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viernes, 10 de noviembre de 2023

SGM: La inteligencia británica de Alan Turing

El método inglés para descifrar el código nazi de Enigma que adelantó el fin de la Segunda Guerra Mundial

El Reino Unido reunió a los mejores matemáticos y criptólogos en un lugar secreto. Al mando del equipo estaba Alan Turing, un genio que adelantó el uso actual de la inteligencia artificial. Londres nunca le perdonó su homosexualidad y se suicidó al comer una manzana empapada con cianuro. Fue indultado por la reina Isabel II. Y recibió un reconocimiento tardío por su aporte

Por Alberto Amato || Infobae





El centro militar de contrainteligencia instalado en Bletchley Park contaba también con una inteligencia superior: la de Alan Turing

Y por fin, el secreto dejó de serlo y nació otro aún más secreto. El 9 de julio de 1941, los británicos dieron por terminada una tarea titánica: habían completado la decodificación del sofisticado sistema de envíos de mensajes encriptados de la Alemania nazi, sistema al que los alemanes consideraban indestructible. Estaba cifrado en un aparato simplote, tipo armatoste, parecido, pero no igual, a una máquina de escribir, generalmente cubierto de ojos curiosos y manos aviesas por una caja de madera. A ese aparato los alemanes lo llamaron “Enigma”. Y los británicos lo desmontaron hasta la última tuerca.

Ese hallazgo, que fue decisivo en el resultado de la Segunda Guerra Mundial, sentó las bases de un nuevo secreto, más grande, basto y recóndito que el otro: nadie podía conocer lo que los británicos tenían en las manos. Y nadie más lo supo. Descifrar a “Enigma”, que tuvo siempre las características de un ser humano, nombre, nacionalidad, personalidad y talento, fue tarea de un gran equipo de criptólogos y matemáticos reunidos en Bletchley Park, una casona victoriana emplazada en un entorno rural, bucólico y discreto, vecino a la localidad de Milton Keynes, en el condado de Buckinghamshire, en el norte de Londres y a cuarenta y cinco minutos de tren de la capital británica.

La casa que fue central de inteligencia inglesa

Bletchley Park parecía un convento. O una universidad. A su modo, tal vez era las dos cosas. Pero, ¡qué convento y qué universidad! Hacían allí profesión de fe un equipo de centenares de científicos metidos de lleno en penetrar las entrañas secretas de las comunicaciones nazis, comprender el sentido de sus mensajes en clave y descifrar sus operaciones militares por venir, la evaluación nazi del curso de la guerra y hasta los caprichos e histerias de Adolf Hitler, un tipo que no había llegado a sargento y se había echado una guerra mundial al hombro, por sobre las cabezas de los estrategas y mariscales del otrora poderoso ejército imperial.

Fue gracias a haber descifrado “Enigma” que los británicos supieron, ya en 1944, que el alto mando alemán se había tragado el anzuelo lanzado por los aliados y pensaban que de verdad la invasión a Europa iba a producirse por el paso de Calais, el tramo del Canal de la Mancha más estrecho entre Gran Bretaña y el continente, y no por donde en realidad se produjo, en las anchas, hostiles y casi inaccesibles costas de Normandía.

Descifrar a “Enigma”, que tuvo siempre las características de un ser humano, nombre, nacionalidad, personalidad y talento, fue tarea de un gran equipo de criptólogos y matemáticos reunidos en Bletchley Park (Reuters/Alessia Pierdomenico)

Bletchley Park era, en suma, una instalación militar discretísima que no exhibía su arma más poderosa, la inteligencia; trabajaban allí casi nueve mil personas, casi el setenta y cinco por ciento eran mujeres, y personalidades destacadísimas de las ciencias, como la matemática Ann Mitchell. Allí se diseñó la primera computadora destinada al descifrado de mensajes, Colossus, que fue también el primer dispositivo de cálculo electrónico y de alguna manera la madre de las notebook, tablets y lo que venga de hoy.

El centro militar de contrainteligencia instalado en Bletchley Park contaba también con una inteligencia superior: la de Alan Turing, un chico brillante, con una historia mil veces contada que bien vale la pena repasar, que ya había creado en 1939 y con la guerra en curso, una máquina, “Bomber” capaz de desencriptar los mensajes del ejército alemán. “Bomber” era una versión mejorada de un dispositivo primario diseñado por el criptologista polaco Marian Rejewski, que se convirtió, juran los expertos, en la precursora de la computadora programable electrónica digital. Turing era matemático, filósofo, experto en lógica, criptógrafo, biólogo, teólogo, un pensador al que le debemos la ciencia de la computación, los fundamentos conceptuales del algoritmo y el esbozo de las líneas básicas de un pensamiento científico que se preguntaba si las máquinas pueden pensar.

Aquellos chicos, como Albert Einstein, veían cosas que todavía no podían probarse como efectivas porque no habían sido descubiertas, pero allí estaban, o porque la ciencia y la tecnología no habían hallado los mecanismos para demostrar aquellas teorías locas. Así como Einstein vio un universo palpable recién con los telescopios espaciales, cuando Turing, cinco años después de terminada la Segunda Guerra, se preguntó en Bletchley si las máquinas podían pensar, dio el primer paso a la hoy tan en boga inteligencia artificial, definición que acaso encierre un oxímoron.

Los mensajes secretos de los nazis

¿Qué era “Enigma”, el chirimbolo científico y técnico que los alemanes consideraban invencible? Era, en verdad, una genialidad de los técnicos de Hitler. Era una máquina encriptadora de mensajes, disfrazada de máquina de escribir común y silvestre, que presentaba una condición hasta entonces desconocida y no aplicada en el mundo de la criptología: exigía otra máquina igual que recibiera sus mensajes. Eso era lo nuevo. Tampoco era algo del otro mundo, salvo su complejo sistema de funcionamiento. Estaba basado en cinco cilindros rotadores, que variaban cada vez que se apretaba una tecla. De manera que la posibilidad de combinar la letra real del mensaje que la que mostraba “Enigma” era infinita. Sólo podía descifrar un mensaje quien, primero, tuviese otra máquina similar y, segundo, supiera cuál era la posición de los cilindros rotadores para recibir el mensaje real y no el galimatías que entregaba “Enigma”. Los alemanes lo complicaban todo un poquito más, porque cambiaban la posición de los cilindros al menos una vez al mes, previo aviso al receptor para que hiciese lo mismo con su máquina “Enigma”. Todo tenía algo simpático y juguetón. La máquina que enviaba de un lado mensajes encriptados era la única que podía, del otro lado, descifrarlos.

Enigma era una máquina encriptadora de mensajes, disfrazada de máquina de escribir común y silvestre, que presentaba una condición hasta entonces desconocida y no aplicada en el mundo de la criptología: exigía otra máquina igual que recibiera sus mensajes (Reuters/Lukas Barth)

Turing empezó a trabajar para romper “Enigma” junto al servicio de inteligencia polaco que también intentaba descifrar el código alemán. La invasión de Hitler a Polonia, en septiembre de 1939, había dado inicio a la Segunda Guerra Mundial. El británico cambió el enfoque de la investigación polaca, mejoró en parte el sistema de descifrado y, junto a un grupo de criptoanalistas, llegó a desentrañar el enigma de “Enigma” apenas tres meses después de llegar a Bletchley Park. Un record. Usó el análisis matemático para determinar cuáles eran las posiciones más factibles en las que se podían ubicar los rotores. Era una jugada de difícil pronóstico, una botella al mar. Pero empezó a dar resultados sobre todo cuando una máquina “Enigma” alemana cayó en manos aliadas y fue destripada por los británicos.

Lo que faltaba en Bletchley Park era tiempo. El descifrado no siempre era del todo exacto, al menos no era infalible, y los mensajes en código de los alemanes eran miles. Turing pensó que era imprescindible fabricar una máquina que acelerara el proceso de descifrado. Se puso a trabajar junto a Gordon Welchman, su colega de Cambridge, y juntos armaron una computadora, que ni era tal ni se conocía con ese nombre, a la que bautizaron “Bomber”. Resultó. “Bomber” empezó a construirse en serie en la primavera de 1940, cuando la guerra llevaba apenas seis o siete meses de iniciada. En el verano de ese año, las “Bomber” descifraron los mensajes de la fuerza aérea alemana y fueron decisivas para anticipar los bombardeos a Londres durante la Batalla de Inglaterra, que se libró en los cielos británicos y llevaron al triunfo a la Royal Air Force por sobre la Lutwaffe de Herman Göring.

Las máquinas británicas diseñadas bajo el talento y la inventiva de Turing, fueron decisivas también para interceptar los mensajes de los temibles submarinos nazis que operaban en el Atlántico Norte y que torpedeaban los buques mercantes ingleses, cargados en Estados Unidos con material bélico durante los dos años de conflicto en los que ese país se mantuvo alejado, pero expectante y decidido, de la guerra en Europa.

Cuando los alemanes pusieron en funcionamiento una “Enigma” de ocho rotores, lo que aumentaba de manera exponencial las combinaciones de letras y palabras, en Bletchley Park reconstruyeron el sistema lanzado por los alemanes en base a una técnica estadística, desarrollada por Turing. Esa particular “ley de las probabilidades” permitía conocer la “identidad” de cada rotor de la Enigma encriptadora, lo que facilitaba el descifrado por parte de los británicos.

"Código enigma" narra la historia de Alan Turing, el matemático que lideró un equipo de criptógrafos para descifrar un código nazi en la Segunda Guerra Mundial

En 1943 Turing era ya director del “Equipo del Barracón 8″ y consultor general para el área de criptoanálisis de Bletchley Park. Viajó a Estados Unidos, ya en la guerra desde diciembre de 1941, para compartir información con los analistas americanos. Turing se concentró entonces en otra máquina alemana, “Lorenz SZ40/42″ a la que los ingleses, para abreviar, llamaron “Tunny” y que conectaba a Adolf Hitler con el alto mando del ejército en Berlín y con los jefes de las fuerzas nazis en el frente europeo.

El origen de las computadoras

Los analistas británicos que también destriparon a “Tunny”, se inspiraron en la teoría estadística de Turing que había desentrañado a la “Enigma” de cinco y de ocho rotores: toda la información acumulada se usó para fabricar una de las primeras computadoras de la historia, “Colossus”, que descifró los códigos de Tunny de modo industrial. Turing y uno de sus especialistas, William “Bill” Tutte guardaban en secreto otro proyecto sutil y extraordinario: si “Tunny” había sido desentrañada, y la máquina conectaba a Hitler con el alto mando en Berlín y con los jefes militares del frente europeo, ¿sería posible descifrar el pensamiento de Hitler, adelantarse a sus decisiones, prever incluso sus reacciones? Tutte trabajó duro en eso.

De todos modos, la información interceptada por los británicos y compartida con sus aliados, permitió conocer por adelantado las decisiones estratégicas alemanas. En la posguerra, los jefes militares alemanes que sobrevivieron a los juicios de Núremberg, mostraron su sorpresa cuando supieron que sus comunicaciones más secretas habían sido interceptadas y descifradas durante todo el conflicto. Los cálculos, si bien todos post facto, aseguran que los logros de Turing acortaron la guerra al menos en dos años y evitaron centenares de miles de muertos.

Turing recibió la Orden del Imperio Británico por su servicio, pero en carácter secreto: su trabajo debía permanecer en el anonimato. Sus maquinarias, las tangibles y las que estaban en proceso de diseño, deberían ser destruidas al final de la guerra. Su contribución al desarrollo científico, también debía permanecer oculto y oscuro. De hecho, la verdadera “identidad” de Bletchley Park como instalación militar de investigación, contrainteligencia y espionaje recién fue revelada como tal en 1970, veinticinco años después de finalizada la Segunda Guerra.

De todos modos, la información interceptada por los británicos y compartida con sus aliados, permitió conocer por adelantado las decisiones estratégicas alemanas (Grosby)

El hombre que adelantó el fin de la guerra

Turing siguió adelante con sus investigaciones envuelto en cierto ostracismo. La rígida, e hipócrita, moral inglesa lo había desterrado en casa propia: era homosexual y si bien no hacía gala de su condición, no se sentía inclinado hacia la abstención. Había nacido en Londres hace ciento once años, el 23 de junio de 1912, en Maida Vale, un distrito residencial del oeste de la ciudad. Hoy recuerda ese nacimiento una placa azul enclavada en el exterior de la casa, que recién fue descubierta en 2012, en el centenario del nacimiento de Turing y como parte de los tardíos homenajes a su vida infortunada.

Los padres, de viaje constante entre Gran Bretaña y la India, lo entregaron, a él y a su hermano mayor, a manos de un militar retirado del ejército y de su mujer, ambos amigos íntimos de los Turing, que querían que sus chicos se criaran en Inglaterra. Alan mostró enseguida quién era y que quería ser: aprendió a leer solo en tres semanas y desarrolló un interés sólido por los números y los rompecabezas. Estudió en la preparatoria Hazelhurst, fue un alumno brillante, y a los trece años ingresó en el internado de Sherborne, en Dorset. Su primer día de clases estuvo signado por una gran huelga general en toda Inglaterra. Así que Alan subió a su bicicleta y recorrió los noventa y seis kilómetros que separaban Southampton del internado: hizo noche en una posada y su pequeña hazaña fue reflejada por la prensa local. Ganó en Sherborne todos los premios matemáticos que tuvo a mano, realizó por su cuenta experimentos químicos y se ganó también el recelo de sus maestros por su irrefrenable independencia y su joven ambición: llegó a resolver problemas matemáticos muy avanzados, sin haber estudiado cálculo elemental.

A los diecisiete años se enamoró de un chico de su edad, Christopher Morcon, compañero de estudios en el internado y compinche en los estudios científicos. Fue su primer amor y la primera persona en creer a fondo en sus ideas; Christopher lo invitó a conocer a su madre, una artista, en lo que debió ser para la época la relación amorosa entre dos adolescentes más tolerada de Gran Bretaña, donde la homosexualidad era ilegal. El 13 de febrero de 1930, apenas egresados de Sherborne. Christopher murió víctima de la tuberculosis bovina, contraída probablemente por beber leche de una vaca infectada. Su muerte quebró la fe religiosa de Turing, se convirtió en un ateo obsesionado por comprender la naturaleza de la conciencia, su estructura y sus orígenes. Reforzó su rechazo a la estructura educativa británica, centrada en los clásicos, y se volcó de lleno al estudio de la ciencia y de las matemáticas. Estudió en el King’s College de la Universidad de Cambridge, que era la meca del conocimiento científico y todo un logro para un chico de diecinueve años. Allí Turing desarrolló sus investigaciones matemáticas y diseñó lo que pasó a la historia como “Máquina Turing” capaz de determinar funciones matemáticas y que contenía el embrión lógico de las futuras computadoras.

En 1935 era ya profesor del King’s College y viajó por dos años a Estados Unidos, para escribir su tesis doctoral en Princeton, donde trabajaba y enseñaba Einstein. Con la Segunda Guerra en las puertas de Europa, Turing regresó a Cambridge para estudiar filosofía de las matemáticas. Y un día después del estallido de la guerra, fueron a buscarlo para meterlo de cabeza en el servicio de espionaje y para que descifrara los mensajes alemanes.

Una estatua de Turing en Manchester, Reino Unido (Christopher Furlong/Getty Images)

Después del conflicto mundial, condenado al anonimato por los secretos de guerra, y al desarraigo y la exclusión por su sexualidad, Turing igual amplió su investigación y construyó varias computadoras electrónicas programables, un paso gigantesco para una época que todavía no había desarrollado a pleno el transistor. Creó incluso lo que se conoce hoy como el “Test de Turing”, basado en un viejo juego que reúne a tres personas: un interrogador, más un hombre y una mujer: el interrogador está separado de sus interlocutores y sólo puede comunicarse con ellos a través de un lenguaje que todos entienden. El objetivo es que el interrogador descubra quién es el hombre y quién la mujer, mientras que el objetivo de los otros dos jugadores es convencerlo de que son la mujer.

En 1950, en un artículo publicado en “Computing machinery and intelligence”, Turing cambió a los interrogados de su “Test de Turing” por una computadora. También cambió los objetivos del juego: ahora había que reconocer a la máquina. Su tesis decía: “Una computadora puede ser llamada inteligente, si logra engañar a una persona haciéndole creer que es un ser humano”. Se trataba entonces de una persona que hablaba con una computadora, ubicada en otra habitación, mediante un sistema de chat. Si la persona no podía determinar si hablaba con un humano o con una máquina, la computadora debía considerarse inteligente.

El “jueguito” de Turing sentó las bases de la inteligencia artificial. Una forma inversa de su tesis se usa mucho en Internet. Es el test “Captcha”, diseñado para determinar si un usuario es un humano o es otra computadora. Cuando una página pide a cualquier usuario que demuestre “No soy un robot”, ése es Turing, que todavía derrama talento.

En 1952, Turing tenía cuarenta años, enfrentó las normas y las normas lo destruyeron. Uno de sus amantes, Arnold Murray, ayudó a un cómplice a entrar en la casa del científico para robarle. Turing hizo la denuncia en la policía y reconoció su homosexualidad. En lugar de perseguir y juzgar a los delincuentes, las autoridades procesaron a Turing por “indecencia grave y perversión sexual”, los mismos cargos que, medio siglo antes, habían llevado a la cárcel y al destierro a Oscar Wilde. Turing hizo un acto de fe de aquel proceso: convencido de que no tenía ni de qué, ni por qué defenderse, no ejerció ninguna medida en su amparo y fue condenado a prisión.


el 24 de diciembre de 2013, la reina Isabel II lo indultó de todo tipo de culpa. Entonces llegaron los homenajes, las estatuas, las calles y los institutos con su nombre, y su imagen en los billetes de cincuenta libras (Reuters/Joe Giddens)

Le dieron entonces la opción de someterse a una castración química, mediante un tratamiento hormonal de reducción de la libido. Turing optó por someterse a inyecciones de estrógenos. El tratamiento duró un año y le provocó cambios físicos terribles como la aparición de pechos femeninos, obesidad y disfunción sexual. Con todo, no perdió su sarcasmo. En una carta a su amigo Norman Routledge, Turing escribió una reflexión, un falso silogismo, sobre el rechazo social que provoca la homosexualidad y el desafío intelectual que supone demostrar la posibilidad de que existan computadoras inteligentes. Estaba preocupado, además, por que los ataques a su persona pudieran entorpecer, u oscurecer sus razonamientos sobre la inteligencia artificial. El silogismo decía: “Turing cree que las máquinas piensan. Turing se acuesta con hombres. Por lo tanto, las máquinas no piensan”.

En 2009, el gobierno británico en manos de Gordon Brown pidió disculpas por el trato dado a Turing durante sus últimos años de vida. Pero todavía en 2012, el primer ministro David Cameron negó el indulto a Turing y adujo que la homosexualidad era un delito en aquellos años en los que fue condenado. Por fin, el 24 de diciembre de 2013, la reina Isabel II lo indultó de todo tipo de culpa. Entonces llegaron los homenajes, las estatuas, las calles y los institutos con su nombre, y su imagen en los billetes de cincuenta libras.

Era tarde. Vencido por la amargura, con su enorme obra científica inconclusa, sin saber todavía lo que su genio podía aportar al desarrollo del conocimiento, el 7 de junio de 1954, veintitrés días antes de cumplir cuarenta y dos años, Turing ya había dicho basta. Lo hizo con un toque de humor corrosivo, la señal acre e incisiva que implicaba también una advertencia al mundo que estaba por dejar.

Primero, eligió una manzana, símbolo bíblico del pecado, de lo prohibido, de lo que no se debe, de paraísos perdidos, de tentación y culpa. Luego, roció la manzana con cianuro y le dio un mordisco.

lunes, 20 de diciembre de 2021

Inteligencia: Las mujeres de Bletchley Park

Las mujeres que descifraron el enigma alemán en Bletchley Park

Clare Fitzgerald, War History Online


Crédito de la foto: 1. Bletchley Park Trust / Getty Images 2. Matt Crypto / Wikimedia Commons

Al trabajo realizado en Bletchley Park de Buckinghamshire se le atribuye haber acortado la Segunda Guerra Mundial entre dos y cuatro años. Las mentes más brillantes del Reino Unido trabajaron incansablemente para descifrar el Código Enigma alemán y los de otras potencias del Eje. Lo que muchos no saben es que la mayoría de los que realizaban este trabajo fundamental eran mujeres.

La misión ultrasecreta de Bletchley Park

La misión de Bletchley Park fue una vez uno de los secretos mejor guardados del mundo. Romper el Código Enigma alemán y los cifrados de Lorenz jugó un papel clave en la lucha del Reino Unido contra Alemania. Ayudó a los aliados a obtener victorias que cambiaron la guerra en Europa, y más tarde en el Pacífico, dándoles una ventaja necesaria contra los nazis.


Exterior de Bletchley Park
Bletchley Park, 1926. (Crédito de la foto: Evening Standard / Getty Images)

Aquellos elegidos para trabajar en Bletchley Park a menudo no tenían idea de a qué se estaban inscribiendo. El proceso de contratación era secreto, y cada nuevo empleado debía firmar la Ley de Secretos Oficiales (1939). Solo cuando llegaron a Buckinghamshire se dieron cuenta de que su tarea era descifrar el código que los nazis creían indescifrable.

El proyecto fue dirigido por el Código de Gobierno y Cypher School. Cada uno tenía sus propios deberes, que se realizaban en cabañas a lo largo de la extensa finca. Usaron nueva tecnología, como la máquina Bombe, para descifrar los códigos, y se estima que 10,000 personas estaban trabajando en Bletchley Park y sus estaciones remotas en enero de 1945.


Mujeres que trabajan con máquinas Typex
Crédito de la foto: Bletchley Park Trust / Getty Images

El trabajo realizado en Bletchley Park se mantuvo clasificado hasta 1974, lo que significa que los trabajadores no podían contarles a sus seres queridos sus hazañas durante la guerra. Para cuando los archivos fueron desclasificados, muchos habían fallecido sin ver nunca reconocidos su arduo trabajo y dedicación.

Las mujeres jugaron un papel clave

Si bien los descifradores de códigos más conocidos en Bletchley Park fueron Alan Turing y Stuart Milner-Barry, la gran mayoría de los que trabajaban allí eran mujeres. Con gran parte de los hombres del país peleando en Europa, la GC&CS necesitaba expandir el reclutamiento.


Mujeres escribiendo en papel en una mesa
Crédito de la foto: Gobierno del Reino Unido / Wikimedia Commons

Aproximadamente el 75 por ciento de los que trabajaban en Bletchley Park al final de la guerra eran mujeres. En su mayoría tenían educación universitaria y provenían de familias de alto nivel social, pero luego crecieron hasta incluir entusiastas de los crucigramas, matemáticos y lingüistas.

Si bien las mujeres fueron inicialmente encargadas de realizar tareas administrativas, su mandato se amplió más tarde para incluir el descifrado de códigos típico realizado por criptoanalistas masculinos. Pronto empezaron a operar las máquinas Bombe y las computadoras Colossus, consideradas el trabajo auxiliar más importante. Si bien muchos de sus colegas masculinos inicialmente los creyeron incapaces, pronto demostraron que estaban preparados para la tarea.


WRENS trabajando en una computadora Colossus. (Crédito de la foto: Bletchley Park Trust / Getty Images)

Ha habido muchos esfuerzos para conmemorar a las mujeres que trabajaron en Bletchley Park. Desafortunadamente, la tarea se ha visto dificultada por el hecho de que nunca se elaboró ​​una lista completa de trabajadores. Esto significa que la lista actual ha sido compilada por amigos, familiares, veteranos y otras fuentes.

Alisa Maxwell

Alisa Maxwell había planeado inicialmente unirse al Servicio de la Marina Real de Mujeres (WRNS) cuando el Ministerio de Relaciones Exteriores se acercó a ella para una entrevista para un trabajo no especificado. Fue enviada a trabajar como asistente temporal en Bletchley Park, y solo dos semanas después fue asignada a Hut 6, donde trabajaba en la sala de máquinas del Bloque D.


Alisa Maxwell sentada en una mesa con un libro
Alisa Maxwell. (Crédito de la foto: Wikimedia Commons)

Maxwell era responsable de recopilar la información obtenida por otras cabañas e ingresarla en la máquina Bombe. Su logro más significativo se produjo el 7 de mayo de 1945. Mientras trabajaba junto a Asa Briggs, miembro del Cuerpo de Inteligencia, su estación recibió un mensaje no codificado del almirante Karl Dönitz, sucesor de Hitler y presidente de Alemania, anunciando la rendición incondicional del país.

Helene Aldwinckle

El director de la Universidad de Aberdeen, William Hamilton Fyte, recomendó a Helene Aldwinckle, en parte debido a su memoria e interés en los idiomas. Fue seleccionada por Stuart Milner-Barry para convertirse en funcionaria permanente del Ministerio de Relaciones Exteriores y enviada a Bletchley Park en el verano de 1942.

Inicialmente fue colocada en la Sala de Registro 1 (RR1) y se le asignó la tarea de capacitar al personal de servicio estadounidense. Cuando se completó ese trabajo, fue transferida a la Sala silenciosa (QR) en Hut 6 para descifrar los códigos Enigma. Su trabajo con los estadounidenses fue útil, ya que le permitió trabajar en problemas de cifrado más largos y complicados, incluida la identificación de redes y señales de radio Enigma.


Mujeres sentadas en escritorios
Crédito de la foto: Bletchley Park Trust /Imágenes falsas

Aldwinckle se quedó en Bletchley Park después de la guerra para ayudar a escribir la historia de Hut 6. Sin embargo, se vio obligada a irse en 1945, debido a una política del Ministerio de Relaciones Exteriores que establecía que las mujeres no podían seguir empleadas después del matrimonio. Solo unos meses antes, se había casado con el teniente de la Royal Air Force John Aldwinckle.

Jane Fawcett

Jane Fawcett se unió a Bletchley Park en 1940, después de ser entrevistada por Stuart Milner-Barry. Era conocida como una de las "Debs of Bletchley Park" debido al estado de su familia. Fue asignada a Hut 6, una sala de decodificación compuesta únicamente por mujeres. Allí, ella y sus colegas recibieron claves Enigma diarias, que escribieron en sus máquinas Typex para determinar si eran reconocibles en alemán.


Monumento a Jane Fawcett y su esposo, Edward. (Crédito de la foto: AndyScott / Wikimedia Commons CC BY-SA 4.0)

A través de su trabajo, pudo ayudar a decodificar un mensaje sobre la posición del acorazado alemán Bismarck. Ella y el equipo se enteraron de que navegaba hacia Francia, lo que permitió que la Royal Navy lo atacara y lo hundiera el 27 de mayo de 1941. Esta es ampliamente considerada la primera victoria significativa para los descifradores de códigos en Bletchley Park.

Margaret Rock

Margaret Rock se unió a Bletchley Park el 15 de abril de 1940, donde trabajó para el almirante Sir Hugh Sinclair, jefe de la GC&CS y el Servicio Secreto de Inteligencia. Su educación, específicamente sus habilidades matemáticas, le permitió decodificar el Enigma alemán junto con algunos de los mejores, incluido Alfred Dillwyn “Dilly” Knox, el criptógrafo jefe de GC&CS.


Margaret Rock. (Crédito de la foto: Kerry Howard / YouTube)

Mientras trabajaba con Knox, Rock se convirtió en el criptógrafo de mayor rango, especializado en descifrado de códigos en alemán y ruso. Su mayor logro se produjo cuando ella y su equipo decodificaron un mensaje que les dio a las fuerzas británicas la ventaja a la hora de planificar los ataques del Día D.


Mavis Batey



Mavis Batey es considerada uno de los descifradores de códigos líderes de Bletchley Park. Estacionada inicialmente en una de sus estaciones en Londres, más tarde fue trasladada a la finca de Buckinghamshire, donde trabajó como asistente de Dilly Knox.

Batey se adaptó rápidamente a su nuevo entorno de trabajo y se familiarizó con los diferentes estilos de operadores enemigos individuales. A finales de marzo de 1941, estaba trabajando en el Enigma naval italiano cuando descifró un mensaje, lo que llevó al descubrimiento de que los italianos planeaban atacar el convoy de suministros de la Royal Navy frente a las costas de Grecia. El combate posterior se conoció como la Batalla del Cabo Matapan.

En diciembre de 1941, rompió un mensaje entre Belgrado y Berlín que permitió al equipo romper el Abwehr Enigma. Más tarde rompió otro, el GGG. Contenía mensajes que confirmaban que los nazis estaban cayendo en la trampa de la inteligencia de Double-Cross transmitida por agentes dobles.

jueves, 2 de abril de 2020

Espionaje: Crypto fue un troyano criptográfico de la CIA y el BND

El golpe maestro de la CIA y sus socios alemanes

Una investigación de ‘The Washington Post’ y las cadenas ZDF y SRF destapa el espionaje de EE UU y Alemania a otros Gobiernos durante décadas



Boris Hagelin, con un máquina de cifrado. GETTY


Yolanda Monge || El País



Es uno de los mayores casos de espionaje, material de novela de John Le Carré o de un guion cinematográfico. Durante más de cinco décadas, la CIA y los servicios de espionaje de la entonces Alemania Occidental (BND, en sus siglas germanas) controlaron en secreto una empresa suiza que fabricaba y vendía dispositivos de encriptación y líneas de comunicación seguras a más de 120 países. Pero el caso es que ni las líneas ni los mensajes cifrados eran seguros, ya que la CIA y los alemanes tenían acceso a la información a través de los dispositivos, según desveló este martes una investigación periodística de The Washington Post, junto a las cadenas de televisión ZDF (Alemania) y SRF (Suiza).

Fue El golpe de inteligencia del siglo, titulaba este martes el periódico estadounidense. Fueron clientes de la empresa Crypto AG y sus máquinas trucadas países como Irán, juntas militares de América Latina, naciones rivales como India y Pakistán, Estados miembros de la OTAN como España, la ONU e incluso el Vaticano, según la extensa investigación, que asegura que “estas agencias de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía para poder romper fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes cifrados”. Hasta ahora, ese peculiar partenariado era uno de los secretos mejor guardados de la Guerra Fría.

Todo empezó en plena Segunda Guerra Mundial, cuando la firma Crypto fue creada por Boris Hagelin, un empresario e inventor nacido en Rusia pero que huyó a Suecia cuando los bolcheviques tomaron el poder. Cuando los nazis ocupaban la vecina Noruega en 1940, Hagelin decidió emigrar de nuevo, en esta ocasión a Estados Unidos.

El inventor llevaba consigo la famosa máquina encriptadora, bautizada como M-209. Según la historia interna de la CIA, citada en la investigación del Post, se hacía necesario controlar a Hagelin para que limitara la venta del codificador solo a países aprobados por Washington. En definitiva, Crypto no debía caer en manos de los soviéticos, los chinos o los norcoreanos. Esos países, sin embargo, nunca fueron clientes de la compañía, por lo que, en teoría, quedaron fuera de los límites directos del espionaje montado por EE UU y Alemania.

No obstante, los agentes de la CIA obtuvieron mucha información valiosa de Pekín y Moscú a través de las interacciones de estos países con servicios secretos o diplomáticos de naciones que sí tenían los aparatos de cifrado. La conocida como Operación Thesaurus se firmó en un elitista club de Washington, el Cosmos, cuando Hagelin selló en 1951 con un apretón de manos durante una cena el primer acuerdo secreto con la inteligencia estadounidense, que trajo consigo a William Friedman, el padre de la criptología americana.

El acuerdo consistía en que Hagelin trasladaba la compañía a Suiza y restringía las ventas de sus modelos más sofisticados a países aprobados por Langley (donde tiene la sede la CIA). Las naciones que no estaban en esa lista obtenían de Crypto AG sistemas anticuados y sin apenas efectividad. A Hagelin se le compensaba económicamente por la pérdida de ventas.

El siglo XX avanzaba y prácticamente nadie en Crypto, excepto Hagelin, sabía de la implicación de la CIA en la compañía. Los beneficios eran abundantes. Cada año, según los registros de la inteligencia alemana, el BND entregaba su parte de las ganancias en efectivo a la CIA en un oscuro garaje de Washington.

En la década de los ochenta, la operación pasó a denominarse Rubicón. Para entonces, ya existían algunas tensiones entre Washington y Bonn a cuenta de los objetivos y del reparto de la información conseguida. Ambas partes, según la investigación, también usaron para su espionaje a otras empresas, a Siemens en Alemania y Motorola en EE UU.

Crypto, además, daba buenos beneficios. Según la CIA, en 1975 la compañía ganó más de 51 millones de francos suizos (unos 47,8 millones de euros). Mientras, Rubicón permitió décadas de acceso sin precedentes a las comunicaciones de otros Gobiernos. Por ejemplo, en 1978, cuando los líderes de Egipto, Israel y EE UU se reunían en Camp David para negociar un acuerdo de paz, la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA, en sus siglas en inglés) escuchaba de forma secreta las comunicaciones del presidente egipcio Anwar el-Sadat con El Cairo.

A través de un sistema de Crypto se supo también que el hermano del presidente de EE UU Jimmy Carter estaba supuestamente en nómina del líder libio Muamar el Gadafi. La tecnología también propició que la Administración de Ronald Reagan pasase información a Londres sobre la breve guerra del Reino Unido con Argentina por las Malvinas. En 1989, el uso del Vaticano de un aparato de Crypto fue determinante en la captura el general panameño Manuel Antonio Noriega cuando el dictador buscó refugio en la Nunciatura de Panamá.

Los alemanes abandonaron el programa hacia finales de los noventa; la CIA continuó. Pero Crypto se fue disolviendo y dejó de existir en 2017. Ahora existen Crypto International y CyOne; la primera asegura que nunca supo nada de la trama de Crypto, y la segunda se acoge al socorrido “sin comentarios”.

miércoles, 24 de julio de 2019

SGM: La máquina Enigma

La Máquina ENIGMA 






El general Heinz Guderian con una máquina Enigma en media vía utilizada como centro de mando móvil durante la Batalla de Francia, 1940


La principal máquina de cifrado alemana, derivada de una invención holandesa que fracasó en varios modelos comerciales a finales de la década de 1920. Heer, Luftwaffe, Kriegsmarine y el tráfico diplomático utilizaron varios modelos de complejidad creciente. También fue utilizado por el Reichsbahn (ferrocarriles alemanes). La Armada italiana usó una máquina derivada, la C38M. La inteligencia polaca rompió parcialmente las cifras de Enigma en 1932. En 1939, los polacos tenían una base sólida en la comprensión de la máquina holandesa original y, por lo tanto, podían manipular las réplicas de sus descendientes alemanes. Los franceses también avanzaron a partir de 1938. Los polacos proporcionaron a los aliados occidentales en julio de 1939 réplicas de Enigma de inteligencia polaca y un conocimiento muy adquirido de las cifras alemanas. Los franceses y los polacos pasaron información adicional a los británicos en 1940. Los británicos rompieron el código naval para el C38M italiano en septiembre de 1940, un año antes de que se retirara el cifrado. Eso ayudó mucho a la Royal Navy en la campaña naval del Mediterráneo en 1940-1941. Los rotores de Enigma naval se recuperaron de un submarino hundido en una embarcación submarina en Escocia en febrero de 1940. Eso le dijo a la inteligencia británica que todos los barcos alemanes y submarinos los llevaban. A partir de entonces, se asignó alta prioridad a la captura de submarinos y otras naves enemigas. Los arrastreros alemanes fuera de Noruega demostraron ser especialmente vulnerables: la captura de los libros de códigos Enigma o los rotores de dos arrastreros llevó a la ruptura del código Kriegsmarine. En mayo de 1941, la máquina Enigma de la U-110 fue capturada intacta junto con todos los libros de códigos. Eso y tales éxitos de captura o recuperación se mantuvieron en el más alto nivel de secreto, incluso mediante el engaño de las tripulaciones de submarinos capturados o el encarcelamiento separado de otros prisioneros alemanes.

Los británicos construyeron "bombas", máquinas que imitaban y, por lo tanto, ayudaban a resolver las secuencias del rotor de Enigma. Nunca hubo suficientes bombas para satisfacer la demanda de los descifradores de códigos en Bletchley Park, además de todos los servicios armados y los aliados británicos que clamaban. Si los británicos hubieran estado más dispuestos a proporcionar información técnica a los estadounidenses, lo que no hicieron por razones de seguridad mayormente válidas, es posible que se hubieran fabricado muchas más bombas mucho antes. Esa fue sin duda la firme opinión del almirante Ernest King, pero, para ser justos, King tampoco fue el aliado más cooperativo. U. S. intelligence decidió fabricar sus propias bombas en septiembre de 1942, con los primeros modelos de baja calidad disponibles en mayo de 1943. A finales de año, se habían fabricado 75 bombas de mejor calidad en los Estados Unidos, lo que aumentó considerablemente la capacidad de descifrado de códigos. Todavía era un problema infernal para decodificar: los dos ajustes internos del cifrado naval alemán eran establecidos por los oficiales solo cada dos días, mientras que los empleados del cifrado naval cambiaban los dos ajustes externos cada 24 horas. Los operadores de Enigma luego eligieron tres de los ocho rotores de la máquina, cada uno de los cuales tenía 26 posiciones de puntos. Todo lo que aportaron 160 trillones de combinaciones potenciales. En el extremo receptor, cada U-barco tenía dos redes de seis frecuencias cada una ("Diana" y "Hubertus"). Y sin embargo, Bletchley Park irrumpió en el cifrado.

El Kriegsmarine agregó un cuarto rotor a sus cifrados en enero de 1942, creando un "apagón de información" prolongado que redujo la capacidad del enemigo para detectar manadas de lobos y desviar los convoyes a su alrededor. Los británicos hicieron de la primera prioridad capturar otra máquina de un submarino u barco meteorológico. El U-559 fue forzado a la superficie el 30 de octubre de 1942 por un ataque de carga de profundidad sostenida por cinco destructores y escoltas destructores. Sus documentos fueron recuperados, pero la máquina cayó con el submarino hundido. Aún así, quedó claro que los operadores alemanes no estaban utilizando completamente el cuarto rotor. Un grupo de apoyo estadounidense de ASW capturó el U-505 frente a Cabo Verde en junio de 1944. La cantidad de material de Enigma fue enorme. También era actual y buscaba nuevos códigos navales. El desciframiento de señales fue de gran ayuda para COLOSUS I, la primera computadora electrónica creada por la brillantez de Alan Turing e ingenieros en Bletchley Park y otros lugares. Hizo que el procesamiento y la lectura de los cifrados en alemán fueran más rápidos que nunca, a menudo cerca del "tiempo real". COLOSUS II se puso en línea en junio de 1944. Una medida de cómo Enigma se mostró vulnerable a la confianza excesiva de los alemanes es el hecho notable de que la fuente de la mayoría de los interceptados Las señales, el almirante Karl Dönitz, fueron a su lecho de muerte en 1980 convencidos de que ningún enemigo leyó nunca sus cifrados Enigma.


GEHEIMSCHREIBER

“Máquina de escritura secreta”. Siemens & Halske T52 Una máquina de cifrado alemana que convirtió orificios estampados en cintas de papel en pulsos de radio transmisibles, o de nuevo en mensajes legibles. Su sistema de 10 rotores hizo que la tarea de descifrar códigos de la inteligencia británica en Bletchley Park fuera extremadamente difícil. Los británicos no rompieron el Geheimschreiber hasta que desarrollaron las computadoras mecánicas COLOSSUS I y II a mediados de 1944. Cuando los aliados occidentales rompieron el código, obtuvieron mucha información de alto valor, ya que la Wehrmacht usó máquinas Geheimschreiber para las comunicaciones de su sede de alto nivel.

PARQUE BLETCHLEY

"Estación X". El sitio de, y la referencia abreviada habitual de British Code y Cypher School, se fundó en 1919 y se ubica a unas 80 millas al norte de Londres. Durante la Segunda Guerra Mundial, albergó la operación crítica de descifrado de códigos realizada por el MI6. Emplea algunas de las mentes británicas más brillantes del siglo, especialmente Alan Turing, inventor de la primera computadora, así como especialistas en criptoanálisis de países aliados como Francia, Polonia y los Estados Unidos. En realidad, los estadounidenses tardaron mucho en llegar y en integrarse por más tiempo: el primer equipo de EE. UU. No llegó a Bletchley Park hasta el 25 de abril de 1943. El trabajo en Bletchley Park estaba compartimentado por "choza", con grupos en diferentes chozas escuchando a varios de los cientos de códigos de Luftwaffe, Kriegsmarine o Wehrmacht. Las señales se enviaron a los traductores de códigos en Hut Three, que aceptaron a sus primeros estadounidenses solo en enero de 1944. Había más de 10,000 personas trabajando o apoyando el trabajo extraordinariamente complejo y crucial realizado en Bletchley Park para 1945. Todo su extraordinario trabajo se mantuvo en secreto. Durante varias décadas después de la guerra. Los puestos de avanzada de criptoanálisis vinculados a Bletchley Park también se mantuvieron en el extranjero, como el “Buró Combinado, Medio Oriente” en El Cairo.

MÁGICO

Código de Estados Unidos para la interceptación de mensajes diplomáticos japoneses y algunas comunicaciones militares. Este cuerpo de información a veces se denomina "el otro ULTRA". El análisis de cifrado del Servicio de Inteligencia Secreto (SIS) de los EE. UU. Rompió los encriptados de máquinas "PÚRPURA" japoneses antes del inicio de la Guerra del Pacífico. Las interceptaciones permitieron a los oficiales de inteligencia estadounidenses leer intercambios entre Tokio y la Embajada de Japón en Washington. Al proporcionar información importante sobre el pensamiento y las relaciones de la política exterior y política japonesa, MAGIC no proporcionó inteligencia operativa u otra "accionable", principalmente porque a los diplomáticos japoneses no se les informó de antemano sobre las operaciones del Ejército o la Armada. Por lo tanto, MAGIC no proporcionó una advertencia previa de los ataques contra Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941), Filipinas o Hong Kong. El tráfico de MAGIC de los funcionarios de la embajada japonesa en Berlín y las capitales neutrales europeas proporcionó información indirecta sobre los planes alemanes, incluida la acumulación de BARBAROSSA a mediados de 1941. Se recopiló información útil de 1943 a 1944 sobre algunas investigaciones secretas sobre armas de la Wehrmacht y sobre estrategias y disposiciones planificadas a lo largo del Muro del Atlántico.

PÚRPURA

Nombre de código de Estados Unidos para la máquina de cifrado electrónico japonés que cifró mensajes diplomáticos. Ese tráfico cifrado fue interrumpido y leído por los agentes de inteligencia del Servicio Secreto de Inteligencia (SIS) del Ejército de EE. UU. A fines de septiembre de 1940. Las interceptaciones que resultaron fueron el código MAGIC. Los EE. UU. Dieron una copia de su máquina de decodificación PÚRPURA a los británicos, quienes también leyeron las cifras diplomáticas japonesas. Los japoneses nunca supieron que su tráfico diplomático era leído por el enemigo. Revelaron mucho de valor militar como resultado.

ULTRA

"Inteligencia muy especial". Nombre en clave para el sistema inicialmente británico de interceptación y descifrado de la inteligencia de señales alemana desde 1940. ULTRA también interceptó y descifró señales italianas. Su inteligencia fue compartida por los principales aliados occidentales mediante un acuerdo formal desde mediados de 1943. Aunque la relación fue incómoda al principio, resultó ser uno de los mayores éxitos de la alianza angloamericana al final de la guerra. El término de código "ULTRA" se aplicó más tarde a la intercepción aliada de la inteligencia de señales japonesa, aunque no a intercepciones diplomáticas o políticas. Grandes cantidades de señales alemanas fueron arrojadas por las máquinas Enigma y Geheimschreiber utilizadas por una variedad de fuentes militares, diplomáticas, policiales y de inteligencia alemanas. La comprensión ULTRA de algunas intercepciones (los alemanes utilizaron cerca de 200 códigos cifrados durante la guerra, muchos de los cuales nunca fueron penetrados) recibió una gran ayuda de la ofensiva enemiga generalizada ya menudo descuidada, especialmente dentro de la Luftwaffe. Por ejemplo, Luftwaffe y otros operadores alemanes a menudo repetían señales sobre el mismo tema al mismo tiempo, lo que permitía al análisis de contenido identificar ciertos términos clave o ubicaciones codificadas, que proporcionaban pistas para penetrar más profundamente en el cifrado. También hubo mucho heroísmo real y riesgo asumido por los agentes aliados, y pura agudeza mental y perseverancia por parte de los descifradores de códigos que comenzaron con la inteligencia polaca y francesa antes de la guerra.
Winston Churchill fue un partidario clave de la ruptura de las señales británicas. Leyó los informes ULTRA diariamente. British ULTRA desencripta la defensa asistida durante la Batalla de Gran Bretaña en 1940, ayudó al RAF Bomber Command a llevar a cabo su ofensiva de bombardero extendida, y ayudó significativamente al 8º Ejército británico a ganar las campañas del desierto (1940-1943): las intercepciones revelaron problemas de logística alemanes y permitieron que la Royal Navy y la RAF para paralizar aún más el suministro. Probablemente, la contribución más crítica de ULTRA fue apoyar la victoria de los aliados sobre los submarinos en la batalla del Atlántico (1939-1945). El historiador alemán Jürgen Rohwer estima que las interceptaciones con ULTRA redujeron las pérdidas de los envíos aliados en un 65 por ciento a fines de 1941. La inteligencia de ULTRA también fue clave para comprender hasta qué punto las operaciones de engaño tuvieron éxito o fracasaron en las campañas terrestres, hasta el nivel de influencia directa en el Pensamiento operacional y estratégico de Adolf Hitler. Notable confirmación del éxito del engaño vino en las operaciones de BARCLAY y MINCEMEAT relacionadas, y para una serie de engaños críticos llamados COCKADE. Desconocido para los aliados occidentales, John Cairncross era un agente doble soviético en el lugar dentro de Bletchley Park y MI6. Alimentó las intercepciones ULTRA de Moscú que contribuyeron directamente al éxito del Ejército Rojo en Kursk.

Tales éxitos importantes hicieron de ULTRA uno de los secretos más importantes de la guerra. ULTRA fue tan crucial que algunas operaciones que podrían haberse llevado a cabo no lo fueron, por temor a revelar a los alemanes que los códigos Enigma estaban comprometidos: ULTRA era demasiado importante desde el punto de vista estratégico como para arriesgarse por alguna ganancia táctica u operativa. ULTRA no solo ayudó a las operaciones, sino que también ayudó a configurar la estrategia Aliada en los niveles más altos de liderazgo. El secreto de ULTRA fue guardado por al menos 20,000 personas durante más de 30 años. No fue hasta la década de 1970 que se autorizaron las primeras cuentas cuasi oficiales, y no fue hasta 1988 cuando la historia oficial británica sorprendió al mundo historiográfico con abundantes detalles que iluminaron y alteraron la comprensión de muchos eventos clave de la guerra.

Lectura sugerida: 

  • David Khan, aprovechando el enigma (1995). R. Lewin, The American Magic (1982). 
  • Ralph Bennett, Detrás de la batalla (1994); 
  • F. H. Hinsley, Inteligencia británica en la Segunda Guerra Mundial (1979-1990); 
  • Simon Singh, El libro de códigos (1999).

lunes, 18 de junio de 2018

SGM: ¿Cuál fue la falla de la máquina Enigma?

¿Cuál fue el defecto en la máquina Enigma?

Por Chris Higgins | Mental Floss




En la Segunda Guerra Mundial, los Aliados enfrentaron un dilema. La máquina Enigma alemana creó mensajes encriptados, y los alemanes cambiaron el código todos los días. Incluso si se rompió un código, esa solución solo fue buena para las transmisiones de ese día. Pero, finalmente, los criptógrafos de Bletchley Park, sobre todo Alan Turing, resolvieron el rompecabezas y construyeron una computadora gigante llamada Bombe para calcular soluciones. Entonces, ¿cuáles fueron las grietas en el código Enigma?

En este video, Numberphile profundiza en cómo funcionaba el cifrado Enigma, y ​​en un principio cómo los códigos diarios se rompían manualmente usando la conjetura, la inferencia y la fuerza bruta. Es un ejercicio fascinante, que se basa en algunos datos clave: en el cifrado Enigma, las letras nunca se convierten en sí mismas cuando se encriptan; las primeras transmisiones del día eran a menudo informes meteorológicos (esto era una falla de procedimiento más que técnica); y muchos mensajes terminaron con frases similares (una vez más, un problema de procedimiento, pero útil cuando se mira un gran volumen de texto encriptado). Al hacer algunas conjeturas, como adivinar que podría aparecer la palabra "clima" o "Hitler", un experto en criptografía podría romper manualmente un código Enigma.



Pero la solución de Turing convirtió este ejercicio manual en un momento trascendente para las computadoras. Si no estás familiarizado con Enigma, mira primero este explicador. Luego sintonice la discusión matemática a continuación para comprender cómo la máquina de Turing pudo romper los códigos Enigma en menos de 20 minutos todos los días. Disfrutar:

sábado, 19 de mayo de 2018

Entreguerra: Biuro Szyfrów, rompiendo las claves soviéticas y nazis

Biuro Szyfrów, los polacos que descifraron primero los códigos soviéticos y luego los alemanes

Jorge Álvarez | La Brújula Verde



Máquina Enigma / foto Shutterstock

Después de haberla visto en unas cuantas películas y novelas sobre la II Guerra Mundial, casi todo el mundo sabe que Enigma era el nombre de una máquina alemana que se usaba para cifrar y descifrar códigos de transmisión mediante un sistema electromecánico.

También es conocido que el funcionamiento de este aparato, que tenía sus equivalentes en Reino Unido y EEUU (la Typex y la SIGABA respectivamente), fue descubierto por los técnicos aliados.

Lo que ya no sabrán tantos es que un organismo polaco dedicado precisamente al criptoanálisis fue el que sentó las bases genéricas de la decodificación mucho antes de que estallara la guerra; hablamos del Biuro Szyfrów.

En realidad, sí hubo un guerra que motivara su actividad: la que enfrentó a Polonia con lo que en breve se llamaría URSS entre 1919 y 1921.

Los polacos del mariscal Józef Piłsudski, estaban lanzados en una expansión que pretendía recuperar los territorios tradicionales que poseía en el siglo XVIII mientras que los soviéticos trataban de recobrar los perdidos a causa del abandono del frente durante la I Guerra Mundial, cuando estalló la Revolución. Dado que el Tratado de Versalles había pasado de puntillas por esa cuestión. El conflicto se soluciónó tras la victoria de los primeros en la batalla de Varsovia, repartiéndose los susodichos territorios mediante el Tratado de Riga.


Soldados polacos en 1920/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

En el desarrollo de los acontecimientos jugó un papel importante la Sekcja Szyfrów, una agencia predecesora del Biuro Szyfrów creada por el teniente Józef Serafín Stanslicki en la primavera de 1919. Ayudado por un trío de prestigiosos matemáticos (Stefan Mazurkiewicz, Wacław Sierpiński y Stanisław Leśniewski), fue capaz de descifrar los códigos criptográficos empleados por el Ejército Rojo, que estaban algo anticuados porque el continuo estado bélico del país había impedido modernizar los de la época zarista. Por ello, las fuerzas armadas polacas estuvieron siempre informadas de los movimientos que planeaba el enemigo, pudiendo hacerle frente con ventaja.

Sorprende saber que los criptógrafos polacos descifraban, a veces en veinticuatro horas pero otras en el mismo día, no sólo los mensajes de mandos importantes como los generales Tukhachevsky, Sergieyev, Budionny o Gaya, sino incluso los del mismísimo Trotsky, permitiendo movilizar tropas con inusitada rapidez allá donde se necesitaran.

Al parecer, hasta se enteraron de una célebre discusión que mantuvieron radiotelegráficamente Tukhachevsky y Budionny. Lo cierto es que los técnicos especialistas iban por delante de sus adversarios en ambos bandos, ya que también los soviéticos interceptaron transmisiones enemigas, sólo que en mucha menor cantidad por la escasez de estaciones de radio que tenía Polonia y unos sistemas de seguridad más modernos.

En cualquier caso, el excelente trabajo de la Sekcja Szyfrów ayudó a que el ejército polaco abriera una brecha en el flanco izquierdo de las líneas soviéticas, permitiendo una entrada en cuña que les dio la victoria en Varsovia y, a la postre, obligó a la Unión Soviética a pactar un alto el fuego; así lo afirmaría años después el propio Piłsudski.

Fue un primer y glorioso paso antes de que en 1931 la agencia pasara a rebautizarse Biuro Szyfrów tras fusionarse la Referat Radiowywiadu (Oficina de Radio-Inteligencia) y la Referat Szyfrów Własnych (Oficina de Criptografía Polaca), dedicándose a elaborar códigos para su país y, sobre todo, descifrar los de otros, en una labor que incluía el rastreo y localización de estaciones móviles de radio de posibles agentes enemigos infiltrados en Polonia.


Palacio Saxon, primera sede del Biuro Szyfrów/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

A caballo entre 1927 y 1928 Polonia se había hecho con una máquina de cifrado de códigos alemana al interceptar un envío de correos que oficialmente contenía equipos de radio sin mayor trascendencia; pero las quejas de la embajada alemana exigiendo su devolución levantaron la liebre y los polacos abrieron el paquete, analizaron cuidadosamente el artefacto y luego lo volvieron a envolver con sumo cuidado entregándoselo a los germanos como si nunca se hubiera abierto.

Dado que la Enigma aún no se había fabricado probablemente era una precursora, pero permitió a los polacos familiarizarse con los códigos teutones y sus sistemas de cifrado. Cuando la máquina empezó a emitir los primeros mensajes por radio, los técnicos fueron capaces de descifrarlos. La guerra todavía estaba lejos así que la cosa no tuvo mayor trascendencia.

En 1930 Alemania ya disponía de un primer tipo de Enigma y los polacos, enterados por supuesto, empezaron a trabajar en una réplica. No fue fácil porque los alemanes fueron complicando progresivamente los mecanismos pero en Polonia empezaban a recelar de la agresividad del gobierno nazi que se había aúpado al poder en 1933 y redoblaron sus esfuerzos.

Para enero de 1938 el porcentaje de decodificaciones realizadas con éxito estaba en torno al 75%, que el propio Marian Rejewski, uno de los brillantes jóvenes matemáticos contratados para ello junto a Jerzy Różycki y Henryk Zygalski, consideraba que podían mejorar si contaran con más personal, aunque siempre quedaría un resto irresoluble a causa de la mala calidad de las transmisiones.

En 1937 la sede de la agencia se trasladó del cuartel del Estado Mayor -el palacio dieciochesco de Saxon- al bosque de Kabaty, donde se habían construido unas instalaciones ex profeso, en parte para mejorar las condiciones de trabajo del personal y en parte para dificultar el acceso de espías de la Abwehr alemana.


Marian Rejewski/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

El 1 de septiembre de 1939 estalló la II Guerra Mundial. El ataque de la Wehrmacht a Polonia no fue ninguna sorpresa para el Estado Mayor de ésta, adecuadamente advertido por el Biuro Szyfrów, aunque ello no bastó para detener la potente maquinaria bélica germana.

Por eso a finales de julio de ese año los polacos habían informado a los criptólogos de Francia y Reino Unido de sus avances, ofreciéndoles todo el material de que disponían e incluso una réplica de Enigma que habían fabricado. Muchos analistas consideran hoy que si los submarinos alemanes no lograron estrangular el tráfico marítimo británico fue gracias a los datos proporcionados por los polacos, que permitieron descifrar tempranamente las señales que los capitanes germanos enviaban desde el océano.

Cuando Polonia cayó, el Biuro Szyfrów destruyó sus archivos para evitar que cayeran en poder del enemigo; parte del personal fue evacuado a la zona sudeste del país, pero la invasión soviética el día 17 de septiembre obligó a trasladarlos a Rumanía para finalmente, en un rocambolesco periplo, llegar a Francia. Sin embargo, otros se quedaron y pese a ser detenidos por la Gestapo, ninguno reveló que sabían descifrar sus mensajes.

El famoso Alan Turing tuvo la oportunidad de intercambiar conocimientos con los criptólogos polacos en 1940; una colaboración que permitió a los aliados decodificar definitivamente todos los mensajes alemanes -que cambiaban los códigos cada poco intentando evitarlo- y, si bien Turing fue quien realizó el trabajo decisivo, un importante porcentaje se lo debió a sus colegas de Polonia. Así lo explicó luego Rejewski, recordando que los británicos tenían a diez mil personas trabajando en el asunto mientras que ellos sólo eran tres. El principal beneficio fue evitar la duplicación de esfuerzos y acelerar el proceso.


Alan Turing

Al ser tomada Francia, los polacos tuvieron que refugiarse en Argelia, de donde pasaron a Vichy. Desde allí facilitaron información de multitud de movimientos de las SS y la Gestapo; curiosamente, también analizaron los códigos soviéticos y los descifraron.

Más tarde, se vieron obligados a dejar suelo francés e intentaron llegar a España pero varios de ellos -incluido Różycki- murieron en 1942 en el naugragio del barco Lamoricière. Jerzy Rekewski y Henryk Zygalski atravesaron a pie los Pirineos, fueron atracados por su guía y dieron con los huesos en una prisión española antes de que la Cruz Roja los liberase al año siguiente. Al final pudieron alcanzar Gran Bretaña, donde se unieron al ejército polaco en el exilio.

Con el final de la guerra el Biuro Szyfrów se cerró, pues ya era innecesario. Rekewski regresó a Polonia donde vivió tres décadas más dedicado a otras cosas falleciendo en 1980, mientras Zygalski prefirió quedarse en Inglaterra hasta su muerte en 1978.

Varios de sus compañeros y sus jefes cayeron en manos de la Gestapo cuando intentaban huir a España, pero, al igual que los que habían permanecido en Polonia, ninguno confesó, por lo que los alemanes nunca supieron que su máquina Enigma era una valiosa fuente de información para los Aliados.


Fuentes: Enigma. How the poles broke the nazi code (Władysław Kozaczuk y Jerzy Straszak) / Alan Turing, Enigma and the breaking of german machine ciphers in World War II (Lee A. Gladwin) / Enigma. The battle for the code (Hugh Sebag-Montefiore) / Mathematics and War (Bernhelm Booß-Bavnbek y Jens Høyrup) / Wikipedia.

Libro recomendado: Enigma: How the German Machine Cipher Was Broken, and How It Was Read by the Allies in World War Two (Christopher Kasparek y Thomas Troy)

martes, 7 de junio de 2016

SGM: Se remata una máquina mejor que la Enigma

Máquina de códigos secretos alemana de la SGM encontrado en eBay
Por Paddy O'Connell
BBC


Teletipo para la máquina de cifrado Lorenz, que Hitler utilizó a sus generales mensaje

Una máquina histórico utilizado para intercambiar las mejores mensajes secretos entre Hitler y sus generales se ha encontrado que languidece en un cobertizo en Essex.
Los voluntarios del Museo Nacional de Computación en Bletchley Park utilizan eBay para rastrear el teclado de la máquina de Lorenz.
Se anuncia como una máquina de telegramas y estaba a la venta por £ 9.50.
El museo, en Buckinghamshire, está pidiendo a la gente a buscar el motor, otra pieza clave del equipo.


Voluntarios John Watson (derecha) muestra la máquina de Lorenz a Bill Tutte, sobrino del Codebreaker tiempos de guerra del mismo nombre

"Mi colega estaba escaneando eBay y vio una fotografía de lo que parecía ser teletipo", dijo John Wetter, un voluntario en el museo.
A continuación, pasó a Southend a investigar más a fondo, donde se encontró con el teclado se mantiene, en su estuche original, en el suelo de un cobertizo "con basura por todas partes".
"Dijimos 'Muchas gracias, ¿cuánto era?' Ella dijo '£ 9.50', por lo que dijo 'Aquí hay una nota £ 10 - mantener el cambio' "

Durante la guerra, se utilizó el teleprinter Lorenz para intercambiar mensajes personales de Hitler a los generales

Teletipo, que se asemeja a una máquina de escribir, habría sido utilizado para introducir mensajes de fricción en alemán. Estos fueron codificadas por una máquina de cifrado vinculado, usando 12 ruedas individuales con múltiples configuración de cada, para compensar el código.

"Más grande que Enigma '

Andy Clark, presidente de los fiduciarios en el Museo Nacional de Informática, dijo que el Lorenz estaba estacionado en lugares seguros como "era mucho más grande que la famosa máquina Enigma portátil".
"Todo el mundo sabe acerca de Enigma, pero la máquina de Lorenz se utiliza para las comunicaciones estratégicas", dijo Clark.
"Es mucho más complicado que la máquina Enigma y, después de la guerra, máquinas del mismo estilo se mantuvo en uso."
El museo acaba de recibir uno cedido por el Museo de las Fuerzas Armadas de Noruega, y tiene un video de cómo la parte superior transmisiones secreta podría haber sonado.


Betty O'Connell (a la izquierda) e Irene Dixon eran ambos Wrens que trabajaban en Bletchley Park tratando de descifrar los códigos de la máquina de Lorenz

Los voluntarios tienen la esperanza de recrear todo el proceso el viernes 3 de junio de escribir un mensaje en alemán para descifrar el código utilizando el equipo en tiempo de guerra.
"Esto nos da la oportunidad de mostrar la ruptura del código de cifrado Lorenz de principio a fin", dijo Andy Clark.
"Podemos mostrar cada punto en el proceso."

Cuando los voluntarios tomaron teletipo de vuelta de Essex al museo, se encontraron con que fue estampada con el número oficial de guerra del ejército alemán que coincide con el de la máquina de Noruega.


El motor de la máquina de Lorenz, que aún no se ha encontrado

Pero una parte clave sigue desaparecido y los voluntarios siguen buscando a él.
"Parece que un motor eléctrico en la carcasa de color negro con dos ejes en cada lado, que impulsan los engranajes de la máquina de Lorenz," explica John voluntario Wetter.
Los voluntarios esperan que el público va a mirar hacia fuera para él y si todo lo demás falla están esperando que alguien podría querer construirlas uno nuevo hasta que lo encuentran.