La desconocida historia del submarino Chileno, que estuvo a horas de activar la defensa
La Fuerza de Submarinos de la Armada de Chile en el conflicto de 1978
Al mando del “Simpson”, el capitán de navío (r) Rubén Scheihing tuvo en 1978 la misión más difícil de su carrera: impedir por las armas la invasión argentina. Para ello debió enfrentar múltiples desventajas y el peso de una tarea en la que no tenía margen de error. Hace exactamente 30 años, 81 chilenos aguardaban el inicio de la guerra metidos en un viejo tubo de hierro. La tripulación del submarino “Simpson” tenía una orden perentoria del almirante José Toribio Merino: impedir por las armas cualquier intento de desembarco argentino en las islas del Beagle. De máximo riesgo, la misión encerraba además dos problemas que la hacían casi suicida: el “Simpson” era un sumergible veterano de la II Guerra Mundial que difícilmente escaparía del contraataque enemigo; y tendría que enfrentar la hora “H”, el inicio del ataque trasandino, en solitario. Este adverso escenario convirtió la extenuante patrulla de guerra del “Simpson” -duró casi 70 días- en uno de los capítulos más desconocidos de la tensión que a fines de 1978 estuvo a punto de enfrentar a Chile y Argentina. Treinta años después, el comandante de esa nave, el capitán de navío (r) Rubén Scheihing, revela los secretos de una misión en la que, reconoce, “envejecí algunos años”.
Solo y sin snorkel
A comienzos de 1978, la Armada tenía cuatro submarinos, pero sólo tres disponibles. El “Thomson”, gemelo del “Simpson”, estaba desguazado, y los recién llegados “Hyatt” y “O’Brien” eran de los más modernos de la región. La Flota de Mar (Flomar) de Argentina también tenía cuatro submarinos, pero todos operativos: dos estadounidenses de la II Guerra Mundial (“Santa Fe” y “Santiago del Estero”) y dos 209 alemanes (“San Luis” y “Salta”) recién comprados. A fines de año, la ventaja argentina pasó de leve a mayúscula. El “O’Brien” entró a dique para mantención y al “Hyatt” le falló un motor. Tuvo que regresar a Talcahuano. La noticia caló hondo en el “Simpson”. Durante todo el año, y a medida que las negociaciones diplomáticas con Argentina se empantanaban, la tripulación había entrenado intensamente para repeler una eventual invasión. Ahora tendrían que hacerlo solos. Y ése no era el único factor en contra. Por su antigüedad, la nave carecía de snorkel, una especie de tubo de escape retráctil que le permite navegar a 20 metros bajo la superficie usando sus motores diésel. Éstos, a su vez, recargan las baterías eléctricas, que son las que pueden llevarlo a silenciosos descensos de hasta 600 pies de profundidad. Sin snorkel, el “Simpson” estaba obligado a emerger por períodos de hasta ocho horas para recargar baterías, haciéndose detectable para los radares o aviones enemigos. En la práctica, el buque no podía sumergirse más de 24 horas, y a escasos cinco nudos por hora. Si había que evadir un ataque, las baterías se agotarían antes. Scheihing recuerda que otra desventaja era el armamento. La “Enmienda Kennedy” había dejado a los submarinos chilenos con antiguos torpedos a vapor MK 14 y MK 27. Los argentinos tenían eléctricos MK 37, de más alcance y confiabilidad. “No había otra cosa. Si había que tirarles piedras, se les tiraban”, explica. Por eso, cuando recibió la orden de Merino, tomó el sistema de comunicación interna, leyó el mensaje a sus hombres y los arengó: “¡Esto significa que estamos viviendo, a partir de este instante, una situación de guerra con Argentina. Como todos sabemos, es posible que nos hundan, pero me comprometo con ustedes a que antes que eso suceda, a lo menos, nos llevaremos a dos de ellos!”. Tras un momento de silencio, detalla el comandante, “se escuchó como un rugido en todo el submarino: ‘¡Viva Chile, m…!'”. Pero si atacaba por error, este oficial dejaría a Chile como país agresor y en una compleja perspectiva de cara a una negociación de paz. “Fue una situación de guerra (…) Yo estaba autorizado para romper las hostilidades. ¡Imagínese! Era el primer contacto. La responsabilidad era tremenda. Primero, porque rompería las hostilidades, y segundo, porque pondría en jaque la seguridad del submarino, que es lo de menos cuando se trata de hundir al resto”, explica.
¿Disparó el “Simpson”?
Ricardo Burzaco, experto argentino en el tema, publicó recientemente una investigación sobre las operaciones submarinas transandinas de 1978 en la revista Defensa y Seguridad. Allí sostiene que el “Simpson” fue descubierto dos veces por sumergibles argentinos. Primero por el “Santiago del Estero”, que lo encontró cargando baterías en la superficie, y luego por el “Salta”, justo antes de la hora “H”, que también lo divisó a nivel del mar. La máxima tensión reinante llevó a que el capitán argentino ordenara preparar torpedos. Como no estaban en aguas argentinas, agrega Burzaco, el comandante argentino dudó en atacar. En ese momento el oficial sonarista lanzó una alarma de torpedo enemigo, por lo que ordenó una maniobra evasiva. Luego, el rumor de un supuesto proyectil chileno se desvaneció. Tajante, Scheihing niega esta versión y asegura que el “Simpson” nunca tuvo contacto con adversarios. “No hubo lanzamiento. Nunca disparamos nada. Estábamos listos, pero le garantizo que no (disparamos)”, sostiene. Hacia el final de la patrulla, la tripulación del “Simpson” ya sentía el rigor de la tensión bélica. Los víveres eran escasos, no quedaban alimentos frescos y el aire dentro del submarino era pesado, mezcla de aceite y gases. Sólo podían bañarse -si limpiarse el cuerpo con una esponja mojada puede considerarse un baño- cada tres días. Sólo querían que el conflicto se zanjara de una vez, por las armas o por la paz. La providencial conjunción de una tormenta con olas de hasta 15 metros, que retrasó la operación “Soberanía”, y la mediación del Papa Juan Pablo II, sin embargo, terminarían por impedir el enfrentamiento. El “Simpson” pudo volver a su base. “Nunca había visto un tiempo tan malo, estaba pésimo. Estaba tan malo que no había posibilidad de operaciones aéreas ni anfibias. De no haber mediado las condiciones de tiempo, y si los argentinos hubiesen cumplido el plan ‘Soberanía’, esto no se habría podido parar”, concluye el vicealmirante (r) Hernán Rivera.
El “Prat”, primer objetivo argentino
Si el “Simpson” abría fuego contra una invasión argentina, enseguida sería el turno del crucero “Prat”, buque insignia de la Escuadra que debía disparar su artillería contra la flota de desembarco adversaria. A bordo estaba el ahora vicealmirante (r) Hernán Rivera, por entonces jefe del estado mayor de la Escuadra. Por su naturaleza, el “Prat” probablemente habría sido el primer objetivo de los ataques argentinos, tanto aéreos como marítimos y submarinos. En el buque insignia lo sabían, pero nadie, dice Rivera, manifestó temor. “En la gente nuestra no había ninguna duda. El espíritu era ir cuanto antes a la guerra y definir esta cuestión”, sostiene. La gran ventaja de la flota argentina, explica, era el portaaviones “25 de Mayo”, que le daba supremacía aérea y hacía vulnerables a los buques chilenos. La Escuadra chilena, agrega, tenía a su favor la cohesión alcanzada por las tripulaciones tras un año de intenso entrenamiento, la eficiencia de la aviación naval -informaba cada cuatro horas la posición de los buques argentinos- y el refugio natural que ofrecían los fondeaderos en los canales. “Ellos sabían que estábamos en el sur, pero no sabían dónde (…) Los fondeaderos de guerra son lugares absolutamente camuflados donde es imposible ver los buques, ni siquiera sobrevolando”, asegura Rivera. Así, las naves chilenas lograban disimular falencias como la escasez de pertrechos, debido al embargo de Estados Unidos, y el hecho que la iniciativa estaba en manos de los argentinos. Con todo, admite el retirado oficial, “el ‘Prat’ habría sufrido daños importantes como consecuencia del ataque de los aviones del ’25 de Mayo’. Por eso nos colocamos en una disposición de combate en la que primero estaban los buques misileros, que en el fondo eran los que iban a decidir esta cuestión en el combate de superficie”. Rivera recuerda como el momento más crítico el 20 de diciembre de 1978, cuando recibieron la orden de salir al paso de la flota argentina. El vicealmirante Raúl López Silva, comandante en jefe de la Escuadra, reunió a los capitanes de todos los buques y les advirtió: “Señores, vamos a definir esta situación de una vez por todas. Se acabaron los ejercicios. La próxima vez que toque un zafarrancho de combate significa que estamos enfrentados a los argentinos”. Pocas horas después, cuando la Escuadra aún salía hacia el teatro de operaciones, sonó el citado zafarrancho. “Le prometo que nunca vi tanta rapidez para cubrir los puestos de combate”, recuerda Rivera. La alarma, eso sí, resultó falsa. El “contacto” del sonar resultó ser una sonda estadounidense que recolectaba datos atmosféricos. Así fue que ambas fuerzas llegaron a estar a unas 10 horas de poder atacarse con sus misiles, lo que fue impedido por la mediación papal. Rivera asegura que la Divina Providencia también hizo lo suyo, desatando un temporal que dilató la “Operación Soberanía”, que debía comenzar tres días antes de la “Hora H” con la toma de unas pequeñas islas al sur del Beagle. “Nunca había visto un tiempo tan malo, estaba pésimo. Estaba tan malo que no había posibilidad de operaciones aéreas ni anfibias. De no haber mediado las condiciones de tiempo, y si los argentinos hubiesen cumplido el plan ‘Soberanía’, esto no se habría podido parar”, concluye.
El misterio del submarino U-3523: la huida de Hitler a la Argentina, los archivos secretos de la CIA y una extraña foto
Una de las versiones más difundidas sobre el supuesto escape del criminal nazi sostenía que llegó a bordo de la nave más sofisticada de la marina alemana, capaz de atravesar el Atlántico sin necesidad de emerger. Aunque nunca la aceptó oficialmente, la inteligencia norteamericana no descartó esa posibilidad y hay documentos que prueban la búsqueda del Führer en el país sudamericano. Qué fue del submarino y dónde se la halló 73 años después
La
versión aseguraba que el Führer no se suicidó en el búnker el 30 de
abril de 1945 sino que, acompañado por Eva Braun y unos pocos
colaboradores, abordó un avión pequeño que lo llevó a un puerto donde lo
esperaba desde hacía días un submarino que navegó hasta una costa del
sur de la Argentina
Debieron
pasar 73 años para que se derrumbara –o, para decirlo mejor, se hundiera
definitivamente– una de las teorías más difundidas sobre la supuesta
huida de Adolf Hitler a Sudamérica luego de la derrota del Tercer Reich.
La
versión aseguraba que el Führer no se suicidó en el búnker el 30 de
abril de 1945 sino que, acompañado por Eva Braun y unos pocos
colaboradores, abordó un avión pequeño que lo llevó a un puerto donde lo
esperaba desde hacía días un submarino que navegó hasta una costa del
sur de la Argentina. Allí, siempre según ese relato, ya había un
operativo montado que esperó su desembarco y lo escondió en un sitio
seguro.
La historia se sostuvo durante todos esos años porque
el submarino en cuestión, el U-3523, desapareció sin dejar rastros. Se
decía que, para borrar toda huella de ese escape, fue hundido por su
propia tripulación en alta mar, después de dejar a Hitler en tierra
firme.
Tampoco sonaba descabellada porque
otros dos submarinos alemanes, el U-530 y el U-977, se rindieron en Mar
del Plata bastante después de la caída del Tercer Reich, en julio y
agosto de 1945. Si dos habían llegado hasta las costas argentinas, bien
podría haberlo hecho un tercero.
Un modelo de submarino similar al que siempre se dijo que había llevado a Hitler a la Argentina y que fue hallado en Dinamarca
Hubo
que esperar hasta el 13 de abril de 2018 para descubrir la verdad sobre
el final del U-3527 y, con ella, de esa supuesta huida de Hitler
cruzando el Atlántico. Ese día el Museo de Guerra de Dinamarca, ubicado
en Copenhague, anunció que había hallado el famoso submarino nazi en las aguas territoriales de ese país, hundido a 123 metros de profundidad.
“El
museo localizó los restos del submarino alemán U-3523, que fue hundido
en el estrecho de Skagerrak por la aeronave B24 Liberator el 6 de mayo
de 1945″, informó el Museo en un comunicado.
Y
se refirió específicamente a la versión: “Debido a su capacidad de
permanecer sumergido durante un tiempo prolongado, el U-3523 alimentó
los rumores de que había sido el medio de transporte de la élite nazi
para escapar hacia Sudamérica”.
Buscando a Hitler
La
versión oficial sobre la suerte corrida por Hitler al final de la
Segunda Guerra es que, el 30 de abril de 1945, Hitler ordenó a sus
ayudantes traer varios bidones de gasolina en la salida exterior del
búnker para deshacerse de su cuerpo y del de su esposa, Eva Braun.
Luego de eso, el matrimonio se encerró en una habitación durante 15
minutos y para cuando entraron en la sala, Hitler tenía un disparo de
bala en la cabeza y Braun yacía tumbada por el efecto del cianuro. Sus
cadáveres fueron quemados, como había ordenado el Führer derrotado.
Hitler y Eva Braun en la intimidad (Getty)
Los
aliados dieron públicamente por cierta esa historia –reconstruida a
partir de los testimonios de colaboradores del bunker-, pero lo cierto
es que dudaron en secreto de su veracidad. Podía ser una maniobra de distracción para facilitar la huida de Hitler y evitar que se lo siguiera buscando.
Hay pruebas concretas de que la inteligencia norteamericana intentó rastrearlo en la Argentina.
En julio de 1945, un cable secreto de la Embajada norteamericana en Buenos Aires informó a Washington: “Llegada de submarinos alemanes a las costas de Argentina.
Circulan varios rumores en Buenos Aires referidos a la llegada del
submarino U-530 antes de su rendición. Una fuente de credibilidad
desconocida asegura que el 28 de junio un submarino emergió en Puerto
San Julián, territorio de la provincia de Santa Cruz, del que descendieron dos personas sin identificar, uno sería un alto oficial y la otra una muy importante persona”.
Hermann Fegelein, cuñado de Hitler, y su esposa Margarete "Gretl" Braun, hermana de la amante del Führer (Interfoto)
Los
norteamericanos no descartaron que el submarino visto en Puerto San
Julián fuera en realidad el U-3523 y no el U-530. En cuanto a las dos
personas mencionadas, se pensó que podían ser Hitler –el civil– y su cuñado Hermann Fegelein, quien supuestamente había sido ejecutado por orden del propio Führer el 29 de abril anterior en el bunker.
Informes y especulaciones
Un informe, en este caso del FBI, fechado el 21 de septiembre de 1954 detallaba las declaraciones de testigos
que aseguraban que Hitler había llegado a la Argentina dos semanas y
media después de la caída de Berlín a bordo de un submarino. También
indica un supuesto destino en tierra: “Según un plan preestablecido con
seis altos funcionarios argentinos, al amanecer se cargaron todas las
provisiones y partieron hacia las estribaciones de los Andes
meridionales”, dice el archivo desclasificado.
Uno de los archivos secretos de la CIA
No son pocos los documentos de la inteligencia estadounidense desclasificados que demuestran que en Washington sospechaban que Hitler había logrado escapar.
Uno de ellos, del 3 de octubre de 1955, contiene denuncias de un ex
soldado de las SS llamado Philip Citroën de que el Führer había estado
escondido en la Argentina y que de allí había seguido a Colombia.
Incluso, incluye una foto del presunto Hitler tomada en 1954 en la ciudad colombiana de Tunja.
El documento agrega: “Según Citroën, los alemanes que residían en
Tunja, Colombia, siguieron a ese supuesto Hitler ofreciendo el saludo
nazi”.
Uno
de los archivos de inteligencia, del 3 de octubre de 1955, contiene
denuncias de un ex soldado de las SS llamado Philip Citroën de que el
Führer había estado escondido en la Argentina y que de allí había
seguido a Colombia. Incluso, incluye una foto del presunto Hitler tomada
en 1954 en la ciudad colombiana de Tunja
Incluso en 2014, el argentino Abel Basti, autor de El exilio de Hitler, sostenía que, una vez llegado a las costas argentinas, Hitler
“no vivió enclaustrado” sino que se movía con libertad por Argentina y
otros países como Brasil, Colombia y Paraguay. Según Basti, las
principales agencias de inteligencia del mundo, como la CIA y el MI6
británico, contaban con informes y fotografías que confirmaban su presencia en Sudamérica después de 1945.
Un submarino sofisticado
La
rendición en el puerto de Mar del Plata de los submarinos U-530, el 10
de julio de 1945, y U-977, el 17 de agosto de ese año, despertó las
alertas de la inteligencia aliada sobre una posible huida de Hitler.
Cuando se entregó, el comandante del U-530, Otto Wermouth, había destruido la bitácora de a bordo y sus testimonios sobre la deriva de la nave fueron contradictorios.
Tampoco pudo explicar de manera creíble porqué faltaba un bote de goma,
similar a otro que luego fue encontrado en las playas de Mar del Sur.
El U-977 apareció en Mar del Plata el 17 de agosto de 1945
Tampoco fue del todo claro Heinz Schäffer,
comandante del U-977, cuando le pidieron que explicara por qué, al
comparar el número de marinos que se entregaron con la propia bitácora
de la nave, faltaban 16 tripulantes y tres botes. Dijo que “la
noche del 10 de mayo de 1945, entre las 02.30 h. y las 03.30 h., 3
marineros y 13 suboficiales tomaron tres de las balsas más grandes, una
de las cuales fue dañada y abandonada (...) siendo dejados sobre la Isla
de Holsenoy, cerca de Bergen (Noruega)”. Sus palabras nunca pudieron
ser comprobadas.
Hitler y algunos de sus
acólitos podía haber bajado de cualquiera de esos dos submarinos en las
costas del sur argentino, pero la mira seguía puesta en el U-3523, que
no aparecía por ningún lado.
El U-530 se rindió en Mar del Plata el 10 de julio de 1945
No se trataba solamente de que
no se conocía su destino sino –y sobre todo– de sus características
especiales: era el modelo más sofisticado de los U-boat alemanes, de la
flota Tipo XXI, el único capaz de atravesar el Atlántico hasta Sudamérica sin necesidad de emerger.
Si
Hitler y otros altos jerarcas habían huido de Alemania en un submarino,
tenía que ser ese, el misterioso U-3523. Además, era casi único: los
alemanes habían alcanzado a fabricar solamente dos de ese modelo.
Doble hundimiento
El
descubrimiento del U-3523 puso fin al misterio de su desaparición y
también acabó con la teoría que sostenía que Hitler había llegado en él a
las costas argentinas.
Las
señales que permitieron el hallazgo en las profundidades aparecieron en
una pantalla durante una exploración del fondo marino que un grupo de
investigadores del Museo Jutland realizaba a 18,5 kilómetros al norte de
la ciudad danesa de Skagen.
El
U-3523 fue hundido por bombas de profundidad en el estrecho de
Skagerrak por un avión "B24 Liberator" de la Royal Air Force británica,
el 6 de mayo de 1945
El Museo
Jutland hasta ahora ha barrido y encontrado alrededor de 450 naufragios
en el Mar del Norte y en el Estrecho de Skagerrak. De ese total, 12 son
submarinos, 3 de los cuales son británicos y 9 alemanes.
Por su localización en el estrecho de Skagerrak se pudo establecer también que el U-3523 fue hundido el 6 de mayo de 1945, con 58 tripulantes a bordo, por el bombardero aliado B24 Liberator. Lo detectaron a unos 16 kilómetros al oeste de la posición en que fue reportado por el bombardero que lo atacó.
El
U-3523 fue hallado a unas 9 millas náuticas (16,6 km) al oeste de la
posición en que fue reportado por el bombardero que lo atacó
Una
vez encontrado, su identificación no resultó difícil. Además de los
datos históricos que señalaban que el U-3523 había sido hundido en esa
zona, existe un modelo idéntico en el Museo Marítimo Alemán con el cual
se compararon los restos recuperados.
“Lo
curioso es que, a diferencia de otros hallazgos, los restos estaban como
clavados en el lecho marino. Lo que hizo más fácil su identificación”,
explicaron los expertos de Jutland al anunciar el descubrimiento.
Desde
el Museo Jutland informaron informaron que la nave se encuentra a 123
metros de profundidad, por lo que adelantaron que será muy difícil
acceder a ella
Cuatro años después de que lo encontraran, el misterioso U-3523 sigue en el fondo del mar.
Se calcula se demorará años en recuperar sus restos, por la profundidad
a la que se encuentran y lo costoso de la operación de rescate.
Hasta entonces, seguramente, habrá
quienes sostengan que Adolf Hitler no se suicidó en el bunker y que sus
huesos quedaron dentro del submarino, en el fondo del mar.
Uno de los objetivos de guerra declarados de las potencias del Eje era convertir las tierras y los satélites conquistados en "esferas" económicas autosuficientes que sirvieran a las necesidades estratégicas y económicas de cada raza maestra. Durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, ni Alemania ni Japón ni ninguna de las áreas más amplias que pusieron bajo su control temporal eran totalmente autosuficientes en materia prima y técnicas industriales necesarias para la guerra moderna. Alemania y su "esfera" eran deficientes en una gran cantidad de materias primas industriales, entre las cuales el caucho y ciertas ferroaleaciones habían sido tradicionalmente importadas del este y sudeste asiático. Japón carecía de materias primas y habilidades de fabricación, entre ellas ciertas técnicas, particularmente en las industrias química, de máquinas herramientas y de instrumentos de precisión, que estaban disponibles en Alemania. El hecho de que las dos potencias no logren un intercambio satisfactorio, intercambiando lo que tenían por lo que necesitaban, es una prueba más de la debilidad de su alianza en tiempos de guerra.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en Europa, no existía un programa general para la coordinación económica o tecnológica entre los dos países. El reciente pacto ruso-alemán había dejado a los japoneses sin ánimo de colaborar. Un tratado económico general, considerado por los dos países durante más de un año y finalmente rubricado a fines de julio de 1939, fue suspendido por los japoneses a principios de septiembre a raíz de la ruptura política entre las dos naciones y debido a la dificultad de realizar negocios ordinarios. transacciones con empresas alemanas en condiciones de guerra.
En el otoño de 1939, el estallido de la guerra en Europa, naturalmente, afectó a la economía alemana de manera más decisiva que a los japoneses, porque el nuevo estatus de Alemania como beligerante y el bloqueo británico la aislaron de inmediato de algunas de sus fuentes más importantes de ultramar. importaciones Por el contrario, Japón todavía tenía acceso al mercado estadounidense y a los recursos de materias primas del sudeste asiático de los que dependía principalmente su economía de guerra. Su patrón de comercio en tiempos de paz solo se vio ligeramente afectado por la guerra chino-japonesa no declarada y la reciente decisión estadounidense (julio de 1939) de cancelar el tratado comercial japonés-estadounidense a principios de 1940.
Por lo tanto, Alemania dependía de Japón más que Japón de ella. En particular, los alemanes esperaban que Japón desafiara el bloqueo británico y proporcionara al Reich materiales producidos tanto en el área que Japón controlaba política y militarmente (Japón, Manchuria y partes de China) como en otros países, principalmente del sudeste asiático y América del Sur, donde Japón podría actuar como comprador de importaciones alemanas. Desafortunadamente para Berlín, la condición de la economía japonesa y la política de su gobierno durante el período de la "guerra falsa" hicieron que el desafío del bloqueo británico no fuera factible ni deseable desde el punto de vista japonés. La propia dependencia de Japón de los mercados del Imperio y de otras áreas susceptibles, en parte, a la influencia británica, le impidió arriesgarse al descontento británico por el bien de Alemania.
Consideraciones políticas como estas fueron las principales responsables de la cantidad limitada de asistencia que Japón prestó a la economía de guerra alemana durante los primeros meses de la guerra. Las consideraciones económicas también desempeñaron un papel, aunque más pequeño, en la cancelación por parte de Alemania de una serie de pedidos japoneses de equipo pesado contraídos antes del estallido de hostilidades y los fuertes compromisos alemanes para la exportación de bienes de capital a la Unión Soviética (a raíz de la Unión Soviética alemana pacto) convenció a los japoneses de que podían obtener poco de los sectores de la industria alemana en los que estaban ansiosos por hacer sus pedidos más pesados.
Una gota de ayuda
Sería tedioso contar en detalle la historia de la decepción de Alemania por la asistencia japonesa inadecuada durante la "guerra falsa". Será suficiente mencionar algunas de las áreas en las que la ayuda japonesa estuvo muy por debajo de las expectativas alemanas. Un área crítica para Alemania era la de los aceites y grasas comestibles, ya que la producción nacional proporcionaba solo el 60 por ciento de la cantidad necesaria. Antes de la guerra, las importaciones de soja y cultivos similares de Manchuria habían jugado un papel importante en el cierre de la "brecha de grasa" alemana (Fettlücke). Con el estallido de la guerra, las importaciones alemanas cayeron precipitadamente; durante el período de la "guerra falsa", las importaciones alemanas de soja de Manchuria se redujeron a aproximadamente el 4 por ciento de su nivel anterior a la guerra; Durante la segunda mitad de 1940, volvieron a subir a aproximadamente el 12% de su nivel anterior a la guerra, mientras que durante la primera mitad de 1941 se acercaron a solo el 30%.
El fuerte declive de las importaciones alemanas de soja se sintió aún más amargamente en Berlín, ya que durante los primeros veinte meses de la Segunda Guerra Mundial existieron amplios medios de transporte desde Manchuria. De hecho, ya en septiembre de 1939, la Unión Soviética había otorgado a Alemania una reducción del 50 por ciento en las tarifas de flete para el envío de soja a través del Ferrocarril Transiberiano. Este acuerdo favorable se renovó en los tratados comerciales germano-soviéticos de principios de 1940 y principios de 1941 y continuó en vigor hasta el estallido de la guerra ruso-alemana. En este contexto de cooperación soviética, los alemanes responsabilizaron a los japoneses de frustrar las importaciones alemanas de frijol de Manchukuo. Específicamente, los japoneses fueron acusados de sucumbir a la presión británica para reducir las exportaciones de frijoles al Reich, y de haber reducido las cantidades disponibles para Alemania por su propia mayor compra de frijoles manchurianos. Quizás sea una prueba más de la incapacidad o la incapacidad de cada país para imaginar el punto de vista del otro, una debilidad ya notada más específicamente anteriormente, que Alemania ignoró la hostilidad que había invitado entre los japoneses por su pacto con Rusia. Por lo tanto, las acusaciones alemanas podrían haber sido ciertas, si curiosamente no fueran imaginativas. En cualquier caso, no hay duda de que las exportaciones japonesas a Alemania desde áreas bajo su control inmediato cayeron muy por debajo de lo que Berlín había anticipado.
A Alemania no le fue mucho mejor con la esperanza de que se beneficiaría de las compras japonesas en su nombre en el sudeste asiático y América del Sur. Berlín estaba más interesado en que Japón comprara caucho en el sudeste asiático, estaño en Malasia y Sudamérica, y una serie de aleaciones ferrosas en China y el sudeste asiático, sin las cuales la producción de acero alemana estaba gravemente perjudicada. No se dispone de cifras de importación específicas para el período de la "guerra falsa", pero un estudio realizado por la Oficina de Economía y Armamento de Guerra de OKW de septiembre de 1940 da los totales de las compras de Japón en nombre de Alemania durante todo el primer año de la Segunda Guerra Mundial.
El caucho, por ejemplo, era uno de los productos estratégicos que Alemania había importado anteriormente en gran parte de Asia. A pesar del progreso de su producción de caucho sintético, Alemania todavía dependía en 1939 de las importaciones de caucho natural, porque el sintético necesitaba una mezcla de caucho natural y solo cubría una parte de la necesidad alemana. Las grandes esperanzas depositadas en Japón se desilusionaron una vez más, ya que Japón logró comprar no más de 2800 toneladas de caucho en nombre de Alemania, menos del 5 por ciento de las importaciones anuales de Alemania en Asia en tiempos de paz. Por lo tanto, los alemanes tenían muy poco caucho durante los primeros nueve meses de la guerra, particularmente desde que las reservas de caucho alemanas al principio solo habían cubierto un suministro de dos meses. En junio de 1940, la situación se alivió considerablemente cuando grandes existencias holandesas y francesas de caucho crudo y manufacturado cayeron en manos alemanas. Para entonces, Japón también parecía cambiar su actitud hacia las necesidades de la economía de guerra alemana.
La historia del estaño y el tungsteno es similar. Con la ayuda de Japón, Alemania pudo adquirir durante el primer año de la guerra algo más del 5 por ciento de sus importaciones anuales de estaño antes de la guerra desde Asia y algo menos del 5 por ciento de sus importaciones de tungsteno antes de la guerra.
Sin embargo, en algunos aspectos, la escasez alemana de aleaciones de estaño y ferroaleaciones del Lejano Oriente resultó ser menos dañina para su producción de guerra de lo que cabría esperar de la cruda comparación de las cifras de importación de antes de la guerra y de guerra. Por un lado, las reservas alemanas en casi todos los metales no ferrosos y las aleaciones ferrosas eran considerablemente más grandes que sus reservas de goma al estallar la guerra. Las reservas de estaño y tungsteno, por ejemplo, fueron adecuadas durante aproximadamente un año y se disponía de suministros alternativos en Europa. Además, el botín de los países ocupados y las unidades de chatarra en casa compensaron en parte las importaciones que ya no estaban disponibles. Sin embargo, lo más significativo es que el ingenio técnico permitió la producción de aceros menos altamente aleados con poca pérdida de calidad, lo que significaba que, a pesar de las importaciones fuertemente restringidas, la producción de acero alemana nunca se vio seriamente obstaculizada por la escasez de aleaciones ferrosas.
Dado que la compra japonesa de los materiales solicitados por Alemania todavía no se vio afectada durante los primeros doce meses de la guerra por la política británica de "control en la fuente" (compra preventiva, etc.) que se hizo tan importante después del otoño de 1940, y Dado que Alemania aparentemente puso a disposición de Japón suministros adecuados de divisas, la conclusión de que Japón hizo menos esfuerzos en nombre de Alemania de lo que podría haber hecho parece inevitable. El fuerte golpe a las relaciones germano-japonesas en agosto de 1939 explica los esfuerzos muy modestos que Japón hizo en nombre de su ex amiga durante los primeros meses de la guerra europea. El final del verano de 1940 marca, aquí como en otros lugares, un punto de inflexión en las relaciones alemán-japonesas, mientras que el embajador alemán había hablado hasta la segunda mitad de abril del "grave disgusto alemán [Verstimmung] causado por el apoyo económico inadecuado al parte de Japón ", se estableció una relación mutuamente más ventajosa aunque no siempre agradable después de la caída de 1940. El acercamiento político de las dos potencias, la adquisición de un mayor control japonés sobre los recursos de Indochina y la disponibilidad continua de comunicaciones terrestres a través de Siberia: estos tres factores explican las relaciones económicas más intensas entre las potencias del Eje en el período comprendido entre el otoño de 1940 y junio de 1941.
Cooperación y competencia
En Indochina, Alemania ahora podía comprar directamente, ya que las hostilidades con Francia habían cesado. En Tailandia, la organización de compras alemana había mejorado desde el comienzo de la guerra. Aun así, las compras de materias primas alemanas resultaron difíciles y menos gratificantes de lo que ella esperaba. Donde el Reich había luchado previamente contra las medidas de bloqueo británicas, ahora se encontraba compitiendo con Japón en aquellas partes del sudeste asiático a las que recién tenía acceso. Las cantidades de la cosecha de caucho indochina de 1940 que no se habían vendido en el momento del armisticio franco-alemán fueron rápidamente compradas por los japoneses y los estadounidenses y eludieron a Alemania. Pero con sus estrechas relaciones con Vichy, Alemania podría esperar obtener una porción considerable de la cosecha total de 1941, estimada en unas 70,000 toneladas. Aunque Alemania había desempeñado un papel claramente menor en el mercado del caucho indochino antes de la guerra, ahora concluyó acuerdos con Francia (en septiembre de 1940 y enero de 1941) que asignaron a sus 25,000 toneladas de la producción anticipada de 1941. Una parte sustancial de la cuota francesa de 18,000 toneladas también fue prometida al Reich. Sin embargo, el esfuerzo alemán para asegurar una parte tan considerable de la cosecha de 1941 se topó con la oposición inmediata de Japón. Ya se han mencionado las objeciones de Japón a la impropiedad de las disposiciones francoalemanas directas con respecto a Indochina. Sin embargo, Japón no se opuso solo por razones de prestigio. Las asignaciones a Alemania y Francia y las 25,000 toneladas asignadas a los Estados Unidos (con el fin de adquirir dólares muy necesarios para la colonia francesa) amenazaron con dejar Japón sin prácticamente importaciones de caucho de Indochina. Japón ya estaba sintiendo los efectos de la política de "control en la fuente" de Gran Bretaña, dirigida tanto contra Alemania como contra ella misma. Con las importaciones de Malaya y las Indias Orientales Holandesas reducidas, compitió más ferozmente con el Reich por una parte de la producción de caucho indochino.
Al final, y como resultado de más competencia en el mercado que de un acuerdo político, ambas naciones tuvieron un éxito notable en la obtención de la participación que querían, Alemania se aseguró para sí misma las 25,000 toneladas, de las cuales inicialmente había prometido satisfacer Las demandas japonesas, y Japón adquirieron casi esa cantidad, a expensas del envío inicialmente destinado a los Estados Unidos. A pesar de la falta de un acuerdo formal, la situación parecía tolerable para ambas partes.
Puede parecer que la ocupación japonesa de la Indochina francesa (la parte norte en septiembre de 1940; el sur en julio de 1941), reduciendo la influencia política que Alemania podría ejercer allí a través de Vichy, debería haber contribuido a la tensión germano-japonesa. Pero a fin de cuentas, Alemania se benefició económicamente del control militar que Japón, en parte con la asistencia alemana, había establecido sobre la colonia francesa. Sin la ocupación japonesa, la política británica de compra preventiva, apoyada por los Estados Unidos, habría reducido en gran medida la cuota de caucho disponible para los alemanes. En cambio, la presión japonesa sobre las autoridades francesas en Indochina probablemente explica el fracaso de la colonia para cooperar plenamente en la guerra económica británica, una cooperación inicialmente prometida por los franceses a principios de 1941. En ausencia de guarniciones japonesas, un levantamiento pro-de Gaullista podría han eliminado completamente a Indochina de la influencia alemana.
Cualquiera sea el alcance de la asistencia indirecta de Japón a Alemania en virtud de su presencia militar en Indochina, su ayuda en materia de transporte durante esta fase de la guerra está fuera de toda duda. Todo el caucho indochino que llegó a Alemania a través del ferrocarril transiberiano durante los primeros cinco meses de 1941 (unas 12,000 toneladas) había sido transportado desde Indochina a Manchuria en los fondos japoneses. De hecho, los barcos japoneses habían llevado cantidades adicionales a Manchuria, donde no podían cargarse debido al estallido de la guerra ruso-alemana.
Sin embargo, el éxito alemán en la obtención de caucho obviamente se debe a una combinación especial en Indochina. Ni un plan general ni la determinación japonesa de cooperar aseguraron tanto éxito con otros materiales, como lo demostró la búsqueda de metales no ferrosos y aleaciones ferrosas. No hay cifras alemanas o japonesas disponibles y es necesario confiar en los datos rusos para los transbordos desde el Lejano Oriente. Según Stalin, los siguientes productos pasaron por la Unión Soviética desde el Lejano Oriente en este período: 1,087 toneladas de mineral de tungsteno (en comparación con una importación anual alemana de 9,000 toneladas antes de la guerra solo de China); 587 toneladas de mineral de estaño y 538 toneladas de estaño (en comparación con las importaciones anuales anteriores a la guerra desde China y las Indias Orientales Holandesas juntas de aproximadamente 13,000 toneladas de mineral); 260 toneladas de mineral de antimonio y 42 toneladas de antimonio (en comparación con una importación anual anterior a la guerra de alrededor de 2.600 toneladas de mineral de China solamente). Nuevamente, como en el primer año de la guerra, las importaciones de estos metales del Lejano Oriente satisfacían solo una fracción de las necesidades anuales de Alemania. Pero por las razones ya mencionadas (y también porque las ferroaleaciones fueron puestas a disposición por España, Rusia y Finlandia), el hecho de que Alemania no obtuviera más de estos metales del este de Asia no restringió seriamente la industria siderúrgica alemana.
Varios factores sugerirán por qué la ayuda de Japón en la adquisición de estos metales no fue mayor. Justo cuando los japoneses estaban políticamente listos para ayudar a la economía de guerra alemana mediante compras en terceros países, los británicos cambiaron su esfuerzo de bloqueo del control en el mar al control en la fuente. Las compras preventivas en áreas bajo control británico y en las Indias Orientales Holandesas redujeron así las cantidades que Japón podía importar y, en consecuencia, reexportar a Alemania. Dado que los enemigos de Alemania consideraban que su escasez de aleaciones ferrosas era uno de los principales cuellos de botella en su industria de guerra, sus controles preventivos de compra y exportación fueron particularmente estrictos y efectivos en el caso de estos metales.
Las áreas que Japón controlaba directamente producían solo una pequeña parte de los metales solicitados por Alemania. Indochina, en parte sujeta al control japonés y la principal fuente de importaciones de caucho de Alemania durante esta fase de la guerra económica, produjo pocos de los metales necesarios en cantidades suficientes. La producción de estos metales en China, es cierto, fue más abundante que la de Indochina. Sin embargo, la ocupación parcial de China por parte de Japón fue de relativamente poca utilidad para su aliado, ya que la mayor parte de la producción de estaño y tungsteno tuvo lugar en la China Libre, donde toda la producción estaba bajo el control del gobierno. Allí, las cantidades producidas en 1940 y 1941 se asignaron a la Unión Soviética y los Estados Unidos, donde sirvieron como garantía para algunos de los préstamos que Chungking había obtenido, en particular los de Washington.
Además, la propia Japón estaba experimentando escasez en los mismos materiales que Alemania le pidió que comprara. Esto se debió en parte a las políticas aliadas ya mencionadas, pero también a la política japonesa de almacenar una guerra que parecía estar cada vez más cerca. Con límites en sus propias importaciones de metales de China, las Indias Orientales Holandesas, las colonias británicas y Estados Unidos, Japón reservó las cantidades que podía asegurar exclusivamente para sus propias necesidades. La presión japonesa sobre Saigón, por ejemplo, la ayudó a adquirir prácticamente toda la producción de metales de Indochina en 1941 para sus propias necesidades. Cuando los alemanes intentaron obtener garantías de entrega de los franceses, como lo hicieron para el caucho, se les dijo que la disposición de los metales estaba fuera de las manos de Vichy. Finalmente, después de julio de 1941, las compras japonesas, tanto para Alemania como para ella, se redujeron drásticamente como resultado de los embargos estadounidenses, británicos y holandeses, al igual que la capacidad de Japón para reexportar materiales estratégicos al Reich.
Para entonces, sin embargo, había surgido un obstáculo aún más significativo para los intercambios económicos germano-japoneses con el cierre de la ruta terrestre siberiana después del 22 de junio de 1941. Varios asesores de Hitler habían intentado disuadir al Führer del ataque a la Unión Soviética. llamando la atención sobre las graves consecuencias económicas de la ruptura de la última conexión terrestre de Alemania con el Lejano Oriente. Pero Hitler decidió, como Keitel lo expresó acertadamente, "no dejarse influenciar por estas dificultades económicas" .17 Lo que fue una consideración menor para el líder alemán resultó ser para los británicos "el verdadero punto de inflexión en la guerra económica".
Problemas de transporte
Justo cuando Alemania comenzó a asegurarse de sus fuentes de suministro, con la ayuda de una mejor organización de compras en el sudeste asiático establecida después de la llegada de Wohlthat a Tokio a fines de abril de 1941, se cortó su camino desde el Lejano Oriente. Como para aumentar la ironía, los suministros que la esperaban al final del camino bloqueado aumentaron enormemente después de Pearl Harbor, cuando Japón puso grandes cantidades a disposición de Alemania de las existencias y suministros que había conquistado en el sur. Las existencias alemanas de materias primas se acumularon en los puertos y almacenes del Lejano Oriente hasta el punto en que los cargos de seguro y almacenamiento se convirtieron en una carga real. En diciembre de 1941, el total de las reservas alemanas en el Lejano Oriente ascendía a unas 90,000 toneladas; una porción considerable de esta cantidad probablemente consistía en soja y otras sustancias y aceites productores de petróleo almacenados en Japón propiamente dicho o en Manchuria. A partir de 1942, grandes existencias alemanas de algunas de las materias primas del sudeste asiático se acumularon en almacenes japoneses y malayos. En julio de 1942, la misión de compras alemana en Tokio informó a Berlín que Japón había puesto un total de 60,000 toneladas de caucho de la cosecha de 1942 a disposición de Alemania. También se habían prometido mil toneladas de tungsteno, aunque en general la adquisición de tungsteno aún resultó difícil incluso en la Asia dominada por los japoneses. En la mayoría de los demás aspectos, la competencia germano-japonesa por las materias primas ahora dio paso a una generosidad expansiva por parte de los japoneses, que habían puesto bajo su control el producto de Malasia y las Indias Orientales holandesas y que, sin duda, también intentaron mejorar sus propias posibilidades de obtener ayuda económica alemana haciendo ofertas generosas de materias primas.
Con el transporte como una necesidad crítica a principios de 1942 y una ruta terrestre fuera de discusión, Alemania tuvo que considerar las posibilidades de embarque por mar. El envío francés había ayudado en el transporte de materias primas indochinas al Eje Europa en 1940 y 1941, pero parece que no jugó ningún papel después de Pearl Harbor. Japón suspendió el envío a Europa después de agosto de 1940 y no pudo o no quiso poner buques a disposición de Alemania con el fin de bloquear el funcionamiento. Por lo tanto, Alemania tuvo que recurrir a sus propios barcos y a algunos que Italia puso a disposición. Además, varios barcos mercantes alemanes habían sido capturados en Japón en el momento en que estalló la guerra en Europa o habían escapado a Japón desde aguas británicas y sudamericanas después. Con esa pequeña flota, el bloqueo fue desafiado.
Los bloqueadores de bloqueos alemanes e italianos operaron durante un total de cuatro temporadas de envío, una antes de la guerra germano-rusa y las otras en las tres temporadas de invierno que siguieron. A todos los efectos prácticos, la ejecución del bloqueo se restringió al período comprendido entre octubre y marzo, cuando la fuerte neblina y los malos mares en el Atlántico, donde la intercepción fue más efectiva, obstaculizó más a los cazadores que a los cazados.
De los cinco barcos que habían comenzado su camino a Europa antes de junio de 1941, tres llegaron a su destino.20 Durante la temporada de 1941-1942, once barcos en total fueron enviados desde el Lejano Oriente a Europa. Todos tomaron la ruta a través del Pacífico Sur y alrededor del Cabo de Hornos, con notable éxito. Nueve barcos llegaron a Europa con seguridad, uno fue interceptado por las fuerzas estadounidenses en el Atlántico y detenido, y solo uno fue hundido, por error, por un submarino alemán.
Las salidas desde el Lejano Oriente durante la próxima temporada de envíos fueron aún más numerosas, aunque el número se mantuvo detrás de los objetivos anteriores. Dieciséis barcos salieron del Lejano Oriente, pero solo cuatro llegaron al Eje Europa. Entre los otros doce, cuatro regresaron a Japón o fueron retirados del mercado, dos fueron hundidos y seis se hundieron cuando fueron interceptados por el bloqueo aliado. La mayoría de estas pérdidas ocurrieron en el Atlántico Norte o en el Golfo de Vizcaya cuando los barcos completaron nueve décimas partes de su viaje. La ruta durante la temporada de envío de 1942-1943 fue alrededor del Cabo de Buena Esperanza, donde el control japonés del Océano Índico oriental presumiblemente les dio a los barcos una cierta medida de protección. La ocupación aliada del norte de África después de noviembre de 1942 y el consiguiente control del mar se acerca al suroeste de Europa explicaron la drástica disminución del bloqueo exitoso que se rompió de un año al siguiente. Durante el invierno de 1943-1944, los resultados fueron aún más desastrosos. Solo cinco barcos partieron del Lejano Oriente, y solo uno de ellos llegó a Europa. El bloqueo que se rompió con los vasos de superficie fue por lo tanto abandonado.
A pesar de las tremendas pérdidas sufridas, especialmente después de finales de 1942, los corredores del bloqueo habían contribuido mucho a la economía de guerra alemana. Durante las cuatro temporadas de envío desde 1940-1941 hasta 1943-1944, se enviaron más de 200,000 toneladas de carga a Alemania desde el este y el sudeste asiático y más de la mitad llegó al Reich. De esa mitad, 44,000 toneladas eran de caucho, más de 50,000 toneladas de aceites y grasas comestibles, más de 6000 toneladas de metales y minerales (no hay un desglose exacto), y el resto pequeñas cantidades de mica, quinina, aceite de madera, té, etc.
Las fuertes pérdidas de la temporada de 1942-1943 ya habían llamado la atención del gobierno alemán sobre la posibilidad de que el submarino rompa el bloqueo. En enero de 1943, Hitler dio órdenes de construir submarinos de carga especiales con una capacidad de carga de 500 toneladas. Se programó completar 20 barcos a mediados de 1944, después de lo cual, se estimó que Alemania podría contar con ellos para enviar 20,000 toneladas al Lejano Oriente anualmente (20 barcos por 2 viajes anuales por 500 toneladas) .24 Mientras tanto, submarinos estándar con una capacidad de carga mucho menor (rara vez más de 200 toneladas) tuvieron que ponerse en funcionamiento. Los italianos, que habían contribuido con cuatro buques de superficie para ejecutar el bloqueo, ahora pusieron a disposición varios submarinos. También durante la última parte de 1943 prevalecieron los japoneses para participar con dos submarinos en el programa de bloqueo.
A pesar de la aparente superioridad de los submarinos en algunos aspectos, su capacidad para escapar de la detección y navegar durante todo el año, les fue mal. El radar aliado había progresado tanto cuando comenzó el programa de submarinos en la segunda mitad de 1943 que las pérdidas fueron casi tan grandes como las de los buques de superficie. Una gran cantidad de barcos se perdieron en el camino hacia el Lejano Oriente. Muchos otros no pudieron hacer el viaje de regreso debido a los daños sufridos en el camino o la necesidad de reparaciones extensas. De los doce submarinos que salieron de Japón hacia Europa, solo cuatro llegaron a su destino. De los dos submarinos japoneses, solo uno llegó a Europa, y se perdió en el viaje de regreso.
Los resultados del programa de transporte submarino, si se miden solo a granel, difícilmente pueden haber sido grandes. La carga máxima que podría haber llegado a Europa en los cinco barcos que hicieron el viaje de manera segura puede haber sido de alrededor de 1000 toneladas. A juzgar por el horario de carga de uno de los barcos, la mayor parte de este tonelaje debe haber consistido en caucho, con algo de tungsteno y pequeñas cantidades de quinina y opio.
Junio de 1944. Seis comandos aliados que espían a los mercantes japoneses sufren un ataque cuando el enemigo descubre su operación secreta. Quedan atrapados en las selvas de Borneo, en pleno territorio de los japoneses, y la única esperanza de rescatarlos con vida es el USS Harder, un submarino estadounidense de clase Gato. Para salvar a los comandos, el comandante Sam Dealey y su tripulación surcan aguas protegidas por una base naval japonesa, una acción que enfrenta a un solo submarino a decenas de buques de guerra.
El 25 de Marzo de 2010, en el periódico la Nueva España (que es uno de los diarios que tenemos en Asturias) aparecía una noticia sobre el aeródromo de Jarrio (concejo de Coaña y perteneciente a nuestra bonita tierra), más conocido como aeródromo de Navia por estar cercano a ésta localidad. El campo se construyó a finales de 1936 y durante los años de la Segunda Guerra Mundial (SGM), tuvieron lugar dos aterrizajes forzosos: el de un Focke Wulf Fw-200 Condor alemán en 1941 y el de un Bell P-39 Airacobra norteamericano en 1943, de los cuales jossmar ya ha hablado en este foro.
Diréis: “¡menos rollo, Heinz!...¿qué tiene que ver esto con un submarino alemán?...¡vuelve a tu carro de combate!”…pero esta introducción es necesaria para explicaros lo que viene a continuación. Mi familia paterna proviene de Boal, que es un concejo vecino al de Coaña y, todavía, hasta hace pocos años, podías oír contar a los paisaninos de los alrededores la historia del avión alemán que había aterrizado en Jarrio “con muertos y heridos, y que los alemanes estaban con ametralladoras alrededor del avión, que era grandísimo y que no dejaban acercarse a nadie, bla, bla, bla…”.Del dicho al hecho hay un trecho. (Es curioso, por cierto, que del caza norteamericano no se acuerde nadie).
Todo esto viene a que la tradición oral en esta zona sobre anécdotas de la SGM en las que los protagonistas son los alemanes es muy intensa y confusa, repitiéndose siempre el suceso del Cóndor y el caso del submarino alemán hundido cerca de la playa de la Concha de Artedo, en Cudillero. Al leer el otro día ese artículo de la Nueva España, me vino de inmediato a la cabeza esta última historia y me dije: “¡ Coime!...¿será verdad?...voy a ver si hay algo de documentación por ahí, a ver qué saco en claro…”. Y aquí me tenéis.
La Concha de Artedo, por su posición privilegiada al resguardo de los vientos del lugar, es un sitio idóneo como punto de refugio ocasional, siendo probable que algún sumergible (ahora voy a empezar a hablar con propiedad, no se me vayan a enfadar Topp y los marineros del Foro), de caza por el Atlántico lo utilizara al igual que se usó durante la Guerra Civil española. Y digo probable porque aunque lo anterior no esté documentado, oralmente sí que hay registros. Y cuando el río suena…habrá que creerse algo, ¿no?, por lo menos un poquito. Aparte de la protección ofrecida por la cala, hay que darse cuenta de que la zona de la que hablamos tiene una orografía bastante abrupta y estaba alejada en aquella época de las manos de dios y del Gobernador Civil, siendo hasta hace pocos años la gran olvidada de Asturias en cuanto a infraestructuras (carreteras, hospitales, industrias, etc…) y teniendo muy poca población asentada. Resumiendo: un sitio ideal para esconderse sin que te vea nadie.
Concejo de Cudillero...
Fotos de la playa...
Buscando información por la red, te salen páginas en las que siempre se cuenta la misma historia, pero sin apoyarla con ninguna evidencia documental. Cada vez que leía algo más sobre el tema, más intrigado me quedaba, porque todo eran suposiciones y no había nada nuevo a lo que aferrarse. Encontré páginas de Turismo que hacían referencia a la “historia” del sumergible y algún que otro foro que hacía guiños superficiales al asunto, incluyendo uno en el que un “submarinista” friki contaba que el pecio estaba a dos millas de la costa (enfrente de su casa), que era un U-Boat alemán de la serie 500, etc, etc…pero que al final, en realidad, el friki no tenía ni idea de donde se hallaba éste ni de qué estaba hablando, fomentando más la “leyenda”. Con lo que la búsqueda se quedaba cada vez más desazonada…¿sería verdad lo del sumergible?...y si así fuera, un montón de preguntas hervían dentro de mi cráneo, chup, chup: ¿qué modelo era?...¿cuál era su numeral?...¿quién lo mandaba?...¿por qué se hundió?...y lo más importante…¿qué había comido la tripulación el día de autos?...todo un misterio.
Encontré dos sitios maravillosos, por cierto, cuyos enlaces los tenéis al final del artículo. En ellos venían Index sobre todos los sumergibles y submarinos construídos en la SGM por Alemania, con una cantidad exhaustiva de información sobre ellos, pero: ¡nada!, no aparecía el dichoso buque. Pregunté al patrón de un barco pesquero de Avilés (que está casado en Boal), por si habían tenido alguna vez problemas con las redes en esa zona debido a algún pecio no identificado (y agradecerle, claro, que hubiera preguntado el tema a otros patrones amigos), o que si con el sónar habían notado algo raro, pero…¡nada!...Por mediación de un compañero del trabajo, que tiene al hijo enrolado en un remolcador de altura de Gijón, que hace singladuras de vez en cuando por esos lares, me llegó el aviso de que, hasta el día de hoy, jamás se notó nada extraño durante las travesías por la Concha de Artedo. Miré TOOODOS los U- Boat’s alemanes, uno por uno, consultando su historial bélico, con fechas y coordenadas de hundimientos, pero…¡ Nada!, ninguno cercano al lugar. ¡ Qué desesperación, foreros, peeeero…!
Lo que sí encontré fue información sobre tres hundimientos de sumergibles durante nuestra Guerra Civil, y de un ataque e internamiento de otro durante la SGM, de los que os voy a dar ahora mismo buena cuenta de ellos.
Vamos a situarnos en los años de la Guerra Civil española. Hubo tres sumergibles, los B-6, C-5 y C-6, que debido a una serie de…digamos “problemillas”, acabaron con sus días por estas costas. El C-6 era un buque que pertenecía al bando republicano y que fue enviado al Cantábrico en 1937 para ver si tenía suerte y hundía a algún buque de guerra nacional. Cuando a finales de Octubre de 1937 (y ante el avance de las tropas nacionales) los cargos políticos del Gobierno de Asturias, militares y allegados se agolparon en los muelles de Gijón para su escapada de la debacle, buscando plaza en barcos pesqueros y buques de guerra, el sumergible C-6 se encontraba en el puerto de El Musel. El 20 de Octubre, durante el transcurso de un fuerte bombardeo de aviación, sufrió averías que le imposibilitaron el sumergirse. Ante la dificultad de repararlo y para que no cayera en manos enemigas, le fue dado matarile por su dotación frente a la costa de Gijón, quedando hundido a 100 m. de profundidad. Muchos años después de la Guerra Civil, en 1947 según unas fuentes, y 1948, según otras, el C-6 se reflotó y al comprobar que su estado era más que deplorable, se le hicieron las reparaciones justas y necesarias para que aguantara su traslado a remolque hasta el puerto de El Ferrol, con el fin de condenarlo al soplete. Pero parece ser que éste no era el destino del buque, ya que durante la travesía, se rompió el cable de remolque y el sumergible hizo lo que su nombre genérico indica: se sumergió, pero esta vez más profundamente y sin posibilidad de recuperación, a unos 28 Km. de distancia de la Concha de Artedo, cerca del Cabo Peñas. El problema es que este segundo…hundimiento se produjo tres años más tarde de que acabara la SGM…¿sería éste el sumergible?.
Los sumergibles tipo C
El C-6
El sumergible republicano C-5 desapareció el 31 de Diciembre de 1936 en aguas del Cantábrico, habiendo zarpado del puerto de Bilbao con dirección a Asturias. El 1 de Enero de 1937 unos pesqueros avisaron haber encontrado una gran mancha de aceite a 11 millas al norte de Ribadesella (Asturias), siendo lo más verosímil que ésta perteneciera a dicho sumergible, ya que iba averiado por culpa de una “discusión” que tuvo con buques “nacionales”. Ribadesella queda bastante lejos de la Concha de Artedo, por lo que ya, de mano, se descarta este sumergible.
El sumergible B-6, también republicano, fue a buscar las llaves del fondo del mar al lado de las costas asturianas el 19 de Agosto de 1936, después de un “encontronazo” con un remolcador armado, un bou y el destructor nacional “Velasco”, a la altura del Cabo Peñas. Para evitar su captura, el mecánico de a bordo abrió las válvulas para inundarlo, dando tiempo primero a que la tripulación abandonara el buque. Todos meno él, que se quedó con el sumergible, no se sabe si porque quiso imitar a los viejos lobos de mar, acompañándolo en su destino, o porque no le dio tiempo a escapar. Como es curioso que haya documentos gráficos de su hundimiento, voy a poner una “afoto”
El B-6
Hundiéndose
Resumiendo: tenemos en la franja costera asturiana tres sumergibles hundidos cerca del litoral. Uno, el C-5, descartado, por estar bastante lejos de la Concha de Artedo y los otros dos (el C-6 y el B-6), a una distancia de entre 25 y 30 Km, como podemos ver en el mapilla que pongo. ¿Será uno de los dos anteriores?...si la historia popular hubiera arrimado a uno de los dos un poco más cerca de la Concha…pero de ahí a estar en sus inmediaciones…en fin.
Mapa
Si alguien quiere profundizar un poco más el tema de los sumergibles republicanos en el Cantábrico, durante la guerra Civil española, aquí tiene un magnífico artículo de nuestro TITUS 20050:
Los U-Boat alemanes hundidos en el Golfo de Vizcaya en el período 1941 – 1944, y más cercanos a la Concha de Artedo, están situados a más de 80 millas (cerca de 160 Km.) de distancia del lugar (tomando un radio cuyo centro esté en la Concha), por lo que también eliminamos, de vez, la nacionalidad alemana del supuesto pecio (si existiera), por lejanía al sitio al que nos referimos.
Los U-Boats
¡Hombre!...hay unos cuantos sumergibles alemanes de los que no se sabe nada de nada en cuanto a su desaparición, siendo estimativo el lugar del presunto hundimiento, pero ya sería casualidad de la buena el que le tocara a uno de éstos ser el U-Boat fantasma cercano a la playa. En este hipotético caso, me remito a los contado por submarinistas reconocidos (ver en enlace de una entrevista a Pelto) y por la ausencia de ecos de sonar en la zona que tengan que ver con un pecio sin identificar.
Sí que hubo un sumergible italiano clase Marconi, el “Luigi Torelli”, con base en Brest (Francia) que en la noche del 3 al 4 de Junio de 1942 fue atacado por un avión Wellington a 70 millas al norte de Gijón, siendo alcanzado y teniendo que dirigirse con urgencia, debido a las averías, hacia las cercanas costas asturianas. A la altura del Cabo Peñas embarrancó, siendo descubierto por las autoridades españolas y remolcado al cercano puerto de Avilés. Este suceso es lo más próximo, por fecha a la “leyenda”, pero claro: ni el buque es alemán, ni fue hundido cerca de la Concha de Artedo ni nada…aunque ya comentamos que el Cabo Peñas está entre 25 y 30 Km. de distancia por mar, y en línea recta, de la Concha…¿sería éste el sumergible?. Aquí el Luigi Torelli...en Burdeos
Los hundimientos...
También encontré una página del periódico ABC dedicada a Cudillero y a la Concha de Artedo, escrita por un “corresponsal en España” que parece ser conocía bastante bien la zona. Aquí se comenta el uso de la cala por sumergibles durante las dos Guerras Mundiales, pero que no cuanta nada sobre un U-Boat alemán hundido durante la SGM. El periódico es de 1954, por lo que uno llega a la conclusión de que el mito del pecio del sumergible debería ser posterior a esta fecha, cuando ya la memoria “histórica”, debida al paso de los años, está tan difuminada y confusa que vale hasta mezclar churras con merinas, como creo que ha sucedido en este caso.
En suma: una vez analizado todo la anterior, se puede vislumbrar una posibilidad que justificaría, en cierto modo, la “historia” a la que nos referimos: durante los primeros años de la SGM, la población de la zona oiría las noticias sobre la dura batalla que se estaba librando entre U-Boats, aviones y otros buques en el Golfo de Vizcaya. Los hundimientos de sumergibles alemanes en lugares relativamente cercanos a las costas gallegas fomentaría la imaginación de los lugareños, asociando los hechos ocurridos durante nuestra Guerra Civil con los que se estaban produciendo en esos momentos, naciendo entonces la “leyenda” al mezclar sumergibles, hundimientos, alemanes, calas ocultas y puede que hasta incluyendo en el paquete los casos que comentábamos en párrafos previos. Seguramente asociarían todo lo anterior con las historias que se contaban sobre los pecios de la Guerra Civil, mezclándolo todo. Y ya se sabe cómo es la gente y como funciona la red de mitos, sean urbanos o no.
Con lo que, y sin tener más información a mano, creo llegar a la triste conclusión de que no hay ningún “submarino alemán” hundido ni cerca de la playa de la Concha de Artedo, ni en sus inmediaciones; que la historia que se cuenta por ahí no deja de ser un mito que ha crecido con el paso de los años y que, lo más probable, es que la mezcla de datos sea la culpable de semejante confusión entre los paisanos del contorno. Además, si estuviera el pecio cerca de la playa, como se cuenta, es raro que nunca se haya intentado reflotarlo, como pasó con otros sumergibles hundidos en nuestras costas…o que submarinistas de los buenos, que teníamos y tenemos muchos en Asturias, no hayan encontrado nunca, durante sus inmersiones algo parecido.
Yo he quedado medio convencido de ello. También tengo que decir que me da un poco de pena el que la “leyenda” se haya “medio acabado” para mí. La verdad es que hay algo en mi interior que se niega a admitir los hechos que he desarrollado, pensando que tal vez no encontré la documentación adecuada. Pero, lo que hay es lo que hay. Cuando vuelva a pasar en coche (que lo hago a menudo) por el viaducto de la Concha de Artedo y mire hacia el mar…¡ quién sabe!. Igual seguiré imaginando que hay un sumergible alemán escondido en uno de sus fondos, esperando junto con su tripulación a que alguien les haga el favor de contar su historia.
En el caso de que no hubiese sabido buscar la información en los lugares correctos, rogaría a algún forero “sardinero”, (como diría nuestro Richard Chesnaye) que tomase el relevo por si aparece algo en lo que yo no me haya fijado, o que aportara nuevos datos para seguir investigando sobre el tema, si es que hay material para hacerlo….Y, por último, si algún día venís por Asturias, una de las zonas que debéis conocer es el Occidente de esta tierrina. No quedaréis desilusionados, no…¡ y además se come bien!.
Saluten!!
He buceado (glú, glú) en lo más profundo de estas fuentes:
Sobre la Concha de Artedo:
http://www.el-caminoreal.com/bd/Asturias/Playas/admin%20playas/cudillero/ARTEDO2.jpg
http://www.casasrurales.com/guia-turismo/concha-artedo-enclave-protegido.php?id=49
http://club-mola-mola.blogspot.com/search/label/submarino
http://www.google-earth.es/foros.php?t=4635
http://www.google.es/search?hl=es&source=hp&q=lugar+hundimiento+submarino+c-6&btnG=Buscar+con+Google&aq=f&aqi=&aql=&oq=&gs_rfai
Sobre sumergibles alemanes:
http://www.uboat.net/boats/u508.htm
http://www.u-historia.com/
Sumergibles españoles:
http://www.foro3d.com/attachments/39893d1165064081-submarino-clase-c-clase-c.jpg
http://es.wikipedia.org/wiki/Submarino_C-6
http://es.wikipedia.org/wiki/Submarino_C-5
http://es.wikipedia.org/wiki/Clase_C_(submarino
http://es.wikipedia.org/wiki/Clase_B_(submarino
http://www.telecable.es/personales/submarinos/dirase/dirase.htm
http://uboat.freehostia.com/azkasturias/cseisa/cseisa.htm
Sumergible italiano:
http://www.xente.mundo-r.com/uboat/torelli/torelli.htm
Noticias de periódicos:
(Pelto, un submarinista ejemplar)
http://www.lne.es/centro/2010/01/05/ultima-entrevista-pelto/855847.html
Diario ABC
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1954/09/23/021.html
Temas varios:
(Para sonreirse un poco)
http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=76&t=827
Por cierto, como no tenía muy claro donde postear el tema, lo hice aquí; pero igual el moderador tiene más claro en donde situarlo correctamente.
Submarinos nazis en la costa argentina, un misterio que lleva décadas y nadie pudo resolver aún
Las historias de embarcaciones del Tercer Reich que llegaron a nuestro país tras la derrota de Hitler han sido materia fértil para todo tiempo de leyendas. ¿Realidad o ficción?
Dice un viejo marino napolitano retirado que la costa marplatense amaneció fría y nublada aquella mañana del 10 de julio de 1945. Tras hacer memoria, recordó que ese día estaba pescando a unos kilómetros de la costa, cerca de las defensas antiaéreas que la Marina había reforzado enigmáticamente una semana antes. Y recuerda que fue en ese momento cuando una nave surgió inesperadamente de las profundidades, cerca del casco naranja de su bote, y comenzó a intercambiar mensajes con un reflector de luces con alguien en la base.
Unas horas después el submarino estaba amarrado en la base. Se trataba del U530, un sumergible nazi de la Clase VII de 76 metros de largo que por alguna razón había decidido entregarse en la Argentina. La guerra había acabado en el mes de abril y no tenía sentido la presencia de aquel "U-boote" a miles de kilómetros de Europa, el lugar en donde debía haberse rendido tras la caída del Tercer Reich unos meses antes.
Su capitán era un joven de 24 años llamado Otto Wermuth que se entregó vestido con su traje de gala. Casi ninguno de sus marineros y oficiales lo superaba en edad. Todos ellos fueron sometidos a un intenso interrogatorio en el que se les preguntó, ¿por qué habían elegido viajar a la Argentina para entregarse? ¿Dónde estaban los documentos, un bote de desembarco y los torpedos y cañones que debían haberse encontrado en la nave? Y la pregunta más incómoda: ¿habían transportado a Adolfo Hitler u otros altos funcionarios nazis en su viaje?
La ciudad de Mar del Plata tardó en reponerse a la sorpresa, mientras los marineros del U530 se recuperaban de su viaje en un improvisado campo de prisioneros armado en el parque de la base y comían papas y naranjas, un pedido especial del médico de la nave para evitar las consecuencias del escorbuto provocado por meses viviendo dentro de una vaina de metal sumergido.
Mientras esperaban que se resolviera el destino de la nave y su tripulación, el 17 de agosto volvió a sonar la alarma de la base. Otra vez, un submarino alemán pedía permiso para entregarse a las autoridades militares argentinas.
Esta vez se trataba del U977, un submarino clase VII comandado por el capitán Hans Schäffer, de 26 años. A diferencia del U530, el U977 conservaba todas sus armas y documentos. E incluso se veía que había sido pintado en los días anteriores, a diferencia del sumergible anterior que era una masa manchada de óxido y descuido.
Schäffer debió responder al mismo interrogatorio: ¿qué había llevado a su comandante a cruzar el Atlántico plagado de naves aliadas que buscaban submarinos rebeldes para hundirlos? ¿Habían llevado oficiales nazis o tesoros escapando de Europa? La falta de respuesta, hizo crecer aún más el misterio sobre la presencia de los dos submarinos nazis a casi cinco meses de la caída del bunker de Hitler en el centro de Berlín.
Y ese enigma se profundizaba más por nuevas denuncias por la presencia de submarinos navegando frente a la costa argentina y desembarcando cargas secretas durante la noche.
Al menos cuatro submarinos
Las evidencias sobre la presencia de submarinos extranjeros operando en las costas argentinas se habían acumulado mientras duró la guerra en Europa y siguieron tras la caída de Berlín en manos aliadas.
Las más antiguas indican el paso de naves frente a las costas de Villa Gesell en el año 1943. La Policía llegó a detener al pionero Carlos Gesell para interrogarlo sobre la existencia de un oleoducto precario que salía de sus propiedades y se adentraba en el mar. En Mar del Sur los administradores del principal hotel de la ciudad, debieron contestar preguntas similares por las señales de luz que provenían del mar y que algún empleado se encargaba de contestar desde la terraza del edificio. Más al sur, en un páramo de la costa rionegrina llamado Bahía Creek, Gisella Bochi de Paesani reportó a mediados de 1945 la aparición de un submarino en la región de Caleta de los Loros y el paso de camiones que partían desde la costa en las horas siguientes. También, la visita previa de un alemán que se dedicaba a recorrer la zona durante todo el día mientras observaba su brújula y tomaba notas. Luego se supo que era el fundador del club de andinismo de Bariloche y uno de los implicados en la recepción de criminales de guerra en la zona.
El fin de la guerra multiplicó las denuncias de submarinos y desembarcos. En la edición del 2 de junio, los diarios de Necochea informaron el hallazgo de un bote de goma abandonado en la costa, pero las autoridades no confirmaron la versión. El 27 del mismo mes, un reporte de la armada informa de la presencia de un submarino y un velero desde el que se le embarcaban provisiones frente al golfo de San Julián.
El 2 de Julio, un submarino fue avistado por vecinos de Claromecó, al sur de Tres Arroyos. El 17 de ese mismo mes y a 300 kilómetros de allí, un grupo de vecinos de San Clemente informó que un submarino emergió a cinco kilómetros de la costa y que tras permanecer un tiempo estático, puso proa en dirección al sur. El policía Pedro Longhi, informó haber visto la nave desde su puesto en Mar del Tuyú. Una semana antes se había entregado el U530 en Mar del Plata, por lo que se lanzó un alerta policial ante la evidente presencia de más sumergibles.
El 18 de julio, a 800 kilómetros al sur, la torpedera Mendoza detectó el periscopio de un submarino desconocido frente a las costas de San Antonio, Rio Negro, y comenzó una persecución de casi dos horas contra el sumergible al que le lanzó al menos ocho cargas de profundidad. Una flota completa de buques y aviones buscó al sumergible hasta el día 20. Al día siguiente, el ministro de la Marina, el almirante Héctor Vernengo Lima, ordenó inexplicablemente que todas las naves regresaran a sus bases y que dejaran de buscar sumergibles nazis.
Sin embargo, la orden no frenó los avistamientos; el 21 de julio el jefe de la estación de trenes de Las Copetonas reportó la aparición de un submarino "de alrededor de 70 metros" a unos diez kilómetros de la costa. El incidente fue corroborado por los tripulantes del pesquero "Alfaro II". Submarino nazi en Mar del Plata avistado en julio de 1945
Un reporte desclasificado de la Armada vuelve a situar un sumergible desconocido frente a Claromecó en el atardecer del 24 de julio. Para ese momento, los rumores sobre el desembarco de Hitler y otros jerarcas competían con las especulaciones sobre la llegada furtiva de un inmenso tesoro a bordo de los submarinos.
El 27 de julio, desde el destacamento policial de Piedra Negra, se envió un alerta por la presencia nocturna de un submarino frente a la costa, que se comunicaba por medio de señales con un contacto desconocido en tierra. Una patrulla salió a investigar y apresó en la playa a un ciudadano alemán que no tardó en confesar que esperaba visitas desde el mar. A 15 kilómetros del lugar donde fue detenido, otra patrulla halló huellas provenientes del mar y de un bulto de gran tamaño que había sido arrastrado por la arena.
Los rastros se perdían donde comenzaban las huellas de los neumáticos de un camión que se internaban en un camino vecinal. Al seguir el camino llegaron a la puerta de una estancia en donde fueron interceptados por cuatro hombres armados que les impidieron seguir. Cuando pidieron por radio una orden para detener a quienes los amenazaban, su superior les ordenó retirarse del lugar.
El misterio del submarino fantasma pareció resolverse con la entrega del U977 el 17 de agosto. No obstante, al día siguiente se reportó otro avistamiento frente a Claromecó, según los documentos de la policía provincial. El reporte de submarinos y camiones avistados en Caleta de los Loros procede de la misma época.
Y si se analizan las fechas y horas de los avistamientos, se llega a una conclusión sorprendente. En las condiciones en que estaban los submarinos y al verse obligados a navegar sumergidos, su velocidad a duras penas alcanzaba los 8 a 10 nudos. Es decir que viajaban a un ritmo de 14 a 18 kilómetros por hora; más que insuficientes para estar en la mañana en San Clemente y por la tarde en Claromecó. Y mucho menos aun escapar a las explosiones frente a San Antonio en la jornada siguiente, para luego regresar y entregarse en Mar del Plata intactos y recién pintados.
Todo hace sospechar que el U530 y el U977 eran parte de una flota mayor de entre cuatro y seis naves.
En el museo de la ciudad alemana de Loebe en donde se reúne la mayor colección de objetos y datos sobre los U-Boote alemanes, hay una pista sobre los submarinos perdidos. En un mapa en donde se registran los sitios donde naufragaron los submarinos nazis se señala una ubicación en la costa patagónica. Se trata de Caleta de los Loros, el lugar en donde muchos dicen es todavía posible hallar a los legendarios U-Boote fantasmas.
Un lugar llamado Caleta de los Loros
El misterio de los submarinos se mudó al sur, a una remota región de la costa de Río Negro llamada Caleta de los Loros. Fue en esa zona que el piloto Mario Chironi informó haber avistado dos submarinos frente a la costa en un día de "sicigia", nombre con el que se conoce a una baja excepcionalmente pronunciada de la marea cuando el sol y la luna alineados empujan el mar hacia otras regiones. Sucedió durante el año 1957 cuando el aviador sobrevoló la Caleta con su Piper P11 y pudo observar la proa afilada de un barco que emergía del mar. Un juez de la zona, Cándido Cámpano, le había dicho unos años antes que había submarinos en esa costa. Chironi pudo corroborar que era cierto.
El autor de esta nota revisó la "derrota" de la zona, en donde se anotan los barcos hundidos que pudieran ser un riesgo para la navegación. En la zona que rodea a la Caleta no se reportan naufragios.
En agosto de 1978, el buzo especializado en rescates submarinos Carlos Massey fue citado a una reunión reservada con jefes de la Armada en la base de Puerto Belgrano. Según el testimonio del oficial retirado de Prefectura Nacional, se le interrogó sobre la posibilidad de reflotar dos submarinos alemanes hundidos en el Golfo de San Matías. Las coordenadas correspondían a la misma caleta donde Chironi había visto el naufragio. Luego de presentar su solución, Massey no volvió a ser llamado.
En 1980, un empleado de una estancia Lahusen de apellidos Vidal Pereyra, llegó a Caleta de los Loros para pescar junto a unos amigos. Otra vez, la marea había bajado más de lo habitual ayudado por el viento norte y pudo acercarse a un centenar de metros de las naves, al punto de poder reconocer los restos de un puente, barandillas y las escotillas abiertas por donde se filtraban las olas que no tardaron en volver a tapar al naufragio. Adolf Eichmann fue uno de los criminales nazis que se ocultó en Argentina
Dos años después, durante la Guerra de Malvinas, el buque petrolero de la empresa YPF "Campo Duran" aprovisionaba al destructor del ARA Santísima Trinidad, navegando por el litoral de poca profundidad para evitar una emboscada de algún submarino nuclear británico. De manera inesperada, llegó un mensaje de un helicóptero que vigilaba la zona que les anunciaba "tienen compañía". En cuestión de segundos sonaron las alarmas y se iniciaron las maniobras de emergencia por la presencia de dos siluetas submarinas sospechosas detectadas por el helicóptero. Fue una falsa alarma. En el momento del incidente, estaban en la zona de Caleta de los Loros.
Tal fue la cantidad de indicios que durante el gobierno de Carlos Menem se ordenó a la Armada organizar la "Operación Calypso" a partir del 19 de agosto 1997. Los resultados de la búsqueda realizada por el aviso ARA Gurruchaga y aviones antisubmarinos S2 Tracker de la Armada no fueron dados a conocer y ello alentó a por lo menos dos expediciones privadas a Caleta de los Loros que no lograron hallar nada. En 2010, la entonces Ministro de Defensa Nilda Garré ordenó desclasificar los documentos de la "Operación Calypso". Según la Armada, la confusión sobre la presencia de submarinos se originó en las "restingas" o depósitos de alto contenido ferroso que se acumulan frente a la costa. Parte de los documentos referentes a los avistamientos durante y luego de la guerra siguen siendo secretos.
De tanto en tanto, se organizan nuevas expediciones a Caleta de los Loros para intentar hallar a los dos submarinos, que según algunos testigos permanecen semienterrados en la arena, formando una "v". Otros testimonios afirman que hay submarinos hundidos al norte de la Península de Valdés e incluso sitúan otro naufragio en la desembocadura del río Negro o frente a San Clemente o Miramar.
La leyenda se fortalece con la aparición de alemanes salidos de la nada en aquellos años, cuyas historias son repetidas por los historiadores locales. Es el caso de un mozo alemán y experto en cálculos marítimos que apareció súbitamente a mediados de 1945 en la localidad costera de Miramar. Cuentan los viejos lugareños, quienes llegaron a conocerlo cuando trabajaba en un bar de la ciudad, que solía golpear los tacos de sus zapatos antes partir hacia la cocina en busca de cada pedido.
Son muchos los que quieren encontrar los submarinos alemanes perdidos frente a la costa argentina. Algunos abrigan la secreta esperanza de hallar los restos de algún tesoro nazi o un rastro que les permita develar el misterioso motivo que llevó a los U-Bootes nazis en la costa Argentina meses después de la muerte de Hitler en Berlín. Quizás alguien los encuentre finalmente en Caleta de los Loros, enterrados bajo los médanos de una playa que avanzó a lo largo de las décadas o a unos pasos de la costa, en donde decenas de testigos juran haberlos visto. Mientras tanto, los naufragios siguen desafiando a los buscadores de tesoros en un territorio inmenso, perfecto para esconder los secretos debajo del mar.