieron todos a un colectivo. No hubo caso. La patota lo advirtió y pocas cuadras después cruzaron un vehículo delante del transporte, subieron con sus armas largas e inspeccionaron a los pasajeros: a ellos dos los bajaron a culatazos y los metieron en los autos.
“A mí me defienden los trabajadores”, me había dicho Miguel Angel, mi hermano, cuando una semana atrás le previne que con esa gente no se jugaba. Por supuesto, los trabajadores que debían defenderlo quedaron paralizados frente a ametralladoras y pistolas. Por una orden de la dirección del partido al que pertenecían, y que ellos aceptaron ingenuamente, fueron a un lugar al que no tendrían que haberse acercado. Esa decisión termino trágicamente.
Miguel Angel fue golpeado hasta quebrarle huesos. Después fue llevado hasta un basural y allí, en medio de la noche, acribillado con cuarenta disparos. Cuarenta tiros sólo para él. No bastaba uno, había que dejar una huella intimidatoria. Un ejemplo.
Miguel Angel no usaba armas, no era violento, estaba en contra de los grupos guerrilleros a los que calificaba de foquistas y apresurados. Pero disputaba la conducción de la Comisión Interna a los miembros del sindicato peronista.
En 1973 había sido invitado a una reunión de delegados en Mar del Plata organizada por la CGT. Instalado en el hotel, recibió la visita de un miembro del sindicato que le ofreció una buena cantidad de dinero: “aprovechá para ir al casino, pibe”, le dijo. Por supuesto, mi hermano no aceptó el soborno. Minutos más tarde llamaron a la puerta dos hermosas muchachas que se ofrecieron a pasar la noche con él. Enviadas, claro, por los sindicalistas. Nuevamente las rechazó, sin advertir que allí estaba sellando su destino. Quien no acepta dinero sucio ni “chicas” para divertirse, es un enemigo. Y al enemigo, ya fue dicho: ni justicia.
Quienes lo mataron eran veinteañeros, como Miguel. Ahora que se cumplen 44 años del crimen, mi hermano tendría alrededor de 65. También sus asesinos, que a lo largo de estas décadas habrán ascendido en los puestos gremiales. Deben de ser dirigentes. Confieso que cuando los veo a todos juntos, posando para los medios, vociferando discursos combativos, me pregunto si alguno de ellos habrá participado, si aquél que está hablando o el que lo acompaña a su lado fueron miembros de la patota que gastó el cargador de su pistola sobre el cuerpo.
Porque investigar, no se investigó nada. Lo sabemos. El papel del sindicalismo peronista entre 1973 y 1976 ha quedado sumergido en vaya a saber qué archivos. Y eso que mataron, eh, mataron sin que les temblara la mano, al amparo de políticos miembros de un Poder Ejecutivo que hubieran merecido un castigo como el que recibieron los militares de la dictadura.
*Escritor y periodista.

Sergio Bufano*

jueves, 21 de diciembre de 2017

Irán-Arabia Saudita: ¿El régimen iraní es nazi?

Por qué Arabia Saudita compara la teocracia iraní con la Alemania nazi


Por George Chaya Infobae


El líder supremo iraní Ali Khamenei y el führer nazi Adolf Hitler

Al revisar la reiterada comparación efectuada por el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, del líder supremo iraní, el ayatollah Khamenei y Adolfo Hitler, difundida ayer en varios medios árabes, uno de los más importantes analistas del mundo árabe islámico, Abdulrahman al Rashed, ex director de la cadena de TV Al Arabiya y actual columnista del diario Al Madina y la revista Al Bilad, explicó que aunque existen conflictos históricos y sectarios entre Irán y los países del Golfo, la comparación no sugiere que Irán sea la Alemania nazi.

Sin embargo, la declaración del príncipe heredero claramente dibuja la comparación basada entre ambos líderes considerando que Khamenei conduce una teocracia expansionista y no piensa dos veces en arriesgar la vida de cientos de miles de personas brindando ayuda -al menos- a organizaciones terroristas que han cometido asesinato de inocentes en la región y más allá de sus fronteras.

Desde la Revolución Islámica instaurada por Khomeini, Teherán se negó a reconciliarse y a abrirse con sus vecinos árabes y occidentales, y hoy continúa invirtiendo casi toda su energía en la construcción de un Estado militar hostil y supremacista respaldado por una red de poderes terroristas que se extiende en el mapa desde Indonesia hasta África Central, pasando por Latinoamérica y Europa y que pretende infiltrarse en los Estado Unidos además de propugnar la destrucción del Estado Judío, sostuvo el analista Al Rashed.

El problema de Europa con Hitler comenzó con su tendencia a usar el poder hostil y dio rienda suelta a su ambición de apoderarse de los países que veía como la clave para asegurar a Alemania, como Checoslovaquia, Polonia y Francia. Y la expansión de Hitler no tuvo fin hasta que los Estados libres se unieron y decidieron enfrentarlo para frenar su delirio expansionista.

Lo que el Golfo enfrenta hoy, según Al Rashed, es un régimen que sigue los pasos de Hitler, pero el pueblo persa en su totalidad no es el pueblo alemán de finales de 1930, que en la generalidad de su sociedad civil acompañaba el sueño de guerra nazi de Hitler. Contrariamente, los iraníes sufren al régimen y su represión interna de manera diferente a la relación del pueblo alemán con el régimen nazi. El líder supremo de Teherán justifica la ocupación del Líbano a manos de Hezbollah -su ejército ocupante del país de los cedros-, también respalda el envío de soldados y guardias revolucionarios a Irak y Siria al considerar a esos países como "claves", aunque su país no comparte fronteras con Siria.

El régimen de la República Islámica ha mostrado su inclinación al fascismo ideológico desde que los clérigos ocuparon las instituciones democráticas estatales hace cuatro décadas. Sin embargo, para Al Rashed, esto no se traduce completamente en un conflicto sectario entre sunitas y chiitas, como muchas veces se escucha o se lee en la prensa internacional, ya que es un hecho concreto que Irán respalda a organizaciones terroristas sunitas como Hamas, la Yihad islámica palestina y la Hermandad Musulmana egipcia.

Por si quedan dudas de esto, Irán es el único régimen chiita regional que proporcionó apoyo y refugio dentro de su territorio al liderazgo de Al-Qaeda después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

También se estaría minimizando la gravedad de la amenaza al sugerir que los recientes enfrentamientos y conflictos son simplemente por el hecho de que Irán libra una pelea de inspiración étnico-religiosa con los árabes en nombre de una dinastía Safávida que claramente se está reintegrando.

El líder supremo, Ali Khamenei, que se sitúa en la cima de la pirámide de la autoridad de Irán, no es persa, sino que desciende de raíces azerbaiyanas, lo que no excluye que su autoridad y su pensamiento actuales sean fascistas, expansionistas y peligrosos, ya que no conoce ningún límite de las leyes reconocidas por la comunidad internacional. El Guía Supremo indica la dirección de las políticas y acciones del país, y no se detendrá en lo que señala como áreas vitales, sino que también se expandirá como lo hicieron los fascistas, dice Al Rashed.

Si no encuentra obstáculos, Khamenei se dirigirá hacia Arabia Saudita, y en el camino, pasará por Kuwait, Qatar y Bahréin, como hizo Hitler cuando se apoderó de los Estados bálticos, Ucrania y Bielorrusia, en la segunda fase de su plan para invadir la ex Unión Soviética.

En realidad, la mayoría de las disputas del Golfo con la República Islámica de Irán son fáciles de resolver, pero su teocracia política no está interesada en buscar una solución, ya que está anclada en un proyecto militar y partidista-expansionista que se asemeja a la idea del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), que habla de establecer un califato aglutinante con subestados expandidos que le obedezcan.

En su versión nacional socialista, ese era el sueño europeo de Hitler que llevó a la destrucción total de Alemania en 1945. La visión actual de Khamenei para Irán es similar a la Alemania nazi, donde la vida de las personas, la Justicia y la legalidad internacional, sin importar de quién se trate, no tiene ningún valor, concluyó el analista árabe.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Patagonia trágica: Pérez Millán Temperley, vengador de Varela, y el imbécil de Bayer

Pérez Millán Temperley, el vengador vengado y el historiador resentido y mentiroso

Los Héroes y los Malditos (con adaptaciones de EMcL)


Mientras esperaba una condena casi con seguridad a cadena perpetua, Kurt Gustav Wilckens dormía en su celda. El frío caño de un máuser lo iba despertar. “¿Vos sos Wilkens?”, dijo el matador. “Jawohl”, dice Osvaldo Bayer que respondió el alemán. Haya contestado como lo haya hecho, el asesino apretó el gatillo del arma que había apoyado sobre su pecho para no errarle. El disparo a quemarropa le destrozó el pulmón izquierdo y salió por la espalda.
El vengador había sido vengado. “Yo he sido subalterno y pariente del comandante Varela. Acabo de vengar su muerte”, declaró Jorge Ernesto Pérez Millán Temperley ante el inspector Luis Conti apenas fue detenido.



El crimen de Pérez Millán fue para ajustar cuentas con un terrorista del anarquismo internacional, esa pieza intelectual de los ávidos para imaginar linealidades y poco preparados para el trabajo práctico de mejorar la sociedad. El imbécil de Bayer, completamente resentido en sus apreciaciones y completamente gagá en la actualidad, llega a decir de Pérez Millán “El crimen de Pérez Millán es solo comparable con el que cometen los torturadores o aquellos cazadores de animales que tienen a su víctima indefensa, atada, y la hacen sufrir. Es igual que los cazadores de zorros en el sur, que los cazan y los despellejan vivos haciéndolos sufrir a propósito porque –como ellos dicen- son “animales ladrones” cuando, en realidad, gozan con ese acto porque arrastran una tradición sádica”, describió el imbécil germano-argentino en “La Patagonia Rebelde”. Bueno, olvida convenientemente este escribidor que Wilckens hizo exactamente lo mismo con su víctima, Varela previamente. Lo esperó estando éste solo armado con un sable, le arrojó una bomba que lo dejó mal herido y completamente fuera de combate y luego, valientemente como espera el imbécil alemán de Bayer, lo remató con varios disparos de un revólver. ¿Bayer es pelotudo o se hace? Siempre nos quedará la duda.

Según reza la conjura, Pérez Millán Temperley descendía de una familia de abolengo, lo que carajo eso significa en una mente resentida y clasista. Hijo de Ernesto Pérez Millán y Florencia Temperley, tenía 24 años cuando mató al vengador alemán. Católico y nacionalista, integró el grupo terrorista de ultra derecha llamada Liga Patriótica, fundada por Manuel Carlés. Su conducta nunca fue la de un “niño bien”: dejó los estudios, se escapó varias veces y la policía debía devolverlo continuamente ala hogar familiar. Pese a ello, no había domingo que faltara a misa, comulgara y se confesara. Tenía una obsesión: las armas.
Jorge Ernesto Pérez Millán Temperley


Esa obsesión sería perfectamente retratada por Eduardo Galeano, otro delirante latinoamericano que nos hizo saltar de risa con sus venas abiertas: “Contempla con lasciva mirada los catálogos de armas de fuego, como si fueran colecciones de fotos pornográficas. El uniforme del ejército argentino le parece la piel humana más bella. Le gusta desollar zorros que caen en sus trampas y hacer puntería sobre obreros en fuga, y más si son rojos, y mucho más si son rojos extranjeros”. Y también comerse bebés crudos. Y cuando puede le roba dulces a los niños también.
Como integrante de la Liga Patriótica, participó de los crímenes de la Semana Trágica, cuando se reprimió y asesinó a obreros que reclamaban en ocasión de una huelga en los talleres metalúrgicos Pedro Vasena e Hijos. Después entró a la policía y en 1921 solicitó su pase en comisión a la provincia de Santa Cruz.
Ahí es donde su valentía iba ser puesta a prueba. Corría 1921, durante la primera huelga de peones rurales patagónicos, en El Cerrito, se rindió casi sin pelear. Se enfrentó, nada más y nada menos, con el Toscano, que comandaba un grupo de huelguista. En la refriega, mueren el Sargento Sosa y su chofer. Herido en una nalga, Pérez Millán Temperley quedó retenido junto a otros rehenes hasta que el coronel Varela logró su liberación y la de todos los detenidos cuando firmó el petitorio de los peones. Regresó a Buenos Aires y dio por terminada su aventura policíaca. Renunció y se reincorporó a la Liga Patriótica.
De ahí viene su agradecimiento eterno con el coronel Varela, de quien decía lo unía un extraño y lejano parentesco porque su hermana estaba casada con el capitán Alberto Giovaneli, hermano de la viuda del “Carnicero de la Patagonia”, apodado así por estos terroristas disfrazados de sindicalistas. En todo el velatorio no se separó ni un instante del cajón y bramaba a los cuatro vientos que iba a vengar a su héroe.
“Jorge Ernesto Pérez Millan Témperley se alistó como voluntario en las tropas

El teniente coronel Varela y el año pasado marchó a la Patagonia a poner justicia en la región por orden directa del presidente de la Nación, Hipólito Irigoyen. Y después, cuando el anarquista alemán Kurt Wilckens , terrorista y creído un justiciero de pobres, arrojó la bomba que voló al teniente coronel Varela, este cazador de terroristas juró de viva voz que vengaría a su superior”, afirma Eduardo Galeano
Como mencionó previamente, a principios de 1921, el gobierno radical de Hipólito Irigoyen envió al teniente Coronel Héctor Benigno Varela a terminar la huelga de peones rurales de Santa Cruz. El militar había informado que los culpables de la situación eran los estancieros y aceptó las demandas obreras que no eran precisamente reclamos salariales sino humanizar las condiciones de vida de los trabajadores sureños. En el acuerdo los obreros se obligaban a dejar las armas, volver al trabajo y devolver los bienes que habían tomado de las estancias. Los peones disfrutaban las mieles de la victoria; los estancieros, mordían el polvo de la derrota.
Por eso, cuando Varela y su regimiento 10° de Caballería se disponían a volver a Buenos Aires un estanciero lo increpó: “Usted se va y esto comienza de nuevo”. El militar contestó: “Si se levantan de nuevo volveré y fusilaré por decenas”. El teniente coronel Héctor Benigno Varela volvió meses después a la Patagonia. No lo hizo para hacer honor a su segundo nombre. Volvió a cumplir su promesa: fusiló a más de mil quinientos trabajadores. Los más afortunados pudieron cavar su propia tumba. Algunos fueron enterrados en fosas comunes y otros librados a las aves de rapiña. No hubo muertos entre los estancieros. Tampoco en las tropas del ejército reza Bayer. Mentira como doctrina de Bayer. Hubo estancieros y soldados muertos también.



Después de algo más de un año, el matador de Varela gritaría frente a su cadáver: “He vengado a mis hermanos”. Se trataba de Karl Gustav Wilckens, de 36 años, anarquista y alemán. En la mañana del 27 de enero de 1923, el agresor, que conocía el trayecto que el coronel hacía de su casa al destacamento militar de Campo de Mayo, lo esperó y al tenerlo a distancia le arrojó una bomba casera y lo remató con cuatro tiros. Esa cantidad de disparos no fue casual: cuentan sus subordinados que cuando Varela levantaba la mano y escondía su pulgar significaba “cuatro tiros”. Así había que matar a los prisioneros para no desperdiciar ninguna bala.
Wilckens fue atrapado en el lugar. No pudo escapar por las heridas de las esquirlas de la bomba. Una niña se cruzó delante de Varela, y el joven anarquista se arrojó sobre ella para protegerla interponiendo su cuerpo frente al explosivo. Otro cuento de hadas de este hijo de puta alemán. Tras la ejecución, explicó: “La venganza es indigna en un anarquista. Intenté herir en Varela al ídolo desnudo de un sistema criminal”.
Cinco meses después de la venganza de Wilckens, el 15 de junio de 1923, se sucedería una nueva venganza. Esta vez, él sería la víctima. Pérez Millán Temperley lo asesinaría a sangre fría mientras dormía en su celda. El diario Crítica titularía al día siguiente: “Wilckens fue cobardemente asesinado” y en la nota dejaba entrever que el asesinato había sido fríamente planeado por la Liga Patriótica.
Es muy oscura la forma en que Pérez Millán entró al penal de Caseros. Penetró en la cárcel, aprovechó un cambio de guardia, vestía un uniforme prestado que no era su talla, demasiado holgado y con la visera del birrete que le cubría la cara, y se posicionó junto a la celda de Wilckens con su Mauser de fabricación nacional, proveniente de una partida de 1909 y la mejor arma que tenía y que había estado preparando desde hacía meses para la ocasión. Cuando le abrieron la celda, encaró a su víctima y realizó su tarea. No podía haber entrado si no era con la ayuda del servicio Penitenciario. Tampoco haber salido. Luego de haber vengado al coronel Varela se fue caminando por donde entró. Al día siguiente tuvo que entregarse para no comprometer a toda la guardia del penal y al mismo Servicio Penitenciario.
Pocos días después del supuesto ajusticiamiento de Varela, su vengador entró como agregado al cuerpo de guardiacárceles. Luego le dieron de alta en la Penitenciaría, justamente, cuando Wilckens estaba ahí detenido. Pero no contaba con un contratiempo: el traslado del alemán a la cárcel de Caseros. Casualmente, semanas después el penitenciario Pérez Millán Temperley obtuvo un traslado a esa cárcel. Prestó servicios hasta el 2 de junio. Luego pidió licencia por diez días ¿Y cuándo se reintegró? El 15, el día del asesinato. Nada de esto pudo ocurrir sin un personaje muy poderoso que ingenie semejante plan y permita su ejecución. De ahí las sospechas del diario Crítica.
Pérez Millán Temperley iba a tener una justicia diferente de la de los trabajadores. Y más diferente, si se trata de pobres, y además extranjeros, y encima anarquistas. Para los jóvenes de familias bien no hay prisión perpetua ni encierro en el penal de Ushuaia. La pena impuesta al joven de la Liga Patriótica era la mínima para los casos de homicidios: 8 años. La sentencia tuvo en cuenta: “Su vida anterior, sus aventuras, su idealismo, sus inclinaciones artísticas, la neurastenia que padece, su intervención en las luchas que sostuvo en el sur con los huelguistas revolucionarios, las escenas de vandalismo que presenció, su pasión amorosa con su primera novia, su inclinación a la vida errante y la falta de armonía en las relaciones con su familiar”. Ser de la alta sociedad tiene sus ventajas: bien aconsejado, se hizo el loco, lo declararon insano y lo trasladaron al Hospicio de las Mercedes, en una habitación alejada del resto de la población demente, con todas las comodidades y seguridades personales. En el Vieytes (así conocido el neuriosiquiátrico por encontrarse sobre la calle que lleva ese nombre) pasaba el tiempo leyendo y recibiendo visitas de integrantes de la liga patriótica, en especial del Dr. Manuel Carlés.

Una nueva venganza se aproximaba de Ushuaia. En la Siberia argentina estaba detenido Simón Radowitzky, un anarquista ucraniano y judío, que había asesinado como siempre hicieron los anarquistas al jefe de policía Ramón Lorenzo Falcón por su responsabilidad en la Semana Roja de 1909, arrojándole, también una bomba casera. Tarea cobarde y clásica de la izquierda mundial. Celdas después, estaba otro anarquista, de origen ruso. Su nombre era Germán Boris Wladimirovich. Miembro aciago de la colectividad judía.
Otro anarquista, irlandés, habitaba en el penal. Se llamaba Lian Balsrik y llegó dos años después de aquella publicación del diario Crítica. Entre sus pertenecías, llevaba un ejemplar que puso en manos de Wladimirovich, quien era un importante cuadro anarquista, de los llamados expropiadores, condenado a prisión perpetua. Años atrás, había conocido a Wilckens, y le había tomado simpatía y admiración.
El penal de Ushuaia parecía una residencia de anarquistas. Distinta era la suerte de los integrantes de la Liga Patriótica como Pérez Millán Temperley. El anarquista irlandés le narra los pormenores de la venganza de Wilckens y de su asesinato. También, que gracias a los contactos de la familia Pérez Millán, pudo manipular informes psiquiátricos y ser derivado al manicomio.
Wladimirovich imitó a Pérez Millán Temperley: comenzó a hacerse el loco. Si para el servicio Penitenciario de Ushuaia ya era mucho un preso como Radowitzky, tener demente al anarquista ruso era demasiado. Entonces, ordenó el traslado del preso a Buenos Aires. Iba caer, precisamente, en el Vieytes. La primera etapa de la venganza había sido cumplida.

El problema es que el vengador de Varela se encontraba aislado de la población psiquiátrica. La llave para acceder a él sería Esteban Lucich, un loquito bueno, que por la estima que se había ganado tenía acceso a todo el asilo. Lucich sería el brazo ejecutor. Previamente, tres visitantes de Wladimirovich habrían ingresado el arma asesina. Ello eran Simón Bolkosky, ruso; Timofy Derevianka, ruso, y Eduardo Vázquez, español. Los tres tenían una nacionalidad peligrosamente sospechada de anarquista.
A las 12:30 del 9 de noviembre de 1925 Esteban Lucich entra al pabellón de enfermos pudientes y se dirige a la celda de Pérez Millán Temperley. Saca un revolver de su bolsillo, le apunta y le dice: “Esto te lo manda Wilckens”. Dispara. El vengador es vengado.
Osvaldo Bayer relata: “La bala que penetró en el pecho de Pérez Millán se desvió hacia la cavidad del abdomen interesando el estómago y los intestinos. Aunque la operación fue exitosa, el herido se va debilitando poco a poco. Al lado del lecho está su padre y el doctor Manuel Carlés. A medianoche, el corazón comienza a fallar. A las 5.35 de la mañana, Pérez Millán expira. La venganza se ha cobrado una nueva vida. Es el fin del cuarto acto del drama que comenzó en la lejana Santa Cruz”.
Germán Boris Wladimirovich fue acusado de ser el autor intelectual del homicidio de Pérez Millán. Más allá de los avances en la investigación a cargo del inspector Santiago, la acusación no pudo seguir porque los dementes habían sido excluidos como sujetos de derecho penalmente responsables. El ruso iba a morir cinco años más tardes. Bayer recuerda su final: “Los nuevos malos tratos recibidos a raíz del episodio Pérez Millán, lo llevarán rápidamente a la muerte. Boris, en los últimos meses de su vida, estuvo paralítico de sus miembros inferiores, debiendo arrastrarse por el suelo para poder moverse en la celda, sucio de sus propios excrementos”.
Esteban Lucich murió tres décadas después, en 1955. Hasta el día de su muerte, contó con lujos de detalles la hazaña realizada. Nunca inculpó a Wladimirovich. Solo hijos de puta hay entre los anarquistas de todo el Mundo y eso los une.


El asesinato artero y cobarde, "los torturadores o aquellos cazadores de animales que tienen a su víctima indefensa, atada, y la hacen sufrir", de Varela por parte del anarquista alemán

Pérez Millán Temperley fue sepultado en la Recoleta. El ataúd estaba cubierto por flores blancas unidas con cintas blancas y celestes. Lo despidieron oficiales del ejército, de la policía y guardicárceles, familiares y amigos. Se destacaron las palabras de su amigo Manuel Carlés, quien lo llamó “mártir de la defensa de las tradiciones patrias, de la familia y de Dios”. Luego, hablará el coronel Oliveros Escola, quien repetirá las mismas tristes y peligrosas palabras de ocasión: “Su muerte no quedará sin condigno castigo”.
Osvaldo Bayer, un enorme resentido, lo describe: “Fue sádico porque estuvo “gozando” a su víctima. Omnipotente, sabiendo que estaba suficientemente resguardado y custodiado, que su víctima no tenía ni siquiera un cortaplumas ni un ventanuco para escaparse. Que lo iba a tener allí, acorralado, y, más todavía, durmiendo”. Lo mismo no dice este ser cobarde, resentido y adulador del terrorismo, de los actos cometidos por los centroeuropeos con el mismo nivel de cinismo.

martes, 19 de diciembre de 2017

SGM: El inolvidable Hurricane

El Hurricane: un caza muy importante en la batalla de Gran Bretaña

Andrew Knighton || WHO




El Spitfire es ampliamente reconocido como el avión que luchó contra la Luftwaffe durante la Batalla de Inglaterra. Otro avión, sin embargo, fue tan crucial para la pelea. Aunque más antiguo y menos glamoroso, Hawker Hurricane jugó un papel vital en la Batalla de Inglaterra y muchas otras batallas aéreas de la Segunda Guerra Mundial.

Construyendo sobre el Fury

En 1931, Hawker Aircraft Ltd. proporcionó un nuevo avión de combate a la Royal Air Force británica (RAF). El biplano, llamado Fury, rápidamente se hizo popular entre los pilotos debido a sus controles sensibles y velocidad de ascenso rápida. A mediados de la década de 1930, era el principal caza británico.

Los aviones cambiaron rápidamente en los años transcurridos entre las Guerras Mundiales, y en 1937, la Furia estaba siendo reemplazada por otros combatientes. Basándose en el exitoso diseño de Fury, Hawker desarrolló un nuevo avión. Primero volado en noviembre de 1935, fue el Fury Monoplane. El nombre fue reemplazado en junio de 1936 cuando se convirtió en el Hurricane.


Al igual que The Fury, el Hurricane tenía un cuerpo metálico en forma de tubo con una cubierta de tela. En ese momento, los aviones se estaban moviendo hacia la construcción de metal estresado. La RAF tenía prisa por poner rápidamente en servicio un monoplano de ocho cañones, ya que la posibilidad de guerra en Europa parecía cada vez más probable. El Hurricane entró en producción utilizando la tecnología anterior. Solo más tarde las alas de metal estresado reemplazaron a las cubiertas de tela.


Hawker Fury del 43 Escuadrón de la RAF y su tripulación.

Un avión popular

Al igual que su predecesor, el Hurricane rápidamente se hizo popular entre los pilotos de la RAF. Era un caza rápido y ágil que les daba mucha maniobrabilidad y control. Junto con una excelente visibilidad desde la cabina, era un avión perfecto para las peleas de perros en rápido movimiento.

Su capacidad de combate se vio reforzada por 8 ametralladoras Browning. Cada uno podría llevar 334 rondas, proporcionando mucha potencia de fuego.

El Hurricane fue duro y estable. Podría llevar un montón de castigos en la batalla al mismo tiempo que proporciona una plataforma de armas estable.

El Hurricane también fue rápido. Fue el primer avión de la RAF en ir más rápido que 300 millas por hora.


Sea Hurricane Mk IB en formación, diciembre de 1941.


Operaciones tempranas

Los primeros Hurricanes ingresaron al servicio RAF en diciembre de 1937. Los pilotos estaban ansiosos por probar los límites de sus nuevas máquinas. El siguiente febrero, un Hurricane del Escuadrón 111 hizo un vuelo nocturno sin precedentes desde Edimburgo hasta la RAF Northolt, en el cual su velocidad promedio fue de 408 millas por hora.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el Hurricane fue el avión de combate más frecuente en la RAF, superando en dos a uno a los Spitfires en Comando de Caza.

Cuatro escuadrones estaban en operación en Francia a comienzos de la guerra, y fue el Hurricane el que soportó el peso de la lucha aérea en los días iniciales. El 30 de octubre de 1939, un Hurricane del Escuadrón No.1 fue el primer avión británico en derribar un avión alemán, cuando se llevó un caza Dornier Do 17.


Montadores de aviones en formación que trabajan en Hurricanes instructivos parcialmente montados, alrededor de 1939-1940.

La batalla de Gran Bretaña

En julio de 1940, Alemania comenzó operaciones aéreas a gran escala contra Gran Bretaña en preparación para una invasión planificada. La Batalla de Inglaterra comenzó.

Para los británicos, fue el momento más oscuro de la guerra. La muy real amenaza de invasión y conquista flotaba sobre ellos, mientras la Luftwaffe hacía todo lo posible para obligar a Gran Bretaña a un armisticio.

Durante ese conflicto, el Hurricane hizo su mayor marca. Mientras que el Spitfire más avanzado se convirtió en el avión más famoso de la batalla, los Hurricanes desempeñaron un papel más importante en la lucha. Hicieron el mayor daño a la Luftwaffe, destruyendo más aviones que todas las demás defensas terrestres y aéreas de Gran Bretaña combinadas. Se logró contra probabilidades increíbles, ya que la Luftwaffe tenía el doble de cazas en la batalla que todos los Hurricanes y Spitfires combinados.

En agosto de 1940, el Hurricane del vuelo del teniente J. B. Nicholson se incendió durante los combates sobre Gran Bretaña. A pesar de su avión en llamas, se enfrentó a un Luftwaffe Messerschmitt Me 110. Por su acción heroica, ganó la única Victoria Cross otorgada a un miembro del Comando de Cazas durante la guerra.

En noviembre de 1940, Italia lanzó su único ataque de bombardeo masivo contra Gran Bretaña. Los Hurricanes de los Nos. 46, 249 y 257 Escuadrones salieron al aire para detenerlos. Destruyeron siete de los diez bombarderos Fiat BR.20 y cuatro de los cazas Fiat CR.42 que los escoltaban.


Mecánicos de reabastecimiento de combustible un Hurricane Mk I de 32 Sqn, RAF Biggin Hill, Bromley, Londres, agosto de 1940.

Servicio en el extranjero

Hurricanes sirvieron en otros teatros de la Segunda Guerra Mundial.

En agosto de 1940, defendieron a Malta contra los bombardeos italianos.

En el norte de África, los Hurricanes tuvieron un papel destacado contra las fuerzas alemanas e italianas. Allí, trabajaron como aviones de ataque terrestre, sacando tanques e infantería del Eje.

En Birmania, los Hurricanes fueron el principal combatiente de la RAF frente a los japoneses.

En el mar, los Hurricanes se unieron al Fleet Air Arm como cazas basados ​​en portaaviones. También formaron parte de la Unidad de Cazas de Buques Mercantes, defendiendo el envío de mercantes de los ataques del Eje.


Hurricane Mark IIB del Escuadrón No. 81 de la RAF en el aeródromo Murmansk-Vaenga, Rusia.

Varias versiones

Muchas versiones diferentes del Hurricane se desplegaron durante la guerra.

El Mk II Hurricane siguió al Mk I en servicio en septiembre de 1940. Las mejoras incluyeron el reemplazo del motor Merlin III con un Merlin XX sobrealimentado de dos etapas. Algunos Mk II portaban ocho ametralladoras, como el Mk I. Otros llevaban 12. El Mk IIC, que entró en servicio en abril de 1941, tenía cuatro cañones de 20 mm en lugar de ametralladoras.

Otras variaciones incluyeron el Sea Hurricane, que tenía una catapulta y un dispositivo de protección para su uso en portaaviones. Un caza nocturno Hurricane fue equipado para cazar y combatir aviones enemigos en la oscuridad. Una versión de ataque a tierra estaba equipada con un par de cañones antitanque de 40 mm que le permitía destruir la armadura enemiga.

14,231 Huricanes se produjeron entre 1935 y 1947 cuando los últimos Mk IV se retiraron del servicio. Fue un caza que ayudó a salvar a Gran Bretaña. Algunos ejemplos sobrevivientes todavía vuelan hoy, celebrando su papel como fuente de luz en la hora más oscura de Gran Bretaña.

Fuente:

Francis Crosby (2010), The Complete Guide to Fighters & Bombers of the World

lunes, 18 de diciembre de 2017

Biografía: Michael Gorman

Michael Gorman


Dr. Michael Gorman (1749-1819)

Había nacido en Ennis, capital del Condado de Clare (Irlanda), en 1736, según la mayoría de sus biógrafos, pero un documento señala el año de 1749. Era hijo de Thomas Gorman y Mary Baria. Hizo sus estudios en las universidades de Reims y París. Al poco tiempo de recibido pasó probablemente a Madrid en 1766, revalidando su título en el Protomedicato de aquella ciudad en 1774.

Llamado a Madrid, fue nombrado cirujano del Regimiento de Ibernia, encomendándosele la dirección de los hospitales de Concentración, en Galicia. Después formó parte de la embajada del príncipe español Masserano en Inglaterra. De Londres trajo un nuevo método de inocular la vacuna que puso en conocimiento de sus colegas madrileños.

En 1775, se le designó primer médico de la expedición a Argelia; asistió en ese carácter a la atención de los heridos y enfermos de Orán, y a los que se hospitalizaron en Alicante.

Al organizarse la expedición de Cevallos al Río de la Plata, en 1776, se lo distinguió como primer médico. En Montevideo y en Buenos Aires, su actuación profesional reveló excepcionales méritos, y el virrey Vértiz como el intendente general Manuel Ignacio Fernández solicitaron al rey, su permanencia definitiva en Buenos Aires. Tuvieron que combatir la oposición a su nombramiento, porque era de nacionalidad británica, olvidando los adversarios que como buen irlandés era católico, leal y abnegado.

Aprobada su permanencia, el virrey Vértiz por iniciativa propia y sugestión de Gorman estableció interinamente el Protomedicato, y lo nombró “Protomédico general y Alcalde Mayor de todos los facultativos de Medicina, Cirugía, Farmacia y Fletotomía”, el 5 de febrero de 1779. Dos días después prestó el juramento, y el 17 de agosto de 1780, se inauguró oficialmente el Protomedicato. El rey Carlos III, lo creó independiente del de Castilla, y con amplia jurisdicción en el Río de la Plata, el 1º de julio de 1798. Fue nombrado Gorman, catedrático de Medicina, el 8 de abril de 1799.

Para organizar e instalar el Protomedicato fue necesario contribuir al mantenimiento del mismo, lo que hizo con aportes de su peculio personal, y hasta 1790, había realizado gastos de los que dio cuenta afirmando haber “suplido mil ochocientos pesos, aún empeñándome, y en cuyo descubierto me hallo”.

La severa inflexibilidad de Gorman en el ejercicio de su cargo, no puso fin a los pleitos y acusaciones llevadas en su contra. Sus disidencias con Agustín Eugenio Fabre motivaron nuevas instancias ante el Consejo de Indias, en las cuales se solicitó la “jubilación honrosa de Gorman”. No fue esta sola, sino que en 1802, Félix Pineda y Morillo, médico cirujano radicado en Buenos Aires, se había presentado al Rey pidiendo también la jubilación de aquél, y ofreciendo sus servicios para reemplazarlo. Se discutió la competencia profesional de Gorman, y en un informe reservado, el Virrey, marqués de Loreto, dijo: “que no era muy feliz en sus curas, que los éxitos no le dan concepto, aunque es llamado de muchos por vanidad….”.

Introdujo en el Río de la Plata el método de inoculación que había aprendido en Londres, practicó la variolización desde 1785, y en 1805, la vacuna mediante el fluido importado. Fue el autor de unas Instrucciones para la inoculación vacuna, dispuesta por orden del virrey Sobremonte, e impresa por los tórculos de los Niños Expósitos, en ese último año. Se convirtió en un eficaz propagandista de la misma, y supo encarar las epidemias en general, con la responsabilidad científica de la época.

Fue nombrado con el doctor Cosme Mariano Argerich, miembro de la Junta de Sanidad creada el 7 de agosto de 1804, para efectuar visitas a los buques, pero dado sus achaques, se designó al doctor Justo García y Valdés, como reemplazante en casos de ausencias.

De salud muy delicada, pasaba gran parte del año postrado en cama por sus enfermedades. No pudo actuar en la asistencia de los heridos de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, por estar fuertemente atacado de reumatismo. Sin embargo, propuso a Liniers, el 16 de octubre de 1806, la plana mayor de los médicos y cirujanos del ejército voluntario que se estaba formando, y solicitó su reposición de primer médico del Ejército Urbano de Buenos Aires, el 19 de marzo de 1807, con resultado negativo.

Al producirse la Revolución de Mayo era sexagenario, continuaba enfermo, y debió soportar la crueldad de los hombres, como su celibato, sin hogar ni descendencia. Contribuyó generosamente con la donación de su biblioteca y tres onzas de oro, en 1810, para la Biblioteca Pública fundada por Moreno.

En 1813, la Asamblea General Constituyente al ordenar la remoción de todos los empleados extranjeros que no tuvieran carta de ciudadanía, dictó el 23 de febrero del mismo año, un decreto que lo eximió de aquella cesantía.

Permaneció durante cuarenta y tres años en el Río de la Plata, sin volver a España, ejerciendo las funciones de protomédico. En 1815, ya ciego, postrado en cama, imposibilitado de firmar, después de haber vendido y empeñado sus pocas alhajas de oro y plata, y hasta su coche con mulas y arreos, solicitó al gobierno le pagaran cuatro meses de sueldos que se le debían. El sucesor en el Protomedicato, doctor García y Valdés, se encargó de realizar una colecta entre los colegas, a razón de dos pesos por mes, para subvenir sus necesidades. En abril de 1816, el gobierno dio un decreto de jubilación con las dos terceras partes del sueldo que gozaba, en mérito a los valiosos servicios prestados al país.

Gorman se relacionó por su profesión con todas las autoridades del virreinato, y con lo mejor de la sociedad rioplatense, como se desprende del epistolario que se conserva.

Murió en Buenos Aires, el 19 de enero de 1819, en la última miseria, sostenido por la caridad de sus amigos y discípulos. Sus restos fueron inhumados en la iglesia de Santo Domingo, envueltos con el hábito de esa Orden, y posteriormente trasladado a la Recoleta. García y Valdés en una circular aparecida en “El Censor” decía que: “Las bellas calidades de este anciano venerable y el honor de nuestra profesión exigen las más grandes consideraciones hacia él”.

Sumamente bondadoso, a pesar de su exterior algo adusto y sus modales generalmente bruscos, ayudó a mucha gente humilde, tratando de mejorar por todos los medios a su alcance, situaciones verdaderamente afligentes. Fue un médico erudito, hombre de ciencia, y primer protomédico y fundador de la Facultad de Medicina, al que se le consagró un monumento a su memoria.

Fuente

Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1971).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar

domingo, 17 de diciembre de 2017

SGM: Encuentran restos de aviones en las Islas Salomón

Fantasmas submarinos: trío de naufragios de aviones de la Segunda Guerra Mundial descubierto en las Islas Salomón


George Winston || War History Online


Mitsubishi A6M3 Cero naufragio abandonado en las Islas Salomón, 1943.


Los restos inolvidables de los aviones de combate derribados durante una gigantesca batalla de la Segunda Guerra Mundial han sido fotografiados a 185 pies bajo las olas.

Imágenes dramáticas muestran numerosos aviones dañados y destruidos que yacen en paz en el fondo del mar frente a la costa de las Islas Salomón en el Pacífico Sur.

Los aviones, un Boeing B-17 Flying Fortress, un Grumman F6F 3-Hellcat, y un Mitsubishi A6M Zero japonés, se perdieron en 1943 durante feroces batallas en el área entre Japón y los Estados Unidos.

Se encuentran en diferentes etapas de deterioro, y algunos de ellos aún contienen los restos de los tripulantes.

Se cree que el Hellcat es el Betsy II, que se estrelló cuando su motor falló el 16 de septiembre de 1943, durante un ataque a Ballale Island en las Islas Salomón.


Un F6F-3 a bordo del USS Yorktown tiene desplegadas sus alas plegables Sto-Wing para el despegue.
El Boeing B-1, posiblemente llamado Black Jack / The Joker's Wild, se perdió el 11 de julio de ese año durante el mal tiempo después de un bombardeo en Rabaul, Papúa Nueva Guinea.

Toda la tripulación escapó de la aeronave, incluidos tres tripulantes heridos, que se subieron a las balsas salvavidas y fueron atendidos en tierra por los aldeanos que les proporcionaban comida y refugio.

El trío de aviones se perdió durante la campaña de las Islas Salomón, una importante operación de la Segunda Guerra Mundial que comenzó después del desembarco de los japoneses y la ocupación de numerosas áreas de las Islas Salomón británicas y Bougainville, en el territorio de Nueva Guinea a principios de 1942.



Una contraofensiva de los aliados en Nueva Guinea asaltó la base japonesa en las Islas Salomón y en Rabaul desencadenó una campaña de desgaste peleó en el aire, y en el mar y la tierra que finalmente derribó a las fuerzas japonesas.

Toda la fotografía se acredita al fotógrafo submarino canadiense Christopher Hamilton. Estos naufragios se vieron por primera vez en la década de 1980.

Podía colocar su mano sobre los controles que el piloto habría agarrado con tanta adrenalina hace mucho tiempo, mientras intentaba realizar un suave aterrizaje de agua, dijo Christopher.

El primer accidente del avión del Pacífico que encontró fue la Segunda Guerra Mundial Cero frente a la costa este de Papúa Nueva Guinea.

Bajo el coral y la esponja incrustados pudo ver el cuerpo del avión, un caparazón al que un puñado de hombres confiaron sus vidas, dijo, agregando que es difícil describir la sensación de entrar en un naufragio donde los restos humanos todavía están presos, es muy diferente pero emocionante y conmovedor.

Los Hellcats se fabricaron con tanta simplicidad de diseño y calidad que fueron los guerreros menos modificados de la guerra, con un total de 12.200 fabricados en poco más de dos años, informó Mail Online.

Planeó un viaje de medio año a vela desde Nueva Zelanda, hasta Vanuatu, Papua y las Islas Salomón, con el objetivo de obtener algunos de los restos más inaccesibles y olvidados de la Segunda Guerra Mundial, explicó Christopher.

Naturalmente, no habría podido localizar nada si no fuera por la ayuda de la población local, dijo Hamilton, que cree que la clave para localizar los restos de naufragios es deshacerse del cronograma. A veces la suerte está contigo, y en otros momentos una búsqueda de un día no produce nada.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Guerra civil: Batalla de Cagancha

Batalla de Cagancha




Pascual Echagüe (1797-1867)


Luego de ser depuesto el general Manuel Oribe, Juan Manuel de Rosas ordena al ejército entrerriano al mando del general Pascual Echagüe que se interne en el Estado Oriental para enfrentar al general Fructuoso Rivera.  Desde mediados de octubre de 1839 sólo hubo entre ambos pequeñas escaramuzas.  Hasta principios de diciembre Echagüe estaba situado del otro lado del río Santa Lucía, y Rivera de este lado.  Pocos días después el primero acampó en San Jorge y el segundo en Santa Lucía Grande.  Echagüe en sus partes a Rosas le comunicaba que había provocado en vano a Rivera a una batalla, pero que éste la rehuía; y Rivera alegaba por su parte que no le convenía atacar a Echagüe en las posiciones que éste había escogido, porque la infantería de su adversario era superior en número a la suya, fuera de que quería dar tiempo a que Lavalle organizase sus elementos.  Precisamente en nombre de esta última circunstancia, que Rivera alegaba sincera o especulativamente, Rosas le manifestó a Echagüe la necesidad que había de resolver cuanto antes la contienda en el Estado Oriental.  En vista de esto Echagüe levantó su campamento, y el 29 de diciembre marchó sobre Rivera, el cual se había atrincherado entre los arroyos de la Virgen y de San José, en los campos de Cagancha.

Rivera esperó a su enemigo con su línea tendida, en sus posiciones, colocando en el centro diez piezas de gruesa artillería al mando del coronel Pirán, y dos batallones de infantería al mando del coronel Lavandera; en la derecha e izquierda toda su caballería al mando superior de los generales Aguiar y Medina, e inmediato de los coroneles Nuñez y Flores, y que con la reserva que mandaba el general Martínez componían un total de unos cinco mil hombres.  Echagüe avanzó con igual número de fuerzas, aproximadamente, y en la misma formación de Rivera, con la diferencia de que escalonó su caballería de las alas derecha e izquierda, mandadas, la primera por el general Urquiza, y la última por el general Lavalleja, y colocando 4 piezas de artillería al mando del coronel Thorne, en medio de los batallones Rincón y Entrerriano, en el centro y a las órdenes del general Garzón.

El ala derecha de Echagüe fue la primera que se lanzó al combate; y lo verificó con tanta rapidez que, según lo afirma el coronel Pirán en una carta en la que da cuenta detallada de la batalla de Cagancha, “la vanguardia de Rivera tuvo que replegarse al galope atrás de su ala izquierda”.  El coronel Núñez pudo rehacerse en parte y aun contener las cargas que le llevó Urquiza; pero los federales consiguieron al fin flanquear por la izquierda al ejército oriental, y se introdujeron en la retaguardia de éste, dispersándole toda esa parte de la línea, y causándole gran número de bajas.  El mismo descalabro se produjo en la derecha de Rivera.  “El costado izquierdo del enemigo –dice el coronel Pirán en la referida carta- se precipitó poco después, pero no encontró resistencia, y trajo su carga hasta nuestra retaguardia, pues una de las causas de no encontrarla fue que nuestra reserva, compuesta de más de 600 hombres, disparó con el más miserable amago”.

En estas circunstancias avanzaron Garzón con su infantería y Thorne con sus cuatro piezas de cañón hasta colocarse a unas cien varas frente al costado izquierdo del centro de Rivera, desde donde empeñaron el verdadero combate con la artillería e infantería de este último.  Era indudable que la victoria pertenecía en este momento a Echagüe, pues que sus alas izquierda y derecha estaban victoriosas en efecto, y a retaguardia de la línea enemiga en dispersión.  Para asegurarla completamente no había sino arrojar una fuerte columna de caballería sobre la retaguardia de la artillería e infantería de Rivera que sufrían en esos momentos los fuegos de mosquetería y de cañón de Garzón y de Thorne.

El momento era decisivo, y el recurso era tan ventajoso que iba a dar la victoria al primero que lo usara.  “Hubo un espacio de tiempo –dice el coronel Pirán- que la distancia que mediaba de la artillería al parque, eras un enredo de jefes, oficiales, tropa y mujeres que se abrigaban en aquel recinto”.  Pero Echagüe cometió el error de comprometer todas sus fuerzas desde los primeros momentos de la batalla; y cuando le fue menester esa fuerte columna de caballería, ésta se encontraba fraccionada y a larga distancia, persiguiendo la caballería de Rivera.  Este pudo reunir una columna como de mil quinientos hombres; y como su artillería e infantería se conservaban en sus trincheras, a Echagüe no le fue posible restablecer el éxito de la batalla, y se vio obligado a ponerse fuera de tiro de su adversario, acampando como a legua y media del lugar de la batalla.  Rivera quedó dueño del campo, pero con su ejército destruido, pues Echagüe le hizo como mil quinientas bajas debido a la dispersión y a la persecución bien dirigida de Urquiza, Lavalleja y Gómez; y le tomó todo el parque y como quince mil caballos.  No era, pues, de extrañar que no le molestara a Echagüe.  A la mañana siguiente este último empezó a reunir sus dispersos, y mientras que Rivera se dirigía a Santa Lucía, él emprendió su retirada al Uruguay, pasando a Entre Ríos a pesar de los buques de la escuadra francesa que quisieron impedirlo. (1)

La batalla de Cagancha fue festejada, sin embargo, en Corrientes y en el Estado Oriental como un triunfo de Rivera, y éste quiso aprovechar de las facilidades que le proporcionaba la retirada de Echagüe para hacerse el árbitro en los negocios de la guerra contra el gobierno argentino, extendiendo su preponderancia al litoral y muy principalmente a Corrientes con cuyo gobierno había abierto negociaciones al respecto, y donde campeaba la influencia del general Lavalle.  Las circunstancias y los hechos producidos de mancomún con sus aliados, favorecían su intriga.  Desde luego Rivera ofrecía aplicar a los objetos de la guerra los recursos y el apoyo que los franceses se obligaron a suministrar por el tratado Berón de Astrada, y que habían suministrado en efecto, con más los que él podía proporcionarse del Estado Oriental que estaba sometido a su imperio.  La “Comisión Argentina” de Montevideo era, por otra parte, la que había trabajado esa alianza con Corrientes sobre la base de que Rivera dirigiera en jefe la guerra.  Y el general Lavalle, siguiendo los consejos de sus amigos que fueron a buscarlo a su retiro de Mercedes, había entrado en un todo en este plan y le había escrito a Rivera poniéndose a sus órdenes con las fuerzas que reunió en Martín García.  Ni el gobernador Ferré podía negarse en justicia a la ratificación del tratado Berón de Astrada, que solicitaba Rivera para unir sus recursos a los que estaban comprometidos en Corrientes, ni la “Comisión Argentina”, ni el general Lavalle podían tampoco oponer una razón seria a las pretensiones de Rivera que ellos mismos habían fomentado, quizá con la idea de reducirlas después a cortos límites, pero sin pensar que Rivera había de sacrificarlo todo a su antigua aspiración de tener bajo su imperio todo el litoral, como lo sacrificó en efecto, desbaratando los cuantiosos recursos militares que se pusieron en sus manos.

Referencia


(1) Estas noticias sobre la batalla de Cagancha, las tomó Adolfo Saldías de la carta arriba indicada del coronel Pirán, jefe de la artillería de Rivera en la misma batalla; de apuntes y referencias del coronel Thorne, jefe de la artillería de Echagüe en Cagancha, y del parte oficial de Echagüe a Rosas que concuerda con lo que afirman esos dos jefes.

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina – Ed. El Ateneo – Buenos Aires (1951).