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domingo, 30 de octubre de 2022

Terrorismo peronista: La expropiación del diario La Prensa

La expropiación de 1951


Por Claudio Chaves || La Prensa



Entre 1951 y 1955, el gobierno peronista bajó "La Farola" del edificio de La Prensa de Plaza de Mayo y en su lugar colocó un cartel con la leyenda: "Ahora es argentina". El peronismo siempre fue fascismo.




El golpe de estado del 4 de junio de 1943 a diferencia de los que vinieron después tuvo consenso entre la ciudadanía y el periodismo. El diario La Prensa reprodujo en primera plana la proclama militar del golpe y siguió el día a día con entusiasmo. Rápidamente dio su apoyo al Coronel Perón cuando éste, desde su nuevo cargo de Secretario de Trabajo y Previsión, sedujo a los gremios con mejoras y conquistas sociales desplazando al comunismo y al socialismo de esos ámbitos obreros.

Sin embargo a poco andar el clima de armonía fue virando, el gobierno militar comenzó a tomar medidas de censura, como fue el decreto 18.407, de enero de 1944, que reglamentaba la actividad periodística, prohibiendo toda publicación que sea contraria al interés general de la Nación, que perturbe el orden público, que atente contra la moral cristiana o las buenas costumbres, entre otros asuntos. En la oportunidad, La Prensa fue muy crítica de esa reglamentación y a partir de ese momento el periódico pasa a una oposición fuerte y abierta que no cejará hasta su expropiación en 1951, realizada por el gobierno de Juan Perón.

Desde el inicio de su gobierno en junio de 1946 hasta la expropiación en abril de 1951 los arrebatos de Perón contra la prensa en general fueron en aumento. Su explicación dada muchos años después fue que una revolución como la justicialista con profundos cambios sociales no se podía realizar sin vulnerar ciertas libertades individuales, como la de expresión.

RAIZ DEL CONFLICTO

En aquellos años el mundo atravesaba una de las peores catástrofes del siglo XX, la Segunda Guerra Mundial. La influencia que Gran Bretaña había ejercido en nuestro país desde el siglo XIX generó en la cultura política argentina una corriente de simpatía por el llamado mundo libre. Esta corriente empujó a los partidos tradicionales a promover la incorporación de la Argentina en la guerra, del lado de los aliados. El golpe militar de 1943 vino a frustrar esta aspiración planteando una política neutralista.

Este neutralismo fue, para un sector del Ejército y de la sociedad, una política sincera, no morir en tierras lejanas, para otros insincera, dado que sus simpatías por los regímenes autoritarios de corte fascista los hacía defender el neutralismo ante la imposibilidad política y cultural de plantear una alianza con Alemania en un país como la Argentina. Su neutralismo fue táctico. Ambos sectores convivían en el gobierno militar. Si a esto le adicionamos la acción social reivindicativa de los trabajadores llevada adelante por la figura más destacada de ese gobierno, el Coronel Perón, el coctel era explosivo. En apenas dos años, del 43 al 45, Perón eclipsó al conjunto de los partidos políticos.

La Prensa fue un firme defensor de los aliados y sospechaba, en algunos casos con justa causa y en otros equivocadamente, que el gobierno militar era amigo del nazismo. El gobierno finalmente declaró la guerra al Eje pero el hecho no convenció pues ya estaba definida a favor de los aliados. Cuando ese mismo año, 1945 se comenzó a hablar de elecciones generales, sin poner fecha aún, una gigantesca movilización realizada por los partidos tradicionales el 19 de setiembre sacó del gobierno al Coronel Perón. Al día siguiente de su desplazamiento el gobierno anunció elecciones para abril de 1946.

El 17 de octubre otra movilización, en este caso, partidaria del Coronel caído, dio vuelta la taba y Perón ya fuera del gobierno se transformó en el candidato oficial. La Prensa sabía a quién no había que votar y puso el diario al servicio de la Unión Democrática.

PRESIDENCIA DE PERON

Los ataques de La Prensa al gobierno nacional no cejaban, por el contrario aumentaban casi en proyección geométrica como en general lo hacía el resto del periodismo escrito y las radios. El gobierno nacional decidió entonces acallar las voces poniendo en marcha un férreo control de los medios. Compró las cadenas de radio más importante creando la Red azul y blanca de emisoras argentina, y organizó una sociedad anónima llamada Alea que pasó a controlar la totalidad del periodismo escrito, menos La Nación, La Prensa y Clarín. El jefe de esta sociedad fue el Mayor Carlos Aloe.

Múltiples periódicos de todo el país cayeron en poder de Alea. Inmediatamente una serie de decretos presidenciales colocaron el papel de diario, que se importaba, en poder del Estado entregando en cuenta gotas el sobrante a La Prensa y La Nación que se vieron obligadas a reducir las hojas y la tirada del periódico.

En paralelo una Comisión bicameral bajo el control del diputado Emilio Visca puso en marcha una redada de clausuras y confiscaciones. Para fines de 1948 estaba claro que el gran enemigo periodístico del gobierno era La Prensa. Había sido atacada en 1947 por un grupo de manifestantes luego de un acto en la Plaza de Mayo.

El camino a la expropiación se puso en marcha cuando el Sindicato de vendedores de diarios, revistas y afines a través de su Secretario General Napoleón Sollazo planteó una serie de exigencias al diario que sería muy extenso de narrar. La CGT respaldó fuertemente al Sindicato. A partir de ese momento y hasta su expropiación por Ley 14.021, de abril de 1951, debatida en Diputados y Senadores y aprobada por mayoría abrumadora, los conflictos con el Sindicato fueron cotidianos hasta llegar la muerte de un trabajador, Roberto Núñez, responsabilidad de unos matones allegados al gremio.

En la Cámara de Diputados el argumento central verbalizado para justificar la expropiación fue claro y directo: La Prensa es un diario al servicio de intereses foráneos, concretamente el imperialismo británico, renegando de los altos intereses de la República. Debía pagar muy cara su osadía.

EN MANOS DE LA CGT

Uno de los tópicos más valorados por el lector de La Prensa además de su postura política fue la sección cultural de los días domingo. En manos de la CGT la sección se mantuvo, incluso con un alto nivel intelectual, desde 1952 al 55. Era evidente la intencionalidad de dirigirse al mismo público, convocando buenas plumas, pero claro imposible de digerir por el antiperonismo. La exaltación de Eva, que ya había muerto, tanto como de Perón y su obra, lo hecho en educación y turismo, seguramente era indigesta para los lectores tradicionales. En su formato tradicional, sin embargo, fue un suplemento muy moderno en temas de modas, restaurantes y lugares turísticos.

Varios artículos sobre Hogares Escuela en las provincias de Salta y Tucumán evidenciaban el cuidado del gobierno de no tener chicos abandonados. El espacio otorgado a la mujer llama la atención.
En La Prensa expropiada escribieron: Jorge Perrone, Cesar Tiempo, Vera Pichel, Leopoldo Marechal, Leonardo Castellani, José Luis de Imaz, Horacio Rega Molina, José Luis Muñoz Aspiri, Zoiza Relly, Juan Carlos Dávalos, Bernardo Kordón, Tulio Carella, Elias Castelnuovo, María Granata, Ramón Doll, Blackie, Omar Viñole, Antonio J. Benítez, Claudio Martínez Payva, Eduardo Astesano, Cátulo Castillo, Ignacio Anzoategui, Elvio Botana, Bernardo Koremblit.

Una última consideración, en los artículos históricos no aparece el Revisionismo, por el contrario hay notas exaltando la figura de Sarmiento, Paul Groussac o Vicente Fidel López.

jueves, 4 de diciembre de 2014

SGM: La derecha japonesa quiere hacer olvidar a las mujeres de confort

Reescribiendo la guerra, la derecha japonesa ataca un periódico
Por MARTIN FACKLERDEC -  The New York Times


Takashi Uemura, ex periodista, está siendo atacado por sus reportajes sobre "mujeres de confort". Crédito Ko Sasaki para The New York Times


SAPPORO, Japón - Takashi Uemura tenía 33 años cuando escribió el artículo que haría su carrera. A continuación, un periodista de investigación de The Asahi Shimbun, el segundo periódico más grande de Japón, examinó si el Ejército Imperial había obligado a las mujeres a trabajar en burdeles militares durante la Segunda Guerra Mundial. Su informe, bajo el título "Recordar todavía trae lágrimas", fue uno de los primeros en contar la historia de un ex "mujer de confort" de Corea.

Avanzando rápido un cuarto de siglo, y lo que el artículo ha hecho al Sr. Uemura, ahora de 56, y retirado del periodismo, un objetivo de la derecha político de Japón. Los tabloides tildarlo de traidor por difundir "mentiras coreanas" que, según ellos eran parte de una campaña de desprestigio dirigida a ajustar cuentas con el Japón. Las amenazas de violencia, el Sr. Uemura dice, le han costado un trabajo de enseñanza universitaria y pronto podría robarle un segundo. Los ultranacionalistas han llegado incluso a estar detrás de sus hijos, con la publicación de mensajes de Internet instando a la gente a llevar a su hija adolescente a un suicidio.

Las amenazas son parte de un amplio asalto vitriólica por parte de los medios de comunicación y políticos de derecha aquí en el Asahi, que ha sido durante mucho tiempo el periódico que los conservadores japoneses les encanta odiar. La batalla es también la más reciente andanada en una disputa de larga discusión acalorada sobre la culpabilidad del Japón por su comportamiento durante la guerra que ha estallado bajo el gobierno de derecha del primer ministro, Shinzo Abe.

Esta última campaña, sin embargo, ha ido más allá de todo Japón de la posguerra ha visto antes, con los políticos nacionalistas, incluido el Sr. Abe mismo (primer ministro japonés), desatando un torrente de insultos que ha intimidado a uno de los últimos bastiones de influencia política progresiva en Japón. También ha envalentonado a los revisionistas que piden un replanteamiento de la disculpa del gobierno de 1.993 para la coacción durante la guerra de las mujeres a ejercer la prostitución.

"Están utilizando la intimidación como una forma de negar la historia", dijo el Sr. Uemura, quien habló con una urgencia rogando y llegó a una entrevista en esta ciudad norteña con pilas de papeles para defenderse. "Nos quieren intimidar en silencio."

"La guerra contra el Asahi," como comentaristas han llamado, comenzó en agosto, cuando el periódico hizo una reverencia a la crítica pública y se retractó de al menos una docena de artículos publicados en la década de 1980 y principios de los 90. Esos artículos citaron un ex soldado, Seiji Yoshida, quien afirmó haber ayudado a las mujeres coreanas para secuestrar a los burdeles militares. Sr. Yoshida fue desacreditado hace dos décadas, pero la derecha japonesa se abalanzó sobre el gesto del Asahi y llamó a un boicot para conducir los 135 años de edad, el diario de negocios.

En declaraciones a un comité parlamentario en octubre, el Sr. Abe dijo "Información errónea del Asahi ha hecho que muchas personas heridas, la tristeza, el dolor y la ira. Se hirió a la imagen de Japón ".

Con las elecciones de este mes, los analistas dicen que los conservadores están tratando de entorpecer el principal periódico de izquierda, de centro de la nación. El Asahi ha apoyado durante mucho tiempo una mayor expiación por el militarismo de guerra de Japón y se ha opuesto el Sr. Abe en otros temas. Pero se encuentra aislado cada vez más como la oposición liberal de la nación sigue en desorden después de una aplastante derrota en las urnas hace dos años.

Sr. Abe y sus aliados políticos también se han aprovechado de los problemas del Asahi como una oportunidad largamente esperada para ir tras el partido más grande: la vista ahora internacionalmente aceptado que los militares japoneses coaccionado a decenas de miles de coreanos y otras mujeres extranjeras a la esclavitud sexual durante la guerra.

La mayoría de los principales historiadores están de acuerdo en que el Ejército Imperial trató a las mujeres en los territorios conquistados como botín de la batalla, el redondeo de ellos para trabajar en un sistema de burdeles militares ejecutar conocidos como centros de solaz que se extendían desde China hasta el Pacífico Sur. Muchos fueron engañados con ofertas de empleo en las fábricas y los hospitales y luego forzadas a mantener relaciones sexuales a los soldados imperiales en los centros de solaz. En el sudeste de Asia, existe evidencia de que los soldados japoneses simplemente secuestraron a las mujeres a trabajar en los burdeles.

Entre las mujeres que hayan dado a conocer a decir que fueron forzadas a tener relaciones sexuales con los soldados son chinos, coreanos y filipinos, así como las mujeres holandeses capturados en Indonesia, entonces una colonia holandesa.

Hay poca evidencia de que los militares japoneses secuestrados o participó directamente en atrapar las mujeres en Corea, que había sido una colonia japonesa desde hace décadas, cuando comenzó la guerra, aunque las mujeres y los activistas que los apoyan dicen que las mujeres a menudo eran engañados y obligados a trabajar en contra de su voluntad.

Los revisionistas, sin embargo, se han aprovechado de la falta de evidencia de secuestros negar que algunas mujeres estaban cautivos en la esclavitud sexual y para argumentar que las mujeres de solaz eran simplemente campamento siguiente prostitutas a hacer buen dinero.

Para los estudiosos del tema mujeres de solaz, la sorpresa no fue la conclusión del Asahi que el señor Yoshida había mentido - el periódico reconoció en 1997 que no podía verificar su cuenta - pero que esperó tanto tiempo para emitir una retractación formal. Los empleados de The Asahi dijo que finalmente actuó porque los miembros del gobierno de Abe habían estado utilizando los artículos de criticar a sus reporteros, y esperaba a despuntar los ataques mediante el establecimiento de las cosas en claro.

En cambio, el movimiento provocó una tormenta de denuncias y se entregó a los revisionistas una nueva apertura para promover su versión de la historia. Ellos también están presionando a un reclamo que ha dejado a los expertos extranjeros rascándose la cabeza con incredulidad: que solo El Asahi es el culpable de convencer al mundo de que las mujeres de solaz eran víctimas de coerción.

Aunque decenas de mujeres se han presentado con el testimonio de sus pruebas, el derecho japonés sostiene que fue la presentación de informes del Asahi que dio lugar a la condena internacional de Japón, incluyendo una resolución de 2007 por los Estados Unidos Cámara de Representantes llamado en Japón a disculparse por "uno de los mayores casos de trata de personas en el siglo 20 ".

Para los conservadores, humillándose El Asahi es también una manera de avanzar en su agenda desde hace mucho tiempo de borrar representaciones de Japón imperial que consideran demasiado negativo y, finalmente, volcar la disculpa 1993 para consolar a las mujeres, según los analistas. Muchos en la derecha han argumentado que el comportamiento de Japón no era peor que la de otros combatientes de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo el bombardeo de civiles japoneses de los Estados Unidos.

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"La admisión del Asahi es una oportunidad para que la derecha revisionista que decir: 'Ver! Les dijimos que sí! '", Dijo Koichi Nakano, un politólogo de la Universidad de Sophia en Tokio. "Abe ve esto como su oportunidad de ir después de un problema histórico que él cree que ha herido el honor nacional de Japón."

El competidor conservador del Asahi, The Yomiuri Shimbun, el periódico de mayor circulación en el mundo, ha capitalizado en los problemas de su rival mediante la distribución de folletos que resaltan los errores del Asahi en la información sobre las mujeres de consuelo. Desde agosto, la circulación diaria del Asahi se ha reducido en 230.797 para llegar a cerca de siete millones de lectores, según la Oficina de Auditoría de Circulaciones de Japón.

Los tabloides de derecha han ido más lejos, señalando el Sr. Uemura como un "fabricante de mujeres de confort" a pesar de que su artículo no se encontraba entre los que El Asahi retiró.

El Sr. Uemura dijo The Asahi había sido demasiado miedo para defenderlo, o incluso a sí mismo. En septiembre, los altos ejecutivos del periódico se disculpó por la televisión y dispararon el editor en jefe.

"Abe está utilizando problemas del Asahi para intimidar a otros medios de comunicación a la autocensura", dijo Jiro Yamaguchi, un politólogo que ayudó a organizar una petición para apoyar al Sr. Uemura. "Esta es una nueva forma de macartismo".

Gakuen University Hokusei, una pequeña universidad cristiana donde el Sr. Uemura conferencias sobre la cultura y la historia local, dijo que estaba revisando su contrato debido a amenazas de bomba por los ultranacionalistas. En una tarde reciente, algunos de los partidarios del Sr. Uemura se reunieron para escuchar un sermón de advertencia en contra de repetir los errores de los años oscuros antes de la guerra, cuando la nación pisoteada disidencia.

El Sr. Uemura no asistió, explicando que él ahora era reacio a aparecer en público. "Este es el camino de la derecha de amenazar a otros periodistas en el silencio", dijo. "Ellos no quieren sufrir la misma suerte que tengo."