lunes, 22 de julio de 2019

Conquista de América: Colonización, genocidio y cambio climático... o no?

La colonización de América mató a 56 millones de indígenas y cambió el clima mundial

Un singular estudio climático calcula el impacto de la muerte masiva de indígenas y el abandono forzado de tierras de cultivo
La colonización de América mató a 56 millones de indígenas y cambió el clima mundial


La ocupación del continente americano posterior a la llegada de Cristobal Colón siguen siendo motivo de estudios científicos (Brent Winebrenner / Getty)

JOAQUIM ELCACHO | La Vanguardia

Diversos estudios científicos han analizado desde el punto económico y demográfico el impacto de la colonización europea del continente americano. La mayor parte de estas investigaciones destacan la importancia y alcance de este proceso histórico, aunque algunos casos puntuales se ha banalizado con aspectos como el número de muertos de población indígena norteamericana a manos de los colonos (ver en La Vanguardia: Borrell lamenta sus palabras sobre el genocidio de los indios en América).

Ahora un nuevo y singular estudio analiza por primera vez el impacto climático provocado por el abandono de grandes extensiones de tierra a partir de la llegada de los colonos europeos, resultado de la muerte de aproximadamente 56 millones de indígenas en los cien años posteriores al denominado descubrimiento de América.

Los resultados de esta investigación liderada por expertos de la Universidad de Leeds y la University College London (Reino Unido) han sido publicado en la revista Quaternary Science Reviews (ed. on line 25 de enero).

Posible preludio de la Pequeña Edad de Hielo

Durante los últimos años se ha estudiado a fondo el impacto climático de la Revolución Industrial, en especial, por la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero y su repercusión en el cambio climático.

Dos siglos antes del inicio de la época del carbón y el petróleo, la colonización europea de América también dejó un rastro perceptible en el clima global del planeta.

Los autores del nuevo estudio parten de la base de que, según el análisis de elementos como el hielo de los glaciares, entre los años 1500 y 1600 la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre se redujo entre 7 y 10 partes por millón (ppm); una cantidad que teóricamente podría representar un descenso global de la temperatura de 0,15 grados centígrados.

Posiblemente, esta alteración en los gases atmosféricos tendría relación con la denominada Pequeña Edad de Hielo, un período frío que abarcó desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX.

A partir de los datos sobre concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, los autores del nueov estudio han analizado la realidad del continente americano después de la llegada de Cristobal Colón y han establecido la posible relación entre la colonización y las condiciones climáticas.


La colonización europea provocó la muerte de aproximadamente el 90% de la población indígena (Percy Rojas)

Las 119 estimaciones de población analizadas por el grupo que encabeza Alexander Kock indican que antes de 1492 vivían en el Nuevo Continente aproximadamente 60,5 millones de personas, con una utilización agrícola y forestal de 1,04 hectáreas por persona.

Las epidemias y las acciones violentas desencadenadas después de la llegada de los europeos provocaron la muerte, en sólo 100 años, de aproximadamente el 90% de la población nativa, es decir, unos 55,8 millones de personas.

Los cálculos utilizados en este nuevo estudio indican que el dramático descenso de la población en América después del inicio de la colonización europea provocó el abandono masivo de tierras de cultivo.

Buena parte de las tierras de cultivo abandonadas fueron ocupadas de forma espontánea por vegetación silvestre. El crecimiento de grandes cantidades de árboles (en estas zonas de cultivos abandonados) supuso la absorción de parte del carbono de la atmósfera. En concreto, los autores indican que este proceso de abandono de cultivos y crecimiento de árboles supuso una disminución de 3,5 partes por millón de dióxido de carbono en la atmósfera. La retroalimentación de este proceso en el conjunto del planeta habría llevado a una disminución de 5 ppm de dióxido de carbono.

Es decir, buena parte del descenso de la concentración de gases de efecto invernadero registrado entre los años 1500 y 1600 podría explicarse por la acción indirecta de la colonización europea de América, concluyen los autores.

Artículo científico de referencia:

Alexander Koch, Chris Brierley, Mark M.Maslin, Simon L.Lewis. Quaternary Science Reviews
Volume 207, 1 March 2019, Pages 13-36

domingo, 21 de julio de 2019

Alemania honra a los héroes de la Operación Valkiria

Alemania: Merkel conmemora el complot de asesinato de Hitler 75 años después de la 'Operación Valkyrie'

DW




El 20 de julio de 1944, Claus von Stauffenberg intentó matar a Adolf Hitler colocando una maleta con bomba junto a él durante una reunión de altos funcionarios nazis. Merkel dijo que él y sus co-conspiradores eran "verdaderos patriotas".

La canciller alemana, Angela Merkel, en el centro, pronuncia un discurso durante una ceremonia de juramento del ejército alemán en el Ministerio de Defensa en Berlín, Alemania

La canciller alemana, Angela Merkel, el sábado rindió homenaje al coronel Claus von Stauffenberg y otras figuras militares alemanas que intentaron asesinar a Adolf Hitler hace 75 años.

"Siguiendo su conciencia, demostraron ser verdaderos patriotas", dijo Merkel en una ceremonia militar en Berlín. "Nos instan a estar atentos y enfrentar el racismo y el nacionalismo en todas sus facetas", agregó.



Stauffenberg y otros oficiales de alto rango, como Henning von Tresckow y Erwin von Witzleben, planearon matar a Hitler en su cuartel general "Wolf's Lair" en la actual Polonia y luego declarar la paz con los aliados occidentales.

Pero una bomba que Stauffenberg colocó en una maleta cerca del dictador nazi no lo mató y el intento de tomar el poder, apodado "Operación Valquiria", fracasó. El coronel y sus co-conspiradores fueron rastreados y ejecutados en los días y semanas que siguieron.

Después de su discurso, Merkel depositó una ofrenda floral en el lugar donde Stauffenberg y varios otros involucrados en el complot fueron fusilados.
La canciller alemana, Angela Merkel, coloca una ofrenda floral en Bendlerblock para conmemorar los 75 años desde el intento de asesinato de Adolf Hitler.

Stauffenberg recibió un disparo en Bendlerblock en Berlín un día después del intento de asesinato.

La ambivalencia de Alemania

El legado de Stauffenberg en la Alemania de posguerra ha sido mixto. Algunos lo ven como un héroe del movimiento de resistencia anti-Hitler y otros lo ven como un oportunista que solo se volvió contra el dictador nazi cuando la derrota de Alemania se hizo segura.

El historiador Wolfgang Benz le dijo al periódico Augsburger Allgemeine que era importante que los alemanes recordaran el movimiento de resistencia más amplio y no solo los oficiales militares involucrados en el complot del 20 de julio.

"Los conservadores siempre se han centrado en la resistencia militar, pero llegó muy tarde [en la guerra]", dijo.

sábado, 20 de julio de 2019

La Guerra de Continuación: URSS vs Finlandia

Guerra finlandesa-soviética (25 de junio de 1941 - 4 de septiembre de 1944) (La guerra de continuación)


Minor Nations Militaries 1914-45



Tropas finlandesas que pasan por los restos de un T-34 soviético destruido en la batalla de Tali-Ihantala.


Renovación de la guerra entre Finlandia y la Unión Soviética, también llamada Guerra de Continuación. La lucha se produjo principalmente al noroeste y al noreste de la ciudad soviética de Leningrado.

El rechazo de Finlandia a las demandas soviéticas de territorio y bases para proteger el acceso a Leningrado, incluida la cesión de Viipuri (Vyborg), la segunda ciudad más grande de Finlandia y el Istmo de Karelia circundante, condujo a la primera guerra finlandesa-soviética, conocida como la Guerra de Invierno. . La guerra comenzó en noviembre de 1939, y aunque los finlandeses lucharon bien, las probabilidades en contra de ellos eran desesperadas. En marzo de 1940, Finlandia se vio obligada a demandar por la paz, en la cual tuvo que ceder aún más territorio que los soviéticos habían exigido originalmente.

Al temer las demandas soviéticas adicionales y resentir la interferencia soviética en sus políticas, Finlandia se alió con Alemania. En el otoño de 1940, el jefe del Estado Mayor finlandés, el teniente general Erik Heinrichs, sostuvo conversaciones en Berlín con líderes alemanes, quienes solicitaron asistencia finlandesa durante la Operación BARBAROSSA, la invasión alemana planificada de la Unión Soviética (principalmente de Leningrado y Murmansk). El gobierno finlandés dio la bienvenida a esto como una oportunidad para recuperar el territorio perdido para la Unión Soviética en la Guerra de Invierno. A medida que avanzaba la planificación, los alemanes y los finlandeses acordaron que las fuerzas alemanas asegurarían la región de Petsamo, rica en níquel, y atacarían Murmansk en el extremo norte, mientras que los finlandeses serían responsables de las operaciones en el sureste hacia Leningrado y la Karelia soviética, centradas en Petrozavodsk. El general Carl Mannerheim (fue criado como mariscal de campo en 1942) comandó las fuerzas finlandesas, como lo había hecho en la Guerra de Invierno de 1939-1940. Mannerheim tenía 16 divisiones: 11 a lo largo de las fronteras, 1 frente a la base rusa en Hanko y 4 en reserva.

El 22 de junio de 1941, los alemanes lanzaron su invasión masiva de la Unión Soviética. Finlandia ya había movilizado en secreto sus fuerzas y había declarado la guerra el 25 de junio, pero como un cobelligerent de Alemania en lugar de un aliado. La unidad alemana en el extremo norte de Petsamo hacia el este no llegó ni a Murmansk ni a la gran base naval soviética en Polyarny. Las fuerzas alemanas también tuvieron poca suerte al conducir hacia el este desde la ciudad norteña de Rovaniemi, al no cortar la línea ferroviaria soviética que se extiende desde Murmansk hacia el sur a lo largo de la costa del Mar Blanco. En el sur, sin embargo, los finlandeses progresaron mucho mejor. Preocupado por el ataque masivo alemán, las fuerzas del Ejército Rojo al norte de Leningrado fueron superadas en número.

El general Mannerheim dividió sus fuerzas en dos ejércitos: uno condujo por el istmo de Carelia entre el golfo de Finlandia y el lago Ladoga, y el otro marchó hacia el sureste entre el lago Ladoga y el lago Onega hacia el río Svir para tomar Petrozavodsk, capital de Karelia. El 29 de junio, el Ejército de Carelia de Finlandia (II, IV, VI y VII Cuerpos) atacó al oeste y al este del lago Ladoga, cruzando la frontera ruso-finlandesa de 1940, recapturando a la Karelia finlandesa y conduciendo hacia Leningrado. Ayudado por los contingentes alemanes, el Grupo de Ejércitos Mannerheim atacó a Karelia soviética. Más al norte, las fuerzas finlandesas y alemanas combinadas recapturaron el territorio finlandés perdido alrededor de Salla, mientras que las tropas de montaña alemanas, procedentes de Noruega, llegaron hasta el río Litsa en su camino hacia Murmansk.


Tropas finlandesas, alemanas y soviéticas al inicio de la Guerra de Continuación en junio / julio de 1941. Los alemanes comenzaron su asalto el 29 de junio desde el área de Petsamo, y los finlandeses atacaron el 1 de julio desde el área de Suomussalmi y Kuusamo.

Los finlandeses originalmente habían planeado unir sus tropas con el Grupo de Ejércitos Alemán del Norte alrededor de Leningrado. El 1 de septiembre, los finlandeses llegaron a la antigua frontera ruso-finlandesa. A pesar de los intensos combates, los soviéticos pudieron retirarse, pero a finales de agosto los finlandeses habían recuperado todo el territorio perdido por la Unión Soviética en la Guerra de Invierno. Los ataques finlandeses se estancaron al norte del lago Ladoga en septiembre.
Aunque los finlandeses no estaban ansiosos por tomar tierras no finlandesas, avanzaron algo más allá de las fronteras anteriores a noviembre de 1939 con fines defensivos. Sin embargo, para gran disgusto de Alemania, se negaron a cooperar con las tropas alemanas contra la ciudad de Leningrado. A los comandantes finlandeses y alemanes no les gustaban, y la fuerza aérea alemana no pudo proporcionar tanta cobertura aérea como se había prometido. Las tropas alemanas no se desempeñaron bien en la parte norte del frente. En los densos bosques y pantanos que marcaron el terreno en el norte, los tanques, la artillería pesada y los aviones a menudo resultaron ineficaces. Las bajas finlandesas no fueron escasas, y Finlandia tenía una población pequeña y recursos insuficientes para una larga guerra. Dados estos puntos, los finlandeses solo emprendieron las operaciones que les convenían, y eso no incluía a Leningrado. No obstante, los finlandeses se sintieron decepcionados por el hecho de que el ejército alemán no pudo lograr una rápida derrota de la Unión Soviética.



Después de capturar Petrozavodsk y Medweschjegorsk en la costa oeste y norte del lago Onega, en diciembre los finlandeses establecieron una posición defensiva dentro del territorio soviético y a unas 20 millas de Leningrado. Si los finlandeses hubieran avanzado más, Leningrado probablemente habría caído ante los alemanes, con consecuencias inciertas para los combates en el Frente Oriental. El frente finlandés se mantuvo en gran medida estático desde principios de 1942. A pesar de algunos contraataques soviéticos hacia Petsamo, las líneas de batalla cambiaron muy poco en los meses siguientes.

En este punto, en agosto de 1942, Moscú ofreció a los finlandeses extensas concesiones territoriales a cambio de una paz separada, pero los finlandeses, confiados en una victoria alemana definitiva, se negaron. En septiembre de 1941, Londres y Washington dejaron en claro a Helsinki que cualquier esfuerzo finlandés para avanzar más allá de sus fronteras de preguerra significaría guerra. De hecho, Gran Bretaña declaró la guerra a Finlandia en diciembre de 1941.
A medida que la guerra continuó en 1942 y luego en 1943, los finlandeses perdieron el entusiasmo por la lucha, especialmente cuando las fortunas militares alemanas cambiaron. En enero de 1944, una ofensiva soviética al sur de Leningrado rompió el bloqueo de esa ciudad. Con el rápido cambio de la marea contra Alemania, los finlandeses pidieron a los soviéticos condiciones de paz, pero la respuesta fue tan dura que Finlandia la rechazó. Finlandia no solo tendría que renunciar a todas sus ganancias territoriales, sino que también tendría que pagar una gran indemnización.

El líder soviético Josef Stalin decidió entonces expulsar a Finlandia de la guerra. Los soviéticos reunieron unas 45 divisiones con cerca de medio millón de hombres, más de 800 tanques y unos 2.000 aviones. Usando estos activos, en junio de 1944, los soviéticos comenzaron un avance hacia Finlandia en ambos flancos del lago Ladoga en los relativamente estrechos frentes de Karelia y Leningrado. Mientras que los finlandeses estaban bien arraigados en tres líneas defensivas, no pudieron resistir el ataque soviético. Viipuri cayó el 20 de junio después de una resistencia menos terca que durante la Guerra de Invierno. También hubo intensos combates en el este de Karelia. Aunque no lograron un gran avance, las fuerzas soviéticas hicieron que los finlandeses se retiraran y tomaron el ferrocarril de Murmansk.

Después de la caída de Viipuri, el gobierno finlandés solicitó asistencia alemana. Los alemanes proporcionaron bombarderos, artillería y luego algunas tropas, pero exigió a cambio que Finlandia se aliara firmemente con Alemania y prometiera no concluir una paz por separado. El presidente Risto Ryti, que se había visto obligado a entregar una carta al respecto al ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Joachim von Ribbentrop (que lo vinculaba, pero no a su país, a esa política), renunció el 1 de agosto a favor del mariscal Mannerheim.

El 25 de agosto, Helsinki solicitó los términos. Moscú aceptó un alto el fuego que entraría en vigor el 4 de septiembre, pero las fuerzas soviéticas continuaron luchando por otro día después de eso. Uno de los términos de alto el fuego fue que los finlandeses deberían romper las relaciones diplomáticas con Berlín y ordenar a todas las tropas alemanas de suelo finlandés antes del 15 de septiembre. El líder alemán, Adolf Hitler, rechazó la solicitud finlandesa de una salida ordenada de sus fuerzas y ordenó a las tropas alemanas en el norte de Finlandia que resistieran la expulsión y, en caso de ser obligados a retirarse, destruyeran el campo. Las tropas alemanas siguieron este orden a la letra. Debido a que había 200,000 alemanes en Finlandia, el daño a Laponia, donde estaban ubicados, fue considerable. En octubre, el decimocuarto ejército ruso rechazó a las fuerzas alemanas en Liza, apoyadas por un gran desembarco anfibio cerca de Petsamo, y para el final del mes los alemanes se habían retirado completamente a Noruega.

La guerra terminó para Finlandia el 15 de octubre de 1944. La guerra de continuación costó a Finlandia unas 200,000 víctimas (55,000 muertos), una cifra catastrófica para una nación de menos de 4 millones de personas. Finlandia también tuvo que absorber a 200.000 refugiados. Finlandia acordó retirar sus fuerzas de regreso a las fronteras de 1940, colocó a su ejército en condiciones de paz en un plazo de dos meses y medio, otorgado un contrato de arrendamiento de 50 años del distrito de Porkkala, permitió a los soviéticos el acceso a puertos y aeródromos en el sur de Finlandia. y proporcionó a la Unión Soviética el uso de la marina mercante finlandesa mientras la guerra continuaba en Europa. Finlandia también pagó reparaciones de US $ 300 millones en oro durante un período de seis años. Stalin se abstuvo de absorber a todo el país, pero en las próximas décadas, la Finlandia democrática orientada al oeste se vio obligada a seguir políticas que no alienarían a la Unión Soviética.


Referencias 

  • Lundin, C. Leonard. Finland in the Second World War. Bloomington: Indiana University Press, 1957. 
  • Vehviläinen, Olli. Finland in the Second World War. New York: Palgrave, 2002. 
  • Wuorinen, J. H. Finland and World War II, 1939-1944. New York: Ronald Press, 1948.

viernes, 19 de julio de 2019

PGM: El malcriado Guillermo II que llevó a Alemania a la guerra

¿Qué sucede cuando un tonto malhumorado y distraído ejecuta un imperio?

Por Miranda Carter  ||  The New Yorker






Durante el reinado de Kaiser Wilhelm II, los escalones superiores del gobierno alemán comenzaron a desmoronarse y se convirtieron en una lucha libre para todos, con oficiales disputándose unos contra otros.
Fotografía de la colección Hulton-Deutsch / Corbis a través de Getty.

Una de las pocas cosas por las que el Kaiser Wilhelm II, que gobernó Alemania desde 1888 hasta 1918, tenía talento era que causaba indignación. Una especialidad particular fue insultar a otros monarcas. Llamó al diminuto rey Víctor Manuel III de Italia "el enano" frente al propio séquito del rey. Llamó al príncipe (más tarde zar) Fernando, de Bulgaria, "Fernando naso", debido a su nariz afilada, y difundió rumores de que era un hermafrodita. Como Wilhelm era notablemente indiscreto, la gente siempre sabía lo que estaba diciendo a sus espaldas. Fernando tuvo su venganza. Después de una visita a Alemania, en 1909, durante la cual el Kaiser lo abofeteó en público y luego se negó a disculparse, Ferdinand otorgó un valioso contrato de armas que se había prometido a los alemanes a una compañía francesa.

No es que esto disuadiera al Kaiser. Una de las muchas cosas en las que Wilhelm estaba convencido de que era brillante, a pesar de todas las pruebas de lo contrario, fue la "diplomacia personal", la fijación de la política exterior a través de reuniones individuales con otros monarcas y estadistas europeos. De hecho, Wilhelm no pudo hacer lo personal ni la diplomacia, y estas reuniones rara vez fueron bien. El Kaiser veía a otras personas en términos instrumentales, era un mentiroso compulsivo y parecía tener una comprensión limitada de causa y efecto. En 1890, dejó de lado un acuerdo defensivo de larga data con Rusia, el vasto y a veces amenazador vecino del Imperio Alemán. Consideró, erróneamente, que Rusia estaba tan desesperada por la buena voluntad alemana que podía mantenerla en suspenso. En cambio, Rusia inmediatamente se alió con el vecino y enemigo occidental de Alemania, Francia. Wilhelm decidió que encantaría y manipularía al Zar Nicholas II (un "ninny" y un "whimperer", según Wilhelm, apto solo para "hacer crecer nabos") para que abandone la alianza. En 1897, Nicolás le dijo a Wilhelm que se perdiera; La alianza germano-rusa se marchitó.

Hace aproximadamente una década, publiqué "George, Nicholas y Wilhelm: Tres Primos Reales y el Camino a la Primera Guerra Mundial", un libro que fue, en parte, sobre Kaiser Wilhelm, quien es probablemente mejor conocido por ser el primer nieto de la Reina Victoria. para llevar a Alemania a la Primera Guerra Mundial. Desde que Donald Trump comenzó a hacer campaña para presidente, el Kaiser una vez más estuvo en mi mente: sus fallas personales y las consecuencias globales a las que condujeron.
Los tweets de Trump fueron lo que me recordó al Kaiser. Wilhelm era un orador compulsivo que se apartaba constantemente del guión. Incluso su personal no pudo detenerlo, aunque lo intentó, distribuyendo copias de los discursos a la prensa alemana antes de que realmente los diera. Desafortunadamente, la prensa austriaca imprimió los discursos a medida que se pronunciaban, y los desórdenes y los insultos pronto circularon por Europa. "Solo hay una persona que domina este imperio y no voy a tolerar a ninguna otra", le gustaba decir a Wilhelm, aunque Alemania tenía una asamblea democrática y partidos políticos. ("Soy el único que importa", dijo Trump.) El Kaiser reservó un abuso particular para los partidos políticos que votaron en contra de sus políticas. "Considero a todos los socialdemócratas como un enemigo de la Patria", dijo, y denunció al partido socialista alemán como una "banda de traidores". August Bebel, el líder del partido socialista, dijo que cada vez que el Kaiser abría la boca, El partido ganó otros cien mil votos.



Cuando Wilhelm se convirtió en emperador, en 1888, con veintinueve años de edad, estaba decidido a ser visto como fuerte y poderoso. Feticheaba al Ejército, se rodeaba de generales (aunque, como Trump, no le gustaba escucharlos), poseía ciento veinte uniformes militares y llevaba poco más. Cultivó una expresión facial severa especial para ocasiones públicas y fotografías; hay muchas, ya que Wilhelm enviaría fotos firmadas y retratos de retratos a cualquiera que tuviera una, y también un bigote muy encerado y girado hacia arriba que era tan famoso. tenía su propio nombre, "Er ist Erreicht!" (¡Se ha logrado!)

De hecho, Wilhelm no logró mucho. El personal general del ejército alemán estuvo de acuerdo en que el Kaiser no podía "conducir a tres soldados sobre una canaleta". No tenía ni la capacidad de atención ni la capacidad de atención. "Las distracciones, ya sean juegos pequeños con su ejército o armada, viajar o cazar, son todo para él", escribió un ex mentor desilusionado. "Lee muy poco aparte de los recortes de periódicos, casi no escribe nada aparte de marginalia en los informes y considera que esas conversaciones se terminan rápidamente". El séquito del Kaiser compiló recortes de prensa para él, principalmente sobre él mismo, que leyó como Obsesionamente como Trump ve la televisión. Una historia crítica lo pondría en paroxismos de furia.

Durante el reinado de Wilhelm, los escalones superiores del gobierno alemán comenzaron a desmoronarse y se convirtieron en libres para todos, con los oficiales disputándose unos contra otros. "Las opiniones más contradictorias ahora son urgentes en el nivel más alto y más alto", se lamentó un diplomático alemán. Para aumentar la confusión, Wilhelm cambió su posición cada cinco minutos. Era muy sugestivo y se refería a la última persona con la que había hablado o se había cortado, que había leído, al menos hasta que había hablado con la siguiente persona. "Es insoportable", escribió un ministro de Relaciones Exteriores, en 1894. "Hoy una cosa y mañana al siguiente y luego de unos días algo completamente diferente". El personal y los ministros de Wilhelm recurrieron a la manipulación, la distracción y la adulación para controlarlo. "Para lograr que acepte una idea, debe actuar como si fuera la suya", Philipp zu Eulenburg, el amigo más cercano del Kaiser, aconsejó a sus colegas, y agregó: "No se olvide del azúcar". Furia ", Michael Wolff escribe que, para que Trump actúe, su personal de la Casa Blanca tiene que convencerlo de que" él mismo lo había pensado ".

De manera más siniestra, el patrocinio de Wilhelm de la derecha agresiva y nacionalista lo dejó rodeado de ministros que tenían una convicción colectiva de que una guerra europea era inevitable e incluso deseable. Alfred von Tirpitz, jefe naval de Alemania, quien se dio cuenta en su primer encuentro con el Kaiser que "no vivía en el mundo real", explotó conscientemente la envidia y la ira de Wilhelm para extraer las sumas astronómicas necesarias para construir una armada alemana para rivalizar Gran Bretaña, un proyecto que creó una carrera de armamentos y se convirtió en un bloque intratable para las negociaciones de paz.

El Kaiser era susceptible pero nunca realmente controlable. Afirmó su autoridad de manera impredecible, como para demostrar que aún estaba a cargo, organizando intervenciones malintencionadas en las políticas de sus propios asesores y despidiendo a los ministros sin previo aviso. "No se puede tener la más mínima idea de lo que he prevenido", se quejó a un amigo su ayudante más obsequioso, Bernhard von Bülow, "y cuánto de mi tiempo debo dedicar a restaurar el orden en el que nuestro Gran Maestro Todo Ha creado el caos".

El secreto más oscuro del Kaiser era que cada pocos años, después de que su intromisión y sus errores hubieran expuesto su incompetencia o hubiera provocado una crisis, sufriría un colapso total. Su séquito lo rasparía del piso y se retiraría a uno de sus palacios, donde, postrado, lloraría y se quejaría de haber sido víctima. Después de los gemidos llegó el ritmo, en un silencio inusitado. De vez en cuando iba a dar paso a las lágrimas. Gradualmente, recalibraría su sentido de la realidad (o irrealidad) y, después de unas pocas semanas, volvería a rebotar, tan bullicioso y estrepitoso como siempre.

Pasé seis años escribiendo mi libro sobre Wilhelm y sus primos, el Rey George V, de Inglaterra, y el Zar Nicholas II, y el egoísmo y la excentricidad del Kaiser lo convirtieron en el más entretenido de los tres para escribir. Sin embargo, después de un tiempo, vivir con Wilhelm, como lo hace cuando escribe sobre otra persona durante un largo período, se volvió oneroso. Fue desalentador, incluso opresivo, pasar tanto tiempo con alguien que nunca aprendió y nunca cambió.
El Kaiser no fue el único responsable de la Primera Guerra Mundial, pero sus acciones y elecciones ayudaron a llevarlo a cabo. Si el conflicto internacional está a la vuelta de la esquina, parece que realmente no quieres que un narcisista controle una potencia global. La delicadeza de Wilhelm, su imprevisibilidad, su necesidad de ser reconocido: estas cosas tocaron un acorde con elementos en Alemania, que se produjo en una especie de espasmo adolescente, que se percibe con desprecio leve, emocionado por la idea de flexionar sus músculos, lleno de una sensación de derecho. Al mismo tiempo, la postura de Wilhelm aumentó las tensiones en Europa. Su torpe diplomacia personal creó sospechas. Su alianza con el derecho vitriólico y su admiración servil por el Ejército hicieron que el país se acercara cada vez más a la guerra. Una vez que la guerra estaba realmente sobre él, el gobierno y los militares efectivamente barrieron al Kaiser a un lado. Y el daño más grave se produjo solo después de que Wilhelm renunció, en noviembre de 1918. (Pasó el resto de su vida, sobrevivió hasta 1941, en Holanda central). La derrotada Alemania se hundió en años de depresión, resentimientos agudizados, la tóxica mentira que Alemania había sido "robada" de su victoria legítima en la guerra se afianzó. El resto, como ellos dicen, es historia.

No estoy sugiriendo que Trump esté a punto de comenzar la Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, los recientes desarrollos en el extranjero (los cambios bruscos con Corea del Norte, el abandono del acuerdo nuclear con Irán, la amenaza de una guerra comercial con China) sugieren trastornos que podrían desaparecer rápidamente del control estadounidense. Algunos de los críticos de Trump suponen que esta escalada de crisis podría causar que afloje, o incluso pierda, su control sobre la Presidencia. La verdadera lección de Kaiser Wilhelm II, sin embargo, puede ser que el hecho de que Trump se vaya de la oficina no sea el final de los problemas que puede causar o exacerbar, puede ser solo el comienzo.

jueves, 18 de julio de 2019

Comunismo en Argentina: El Cordobazo

Cordobazo confidencial: documentos secretos y detalles de los días en que la lava de la violencia comenzó a brotar 

Primera entrega de un repaso por las jornadas de movilización y muerte en las calles que comenzaron en 1969


Por Juan Bautista "Tata" Yofre || Infobae

  El 29 de mayo se cumplen 50 años de la movilización popular que se conoció como “Cordobazo”

El próximo 29 de mayo de 2019 la dirigencia sindical convocó a un paro general contra el actual gobierno. Sin intentar emparentar una fecha con otra bueno es recordar algunos 29 de mayo de nuestra historia. Los más llamativos y dolorosos nos trasladan a medio siglo atrás, al Cordobazo de 1969, seguido escasas semanas más tarde por el asesinato del dirigente gremial Augusto Timoteo Vandor. Al año siguiente, el 29 de mayo de 1970 fue secuestrado y asesinado el ex presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu y esto generó el final del presidente de facto Juan Carlos Onganía. Todo un 29, fecha en la que también se festeja el Día del Ejército. Esos 29 significaron para una generación un cambio de época.

En la Argentina, 1969 fue un año de violencia y de grandes convulsiones: robo de armas en el Tiro Federal de Córdoba (1º de abril); asalto en Campo de Mayo (5 de abril); una armería en San Justo (15 de abril) y en Villa del Parque (16 de abril); disturbios en Rosario y el incendio simultáneo de dieciseis supermercados Mínimax (26 de junio); el asesinato del dirigente metalúrgico justicialista Augusto Timoteo Vandor (30 de junio). Y, como hecho principal, la furia del Cordobazo a fines de mayo.

Las Fuerzas Armadas en su enorme mayoría no tenían la menor idea de hacia dónde buscar cuando la lava de la violencia comenzó a brotar. Cuando un grupo terrorista asalto el Regimiento 1º de Campo de Mayo y robó armamentos se quedaron paralizados. Desconocían la existencia de las Fuerzas Argentinas de Liberación (FAL) y el papel de Alejandro Rodolfo Baldú, desaparecido en 1970.

En abril de 1969, un mes antes del Cordobazo, el semanario Panorama (Año VI Nº 101) inició una larga serie de notas con las opiniones de algunos ex presidentes argentinos sobre una "salida" política al régimen de Juan Carlos Onganía. Comenzó con Juan Domingo Perón tras largas horas de conversación con el enviado especial a Madrid, el dirigente desarrollista Marcos Merchensky. Seis páginas de texto contienen el pensamiento de Perón. También opinó Merchensky y Perón sorprendentemente autorizó sus dichos de manera expresa como si fueran propios. En un recuadro, el dirigente desarrollista afirmó que "Perón otorgó largo crédito de confianza al actual régimen. Este no se encuentra agotado, pero padece notable deterioro y exige definiciones de la jefatura, para evitar un desbande generalizado. La campaña a favor de la salida electoral constituye un severo toque de atención, pero no es la declaración de guerra. Por ahora, el enemigo sigue siendo la política económica y social y contra ella ha ordenado el ataque principal."

El 28 de mayo a la tarde la Comunidad Informativa (Inteligencia del Ejército, Aeronáutica, Policía provincial, Ministro de Gobierno y los rectores de la Universidad Católica y del Estado) estimó que la concentración del día siguiente podía ser masiva y podía ser controlada por la Policía. Así se lo comunicó al gobernador y al comandante del Tercer Cuerpo, general, Eleodoro Sánchez Lahoz.

Al día siguiente, a las 10 de la mañana, nutridas columnas de obreros partieron del cinturón industrial y marcharon hacia la Plaza Vélez Sarfield, uniéndose con sectores estudiantiles. A la una de la tarde la policía es desbordad en varios puntos de la ciudad y se producen tiroteos con armas de guerra. En esos momentos caen muertos el obrero Máximo Mena y el estudiante Daniel Castellanos. Se calcula que entre el 29 y 31 murieron cerca de un centenar de personas y se detuvo a unas 300 personas. Más tarde comienzan los apagones en varios puntos de la ciudad.
  Un número de la revista “Panorama” de abril de 1969

Las causas y las consecuencias

El Cordobazo del 29 de mayo de 1969 fue el resultado de una sumatoria de demandas irresueltas: el cansancio de un sector de la población porque el gobierno no encontraba un cauce; la demanda política de una salida electoral; problemas intestinos en las Fuerzas Armadas; activismo de todo tipo -pero organizadamente desde la ultraizquierda- y conflictos gremiales a simple vista. Como escribiera el periodista Bernardo Neustadt a Juan Carlos Onganía: "También tenemos exceso de gente con enojo, ruralistas, ganaderos, agricultores, ejecutivos de los frigoríficos, industriales de pequeñas y medianas empresas, inversores, empleados y obreros".

Además, los gremios clasistas querían disputarle el poder a la Confederación General del Trabajo de clara tendencia peronista. De un lado, Agustín Tosco, el dirigente clasista de Luz y Fuerza, secretario adjunto de la regional obrera cordobesa y René Salamanca de SMATA. Del otro, José Ignacio Rucci decidido a imponer su autoridad (en 1970 sería designado secretario general de la CGT).

Previo al Cordobazo, el 17 de marzo de 1969, Rucci declaró a la prensa: "Le guste o no le guste al señor Tosco y a todos los que lo rodean, acá definitivamente se terminó y la CGT de Córdoba se va a normalizar (el 1º de junio de 1969) como lo dicen los cuerpos orgánicos de la central obrera y punto. El movimiento obrero argentino tiene aproximadamente cinco millones de trabajadores y el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba tiene 2.500 trabajadores, con 700 en contra que votaron contra el señor Tosco. Quiere decir que en representatividad hay 86 organizaciones, delegaciones regionales, de la República Argentina que al señor Tosco le dicen: Vea señor, si usted quiere hacer marxismo y socialismo se va a Rusia, acá en la Argentina no".

En el centro Agustín Tosco encabeza una de las columnas que marchan hacia el centro de la ciudad. Fue uno de los dirigentes más significativos del Cordobazo

La magnitud del Cordobazo sorprendió a todos, aunque funcionarios cercanos al presidente de facto Juan Carlos Onganía sostuvieron más tarde que, con anterioridad, estaban informados que se avecinaba un Bogotazo en Córdoba. En especial el coronel Conesa, delegado de la SIDE en la provincia, que ya había informado a su jefe Eduardo Señorans con varios días de anticipación. También Juan Domingo Perón quedó asombrado. Posiblemente, aquellos que gritando su nombre reivindicarían el Cordobazo, desconocían que para Perón "el Cordobazo no tuvo ningún signo peronista…fue de izquierda", según le confió más tarde a su biógrafo oficial Enrique Pavón Pereyra.

Como se ha dicho, en los días previos el interventor provincial Carlos Caballero pensaba que la marcha obrera podía controlarse con la policía cordobesa. Así consta en los documentos de la época. Sin embargo un relato realizado por el coronel Albano Harguindeguy, en esos días G-4 (Logística y Finanzas) del Estado Mayor del Tercer Cuerpo, revela que el 26 de mayo se encontraba trabajando en el planeamiento del Teatro de Operaciones Noroeste (TONO) y que bajo su sugerencia el grupo de coroneles presentes concluyeron que era "ilógico iniciar tareas del TONO cuando en la ciudad de Córdoba dirigentes gremiales planificaban una acción insurreccional".
  Párrafo del escrito del coronel Albano Harguindeguy
  El general Jorge Raúl Carcagno rodeado por el coronel Federico Pedernera, el teniente coronel Héctor Iribarren y el coronel Albano Harguindeguy

Luego relata que "en horas de la tarde se resuelve el empleo de la Brigada Aerotransportada 4, fijándosele como objetivo el denominado casco chico de la ciudad" que estaba siendo saqueado. "En la noche del 29/30 de mayo hubo fuego de franco tiradores y acciones de depredación fuera del objetivo fijado…particularmente en la zona del Barrio Clínicas y Alta Córdoba. El sábado 31 se nota una intensificación del accionar enemigo en la zona del Barrio Clínicas que se encuentra prácticamente en poder de grupos estudiantiles". Luego la zona de ocupación militar se amplia y el Ejército domina la situación.

Para el comandante en jefe del Ejército, Alejandro Agustín Lanusse, la revuelta cordobesa fue un severo llamado de atención: "Yo intuí, ese difícil 29 de mayo de 1969, que algo estaba pasando en el país (…) Esa mañana, en Córdoba, reventaba todo el estilo ordenado y administrativo que se había venido dando a la gestión oficial (…) El 29 de mayo es el instante crítico que marca el fracaso político de la Revolución Argentina". El 2 de junio de 1969 habrá de declarar en La Prensa: "Córdoba ha vivido ayer un día terrible que pasará a la historia. El 17 de octubre es pálida sombra de lo ocurrido ahora."

Entre los papeles de asesoramiento que le acercaron al jefe militar un memorándum le advierte: "Medir cuidadosamente cada paso y actividad que se adopte en beneficio del prestigio del Comandante en Jefe y de la imagen de la Institución ante el país. El Ejército no tiene vocación de guardia pretoriana y en el fondo lo que desea es el éxito de la Revolución, pero un éxito que además, le permita gozar del respeto y la admiración de sus conciudadanos". También se considera "imperativo iniciar una nueva etapa en la cual el Ejército, por intermedio de su comandante en Jefe, asuma un papel rector acorde con la responsabilidad que la población le atribuye en la conducción de este proceso".

Entre otras características de la "nueva etapa" se aconseja encabezar "una política general más 'nacional' a efectos de quitar banderas a la oposición y encauzarse en un sentido más acorde con las aspiraciones del país. No confundir esto con la demagogia nacionalista de ciertos sectores".
 
También se le aconseja a Lanusse imaginar un "plan político" y al mismo tiempo se aconseja que "el ideal sería mantener la actual situación y concretar de común acuerdo (Presidente y Ejército) una eficaz acción de Gobierno. Sin embargo en el fondo esto se considera difícil de lograr por las características psíquicas del Presidente".

El Cordobazo conmovió al gobierno de Onganía, generando inmediatamente la caída del interventor provincial Carlos Caballero y su reemplazo, momentáneo, por un interventor militar (en actividad), general Raúl Carcagno. Sus colaboradores fueron oficiales en actividad, entre otros el coronel Eduardo Albano Harguindeguy, ministro de Gobierno, más tarde jefe de la Policía Federal con Isabel Perón y ministro del Interior de Jorge Rafael Videla. La intervención castrense, por disposición del ministro de Justicia de la Nación, presidió tribunales militares, y no civiles, para juzgar a los responsables.

El hecho estuvo a punto de desencadenar una crisis militar cuando Onganía intento pasar a retiro al teniente general Lanusse. "Vea Lanusse… usted y yo no podemos seguir juntos en este proceso", le dijo el Presidente en una conversación privada, el 13 de junio de 1969; y horas más tarde, luego de largos cabildeos, Onganía dio marcha atrás: "Considere que esa conversación no existió nunca".

De todas formas se creó una fisura que se iría profundizando con el paso de los meses, a caballo de la crisis política que emergía a la superficie. También produjo cambios de ministros en el gabinete presidencial. Tres fueron los más destacados: Adalbert Krieger Vasena dejó la cartera de Economía a José María Dagnino Pastore (por consejo del general (RE) Imaz); Nicanor Costa Méndez, años más tarde nuevamente jefe del Palacio San Martín, fue reemplazado por el empresario Juan B. Martín, ex embajador en Japón y al abogado Guillermo Borda lo sucedió en Interior, el entonces gobernador de Buenos Aires, general (RE) Francisco Antonio Imaz.

  El estallido del Córdobazo se vivió en las calles

Sin embargo, no fueron los cambios en el gabinete la consecuencia más llamativa del estallido cordobés. El Cordobazo produjo un cambio en las relaciones entre Onganía y las Fuerzas Armadas, hasta entonces prescindentes de la gestión presidencial y ahora se hablaría de control y gobierno paralelo. Un Onganía, con su rictus de "morsa", poco afecto a consultar sus decisiones, tuvo que emplear sus últimos cartuchos para imponer a Imaz en Interior. Cuando se enteró, Lanusse pensó que le estaban haciendo una "broma", porque mientras él estuvo preso en el sur tras el golpe de 1951, el nuevo ministro comandaba la represión antiperonista.

"Imaz no es santo de nuestra devoción –le dijo Lanusse a Onganía, antes de la jura del resistido Ministro—y aunque lo aceptemos por disciplina no nos responsabilizamos por sus posibles errores". El jefe de la Armada, almirante Pedro Gnavi, le dijo al Presidente Imaz "no conforma a la Armada Nacional" y el comandante de la Fuerza Aérea, brigadier Jorge Martínez Zubiría, tuvo que trasladarse a la Guarnición Córdoba a explicar los cambios en el gabinete presidencial.

Mientras se realizaban reuniones militares en todos los comandos, con la sensación de los antiguos planteos, llegaba a Buenos Aires desde Madrid el dirigente mercantil Juan José Minichilo con una consigna: mantener la beligerancia contra la dictadura, a no ser que Onganía acepte enfrentar públicamente a los "liberales". Sólo en ese caso se le dará apoyo popular, nunca antes.

Tras los sucesos de Córdoba los ojos de un sector importante del peronismo habrán de prestar atención a los movimientos del general de brigada Jorge Raúl Carcagno, el jefe de la Brigada Aerotransportada y a su vez el jefe militar emprenderá con su tropa tareas sociales en los barrios carenciados que rodeaban la capital de la provincia.

Carcagno será con el paso del tiempo el sucesor de Lanusse y comandante en Jefe del Ejército de los presidentes constitucionales Héctor J. Cámpora, Raúl Lastiri y Juan Domingo Perón. Así se referirá sobre el jefe militar Jorge Daniel Paladino, delegado de Perón, en uno de sus informes a Puerta de Hierro, Madrid.

Párrafo del informe de Paladino a Perón del 17 de octubre de 1970

En medio de la avalancha de declaraciones de esos días hay una que pasó sin pena ni gloria. Fue hecha en el exterior por el contador Juan B. Martín que venía de Japón, tras despedirse del Emperador Hiroito, para hacerse cargo de la cancillería. La formuló el miércoles 11 de junio de 1969, durante su escala en México: "Estos movimientos han sido preparados fuera del país, obviamente en Cuba, para ponernos en situación difícil y complicar las cosas".

En otras palabras, acusaba al régimen de Fidel Castro de instigar las sublevaciones y desmanes ocurridos en la Argentina desde mediados de mayo de 1969. Se equivocaba el canciller. La ofensiva castrista contra la Argentina había comenzado mucho antes y se materializó por primera vez en Orán, Salta, entre 1963 y 1964. Luego, mientras sus ideólogos trabajaban en el desmantelamiento del pensamiento nacional, la futura subversión se entrenaba militarmente en las cercanías de La Habana.

Sobre lo que ocurría en el centro militar de Punto Cero ya no lo puede negar nadie. Todo –o gran parte de ese todo—ha salido a la luz. Y lo que falta por conocer tan solo espera una oportunidad. También es cierto que los argentinos, con sus múltiples razones y falencias, le hicieron el campo orégano al castro-comunismo. Unos fueron desaprensivos y otros cómplices.

El Cordobazo fue uno de los levantamientos populares más importantes de la Argentina (Télam)

Como primera respuesta al Cordobazo, Perón aceleró la unidad de las 62 Organizaciones que había mandado disolver un tiempo antes. La organización quedará bajo la jefatura del metalúrgico Lorenzo Miguel.

Luego, meses más tarde, el 26 de diciembre de 1969, envió un mensaje grabado destinado a consolidar la dirigencia sindical justicialista, combatida por la CGT de los Argentinos. Es claro y preciso. En uno de los momentos de la grabación dice: "Y los delincuentes que quieren servir de Caballo de Troya, con una camiseta peronista que trabaja contra las finalidades que el Movimiento persigue, deben ser arrojados del Movimiento. Y si les podemos cortar la cabeza materialmente será mejor, porque ése es un traidor, un bandido, y a los traidores y bandidos en todas las organizaciones del mundo se los castiga de la misma manera".

miércoles, 17 de julio de 2019

SGM: Discuten sobre quién ganó en Kursk

La batalla sin fin: por qué alemanes y rusos siguen peleando la Segunda Guerra Mundial en Kursk

Un reputado periodista del diario germano Die Welt cuestionó la victoria de la ex Unión Soviética y recomendó demoler los monumentos que rememoran el combate entre tanques más grande de la historia. La reacción del otro lado no se hizo esperar e involucró a todo el aparato de Putin: medios, legisladores y el embajador en Berlín. Qué ocurrió exactamente entre julio y agosto de 1943
Por Germán Padinger || Infobae
gpadinger@infobae.com




Un Pzkwf VI Tiger I acaba de destruir un blanco (Bundesarchiv)

Apenas cinco meses después de la terrible derrota sufrida en Stalingrado, y poco antes de que los aliados occidentales invadieran Sicilia, la Alemania del dictador Adolf Hitler intentó por última vez dar un golpe maestro a la Unión Soviética y terminar con la guerra en el frente oriental que había comenzado dos años antes.

Fue a través de la Operación Zitadelle (Ciudadela), una ofensiva lanzada el 5 de julio de 1943 contra una concentración de fuerzas soviéticas en torno a la ciudad de Kursk, que involucró a cerca de cuatro millones de soldados, 10.000 tanques y 5.000 aviones en lo que llegó a conocerse como la batalla de tanques más grande de la historia, un enfrentamiento épico que se ha convertido en popular tema de historiadores de la Segunda Guerra Mundial. Y sigue provocando enfrentamientos, esta vez discursivos, entre alemanes y rusos.

El desenlace de la batalla es conocido. Las tropas soviéticas, alertadas del ataque por la inteligencia occidental, estaban preparadas y atrincheradas en un complejo sistema defensivo de varias capas, y el avance alemán se estancó tras una serie de éxitos iniciales. Fue una victoria estratégica contundente de parte de los soviéticos, la primera obtenida en verano, que terminó para siempre con la iniciativa germana en el frente oriental y dio lugar a la contraofensiva que llevaría, con el tiempo, a la caída de Berlín.



 
Detalle del monumento construido en 1995 por la victoria en Projorovka: los T-34 rusos arrollan a los Tiger I alemanes (Flickr)

También es conocido que, sin embargo, los alemanes tuvieron numerosas victorias tácticas, inflingieron bajas mucho mayores a pesar de ser derrotados y que sus tanques (algunos de ellos estrenados en la batalla como los Pzkfw V Panther, desplegados sin embargo antes de tiempo, y los cazatanques Ferdinand) demostraron ser superiores a los soviéticos.

Especialmente durante el episodio de Projorovka, cuando las unidades rusas se lanzaron en un contraataque contra la punta de lanza alemana y fueron masacradas, en un hecho que Rusia conmemora como la victoria pírrica que cambió el curso de la guerra, ya que el sacrificio impidió que los panzers alcanzaran sus objetivos.

Projorovka, como parte principal de la batalla Kursk, se ha convertido ahora en el punto central de un enfrentamiento entre alemanes y rusos luego de que el periódico Die Welt, uno de los más tradicionales de Alemania, publicara la semana pasada un polémico artículo exaltando al enfrentamiento como una victoria germana y cuestionando duramente la apropiación rusa.


El ataque alemán

"No hay razón para un monumento a la victoria", expresó Sven Felix Kellerhoff, editor de historia en Die Welt, en su texto titulado "La victoria del Ejército Rojo que en realidad fue una derrota" y en referencia al impresionante memorial construido en 1995, durante el gobierno de Boris Yeltsin en Projorovka, el cual recomienda "demoler".

Kellerhoff basó su texto en el trabajo del historiador británico Ben Wheatley, profesor en la Universidad de East Anglia, y del coronel retirado del ejército alemán, Karl-Heinz Frieser, quienes analizaron fotografías aéreas tomadas por la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) luego de la batalla y que se encuentran actualmente en los Archivos Nacionales de Estados Unidos en College Park, Maryland.
 
El campo de batalla de Projorovka después de los combates, en imágenes tomadas por la Luftwaffe alemana (@DrBenWheatley)

Las imágenes muestran una destrucción de tanques soviéticos en Projorovka tremenda (cerca de 235), especialmente luego de que los T-34 que se habían lanzado a un contraataque "kamikaze", en palabras de Kellerhoff, desde una colina identificada como "252,2" quedaran estancados en una zanja antitanque cavada por las mismas tropas rusas, que los convirtió en presa fácil de los blindados alemanes en una situación descrita como un "infierno" de "fuego, humo, tanques quemados, muertos y heridos".

También se habla de bajas alemanas inferiores a lo reportado (apenas cinco tanques en las primeras acciones y en torno a los 27 en total), y una relación de fuerzas inclinada casi en 3 a 1 en favor de los rusos.

Con respecto a este último punto, una conocida versión oficial soviética que aún sigue vigente para muchos hablaba del choque de cerca de 1.600 blindados, 800 por bando, en Projorovka, con al menos 400 bajas alemanas, como recuerda Kellerhoff. Pero el consenso actual, incluso anterior al trabajo de Wheatley, es que cerca de 200 tanques alemanes del 2° cuerpo acorazado de las SS se enfrentaron a unos 600 blindados rusos del 5° ejército blindado de las Guardias y el 29° cuerpo acorazado.


Posiciones defensivas y cráteres en torno a la colina 252.2 (@DrBenWheatley)

"La batalla se afianzó como una leyenda (y un mito) soviética durante décadas. Esto persistió hasta que las investigaciones tras la caída de la URSS demostraron el desastre", indica Wheatley al comienzo del artículo "A visual examination of the battle of Prokhorovka" (Un estudio visual de la batalla de Projorovka), publicado en el Journal of Intelligence History y citado por Kellerhoff.

"Las fotografías proveen confirmación visual a través del campo de batalla de la destrucción del 5° ejército acorazado de las Guardias y el 29° cuerpo acorazado [ambos soviéticos]", agregó en su reciente ensayo.

El contraataque soviético

Las revelaciones de Wheatley y Frieser, junto a las palabras destinadas por Kellerhoff al monumento nacional en Projorovka, han generado una ola de indignación en toda Rusia, país que en los últimos años y en especial tras la llegada de Vladimir Putin al poder se ha volcado nuevamente al estudio y celebración de la Gran Guerra Patriótica (como se conoce allí a la Segunda Guerra Mundial) contra la invasión nazi iniciada en 1941.


Una columna de tanques alemanes Pzkfw IV avanzando hacia Projorovka (@DrBenWheatley)

"El conocimiento por el autor de los acontecimientos de 1943 cerca de Kursk es arcaico, no estudió suficientemente el tema, aunque se publicaron docenas de obras en ruso, inglés y húngaro", consideró el historiador ruso Valeri Zamulin en diálogo con la agencia estatal rusa Sputnik. "Se trata de una pieza bien cortada de verdad, ficción y especulación", agregó.

Zamulin explicó que las fotografías aéreas, como las citadas por Wheatley y Frieser para sus conclusiones, no suelen ser utilizadas para contar tanques destruidos en tierra, ya que estos solían ser recuperados por sus dueños tras la batalla. De hecho, argumenta el historiador, las imágenes de la Luftwaffe fueron tomadas entre el 14 y el 16 de julio, cuando la batalla concluyó el 12.

"La victoria fue nuestra", sostuvo Zamulin. "Esta es la opinión de un historiador profesional. Y como ser humano, quiero decir que es inaceptable decirle al pueblo de otro país qué monumentos deben o no deben erigir", concluyó.



 
Un Pzkfw IV destruido (@DrBenWheatley)

El embajador ruso en Berlín, Sergei Nechayev, también se pronunció sobre el artículo en Die Welt.

"Los llamados a destruir el monumento erigido bajo Projorovka son inaceptables y más allá de la comprensión, tales intentos de reescribir hechos históricos indiscutibles, falsificar los eventos de esos años y reducir el papel del pueblo soviético para derrotar al nazismo parecen indignos e insultantes", indicó en un texto oficial difundido por la embajada.

Mientras que el director del Museo Central de la Fuerza Aérea de Rusia, Yuri Knutov, consideró que el artículo de Kellerhoff era "una falsificación flagrante" de la historia, según reportó la BBC.

Y desde la Duma, la cámara baja del parlamento ruso, llegaron incluso pedidos para que los mismo alemanes levanten cargos contra el editor de Die Welt. "El artículo ha destruido la penitencia de la nación alemana por lo que ha hecho el nazismo", señaló el parlamentario y especialista en defensa Alexander Sherin, de acuerdo a BBC.
 
Tropas alemanas junto a un T-34 ruso destruido (Getty)

También en redes sociales y en los comentarios del artículo de Kellerhoff se dio una verdadera batalla virtual sobre la batalla real, un hecho que demuestra cuán vigente sigue siendo este hecho histórico, ocurrido 76 años, para los pueblos que lo protagonizaron.

Qué se sabe de Projorovka y Kursk

La Operación Zitadelle comenzó el 5 de julio de 1943 con un ataque alemán en dos frentes sobre los flancos de la saliente formada alrededor de la ciudad de Kursk, la cual se había formado tras la última ofensiva soviética luego de la victoria en Stalingrado.

Las unidades alemanas en el norte vieron su avance rápidamente estancado en las profundas defensas rusas, dispuestas en numerosas capas, pero en el sur la punta de lanza tuvo más éxito.

En este contexto y luego de una semana de combates, las fuerzas rusas contraatacaron en ambos frentes, y en el sur lanzaron un enorme ataque acorazado contra las unidades de vanguardia alemanas y en torno al pequeño pueblo de Projorovka.

 
Un T-34/76 ruso destruido en Kursk

El ataque fue desbaratado con enormes pérdidas rusas y evidenció la superioridad del último modelo del Pzkfw IV, armado con un cañón de 75 milímetros de alta velocidad. También significó el uso en números importantes del Tiger I, mítico tanque alemán que había recibido su bautismo de fuego el año anterior. Pero ni los novedosos Panther ni los Ferdinand actuaron en este combate, ya que estaba destinados en otros sectores.

Pero lo cierto es que los alemanes no continuaron el avance ni tomaron el pueblo de Projorovka tras el combate. De hecho la lentitud del progreso general y la noticia del desembarco aliado en Sicilia, Italia, el 9 de julio de 1943, llevaron a que el alto mando alemán cancelara Zitadelle, cerrando el fracaso de la operación.

martes, 16 de julio de 2019

Siglo 17: La hegemonía militar de Francia

La hegemonía militar de Francia

Weapons and Warfare





La hegemonía militar de Francia en Europa y en muchas regiones en el extranjero comenzó el 19 de mayo de 1643 con la destrucción del ejército español de los Países Bajos en Rocroi por un ejército francés liderado por el duque de Enghien de 21 años (más tarde Príncipe de Conde, el " Gran Conde ”). La notable victoria del joven duque sobre los veteranos endurecidos de España marcó el fin del predominio militar de España (que data del siglo XVI) y representó la fructificación de la reorganización militar iniciada por el primer ministro del rey Luis XIII, Armand Jean du Plessis, cardenal-duque de Richelieu.

Sobre la base de Richelieu, líderes militares talentosos como Conde, Turenne, Luxembourg, Vauban, Catinat, Villars, Vendome, Boufflers y Saxe, y una sucesión de ministros reales, como Colbert y Louvois, construyeron el edificio de la grandeza militar de Francia. .

Francia fue gobernada durante su ascenso por el "Rey Sol", Luis XIV (que reinó entre 1643 y 1715), cuya ambición y diseño territorial causaron muchas de las grandes guerras que sacudieron a Europa durante las últimas décadas del siglo XVII. La hegemonía francesa primero fue controlada por coaliciones lideradas por Inglaterra y Holanda y finalmente terminó por Gran Bretaña en la Guerra de los Siete Años (1756-63), una verdadera guerra mundial en la que Francia perdió la mayor parte de su gran imperio colonial.

Enrique IV ("le Grand")

El final del largo período de guerras civil-civiles en Francia (Edicto de Nantes, 1598) fue también el final de la última lucha francesa con la Francia de los Habsburgo (Tratado de Vervins), con la que Francia había estado en guerra más o menos continuamente desde entonces. El inicio del siglo XVI. El nuevo rey francés, Enrique IV, había triunfado sobre sus enemigos, extranjeros y nacionales, pero fue lo suficientemente astuto como para reconocer que había ganado tanto por el compromiso y el alojamiento cínico como por la destreza militar. El conflicto con los Habsburgo españoles (y sus primos austriacos) fue más suspendido que resuelto. La debilitante cuestión religiosa doméstica se resolvió temporalmente al permitir que los hugonotes erigieran una especie de república independiente basada en sus centros de influencia, principalmente en el sur y suroeste de Francia. Pero, fundamentalmente, la cuestión religiosa había sido diferida, no resuelta. Mucho dependía de las habilidades políticas y la visión del rey, no solo para Francia, sino también para Europa.

En este momento, las energías del reino se dirigieron hacia el restablecimiento del orden y la reconstrucción de la economía, como recuerdan los Memorias del duque de Sully. En asuntos exteriores, el rey concibió un proyecto fantástico para los "Estados Unidos de Europa", un precursor de la actual Unión Europea. Pero lo serio que era, y los resultados de sus diversos planes, siguen siendo sujetos de conjeturas: Enrique IV fue asesinado por un fanático en 1610. Fue sucedido por su hijo, Luis XIII (que reinó entre 1610 y 43), quien Tenía 9 años.


Luis XIII ("le Juste")

Conflictos internos

El reinado de Luis estuvo preocupado por la división interna, la conspiración y el conflicto. En parte esto se debió a la juventud del rey y la constante competencia por el poder y la influencia en la corte entre los regentes, favoritos, asesores y consejeros; en parte se debió al renovado estallido de guerras religiosas y civiles, ya que los problemas que quedaron sin resolver con la adhesión de Enrique IV resurgieron.

Es notable que, en este momento, Francia estaba virtualmente desprovista de fuerzas armadas. El "dividendo de la paz" que acompañó a la adhesión de Enrique IV se manifestó en el descuido intencional del ejército y la marina. En particular, Henry había permitido que las antiguas compañías de gendarmes (caballería pesada regular) se redujeran a la nada, ya que se habían desplegado contra él en las guerras civiles. Incluso las tropas de la casa real, la legendaria Maison du Roi, habían sido severamente reducidas, y algunas unidades existían solo como sinecuras para los viejos compañeros de armas de Henry.

Luis XIII, sus favoritos, y sus ministros reconstruyeron gradualmente la Casa, añadiendo nuevas unidades y reforzando las antiguas, para que el Ejército Real siempre tuviera un núcleo profesional bien entrenado. En la vertiginosa sucesión de guerras internas que asediaron al país hasta la derrota final de los hugonotes (1628), el profesionalismo del Ejército Real hizo la diferencia.

Los enemigos de Louis no querían que los hombres armados, ni los aficionados entusiastas los guiaran, pero los ejércitos de los nobles (los grandes) y los hugonotes no podían enfrentarse al Ejército Real en el campo. Las guerras se caracterizaron por asedios, en particular, el asedio épico del bastión hugonote de La Rochelle (1627-28). Al final de las guerras, el principal ministro del rey, el cardenal Richelieu, triunfó sobre sus enemigos. En adelante, hasta su muerte (1642), fue efectivamente el gobernante de Francia.



Richelieu

La conclusión de las guerras internas le permitió a Richelieu dirigir su atención a los asuntos exteriores, su verdadero metier. A los ojos de Richelieu, el principal enemigo de Francia era la Casa de los Habsburgo, y en particular los Habsburgo españoles, cuyos dominios o dependientes enfrentaban a Francia en todas sus fronteras terrestres. Así, desde 1629 hasta 1659, Francia estuvo casi continuamente en guerra con España, ya sea de primera mano o por poder.

Estas guerras incluyeron la Guerra de la Sucesión de Mantua (1629-32) y la Guerra franco-española (1635-59), que simplemente precedió a la participación francesa abierta en la Guerra de los Treinta Años (fase francesa, 1636-48) y continuó mucho después. . En esta serie de conflictos, Francia finalmente fue exitosa, a pesar de las divisiones políticas manifestadas por las diversas guerras civiles de la Fronda antiministerial (1648-53) y la traición de Conde, quien se unió a los españoles después de su derrota como líder de los Frondeurs. (Se desempeñó como generalísimo español hasta 1659).

El éxito de Francia en este período puede atribuirse casi en su totalidad a las políticas de Richelieu. Reformó y reorganizó el ejército, eliminando algunos de los peores abusos del sistema oligárquico de subsidios al subordinar a los cuerpos de oficiales enteramente aristocráticos a la autoridad central. Logró cierto éxito al ampliar y profesionalizar las fuerzas francesas nativas y acabar con la dependencia de la Corona de los contingentes mercenarios soberbios, pero no siempre confiables, que históricamente habían constituido el núcleo de combate del ejército francés.

Richelieu también fundó virtualmente la marina francesa, que apenas había existido como una fuerza permanente antes de su ministerio. Durante un breve (y notable) período, la marina ganó varias victorias contra los españoles. El mayor almirante francés de la época fue el brillante sobrino del cardenal, Maille-Breze (1619-49).

Pero los logros de Richelieu no le duraron mucho. Su sucesor, el cardenal Mazarin (Giuilo Mazarini, primer ministro 1642-61), permitió que la marina se hundiera, y tuvo poco valor militar hasta su verdadera fundación como servicio profesional hacia 1669 por el gran ministro de la marina, Jean-Baptiste Colbert. (1619-83). El ejército, sin embargo, mantuvo una medida de eficiencia, y sus mejores momentos estaban por delante.

Luis XIV ("le Roi Soleil")

El reinado del Rey Sol había comenzado en 1643, pero de hecho, Mazarin gobernó Francia hasta su muerte en 1661, cuando Louis proclamó que de ahora en adelante sería su propio jefe de gobierno. Los siguientes 54 años fueron un período de esplendor y magnificencia para Francia, no solo en las artes sino también en los asuntos militares. Francia estaba en el cenit de su poder.

En la esfera militar, Francia estaba organizada para la guerra tan a fondo que ninguna potencia podría esperar resistirla. Y la ambición de Louis de engrandecimiento territorial podría haber sorprendido incluso a sus ancestros más agresivos.

Louvois

Mientras Colbert reorganizaba la estructura financiera de la nación y lanzaba un ambicioso programa de construcción naval, su enemigo amargo, el igualmente notable ministro de guerra François Michel Le Tellier, marqués de Louvois (1641-91), reorganizó el ejército. Louvois fue asistida en este trabajo por Turenne, quien fue nombrado mariscal general en 1660 para darle autoridad sobre todos sus contemporáneos temerarios en el marshalate. Turenne, a su vez, fue asistido por tres subordinados brillantes pero en gran parte olvidados, Martinet, Fourilles y Du Metz, cada uno responsable de la reorganización de un solo brazo de combate: infantería, caballería y artillería, respectivamente. El resultado de este inmenso esfuerzo fue el primer ejército verdaderamente moderno: una fuerza profesional permanente, bien organizada, entrenada con un grado relativamente alto de eficiencia y subordinada a un poderoso ministro apoyado por una gran burocracia civil competente.

El apoyo logístico de los ejércitos de campo fue facilitado por el sistema de revistas creado por el gran ingeniero Vauban. La racionalización de la logística, combinada con el control centralizado y la dirección de los recursos humanos y materiales reunidos de la nación-estado, hizo posible que grandes ejércitos. Mientras que, durante la Guerra de los Treinta Años, el ejército de campo promedio contaba con aproximadamente 19,000 hombres, las guerras de finales del siglo XVII de Luis XIV fueron combatidas por ejércitos de campo dos o tres veces más grandes. Para agravar las ventajas de Francia en este período, los magníficos ejércitos creados por Louvois fueron dirigidos quizás por la galaxia más grande de talento militar jamás reunida.

Las guerras de Luis XIV

Las guerras de agresión de Louis, llevadas a cabo entre 1667 y 1714, involucraron sus intentos flagrantes y apenas racionalizados de expandir las fronteras de Francia, particularmente en el noreste (Flandes) y este (a lo largo del Rin), a expensas del imperio español moribundo y la irremediablemente dividida , invitantemente débil del Sacro Imperio Romano. Estas guerras expansionistas comenzaron en serio con la Guerra de Devolución (1667-68) y la Guerra de Holanda (1672-79), en la que Francia ganó Franche-Comte y muchos lugares fuertes a lo largo de las fronteras. El principal enemigo de Francia era Holanda, el arquitecto de coaliciones fuertes que solo podían esperar oponerse a Francia. De hecho, en este período, Francia se encontraba virtualmente aislada diplomáticamente. Los ejércitos franceses, liderados por Turenne y Conde, obtuvieron brillantes victorias en el campo, especialmente en Seneffe (11 de agosto de 1674), donde Conde derrotó a un ejército holandés-español liderado por Guillermo de Orange, el dueño de los poseedores de armas holandeses, y en Sinzheim (16 de junio 1674), Enzheim (4 de octubre de 1674) y Turckheim (5 de enero de 1675), en la que Turenne obtuvo un trío de victorias notables contra los ejércitos de la coalición a lo largo del Rin.

El período posterior al Tratado de Nijmegen (6 de febrero de 1679) estuvo marcado por el bullying francés a lo largo del Rin y una mayor expansión francesa, ya que las "Cámaras de reunión" de Louis decretaron varios territorios y ciudades "francesas" (ya que en un momento u otro habían pertenecido a cualquiera de varias adquisiciones territoriales francesas recientes). Las tropas francesas se movieron rápidamente para hacer cumplir las decisiones de estos tribunales, y el emperador alemán se vio obligado a acceder a esta última agresión. Louis siguió revocando el Edicto de Nantes, que había garantizado la libertad de culto a los hugonotes (1685). Europa se horrorizó y Francia se debilitó mucho por la emigración de miles de sus personas más laboriosas.

Otras amenazas y agresiones francesas a lo largo del Rin llevaron a la formación de la Liga antifrancia de Augsburgo de inspiración holandesa, que consistió en prácticamente todos los poderes de Europa excepto Inglaterra (9 de julio de 1686). Pero la revolución inglesa de 1688 llevó al exilio del rey inglés James II. Cuando William de Orange y su esposa, Mary, la hija de James, tomaron el trono inglés, Inglaterra se unió a la Liga, que se convirtió en la Gran Alianza (12 de mayo de 1689).

Mientras tanto, la Guerra de la Liga de Augsburgo (1688-97) había estallado, y Francia enfrentó a la coalición en tierra y mar. Una nueva generación de líderes militares franceses pronto demostraron su valía. En Flandes, el mariscal duque de Luxemburgo, el protegido de Conde, obtuvo grandes victorias sobre la coalición en Fleurus (1 de julio de 1690), Steenkerke (3 de agosto de 1692) y Neerwinden (1 de agosto de 1693). En Italia, el mariscal Catinat sacó a Savoy de la guerra después de ganar la decisiva batalla de Marsaglia (4 de octubre de 1693). En el mar. sin embargo, los franceses fueron golpeados gravemente en Cap La Hogue (mayo de 1692).



Esta guerra también fue una verdadera "guerra mundial", ya que involucró a las colonias de beligerantes estadounidenses e indios del subcontinente. En Estados Unidos, se conoció como la Guerra del Rey Guillermo e involucró combates entre los aliados franceses e ingleses y los aliados de cada lado. El Tratado de Ryswick (1697) que puso fin a la guerra no tenía nada de especial. En las complejas disposiciones territoriales. Francia ganó Alsacia y Estrasburgo.

La inminente extinción de la dinastía española de los Habsburgo preocupó a Europa en los años posteriores al Tratado de Ryswick. Cuando Carlos II. El débil rey sin hijos de España, finalmente murió en 1700. Louis adelantó el reclamo de su nieto. Felipe de Anjou, al trono español. Dado que las potencias europeas no podían tolerar una unión de España y Francia, esto provocó la Guerra de Sucesión Española 1701-1714. en el que Francia se enfrentó una vez más contra una coalición europea.

En esta guerra, Francia por una vez fue decididamente deficiente en talento militar. Contra el genio de los grandes comandantes aliados Marlborough y Eugene de Saboya. Francia tenía en su mayoría mariscales y generales de segunda clase (Luxemburgo había muerto en 1695). Los aliados ganaron una sucesión de victorias notables: Blenheim (1704), Ramillies (1706), Turín (1706) y Oudenarde (1708). Los franceses obtuvieron algunos éxitos en Italia y triunfaron en España. Los aliados ganaron la sangrienta batalla de Malplaquet (11 de septiembre de 1709) a un costo tremendo, e Inglaterra se retiró del esfuerzo de guerra en repugnancia por las víctimas. La causa francesa fue ayudada inmensamente por el brillante mariscal Villars. cuyas victorias mejoraron la posición negociadora de Francia a medida que la guerra terminaba.

En 1713 y 1714, los beligerantes agotados negociaron tratados que terminaron la guerra. Felipe de Anjou fue reconocido como rey de España, pero las coronas de Francia y España se separaron permanentemente. Luis XIV murió en 1715 y fue sucedido por su bisnieto. Luis XV.

Luis XV (“le Bien-Aime”)

El reinado de Luis XV 1715-74 estuvo marcado por la disminución gradual de la máquina militar creada por Louvois y Turenne. El cuerpo de oficiales creció de manera alarmante, hasta que a mediados de siglo la proporción de oficiales y hombres reclutados era de 1 a 15. Además, la calidad del cuerpo de oficiales se deterioró: muchos eran débiles, incompetentes, venales o de aficionados. Inevitablemente, la disciplina sufrió, y el ejército, antes orgulloso, se convirtió en objeto de desprecio, una "mediocridad no calificada" a los ojos de muchos.

El reinado estuvo marcado por la inversión total de la política exterior de Luis XIV, pero los compromisos militares de Francia no disminuyeron apreciablemente, ya que las guerras de coalición de Europa continuaron sin disminuir. Francia se alió con los recientes enemigos de Gran Bretaña. Holanda, y Austria contra su antigua aliada España en la Guerra de la Alianza Cuádruple (1718-20). En la guerra de la sucesión polaca (1733-38). Francia apoyó el reclamo de Stanislas Leszczynski (suegro de Luis XV) a la corona polaca contra Sajonia, Austria y Rusia. El soldado más distinguido de Francia durante este período fue James Fitzjames, duque de Berwick y mariscal de Francia. Berwick, un hijo ilegítimo del rey James II de Inglaterra, fue asesinado en acción en el Sitio de Philippsburg (12 de junio de 1734). La campaña de Philippsburg también fue la última para un antiguo antagonista de Francia, el Príncipe Eugenio de Saboya.

La guerra de la sucesión austriaca (1740-48)

A pesar de ser un garante de la sanción pragmática, en esta guerra Francia se alió con Prusia, Baviera, Sajonia, Saboya y Suecia contra Austria, Rusia y Gran Bretaña. Francia no entró oficialmente en la guerra hasta 1744, pero los "voluntarios" franceses sirvieron desde 1741, una pieza de falta de sinceridad decididamente moderna.

La guerra marcó el surgimiento de uno de los mejores soldados de Francia, Maurice, comte de Saxe (1696-1750), un alemán de nacimiento, uno de los más de 300 hijos ilegítimos de Augusto II "el Fuerte", elector de Sajonia, un genio militar. y él mismo un prodigioso mujeriego. Haciendo campaña en Flandes, los Países Bajos austriacos y Holanda, Saxe ganó victorias contra los aliados en Fontenoy (10 de mayo de 1745), Rocourt (11 de octubre de 1746) y Lauffeld (2 de julio de 1747).

El éxito de Saxe en los Países Bajos no fue igualado por sus contemporáneos en otros teatros importantes, Italia y Alemania. En el mar, los británicos tenían ventaja sobre las flotas francesas y españolas. En América del Norte (la guerra del rey Jorge), a Francia le fue muy mal, incurriendo en graves derrotas por parte de los colonos británicos y británicos y los aliados nativos americanos. En India, sin embargo, Dupleix tuvo éxito en Madras y en Carnatic.

El Tratado de Aix-la-Chapelle (1748), que puso fin a la guerra, restauró todas las conquistas coloniales a su estado anterior a la guerra. Francia no ganó nada por las disposiciones europeas; Básicamente, la guerra había sido un fracaso.

La guerra de los Siete Años (1756-63): el nadir

En la Guerra de los Siete Años en Europa, Francia y sus principales aliados, Austria (el Imperio) y Rusia, lucharon contra las fuerzas numéricamente inferiores de Prusia y Gran Bretaña. Las potencias aliadas, que operan en líneas exteriores, hicieron varios intentos mal coordinados para aplastar al Rey Federico el Grande de Prusia por las invasiones convergentes de Hannover y Prusia. Inicialmente, los franceses, bajo el mariscal Louis d'Estrees, tuvieron éxito contra el ejército británico-Hannoveriano dirigido por el hijo del rey Jorge II, William Augustus, duque de Cumberland, a quien Saxe había golpeado en Fontenoy (a pesar de la espléndida valentía de los británicos). - Infantería Hannoveriana).

Derrotado en Hastenbeck (26 de julio de 1757), Cumberland fue atrapado en KlosterZeven (Zeven) y obligado a conceder Hannover a los franceses. La Convención de Kloster-Zeven fue la peor rendición británica hasta Dunkerque (1940), sin excluir a Yorktown. El reemplazo de D'Estrees, el mariscal-duque Louis de Richelieu, no cooperó con Charles de Rohan, el príncipe de Soubise y el príncipe de Saxe-Hildburghausen a la cabeza del ejército franco-reich. A pesar de la gran superioridad numérica, los aliados fueron derrotados gravemente por Frederick en Rossbach (5 de noviembre de 1757).
La gran victoria en Rossbach eliminó a uno de los dos ejércitos franceses comprometidos con el alemán y permitió a Frederick concentrar sus energías en los austriacos y rusos. De aquí en adelante, los franceses se opusieron en el frente del Rin por el dotado príncipe Fernando de Brunswick. Luis, marqués de contades. fue derrotado por Ferdinand en Minden (1 de agosto de 1759) y los franceses fueron devueltos al Rin. Posteriormente, Fernando luchó con éxito contra los franceses (1760-62) y finalmente los condujo a través del Rin.

En el Nuevo Mundo, los franceses, liderados por el brillante Louis Joseph, marqués de Montcalm-Gozon. tuvieron éxito inicialmente (Guerra Francesa e India), pero Montcalm fue derrotado por James Wolfe en Quebec (13 de septiembre de 1759), y la conquista británica de Canadá se completó dentro de un año. Tanto Montcalm como Wolfe murieron en la batalla que decidió el destino de un continente.

En la India, las débiles fuerzas francesas fueron dirigidas por el conde Thomas Arthur Lally, un distinguido veterano de ascendencia irlandesa, que fue golpeado tanto por la ineptitud y las maquinaciones de sus oficiales como por el genio del soldado británico Sir Eyre Coote. Lally perdió la India y se dirigió al andamio para buscarla, un error judicial que recordó Voltaire en Fragments of India.

La marina francesa no era rival para los británicos en el mar. La superioridad naval británica contribuyó al aislamiento relativo de las fuerzas coloniales francesas y a la disparidad en la movilidad estratégica, los números y los recursos dondequiera que las dos potencias se enfrentaron.

El Tratado de París (1763) marcó la humillación política y militar de Francia y el predominio de Gran Bretaña en Europa y en el extranjero. Francia perdió la mayor parte de su imperio norteamericano y caribeño, incluido Canadá, y la India francesa prácticamente fue desmantelada. En Europa, Francia se había hundido tan bajo que casi fue eclipsada por una España resurgida, dirigida por el rey Carlos III (que reinó entre 1759 y 1988).

Reforma militar y renacimiento

Francia siempre había sido un ambiente agradable para los pensadores militares, y no pocos excéntricos. Entre los grandes teóricos del siglo dieciocho se encontraban Jean Charles, chevalier de Folard (1669-1752), y Marshal Saxe, cuyo Mes ensueño todavía se lee y se admira. Durante la Guerra de los Siete Años, el innovador Marshal-Duke Victor-Francois de Broglie, vencedor de Brunswick en Bergen (13 de abril de 1759), introdujo la organización de división de armas, un precursor necesario del cuerpo del ejército napoleónico más grande.

Así, a pesar del estancamiento y la enervación tan pronunciados a mediados del siglo, no es sorprendente que las fuerzas armadas francesas se reformaran y modernizaran durante el reinado de Luis XVI 1774-92. El principal agente de la reforma fue el ministro de guerra. Claude Louis, conde de St. Germain (1707-78), quien fue asistido en su trabajo por Jacques Antoine Hippolyte. comte de Guibert (1743-90; táctica y doctrina), Jean Baptiste Vaquette de Gribeauval (1715-89; material de artillería y organización), y Jean Baptiste Donatien de Vimeur, comte de Rochambeau (1725-1807; táctica y organización de infantería).

Aunque el antiguo ejército fue arrastrado por la Revolución (1789), estos reformistas fueron directamente responsables de crear el núcleo profesional de los exitosos ejércitos revolucionarios. Sin embargo, la buena calidad del ejército francés reformado ya era evidente en 1780 en el pequeño pero magnífico cuerpo expedicionario que Rochambeau llevó a Estados Unidos y que tuvo un papel tan importante en la campaña de Yorktown.

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