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viernes, 21 de junio de 2019

Ruanda: Cuatro claves para entender el genocidio

Veinticinco años del genocidio de Ruanda: cuatro claves para entenderlo





El asesinato del presidente desencadenó la peor masacre cometida jamás en África


La Vanguardia

El 6 de abril de 1994, el presidente de Ruanda, Juvénal Habyarimana, murió al ser derribado por un misil el avión en el que viajaba antes de aterrizar en Kigali. Su asesinato desencadenó un genocidio, el peor cometido jamás en África. Perpetrado en apenas 100 días, causó la muerte de entre 800.000 y un millón de personas, la mayoría de etnia tutsi a manos de “elementos” hutus, de manera “planificada, sistemática y metódica”, según denunció la ONU.

Hoy, veinticinco años después, el país recuerda a las vidas perdidas en el genocidio con unos actos conmemorativos que persiguen evitar que caiga en el olvido. Para ello es necesario echar un vistazo al pasado y comprender cuáles fueron las claves que desencadenaron el grave conflicto entre hutus y tutsis.

Los orígenes del conflicto entre hutus y tutsis

La población de Ruanda, excolonia belga en África Oriental, está compuesta en un 85 % por habitantes de etnia hutu y en un 15 % por tutsis, quienes integran esta nación de unos 12 millones de habitantes. Las rivalidades étnicas datan de la época colonial, de cuando Ruanda se encontraba bajo el mando de Alemania (1894) para pasar después a ser controlada por Bélgica a partir de 1916.

Fue en ese período cuando se produjeron las primeras divisiones políticas entre hutus (agricultores) y tutsis (pastores) al recibir estos últimos -aunque minoritarios- más privilegios por parte de su metrópoli. Los tutsis detentaron el poder durante décadas, pero ante sus demandas de independencia, Bélgica comenzó a favorecer a los hutus, que derrocaron a la monarquía tutsi en las revueltas de 1959.

Años después, los hutus vieron reforzada su posición con la llegada al poder del hutu Juvénal Habyarimana, quien se convertiría así en el nuevo presidente, mediante un golpe de Estado en 1973, algo que nunca aceptaron los tutsis.

El detonante del genocidio

La noche del 6 de abril de 1994, el avión en que viajaban los presidentes de Ruanda, Juvenal Habyarimana (hutu), y de Burundi, Cyprian Ntayamira, fue alcanzado por dos misiles en el momento en que se disponía a aterrizar en el aeropuerto ruandés de Kigali, causando la muerte de ambos líderes.

Pocas horas más tarde, se desencadenó la tragedia. Entre 800.000 y un millón de personas, en su mayoría tutsis, fueron masacradas -principalmente a machetazos- por milicias hutus extremistas, soldados y la propia población civil. Entre las víctimas mortales destacan también hutus moderados y, según cifras de las Naciones Unidas, al menos 250.000 mujeres ruandesas, sobre todo de la etnia tutsi, fueron a su vez violadas.

El intervalo de esta masacre se prolongó desde el 7 de abril hasta mediados de julio de 1994, cuando se formó un Gobierno de Unidad Nacional con Pasteur Bizimungu (hutu) como presidente y Paul Kagame (tutsi) como vicepresidente.


El Tribunal Penal Internacional para Ruanda

El 8 de noviembre de 1994, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) encargado de investigar el genocidio con 13 votos a favor, la abstención de China y el voto en contra de Ruanda, que se oponía a que el tribunal pudiera dictar pena de muerte. Pese a todo, el TPIR se estableció en la ciudad tanzana de Arusha y comenzó sus trabajos en 1995.

El 2 de septiembre de 1998 se produjo la primera sentencia de este tipo en la historia de la humanidad, cuando el TPIR declaró a Jean Paul Akayesu culpable de instigar el asesinato de 2.000 tutsis en Taba, ciudad de la que era entonces alcalde.

Desde su creación y después de 21 años en funcionamiento, a fecha de diciembre de 2015, el TPIR ha dictado 93 sentencias condenatorias individuales, que incluyen -entre otros perfiles- a militares, políticos, religiosos, milicias y miembros de la radio-televisión Mil Colinas, entre otros medios.

Además, el doble magnicidio que dio pie al genocidio nunca fue esclarecido, y aunque una investigación francesa apuntó al actual presidente Paul Kagame como inductor, éste siempre lo ha negado.

Los otros tribunales: el Supremo y los “gacaca”

En paralelo al TPIR, confluyeron dos tribunales más en Ruanda: uno promovido por el Gobierno y otro popular conocido como los juzgados “gacaca”. El Tribunal Supremo procesó a más de 55.000 detenidos y cuando se constituyó esa corte, el 17 de octubre de 1995, el entonces presidente ruandés, Pasteur Bizimungu, pidió que se distinguiera entre quienes planificaron el genocidio, propagaron el odio y ejecutaron las órdenes, pues entre los detenidos había niños acusados de asesinato.

A su vez, los tribunales populares juzgaron hasta su cierre oficial en 2012 a casi dos millones de personas en medio de las críticas por su parcialidad de la comunidad internacional.

Cerca de 5.000 condenados por estos tribunales apelaron a juzgados ordinarios del país entre 2013 y 2017, alegando que sufrieron un “juicio injusto”.

martes, 2 de octubre de 2018

Guerra del Pacífico: Seis claves para entender el fallo de La Haya

Seis claves para entender el conflicto entre Bolivia y Chile por la salida al mar, a un día del fallo de La Haya 

Este lunes se conocerá la decisión de la Corte Internacional de Justicia que podría dar inicio a negociaciones formales entre los gobiernos de Evo Morales y Sebastián Piñera. Cuáles son los puntos centrales y los antecedentes de este enfrentamiento diplomático que lleva más de 100 años

Infobae




El presidente de Bolivia, Evo Morales, y su par chileno Sebastián Piñera (biobiochile.cl)


Bolivia y Chile se preparan para escuchar este lunes en La Haya, Holanda, el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que determinará si habrá o no negociaciones formales para hallar una solución al encierro marítimo boliviano.

La lectura del fallo estaba pautada de antemano para el 1 de octubre de este año, poniendo fin a un proceso jurídico iniciado por La Paz en 2013 que se presenta también como un posible paso capital en un conflicto que enfrenta a ambos países desde fines del siglo XIX.

En concreto, la llamada Guerra del Pacífico, en la que Chile salió victorioso frente a una alianza entre Bolivia y Perú, significó tras su conclusión en 1883 en la pérdida de 400 kilómetros de costa y 120.000 kilómetros cuadrados de territorio boliviano.

Las nuevas fronteras fueron selladas en un tratado en 1904, rubricando definitivamente la pérdida de Bolivia del acceso al Océano Pacífico y convirtiéndolo en un país mediterráneo.





Desde entonces los diferentes gobiernos bolivianos han intentado llevar a Chile a la mesa de negociaciones para restituir estos territorios, a lo que Santiago se ha negado invocando el antecedente legal de 1904 y alegando que no puede ser forzado a ceder su soberanía. Pero el fallo de la CIJ, si es positivo para La Paz, podría cambiar esta situación y incitar a ambos países a comenzar un proceso para la resolución del conflicto. De lo contrario, será un duro golpe a las aspiraciones bolivianas.

A continuación, seis claves para entender un enfrentamiento histórico que ha marcado las relaciones diplomáticas en Sudamérica durante los últimos 100 años.


1-La Guerra del Pacífico

En el año 1879 el ejército de Chile invadió territorio boliviano en la zona de Antofagasta, luego de que Santiago acusara a La Paz de violar el Tratado Limítrofe de 1874, que ponía una restricción a los impuestos que Bolivia podía cobrar a empresas chilenas en la región.

Perú, que había firmado un tratado defensivo con Bolivia y mantenía una serie de disputas con Chile, movilizó a sus fuerzas aunque se mantuvo en un comienzo neutral, hasta que finalmente Santiago le declaró la guerra a ambos aliados en lo que llegaría a conocerse como la Guerra del Pacífico.




El ejército chileno en Antofagasta

Chile se impuso en este contienda que culminó en 1883, dejando un saldo de miles muertos y heridos y una reconstitución territorial que aún afecta a las relaciones diplomáticas entre los tres países.

Al año siguiente Bolivia y Chile firmaron la tregua, aceptando la anexión por parte de Santiago de una franja de territorio al norte de su frontera y en torno a Antofagasta: la salida al mar boliviana.

En 1904 un tratado selló el traspaso de soberanía de estos territorios a Chile, aunque, en un intento de mitigar la pérdida estratégica boliviana, se entregó a La Paz el derecho al tránsito irrestricto y libre en los puertos de Antofagasta y Arica, que entonces quedaron del lado chileno.

2-Reclamo histórico

El gobierno de Bolivia nunca dejó de reclamar la recuperación del acceso al mar, y durante gran parte del siglo XX intentó llevar a Chile a una mesa formal de negociaciones.




El general Hugo Banzer Suárez, presidente de Bolivia entre 1971 y 1978 (de facto), y de nuevo entre 1997 y 2001 (constitucional)


Entre 1947 y 1950 se realizaron diferentes conversaciones entre los gobiernos del presidente boliviano Enrique Hertzog Garaizabal y del chileno Gabriel González Videla, ensayando diferentes soluciones, incluyendo la creación de un corredor, aunque ninguna prosperó.

En las décadas posteriores ambos países iniciaron diálogos y rompieron relaciones asiduamente, pero el reclamo boliviano permaneció en lo más alto de la agenda de La Paz. Los generales Augusto Pinochet y Hugo Banzer, al mando de Chile y Bolivia, respectivamente, mantuvieron encuentros y ensayaron soluciones, reflotando la posibilidad del corredor hacia el mar, sin alcanzar tampoco resultados.

Con la llegada de Evo Morales al poder, el reclamo tomó nuevo impulso y se convirtió una vez más en el punto principal en la agenda en relaciones exteriores de Bolivia, que entonces comenzó a recurrir a los tribunales internacionales.

3- La importancia de la salida al mar

En total, Bolivia perdió 120.000 kilómetros de territorio y 400 kilómetros de costa sobre el Océano Pacífico luego de la guerra, convirtiéndose en una de la dos únicas naciones latinoamericanas mediterráneas, junto a Paraguay.


El puerto de Antofagasta, uno de los ejes del conflicto

Se trata del llamado Departamento del Litoral, ahora extinto, que incluía las localidades de Cobija, Mejillones y Antofagasta, entre otras, hoy del lado chileno.

En "El libro del Mar", documento publicado por el gobierno boliviano en 2014, La Paz destaca las penurias que a su juicio el país ha sufrido tras la pérdida de esta conexión marina estratégica.

En concreto, se habla de la pérdida de acceso a recursos como la pesca, el salitre, el guano, la plata, el cobre y el litio presentes en el territorio cedido. Así como también, claramente, las dificultades y trabas impuestas al libre tránsito de las exportaciones e importaciones bolivianas.

Según el documento, los altos costos incurridos en los puertos de Antofagasta y Arica hacen a los productos bolivianos un 55,7% más caros que los chilenos y 60% que los peruanos. Y eso ha tenido un impacto en el desarrollo económico de Bolivia, uno de los países más pobres del continente.


El presidente Evo Morales dio nuevo impulso al reclamo por la salida al mar (Reuters)

4- Una causa tomada por Evo Morales

Desde la llegada del presidente Evo Morales al poder en 2006, el reclamo tomó fuerza y desde La Paz se avanzó en una campaña diplomática activa para iniciar negociaciones con Santiago.

Específicamente, Morales reclamó que las disposiciones de libre e irrestricto acceso a los puertos de Antofagasta y Arica contemplados por el Tratado de 1904 no estaban siendo cumplidos por Chile.

Ese mismo año Morales y su par chilena, Michelle Bachelet, acordaron una agenda de 13 puntos para potenciar la cooperación y el diálogo, con miras a generar confianza mutua y avanzar en una misma dirección, aunque sin acordar una negociación por la salida al mar.

Finalmente, en 2013 Bolivia decidió presentar el caso ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya, Holanda, para intentar llevar a Chile a la mesa de negociaciones a través de tribunales internacionales. El ex presidente Carlos Mesa fue designado por Morales a cargo de este reclamo.




La Corte Internacional de Justicia de La Haya, que se expresará sobre el conflicto (Getty)

La Paz argumenta ante la Corte que Santiago se ha comprometido a iniciar negociaciones para alcanzar una salida al mar para Bolivia a través de acuerdos, compromisos, conversaciones y otras prácticas diplomáticas dentro de lo conocido como "costumbre internacional" durante los últimos cien años, citando diferentes antecedentes en especial el de los diálogos entre Pinochet y Banzer.


Por tanto, pide a la CIJ que declare a Chile obligado a sentarse a negociar un acuerdo que otorgue a Bolivia la salida al mar de buena fe y en un plazo razonable.

5- La posición chilena

La postura oficial de Santiago es que la cuestión está resuelta por el Tratado de 1904, que ambas partes firmaron libremente, y que no está obligado por tanto a ceder su soberanía, más allá de diálogos y encuentros informales en el pasado que no generan ningún compromiso.

Además, argumenta que la salida al mar de Bolivia está cubierta por disposiciones del mismo instrumento, aunque esa salida no sea soberana, y niega haber incumplido este punto.


 
Chile basa su posición en la legalidad del Tratado de 1904, firmado con Bolivia luego de la guerra

Finalmente, Chile ya ha adelantado que podría solicitar la incompetencia de la CIJ en este asunto, ya que el Tratado de 1904 es anterior al Pacto de Bogota de 1948, que confiere jurisdicción no retroactiva al tribunal internacional.

6- Que pasará después

Si la Corte falla a favor de la postura boliviana, La Paz habrá dado un paso trascendental en su intención de negociar aunque el tribunal no tendrá medios, como suele ocurrir en litigios internacionales, para forzar a Santiago a cumplir con su resolución.

Chile puede aceptar el veredicto y el comienzo de las negociaciones con Bolivia, pero puede también buscar la incompetencia de la Corte o sencillamente desconocer el fallo.

Si en cambio la Corte falla a favor de la postura chilena se mantendrá el status quo y Bolivia habrá recibido un duro golpe. Tampoco significa que La Paz abandonará su reclamo, aunque sí deberá cambiar de estrategia.