El jubileo del Gral. Mitre
El 26 de junio de 1901, Bartolomé Mitre cumplió 80 años y se celebró en todo el país su jubileo. Hubo actos en cada rincón del país en su honor, miles de ciudadanos se acercaron a su hogar a saludarlo y el presidente Julio Argentino Roca declaró al día como fiesta nacional en honor al prócer viviente.
A la salida del sol del día 26 de junio, 21 cañonazos despertaron a los porteños en cada una de las 21 secciones del municipio de la Capital Federal. Mitre llegaba a los 80 años. A la mañana por disposición del ministro Ricchieri una compañía del Batallón 2 de Infantería con banda de música que llenó el ambiente de aires marciales, se apostó rindiendo honores frente a la casa de Mitre.
Se embanderaron las calles y las casas particulares, se organizaron desfiles populares, se renombraron calles y plazas con su nombre, aparecieron en todos los diarios del país homenajes al patricio y hubo una gran manifestación que terminó con miles de personas en su puerta.
En Buenos Aires, por ejemplo, la calle de la Piedad recibió el nuevo nombre de “Bartolomé Mitre”, gesto imitado por ciudades y pueblos del interior con sus calles, plazas y paseos. En diversos puntos del país se acuñaron medallas con la efigie de Mitre, a la vez que se realizaron en su honor Te Deum en múltiples templos católicos y funciones de gala en las principales salas teatrales.
Los diarios y revistas se sumar al homenaje, lanzando ediciones especiales por su jubileo. Algunos comerciantes del país vendían chales, abanicos y pañuelos con la efigie del general, y hasta se fabricaron cigarrillos y vinos marca "Mitre".
Durante aquella jornada, por la casa de Bartolomé Mitre, ubicada en San Martín 336, se acercaron para expresarle sus saludos las más altas autoridades nacionales, incluido el presidente Roca, viejos subordinados y compañeros de armas de tantas campañas militares, veteranos de la Guerra del Paraguay, figuras de la política nacional, representantes de gobiernos e instituciones del exterior, miembros de asociaciones nacionales, diversas comunidades de extranjeros residentes en el país y un gentío de ciudadanos del común. La ya histórica vivienda de Mitre se convirtió en un auténtico muestrario de los más diversos obsequios y recuerdos que recibía desde todos los puntos del país.
A las 8.30 de la noche, Mitre ingresó a la sala del Teatro de la Opera, en medio de los aplausos y la ovación de más de 1.500 personas, no había un lugar, para presenciar la función que se ofrecía en su honor.
Mitre se ubicó en el palco oficial, acompañado por sus amigos Guillermo Udaondo, Emilio Frers y José Evaristo Uriburu, miembros de la Comisión de Homenaje, quienes se encargaron de la organización de los festejos. Acallados los aplausos que duraron largo tiempo, los acordes del himno nacional ejecutado por la orquesta bajo la batuta de Arturo Toscanini y entonados por los presentes abrieron la función.
Fue puesta en acción la opera Rigoletto, con la participación de Enrico Caruso y Hericela Darclée. Una vez terminada Mitre salió del teatro e hizo el trayecto hasta su hogar caminando acompañado por una gran manifestación popular en medio de las aclamaciones de esa multitud, según lo comentaron los diarios de la época.
Fotografía de la Comisión Nacional del Jubileo, quienes organizaron los festejos en honor al general Mitre, y que estaba integrada por José Evaristo Uriburu, Guillermo Udaondo, Emilio Frers, José León Suárez, Antonio F. Piñero, Adolfo P. Carranza, Luis A. Huergo, Lorenzo Anadón, y otros.
Refiriéndose al país que presenció en su juventud, recordó que “en medio de la lucha por la independencia y después de ella, vivió atormentado por la anarquía, el despotismo o la guerra civil, sin lograr unificarse ni completar su organización política. De este caos, ha surgido la nación actual, unida, constituida y consolidada. Hace cincuenta años, éramos una agrupación informe, cuya cohesión sólo se mantenía por el instinto o la violencia. Hoy, somos una nación compacta, y que puede exhibir sus títulos ante el mundo”.
El momento culminante de la jornada fue el discurso que pronunció Mitre por la tarde en agradecimiento a la manifestación popular, desde la terraza de su casa y rodeado por familiares y amigos.