viernes, 10 de mayo de 2013

Guerra Antisubversiva: Armas fabricadas por los terroristas argentinos

Logística y producción de armas en Montoneros y PRT-ERP 

Generalidades de la organización terrorista Montoneros. 
A mediados de la década de 1970 las organizaciones terroristas en la Republica Argentina, desde el punto de vista Político- Militar, alcanzaron un nivel de desarrollo tal que no sólo sobrepasó las capacidades de las Fuerzas de Seguridad (Gendarmería y Prefectura Naval ) y de las Fuerzas Policiales, sino que se constituyeron en una referencia mundial. 
Además de los resonantes atentados , secuestros con grandes beneficios económicos y gran repercusión mediática y de los asesinatos indiscriminados, los terroristas se prepararon para una “guerra revolucionaria total y prolongada” . Con ese propósito y teniendo en cuenta el ambiente geográfico en que se movían, Montoneros desarrolló una estructura Político-Militar que contemplaba tres grandes ámbitos de conducción: 
1. La conducción Nacional compuesta por los cuatro miembros de mayor jerarquía de la organización. 
-El Secretario General y Comandante en Jefe del Ejército Montonero. 
-Los tres Jefes de áreas (Nacionales) de los que dependían las zonas y columnas ( 12 en total ) en que 
habían dividido el país 
2. Las Secretarias Nacionales (Máximo nivel orgánico en cada área específica) 
-Secretaria Nacional Militar 
-Secretaria Nacional Política 
-Secretaria Nacional Internacional 
-Secretaria Nacional .de Prensa y Propaganda 
-Secretaria de Organización 
3. Las Secretarias de zonas que, a su vez eran las Jefaturas de Columnas (de combate), tenían 
relación con la división territorial que hicieron del país para actuar orgánicamente: Capital Federal – 
Buenos Aires Norte - Buenos Aires Oeste - Buenos Aires Sur –- Córdoba – Cuyo - Santa Fe – 
Rosario – Paraná – La Plata - Noreste – Noroeste. 
La Secretaria Nacional Militar y las Secretarías militares zonales. 
Los diferentes niveles (nacional y zonal) del ámbito militar estaban constituídos por tres elementos funcionales básicos: Operaciones, Informaciones y Logística ( lo que nos interesa en este caso). 
En el nivel nacional, esta última, tenía tres servicios agrupados por las actividades a realizar: 
· Logística ofensiva.- (Diseños - Producción - Compra de Armamento – Explosivos) 
· Logística Defensiva – (Sanidad – Depósitos - Documentación) 
· Distribución Nacional 
En el nivel zonal, los sectores logísticos eran cinco: 
-Talleres 
-Abastecimiento y Transporte 
-Sanidad 
-Documentación 
-Depósitos 

CONCEPTO DE LOGÍSTICA EN LA DOCTRINA DE MONTONEROS. 
Esta organización entendía a la logística, “como herramienta fundamental y ciencia auxiliar de la conducción” (SIC) , fundamental para apoyar su “hipótesis de guerra”(SIC). 
Sostenía que los teatros de operaciones determinantes eran los centros urbanos de mayor concentración industrial, sin invalidar las características propias que tenía la guerra en las zonas del norte del país. En sus documentos definían la logística como un conjunto de actividades para que las fuerzas de combate dispusieran de armamento, materiales , infraestructura y servicios a fin de satisfacer sus necesidades y aumentar su poder militar. La dividían en pesada y liviana. 
Logística pesada: Para la producción de medios y servicios en gran escala y la conducción integral de la actividad para servir al conjunto de la organización.- 
Logística liviana: Responsable de la administración de los medios producidos o abastecidos por la logística pesada y producir medios y servicios en pequeña escala.- 
Completando el concepto de cada una: la logística pesada era altamente especializada, centralizada al más alto nivel, de muy costosa instalación y desarrollo, por lo que implicaba una mayor necesidad de preservación y de medidas de contrainteligencia. Su destrucción repercutía en toda la organización y limitaba los planes generales. Por su parte, la logística liviana tenía menor especialización, era de tipo individual o grupal, según la estructura de la que forman parte y podían obtener recursos a través del robo o la compra. Su destrucción limitaba a las células o grupos afectando su eficacia, hasta paralizarla temporalmente. 
El desarrollo de esta política logística permitió a Montoneros lograr objetivos que muy pocas organizaciones terroristas alcanzaron por sí , en otras partes del mundo. Sus fábricas y talleres lograron mediante técnicas de alta calidad y diseños propios, una capacidad de producción muy buena, acorde a de este tipo de guerra . 
Generalidades de la logística del PRT. 
El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) mostró un concepto y desarrollo de la logística de características diferentes a la que hemos visto en los párrafos anteriores. El órgano de prensa del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en sus artículos sobre la materia, permanentemente repetía que “el pueblo encierra en su seno todos los recursos que la logística de nuestro ejército necesita”(SIC) 
Las células del “Partido y del Ejército”, como núcleos dirigentes insertos en las masas, debían crecer en forma piramidal hacia abajo, formando frentes, zonas y regionales. 
En esta organización el concepto de logística se sintetizó como “la creación y desarrollo de las condiciones materiales necesarias para el crecimiento y el triunfo de toda unidad militar.(SIC) 
El PRT—ERP en la práctica, trató de obtener las armas y explosivos mediante ataques a destacamentos policiales y a unidades militares, más que intentar desarrollar estructuras de fábricas y talleres. 
Se destacó entre sus capacidades logísticas, por la construcción de “cárceles del pueblo”, construcciones para esconder armas y materiales (“berretines”) y sobre todo por el desarrollo de la infraestructura para el apoyo de la propaganda escrita. ( importantes imprentas). ( Editaban un diario como órgano del partido: “El Combatiente” y una revista como órgano del ejército: “Estrella Roja”). 
También desarrollaron un eficiente servicio de “Sanidad” para el Ejército y un adecuado servicio de “Documentación” ( para confeccionar documentos falsos). 
 Entre las armas producidas en forma cuasi-industrial por la estructura guerrillera nacional se encuentra los siguientes inventarios.· Granada de mano “SFM 4” (cantidad estimada 3.200 fabricadas en instalaciones detectadas en Carapachay Pcia de Bs.As.)
· Tromblón Lanzagranadas SFM 4 (cantidad estimada 250)
· Granada tipo energa “G 70 A" (cantidad estimada 5.000). Eran de carga hueca aptas para perforar ciertos blindajes y mampostería.
· Lanzagranadas “SFM-LG22-MP” (fabricado en “Fábrica Militar José Sabino Navarro” ( cantidad aproximada 1.000 )
· Expoleta de tracción “SFM / ET-1” (cantidad aproximada 700)
· Explosivo plástico C-2 (exógeno) ( fábricas detectadas en Rosario, Lanús y Villa Dominico. Montaron otra fábrica en Brasil que fue neutralizada al poco tiempo y la última, en la ciudad de Sidón, Palestina, la que canjearon a la OLP (Al Fatath) por cursos de instrucción en ese país ( las plantas en Argentina, tenían una capacidad de producción de 80 a 90 kilogramos por mes)
· Granada tipo Strim-“SFM-G 40” (cantidad 250) Similar a la “G70” pero antipersonal.
· Pistola ametralladora “Monto” (proyecto con 6 unidades fabricadas), “Yarará” (proyecto con 15 unidades ) Copia de la pistola amtralladora Carl Gustav- (sueca) (fábricas de partes en Mar del Plata, Florida, Don Torcuato, Garín, Villa Ballester en Pcia de Bs.As. y en la Capital Federal )
 

 
Fábrica de armas del ERP en Tucumán 
 
Granada de mano SFM-4 
 
Granada improvisada Montonera 
 
En la parte superior es probable que sea el lanzagranadas SFM-4 Trombón o lanzagranadas SFM-LG22-MP, y en la parte inferior se aprecian PP y FZ. 
 
PP 
 
Otra versión del PP 
 
Lanzagranadas SFM-LG22-MP -. 1000, producidas en la "Fábrica Militar José Sabino Navarro". Para ésta había un manual "Reglamento de Uso del lanzagranadas SFM/LG22MP". El nombre de la fábrica se puso en honor del fundador de partido Montoneros José Sabino Navarro y producía no solo lanzagranadas. 

 
Los montoneros desarrollaron la "ametralladora montonera" calibre 22LR, a partir de modificaciones introducidas en carabinas semiautomaticas Halcon, Maheley o Rubí. Tambien derrollaron ametralladoras de 9mm, conocidas como "Monto" y un modelo mas desarrollado: la "Yara". La ametralladora, en la foto superior, posee un silenciador construido a partir de un amortiguador de Peugeot 404. (Juan M.Escobar, revista Magnum .237. Las fotos corresponden a la coleccion de Armando Dominguez) del libro "LOS LLAMAN JOVENES IDEALISTAS" de la DRa. Victoria Villarruel. 



Fuente 1
Fuente 2

lunes, 6 de mayo de 2013

PGM: El cañón "75" francés

Canon de 75, modéle 1897
Por Rafael Mariotti


Aunque hemos visto la participación de las grandes piezas de artillería, los cañones que verdaderamente llevaron el peso de las batallas fueron los cañones de campaña, sí, aquellos que eran transportados tirados por caballos y seguían de cerca a la infantería. Es que eran una mayoría absoluta en los ejércitos europeos, por el mismo concepto, se pensó fundamentalmente en la guerra de movimientos y en la artillería móvil para acompanar las rápidas (si puede llamarse así a la velocidad del movimiento a pié!) maniobras de los cuerpos de infantería. 

He aquí que apareció un arma que revolucionó el concepto de la artillería. 
El "75" francés, o para ser más preciso: Canon de 75, modéle 1897- fué una nueva y revolucionaria pieza de armamento, tan revolucionaria como otros notables inventos que cambiaron el arte de la guerra, digamos por ejemplo: la bayoneta o el fusil de retrocarga. Hasta entonces las cureñas (carruajes sobre los que iban montados los cañones) de artilleria eran rígidas y fijas, lo que significaba que cuando la pieza era disparada, todo el cañon iba hacia atrás debido al retroceso. Y este había sido el procedimiento normal desde la Edad Media. Habían por supuesto muchos inconvenientes con este sistema. El mayor era que hacía que la cadencia de fuego sea baja: primeramente porque había que reposicionar el cañón entre cada disparo, debido a que salía de posición con cada tiro; segundo porque el ir y venir hacia atrás y adelante demoraban todo el proceso de recarga del arma. Todo esto cambió con la aparicion del "75". 

El gran invento real, todo un tributo a la ingeniería francesa, fué el sistema de retroceso hidro-neumático, que permitía que todo el retroceso fuese absorbido por la cureña. El tubo descansa en una especie de cuña, y cuando es disparado, el tubo se mueve hacia atrás, empujando un pistón flotante hacia atrás en otra parte de la cuña, el llamado recuperados, que está lleno de aire. El aire es comprimido por la fuerza del pistón, rápidamente finalizado a medida que el retroceso llega a su máximo, y luego el aire comprimido fuerza el pistón en sentido contrario, empujando al tubo cañón hacia adelante de nuevo. 

Pero el sistema hidroneumático no era todo, el "75"era realmente un completo conjunto de nuevos conceptos. Al final de la cureña, se tenía una cuchilla de arado, que introducido en la tierra mantenía la curena fija -lógicamente algo imposible en las curenas rígidas, en las cuales el violento retroceso levantaría los cañones en un salto mortal- además de un freno que mantenía fijas las ruedas del cañón. 

Esto implicaba que el cañón -emplazado correctamente- podía ser disparado sin moverse lo que implicaba que 
a) no había que posicionar el cañón después de cada disparo 
b) podía se disparado múcho más rápidamente, porque el artillero cargador sólo debía esperar que el cañón volviese del retroceso, antes de poner otro tiro en la recámara. 

Esto llevó a velocidades de tiro antes impensadas, el cañón francés podía disparar hasta 28 tiros por minuto!! por eso a este tipo de piezas, de retrogarga y con recuperador se las llamada TIR RAPID (T.R.) o en inglés QUICK FIRING (Q.F.). La aparición de esta pieza en 1897, revolucionó la artillería para siempre (a pesar de todos los esfuerzos franceses de mantenerla en secreto) y bien pronto los ejércitos más importantes de Europa tenían sus cañones de tiro rápido. 

Los franceses depositaron su orgullo y su confianza en esta extraordinaria arma, de tal manera que para agosto de 1914 disponían de 4.044 cañones "75"! 

A continuación publico una animación del sistema de retroceso llamado también FREIN DU TIR. 
luego un dibujo del canon de 75 y una foto en colores de una batería de 75 durante la batalla del Marne -setiembre de 1914-. 


 





jueves, 2 de mayo de 2013

Segunda Guerra Mundial: El raid del corsario Atlantis

Las hazañas del corsario «Atlantis» 



 

El buque corsario alemán «HSK Atlantis» (originalmente bautizado como «HSK Goldenfels») fue botado en Diciembre de 1937 como barco mercante, y pertenecía a la compañía naviera alemana Hansa. Desplazaba 7.862 toneladas. Su tamaño era de 146,40 metros de eslora. Fue transferido a la Kriegsmarine el 19 de Diciembre de 1939 y convertido en nave corsaria (crucero auxiliar pesado) por la empresa Deschimag, siendo rebautizado con el nombre de «Atlantis». Tenía una dotación de 347 hombres. Su armamento consistía en 6 cañones de 150 mm.; 1 cañón de 75 mm.; 4 cañones (o dos cañones gemelos) de 37 mm.; 4 cañones antiaéreos de 20 mm.; 4 tubos lanzatorpedos, 92 minas submarinas de tipo magnético y contaba con un hidroavión Arado para reconocimiento. La nave estaba equipada con dos motores diesel de 6 cilindros y una potencia de 7.600 HP. Su velocidad máxima era de 17,5 nudos. Su comandante era el capitán de fragata Bernhard Rogge y el primer oficial era el teniente Ulrich Möhr. En su travesía como buque corsario hundió o capturó a 22 barcos enemigos. 


Corsario «Atlantis» (disposición de su artillería)
 
Cuando el vigía del «City of Exeter», transatlántico inglés que navegaba por el Atlántico meridional, denunció la presencia de un mástil desconocido en el horizonte, el capitán entró en sospecha. Esto ocurría en Mayo de 1940, cuando ya Alemania se había lanzado a la guerra. Los temores del capitán se desvanecieron, sin embargo, media hora después, al advertir que el buque con el cual iba a cruzarse era el «Kasii Maru», de 8.400 toneladas y bandera japonesa. Esto es, de una nación neutral (para esa fecha, aún no se había producido el ataque a Pearl Harbor). 
En la cubierta del «Kasii Maru» paseaba una mujer empujando el cochecito de un niño. Indolentemente recostados, aquí y allá, había varios tripulantes, hombrecillos de tez oscura que llevaban los faldones de la camisa fuera del pantalón. Los dos buques se cruzaron sin disminuir el andar ni ponerse al habla. 
La verdad del caso era que en el cochecito no había ningún niño, que la «mujer» no era tal mujer, y que los marineros japoneses se llamaban Fritz, Klaus o Karl. Los restantes hombres de la dotación (un total de 347 entre técnicos y combatientes) habían permanecido escondidos bajo cubierta. El barco mismo ocultaba su identidad bajo un camuflaje de tubos de ventilación de madera laminar, chimeneas de lona, pintura, y no era otro que el corsario alemán «Atlantis», uno de los más temibles que hayan surcado jamás los mares. 

Corsario «Atlantis» 
 


 

Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania armó en corso nueve barcos. El total de las embarcaciones hundidas por ellos fue de ciento treinta y seis. El «Atlantis» se distinguió entre todos por el mayor número de barcos enemigos hundidos o capturados, por lo prolongado de su crucero y por las dotes excepcionales de su comandante. Llevaba a bordo, además de su armamento, todo lo necesario para disfrazar la superestructura y hacerse pasar, de ese modo, por no menos de una docena de diversos buques mercantes de inofensiva apariencia. La historia de sus hazañas correrá de boca en boca mientras haya hombres de mar. 
En Marzo de 1940, disfrazado de barco soviético y al mando del capitán Bernhard Rogge, el «Atlantis» bordeó la costa de Noruega y ganó el Atlántico septentrional. Su misión era navegar rumbo al sur de África y atacar, tan de sorpresa como fuese posible, a los barcos que doblaban el Cabo de Buena Esperanza. El 25 de Abril, al rebasar la línea del Ecuador, arrió el «Atlantis» la bandera soviética y, mediante un disfraz puesto a la chimenea, quedó convertido en el vapor «japonés» que se cruzó con el «City of Exeter», al cual el capitán Rogge se abstuvo de atacar por el gran número de pasajeros que el transatlántico inglés llevaba a bordo. 
El 3 de Mayo de 1940, el «Atlantis» se topó con su primera víctima: el «Scientist», vapor británico de 6.199 toneladas. La intimación de detener la nave y no hacer uso de la radio inalámbrica, tomó por sorpresa a ese barco inglés, pero su radiotelegrafista tuvo el suficiente ánimo como para lanzar un desesperado llamado de auxilio: «Mercante enemigo armado en guerra pretende detenernos». El «Atlantis» abrió fuego de inmediato y, pegando de través en la cubierta del «Scientist», le desarboló el inalámbrico. Los 77 hombres de la tripulación, dos de ellos gravemente heridos, arriaron los botes salvavidas. El «Atlantis» los recogió a todos a bordo, torpedeó al «Scientist» y dobló a toda máquina el Cabo de Buena Esperanza. El 10 de Mayo sembró las 92 minas a 26 millas del Cabo Agulhas, en la costa sudafricana, ruta obligada del tráfico marítimo. Dos semanas después, el capitán Rogge interceptó un mensaje en el cual los ingleses avisaban que un crucero auxiliar alemán, disfrazado de mercante japonés, navegaba probablemente por el Mar de las Indias. Cambiando al instante de disfraz, el «Atlantis» pasó a ser entonces la motonave «Abbekerk», de bandera holandesa.[/b] 



El «Atlantis» con sus cañones de 150mm.: 
 
La segunda víctima del «Atlantis» fue la nave noruega «Tirrenia», cargada de pertrechos para las tropas australianas en Palestina. El capitán Rogge colocó algunos hombres a bordo del «Tirrenia» y la obligó a navegar varias semanas, como barco prisión, tras la estela del «Atlantis». La mitad de las víctimas del corsario alemán alcanzaron a hacer uso de la radio antes de entregarse. Aquel disparó contra la mayoría de los barcos y les ocasionó a veces crecidas bajas. Sin embargo, la solitaria campaña marítima del capitán Rogge fue «civilizada», hasta donde puede serlo la guerra. Disponía él a bordo de su nave de suficiente espacio para alojar prisioneros, y embarcó en el «Atlantis» a todos cuantos pudo salvar. Fueron muchas las personas de todas las edades, hombres y mujeres de varias nacionalidades, que viajaron con él durante gran parte del tiempo en que duró su travesía. Los prisioneros recibían raciones iguales a las de los tripulantes. Les estaba permitido permanecer en cubierta de sol a sol, excepto cuando se tocase zafarrancho de combate. Tenían asimismo acceso a la piscina de lona. A los capitanes prisioneros se les daba alojamiento especial. Los oficiales noruegos e ingleses organizaron un club al cual invitaban con frecuencia a los alemanes. En esas reuniones (según cuenta uno de ellos), hablaban de la «tierra, del mar, de mujeres bonitas». La política era tema vedado. Cuando llegaba el momento de transbordar los prisioneros a otro barco, el capitán Rogge ofrecía un agasajo de despedida a los capitanes. 

El otoño de 1940 comenzó mal para el «Atlantis»: apenas dos barcos en 40 días. Pero la suerte cambió de pronto: el 11 de Julio de 1940 capturó al «SS City of Bagdad». Esta captura fue muy provechosa porque fue hallada una copia del código British Allied Merchant Shipping (que era la clave empleada por la Marina Mercante inglesa en los mensajes cifrados) y un juego de instrucciones de navegación del Almirantazgo Británico para la marina mercante aliada. El 13 de Julio hundió al «SS Kemmendine» de 7.770 toneladas. Unos días más tarde, el 2 de Agosto, fue capturado y hundido con cargas explosivas el «MV Talleyrand», nave gemela del «Tirrenia». El 24 de Agosto fue hundido, con impactos de cañón, el mercante británico «MV King City», de 4.745 toneladas. El 9 de Septiembre fue hundido, con aproximadamente 100 disparos de cañón, el «MV Athelking». Al día siguiente, interceptó al mercante británico «MV Benarty», del cual pudieron apropiarse de códigos de navegación actualizados. El «Atlantis» prosiguió con su cacería y, el 20 de Septiembre, hundió al barco francés «SS Commissaire Ramel». A esa altura, el capitán Rogge tenía ya 327 prisioneros, por lo que se decidió a efectuar un transbordo de los mismos en cuanto fuese posible. El 22 de Octubre interceptó al carguero yugoslavo «Durmitor» y transfirió a 312 prisioneros. El 8 de Noviembre capturó al petrolero noruego «SS Teddy», de 6.738 toneladas y con 10.000 toneladas de combustible diesel a bordo. Otro petrolero noruego, el «SS Ole Jacob», con 10.000 toneladas de gasolina de aviación, también fue capturado. El 11 de Noviembre avistó al «SS Automedon». El «Atlantis» le ordenó detenerse, pero el buque comenzó a radiar una señal de auxilio. El capitán Rogge ordenó abrir fuego y 18 rondas de sus cañones de 150 mm. silenciaron toda resistencia. Como consecuencia del ataque murió el capitán McEwen. Asimismo, viajaba a bordo el capitán Evans de la marina mercante que, en ese viaje, se desempeñaba como correo del Almirantazgo Británico, llevando documentación secreta del Gabinete de Guerra al Alto Mando del Extremo Oriente. En vista de la importancia de la documentación secuestrada, Rogge hundió al «Automedon» y se dirigió al puerto de Kobe, en Japón, donde arribó el 4 de Diciembre, para poner en mano de los japoneses el correo capturado. Después de la caída de Singapur, en 1942, el Emperador Hiroito hizo entrega al capitán Bernhard Rogge de una espada samurai katana como reconocimiento por el resultado obtenido al abordar al «Automedon». En el mes de Enero de 1941, el «Atlantis» estaba navegando nuevamente. El día 24 se cruzó con el «SS Mandasor», carguero británico que respondió con disparos de ametralladoras antiaéreas al ataque con bombas del hidroavión de reconocimiento. El corsario alemán abrió fuego e hizo blanco en 8 oportunidades, por lo que el carguero se incendió y, finalmente, fue hundido con cargas explosivas. 

 
SS Automedon 

El 31 de Enero capturó al mercante británico «MV Speybank» y el 2 de Febrero hizo lo propio con el petrolero noruego «Ketty Brövig». El 17 de Abril de 1941, se encontró con el barco de pasajeros egipcio «Zam Zam» El capitán Rogge lo confundió con un barco de transporte de tropas y lo atacó. Cuando descubrió su error, el buque comenzaba a hundirse. El «Atlantis» rescató a todos los pasajeros y tripulantes que viajaban a bordo. Finalmente, estos fueron transferidos al barco de suministros «Dresden» y desembarcados en Francia. Entre los pasajeros del «Zam Zam» viajaba David Scherman, fotógrafo de la revista Life, quien tomó varias fotografías. Pese a que los alemanes le decomisaron algunos rollos, logró ocultar otros y, cuando pudo regresar a Nueva York, las publicó en Life el 23 de Junio de 1941. El 14 de Mayo torpedeó y hundió al mercante británico «SS Rabaul» que había desobedecido la orden de detención. El 24 de Mayo persiguió al «SS Trafalgar», que transportaba 5.000 toneladas de carbón y dos aviones. Algunas andanadas de sus cañones de 150 mm. detuvieron al mercante que, inmediatamente, comenzó a incendiarse por el fuego iniciado en los aviones y luego en la carga de carbón. Fue hundido con un torpedo. El 17 de Junio abrió fuego contra el mercante británico «SS Tottenham», carguero que transportaba hacia Alejandría, material bélico diverso como municiones, armamento en general, repuestos para aviones. Los impactos de los cañones de 150 mm. provocaron una explosión y un incendio, pero el mercante no se hundió. Continuó navegando a la deriva y, dos semanas más tarde, encalló próximo a Río de Janeiro. El 22 de Junio interceptó y abrió fuego contra el carguero británico «MV Balzac», de 5.372 toneladas y que transportaba una carga de 4.200 toneladas de arroz. El 10 de Septiembre de 1941 el «Atlantis» se toparía con su vigésimo segunda y última presa: la motonave noruega «MV Silvaplana» de 4.790 toneladas. El buque fue capturado y, luego de apropiarse de su carga de café, especias, caucho, entre otras cosas, fue enviado al puerto de Burdeos con una tripulación mínima. 


Capitán de Fragata Bernhard Rogge (comandante del «Atlantis»)
 
El capitán Rogge era muy hábil para comandar y para captarse la simpatía de sus subordinados. Los pocos artículos de lujo que hallaba en los buques apresados (cerveza, golosinas, cigarrillos) los hacía repartir por igual entre todos. En sustitución de permisos para bajar a tierra (algo imposible para una nave corsaria), daba dispensas de servicio por una semana, en turnos de 12 hombres, que pasaban a disfrutar de descanso en una cámara destinada a ese efecto. A menos que se les llamara para ocupar sus respectivos puestos de combate, los hombres con «licencia», disponían libremente de su tiempo para hacer lo que mejor les pareciese. El resultado de esa semana de completo descanso, en medio de las rudas faenas de a bordo, era reconfortante y muy apreciado por los tripulantes. Nieto de un clérigo protestante que había figurado en la corte del Kaiser Guillermo II, el capitán exigía, a todos los oficiales, puntual asistencia a los servicios religiosos del domingo; pero a la salida, invariablemente, los invitaba a todos a tomar una copas: «el cóctel de la iglesia», según decía. 
Para ese entonces, el Almirantazgo Británico había ordenado que todo buque que avistase a una nave sospechosa, diese inmediatamente aviso por radio sin reparar en las consecuencias. En vista de ello, se ordenó al «Atlantis» que, a la vista de buque enemigo, hiciese fuego primero y preguntase después. Es que los aliados se veían perjudicados, no solamente por las embarcaciones apresadas o hundidas, sino también por el terror que ese corsario alemán esparcía en los mares. Inglaterra hubo de distraer, para darle caza, naves que la Armada necesitaba en otros lugares. Los buques mercantes se vieron obligados a navegar en zigzag, alargando la ruta y desperdiciando tiempo y combustible, lo cual incidía en los costos. Asimismo, se hizo más difícil el enganche de tripulaciones, y también más oneroso, por el sobresueldo que había que pagarles por navegar en zonas peligrosas. La correspondencia oficial sufrió frecuentes retrasos o extravíos. Subió la prima del seguro de guerra. Se apagaron las luces de puertos y faros. Era una necesidad para los aliados, entonces, hundir a este corsario. 
En la mañana del 21 de Noviembre de 1941, el hidroavión de reconocimiento del «Atlantis» quedó inutilizado al tratar de acuatizar a su regreso de un vuelo. Ocurrió este contratiempo cuando más falta hacía al corsario ese avión, tan necesario para él como los ojos para un hombre. Porque precisamente, el día siguiente era el señalado para que el submarino U-126 lo reabasteciese de combustible, operación arriesgada, durante el cual el barco alemán quedaría indefenso. Las dos embarcaciones se encontraron en el lugar convenido, a igual distancia de las costas de Brasil y África. Desde muy temprano, en la mañana, comenzaron a funcionar las bombas que trasvasaban el petróleo del submarino al corsario. Asimismo, en este último se estaba efectuando el cambio de un pistón del motor de babor. De pronto, los vigías dieron la voz de alarma, habían avistado primero la punta de un mástil y luego tres chimeneas que delataban un buque de la Clase London. Se trataba del crucero pesado «HMS Devonshire», al mando del capitán R.D. Oliver, que puso proa hacia las naves alemanas. Dejando a su capitán a bordo del «Atlantis», el submarino se sumergió sin pérdida de tiempo. Un hidroavión había sido lanzado desde el crucero y el capitán Rogge viró la nave para presentar la popa al buque enemigo y para tratar de ocultar el submarino a la vista del avión. ¿Se habrían dado cuenta los ingleses de su presencia? Las mangueras, desenchufadas a toda prisa y dañadas por tan inesperada maniobra, habían dejado en la superficie del agua manchas iridiscentes, delatoras de petróleo derramado y, además, el piloto del hidroavión británico alcanzó a ver al submarino en el momento en que se sumergía. Sólo una esperanza de salvación restaba al «Atlantis»: engañar al enemigo, ponerse al habla con él, ganar tiempo, y atraer al «Devonshire» hasta ponerlo a tiro de los tubos lanzatorpedos del submarino. 


Crucero «HMS Devonshire»

Pero el capitán Oliver recelaba del barco que había avistado. Salvo por las mangueras de ventilación y otros pormenores, la apariencia de esa nave, a la cual acababa de sorprender derramando petróleo en la superficie del mar, coincidía con la que, según la descripción del Almirantazgo, debía tener el corsario fantasma. Decidió, pues, cruzar frente al «Atlantis» y, desde una distancia que dejara al crucero fuera del alcance de tubos lanzatorpedos, disparó dos proyectiles, uno a babor y otro a estribor del buque sospechoso. En tal situación, el capitán Rogge decidió comunicarse por radio sin tardanza y tratar de engañar al enemigo. El teniente Wenzel, a cargo de las comunicaciones, lanzó la señal RRR y se identificó como el mercante holandés «Polyphemus». Pero al momento de emitir la señal, el teniente cometió el error de enviar tres R en vez de cuatro, que era la nueva norma establecida. El capitán Oliver sospechó. No obstante, actuó con serenidad: radió un mensaje al comando del Atlántico Meridional para asegurarse que fuese el «Polyphemus». Casi por espacio de una hora el «Atlantis» se mantuvo en posición frente al «Devonshire» a una distancia de unas 17.000 yardas. Aún quedaba la remota posibilidad de que el U-126 se aproximase al crucero inglés para torpedearlo, pero el segundo comandante del submarino había optado por conservar su posición. 
A las 9,34 hs, el capitán Oliver recibió la respuesta del comando del Atlántico Meridional, que decía: «No. Repetimos: ¡No!». Un minuto después el «Devonshire» abrió fuego con sus cañones de 203 mm. Varias andanadas impactaron en el «Atlantis» y la nave comenzó a incendiarse. El capitán Rogge ordenó abandonar el barco. Pero él y el teniente Fehler descendieron al depósito de municiones y activaron las cargas explosivas de tiempo, para después abandonar el barco ellos también. A las 9,58 hs. una enorme explosión terminó con el buque corsario que comenzó a hundirse. Los hombres, para quienes ese barco fuera hogar por 20 meses, lo despidieron con una aclamación, mientras el capitán Rogge, de pie en una de las lanchas, permanecía silencioso, en actitud de saludo. «Ferry», el perro del capitán, montaba guardia al lado de su dueño. El capitán Oliver, sospechando que el submarino estaba por los alrededores, decidió no detenerse a efectuar el salvamento de los náufragos y se alejó del lugar a máxima velocidad. 
A voz y con silbato fueron reuniéndose los hombres de la dotación del «Atlantis». Sólo siete de ellos habían muerto bajo el fuego del enemigo. El submarino U-126 emergió para rescatar a los náufragos: 55 hombres, entre heridos y personal técnico irremplazable, fueron llevados a bordo; 52 hombres más, a los cuales se los proveyó de mantas y chalecos salvavidas, quedaron en la cubierta. Los restantes 201 tripulantes fueron remolcados en seis lanchas. En la tarde de ese mismo día emprendió viaje la extraña flotilla. Dos veces por día se lanzaba del submarino un bote de goma que, yendo de lancha en lancha, repartía comida caliente. A los tres días de navegación, el U-126 hizo contacto con el «Python», buque de suministros que estaba reabasteciendo a los submarinos U-68 y al UA. De pronto apareció el crucero pesado «Dorsetshire» (gemelo del «Devonshire») El buque británico abrió fuego y, tras recibir varios impactos, el «Python» se incendió. El U-68 disparó cinco torpedos, pero el crucero británico, maniobrando velozmente, huyó de la escena. En once botes y siete balsas salvavidas, unos 414 hombres aguardaban la ayuda de los submarinos. Se transportó a los mismos la máxima cantidad posible y el resto continuó a remolque. En la primer semana de Diciembre, llegaron al lugar el U-129 y el U-124. En apenas dos semanas más, los submarinos italianos «Luigi Torelli», «Enrico Tazzoli», «Giuseppe Finzi» y «Pietro Calvi», se sumaron al rescate. A finales de Diciembre de 1941, todos los náufragos del «Atlantis» arribaron a salvo al puerto francés de Saint-Nazaire. Desde allí continuaron hacia Berlín, adonde llegaron después del Año Nuevo de 1942. 

 
Esta foto del Atlantis salió en la revista LIFE. La sacó un reportero que viajaba en un barco y que fue capturado y posteriormente liberado por el capitán Rogge. Esta foto fue decisiva para la identificación y posterior captura del buque corsario 
 
Momento del rescate por un submarino alemán de la tripulación del Atlantis. 

Ascendido al contralmirante, Bernhard Rogge pasó a estar al frente de la instrucción de los cadetes de la Marina; pero, al descubrir que no era partidario de la ideología nazi, fue relegado a un puesto secundario. Ninguna otra medida se tomó contra este hombre porque, al igual que el Mariscal Erwin Rommel, era una figura muy apreciada por el pueblo alemán. 
Es de destacar que, después de una guerra tan enconada y larga, no pocos de los que vieron sus barcos apresados o hundidos por el «Atlantis», se han sentido amistosamente dispuestos para con Bernhard Rogge. El capitán White, del «SS City of Bagdad», manifestó por escrito su agradecimiento por el trato que recibió mientras estuvo prisionero. Cuando el capitán Woodcock, en otro tiempo al mando del «SS Tottenham», tocó puerto al frente del barco que comandaba en ese momento, invitó a bordo al contralmirante Rogge. En los años de escasez, durante la posguerra, muchos de los que habían estado prisioneros en el «Atlantis», enviaron «paquetes de socorro» a los ex tripulantes del corsario alemán. 

 
Oficiales del Atlantis con el capitán Rogge. 


Los veteranos del «Atlantis» siempre han recordado con cariño al barco y a su comandante. El teniente Dehnel ha explicado alguna vez: «Hizo de la dotación de nuestro barco una verdadera familia»; para luego agregar: «Si en Alemania volviésemos a tener Marina de Guerra nuevamente, tal vez volvería yo al servicio. Pero si Rogge me llamara, lo seguiría como una bala, fuese cual fuese la Marina en la que hubiera de servir». 

Fuente: Historias Secretas de la Última Guerra.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Guerra hispano-norteamericana: Batalla de Cavite

Batalla de Cavite 



Pintura estadounidense que muestra al USS Olympia liderando el ataque a la flota española en la Batalla de Cavite 

La batalla de Cavite fue el enfrentamiento entre fuerzas navales estadounidenses y españolas ocurrido el 1 de mayo de 1898 en la bahía de Manila en el contexto de la guerra hispano-estadounidense. 

Preparativos estadounidenses 
Diez días después de la explosión del acorazado USS Maine (15 de febrero de 1898), el comodoro Dewey, al frente del Escuadrón Asiático en Yokohama, recibió la orden de dirigirse a Hong Kong y allí prepararse para atacar Filipinas en caso de estallar la guerra con España. Dejó en Shanghái el anticuado buque de madera Monocacy y se dirigió acto seguido a Hong Kong, donde reunió sus buques, 4 cruceros protegidos, Olympia, Raleigh, Boston y Concord y el cañonero Petrel. 
Una vez llegado allí -2 de marzo-, instruyó a sus tripulaciones, saliendo de la bahía de Hong Kong a hacer prácticas de tiro cada pocos días. En el mes de abril, adquirió dos mercantes, el Nanshan y el Zafiro, con carbón y otros pertrechos, e incorporó el aviso MacCulloch, armado ligeramente y perteneciente al Departamento del Tesoro. Además, reparó, pintó y puso a punto todos sus buques en los astilleros de Hong Kong. 
El 22 de abril llegó un refuerzo sustancial con repuesto de municiones para el resto de la escuadra, el crucero protegido Baltimore. El mismo día recibía el telegrama de que estuviese listo para zarpar inmediatamente, ya que la guerra era inminente. 
Al día siguiente estalló la guerra, teniendo 48 horas de plazo para abandonar Hong Kong según las leyes de neutralidad británica. La escuadra de Dewey salió de Hong Kong el 25 de abril y se dirigió a la vecina bahía de Mirs, donde completó su alistamiento durante otros dos días, recibiendo noticias del Consulado estadounidense sobre los preparativos españoles hasta que finalmente, el 27 de abril zarpó hacia Filipinas. 

Preparativos españoles 
Las fuerzas navales del Apostadero se reducían a dos cruceros de más de tres mil toneladas, el Reina Cristina y el Castilla -este último, de casco de madera- y 5 cruceros de mil toneladas. Sin embargo, dos de los últimos, el crucero Velasco y el Ulloa tenían sus máquinas inútiles. Además había tres cañoneros de 500 t con algunas piezas de mediano calibre, de los que uno estaba inútil y otro destacado al sur de las Filipinas. Aparte, algunos transportes de guerra, cañoneros y lanchas guardacostas, todos armados ligeramente y que no podían intervenir en el combate. 
Debido a ello, el contraalmirante Montojo pidió buques, cañones de costa y minas a Madrid, que finalmente decidió enviar minas, demasiado tarde para ser utilizadas en el combate. 
El Ejército disponía de algunas piezas de artillería: 4 obuses de 240 mm y 6 cañones de 150 mm que pese a estar anticuados podían causar algún daño a la escuadra de Dewey, además de cañones y obuses de avancarga de escaso poder militar. A su vez, la Armada disponía de una decena de cañones de retrocarga, procedente de buques inútiles o dados de baja en Filipinas, de 160 a 120 mm, que también podrían causar daños, además de cañones de avancarga. También disponía de 14 minas de funcionamiento eléctrico. 
Mientras el Capitán General de las Filipinas, Fernando Primo de Rivera, era partidario de defender a toda costa Manila, el contralmirante Montojo consideraba que la ciudad podía sufrir numerosas pérdidas materiales y humanas exponiéndose a un bombardeo, y prefería batirse en Subic, bahía de excelentes condiciones de defensa. Ordenó que se instalaran en Subic todas las minas y 4 de los 6 cañones de 150 mm del Ejército. Las otras dos se instalarían junto al arsenal de Cavite. El resto de la artillería la repartió entre Manila (4 obuses de 240 mm y una treintena de piezas de avancarga) y las islas de Corregidor, Fraile y Caballo, en la entrada de la bahía de Manila (los cañones de la Armada). En Manila se fabricaron de forma artesanal e improvisada más de veinte minas adicionales que se situaron frente a la ciudad y junto a Cavite. Montojo decidió no hacer por su parte prácticas de tiro debido a su escasez de municiones. El 12 de abril el General Basilio Augustín y Dávila (sin experiencia en el archipiélago), sustituía como Capitán General de Filipinas a Primo de Rivera. 
Al tener noticia el 25 de abril de que la escuadra de Dewey había zarpado de Hong Kong, Montojo zarpó con la suya hacia Subic. Allí no se había completado las obras, por negligencia o mala voluntad. En la entrada de la bahía se averió el crucero Castilla, que debió ser remolcado. Por todo ello, Montojo decidió que presentaría batalla en Cavite, ya que ni él mismo ni tampoco el nuevo Capitán General querían ver Manila expuesta a un bombardeo. Fondeó junto al arsenal el 30 de abril, cuando Dewey ya había llegado a las costas filipinas. 

Flotas enfrentadas 

Flota española 
Al mando de Patricio Montojo y Pasarón. Su buque insignia, el Reina Cristina. 
El crucero de primera clase Reina Cristina de 3520 t, con 6 cañones de 160 mm Hontoria y 2 tubos lanzatorpedos. 
El crucero de madera Castilla de 3342 t, con 4 cañones de 152 mm y 2 de 120 mm (Armstrong). Sin capacidad de movimiento. 
Los cruceros de segunda clase Isla de Cuba e Isla de Luzón de 1045 t con cubierta protectriz y 4 cañones Hontoria de 120 mm. 
Los cruceros de segunda clase Don Antonio de Ulloa y Don Juan de Austria de 1150 toneladas, 4 cañones Hontoria de 120 mm (aunque al Ulloa se le habían desmontado los 2 de una banda) y 2 tubos lanzatorpedos cada uno. El primero sin capacidad de movimiento. 
El cañonero Marqués del Duero de 500 t y 1 cañón Hontoria de 120 mm. 
Reunía en total 27 cañones con calibres comprendidos entre los 160 mm y los 120 mm. 


Flota estadounidense 
Al mando, el Comodoro George Dewey. 
Su buque insignia USS Olympia (C-6) de 5870 t, con blindaje de 120 mm, 4 cañones de 203 mm y 10 de 127 mm. 
Los cruceros protegidos USS Baltimore (C-3) de 4413 t, USS Raleigh (C-8) de 3640 t y el USS Boston de 3189 t 
El clasificado como cañonero, pero de hecho con cubierta protectora, USS Concord (PG-3) de 1710 t 
El cañonero USS Petrel (PG-2) de 892 t 
Reunía en total 10 cañones de 203 mm, 23 de 152 mm y 20 de 127 mm, la mitad de ellos de tiro rápido. 


El combate 
La escuadra de Dewey llegó la noche del 30 de abril a Subic. Al no encontrar allí a Montojo, entró en la bahía de Manila sin que los cañones de la entrada hiciesen apenas un par de disparos contra él, sin ningún efecto, y llegó frente a la ciudad. Al no ver allí a la escuadra española, se dirigió hacia Cavite, donde la encontró bastante agrupada en la mañana del 1 de mayo. 
Los españoles abrieron fuego cuando los norteamericanos estaban todavía a más de seis kilómetros, distancia demasiado alejada para poder hacer blanco con los medios de la época. Los norteamericanos esperaron a estar a unos 4 km para responder. Eran las seis menos cuarto de la mañana. 
La escuadra americana hizo varias pasadas en línea de fila, disparando ora por una banda ora por otra, mientras los buques españoles, casi parados o totalmente quietos, les respondían. Los americanos dispararon nueve veces más proyectiles que los buques españoles, debido a sus cañones de tiro rápido. Viendo que no conseguía nada, Montojo se lanzó con su insignia Cristina y el Don Juan de Austria armados de tubos lanzatorpedos, para intentar torpedear el buque insignia de Dewey. Un chaparrón de proyectiles detuvo el ataque, averiando gravemente al crucero insignia de Montojo, y forzando la retirada hacia la línea española. Los americanos prosiguieron con su fuego ya a unos 2 kilómetros entre las dos escuadras. 


Como consecuencia de ello, los cruceros españoles mayores, el Reina Cristina y el Castilla resultaron incendiados. Habían sufrido daños considerables también el Ulloa y el Marqués del Duero. Montojo trasladó su insignia al Isla de Cuba. 
A las 7:35 horas, Dewey recibía una nota borrosa que parecía indicar que solo quedaban 15 granadas por cañón de 127 mm en su buque insignia, el Olympia, por lo que decidió retirarse, sin dejar de disparar en el proceso, con toda la escuadra a la ensenada de Pampanga, donde le esperaban el McCulloch y los transportes Nanshan y Zafiro. 
Mientras tanto, Montojo ordenó abandonar los incendiados Cristina y Castilla. En el proceso, murió alcanzado por una granada enemiga el comandante del Cristina, Luis Cadarso y Rey. Montojo desembarcó en Cavite para curarse de una contusión en la pierna. Allí fue felicitado por el comandante del Arsenal, Enrique Sostoa Ibáñez, por haber rechazado el ataque estadounidense. Montojo le replicó que estaba vencido y le encargó, si Dewey regresaba, varar los buques y desembarcar a las tripulaciones. Mientras tanto él mismo se marchaba a Manila. 



Dewey transbordó carbón y municiones de sus transportes. Entonces se comprobó que la nota anterior era un error, y que solo se habían disparado 15 granadas por cañón de 127 mm Sin embargo, Dewey decidió esperar a que se dispersase el humo del combate para ver cómo había quedado la escuadra española. Los incendiados Cristina y Castilla, abandonados a sus incendios, explotaron. Al oír las explosiones, Dewey regresó, disparando sobre los buques que estaban siendo varados, contra los inútiles y sin tripulación Velasco y Lezo, explotando este último por la pólvora que tenía a bordo, y también sobre el arsenal de Cavite. 
De los dos cañones de 150 mm que defendían éste, solo uno pudo hacer fuego durante el combate y no alcanzó ningún blanco, por tener las alzas marcando ocho kilómetros, muy por encima de la distancia real del enemigo. 

Consecuencias 

Los americanos prefieron disparar mucho a disparar bien, logrando un 1% de impactos que alcanzaron sobre todo a los dos buques mayores de Montojo. Los españoles solo lograron alcanzar al "Baltimore", que perdió dos cañones por un único y afortunado disparo español, y provocar un pequeño incendio en el Boston. 
Los americanos únicamente reconocieron 1 muerto y algunos heridos. Los españoles sufrieron 60 muertos en la escuadra y 17 más en el arsenal. Con esta batalla, Dewey logró el dominio de la bahía de Manila y esto animó a los filipinos a sublevarse contra los españoles. A Dewey se le ascendió a Contraalmirante por esta victoria. 
Por haber abandonado a su escuadra antes de haber finalizado el combate, Montojo fue encausado y expulsado de la Armada, readmitiéndosele más tarde en la reserva. 
De los buques españoles perdidos en el combate, los americanos pusieron en servicio una vez finalizada la guerra los Isla de Cuba, Isla de Luzón y Don Juan de Austria, que apenas habían sufrido daños durante el combate, y que estuvieron en servicio en Filipinas durante varias décadas sufriendo después suerte diversa. 

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