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viernes, 14 de julio de 2023

SGM: El misterio del U-3523 y Hitler en Argentina

El misterio del submarino U-3523: la huida de Hitler a la Argentina, los archivos secretos de la CIA y una extraña foto

Una de las versiones más difundidas sobre el supuesto escape del criminal nazi sostenía que llegó a bordo de la nave más sofisticada de la marina alemana, capaz de atravesar el Atlántico sin necesidad de emerger. Aunque nunca la aceptó oficialmente, la inteligencia norteamericana no descartó esa posibilidad y hay documentos que prueban la búsqueda del Führer en el país sudamericano. Qué fue del submarino y dónde se la halló 73 años después

Por Daniel Cecchini || Infobae



La versión aseguraba que el Führer no se suicidó en el búnker el 30 de abril de 1945 sino que, acompañado por Eva Braun y unos pocos colaboradores, abordó un avión pequeño que lo llevó a un puerto donde lo esperaba desde hacía días un submarino que navegó hasta una costa del sur de la Argentina

Debieron pasar 73 años para que se derrumbara –o, para decirlo mejor, se hundiera definitivamente– una de las teorías más difundidas sobre la supuesta huida de Adolf Hitler a Sudamérica luego de la derrota del Tercer Reich.

La versión aseguraba que el Führer no se suicidó en el búnker el 30 de abril de 1945 sino que, acompañado por Eva Braun y unos pocos colaboradores, abordó un avión pequeño que lo llevó a un puerto donde lo esperaba desde hacía días un submarino que navegó hasta una costa del sur de la Argentina. Allí, siempre según ese relato, ya había un operativo montado que esperó su desembarco y lo escondió en un sitio seguro.

La historia se sostuvo durante todos esos años porque el submarino en cuestión, el U-3523, desapareció sin dejar rastros. Se decía que, para borrar toda huella de ese escape, fue hundido por su propia tripulación en alta mar, después de dejar a Hitler en tierra firme.

Tampoco sonaba descabellada porque otros dos submarinos alemanes, el U-530 y el U-977, se rindieron en Mar del Plata bastante después de la caída del Tercer Reich, en julio y agosto de 1945. Si dos habían llegado hasta las costas argentinas, bien podría haberlo hecho un tercero.

Un modelo de submarino similar al que siempre se dijo que había llevado a Hitler a la Argentina y que fue hallado en Dinamarca

Hubo que esperar hasta el 13 de abril de 2018 para descubrir la verdad sobre el final del U-3527 y, con ella, de esa supuesta huida de Hitler cruzando el Atlántico. Ese día el Museo de Guerra de Dinamarca, ubicado en Copenhague, anunció que había hallado el famoso submarino nazi en las aguas territoriales de ese país, hundido a 123 metros de profundidad.

“El museo localizó los restos del submarino alemán U-3523, que fue hundido en el estrecho de Skagerrak por la aeronave B24 Liberator el 6 de mayo de 1945″, informó el Museo en un comunicado.

Y se refirió específicamente a la versión: “Debido a su capacidad de permanecer sumergido durante un tiempo prolongado, el U-3523 alimentó los rumores de que había sido el medio de transporte de la élite nazi para escapar hacia Sudamérica”.

Buscando a Hitler

La versión oficial sobre la suerte corrida por Hitler al final de la Segunda Guerra es que, el 30 de abril de 1945, Hitler ordenó a sus ayudantes traer varios bidones de gasolina en la salida exterior del búnker para deshacerse de su cuerpo y del de su esposa, Eva Braun. Luego de eso, el matrimonio se encerró en una habitación durante 15 minutos y para cuando entraron en la sala, Hitler tenía un disparo de bala en la cabeza y Braun yacía tumbada por el efecto del cianuro. Sus cadáveres fueron quemados, como había ordenado el Führer derrotado.

Hitler y Eva Braun en la intimidad (Getty)

Los aliados dieron públicamente por cierta esa historia –reconstruida a partir de los testimonios de colaboradores del bunker-, pero lo cierto es que dudaron en secreto de su veracidad. Podía ser una maniobra de distracción para facilitar la huida de Hitler y evitar que se lo siguiera buscando.

Hay pruebas concretas de que la inteligencia norteamericana intentó rastrearlo en la Argentina.

En julio de 1945, un cable secreto de la Embajada norteamericana en Buenos Aires informó a Washington: “Llegada de submarinos alemanes a las costas de Argentina. Circulan varios rumores en Buenos Aires referidos a la llegada del submarino U-530 antes de su rendición. Una fuente de credibilidad desconocida asegura que el 28 de junio un submarino emergió en Puerto San Julián, territorio de la provincia de Santa Cruz, del que descendieron dos personas sin identificar, uno sería un alto oficial y la otra una muy importante persona”.

Hermann Fegelein, cuñado de Hitler, y su esposa Margarete "Gretl" Braun, hermana de la amante del Führer (Interfoto)

Los norteamericanos no descartaron que el submarino visto en Puerto San Julián fuera en realidad el U-3523 y no el U-530. En cuanto a las dos personas mencionadas, se pensó que podían ser Hitler –el civil– y su cuñado Hermann Fegelein, quien supuestamente había sido ejecutado por orden del propio Führer el 29 de abril anterior en el bunker.

Informes y especulaciones

Un informe, en este caso del FBI, fechado el 21 de septiembre de 1954 detallaba las declaraciones de testigos que aseguraban que Hitler había llegado a la Argentina dos semanas y media después de la caída de Berlín a bordo de un submarino. También indica un supuesto destino en tierra: “Según un plan preestablecido con seis altos funcionarios argentinos, al amanecer se cargaron todas las provisiones y partieron hacia las estribaciones de los Andes meridionales”, dice el archivo desclasificado.

Uno de los archivos secretos de la CIA

No son pocos los documentos de la inteligencia estadounidense desclasificados que demuestran que en Washington sospechaban que Hitler había logrado escapar. Uno de ellos, del 3 de octubre de 1955, contiene denuncias de un ex soldado de las SS llamado Philip Citroën de que el Führer había estado escondido en la Argentina y que de allí había seguido a Colombia. Incluso, incluye una foto del presunto Hitler tomada en 1954 en la ciudad colombiana de Tunja. El documento agrega: “Según Citroën, los alemanes que residían en Tunja, Colombia, siguieron a ese supuesto Hitler ofreciendo el saludo nazi”.

Uno de los archivos de inteligencia, del 3 de octubre de 1955, contiene denuncias de un ex soldado de las SS llamado Philip Citroën de que el Führer había estado escondido en la Argentina y que de allí había seguido a Colombia. Incluso, incluye una foto del presunto Hitler tomada en 1954 en la ciudad colombiana de Tunja

Incluso en 2014, el argentino Abel Basti, autor de El exilio de Hitler, sostenía que, una vez llegado a las costas argentinas, Hitler “no vivió enclaustrado” sino que se movía con libertad por Argentina y otros países como Brasil, Colombia y Paraguay. Según Basti, las principales agencias de inteligencia del mundo, como la CIA y el MI6 británico, contaban con informes y fotografías que confirmaban su presencia en Sudamérica después de 1945.

Un submarino sofisticado

La rendición en el puerto de Mar del Plata de los submarinos U-530, el 10 de julio de 1945, y U-977, el 17 de agosto de ese año, despertó las alertas de la inteligencia aliada sobre una posible huida de Hitler.

Cuando se entregó, el comandante del U-530, Otto Wermouth, había destruido la bitácora de a bordo y sus testimonios sobre la deriva de la nave fueron contradictorios. Tampoco pudo explicar de manera creíble porqué faltaba un bote de goma, similar a otro que luego fue encontrado en las playas de Mar del Sur.

El U-977 apareció en Mar del Plata el 17 de agosto de 1945

Tampoco fue del todo claro Heinz Schäffer, comandante del U-977, cuando le pidieron que explicara por qué, al comparar el número de marinos que se entregaron con la propia bitácora de la nave, faltaban 16 tripulantes y tres botes. Dijo que “la noche del 10 de mayo de 1945, entre las 02.30 h. y las 03.30 h., 3 marineros y 13 suboficiales tomaron tres de las balsas más grandes, una de las cuales fue dañada y abandonada (...) siendo dejados sobre la Isla de Holsenoy, cerca de Bergen (Noruega)”. Sus palabras nunca pudieron ser comprobadas.

Hitler y algunos de sus acólitos podía haber bajado de cualquiera de esos dos submarinos en las costas del sur argentino, pero la mira seguía puesta en el U-3523, que no aparecía por ningún lado.

El U-530 se rindió en Mar del Plata el 10 de julio de 1945

No se trataba solamente de que no se conocía su destino sino –y sobre todo– de sus características especiales: era el modelo más sofisticado de los U-boat alemanes, de la flota Tipo XXI, el único capaz de atravesar el Atlántico hasta Sudamérica sin necesidad de emerger.

Si Hitler y otros altos jerarcas habían huido de Alemania en un submarino, tenía que ser ese, el misterioso U-3523. Además, era casi único: los alemanes habían alcanzado a fabricar solamente dos de ese modelo.

Doble hundimiento

El descubrimiento del U-3523 puso fin al misterio de su desaparición y también acabó con la teoría que sostenía que Hitler había llegado en él a las costas argentinas.

Las señales que permitieron el hallazgo en las profundidades aparecieron en una pantalla durante una exploración del fondo marino que un grupo de investigadores del Museo Jutland realizaba a 18,5 kilómetros al norte de la ciudad danesa de Skagen.

El U-3523 fue hundido por bombas de profundidad en el estrecho de Skagerrak por un avión "B24 Liberator" de la Royal Air Force británica, el 6 de mayo de 1945

El Museo Jutland hasta ahora ha barrido y encontrado alrededor de 450 naufragios en el Mar del Norte y en el Estrecho de Skagerrak. De ese total, 12 son submarinos, 3 de los cuales son británicos y 9 alemanes.

Por su localización en el estrecho de Skagerrak se pudo establecer también que el U-3523 fue hundido el 6 de mayo de 1945, con 58 tripulantes a bordo, por el bombardero aliado B24 Liberator. Lo detectaron a unos 16 kilómetros al oeste de la posición en que fue reportado por el bombardero que lo atacó.

El U-3523 fue hallado a unas 9 millas náuticas (16,6 km) al oeste de la posición en que fue reportado por el bombardero que lo atacó

Una vez encontrado, su identificación no resultó difícil. Además de los datos históricos que señalaban que el U-3523 había sido hundido en esa zona, existe un modelo idéntico en el Museo Marítimo Alemán con el cual se compararon los restos recuperados.

“Lo curioso es que, a diferencia de otros hallazgos, los restos estaban como clavados en el lecho marino. Lo que hizo más fácil su identificación”, explicaron los expertos de Jutland al anunciar el descubrimiento.

Desde el Museo Jutland informaron informaron que la nave se encuentra a 123 metros de profundidad, por lo que adelantaron que será muy difícil acceder a ella

Cuatro años después de que lo encontraran, el misterioso U-3523 sigue en el fondo del mar. Se calcula se demorará años en recuperar sus restos, por la profundidad a la que se encuentran y lo costoso de la operación de rescate.

Hasta entonces, seguramente, habrá quienes sostengan que Adolf Hitler no se suicidó en el bunker y que sus huesos quedaron dentro del submarino, en el fondo del mar.


martes, 27 de diciembre de 2022

G30A: La devastación de Prusia

Devastación de Prusia durante la Guerra de los Treinta Años

Weapons and Warfare




Aniquilación de Magdeburgo

Durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), las tierras alemanas se convirtieron en el teatro de una catástrofe europea. Una confrontación entre el emperador Habsburgo Fernando II (r. 1619-1637) y las fuerzas protestantes dentro del Sacro Imperio Romano Germánico se expandió para involucrar a Dinamarca, Suecia, España, la República Holandesa y Francia. Los conflictos de alcance continental se desarrollaron en los territorios de los estados alemanes: la lucha entre España y la República holandesa disidente, una competencia entre las potencias del norte por el control del Báltico y la rivalidad tradicional entre las grandes potencias entre la Francia borbónica y los Habsburgo. Aunque hubo batallas, asedios y ocupaciones militares en otros lugares, la mayor parte de los combates tuvo lugar en tierras alemanas. Para Brandeburgo desprotegido y sin salida al mar, la guerra fue un desastre que expuso todas las debilidades del estado electoral. En momentos cruciales del conflicto, Brandeburgo enfrentó decisiones imposibles. Su destino dependía enteramente de la voluntad de los demás. El Elector no pudo proteger sus fronteras, comandar o defender a sus súbditos o incluso asegurar la existencia continua de su título. A medida que los ejércitos avanzaban por las provincias de la Marca, se suspendió el estado de derecho, se trastornaron las economías locales y se rompieron irreversiblemente las continuidades del trabajo, el domicilio y la memoria. Las tierras del Elector, escribió Federico el Grande más de un siglo y medio después, "fueron desoladas durante la Guerra de los Treinta Años, cuya huella mortal fue tan profunda que sus huellas aún pueden discernirse mientras escribo". comandar o defender a sus súbditos o incluso asegurar la existencia continua de su título. A medida que los ejércitos avanzaban por las provincias de la Marca, se suspendió el estado de derecho, se trastornaron las economías locales y se rompieron irreversiblemente las continuidades del trabajo, el domicilio y la memoria. Las tierras del Elector, escribió Federico el Grande más de un siglo y medio después, "fueron desoladas durante la Guerra de los Treinta Años, cuya huella mortal fue tan profunda que sus huellas aún pueden discernirse mientras escribo". comandar o defender a sus súbditos o incluso asegurar la existencia continua de su título. A medida que los ejércitos avanzaban por las provincias de la Marca, se suspendió el estado de derecho, se trastornaron las economías locales y se rompieron irreversiblemente las continuidades del trabajo, el domicilio y la memoria. Las tierras del Elector, escribió Federico el Grande más de un siglo y medio después, "fueron desoladas durante la Guerra de los Treinta Años, cuya huella mortal fue tan profunda que sus huellas aún pueden discernirse mientras escribo".


ENTRE LOS FRENTES (1618-1640)

Brandeburgo entró en esta era peligrosa completamente desprevenida para los desafíos que enfrentaría. Dado que su poder de ataque era insignificante, no tenía forma de negociar recompensas o concesiones de amigos o enemigos. Al sur, colindando directamente con las fronteras del Electorado, estaban Lusacia y Silesia, ambas tierras hereditarias de la Corona de Bohemia de los Habsburgo (aunque Lusacia estaba bajo arrendamiento sajón). Al oeste de estos dos, también compartiendo frontera con Brandeburgo, estaba la Sajonia Electoral, cuya política durante los primeros años de la guerra fue operar en estrecha armonía con el Emperador. En el flanco norte de Brandeburgo, sus fronteras indefensas estaban abiertas a las tropas de las potencias bálticas protestantes, Dinamarca y Suecia. Nada se interponía entre Brandeburgo y el mar salvo el debilitado Ducado de Pomerania, gobernado por el anciano Boguslav XIV. Ni en el oeste ni en la remota Prusia Ducal poseía el Elector de Brandeburgo los medios para defender sus territorios recién adquiridos contra la invasión. Por lo tanto, había muchas razones para la cautela, una preferencia subrayada por el hábito aún arraigado de deferir al Emperador.

El elector George William (r. 1619-1640), un hombre tímido e indeciso mal equipado para dominar las situaciones extremas de su época, pasó los primeros años de la guerra evitando compromisos de alianza que consumirían sus escasos recursos o expondrían su territorio a represalias. Brindó apoyo moral a la insurgencia de los estados bohemios protestantes contra el emperador de los Habsburgo, pero cuando su cuñado, el elector palatino, marchó a Bohemia para luchar por la causa, Jorge Guillermo se mantuvo al margen. A mediados de la década de 1620, mientras se tramaban planes de coalición contra los Habsburgo entre las cortes de Dinamarca, Suecia, Francia e Inglaterra, Brandeburgo maniobró ansiosamente al margen de la diplomacia de las grandes potencias. Hubo esfuerzos para persuadir a Suecia, cuyo rey se había casado con la hermana de George William en 1620, para montar una campaña contra el Emperador. En 1626, otra de las hermanas de George William fue casada con el príncipe de Transilvania, un noble calvinista cuyas repetidas guerras contra los Habsburgo, con la ayuda de Turquía, lo habían convertido en uno de los enemigos más formidables del emperador. Sin embargo, al mismo tiempo hubo cálidas garantías de lealtad al emperador católico, y Brandeburgo se mantuvo alejado de la Alianza antiimperial de La Haya de 1624-1626 entre Inglaterra y Dinamarca.

Nada de esto pudo proteger al Electorado contra presiones e incursiones militares de ambos bandos. Después de que los ejércitos de la Liga Católica bajo el mando del general Tilly derrotaron a las fuerzas protestantes en Stadlohn en 1623, los territorios de Westfalia de Mark y Ravensberg se convirtieron en áreas de acantonamiento para las tropas de Leaguist. George William entendió que solo podría mantenerse alejado de los problemas si su territorio estaba en condiciones de defenderse contra todos los intrusos. Pero faltaba el dinero para una política efectiva de neutralidad armada. Los Estados mayoritariamente luteranos sospechaban de sus lealtades calvinistas y no estaban dispuestos a financiarlas. En 1618-1620, sus simpatías estaban en gran medida con el emperador católico y temían que su elector calvinista arrastrara a Brandeburgo a peligrosos compromisos internacionales. La mejor política, como ellos la vieron,

En 1626, mientras George William luchaba por extraer dinero de sus estados, el general palatino, el conde Mansfeld, invadió Altmark y Prignitz, seguido de cerca por sus aliados daneses. Se desató el caos. Las iglesias fueron destrozadas y saqueadas, la ciudad de Nauen fue arrasada, las aldeas fueron quemadas mientras las tropas intentaban extorsionar a los habitantes con dinero y bienes escondidos. Cuando un alto ministro de Brandeburgo lo reprendió por esto, el enviado danés Mitzlaff respondió con una arrogancia impresionante: 'Le guste o no al Elector, el Rey [danés] seguirá adelante de todos modos. Quien no está con él está contra él. Sin embargo, apenas los daneses se habían hecho sentir como en casa en la Marca, sus enemigos los hicieron retroceder. A fines del verano de 1626, después de la victoria imperial y leagista cerca de Lutter-am-Barenberg en el ducado de Brunswick (27 de agosto), las tropas imperiales ocuparon Altmark, mientras que los daneses se retiraron a Prignitz y Uckermark al norte y noroeste de Berlín. Aproximadamente al mismo tiempo, el rey Gustavo Adolfo de Suecia desembarcó en la Prusia Ducal, donde estableció una base de operaciones contra Polonia, ignorando por completo las pretensiones del Elector. El Neumark también fue invadido y saqueado por mercenarios cosacos al servicio del Emperador. La magnitud de la amenaza a la que se enfrenta Brandeburgo quedó clara con el destino de los duques de la vecina Mecklemburgo. Como castigo por apoyar a los daneses, el Emperador depuso a la familia ducal y otorgó Mecklenburg como botín a su poderoso comandante, el empresario militar Conde Wallenstein. las tropas imperiales ocuparon Altmark, mientras que los daneses se retiraron a Prignitz y Uckermark al norte y noroeste de Berlín. Aproximadamente al mismo tiempo, el rey Gustavo Adolfo de Suecia desembarcó en la Prusia Ducal, donde estableció una base de operaciones contra Polonia, ignorando por completo las pretensiones del Elector. El Neumark también fue invadido y saqueado por mercenarios cosacos al servicio del Emperador. La magnitud de la amenaza a la que se enfrenta Brandeburgo quedó clara con el destino de los duques de la vecina Mecklemburgo. Como castigo por apoyar a los daneses, el Emperador depuso a la familia ducal y otorgó Mecklenburg como botín a su poderoso comandante, el empresario militar Conde Wallenstein. las tropas imperiales ocuparon Altmark, mientras que los daneses se retiraron a Prignitz y Uckermark al norte y noroeste de Berlín. Aproximadamente al mismo tiempo, el rey Gustavo Adolfo de Suecia desembarcó en la Prusia Ducal, donde estableció una base de operaciones contra Polonia, ignorando por completo las pretensiones del Elector. El Neumark también fue invadido y saqueado por mercenarios cosacos al servicio del Emperador. La magnitud de la amenaza a la que se enfrenta Brandeburgo quedó clara con el destino de los duques de la vecina Mecklemburgo. Como castigo por apoyar a los daneses, el Emperador depuso a la familia ducal y otorgó Mecklenburg como botín a su poderoso comandante, el empresario militar Conde Wallenstein. Aproximadamente al mismo tiempo, el rey Gustavo Adolfo de Suecia desembarcó en la Prusia Ducal, donde estableció una base de operaciones contra Polonia, ignorando por completo las pretensiones del Elector. El Neumark también fue invadido y saqueado por mercenarios cosacos al servicio del Emperador. La magnitud de la amenaza a la que se enfrenta Brandeburgo quedó clara con el destino de los duques de la vecina Mecklemburgo. Como castigo por apoyar a los daneses, el Emperador depuso a la familia ducal y otorgó Mecklenburg como botín a su poderoso comandante, el empresario militar Conde Wallenstein. Aproximadamente al mismo tiempo, el rey Gustavo Adolfo de Suecia desembarcó en la Prusia Ducal, donde estableció una base de operaciones contra Polonia, ignorando por completo las pretensiones del Elector. El Neumark también fue invadido y saqueado por mercenarios cosacos al servicio del Emperador.

Parecía llegado el momento de un cambio hacia una colaboración más estrecha con el campo de los Habsburgo. 'Si este asunto continúa', le dijo George William a un confidente en un momento de desesperación, 'me volveré loco, porque estoy muy afligido. [… ] Tendré que unirme al Emperador, no tengo otra alternativa; tengo un solo hijo; si el Emperador se queda, supongo que mi hijo y yo podremos seguir siendo Electores. El 22 de mayo de 1626, a pesar de las protestas de sus consejeros y de los Estados, que hubieran preferido una política rigurosa de neutralidad, el Elector firmó un tratado con el Emperador. Según los términos de este acuerdo, todo el Electorado estaba abierto a las tropas imperiales. Siguieron tiempos difíciles, porque el comandante supremo imperial, el conde Wallenstein, tenía la costumbre de extraer provisiones, alojamiento y pago para sus tropas de la población del área ocupada.

Brandeburgo, por lo tanto, no obtuvo alivio de su alianza con el Emperador. De hecho, cuando las fuerzas imperiales hicieron retroceder a sus oponentes y se acercaron al cenit de su poder a fines de la década de 1620, el emperador Fernando II pareció ignorar por completo a George William. En el Edicto de Restitución de 1629, el Emperador anunció que tenía la intención de 'recuperar', por la fuerza si fuera necesario, 'todos los arzobispados, obispados, prelados, monasterios, hospitales y dotaciones' que los católicos habían poseído en el año 1552 - un programa con implicaciones profundamente dañinas para Brandeburgo, donde numerosos establecimientos eclesiásticos habían sido colocados bajo administración protestante. El Edicto confirmó el acuerdo de 1555, en el sentido de que también excluyó a los calvinistas de la paz religiosa en el Imperio;

La dramática entrada de Suecia en la guerra alemana en 1630 supuso un alivio para los estados protestantes, pero también aumentó la presión política sobre Brandeburgo. En 1620, la hermana de George William, Maria Eleonora, se había casado con el rey Gustavus Adolphus de Suecia, una figura grandiosa cuyo apetito por la guerra y la conquista se combinaba con un celo misionero por la causa protestante en Europa. A medida que se profundizaba su participación en el conflicto alemán, el rey sueco, que no tenía otros aliados alemanes, resolvió asegurar una alianza con su cuñado George William. El Elector se mostró reacio, y es fácil ver por qué. Gustavus Adolphus había pasado la última década y media librando una guerra de conquista en el Báltico oriental. Una serie de campañas contra Rusia habían dejado a Suecia en posesión de una franja continua de territorio que se extendía desde Finlandia hasta Estonia. En 1621, Gustavus Adolphus había reanudado su guerra contra Polonia, ocupando la Prusia Ducal y conquistando Livonia (actuales Letonia y Estonia). El rey sueco incluso había presionado al anciano duque de Mecklenburg a un acuerdo de que el ducado pasaría a Suecia cuando el duque muriera, un trato que socavaba directamente el antiguo tratado de herencia de Brandeburgo con su vecino del norte.

Todo esto sugería que los suecos no serían menos peligrosos como amigos que como enemigos. George William volvió a la idea de la neutralidad. Planeaba trabajar con Sajonia para formar un bloque protestante que se opusiera a la implementación del Edicto de Restitución y al mismo tiempo sirviera de amortiguador entre el Emperador y sus enemigos en el norte, una política que dio sus frutos en la Convención de Leipzig de febrero de 1631. Pero esta maniobra hizo poco para repeler la amenaza que enfrentaba Brandeburgo desde el norte y el sur. Furiosas advertencias y amenazas emitidas desde Viena. Mientras tanto, hubo enfrentamientos entre tropas suecas e imperiales en Neumark, en el transcurso de los cuales los suecos expulsaron a los imperiales de la provincia y ocuparon las ciudades fortificadas de Frankfurt/Oder, Landsberg y Küstrin.

Envalentonado por el éxito de sus tropas en el campo, el rey de Suecia exigió una alianza absoluta con Brandeburgo. Las protestas de George William de que deseaba permanecer neutral cayeron en saco roto. Como Gustavus Adolphus explicó a un enviado de Brandeburgo:

No quiero saber ni oír nada sobre la neutralidad. [El Elector] tiene que ser amigo o enemigo. Cuando llego a sus fronteras, debe declararse frío o caliente. Esta es una pelea entre Dios y el diablo. Si Mi Primo quiere ponerse del lado de Dios, entonces tiene que unirse a mí; si prefiere ponerse del lado del diablo, entonces ciertamente debe pelear conmigo; no hay tercer camino.

Mientras George William prevaricaba, el rey sueco se acercó a Berlín con sus tropas detrás de él. Presa del pánico, el Elector envió a las mujeres de su familia a parlamentar con el invasor en Köpenick, unos kilómetros al sureste de la capital. Finalmente se acordó que el rey debería entrar en la ciudad con 1.000 hombres para continuar las negociaciones como invitado del Elector. Durante los siguientes días de cenas y cenas, los suecos hablaron seductoramente de ceder partes de Pomerania a Brandeburgo, insinuaron un matrimonio entre la hija del rey y el hijo del elector y presionaron para lograr una alianza. George William decidió unirse a los suecos.

La razón de este cambio de política radica en parte en el comportamiento intimidatorio de las tropas suecas, que en un momento se detuvieron ante los muros de Berlín con sus armas apuntadas hacia el palacio real para concentrar la mente del asediado Elector. Pero un factor predisponente importante fue la caída, el 20 de mayo de 1631, de la ciudad protestante de Magdeburgo ante las tropas imperiales de Tilly. La toma de Magdeburgo fue seguida no solo por el saqueo y el saqueo que solía acompañar a tales eventos, sino también por una masacre de los habitantes de la ciudad que se convertiría en un elemento fijo en la memoria literaria alemana. En un pasaje de retórica clásicamente mesurada, Federico II describió más tarde la escena:

Todo lo que la licencia sin trabas del soldado puede idear cuando nada frena su furia; todo lo que la más feroz crueldad inspira en los hombres cuando una rabia ciega se apodera de sus sentidos, lo cometieron los imperiales en esta infeliz ciudad: las tropas corrieron en manadas, armas en mano, por las calles, y masacraron indiscriminadamente a los ancianos, a los las mujeres y los niños, los que se defendían y los que no hacían ningún movimiento para resistirlos [… ] no se veían más que cadáveres todavía flexionados, amontonados o tendidos desnudos; los gritos de los degollados se mezclaban con los gritos furiosos de sus asesinos…

También para los contemporáneos, la aniquilación de Magdeburgo, una comunidad de unos 20.000 ciudadanos y una de las capitales del protestantismo alemán, fue un golpe existencial. Panfletos, periódicos y periódicos circularon por toda Europa, con versiones verbales de las diversas atrocidades cometidas. Nada podría haber dañado más el prestigio del emperador Habsburgo en los territorios protestantes alemanes que la noticia de este exterminio desenfrenado de sus súbditos protestantes. El impacto fue especialmente pronunciado para el elector de Brandeburgo, cuyo tío, el margrave Christian William, era el administrador episcopal de Magdeburgo. En junio de 1631, George William firmó a regañadientes un pacto con Suecia, en virtud del cual acordó abrir las fortalezas de Spandau (justo al norte de Berlín) y Küstrin (en Neumark) a las tropas suecas.

El pacto con Suecia resultó tan efímero como la alianza anterior con el emperador. En 1631-1632, el equilibrio de poder se estaba inclinando hacia atrás a favor de las fuerzas protestantes, cuando los suecos y sus aliados sajones se adentraron en el sur y el oeste de Alemania, infligiendo fuertes derrotas en el lado imperial. Pero el ímpetu de su embestida se desaceleró después de la muerte de Gustavus Adolphus en una refriega de caballería en la batalla de Luätzen el 6 de noviembre de 1632. A fines de 1634, después de una seria derrota en Nördlingen, el dominio de Suecia se rompió. Agotado por la guerra y desesperado por abrir una brecha entre Suecia y los príncipes protestantes alemanes, el emperador Fernando II aprovechó el momento para ofrecer términos de paz moderados. Este movimiento funcionó: el elector luterano de Sajonia, que había unido fuerzas con Suecia en septiembre de 1631, ahora regresaba corriendo al emperador. El Elector de Brandeburgo se enfrentó a una elección más difícil. Los artículos preliminares de la Paz de Praga ofrecían una amnistía y retiraban las demandas más extremas del anterior Edicto de Restitución, pero aún no hacían referencia a la tolerancia del calvinismo. Los suecos, por su parte, seguían acosando a Brandeburgo para que firmara un tratado; esta vez prometieron que Pomerania sería trasladada en su totalidad a Brandeburgo tras el cese de hostilidades en el Imperio.

Después de algunas prevaricaciones agonizantes, George William eligió buscar fortuna al lado del Emperador. En mayo de 1635, Brandeburgo, junto con Sajonia, Baviera y muchos otros territorios alemanes, firmaron la Paz de Praga. A cambio, el Emperador prometió velar por que se cumpliera el derecho de Brandeburgo al Ducado de Pomerania. Se envió un destacamento de regimientos imperiales para ayudar a proteger la Marca y George William fue honrado, algo incongruente, dada su absoluta falta de aptitud militar, con el título de Generalísimo en el ejército imperial. El Elector, por su parte, se comprometió a reclutar 25.000 soldados en apoyo del esfuerzo bélico imperial. Desafortunadamente para Brandeburgo, esta reconciliación con el emperador Habsburgo coincidió con otro cambio en el equilibrio de poder en el norte de Alemania.

George William pasó los últimos cuatro años de su reinado tratando de expulsar a los suecos de Brandeburgo y tomar el control de Pomerania, cuyo duque murió en marzo de 1637. Sus intentos de levantar un ejército de Brandeburgo contra Suecia produjeron una fuerza pequeña y mal equipada y el El electorado fue devastado tanto por los suecos como por los imperiales, así como por las unidades menos disciplinadas de sus propias fuerzas. Después de una invasión sueca de la Marca, el Elector se vio obligado a huir, no por última vez en la historia de los Hohenzollern de Brandeburgo, a la relativa seguridad de la Prusia Ducal, donde murió en 1640.

miércoles, 22 de junio de 2022

El Báltico 1721-1790

El Báltico 1721-1790

Weapons and Warfare

 


Galera báltica rusa de 1720

Cuando terminó la Gran Guerra del Norte en 1721, Rusia se había convertido en una importante potencia naval regional. Las fuerzas navales británicas y danesas navegaron para contrarrestar la flota de vela rusa, que estaba protegida por nuevas fortificaciones de Kronstadt en la isla de Kotlin (1723). Sin embargo, la pobreza general de los recursos marítimos, en particular de los marineros, dificultó mucho el desarrollo del poder naval ruso y, después de la muerte de Pedro I en 1725, el apoyo político a la armada se volvió extremadamente inconsistente. Para las potencias bálticas, mover ejércitos y suministros a través de las aguas costeras poco profundas era tan importante como defender las rutas de aguas profundas. Las armadas tenían que equilibrarse entre los acorazados, los cruceros y los barcos de vela y de remos de bajura. Los barcos rusos ayudaron en el asedio de Danzig en 1734 y en la guerra ruso-sueca que estalló en julio de 1741 su flota de galeras fue importante. Los suecos subestimaron la resistencia rusa en Finlandia y aceptaron una tregua tras el golpe que llevó al trono a la zarina Isabel. Las hostilidades se reanudaron a principios de febrero de 1742. Una flota de galeras rusa transportó tropas al mando del general Keith hacia el oeste para atacar las posiciones suecas en Åland. La flota de navegación rusa logró alejar a los suecos de su posición frente a Hango Head, lo que permitió que pasaran más galeras con refuerzos para el ejército de Keith. Los suecos estaban en desorden, pero se arregló la paz antes de que se produjera un daño significativo. Aunque estuvo activa en la Guerra de los Siete Años, la flota de navegación rusa realmente comenzó a causar preocupación en el Báltico después de 1780.



Suecia enfrentó una serie de dificultades. Había habido una creciente divergencia de prioridades entre el cuerpo de oficiales sueco con su base de acorazados en Karlskrona dirigida al poder naval danés y el gobierno y el ejército en Estocolmo, que veían la amenaza rusa anfibia como el mayor peligro. El dinero escaseaba y la armada tenía poco interés en una guerra costera de galeras. Un plan de 1722 del Colegio del Almirantazgo para construir una flota de galeras para contrarrestar a los rusos se diluyó por la debilidad financiera. Los acorazados eran barcos de alta calidad, pero viejos y pequeños. La falta de entendimiento entre la marina y el ejército se hizo evidente en la desastrosa guerra contra Rusia de 1741-1743. La flota de galeras se reformó y en 1756 se retiró de la marina y se puso bajo el mando del ejército. Su cuerpo de oficiales se desarrolló por separado de la marina. En el mismo año se estableció una academia naval en Karlskrona. Durante la Guerra de los Siete Años, los suecos y los rusos presionaron a la pequeña flotilla prusiana en el Báltico. El principal temor era la aparición de una escuadra británica en el Báltico para apoyar a los prusianos. Si bien los suecos y los rusos operaron juntos, sus fuerzas conjuntas rara vez excedieron la línea 22 contra una flota de batalla prusiana inexistente. La flota de galeras sueca se desempeñó bastante bien en 1759 contra las fuerzas prusianas establecidas en Stettin. Una pequeña acción el 10 de septiembre terminó con la victoria sueca que consolidó las comunicaciones suecas entre la patria y las islas frente a la costa de Pomerania. En 1760 una flota rusa de 21 líneas cubrió un ataque a Kolberg que fracasó. Kolberg finalmente cayó ante los rusos en diciembre de 1761, pero sin mucho apoyo de la flota. El poder marítimo contra Prusia no había sido particularmente significativo, pero siguió siendo fundamental para Suecia y Dinamarca en la defensa de sus territorios e intereses en Pomerania y Holstein, respectivamente. A pesar de la cooperación contra Prusia, la sospecha de Rusia siguió siendo una parte clave de la diplomacia báltica.

Después del golpe, que otorgó a Gustavo III mayores poderes reales en 1772, la armada sueca se desarrolló de acuerdo con las ambiciones de política exterior de Gustavo. La dirección de Gustavus no estaba clara: Rusia o Dinamarca podrían ser su objetivo. La armada era importante para ambos, pero los oficiales de la flota de galeras habían sido importantes partidarios del golpe de Gustavo. Se establecieron nuevas reglas y organización en 1773. Una inspección real en 1775 llevó al Colegio del Almirantazgo a mudarse de Karlskrona a Estocolmo en 1776, para estar más cerca de la corte. El cuerpo de oficiales se reformó para que la competencia profesional fuera más significativa en la promoción. En 1781, el famoso constructor de barcos, Fredric Henrick af Chapman (1721–1808), fue nombrado Director de Construcción Naval en Karlskrona. Chapman tenía un amplio conocimiento teórico de las ciencias de la ingeniería y desde la década de 1760 había estado diseñando y construyendo embarcaciones para operaciones costeras. En 1780 fue coautor del plan aprobado por Gustavus para una nueva flota de vela de acorazados y fragatas. Bajo su supervisión, Karlskrona se convirtió en uno de los astilleros más extensos y modernos de Europa.

El impacto de las reformas de Gustavus todavía es un tema de debate, pero en el verano de 1788 Gustavus estaba listo para atacar Rusia. Mientras un ejército avanzaba a través de Finlandia y otro, con la flotilla del archipiélago, debía avanzar a lo largo de la costa hacia el golfo de Finlandia, un tercer ejército con la flota de vela debía atacar Kronstadt y desembarcar el ejército en Orainenbaum para avanzar sobre San Petersburgo. La flota rusa de 17 líneas al mando del almirante Greig se encontró con los suecos, también con 17 líneas, frente a la isla de Suursaari (Batalla de Hogland) el 17 de julio. La batalla se libró en línea y después de siete horas, los suecos se separaron en la oscuridad. Greig había hecho lo suficiente para evitar el desembarco sueco. Durante el invierno, la construcción rusa de cañoneras para su flotilla del archipiélago superó a los suecos. Una acción frente a Öland el 25 de julio de 1789 entre dos flotas de batalla igualadas fue nuevamente indecisa, pero las flotillas del archipiélago se enfrentaron en una acción decisiva solo un mes después, el 24 de agosto (Batalla de Svensksund). El vicealmirante Nassau-Siegen derrotó decisivamente a la flotilla costera sueca. Los intentos suecos de revivir el plan de ataque contra Kronstadt en 1790 fracasaron en un ataque indeciso contra Tallin en mayo, y fracasó un nuevo ataque contra los acorazados rusos. Los errores de Gustavus permitieron que la flota de navegación rusa bloqueara sus flotas de navegación y del archipiélago en la bahía de Vibourg. El 3 de julio, los veleros suecos rompieron y Gustavus pudo llevar la flota de bajura a Svenskrund. Un impetuoso ataque a los suecos el 8 de julio terminó en desastre para los rusos. El tratado de paz restauró los límites al statu quo ante bellum. Ambos bandos habían demostrado que el poder marítimo, ejercido por una fuerza combinada de acorazados, cruceros y embarcaciones de bajura, era fundamental para la proyección del poder terrestre en el Báltico oriental, pero ambos también habían demostrado que sus capacidades defensivas superaban con creces su poder ofensivo. Rusia siguió siendo una fuerza poderosa en el Báltico oriental, pero no tan poderosa como para representar una amenaza vital para los intereses de las otras potencias en la región. Si bien las costas del Báltico permanecieron abiertas al tráfico y Rusia permaneció preparada para comerciar con sus provisiones navales vitales, a nadie le interesaba empantanarse en una guerra que se adaptaba tan bien a la defensa. pero ambos también habían demostrado que sus capacidades defensivas superaban con creces su poder ofensivo. Rusia siguió siendo una fuerza poderosa en el Báltico oriental, pero no tan poderosa como para representar una amenaza vital para los intereses de las otras potencias en la región. Si bien las costas del Báltico permanecieron abiertas al tráfico y Rusia permaneció preparada para comerciar con sus provisiones navales vitales, a nadie le interesaba empantanarse en una guerra que se adaptaba tan bien a la defensa. pero ambos también habían demostrado que sus capacidades defensivas superaban con creces su poder ofensivo. Rusia siguió siendo una fuerza poderosa en el Báltico oriental, pero no tan poderosa como para representar una amenaza vital para los intereses de las demás potencias de la región. Si bien las costas del Báltico permanecieron abiertas al tráfico y Rusia permaneció preparada para comerciar con sus provisiones navales vitales, a nadie le interesaba empantanarse en una guerra que se adaptaba tan bien a la defensa.

miércoles, 19 de mayo de 2021

El fin de la Britannia romana y la llegada de los anglos y sajones (2/2)

El fin de la Britannia romana

Parte I || Parte II
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Sin embargo, continuaron las incursiones sajonas. Las estaciones de señales de Yorkshire fueron atacadas al menos dos veces, Huntcliff y Goldborough fueron salvajemente destruidas. El Muro de Adriano dejó de funcionar como una barrera eficaz. Los fuertes permanecieron en uso, pero cada uno pudo haber organizado su propia defensa. A los soldados siempre se les había pagado con monedas enviadas desde Roma que luego se filtraban entre la población a medida que se compraban bienes fuera de los fuertes. Las monedas de las casas de moneda romanas comenzaron a cesar alrededor del año 402 d. C. Este cese del envío de dinero desde Roma o desde las casas de moneda puede deberse a que el transporte de monedas puede haberse vuelto demasiado difícil y riesgoso al cruzar la Galia. También se requería efectivo en otras partes del imperio y Stilicho puede haber detenido los pagos, creyendo que era un desperdicio enviar monedas a Gran Bretaña. Las casas de moneda locales no suministraban monedas por falta de buen metal o por dificultades de producción. Cualquiera que sea la razón, la falta de monedas afectó particularmente a los asentamientos civiles alrededor de los fuertes. Éstos tenían una economía artificial que funcionaba a sueldo de las tropas. Cuando cesó el contacto monetario, los habitantes se alejaron, dejando solo un puñado de personas para ocupar los fuertes como defensa o refugio, de ahí la falta de comunidades asentadas alrededor de los fuertes. Después del 407 d.C., Gran Bretaña existía en monedas ya existentes o en trueque. Los grupos militares probablemente se apoderarían de los suministros donde pudieran. Las unidades del ejército se mantendrían unidas por seguridad y compañerismo, pero cualquier fuerza militar bajo el control militar romano directo se estaba desintegrando.

La situación puede haberse parecido a la descrita en Noricum por Eugippius en La vida de San Severino durante el 470 d.C. Cuando dejó de llegar la moneda, las unidades militares se disolvieron y dejaron sus puestos. Luego, un rey vecino cruzó el Danubio y tomó el control militar de las ciudades romanizadas y de la población, organizándolas en grupos defensivos. Si sucedía lo mismo en Gran Bretaña cuando no llegaba la moneda, los soldados dejarían sus puestos. Los propietarios de pueblos y villas en Gran Bretaña pueden haber contratado soldados para protegerse, como sucedió en otras partes del imperio ahora en desintegración. Puede que no fueran tropas romanas regulares. En cambio, las tropas de las legiones y las fuerzas auxiliares estaban siendo reemplazadas cada vez más por bárbaros o mercenarios, que eran empleados como foederati (guerreros de tribus bárbaras que luchaban a cambio de un subsidio). Es posible que estos no hayan sido pagados, pero han recibido concesiones de tierras a cambio del servicio militar.

Es probable que en la mayoría de las ciudades prosiguiera alguna forma de vida urbana. Londres y las antiguas colonias (York, Gloucester, Lincoln, Colchester) se han mantenido como ciudades, mientras que algunas fortalezas como Chester y Exeter ahora eran ciudades civiles. Incluso sobrevivieron ciudades más pequeñas como Dorchester-on-Thames y Catterick. Algunos no lo hicieron. Wroxeter y Silchester fueron abandonados y Verulamium trasladó su sitio al centro del santuario de St Alban. No se sabe qué forma de vida en la ciudad se mantuvo. Se ha sugerido que los depósitos de tierra oscura en ciudades como Canterbury, Gloucester, Lincoln y Winchester son evidencia de la agricultura en el centro de lo que alguna vez fue una próspera zona urbana. Sin embargo, estos parches pueden ser evidencia de edificios derrumbados, ya que están llenos de cerámica, huesos y carbón. Los refugiados que huyen a las ciudades habrían acampado en cualquier edificio abandonado y seguirían adelante cuando las condiciones se volvieron demasiado desagradables, una característica que se observó en las ciudades que han sido parcialmente destruidas en los últimos siglos. En Cirencester, los escombros analizados en el anfiteatro sugirieron que alguna vez la gente se había reunido allí para refugiarse. En Londres, la gran basílica había sido abandonada; los muelles, no mantenidos, se habían derrumbado. La ciudad, una vez la más grande al norte de los Alpes, se había contraído gradualmente y, aunque algunas personas vivían en sus ruinas, las excavaciones han demostrado que los sajones preferían vivir al oeste de la ciudad en lo que ahora son las áreas de Aldwych y Covent Garden.

Gildas sugirió que no solo la vida en la ciudad se había desintegrado. El potencial conflicto de intereses se basaba en la defensa de los suministros alimentarios, ya que se había abandonado la agricultura a gran escala: “Entonces los británicos comenzaron a atacarse unos a otros y en sus esfuerzos por apoderarse de algunos alimentos se sumergieron las manos en la sangre de sus compatriotas. La agitación doméstica empeoró, los desastres extranjeros no resultaron en alimentos, excepto los que se podían obtener mediante la caza ".

Los propietarios de las villas continuaron trabajando sus tierras como y donde pudieron. Algunos propietarios probablemente se mudaron a lo que pensaban que era la seguridad de las ciudades. Otros continuaron viviendo en edificios en ruinas. Las habitaciones, que alguna vez estuvieron muy decoradas para el orgullo de sus propietarios, ahora se utilizaron para otros fines: se instaló un secador de maíz en un ala de baño en Atworth (Wiltshire), se encendieron fuegos en los pisos de las salas de estar en Ditchley (Oxfordshire) ). En Lufton (Somerset) se construyó un hogar o un fino mosaico y un horno fue tallado en el piso de otra habitación. El colapso de la villa Witcombe se puede observar por las tejas utilizadas como piso y las hogueras que se encienden en los pisos de mosaico. Ahora no había ninguna satisfacción en mantener un estilo de vida romano. O sus dueños habían renunciado al esfuerzo o los ocupantes ilegales se habían refugiado en todo lo posible. La vida ahora era una lucha por la existencia.




La administración central se había derrumbado. Los terratenientes locales se mostraron reacios a ocupar un cargo alto debido al costo. Ya no existía el orgullo de ser parte de la estructura de gobierno. La expulsión de administradores romanos durante el reinado de Constantino en la Galia significó que la red de autoridad central había sido rechazada y faltaban hombres con experiencia en altos cargos. Pocos hombres deseaban asumir el cargo debido al costo y la responsabilidad. Esto significaba que debían hacerse arreglos locales, que diferían de un lugar a otro. El hecho de que Honorio enviara cartas a las ciudades de Gran Bretaña, ordenándoles que tomaran medidas en su propio nombre, era simplemente una forma de palabras; asumió que las ciudades aún existían y estaban bien administradas, pero no sabía que ese era el caso.

Se podría argumentar que Gran Bretaña, al carecer de contacto oficial con la autoridad central romana, comenzó a irrumpir en sus áreas tribales. Las disputas tribales pueden explicar la aparición de defensas de movimiento de tierras lineales. El Wansdyke podría explicarse como una frontera entre los Durotriges y los Dobunni. Bokerley Dyke habría separado a los Durotriges de un avance de los belgas o viceversa. El Fleam Dyke, con una fecha probable de 350–510 d. C., marcaba el límite de las fronteras de Catuvellauni y Iceni, y Beecham Dyke y Foss Dyke también protegían a Iceni en el área del pantano. Grim’s Dyke, al norte de Londres, habría protegido la capital de los ataques del norte. Se podría esperar que protegieran áreas de los ataques de los sajones.

Sin embargo, hubo otros problemas. Las incursiones de los pictos y los escoceses eran cada vez más frecuentes. Vinieron primero como asaltantes y luego como colonos. Los británicos se vieron obligados a buscar ayuda de los sajones contra los pictos y los irlandeses, y los primeros asentamientos sajones pudieron haber sido por invitación de los británicos para dar protección. Tradicionalmente, la fecha de la llegada de los primeros sajones, dada por Beda, basando su trabajo en Gildas, es el 449 d. C. La evidencia arqueológica ha demostrado que el asentamiento se había producido mucho antes de esa fecha. Un grupo de asentamientos sajones al sur de Londres puede haber estado vinculado con un grupo colocado allí para proteger la ciudad.

Posiblemente estas incursiones y asentamientos obligaron a los británicos a hacer un último intento para que el poder romano central proporcionara ayuda. Gildas dijo que se envió un mensaje a Agitius, cónsul por tercera vez, "en los siguientes términos", a Agitius llegan los gemidos de los británicos ... los bárbaros nos arrojan al mar; el mar nos devuelve a los bárbaros; entre estos dos o somos masacrados o ahogados ". Sin embargo, para todas estas súplicas no se recibió ninguna ayuda ". Esto puede fecharse en 446 d. C. y se refiere a Aecio, quien era entonces el principal militar del ejército de Roma. Se le atribuyó la derrota de Atila y sus hunos en el 451 d. C., sólo para ser asesinado estúpidamente por el emperador Valentiniano en el 454 d. C., quien perdió el control de su ejército.

Gran Bretaña también tenía nuevos gobernantes. Gildas mencionó a un tirano orgulloso, a quien Beda identificó como Vortigern, un nombre celta que significa "Rey Supremo". Nennius, en su Historia de los británicos, también lo mencionó y pudo haber nacido alrededor del año 360 d. C. y muerto a fines del 430 d. C. Nennius dijo que los sajones, bajo su líder Hengist, llegaron a Gran Bretaña como exiliados y que fueron recibidos por Vortigern, quien les permitió establecerse en la isla de Thanet a cambio de ayuda militar. Desafortunadamente, se rompió el acuerdo de que se les debía pagar y alimentar. Además, Vortigern se enamoró de la hija de Hengist, se casó con ella y le dio el distrito de Kent a Hengist como precio de la novia. Cualquiera que sea la verdad, Vortigern parece no haber podido evitar que los sajones desembarcaran. Se mencionaron cuarenta barcos cargados y más llegadas significaron que los sajones pronto se extendieron por la tierra.

La Crónica anglosajona confirma esta historia, afirmando que Vortigern (Wurtgern) invitó a Hengist y Horsa y sus bandas de guerreros a Gran Bretaña para brindar protección a las bandas de guerreros que deambulan por el país. Se puede argumentar que Hengist y Horsa no son los nombres reales; como apodos, ambos indican "caballo". Cualquiera que sea el caso, el Chronicle dijo que aceptaron esta invitación pero luego establecieron su propio reino en Kent y mantuvieron el área al derrotar a los británicos en las batallas en Aylesford (455 d.C.), donde Horsa fue asesinado, y en Crayford (456 d.C.). Aparentemente vinieron como foederati, lo que indica que tenían obligaciones con recompensas posteriores para proteger Gran Bretaña. Gildas dijo que les dieron generosas cantidades de comida, pero se quejó de que estas raciones no eran suficientes y dijo que si no se aumentaban, romperían el tratado y pronto asumieron sus amenazas con acciones.

A partir de entonces, la penetración sajona en la isla pareció inevitable. Gildas mencionó la llegada de Aelle en el 477 d. C., quien fundó el reino de Sussex, derrotando a los británicos en la batalla de Anderida (Pevensey) en el 491. La Crónica anglosajona registró que en el 495 d. C. Cerdic y Cynric desembarcaron en el oeste y fundó el reino de Wessex. Estos relatos de las invasiones son muy especulativos, especialmente porque la Crónica declaró que los desembarcos se realizaron en dos o tres barcos. Habría sido imposible para tan pocos hombres en estos barcos ganar batallas decisivas. Sin embargo, indican algo de memoria popular y sería inútil negar que el país pronto sucumbió a la invasión y el asentamiento sajón. Se han encontrado algunos asentamientos sajones tan al interior como Dorchester-on-Thames. Posiblemente estos fueron fundados por hombres contratados como foederati.

Un nombre que surge de la historia de esta época es Ambrosius Aurelianus, también llamado Arthus. Poco se sabe de este hombre y su historia se ha entrelazado irremediablemente con la leyenda y el romance medievales, por lo que es difícil desenredar la realidad de la ficción. Como Rey Arturo, Sir Thomas Malory lo inmortalizó en el siglo XV en su obra Le Morte d’Arthur, con un elaborado relato de Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, mezclando así realidad y ficción. El histórico Ambrosius fue un guerrero, probablemente entrenado en tácticas militares romanas, que dirigió bandas montadas de británicos contra los sajones. La Historia Brittonium llamada Arthus Dux Bellorum, que recuerda a un título militar romano. Estuvo asociado con doce batallas y probablemente dirigió jinetes montados, bien entrenados, que podían derrotar fácilmente a una fuerza de soldados de a pie. Ocho de estas batallas tuvieron lugar en vados donde los soldados de infantería estarían en desventaja. Estas victorias culminaron en una última gran batalla, alrededor del año 500 d. C., en el monte Badon (Mons Badonicus), un sitio no identificado pero probablemente en algún lugar del suroeste. Gildas dijo que "después de esto hubo paz" y alrededor del año 540 d. C. habló de "nuestra seguridad actual".

Esto, sin embargo, fue simplemente un respiro porque pronto se renovó la conquista sajona. En el año 600 d.C., la mayor parte de Gran Bretaña se había dividido en reinos sajones. Los sajones no intentaron emular las costumbres e instituciones romanas, y parece que los británicos no habían asimilado tanto las instituciones romanas como para desear que continuaran. Los anglosajones impusieron su propia ley, idioma, sistemas políticos y valores materiales en Gran Bretaña. La Gran Bretaña romana, cuyo contacto oficial con el Imperio Romano había terminado alrededor del 410 d. C., se fusionó irremediablemente con la Inglaterra sajona.

sábado, 15 de mayo de 2021

El fin de la Britannia romana y la llegada de los anglos y sajones (1/2)

El fin de la Bretaña romana

Parte I || Parte II
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anglo-ejército
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En el 378 d. C. los romanos sufrieron una derrota catastrófica en Adrianópolis, donde dos tercios de su ejército oriental fueron destruidos. Había que traer tropas desde el oeste, que incluía a las de Gran Bretaña. Además, los bárbaros provinciales dirigidos por sus propios reyes y jefes llenaron las filas. En Gran Bretaña hubo campañas contra los pictos y los escoceses dirigidas por Magnus Maximus, un español, que había estado con Teodosio en Gran Bretaña en el 367-9 d.C. y había sido enviado de regreso para organizar las defensas de la provincia. Tuvo éxito en estas campañas, pero estaba resentido por no haber sido ascendido a un cargo más alto. En el año 383 d.C., haciéndose popular entre las tropas y aprovechando su resentimiento contra Graciano, consiguió ser aclamado emperador. Partió hacia la Galia, llevándose consigo un gran número de tropas de Gran Bretaña, probablemente de algunos de los fuertes de Gales y los Peninos del norte que ahora estaban abandonados. Cuando llegó a la Galia, se le unieron algunas tropas en Alemania. Graciano se enfrentó a él en la batalla, pero muchas de sus tropas desertaron a Maximus, por lo que se vio obligado a huir hacia los Alpes. Máximo envió a su oficial de caballería Andragatio en busca de Graciano, quien fue capturado y asesinado, y obligó a Teodosio (el hijo del Conde Teodosio y emperador del este desde 379) a aceptarlo como emperador en el oeste, donde demostró su valía al mantener a la Galia contra las invasiones bárbaras. Esto no lo satisfizo e invadió Italia en el año 387 d. C. expulsando a Valentiniano, que todavía tenía vestigios de su gobierno allí, para buscar refugio con Teodosio en Constantinopla. Luego, Teodosio se vio obligado a intervenir y tuvo lugar un encuentro decisivo en el año 388 d. C. en Aquileia, donde Magnus fue derrotado y ejecutado. En el 394 d. C. Teodosio tuvo que intervenir de nuevo en Italia para contrarrestar una invasión de los godos. En esto tuvo éxito y logró unir el imperio, pero murió en enero de 395 y el imperio se dividió entre sus dos hijos, Honorio y Arcadio, ambos ya aclamados Augusto. Honorio tomó el imperio occidental, reinando desde el 395 hasta el 423 d.C., un período de tiempo considerable para un emperador, pero durante ese tiempo tuvo que enfrentar una serie de crisis, algunas de las cuales afectaron a Gran Bretaña e incluyeron su pérdida como provincia.

Gildas, escribiendo en el siglo VI d.C., indicó que Magnus había retirado tantas tropas de Gran Bretaña que los pictos y los escoceses pudieron atacar Gran Bretaña en grandes cantidades. Los irlandeses hicieron incursiones a lo largo de la costa oeste desde Cumbria hasta Gales. Atacaron tierra adentro hasta Wroxeter y luego comenzaron a establecerse en Gales, posiblemente como resultado de la debilidad militar debido a la retirada de tropas de esta zona. La Legión XX probablemente se había retirado de Chester por esta época, al igual que la Legión II Augusta de Caerleon. Pequeñas guarniciones de auxiliares parecen haber permanecido en algunos fuertes de Gales, incluso en Forden Gaer y Caernarfon, pero parece que los pictos, sin oposición, atacaron hasta la costa sur.

Gildas dijo que los británicos, "prometiendo una sumisión inquebrantable y de todo corazón al dominio romano, si el enemigo pudiera mantenerse a una distancia mayor", imploraron continuamente a Flavius ​​Stilicho, un general vándalo, que enviara una expedición para ayudarlos. Estaba casado con la sobrina de Teodosio, Serena, y era el poder detrás del trono del joven Honorio. A estas alturas, el mando militar romano contaba con el apoyo de aquellos bárbaros que alguna vez habían sido despreciados. Grandes compañías de francos y alamanes se habían convertido en parte del ejército en el oeste y los nombres bárbaros eran ahora comunes en los comandos civiles y militares. Muchos de estos grupos bárbaros cooperaron puramente en efectivo, y los romanos tuvieron que aceptar esto en parte debido a su propia escasez de mano de obra y en parte porque la nobleza romana se negó a dar dinero o reclutas potenciales de sus propiedades. Esto, sin embargo, generó cierta tensión, ya que los romanos nunca pudieron tener plena confianza en estos nuevos mercenarios y aliados.



Claudian, el poeta de la corte de Stilicho, indicó que Stilicho "tenía un cuidado", lo que aseguraba que "Gran Bretaña no debería temer las lanzas de los escoceses ni temblar ante los pictos"; Según Gildas, Estilicón envió ayuda (una "legión") con el resultado de que muchos de los invasores murieron, lo que pareció proporcionar un respiro. Posiblemente, algunas tropas aún pudieron proporcionar una defensa. También informó que se envió otra misión para ayudar a Gran Bretaña, pero como también mencionó que a los británicos se les ordenó construir un muro `` de mar a mar entre ciudades, que resultó haber sido colocado allí por temor al enemigo '', no es claro si sus relatos son precisos. El muro al que se hace referencia debe ser el Muro de Adriano y las "ciudades" son presumiblemente los fuertes. El edificio original del Muro se había perdido en la antigüedad y Gildas probablemente estaba tratando de explicar cuándo fue construido. Sus declaraciones podrían explicarse por toscas inscripciones en los cuatros Muros, que indican que las unidades de construcción fueron proporcionadas por los civitates de Durotriges y Catuvellauni. Pueden haber sido unidades de combate transferidas al norte para reparar la frontera y reforzar su guarnición.

Roma, sin embargo, estaba más preocupada por otras invasiones bárbaras. El imperio estaba siendo amenazado en otros lugares y en el año 401 d. C. se retiraron más tropas, en su mayoría de los fuertes de Gales y Los Peninos, para ayudar a detener los avances de Alarico, líder de los visigodos. A partir de entonces hubo sucesivas retiradas de modo que Gran Bretaña quedó despojada de tropas, lo que provocó más ataques contra Gran Bretaña. Los ataques irlandeses en la costa sur por el rey de Irlanda, Niall de los Nueve Rehenes, pueden estar fechados en el año 405 d. C., pero antes de eso hay evidencia de la destrucción y quema de villas en las regiones de Somerset y Gloucestershire, probablemente por asaltantes irlandeses. La villa de Keynsham se quemó alrededor del 378 d. C., Kings Weston alrededor del 384 d. C. y Atworth, Box, Colne, North Wraxall y otros en esas áreas sufrieron la misma suerte.

San Jerónimo, escribiendo alrededor del año 415 d. C., afirmó que Gran Bretaña era una "provincia fértil en tiranos", y este parece haber sido el caso. Hubo una sucesión de usurpadores de los cuales el primero fue Marco, quien fue elegido por el ejército en el 406 d. C., pero en un año fue depuesto y asesinado. En el año 407 d. C., Graciano, descrito como "un ciudadano de Gran Bretaña", fue elegido y enviado rápidamente. El ejército eligió entonces a un soldado, que tomó el nombre de Constantino III, probablemente creyendo que este nombre lo ayudaría a lograr el imperio. El historiador del siglo V Orosius dijo que fue "elegido entre los soldados de menor rango, únicamente por la esperanza atribuida a su nombre y no porque hubiera logrado ningún honor". Sin embargo, demostró ser un líder militar eficaz. A pesar de la retirada anterior de tropas, pudo tomar aún más tropas de Gran Bretaña, posiblemente atraídas por el botín y la aventura, y cruzó con ellas a la Galia.

Los acontecimientos, sin embargo, se habían apoderado del imperio. Un 31 de diciembre de 406 muy frío, cuando el Rin se congeló, un gran número de alanos, suevos y vándalos cruzaron el río y se extendieron por el norte de la Galia. Constantino se aprovechó de esto, rápidamente estableció una administración en la Galia y luego comenzó a controlar a los invasores. No tuvo del todo éxito, pero fue suficiente para asegurar su autoridad. Luego envió a su hijo Constante y su general Gerontius al sur para invadir España. Hacia el 408 d.C. España estaba bajo su control. Había ganado apoyo porque se dio cuenta de que la mejor oportunidad de defender a Occidente residía en un gobierno fuerte en la Galia, España y Gran Bretaña. Honorio, en el año 409 d.C., aceptando también lo inevitable, reconoció la validez del gobierno de Constantino, lo proclamó como Augusto y aparentemente acordó una provincia galo-británica unida con Constantino como emperador legítimo.

Los problemas en Italia iban a devastar este arreglo. En 410 d. C. se rompió una alianza entre Alarico, líder de los visigodos, y Honorio. Alarico llevó su fuerza a Italia y saqueó Roma, siendo sus tropas góticas las que causaron el mayor daño. Alarico murió al año siguiente, pero esto no perdonó a Roma, ya que su hermano Ataulfo ​​llevó a otro ejército a Italia, lo que provocó confusión y tumulto que resultó en la pérdida de confianza de Honorio en Estilicón y su posterior ejecución. Mientras tanto, Constantino estaba perdiendo el control de los acontecimientos en la Galia. Había reclutado tropas bárbaras en su ejército pero, cuando los bárbaros alemanes entraron en la Galia, no pudieron oponerse a ellos, sino que se concentraron en el saqueo. Las tropas de Constans en España también se salieron de control. Culpó a Gerontius, quien rápidamente se rebeló y apoyó a un soldado, Maximus, como un emperador rival. Se alió con los invasores bárbaros que capturaron y asesinaron a Constans. Luego se trasladaron a la Galia al mismo tiempo que Constantino, queriendo más poder, estaba dirigiendo sus fuerzas a Italia. Al oír esto, Constantino regresó a la Galia, pero Gerontius lo asedió en Arles. Al mismo tiempo, los borgoñones invadieron la Galia con la intención de instalarse allí.



El imperio de Constantino se estaba desintegrando y sus fuerzas británicas estaban perdiendo la fe en él. Lo supiera o no, también hubo serios ataques contra Gran Bretaña, lo que llevó a los británicos a retirar su apoyo a Constantino. Zosimus los describió como "deshacerse del dominio romano y vivir de forma independiente, ya no sujetos al derecho romano y volviendo a sus costumbres nativas y estableciendo su propia administración lo mejor que podían". Esto indicó que expulsaron a los administradores romanos, lo que tendría graves consecuencias más adelante.

Zosimus dijo que Honorio envió cartas a las ciudades de Gran Bretaña, pidiéndoles que se las arreglaran por sí mismas, lo que implica que le habían pedido ayuda. Cualquier intento de ayudar estaba ahora fuera del control de Constantine. El ejército de Honorio avanzó hacia Arles, derrotó a las fuerzas de Gerontio que estaban sitiando la ciudad y obligó a Constantino a rendirse. Constantino fue ejecutado y Gerontius escapó a España donde algunos de sus tropas, al enterarse de su derrota, sitiaron su casa. Al darse cuenta de que no había escapatoria y cediendo a las súplicas de su esposa, la decapitó y se suicidó. Este Imperio Galo ahora había sido destruido.

Honorio no parecía haber hecho ningún intento por volver a poner Gran Bretaña bajo el control romano. No tenía tropas disponibles para hacer esto y estaba preocupado por contener los eventos en la Galia donde el poder real estaba en el control de los borgoñones y los visigodos. De hecho, Procopio, un historiador del siglo VI que fue prefecto de Constantinopla durante el reinado de Justiniano, dijo que los romanos nunca pudieron recuperar Gran Bretaña, que desde entonces permaneció sola, sujeta a varios usurpadores (tiranos).

Por tanto, parecería que a partir del 410 d. C. los británicos tuvieron que confiar en sus propias precauciones contra los invasores. El dominio romano directo en Gran Bretaña había dejado de existir, provocado por una sucesión de rebeliones contra la autoridad central. No hubo retirada de la autoridad romana. Gran Bretaña se había retirado gradualmente de Roma. Es posible que Gran Bretaña, en el extremo noroeste del Imperio Romano, nunca haya sido completamente asumida en ese imperio, posiblemente porque toda la población nunca ha sido completamente romanizada. Se permitió que la autoridad tribal celta continuara cuando las ciudades se convirtieron en capitales de civitas. Los británicos de zonas remotas siguieron siguiendo su propia forma de vida. Fue en las ciudades y las villas donde la gente se sintió más atraída por las condiciones que parecían ofrecer una mejor forma de vida.

Los pueblos esperaban que los fuertes muros los protegieran; sus ciudadanos pueden formar una milicia o contratar mercenarios. Que esto era posible para algunas ciudades lo demuestra una visita de Germán, obispo de Auxerre, a Verulamium en el año 429 d. C. Según el clérigo galo Constancio de Lyon, Germán había sido enviado a Gran Bretaña para contrarrestar la herejía pelagiana. Esto ha sido difundido por Pelagio, un británico, quien decretó que el hombre era responsable de sus propias acciones y que por su propia voluntad humana y la naturaleza dada por Dios determinarían su propia salvación. Esto estaba en oposición directa a la opinión de San Agustín de que el hombre dependía completamente de la voluntad divina y la gracia de Dios, porque la naturaleza frágil de su ser lo hace incapaz de alcanzar la gracia y la salvación por sí mismo.

La herejía pelagiana ganó un fuerte arraigo en las clases altas de Gran Bretaña y puede haber sido esta creencia la que les ayudó a tomar el asunto en sus propias manos para su defensa, a ejercer, de hecho, el libre albedrío. Después de la llegada de Germán, su predicación pareció haber frenado una mayor difusión de estas opiniones heréticas. Luego visitó el santuario de St Alban en Verulamium para celebrar una asamblea, lo que sugiere que la ciudad tenía entonces alguna forma de gobierno para organizar esto. Esto se confirma por el hecho de que sanó a la hija de un hombre que tenía poder de tribuno, es decir, un hombre que tenía liderazgo militar en el sentido romano. Poco después, Germanus obtuvo una victoria sobre una incursión de los pictos y los escoceses, al llevar a los británicos a la batalla e instándolos a gritar 'Aleluya' en el momento del ataque, una acción que se remontaba a la costumbre celta de gritar una batalla. llorar cuando atacaron las fuerzas enemigas. Constancio también afirma que Germano hizo una segunda visita a Gran Bretaña en 437 d. C. pero, como estaba involucrado en la mediación en Amorica en ese momento, esta visita parece poco probable.

domingo, 31 de enero de 2021

Dinamarca y la república de Weimar: Claves de la futura invasión

"Contra el deseo danés de volar la tierra alemana"

El Tratado de Versalles estipuló que la frontera germano-danesa debería ser determinada por referéndums en 1920. Los resultados dividieron ciudades y condados. Dinamarca celebró su triunfo.

Por Antonia Kleikamp  || Die Welt


El tratado de paz que el Reich alemán firmó en Versalles el 28 de junio de 1919 supuso una pesada carga para la joven República de Weimar. Entonces se convirtió en el núcleo de una nueva guerra.


La disposición sonaba clara: "La frontera entre Alemania y Dinamarca se determina de acuerdo con los deseos de la población", afirmó el Tratado de Versalles en el artículo 109. La gente debería dar a conocer su voluntad mediante una votación. Se llevó a cabo en dos votaciones, primero en el norte el 10 de febrero, luego en el sur el 14 de marzo de 1920. Un total de alrededor de 182.000 personas fueron elegibles para votar.

Schleswig, es decir, el área entre los ríos Eider en el sur y Kongeå (en alemán Königsau), se había mezclado étnica y culturalmente durante siglos. Había sido un feudo de la familia real danesa desde la alta Edad Media, pero luchó por la independencia de Copenhague bajo varias dinastías ducales. Las tensiones nacionalistas llevaron a la guerra germano-danesa en 1864, en la que Prusia y Austria ocuparon Schleswig y Holstein. Después de su victoria en Königgrätz en 1866, Prusia formó la provincia de Schleswig-Holstein.


Dinero de emergencia de la comunidad de Husbyholz desde el 1 de julio de 1921
Dinero de emergencia de la comunidad de Husbyholz con una representación del referéndum

Fuente: comunidad de Husbyholz

Esta apropiación debe disolverse en el espíritu de la “autodeterminación de los pueblos”, un objetivo favorito del entonces presidente estadounidense Woodrow Wilson. Esperaba que esto asegurara una estabilidad duradera de las fronteras y, por lo tanto, menos posibilidades de conflictos en el futuro. En primer lugar, por supuesto, el referéndum programado logró exactamente lo contrario: el enfrentamiento entre vecinos.

Con la publicación del borrador del tratado a principios de mayo de 1919, quedó claro para muchos alemanes en el norte de Schleswig que los territorios alemanes que habían estado en Alemania durante más de medio siglo pronto podrían caer en manos de Dinamarca. El 11 de mayo de 1919 hubo manifestaciones en todo el país y especialmente en el Knivsberg simbólicamente cargado, una elevación de 97 metros de altura en el norte de Schleswig, que ofrecía una buena vista del Mar Báltico y en la que se había alzado una poderosa torre Bismarck desde 1901, como símbolo del supuesta membresía permanente de todo Schleswig en el Imperio Alemán.

El "Kieler Neuesten Nachrichten" exageró esta manifestación para "decir adiós a la Marca del Norte alemana". Uno sospechaba del resultado del referéndum; el "lugar sagrado" en Knivsberg "pronto ya no será nuestro". Un orador advirtió y habló en contra del deseo danés de volar la tierra alemana. Sin embargo, solo unas semanas después, a principios de julio de 1919, comenzó el desmantelamiento de la estatua de Bismarck de siete metros de altura en el monumento.


Fuente: Infografía MUNDO

El ambiente en Schleswig continuó calentándose hasta principios de febrero de 1920. La próxima votación, es decir, la decisión, destruyó las relaciones que habían crecido durante décadas. Por otro lado, dio al pueblo danés del norte de Schleswig la libertad de vivir su propia identidad cultural.
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El resultado de la primera ronda de votaciones en la parte norte del área en cuestión el 10 de febrero de 1920 fue bastante claro: el antiguo distrito de Hadersleben votó con más de cuatro quintos por Dinamarca, más precisamente con 6585 votos para Alemania, pero 34,653 votos para Dinamarca. Eso se correspondía bastante exactamente con la información sobre los hablantes nativos del distrito en el censo de 1910. Dado que la mayoría de los alemanes que habían inmigrado desde 1864 vivían en la ciudad de Hadersleben, la proporción era ligeramente diferente aquí: dos quintos para Alemania, tres quintos para Dinamarca. En general, sin embargo, una cosa clara.Era más complicado en el distrito contiguo de Aabenraa al sur. La mayoría de las dos ciudades de Aabenraa y Sønderborg, así como algunos distritos electorales más pequeños, votaron a favor de permanecer con Alemania, mientras que el resultado general aún era claro: un tercio para Alemania, dos tercios para Dinamarca.


Un folleto como llamado a participar en el referéndum de Schleswig en 1920
Fuente: Picture Alliance / Arkivi

El resultado en la parte norte del distrito de Tondern fue completamente inútil para la cuestión de una división. La propia ciudad del distrito votó tres cuartos contra un cuarto para Alemania, pero el resultado general fue tres quintos para Dinamarca.
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El referéndum no pudo complacer a ambos sectores de la población. Dado que las ciudades no podían pertenecer a Alemania sin el país circundante, se tuvo que crear una compensación. Cuando la segunda vuelta en la parte sur de Schleswig tuvo resultados bastante claros, 51.750 votos o cuatro quintos para Alemania y 12.800 votos para Dinamarca, quedó claro: el distrito de Tondern tendría que estar dividido.

Esta división se basó esencialmente en una línea propuesta por el historiador danés Hans Victor Clausen ya en 1891; siguió aproximadamente a la separación entre parroquias en las que el servicio se celebró en danés o en alemán.


ARCHIVO - 11.03.2010, Schleswig-Holstein, North Schleswig: La imagen sin fecha muestra la entrada del rey Christian X de Dinamarca en North Schleswig en 1920. Hace 100 años, un referéndum en Schleswig decidió qué partes serían danesas y cuáles alemanas debiera ser. La frontera que se trazó de manera pacífica y democrática ha sobrevivido hasta el día de hoy, y es un motivo de celebración para los daneses en el aniversario. (a dpa-KORR.: "« Vivir juntos en paz »- Los daneses celebran 100 años dibujando fronteras" - solo en blanco y negro) Foto: - / dpa +++ dpa-Bildfunk +++ | Uso en todo el mundo
Fuente: Picture Alliance / Dpa


El pastor protestante Johannes Tiedje hizo una contrapropuesta, quien sugirió una línea de cinco a 20 kilómetros más al norte como futura frontera. Esta división habría significado que la minoría alemana en el futuro área danesa habría sido aproximadamente la misma que la minoría danesa en la parte que quedaba con Alemania, siempre según los resultados del censo de 1910.

Sin embargo, un acuerdo sobre la Línea Tiedje habría sido percibido como un éxito para Alemania, el perdedor de la guerra, y por lo tanto estaba fuera de discusión. Para Dinamarca, el resultado del referéndum en la Zona I fue una reparación triunfal por la derrota en la guerra de 1864, dice Frank Lubowitz, jefe del archivo y centro de investigación histórica de la etnia alemana en el norte de Schleswig: "Este triunfo se celebró con gran solemnidad"
Vista de un desfile de la Wehrmacht en la Plaza del Ayuntamiento de Copenhague el 28 de agosto de 1940. El 9 de abril de 1940, las tropas de la Wehrmacht invadieron los países neutrales de Dinamarca y Noruega sin una declaración de guerra. El gobierno danés se sometió a la protesta, las fuerzas armadas noruegas que resistían solo se rindieron después de la ocupación de Narvik el 10 de junio de 1940 por instrucciones del rey.


Desfile de la Wehrmacht en la plaza del Ayuntamiento de Copenhague
Fuente: picture-alliance / dpa

Por el lado alemán, sin embargo, hubo enojo y decepción porque los resultados de las votaciones en Aabenraa, Sonderburg y Tønder fueron ignorados. Sin embargo, incluso después de la ocupación de Dinamarca el 9 de abril de 1940, el gobierno de Hitler garantizó su "integridad territorial"; a diferencia de Alsacia-Lorena o la Alta Silesia oriental, no hubo anexiones.

Sólo después de 1945 se superaron las tensiones étnicas entre Dinamarca y Alemania, mediante garantías mutuas de los derechos de las minorías y una estrecha cooperación. Mientras tanto, con la excepción de muy pocos exaltados nacionalistas, ya no hay ambiciones de cambiar la frontera en Schleswig.