martes, 26 de noviembre de 2013

Historia argentina: La Revolución del '43

La Revolución del '43
por Lauro S. Noro

Hace 68 años se produjo el hecho que llevó a una profunda transformación de la sociedad argentina. Desde el fin de la Década Infame hasta la llegada al poder del General Juan Perón, el surgimiento del peronismo y las reivindicaciones sociales de los trabajadores. El rol de las jóvenes camadas de militares de esa época.


GENERAL Rawson y el General Ramírez en Plaza de Mayo

En aquella madrugada del 4 de junio y desde Campo de Mayo, una fuerza militar de 8.000 soldados encabezada por los Generales Arturo Rawson y Elbio Anaya, los Coroneles Emilio Ramírez y Fortunato Giovannoni y el Teniente Coronel Tomás A. Ducó (luego conocido presidente del Club Huracán), puso en marcha la “Revolución del ‘43”. Luego de enfrentar a las tropas leales al gobierno del presidente Ramón Castillo, con un saldo de 30 muertos y 100 heridos, la columna rebelde tomó la Casa Rosada. Poco después del mediodía, asumió el General Arturo Rawson como primer magistrado. Había fenecido la llamada “Década infame”. Un período de gobiernos autoritarios, fraudulentos y corruptos que germinó con el primer golpe de Estado en la Argentina, el 6 de septiembre de 1930, que derrocó al gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen.

 
En la Guarnición Campo de Mayo se alza el monumento y la placa que recuerda los sucesos de 1943.

Los hechos

Las elecciones para elegir a un nuevo presidente estaban al caer. Se intuía un nuevo fraude electoral. Como gran candidato, las miradas apuntaban al empresario azucarero Robustiano Patrón Costas, hombre fuerte de Salta. Con él quedaría asegurada la continuidad y profundización de ese régimen conservador. Sin embargo, la influencia de la Segunda Guerra Mundial en pleno desarrollo iba a cambiar los planes. La población argentina estaba dividida entre aliadófilos y neutralistas, mientras que los germanófilos eran minoritarios. Desde el gobierno del presidente radical Roberto Ortiz (1938-1942) y del conservador Ramón Castillo (1942-1943) la neutralidad había signado sus políticas exteriores. Pero se conocía que el candidato oficial Patrón Costas le declararía

la guerra al Eje (Berlín- Roma-Tokio). Esta certeza tuvo un enorme peso en las Fuerzas Armadas, sobre todo en el Ejército, donde era mayoritaria la posición de mantener la neutralidad. Y si bien las Fuerzas Armadas habían sido uno de los pilares que sostuvieron a los sucesivos gobiernos en esa década, la relación con el poder fue sufriendo un marcado deterioro en los últimos años. Los cambios generacionales en sus mandos y el proceso de industrialización ligado con los militares y la defensa nacional aparecieron como factores desencadenantes.
Castillo ya había enfrentado varias conspiraciones cívico-militares cívico y fallidos golpes de estado. Por eso, la asonada de junio se advertía como una más. Pero, la fortaleció el pedido de renuncia que el presidente le exigió un día antes, a su ministro de Guerra, General Pedro Pablo Ramírez. El 26 de mayo éste se había reunido con un grupo de dirigentes de la Unión Cívica Radical que le ofrecieron la candidatura a presidente en las elecciones que se avecinaban, encabezando a la Unión Democrática. Se trataba de una alianza que los unionistas del radicalismo buscaban concretar con el Partido Socialista y el Partido Demócrata Progresista con apoyo del comunismo.
El 3 de junio, en Campo de Mayo, se decidió el golpe en una reunión dirigida por los Generales Rawson y Ramírez. Es curioso destacar que en ella no participaron ni el General Edelmiro Farrell ni el Coronel Juan Perón, pero la influencia del Grupo de Oficiales Unidos (G.O.U.) ya se había hecho notar (ver recuadros).

Nace un líder

La gestión Rawson duró apenas tres días. Tuvo que renunciar cuando los líderes militares rechazaron los nombres de quienes integrarían su gabinete. Entre ellos figuraban tres amigos ligados con el régimen depuesto. El 7 de junio juró Ramírez. Su primer gabinete estuvo integrado por militares, salvo por Jorge Santamarina, ministro de Hacienda. El coronel Juan Perón quedó a cargo de la secretaría del ministerio de Ejército bajo el mando del General Farrell. Es recién a partir de entonces que su figura comienza a tomar relevancia pública, de la mano del ingreso de los sindicatos al primer plano de la vida política nacional.
Frente a los sindicatos el gobierno asumió una actitud similar a los de sus antecesores, como la



Los cuatro coroneles

Los coroneles Miguel A. Montes, Enrique P. González, Juan Perón y Emilio Ramírez (hijo del General Ramírez), llamados “los cuatro coroneles” y a los que se sumó más tarde Eduardo Ávalos, formaban el núcleo del comando del GOU. Los acompañaban los tenientes coroneles Urbano de la Vega, Domingo Mercante, Oscar A. Uriondo, Julio Lagos (uno de los jefes de la Revolución Libertadora), Severo Eizaguirre, Tomás A. Ducó, Arturo Saavedra, Aristóbulo Mittelbach, Bernardo Menéndez, Agustín de la Vega y Bernardo Guillanteguey; los mayores Heráclito Ferrazano, Fernando González y Héctor Ladvocat y el capitán Francisco Filippi (yerno del General Ramírez).

escasa importancia política e institucional, incumplimiento de las leyes laborales, simpatía pro patronal y represiones frente a protestas y huelgas. Pronto resultó evidente que el gobierno estaba integrado por influyentes sectores antisindicales. Con esos inconvenientes, un grupo sindical encabezado por el socialista y secretario general de la Confederación General de Empleados de Comercio, Angel Borlenghi, estableció relaciones con un sector del gobierno militar más inclinado a aceptar los reclamos sindicales. El Coronel Domingo Mercante, hijo de un dirigente sindical ferroviario y miembro del GOU, fue elegido como puente entre ambos sectores de poder. Para ese quehacer convocó a su amigo Juan Perón.
El 27 de noviembre de 1943, con el apoyo del General Farrell y a pedido de los sindicalistas, encabezados por la gestión de Mercante, se creó la Secretaría de Trabajo y Previsión y el Coronel Perón asumió como su responsable. Lo que siguió, es historia conocida. La caída de Ramírez, el gobierno de Farrel, el encarcelamiento de Perón, el 17 de octubre y el nacimiento del peronismo.


El GOU

El Grupo de Oficiales Unidos (GOU), creado el 10 de marzo de 1943 y disuelto el 23 de febrero de 1944, cumplió un rol decisivo en la gestación de los hechos del 4 de junio, según la mayoría de los historiadores. Sin embargo, algunos la han puesto en duda. Robert Potash, por ejemplo, afirma que su dirección “no controlaba directamente los recursos militares necesarios para realizar una revolución... El movimiento militar no fue resultado por un plan elaborado cuidadosamente por el GOU, o siquiera por cualquier otro grupo de oficiales... Más bien fue una rápida improvisación cuyos participantes apenas concertaron acuerdos en relación con objetivos específicos”.
Pero entre aquellos, hay consenso de que se trató de un grupo reducido de oficiales, con un peso importante de los de menor graduación, sobre todo coroneles y tenientes coroneles. El GOU carecía de una ideología precisa, pero todos sus integrantes compartían una visión nacionalista, anticomunista, neutralista frente a la guerra y sumamente preocupada por terminar con los actos abiertos de corrupción de los gobiernos conservadores.
La presencia del GOU expresaba el avance de los oficiales jóvenes del Ejército, muchos de ellos provenientes de sectores medios y bajos sin influencia, que encontraron un momento histórico para dar un paso al frente. El Ejército, al morir el General Agustín P. Justo, quien lo había controlado por casi dos décadas, se había caracterizado por la ausencia
de un definido liderazgo definido. Era un conjunto de grupos de ideologías imprecisas y relativamente autónomos, que estaban desarrollando relaciones con los viejos y nuevos factores de poder y que irían asumiendo posiciones definidas a medida que el proceso fuera desenvolviéndose. En la joven generación militar, el G.O.U fue más que una sigla y comenzaba a montar otro escenario, el de la profunda transformación argentina.


Soldados Digital



lunes, 25 de noviembre de 2013

Guerra de la Independencia: El sargento Hipólito Suárez en 1899

Un sargento de la Independencia



El diputado a la Legislatura de Tucumán, don Lisandro Aguilar, ha descubierto en el pago de Valderrama, a dos leguas de la estación Río Colorado del Ferrocarril Central Córdoba, la existencia de uno de los escasos sobrevivientes de nuestras luchas de la Independencia y del caudillaje.

Es el ex sargento de Húsares de Lamadrid, don Hipólito Suárez –conocido por el descubridor-, de 106 años de edad, que vive aún en la ranchada donde nació, separada del resto del mundo por dos ríos caudalosos que la mantienen casi aislada.

Suárez a pesar de su avanzada edad y de las rudas campañas que ha soportado en aquellas épocas en que el soldado de la patria no recibía sueldo, vestuario ni comida –teniendo que proveer por sí mismo a todas las necesidades- se conserva fuerte y vigoroso.

Según los datos que a su respecto hemos podido recoger, se mantuvo en servicio activo desde 1812 hasta la batalla del Pozo de Vargas, en 1867, y asistió a casi todos aquellos combates en que Lamadrid actuó.

Fue uno de los de Culpina y en la célebre batalla de Angaco, en que Acha, atacado por Pacheco, fue aniquilado, se salvó juntamente con el coronel Albornoz –siendo los únicos sobrevivientes de la acción- debido a los empeños de un hermano que servía en las fuerzas federales.

Entre sus recuerdos se perfilan las figuras del Belgrano y de San Martín, a cuyas órdenes sirvió asistiendo no solamente a la Batalla de Salta y de Tucumán, sino también a la casi disolución del Ejército del Norte; la silueta descolorida y débil de Rondeau y las de Lavalle, de Paz, de Dorrego, de Necochea, de Acha, de Roca, de Lugones, del legendario Güemes y de aquel Lamadrid.

- “Si, señor –exclama-, me parece ver todavía al General montado en su inseparable zaino, chupando caramelos y diciendo: hijitos, el que tenga miedo que se vaya”.

Y al viejo se le avivan los ojos al traer a su memoria aquellas horas amargas del campamento, en las quebradas de Jujuy, cuando en las noches heladas tiritaba sobre su caballo durante las largas horas de facción como centinela perdido.

- “Aquello si que era patria, señor, y cómo la queríamos. ¡Por ella se pasaba hambres de días, sin sentir, y semanas sin pitar, y años sin visitar a la familia!”.

Hoy el viejo veterano ve sin amargura la ingratitud de los contemporáneos y contempla desde lejos sus luchas sin ideales.

- “Pero vea, Suárez… con recuerdos no se come; hay que trabajar”.

- “No le digo que no, señor… Nosotros también teníamos que comer y que pitar y que gozar de la vida… ¡vaya!… Y sin embargo, si se hablaba de la patria se nos acababan las necesidades. Cuando la Independencia, señor, fuimos con el general Lamadrid, que Dios tenga en su santa gloria, y alcanzamos hasta Potosí, que el General, de puro caballero, no quiso tomar de noche, porque los españoles estaban durmiendo y no quería despertarlos con tanta descortesía: al otro día le salió la vaca toro. ¡Bueno! ¿Y sabe?… nos pasamos dos años sin que la patria nos diera ni un cigarrillo y nadie protestó ni nadie echó un pie atrás. ¡Amigo, que era entusiasta la muchachada!… Yo era sargento de órdenes del General y en las marchas mandaba las descubiertas, lo que quiere decir que era de confianza y sin embargo, un sin fin de veces he andado con la chaquetilla sobre el cuero y otras tantas lo he visto al General y a los oficiales sonándose las narices con los dedos, porque no tenían más hilachas que las del uniforme… ¿Y ve? Yo nunca he cobrado sueldos ni la patria se ha acordado de pagármelos y hasta creo, que a pesar de haberle servido cincuenta y seis años seguidito, ni figuro en las listas. ¡Como para listas y apunte nos tenían los enemigos!… ¿Cree que aquello era juguete? A cada minuto teníamos el cuero empeñado… Yo he visto muchas cosas, señor, y cada día veo más, aunque ya me estoy quedando corto de vista y hasta me parece que soy un emigrado en alguna otra tierra que no es la mía”.

- “Todo cambia, amigo Suárez. Hay que tener paciencia y barajar…”

- “¿Para qué, si no hay quien corte?… Yo amigo, pronto dejaré el naipe, que demasiado he tallado, y después que me muera no quedará ni este rancho viejo que hizo mi madre y yo he sabido conservar… Ya verá como el viento desparrama las pajas y los adobes y se lleva los míos a correr tierras por donde el diablo perdió el poncho… Quedará de mi, lo mismo que ha quedado de los miles de hombres que penaron y sufrieron para fundar esta patria… ¿Quién se acuerda de tanto pobre que se desnucó bajando un cerro para llevar una orden o a quien dejaron seco de un lanzazo o de un tiro en el cruce de los caminos?… ¡Bah!… al que se moría lo charqueaban los cuervos y se acabó… Pero hay que tener entusiasmo amigo: eso hace vivir como la carne y el aire, créame… Yo con eso nomás he vivido más del siglo y siempre he estado contento, ¡que diablos! Y le doy gracias a Dios. Vea, una vez, cuando marchábamos a San Juan, iba conmigo en la avanzada un negrito riojano, criado de los Bazán… ¡Qué negro que sirvió, amigo!… Una noche estaba de escucha y se durmió para siempre, pues una avanzada enemiga lo degolló. Bueno amigo, ante de marchar recogimos el cuerpo y para medio librarlo de los pájaros lo pusimos entre un cuevón grandísimo que había en la falda del cerro y lo dejamos sin ponerle una cruz de palito… Vaya: el negro no dejaba en la tierra sino los huesos, ¿quién se iba a acordar de él, ánima bendita?… Bueno, como a los cuatro años, de vuelta de la campaña de Córdoba, después de haber andado por Buenos Aires y por el demonio, venía con otros dos derrotados, faldeando el mismo cerro para llegar a este pago. A fin de que no nos sintieran caminábamos sólo de noche y ya hacía como veinte horas que no tomábamos ni un mate cuando de repente se levantó un tormentón bárbaro que se llevó cuesta abajo a uno de los compañeros, y lo estrelló. Nosotros seguíamos nomás y alcanzamos al cuevón aquel en que dejamos al negrito y del que ya no me acordaba… ¿Quiere creer que los huesos del pobre nos sirvieron para hacer fuego esa noche, y siquiera medio secarnos?… Vea lo que es el destino de algunos, ¿eh?… Son útiles hasta después de muertos, y otros ni cuando vivos sirven para nada…

Fuente
Alvarez. José Sixto (Fray Mocho), El centenario Hipólito Suárez
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Revista Caras y caretas, Año II, Nº 21, 25 de febrero de 1899.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Noráfrica: Las guerras libias (Parte 6)

Las Guerras Libias, 1980-1989, Parte 6 
Por Tom Cooper 

12 de mayo 2009 a las 15:01 


Los detalles secuencia final de las operaciones francesas y chadianas hacia 1986, en la entonces "Guerra de las Toyotas", de 1987 y 1988, y la confrontación final entre EEUU y Libia, desde principios de 1989 

La operación "Epervier" 
Antes de que los EE.UU. pudiese saber exactamente quién fue el responsable de los ataques en Viena y Roma, en diciembre de 1985, se desarrolló una nueva crisis en el Chad. Obviamente, el coronel Khaddaffi no estaba satisfecho con la situación, y en febrero de 1986 - después de que el campo de aviación en Wadi Doum se terminó (3.800m de largo de pista), y totalmente equipados con al menos una batería de 6-SA, una docena de ZSU- 23-4 Flaks y la red global de radares se estableció en el norte de Chad central, así como las fuerzas de oposición armados con armas más modernas - que se desplegaron en tres fuerzas del tamaño de una brigada para iniciar una invasión del norte de Chad, saliendo de Wadi Doum, Faya Largeau y Fada. Cada grupo de combate fue apoyada por el ataque de SF.260WLs, y CH-47Cs de transporte para aerotransportar los suministros. Esta fue una operación que no podía ser tolerado por París, y el 16 de febrero, el ejército francés puso en marcha la operación "Epervier". 

Mientras los Transalls de la FA de Francia comenzaron a desplegar 1,400 Legionarios paracaidistas y equipo de apoyo a Yamena, 12 Jaguars y 8 Mirage F.1C-200, con el apoyo de al menos dos aviones cisterna C-135FR y un Atlantique, despegaron del aeropuerto de Bangui en la República Centroafricana para un tremendo ataque contra la BAM Wadi Doum. Ocho de los Jaguars fueron equipados con bombas antipistas BAP.100 (BAP = "Bomb anti-piste"), mientras que cuatro llevaron bombas "de hierro" de 250kg estándares: uno tuvo que abortar a poco del despegue debido a problemas técnicos, de modo que finalmente sólo once participaron en el ataque. 

Los libios en Wadi Doum no esperaba tal acción y se tomaron totalmente por sorpresa: los sitios de defensa aérea fueron alcanzados por primera vez por los Jaguares de cuatro lanzando bombas 250 kg, y luego el resto de los combatientes enyesado la pista con BAP.100s. El daño fue considerable, y el aeropuerto permaneció cerrado durante varios días. 

 
Mirage F.1C-200 de combate visto durante el reabastecimiento en el aire por un cisterna C.160 Transall a baja altura sobre el desierto del Sahara. (A través de Tom Cooper) 
 
Jaguar A de la Fuerza Aérea francesa en la misma configuración que los Jaguares que volaron el primer ataque contra la BAM Wadi Doum: armados con bombas de penetración Thomson Brandt BAT.100 en la línea central, y con una dispensador de chaff/flare Matra Phimat bajo el plyon fuera de la estribor del ala. (Thomson-Brandt) 
 
El ataque tomado por las cámaras de los Jaguars capturaron esta secuencia del ataque contra Wadi Doum: varias BAT perdidas, pero una da en la pista y dos más se puede ver bajo su paracaídas. (FATac) 
 
SA-6 libio, cerca de Wadi sitio Doum fotografiada por la cámara OMERA 40 de un caza Jaguar de la Fuerza Aérea francesa. (FATac) 
 
Extremo oriental de la pista en el Wadi Doum: cuatro SF.260s y un solo Mi-24 se puede ver en la pista. (FATac) 

Esto, sin embargo, no pudo evitar el LARAF de devolver el golpe de una manera similar. Sólo un día después, un Tu-22B solo se acercó a Yamena de vuelo en la ruta comercial, entonces se aceleró hasta Mach 1 y se subió a 5.030m antes de dejar caer tres bombas pesadas contra el campo de aviación cerca de la capital de Chad, donde las tropas francesas seguían aterrizando. A pesar de la considerable velocidad y la altura, el ataque fue muy preciso: dos bombas en la pista, y una calle de rodaje demolida, y el aeropuerto de Yamena estuvo cerrado por tres días siguientes como consecuencia! Posteriormente, los franceses fueron rápidos en chartear un C-5 Galaxy de transporte de la USAF, que voló con una batería de cada uno de Crotale y SAM I-Hawk MIM-23B para reforzar las defensas. Además, dos Jaguar As y un solo KC-135F fueron desplegados en el Chad. Para entonces, sin embargo, el mensaje fue entregado: los libios no dejarían que nadie le echara de Chad así de fácil. 

Los franceses no dejaría echar tampoco. Tras que la pista de aterrizaje en Yamena fue reparada, la Épervier continuó y, posteriormente, no sólo 1,400 tropas, sino también los equipos para el Ejército de Chad por valor de $10 millones - y entre ellas las armas anti-tanque, así como MANPADS Redeye - fue entregado. 

El primer choque serio entre un grupo de combate combinado libio y de la oposición y el Ejército de Chad, con el apoyo de helicópteros franceses, se desarrolló el 5 de marzo, cerca de Oum Chalouba. En un enfrentamiento breve pero agudo, los libios fueron rechazados, y varios de ellos capturados. Justo en este momento, cuando los libios estaban en mejor posición para capturar todo el sur de Chad que nunca, sin embargo, las tensiones con los EE.UU. aumentó una vez más, y Libia se enfrentó a una confrontación en el Golfo de Sirte, que no podían ganar. 

La Guerra de las Toyotas 
Mientras que las operaciones "Pradera de fuego" y El Dorado Canyon fueron pasando, los franceses y los EE.UU. proveyeron al gobierno de Chad con más equipo y armas, así como el apoyo a una rebelión de fuerzas a favor de Libia en el norte del país, y para el otoño 1986 la mayor parte del Chad Central - incluidos los aeródromos de Aouzou, Bardai, Zouar y Bou Yebbi - estaban otra vez bajo el control de Yamena. El 11 de noviembre, sin embargo, los libios, con el despliegue de 10.000 soldados, iniciaron una contraofensiva, y en cuestión de semanas capturaron la mayor parte del norte de Chad hacia atrás, la destrucción de varias unidades más grandes de la oposición y obligando a sus restos a retirarse a las montañas Tibesti. 

Para entonces, sin embargo, el Ejército de Chad también - guiado por el Presidente Hissène Habré - contaba ahora con un gran número de vehículos 4x4 Toyota y Rover - en la que este tipo de armas como ATGWs Milán y se montaron Flaks - estaba listo para una ofensiva hacia el norte , ya finales de diciembre varias columnas se colaron al norte de Chad. Su primer choque con las fuerzas de Libia siguió el 2 de enero de 1987, cerca de Fada: durante un breve combate, toda una brigada blindada Libia fue diezmada: 784 tropas libias fueron asesinados, 92 T-55 MBT y 33 IFV BMP-1 fueron destruidos, mientras que el 13 T-55 y 18 BMP-1 fueron capturados y 81 libios fueron tomados prisioneros de guerra. Todo esto a cambio de 18 soldados muertos y tres destruido camiones Toyota chadianos! 
 
Una de las decenas de los T-55 de Libia eliminados por los ATGMs de Chad: incluso la pesada armadura no pudieron derrotar a los chadianos muy móviles. (A través de Tom Cooper) 

El LARAF respondió golpeando ferozmente Fada, tratando de destruir el equipo capturados y montones de municiones allí. El 3 de enero, varias oleadas sucesivas de Tu-22B, MiG-23BNs, Mirage 5s, y Su-20/22s bombardearon la ciudad y también Zouar, y en la mañana del 4 de enero ataques adicionales golpearon Fada de nuevo. 
 
LARAF Mirage 5ED; esta versión interceptor del Mirage 5 fue utilizada principalmente como caza-bombardero por los libios. Irónicamente, mientras que Francia y Libia estuvo a punto de una guerra a causa de la situación en Chad, el LARAF siguieron enviando a sus Mirage Dassault para revisión. (Dassault) 

Sin embargo, la presencia de las tropas francesas y los cazabombarderos de la operación "Épervier" aparentemente permitieron a la LARAF de ninguna manera la continuación de esta ofensiva aérea en el estilo similar como en 1981 o 1983. Aunque no hubo combates aire-aire reportados, es obvio, que en 1987, por alguna razón el LARAF fue mucho más cuidadoso al volar misiones en el Chad central, y es muy probable que ello se debiera a la presencia de los Mirage F.1C-200 de la EC.5. Aunque aún se desconoce si cazas franceses y libios se hayan encontrado en cualquier tipo de combate aire-aire, lo cierto es, que los combatientes franceses volaron varias misiones profundamente en el norte del Chad, ya sea para patrullar en los alrededores de Faya Largeau, o - si no por otra razón - a continuación, para escoltar a los transportes Transall que volaron suministros y municiones para los rebeldes en las montañas Tibesti. Cierto es también, que los franceses finalmente decidió neutralizar la defensa antiaérea de Libia en Chad central del norte. 

 
Mirage F.1C del curso EC.12 sobre el paisaje del desierto del Chad. Los pilotos franceses se apoderaron del vuelo a bajo nivel durante sus operaciones en el Chad. (FATac) 

Los aviones de reconocimiento Mirage IVP fueron activos en estas áreas a principios de enero y luego los franceses decidieron atacar de nuevo - esta vez dirigidas a los radares de Libia y los sitios de SAM-en el área de Faya Largeau. El ataque iba a ser más bien de importancia simbólica: Francia y Libia no estaban oficialmente en una guerra, pero Paris quería a los libios fuera de las áreas específicas, los daños por lo que sólo fue suficiente para ser causado a advertir, pero no para provocar Trípoli. 

En la mañana del 06 de enero cuatro Jaguares de la EC.4/11, armados con un misil anti-radar AS.37 Martel cada uno, y ocho Mirage 200 F.1C-, apoyada por varias KC-135FRs comenzaron. Al acercarse a Faya, a bajo nivel, sin embargo, no fueron capaces de detectar ninguna emisión de radar: obviamente, los libios estaban durmiendo otra vez. Como su Martels necesitaban de la emisión electromagnética de radar a fin de orientarse, los franceses tuvieron que abortar el ataque. Ellos no renunciarían, sin embargo: sólo un día después, el mismo avión comenzó de nuevo, esta vez acompañado por dos Mirage F.1CRs del ER.33, que debían actuar como cebos. 

Una vez que el resto de la formación estaba en el sur de la posición de la Faya, el F.1CRs aceleraron y alcanzaron su nivel más alto, pasando lo suficientemente cerca de las posiciones cerca de Libia para ser detectadas visualmente. Los libios reaccionaron como se esperaba, girando sobre sus radares y activar su sitio SA-6 con sede en Faya, y ahora el grupo de ataque podría comenzar su ataque. El Jaguar líder adquirió el radar principal de observación y puso en marcha un solo misil AS.37. Los otros tres pilotos, sin embargo, experimentaron considerables problemas al atacar los radares del SA-6: por razones desconocidas no de ellos podrían alcanzar un lock-on y todos tuvieron que abortar sin disparar. 

Sin embargo, el único impacto del Martel, destruyó al radar libio por un golpe preciso. Después de un reconocimiento posterior al ataque - probablemente de nuevo por Mirage IVP - el ataque fue declarado finalmente con éxito. Ciertamente, los pilotos de la EC.4 - todos los cuales fueron en tanto expertos en vuelo a bajo nivel - estaban excepcionalmente orgullosos de sí mismos y su unidad: la EC.4 era ahora la primera unidad que se desplegaba en combate (en Mauritania, en 1977), la primera unidad para participar en las operaciones de Manta y Épervier y las primeras en usar las BAP.100s y AS.37 Martels en combate, y la primera unidad para participar en los ejercicios Red Flag en los EE.UU.. De hecho, es interesante observar cuánto ha hecho EC.4 en utiliza rpara todas estas implementaciones: mientras F.1C-200 de la EC.5 lo han acompañado en misiones sobre el Chad, y fueron en busca de combatientes libios, lo más probable es que no han visto los combates en absoluto. El F.1CRs del ER.33 sólo unas pocas veces usado para reconocimiento, mientras que el Mirage 5Fs del EC.13, que a menudo se afirma que han participado en la guerra en el Chad, en realidad no fueron desplegados nunca. 

Mientras esto sucedía, por lo menos tres C-5A de la USAF volaron equipo adicional y vehículos a Yamena, y en un 21 de enero, el Ejército de Chad se repuso lo suficiente como para continuar la ofensiva hacia el norte. El choque que vino con los libios se produjo cerca de Zouar, donde se vio obligado otra brigada blindada de Libia a retirarse. Concentrado Libia en los contraataques de los días 6, 15, 16, y 20 de febrero fueron ineficaces y en los últimos días del mes los chadianos se acercan ya a Faya Largeau. 
 
Una fotografía tomada por los aviones de reconocimiento franceses Mirage F.1CR, mostrando un campamento en el desierto de Libia del Chad, incluyendo varias tiendas de campaña, algunos camiones, y un AFV BMP-1. (A través de Tom Cooper) 

Las rutas de suministro de Libia eran ahora mucho más reducidas, y fueron capaces de reforzar sus tropas en el Chad, con lo que su fuerza a un máximo de 14,500 tropas. Estos, sin embargo, no estaban interesados en el conflicto, y desmoralizados por las pérdidas anteriores. Por lo tanto, fue de nuevo el LARAF solo que había que tratar de detener el avance enemigo. Después del ataque contra Wadi Doum, sin embargo, ni siquiera el LARAF podría estar presente a lo largo de toda la anchura de la parte delantera, y todo tipo de operaciones eficaces tipo CAS-se convirtió cada vez más problemática. Por lo tanto, los libios decidieron comenzar un nuevo intento para capturar Fada, esta vez por un movimiento de pinzas de dos brigadas blindadas. 

 
MiG-23 MS de la LARAF con carriles de misiles vacíos en la pista de carreteo en la BAM Faya Largeau, a mediados del decenio de 1980. Nótese también la cúpula de un Il-76MD en primer plano a la izquierda. Faya Largeau fue la base principal de Libia en el norte de Chad hasta la construcción de Wadi Doum. (Departamento de Defensa de EE.UU.) 

En la mañana del 19 de marzo, las columnas fueron detectados por los chadianos, y estos decidieron atacar de inmediato. La primera columna fue invadida, mientras que sólo algunos sur 50 km de Wadi Doum, con la pérdida de 384 muertos y 47 soldados capturados. Apenas 24 horas después, la segunda columna se abordó también, con la pérdida de 467 soldados en la batalla. En ambos casos, también grandes cantidades de armas y equipo fueron capturados. Pero la lucha no había terminado aún: en su pánico, los libios en retirada corrieron hacia Wadi Doum, la conducción a través de extensos campos minados alrededor de la base. Los chadianos les siguieron sobre sus talones y se fueron a la derecha en el centro del lugar, causando una tremenda tres días larga batalla, en la que murieron 1.269 libios y capturaron a 438. Además, 89 MBT T-55s y 120 BMP-1s fueron destruidos o capturados, junto con dos SF.260s, tres Mi-25s, dos bombarderos Tu-22Bs, once aviones L-39s, dos baterías SAM completas SA-8 - y un gran número de equipos adicionales, armas, suministros y ammounition, una buena parte de lo que fue trasladado en avión a Francia y los EE.UU. en los próximos cinco días (mientras que el L-39, aparentemente aterrizó en Egipto). 

Con la catástrofe de Wadi Doum, la ocupación de Libia del Chad norte - y la anexión de la Franja de Aouzou - había terminado: el 30 de marzo, también las bases en Faya Largeau y Aouzou tuvieron que ser abandonadas. El LARAF ahora tiene una tarea completamente diferente: sus Tu-22B fueron a atacar las bases abandonadas y destruir tanto equipo dejado allí como sea posible. En primer lugar tales ataques fueron trasladados en abril, y continuaron hasta el 08 de agosto 1987, cuando dos Tu-22B, que trata de lograr Aouzou, fueron emboscados por una batería capturada SA-6 usada por el Ejército de Chad, y uno de los bombarderos derribados. 

 
Las tropas chadianas inspeccionan un blindados vehículo capturado ZRK-SD Kub de Libia con el lanzador de tres SA-6 SAM, capturados en Wadi Doum. Los chadianos capturaron prácticamente todo el equipo pesado utilizado para la defensa de este aeródromo intacto. La mayor parte de este equipo fue transportado a Francia y los EE.UU. en los próximos días, pero algunos SA-6 se mantuvieron en el Chad, y uno de ellos se utilizó para derribar un Tu-22B de la LARAF! (A través de Tom Cooper) 

La reacción a esta pérdida fue de nuevo feroz: entre los 17 y 24 de agosto de 1987, el LARAF inició una ofensiva contra las diferentes bases del Ejército de Chad en el norte de Chad. Aunque no menos, sino nueve aviones libios - incluyendo un F.1 Mirage y SF.260 por un SA-7, así como un helicóptero Mi-24 y Mirage 5 - se afirma derribado, la ofensiva muy afectados, y el Ejército de Chad se una vez más fue forzado al desierto. Simultáneamente, el remanente de las fuerzas libias que se retiró del Chad, fueron una vez más concentrada en el oasis de Tanoua y Ma'atan Bishrah, donde se organizó una nueva unidad en el mismo sentido, como las tropas de Chad muy móviles, equipados con vehículos ligeros y armas de infantería- , y puesto bajo el mando del coronel Ali al-Sherif Rifi. Bajo determinadas circunstancias, Habré se sintió obligado a iniciar una incursión a Libia y definitivamente neutralizar al enemigo. 

A finales de agosto de 1987, se concentró alrededor de 2.000 soldados al norte de Wadi Doum, y en la noche de 5 a 6 septiembre estos traspasron el lado de la frontera, más de 110 kilometros de profundidad en Libia, para atacar a Ma'atan Bishrah. El ataque causó una gran sorpresa: en el plazo de una hora más o menos, 1,713 soldados libios fueron asesinados, dos Mi-25 derribados al intentar arrancar, y destruidos 70 tanques. Posteriormente, los chadianos también destruyeron 26 aviones de la LARAF, incluyendo ocho Su-22s, así como MiG-21, MiG-23, varios Mirages, y un Mi-25. Antes del amanecer, los chadianos fueron de nuevo detrás de la frontera. 

 
Tropas de Chad con uno de los Mi-25 de la LARAF capturados durante los intensos combates en 1987. (A través de Tom Cooper) 
 
Una de las razones por las fuertes pérdidas de la LARAF durante las operaciones en el Chad, en 1986 y 1987, fue un número creciente de AAA automáticos montados en los camiones del Ejército chadiano. En este caso un ZU-23-2 fue montada en el camión francés VLRA 4x4 de largo alcance, que se convirtió en muy popular entre los ejércitos de varios países de África (sobre todo por su gama de 1.000 kilometros). (A través de Tom Cooper) 

La conmoción causada por el ataque contra Ma'atan Bishrah debe haber sido terrible, entonces ya en la mañana del 07 de septiembre, dos Tu-22B pusieron en marcha un ataque al aeródromo de Yamena. Esta vez, sin embargo, los franceses estaban listos, y una batería de SAM MIM-23B I Hawk del 402 ° Regimiento francés de defensa aérea estaba en buena posición. Cuando el Blinder líder se acercó, se lanzaron dos misiles SAM, uno de los cuales causó un impacto y una brillante explosión. El otro Tu-22B abortadó la misión y escapó hacia el norte. Los franceses desplegaron una partida de búsqueda para encontrar los restos del bombardero Tupolev caído, y estos encuentran la sección de la cabina con la tripulación muerta todavía dentro: los tres miembros de la tripulación eran alemanes del este. 

Dejados sin la posibilidad de responder, cuatro días más tarde Khaddaffi acordó un alto el fuego, pero el LARAF continuó volando bombardeos esporádicos de objetivos dentro de Chad. El 8 de octubre de 1987, por ejemplo, un Su-22M-22 K fue derribado por un Stinger FIM-92A al atacar posiciones del gobierno en el norte de Chad. El piloto, capitán Diya al-Din, fue capturado y expulsado (dos años más tarde se le concedió asilo político del gobierno francés). El LARAF de inmediato organizó una operación de recuperación, incluyendo al menos dos helicópteros y varios cazas MiG-23 ms. Pero entonces, uno de los Floggers, pilotado por el coronel Ali Thani (el mismo piloto que se dedican USN Juerga de solteros, el 14 de abril de 1986), también fue baleado por un Stinger. La operación de recuperación fue abortado, y el LARAF estaba feliz de recuperar al menos el coronel Thani desde el árido desierto. 

Con esta lucha contra la llegó a su fin. Después de la guerra en el Chad contra los libios fue definitivamente más, los franceses ampliado la base aérea en Faya Largeau, y allí estacionaron cazas Mirage F.1C y F.1CR, así como - en 1988 - algunos Mirage 2000 de la EC.5 . Desde hace algún tiempo, MiG-25RBs de la LARAF volaron misiones de reconocimiento sobre el norte de Chad, y los cazas franceses patrullaban la frontera con Libia. Una y otra vez algunos incidentes ocurrieron: en abril de 1988 un Jaguar de un EC.2/11 se estrelló al norte de Yamena, y en diciembre del mismo año un SF.260 de Libia fue derribado en el norte de Chad por las tropas del Chad. 

Mientras tanto, el gobierno de Yamena presentó un informe ante la ONU, declarando que durante los combates en 1987 sus fuerzas han capturado un total de once L-39, nueve y tres SF.260MLs Mi-25, y destruido o derribado ocho Mi-25, ocho SF.260s, cuatro L-39, dos Tu-22B, dos MiG-21, dos MiG-23, dos An-26, un MiG-25s y un solitario Mirage. Los libios también han perdido casi 5,000 muertos y más de 2,000 soldados capturados. Gran parte del equipo capturado encontró su camino a otros países: cuatro transportes C-5 Galaxy de la USAF fueron enviados a Yamena para recoger el material capturado a Libia. El Mi-25 y algunos de los SA-6, así como gran cantidad de misiles anti-tanque y otros equipos se les dio a Francia y los EE.UU., mientras que al menos diez L-39s terminó en Egipto, donde sirven como aviones de entrenamiento hasta que hoy en día. 
 
Misiles superficie-superficie LUNA ("FROG-7") de Libia en un desfile en Trípoli, en 1978. En los últimos 12 meses de la guerra en el Chad los libios dispararon más de 150 misiles de ese tipo contra objetivos diferentes en el sur de Chad! (colección Tom Cooper) 
Una de las razones de la derrota del ejército libio en el Chad por el uso masivo de vehículo ligeros altamente móviles como este Land Rover por parte del Ejército chadiano. (A través de Tom Cooper) 

Reacción Química 
A pesar de la tregua en el Chad, las tensiones entre EE.UU. y Libia no pudieron disminuir, después de que especialmente el 21 de diciembre de 1988 explotó un Boeing 747-121 de PanAm en el vuelo PA103 desde Heathrow a Nueva York, y se estrelló en Lockerbie, en Escocia. 258 pasajeros y miembros de la tripulación, murieron en lo que los EE.UU. fueron rápidos a reconocer como un ataque terrorista organizado por el servicio secreto libio. Este, así como los libios construcción de una planta para la producción de armas químicas cerca de Rabta, causaron nuevas tensiones, y la decisión de EE.UU. de desplegar el CVBG con el USS JF Kennedy (CV-67) cerca de la costa de Libia, en enero de 1989, mientras que preparando también otro grupo de batalla de portaaviones, centrada en la USS Theodore Roosevelt (CVN-71) para navegar hacia el Golfo de Sirte. 

 
F-14A "AC207" fue uno de los Tomcats que participaron en el derribo de dos MiG-23MS de Libia el 4 de enero de 1989. Se ve aquí a su regreso de la travesía. No había tregua tanto por la escuadra que fue - junto con toda la CVW-3 antes de participar en las operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto. (David F. Brown) 

En la mañana del 4 de enero de 1989, el CVBG Kennedy estaba en operaciones a unos 100 km de norte Tobruq, con un grupo de intrusos IST A-6E ejercicio al sur de Krete, escoltado por dos pares de F-14As de VF-14 y VF-32, y un E-2C del VAW-126. Más tarde, en la mañana, la más meridional de la PAC fue tomada por dos Tomcats de la VF-32 voló por los funcionarios principales de la unidad, que fueron especialmente informado para esta misión. Al parecer, a saber, que - por una razón desconocida - el USN esperaba algún tipo de reacción de Libia a su ejercicio. En consecuencia, los pilotos se les aconsejó que esperar algún tipo de hostilidades, así como para esperar una señal posible desde el mando E-2C Hawkeye para abrir fuego. 

Después de algún tiempo en la estación, en torno a 11:50 h, el E-2C a las dos tripulaciones-Tomcat sobre el despegue de cuatro cazas MiG-LARAF 23MFs de la AB al-Bumbah, cerca de Tobruq. El F-14 se convirtió en los primeros dos libios, que voló casi 50 kilometros por delante del par trasero, y los ha adquirido con los radares. Entonces el Tomcats dio la espalda. Por lo general, los libios se reconocen como una maniobra y dar la vuelta para no cerrar ninguna más, pero esta vez, se aumentó la velocidad y siguió adelante. Por cuatro veces más USN pilotos repitieron sus maniobras evasivas, siendo continuamente de mantenimiento de los libios seguidos por sus radares, al mismo tiempo difundir su formación y volar más bajo, así que para hacer posible su AWG-9 para rastrear los MIG sin ningún problema debido a la baja el desorden . Los libios continuaron acercándose, después de cada maniobra, y, por último, alrededor de 12:02 horas las formaciones cerradas a menos de 20 millas. 

El caza USN-controlador a bordo del E-2C que mientras tanto ha dado el permiso para el fuego, y ahora la Juerga de solteros estaban a punto de contratar a sus oponentes: sus tripulaciones activado sus sistemas de armas, que estaba de acuerdo con las nuevas Reglas de compromiso, según la cual éstos no tuvo que esperar más para ser alimentadas, pero podría involucrar a sus adversarios si estos se acercaban de forma amenazante. 

Sin bien la coordinación de sus acciones, el Río de la iniciativa F-14A disparó el primero Sparrow AIM-7M de una serie de 12.9nm - sorprendiendo a su piloto, que no esperaba ver un misil para acelerar lejos de su Tomcat, dejando un amplio columna de humo. El gorrión, sin embargo, no dirigirá por medio de interruptor equivocado de establecimiento. Al darse cuenta del fallo, el Río fue una vez más, el disparo de un gorrión segundo de una serie de siete millas. El misil falló por la misma razón que la primera. 

Mientras tanto, el MiG siguió acercándose y la Juerga de solteros dividir su formación, con el fin de ser capaz de "sandwich" a los opositores. Los libios se volvió hacia el piloto de flanco F-14 que fue de inversión para participar de la cabeza-en: el cierre a una serie de cinco millas que el piloto disparó un solo Sparrow AIM-7M y obtuvo un impacto directo en el MiG plomo. El cable de Tomcat ahora también se revirtieron y se encontró con el MiG improvisador. Que vienen por detrás a sólo 1,5 millas de la oponente, el piloto disparó un solo Sidewinder AIM-9M y este impacto en el objetivo, causando graves daños y el envío de los MiG en llamas hacia la superficie del mar. 

No está claro por qué el MiG dos LARAF operados de esta forma y provocó un enfrentamiento en el que sus posibilidades de supervivencia eran muy limitados (sobre todo demuestra el hecho de que, aun cuando los libios expulsado, los equipos de Libia SAR montado ninguna operación de rescate, y tampoco se recuperado). La explicación más plausible es que fueron enviados a propósito de un "One-way" misión con el fin de distraer la atención pública de los asuntos de Lockerbie y Rutbah. 

De hecho, en los días siguientes los libios acusados de los EE.UU. deliberadamente atacar a dos aviones de reconocimiento sin armas, y sólo el vídeo de armas de la cámara, fusilado por los sistemas de TV de los dos Tomcats y mostrando claramente R-23 misiles montados bajo las alas de cazas libios demostró que estaban equivocados. 

 
 
A pesar de no mostrar LARAF MiG-23MFs - la versión contratados por USN F-14As el 4 de enero de 1989 - estas dos fotografías sigue siendo interesante porque muestra muchos detalles del patrón de camuflaje de Libia MiG-23MS, y su configuración estándar de armas, entre ellas cuatro R-13, y un sola tanque de gota en la línea central. (USN) 

Fuera del contexto, el choque al mediodía del 4 de enero de 1989 sigue siendo un ejemplo típico de combate moderno aire-aire. Los opositores sabían el uno del otro por un tiempo bastante largo antes de emprender: la USN-volantes de sus E-2C y sus radares, los libios de su control en tierra. Desde el momento en las maniobras engañosas comenzar, las tripulaciones de los aviones Tomcats voló su temprana a una posición favorable, a partir de la cual sus radares tenía una visión clara de los oponentes, pero mayores de esa edad y mucho menos capaz Sapheer 23-tenía problemas mucho más en la búsqueda Juerga de solteros contra el desorden del mar. La única excepción a lo que puede considerarse como una "norma" en estos casos es, que el fuego F-14 abrieron últimamente, casi desde dentro del rango visual. El fracaso de los equipos de USN puede utilizar correctamente el AIM-7 también fue nada nuevo: lo mismo que ya ocurrió durante un enfrentamiento entre dos aviones F-14 y un solo F-4E iraní en agosto de 1988 también. En consecuencia, la señorita de los dos primeros gorriones despedidos durante este combate fue menos de una sorpresa. 
 
AC202 - o "Gipsy 202" - fue el segundo F-14A involucrados en el choque con dos MiG-23s Libia, el 4 de enero de 1989. El avión debería haber sido volado por el improvisador de que la formación de USN, y se utilizó para anotar el primero de los dos da la muerte en ese día. Su BuAerNo sigue siendo desconocida, sin embargo. 

Muy pocos observadores suelen preguntarse por qué fueron los MiGs no está conectado con AIM-54C Phoenix AAMs de largo alcance. La respuesta simple es que la Juerga de solteros sin ninguno, pero estaban armados con cuatro gorriones y Sidewinders sólo cuatro - que era el arma reglamentaria de configuración para USN F-14As durante la mayor parte de las operaciones en el Mediterráneo ya desde la primera serie de compromisos con Libia, en agosto de 1981: nunca has llevado contigo cualquier Tomcats USN Phoenixes durante sus operaciones a lo largo de las costas de Libia. 

Hasta hoy, este sigue siendo el último enfrentamiento entre Libia y los EE.UU. - o cualquier otras fuerzas armadas occidentales. 
 
A finales de 1980 los libios acudían cada vez más a Yugoslavia para la formación de pilotos y el mantenimiento de aeronaves. Mientras un escuadrón de MiG mientras que Libia estaba destinado en Mostar, donde hasta 30 pilotos libios fueron entrenados de manera casi permanente, unos 130 Soko G-2 Galebs (en la foto) y Jastrebs J-21 fueron entregados a Libia. Hasta hoy, estos aviones siguen siendo los reactores entrenadores primarios en la Academia General del Aire de la Fuerza Aérea Libia. (Soko, a través de Tom Cooper) 

ACIG

sábado, 23 de noviembre de 2013

Guerra contra la Subversión: Reflexiones desde la victoria táctica

“No lloren como mujeres…”

Lucio Falcone - El Informador Público

Más allá de la sentencia del Coronel Perón de que los hombres no lloran ni se besan, no está mal hacerlo cuando amerita la ocasión. Simplemente, queremos comenzar este artículo recordando una colorida leyenda de la reconquista española. Cuenta la misma que, al salir de Granada camino a su exilio y tras ser convenientemente derrotado, el Sultán Boabdil, al llegar a la última altura de donde se divisaba la que había sido su ciudad, lloró amargamente. Sólo para ser apostrofado por su madre Aixa. Con la dura e histórica sentencia de: “No llores como mujer lo que no supiste defender como un hombre”. Ahora bien, respecto de los generales del Proceso, a quienes hemos visto sollozar tristemente -excepto alguna honrosa excepción- ante los estrados mediáticos montados para condenarlos, cabe interrogarse si podemos decir lo mismo de: “No lloren…” En principio, obviamente que sí; ya que fueron derrotados, ignominiosamente derrotados.

Podemos empezar diciendo que en la Antigüedad no fueron pocos los generales vencidos que consideraron su propia muerte como un mal menor a una larga y previsible humillación. Lamentablemente, no fue el caso de los cónsules romanos Espurio Albino y Tito Calvino que, rendidos a los sammitas, optaron por lo que se convertiría en una humillación de manual. Hoy se la conoce como el pasaje de las Horcas Caudinas. El hecho inédito de ver a sus cónsules pasar bajo las lanzas de socarrones legionarios enemigos, de esto se trataba la afrenta. Fue argumento suficiente para que Roma armara otro ejército para vengar esa afrenta con sangre. Tan orgullosa era la capital del mundo antiguo.



Hoy, no se espera que un general derrotado pase por debajo de las lanzas de sus vencedores. Para ello, basta que lo filme alguna cámara de televisión. Con ello, ve multiplicado por mil ese tormento, reproduciéndolo hasta el infinito y volviéndolo casi eterno.

¿Guerra? ¿Guerra irregular? ¿Guerrilla?

Como el menos aventajado alumno de cualquier escuela de guerra occidental sabe, para que exista propiamente una guerra deben darse tres condiciones. La primera, que se trate de dos Estados soberanos; segundo, que al menos uno de ellos esté dispuesto a atacar militarmente al otro; vale decir, usar sus fuerzas convencionales; y tercero, que ambos hayan acordado -aunque más no sea tácitamente- dejar a sus pueblos al margen de la contienda, respetando con ello lo que se conoce como los usos y costumbres de la guerra.

Ahora, bien, algún alumno más inquieto que el anterior podría llegar a acotar que éste no fue siempre el caso en la más que prolífica historia de la guerra. En su apoyo -seguramente- citaría ejemplos como las luchas libradas por el Frente de Liberación Nacional contra los franceses en Argelia o el Viet Cong contra los EE.UU. en el Sudeste asiático. Por su parte, alguno de los profesores, preferentemente uno formado en los cánones de la lógica de Carl von Clausewitz, lo ilustraría diciendo que la primera de ellas es la Guerra con “G” mayúscula, tal como se la enseña en los manuales de conducción militar. Las otras, las citadas por el segundo alumno, sólo merecen ese título -siempre con minúscula- por una generalización exagerada, impropia de un profesional. Aún mejor, si este profesor fuera el titular de la cátedra de Derecho Humanitario, le explicaría a sus educandos que a partir de las Convenciones de Ginebra y de la Haya debe existir una clara distinción entre combatientes y no-combatientes como condición sine qua non para librar una “guerra civilizada”.

En función de lo explicado precedentemente, no hubo en la Argentina una Guerra durante la década del ‘70. Por cuanto no existió otro Estado agresor, ni ambos bandos eran de naturaleza convencional. Pero ¿acaso no hubo muertos, heridos, ataque a unidades militares? ¿Incluso la sospecha fundada de que terceros Estados favorecieron el accionar de los irregulares? ¿Acaso no tenía derecho el Estado argentino a defenderse, aun usando sus Fuerzas Armadas? Obviamente, que, para cualquier testigo imparcial de esa época, todos los interrogantes planteados merecen una respuesta afirmativa. Pero, si estas acciones por sí solas no tipifican a un conflicto como Guerra, entonces ¿qué fue lo que hubo?

Técnicamente, se trató de un conflicto armado interno, tal como lo caracteriza el 2do Protocolo Adicional a la IV Convención de Ginebra. Es más, una visión crítica de la estrategia les hubiera desaconsejado a los generales del Proceso calificar como Guerra al conflicto que tenían entre manos. Porque procediendo de ese modo, como enseñan varios expertos, sería dotar de un status -el de combatiente- a quienes no se lo merecen. En este marco, sólo se podría haber hablado de guerra en un sentido amplio, como cuando se menciona -por ejemplo- a la “guerra contra el delito” o la “guerra contra las drogas”. Pero sería imperdonable que un profesional militar cayera en tal error conceptual.

Y ¿Tucumán? ¿No se constituyó, acaso, en una zona liberada donde los terroristas ejercieron el control territorial? Podría habernos retrucado un memorioso. La respuesta se orienta en el mismo sentido que la del párrafo anterior. Ya que la legislación de Ginebra prevé el enfrentamiento de una fuerza armada contra una fuerza disidente o grupos armados organizados que bajo la conducción de un mando militar responsable y que estén en condiciones de ejercer el control sobre operaciones sostenidas. Coincidente con los principios de la doctrina de Ginebra no hace ninguna salvedad particular respecto al tratamiento que las fuerzas armadas le deben a los que son capturados.

Para resumir, en todos los casos, aun en los de conflicto intenso y en los de no reconocimiento de beligerancia, se deben aplicar las normas generales de la Convenciones de la Guerra que establecen la prohibición de asesinar, torturar, tomar rehenes o las ejecuciones sin debido proceso.

Dura lex sed lex

Por todo lo expresado, a lo que no tenía derecho el Estado argentino ni su brazo armado era a violar en forma sistemática los derechos de sus detenidos o prisioneros. Sin embargo, ello, aunque constituye un crimen en sí mismo, creemos que no califica como genocidio; aunque probablemente podría ser catalogado como un crimen de guerra. Y que como tal merece ser castigado. ¿Qué habría que haber hecho? Ya hemos dicho que era totalmente lícito defenderse, vale decir, repeler la agresión terrorista con las armas del Estado. Pero, no con la violencia irrestricta de las patotas civiles y militares sino con una regulada por las normas de los conflictos armados internos.

Claro que para haber procedido de acuerdo a los usos y costumbres de la guerra hubiera sido necesario que además de tropas de combate -que las había y muy buenas por ambos bandos-; hubiera habido comandantes que se hicieran moralmente responsables por las acciones de sus subordinados. Vale decir, que en uso de sus atribuciones legales: juzgaran, condenaran o absolvieran según las normas establecidas por el gobierno constitucional de aquella época para la justicia militar vigente. Si, no se animaban a tanto; deberían haber entregado sus detenidos a la Justicia Federal como, también lo posibilitaban esas mismas leyes. En pocas palabras, que se hicieran cargo; y no que, amparados en la impunidad, dejaran librado al criterio de un teniente la vida o la muerte de alguien con el que habían estado combatiendo días u horas antes.

Un cínico dirá que es fácil acertar los resultados de los partidos de fútbol del domingo con el diario del lunes. Pero, sucede que los generales del proceso eran eso: generales, vale decir, personas que habían alcanzado la máxima jerarquía en una profesión cuyo raison d’être es la aplicación de la violencia estatal. No pueden argumentar, hoy, ignorancia. Por lo tanto, no vale sostener que no sabían como proceder y que fueron sorprendidos por un conflicto irregular para el que no se habían preparado. Para eso está la historia militar y toda la gama de lecturas profesionales que los debieron haber ilustrado sobre como sobre proceder.

Los excesos simétricos

Los excesos en la justificación moral de la represión, donde todo valía en pos de derrotar físicamente al oponente, ha traído -con el tiempo- otro exceso. Simétrico, pero de signo contrario. El exceso en la reparación que hoy vivimos. Nadie niega que hubo excesos y que como tales deberían ser reparados. Ahora, el hacerlo en forma sesgada y unilateral sólo garantizará que las heridas aún abiertas no se cierren; y eventualmente, el resurgimiento de los enfrentamientos.

Por supuesto, que lo perfecto sería que la justicia, entendida como el dar a cada uno lo que se merece, repare los múltiples daños físicos, psicológicos y morales producidos. Pero, la política es el arte de lo posible e intentar lo imposible es una receta segura para el desastre. Talvez, la propia complejidad de llevar adelante esta reparación, es la que aconseja objetivos mucho más modestos. Por ejemplo, se podría intentar algo similar a lo realizado por los salvadoreños tras su larga guerra civil. En principio, un acuerdo de concordia social y política y una ley de reconciliación nacional que establezca un amnistía general y generosa para los combatientes de ambos bandos. Sin concordia no hay vida civilizada posible. A la par, se deben encarar verdaderas reformas en las fuerzas armadas, en el sistema judicial y en el fortalecimiento moral del principio de autoridad para evitar la recurrencia del conflicto.

Una lección para el futuro

Ya hemos dicho que no es momento para llorar, pero sí para reflexionar. En principio hay que reconocer que no se puede librar una guerra ni un conflicto -cualquiera sea su naturaleza-, sin reglas. Ello no sólo es una atrocidad sino, también, una imposibilidad táctica. Los ejércitos son cuerpos que basan su eficiencia operativa en su cohesión moral. Por lo tanto, no se les puede ordenar que violen sistemáticamente principios éticos y morales. Hacerlo, equivale a transformarlos en una banda armada de poco valor.

La guerra, la verdadera guerra, lleva implícita una noción de paridad. No en vano por siglos se la consideró el juicio de Dios. En consecuencia, no es conducente el enfrentamiento de alguien desmesuradamente fuerte contra uno mucho más débil. Tal fue nuestro caso en los ‘70. Llegado el momento de que una fuerza armada deba enfrentar a una guerrilla, vale decir a un oponente débil. Lo mejor es evitar el enfrentamiento directo. Y si no quedara alternativa, librar la lucha en forma rápida, fulminante y lo más apegado posible a las reglas y a la ética. Si el conflicto se prolongara, deberemos saber que la ventaja siempre estará del lado débil; ya que sólo será cuestión de tiempo para que se cometan atrocidades irreparables. Y que la parte más débil gane -indefectiblemente- la batalla moral.

¿Qué hacer con fuerzas armadas que han sido derrotadas moralmente por un oponente más débil? Esta es la pregunta que deberían estarse haciendo, hoy, los conductores civiles y militares de nuestra defensa. Con toda certeza, los esfuerzos realizados, por los militares para que todo permanezca como está; y de los políticos para cambiarlo todo, aun lo que está bien, no nos conducirá a nada bueno.

En estos años se lo ha intentado todo. Nos preguntamos sino será tiempo de probar con el simple sentido común. Una verdadera transformación de lo militar, por un lado, y un maduro control civil, por el otro. O al menos, elegir una línea de conducta que al vernos derrotados puedan decir de nosotros lo que dijo Madame de Aulnoy de los vapuleados Tercios españoles: “Se les ve expuestos a la injuria de los tiempos, en la miseria; y a pesar de ello, más bravos, soberbios y orgullosos que en la opulencia y prosperidad…”