La verdad detrás de la crónica sobre la victoria de San Martín en Chacabuco
Las verdades en las crónicas de guerra tienen sus altibajos, más aun tratándose de episodios ocurridos en tiempos de comunicaciones rústicas. Aquí Marcelo Calabria recoge documentación histórica para hablar de Chacabuco.
El 12 de Febrero de 1817, tenía lugar la batalla de Chacabuco librada por el Ejército de los Andes contra las huestes realistas que ocupaban el entonces reino de Chile. Este importante episodio de la Revolución Americana, ampliamente conocido como un verdadero hito en la campaña independentista del continente, no sólo constituye la victoria más resonante de las armas patriotas hasta ese momento, sino que además marca el principio del fin de la dominación española en Sudamérica.
Sin embargo pese que el encuentro armado ha sido tratado y versado por innumerables autores, hay uno de sus pasajes que sigue despertando nuestro interés, quedando retratado en las memorias y las obras de muchos de sus protagonistas directos, quienes por ventura, veteranos soldados de la guerra de independencia, no callaron un hecho de tanta importancia que da lugar a un análisis muy rico y extenso, el que por supuesto no pretendemos agotar en estas líneas.
Resulta interesante que, pese a lo asegurado por la tradición sanmartiniana, en realidad la acción de la Cuesta de Chacabuco no se desenvolvió acabadamente según el plan del Jefe del Ejército de los Andes, quien la había proyectado minuciosa y anticipadamente, en tanto realizaba la gran Epopeya del Cruce de los Andes, preparado desde mucho tiempo antes desde su "Ínsula Cuyana". Luego de cruzar las altas cumbres el ejército fijó su cuartel general en la Cuesta de Chacabuco, desde allí San Martín organizó sus fuerzas de ataque en dos divisiones, las más numerosa y con mayor poder de fuego a las órdenes del Brigadier Miguel Estanislao Soler que debería rodear y atacar por el flanco al enemigo, siendo la columna sobre la que recaía el mayor peso del combate y la que, según el plan sanmartiniano, decidiría la batalla; mientras que la otra división a las órdenes del general O' Higgins debía realizar operaciones de distracción sobre el frente enemigo sin comprometer una acción directa, a fin de esperar que el ala del ejército al mando de Soler alcanzara el punto indicado, dando forma de esta manera a la acción envolvente estratégicamente diseñada por San Martín. Aquí residía el éxito de la esperada victoria, según el plan presentado a la Junta de Guerra el 11 de Febrero por la noche, momento en que el Capitán de Los Andes, se encontraba seguro de la victoria.
Tal como lo aseguró Leopoldo R. Ornstein en sus exhaustivos trabajos: La Batalla de Chacabuco: Sorprendentes revelaciones, - 1958-, La campaña de Los Andes a la luz de las doctrinas de guerra modernas - 1929-, De Chacabuco a Maipú -1933- y Personalidad militar del General San Martín -1965-: ..."Torre Batera, Banyuls del Mar y Port-Vendres fueron otras tantas experiencias (militares) que le hicieron sentir en carne propia las penurias de la guerra defensiva y los gravísimos inconvenientes de las operaciones de larga duración, despertando en él, por antítesis, esa predilección que manifestó en las guerras americanas por las acciones rápidas, enérgicas y decisivas..."En 24 días hemos hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del Globo, concluimos con los tiranos y dimos la Libertad a Chile". Tal como reza en su primer parte al gobierno de Buenos Aires sobre la victoria de Chacabuco".
Esa experiencia adquirida durante sus 20 años de
servicios en el ejército español, le permitían descubrir sobre el
terreno y en las noches de desvelos la estrategias más efectivas para
lograr, con la menor efusión de sangre y evitando los enfrentamientos
civiles los resultados esperados, lo que a su vez generaba gran
confianza e infundía valor en todos y cada uno de los integrantes de su
ejército. Según relata Olazábal: "... me paseaba cerca de la puerta,
por estar de guardia de su persona como segundo de los ochenta
granaderos a caballo que componían su escolta, cuando me vio me dijo: - y
bien, ¿qué tal estamos para mañana? - Como siempre señor,
perfectamente. - ¡Bien! Duro con los latones sobre la cabeza de los
matuchos, que queden pataleando...". Unos instantes antes de lo
sucedido, José Francisco de San Martín había decidido adelantar dos días
la batalla planificada para el 14 de ese mes, y ahora confiado en sus
"muchachos" esperaba demostrar que había llegado a América para dar su
vida por la causa de la libertad e independencia.
Durante
toda la madrugada del día 12 las huestes comenzaron sus movimientos y
preparativos para la acción y al despuntar el alba comenzaron los
primeros enfrentamientos. Todo marchaba según lo planificado y San
Martín observaba los movimientos de sus tropas desde el emplazamiento
del Estado Mayor en lo alto de la Cuesta, cuando desde su catalejo pudo
observar que un jinete trataba de subir a todo galope para avisarle que
en el campo de batalla las cosas se complicaban, impuesto por el
Teniente Rufino Guido - tal el jinete que había llegado hasta él - del
ataque de frente iniciado contra el grueso de las tropas enemigas y que
había sido dispuesto por el brigadier O‘Higgins con sus dos únicos
batallones, quien desobedeciendo las órdenes impartidas por el
comandante en jefe ponía en riesgo, ante tal arrojo, toda la acción.
En efecto, repitiendo las arengas de Rancagua: "Soldados: Vivir con honor o morir con gloria, el Valiente siga, Columnas a la carga..." el héroe de Chile se lanzó al ataque, comandando sus columnas con arrojo y valor, pero sin considerar que la división de Soler aún no terminaba de rodear la cuesta según el plan acordado la noche anterior. Sin duda O`Higgins vio la oportunidad de desplegar sus fuerzas convencidas del efecto que causaría su ataque frontal, el que finalmente resultaría fallido.
En
este momento decisivo del combate San Martín se puso al frente de sus
granaderos y logró revertir todo el curso de la batalla, tal como lo
explica el testimonio del mismo Rufino Guido al decir: "Vimos llegar a nuestro General con la bandera de los Andes en la mano y a la infantería (Batallones 7 y 8) que formaban en columnas de ataque, los que como el Regimiento (de Granaderos a Caballo),
recibimos la orden de cargar al enemigo. Todos la cumplimos inflamados
de valor y entusiasmo, tal era la confianza que teníamos en quien la
ordenaba, y a pesar de la resistencia del enemigo, por sus fuegos al
emprender nuestra carga, fue completamente derrotado, no pudiendo
resistir sino muy poco tiempo la carga por su frente y el ataque
simultáneo que recibía por su flanco izquierdo dado por el valiente
Necochea de la división del general Soler".
Estas líneas nos permiten ver como ante el peligro de sufrir una atroz derrota y al decir del General Espejo: "al
ver en tan inminente riesgo la obra que le costaba tantos sudores y
desvelos, el pundonor, la responsabilidad, el despecho quizás lo
condujeron (al General San Martín) a la cabeza de los Granaderos, resuelto a triunfar o no sobrevivir si se consumaba el infortunio". Logrando de esta manera revertir la situación de desventaja y finalmente lograr el triunfo en Chacabuco.
Así
concluiría, descripta en una apretada síntesis, la batalla dando lugar
al lacónico parte elevado por San Martín al superior gobierno de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, en el que no daba cuenta de este
inconveniente, ni de su participación en la batalla; por el contrario
resaltaba el valor y la acción de los generales O'Higgins y Soler, como
la de muchos otros oficiales, pero nada decía sobre él mismo, pese a ser
el verdadero vencedor de Chacabuco al frente "de sus muchachos", como
solía llamar a los Granaderos a Caballo.
Reconstrucción del esquema de distribución de tropas en Chacabuco.
Poco
después al llegar el Capitán Manuel de Escalada a Mendoza, de paso a
Buenos Aires, con el parte de la acción, este informó a Toribio
Luzuriaga -Gobernador de esta provincia- que "El triunfo de tan
gloriosa acción se ha debido al valor impertérrito de nuestro ínclito
general, el Exmo. Señor don José de San Martín, que a la cabeza de dos
escuadrones (fueron tres) derrotó y desbarató al fiero tirano de Chile".
La noticia inquietó al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón quien escribió a San Martín en los siguientes términos: "sé por Luzuriaga que Ud. con dos escuadrones de Granaderos tuvo que meterse en las filas enemigas. De esto infiero, que la cosa estuvo muy apurada, o que no tuvo Ud. un jefe de caballería de confianza; porque en otro caso yo acusaría a Ud. del riesgo en que se puso. Dígame Ud. con la franqueza que debe que hubo en esto; mientras yo quedo en el más grave cuidado con la noticia que también me da Luzuriaga, que en resultas de la fatiga personal que Ud. tomó en la acción, quedaba muy afligido de su pecho. Por Dios cuídese Ud. porque su vida y su salud interesan extraordinariamente al país y sus amigos".
El disgusto de Pueyrredón tenía verdadero asidero, ya que resultaba incomprensible que "un militar de su experiencia se arriesgara en batalla sabiendo que los altos oficiales y en especial el máximo comandante no debían tomar parte directamente en las acciones a fin de evitar que en plena batalla quedara descabezado el ejército, salvo que algo muy grave determinara un accionar semejante. Y así fue, tal como hemos representado: la situación demandó esta intervención y fue precisamente gracias a ella que se emprendió el firme camino hacia la independencia del continente.
Años después, ya en el exilio en carta a Miller, el mismo José de San Martín, comentaba sobre este episodio: "La Batalla de Chacabuco puede decirse es la obra de los Granaderos a Caballo... (y al final de la exposición dice el prócer colocándose él en tercera persona, impulsado por su habitual modestia) ... el n° 8, al mando del comandante Cramer, se desordenó por la pérdida que sufría; pero el 7 mantuvo su formación haciendo alto. En esa situación que demostraba bien claramente lo poco que podía esperarse habiendo fallado el primer ataque, el general en jefe con dos escuadrones de Granaderos a Caballo cargó la derecha de los enemigos, la que puso en derrota, visto este suceso por la infantería repitió su ataque con denuedo, consiguiendo igualmente desordenar su izquierda; a este tiempo el comandante Necochea a quien el General Soler había mandado adelantar, no pudiendo llegar con su infantería, llegó muy oportunamente por la espalda de los enemigos, lo que acabó de completar su dispersión... El general Soler llegó a pesar de sus esfuerzos media hora después de la acción; el general O'Higgins manifestó una bravura que jamás ha desmentido...".
Pocos días después de la resonante victoria, con fecha 26 de Febrero, escribe el destacado Historiador y Genealogista Roberto A. Colimodio, en su libro: "Los Héroes Olvidados de la Cuesta de Chacabuco", el Superior Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata emitía el despacho con el nombramiento de San Martín como Brigadier de los Ejércitos de la Patria atendiendo "el relevante mérito y muy distinguidos servicios... que ha rendido a la Patria en el glorioso triunfo en las Cuestas de Chacabuco, acreditando en esta memorable acción toda la intrepidez, destreza, conocimiento y demás virtudes militares que se requieren para el acierto de las operaciones de guerra, he venido a nombrarle como le nombro, Brigadier de la Patria... Juan Martín de Pueyrredón".
Fiel a su modestia e impronta, continúa Colimodio, sobre el uso de cargos y honores de los no que no era afecto, San Martín respondió en estos términos: "El Sr. Secretario de Estado del Departamento de Guerra se ha servido dirigirme en nota del 3 (de marzo) el Despacho de Brigadier de nuestra milicia Nacional con que ha tenido a bien condecorarme ese Superior Gobierno por la conquista de Chile. Yo me considero sobradamente recompensado con haber merecido la aprobación de este servicio; es el único premio capaz de satisfacer el corazón de un hombre que no aspira a otra cosa. Antes de ahora tengo empeñada mi palabra de no admitir grado ni empleo alguno, Militar ni Político; por lo mismo espero que VE no comprometerá mi honor para con los pueblos y que no atribuirá a amor propio la devolución del Despacho, cierto de que contento con el empleo a que me ha elevado V.E. sacrificaré mi existencia gustoso en Obsequio de la Patria y servicio de VE. José de San Martín.
Estos fueron los hechos en este
inolvidable combate de la guerra de la independencia, donde nuevamente
sobresalen las condiciones de estratega, político y militar de San
Martín, como así también sus valores humanos y su hombría de bien
marcada por su franqueza, humildad y sinceridad que los caracterizaron
toda su vida. A la par de su gran denuedo como soldado, profesionalismo
como comandante, acción estratégica y valentía al frente de sus huestes,
debemos subrayar su visión política al comprender que en todo momento
debía enaltecer la figura de su compañero quien prefiguraba como al
conductor del futuro Estado de Chile, como así también a los oficiales
del Ejército de Los Andes quienes lo secundarían en la gran campaña de
liberación de estas Repúblicas; más aún aunque ello significara callar
su propia valía en la batalla y renunciar a la gloria de ser el
artífice, protagonista y conductor directo de la gran victoria de
Chacabuco
.
Monumento en Chile a la Batalla de Chacabuco.
(*) Fuente: "San Martín, modelo de líder americano". Edición Digital. Mendoza. Setiembre, 2020.
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