lunes, 15 de septiembre de 2014

El montonero arrepentido ignorado por la subversión kirchnerista

El intelectual exmontonero cuya muerte ninguneo el kirchnerismo
Por Ceferino Reato. - Perfil
Los emails del sociólogo antes de fallecer y las causas de su "invisibilización". 

 Héctor Leis falleció el sábado pasado en Brasil, donde se exilió en 1976.


Es una impresión, pero creo que la muerte de Héctor Leis está pasando demasiado desapercibida. Leis es el sociólogo y profesor universitario que en sus últimos libros y artículos pidió perdón por su pertenencia a Montoneros en los 70 y describió con agudeza y sentido del humor muchos de los mitos que sostenían a las guerrillas y que explican cómo tantos jóvenes tomaron las armas. Además, protagonizó junto con Graciela Fernández Meijide un documental, El diálogo, que debate todas esas cuestiones.

Es decir que para el kirchnerismo y sus intelectuales Leis se había convertido en un personaje incómodo. Eso explica el silencio de este sector frente a su muerte; aplican la táctica del “ninguneo”: ¿para qué van a criticar, para que van a “darle prensa”, a un personaje que ya no podrá incomodarlos? El papel que cumplen no es, precisamente, debatir, sino construir relatos maniqueos sobre la historia reciente y proyectarlos a las lucha políticas del presente.

Se explica menos el silencio entre los intelectuales no kirchneristas, salvo excepciones. Creo que los 70 son un tema incómodo; la mayoría de estos intelectuales no quiere abordarlo y solo lo hace cuando se ven obligados. En todos estos años, no han sabido salir de la trampa que les ha tendido el kirchnerismo. Es una trampa rudimentaria pero efectiva: ante cualquier atisbo de crítica, los vincula con “la teoría de los dos demonios”, “la derecha”, “el golpe cívico militar”, el mal, los buitres de la historia y del presente.

Para unas u otras razones, los intelectuales, en general, mantienen clausurado el debate sobre los 70 como si todo ya estuviera dicho, como si nada puede aprenderse de una época que concentra muchas de las virtudes pero también de los vicios de nuestra cultura política (entre los vicios, anoto el autoritarismo, el espíritu de facción, la intolerancia, el mesianismo y el redentorismo).

Leis vivía en Brasil, donde se había radicado durante la dictadura argentina. Al menos en el último tramo de su vida, estaba disgustado con los intelectuales argentinos, en general. Me lo comentó en un email el 21 de julio, es decir un mes y medio de su muerte. La enfermedad que lo iba consumiendo no lograba apagar su entusiasmo por dar a conocer sus ideas y generar debate; estaba preocupado por la escasa repercusión pública de su último libro, Memorias en fuga, al contrario de lo que había pasado con Un testamento y el documental El diálogo.

“Mis otros textos no ofrecen tantos elementos como éste; sin embargo, Memorias… fue blindado por un silencio de los medios y de mis colegas intelectuales que me frustra y no consigo entender. Este silencio sería menos ominoso si no recibiera en privado los elogios que mis colegas me niegan en público”, me dijo.

Yo le di un par de ideas para impulsar el libro, y agregué: “Es importante no desanimarse a causa del medio ambiente: los intelectuales en esta parte del mundo no son muy generosos”.

Leis me respondió al día siguiente, el 22 de julio. Sobre una de las ideas que le propuse, me dijo: “Lamentablemente, ya no consigo hablar bien como para hacer algo por videoconferencia, pero quizás se pueda organizar algún debate sobre el libro”. Y añadió: “Estoy convencido que al elitismo intelectual-académico-progresista que existe en Argentina debemos atacarlo de frente, es parte importante de la obturación del debate sobre la cultura política dominante en el país. ¡En mis Memorias… los maltraté todo lo que pude!”.

*Editor ejecutivo de la revista Fortuna, su último libro es ¡Viva la sangre!

domingo, 14 de septiembre de 2014

El oro argentino que dilapidaría Perón

Memoria: el oro con el que se tropezó Perón



Cuando las arcas estaban llenas

Dos veteranos marinos mercantes recuerdan los peligrosos tiempos de la Segunda Guerra Mundial en que, desafiando a los submarinos alemanes, trasladaban desde Estados Unidos enormes cargamentos de oro con el que los Aliados pagaban las exportaciones argentinas. Años después, verían también cómo el metal precioso se marchaba del país


Los capitanes Suburo y Boano, en los muelles donde hace seis décadas se acumulaba el oro
Foto: Julián Bongiovanni

En su libro De Perón a Lanusse. 1943-1973 , Felix Luna citaba cómo Juan Domingo Perón se había vanagloriado en 1946 afirmando: "No podemos caminar por los pasillos del Banco Central, tan abarrotados están de lingotes de oro". Como siempre, consumado artista en el arte de la contradicción, el mismo caudillo afirmaría años después, ya en el exilio en Madrid, que "cuando yo me hice cargo del gobierno, encontré un país endeudado y descapitalizado", como se encarga de reseñar Hugo Gambini en su pormenorizado libro Historia del peronismo (1943-1955) . Como siempre, en algún lugar intermedio entre afirmaciones tan distantes y categóricas, la verdad se oculta esperando al historiador.

Una buena pista para acercarnos al tema nos la proporcionan dos veteranos marinos mercantes argentinos, que en los riesgosos tiempos de la Segunda Guerra Mundial navegaron desde y hacia los Estados Unidos por mares escrutados rigurosamente por los periscopios de los submarinos alemanes, en muchos casos transportando remesas de oro que nuestro país recibía a cambio de sus vitales embarques de granos y carnes a los Aliados.

Buena parte de la conversación con los capitanes Carlos N. Suburo y Luis Fabián Boano (ambos de más de 80 años) tuvo lugar en la calidez del comedor del hogar de este último, ubicado en un tranquilo vecindario de zona norte.

El primero en hablar es el capitán Suburo. Macizo, de estatura mediana y bigote recortado, resulta un consumado conversador, repleto de anécdotas y recuerdos fascinantes que lo llevan por los distintos mares del mundo. "Los embarques de oro desde los Estados Unidos hacia nuestro país -recuerda el marino- fueron numerosos entre 1943 y 1945. Siendo yo segundo oficial del buque frigorífico Río Luján (el viejo barco francés Katiola), momentos antes de salir del puerto de Nueva Orleans para Buenos Aires con carga general, el 7 de diciembre de 1943, alrededor de las 15 horas local, el capitán del buque, Silvio Leporace, avisó por vía del primer oficial que la salida quedaba demorada, sin especificar la causa del retraso. Momentos después apareció frente al buque un camión pintado de negro con grandes carteles a sus costados de propaganda de cigarrillos Camel. A continuación, el acompañante del chofer del vehículo subió al buque para hablar con el capitán Leporace. Y el chofer procedió a abrir las puertas de atrás. Del interior del camión bajaron entonces dos soldados muy bien armados (eran dos gorilas, verdaderos mastodontes) y comenzaron a descargar 27 cuñetes de unos 70 centímetros de altura, que fueron embarcados haciéndolos rodar por la planchada que se encontraba a nivel del muelle y llevados al mismísimo camarote del capitán, para colocarlos alrededor de una mesa. Terminado el operativo, el buque inició la maniobra de salida. Nos enteramos luego de que los cuñetes dejados en el camarote del capitán contenían oro. `Nunca he tenido tanta plata junta´, dijo éste. Al llegar a Buenos Aires, el 29 de diciembre de 1943, los cuñetes fueron desembarcados de inmediato y trasladados al Banco Central. Fue éste el primer embarque de oro del que tengo registro, y le sucedieron muchos más".



Rio Lujan

El puerto dorado

Posteriormente, Suburo recuerda que ya terminada la guerra, en septiembre de 1946, embarcó en Nueva York como pasajero en el Río Deseado (tras haber sido desembarcado allí del Río Juramento por sufrir un accidente), al mando del capitán Esteban Picchi. El buque salió para puertos canadienses sobre el río San Lorenzo a buscar bobinas de papel. Luego, volvió a Nueva York solamente para cargar cuñetes de oro. Con este cargamento, señala Suburo, llegó a Buenos Aires el 11 de noviembre de ese año. En ese período de los últimos años de la guerra y primeros meses de la posguerra, asegura el marino, prácticamente todos los buques de Flota Mercante del Estado que recalaron en Nueva Orleans volvieron con su carga de oro. Claro que las cosas pronto cambiarían.

"Estos eran los tiempos -recuerda Suburo- en los que Perón declamaba que no podía caminar por los pasillos del Banco Central por los lingotes de oro que se habían acumulado allí. Pronto tendría espacio", bromea.

"Ya a principios de 1947 -aclara el marino-, mientras esperaba ir a Sunderland a la construcción del barco Río Chico, me destinaron a las oficinas de personal embarcado de Flota Mercante del Estado para diligenciar el traslado en avión a los Estados Unidos de tres tripulaciones para los buques Victory denominados Río Aguapey, Río Araza y Río Atuel. El embarque de los tripulantes sería mediante FAMA (que posteriormente se convertiría en parte de Aerolíneas Argentinas), que tenía sus oficinas en la calle Lavalle, entre San Martín y Reconquista. Allí me enteré de que pese a estar listas para el viaje las tripulaciones mencionadas, éstas no podían partir porque todos los aviones de FAMA estaban en ese momento destinados a trasladar cuñetes de oro rumbo a los Estados Unidos."

Consultado sobre las causas que llevaron a que el metal precioso abandonara su domicilio argentino de tiempos de guerra, Suburo contesta: "No sé la verdadera razón de estos embarques, claro que por todos lados se oían afirmaciones de que se estaba pagando a los Estados Unidos por material bélico usado en la Segunda Guerra Mundial, además de por las compras del famoso IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio). Entre el material de rezago que compramos en esos tiempos había unos camiones anfibios que mucho después pude ver en acción en el lago San Roque paseando a turistas. También había una enorme partida de material bélico usado que permaneció encajonado por muchos años en las cercanías de La Plata."

El dueño de casa, capitán Luis Fabián Boano, de porte atildado y notable claridad de conceptos, también recuerda muy precisamente la época en la que el oro de los Aliados se embarcaba rumbo a Buenos Aires. "A mí me tocó traer el oro en tiempos de guerra. Perón no era todavía presidente, pero ya estaba acumulando poder. El oro lo traíamos en los buques de Flota Mercante del Estado en unos barriles a los que les llamaban cuñetes. En el entrepuente de mi barco, el Río Atuel, le habíamos hecho un recinto de seguridad, un locker . ¡Bah!, seguridad relativa, para que no estuviera a mano de cualquiera. Los lingotes los traíamos, básicamente, del puerto de Nueva Orleans. El último embarque de oro con el que viajé fue en el Río Atuel, en febrero de 1945. El metal precioso venía a cambio de los cereales, cueros, metales y minerales que enviábamos a los Aliados." .



Rio Atuel

Sin lugar para más oro

Haciendo referencia a ese último viaje a bordo del Río Atuel, Boano agrega: "En esa ocasión trajimos 13 cuñetes de oro (que era bastante poco en comparación a viajes anteriores). Adentro de los cuñetes estaban las barras o ladrillos de oro. El monto total del valor del cargamento no lo conocíamos. Cuando llegamos al puerto de Buenos Aires no pudimos descargarlo porque no había lugar donde guardarlo. Nos tuvieron 24 horas ahí amarrados, rodeados por tropas del Ejército. Estuvimos en guardia todo el día porque en el Banco Central no había lugar donde ponerlo. Esa noche hubo siempre una tanqueta del Ejército en la proa y otra en la popa. No dejaban acercarse ni a una mosca. Tras un día de espera recién pudimos bajar el oro, siempre con las tanquetas apostadas alrededor. Mientras tanto, el barco había estado sin operar, no pudimos descargar, cargar, ni nada."

En todos esos viajes con tan preciosa carga a bordo, Boano señala que no hubo el menor inconveniente. "Para nosotros el oro era como una carga común. A veces no entraban los camiones junto al muelle en Nueva Orleans, sino que los cuñetes venían directamente en una carretilla. Nosotros, ya embarcados, los revisábamos una o dos veces por día, comprobando que los candados de seguridad estuvieran todos en su lugar. Nunca faltó nada. Claro que en los barcos argentinos, por entonces, no había problemas de seguridad, ya que todos los tripulantes eran argentinos o españoles. Además, cuando en Nueva Orleans los norteamericanos traían el oro era en el momento mismo de la partida de la nave, y en Buenos Aires, enseguida de llegar, salvo excepciones como la que mencioné antes, lo descargaban".

 El mayor riesgo de aquellos viajes, claro, lo constituían los submarinos alemanes que pululaban cerca de la Costa Este de los Estados Unidos (el lugar más peligroso para la navegación, en el que según señala Boano, se veían a veces los mástiles de los barcos hundidos) y en el Caribe. "En el Caribe, cerca de Cuba, mientras hacíamos ese transporte, una o dos veces se nos acercaron submarinos alemanes. Se pegaban a nuestro barco y una comisión nos abordaba. Siempre alguno de ellos hablaba castellano y se hacía entender. Nosotros estábamos preocupados por el oro, pero ellos nos salían pidiendo cigarrillos. Tenían una necesidad bárbara de cigarrillos, así que les dábamos cajas de cincuenta atados, y a cambio, ellos nos dejaban cajas de champagne Pommery".

Para el capitán Boano, el oro acumulado en tiempos de guerra se fue del país en los primeros años del gobierno de Perón. "Se fue a cambio de material de guerra anticuado y en mal estado. Cerca de La Plata, se veían terrenos inmensos llenos de jeeps y tanquetas viejas. Yo creo que tuvo que haber una coima inmensa allí, para comprar toda esa porquería, que además, estaba en malas condiciones. La mayoría de esos vehículos no funcionaban y había que arreglarlos", concluye el veterano marino.

 Por supuesto, las opiniones de estos marinos acerca del destino final de las reservas metálicas acumuladas en tiempos de guerra podrán ser motivo de múltiples y dispares apreciaciones por parte de economistas e historiadores. Lo que nadie podrá negar es que con sus propios ojos de viejos y curtidos zorros de mar vieron los preciosos cargamentos con los lingotes que, según contaba Perón, alguna vez impidieron el paso en los pasillos del Banco Central.

  Por Ernesto G. Castrillón y Luis Casabal

Fuente

sábado, 13 de septiembre de 2014

El trayecto y las pérdidas de la Armada Invencible y la búsqueda de sus restos

Las pérdidas de la Armada Invencible
Con las excavaciones arqueológicas del galeón San Marcos ya son nueve los barcos de la Armada Invencible estudiados en las costas de Irlanda y Escocia.


viernes, 12 de septiembre de 2014

Guerra contra la Subversión: "Rita", la hija de puta

¿QUIÉN ERA LAURA ESTELA CARLOTTO, NOMBRE DE GUERRA “RITA”, MILITANTE DE MONTONEROS? SU POSIBLE PRONTUARIO




Laura Estela Carlotto Barnes, había nacido el día 21 de febrero de 1955, recibiendo el DNI 11.614.026 siendo su madre Estela Barnes de Carlotto. Al año 2014, tres de sus hermanos son funcionarios. Uno de sus hermanos era Remo, quien es actual Diputado Nacional del oficialista Frente para la Victoria, y es integrante de “La Cámpora”. A su vez, Guido Carlotto es el Secretario de Derechos Humanos bonaerense. A su vez, Claudia Carlotto es titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi).

RITA

¿Era “Rita” concubina de Fontan o de Falcone? ¿Era su cuñado Jorge Falcone, cuyo nombre de guerra era “Chiqui”?
Distintas fuentes que pueden recabarse en Internet, ofrecen un posible historial de la trayectoria de “Rita”, el cual era el nombre de guerra en la organización Montoneros de Laura Estela Carlotto Barnes.
Tenía “nombre de guerra” (NG), porque ocupaban un status militar, en el marco de una guerra llevada a cabo contra la sociedad civil para adueñarse del poder durante la década de 1970.
La Organización Política Militar Montoneros, llevó a cabo acciones en las cuales “Rita” había actuado personalmente de forma no organizada o dentro de una estructura de combate: Pelotón, Grupo, Sección, etc. y conducidas por un responsable, siendo tal el modo de operar de dicha organización.

¿INOCENTE COLEGIALA?

La hija de Estela de Carlotto, quien se llamaba Laura Estela Carlotto (Nombre de Guerra “Rita”), durante el verano de 1974, vistiendo un uniforme de colegiala, asesinó por la espalda con cinco tiros a un militante de la CNU (Concentración Nacional Universitaria). Una semana después, los montoneros mataron a otro cuadro de la CNU y ahí se produjo la guerra.
Laura Estela Carlotto estaba casada, había pasado a la clandestinidad para cometer actos de terrorismo, y además tenía dificultad para llevar a buen término los embarazos, un dato que su madre siempre se ha cuidado de ocultar para sostener el dato plagado de “pistas falsas” (según sus propios dichos) del supuesto nieto “Guido”.
Años antes a 1977, cuando su hija no era subversiva y estaba aun normalmente casada, Estela Carlotto llegó a la casa de la madre del general Bignone, donde celebraban con algunas amigas el cumpleaños de la hermana del mismo, sumamente compungida porque "su hija casada no había podido tener familia"... Al parecer, estos hechos son parte de una Historia que no se cuenta.

VIOLENTA BIOGRAFÍA

En 1976, Laura Carlotto tenía 21 años y vivía con unas amigas en La Plata, en un departamento justo enfrente de la comisaría novena. Les parecía que, de tan obvio, las ponía a salvo de sospechas: era un primer piso con dos habitaciones donde vivían y se refugiaban muchos militantes de la JUP. Allí empezó un periplo de casa en casa según el libro "Laura, vida y militancia", escrito por María Eugenia Ludueña y publicado por Editorial Planeta Argentina.
El libro señala que "el Consejo Nacional de Montoneros había dado a conocer el Código de Justicia Penal Revolucionario. Sus directivas alcanzan a distintos niveles de la organización: militantes, activistas y colaboradores, incluso de las agrupaciones, con distintas penas. Sus artículos definen las figuras del delito: traición (colaborar con el enemigo), delación, deserción. No caer combatiendo o evitar el combate en una situación donde se impone, faltar a una opereta, configuran delitos muy graves. Algunos se castigan con fusilamiento. La pena máxima solo puede ser dictada por el Consejo Nacional de la Organización, a propuesta del Tribunal Revolucionario. O también, por propia decisión del Consejo cuando el juicio se hace por apelación, o a pedido de algún miembro."
"Laura cuenta cómo van sus operativos de pintadas. Su hermano Kibo, que recién hace sus primeros pasos en la militancia, la ayuda a planearlas, a veces le alcanza un informe de la zona...  En las primeras semanas de marzo de 1976, el Poder Ejecutivo envía al Parlamento las reformas que endurecen la legislación antisubversiva, similares a las dictadas años atrás por Onganía. Unos días más tarde, las medidas represivas que emanan de la Presidencia incluyen la pena de muerte. Los militantes de la JUP ya no hacen reuniones de ámbito, solo respetan el calendario de las citas en los lugares públicos. A veces ni se hablan: simplemente uno ve pasar al otro o se cruzan en una caminata efímera, donde circulan por veredas opuestas, en direcciones contrarias. Si hay alguna información entonces sí, se acercan y se la transmiten rápidamente. Los responsables informan la cita del día siguiente y siguen caminando. “Mañana en 7 y 50, a las nueve de la mañana”. Si pasan diez minutos y la otra persona no llega, es una señal pésima, hay que retirarse y echar a correr la voz. Es crucial enterarse pronto de que un compañero ha caído en manos del enemigo. Ya saben que si uno de ellos desaparece, el riesgo lo corren todos. Los que empiezan a contar que a algunos militantes los levantan en la calle, los torturan salvajemente y no los ven más son amigos de Laura. Algunos se quiebran y pueden dar nombres, direcciones. O colaborar con la Policía que los lleva de paseo en auto a señalar gente." El libro, ¿da a entender que "Rita" era una "buchona"?

CON GRADO MILITAR

Los grados, en los primeros años, tenían los siguientes niveles: Miliciano, Aspirante, Oficial, Oficial 2º, Oficial 1º, Oficial Mayor y Oficial Superior. Con la organización y puesta en funcionamiento del Ejército Montonero el 05/10/75 en su ataque al cuartel de Formosa, los niveles pasaron a ser: Soldado, Subteniente, Teniente, Teniente 1º, Capitán, Comandante 2º y Comandante. Lo que no cambió son los cincos hechos delictuales de distinta intensidad de riesgo para la promoción de nivel. Estos siete niveles en uno u otro caso permiten inferir que para llegar a lo más alto de la conducción Oficial Superior u Comandante, los integrantes debían ejecutar como mínimo treinta y cinco acciones terroristas.
Rita militaba en la JUP y Prensa de Montoneros (Debate en la Causa 2955 “Almeida y otros” del Tribunal Oral Criminal Federal Nº 1 de La Plata, donde la madre, Estela Barnes de Carlotto declaró que su hija Laura Estela pertenecía a Montoneros al aparato de Prensa el 08/05/2012).

BOMBA AL JEFE DE LA PFA

El 18 de junio de 1976, Montoneros asesina al Jefe de la PFA General Brigada Cesáreo Ángel Cardozo (In Memoriam, Ed. Círculo Militar, Bs. As. 1999, Tomo I Pág. 270), mediante una bomba colocada debajo de su cama en el domicilio, por la Montonera Ana M. González NG “Teresa”, de 18 años, amiga de “Rita” (es decir, debía estar en contacto con ella por el vínculo de amistad).
El hecho fue muy promocionado por Montoneros, incluyendo una entrevista clandestina con la revista española Cambio 16. La terrorista posteriormente muere en 1977 al intentar evadir con un auto un puesto de control tránsito del EA, donde mata a quemarropa a un Soldado Guillermo Félix Dimitri; este antes de caer ametralla el auto con disparos de fusil FAL y la hiere de muerte en el hígado. Fallece horas después en una posta sanitaria clandestina; para evitar una propaganda negativa sus compañeros terroristas ocultan la muerte, incinerando el cuerpo y enterrando las cenizas en un lugar desconocido.
Este atentado fue planificado y ejecutado por integrantes del Departamento de Operaciones Especiales del Servicio de Inteligencia Nacional de Montoneros. En el mismo habrían participado entre otros su principal responsable, Mario Firmenich NG “Pepe” como Comandante, con un importante equipo militar, entre quienes se contaban Jorge Delfor Falcone NG “Chiqui” como encargado de dar a conocer los hechos en la revista Evita Montonera, que él dirigía, ya que manejaban una Central de Inteligencia y un aparato de prensa denominados Agencia Clandestina (ANCLA) y Cadena Informativa, respectivamente. Junto con él, habría participado en la sección de Prensa Laura Estela Carlotto Barnes NG “Rita”

ATENTADO A LA PF

Luego, el 2 de julio de 1976, la Conducción Nacional de Montoneros bajo la Jefatura de Mario Firmenich NG “Pepe”, autorizó al Área Federal, a su Departamento de Informaciones e Inteligencia, conducido por el escritor y agente cubano Rodolfo Walsh NG “Petrus” o “Esteban” - Capitán, al Departamento Operaciones cuyo responsable era el Comandante 2º Marcelo Daniel Kurlat NG “El Monra”, casado con Inés Carazo NG “Lucía”, de atentar contra la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal. Para ese propósito se utilizaría una bomba del tipo vietnamita, construida en los laboratorios que poseía la Organización en dos Unidades Básicas llamadas Juan Pablo Maestre y Héroes de Trelew de La Plata, respectivamente, que dependían de la Regional Sur – Columna La Plata se complementaban con otros centros logísticos situados en Martínez y en Berisso, de la provincia de Buenos Aires. Al respecto se afirma que entre 1976 y 1978, Montoneros produjo setecientos ochenta kilos de alto Explosivo Plástico (C-2), y sus Unidades Zonales más de mil quinientos kilos de explosivo de mediano poder, usado para los ataques con granadas y en operaciones cuyo empleo así lo requería.
Así, el 2 de julio se produce el atentado con explosivos en el Comedor de Seguridad Federal de la PFA con veintitrés muertos: Oficial Ayudante Alejandro Castro, Cabo Ernesto Agustín Suani, Cabo 1º Carlos Shand, Sargento Juan Paulik, Sargento Rafael Modesto Muñoz, Sargento Bernardo Roberto Tapia, Supernumerario David Ezequiel Di Nuncio, Oficial Inspector David Ron, Suboficial Auxiliar José Hilario Carvasco, Sargento María Esther Pérez Couto, Sargento (R) Romualdo Rodríguez, Sargento Bernardo Zapi, Agente José Roberto Iacovello, Agente Juan Carlos Blanco, Agente Alicia Esther Lunati, Agente Ernesto Alberto Martinzo, Cabo Genaro Bartolomé Rodríguez, Sargento Adolfo Chiariano, Cabo Elba Hilda Gazpio, Cabo Vicente Iore, Supernumerario Ramón Arias, Sargento Marta Olga Pérez de Bravo y Oficial Ayudante Héctor A Castro, la civil Josefina Cepeda 11, doce mutilados y sesenta y seis heridos. Habría sido ejecutado por Mario Firmenich NG “Pepe” como Comandante, con  Horacio Alberto Mendizábal La Fuente NG “Hernán” o “Vasco” o “Mendicrín” o “Antonio” o “Lauchón” como Comandante Responsable del Área Federal. También habrían participado Rodolfo Walsh NG “Esteban” o “Petrus” como Comandante 2º  Responsable Departamento de Informaciones e Inteligencia; Horacio Verbitsky NG “Roberto” o “Salazar” como Capitán y Responsable Subsector PFA del Departamento de Informaciones e Inteligencia; y Miguel Bonasso NG “Cogote” como Teniente, Integrante del Subsector PFA del Departamento de Informaciones e Inteligencia. Entre los partícipes necesarios se contaría con Jorge Delfor Falcone NG “Chiqui”, y Laura Estela Carlotto Barnes NG “Rita”

BOMBA EN EL CÍRCULO MILITAR

El 17 de octubre de 1976, Rodolfo Walsh, también tuvo participación en tareas de Inteligencia en la bomba colocada en el cine del Círculo Militar, con más de 50 heridos entre el personal retirado, familiares y socios de ese club, aprovechando su condición de hijo del JEMGE. Por su cargo y funciones, fue, además, propiciador de otra importante cantidad de atentados. Entre los partícipes necesarios de dicho acto terrorista se encontraban Jorge Delfor Falcone NG “Chiqui” y Laura Estela Carlotto Barnes NG “Rita”, y Adriana Puigross de Bernetti NG “Cabezona” integrante del Departamento de Informaciones.
Después, el 3 de noviembre de 1976, es copada la planta transmisora de Canal 2 de TV en La Plata, Montoneros pasa una proclama revolucionaria. Habrían Participado entre otros: Cañas Blanca Santiago Enrique, Aued Lara Roberto Eduardo NG “Turco”, Medici María Graciela de Aued, y Carlotto Barnes Laura Estela NG “Rita”.

BOMBA EN EL MINISTERIO DE DEFENSA

El 16 de diciembre de 1976, a las 19:15, Montoneros realizó un atentado protagonizado por el Pelotón de Combate Norma Arrostito de la Columna Capital en el microcine de la Subsecretaría de Planeamiento del Ministerio de Defensa, ubicado en el tercer piso del edificio que ocupaba en calle Bartolomé Mitre al 1462, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. En esa oportunidad se realizaba allí una reunión de trabajo y en momentos de producirse la explosión estaba colmada su capacidad; los participantes eran funcionarios militares, diplomáticos y civiles, entre los que había hombres y mujeres. Fue ejecutado por la organización terrorista Montoneros utilizando un artefacto explosivo de alto poder del tipo de bomba vietnamita. Este tipo de artefacto contiene -además del explosivo- perdigones y trozos de metal que al producirse la explosión se transforman en proyectiles y aumentan en forma considerable el número y gravedad de las víctimas. El artefacto explosivo fue colocado por un miembro de Montoneros, el sociólogo José Luis de Dios NG “Jerónimo”- empleado como asesor de esa Subsecretaría y con más de 10 años de antigüedad en el cargo. El procedimiento fue dejar en el centro del salón su maletín con la bomba activada y retirarse del lugar para concurrir al baño, dándose a la fuga en forma inmediata. Como consecuencia del atentado murieron 14 personas y resultaron heridas de distinta gravedad 30 de los presentes. Además, recibieron heridas otras personas que transitaban próximo al lugar. El lugar quedó totalmente destruido y la onda explosiva causó daños en locales vecinos, en el piso inferior y en edificios linderos.
La publicación clandestina de Montoneros Evita Montonera Nro 15 de febrero de 1977 en su página 27 decía que el atentado lo había cometido el Pelotón de Combate “Norma Arrostito” del ejército montonero, argumentando con falsedades el objetivo elegido, ya que allí no se efectuaba ningún tipo de planificación relacionada con la guerra contra el terrorismo subversivo. En realidad, el atentado se efectuó en ese lugar, por trabajar allí un miembro de la organización y tener éste la posibilidad de ejecutarlo sin mayores complicaciones y sin importarle la vida de sus compañeros de trabajo con los que había compartido 10 años de su vida. (Los terroristas llaman a esta actitud alevosa Moral revolucionaria) y no, por las causas expresadas por la organización, que eran falsas. José Luis de Dios, en septiembre de 1977, mientras se desempeñaba como Secretario de Prensa y Propaganda de la Columna 19 Norte fue abatido en un enfrentamiento. Habrían participado en el nivel de decisión Mario Firmenich NG “Pepe” como Comandante, y como partícipes necesarios formando parte del Departamento de Inteligencia: Jorge Delfor Falcone Méndez NG “Chiqui” y Laura Estela Carlotto Barnes NG “Rita”

AUTOPSIA

El 25 de agosto de 1978, son exhumados los restos de Laura Estela Carlotto Barnes de Fontan NG “Rita”, en La Matanza. En esa oportunidad fueron identificados sus restos por el EAAF en 1985. Lo insólito es que figura como desaparecida en el Nunca Más de la CONADEP en su edición 2006 (Roberto Baschetti, La memoria de los de abajo, Ed. De la Campana, La Plata 2007, Vol. 1, Pág. 108. Libro Tumbas Anónimas Pág. 169, de Cohen Salama Mauricio. Exhumada el 25/11/85 en el cementerio de La Plata).
Una versión afirma que “Rita” fue secuestrada en una confitería de la entonces Capital Federal en noviembre 1977, que estaba embarazada de 2 meses y medio, y que su hijo habría nacido en el Hospital Militar. El ex general Suárez Mason había sido condenado en Italia por la desaparición de ambos, de Laura Carlotto y de este supuesto hijo (nieto de Estela Barnes).
Según la versión oficial de la Policía Bonaerense, Laura murió el 25 de agosto de 1978, a la 1:20 de la madrugada, en un enfrentamiento "con fuerzas conjuntas, dependientes del Área Militar 114, en la intersección de la Ruta Nacional N° 3 y Cristianía, Isidro Casanova". Tenía la mitad del rostro destrozado por itakazos y el vientre perforado por un disparo. El cuerpo fue entregado por la policía a una funeraria, adonde Estela Carlotto lo pudo recuperar luego de largos trámites. Es decir, según esta versión si eventualmente hubiese sido posible por un verdadero milagro que “Rita” hubiese tenido un hijo habría sido en su estado de clandestinidad, habiéndolo dejado a cargo de alguien mientras realizaba alguna operación de riesgo, en la cual aconteció el enfrentamiento.

¿Y VAELLO?

Hubo testimonio ante la CONADEP de un tal Vaello en 1984, preso en la cárcel y presunto ex CNU, quien dijo que el bebé fue entregado a un médico del cual indica nombre, datos y domicilio. Esto fue dicho en 1984 al juez que investiga este caso en forma puntual; se supone que en todos los años transcurridos ya debería haber aclarado esta denuncia, pero no hay ninguna diligencia al respecto en el expediente Bagnasco. El tal Vaello no ha declarado judicialmente, algo que sería inaceptable si lo que dijo fuera cierto. No hay ninguna declaración del tal Vaello ante la causa, ni constancias de lo actuado por el juez del caso puntual. Pese a haber sido entregado el cadáver de la terrorista muerta a su madre, no hay en la causa examen forense con constancias de embarazo anterior, algo elemental de hacer; justamente, en otro caso de esta investigación del juez Bagnasco, se intentó probar un nacimiento por el dictamen forense que informaba de un embarazo y parto antes de morir. Parecería que estos exámenes se practican cuando convienen a la querella y se desechan en caso contrario.

DINERO, PODER Y VENGANZA

El caso está repleto de contradicciones. Los familiares de Estela Barnes de Carlotto como se dijo al principio, han sido y son funcionarios.
Ella misma ha sido funcionaria bonaerense hasta su renuncia por motivo de desprolijidades en la gestión que no fueron aclaradas hasta el presente.
Es claro que toda persona tiene el más que esencial derecho a su propia identidad. La pregunta que surgiría a cualquiera es cómo fue que Laura "Rita" Carlotto tuvo un hijo si no podía llevar a buen término embarazos, cómo fue que estando embarazada fue detenida, o cómo fue que después de haber tenido un hijo y estando en clandestinidad participó de un enfrentamiento en el cual resultó herida mortalmente sin que su hijo estuviese en el lugar. Efectivamente, son contradicciones que se suman a que el "dato" que siempre sostuvo Estela Barnes de Carlotto no coincide en la fecha del nacimiento del joven Ignacio Hurban, cuyo nombre tampoco es "Guido", en tanto que ahora resulta que su padre sería Montoya, el cual antes jamás había sido mencionado como pareja de "Rita". Y además, ¿cómo aparece en el listado del "Nunca Más" en su edición de 2006 si no es desaparecida, ya que el cuerpo de "Rita" fue entregado a su madre el mismo día en que murió? Son incógnitas y contradicciones que no está a nuestro alcance resolver.
No obstante ello, la Justicia ha determinado que el “nieto 114” es de Carlotto, el nuevo “Guido Montoya Carlotto”, es efectivamente nieto de Estela Barnes. Todo ello mientraslLos médicos de la provincia de Buenos Aires repudiaron a su colega Julio Luis Alberto Sacher, cuyo nombre figura en el acta de nacimiento del nieto de Estela de Carlotto, Ignacio Hurban (Guido Montoya Carlotto). Automáticamente se le asignó una indemnización de un millón de Pesos y un salario de por vida de $ 6.000 mensuales.

JUSTICIA, PACIFICACIÓN Y CONCORDIA

Esta historia es una reconstruccion basada en datos que pueden hallarse en Internet. Seguramente existieron muchos hechos que se desconocen, y que tal vez se desconocerán por siempre jamás, debido a la clandestinidad con que operaron los grupos subversivos.
Lógicamente toda sociedad sana, todo ciudadano sano, repudia la injusta violencia, repudia el terrorismo. A su vez, no podemos dejar de repudiar los excesos cometidos en la sociedad de los "años de plomo", muchos de los cuales incluso fueron tenidos como "reglas del juego". A su vez, deben efectuarse reparaciones a todas las víctimas de aquella sociedad enferma, no solamente a una parte. Y debe crearse un clima apto para que todos los excesos cometidos sean reparados.
¿Existen casos que deben aun ser reparados? Indudablemente que sí, pero en un clima de violencia jurídica y moral se hace muy difícil tal reparación, por lo cual es menester crear el ámbito de serenidad para poner orden y "dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde" en derecho.

DEL HORROR A LA PACIFICACIÓN

Finalmente, no se puede dejar de mencionar el horror vivido en la década de 1970, provocado por grupos terroristas, por grupos paramilitares, y también por funcionarios del Estado.
Resulta claro que hubo una guerra, ya hubo dos Ejércitos que se enfrentaron, ambos con grados militares: las Fuerzas Armadas de la Nación, y las fuerzas militares constituidas con sus jerarquías por los subversivos de aquél entonces, quienes actuaron no sólo en tiempos de gobierno de facto, como pretende hacer suponer la "Historia Oficial", sino también en tiempos democráticos, incluso en contra del mismo gobierno de Juan Domingo Perón, quien dio durísimos discursos contra el accionar subversivo y terrorista que cada día se agravaba más en aquellos tiempos.
La Guerra contra la Subversión tuvo excesos que son injustificables e inadmisibles desde todo punto de vista. Pero ello no exime de responsabilidad a los terroristas, ni los autoriza a tomar venganza ahora que están en el poder. El dolor vivido por los desaparecidos y por los familiares de los desaparecidos, fue cambiado por un negocio. Los familiares de las víctimas de la subversión no deben imitarlos ni tomar el mismo camino.
La sociedad entera merece una pacificación y vivir en concordia y con justicia, evitando toda venganza. Sólo así podremos mirar y enfrentar el futuro unidos en la Verdad.

Fuentes: 


http://www.infobae.com/2014/08/05/1585564-la-historia-laura-la-madre-guido-carlotto

http://diariopregon.blogspot.com.ar/2011/06/carlotto-pidio-que-no-confundan-abuelas.html

http://seprin.info/2014/08/05/carlotto-tiene-que-tapar-el-default-y-el-procesamiento-de-boudou-dudas-del-nieto-sea-lo-que-dice-ser/

http://www.diarioveloz.com/notas/130474-fuerte-repudio-al-medico-que-figura-la-partida-nacimiento-guido-carlotto

http://www.revistaanfibia.com/feria-nota/laura-carlotto-el-principio-de-la-noche-interminable

Diario Pregón

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El golpe del 30 y el inicio de la primera industrialización argentina

Ni Década ni Infame. A 84 años del inicio de un tiempo esplendoroso 
Por Nicolás Márquez - La Prensa Popular



En lo que iba del año 1930 no se había llevado a cabo ninguna sesión ordinaria en el Congreso. Las provincias opositoras eran intervenidas, y el país padecía la incapacidad de un gobierno paralizado y agonizante. Fue en ese contexto, cuando el 6 de septiembre de 1930 el General José Felix Uriburu desfilaba acompañado por sólo tres escuadrones de caballería y 600 cadetes, en un marco de júbilo popular que colmó la Plaza de Mayo con el fin de deponer al demagógico gobierno de Hipólito Irigoyen, quien sin resistencia alguna, no vaciló en renunciar. Parecía un efecto “boomerang”, pues Irigoyen supo participar de todas las conspiraciones e intentonas fallidas de golpes de estado (la última fue en 1905), y precisamente él iba a ser luego el primer presidente depuesto por uno de ellos. El antecesor de Irigoyen, Marcelo T. de Alvear, había culminado su mandato en 1928, y esta fue la última vez en la historia en que la UCR. pudo terminar un gobierno completo.

El de 1930 no fue un golpe ¨anti-radical¨: relevantes hombres del radicalismo como el ex Presidente Alvear, el ex Vicepresidente Mosca, y el ex Gobernador de Bs.As. Crotto, o Melo y Gallo (cabeza de lista de diputados de la UCR)  reivindicaron luego el ¨golpe¨. El propio ex Presidente radical Marcelo T. de Alvear (antecesor inmediato de Yrigoyen), en un reportaje para el diario Crítica desde París, también lo reivindicaba y con lenguaje socarrón arremetía: “Tenía que ser así. Yrigoyen con una absoluta ignorancia de toda práctica de gobierno democrático, parece que se hubiese complacido en menoscabar las instituciones. Gobernar no es payar. Para él no existía ni la opinión pública, ni los cargos, ni los hombres. Humilló a sus ministros y desvalorizó las más altas investiduras. Quien siembra vientos cosecha tempestades”[1]. De inmediato, la Corte Suprema reconoció al gobierno provisional. El historiador radical Félix Luna cuenta que “La ciudad entera acompañó a los cadetes del Colegio Militar desde San Martín hasta Plaza de Mayo, entre apretadas filas de hombres, mujeres,  ancianos y niños que los victoriaban y arrojaban flores a su paso”[2]. El pensador Vicente Massot  agrega que “El derrocamiento de Hipólito Yrigoyen se pareció más a un desfile militar que a cualquier otra cosa…El 6 de septiembre el gobierno yrigoyenista ya estaba vencido. Careció de voluntad y de la inteligencia estratégica necesarias para desbaratar la conspiración cuando todavía podía hacerlo. Pasado ese momento, su inacción y su incapacidad lo condujeron a un final que a nadie sorprendió”[3]. Al día siguiente de producido el derrocamiento, el diario La Nación en su editorial comentaba “nunca en la Argentina un gobernante quiso mostrarse y se mostró más prepotente, mas omnisciente, ni llegó a dejar mayor constancia de su incapacidad de actuar, respetar y ser respetable”. El  ocho de septiembre el editorial del mismo diario complementaba: “la manifestación incontenible de un pueblo que, como ya lo dijimos ayer, fue llevado a un extremo que él hubiese deseado evitar, pero que se hizo inevitable porque vivía bajo una prepotencia como régimen  o sistema de gobierno que importaba la subversión total de la democracia y del régimen jurídico constitucional”.


Pistola HAFDASA Ballester Molina, producto de incipiente industrialización argentina

Si bien el entonces capitán y futuro dictador Juan Domingo Perón se ufanaría luego de haber tenido algún papel destacado en la revolución, según Joseph Page “el capitán Perón tuvo una participación marginal en el desarrollo de los acontecimientos”[4]. Sin embargo, el rol de Perón en el golpe del año 30´ no sólo es confirmado por un sinfín de documentos (incluso fotografías inequívocas de la época), sino que él mismo le confesó detalles a Tomás Eloy Martínez acerca de su rol en su primer golpe de Estado de la historia Argentina: “Yo estaba en la escuela superior de guerra en ese entonces, en 1930 se produce un movimiento general en el ejército, en el ejército nadie escapó a esa revolución y todos estábamos más o menos comprometidos (…) yo en ese entonces era capitán (…) nosotros éramos todos oficiales que participábamos de la revolución porque era una revolución militar y eso pasa por espíritu de cuerpo (…) no era difícil entrar, yo fui partícipe en la medida en que fueron los demás, sin ninguna decisión personal y siguiendo el movimiento que se estaba realizando (…) yo no creo que a Irigoyen lo voltearon, Yrigoyen cayó, era un gobierno popular, era un gobierno realmente representativo, pero totalmente inoperante frente a los grandes problemas que se presentaron, en ese momento yo creo que estaba todo el mundo contra el gobierno”[5]. En efecto, mal que le pese a los hagiógrafos del peronismo, su líder estaba exultante de alegría y calificó el golpe como “un milagro”, añadiendo que “Ese milagro lo realizó el pueblo de Buenos Aires, que en forma de avalancha humana se desbordó en las calles al grito de ´viva la revolución´”[6]. Razones no le faltaban a Perón para tamaña alegría personal: al día siguiente del derrocamiento de Irigoyen fue designado secretario privado del nuevo ministro de Guerra[7].

El Gral. Uriburu se constituyó así en el primer Presidente de facto de la historia nacional; gobernó un lapso breve (un año y medio), al poco tiempo se reanudaron los comicios y la actividad política, consagrándose Presidente el ex Ministro radical Agustín P. Justo. Empero, las jornadas electorales de los años ‘30 no gozaban de la transparencia debida: el fraude fue una práctica constante en esos tiempos. Con Uriburu, en 1930, se inauguró un período histórico que fue bautizado como la ¨década infame¨. El apodo que signa dicho lapso resulta a todas luces injusto. Por empezar, se le llama “década” al período que va desde 1930 a la revolución del 4 de junio de 1943 (que excede los diez años). Y en cuanto a la presunta infamia, cabe preguntarse:  ¿Infame comparado con qué y con quién?. En efecto, es erróneo juzgar los aconteceres históricos con la moral de hoy, aplicando la tabla de valores actuales a la comprensión de hechos pasados, cuando esa tabla no existía. Debe tenerse en cuenta el contexto de entonces.

En octubre de 1929, en EE.UU. 11 hombres del establishment se suicidaban, se estrenaba una depresión sin precedentes que duraría diez años. Millares de norteamericanos se arrojaban desde los rascacielos al ver pulverizadas sus fortunas. En 1931 hubo 5996 quiebras. En 1932 se habían esfumado 74 mil millones de dólares, 5 mil bancos cerraban, 86 mil empresas se derrumbaban, el precio del trigo se envilecía. En 1933 la desocupación trepó al 25%. En 1934, el 27% de la población urbana no poseía ingreso alguno[8].


Camiones y vehículos fabricados por la Hispano Argentina en la década del 30


A la empobrecida Latinoamérica no le iba mejor: la región padecía grotescas dictaduras. Getulio Vargas en Brasil, el Gral. Gómez en Venezuela y el Gral. Ibañez en Chile, México dejaba atrás dos décadas de guerra civil y se instalaba el hegemónico PRI, Trujillo manejaba a su antojo República Dominicana, Paraguay y Bolivia se debatían en guerra, lo mismo hacían Perú y Ecuador. Centroamérica tambaleaba al compás de inacabables guerras civiles de todo orden.

En Europa, Italia se hallaba bajo el mando de Mussolini, Alemania bajo el poderío hitleriano, España padecía guerra civil (con un 1.500.000 muertos), Rusia sufría el sanguinario despotismo iniciado por Lenin y continuado por Stalin (con 25.000.000 muertos), y a todo esto se le suma la gestación de la Segunda Guerra Mundial que estalla en 1939, la cual deja un saldo inédito de muertes y miseria con 55 millones de muertos conforme aseguran los estudios más reconocidos.

En todo ese período, la Argentina fue tierra de paz. No tuvo guerras, la libertad de prensa no era cuestionada, el Congreso funcionó a pleno y la independencia del Poder Judicial nunca se puso en tela de juicio. La gran depresión económica fue superada rápidamente. En 1939 el PBI real de la Argentina era un 15% superior al de 1929 (en ese lapso el PBI de EE.UU. sólo creció un 4%). En 1934 la producción industrial equivalía a la agropecuaria; finalizando la década lograba duplicarla. El mito del “peronismo industrializador” oculta que el pasaje de la economía agropecuaria a la industrial se produjo entre 1935 y 1946 y que durante los gobiernos de Justo, Ortiz y Castillo (los dos primeros con orígenes en el radicalismo y ex Ministros del Presidente radical Alvear) el desarrollo industrial alcanzó picos más altos que en el peronismo. Por ejemplo en 1935  la cantidad de establecimientos industriales era de 39.063 (ocupando a 44.582 obreros) conforme el primer censo industrial y ya en 1946 llegaron a ser 86.449 (ocupando a 938.387 obreros). El porcentaje de aumento de la población obrera en ese lapso fue del 75,4%[9] mientras que durante el período peronista (1946/54) fue del 11,7%. Asimismo, entre 1937 y 1946 el crecimiento industrial aumentó el 62%, mientras que en el lapso peronista (1946/2954) fue del 17%[10]. En 1939 la producción de Argentina era equivalente a la de toda Sudamérica junta, teniendo el 14,2% de la población y el 15.3% de la superficie total del continente[11]. No había desempleo, casi no existía analfabetismo, miles de europeos que escapaban del totalitarismo y la miseria eran recibidos a diario con los brazos abiertos. Las desigualdades sociales (que existían) eran sensiblemente menores a las del resto de Latinoamérica. Entre 1930 y 1943 la inflación fue nula. El crecimiento del salario real tuvo un promedio del 5% anual entre 1935 y 1943[12].

En 1937, el PBI per cápita de Italia no alcanzaba al 50% de Argentina, y el de Japón no llegaba al tercio. Fluían a borbotones opulentas construcciones, palacios e imponentes edificios (los estadios ¨Luna Park¨, ¨La Bombonera¨, ¨El Monumental¨ y la apoteótica calle Corrientes de Bs.As. emergía con la construcción de teatros como el ¨Opera¨ o el ¨Astral¨ y numerosísimos cines y predios artísticos). La movida cultural crecía a pasos agigantados. Se filmaban decenas de películas por año (desde 1937 Argentina ocupó el primer lugar en la producción hispanoparlante) en crecimiento constante: en 1936 se estrenaron 15 largometrajes; en 1937, 28; en 1938, 40; en 1939, 50; en 1941, 47 y en 1942 (último año de los gobierno conservadores) se llegó a 56 filmes. Todo esto no sólo era un logro cuantitativo sino cualitativo, porque las producciones eran de un nivel extraordinario. Hasta el emblemático crítico de cine Domingo Di Núbila[13] reconoció que “la Década Infame tuvo una peculiaridad: permitió una libertad prácticamente total de expresión no sólo en el cine, sino también en la prensa y en los libros”[14]. Justamente, el arte y el buen gusto predominaban y la industria editorial Argentina se convirtió en la primera de habla hispana. La movilidad social ascendente estaba a la orden del día y así lo demuestran numerosos datos anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial (colocados por hora-trabajo de mayor a menor en ranking mundial), los cuales daban cuenta de que, en lo concerniente al poder adquisitivo, los “obreros no calificados” tenían acceso : “con el pago de una hora de trabajo en Estados Unidos se adquiría 3,40 Kg. De pan; en Argentina 3 Kg., en Inglaterra 2,40Kg; en Francia 2.27…Carne por hora de trabajo en Argentina 1,50Kg, en EE.UU. 0.95, en Inglaterra 0.63, en Alemania 0.41…Café en EE.UU. 1.18 Kg, en Argentina 0.50 Kg, en Francia 0.27, en Bélgica 0.27, en Inglaterra 0.23…Manteca EE.UU. 0.72 Kg, en Argentina 0.50, Inglaterra 0.36…Para comprar una camisa se debe trabajar en EE.UU. 3.26 horas, en Inglaterra 4.30, en Argentina 5, en Bélgica 5.49…”[15]

La expresión “Década Infame” es recurrentemente repetida a modo de acusación por izquierdistas, progresistas y populistas de todo pelaje. Probablemente omitan aclarar que dicha etiqueta fue puesta por el nacionalista José Luis Torres, columnista del periódico Cabildo. Vale decir, esa etiqueta fue una suerte de forma de correr “por derecha” a los conservadores de los años ‘30.

Va de suyo que en un mundo tan doliente y convulsionado, la Argentina a pesar de sus muchos logros no era ajena a los problemas sociales en boga ni tampoco fue impermeable a las ideas y tentaciones estatistas que primaban por entonces en todos los países del planeta. Sin embargo, durante la etapa conservadora estas tendencias no llegaron a influir lo suficiente ni se aplicaron como en otros lares, dato que explica en parte el éxito político y económico de esta etapa. No obstante, por entonces se creó la Confederación General del Trabajo, se incorporó el ¨sábado inglés¨ (Ley 11640), se legisló sobre ¨horas de cierre y apertura¨ (Ley 11837), se otorgaron indemnizaciones y vacaciones a empleados de comercio (ley 11729) y se sancionaron diversas leyes sociales y jubilatorias. En suma, desde 1903 a 1943 se promulgaron más de cincuenta leyes sobre trabajo y previsión social[16]. Nosotros no celebramos estos datos que estamos arrojando, simplemente los exponemos, para dar cuenta que ya desde todo el Siglo XX en la Argentina existía una atmósfera consistente en dar cobertura social a diferentes estamentos de la sociedad. Desde una perspectiva ideológica, consideramos que estas medidas son bienintencionadas pero infructuosas, puesto que reportan un beneficio transitorio e inmediato a determinados sectores, pero en el mediano y largo plazo desalienta la inversión y disminuye la tasa de capitalización y con ello los salarios. En efecto, nosotros sostenemos que  nada mejora la calidad de vida del asalariado como las inversiones y la libertad de contratación. Pero esto es materia de debate para otro momento. Lo que sí queremos dejar demostrado, es que desde el punto de vista de la llamada “justicia social”, la Argentina tanto bajo gobiernos conservadores como radicales había avanzado en esa materia pero en proporciones moderadas, motivo por el cual la estabilidad monetaria siempre estuvo vigente, siempre se respetó y protegió el derecho de propiedad y se le brindó suma importancia a las inversiones nacionales y extranjeras, así como también a la preservación de  la división de poderes, salvo excepciones.

Por entonces, los partidos políticos tenían representación parlamentaria y difundían con libertad sus doctrinas y diarios respectivos. La repudiable práctica del fraude electoral (argucia heredada de los radicales, que ya la practicaban efusivamente en consonancia con la sistemática intervención de provincias opositoras), estigmatizó para siempre la década. No pretendemos minimizar o justificar esas trampas electorales, pero en verdad, estas se constituyeron en un mero pecado venial comparado con lo que pasaba en el resto del mundo, y con lo que sucedió en el país desde mediados de los años ‘40 en adelante.

Si aceptamos como válido que los años treinta fueron “infames”, y con la misma rigurosa vara juzgamos a las décadas subsiguientes, se torna imposible encontrar palabras que puedan calificar a estas últimas. Al respecto, señala el pensador de origen marxista Juan José Sebreli que “Las descripciones lúgubres sobre la crisis del treinta que hicieron J. A. Ramos o Hernández Arregui se ajustaban, en realidad, al último año de Irigoyen, cuando estalló el  crack de 1929…y el tango “Yira yira”, considerado como un reflejo de la “década infame”, fue estrenado en 1929 durante el gobierno de Irigoyen. En la creación de la leyenda de la “década infame” se recurrió a argumentos tales como atribuir el suicidio de algunos políticos y escritores en esos años a la angustia producida por la decadencia del país. En realidad Lisandro de la Torre se mató por deudas, Alfonsina Storni y Horacio Quiroga por estar enfermos de cáncer, y Leopoldo Lugones por razones sentimentales y familiares”[17]. En efecto, la realidad era bien distinta y ante tanto desarrollo y deslumbramiento, el premio Nobel de economía Colin Clark pronosticaba en 1942 que “La Argentina tendrá en 1960 el cuarto producto bruto per cápita más alto del mundo”[18].

Pero Clark vaticinaba tan auguruoso futuro suponiendo que la Argentina seguiría por la misma senda y, obviamente, nunca imaginó lo que se comenzó a gestar a partir del golpe militar surgido el 4 de junio de 1943, que dio por tierra con el período glorioso y esplendoroso que nació hace 84 y cambió para bien las páginas de la historia.



[1] Ver Errores de los Militares en el Siglo XX-M.H. Laprida.

[2] Nuestro Tiempo – Félix Luna –citado en Los Errores de los Militares en el Siglo XX-M.H. Laprida

[3] Matar y Morir. Vicente Massot

[4] Joseph A. Page, Perón una Biografía. Ed Sudamericana. De Bolsillo, 1 edición, año 2005. Pág 47

[5] Juan Domingo Perón: “Reflexiones sobre Yrigoyen y el Golpe de 1930″. Reportaje concedido en 1970 a Tomás Eloy Martínez. Escuchar audio completo en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=GnWktZeXrZ0

[6] Joseph A. Page, Perón una Biografía. Ed Sudamericana. De Bolsillo, 1 edición, año 2005. Pág 48

[7] Como en verdad Perón simpatizaba con una línea golpista que estaba promoviendo el Gral. Agustín P. Justo (y que hasta el golpe rivalizaba con Uriburu), en señal de desconfianza este último después lo removió de ese lugar y lo nombró Profesor de historia militar en la Escuela Superior de Guerra.

[8] Citado en “Ni década ni infame”- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto

[9] Juan José Sebreli, los deseos imaginarios del peronismo” Ed. Legasa, BsA, 1983, pág 150.

[10] Juan José Sebreli, los deseos imaginarios del peronismo” Ed. Legasa, BsA, 1983, pág 154.

[11] Citado en “Ni década ni infame”- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto.

[12] Citado en “Ni década ni Infame”- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto.

[13] Domingo Di Núbila (Pergamino, 30 de enero de 1924 - ibídem, 7 de febrero de 2000) fue un periodista, historiador y crítico de cine argentino.

[14] Citado en Silvia Mercado, El Inventor del Peronismo, Raúl Apold, el cerebro oculto que cambió la política argentina. Ed. Planeta, 2013, Pág. 44.

[15] Ni Década  Ni Infame- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto

[16] El solo enunciado de la Ley N 4235 sobre pensiones a las clases y agentes de Policía y Bomberos de la Capital Federal y territorios nacionales hasta la N 12821 sobre pensiones graciables, da una idea de esa legislación hasta el golpe del 4 de junio

[17] Crítica a las Ideas Polítcas Argentinas -Juan José Sebreli, pág. 52

[18] Ni década ni infame- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto

martes, 9 de septiembre de 2014

La infinita paciencia de Larrabure frente a un periodista gubernamental

“No defiendo al Proceso, pero acá hubo una guerra revolucionaria”
Por  Raúl Arcomano - Sur



Arturo Larrabure pretende instalar la idea de que los crímenes del terrorismo de Estado son equiparables a los de la guerrilla. Abajo, su padre. (Hugo Lelouche)

Hijo de un militar muerto en 1975, encabeza a un sector que reivindica la teoría de los demonios
Es un caso paradigmático. Un cambio de estrategia de los sectores vinculados a la última dictadura: el secuestro y posterior muerte del coronel Argentino del Valle Larrabure busca instalar la idea jurídica de que el asesinato del militar es imprescriptible. Hasta ahora no ha tenido éxito: la Corte Suprema ya dictaminó que las acciones de la guerrilla en los ’70 no son crímenes de lesa humanidad. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) tomó el 10 de julio de 1974 la fábrica militar de Villa María, Córdoba. De allí secuestraron al subdirector del establecimiento, Argentino del Valle Larrabure. Era ingeniero químico y lo querían para que fabricara explosivos. Estuvo en cautiverio 372 días en una cárcel del pueblo y murió en circunstancias aún no esclarecidas por la Justicia. Para su familia, fue estrangulado por sus captores. El ERP siempre sostuvo que el militar se ahorcó con un cordel. La causa penal por el hecho empezó en agosto de 1975: se investigó durante más de dos años y se archivó al no conocerse los responsables.
Treinta años después, uno de sus hijos, Arturo Larrabure, se puso al frente de la causa. Es el vicepresidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), el mascarón de proa de un sector de la derecha castrense que busca equiparar a los crímenes cometidos al amparo del terrorismo de Estado con las acciones de las organizaciones guerrilleras. Para debatir sobre estos temas, Larrabure hijo aceptó una entrevista, realizada por mail, con Miradas al Sur.
–Un grupo de peritos realizó hace poco una relectura de los peritajes realizados en 1975 al cuerpo de su padre. ¿Qué dijeron?
–Los peritos del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema no hicieron una relectura de los peritajes realizados en el cuerpo de mi padre. Por el contrario, han plenamente coincidido con los médicos forenses de la Justicia nacional, José Guillermo Osman Dick y Avelino do Pico, y el médico legista de la Policía Federal, Horacio José Marinoni, quienes, en 1975, llegaron por unanimidad a la conclusión de que había sido estrangulado, basándose en que el surco de su cuello era de recorrido horizontal, levemente oblicuo, y no se interrumpía. En el ahorcamiento, por el contrario, el surco es de recorrido oblicuo y se interrumpe por la presencia del nudo. El año pasado, los peritos del Cuerpo Médico Forense, Oscar Ignacio Lossetti y Roberto Víctor Cohen; el titular de la cátedra de Medicina Legal de la UBA, Luis Alberto Kvitko; y el perito de partes, Enio Linares, concluyeron por unanimidad que fue víctima de una muerte violenta. Que fue estrangulado. Especial relevancia dieron a la determinación de alcohol etílico en sangre de 3,5 gramos: eso los llevó a concluir como verosímil que se encontraba “en estado de indefensión o por lo menos con disminución de su capacidad de reacción al momento de su muerte”. Descartaron la existencia de una asfixia por ahorcadura autoprovocada. Nunca tuve dudas de que a mi padre lo habían matado.
–Es una prueba que se suma al expediente judicial. La Justicia aún no dictaminó definitivamente que su padre haya sido asesinado.
–Son medidas de prueba de singular importancia. No es permitido al juez apartarse de las conclusiones de los peritos, a menos que cuente con argumentaciones muy sólidas para hacerlo.
–Hay otras versiones sobre cómo murió su padre. Gorriarán Merlo, uno de los líderes del ERP, dijo que su padre “padecía una afección psíquica preocupante y se suicidó”.
–¿Usted a quién le creería? ¿Puede darse más crédito a la declaración de gente que puede ser juzgada por este secuestro y asesinato, que a la opinión de los médicos? Los médicos actúan como científicos y no necesitan ocultar nada, los asesinos sí. La estrategia desarrollada por Página/12 y Canal 7 afirmando que Larrabure se suicidó fue intentada años atrás por Mario Roberto Santucho y desmentida por sus propias palabras. Un hombre que les pidió a sus hijos que perdonaran a sus secuestradores no se suicida. “Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios en mi familia, a la patria en mi Ejército, a mi pueblo no contaminado con ideas empapadas en la disociación y en la sangre”, escribió desde su horrendo cautiverio.
–También una investigación del periodista Carlos Del Frade señala que, según el expediente original, no hubo tortura ni asesinato.
–Si Del Frade hubiera tenido al menos la prudencia y el respeto de leer el expediente judicial habría comprobado que las dos autopsias ratificaban el asesinato. No se puede seriamente calificar de investigación a lo escrito por quien ni siquiera llevó a cabo esa tarea.
–Del Frade también afirma que la autopsia jamás ofreció como conclusión la certeza de un homicidio. Todo lo contrario: señala que era un cadáver que presentaba indicios de buena alimentación y buen cuidado, sin la menor marca de tortura o golpe alguno.
–Como no es perito forense, Del Frade ignora las diferencias que median entre la estrangulación y el ahorcamiento. Las características del surco, el grado de alcohol en sangre, y la inexistencia de síntomas propios del ahorcamiento son descriptas en la pericia de la junta médica de manera muy minuciosa. Pretender rebatirlos con citas de quienes, por su formación marxista, consideran a la verdad un prejuicio burgués, no es serio. Una persona con 3,5 de alcohol en sangre está en coma alcohólico. ¿Cómo puede ahorcarse?
–¿Cómo sigue la causa judicial?
–Se han ordenado los testimonios de Antonio Cafiero, Martín Caparrós, José Pablo Feinmann, Miguel Bonasso y Jorge Masetti (h), como parte de la investigación integral y profunda ordenada por el fiscal Palacín. Hemos interpuesto recursos de apelación contra la resolución de la fiscal (Liliana) Bettiolo, que denegó nuestro pedido de que se libre oficio al Ministerio del Interior para que informe la nómina de personas que han percibido las indemnizaciones previstas en la ley 24.411, clarificando si entre las personas indemnizadas se encuentran miembros de ERP y/o Montoneros, FAR, FAP y/u otras organizaciones guerrilleras, muertos durante los ataques a la fábrica Militar de Villa María, Regimientos de Formosa y Azul, y Monte Chingolo o durante enfrentamientos legales con las fuerzas armadas o de seguridad. La ley 24.411 posibilita que se indemnice aún a los que hubieran muerto por el accionar legal del Estado en ocasión de repeler un ataque terrorista a un cuartel durante un gobierno constitucional. Esto evidencia que el Estado argentino apoyó el accionar del terrorismo.
–¿La muerte de su padre fue usada por los militares para justificar el golpe?
–No. Es un hecho histórico indubitable que los militares dilataron el golpe de Estado pese al reclamo de la sociedad civil. Los que se esforzaron en adelantarlo fueron los propios integrantes de la guerrilla que, en pleno gobierno constitucional, realizaron la mayor parte de sus acciones terroristas. El lema de la guerrilla era “cuanto peor, mejor”.
–¿Por qué recién 30 años después decidió investigar la muerte de su padre?
–Mi padre siempre nos pidió que sepamos perdonar. Durante treinta años creí que el silencio era la mejor manera de realizar su voluntad, pero cuando observé que se mentía sobre el pasado entendí que a mi padre eso no le gustaría. Por eso recurrí a la Justicia, buscando siempre conciliar justicia con perdón.
–Usted pasó de pregonar “mirar hacia adelante, perdonar y olvidar” al discurso de “la reconciliación llegará sólo si se juzga a todos”.
–Siempre pensé que la mejor manera de saldar el pasado es llevando adelante un diálogo de reconciliación que permita realizar un juicio histórico riguroso de la trágica década del ’70, rescatando el valor de todas las vidas. En 1998, Videla y Firmenich aceptaron participar de ese diálogo, pero ni la Iglesia ni el poder lo convocaron. Llegado Néstor Kirchner al poder, lo descartó de plano, mientras impulsaba el juzgamiento de sólo una parte de los presuntos culpables y realizaba la apología del accionar de la guerrilla. A partir de ese momento, pensé que si la decisión era juzgar, debía juzgarse a todos. Comencé la lucha para que el crimen de mi padre fuera declarado de lesa humanidad.
–Pero la Corte Suprema y la Cámara Federal ya dictaminaron que las acciones de las organizaciones político-militares no son crímenes de lesa humanidad ni crímenes de guerra. Al estar prescriptos, no pueden juzgarse hoy.
–Por encima de lo resuelto por la Corte prima el derecho y la jurisprudencia internacional, que no dudan en considerar los crímenes de las organizaciones guerrilleras de lesa humanidad, aun cuando no haya mediado apoyo estatal. La Corte Internacional en el caso Nicaragua sostuvo que los contras estaban obligados a respetar a los civiles inocentes durante el conflicto armado interno que afectó a ese país, en función de la Convención de Ginebra de 1949.
–Con el fallo de la Corte de antecedente, ¿por qué el Celtyv sigue intentando equiparar los crímenes que se cometieron bajo el aparato represivo del Estado con los que ejecutó la guerrilla?
–Le invierto la pregunta: ¿por qué desde la Corte y las cámaras federales se desconoce la jurisprudencia internacional, que es obligatoria para nuestro país? No sólo las organizaciones que integro sostienen esta tesis. Como lo reconoció el ex fiscal del Juicio a las Juntas y actual fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, los crímenes de la guerrilla erpiana y montonera son de lesa humanidad. Entendió que el último régimen militar, la Triple A y la guerrilla cometieron ese tipo de delitos, declarados imprescriptibles.
–Avala la teoría de los dos demonios, entonces.
–No. La cuestiono por exigua. El verdadero demonio es la violencia que infecta el corazón de los hombres, y esa violencia no sólo estuvo inserta en el corazón de los guerrilleros y de los militares, también en el de los intelectuales, educadores, políticos, religiosos, que demencialmente predicaron los métodos violentos y destruyeron el sistema legal que había permitido combatir al terrorismo preservando la ley y la vida. Y lo grave es que perdura allí, como lo demuestra el Parque de la Memoria, donde se rinde público homenaje a muchos que asesinaron y secuestraron.
–¿Por qué tiene de abogado a Javier Vigo Leguizamón, ex funcionario de la dictadura santafesina?
–Moreno Ocampo reconoció que la lucha contra la guerrilla culminó en 1978, cesando entonces las desapariciones y torturas. Mi abogado fue subsecretario de Justicia y Culto de Santa Fe entre los años ’81 y ’82. En el epílogo de su libro Amar al enemigo condena en términos muy severos la aberrante metodología de las desapariciones, pero pide que también sean juzgados los civiles que comandaron las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Perón y su esposa y que, por acción u omisión, posibilitaron que 908 personas desaparecieran.
–Suele mencionar al Estatuto de Roma para definir el delitos de lesa humanidad. Pero está vigente desde 2002 y no es retroactivo.
–En su dictamen, el fiscal Palacín destacó que “las normas que sancionan los delitos de lesa humanidad han estado vigentes en la comunidad internacional desde hace décadas. La calificación de los delitos contra la humanidad no depende de la voluntad de los Estados, sino de principios del derecho Internacional”. Los crímenes contra la humanidad quedaron totalmente plasmados en el derecho internacional hace más de medio siglo, por lo que la categoría jurídica se encontraba plenamente vigente al momento de los hechos criminales que sufrió mi padre. Sin perjuicio de ello es indudable que la guerrilla argentina contó con la colaboración del Estado. Basta leer el discurso de Perón luego del ataque al regimiento de Azul, imputándole al gobernador Bidegain haberlo facilitado, para comprobarlo. Por algo renunció a los dos días.
–¿Cree que es posible hablar de reconciliación entre víctimas y victimarios, sin justicia de por medio?
–Sí, si hay verdadera vocación de diálogo, rigurosidad para el análisis histórico y voluntad de arrepentimiento. Todos debemos esforzarnos en poner la verdad por encima de la ideología, en comprender todo el dolor. La reconciliación es un camino independiente de la justicia, aunque ella puede ayudar a reconciliar la patria. Es fácil reclamar justicia a ultranza, cuando, por connivencias políticas o judiciales, los crímenes cometidos por el reclamante quedan impunes. La cosa cambia cuando una Justicia valiente y consciente de sus responsabilidades morales e históricas vuelve los ojos hacia el reclamante preguntándole qué hizo en ese pasado doloroso. Esa es la responsabilidad moral e institucional que pesa sobre los jueces.
–Cuando se habla de “pacificación nacional”, parece que se busca reflotar las leyes del perdón, los indultos y terminar con los juicios a represores.
–Yo no defiendo al Proceso. A mi padre, como a Rucci, María Cristina Viola y José María Paz, lo mataron antes de que comenzara.
–También hay una fuerte contradicción entre, por un lado, una retórica de “concordia” y, por otro, los feroces comentarios sobre las políticas de derechos humanos que lleva adelante el gobierno.
–Lo que particularmente cuestiono es la banalización de los derechos humanos. Que se los utilice para encubrir injusticias o actos de corrupción. Que se menosprecie a las víctimas de la guerrilla como si fueran meros objetos a eliminar.
–¿Aporta al debate relativizar las cifras de muertos y desaparecidos?
–Sí, aporta esclarecer el número real de desaparecidos. Es una falta de respeto a su memoria malversar las cifras o las circunstancias de su muerte en pos de cobrar improcedentes indemnizaciones. Coincido con Graciela Fernández Meijide cuando, cuestionando la estrategia de Eduardo Luis Duhalde, dijo: “Es todo tan circunstancial, de tal chiquitaje. Sustituir y llenar de mentiras. Como los 30 mil desaparecidos. ¿Con qué derecho cuando había un conteo de 9 mil? ¿Porque es un símbolo? Están los mitos, pero quien hace historia tiene responsabilidad política. Debe decir la verdad”.
–¿Qué significa para usted el término “memoria completa”?
–Una memoria que abarque todo el dolor y todas las culpas. El filósofo francés Tzvetan Todorov advirtió sobre los riesgos de una memoria incompleta considerando que nuestro país no era un ejemplo en relación con la búsqueda de la memoria, verdad y justicia. Recomendó meditar sobre las consecuencias que hubiera tenido la victoria de la guerrilla. Y recordó que en la misma época, una guerrilla de extrema izquierda desencadenó en Camboya un genocidio de un millón y medio de personas.
–Hay una pregunta que se hace el investigador Germán Ferrari en el libro Símbolos y fantasmas: ¿por qué la evocación en torno de las víctimas de la guerrilla implica siempre de manera explícita o velada una reivindicación de la dictadura o del discurso autoritario?
–Vuelvo a decirle: no defiendo al Proceso, defiendo a las víctimas de la guerrilla. Ferrari pretende exculpar a los guerrilleros alegando que mi padre se suicidó, cuando lo mataron porque no pudieron quebrarlo. Arnold Kremer (N. del R.: Luis Mattini, uno de los jefes del ERP) reconoció que cuando le ofrecieron canjear su libertad por la fabricación de explosivos, “Larrabure se puso en patriota”. Hoy su heroico ejemplo los acosa como un fantasma, que les pregunta: ¿por qué canjearon sus ideales por las prebendas del poder? ¿Por qué no han disminuido ni la pobreza ni la indigencia? ¿Para esto mataron a tantos?
–Dice que no defiende a la dictadura, pero ¿cómo la evalúa?
–Mi padre me enseñó que aún el peor gobierno democrático es superior a un golpe de Estado.
–¿Cree que en la Argentina hubo una “guerra irregular” como suelen sostener los defensores de la dictadura?
–Le aconsejo leer los considerandos de la sentencia de la Cámara Federal en el Juicio a las Juntas: por unanimidad concluyeron que el país vivió una guerra revolucionaria.
–Guerrilla y terrorismo no son sinónimos, pero se refiere a las acciones de la guerrilla como “terrorismo”. No significan lo mismo.
–Son lo mismo. En la sentencia a los comandantes se dijo: “Está fuera de discusión que a partir de la década de 1970 el terrorismo se agudizó en forma gravísima, lo que se manifestó a través de los métodos empleados por los insurgentes. La subversión terrorista puso una condición sin la cual los hechos que hoy son objeto de juzgamiento posiblemente no se hubieran producido.”
–En los ’70 no hubo terrorismo en el país, tal cual lo entiende la jurisprudencia internacional: uso indiscriminado de la violencia sobre la población civil, con el objeto de controlar a un grupo o una sociedad por medio del terror. Las organizaciones guerrilleras realizaron operaciones militares selectivas dirigidas contra fuerzas militares y policiales que provocaron, en algunos casos, la muerte de víctimas inocentes.
–El prólogo original del Nunca más decía que el país había sido también asolado por el terrorismo de las organizaciones guerrilleras. ¿Por qué mataron a Rucci dos días después de que Perón ganara las elecciones por el 62 por ciento de los votos? ¿Por qué asesinaron a María Cristina Viola, de 3 años, el 1º de diciembre de 1974? ¿Por qué atacaron los regimientos de Azul y Formosa? ¿Por qué querían crear milicias populares? ¿Contra qué dictadura combatían? El decreto 1.368/74, por el que se declaró el estado de sitio, alude expresamente a la necesidad imperiosa de “erradicar una barbarie patológica desatada por un plan terrorista criminal contra la Nación”. Existió un plan criminal y un ataque sistemático a la población civil para imponer por la fuerza un régimen marxista. En el caso Akayesu (sobre Ruanda), los tribunales internacionales dijeron que los militares que no participaron en el combate por estar detenidos deben ser considerados miembros de la población civil.
–¿Está de acuerdo con que sean enjuiciados los represores?
–Tal vez la mejor manera de saldar las heridas del pasado sea juzgar a todos. Pero los procesos deben tener una duración razonable y con magistrados probos que no conviertan la prisión preventiva en una condena anticipada.
–Hoy los represores cuentan con todas las garantías con que no contaron los detenidos-desaparecidos en los ’70.
–No creo que cuenten con todas las garantías. Son manifiestas las presiones que sufren jueces y fiscales. El presidente de la Asociación de Magistrados y funcionarios ha denunciado presiones.
–Se escucha habitualmente que el gobierno toma venganza contra los militares que participaron del terrorismo de Estado. Por el contrario, la venganza parece provenir de los sectores afines a los militares, que piensan: ya que no hay amnistía, que se enjuicien a todos.
–Yo no tengo espíritu de venganza. Más que la condena espero que quienes asesinaron a mi padre se arrepientan, como lo hizo Oscar del Barco cuando escribió que ningún justificativo los volvía inocentes. No hay “causas” ni “ideales” que sirvan para eximirlos de culpa. Se trata de asumir la responsabilidad de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano. No existe ningún “ideal” que justifique la muerte de un hombre, ya sea un militar o un guerrillero.
–¿Cree que la mayoría de la sociedad opina como usted sobre los ’70?
–Estoy convencido de que sí. La sociedad ha comenzado a pedir que se juzgue también a los guerrilleros. Lo que todavía no ha meditado es qué hicieron al llegar al poder. Ojalá algunos dirigentes políticos cierren la herida del pasado violento para que podamos mirar hacia el futuro como soñaron nuestros grandes próceres, como soñó mi padre aún desde la oscuridad de su cautiverio.