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jueves, 21 de diciembre de 2017

Irán-Arabia Saudita: ¿El régimen iraní es nazi?

Por qué Arabia Saudita compara la teocracia iraní con la Alemania nazi


Por George Chaya Infobae


El líder supremo iraní Ali Khamenei y el führer nazi Adolf Hitler

Al revisar la reiterada comparación efectuada por el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, del líder supremo iraní, el ayatollah Khamenei y Adolfo Hitler, difundida ayer en varios medios árabes, uno de los más importantes analistas del mundo árabe islámico, Abdulrahman al Rashed, ex director de la cadena de TV Al Arabiya y actual columnista del diario Al Madina y la revista Al Bilad, explicó que aunque existen conflictos históricos y sectarios entre Irán y los países del Golfo, la comparación no sugiere que Irán sea la Alemania nazi.

Sin embargo, la declaración del príncipe heredero claramente dibuja la comparación basada entre ambos líderes considerando que Khamenei conduce una teocracia expansionista y no piensa dos veces en arriesgar la vida de cientos de miles de personas brindando ayuda -al menos- a organizaciones terroristas que han cometido asesinato de inocentes en la región y más allá de sus fronteras.

Desde la Revolución Islámica instaurada por Khomeini, Teherán se negó a reconciliarse y a abrirse con sus vecinos árabes y occidentales, y hoy continúa invirtiendo casi toda su energía en la construcción de un Estado militar hostil y supremacista respaldado por una red de poderes terroristas que se extiende en el mapa desde Indonesia hasta África Central, pasando por Latinoamérica y Europa y que pretende infiltrarse en los Estado Unidos además de propugnar la destrucción del Estado Judío, sostuvo el analista Al Rashed.

El problema de Europa con Hitler comenzó con su tendencia a usar el poder hostil y dio rienda suelta a su ambición de apoderarse de los países que veía como la clave para asegurar a Alemania, como Checoslovaquia, Polonia y Francia. Y la expansión de Hitler no tuvo fin hasta que los Estados libres se unieron y decidieron enfrentarlo para frenar su delirio expansionista.

Lo que el Golfo enfrenta hoy, según Al Rashed, es un régimen que sigue los pasos de Hitler, pero el pueblo persa en su totalidad no es el pueblo alemán de finales de 1930, que en la generalidad de su sociedad civil acompañaba el sueño de guerra nazi de Hitler. Contrariamente, los iraníes sufren al régimen y su represión interna de manera diferente a la relación del pueblo alemán con el régimen nazi. El líder supremo de Teherán justifica la ocupación del Líbano a manos de Hezbollah -su ejército ocupante del país de los cedros-, también respalda el envío de soldados y guardias revolucionarios a Irak y Siria al considerar a esos países como "claves", aunque su país no comparte fronteras con Siria.

El régimen de la República Islámica ha mostrado su inclinación al fascismo ideológico desde que los clérigos ocuparon las instituciones democráticas estatales hace cuatro décadas. Sin embargo, para Al Rashed, esto no se traduce completamente en un conflicto sectario entre sunitas y chiitas, como muchas veces se escucha o se lee en la prensa internacional, ya que es un hecho concreto que Irán respalda a organizaciones terroristas sunitas como Hamas, la Yihad islámica palestina y la Hermandad Musulmana egipcia.

Por si quedan dudas de esto, Irán es el único régimen chiita regional que proporcionó apoyo y refugio dentro de su territorio al liderazgo de Al-Qaeda después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

También se estaría minimizando la gravedad de la amenaza al sugerir que los recientes enfrentamientos y conflictos son simplemente por el hecho de que Irán libra una pelea de inspiración étnico-religiosa con los árabes en nombre de una dinastía Safávida que claramente se está reintegrando.

El líder supremo, Ali Khamenei, que se sitúa en la cima de la pirámide de la autoridad de Irán, no es persa, sino que desciende de raíces azerbaiyanas, lo que no excluye que su autoridad y su pensamiento actuales sean fascistas, expansionistas y peligrosos, ya que no conoce ningún límite de las leyes reconocidas por la comunidad internacional. El Guía Supremo indica la dirección de las políticas y acciones del país, y no se detendrá en lo que señala como áreas vitales, sino que también se expandirá como lo hicieron los fascistas, dice Al Rashed.

Si no encuentra obstáculos, Khamenei se dirigirá hacia Arabia Saudita, y en el camino, pasará por Kuwait, Qatar y Bahréin, como hizo Hitler cuando se apoderó de los Estados bálticos, Ucrania y Bielorrusia, en la segunda fase de su plan para invadir la ex Unión Soviética.

En realidad, la mayoría de las disputas del Golfo con la República Islámica de Irán son fáciles de resolver, pero su teocracia política no está interesada en buscar una solución, ya que está anclada en un proyecto militar y partidista-expansionista que se asemeja a la idea del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), que habla de establecer un califato aglutinante con subestados expandidos que le obedezcan.

En su versión nacional socialista, ese era el sueño europeo de Hitler que llevó a la destrucción total de Alemania en 1945. La visión actual de Khamenei para Irán es similar a la Alemania nazi, donde la vida de las personas, la Justicia y la legalidad internacional, sin importar de quién se trate, no tiene ningún valor, concluyó el analista árabe.

viernes, 19 de mayo de 2017

Roma: ¿Y si Arabia hubiese sido romana?

¿Y si Arabia hubiese sido una provincia romana?
JAVIER SANZ — Historias de la Historia


Pues no es tan descabellado el asunto, y cerca estuvo de serlo. Los geógrafos romanos dividieron la península arábiga en tres grandes territorios poco definidos más allá del llamado Limes Arabicus: la Arabia Petrea, el antiguo reino de los nabateos que ocupaba aproximadamente la actual Jordania, el Sinaí y el sur de Siria, que fue anexionado por el Cornelio Palma en tiempos de Trajano como provincia romana hasta que el empuje del Islam se la arrebató a Bizancio en el 635; la Arabia Deserta, insondable e inhóspito centro de la península habitado por tribus nómadas, y la Arabia Felix, extremo suroeste de la península equiparable en dimensiones a los actuales Yemen y Omán y presunto lugar donde estuvo ubicado el legendario reino de Saba que aparece mencionado en la Biblia.



Nos centraremos en este último territorio, la Arabia Felix, el más atractivo para la implacable codicia romana. Ya los viajeros griegos llamaban a aquel territorio “la fértil arabia” (εὐδαιμονία), por influencia del semítico oriundo y-m-n que significaba fértil, debido a la fecundidad de aquel rincón costero y montañoso de la península arábiga donde sí que llovía regularmente, había ríos irregulares y agua potable y era punto inevitable de paso y peaje en el comercio marítimo de especias provenientes del Lejano Oriente. Además del monopolio de la canela índica, en aquellas tierras agrestes se producía incienso (tan demandado en todos los templos de la Ecúmene y bien pagado por los comerciantes) y un pequeño fruto que al tostarlo servía como bebida estimulante. Todavía hoy se toma café con el nombre del puerto árabe desde donde se exportaba: Moca.



Ante aquel halo de riqueza no tardarían en asomarse las urracas. No hubo personas más codiciosas en toda la Antigüedad clásica que los gobernadores provinciales romanos, aquellos pretores que sabían que su mandato fuera de Roma era efímero y el beneficio inmenso si se tenía pocos escrúpulos. Corría el año 26 a.C. Cleopatra y Marco Antonio llevaban muertos cuatro años y el primer gobernador romano de Egipto, el poeta y amigo personal de Augusto, Gayo Cornelio Galo, había sido depuesto por pasarse esquilmando la provincia de Egipto; en su lugar ejerció la pretura Aelio Galo, hombre de oscuro pasado y ningún logro militar previo digno de mención.

Parece ser que por orden directa del princeps, el prefecto Aelio Galo emprendió una “exploración armada” desde su residencia de Alejandría hacia Arabia Felix. Dion Casio y Plinio el Viejo dan noticia de la misma, así como de la gran amistad del prefecto con un geógrafo griego al que había conocido durante su pretura y que, al final, sería el único que sacase provecho de aquella expedición: hablamos de Estrabón. Aquel griego curioso ya lo había acompañado hasta la frontera sur de la provincia, Asuán, recorriendo el Nilo y sus territorios y, a sabiendas de su afán de describir hasta el último rincón de la Ecúmene, bien pudo ser uno de los inductores de esta arriesgada incursión en tierras incógnitas, ricas y presuntamente hostiles.

La expedición empezó mal, y lo que mal empieza, peor acaba. Aelio Galo confió en un guía nabateo de dudosa reputación llamado Sylleus que desde el principio de la campaña los hizo atravesar un territorio desértico y abrasado por el sol y con poca agua con la que abrevar bestias y sofocar la sed. Como le pasaría a la Armada española siglos después, Galo fue derrotado por los elementos antes de lanzar un solo pilum a los jinetes árabes. Después de seis meses de padecimientos inenarrables tratando de alcanzar esos tesoros que custodiaba la inmensa Arabia, hostigado por los jinetes y el clima severo del desierto por igual, el prefecto decidió volver a Alejandría. Había perdido dos terceras partes de sus tropas en el intento. Quizá a causa de este descalabro monumental, poco tiempo después fue destituido como gobernador de Egipto, cargo que le fue adjudicado a un mejor militar y amigo íntimo de Augusto, Gayo Petronio, el futuro vencedor de Meroe… Pero esa es otra historia.

miércoles, 20 de enero de 2016

G30A: Sus paralelismos con la crisis de Arabia Saudita

¿Lo que ocurrió en la Guerra de Treinta Años?




Las tensiones en el Medio Oriente entre Arabia Saudita (gobernado por la familia suní Saud) e Irán (el líder del campamento chiítas) han llevado a muchos comentaristas establecer paralelismos con la Guerra de Treinta Años en Europa (1618-1648). Eso fue un conflicto que tuvo consecuencias devastadoras para el centro de Europa, con alrededor del 20% de la población alemana fue muerta. La guerra tuvo raíces religiosas como el emperador del Sacro Imperio (inicialmente los Habsburgo Fernando II) trató de reafirmar la hegemonía católica sobre las zonas protestantes del imperio. La Reforma había comenzado en Alemania en 1517 con las tesis de Martín Lutero y muchos príncipes del Imperio (que tenían una estructura cuasi-federal) se habían convertido a la causa protestante.

Una revuelta inicial de bohemios protestantes, que lanzó a los representantes imperiales por la ventana (la defenestración de Praga), fue fácilmente aplastada. Pero los éxitos del Emperador, y sus intentos de confiscar territorio, alarmaron a otras potencias protestantes. En primer lugar intervino Dinamarca (sin éxito) y Gustavo Adolfo de Suecia logró una serie de victorias militares para el lado protestante, antes de ser asesinado en la batalla en 1632.

Las líneas de batalla no se elaboraron por motivos exclusivamente religiosos. Francia, una potencia católica, financió la invasión sueca y más tarde se unió a la guerra directamente; algunos gobernantes protestantes inicialmente lucharon del lado del emperador (la causa protestante se vio dividida entre luteranos y calvinistas). Muchos de los participantes tenían motivos territoriales; Suecia quería el control del Báltico mientras que Francia utilizó la guerra para adquirir Alsacia y Lorena, dos áreas que iban a causar tensiones repetidas en los siglos 19 y 20. El conflicto también formó parte de la mucho más de ochenta años de guerra entre España y su antigua provincia, los Países Bajos.

¿Cuáles son los paralelos? La primera es que los eventos proyectan sombras largas, si uno está pensando en la Reforma, la revolución iraní de 1979, o la guerra de Irak de 2003. Los cambios en el equilibrio de poder causar a otros a reaccionar. La segunda es que los conflictos religiosos, una vez iniciadas, son muy difíciles de parar debido a las pasiones que despiertan. En el siglo 17, los poderes agotados finalmente acordaron no tratar de imponer su fe en otros estados. El tercero, tal vez, es que el vencedor inicial puede no resultar el ganador; El poder militar estadounidense es menos dominante de lo que parecía después de 2003. Después de la Guerra de los Treinta Años terminó en 1648, la influencia de los Habsburgo en la mayor parte de Alemania se redujo y la monarquía con el tiempo se convirtió en el imperio austro-húngaro.

The Economist

miércoles, 31 de julio de 2013

Segunda Guerra del Golfo: Operación Granby


Operación Granby

La operación Granby fue el nombre dado a las operaciones militares británicas durante la Guerra del Golfo. 53.462 soldados fueron desplegados durante el conflicto [1] El costo total de las operaciones fue de £ 2434 millones (1992), de los cuales al menos £ 2049 millones fueron pagados por otros países como Kuwait y Arabia Saudita,. £ 200 millones de equipos se perdieron o fueron dados de baja. [2]
La operación Granby tomó su nombre de Juan, marqués de Granby un comandante británico en la Guerra de los Siete Años.



El jefe de las Fuerzas Conjuntas (Comandante del Golfo con sede en el Reino Unido en la BAM de la RAF High Wycombe) fue Mariscal Jefe del Aire Sir Patrick Hine del 1 de octubre de 1990 al 31 de marzo de 1991, y el Mariscal Jefe del Aire Sir Michael Graydon desde el 31 de marzo de 1991. Su asesor político fue Andrew Palmer. El Comandante de las Fuerzas Británicas en Oriente Medio, el comandante en el teatro (con sede en Riyadh), fue inicialmente Vice Mariscal del Aire Andrew Wilson (desde septiembre-octubre de 1990), a continuación, el teniente general Sir Peter de la Billière desde el 6 de octubre de 1990 a marzo de 1991, y el Comodore del Aire Ian Macfadyen desde marzo de 1991.
El Comando Aéreo de las Fuerzas Británicas Oriente Medio (inicialmente Península Arábiga) fue el Vice Mariscal Andrew Wilson desde agosto al 17 de noviembre 1990 a continuación Vice Mariscal del Aire William (Bill) Wratten del 17 de noviembre de 1990.
El Oficial Naval Senior británico de Oriente Medio fue el capitán Anthony McEwen, de la Royal Navy hasta septiembre de 1990 (en el HMS York), a continuación, Comodoro Paul Haddocks desde Septiembre hasta Diciembre de 1990. Finalmente el Comodoro Christopher Craig, en el HMS Brave y HMS London, estuvo al mando del 3 diciembre 1990 a marzo 1991.


Operación Granby
Parte de la Segunda Guerra del Golfo
Alcance operacionalOfensiva estratégica
UbicaciónIrak, Kuwait, Arabia Saudita, Israel
ObjetivoRetirada iraquí de Kuwait; restablecimiento del Emir Jaber III 
Ejecutada por United Kingdom



Bucaneers sobre el desierto. Fue su primera y última participación en un conflicto bélico

Royal Air Force
Dentro de las cuarenta y ocho horas de la invasión de Kuwait el 2 de agosto de 1990, 12 interceptores Panavia Tornado F3 habían llegado a Arabia Saudita, junto a las aeronaves de la USAF. Poco después se les unieron aviones SEPECAT Jaguar de la BAM de la RAF Coltishall y Tornado GR1s, reasignados del servicio en Alemania. Esta acción tuvo el efecto de mantener la confianza de los países amigos, y limitando el potencial para una mayor expansión iraquí. Cuando un embargo económico fue colocado en Irak, estos aviones también ayudó a mantenerla. La fuerza de F3s se amplió a 18 procedentes de las tres bases británicas que albergaban F3S (Leuchars, Leeming y Coningsby), con 27 tripulantes aéreos y 350 de personal de tierra. Se basaban en la base de la Fuerza Aérea Real de Arabia en Dhahran, desde donde volaron patrullas dentro del alcance de los sistemas de radar en tierra iraquí. Antes de la puesta en marcha de la operación para liberar a Kuwait sobrevolaron 2.000 salidas. Aviones de transporte Hercules, VC10 y Tristar suministraron apoyo tanto la fuerza aérea como a otras actividades militares, mientras que aviones Nimrod MR.2P asistieron a las operaciones navales. En las bases de Tabuk, Dhahran y Muharraq, misiles Rapier de la RAF fueron desplegados como parte de las defensas de misiles tierra-aire. En total, alrededor de 6000 hombres de la RAF fueron desplegados en el Golfo. [3]


Los operadores británicos sobre el desierto: (de arriba hacia abajo) Tornado F3, Bucaneer, Tornado GR1 y SEPECAT Jaguar B.

Un Tornado F3, una aeronave utilizada por la Royal Air Force en la Guerra del Golfo

Los comandantes de la RAF, junto con los otros socios de la coalición, consideraron que era necesario evitar que la fuerza aérea iraquí (IAF) operara en un grado significativo. Se cree que tiene alrededor de 700 aviones de combate, así como misiles balísticos Scud y armas químicas, no podían dejarse a ayudar a apoyar las fuerzas terrestres iraquíes, ahora atrincherados en posiciones en la frontera. Debido al nivel de los suministros procedentes de Irak a las fuerzas de Kuwait, que habría sido imposible separar los objetivos meramente en Kuwait de una ofensiva en Irak. Las fuerzas de coalición superaron la IAF (Iraqi Air Force) 3 a 1. [3]
La primera parte de la campaña aérea de la Guerra del Golfo fue dirigida en contra de la IAF. Temprano el 17 de enero, Tornado GR1s de la RAF volaron a Irak, con el apoyo de cisternas. Los primeros objetivos fueron las bases aéreas iraquíes, que albergaba una gran variedad de sistemas de defensa y aviones. Estos ataques fueron coordinados en Riad por el Cuartel General Conjunto Aliado, con Wratten ahora llevando el mando británico, aviones fueron casi totalmente integrado en una sola fuerza de la coalición. Los aviones de apoyo en las incursiones, por lo tanto, podrían ser de cualquier país de la coalición. A las 24 horas, un centenar de vuelos de combate se habían dirigido. Después de siete días, el enfoque de la RAF, como el resto de las fuerzas aéreas de la coalición, se trasladó a los objetivos relacionados con el apoyo de las fuerzas iraquíes de Kuwait. Estos incluían la refinería de petróleo y los puentes estratégicos sobre el río Eufrates. Durante las operaciones, civiles fueron muertos cuando los sistemas de guía sofisticados de las armas utilizadas fracasaron, y edificios cercanos a los puentes (muchos de ellos en zonas pobladas) se vieron afectadas en su lugar. En general, muchos pilotos se vieron frustrados por la fallas de combate. [3]
En cada papel de combate, la RAF fue segunda a la participación USAF, pero por delante de otros miembros de la coalición. De los alrededor de 55 aviones aliados perdidos, ocho fueron Tornados y un Jaguar, estos tipos de aeronaves volaron un total de 2.500 salidas. Cinco personales de vuelo se perdieron en las operaciones, y tres en los preparativos. [3]

Ejército británico
Durante la fase terrestre, la 1ª División Acorazada británica [4] participó en el gancho de izquierda gigante que desbordó las fuerzas iraquíes. Tanques Challenger británicos destruyeron aproximadamente 300 vehículos iraquíes, entre ellos logrando el acierto de un tanque de mayor alcance en la historia. Un incidente de fuego amigo, cuando aviones Fairchild Republic A-10A Thunderbolt americano atacaron dos vehículos Warrior británicos, resultó en la muerte de nueve de personal de servicio británico.


Soldado británico con su L85 reglamentario

Compañía C, 1er Batallón The Staffordshire Regiment, en un ejercicio de fuego vivo, durante la Operación Granby, 6 de enero de 1991.

Tropas de la caballería con vehículos Scorpion

Royal Navy
La Royal Navy hizo una contribución significativa a los esfuerzos de los aliados en las primeras etapas de la guerra. En particular, los helicópteros Westland Lynx de la Marina Real  fueron responsables de la destrucción de casi toda la Armada iraquí. Además, cazaminas de la Royal Navy limpiaron de minas iraquíes cerca de la costa de Kuwait, para que los acorazados Wisconsin y Missouri de EE.UU. se muevan lo suficientemente cerca como para lanzar bombardeos devastadores contra las fuerzas terrestres iraquíes. El HMS Gloucester interceptó un misil Silkworm iraquí con destino a los acorazados estadounidenses.

Referencias
[1] "1990/1991 Conflicto del Golfo" Consultado el 25 de marzo 2011 "Ministerio de Defensa"
[2] "La guerra del Golfo de costes contribuyentes libras 615m" Consultado el 25 de marzo 2011 "The Independent"
[3] Vice Mariscal del Aire R. A. Mason (1991). "La Fuerza Aérea Real". Guerra del Golfo de Gran Bretaña: Operación Granby. Londres: Harrington Kilbride. pp 35-43.
[4] "04 de marzo 1991". Debates Parlamentarios (Hansard) (Cámara de los Comunes). 04 de marzo 1991

Wikipedia