domingo, 7 de enero de 2018

Guerra de Angola: Los MiG-23s cubanos en Angola (1)

Los MiG-23 en Angola 
Por Rubén

I Parte. Misiones de apoyo aéreo 

Llegada a Angola 




MiG-23ML cubanos siendo "empacados" para su destino operacional en África 

A partir de 1984 la FAR en Angola recibe cazas MiG-23ML y MiG-23UB, hasta llegar a la cifra de 50 aparatos. Allí el grueso de sus misiones fueron de ataque a tierra. Estos excelentes cazas rusos, llamados “chorizos” por los pilotos cubanos, tenían el doble del radio de acción y carga de combate que los MiG-21 (llamados “salchichas”), y se convierten en un importantísimo factor en la victoria cubano-angolana, siendo el azote de la UNITA en 1984-1987, y del SADF sudafricano al intervenir éste en 1987-1988. 

 

Los MiG-23 cubanos en la campaña de 1987 
Cuando en noviembre de 1987 Angola pide ayuda militar a Cuba tras la derrota de la ofensiva de la FAPLA "Saludando a Octubre", el mando cubano decide intervenir en la batalla de Cuito Cuanavale. Los primeros destacamentos acorazados y de artillería cubanos son enviados a Cuito desde Menongue, y avanzan los 200 km bajo la cobertura de los MiG-21 y MiG-23. Otra medida decisiva es mandar desde Cuba los mejores pilotos de MiG-23 en vuelos directos de Ilyushin Il-62M. Los MiG-23ML del Teniente Coronel Armando González "El Guajiro", son concentrados en Menongue y actuarán desde esta base aérea, junto a los MiG-21bis. Otro escuadrón entero de MiG-23ML es enviado de Cuba en el buque "Las Coloradas". La primera tarea de los MiG-23ML, es cubrir el repliegue de la FAPLA hacia Cuito Cuanavale. 

 
MiG-23 con los colores de la FAPA. La imagen refleja un MiG-23MF, que en realidad no estuvo en Angola, sino sólo los ML y UB. (Dibujo de Chris Banyai-Riepl) 

Con la aparición de los MiG-23ML en el sur de Angola la FAR conquista la superioridad aérea sobre la SAAF, la cual el 27 de setiembre pierde su primer Mirage F1 derribado por MiG-23ML, desde lo cual la SAAF evitaba contacto directo con los MiG-23. De noviembre de 1987 a enero de 1988 los MiG-21 y MiG-23 de la FAR hacen más de 1,000 misiones de combate en apoyo de la FAPLA y frenando el avance del SADF y la UNITA hacia Cuito Cuanavale, obligándolos a moverse sólo de noche, y a enmascararse muy bien de día. Ya el 5 de enero de 1988 el soldado sudafricano V.W. Beling escribía en su diario (ocupado luego de la derrota sudafricana en el combate de Tchipa el 27 de junio de 1988): 

"Hoy ha sido un día aburrido, al levantarnos tuvimos una marcha de iglesia, despues sólo tuvimos el resto del día. Todo el día estamos huyendo de los MiGs. Corremos hacia nuestros huecos y nos sentamos ahí hasta que se van. Entonces volvemos a la red de enmascaramiento...." (1) 

El 15 de diciembre de 1987 el SADF comienza la "Operación Hooper", con el objetivo de destruir junto a la UNITA a la agrupación de la FAPLA en Cuito Cuanavale. Sus obuses enmascarados G5 y G6 con 42 km de alcance, inician el hostigamiento de la base aérea de Cuito, lo cual obliga a sus defensores a limitar el empleo de la base aérea por los MiGs, aunque los helicópteros Mi-8 y Mi-24 siguen operando desde allí. Pero con sus intensos bombardeos, los MiGs permiten ganar un vital tiempo para preparar la defensa, y con ello los MiG-23 comienzan a convertirse en factor decisivo de la batalla. 

Papel de los MiG-23 en la defensa de Cuito Cuanavale 
Esta fue la batalla más grande en la historia del Africa negra, y tuvo consecuencias que decidieron la guerra a favor del lado cubano-angolano. El SADF y la UNITA realizan varios intentos de romper las defensas de Cuito Cuanavale. El 13 de enero por la mañana se produce el primer gran ataque, pero se encuentran con una defensa inesperada, y sólo logran avanzar 3 km en algunos puntos. 

 
MiG-23ML FAPA C-436 con cuatro bombas FAB-250 de 250 kg y un tanque PTB-600 de 600 litros 

Ese día era tormentoso, con torrenciales aguaceros, y los sudafricanos pensaron que los MiGs no despegarían. Por eso se agruparon abiertamente para efectuar un segundo ataque por la tarde, sin enmascararse y en estrechas formaciones de blindados. Este error lo pagan caro. El tiempo mejora ligeramente, y de inmediato despegan de Menongue los MiG-21bis y MiG-23ML cubanos lidereados por el Coronel Humberto Trujillo, con 1 tonelada de bombas cada uno. Ellos sorprenden a la agrupación del SADF, y le causan cuantiosas bajas, destruyendo numerosos equipos. Para aprovechar la ocasión despegan de nuevo los MiGs otras dos veces, esta vez con 2 toneladas de bombas cada uno, y escoltados por 4 MiG-23ML con misiles R-24 y R-60 por si aparecen los Mirage F1 de la SAAF. Los MiGs hacen esa tarde 22 misiones, machacando con 32 toneladas de bombas al SADF, que pierde numerosos equipos pesados. Tras este bombardeo, el SADF desiste del ataque, y se retira de la zona de combates para reponer fuerzas, tras perder 7 tanques Olifants, varios blindados Elands y otros vehículos por el fuego de la artillería, los T-55 y los MiG-21bis y MiG-23ML de la FAR. 

 

Tres días después, el 16 de enero el Coronel Trujillo y el Teniente Coronel Armando Gonzáles realizan una misión de exploración con MiG-23, y descubren un Olifant solitario, a varios km al este de Cuito Cuanavale. Siguiendo sus huellas, encuentran una agrupación del SADF enmascarada, con tanques, blindados, obuses y camiones. Los MiGs siguen de largo, para hacer creer al enemigo que no fueron descubiertos, y a 25 km de distancia suben a 7,000 m para llamar y esperar al grupo de choque de 4 MiG-23ML con bombas. Al llegar el grupo, los seis MiG-23ML se lanzan en una picada de 60° al enemigo, lanzando varias toneladas de bombas, y ascendiendo de la picada con 7 Gs de sobrecarga. Los sudafricanos sufrieron tal sorpresa, que no se defendieron con sus misiles ni cañones. Los fragmentos de la técnica enemiga ascendieron a 300 m de altura. 

 
Vehículos del SADF destruídos por ataques de MiG-23 por Cuito el 13 de enero de 1988 (Humberto Trujillo, "Trueno justiciero") 
 
MiG-23ML se reabastace de combustible. Bajo las alas racimos de cohetes UB-32 
 
La moral de los cubanos siempre fue alta. Técnicos colocan un misil R-24R al MiG-23ML (César Gómez, "Viaje al centro de los héroes") 

 
La zona civil de Cuito Cuanavale era bombardeada por los G5 sudafricanos, y su población tuvo que ser evacuada (César Gómez, "Viaje al centro de los héroes") 

El enemigo necesita todo un mes para reponer fuerzas tras su primer fracaso, y el 14 de febrero de 1988 las fuerzas del SADF y la UNITA inician un segundo ataque a las defensas de Cuito Cuanavale. A las 9.30 h de la mañana los MiG-23 de Juan Pérez y Eladio Avila detectan el enemigo avanzando en formación de combate. De inmediato despegan otros 5 MiG-23ML, descargando sus bombas en medio de las líneas enemigas. El ataque enemigo es rechazado, pero a las 13.30 h se repite. Fuerzas de hasta tres batallones del SADF y seis de la UNITA avanzan apoyados por más de 100 blindados de varios tipos, entre ellos 40 tanques Olifants. Con tal superioridad de fuerzas, logran romper la defensa de la 59° Brigada angolana, pero son detenidos por un audaz contraataque de 8 tanques T-55 cubanos, y los sudafricanos pierden 10 Olifants, retirándose. La FAR contribuye al rechazo del ataque enemigo, cumpliendo los MiGs 35 misiones de apoyo aéreo con bombas, y 14 de cobertura aérea. Días después, el 20 de febrero, se repite el ataque con los tanques Olifant, blindados Eland, Ratel y Casspir, que fue rechazado de nuevo con el apoyo de los MiG-23. Ese mismo sábado 20 de febrero por la mañana, la SAAF tiene otra pérdida dolorosa, cuando los cubanos derriban otro Mirage F1AZ SAAF-245 (del mayor Edward R. Every), con llos cañones de 23 mm de la Shilka ZSU-23-4 de Juan y José, y el misil Strela-3 (SA-14) del cohetero Ernesto. 

 
El personal de tierra trabajó arduamente. Ningún MiG-23 estuvo de baja durante la campaña final de 1988 
 
Sistema antiaéreo cubano Strela-10 (SA-13) en Cuito. Los sudafricanos le abjudican la pérdida de su Mirage F1AZ del 20 de febrero de 1988 (La guerra de Angola) 
 
Restos del Mirage F1AZ del major Edward Every derribado el 20 de febrero por ZSU-23-4 y Strela-3 cubanos (César Gómez, "Viaje al centro de los héroes") 

El 25 de febrero por la madrugada el SADF y la UNITA inician otra fuerte ofensiva, iluminándose con bengalas. Sin embargo, caen en los nuevos campos de minas, y bajo el fuego de los cañones de 130mm cubanos y los T-55. En la oscuridad su infantería y blindados se detienen confundidos, y avanzan lentamente con grandes pérdidas. Los MiG-21 y MiG-23 hacen 52 misiones desde Menongue, arrojando 26 toneladas de bombas al enemigo, cuyo ataque de turno es rechazado. 

Este día 25 de febrero se producen los últimos encuentros aéreos de los MiG-23 en la guerra. Durante febrero comienza la caza de los obuses G5 y G6, que hostigaban todo el tiempo a las tropas por Cuito. Anteriormente los MiG-23ML salían a atacar estos obuses, guiándose por las indicaciones de los angolanos o rusos. Pero esta información era inexacta, o retrasada, y no los encontraban. Los sudafricanos se enmascaraban muy bien, y dejaban de disparar cuando detectaban en despegue de los MiG-23, además de que también todo el tiempo cambiaban de posición. Entonces el mando de la aviación cubana organiza su propia fuente de información, explorando la zona con parejas MiG-23ML, que debían llamar al grupos de apoyo de MiG-23. A mediados de febrero el Coronel Trujillo detecta un cañón G5 por el río Chambinga, y en vuelo rasante le lanza bombas con paracaídas, luego llegan los demás MiG-23, que destruyen la pieza. El 21 de febrero el Coronel Trujillo junto al Coronel Luis Alonso Reina organiza la exploración aérea contra los G5. Desde entonces los sudafricanos son más cuidadosos, se tienen que retirar al alcance máximo de sus piezas (disminuyendo la puntería), y cada vez que detectan el despegue de los MiGs de Menongue, dejan de disparar y se enconden. Los obuses son en buena medida neutralizados por los MiG-23ML. Un soldado sudafricano reconoce: 

“Los MiGs eran el gran problema en Angola. Nosotros no podiamos usar nada contra ellos, y la FAPLA (con apoyo de Cuba y Rusia) tenian efectivamente la superioridad aerea. Un sargento de G5 (Artilleria) me dijo: “Cuando los MiGs estan en el aire, la guerra se detiene”. Los G5 y lanzacohetes multiples tenian que ser cuidadosos en hacer fuego en dias claros, porque sus posiciones se detectaban, y venian los MiGs a cazarlos” (2) 

 
Pareja de cazas MiG-23ML FAPA C-454 y C-436 
 
MiG-23ML cubano en Angola, con dos misiles R-60M y dos R-24T. 1988 
 
MiG-23ML en Angola, 1988 (Humberto Trujillo, "Trueno justiciero") 
 
Este MiG-23ML acaba de soltar su paracaídas al aterrizar 

El último ataque enemigo a Cuito Cuanavale. La Victoria 
El 1 de marzo de 1988 se produce el quinto ataque a las defensas angolano-cubanas por Cuito Cuanavale. Ese día el SADF pierde 20 muertos y 59 heridos, según sus radiocomunicaciones monitoreadas desde el lado cubano. El SADF y la UNITA demoran en reponerse 1,5 mes, y el 23 de marzo inician el último intento de avance por Cuito Cuanavale, que termina con otro gran fracaso, conocido como "El desastre de Tumpo". Para entonces la defensa de Cuito ya había sido reforzada con tropas regulares cubanas. Tras horas de combate, el enemigo comienza a retirarse a las 16.00 horas, con grandes bajas, y la pérdida de cuantiosa técnica en manos cubano-angolanas, entre ellos 3 tanques Olifants. La aviación apoya intensamente la defensa de Cuito. Para elevar la efectividad de sus golpes, la artillería cubana lanza proyectiles fumígenos en medio de las líneas enemigas, marcánle el objetivo exacto a los rasantes MiG-21 y MiG-23. Ese día el combate fue tan intenso, que los sudafricanos dispararon 700 proyectiles de 155 mm de G5, 36 cohetes de Walkirie, y 66 granadas de mortero. 
El fracaso definitivo del SADF ante Cuito Cuanavale, en su mayor batalla de su historia, tiene varias consecuencias. Una de ellas es que la SAAF desiste seguir participando activamente en la guerra, hasta que no reciba nuevo equipamiento, pues sus Mirage F1AZ con misiles Kukri son netamente inferiores al MiG-23ML con misiles R-24/R-60. Ese mismo día 23 de marzo los Mirage F1AZ de la SAAF se ven obligados a hacer su último 683 vuelo de combate en la campaña, abandonando a sus tropas terrestres y dejando definitivamente el aire en manos de los MiG-23ML, que seguirán machacando impunemente al SADF y la UNITA. Sólo de enero a marzo de 1988 los MiGs cubanos cumplen 1,283 misiones de vuelo por Cuito Cuanavale, realizando 722 misiones de bombardeo y 561 misiones de cobertura aérea, arrojan 358 t de bombas y 4,000 cohetes S-5, además de otras municiones, causando inmensas pérdidas en hombres y equipos. Aunque oficialmente el SADF reconoció sólo 31 muertos durante Cuito Cuanavale, fuentes extraoficiales sudafricanas admiten que tuvieron 715 muertos. 

 
Tanque Olifant del SADF destruído en Cuito Cuanavale (Foto de "La guerra de Angola") 
 
Este Olifant fue capturado tras caer en un campo de minas (La guerra de Angola) 
 
Soldados cubanos posan junto a uno de los Olifants de trofeo (César Gómez, "Viaje al centro de los héroes") 
 
El General Cintra Frías satisfecho maneja uno de los Olifants capturados (La guerra de Angola) 

Fuente original

sábado, 6 de enero de 2018

Guerra Fría: Ases cubanos de Bahía de Cochinos


Pilotos cubanos del incidente de Bahía de Cochinos

CUBA

Bahía de Cochinos 1961

NOMBRE                           VICTORIAS           UNIDAD            FUERZA AÉREA

Prendes Quintana, Alvaro           3               Esc.de Caza     DAAFAR
Carreras Rojas, Enrique            2               Esc.de Caza     DAAFAR
del Pino Diaz, Rafael              1 *             Esc.de Caza     DAAFAR
Fernandez, Alberto                 1               Esc.de Caza     DAAFAR
Rudd Mole, Douglas                 1               Esc.de Caza     DAAFAR

*...+1 victoria durante la Guerra Fría.
DAAFAR...Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea Revolucionaria 



Sea Fury FB.Mk.11, FAR-541.


Sea Fury FB.Mk.11, FAR-542.

Fuentes & Literatura
  1. ACIG Team: Cuban Air-to-Air Victories, List of confirmed, claimed, and probable air-to-air victories scored by the Cuban pilots since 1961,http://www.acig.org/artman/publish/article_165.shtml.http://s188567700.online.de/CMS/index.php?option=com_content&task=view&id=42&Itemid=47.
  2. Cooper, Tom: Clandestine US Operations: Cuba, 1961, Bay of Pigs,http://www.acig.org/artman/publish/article_154.shtml,http://s188567700.online.de/CMS/index.php?option=com_content&task=view&id=83&Itemid=47.
  3. Lednicer, David: Intrusions, Overflights, Shootdowns and Defections During the Cold War and Thereafterhttp://mysite.verizon.net/anneled/ColdWar.html.
  4. MacPhail, Dough - Acree, Chuck: Bay of Pigs:The Men and Aircraft of the Cuban Revolutionary Air Forcehttp://www.laahs.com/art61.htm
  5. Magnus, Allan: Air Aces Home Page,http://users.accesscomm.ca/magnusfamily/airaces1.htm
  6. Petz, Daniel: Operace "Pluto", Ltadla nad Zátokou sviní, in Aero Plastic Kits Revue, No. 24, 1994.
  7. Polák, Tomáš: Žhavé výstřely studené války 4. - Amerika, in Aero Plastic Kits Revue, No.41, 1994.
  8. Shores, Christopher: Air Aces, Presidio Press, Novato, California 1983.

viernes, 5 de enero de 2018

Conquista del desierto: Los Aoniken argentinos y los mapuches chilenos


Día de la Raza 
Por Rolando Hanglin | Para LA NACION 



Los argentinos tenemos un defecto que es, a la vez, nuestra virtud cardinal. Somos, en gran parte, nietos de gringos. Por lo tanto, lo ignoramos casi todo respecto de la historia de nuestro país. Formamos parte de la marea humana que bajó de los barcos entre 1880 y 1920, cuando aún no estaban bien tapados por la tierra piadosa los cadáveres de miles de víctimas. Indios y cristianos, rehenes y cautivas, caciques y milicos, todos ellos caídos en la gran guerra indio-cristiana, entre 1820 y 1890. 



Siendo, pues, medio gringos, poco podíamos saber de los malones, los fortines, de Roca y Villegas, de Pincén y Calfucurá. ¡Para nosotros, los indios eran unos tipos con plumita que aparecían en las películas de cowboys! Siempre perdiendo la batalla. 

Somos, en gran parte, nietos de gringos. Por lo tanto, lo ignoramos casi todo respecto de la historia de nuestro país 
Por eso nos sorprende que, hoy día, los supuestos descendientes de aquellos indios, hoy llamados "mapuches", reclamen propiedades de lugares como Bariloche, Aluminé, La Angostura e incluso Toay, La Pampa. 


Vamos por partes. 

En realidad, el término "mapuche" fue inventado por el etnólogo norteamericano Edmond E. Smith en 1850, y luego difundido en distintos países de América. El significado es claro: mapu:tierra; che:gente. Del mismo modo, yo mismo, aficionado a la lengua de la Patagonia (mapu-dungún) he bautizado a mi quinta de fin de semana "Epu-Trehua" (los dos perros) y a un chalecito que tengo en Chapadmalal, "Antu-Catán" (casa del sol) sin por ello reivindicar ninguna raíz histórica. 

Leyendo las obras de Lucio V. Mansilla, Estanislao Zeballos, Manuel Prado y otros autores del tiempo de los fortines, no encontramos nunca la palabra "mapuche". Jamás se habló de semejante tribu o nación. La literatura de 1820-1880 habla, sí, de los pampas, los serranos, los araucanos o chilenos, los vorogas, los tehuelches, los tubichaminís. Pero la palabra mapuche no aparece jamás. La historia y la antropología coinciden en que el territorio argentino, de San Luis hacia el sur, estaba ocupado por los tehuelches septentrionales (pampas, aoniken) los tehuelches meridionales (pampas, guenaken) y los tehuelches que habían pasado a la isla, conocidos como onas. Estos paisanos integraban una comunidad de cazadores-recolectores. No cultivaban la tierra ni mantenían el concepto de propiedad privada o límites nacionales. Apenas el de "espacio vital", que mudaban de asentamiento en aquellas inmensas extensiones, buscando siempre caza abundante de guanacos, venados, piches, avestruces. Ocupaban, pues, sin ocuparlo, un país inmenso. Se cree que estos tehuelches (o sus antepasados) estamparon las paredes rocosas de la Cueva de las Manos hace 8000 años. Afirma Casamiquela que, cuando se fundó Carmen de Patagones, los tehuelches se arrimaron a traficar plumas de ñandú y cueros de guanaco. Lo mismo hacían en Punta Arenas, en 1850, y en 1865 con la colonia galesa, en el valle del Chubut. Era una actividad de significación económica muy superior a lo que hoy puede parecer. Todos los testimonios concuerdan en que la gente tehuelche era pacífica y dispersa. 



Por eso es raro que hoy, en 2012, surjan comunas o movimientos o sindicatos de identidad "mapuche" que reclaman campos o tierras en Chubut , Río Negro, Neuquén y Santa Cruz. ¿De dónde vienen? ¿Son pueblos originarios de nuestro país, a los que la República les debe algo porque les ha jugado sucio, ocupando sus espacios y estrangulando sus medios de vida? 
El mapuche es chileno y entra al ámbito de las pampas argentinas en 1820, expulsado por las guerras intestinas de Chile. 
Vamos a dejar la respuesta a don Rodolfo Casamiquela, etnólogo y antropólogo fallecido en el año 2008, pero no sin escribir 24 libros y 200 monografías sobre el tema. Casamiquela, nacido en Jacobacci, se consideraba el último hombre capaz de pronunciar correctamente el idioma tehuelche del norte (o sea, "pampa") y su veredicto fue contundente: "Los mapuches son chilenos". 

Otros conceptos: "Hoy sólo se habla del mapuche. Los tehuelches se auto-suprimieron u olvidaron su propia historia, a pesar de que hoy existen muchos descendientes, como los Chagallo, Yanquetruz, Sayhueque, Foyel, Catriel, Chiquichano, Chelqueta, Chingolé, Chalao, Chacamata, Cual. Estas familias son los tehuelches que quedan, es decir los llamados pampas. Fueron un linaje de enorme poder potencial, que se fue araucanizando o mapuchizando a partir de la lengua. El mapuche es chileno y entra al ámbito de las pampas argentinas en 1820, expulsado por las guerras intestinas de Chile. Muchos jefes indios chilenos tomaron partido por el Rey de España y, en el contexto de una guerra a muerte, cruzaron la cordillera para salvar la vida. Aquí fueron recibidos por algunos parientes y, poco a poco, autorizados por el brigadier Juan Manuel de Rosas a instalarse en las provincias del Río de la Plata. 

Uno se pregunta si los tehuelches, pueblo originario de Pampa y Patagonia, fueron exterminados por los araucanos chilenos, o por las fuerzas militares argentinas, o por alguien. 

Casamiquela: "El tema es la lengua. Para negociar con el español, se celebraban los llamados parlamentos, o sea, asambleas de oratoria y diplomacia donde cada jefe (ulmén) con sus capitanejos o caciquillos, y los representantes del blanco o huinca (derivado de los incas, que también intentaron someter a los araucanos con poca suerte) rivalizaban en alocuciones y figuras retóricas para "ajustar las paces". En este terreno diplomático, el idioma mapuche era muy superior al tehuelche. Preciso, claro, bello, simple, rudo, el mapudungun es una lengua muy valiosa. Con ella penetra la religión, predominando entonces lo mapuche sobre lo tehuelche". 

Llegamos a la conclusión de que los mapuches chilenos no exterminaron a los tehuelches argentinos, sino que se agruparon en distintas federaciones, en las cuales predominó siempre la jefatura militar mapuche. Según atestiguan con todo detalle viajeros históricos como el inglés Musters, los tehuelches eran tenidos por "gitanos, vagabundos, bohemios, indisciplinados". 

Dice el Profesor Casamiquela: "El mapuche no tiene profundidad histórica en Argentina. Lleva 100 años aquí". En este sentido, es como los italianos, los irlandeses o los croatas. Sigue diciendo Casamiquela: "Cuando vino a nuestro país el Profesor Erice, autor del máximo diccionario mapuche, no encontró ningún hablante de esa lengua en Viedma. Aquí en Jacobacci quedaban los Linares, descendientes de un cautivo de ese apellido que se casó con la hija de un cacique, radicado en la laguna del Juncal, pero eran tehuelches. También son tehuelches los criollos de apellido Entraiga o Castelo. En resumen: los derechos que reclaman hoy los mapuches sobre la tierra... no existen. Esto es historia, no teoría. Actualmente las cosas se mueven políticamente. Entonces, los mapuches chilenos dicen que son argentinos y empiezan a reivindicar toda una vida en nuestro país. Al historiador, eso no le interesa. Lo que pueda decir un político, un abogado... eso es otra cosa". 



Los altos y melancólicos tehuelches han sido colonizados y, sin duda, estafados por los blancos argentinos y los araucanos chilenos. 
Históricamente, el nombre de Patagonia evoca a un territorio habitado por hombres de pies enormes, y muy altos. 

Dice Casamiquela: "Lo que pasa es que los españoles eran bajitos, y además miraban desde abajo a los tehuelches, que estaban subidos a la loma de un médano. De cualquier modo, en 1896, un francés llamado Delavaux, que recorría el trazado de la ruta 40, en el sur de Chubut, excavó una tumba tehuelche y midió el esqueleto del hombre allí enterrado. Le dio 1,99m. Otra excavación, en Península Valdez, permitió verificar los dos metros. Son la etnia más alta del mundo". 

Grandotes pero muy dados al vicio, demasiado libres en sus costumbres, mansos y bondadosos, los tehuelches hicieron buenas migas con los galeses de Chubut y, en general, no molestaron a nadie. Se dejaron colonizar por los araucanos chilenos, primero, y por la República Argentina, después. 

Uno de los últimos héroes del linaje tehuelche o pampa fue, sin duda, el cacique Pincén. Se lo recuerda como Vicente, Juan o Francisco Pincén. Según la paisanada, el apellido se pronuncia correctamente Pisen, o Piseñ o Pincel, pero siempre con acento en la "i". 



Existen cuatro fotos de Pincén. Lo vemos con su chiripá, sus botas de potro, su lanza corta, sus bolas enroscadas al cuello, el torso desnudo, la melena larga sujetada por una vincha, y lo apreciamos idéntico a.¡Alberto Olmedo!. También podría parecerse a don Alberto Rodríguez Saá, aunque este último, más corpulento , conserva la altura y el carisma de sus antepasados ranquelinos. 

Algunos rechazan el Día de la Raza porque parece clasificarnos a nosotros, los seres humanos, tan espirituales, como perros de raza "golden retriever" o vacas, de raza Heresford. La verdad es que todos los hombres pertenecemos a la misma raza, pero con grandes variaciones étnicas: no es lo mismo un sueco que un senegalés. 

Los altos y melancólicos tehuelches han sido colonizados y, sin duda, estafados por los blancos argentinos y los araucanos chilenos, que entraron a nuestras pampas -básicamente- a robar ganado y capturar mujeres rubias. En el camino, resultaba inevitable lancear o degollar a unos cuantos argentinos. ¿Qué se le iba a hacer? ¡Eran huincas! 

Pero esa es otra historia. Por el momento cerramos este modesto apunte con el saludo que se utiliza aún hoy en la Patagonia, al cruzarse los caminos de los viajeros: "Mari-marí". Esto significa textualmente "diez-diez". Que te vaya bien, que te vaya "de diez". Y a veces, para que esa salutación al paso resulte más cálida, se la enuncia más completa. "Mari-marí peñí". O sea: Adiós, hermano. 

NOTA: Las fuentes de este artículo son el sitio de internet "Los Matuastos- Periodismo" (domingo 9 de septiembre de 2012) y "Pincén, vida y leyenda" de Juan José Estévez, publicado en 2011.

jueves, 4 de enero de 2018

Ases: Saiful Azam (Bangladesh/Pakistán)

As de caza bengalí de Pakistán
Líder de escuadrilla Saiful Azam




Saiful Azam nació en 1941 en Pabna, Bangladesh, y pasó sus años que vivían en Calcutta, India. En 1947, su familia se trasladó al Pakistán Oriental de entonces, ahora Bangladesh. En 1955, él fue a Paquistán Occidental a atender a la escuela secundaria, y en 1958 se unió a la universidad de cadetes de PAF. En 1960, se graduó como oficial experimental y fue comisionado en la PAF.

Azam tendría su primer derribo durante la guerra 1965 entre Pakistán y la India. Durante la guerra, le fue encargado sobre todo misiones de ataque a tierra en profundidad sobre territorios indios. Él voló un total de 12 misiones del ataque a tierra en las áreas de Kasur, de Sialkot, y de Wagha. El 19 de septiembre de 1965, durante una misión profética de ataque de tierra, la formación de Azam fue interceptada por dos cazas indios. En la lucha que siguió, derribó uno de los atacantes, un caza Folland Gnat. Su víctima fue el Oficial de Vuelo. V. Mayadev, que fue capturado como prisionero de guerra (POW). Era una hazaña increíble pues el Gnat había sido derribado raramente en combates aéreos. Su gallardía lo hizo acreedor al Sitaar-i-Juraat, la cruz del vuelo.

Pero ganaría otra vez fama durante la guerra israelí-árabe de 1967. Fue uno de docenas de tripulantes de la PAF que se ofrecieron voluntariamente para luchar en el lado árabe.

Primero vio acción mientras actuaba como consejero a la Real Fuerza Aérea Jordana (RJAF). El 5 de junio de 1967, la formación de Azam de cuatro Hawker Hunter atacó a una formación israelí de Dassault Super Mystere que atacaban la 
principal base aérea jordana de Mafraq. Azam derribó un Mystere e hirió críticamente a otro.

Dos días después, Azam iba a ver acción otra vez, este vez en Iraq. El 7 de junio de 1967, una formación israelí de cuatro bombarderos Vatour, escoltada por dos Mirage IIIs estaba en curso de atacar la base aérea iraquí estratégica de H-3. Esta vez volando un Hawker Hunter iraquí (No. 702), Azam interceptó la formación. Dos de sus aleros fueron derribados por un Mirage III, volado por capitán Gideon Dror. Azam fue rápido en vengarse del fallecimiento de sus aleros y derribó a ese Mirage. Entonces saltó sobre los bombarderos camuflados Vatour, y anotó otro derribo. Tomaron a ambas de sus víctimas, al capitán Dror que volaba el Mirage, y al capitán Golán que volaba el Vatour, como POWs.

Después de la guerra, Azam, entonces teniente de vuelo, fue concedido la medalla Husame Isteqlal de Jordania y la medalla del valor de Iraq, el Noth-es-Shuja.

Saiful Azam no volaría durante la guerra de la independencia de Bangladesh en 1971, pues él era un bengalí. Después de independencia, él se unió a la recientemente creada fuerza aérea de Bangladesh (BAF). Biman Bahini de Bangladesh fue nombrado como el director de operaciones. En 1977, él se hizo comandante de ala y subcomandante de la base aérea de BAF en Dacca. En años 80, él, entonces capitán de grupo, se jubiló de su carrera como aviador.

La Guerra de los Seis Días del 67 fue un desastre para las fuerzas aéreas árabes, pero no tanto para el piloto de un Hunter de la Fuerza Aérea de Jordania - un cierto Tte de Vuelo Saiful Azam (de la Fuerza Aérea de Pakistán!) que obtuvo 3 victorias del aire, dos de ellos en una sola salida contra los todopoderosos Mirage. Debe haber sido extraño volar un Hunter contra Mirage de un piloto de Pakistán ya que esto sería a la inversa de vuelta a casa con el PAF. Creo firmemente que la experiencia del FAP en el extranjero de volar los típicos aviones del inventario de la Fuerza Aérea India (Hunter [Jordania], Mig-21 [Siria], Gnat [Reino Unido] y la falta de la experiencia de la IAF en los F-86, F-104 y Mirages debe haber contribuido a la ventaja del FAP en los conflictos de 65 y 71.


Saiful Azam despacha al Mirage III a su poco convencional y no programada aterrizaje en el desierto debajo. Su víctima estaba escoltando a bombarderos Vatour a la base de H-3, Azam minutos más tarde se encontró con un Vatour saliendo de la zona e hizo un verdadero desastre de él haciendo entrar los restos del avión casi dentro del edificio de H-3.

Saiful Azam interrumpe malamente los planes de guerra de un Super Mystere de la Fuerza Aérea de Israel, que formaba parte de una formación de ataque a la mayor base aérea jordana en Mafrak. Me pregunto si se trataba de un registro en el lado árabe teniendo en cuenta que la mayor parte de las fuerzas aéreas árabes fueron capturados en un ataque por sorpresa y destruidos en el suelo

 
La pintura representa a un Hunter jordano volado por el F/L Saif ul Azam de la FAP en el derribo de un Mystere IV A israelí sobre la BAM Mafraq de Jordania, el encuentro tuvo lugar el 5 de junio de 1967 durante la guerra árabe-israelí
.
 

Certificado de Top Gun de la USAF

Saif-ul-Azam (tercero desde la izquierda) en la BAM Sargodha. Detrás hay un grupo de entrenadores chinos F-6 (copias de MiG 19). 

Saif-ul-Azam ayudando al joven Príncipe Abdullah, actual Rey de Jordania, a entrar a la cabina de un Hunter.

El Hunter con dos victorias sobre Israel

Fuente 1
Defense.pk

miércoles, 3 de enero de 2018

Conquista del desierto: Política contra el indio desde la conquista hasta 1830

Guerra de la pampa hasta 1833



Primer combate en suelo patrio

En los días en que la nacionalidad argentina empezaba a forjarse y nuestros próceres discernían las fórmulas de patria y civilización, la indómita fiereza autóctona llevaba sus violencias hasta los límites mismos de la jurisdicción urbana, como ramalazos de la barbarie del desierto.  El atavismo araucano, capitaneado por caudillos inexorables, volvía por sus fueros primitivos asolando la llanura cultivada por el blanco y sembrando el terror con la lanza y las boleadoras.  Acaso intuyera en la gestación política y social de la cosmópolis porteña una pausa de vigilia armada.

España, al penetrar en las pampas, debió enfrentarse con el indio, su auténtico dueño.

Desde la fundación misma de la capital del Plata hasta la presidencia del general Julio Argentino Roca, con muy breves intervalos de paz, la pugna de la civilización con el desierto refractario estuvo jalonada de estoicismos inéditos, sólo conocidos de la posterioridad por los nombres simbólicos del fortín, del teatro de acción, o del jefe, como hitos de virtud y coraje.

Un partícipe y cronista de los primeros hechos, Ulrich Schmidl, que acompañaba al adelantado don Pedro de Mendoza, relata con crudo realismo la iniciación de esta dramática guerra de exterminio entre el aborigen y el conquistador.  En su testimonio se evidencia la iniciativa española en al ruptura de las hostilidades, a la que replicó el salvaje con inesperada violencia.  El primer combate ocurrió en las inmediaciones del río Luján (1), el 15 de junio de 1536.  Trescientos soldados de infantería, armados de arcabuz y ballesta, y treinta y tantos jinetes de los veteranos conquistadores, al mando de don Diego, hermano del adelantado, se trabaron en lucha con los pampas, que Schmidl llama “carendíes”.  Los españoles quedaron dueños del campo, pero “bien escarmentados”.  En la lucha murieron cerca de cuarenta españoles y aproximadamente unos mil indios.  Poco después los indígenas ponían sitio a la aterrorizada aldea de Buenos Aires, a la que hicieron soportar inauditos horrores.  La guarnición, que incluía también mujeres y niños, llegó a carecer de municiones, agua y víveres, e iba quedando diezmada y maltrecha, sin la fuerza necesaria para intentar una salida y despejar así la situación.  Por último, los sitiadores, lanzando flechas incendiarias sobre los techos de paja de la ranchería, lograron prenderle fuego y aniquilar a la mayor parte de los sitiados.

Aquel derramamiento de sangre encendió el odio del indio contra el cristiano en estas tierras, lo que habría de llenar la crónica de trescientos cincuenta años de lucha, hasta finalizar con las campañas del general Lorenzo Vintter en 1885.

Para crear el “hinterland” o zona de tierra indispensable para el normal desarrollo de las actividades comerciales y civiles, también el intrépido don Juan de Garay, chocó más de una vez con la hostilidad de las tribus.  En el sector denominado Matanza, más allá del actual puente Pueyrredón o Barracas, que entonces constituía  parte de la línea exterior del recinto de seguridad, fue pasado por las armas un importante núcleo de prisioneros capturados en una de las salidas de la guarnición encaminadas a romper el cerco de flechas y lanzas que amenazaba asfixiar a la naciente ciudad.

En las crónicas de la conquista se leen a cada paso narraciones como esta que se transcribe de R. Levene: “En 1628 serranos (indios que bajaban de la cordillera) bien montados y armados de lanzas, arcos y flechas, olas y hondas, avanzaron desde el lejano Sur, acampando por las cercanías de la ciudad.  Después de un amago de invasión, los pobladores se rodearon de precauciones.  La matanza de ganado vacuno silvestre, que, como se sabe, era una de las más pingües ocupaciones y por tanto a la que se entregaban la mayor parte de los habitantes, se hizo desde entonces faena arriesgada.  En 1629, los campesinos reunidos para salir a vaquear, tuvieron que hacerlo al mando del capitán Amador Baz de Alpoin, para evitar tropelías de los salvajes”.

Pero los ataques de los indios no tienen carácter de ofensiva de gran envergadura sino a partir de 1740.  En efecto, hasta entonces hubo escasos motivos de fricción, ya que la frontera de Buenos Aires circunscribía un área determinada, siguiendo el curso del Salado, y abarcaba los antiguos dominios de los llamados querandíes.  Los españoles no habían llevado aún su acción colonizadora y ni siquiera expedicionaria a los territorios propiamente pampas, en que señoreaban los tehuelches, ranqueles, puelches y huiliches, y posteriormente los temidos vorogas, de origen araucano.

Tales tribus fueron a mediados del siglo XVIII avasalladas por nuevas corrientes araucanas, las que realizaban sus invasiones a sangre y fuego.

La inteligencia pacífica no estaba aún obstruida por la serie de exacciones, conquistas territoriales y su réplica, el malón, transgresiones de tratados, etc., que luego iban a suceder.  La guerra contra los indios no tienen un pretexto que pidiéramos llamar geográfico o político.  Es más bien consecuencia de una táctica desacertada para con ellos, que frecuentemente se mostraban sumisos y serviles con el cristiano limítrofe.  He aquí la apertura de una era hostil, cuando la situación era aún oportuna para asegurar la concordia.

Los españoles expulsaron violentamente a la tribu del cacique Mayu Pliya, que vivía en pacto de amistad dentro de la jurisdicción civilizada, y divorciado, por este hecho,  de sus congéneres de Leuvucó, de Salinas Grandes y del sur del Colorado.  A la muerte de ese cacique a mano de los indios enemigos, sucedió la invasión de los partidos de Areco y Arrecife.  Para castigar a los invasores, emprendió expedición el maestre de campo Juan de San Martín, quien, no pudiendo alcanzarlos, hizo sentir su ferocidad en la pacífica tribu de Caleliyán, pasando a cuchillo, según Falkner (2), hasta mujeres y niños.

Del desquite se encargó un hijo de Caleliyán, que se hallaba ausente en el momento del injusto atropello.  Con los escasos supervivientes y el concurso de trescientos picunches, llevó un malón terrible, sobre todo contra Luján, cuya guarnición, así como los civiles puestos a su amparo, fueron lanceados sin piedad, quedando cautivas las mujeres y las criaturas.

La cólera del maestre de campo ante tan fiera venganza lo impulsó a otra “expedición punitiva”.  En todo el trayecto hasta Salinas Grandes no encontró indios en quienes desahogarse.  Desde allí se desvió hasta Casuhatí (actual Sierra de la Ventana) y Vulcán, donde halló una partida de huiliches mansos, sin armas, que ajenos a toda idea de violencia, vinieron a cumplimentar al jefe español.  Por orden de éste fueron “cortados en pedazos”.  A la vuelta pasó por las tolderías del cacique sometido Talmichi Ya, de la familia de Cangapol, que residía a unas cuarenta leguas de Buenos Aires, con licencia escrita del gobernador Salgado.  Cuenta el misionero inglés Falkner que, mientras el cacique exhibía confiadamente su documento, el propio San Martín lo mató de un disparo de pistola.  Luego aniquiló a la tribu y se llevó prisioneros a mujeres y niños.

El resultado de esta represión inhumana fue el que cabía esperar.  Todas las tribus indígenas se confabularon para llevar la expoliación y el terror a las poblaciones, horrorizando a la propia Buenos Aires.

En 1770 organiza el maestre de campo Manuel de Pinazo una batida contra los tehuelches, para escarmentarlos, según el cronista Juan Antonio Hernández, por una acción llevada a cabo por éstos contra las tolderías de una tribu reducida.  La expedición, compuesta de 232 soldados y 291 indios auxiliares, después de una marcha prolongada a través de Casuhatí, Coluleuvú (río Colorado) y Quequén, encuentra en las proximidades de la reducción de Vulcán a unos indios que arreaban hacienda robada.  Tras breve combate fueron recuperados 4.000 equinos, y el enemigo dejó 102 cadáveres en el campo.  El gran número de víctimas revela el ensañamiento por parte de Pinazo.

En 1777 el virrey don Pedro Cevallos eleva a la corte un oficio en que indica la conveniencia de emprender un ataque combinado desde varios ángulos, incluso desde Chile.  “Yo medito, dice, que se haga una entrada general en la vasta extensión adonde se retiran y tienen su madriguera estos bárbaros, favorecidos de la gran distancia y de la ligereza y abundante provisión de caballos.  Convocaré para después de la cosecha a la gente de Córdoba, de Mendoza, de San Luis de la Punta y de la jurisdicción de esta ciudad (se refiere a Buenos Aires).  Estoy haciendo un pequeño mapa donde se descubrirán los rumbos por donde deba conducirse cada uno de los cuerpos de gente, el tiempo en que, consideradas las distancias, deben salir de sus respectivos distritos y el punto de reunión adonde hayan de dirigirse.  Avisaré igualmente al presidente de Chile, por si le pareciese salir también con su gente, por ser esencialmente interesado en esta expedición, la cual hago juicio que se podrá efectuar a principios de febrero, que estarán desocupadas las gentes, y me persuado que en el espacio de tres meses puede haber tiempo suficiente para concluir la diligencia y que todos vuelvan a sus casas antes que entre el invierno”.

En 1780 parte Amigorena de Mendoza para castigar a los pehuenches, que habían llevado algunos malones contra la provincia.  Luego de una larga marcha hasta más allá del río Colorado, declara no haber hallado ni rastros de indios.

Los reyes de España adoptaron a su tiempo una serie de medidas oportunas, tales como la provisión de hombres y armas para las fronteras con el indio por parte de los cabildos, los que debían con esos elementos garantizar el avance de la civilización en las inmensas planicies de la América sudoriental.  El cabildo de Buenos Aires construyó, en consecuencia, los fuertes de Nuestra Señora del Pilar de los Ranchos, San Miguel del Monte, San Juan Bautista de Chascomús, San Lorenzo de Navarro y muchos otros, según se lee en un “estado” hecho por el comandante general de fronteras don Francisco Balcarce en 1792.

Táctica de los primeros gobiernos patrios


A principios del siglo XIX los indígenas eran señores indiscutidos de la pampa.  Las actividades guerreras languidecían allí en razón de encontrarse los blancos ocupados en la organización de sus ejércitos, realista y argentino respectivamente..

Los gobiernos de la revolución emancipadora atrajeron psicológicamente al autóctono a su causa y lo incorporaron a la lucha común.  La independencia que forjaban los caudillos argentinos lo afectaba también a él, cuya existencia cambiaría en el sentido de una mayor dignidad y civilización.  De ahí que fuese secundada la causa libertadora por las tribus propiamente argentinas; no así por los vorogas y puelches, que, procedentes de las tierras chilenas, habíanse establecido, con fines de guerra y pillaje, en las Salinas Grandes y el Neuquén, particularmente en la época subsiguiente, de que nos ocuparemos más adelante.  En junio de 1810 la Junta ordena una inspección de los fuertes de la frontera, con el objeto de averiguar “su estado y medios de su mejoría, tanto por las variaciones convenientes a su situación cuanto por las reformas que debían adoptarse en el sistema de su servicio”, y sobre “los medios de reunirlos en pueblos; si tenían ejido y manera de darse los terrenos realengos, sin las trabas usadas”.

Don Pedro Antonio García (3) partió de Guardia de Luján (hoy Mercedes) el 21 de octubre de 1810 en dirección al Palantelén, distante 17 leguas, paraje indicado como punto de reunión, con 25 soldados del regimiento 4, 50 milicianos de caballería, armados con lanzas, 2 pequeños cañones de campaña servidos por 10 artilleros, 25 carretas y 3 vehículos.  El 28 de octubre llegaba al lugar llamado Cruz de Guerra, donde aparecieron los indios.  Un año después se presenta en la ciudad de Buenos Aires el cacique Quintelán, respondiendo a una invitación que la Junta le había hecho por intermedio de dicho jefe expedicionario, y con numerosa comitiva es recibido por el presidente de turno don Feliciano Chiclana.  En tal circunstancia el indígena reconoce a las nuevas autoridades y ratifica los convenios de paz negociados.

Los indios esperaban verse aliviados de los tributos que pesaban sobre ellos y equipararse así a los criollos.  Esto ocurrió cuando, en nombre del rey de España Fernando VII, la Junta Provisional del Río de la Plata tomó tal decisión.

Para el Congreso Nacional de 1811 se pensó elegir, en el norte del país, diputados indígenas, con iguales derechos y representación que los cristianos, a fin de que, “confundidas las generaciones”, pudieran reunirse bajo un mismo techo y compartir los frutos de la conquistada independencia.  La derrota de Huaqui malogró este proyecto, por la invasión realista que le siguió.

El comandante Pedro Nolasco López, el 14 de julio de 1815, pide armamento para reforzar la defensa de la Guardia del Monte ante un ataque de tribus araucanas y ranqueles.

En enero del año siguiente, por resolución del gobierno y bajo el comando del capitán Ramón Lara, marchan nuevos contingentes a reforzar la guarnición estacionada al sur del río Salado con el nombre de Compañía de Blandengues de Frontera.  Por el beneficio que significó para Chascomús, al defenderlo contra las invasiones, así como por haber conquistado para la civilización nuevos territorios, esa compañía fue el núcleo de un escuadrón que más adelante el gobernador general Juan Martín de Pueyrredón resuelve transformar en Regimiento de Blandengues de la Frontera.  En 1817 el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata envía al coronel Juan Ramón Balcarce, conocedor del desierto, para que estimule a los pobladores a establecerse definitivamente en las tierras que el gobierno les adjudicara gratuitamente.  Posteriormente, hacendados de la provincia forman un cuerpo de tropas veteranas, “Coraceros de Buenos Aires”, que es puesto a las órdenes del coronel Juan Lavalle, y, de acuerdo con los antecedentes que tenía el jefe del estado mayor, general José Rondeau, dichos hacendados entran en negociaciones con el ministro de relaciones exteriores, Dr. Gregorio Tagle.

El coronel Eduardo Holmberg es comisionado para inspeccionar los fortines que se construirán en Salto, Pergamino y Rojas.

En el año 1818 avanza hacia el desierto Feliciano Chiclana.  En el año siguiente se interna hasta Mamul Mapú, a doscientas leguas de la ciudad de Buenos Aires, y concluye un tratado de paz con los ranqueles en diciembre de 1820.

El general chileno José Miguel Carrera provoca una situación tensa en el territorio de soberanía argentina, el 2 de diciembre de ese mismo año.  Expulsado de Buenos Aires y Santa Fe, emprende viaje a Melincué, y penetra en la pampa al frente de un malón al Salto y, al igual que los indios que lo secundan, siembra el terror entre los pobladores.

En sus “Escritos históricos” incluye el coronel Pueyrredón un comunicado del comandante del fuerte Areco al inspector del ejército, general Rondeau, que dice así: “Acaban de llegar a este punto el cura de Salto, don Manuel Cabral, don Blas Represa, don Andrés Maracuci, don Diego Barruti, don Pedro Canoso y otros varios, que es imponderable cuanto han presenciado en la escena horrorosa de la entrada de los indios a Salto, cuyo caudillo es don José Miguel Carrera y varios oficiales chilenos con alguna gente con los cuales han hablado todos estos vecinos que en la torre se han escapado.  Han llevado sobre trescientas almas de mujeres, criaturas, etc., sacándolas de la iglesia, robando todos los vasos sagrados, sin respeto, el copón con las formas sagradas, ni dejarles como pitar un cigarrillo, en todo el pueblo, incendiando muchas casas; luego se retiraron tomando el camino de la Guardia de Rojas, pero ya se dice que anoche han vuelto a entrar en Salto…”(4)

En 1822 nuevamente sale en misión pacífica don Pedro Andrés García, quien llega hasta Casuahatí o Sierra de la Ventana.

De la Guardia del Monte salieron, el 10 de marzo de 1823, 2.500 hombres, con 7 piezas de artillería y una gran columna de carretas, al mando del gobernador de Buenos Aires general Martín Rodríguez, para internarse en las pampas y construir una línea avanzada de fortines destinados a proteger la campaña.  Se llegó a la sierra de Tandil, donde se estableció como avanzada el fortín Independencia.  La conducta cruel en exceso del gobernador suscitó el recrudecimiento de los malones como represalia.  Bernardino Rivadavia, sobre la base de reconocimientos hechos con anterioridad, establece en 1826 una nueva línea de fronteras, con tres fuertes que se construirían en Curalafquen, Cruz de Guerra y Potrero respectivamente.  Así hablaba Rivadavia al enterarse de una invasión reciente: “Sólo el poder de la fuerza puede imponer a estas hordas y obligarlas a respetar nuestra propiedad y nuestro derecho”.

La sala de representantes autoriza el 14 de noviembre de 1827 al comandante de milicias Juan Manuel de Rosas para llevar la frontera hasta Bahía Blanca mediante la preparación de un plan.  Más de 3.000 indios llegan a un acuerdo con Rosas, y en sus campos se ven, en virtud de lo tratado, apuntar al cielo las lanzas de colihue destinadas a reforzar el ejército que llevará a cabo la primera conquista formal del desierto.

En 1828 Federico Rauch, por orden del coronel Manuel Dorrego, hizo avanzar las fronteras desde Fuerte Federación (actual Junín), por Veinticinco de Mayo y Tapalqué, hasta la zona de Sierra de la Ventana.

Al año siguiente el general Viamonte consigna en un decreto el mal estado económico y espiritual en que vivían muchas familias como consecuencia de la guerra, e indica la necesidad de resolver perentoriamente el problema del indio, cada día más peligroso para las poblaciones, ya que resultaban insuficientes las guarniciones de que se disponía.  Se otorgaron entonces a argentinos nativos parcelas entre los fortines, a fin de que se trasladaran a ellas con sus familias, con la obligación de construir ranchos y trabajar la tierra, y de contribuir a defender la frontera con armas y ganado.  Sólo después de diez años de permanencia quedarían exentos de este servicio militar.  Al mismo tiempo se remontaron los efectivos de las guarniciones, se crearon nuevos cuerpos y se dividió el territorio de la provincia en dos comandancias. Norte y Sur, que, al mando respectivo de los coroneles Ramón Estomba y Angel Pacheco, defendieron la tierra conquistada y combatieron junto a los valientes pobladores de la zona.

Estas sabias disposiciones trajeron largos períodos de paz.  Pero el advenimiento de grupos étnicos andinos que impusieron en las llanuras su hegemonía despiadada, coincidió con una época de continuas querellas intestinas en la República, lo que favoreció ampliamente el recrudecimiento de la actividad belicosa de las tribus.

Referencia


  1.  Así llamado por Diego Luján, uno de los españoles muerto en el lugar, de acuerdo a ciertas crónicas.  Sin embargo el hombre no figura en los registros.  Hay, sí, un capitán Pedro de Luján.
  2. Tomás Falkner, misionero jesuita, nació en Manchester, Inglaterra, el 6 de octubre de 1707, y falleció en Ploden Hall el 30 de enero de 1784.
  3. El coronel Pedro Andrés García nació en Santander.  Incorporado a los 18 años de edad en la expedición del general Pedro Cevallos al Río de la Plata, fue más adelante organizador de milicias con motivo de las invasiones inglesas y finalmente se le encomendó la incursión mencionada.
  4. Gaceta de Buenos Aires del 16 de diciembre de 1820.


Fuente

Clifton Goldney, Adalberto A. – El cacique Namuncurá – Buenos Aires (1963).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar

martes, 2 de enero de 2018

Guerra en Chechenia: Las caras del conflicto

Caras de guerra (Chechenia, 1999)

English Russia





Esas son fotos fuertes. Esas son las caras de los jóvenes soldados rusos que lucharon en la guerra de Chechenia en la década de 1990. Muchos de ellos tienen solo dieciocho años y fueron lanzados a una verdadera guerra contra un enemigo fuerte.




Las batallas se llevaban a cabo en invierno, hacía frío y el enemigo podía esconderse en cualquier lugar.



Si fueron capturados por el enemigo, casi siempre fueron torturados con cuchillos, les cortaron las orejas, etc.



Entonces ellos tuvieron demasiada pelea.



"Cortaremos a los rusos como ovejas" fue una moto de guerreros chechenos.



Algunos de ellos estaban a solo unos meses de la escuela secundaria.

lunes, 1 de enero de 2018

Guerra del Paraguay: Segunda invasión de Felipe Varela

Segunda Invasión de Felipe Varela



Coronel Felipe Varela (1821-1870)

Varela no cuenta con el menor apoyo de Bolivia.  Pero no se declara vencido.  Aunque Dolores Díaz, la Tigra, no está con él, hay otros compañeros y compañeras en lucha.  “Iban ya doce días que se mantenían con carne de asnos, y comenzaban ya a comerse una que otra mula que quedaba, cuando resolví abandonar esas regiones e irme sobre los enemigos en dirección a Salta.  Así lo verifiqué, en efecto, marchando hacia los Molinos, donde me aguardaba una columna enemiga de 700 hombres de las dos armas, al mando del coronel Don José Frías.

Combate de la Cuesta de Tacuil


“Mis soldados marchaban la mayor parte a pies o en burros, porque todas las caballadas del ejército habían perecido, como se ha dicho.  Sin embargo, eligiendo lo mejor de la tropa, desplegué mi vanguardia compuesta de 250 hombres de las dos armas, al mando del coronel Don Sebastián Elizondo, en busca del enemigo.

“El 29 de agosto de 1867, avistaron mis soldados la columna de Frías en la Cuesta de Tacuil (Molinos), y a pesar de su doble número, cargaron sobre ella, exasperados por la larga serie de sufrimientos que habían pasado.  Su excesiva intrepidez, su descomunal arrojo los llevó por el camino de la gloria, pues el enemigo fue completamente batido por ese puñado de valientes, no pudiendo hacer una persecución larga a los derrotados por hallarse de a pies.

“Esa acción fue para mi demasiado fecunda, no sólo por la grande influencia moral que daba a mis soldados de esas provincias, sino porque se consiguieron tomar algunos recursos de guerra al enemigo que aliviaron en mucho mi situación.

“Recibido que fue por mí, el parte de esta gloriosa jornada, continué con toda la columna mi marcha hacia Salta, con la resolución de apoderarme a toda costa de mi plaza”, decía Varela.

Desmoralizadas las tropas salteñas abandonaron todo intento de hostilidad.  En la capital se organizó una resistencia, pero a pesar del heroísmo de sus defensores cedió la plaza al invasor, el 10 de octubre de 1867, desde entonces se canta en Salta esta “chilena”.

En las calles de Salta
se oyen los ayes,
porque Don Peque Frías
vendió los Valles.

¿Qué había ocurrido mientras tanto con el resto de los jefes montoneros?  El 11 de setiembre de 1867, desde Valparaíso, Mariano de Sarratea le escribía al vicepresidente Paz: “…Olascoaga, Videla, Saá, y demás asilados argentinos traman una nueva invasión desde esta República a Mendoza y por lo que sabemos de sus planes y recursos si llega a efectuarse ha de ser de bastante consideración.  Desde que tuve el primer anuncio, di algunos pasos que produjeron buenos resultados, pues conseguimos comprar a uno de los allegados de confianza de Videla, quien nos comunicó todo lo que hacen, que llega a su conocimiento.

“La derrota de Varela ha venido a desconcertar los planes de aquellos perversos; pero no creo que desistan de ellos, y si por desgracia nuestras armas sufriesen algún contraste en el Paraguay, tengo por seguro que habrían de volver a envolver en sangre y ruina a las provincias vecinas, y entonces temo que el incendio sería muy extenso.

“Medina el segundo jefe de Varela, ha llegado a Copiapó con un arreo de 400 vacas y jactándose de las atrocidades que ha cometido en suelo argentino.  Medina fue dado de baja en el ejército de Chile, en el que era capitán, por borracho perdido y estaba en el Huazú de instructor de Guardias Nacionales cuando Varela lo contrató, haciéndole su segundo, con el grado de sargento mayor…”.

Los demás jefes de Varela se preparaban para unirse a los intentos de Varela, según lo advertía el “ilustre” y “honrado” empresario de minas Mariano de Sarratea.

José Posse escribía también a Marcos Paz, el 10 de setiembre de 1867: “Los ejércitos vencedores en San Ignacio y Pozo de Vargas, no pudieron ser licenciados; al contrario hubo necesidad de movilizar otras fuerzas en el norte, puesto que los montoneros de Felipe Varela dominaban la región de los Valles Calchaquies y amagaban el resto de las provincias de Salta y Jujuy.  Era esta una guerra interminable, a la que no se le veía fin, todos los ejércitos y los mejores generales fracasaban ante la prodigiosa movilidad del imbatible montonero que se escapa del medio de los ejércitos como una sombra impalpable”.

Felipe Varela toma la ciudad de Salta

El caudillo catamarqueño avanza entonces hacia Salta.  La toma de esta ciudad por la montonera de Varela, es uno de los acontecimientos que la historiografía oficial jamás ha “perdonado” al caudillo.

Sin embargo, a esa misma historiografía se le han escapado ciertos datos importantes.  Por ejemplo, Atilio Cornejo, en un ensayo honesto, aunque confuso, sostiene: “Es que indudablemente, algunos amigos tenía Varela en Salta.  Así resulta, por ejemplo, del sumario instruido por el Ayudante Mayor del Regimiento Nº 10 “Gorriti”, don Marcelino Sierra, por orden de su comandante D. Eugenio Figueroa, en San José de Metán el 2 de octubre de 1867, contra el alférez D. Cirilo Ríos, del que resulta que éste “dio vivas por repetidas ocasiones a Felipe Varela”, afirmando uno de los testigos que Ríos dijo: “Que viva Varela que dentro de treinta días verían lo poco que habían de valer todos, y que él era varelista”.

Varela aclara al respecto: “El día 9 del mismo octubre, a las diez de la mañana, tendí mi línea en los alrededores de la población y allí permanecí todo el día esperando que los del pueblo saliesen a atacarme afuera, a fin de evitar a los vecinos los desastres consiguientes.  Pero como ya todo el día había aguardado en vano, al día siguiente (10 de octubre) muy de mañana, pasé al Gobernador de la Provincia la siguiente nota:

“Al Exmo. Señor Gobernador de la Provincia Don Sisto Obejero, Salta Octubre 10 de 1867 – Exmo. Señor: Debiendo a toda costa ocupar militarmente con mi ejército esa plaza, en servicio de la libertad de mi patria, y deseoso de evitar a esa población las desastrosas consecuencias de la guerra, tengo el honor de dirigir a V. E. la presente, con el objeto de manifestarle que, si tiene a bien ordenar en el término de dos horas, la deposición de las armas a sus órdenes, será garantida su persona y la de todos los suyos previniéndole que, en caso contrario, hago a V. E. responsable ante Dios y la Patria de los perjuicios consiguientes y de la sangre que se derrame en los momentos del combate. – Dios guarde a V. E. – Felipe Varela.

Antonio Esquivel Yañez, Ayudante Secretario en Campaña.  Es copia.  Esquivel Yañez”.

“Por conductos fidedignos supe que el Gobernador de la Provincia vacila en lo que debiera responderme, cuando se presentó a él el señor Don Nicanor Flores que se titulaba General Boliviano, ofreciendo responder con su vida de mi derrota y de mi cabeza.
“Fue entonces que recibí respuesta verbal del Jefe de la Plaza de Salta, diciéndome que, si yo tenía soldados, también los tenía él y cañones para defenderse.  Llegado a mi conocimiento este mensaje impolítico, ordené en el acto batir marcha de ataque sobre la plaza.  Y después de dos horas y media de un vivísimo fuego, quedó definido el combate por los míos, quedando yo dueño del campo.  Como no pude permanecer en la Ciudad por más de una hora, porque se echaba sobre mí el general Navarro con una columna de dos mil quinientos hombres, en aquellos momentos, de agitación y de desorden en que mi ejército estaba algo desorganizado, no me fue posible saber a punto fijo el número de muertos en el combate, pero noté en mi columna al día siguiente una pérdida como de cincuenta individuos de tropa (…).  Verdad es que yo tomé algunos pertrechos de guerra de artillería con que se defendieron en la plaza los 700 hombres que la guarnecían, algunos carros de munición para esta arma, y unos pocos vestuarios para la tropa”.

Después de la toma de Salta Varela continúa su marcha libertadora, que se hace, lamentablemente, cada vez más penosa.


Toma de Jujuy

El 13 de octubre de 1867 entra en Jujuy.  Toma la ciudad.  La recepción popular es tan emocionante como la de Salta una vez que la oligarquía es derrotada.  Todos los antivarelistas han huido a los montes.  No hay prácticamente combate.

El 17 el caudillo se retira de Jujuy.  El 25, Guayama llega a Orán para aprovisionarse.  Sus hombres están hambrientos y cansados.  Pero no hay hacienda.  La división tucumano-mitrista, en saqueo extremo, que es “olvidado” por los historiadores oficiales, se ha alzado con todo lo que allí existía.  Tres días después, en Tilcara, los mitristas dispersan a un grupo de paisanos que trataban de plegarse a la montonera de Varela.

El cinco de noviembre, al llegar a Sococha, Varela pide asilo a las autoridades de Tupiza, Bolivia.  La decisión es una prueba más de la serenidad del caudillo americano.  Comprende claramente, ante la falta de víveres de sus hombres que la lucha ha de convertirse en una mera guerra de recursos.  Precisamente es la experiencia adquirida junto al Chacho Peñaloza, la que le impulsa a adoptar tal decisión.  Felipe Varela no llevará estérilmente a la muerte a sus hombres.

Es por eso que resuelve asilarse.  El gobierno no pierde tiempo.  Inicia los pasos tendientes a lograr la extradición del jefe revolucionario.  Lo acusa de haber “saqueado Salta”, y trata de lograr, por lo menos, que se desarme a sus hombres y se remita al jefe.

Pero no logra ni lo uno ni lo otro.  No se trata de un mérito de la cancillería de Melgarejo.  Es por el contrario, el resultado del esfuerzo de la honradez de la montonera, que no se ha apoderado ni de alhajas ni de dinero –como acusan los calumniadores- y que sólo tiene en su poder tacuaras y cuchillos de monte.

El mitrismo respira.  Varela en Bolivia equivale a Varela en la lejanía.  El 8 de noviembre de aquel año, Santiago Alvarado, gobernador de Jujuy, quien había “observado” la toma de la ciudad desde sus afueras, le escribe a Bartolomé Mitre: “…Informado V. E. de la dura prueba por las que ha pasado esta provincia con motivo de la desastrosa invasión de Felipe Varela y sus hombres, que cual ejército de vándalos en completa desmoralización y sin elementos de guerra, se han enseñoreado en estas provincias teniendo a sus frentes las poderosas armas nacionales que por una aberración incomprensible fueron impotentes para destruirlo de un solo golpe no extrañará que ahora vaya yo a llamar su atención sobre el peligro que nos amenaza de una nueva invasión a esta provincia de la montonera refugiada en el sur de Bolivia, y de la parte que se ha recostado hacia Antofagasta.  La conducta negligente de los jefes nacionales que han operado contra las hordas que devastaron estas provincias en la última campaña, no permite esperar que en una invasión tolerada y quizá protegida por el Presidente de Bolivia, pudiéramos salvar a favor del poder de que disponen esos jefes.  La provincia tiene que atenerse y bastarse a si misma, fiada en el ardor y patriotismo de sus hijos, y en el apoyo directo que pueda recibir del Gobierno Nacional, por el auxilio de armas y recursos necesarios que les proporcione”.

El mitrismo provinciano, con su conciencia culpable, temía a Varela.  Imploraba armas y dinero a sus amos porteñistas, porque sabía, precisamente, que el pueblo lo abandonaría, para plegarse a las filas patrióticas del caudillo de la Unión Americana.

La “barbarie” revolucionaria, con las vinchas y las tacuaras, hacía temblar una vez más, con su aliento de patria, a la “civilización de la libra”.

Fuente


Carrizo, Juan Alfonso – Cancionero popular de Salta

Peña, R. O. y Duhalde. E. – Felipe Varela – Schapire editor – Buenos Aires (1975).

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