
Montoneros asesina al Capitán Bigliardi
Argentina bajo ataque: Asesinato cobarde y traición a la Nación – 13 de junio de 1976
En un acto vil y alevoso, el 13 de junio de 1976, el Capitán de Corbeta retirado Jorge Raúl Bigliardi —patriota y hombre de ciencia, miembro activo del Astillero y Fábricas Navales del Estado (AFNE)— fue emboscado y asesinado a sangre fría por un comando terrorista de Montoneros. El crimen fue perpetrado en plena luz del día, frente a su domicilio en calle 53 N° 638, en la ciudad de La Plata, mientras realizaba una actividad tan cotidiana como comprar comida para su hogar.
El ataque fue planificado con premeditación y ejecutado con una cobardía repugnante. Uno de los asesinos, Carlos Bettini, actuando bajo el seudónimo “Emilio”, lo esperaba armado, oculto, confiando en la complicidad de un traidor: el Teniente de Fragata Jorge Daniel Devoto, integrante de la misma célula subversiva, y cuñado del propio Bettini. Fue este último quien disparó a quemarropa, tres veces, contra un hombre desarmado. Bigliardi apenas tuvo tiempo de gritar "¡Canalla!" antes de desplomarse, abatido, mientras la sangre le brotaba del cuello. La escena fue tan brutal como inútil desde cualquier lógica humana, salvo la del odio irracional contra la Nación.
Los vecinos que presenciaron el crimen nada pudieron hacer. Los asesinos huyeron como llegaron: como cobardes, escapando en un vehículo preparado para la fuga. Bettini, con la impunidad que suelen encontrar los violentos cuando se protegen entre sombras ideológicas, se exilió fingiendo ser “desaparecido”. Años más tarde, con la complicidad de gobiernos que premiaron en lugar de castigar, este criminal terminó ocupando nada menos que el cargo de Embajador de la República Argentina en España. Es un insulto para las víctimas del terrorismo y una afrenta para la memoria nacional.
Su hermano, Marcelo Bettini, quien manejaba el automóvil del escape, fue abatido meses después en un enfrentamiento. Devoto, el traidor, se esfumó. No hay prueba fehaciente de su muerte ni su paradero. Pese a su crimen, hoy figura en el llamado "Parque de la Memoria", donde el Estado argentino —en un acto de inversión moral y histórica— lo honra como si fuera una víctima, cuando en realidad fue victimario.
Este atentado no fue un hecho aislado: se enmarca dentro de una ofensiva planificada del terrorismo subversivo contra los pilares estratégicos del desarrollo argentino. El Astillero Río Santiago y la Armada Argentina eran objetivos prioritarios. Ya el 22 de agosto de 1975, los mismos Montoneros habían intentado destruir con explosivos el ARA "Santísima Trinidad", una de las joyas tecnológicas de la defensa naval latinoamericana. No era un ataque a una persona: era un ataque a la soberanía, al progreso nacional y a la capacidad de defensa de la Argentina.
La indignación no termina en el crimen. El escándalo más atroz es que quien asesinó a traición a un marino desarmado terminó recibiendo un premio: un cargo diplomático y reconocimiento político. La misma cúpula política que debía defender las instituciones avaló ese ascenso, violando no sólo la ley y la moral, sino también la memoria de quienes defendieron a la Nación.
El Capitán de Corbeta Jorge Raúl Bigliardi no fue sólo una víctima: fue un símbolo de la Argentina que quiso ser grande, moderna e independiente. Fue asesinado por quienes pretendían imponer un régimen totalitario, por la fuerza y el terror. Hoy más que nunca, su memoria exige justicia, no homenajes a sus asesinos.
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