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martes, 6 de febrero de 2024

Organización Nacional: Caseros

Caseros




Un 3 de febrero de 1852 ocurría la Batalla de Caseros en el marco de las guerras civiles argentinas donde el Ejército Grande, liderado por el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, derrotaba a los ejércitos del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.

 
A partir de 1831, el sistema de organización estatal estuvo determinado por la llamada Confederación Argentina, una laxa unión de estados provinciales unidos por algunos pactos y tratados entre ellos. Desde 1835, el dominio real del país estuvo en manos del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, munido además de la “suma del poder público”, en que la legislatura porteña jugaba un papel moderador muy poco visible.



En 1839, y en mayor medida a partir de 1840, una cruel guerra civil sacudió al país, afectó a todas las provincias y costó miles de víctimas. Rosas logró vencer a sus enemigos, aseguró su predominio más que antes. Una campaña en el interior del Chacho Peñaloza y una larga rebelión de la provincia de Corrientes, que se reveló constantemente ante el poder centralista de Rosas logró afectar a las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, pero también fueron derrotados en 1847. Desde entonces, la Confederación y la provincia de Buenos Aires gozaron de una relativa paz, aunque signada por la violencia de la Mazorca, la brutal represión de cualquier levantamiento ante Rosas y el exilio a los políticos contrarios a la política del gobernador.



Mientras que en la provincia de Entre Ríos, gobernaba el general Urquiza promoviendo el desarrollo económico al proteger la ganadería, facilitando la instalación de saladeros de carne vacuna, mejorando infraestructuras como caminos y puertos, e impulsando la instalación de molinos de agua. Además, fomentó pequeñas industrias y estableció un riguroso control fiscal, dando gran atención a la eficiencia de los funcionarios y empleados. Logró reducir el gasto público sin descuidar las funciones del estado y transparentó las finanzas mediante la publicación mensual de gastos e ingresos a través de la prensa.



Su principal enfoque fue la educación, expandiendo las escuelas primarias existentes y fundando nuevas escuelas secundarias públicas y modernas. La primera de estas instituciones fue la de Paraná, dirigida por Manuel Erausquin, y tras conflictos con el gobierno de esa ciudad, los profesores se trasladaron al Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, otro proyecto de Urquiza, donde se educarían futuros presidentes de la Nación. En su gestión, se crearon periódicos, teatros, escuelas secundarias para mujeres y bibliotecas públicas. Urquiza atrajo a su provincia a emigrados ilustres, principalmente federales antirrosistas como Pedro Ferré, Manuel Leiva y Nicasio Oroño, pero también unitarios como Marcos Sastre, generando un ambiente más libre que en otras ciudades del país.



Este ambiente de libertad contrastaba significativamente con la situación en Buenos Aires, captando la atención de los exiliados antirrosistas. Personajes destacados como Domingo Faustino Sarmiento, Esteban Echeverría o el general José María Paz empezaron a vislumbrar en Urquiza al líder capaz de convocar un congreso constituyente y derrocar a Rosas. Para 1850, la provincia de Entre Ríos se destacaba como un bastión de las ideas más progresistas y liberales. Se había convertido en una de las provincias más prósperas de la Confederación. Atraía a inversores extranjeros y a los emigrados de otras provincias del país.



A pesar del asedio y la guerra en una sitiada Montevideo, Urquiza logró mantener abiertos los puertos de su provincia al comercio con esa ciudad, a pesar de que desde la perspectiva de Rosas esto era considerado contrabando. Sin embargo, debido a la necesidad de Rosas de contar con el apoyo de Urquiza, permitió esta actividad de facto.



El puerto de Montevideo era el principal puerto por el que la provincia de Entre Ríos podían ejercer el comercio con el resto del mundo, debido a que el puerto de Buenos Aires, controlado por Rosas, imponía a las provincias fuertes aranceles a la exportación. Por tal motivo, la provincia de Corrientes, que tenía puertos propios, había organizado cinco campañas militares contra Rosas entre 1839, la primera iniciando con la rebelión del gobernador Genaro Berón de Astrada, y 1852.



En el plano organizativo del país, Rosas sostenía que, dado que el país no estaba en paz, no era el momento adecuado para sancionar una constitución. Sin embargo, su política exterior mantenía un constante estado de conflicto, lo que llevó a acusaciones de mantener a la Confederación en guerra para postergar indefinidamente la sanción constitucional.



En 1850, cuando Montevideo estaba a punto de caer, el Imperio del Brasil decidió apoyar a la ciudad sitiada. Rosas respondió iniciando acciones bélicas contra el Imperio, lo que algunos opositores interpretaron como una estrategia para posponer la sanción de la Constitución. Urquiza compartió esta interpretación, aunque no mostró señales claras en ese sentido.

Rosas designó a Urquiza como comandante del ejército de operaciones contra Brasil, enviándole armamento y refuerzos, pero al mismo tiempo le exigió que suspendiera el comercio con Montevideo. Urquiza comenzó a contactar a emigrados de Montevideo y representantes del Imperio del Brasil, buscando apoyo financiero y la seguridad para enfrentar a Rosas, lo que le fue asegurado.

Urquiza interpretó que Rosas abría un nuevo frente para seguir postergando la organización constitucional; se puso en contacto con los enviados del gobierno de Montevideo y del Imperio, y reafirmó la alianza con el gobernador de la provincia de Corrientes, Benjamín Virasoro. La preocupación principal de ambos era la de liberar el comercio fluvial y ultramarino, pero también reclamaban su participación en los ingresos de la Aduana de Buenos Aires.

El 1 de mayo de 1851, la legislatura entrerriana da a conocer un documento conocido como el “Pronunciamiento de Urquiza”, donde el gobernador se opone a Rosas aceptando su renuncia a ejercer las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina (que Rosas presentaba cada año, a sabiendas de que esta sería rechazada). El pronunciamiento de Urquiza consistió en la efectiva aceptación de la renuncia de Rosas por parte de la Provincia de Entre Ríos, que reasumía su capacidad de conducir su comercio y relaciones exteriores con otras naciones hasta tanto no se formalizara la constitución de una República.

El Pronunciamiento significó la ruptura definitiva de las relaciones entre Urquiza y Rosas y el comienzo de la guerra. Solo la provincia de Corrientes apoyaría a Urquiza, mientras que el resto lo repudiaron públicamente. Rosas no aceptaría la renuncia, y permaneció en el cargo. Urquiza se convertiría allí en el caudillo de los federales antirrosistas e iniciaba la lucha contra el centralismo de Buenos Aires.

Por último, reemplazó de los documentos el ya familiar “¡Mueran los salvajes unitarios!”, por la frase “¡Mueran los enemigos de la organización nacional!”. Unos pocos días más tarde, Corrientes imitó las leyes de Entre Ríos. En un breve período de tiempo, Urquiza movilizó 10 000 u 11 000 jinetes entrerrianos (lo que fue un gran esfuerzo para una provincia de 46 000 habitantes).

La prensa porteña reaccionó indignada por esta "traición"; todos los demás gobernadores de la Confederación Argentina lanzaron anatemas y amenazas públicas contra el Urquiza, tildándolo de loco, traidor y salvaje unitario. En los meses siguientes, la mayor parte de ellos hizo nombrar a Rosas "Jefe Supremo de la Nación", esto es, un presidente sin título de tal, ni Congreso que lo controlara. Pero ninguno se movió en su defensa.

A fines de mayo se firmó un tratado entre Entre Ríos, el gobierno de Montevideo y el Imperio del Brasil, que acordaba una alianza para expulsar al general Manuel Oribe del Uruguay, llamar a elecciones libres en todo ese país y, si Rosas declaraba la guerra a una de las partes, unirse para atacarlo. Como primer paso de su plan estratégico, Urquiza ingresó con los ejércitos correntinos al mando de José Antonio Virasoro y entrerrianos a territorio uruguayo en el mes de julio.

Entre Ríos invadió Uruguay en julio de 1851 pero no hubo guerra: Oribe quedó casi solo, defendido solo por las fuerzas porteñas, que no tenían instrucciones adecuadas sobre qué hacer. De modo que Urquiza y Oribe firmaron un pacto el 8 de octubre, por el que se levantaba el sitio de Montevideo. Oribe renunció y se alejó de la ciudad sin ser hostilizado; a cambio, el gobierno del país, incluida Montevideo, sería asumido por el general Garzón.

Desde entonces, las fuerzas comandadas por el general Justo José de Urquiza pasaron a llamarse Ejército Grande. Las tropas aliadas se componían de 27 000 hombres, en su mayoría correntinos, entrerrianos y exiliados argentinas pero también uruguayos y brasileños. Otros 10.000 hombres quedaron de reserva en Colonia del Sacramento (llamado Ejército Chico). Rosas en ese momento disponía de 25.000 hombres.

A fines de octubre, Urquiza estaba de vuelta en Entre Ríos. Tras reunir y adiestrar sus fuerzas en Gualeguaychú, Urquiza reunió las fuerzas provinciales en el campamento del Calá, y partió el 13 de diciembre al encuentro del Ejército Grande, el cual se concentró en Diamante, puerto de Punta Gorda. Desde allí, las tropas fueron cruzando el Paraná desde la víspera de Navidad hasta el día de Reyes de 1852. Las tropas de infantería y los pertrechos de artillería cruzaron en buques militares brasileños, mientras la caballería cruzó a nado.

Desembarcaron en Coronda, a mitad de camino entre Rosario y Santa Fe. El gobernador Echagüe abandonó con sus fuerzas la capital, para enfrentar al ejército enemigo y contactar al general Ángel Pacheco, que tenía su división en San Nicolás de los Arroyos. Pero las tropas santafesinas se sublevaron; de inmediato, Urquiza envió hacia allí a Domingo Crespo, que asumió como gobernador.

Las tropas rosarinas del general Mansilla se sublevaron y se pasaron a Urquiza, de modo que, con las pocas tropas que les quedaban, Echagüe, Pacheco y Mansilla debieron retroceder hacia el sur. La provincia de Santa Fe había sido tomada en forma tan pacífica como el Uruguay, y el general Juan Pablo López (hermano del difunto exgobernador y caudillo santafesino Estanislao López) se puso al mando de los santafesinos unidos al Ejército Grande.

Rosas nombró al general Ángel Pacheco jefe del ejército provincial, pero luego dio órdenes contradictorias a Hilario Lagos, sin informar al general. El gobernador se instaló en su campamento de Santos Lugares, dando órdenes burocráticas y sin decidir nada útil. Pacheco, cansado de un jefe que arruinaba sus esfuerzos, renunció al mando del ejército y se retiró a su estancia usando como pretexto el estar enfermo. De modo que Rosas asumió en persona el mando de su Ejército.



Al amanecer del 2 de febrero, Urquiza hizo leer a sus tropas la siguiente proclama:



La batalla duró seis horas y se desarrolló en la estancia de la familia Caseros, situada en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, el campo de batalla se encuentra en los actuales terrenos del Colegio Militar de la Nación. Urquiza no dirigió la batalla y dejó que cada jefe de división hiciera lo que tenía pensando. Aún así, el Ejército Grande arrolló a las fuerzas comandadas por el general Juan Manuel de Rosas.



Cuando la batalla ya estaba por perderse, Rosas huyó a caballo para Buenos Aires, abandonando a sus hombres en el campo de batalla. Una vez en Buenos Aires, Rosas redactó su renuncia al cargo de Gobernador de Buenos Aires. Pocas horas después, protegido por el cónsul británico Robert Gore, Rosas se instaló en la embajada británica en Buenos Aires y al día siguiente se embarcó en la fragata Centaur rumbo al exilio en el Reino Unido, donde falleciera en 1877.

Recién quince días más tarde, el general Urquiza entró triunfante en Buenos Aires, durante un desfile y montando el caballo de Rosas, y nombró a Vicente López y Planes como gobernador de la provincia. Apenas llegada a Montevideo la noticia de Caseros, los emigrados retornaron a Buenos Aires y países vecinos, mientras los rosistas resistían perder su posición. Se formaron dos grupos políticos definidos: los federales o urquicistas, partidarios de la organización nacional bajo un poder federal y por otro lado, el Partido Liberal, heterogéneo, abogaba por la ruptura con la Confederación y se oponían a Urquiza, viéndolo como un caudillo que buscaba dominar la provincia, proponiendo incluso la secesión de Buenos Aires. De este segundo grupo participaron muchos antiguos rosistas.

Al llegar a Buenos Aires, Urquiza envió una misión para explicar su intención de restablecer el Pacto Federal y organizar constitucionalmente el país. Bernardo de Irigoyen logró que las provincias delegaran en Urquiza el manejo de relaciones exteriores y aceptaran el proyecto de organización nacional. El 6 de abril, representantes de Buenos Aires, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe firmaron el Protocolo de Palermo, restableciendo el Pacto Federal y confiando a Urquiza el manejo de relaciones exteriores, además de encargarle la convocatoria a un Congreso Constituyente.

Para agilizarlo, Urquiza invitó a los gobernadores a una reunión en San Nicolás de los Arroyos. El 31 de mayo se firmó el Acuerdo de San Nicolás, estableciendo la vigencia del Pacto Federal de 1831, la convocatoria a un congreso constituyente en Santa Fe y la creación del cargo de Director provisorio de la Confederación Argentina, ocupado por Urquiza.



Como Director Provisional de la Confederación Argentina convocó al Congreso Constituyente, prohibió la confiscación de bienes en toda la Nación, abolió la pena de muerte por delitos políticos y declaró que el producto de las aduanas exteriores era un ingreso de la Nación. Reconoció a nombre de la Confederación la independencia del Paraguay, que nunca había sido reconocida por Rosas. A continuación declaró libre la navegación de los ríos por dos decretos de agosto y octubre de 1852 y abrió las puertas argentinas al comercio internacional.

El 11 de septiembre de 1852 estalló un levantamiento militar con apoyo civil contra la autoridad de Urquiza y su delegado, que se embarcó hacia Entre Ríos; incluso los antiguos rosistas se unieron a la revolución. Restablecida, la Sala de Representantes desconoció al Congreso Constituyente, ordenó el regreso de los dos diputados porteños a la misma y reasumió el manejo de sus relaciones exteriores.



En un primer momento, Urquiza ocupó San Nicolás de los Arroyos, decidido a volver a Buenos Aires. Pero allí tuvo conocimiento que el apoyo con que contaba la revolución era mayor que el esperado, y que incluso los federales se habían plegado a ella, de modo que regresó a Entre Ríos. A partir de ese momento, el llamado Estado de Buenos Aires se manejó como un país independiente de la Confederación. Tras un breve interinato del general Manuel Pinto, en octubre fue nombrado gobernador Valentín Alsina.




sábado, 23 de abril de 2022

Austria-Hungría: La reforma constitucional de los Habsburgo

Imperio de los Habsburgo – Reforma Constitucional

Weapons and Warfare

 
 


El líder húngaro conde Gyula Andrássy (1823-1890) en 1870

De 1860 a 1867, la reforma constitucional ocupó un lugar destacado en la agenda política. El gobierno neoabsolutista dio paso a una participación política más amplia, un animado debate público y la protección de los derechos individuales. El aspecto más difícil fue la posición de Hungría dentro del marco del imperio. La oposición húngara bajo líderes como Ferenc Deák y el Conde Gyula Andrássy negoció el Ausgleich, o Compromiso, de 1867, que transformó las posesiones de los Habsburgo en Austria-Hungría. De 1867 a 1918, la llamada Monarquía Dual simbolizó una unión del Reino de Hungría y Austria sobre los demás reinos y tierras de los Habsburgo; ambas partes compartían la persona del monarca, el rey de Hungría y el emperador de Austria,y el acuerdo de sucesión establecido en la Pragmática Sanción de 1713-1723 fue la base constitucional de Austria-Hungría. Según la Ley XII de 1867, aprobada por la dieta húngara, Hungría también aceptaba una política exterior común y una defensa común. Las cuestiones monetarias y de comercio exterior también deberán resolverse en común. Después de 1868, un ejército y una armada austrohúngaros comunes formaron las fuerzas de combate de la monarquía de los Habsburgo, pero también habría fuerzas de defensa para Hungría y Austria. Los ministros comunes de asuntos exteriores, guerra y finanzas y los primeros ministros de Austria y Hungría deliberarían sobre cuestiones de interés común. Las delegaciones de los parlamentos de Viena y Budapest discutirían periódicamente la política común de ministros.Las contribuciones de Hungría y Austria al presupuesto de los ministerios comunes pueden negociarse cada 10 años. Entre los ministros comunes destacaba el ministro de Asuntos Exteriores como ministro de la Casa Imperial y Real. Presidió la sesión del consejo ministerial común si el monarca no estaba presente en el consejo. La alta política era tradicionalmente el aspecto más prestigioso de la política del gobierno, y la decisión de hacer la guerra o hacer la paz se preferiría prerrogativa del monarca. En la Monarquía Dual, donde no había un primer ministro o canciller común, el ministro de Relaciones Exteriores se desempeñaba como el asesor político más importante del monarca. Presidió la sesión del consejo ministerial común si el monarca no estaba presente en el consejo.La alta política era tradicionalmente el aspecto más prestigioso de la política del gobierno, y la decisión de hacer la guerra o hacer la paz se preferiría prerrogativa del monarca. En la Monarquía Dual, donde no había un primer ministro o canciller común, el ministro de Relaciones Exteriores se desempeñaba como el asesor político más importante del monarca. Presidió la sesión del consejo ministerial común si el monarca no estaba presente en el consejo. La alta política era tradicionalmente el aspecto más prestigioso de la política del gobierno, y la decisión de hacer la guerra o hacer la paz se preferiría prerrogativa del monarca. En la Monarquía Dual, donde no había un primer ministro o canciller común, el ministro de Relaciones Exteriores se desempeñaba como el asesor político más importante del monarca.y la decision de hacer la guerra o hacer la paz se consideraron prerrogativa del monarca. En la Monarquía Dual, donde no había un primer ministro o canciller común, el ministro de Relaciones Exteriores se desempeñaba como el asesor político más importante del monarca. Presidió la sesión del consejo ministerial común si el monarca no estaba presente en el consejo. La alta política era tradicionalmente el aspecto más prestigioso de la política del gobierno, y la decisión de hacer la guerra o hacer la paz se preferiría prerrogativa del monarca. 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Presidió la sesión del consejo ministerial común si el monarca no estaba presente en el consejo. La alta política era tradicionalmente el aspecto más prestigioso de la política del gobierno, y la decisión de hacer la guerra o hacer la paz se preferiría prerrogativa del monarca. En la Monarquía Dual, donde no había un primer ministro o canciller común, el ministro de Relaciones Exteriores se desempeñaba como el asesor político más importante del monarca.La alta política era tradicionalmente el aspecto más prestigioso de la política del gobierno, y la decisión de hacer la guerra o hacer la paz se preferiría prerrogativa del monarca. En la Monarquía Dual, donde no había un primer ministro o canciller común, el ministro de Relaciones Exteriores se desempeñaba como el asesor político más importante del monarca.La alta política era tradicionalmente el aspecto más prestigioso de la política del gobierno, y la decisión de hacer la guerra o hacer la paz se preferiría prerrogativa del monarca. En la Monarquía Dual, donde no había un primer ministro o canciller común, el ministro de Relaciones Exteriores se desempeñaba como el asesor político más importante del monarca.

En los asuntos internos, el emperador y el rey tenían que depender de los jefes de gobierno de Viena y Budapest. Los primeros ministros de Austria y Hungría fueron nombrados y destituidos por el monarca, quien tenía que aprobar cualquier legislación, pero los primeros ministros, sin embargo, necesitaban el respaldo de una mayoría parlamentaria para aprobar sus presupuestos y proyectos de ley en las asambleas legislativas. La legislación de emergencia ofreció la oportunidad de eludir los parlamentos rebeldes, especialmente en Austria, pero solo por períodos breves. En Hungría, el apoyo al primer ministro en la dieta era casi indispensable. La composición de los parlamentos de Viena y Budapest difería significativamente. La diversidad étnica de Austria se reflejó adecuadamente en el parlamento, al menos en comparación con la dieta húngara étnicamente homogénea. magiares,el segmento de la población de habla húngara, estaba sobrerrepresentado como consecuencia de las leyes electorales restrictivas que excluían a los ciudadanos húngaros menos ricos y en su mayoría no magiares. En Austria, el electorado se amplió gradualmente y el sufragio universal masculino se introdujo en 1907. La corona apoyó esta democratización con la esperanza de que los partidos nacionalistas con sus partidarios de clase media perdieran influencia. Las tierras de la corona austriaca tenían sus propios parlamentos y reglas electorales; la administración de las tierras de la corona estaba encabezada por un gobernador, elegido por el emperador y generalmente perteneciente a la alta nobleza. En el marco del Reino de Hungría, el Reino de Croacia-Eslavonia disfrutaba de un alto grado de autonomía, mientras que el resto del reino húngaro tenía una estructura más centralizada que Austria.estaban sobrerrepresentados como consecuencia de leyes electorales restrictivas que excluían a los ciudadanos húngaros menos pudientes y en su mayoría no magiares. En Austria, el electorado se amplió gradualmente y el sufragio universal masculino se introdujo en 1907. La corona apoyó esta democratización con la esperanza de que los partidos nacionalistas con sus partidarios de clase media perdieran influencia. Las tierras de la corona austriaca tenían sus propios parlamentos y reglas electorales; la administración de las tierras de la corona estaba encabezada por un gobernador, elegido por el emperador y generalmente perteneciente a la alta nobleza. En el marco del Reino de Hungría, el Reino de Croacia-Eslavonia disfrutaba de un alto grado de autonomía, mientras que el resto del reino húngaro tenía una estructura más centralizada que Austria.estaban sobrerrepresentados como consecuencia de leyes electorales restrictivas que excluían a los ciudadanos húngaros menos pudientes y en su mayoría no magiares. En Austria, el electorado se amplió gradualmente y el sufragio universal masculino se introdujo en 1907. La corona apoyó esta democratización con la esperanza de que los partidos nacionalistas con sus partidarios de clase media perdieran influencia. Las tierras de la corona austriaca tenían sus propios parlamentos y reglas electorales; la administración de las tierras de la corona estaba encabezada por un gobernador, elegido por el emperador y generalmente perteneciente a la alta nobleza. En el marco del Reino de Hungría, el Reino de Croacia-Eslavonia disfrutaba de un alto grado de autonomía, mientras que el resto del reino húngaro tenía una estructura más centralizada que Austria.

En la agenda interna se destacó el dualismo y la cuestión de la nacionalidad. Los políticos húngaros debatieron acaloradamente si el acuerdo de 1867 fue suficiente para asegurar la independencia húngara. Con la dieta en Budapest dominada por la pequeña élite de terratenientes y burgueses de habla húngara, las divisiones sociales o nacionales en el parlamento eran menos significativas que la división entre los partidarios del Ausgleich y los seguidores de la independencia casi total. Los liberales, bajo el liderazgo de Kálmán Tisza, aceptaron el Compromiso de 1867 como la base legal del lugar de Hungría en la monarquía de los Habsburgo y controlaron la política húngara hasta 1890. Durante la década siguiente, el éxito económico y la creciente autoconfianza de la clase media magiar impulsaron un aumento significativo del nacionalismo magiar.El Partido de la Independencia siguió la tradición de los revolucionarios de 1848-1849 y presionó al gobierno húngaro para que aspirara a la independencia de Hungría. En 1903, el conflicto entre Hungría y la corona se intensificó, cuando Francis Joseph mantuvo el statu quo del ejército común frente a los intentos de establecer el húngaro como idioma de mando. Una coalición formada en torno al Partido de la Independencia se vio obligada a ceder ante Francis Joseph cuando el rey amenazó con presentar un proyecto de ley de sufragio general en el parlamento en 1905. En los últimos años antes de la Primera Guerra Mundial, István Tisza, el líder de los moderados húngaros, logró frenar a la oposición dentro de la dieta y se convirtió en el político más influyente en la política austrohúngara. A fines de la década de 1880,Tisza se convirtió en el primer primer ministro húngaro dispuesto a cofinanciar una acumulación militar masiva. Sin embargo, la estabilidad en Hungría y una mejor cooperación entre Viena y Budapest solo podrían lograrse aceptando el dominio magiar en Hungría y la asertividad húngara en las negociaciones austrohúngaras. Para Francis Ferdinand, sobrino y aparente heredero de Francis Joseph, esto era un anatema. Creía que la fuerte posición de Hungría dentro de la Monarquía Dual bloquearía cualquier solución sensata a los problemas de nacionalidad y eventualmente derribaría el Imperio de los Habsburgo. Sin embargo, él y sus seguidores intentaron en vano hacer retroceder la influencia política de la élite húngara, por lo que cuando estalló la guerra en 1914, el dualismo seguía siendo una de las características decisivas del sistema político del Imperio de los Habsburgo.Sin embargo, la estabilidad en Hungría y una mejor cooperación entre Viena y Budapest solo podrían lograrse aceptando el dominio magiar en Hungría y la asertividad húngara en las negociaciones austrohúngaras. Para Francis Ferdinand, sobrino y aparente heredero de Francis Joseph, esto era un anatema. Creía que la fuerte posición de Hungría dentro de la Monarquía Dual bloquearía cualquier solución sensata a los problemas de nacionalidad y eventualmente derribaría el Imperio de los Habsburgo. Sin embargo, él y sus seguidores intentaron en vano hacer retroceder la influencia política de la élite húngara, por lo que cuando estalló la guerra en 1914, el dualismo seguía siendo una de las características decisivas del sistema político del Imperio de los Habsburgo.Sin embargo, la estabilidad en Hungría y una mejor cooperación entre Viena y Budapest solo podrían lograrse aceptando el dominio magiar en Hungría y la asertividad húngara en las negociaciones austrohúngaras. Para Francis Ferdinand, sobrino y aparente heredero de Francis Joseph, esto era un anatema. Creía que la fuerte posición de Hungría dentro de la Monarquía Dual bloquearía cualquier solución sensata a los problemas de nacionalidad y eventualmente derribaría el Imperio de los Habsburgo. Sin embargo, él y sus seguidores intentaron en vano hacer retroceder la influencia política de la élite húngara, por lo que cuando estalló la guerra en 1914, el dualismo seguía siendo una de las características decisivas del sistema político del Imperio de los Habsburgo.Sobrino y heredero aparente de Francis Joseph, esto era un anatema. Creía que la fuerte posición de Hungría dentro de la Monarquía Dual bloquearía cualquier solución sensata a los problemas de nacionalidad y eventualmente derribaría el Imperio de los Habsburgo. Sin embargo, él y sus seguidores intentaron en vano hacer retroceder la influencia política de la élite húngara, por lo que cuando estalló la guerra en 1914, el dualismo seguía siendo una de las características decisivas del sistema político del Imperio de los Habsburgo.Sobrino y heredero aparente de Francis Joseph, esto era un anatema. Creía que la fuerte posición de Hungría dentro de la Monarquía Dual bloquearía cualquier solución sensata a los problemas de nacionalidad y eventualmente derribaría el Imperio de los Habsburgo. Sin embargo, él y sus seguidores intentaron en vano hacer retroceder la influencia política de la élite húngara, por lo que cuando estalló la guerra en 1914, el dualismo seguía siendo una de las características decisivas del sistema político del Imperio de los Habsburgo.el dualismo seguía siendo uno de los rasgos decisivos del sistema político del Imperio de los Habsburgo.el dualismo seguía siendo uno de los rasgos decisivos del sistema político del Imperio de los Habsburgo.

LECTURAS ADICIONALES:

Bérenger, Jean. Una historia del Imperio de los Habsburgo, 1780–1918. Londres: Longman, 1997; Bridge, Francis R. La monarquía de los Habsburgo entre las grandes potencias, 1815–1918. Nueva York: St. Martin's, 1990; Cornualles, Mark, ed. Los últimos años de Austria-Hungría: un experimento multinacional en la Europa de principios del siglo XX. Exeter: Prensa de la Universidad de Exeter, 2002; Evans, Richard JW La creación de la monarquía de los Habsburgo 1550–1700: una interpretación. Oxford: Clarendon Press, 1984; Ingrao, Carlos. La monarquía de los Habsburgo, 1618–1815. Cambridge: Prensa de la Universidad de Cambridge, 1994; Kann, Robert A. A History of the Habsburg Empire, 1526– 1918. Berkeley: University of California Press, 1974; Kann, Robert A. El imperio multinacional: nacionalismo y reforma nacional en la monarquía de los Habsburgo, 1848–1918. 2 vols. Nueva York: Octagon Books, 1964; Macartney, CaliforniaEl Imperio de los Habsburgo, 1790–1918. Londres: Weidenfeld & Nicolson, 1968; Mason, John W. La disolución del Imperio austrohúngaro, 1867–1918. Londres y Nueva York: Longman 1985; Mayo, Arthur J. La monarquía de los Habsburgo, 1867–1914. Cambridge, MA: Prensa de la Universidad de Harvard, 1951; Sked, Alan. La decadencia y caída del Imperio de los Habsburgo, 1815–1918. Londres: Longman, 1989; Taylor, AJP La monarquía de los Habsburgo, 1809–1918. Chicago: Prensa de la Universidad de Chicago, 1976.La monarquía de los Habsburgo, 1809–1918. Chicago: Prensa de la Universidad de Chicago, 1976.La monarquía de los Habsburgo, 1809–1918. Chicago: Prensa de la Universidad de Chicago, 1976.

viernes, 11 de enero de 2019

Ucrania: La moderna constitución de Pylyp Orlyk


La constitución más grande que el mundo nunca vio


Por Dan Peleschuk • OZY

¿Por qué debería importarte?


Porque algunos consideran que el documento de Pylyp Orlyk de 1710, que nunca se promulgó, es el verdadero predecesor de la política democrática.


Teniendo en cuenta la magnitud de la derrota, fue sorprendente que el noble cosaco Pylyp Orlyk tuviera la energía de incluso poner la pluma en el papel, y mucho menos concebir una idea política visionaria que daría forma al pensamiento ucraniano durante los siglos venideros. El ejército del rey sueco Carlos XII, junto con sus aliados cosacos locales de Zaporozhian, acababa de ser derrotado por Pedro I de Rusia a través de lo que ahora es el centro de Ucrania, disminuyendo la posición de Suecia como una de las potencias dominantes del continente y consolidando el control de Rusia sobre Europa del Este.

Miles de personas murieron en la campaña de junio de 1709, y Charles huyó al sudoeste al territorio controlado por los otomanos, que ahora forma parte de Moldavia. Con él llegó el líder cosaco Ivan Mazepa, así como Orlyk, el consejero confiable y bien educado de Mazepa. Derrotado, Orlyk no se desanimó: dominaba varios idiomas y conocía la teoría política, se lanzó a un proyecto político que contemplaba una forma de gobierno democrático sobre el territorio que los cosacos acababan de abandonar, pero cada vez más consideraba el suyo propio.

El documento resultante no solo fue un hito en el pensamiento político ucraniano, sino que algunos creen que la Constitución de Orlyk, como se la conoce, fue uno de los primeros tratados de este tipo en el mundo, empoderando a la ciudadanía e introduciendo la separación de poderes mucho antes de que las constituciones estadounidense o francesa promulgada. Sin embargo, dado que la historia está escrita por los ganadores, se perdió en la historia, dice Frank Sysyn, director del Instituto Canadiense de Estudios Ucranianos en Toronto. "La Constitución de Orlyk y la actividad de Orlyk", dice, "se convierten en gran medida simbólicas en la forma en que las causas perdidas pueden ser simbólicas".

Como dice la leyenda, Mazepa se peleó con el zar ruso durante una fiesta de bebedores de rutina ... en una traición sobre la que Rusia sigue siendo profundamente amarga.

A principios del siglo XVIII, Europa del Este era una red compleja de alianzas políticas en constante cambio. La Rusia imperial estaba en aumento, tratando de arrebatar amplias franjas del norte de Europa y mantener su control más al sur a lo largo del Mar Negro. Un aliado clave en esta lucha fue el Cossack Hetmanate, un protectorado ruso dirigido por los famosos guerreros eslavos de espíritu libre y considerado un predecesor geográfico e ideológico de la actual Ucrania.
Durante varias décadas, Moscú había otorgado a la región una amplia autonomía, pero para Mazepa, el "hetman" o líder cosaco, eso aparentemente no era suficiente. Como dice la leyenda, se peleó con el zar ruso durante una fiesta de bebedores de rutina, y después de que Suecia le prometió la independencia, se puso del lado de los suecos durante la Gran Guerra del Norte, llevándose con él a varios miles de combatientes en una traición a la que todavía se enfrenta Rusia. profundamente amargo. Después de su derrota, Mazepa y sus hombres fueron obligados a exiliarse, donde murió y fue reemplazado por Orlyk tras la aprobación de un consejo militar.
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Pylyp Orlyk

Fuente The Picture Art Collection / Alamy Foto de archivo

El floreciente sueño cosaco de la independencia, sin embargo, siguió vivo. El día que Orlyk se hizo cargo, el 5 de abril de 1710, presentó la obra más importante de su vida: “Los Pactos y las Constituciones de Derechos y Libertades de la Anfitriona Zaporozhiana”. El documento estableció una serie de libertades civiles y derechos garantizados por el estado, concebido para la primera vez como una entidad política explícitamente ucraniana, que debía estar compuesta por líderes electos. "Así que habría sido una especie de republicanismo", dice Sysyn, un destacado historiador de Ucrania, "pero con un liderazgo soberano". El director general, agrega Sysyn, fue establecer un sistema en gran parte democrático para reemplazar un antiguo régimen absolutista - En otras palabras, el epítome del pensamiento de la Era de la Ilustración. Firmado por los cosacos, como representantes de la población y el hombre, se parecía a los acuerdos entre los nobles de Europa del Este y sus gobernantes típicos de la época.

Pero muchos académicos ucranianos son más inequívocos sobre la importancia más amplia de la constitución. Viktor Shyshkin, ex juez de la Corte Constitucional de Ucrania, señala a los filósofos franceses Montesquieu y Voltaire, acreditados por el desarrollo de gran parte de la teoría democrática moderna, y señala que solo eran adolescentes cuando Orlyk puso sus propias teorías en el papel, sugiriendo que las precedió. Orlyk había propuesto que el poder del hetman fuera limitado y supervisado por un Consejo General, cuya autoridad eventualmente derivaría de las unidades administrativas-territoriales elegidas. Todas las infracciones legales o actividades criminales debían ser escuchadas por un tribunal, creando así efectivamente, algunos argumentarían, un poder judicial independiente, una idea desarrollada más tarde por Montesquieu en su tratado de 1748 El Espíritu de las Leyes, ampliamente reconocido por concebir los tres. Ramas de poder separadas. "Con respecto a su implementación política y legal", escribió Shyshkin en un análisis de 2007, "el hetman ucraniano fue sin duda el primero en hacer esto".

Revolucionaria o no, la constitución de Orlyk nunca se puso en práctica, aunque fue reconocida en ese momento por Suecia y la Turquía otomana. Orlyk permaneció en el exilio, el primero en lo que se convertiría en una larga tradición de la actividad política ucraniana desde la seguridad del territorio extranjero, y Rusia reafirmó su control sobre el Hetmanate, cuya autonomía fue casi abolida como resultado de la revuelta de Mazepa. Sin embargo, en la Ucrania moderna, especialmente en medio del resurgimiento de la conciencia nacional después de la revolución pro democrática de 2014, los funcionarios han intentado resucitar su memoria, aunque podría ser algo doloroso, a través de conmemoraciones públicas. "La constitución de Orlyk evoca orgullo en los ucranianos", escribe Shyshkin, "y al mismo tiempo, la amargura que se deriva de una enorme pérdida intelectual".

miércoles, 7 de febrero de 2018

Argentina: ¿Traición a la Patria en Caseros?

Caseros, la traición a la patria

El pronunciamiento de Justo José de Urquiza, que implicó la ruptura con Juan Manuel de Rosas y derivó en una alianza de Entre Ríos con el gobierno de Montevideo y el Imperio de Brasil, fue el prólogo de un episodio clave en la historia nacional
Por Pacho O'Donnell || Infobae





El 1º de marzo de 1851 el gobernador de Entre Ríos emitió un decreto, conocido como "el pronunciamiento de Urquiza", en el cual aceptaba la renuncia que Rosas presentaba anualmente en la seguridad de que le sería rechazada unánimemente por gobernadores y legisladores. Era, lisa y llanamente, una declaración de guerra.

La ruptura de los jefes federales se daba en medio de una tensa situación entre la Confederación gobernada por Rosas y el Imperio del Brasil de Pedro II. La relación de fuerzas era claramente favorable para nuestra patria pues el Restaurador había preparado cuidadosamente, en armamento y en adiestramiento, dos fuertes cuerpos militares: el Ejército de Operaciones de la Confederación Argentina acantonado en Entre Ríos y Corrientes bajo el mando del general Urquiza, que podía poner entre 15 ó 16 mil hombres sobre las armas. Y el Aliado de Vanguardia, en la Banda Oriental, con un número semejante de combatientes argentinos y orientales, comandado por el general Oribe.

Pero entonces sucede lo insólito: en febrero de 1851 llega dirigida al canciller brasileño Paulino una nota del Encargado de Negocios brasileños en Montevideo informándole que un agente del Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones argentino lo había visitado para hablarle de la posibilidad de "neutralizar" a ese ejército.

Urquiza era rico, riquísimo, y uno de los secretos de ello era la salida de oro hacia el extranjero por la puerta falsa de Entre Ríos lo que le proporcionaba grandes ganancias irregulares pues Rosas había prohibido en 1837 la exportación del oro a fin de mantener una existencia que sostuviera el valor del peso e hiciera elásticas las reacciones del mercado.

Antonio Cuyás y Sampere era hombre de confianza y socio comercial de Urquiza, lo que hoy se llamaría un "operador". Herrera y Obes, canciller en Montevideo, llamó a Cuyás y en nombre del Brasil le formuló una pregunta: "En caso de una guerra de la Confederación con Brasil, ¿podría contarse con la defección de Urquiza a sus deberes?", tal como lo registró el catalán en sus Memorias. En ese entonces la mayor expectativa brasilera era la no intervención del ejército enemigo.

La respuesta de Urquiza fue la que podía esperarse de un general de la Nación a cuyo mando estaba el principal ejército que se aprestaba a una guerra contra el Imperio que osaba hacer una pregunta tan atrevida: "¿Cómo cree, pues, el Brasil, como lo ha imaginado por un momento, que permanecería frío e impasible espectador de esa contienda en que se juega nada menos que la suerte de nuestra nacionalidad o de sus más sagradas prerrogativas, sin traicionar a mi Patria, sin romper los indisolubles vínculos que a ella me unen, y sin borrar con esa ignominiosa mancha mis antecedentes?" (Carta a Cuyás, 20 abril de 1851).

Pero las relaciones entre Rosas y Urquiza se fueron deteriorando a pasos agigantados pues don Juan Manuel no ignoraba las maquinaciones del entrerriano, uno de cuyos secretarios, Nicanor Molinas, explicaría los motivos de su insubordinación: "Al pronunciamiento se fue porque Rosas no permitía el comercio del oro por Entre Ríos".

Los contactos entre Urquiza y los brasileños continuaron. El canciller Paulino se preguntaría: "¿Pero obrará Urquiza, en efecto, de buena fe?¿No será una comedia entre él y Rosas?".

Los brasileños imponen sus condiciones: Brasil se comprometería en una acción militar contra Rosas solamente con la certeza de un público e irreversible "pronunciamiento" de Urquiza contra el Restaurador. Además exigían un compromiso escrito de que luego de la inevitable victoria de ambos ejércitos unidos el entrerriano garantizaría al Imperio sus premios: el reconocimiento de sus derechos sobre las Misiones Orientales, la libre navegación de los ríos interiores argentinos, el probrasileño Garzón elevado a la presidencia de la República Oriental, el reconocimiento de la independencia paraguaya para que cayera en la órbita del Imperio.

Finalmente Urquiza, argumentando la necesidad de dar una Constitución a la Argentina, a lo que Rosas se negaba, hace redactar el pronunciamiento en contra del Restaurador. En el comunicado las tropas a sus órdenes habían dejado de ser el Ejército de Operaciones de la Confederación, ahora era el Ejército de Entre Ríos.

A continuación cruzó el río Uruguay el 19 de julio, dejando a otros 10.000 hombres en Entre Ríos para cuidar la retaguardia. El 4 de septiembre, de acuerdo a lo acordado, 16.000 soldados de las fuerzas brasileñas, entre los cuales se contaban 3.000 temible mercenarios alemanes, también atraviesan la frontera. Oribe capitularía en la Banda Oriental el 8 de octubre y el Ejército Grande se incrementaría aún más con la incorporación de oficiales y soldados del Ejército de Vanguardia.

Domingo Sarmiento, convertido poco después de Caseros en acérrimo enemigo del entrerriano, le escribirá: "Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel Enviado (del Brasil) referir la irritante escena y los comentarios: ¡Sí, los millones con que hemos tenido que comprarlo (a Urquiza) para derrocar a Rosas! Todavía, después de entrar en Buenos Aires, quería que le diese cien mil duros mensuales".

El "Ejército Grande" podía haber entrado en Buenos Aires al día siguiente de Caseros, 3 de febrero, que fue una breve escaramuza con el resultado definido de antemano, pero los brasileños forzaron a Urquiza a hacerlo recién el 20, aniversario de la batalla de ltuzaingó, como reparación por aquella derrota del Imperio a manos del ejército argentino.

lunes, 5 de febrero de 2018

Argentina: Batalla de Caseros logra la unificación nacional y la entrada en la modernidad

La Batalla de Caseros, punto de partida de la unión nacional

La contienda militar, celebrada el 3 de febrero de 1852, es el hecho que habilita la organización del país y la sanción de una constitución orientada a construir un estado central republicano

Por Diego Valenzuela ||  Infobae




La Batalla de Caseros (3 de febrero de 1852) es uno de los momentos clave en la fundación de la Argentina moderna. Por un lado representa la conclusión de un debate por el control del puerto de Buenos Aires, su aduana o el acceso a los ríos, y por otro es el epílogo final de un conflicto entre federalismo y centralismo. No es sólo una batalla, es el punto de partida para la unión nacional, el hecho que habilita la organización del país y la sanción de una constitución orientada a construir un estado central republicano, resguardando los valores del federalismo.

Siempre me sentí orgulloso de haber nacido en Caseros, muy cerca de donde ocurrió esta histórica batalla. Hoy me toca ser el intendente de Tres de febrero, justamente, municipio que debe su nombre a ese hecho y donde se asientan dos mudos testigos de aquellos acontecimientos: la chacra de Diego Casero y su histórico Palomar, ambos declarados monumentos históricos nacionales y situados dentro del predio del Colegio Militar de la Nación. En la casa de Casero -una chacra construida en 1788 que producía alimentos para la Buenos Aires colonial- se realizó además la primera reunión que culminó con el Pacto de Unión Nacional (San José de Flores).

El lugar merece una visita: en él se respira historia, se puede observar un paisaje casi como el que vieron Rosas y Urquiza.  Allí hacemos la Noche de los Museos y una muy entretenida carrera de 10 kilómetros que atraviesa no sólo los lugares históricos, sino la pista de entrenamiento de los cadetes del Colegio Militar y hasta un arroyo.

La batalla en sí misma se realizó probablemente entre las 8 y las 14 horas de aquel 3 de febrero de 1852. En total participaron algo más de 50 mil hombres y desde el mismo comienzo las tropas del Ejército Grande mostraron su superioridad, pese a que los federales contaban con cuatro coheteras, última tecnología en armas por entonces.

Según se sabe, algunos de los jefes rosistas -con Ángel Pacheco a la cabeza- desistieron en días previos al combate por estar en desacuerdo con los planes trazados por Rosas; cuando éste advirtió que el resultado del enfrentamiento era irreversible, comenzó a alejar a sus asistentes delegándoles diversas misiones y acompañado por un reducido grupo se alejó del campo de batalla.

Fue en estas circunstancias que su yegua Victoria, así llamada en homenaje a la reina de Inglaterra, rodó (se cree que metió una de sus patas en una vizcachera) y provocó una supuesta caída de Rosas. Las consecuencias de esto se ven claramente expresadas en su renuncia cuando pide perdón "por lo trabajoso de mi letra". La caída hizo que un almacén de ramos generales (pulpería) de las cercanías pasase a llamarse "El trompezón", término que dio el nombre a una estación del ferrocarril Urquiza: Tropezón, en el actual barrio de Caseros.

En la batalla sobresale la presencia, además de Rosas y de Urquiza, de futuros presidentes argentinos: Mitre y Sarmiento, quien obraba como boletinero del Ejército Grande. Es este último quién relata los hechos y pone foco en algo singular: Purvis, el perro de Urquiza. El nombre se lo puso el entrerriano como homenaje a Robert Purvis, un militar inglés que había adherido a la causa contra Oribe (sitio de Montevideo). Parece que el perro era celoso guardián de su jefe, quien lo halló en Montevideo y lo mantuvo cerca durante toda la campaña; aparece incluso en los grabados que realiza Penutti y que se editan en la imprenta del Ejército Grande. Sarmiento contaba que una vez se cruzó con Mitre volviendo de la carpa de Urquiza y lo primero que le preguntó don Bartolomé fue: ¿No lo mordió Purvis?

El autor es historiador e intendente de Tres de Febrero.