jueves, 4 de agosto de 2016

En 1783 los franceses lucharon contra un "OVNI"

En 1783 los franceses repelieron el primer ataque OVNI
Javier Sanz - Historias de la Historia


La historia de los OVNI o UFO siempre ha estado rodeada de misterio, secretismo y un poco de superchería. Así que, es difícil tratar estos temas sin echarle un poco de imaginación. El primer ataque de un OVNI, como tal objeto volante no identificado, tuvo lugar en la ciudad de Gonesse (Francia) en 1783 y, gracias a la valentía de sus ciudadanos, fue repelido y destruido el “artilugio” en cuestión.

El científico e inventor francés Jacques Alexandre Charles y los ingenieros franceses Anne-Jean y Nicolas-Louis Robert fueron los pioneros en la construcción de un globo de hidrógeno. El primer vuelo tripulado lo realizaron, Jacques y Nicolas-Louis, en diciembre de 1783 y tomaron las primeras mediciones meteorológicas.




El mes de agosto de ese mismo años, y con buen criterio, habían probado el globo sin tripulación. Este vuelo partió de Paris y “aterrizó” en Gonesse, una pequeña población a unos 16 kilómetros de la capital. Los aldeanos, ajenos a estos “experimentos”, contemplaron como un cuerpo extraño caía del cielo. Aquello no podía ser nada bueno, cogieron sus horcas y le atacaron. Le dispararon, lo pincharon cientos de veces y “aquello” emitía un sonido (psiiiiiiiii…. o el sonido que hago un globo cuando se desinfla). Pensando que todavía estaba “vivo” lo amarraron a un caballo y lo arrastraron hasta dejarlo hecho jirones.

Primer OVNI


Los aldeanos habían repelido el primer ataque OVNI

miércoles, 3 de agosto de 2016

Arqueología: Arte siberiano

Galería de arte de 4000 años de edad encontrada en Siberia
Por Anna Liesowska - The
Pinturas de artistas de la Edad del Bronce en vívidos rojo y naranja son mostradas por primera vez.



La imagen de una figura, cerca de la cual se representa un círculo - un signo solar, el signo del sol - se pone de relieve en la tapa de uno de los científicos. Foto: Sergei Alkin

Hay imágenes antiguas de los seres humanos, un toro, un árboles y aves en 20 plus-petroglifos '' perfectamente conservados en un lugar remoto en la región de Transbaikalia. Lo más intrigante en el arte de la roca recién revelada es una figura cercana y una imagen similar a la humana es un círculo, al parecer un signo del sol.

Científico Sergei Alkin dijo: "Podemos suponer que la figura con el signo solar representa un chamán con un tambor.

Los expertos mantienen el antiguo arte de la galería de descubrimiento en secreto durante tres años para preservar la integridad del sitio, ya que regresaron para más viajes para estudiar los dibujos intrigantes.

Las pinturas fueron encontrados hace muchos años por los cazadores, pero fue sólo en 2013 que los científicos fueron alertados. El residente local Evgeny Karelin llevó a los expertos al sitio en Largi río, cerca del pueblo de Gorbitsa, algunos 545 kilometros al noreste de la capital de la región de Chita.


Los expertos mantienen el antiguo arte de la galería de descubrimiento en secreto durante tres años para preservar la integridad del sitio, ya que regresaron para más viajes para estudiar los dibujos intrigantes. Foto: Sergei Alkin

Dr. Sergei Alkin, de la Universidad de Novosibirsk, fue el primer académico para examinar de cerca las rocas, donde las pinturas se hicieron con rojo y naranja ocre, un pigmento terrosa que contiene óxido férrico.

"El arte de la roca en el río Largi es un sitio raro," dijo. "Es grande y contiene muchas imágenes, aunque en general en las rocas en esta área muestran entre uno y tres dibujos mal conservados.

"En segundo lugar, nos complace que se conserva perfectamente. El sitio fue encontrado por accidente hace muchos años por un cazador local y apenas visitada por otras personas '.

Ahora se está trabajando para interpretar el antiguo arte.

"Por supuesto, hay que entender que la interpretación de estas imágenes no es fácil", dijo. 'Central en la composición son las imágenes antropomórficas.

"Es difícil decir definitivamente quién representan: los cazadores o espíritus? En particular, hay una Figura, cerca de la cual se representa un círculo - un signo solar, la señal de la sol. Cuenta con una cruz en su interior. En muchas culturas locales puede representar tambores chamánicos.



"Es grande y contiene muchas imágenes, aunque en general en las rocas en esta área muestran entre uno y tres dibujos mal conservados. Fotos: Sergei Alkin

'Por lo tanto, es posible suponer que la figura con el signo solar representa un chamán con un tambor.

Esta imagen se pone de relieve en la tapa de uno de los científicos.

Otro elemento llamativo de este arte de la roca son numerosos puntos y líneas. 'Tales puntos a veces se interpretan como un símbolo de contar, como si el autor registró el número de ciertos objetos, tal vez el ganado en la manada.

"En cuanto al número de líneas verticales por encima de la línea horizontal, es muy posible que estos muestran canoas con gente sentada en ellos. De todos modos, esto es cómo esas imágenes han sido interpretadas por los colegas de otras regiones. Sólo hay una tal imagen conocida en la región Trans-Baikal hasta el momento '.

Defendió el secreto de retrasar un anuncio en el arte de la roca durante varios años.

"Ahora tenemos una copia completa, con el que podemos trabajar ya estudiar las imágenes, y analizar la trama (representado en estas fotos). Por un lado, nuestra tarea consistía en decir a cada uno de estos petroglifos increíbles, traídos al estudio de otros científicos.


"En cuanto al número de líneas verticales por encima de la línea horizontal, es muy posible que estos muestran canoas con gente sentada en ellos. ' Foto: Sergei Alkin

'Por otra parte, quisiéramos que este arte de la roca para permanecer en buen estado sin marcas y dibujos dejados por los turistas. "

No anunciaron el hallazgo de varios años que permite el estudio del arte rupestre notable. La ubicación real en "una zona salvaje y remota" todavía no se ha revelado.

citas preliminar sugiere que el hallazgo es de alrededor de 4.000 años de antigüedad. En el futuro, con más recursos, se hará un intento de la fecha, de forma más precisa.

"El arte de la roca no es sólo pinturas o grabados," dijo. Están asociados con los rituales y ceremonias. Por lo general, en el lugar de debajo de las imágenes son los altares, hay varias herramientas y puntas de flecha. Pero hasta ahora no hemos encontrado rastros de actividad ritual al pie de estas rocas con pinturas.


Una vista del río Shilka, cerca de la desembocadura del río Largi. Foto: Sergei Alkin

Sin embargo, no es un sitio muy conocido de los antiguos cazadores y pescadores en la desembocadura del río Largi cerca. Aquí se han encontrado fragmentos de vasijas Edad del Bronce. El científico espera que en un futuro próximo será posible encontrar una conexión entre este sitio y petroglifos.

"Hoy en día este lugar es remota y escasamente poblada, pero en los momentos en que se creó el arte Largi roca que fue relativamente bien habitada. Los primeros restos arqueológicos fueron descubiertos aquí a principios del siglo XX.

"A través de los años, hemos encontrado aquí los primeros sitios del Paleolítico Superior, Neolítico y la Edad del Bronce, y gestionado para llevar a cabo estudios a gran escala de fortificaciones que datan de finales del primer y principios del segundo milenio antes de Cristo. Así que en el pasado, esta área no estaba desierto '.


Dr. Sergei Alkin, de la Universidad de Novosibirsk, fue el primer académico para examinar de cerca las rocas. Foto: Universidad Estatal de Novosibirsk

Los artistas aquí es probable que sean personas de tungus u origen mongol.

A continuación, los arqueólogos planean estudiar la composición química de ocre - colorante natural que se utilizó para crear petroglifos. Los científicos esperan que la composición le ayudará a localizar el origen de la materia prima utilizada por los pueblos antiguos.

Dr. Alkin añadió: "Además, queremos explorar la zona en busca de otros petroglifos. Hay una posibilidad de que el arte de la roca Largi no es el único en esta área. Vamos a buscar '.

martes, 2 de agosto de 2016

Prehistoria: La lucha por la carne... humana

Neandertales europeos eran caníbales
Por Lizzie Wade



Los Neandertales se comían entre sí, al menos de vez en cuando, de acuerdo con un nuevo análisis de los huesos hallados en una cueva belga. Los restos fueron excavados cerca de Goyet a partir del siglo 19 y ahora se asientan en los museos de Bruselas. Las técnicas de excavación anticuadas hacen imposible reconstruir cómo vivían estos neandertales, pero cuando los investigadores examinaron los huesos, era inequívocamente claro qué pasó con ellos después de su muerte. Muchos de los huesos estaban cubiertos de marcas de corte y abolladuras provocadas por golpes, lo que indica que la carne y la médula se habían eliminado. Los investigadores también detectaron lo que parecen ser marcas de mordeduras y corrían por huesos de los dedos. Las marcas eran idénticos a los encontrados en los huesos de renos y caballos también descubiertos en el sitio, lo que sugiere que las tres especies se prepararon y se comen, los investigadores informan esta semana en Scientific Reports. Algunos de los huesos de Neandertal también mostraron desgaste adicional, lo que sugiere que más tarde fueron utilizados para dar forma a las herramientas de piedra. Los huesos son entre 40.500 y 45.500 años de edad, que está enfrente de Homo sapiens llegaron a la región, por lo que los únicos culpables son posibles los neandertales sí mismos. Aunque los científicos sabían que los neandertales se había practicado el canibalismo en Croacia, esta es la primera evidencia de que en el norte de Europa. No se sabe aún si el canibalismo Neandertal era una práctica ritual, reservado para ocasiones especiales e impregnada con un significado especial, o si eran muy, muy hambriento.

Science Magazine

lunes, 1 de agosto de 2016

SGM: Casos misteriosos

Los misterios de la Segunda Guerra Mundial
Una vez que la sangre dejó de correr, tras la Segunda Guerra Mundial, los misterios alrededor de la contienda sembraron un mar de preguntas, algunas de ellas sin responder hasta el día de hoy.




-El avión fantasma: el misterio más llamativo y sobre el que menos se sabe. Varios aviones partieron con destino a una peligrosa misión, de la que lograron volver todos, con excepción de uno. Horas más tarde, mientras todos lo daban por perdido, se escuchó el sonido del avión aterrizando. Cuando los soldados se acercaron, constataron que el fuselaje estaba destruido, el tanque de gasolina vacío y en el interior no había tripulantes vivos ni muertos.

-El gran ataque aéreo de Los Ángeles: tras el bombardeo de Pearl Harbor, la población estadounidense se encontraba profundamente temerosa de un nuevo ataque japonés. Por entonces, la irrupción en el cielo de un globo meteorológico desencadenó el pánico, a tal punto que las baterías antiaéreas abrieron fuego indiscriminado, generando grandes incendios. Se reportaron tres personas muertas por ataque cardíaco y otras tres heridas por el fuego.

-El vuelo 19: los cinco aviones que despegaron de la estación naval en Fort Lauderdale, Florida, desaparecieron en el misterioso Triángulo de las Bermudas. Durante las últimas conversaciones se pudo detectar que los equipos no funcionaban de forma correcta, por lo que fue imposible localizarlos. Se cree que volaron hasta quedarse sin gasolina.

-La curiosa historia de Rudolf Hess: luego de hacer estrellar el avión en el que se dirigía a Escocia, este nazi de alto rango fue tomado prisionero por los ingleses, en mayo de 1941. A pesar de que Hess aseguraba estar allí para buscar un acuerdo de paz entre Inglaterra y Alemania, fue condenado por crímenes contra la paz y conspiración, lo que le valió el resto de su vida en prisión. Ciertamente, nunca se confirmó la verdadera identidad del presunto nazi ni sus planes de paz.

-El juego de El Doble Mortal: semanas antes del ataque a Pearl Harbor, en la revista The New Yorker, salieron dos anuncios publicitarios que, vendiendo un juego denominado El Doble Mortal (The Deadly Double), habrían advertido sobre el ataque. Sucede que los anuncios mostraban la palabra “alerta”, en varios idiomas, y también unos dados, cuyos números revelaban la fecha del incidente (7/12). Este suceso tuvo tanta trascendencia, que hasta el FBI se obsesionó con el caso.


History Channel

domingo, 31 de julio de 2016

Guerra del Chaco: Un duelo de artillería

Un duelo de artillería en la Guerra del Chaco
Viscacharal, Sector Pilcomayo, 15 de enero de 1935
 


Por Rafael Mariotti

Publicaré este artículo como se lo había prometido al amigo Mangosta, chileno, y en atención al forista Procer1811, nieto de uno de los participantes de este duelo artillero, pues su abuelo, el entonces mayor Fulgencio Yegros (luego general) era comandante del grupo de artillería 2 paraguayo, que estaba desplegado en la zona norte del Pilcomayo, frente al Grupo de Artillería de la Cuarta división boliviana, comandado a la sazón por el coronel de artillería chileno Aquiles Vergara Vicuña. Este, recibido en el Colegio de Guerra en España y ex-miembro del gabinete chileno, era el más famoso de un grupo de jefes y oficiales (105 en total) contratados en junio de 1934 por Bolivia, con gran consternación del gobierno paraguayo. Vergara Vicuña se integró al Primer cuerpo de ejercito boliviano en octubre de 1934. El relato es del libro DEL CALDERO DEL CHACO (1936) de Vergara Vicuña. 
"El 15 de enero de 1935 la artillería boliviana del sector, a la sazón comandada por el coronel chileno Aquiles Vergara Vicuña, de reciente nombramiento, se hallaba ocupando un lugar llamado “Viscacharal”- en la explanada del río Pilcomayo donde moría la pendiente del extremo norte de la Serranía de Caiza- en cuyas inmediaciones tenía establecido su emplazamiento, la batería del sub teniente Bernardo Soria Galvarro, equidistante uno 5 kilómetros de otras que le flanqueaban; hacia el norte la del teniente Pastor Quiroga, situado en un punto llamado “Resistencia” y en dirección sur cerca del sitio llamado “Convento”, la del teniente Manuel Vaca Roca. 
Frente a esta unidad, se encontraba el Grupo 2 de Artillería paraguayo “General Roa”, comandado por el mayor Fulgencio Yegros, que tenía como misión mantener una vasta cobertura a lo largo del Pilcomayo, desde Cururendá hacia el sur, tocándole ocupar el Talud de Piquyrendá situado entre Ybybobo y Palo Marcado, y enfrente de Viscacharal, a la 3ª batería a cargo del teniente Juan A. Monges. 
El relato de Vergara Vicuña continúa así: 
“Fui recibido en Viscacharal con la atención cordial que ya conocía. Soria Galvarro hacía su rancho en ese momento y tuvo oportunidad de invitarme a comer un buen plato de verdolaga silvestre sazonada en aceite que, según me informó, había descubierto para defenderse de la avitaminosis. Excusado estará decir que me sentó de maravillas, pues hacía varias semanas que no probaba una brizna de verdura.” 
“Mi asistente José Quispe preparó entretanto mi instalación cerca de la del teniente y luego de enunciar a la ligera el objeto de mi visita, nos decidimos a reposar para que el sol del nuevo día nos hallara ágiles de cuerpo y de espíritu. 
Ningún presentimiento embargaba mi espíritu, cuando caí en la inconsciencia del sueño. Para mi compañero de “pahuiche”, esa noche sí que fue la postrera, pues al día siguiente, bajo un cielo añil y sobre una tierra lujuriosa caería, después de trágico molinete con el pecho destrozado por una granada paraguaya. Pero tampoco al parecer, Soria Galvarro fue advertido nada, pues al rayar el alba se levantó contento y dinámico, sorbiendo a bocanadas el aire más puro de esa hora, único que, en el Chaco, se puede respirar con alguna fruición.” (continúa) 

Inserto retrato de Aquiles Vergara Vicuña y del sector donde se efectuó el combate narrado. 

 


“Nos desayunamos ligeramente para desplegar luego el Plano Director, con el transportador y la regla graduada en manos. Trazamos las rectas de los tres rumbos, desde los asentamientos respectivos y su coincidencia fue perfecta.”
“Cabalito, exclamó con entusiasmo el comandante de la batería.”
Ya teníamos los elementos necesarios para iniciar la acción; faltaba la coordinación de los fuegos con las restantes baterías, y el plan y régimen a que debíamos ceñirnos. Pregunté a Soria Galvarro cuál era su idea, contestándome que le agradaría hacer tiro progresivo y regresivo escalonado con un consumo de 160 granadas, más o menos. Esta proposición me pareció mesurada…”
Con la pauta señalada, elaboré mi plan: 160 granadas de la batería de 65 mm (Soria Galvarro); 60 la de 75 mm (montada); 20 de la 75 mm (montaña) material éste último que tenía en esos días una expectativa de municionamiento muy escasa. El fuego debería desenvolverse en 20 minutos, a razón de 8, 3 y 1 tiros por minuto, de cada batería, respectivamente. Acto seguido, me puse al habla con el capitán Cuellar, comandante del Grupo, quien había verificado sobre el plano de la batería Quiroga los mismos cálculos que nosotros.”
Nota: cada batería estaba compuesta de 4 cañones, con sus dotaciones respectivas.
“Respecto a mis directivas para la acción, acepté su insinuación de que no entrara en combate la batería Vaca Roca, por la razón antes señalada.”
“Serían las 8 de la mañana, cuando acompañado por el teniente Soria Galvarro y el suboficial Zaconetta, me dirigí al observatorio. Este cabalgaba en un árbol esquelético, de pobre ramaje, de forma achaparrada, situado en un montículo a 100 metros de la batería, a un costado.”
El día se presentaba caluroso y radiante de luz, invitaba a vivir y no a morir.
Subimos al observatorio, algo endeble para nuestro peso, por lo cual nos balanceábamos un poco, a unos cinco o seis metros del suelo en pendiente. Con todo, la visualidad era magnífica. Instalamos el anteojo de antenas, entregándonos por algunos minutos, de lleno, a la tarea de escrutar en dirección al punto en que debía encontrarse el enemigo. Luego faculté al jefe de la batería para dar sus comandos. Rápidamente llegó por el hilo la voz: Pieza lista!; Fuego! contestó el teniente.
Observamos la caída del proyectil, oculto en los primeros segundos dentro de la espesa maraña y quedamos esperando el disparo inicial de la batería Quiroga.
Pronto sentimos la detonación de salida y casi simultáneamente de llegada (a distancias medias, en ese material tipo rasante, el proyectil llega al objetivo conjuntamente con el sonido)
Observamos atentamente sobre el punto batido y pudimos comprobar que la nube de polvo y humo del calibre superior, quedaba inmediata a la anterior, ya en pleno desvaimiento.
Cabalito! - volvió a exclamar Soria Galvarro.
Puede pasar al fuego de eficacia, si lo cree oportuno – agregué de mi parte.
Repetimos los comandos por teléfono, ahora con distancias escalonadas.
Batería lista! – una ráfaga! y luego, moviendo las distancias, y concentrando o repartiendo sobre cualquiera de las piezas: una ráfaga! dos ráfagas! y vuelta a comenzar.
Espectáculo formidable; tronadera ensordecedora de estampidos cercanos y explosiones lejanas que venía a aumentar el fuego de efecto a que también había pasado la batería Quiroga. La caída de los proyectiles se iba sucediendo con exactitud, gracias a las correcciones que se ordenaban.
Pobres coleguitas “pilas”! – dijo más de una vez Soria Galvarro.
"Mi alma de artillero se solazaba en una extraña fruición; mis sentidos se regalaban en esos minutos con la novedad del espectáculo… y, lo principal, me hallaba como sorprendido de se actor en aquello y todavía sin tener en cuenta que el Destino me deparaba en esa trama el papel principal." (continúa)
Publico imágenes de los cañones de acompañamiento de infantería Vickers de 65 mm (de los cuales Bolivia había adquirido 30 en 1929, y llegaron en 1932). Estos componían la batería de Soria Galvarro en el relato. Publico imagen del cañon de campaña Vickers de 75 mm, que es llamado de artillería montada en el relato (batería Quiroga), y del cañon de montaña de 75 mm de la bateria Vaca Roca que no participó por falta de municiones.
“Aunque en esos cortos minutos de la acción de Viscacharal no estaba para éstas ni parecidas disgresiones, pensaba, no obstante, ya que el principal papel de un jefe es prever y más prever, en una posible reacción de la artillería paraguaya, a lo que había que añadir el para mi dogma de fe de la teoría de las compensaciones y la sabiduría del aforismo popular que dice: “Donde las dan las toman”.
Durante unos veinte minutos, los airosos cañoncitos, casi automáticos, continuaron vomitando activamente su granizo candente. Luego nos dimos cuenta que la batería Quiroga había cesado de disparar, seguramente por conclusión de la ración acordada. Nos miramos las caras, como consultándonos una decisión y entonces dije: -Basta por ahora-.
Soria Galvarro asintió sonriendo, satisfecho de la tarea realizada. Yo sentía en mi interior el orgullo primerizo de haber actuado, dirigiéndolo, en un fuerte batimiento artillero, cuyo efecto, sin embargo, quedaría para nosotros en una nebulosa.
Iniciamos el descenso para restituirnos al puesto de comando habitual, distante 150 metros adelante, en una especie de explanada, característica de los antiguos puestos ganaderos, lisa y despejada de árboles, cuyos puntos más visibles eran, acaso, el pahuiche utilizado como vivienda por el teniente y un cerco de ovejas de la inmediación más contigua. Era indudable que ese manchón ocre podía resaltar como rosetón de la guirnalda verde.
Mientras caminábamos en columna de a uno por el sendero, pensé que la artillería paraguaya estaría preparando ya su desquite y volví sobre el tema:
“Después del fuego que hemos hecho, habrá que adoptar mayores precauciones y enmascararse lo más posible; qué opina sobre el particular, mi teniente?
“Ciertamente, mi coronel – contestó al punto Soria Galvarro. Tengo el proyecto de hacer un trabajo que sea permanente y bien fortificado; algo así como un “nicho” en la ladera del cerro, que sirva de observatorio, de gabinete de trabajo y de cuarto de dormir; ya tengo planeada su construcción y comenzaremos los trabajos esta misma tarde. Pierda cuidado.”
“Instantes después nos separamos. El siguió a su “pahuiche”, yo me quedé algunos minutos deambulando para conocer el paraje circunvecino. Luego tomé igual dirección.”
Qué sucedía entretanto con la artillería paraguaya de enfrente? La 3ª batería se encontraba emplazada y bien oculta en el talud de Piquyrenda cuando se produjo la entrada en fuego de las baterías bolivianas ubicadas en Viscacharal y Resistencia.
Desde el amanecer de ese día, nuestros vigías de la batería habían podido observar con metódica paciencia un delgado hilo de humo que se levantaba de la superficie en un punto de la otra banda. Rato después se escuchó el disparo de un cañón, luego otro, seguido de otros más. Una vez tomado el rumbo de las detonaciones, el teniente Monges comenzó a explorar con su anteojo de antenas y pudo notar que el hilo de humo coincidía perfectamente con una de las direcciones de donde provenían los disparos que al parecer, estaban dirigidos, en ese primer momento, hacia objetivos distintos que la 3ª batería.
He aquí el relato del coronel Vergara Vicuña, de lo acontecido en el lado boliviano, y lo ocurrido al teniente Soria Galvarro:
“Me separaban del “pahuiche” unos cincuenta metros escasos, cuando fui despertado de mi ensimismamiento contemplativo por algo verdaderamente insólito, por mucho que estuviese previsto. Sentí una especie de desgarradura de una tela de buque y deslizarse con un agorero silbido la saeta de un proyectil. Pasó todavía a unos 5 o 6 metros sobre la proyección de mi vertical y presentí que ya estaba próximo a su punto de caída. Una detonación formidable, una convulsión de la atmósfera, un promontorio de humo y varias trayectorias divergentes y ruidosas de carcasas aclararon mis ideas quizá antes de haberse concretado. La granada había percutado en la ladera del observatorio recién abandonado.”






“Tomé visual hacia el “pahuiche” y ví que todos corrían a agazaparse detrás de uno árboles no muy respetables de grosor, como para protegerse de una avería; otros se echaban al suelo donde estaban. Comprendí que la cosa era grave y que había salido un segundo proyectil, acaso más astuto que el anterior.”
“Adiós mi plata, díjome una voz profunda. Mis oídos estaban aletargados para percatarse de los ruidos, por la indigesta ingestión de disparos con que los había regalado desde la víspera, soportando sin otra precaución que la de abrir la boca, donde el propio asentamiento, las ráfagas como descargas cerradas de la batería Quiroga, más el pronunciado aditamento de esta mañana.”
“El proyectil paraguayo fue a explotar violentamente, al parecer, sobre el propio emplazamiento de la batería. No había ya dudas; estábamos localizados y sometidos a los golpes potentes y mortales de un calibre superior – de 105 por todas las trazas-. No cabía tampoco la esperanza de un socorro oportuno, pues la batería que comenzaba a disparar no estaba “rumbeada” aún y pasaría por lo menos una hora, en el mejor de los casos, para que las otras baterías pudiesen acudir con su fuego en nuestro auxilio.”
“Confieso sin ambages que mi serenidad en esos segundos fue completa, como nunca lo hubiera esperado.
”Me incorporé al grupo de artilleros que recién se levantaba y comenzaba a dispersarse un poco. Algunos sonreían con naturalidad, otros forzosamente. Lo extraordinario era que sonrieran de algún modo, puesto que el asunto no podía ser mas desagradable. Pregunté rápidamente a Soria Galvarro por la batería.
“Ellos están más seguros que nosotros en sus “buracos” –fue su respuesta.
Pero, y el material?
“Puede que estemos de suerte, mi coronel. Además habrá que confiar en la dispersión y en que los “pilas” economicen su munición –dijo sonriéndose tristemente y con una emoción interna que contradecía el optimismo de sus palabras.”
“Lo miré con atención y advertí que estaba algo cambiado. Revelaba, como siempre, decisión, pero estaba serio, acusando que algo lo torturaba en lo íntimo. Yo también comencé a inquietarme, aunque, controlándome exteriormente. Transcurrieron unos pocos segundos más, y pum! Ahora lo sentí nítidamente. Mi oídos comenzaban a funcionar bien. Simultáneamente todos, las diez o doce personas que allí nos congregábamos, corrimos, nivelados por el peligro, detrás del árbol, cuyo tronco ofrecía la mejor protección posible y formamos una masa democrática y compacta de rostros ensombrecidos, que se agitaban a impulsos de una violenta conmoción aórtica que parecía brotar de una víscera común. Mis subordinados, sin embargo, se preocupaban notablemente por mí.”
“Mi coronel, aquí, aquí – me decían, abriéndome hueco protector. Yo rehusaba con gesto categórico, pero sintiéndome agradecido y conmovido.”
“Pasó la granada, musitando su trágica canción y fue a estallar al fondo. Soria Galvarro, apreciándola como tiro largo y perdido, me dijo:
”Con tal que no lo acorten, quedarán lucidos.”
“Estábamos todavía cerca del árbol, aunque ya de pié. En ese instante, curiosamente advierto que mi asistente Quispe, veterano de Nanawa (Nanawa era el nombre de un fortín, escenario de una de las más violetas batallas del Chaco en enero-julio de 1933), no ha cambiado de posición, sentado en el suelo, apoyada la espalda en el árbol, sus piernas extendidas, sin la menor protección, inmóvil e indiferente a todo.” 

“Cuidado, Quispe! que esto es peor que Nanawa – le digo.
El aludido se sonríe incrédulo, luciendo su magnífica dentadura de réclame de dentífrico y continúa impertérrito.
“Pum! Pum! otra vez. A no dudarlo, pasan al fuego de efecto. Nuestra zozobra es grande, pues no sabemos con qué graduación del alza los han lanzado; cualquier acortamiento nos puede ser fatal, pues nos hallamos bajo la bóveda irreal de su trayectoria.”
“Bam…! Bam…! Bam…! y podemos aliviarnos por un instante de caliginosa pesadumbre de lo incierto en conjunción con lo irremediable. Luego hay unos segundos de silencio, que se miden por minutos, y la fecunda y fantástica imaginación comienza a forjar hipotéticas ilusiones de que todo quedará en una calma silente. Una sensación algo artificial de tranquilidad quiere invadirnos por momentos. El paisaje ostenta un aire tan placentero que parece difícil que pueda transformarse en brusco escenario de desolación y muerte.”
Gradualmente voy ordenando mis sensaciones, tratando de cimentar una indiferente normalidad. Se me ocurre con altibajos contradictorios, que la demostración de la artillería paraguaya se ha limitado sólo a eso y que sus sirvientes se encontrarán limpiando las ánimas de los cañones, satisfecho ya el saludo a la bandera.”
“Soria Galvarro, a mi lado, en el borde superior de un pequeño solevantamiento, a dos o tres metros del “pahuiche” me conversa distraídamente, como haciendo un esfuerzo. Me llama la atención su fisonomía alterada por cierta tensión que valientemente lucha –está a la vista- con un tenaz presentimiento. Me imagino al contemplarlo que mi actitud externa debe ser análoga. Corrientes de pesimismo suben y bajan, atravesando cada vez mi espíritu.”
“Ahí donde nos encontramos no tenemos por el momento nada que hacer, carecemos de toda protección y todavía nos hallamos comprendidos en el ángulo visual del enemigo y, sin embargo, continuamos inmóviles, como hipnotizados por el fuerte narcótico de la voluntad y con la iniciativa en trance de sonambulismo que, en el fondo, es la preocupación externa del valor y del prurito irreprimible en ocasiones del amor propio.”
“Nos hemos comunicado con la batería y se nos informa que el personal sigue sin novedad y bien resguardado. En verdad, no deberíamos tener ya preocupación sino por nosotros mismos, pero nada hacemos en ese sentido. Solamente nuestras gargantas secas nos piden un refresco y el teniente ordena a su asistente que vaya a prepararlo. El bueno de Arana se aleja –venturosamente para él- a prepararlo.”
“Yo estoy vacilando en tenderme un rato sobre mi catre de campaña, al cual me separan unos cinco o seis pasos. De pronto alguien grita: ¡salió! Y vemos un tropel corriendo a sumirse en el hoyo del buraco, carente de techo todavía. Soria Galvarro y yo cambiamos un gesto de fatal escepticismo. No había ya tiempo de correr; habría sido una carrera loca impulsada por las hélices del pánico. Aguardamos sin movernos y con el dolor angustioso de quien está conscientemente al canto de una caída irremediable.”
“De súbito mis músculos motores vibran con extraña ansiedad y doy, sin darme cuenta de lo que hago, un salto poderoso pendiente abajo. He sentido la infernal musiquilla de la desgarradura con que avanza el proyectil y ya tan encima que el pensamiento sólo ha alcanzado a taquigrafiar: percusión sobre nuestras cabezas. Y se ha producido la explosión formidable y terrífica a tres o cuatro metros de nosotros.”
“Pierdo por un instante la noción del ser y del no ser. Lentamente, como en un sueño profundo, pienso que he muerto y que así debe ser la muerte, algo desvaído e invaluable para los sentidos."

“Percibo que mi alma está desarticulada de mi cuerpo, inconsútil y arremolinándose en el vacío. Ningún dolo físico me preocupa; nada puede tener importancia en medio de mi desbordamiento material y moral; me posee la sensación de tener hueco el cerebro y estar inanimado para siempre. Luego transcurrido un tiempo impreciso, pero que no debió ser largo, siento que mi respiración amenaza estrangularse, quizá por la acción tóxica de los gases del explosivo y que mi cabeza se hace cada vez más pesada; noto también que mis mandíbulas están trabadas y pienso, si, ahora pienso siguiera, que no podré hablar. Después comienzo a creer que estoy herido, lo que no deja de ser un progreso, pues antes me imaginé estar muerto. Pero lo que gradualmente ve va vigorizando el cuerpo y nutriendo de ideas la mente, es la sensación cierta de encontrarme de pie. De esto ya estoy bien seguro, camino, luego me observo y nada; comienzo entonces a formularme la hipótesis de haber escapado y como una especie de alegría infinita va sacudiendo mi atonía, hasta que las potencias ocultas e irresistibles del instinto de conservación se vuelcan dentro del crisol de mi ser en un voto radioso de acción de gracias, que ofrenda a la vida, y en ese minuto solemne –por qué no decirlo- a Dios ¡Qué enorme satisfacción la vuelta de la conciencia y el convencimiento de vivir, cuando todo se creía perdido!”
“Una extraña energía comienza a dominar mis actos, la que trato de reprimir, porque yo mismo dudo que se apoye en base razonable. No en balde he oído y leído tanto sobre los efectos nerviosos de las explosiones y anhelo, por tanto, con toda la sinceridad de mi alma mantenerme sereno y reflexivo. Pero mi ardor me avasalla y entonces dispongo y grito, aunque felizmente sin apartarme mucho de la lógica, cosa que me es dable constatar más tarde. Estoy a diez pasos del sitio donde cahyera la granada y trato de formarme concepto de lo sucedido. Veo la figura esbelta de Soria Galvarro tendida en el suelo, en la actitud del que duerme una siesta, la cabeza sobre los brazos y con la inmovilidad de una estatua yacente. Con pena profunda, me hago cargo que ha caído victimado por la granada; un poco más lejos veo a un hombrecito diminuto que se retuerce sobre la tierra entre ayes de dolor, me fijo un poco más y me doy cuenta que es mi asistente, el veterano y simpático Quispe; por mi lado pasa en ese instante un soldado, cosa curiosa, andando con paso casi normal, aunque en lugar de una pierna arrastra un jirón horrible de músculos y nervios desgarrados, colgantes como flecos, desde los testículos hasta la rodilla den la parte de la entrepierna. El hombre da aullidos de lobo en hambruna, de dolor físico y quizá también sí moral. Al verme se me acerca, gritándome que lo salve, con una suprema expresión de humildad y de abatimiento que difícilmente podré olvidar mientras viva. Yo horrorizado, le pido que se quede tranquilo hasta que pueda ser socorrido. El soldado insiste con su grito plañidero: ¡sálveme! Sálveme! mi coronel. Me siente agobiado ante esa visión trágica; por un segundo pasa por mi mente la idea piadosa y tremenda de poner fin con mi revólver a tan cruel padecer, pero consigo dominarme y preocuparme de otra cosa.”
“Entretanto he tomado unas cuantas decisiones; algunas se han podido cumplir; otras tienen que diferirse para mejor oportunidad. He hecho transportar el cuerpo de Soria Galvarro cerca de mí; el teléfono ha empezado a funcionar, haciendo llamados urgentes al sanitario de la batería –que valientemente acude con presteza- y al cirujano del Grupo.”
“Me arrodillo cerca del teniente y debo sufrir la enorme impresión de ver su pecho destrozado y aún un soplo de vida en el fondo de unos ojos atormentados por la agonía, que me miran fijamente, como queriendo traducir lo que sus labios no podrán expresar."

“En ese instante, sale otro disparo paraguayo y se reproduce nuevamente la agitación. Yo grito que se protejan inmediatamente.
¡Vamos a la línea! A la línea! – exclaman algunos.
Yo les grito que se protejan como puedan. Llega con violencia la granada y en el primer instante me parece que ha caído cerca del “pahuiche”, tan oculto queda a la vista, cubierto de espesa nubada de polvo y humo.
¡Adiós mi equipaje! – dígome atribuladamente.
“Vuelvo sobre Soria Galvarro y ya no me queda sino contemplar, como sirviendo de máscara del que fuera su rostro, el visaje cenizo y la risa helada y verdosa de la muerte. No se me ocurre cerrarle los ojos, pero tomo la posición de firme.”
“Los tres o cuatro soldados que están conmigo hacen lo mismo entre sollozos. Y en ese minuto, otra vez como ratificación de funeral solemne, se oye: ¡pum! ¡pum! ¡pum! Es la artillería paraguaya que reinicia su actividad, esta vez orientada a exterminarnos. El aire se puebla de un estruendo apocalíptico; las explosiones se suceden frenéticas alrededor de la batería; luego, con distancia acortada sobre el corral de ovejas, cuyo cerco de ramas se observa acaso desde lejos, como una línea parapetada, encontrábame yo a unos cincuenta metros de este último objetivo, cuando volvió a tomarlo la artillería enemiga. En un comienzo, no pienso ni me propongo nada, como atraído y subyugado por la fiereza del espectáculo; en lo profundo de mi raciocinio columbro que eso no es normal y llego a la conclusión de que aún estoy atenazado por el embotamiento paralizante de una impresión que ha pegado con golpe de laque sobe mi espíritu. Procuro reaccionar, poniendo en juego mi iniciativa, pero apenas si puedo formarme un cuadro de apreciación técnica de lo que está sucediendo. Se trata de un tiro de contrabatería, con observación directa, al parecer desde una distancia superior a 6.000 metros, por el lapso hábil entre la percepción de las detonaciones y las de arribada, y calculo que los paraguayos se emplearán a fondo, pues han verificado su reglaje sobre un objetivo que no carece de interés.”
“… han pasado dos… tres… ráfagas de trayectorias paralelas, y creyérase que los bólidos de acero con entraña hirviente e infernal, presta a estallar, vienen animados por una suerte de malicia picaresca, tal es su endiablada pertinacia en demanda de sus propósitos. Me encuentro inerme ante ese destino que parece estar ciego y sordo a cualquier súplica.”
“… Avanzamos un largo trecho (entre los zarzales, apartándonos de la zona batida) y creo estar lejos de la línea longitudinal de tiro, pero los cuerpos explosivos siguen desfilando por lo alto. Antes de admitir la idea de haber hecho el círculo vicioso que es tan frecuente en los bosques y en los desiertos, quiero creer que es la batería Quiroga la que ha roto sus fuegos en nuestro apoyo.”
“Siento entonces una especie de alivio, pues, si es así, no hay por qué temer una percusión de la granada sensible sobre la más ínfima rama del bosque que nos encubre sin protegernos en realidad, pues conozco sus ángulos de elevación para batir cualquier punto de la banda, cuya mayoría entra en la clasificación de los mayores. Pronto me disuado de esta creencia. Los golpes secos iniciales de las ráfagas son tres; los nuestros serían cuatro, diferencia que existe, por lo general, en el número de piezas entre las baterías paraguayas y bolivianas”.
“Los artilleros enemigos han acortado su tiro; la parábola de sus proyectiles pasa ahora a unos pocos metros escasos de la copa de los árboles que apenas si se remontan por sobre nuestras cabezas. Yo estoy con el credo en la boca, porque una percusión en el ramaje está dentro de las posibilidades…”



Conclusión del duelo de artillería en el Chaco (1935)
“¿Cuánto duró todo aquello desde su preliminar? Quizá si sólo unos pocos minutos; si afirmamos que fueron veinte o treinta estaríamos en lo justo, pero para nuestro espíritu ya maltrecho y fatigado habían cobrado la intensidad de horas.”
“Cuando el silencio renació sobre la selva en conjunción con las llamaradas ígneas del sol en su cenit, trabajamos par salir al camino, cosa que resultaba ahora sencillísima. Volvimos todos, uno a uno, al sitio trágico y ruidoso de momentos anteriores, El cirujano del Grupo, mayor Villafani, constataba la muerte del malogrado comandante de la batería, agresora y agredida a su turno; el sanitario hacía una curación de emergencia a los tres heridos, dos de ellos en gravísimo estado; mi asistente Quispe –que moriría esa noche- y un cabo, aquel de la pierna mutilada que había seguido andando, pues el hueso quedó indemne.”

Para la época que se refiere el relato de Vergara Vicuña, el ejército paraguayo había casi llegado a los límites geográficos del Chaco, habiendo hecho retroceder al ejército boliviano casi 700 kilómetros en algunos puntos, desde que se iniciara la guerra en setiembre de 1932.

Los últimos meses de 1934 vieron las victorias más impresionantes de toda la guerra, con las cuales Estigarriibia alcanzó su sitial de gran capitán. En noviembre de 1934 (el 15 de noviembre para ser exactos) concluyó, según el escritor militar norteamericano, David Zook, "una de las más perfectas batallas ejecutadas en el Hemisferio Occidental", la batalla de EL Carmen, en que con 4.500 hombres cercó a 7.000 efectivos bolivianos y los hizo rendir, haciendo desmoronar el frente del Pilcomayo y que los bolivianos evacúen el fortín Ballivián, la "capital del Chaco boliviano". Este golpe fué tan tremendo, que el presidente boliviano Daniel Salamanca se trasladó al Cuartel General de Villamontes para destituir a todo el Alto Mando y reemplazarlo por jefes más capaces. Pero he aquí que cuando arribó el Presidente y expresó sus intenciones, fué apresado y obligado a renunciar (27 de noviembre), para perpetuar al inepto comando del Chaco. En este momento, se produjo otra increíble victoria, cuando los paraguayos cortaron el abastecimiento de agua del cuerpo de caballería boliviano del Cnel. David Toro, al capturar los pozos de agua de Yrendagué (8 de diciembre de 1934), en una zona desértica. Los soldados bolivianos se desbandaron y unos 3.000 murieron de sed y en combates, y otros 3.000 cayeron prisioneros. Finalmente, ya el 27 de diciembre con un movimiento de encerramiento, 2.000 bolivianos quedaron acorralados contra el Pilcomayo en Ybybobo. Con sólo 2.389 hombres, el cnel. Delgado del III cuerpo de ejército paraguayo capturó más de 1,200 enemigos y abundante botín, a costa de 46 heridos.
Con todas estas derrotas Bolivia perdió definitivamente el Chaco, y Paraguay se aprestó a atacar Villamontes, el último punto de importancia que Bolivia tenía en el Chaco.

Publico un mapa con los avances desde 1932 hasta 1935.


sábado, 30 de julio de 2016

Guerra antisubversiva: Buscan reabrir la causa del asesinato del Cap. Viola (EA)

Piden que un crimen del ERP sea considerado delito de lesa humanidad y reabrir la causa
Se trata de los asesinatos del capitan Viola y su pequeña hija de tres años, ocurridos en 1974. Infobae accedió al documento que la viuda presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
Por Nicolás Gilardi - Infobae



El capitán Viola y su pequeña hija María Cristina. Fueron asesinados por el ERP

El violento ataque que culminó con el asesinato del capitán del Ejército Humberto Viola y su pequeña hija de tres años María Cristina, y provocó serias heridas a María Fernanda, de cinco, fue uno de los más violentos que perpetró el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El lamentable episodio ocurrió el 1 de diciembre de 1974 en Tucumán, en pleno gobierno constitucional peronista, y se convirtió en un caso paradigmático de la violencia guerrillera, que no dudó en disparar contra menores.

A más de cuatro décadas de los hechos, la viuda de Viola, María Cristina Picón, que estaba embarazada de cinco meses cuando ocurrió el trágico crimen, busca que los responsables sean castigados. Tras un largo derrotero judicial que llevó al expediente al olvido, Picón de Viola hizo una presentación ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) buscando que el asesinato de su esposo y su hija sean considerados delitos de lesa humanidad y se reabra la investigación.

Infobae accedió al largo escrito que el abogado de Picón de Viola envió a la CIDH. Allí, la viuda de Viola denunció la violación de los derechos contemplados por los artículos 5°, 8° (garantías judiciales), 11° y 25° (protección judicial), así como del artículo 3°, común de las Convenciones de Ginebra de 1949.


El capitán Humberto Viola

Este último artículo puede resultar clave para que prospere la petición, ya que configura como delitos de lesa humanidad a los atentados contra civiles inocentes en conflictos armados, ya sean internacionales o de orden interno, como el que vivía la Argentina en aquellos trágicos años.

Asimismo, Picón de Viola citó numerosos testimonios, libros e incluso publicaciones de las organizaciones armadas, que la llevan a concluir que "los miembros de la guerrilla fueron instruidos en Cuba, de quienes recibieron un apoyo directo financiero y militar". Se trata de otro dato de relevancia, ya que explicita el apoyo de otro país al accionar terrorista en la Argentina.



"Los terroristas del Ejército Revolucionario del Pueblo, que los acribillaron por la espalda, seguían las enseñanzas de Ernesto Guevara; estaban envenenados por el odio como factor de lucha, ese odio intransigente al enemigo que no reconoce límites morales; se habían convertido, como él lo exigía, en 'efectivas, violentas, selectivas y frías máquinas de matar'", sostuvo en otra parte de la presentación.

Los testimonios y pruebas citada por la señora Viola también apuntan a demostrar que el Estado argentino, por acción u omisión, facilitó en cierta manera el accionar de los grupos terroristas.


María Cristina Picón, viuda de Viola

En la parte final del escrito, la mujer hizo referencia a los recientes casos de corrupción del kirchnerismo que salieron a la luz y señaló que "como es público y notorio, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner estuvieron integrados por prominentes miembros de la guerrilla montonera y erpiana".

"En los días en que se presenta esta denuncia, la enorme corrupción de esos gobiernos va saliendo a la luz y son encarcelados ex funcionarios y empresarios ligados a sus máximos dirigentes políticos, mientras la ex presidenta de la Nación es indagada", agregó al respecto.

El camino de la investigación

En octubre de 2009, la viuda de Viola apeló ante la Cámara Federal de Tucumán la sentencia del juez federal subrogante Daniel Bejas, quien se negó a reabrir la investigación al considerar que no se trataba de delitos de lesa humanidad.

La Cámara no compartió el criterio de Bejas y recordó que la CIDH estableció que la aparición de nuevas pruebas que permitan establecer que un crimen fue delito de lesa humanidad puede permitir la reapertura de un expediente. Sin embargo, se opuso a esto último al considerar que los responsables ya habían sido juzgados.

La señora de Viola interpuso a su vez un recurso en Casación, al considerar que los autores mediatos del ataque contra sus familiares habían sido los integrantes del buró político de la organización guerrillera que lideraba Roberto Santucho. La Cámara rechazó también este recurso y luego la Corte Suprema se opuso a abrir el recurso extraordinario. Ahora, la viuda del militar asesinado recurrió a la CIDH en la búsqueda de justicia.


Roberto Santucho, líder del Ejército Revolucionario del Pueblo

viernes, 29 de julio de 2016

Guerra ruso-japonesa: Resumen de la campaña terrestre

Guerra Ruso-Japonesa 
Resumen de la campaña terrestre 


Foto de soldados rusos observando cadáveres de soldados japoneses


Estado 
Japón 
Fuerzas del combate 
400.000 
Población 
55.000.000 
Bajas 
85.000 

Estado 
Rusia 
Fuerzas del combate 
2.000.000 
Población 
136.000.000 
Bajas 
125.000 

La Guerra Ruso-Japonesa (1904-05), conflicto militar en el cual un Japón victorioso forzó Rusia a abandonar su plan de acción expansionista en el Extremo Oriente, siendo el primer poder asiático en tiempos modernos para derrotar una potencia europea. 

La guerra Ruso-Japonesa surgió de la rivalidad entre Rusia y Japón para la dominación en Corea y Manchuria. En 1898 Rusia había ejercido presión sobre China para la concesión de un arriendo para el importante puerto estratégico de Port Arthur (ahora Lü-shun), en el extremo de la península de Liaotung, en Manchuria meridional. Rusia de tal modo entró en la ocupación de la península, aunque, en concierto con otras potencias europeas, había forzado Japón a abandonar apenas tal derecho después de la victoria decisiva de este último sobre China en la guerra Sino-Japonesa de 1894-95. Por otra parte, en 1896 Rusia había concluido una alianza con China contra Japón y, en el proceso, había ganado el derecho de ampliar el ferrocarril transiberiano a través de Manchuria China-esperado al puerto marítimo ruso de Vladivostok, así ganando control de una franja importante del territorio manchuriano. 

Sin embargo, aunque Rusia había construido el ferrocarril transiberiano (1891-1904), todavía carecía de las instalaciones de transporte necesarias para reforzar sus fuerzas armadas del ejército limitadas en Manchuria con los suficientes hombres y abastecimientos. Japón, por el contrario, había desplegado constantemente a su ejército desde que su guerra con China en 1894 y para 1904 había ganado una superioridad marcada sobre Rusia en el número de tropas de tierra en el Extremo Oriente. Después de que Rusia renunciada en 1903 en un acuerdo de replegarse a sus tropas de Manchuria, Japón decidió que era hora de atacar. 

La guerra comenzó el 8 de febrero de 1904, cuando la principal flota japonesa puso en marcha un ataque y un sitio sorpresa contra el escuadrón naval ruso en Port Arthur. En marzo los japoneses desembarcaron un ejército en Corea que desbordó rápidamente ese país. En mayo otro ejército japonés desembarcó en la península de Liaotung, y el 26 de mayo cortó a guarnición del Port Arthur de la parte principal de las fuerzas rusas en Manchuria. Los japoneses entonces se movieron hacia el norte, y el ejército ruso recurrió a Mukden (ahora Shen-yang) después de batallas perdidas en Fu-hsien (el 14 de junio) y de Liao-yang (el 25 de agosto), al sur de Mukden. En octubre los rusos volvieron en la ofensiva con la ayuda de los refuerzos recibidos vía el ferrocarril transiberiano, pero sus ataques probaron ser indecisos debido a un liderazgo militar pobre. 

Los japoneses también había colocado bajo un largo sitio a Port Arthur después de que varios asaltos generales muy costosos hubieran fallado. El liderazgo militar de la guarnición probó estar dividido, sin embargo, y el 2 de enero de 1905, en un grueso acto de incompetencia y de corrupción, el comandante ruso del Port Arthur rindió el puerto a los japoneses sin consultar a sus oficiales y con tres meses de víveres y abastecimientos adecuados de munición en la fortaleza. 

La batalla final de la guerra de la tierra fue luchada en Mukden a finales de febrero y principios de marzo de 1905, entre las fuerzas rusas que sumaban 330.000 hombres y los japoneses opusieron 270.000 hombres. Después de la lucha larga y obstinada y de bajas pesadas en ambos lados, el comandante ruso, el general A.N. Kuropatkin, interrumpió la lucha y replegó sus fuerzas hacia el norte de Mukden, que quedó en manos japonesas. Las bajas en esta batalla fueron excepcionalmente pesadas, con aproximadamente 89.000 bajas rusas y 71.000 japonesas.



Vista de Port Arthur en la actualidad, renombrada como Lushün

Port Arthur durante la época de la guerra

Otras fotos...

Destrucción en Port Arthur

Infantes japoneses esperan en Chemulpo

Postal del un pueblo coreano tomado por tropas japonesas

Tropas rusas cavando trincheras 

jueves, 28 de julio de 2016

Terrorismo: Los Oesterheld, una familia de enfermos en una época de enfermos

La trágica historia de la desaparición del autor de "El Eternauta" y sus cuatro hijas
En diálogo con Infobae, las autoras de la flamante biografía “Los Oesterheld” hablaron sobre la vida del renombrado historietista Héctor Oesterheld y el fatídico desenlace de su familia durante la última dictadura
Por Fernanda Jara - Infobae



Portada de “Los Oesterheld”, de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami (Sudamericana).

"A veces, la historia de un país descarga toda su violencia contra una familia. Esa fue la fatalidad que signó la vida del célebre historietista Héctor Oesterheld, sus cuatro hijas, sus tres yernos y dos de sus cuatro nietos, secuestrados y desaparecidos durante la última dictadura", cuenta la contratapa del libro, que en su portada muestra a la familia completa, cuando las historietas, los cuentos de ciencia ficción y los juegos infantiles colmaban sus días.

Poco se conoce —o difundió— sobre lo que antecedió a la desaparición del creador de El Eternauta, una de las historietas argentinas clásicas por excelencia, la de sus cuatro hijas y sus yernos. "¿Cómo fue que el guionista reconocido en el mundo se convirtió en correo de Montoneros? ¿Qué llevó a sus hijas, alumnas destacadas de colegios bilingüe de élite, a involucrarse en el trabajo de base y la lucha revolucionaria?", son los interrogantes impuestos sobre un fondo negro que, tras cinco años de investigación y 200 entrevistas, las autoras responden.

En el estudio de Infobae, Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, escritoras del libro que recupera la intimidad de la familia a la que le fue arrebatada la vida, contaron cómo fue la investigación que desarrollaron a lo largo de cinco años y detalles sobre las más de 200 entrevistas que las cruzó con familiares, compañeros de militancia y testigos de los últimos tiempos de Oesterheld y su gente.

"Es la reconstrucción de muchos personajes, de las cuatro chicas desaparecidas, de Héctor, de las parejas de las chicas y, además, de los compañeros de militancia. Porque el libro abre muchas vías para poder entender, primero, una época (los setenta), por otro, por qué estas chicas, que tenían una vida cultural super intensa, entran a militar como muchos otros jóvenes de su época. Cuando te metés en ese terreno tenés que reconstruir cómo eran las características de la militancia…", dijo Nicolini. Con esas características se refiere a los ideales que llevaron a las destacadas estudiantes a involucrarse en el trabajo y lucha revolucionaria que marcó no solo a su generación, sino que fue bisagra en la historia argentina.


Estela, Beatriz, Marina y Diana de pequeñas junto a sus padres, Elsa y Héctor Oesterheld. Marina (18) y Diana (24) estaban embarazadas. Beatriz tenía 19 años y Beatriz, 25.

Dar a conocer una historia real

La idea de recuperar la historia de esta familia surgió casi de casualidad, pero se convirtió en una pieza necesaria para armar el rompecabezas de lo que antecedió a la desaparición de uno de los grandes creadores de la literatura nacional y sus seres queridos. "Con una amiga nos pusimos a hablar de las biografías familiares y que en la Argentina no están muy transitadas, y mi amiga dijo que nunca se contó la historia de los Oesterheld. Y quedó ahí. Por esas casualidades conocí a los nietos, nos enteramos que la editorial Sudamericana estaba interesada en el tema, luego se sumó Alicia", recordó Nicolini, que se embarcó en esas vidas asumiendo que había información. No era así, por lo que debieron cambiar el rumbo e ir directamente a las fuentes. "Cuando nos dimos cuenta de que había que entrevistar a tanta gente, de hecho entrevistamos a 200 personas, tomó otra dimensión la historia y el libro", añadió.

Al comenzar a andar el terreno que aún no les era familiar supieron que las pequeñas de esas fotos que ilustran el libro habían desaparecido, que dos estaban embarazadas y que sus maridos e hijos no llegaron a formar parte de ningún álbum de recuerdos. Ese fue el mayor impacto. "Nos centramos y enfocamos mucho en las chicas, en la reconstrucción de todo, pero nos centramos entre el 71 y el 77 cuando Héctor y las chicas militaban".

Gran parte de la investigación que desarrollaron pudo llevarse a cabo gracias a los testimonios de compañeros de militancia que conocían la vida de ellas y de Héctor. "Se conocían con nombre de guerra. No sabían mucho de su vida privada por cuestiones de seguridad, por si a alguno lo secuestraban", cuenta Beltrami. "Ese sistema, por un lado, nos complicó y, por otro, nos amplió el campo porque se fueron formando diferentes redes de personas que se conocían entre sí y otros que volvían a encontrarse después de 30 o 40 años. Algunos creían que habían desaparecido. De hecho Fernando —uno de los nietos sobrevivientes— encontró a su madrina y no sabía que la tenía. Fue un proceso rico, largo, arduo, pero interesante para construir los perfiles de todos", señaló.



 Teníamos la foto de cuatro chicas hermosas de Béccar o las de Héctor como autor de El Eternauta y la tragedia final, pero ¿en el medio qué pasó?
Decidieron hacer hincapié en la vida de esas jóvenes antes de convertirse en militantes y deshojar la margarita de sus intereses más profundos y de aquellos ideales que allí estaban esperando a cobrar forma. "Teníamos la foto de las cuatro chicas hermosas de Béccar o las de Héctor como autor de El Eternauta y la tragedia final. Pero ¿en el medio qué pasó? Hay un montón de hechos y lo que nos interesaba era la vida cotidian".

"Al entrevistar a tantas personas uno acude a esa memoria selectiva de cada uno de ellos y en general la memoria recuerda cosas insólitas, detalles y ahí podes hacer un mapa de lo cotidiano. De las cuatro chicas logramos reconstruir detalles íntimos, de sus compañeros, parejas, de quién se enamoraban, de quién no. Cómo eran sus personalidades… Creo que eso es lo que da mucha riqueza al libro. Vamos a lo personal de cada uno y no lo reconstruimos desde la época en general, que es lo que puede pasar en los libros de historia", explicaron. El objetivo primero, aseguró Beltrami, era "darle encarnadura a esas personas que muchas veces quedan como frizadas en una foto, en esa juventud de militancia que, entre lo trágico y la pena que da eso y el misterio, tratamos de recuperar esas historias".

Una familia que dejó marcas en mucha gente



Héctor Oesterheld fue secuestrado por las Fuerzas Armadas el 27 de abril de 1977, en La Plata. Antes, desde la clandestinidad terminó su obra cumbre, El Eternauta. Para entonces sus cuatro hijas también habían sido desaparecidas.

Todos sabían el final. La reconstrucción de la historia tuvo la inevitable carga de tristeza por saber que diez miembros de una sola familia habían desaparecido. Las historias que Héctor contaba en sus comics causaban furia en quienes habían comenzado a escribir la etapa más oscura de la Argentina. Pero los que lo conocieron no tuvieron más que buenos recuerdos para compartir con las autoras. "Fueron una familia que había dejado una marca importante en mucha gente, en casi todos los que lo conocieron. Eran interesantes, muy agradables, buena gente, inteligentes", concluyó Beltrami luego de indagar a fondo esas vidas. "La idea era, también, recuperarlos vivos, armar lo más vital que tenían, darles cuerpo desde otro lugar y ahí se matizó con otras emociones, risa humor, entrega…".

"Además —continuó Nicolini— hay algo particular que es la figura de Héctor Oesterheld. Muchos de los que entrevistamos crecieron leyendo esas historietas, pero también conocían el apellido de antes, era parte de su propia formación y había un vínculo emocional fuertísimo. Había gente que lo encontró militando y ya lo conocía de antes. Era alguien famoso, entonces, al verlo les dejaba una marca". Pero él mismo dejó sus heridas en su composición. "En El Eternauta II pueden reconocer que ahí está María, que es un personaje y que es su hija que ya había desaparecido. Y él la pone ahí y se pone a él como personaje. Entonces el libro, de algún modo, ayuda a decodificar algunas cosas que él empezaba a poner de su historieta cuando esta dejó de ser una cuestión de aventura… Después cuando empezó con la militancia en prensa de Montoneros incorporó un montón de los conceptos en esa historieta… Siempre tuvo a la historieta como una herramienta política, de educación, no era simplemente un hobbie", finalizó Nicolini.