miércoles, 12 de julio de 2023

Argentina: Inicia el descenso al infierno peronista

El peronismo y la corrupción en la gestión




El tirano delincuente sexual

Al asumir Perón la presidencia, existía una reserva de oro y de divisas sin precedentes, que llegaban a los 1.600 millones de dólares. Además de la permanente perspectiva de altas ganancias provenientes de una Europa ávida de las exportaciones agrícolas argentinas.



Alentado por la favorable situación económica internacional, Perón comprometió a su administración a un elevado presupuesto destinado a trasformar la economía, ampliar los programas de salud pública y bienestar social, y fortalecer la defensa nacional.




En octubre de 1946, el presidente anunció al pueblo el lanzamiento del Plan Quinquenal. Aunque el Plan incluía medidas en cuanto a la reorganización administrativa, judicial, y educacional, y en cuento a promover la inmigración, su objetivo principal era promover la veces que al tomar tal decisión Perón demostraba el influjo de los militares sobre su gobierno, y el peso de su propia condición de miembro del ejército. Un diplomático extranjero escribió en 1948:



Aunque los intereses militares tuvieran peso en la promulgación del Plan Quinquenal, y si bien estos participaron en los estudios preliminares del mismo, el Plan correspondía a la política económica de Perón de dejar atrás la llamada “dependencia económica” en el extranjero.



El Plan, sin embargo era impreciso en dos cuestiones vitales: ¿Cual sería el costo total? y ¿como se lo financiaría? El Plan mencionaba una serie de cifras, consideradas estimativas para los costos de organización e inversión para el periodo 1947-1951, y que llegaban a la suma total de 6,66 billones de pesos, o 1,270 millones de dólares. Pero este total excluía la adquisición de equipos, y fábricas militares destinadas a servicios del Ejército; también omitía toda suma destinada a la salud pública y a los programas de construcción de viviendas.



Tampoco informaba sobre las recientes compras de servicios públicos a empresas extranjeras, como la Unión Telefonica, de capitales norteamericanos, que significó un costo de 419 millones de pesos; la adquisición de los ferrocarriles de propiedad francesa por 183 millones de pesos y la operación mayor, la compra del sistema ferroviario británico, por más de 2.000 millones de pesos. Las previsiones para la financiación, así como para el costo del Plan Quinquenal, fueron inciertas. No existía un programa que mostrara cómo y en qué sucesión se cubrirían los costos externos de los diversos proyectos. Lo único cierto es que no se acudiría a préstamos externos. El recurso a que apelo Perón en 1946 para financiarlo fue al IAPI, que era el único agente comprador y vendedor de granos y otros productos agrícolas.



Al fijar precios internos considerablemente inferiores a los precios que los agricultores debían pagar en el mercado internacional, el IAPI podía obtener grandes beneficios; y en su carácter de importador exclusivo de determinados artículos, para los cuales el Banco Central se negaba a otorgar divisas a los importadores privados, podía lograr amplias ganancias al revenderlos a los compradores internos, y de esta forma poder utilizar dichos fondos para financiar el plan económico. Sin embargo, los planes para que el IAPI financiera el Plan Quinquenal no se cumplieron y la causa de este fracaso fueron, en parte, productos de errores de cálculo de quienes dirigían sus activadas. Un error donde fueron a parar gran parte de los fondos fue el fracaso del gobierno al tratar de establecer un sistema eficaz de prioridades entre los proyectos para los cuales adquiría equipamiento en el exterior. La compra simultánea de elementos para numerosos proyectos, ninguno de los cuales podía pondérese en marcha mientras no se hicieran fuertes gastos adicionales, significaba que si en el futuro escaseaban los fondos las consecuencias serían muy graves. Mientras tanto, en el puerto de Buenos Aires se acumulaban equipos que no parecían tener destino resuelto, y muchos de ellos terminaban quedando obsoletos. Otro factor que obró en contra de la eficacia financiera del IAPI y contribuyó a desprestigiarlos ante muchas miradas fue el avance de la corrupción en su interior. Como exclusivos agentes de comprar en el extranjero, loa funcionarios del IAPI tenían asidua oportunidad para obtener coimas. Los funcionarios del Departamento de Estado y de la embajada de los Estados Unidos tenían la impresión de que para los contratos de compra en ese país se elegían con premeditación proveedores poco conocidos, en vez de las compañías más importantes, a fin de facilitar ese tipo de operaciones.




Nunca se ha podido fijar cuánto dinero perdió el gobierno argentino por esas prácticas, pero un incidente que protagonizó oficiales del ejército que atrajo la consideración de la embajada estadounidense, sugiere que importantes fondos públicos iban a parar a manos de individuos.



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