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domingo, 31 de diciembre de 2023

Guerra del Pacífico: Los errores estratégicos peruanos

¿Cuáles fueron los errores estratégicos que cometió Perú que le hicieron perder la Guerra del Pacífico allá por 1879?





El resultado de la Guerra del Pacífico (1879-1884) entre Chile y Perú (junto con Bolivia) estuvo influenciado por una combinación de factores, incluidos los errores estratégicos cometidos por las fuerzas peruanas y bolivianas. Estos son algunos errores estratégicos clave cometidos por Perú durante el conflicto:

1. Falta de preparación naval: Perú subestimó la importancia del poder naval en la guerra. La Armada de Chile estaba mejor preparada y contaba con una flota más moderna, incluidos buques de guerra acorazados. Perú no fortificó adecuadamente sus puertos ni modernizó sus fuerzas navales, dejándolo vulnerable al dominio naval chileno.

2. Exceso de confianza: Perú y Bolivia pueden haber tenido un exceso de confianza en sus capacidades militares. Bolivia, en particular, creía que su aliado, Perú, brindaría un apoyo sustancial. Sin embargo, este apoyo fue a menudo insuficiente en la práctica.

3. Fracaso en asegurar la cooperación boliviana: Perú y Bolivia fueron aliados en la guerra contra Chile, pero a veces faltaba su cooperación. Los esfuerzos de Bolivia se concentraron principalmente en el teatro norte del conflicto, mientras que Perú enfrentó la peor parte de la ofensiva chilena en el sur. La falta de una estrategia coordinada debilitó sus esfuerzos combinados.

4. Desafíos logísticos: Perú enfrentó desafíos logísticos significativos en el suministro de sus tropas, particularmente en el árido y desolado teatro de guerra del sur. Chile controlaba el mar, lo que dificultaba que Perú transportara tropas y suministros por mar.

5. Falta de apoyo internacional: Perú y Bolivia esperaban más apoyo internacional en su conflicto con Chile, pero este apoyo fue limitado. Chile, por otro lado, tuvo más éxito diplomático y aseguró armas y financiamiento de fuentes extranjeras.

6. Pérdida de batallas clave: Perú sufrió derrotas significativas en batallas clave, como la Batalla de Tacna y la Batalla de Arica, que debilitaron su posición y control sobre territorios clave en el sur de Perú. Estas derrotas permitieron a Chile ejercer control sobre valiosos recursos y territorio.

7. Política Interna y Liderazgo: Perú experimentó inestabilidad política durante la guerra, con cambios en el liderazgo que afectaron su estrategia militar. Los frecuentes cambios de mando y las rivalidades políticas entre los líderes peruanos interrumpieron la cadena de mando y la implementación de la estrategia.

8. Tensión económica: El conflicto prolongado tensó la economía de Perú, lo que dificultó sostener el esfuerzo bélico. Chile, con su acceso más amplio a los mercados internacionales, disponía de mayores recursos económicos.

9. Sitio de Lima: La captura y sitio de Lima, la capital de Perú, por parte de Chile en 1881, fue un punto de inflexión significativo en la guerra. Condujo a la captura de importantes líderes políticos y militares, lo que debilitó aún más la capacidad de resistencia de Perú.

10. Fin de la alianza: Eventualmente, Bolivia y Perú terminaron su alianza, lo que llevó a acuerdos de paz separados con Chile. Esto aisló aún más a Perú y limitó su capacidad para continuar el conflicto.

La Guerra del Pacífico fue un conflicto complejo y multifacético influenciado por varios factores, incluida la estrategia militar, la diplomacia, la logística y el liderazgo. Si bien los errores estratégicos fueron ciertamente un factor en la derrota de Perú, es importante reconocer que la guerra tuvo dimensiones geopolíticas y económicas más amplias que contribuyeron a su resultado.




domingo, 17 de abril de 2022

España Imperial: La Flota de Indias, infalible contra piratas

 

«La Historia se manipula con demasiada frecuencia por la política, las frustraciones y el resentimiento»

El dos veces ganador del Premio Nacional de Historia acaba de publicar el libro 'Las flotas de Indias' (La Esfera de los libros) sobre un sistema que resultó infalible contra los piratas

César Cervera ||

Frente a los depredadores alemanes y sus emboscadas nocturnas, los líderes británicos se vieron obligados, tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, a desempolvar métodos navales que en el pasado habían desdeñado. Los británicos estudiaron a fondo y hasta adaptaron el sistema de convoyes puesto en marcha por Felipe II, en otro tiempo su más mortal enemigo, para conseguir que la Flota de Indias no fuera alcanzada por los piratas. «Recurrir a los convoyes de buques mercantes protegidos por navíos de guerra fue la solución anglosajona al cruce del Atlántico durante la guerra para paliar los efectos de los submarinos alemanes. El caso español un precedente clarísimo y eficaz. Por eso no se olvidó», recuerda Enrique Martínez Ruiz, dos veces ganador del Premio Nacional de Historia, que acaba de publicar 'Las flotas de Indias' (La Esfera de los libros).

Portada del libro.

Este monumental libro analiza los entresijos del sistema de la Flota de Indias, que estuvo vigente durante casi dos siglos y medio en los que demostró su efectividad y se elevó como uno de los grandes hitos logísticos de su tiempo. El trayecto, que se efectuaba dos veces al año, tenía como punto de partida Sanlúcar de Barrameda, donde la flota realizaba las últimas inspecciones, y desde allí partía hacia La Gomera, en las islas Canarias. Tras la aguada (recoger agua en tierra), la escuadra conformada por unas 30 barcos navegaba entre veinte y treinta días, en función de las condiciones climáticas, hasta las islas Dominica o Martinica (Centroamérica) donde se reponían los suministros. Desde allí cada barco se repartía hacia su puerto de destino. Luego, tocaba hacer el trayecto inverso.

El objetivo era que ningún barco se desviara de su rumbo y que las grandes remesas de plata y oro cruzaran intactas el Atlántico. Para ello fue necesario una estructura «única en el mundo» y si se quiere «revolucionaria», solo al alcance de una potencia de la envergadura de España. «Cuando hablamos de las Flotas de Indias tenemos que pensar no solo en la organización naval de los viajes de ida y vuelta, sino también en la infraestructura que organizaba, desarrollaba, mantenía y protegía el funcionamiento de las flotas. Una organización compleja, que exigía infraestructura comercial, construcción de naves, redes logísticas de aprovisionamiento, puertos adecuados para las escalas, armadas protectoras de los galeones y ciudades y fortificaciones para rechazar los ataques enemigos», apunta Martínez Ruiz.

–Aparte de las cuestiones tácticas y estratégicas, se necesitaba una constante reinvención tecnológica. ¿Cómo fue capaz España, que se suele tildar de decadente, de mantener un ritmo tecnológico así durante el reinado de los Austrias?

–Estamos ante otro de los infundios que con frecuencia se lanza sobre la ciencia española, de la que se destaca su atraso debido, sobre todo, a un dogmatismo intolerante y a un inmovilismo persistente. Se desconsidera que un despliegue territorial como el de la Monarquía Hispánica solo se puede mantener con los recursos y los medios adecuados y la ciencia y la tecnología son dos de ellos. Por lo pronto, la construcción naval española era de lo más avanzado en Europa en la era de los descubrimientos. Los tratados españoles de navegación tuvieron amplia difusión en Europa, la producción cartográfica era puntera en su tiempo e institucionalmente, la Casa de la Contratación es más que un centro de contratación comercial: organiza y controla las flotas, recibe y procesa la información que dan los pilotos a su regreso de los viajes, tiene una 'escuela de pilotos'; cartógrafos, cosmógrafos, etc. que trabajan en ella. Es un centro polivalente, clave en la navegación y solo comprable a la Casa da India portuguesa, los dos centros más avanzados en la navegación y el comercio durante mucho tiempo en Europa.

«España se esforzó en mantener el comercio con América y Filipinas en régimen de monopolio, una estructura que no perjudicó el comercio mundial»

–Uno de los mitos clásicos es que la piratería británica fue el azote de los barcos españoles, ¿fueron las flotas de Indias una estrategia eficaz contra estos ataques?

–La piratería no solo fue inglesa, también fue francesa y holandesa, aunque los piratas ingleses, los «perros de la reina», tal vez, fueran los más famosos, con personajes como Drake y Hawkins. Si tenemos en cuenta que solo fue capturada una Flota, en Matanzas (Cuba, 1628) por una flota holandesa muy superior, tendremos que admitir que fue una estrategia eficaz, pues la piratería lo más que podía hacer era capturar algún barco aislado y ataques sorpresa a poblaciones costeras. Respecto a su actividad, un viejo y admirado maestro dijo que la piratería significó para la Monarquía Hispánica lo que los mosquitos en la piel de un elefante. Desde mi punto de vista, fueron sus ataques a ciudades más duros y trágicos que a las Flotas o a la navegación española en general.

–La literatura ha terminado por romantizar los ataques piratas como la reacción lógica (liberal) y necesaria contra el monopolio español en América. ¿Impuso España una estructura monopolística perjudicial para el comercio mundial?

–A los piratas, como a los corsarios y filibusteros les rodea una leyenda mítica, que le confiere un aura heroica a muchos personajes, que se presentan como símbolos de la resistencia al poderoso, valentía y abnegación, olvidando sus rasgos negativos y el rechazo que provocaron de manera generaliza hasta desaparecer en las primeras décadas del siglo XVIII. En ese tiempo, España se esforzó en mantener el comercio con América y Filipinas en régimen de monopolio, una estructura que no perjudicó el comercio mundial, pues siguió existiendo y desarrollándose; en todo caso, sería perjudicial para los intereses de las otras potencias, celosas del protagonismo español en este sentido.

Fotografía de Martínez Ruiz.

–¿Era tan profunda la dependencia económica desarrollada por la Monarquía católica por esas remesas de oro y plata americanos?

–Evidentemente, la Corona necesitó los metales americanos para mantener su aparato administrativo, diplomático y militar, pues sus posesiones estaban repartidas por las cuatro partes del mundo entonces conocidas y las necesidades defensivas era grandes. Todo ello suponía un costo elevado, que hizo quebrar la Hacienda real en varias ocasiones, sucediéndose las bancarrotas. Por eso se ha dicho y repetido que España dilapidó esa fortuna en el mantenimiento de unas guerras inútiles, que la condujeron a su ruina.

–¿Por qué España no aprovechó su dominio comercial para desarrollar una marina mercante poderosa?

–Yo sí creo que desarrolló una marina mercante poderosa y cualquiera que lea este libro pienso que llegará a la misma conclusión. Se mantiene un nexo comercial durante más de dos siglos gracias a las Flotas de Indias y al Galeón de Manila, que comunicaba Manila (Filipinas) con Acapulco (México), continuaba por tierra hasta Veracruz (México) y seguía por mar hasta La Habana (Cuba), a donde llegaban los galeones de Tierra Firme desde Cartagena de Indias (Colombia) para continuar hasta Sevilla, en España. Eso exigía no solo unos recursos navales considerables, sino también disponer de unas armadas protectoras y a todo ello hay que añadir el despliegue en el Mediterráneo. Sí creo que España tuvo una marina mercante poderosa, pero tuvo que competir con otros despliegues navales tan considerables como el británico y el holandés y en el enfrentamiento, estos no tenían que proteger un dispositivo territorial tan extenso ni unas relaciones comerciales navales tan considerables como la española, que puede competir con ellos hasta el siglo XVIII.

–Hablar del comercio de metales desde América resulta peligroso en estos tiempos de corrección política. ¿Dónde han quedado los tiempos de celebrar el encuentro cultural y el intercambio?

–La Historia se manipula con demasiada frecuencia por la política, las frustraciones y el resentimiento, como si de esa forma se pudiera cambiar el pasado, convirtiendo el discurso histórico en una especie de engaña-bobos. Estamos en uno de esos periodos, en el que la negación o el silencio se impone para no herir sensibilidades de otros, sin importar que resulte herida la nuestra.

miércoles, 5 de agosto de 2020

La guerra desde 1450 hasta 1750

Guerra - 1450 a 1750

W&W




La naturaleza de la guerra cambió de manera profunda y duradera en el período cubierto en este volumen, en casi todos los ámbitos: las armas utilizadas, las tácticas desplegadas, las estrategias aplicadas, la escala y organización de las fuerzas terrestres y marítimas, y el impacto de la guerra en los estados y sociedades. Una cosa que no cambió fue que hacer la guerra seguía siendo una búsqueda exclusivamente masculina, reforzando así las desigualdades de género y los modos patriarcales de dominación. Otra fue que, en todo el mundo, los pobres y subordinados luchaban y morían la mayor parte del tiempo. En 1450, las potencias europeas estaban aproximadamente a la par con las potencias otomanas, chinas y otras de todo el mundo. Para 1750, los estados europeos comandaban ejércitos con capacidades de violencia sin precedentes, cualitativamente diferentes a cualquier cosa anterior.

Los cambios acumulativos en la teoría y la práctica de la guerra durante estos tres siglos han llevado a los estudiosos a hablar de la Revolución Militar, originaria de Europa, que fue causa y consecuencia de la Revolución Científica, la transición del feudalismo al capitalismo, la Revolución Industrial, el surgimiento de los primeros estados-nación modernos y la formación de imperios en el extranjero. Las transformaciones en la escala y el carácter de la guerra europea durante este período marcaron un hito en la historia mundial y constituyeron uno de los principales motores de la modernidad. Por estas razones, este ensayo se centra principalmente en Europa, el lugar de nacimiento de las concepciones y prácticas modernas de la guerra que practican los estados y los ejércitos de todo el mundo en la actualidad.



Armas. La "revolución de la pólvora" comenzó en Europa a mediados de la década de 1400, un desarrollo que transformaría permanentemente la naturaleza de la guerra en todo el mundo. La pólvora, inventada en China por los años 900 y traída a Europa en los años 1200, pronto se convirtió en el ingrediente clave de una revolución en las armas balísticas (disparos de proyectiles). A principios de 1300, los herreros europeos habían desarrollado barriles cilíndricos huecos capaces de disparar proyectiles esféricos. Los fabricantes de artillería aprovecharon rápidamente la innovación, de modo que a mediados de la década de 1300, los primeros cañones que disparaban bolas de piedra se convirtieron en un arma de asedio importante, a la par de los trebuchets centenarios. A principios de la década de 1400, la tecnología de la pólvora se incorporó a un arma balística portátil y de mano, el arcabuz, precursor de todos los tipos posteriores de armas pequeñas y rifles. Antes de esto, las principales armas de infantería y caballería consistían en picas, lanzas, lanzas, espadas, ballestas, arcos y flechas, y otros tipos de dispositivos de empuje, corte, proyectiles y traumatismos accionados por humanos y de mano.

Los refinamientos incrementales del arcabuz llevaron al mosquete de cerilla a principios de 1600, seguido por el mosquete de chispa, a mediados de 1700, el principal arma de infantería en Europa y América del Norte. En una evolución gradual y desigual, los mosquetes no desplazaron picas, arcos y otras armas de mano, pero a menudo se usaban en combinación con ellos. La artillería, tanto terrestre como naval, sufrió una transformación paralela.




 

En la década de 1700, los proyectiles de piedra habían sido desplazados gradualmente por esferas de hierro. Las explosivas balas de cañón se desarrollaron en el siglo XVI, aunque muchos problemas técnicos limitaron su uso hasta el siglo XIX. Rifling, que imparte un giro en los proyectiles y, por lo tanto, aumenta enormemente su precisión y alcance, se limitó a las armas pequeñas que utilizan plomo, que era lo suficientemente maleable como para acomodar el efecto de rifling deseado. La artillería estriada no apareció hasta mediados de 1800. La revolución de la pólvora también transformó las armas de guerra de asedio, comenzando con el petardo (una especie de bomba portátil). Desde la década de 1420, la artillería de pólvora pesada, desarrollada por primera vez por Francia, se extendió rápidamente por toda Europa. A fines de la década de 1400, la artillería con ruedas arrastrada por equipos de bestias convirtió castillos y otras fortificaciones mucho más vulnerables al asedio. Los cañones de bronce fundidos cargados con cañones, disparando esferas de hierro fundido de 12 a 24 kilogramos, constituyeron el arma principal de la guerra de asedio desde principios del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX.

La batalla de Turnham Green

Táctica. Todas estas y muchas más innovaciones técnicas, basadas abrumadoramente en tecnologías de pólvora, llevaron a grandes transformaciones en tácticas, tanto en tierra como en el mar. En tierra, las innovaciones tácticas más efectivas combinaron movilidad y potencia de fuego, y tecnologías y técnicas más antiguas (picas, arcos, cargas de caballería, etc.) con otras nuevas. Emblemático aquí fue el rey Gustavo Adolfo de Suecia (1594–1632), que combinó creativamente mosqueteros, piqueros, arqueros, caballería pesada y ligera, artillería de campo y otras diversas armas y unidades de campo especializadas para forjar una de las fuerzas de combate más formidables de los principios de la era moderna. En el mar, las tácticas navales fueron revolucionadas tanto por las tecnologías mejoradas de construcción naval (que hicieron que los veleros fueran más rápidos y más maniobrables), los cañones y las nuevas formaciones de flota. Representante de estos cambios fue la derrota inglesa de la Armada española en 1588, en la que la Royal Navy combinó velocidad, potencia de fuego superior y tácticas disruptivas para derrotar a la armada de 130 barcos enviada por el rey Felipe II de España.


Estrategia. A medida que cambiaron las armas y las tácticas, también cambiaron la estrategia y el pensamiento estratégico. Es discutible que no haya habido contribuciones sustanciales a la teoría estratégica desde los escritos del general chino Sunzi (Sun Tzu) del siglo VI b. C. mi. en su tratado El arte de la guerra. Haciendo hincapié en el sigilo, la sorpresa, el engaño, la inteligencia, la movilidad, la agilidad, explotando las debilidades en las fortalezas del enemigo y evitando batallas para ganar guerras, los escritos de Sunzi no comenzaron a circular en Occidente hasta finales de 1700. El primer pensador estratégico importante de la era moderna, Carl von Clausewitz (1780-1831), en su libro On War (1832), resumió gran parte del pensamiento estratégico que se desarrolló en Europa en los siglos anteriores. La estrategia británica de lograr la supremacía naval al tratar de mantener un "equilibrio de poder" en Europa continental, en efecto dominando el mar mediante políticas destinadas a dividir y desgastar a sus enemigos en tierra, es un buen ejemplo del tipo más exitoso de la era. de pensamiento estratégico. En general, los estrategas de guerra europeos más efectivos trabajaron para desarrollar formas de integrar más plenamente sus economías nacionales con sus capacidades de guerra, para lograr las combinaciones más efectivas de armas y tecnologías más antiguas y nuevas y para buscar formas militares y extramilitares para debilitar a sus enemigos y fortalecer a sus aliados.

Desde la década de 1400 hasta finales de 1700, la mayoría de los estados europeos se basaron en la práctica medieval de emplear fuerzas mercenarias o ejércitos privados de alquiler (condottiere en italiano; Söldner y Unternehmer en alemán), en tierra y en el mar, complementados por reclutas comandados por oficiales comisionados por nobles y soberanos. Sin embargo, a principios de 1800, la era de los mercenarios había terminado en gran medida, y los ejércitos nacionales se habían convertido en la norma. Las razones eran complejas, arraigadas en los riesgos que entrañaba la contratación de ejércitos privados (rivalidad, rebelión, bandidaje), las ventajas relativas de movilizar a las poblaciones nacionales y los altos costos de pagar la guerra.

El efecto acumulativo de la guerra más o menos continua que arrasó Europa y sus colonias desde la década de 1450 hasta la de 1750 fue que los gastos estatales aumentaron dramáticamente y que los estados expandieron sus burocracias, extendieron su alcance administrativo, intensificaron los impuestos de sus poblaciones y establecieron por mucho tiempo relaciones estructurales a largo plazo con comerciantes y capitalistas. Así como los estados hicieron la guerra, las guerras hicieron los estados. Algunos estudiosos sostienen que la dinámica puesta en marcha por siglos de intensos conflictos militares entre los primeros Estados-nación europeos modernos creó las condiciones previas para el surgimiento de formas republicanas de gobierno, entendidas como una relación contractual entre los estados y los ciudadanos. Pagando impuestos cada vez más altos y sirviendo en las fuerzas armadas nacionales en cantidades cada vez más altas, los hombres exigieron algo a cambio, a saber, sus derechos, garantizados por el estado. Por lo tanto, las nociones ilustradas de ciudadanía y derechos de los ciudadanos, argumentan algunos estudiosos, encontraron su origen en el crisol de las primeras guerras europeas modernas. Las mujeres, como no contribuyentes y excluidas del servicio militar, también fueron excluidas de los derechos correspondientes exigidos por los hombres, reforzando así las normas patriarcales y las desigualdades de género en relación con el estado y dentro de la sociedad en general.



Guerra, capitalismo, imperios y respuestas locales. La Revolución militar en Europa estuvo íntimamente ligada a la formación del imperio, la transición del feudalismo al capitalismo, la Revolución científica, la Revolución industrial, la Ilustración y todas las demás características definitorias de la época. Precisamente cómo ocurrió esto sigue siendo el tema de mucha investigación académica y debate. Así, también, es el proceso mediante el cual las culturas y civilizaciones de todo el mundo respondieron a estos nuevos métodos de hacer la guerra. Los japoneses, por ejemplo, adoptaron rápidamente las armas de pólvora en el siglo XVI solo para cerrar su sociedad a las influencias occidentales de la década de 1610 y purgar en gran medida las armas y los cañones del repertorio de tecnologías militares de la isla. En Mesoamérica, a principios de la década de 1520, los aztecas sufrieron la derrota en parte debido a sus diferentes concepciones culturales de la guerra, en las cuales capturar soldados enemigos, no tomar territorio enemigo y destruir su estado, era el objetivo principal. Las formas en que las personas de todo el mundo respondieron a la revolución militar europea fueron tan diversas como los pueblos del mundo.

domingo, 10 de febrero de 2019

La influencia de Teddy Roosevelt en la estrategia naval de Mao

Lo que Teddy Roosevelt enseñó a Mao sobre el poder naval

La paciencia y la táctica dan la ventaja a la parte más débil




James Holmes | War is Boring

Theodore Roosevelt era un Mahaniano confeso. ¡Él también era un maoísta! O al menos, sus convicciones sobre estrategias para competidores menores corrieron paralelas a aquellas hechas populares por Mao Zedong durante la Guerra Civil China y la Segunda Guerra Sino-Japonesa, como se transpuso a la guerra marina por los sucesores del gran timonel de mente salada.

Tampoco resulta que esta sincronicidad sea una sorpresa. Tanto Roosevelt como Mao codiciaron los triunfos convencionales en los campos de batalla oceánicos. La principal diferencia? Excavadas décadas de luchas internas e invasiones extranjeras, la América de Roosevelt había recorrido más lejos su camino hacia el poder industrial y militar que la China devastada por la guerra de Mao.

Los Estados Unidos podrían permitirse montar un desafío para el dominio de las vías marítimas estadounidenses. China no disfrutaba de ese lujo en sus alrededores náuticos. Tenía terreno para compensar antes de que pudiera llevar al mar en vigor.

Las circunstancias nacionales dispares exigen enfoques dispares para diseñar, construir y desplegar flotas. Vas a la guerra con la armada que puedes pagar.

Más allá de la dimensión material, las ideas de los dos estrategas sobre el combate marítimo eran más o menos las mismas. Una vez que China se hizo rica, podría financiar un enfoque más enérgico para el desarrollo naval, un enfoque sorprendentemente similar al de fin de siglo de los Estados Unidos.

No se equivoquen: Roosevelt no tendría nada que hacer con los propósitos asesinos utópicos de Mao. Pero reconocería instantáneamente los métodos operativos y estratégicos de Mao, y podría respaldarlos, si no aplaudirlos. También debería hacerlo, ya que estos son métodos que han pasado la prueba del tiempo.


El acorazado USS 'Wisconsin' en 1909, identificado erróneamente en la leyenda de la foto como el 'Illinois'. Marina de los EE. UU.

Roosevelt tenía una visión ofensiva del poder marítimo estadounidense y, por lo tanto, consideraba que la defensa costera era una falacia de primer orden. Enmarcó sus opiniones sobre la estrategia del mar y el combate de manera más sucinta en 1908, mientras presidía la "Conferencia Battleship" en el Naval War College. Los estudiantes y la facultad se reunieron en Newport ese verano para evaluar los comentarios técnicos provenientes de la "Gran Flota Blanca" de la Marina de los Estados Unidos durante su viaje por el mundo.

Mientras que el diseño de buques de guerra constituyó el punto focal para las deliberaciones, el presidente Roosevelt ascendió a su púlpito intimidatorio para hablar sobre asuntos estratégicos de mayor envergadura. Cuestiones como esta: una pregunta común ante las posibles sociedades marineras es si deberían contentarse con la defensa costera, esforzándose por ahuyentar las amenazas de las aguas que se encuentran inmediatamente en el mar, u optar por algo más ambicioso. La respuesta de Roosevelt: abraza una estrategia tan contundente como lo permitan tus medios.

Y los medios económicos e industriales de Estados Unidos no solo son permitidos sino que fomentan el vigor y la audacia.

Los Estados Unidos en los albores del siglo XX comandaban una posición estratégica mucho más afortunada que la de China a mediados de siglo. Era una sociedad industrial en desarrollo. Estaba a punto de alcanzar a las grandes potencias europeas con medidas como la producción de acero, un índice crucial de la capacidad de guerra. Había comenzado la construcción de una armada blindada, propulsada por vapor, de gran cañón en 1883, y derrotó a un imperio europeo, España, en 1898. Podía contemplar hacerse supremo en las vías navegables de América mientras gobernaba un modesto imperio colonial del Pacífico.

En resumen, la república estadounidense estaba sintiendo su coraje por la presidencia de Roosevelt (1901-9). El "Rough Rider", tan apodado para el regimiento de matones que condujo a la batalla contra España en el Mar Caribe, rara vez pilló palabras sobre nada. Exudó confianza en la capacidad de Estados Unidos para el poder marítimo. "Una armada puramente defensiva, una simple armada de defensa costera", dijo a la Conferencia Battleship, sería "casi inútil".

Construir una armada simplemente para la defensa costera equivaldría a "abogar por la creación de una escuela de boxeadores en la que nadie debería hacer otra cosa que parar".

Incluso una armada superada, explicó Roosevelt, debe dar golpes ofensivos si aspira a la victoria. Tiene que golpear, aunque sea solo para jab. Roosevelt alabó a John Paul Jones, quien pinchó repetidamente a las Islas Británicas durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, cortesía de la Armada Continental. Tales ideas alegran los corazones maoístas un siglo más tarde.

Roosevelt, por otra parte, discernió una simbiosis entre la tierra y el poder marítimo. Estos constituían armas de poder militar que se reforzaban mutuamente. La artillería costera, sostuvo, debería asumir la tarea de salvaguardar los puertos marítimos contra los ataques marítimos mientras la armada llevaba la lucha a los enemigos que navegaban en alta mar.

Si es efectivo, los artilleros costeros liberarían a la armada del esfuerzo de defender las costas nacionales. Esta división conjunta del trabajo dejaría a la flota de batalla "suelta", liberándola para "buscar y destruir la flota enemiga". Ese mandado de destrucción, concedió Pres. Roosevelt representa "la única función que puede justificar la existencia de la flota". Y es una función que ninguna marina de guerra costera "ridícula" puede descargar.

La ofensa representa la contraseña incluso para la estrategia defensiva. Mao está sonriendo en cualquier lugar caliente que ahora habita.



El Escuadrón Atlántico de los Estados Unidos en 1908. Foto a través de Wikimedia

El estado de la tecnología militar permite que las fortificaciones costeras bombardeen barcos hostiles que acechan en las cercanías; en otras palabras, los comandantes de tierra deberían aprovechar la opción, colocando defensas en sitios estratégicamente elegidos a lo largo de la costa. Cuanto mayor sea el alcance, la precisión y el volumen del fuego que cuenta con el armamento terrestre, más segura será la patria contra los ataques marítimos. Cuanto más segura es la patria, más generosa es la libertad de los comandantes navales para perseguir a las armadas hostiles lejos de la costa. La gente de mar puede ser libre y emprendedora.

Asignar deberes, por lo tanto, tiene sentido para un poder en ascenso bendecido con los medios para construir una flota de batalla, un poder capaz de competir por el mando de las extensiones cercanas. Pero, ¿y si los medios nacionales excluyen una flota costosa? ¿Deben los estados costeros someterse dócilmente a los caprichos de los poderosos?

No. Tanto Roosevelt como Alfred Thayer Mahan compusieron las historias de la Guerra de 1812 sosteniendo que la república primitiva podría haber librado la guerra de forma más efectiva -o haberla evitado por completo- si los presidentes y el Congreso hubieran invertido en un modesto contingente de naves de 74 cañones de la línea antes enredándose con Gran Bretaña.

La Armada de los EE. UU., Es decir, no tiene que coincidir con la Armada Real de Gran Bretaña o cualquier otro enemigo imperial en una base de barco a barco. Después de todo, mucho más de 74 cañones engalanaron a los buques de guerra de la Armada Real de primera clase, como el HMS Victory de Lord Horatio Nelson, con sus matorrales de cañón. Tampoco debe la Marina de los EE.UU. superar a los enemigos en números agregados de barcos. Simplemente necesitaba suficientes buques para unir el destacamento más grande que un antagonista probablemente enviaría a las aguas locales, teniendo en cuenta el imperativo competidor de ese antagonista para dispersar barcos por todo el mundo para mantener los compromisos en otros lugares.

Si Estados Unidos tuviera un inventario naval lo suficientemente grande y capaz, y si los líderes británicos lo supieran, entonces el liderazgo de los EE. UU. Tendría posibilidades de disuadir acciones que deseaba proscribir, o de darle a un enemigo un día muy malo si una pelea sobrevenir.

La Royal Navy, en otras palabras, se dispersó mientras que la Marina de los EE. UU. Podía permanecer concentrada. Que Londres desplegara toda la Armada Real en las Américas parecía dudoso en extremo. La armada británica tenía un imperio global para la policía y podía concentrar un poder abrumador en un solo teatro solo a riesgo de descubrir -y perder- su dominio de las rutas marítimas, así como en territorios como India, la joya de su corona de imperio. .

Los costos de oportunidad de dominar a la Marina de los EE. UU. En sus aguas de origen fueron fuertes.

Cualquier fracción de la Royal Navy que pudiera dedicarse a las contingencias estadounidenses, no la Royal Navy en su conjunto, constituía el punto de referencia que Washington necesitaba construir. Representaba la medida de la adecuación de alta mar.

Cumplir con ese estándar representó una tarea manejable incluso para un país que acaba de embarcarse en su camino hacia el desarrollo económico y, en última instancia, hacia el poder regional y mundial. Lejos de ser ridículo, una estrategia de defensa costera expandida hubiera logrado los objetivos de Estados Unidos mientras se mantenían los gastos navales bajo control.

De acuerdo con los clásicos de la literatura naval, en resumen, los débiles pueden lograr sus objetivos a falta de superar a los fuertes en una carrera armamentista simétrica. Mao Zedong encontraría esta perspectiva agradable.


Tropas comunistas chinas que cruzan el estrecho de Qiongzhou en 1950. Foto militar china

Mao prescribió una armada de defensa costera, pero para él esto era una cuestión de conveniencia más que de preferencia. China tuvo que conformarse con la fuerza que podía permitirse en un momento de extrema dificultad económica. Había sido sacudido por cuatro décadas de guerras revolucionarias, civiles y extranjeras. Una flota de batalla permaneció más allá de sus posibilidades en la fundación de la República Popular en 1949.

La falta de capacidad económica y de guerra del país obligó al liderazgo comunista de China a adoptar una estrategia más humilde: una estrategia de defensa costera. Carecía de las opciones que Estados Unidos había experimentado con Roosevelt. Mao, en consecuencia, instruyó a la recién creada Armada del Ejército Popular de Liberación a idear fuerzas y doctrinas basadas en patrullas de patrulla de superficie rápida vagando por las aguas marrones en alta mar, aviación táctica volando desde aeródromos en el continente y submarinos diesel merodeando las profundidades.

Tal fuerza podría lograr poco más allá de un par de cientos de millas de la costa. La temprana Armada  del ELP no tenía ninguna posibilidad de ganar el dominio del agua azul. Lo que una fuerza improvisada podría hacer era amortiguar las costas del continente contra la invasión anfibia, y lo haría mediante ataques tácticos ofensivos bajo la doctrina de "defensa activa" de Mao, entonces como ahora la piedra angular del pensamiento militar comunista chino. Una fuerza menor debería ser suficiente por el momento.

Mao, entonces, se sintió obligado a posponer el destino de China en alta mar en espera de más tiempos propicios. Sin embargo, él previó, si no anhelaba, la edad de una marina de guerra del ELP oceánica, una edad como la actual.

Después de décadas de reforma y apertura al mundo globalizado, China ha alcanzado una posición económica y militar comparable a la América de Roosevelt, cuya flota seguía siendo superada en número pero podía permitirse una flota de batalla capaz de contender por la superioridad local o incluso por la supremacía. El liderazgo de China, en consecuencia, ahora puede adoptar una lógica de poder marítimo que recuerda a la de Roosevelt.

Los destinos convergen. China ha recorrido un largo camino desde 1949. La América de Roosevelt era una potencia en alza, rivalizando con imperios más fuertes que se extendían por su vecindario. China ahora es un poder en la fabricación, luchando contra un imperio más fuerte, el imperio informal administrado desde Washington, que domina su vecindario.

Pequeños y maravillosos estadistas patrióticos en cada orilla del Océano Pacífico se apearon de estrategias similares para manejar sus alrededores de agua salada. Solo hay muchas maneras para que los débiles superen a los fuertes. Hazte fuerte y tus antagonistas débiles, y puedes llegar lejos.

Y para estar seguro, bajo los sucesores de Mao, el pensamiento estratégico maoísta de China comenzó a fusionarse con la visión mahaniana que prescribió Roosevelt. Pero China puede hacer que Roosevelt, Mahan y otros veteranos sean mejores. El estado de la tecnología militar ha salido adelante durante el siglo pasado. El EPL puede emplear armamentos terrestres no solo para defender puertos marítimos, sino también para izar una protección sobre la flota de combate de la Marina PLA mientras cruza el principal salobre lejos del puerto.


Buques de guerra chinos durante un ejercicio. Foto a través de Internet en chino

Las aeronaves tácticas y los emplazamientos de misiles costeros pueden provocar fuego de apoyo en flotas hostiles si no están a cientos de millas de la costa, complementando la potencia de fuego de la Armada PLA con la proporcionada por la Fuerza Aérea PLA y la Fuerza Estratégica de cohetes, junto con reconocible para Mao.

La artillería costera de los últimos días constituye un elemento que marca la diferencia para una flota china armada, una opción que no está abierta a la armada de Roosevelt, encadenada como estaba por armas rudimentarias y tecnología de control de incendios.

Lo que Mahan alguna vez calificó como un modo de combate marítimo "radicalmente erróneo" -mantener a una flota de batalla bajo un refugio protector contra el apoyo de los fuegos de la costa- está alcanzando rápidamente la mayoría de edad.

Si la defensa costera en contra de los esteroides costeros de la Fortaleza China logra el objetivo que Roosevelt previó para la artillería costera, protegiendo las costas de China a gran escala y liberando a la flota para los esfuerzos expedicionarios en mares remotos. China habrá desplegado una flota genuinamente de campo abierto sin poner en peligro la seguridad nacional.

El fantasma de Mao lo aprobará.

Entonces, podemos generalizar al comparar dos estrategas diferentes, pero de ideas afines, que provienen de diferentes tiempos, civilizaciones y filosofías políticas. Un competidor preparado para la grandeza puede tolerar las estrategias "mahanianas" de mentalidad ofensiva que se basan en la búsqueda de una fuerza principal enemiga para la batalla. El margen que lo separa de los rivales más fuertes es más estrecho. Bridging es pensable.

Sin embargo, cuanto más débil sea un contendiente relacionado con los poderosos antagonistas, más "maoísta" aparecerán sus métodos. Incapaz de luchar en igualdad de condiciones, un contendiente drásticamente superado tiene pocos recursos, excepto para hostigar o atacar al enemigo mientras aprovecha la mano de obra y los recursos materiales. Sin embargo, con suficiente paciencia, habilidad administrativa y movilidad táctica, el púgil menor tiene la posibilidad de desgastar al más fuerte con el tiempo, revirtiendo el equilibrio militar mientras se posiciona para tomar la contraofensiva.

Roosevelt y Mao, entonces, no son tan extraños como podrías pensar.

Las mentes humanas corren en ranuras hacia destinos similares. Es por eso que, según el fallecido gran profesor de la Universidad de Guerra Naval Michael Handel, es posible formar hábitos mentales clausewitzianos sin leer el monumental tratado sobre Guerra de Carl von Clausewitz.

Diablos, algunos estrategas fueron Clausewitzian antes de que viviera el escriba prusiano.

George Washington y su mano derecha, el general Nathanael Greene de Rhode Island, ansiaban victorias decisivas de Clausewitz hasta que los reveses en el campo de batalla los obligaran a una estrategia maoísta de los débiles. La historia abunda en tal paralelismo.

La necesidad hace extraños compañeros de cama: compañeros de cama como un Bull Moose y un Gran Timonel.

martes, 8 de enero de 2019

Biografía: Almirante Conde Yamamoto Gonbee (Japón Imperial)

Almirante Conde Yamamoto Gonbee





(Yamamoto Gonnohyoe, 1852-1933)

Fue el arquitecto del poder naval japonés moderno. Nació y creció en la ciudad del castillo del dominio Satsuma, Kagoshima. Cuando tenía dieciséis años, luchó con el ejército de Satsuma en la guerra de Restauración en Toba-Fushimi y en el norte de Honshu (1868). Fue uno de los primeros en graduarse de la nueva Academia Naval, en 1874, y tomó un crucero de guardiamarina a San Francisco. Como otros líderes de la marina, tuvo una experiencia extranjera significativa. Después de su crucero sirvió durante más de un año en los buques de guerra Vineta y Leipzig de otra armada incipiente, la alemana, circunnavegando el mundo y pasando tanto por el Cabo de Buena Esperanza como por el Cabo de Hornos. Como oficial subalterno, tenía deber a bordo de cinco embarcaciones diferentes (1878-81). Se convirtió en el segundo al mando de la tornillo-corbeta Asama, 1882-85, y ocupó la misma posición en el crucero Naniwa cuando fue llevado a Japón en 1886 después de su construcción en Gran Bretaña.

Su primer comando, el balandro de Amagi, lo siguió. En 1887, como asistente del Ministro de la Navegación Saigo, realizó visitas prolongadas a Europa y los Estados Unidos. Obtuvo el rango de capitán en 1889 y posteriormente ordenó a los cruceros Takao y Takachiho. Su carrera comenzó a tomar una dirección política cuando fue nombrado director de la Secretaría del Ministerio de la Marina en 1891. Debido a su habilidad administrativa, fue nombrado contraalmirante y jefe del Departamento de Asuntos Navales del ministerio en 1895. Alcanzó el rango de vicealmirante en 1898 y almirante en 1904. Se desempeñó como ministro de la marina, 1898-1906, y como primer ministro. ministro, 1913-14 y 1923-24.

Ministro de Marina, 1898-1906

En un memorial al trono en defensa nacional, Yamamoto Gonnohyoe (1852-1933), el ministro de la marina, describió cómo la contribución del emperador de los fondos personales para la construcción de buques de guerra había logrado la victoria en la guerra con China. Él declaró,

Parecería que en las tierras de Oriente, las nubes siniestras y las neblinas funestas ahora han sido despejadas alegremente, pero me temo que, con toda probabilidad, la situación en China y Corea contiene semillas de desastres que amenazan la paz inminentemente. En la actualidad, se puede decir que la Armada Imperial reina suprema en el Oriente, pero los preparativos militares de los poderes están avanzando rápidamente. Esto es cierto, especialmente en el caso del poder vecino que recientemente ha ampliado su 'armada y planes en poco tiempo para tener una flota en el Oriente mucho más fuerte que la del imperio. Si surgiera una emergencia, ¿el imperio de Japón ceñido al mar podrá dormir en paz?

Yamamoto solicitó un total de 115 millones de yenes para construir y equipar tres acorazados de primera clase, tres cruceros de primera clase y dos cruceros de segunda clase. No hace falta decir que el poder contra el cual Japón tuvo que defenderse fue Rusia, cuyo avance hacia el este fue deplorado por el genrō cuando aprobaron esta solicitud de expansión naval.

"En el presupuesto para el próximo año", declaró el ministro de la Marina Yamamoto Gonnohyoe a principios de 1906, "no se ha intentado nada más que hacer provisiones para reemplazar lo que había sido destruido o dañado en la guerra". "Pero después de eso", la marina más importante burócrata sugirió, "sería necesario considerar. . . nuevos compromisos ”. Dentro de los cinco años de la profética declaración de Yamamoto, todos los círculos políticos de élite de Japón sabían a lo que Yamamoto había aludido por la frase cautelosa y cautelosa“ nuevos emprendimientos ”; Expansión naval masiva en una escala no emprendida previamente en Japón. Hablando con el líder de Seiyukai, Hara Kei, cuatro años después, al final de una campaña de propaganda de expansión pro-naval inspirada por la marina, el primer ministro Katsura Taro reveló lo que sintió la expansión naval y las maquinaciones políticas de la marina para asegurar aumentos de presupuesto a gran escala para La política y la nación de Japón: la inestabilidad. Al predecir que la marina introduciría en breve un plan de expansión masiva basado en la compra y construcción de buques de guerra Dreadnought, el General del Ejército se convirtió en Primer Ministro y afirmó que la propuesta de expansión naval había sido "tramada [por Yamamoto] debido a la ambición de romper la empate entre el gobierno y el Seiyukai ", una relación que había dado como resultado una estabilidad política desde 1905. Las suposiciones de Katsura resultaron correctas en ambos aspectos y el compromiso político de la marina para asegurar mayores asignaciones influyó significativamente en la política de nivel de élite después de 1905.


Rivalidad Ejército-Marina


Un ejemplo que ilustra este tipo de pensamiento del ejército hacia la marina ocurrió en 1894, cuando el vicepresidente del Estado Mayor del Ejército, Kawakami Soroku, ideó planes de guerra contra China que enfatizaban el papel de apoyo de la marina, Yamamoto Gonnohyoe le hizo una pregunta simple pero cargada. “¿Es verdad que el ejército tiene ingenieros?” Sorprendido, Kawakami respondió: “Sí. . . por supuesto que sí ”. A esto, Yamamoto respondió, sin sarcasmo,“ Entonces no debería ser un problema para usted construir un puente desde Yokubo en Kyushu a Tsushima y luego a Pusan ​​en Corea, ahora enviar a nuestro ejército. al continente ".

Incidente de Siemens


Las acusaciones de que oficiales de alto rango en la Armada Imperial de Japón habían recibido sobornos de la firma de municiones alemana Siemens Schuckert causaron una crisis política que culminó con la renuncia del primer ministro, el almirante Yamamoto Gonnohyoe (1852-1933) y su gabinete el 24 de marzo de 1914. El incidente de Siemens fue indicativo de la competencia, que fue especialmente amarga en 1905-1915, entre facciones rivales asociadas con los comandantes del ejército y la marina de Japón, así como entre organizaciones de partidos rivales. El tema del debate público y el debate oficial, el escándalo también marcó un paso hacia una mayor responsabilidad del gobierno en la historia temprana de la democracia parlamentaria en Japón.

El 23 de enero de 1914, los periódicos japoneses imprimieron informes del juicio en Berlín de un ex empleado de Siemens que fue acusado de robar documentos confidenciales de la compañía de los archivos en la oficina de la firma en Tokio. El acusado declaró que había vendido los documentos a un reportero de Reuters News Service para exponer un acuerdo duplicado entre los oficiales navales japoneses y la firma británica Vickers, representada por una compañía japonesa, Mitsui Bussan. Al aceptar una oferta de Vickers de "comisiones" secretas regulares del 25 por ciento del valor de los contratos de adquisición de equipos colocados con la firma, los oficiales navales infringieron un acuerdo alcanzado con Siemens anteriormente para realizar grandes pedidos de municiones y equipos de comunicaciones con la firma alemana a cambio de sobornos del 15 por ciento del valor de los pedidos.

El almirante Yamamoto, primer ministro desde febrero de 1913, había autorizado un programa de gastos generosos en la expansión naval. Los críticos de su generosidad aprovecharon la información publicada en Berlín para confirmar las sospechas de corrupción en relación con el gasto naval. En una sesión de Dieta el 23 de enero de 1914, Shimada Saburo, un miembro destacado de la oposición Doshikai, abrió un período de debate público y crisis política durante el segundo mes llamando a Yamamoto a responder a una serie de preguntas embarazosas sobre las prácticas de compra de la marina.

Durante febrero y marzo, Yamamoto logró mantener su posición, en parte al despedir a los oficiales navales implicados en las denuncias de corrupción. Pero la posición del almirante estaba irremediablemente debilitada por la oposición dentro de la cámara alta de la Dieta, el ejército y el público.

El incidente de Siemens contribuyó a una mayor inestabilidad en la política parlamentaria de Japón al expulsar al partido mayoritario, el Seiyukai, de la presidencia y el gabinete. El gobierno de Yamamoto sobrevivió a una votación de no confianza el 10 de febrero, pero no sobrevivió a la pérdida de apoyo en la cámara alta de la Dieta, donde los pares redujeron el presupuesto de expansión naval y se negaron a ceder al principio de que solo la cámara baja tenía autoridad sobre el presupuesto. En un acuerdo mediado por Yamagata Aritomo y otros líderes sénior, se instaló un nuevo gabinete en abril de 1914 con el veterano parlamentario Okuma Shigenobu (1838-1922) como primer ministro. La competencia por las apropiaciones presupuestarias entre la marina y el ejército continuó siendo un tema de discordia dentro del gobierno de Japón, incluso en el momento del ataque a Pearl Harbor en 1941. La corrupción relacionada con los contratos públicos con empresas extranjeras también continuó, aunque no precipitó Otra crisis política hasta el escándalo de Lockheed de 1976.

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