miércoles, 26 de abril de 2017
Arqueología militar: Un T-34 alemán en Estonia
Un T-34 con marcas alemanas en Estonia
Т-34
Las últimas noticias acerca de T-34.
Ha iniciado con éxito el motor diesel no sustituye a ninguna pieza de repuesto.
Han sustituido los rodamientos sólo por rollos de patinaje.
El ensamble del tanque pronto llegará a su final y que estará listo para corridas de prueba.
Está previsto en la temporada siguiente para llevar a los turistas y lo muestran como una exposición de trabajo de nuestro museo.
La información detallada sobre el T-34
Los alemanes han impulsado este tanque en el lago, cuando el combustible se terminó a finales de 1944. Lo ha puesto a una profundidad de 12 metros. Por encima de él había seis metros de turba y sedimentos. Durante dos semanas, los buceadores del club sacaron sedimentos arrastrados de encima del tanque. Cualquier rastro de aceite o aceite sobre el agua se ha ido. Se ha encontrado el tanque de Igor Sedunov en las memorias de los residentes locales. Un estado técnico de los ideales del tanque. El combustible en los tanques esta ausente, y no había aceite en el motor.
Para ver un mapa de un lugar donde se encuentra el tanque.
Mirar en el mapa donde se ha encontrado este tanque
Fuente
martes, 25 de abril de 2017
Nazismo: La educación y la juventud
La juventud alemana y la educación nazi
Javier Sanz - Historias de la Historia
La juventud comenzó a experimentar una revalorización a comienzos del siglo XX. Hasta entonces, se había tomado como un periodo en tierra de nadie. Se deja de ver a la persona como un niño pero no se le daba un estatus o trabajo de adulto. Sin embargo, a partir de la regulación del acceso al mercado laboral, del establecimiento de un periodo de educación obligatorio, de la creación de ejércitos nacionales y de la regulación del derecho a voto se favoreció el desarrollo de la juventud como un grupo social definido. En Europa en general, y en Alemania en particular, la primera gran oleada de movilización juvenil apareció tras la Gran Guerra, la cual tuvo un especial impacto en los jóvenes: muchos se quedaron huérfanos y asumieron responsabilidades que antes no tenían, numerosas familias quedaron completamente desestructuradas, lo que aumentó el nivel de autonomía de la juventud y, en consecuencia, el acrecentado interés de los grupos políticos en ella.
Durante aquellos años, la programación tanto de actuaciones como de publicaciones o discursos políticos iban a ir dirigidos, en su mayoría, a captar jóvenes desencantados de la posguerra que buscaban nuevos caminos y soluciones. Habían escarmentado y abandonado, casi por completo, los valores sociales tradicionales defendidos por sus mayores que habían sido aplastados por la Primera Guerra Mundial. Esta crisis ideológica y social comenzó a manifestarse a partir de 1919. El descontento juvenil fue aumentando durante el periodo de la República de Weimar debido a las consecuencias del Tratado de Versalles, a la hiperinflación que tuvo lugar entre 1921 y 1924 y a la Gran Depresión económica de 1929, cuya consecuencia más significativa fue el aumento de la tasa de desempleo: de 1.320.000 parados en septiembre de 1929 se pasó a unos 6.000.000 a comienzos de 1932.
Niños alemanes jugando con fajos de marcos
¿Qué más podía pasar? Solo faltaba que se pusiera a llover…y así fue. Las dificultades económicas que atravesaba la sociedad alemana junto a la incertidumbre política y a la baja moral de los adolescentes tuvieron un efecto devastador: la tasa de suicidios entre los estudiantes universitarios era tres veces más alta que la de la población en general. El suicidio pasó a convertirse en un acto extremo de protesta social. En definitiva, los alemanes nacidos entre 1903 y 1915 -que tendrían entre 18 y 30 años cuando Hitler llegó al poder en 1933– estuvieron afectados por problemas psicológicos, políticos, sociales y económicos.
Hitler entró en escena en medio de este panorama de malestar, la situación de inestabilidad que se respiraba en la sociedad facilitó su trabajo. El Führer dio un paso al frente y se presentó como una nueva fuerza y esperanza de cambio para el futuro. Así mismo, la gente joven veía en él un hermano mayor, una figura de referencia en la que confiar. Al César lo que es del César, Hitler tuvo el mérito de saber aprovechar la situación y sacarle el mayor partido posible a lo que estaba sucediendo. Los jóvenes, con su energía, sus ideales e inquietudes, fueron especialmente vulnerables a sus propósitos. Por ello, fueron tomados como pilares fundamentales de la política nacionalsocialista. Antes de llegar al poder, Adolf Hitler ya había dejado muy claro en Mein Kampf cuáles eran sus intenciones respecto a la juventud:
Por supuesto, el factor clave en el moldeamiento de los jóvenes fue el control del sistema educativo. Se creó un instrumento de regulación social para moldear a las juventudes dependiendo del objetivo que en ese momento persiguiera el gobierno. Los nazis estaban tan obsesionados con el control que crearon el Servicio de Patrulla de la Juventud Hitleriana para vigilar y combatir tanto la delincuencia como la mala conducta de los adolescentes. Como vemos utilizaban también a los jóvenes como un mecanismo de control y de guía para con sus iguales. Para Hitler el destino estaba en manos de la sangre de la raza, los jóvenes encontrarían la felicidad plena cuando adquiriesen conciencia de que era la sangre nórdica, única y exclusivamente, la que creaba unión entre los distintos individuos, formando así un sentimiento de comunidad. Este declive del individualismo -propio del siglo XIX- hizo su aparición en la educación.
Los elementos de mayor atracción para el ingreso en las Juventudes Hitlerianas (Hitlerjugend o HJ) fueron la naturaleza autoritaria del régimen nazi, la ideología despiadada de la supervivencia del más fuerte, el uso de armas y uniformes, las altas posibilidades de movilidad social o de estudiar una carrera y de conseguir estabilidad a partir de la educación. Quizás, otro motivo de atracción fue la edad de los dirigentes nazis, la mayoría eran jóvenes, lo que les hacía identificarse con la gente adolescente. Hitler era el mayor, contaba con 44 años en 1933, al frente de las HJ estaba Baldur Von Schirach con apenas 26, Himmler tenía 33 y Goebbels 36. No hay que olvidar que algunas adhesiones fueron obligadas mediante miedos y amenazas.
Con la llegada de Hitler al poder se produjeron cambios en la educación escolar. Las asignaturas de educación física -en la que si sacabas calificaciones bajas suponía la expulsión inmediata de la escuela- historia, alemán y biología -para el estudio de la raza y de la exclusión judía- tendrían mayor importancia. Además, la práctica del boxeo sería obligatoria porque aumentaba la obediencia, la coordinación, la camaradería, el espíritu varonil, la capacidad de autocontrol, una mayor disciplina y un desarrollo del carácter (casi ná). También se organizaban excursiones por la naturaleza para conocer mejor su patria y a los compañeros de otras partes del Reich.
Con el paso del tiempo, la formación intelectual pasó a un segundo plano en beneficio del fortalecimiento del carácter y el aumento de autoestima para los jóvenes. En 1938 el régimen nazi llevó a cabo una reorganización de la educación: ahora las lecciones debían ir dirigidas al desarrollo de la fortaleza, del sacrificio, de la lealtad y del silencio antes que al desarrollo intelectual. El nuevo rol que estaban adquiriendo los jóvenes en Alemania produjo una separación de la familia todavía mayor a la existente hasta 1933. Ahora los hijos debían ser los faros de sus padres, seres inadaptados de la época que estaban viviendo.
Hemos hablado de los alumnos pero ¿qué hay de los profesores? Cuando Hitler llega al poder, el 97% de ellos estaban enrolados en la Unión Nacionalsocialista de Profesores (Nationalsozialistische Lehrerbund). En 1936, el 32% de esta unión pertenecía al partido nazi y el 14% de este último porcentaje pertenecía al cuerpo de la dirección política del partido. En el caso de que los profesores no fueran simpatizantes del ideal nazi podían ser condenados, excluidos de su trabajo o formados para simpatizar con el régimen.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial muchos alumnos e integrantes de las juventudes, sobre todo los más competentes y comprometidos, tuvieron que alistarse y combatir. A medida que la guerra avanzaba se iban alistando sin apenas entrenamiento militar, lucharon de manera desigual los últimos meses de la guerra y sufrieron elevadísimas bajas: el 30 de enero de 1945, en la localidad de Gotenhafen, perdieron la vida cerca de 8.000 jóvenes. Parece clara la finalidad del sistema educativo nazi: formar jóvenes para que estuvieran preparados para morir y luchar por la nación. Al final de la guerra, la imagen de la HJ cambió. Pasaron a ser jóvenes desencantados, a sentirse abandonados y comenzaron a realizar actividades más solidarias como la identificación y el enterramiento de cadáveres o la extinción de incendios. Algunos historiadores han llegado a afirmar que Hitler renegaba de la HJ, así como que sus muertes le importaban más bien poco. Sin embargo, dejó escrito en su testamento político lo siguiente: “muero con el corazón feliz, consciente de los incalculables legados y logros de nuestros soldados en el frente, nuestras mujeres en casa, los logros de nuestros campesinos y obreros en su trabajo, únicos en la historia, y de las juventudes que llevan mi nombre”
Si queremos buscar una evidencia más reciente de lo decisiva que fue la educación del régimen nacionalsocialista podemos tomar como referencia un estudio realizado por la Universidad de California entre 1996 y 2006. Se realizaron 5.300 entrevistas a alemanes nacidos entre los años 20 y 30 y se llegó a la conclusión de que la propaganda y el adoctrinamiento tuvo un resultado espectacular, sobre todo, aquel que se centraba en fomentar el odio racial: los jóvenes alemanes nacidos entre esas fechas eran mucho más antisemitas que los nacidos antes o después. ¡Qué sencillo resulta cambiar las creencias e ideales a través de la política!
Javier Sanz - Historias de la Historia
La juventud comenzó a experimentar una revalorización a comienzos del siglo XX. Hasta entonces, se había tomado como un periodo en tierra de nadie. Se deja de ver a la persona como un niño pero no se le daba un estatus o trabajo de adulto. Sin embargo, a partir de la regulación del acceso al mercado laboral, del establecimiento de un periodo de educación obligatorio, de la creación de ejércitos nacionales y de la regulación del derecho a voto se favoreció el desarrollo de la juventud como un grupo social definido. En Europa en general, y en Alemania en particular, la primera gran oleada de movilización juvenil apareció tras la Gran Guerra, la cual tuvo un especial impacto en los jóvenes: muchos se quedaron huérfanos y asumieron responsabilidades que antes no tenían, numerosas familias quedaron completamente desestructuradas, lo que aumentó el nivel de autonomía de la juventud y, en consecuencia, el acrecentado interés de los grupos políticos en ella.
Durante aquellos años, la programación tanto de actuaciones como de publicaciones o discursos políticos iban a ir dirigidos, en su mayoría, a captar jóvenes desencantados de la posguerra que buscaban nuevos caminos y soluciones. Habían escarmentado y abandonado, casi por completo, los valores sociales tradicionales defendidos por sus mayores que habían sido aplastados por la Primera Guerra Mundial. Esta crisis ideológica y social comenzó a manifestarse a partir de 1919. El descontento juvenil fue aumentando durante el periodo de la República de Weimar debido a las consecuencias del Tratado de Versalles, a la hiperinflación que tuvo lugar entre 1921 y 1924 y a la Gran Depresión económica de 1929, cuya consecuencia más significativa fue el aumento de la tasa de desempleo: de 1.320.000 parados en septiembre de 1929 se pasó a unos 6.000.000 a comienzos de 1932.
Niños alemanes jugando con fajos de marcos
¿Qué más podía pasar? Solo faltaba que se pusiera a llover…y así fue. Las dificultades económicas que atravesaba la sociedad alemana junto a la incertidumbre política y a la baja moral de los adolescentes tuvieron un efecto devastador: la tasa de suicidios entre los estudiantes universitarios era tres veces más alta que la de la población en general. El suicidio pasó a convertirse en un acto extremo de protesta social. En definitiva, los alemanes nacidos entre 1903 y 1915 -que tendrían entre 18 y 30 años cuando Hitler llegó al poder en 1933– estuvieron afectados por problemas psicológicos, políticos, sociales y económicos.
Hitler entró en escena en medio de este panorama de malestar, la situación de inestabilidad que se respiraba en la sociedad facilitó su trabajo. El Führer dio un paso al frente y se presentó como una nueva fuerza y esperanza de cambio para el futuro. Así mismo, la gente joven veía en él un hermano mayor, una figura de referencia en la que confiar. Al César lo que es del César, Hitler tuvo el mérito de saber aprovechar la situación y sacarle el mayor partido posible a lo que estaba sucediendo. Los jóvenes, con su energía, sus ideales e inquietudes, fueron especialmente vulnerables a sus propósitos. Por ello, fueron tomados como pilares fundamentales de la política nacionalsocialista. Antes de llegar al poder, Adolf Hitler ya había dejado muy claro en Mein Kampf cuáles eran sus intenciones respecto a la juventud:
habrá que atender antes que a ninguna otra cosa, a la formación del carácter, al fomento de la fuerza de voluntad […] El Estado debe actuar en la presunción de que un hombre educado, sano de cuerpo, firme de carácter y lleno de confianza en sí mismo es más valioso para la comunidad que el poseedor de una alta cultura pero encanijado y pusilánimeUn alto número de niños y jóvenes fueron cautivados por el sentimiento de comunidad, de fe nacional y de odio racial que profesaba el régimen nazi. Esta nueva educación buscaba dar un mayor énfasis al entrenamiento, la disciplina y el ordenamiento… el sistema escolar fue suplantado por un entrenamiento, a todas luces, militar.
Por supuesto, el factor clave en el moldeamiento de los jóvenes fue el control del sistema educativo. Se creó un instrumento de regulación social para moldear a las juventudes dependiendo del objetivo que en ese momento persiguiera el gobierno. Los nazis estaban tan obsesionados con el control que crearon el Servicio de Patrulla de la Juventud Hitleriana para vigilar y combatir tanto la delincuencia como la mala conducta de los adolescentes. Como vemos utilizaban también a los jóvenes como un mecanismo de control y de guía para con sus iguales. Para Hitler el destino estaba en manos de la sangre de la raza, los jóvenes encontrarían la felicidad plena cuando adquiriesen conciencia de que era la sangre nórdica, única y exclusivamente, la que creaba unión entre los distintos individuos, formando así un sentimiento de comunidad. Este declive del individualismo -propio del siglo XIX- hizo su aparición en la educación.
Los elementos de mayor atracción para el ingreso en las Juventudes Hitlerianas (Hitlerjugend o HJ) fueron la naturaleza autoritaria del régimen nazi, la ideología despiadada de la supervivencia del más fuerte, el uso de armas y uniformes, las altas posibilidades de movilidad social o de estudiar una carrera y de conseguir estabilidad a partir de la educación. Quizás, otro motivo de atracción fue la edad de los dirigentes nazis, la mayoría eran jóvenes, lo que les hacía identificarse con la gente adolescente. Hitler era el mayor, contaba con 44 años en 1933, al frente de las HJ estaba Baldur Von Schirach con apenas 26, Himmler tenía 33 y Goebbels 36. No hay que olvidar que algunas adhesiones fueron obligadas mediante miedos y amenazas.
Con la llegada de Hitler al poder se produjeron cambios en la educación escolar. Las asignaturas de educación física -en la que si sacabas calificaciones bajas suponía la expulsión inmediata de la escuela- historia, alemán y biología -para el estudio de la raza y de la exclusión judía- tendrían mayor importancia. Además, la práctica del boxeo sería obligatoria porque aumentaba la obediencia, la coordinación, la camaradería, el espíritu varonil, la capacidad de autocontrol, una mayor disciplina y un desarrollo del carácter (casi ná). También se organizaban excursiones por la naturaleza para conocer mejor su patria y a los compañeros de otras partes del Reich.
Con el paso del tiempo, la formación intelectual pasó a un segundo plano en beneficio del fortalecimiento del carácter y el aumento de autoestima para los jóvenes. En 1938 el régimen nazi llevó a cabo una reorganización de la educación: ahora las lecciones debían ir dirigidas al desarrollo de la fortaleza, del sacrificio, de la lealtad y del silencio antes que al desarrollo intelectual. El nuevo rol que estaban adquiriendo los jóvenes en Alemania produjo una separación de la familia todavía mayor a la existente hasta 1933. Ahora los hijos debían ser los faros de sus padres, seres inadaptados de la época que estaban viviendo.
Hemos hablado de los alumnos pero ¿qué hay de los profesores? Cuando Hitler llega al poder, el 97% de ellos estaban enrolados en la Unión Nacionalsocialista de Profesores (Nationalsozialistische Lehrerbund). En 1936, el 32% de esta unión pertenecía al partido nazi y el 14% de este último porcentaje pertenecía al cuerpo de la dirección política del partido. En el caso de que los profesores no fueran simpatizantes del ideal nazi podían ser condenados, excluidos de su trabajo o formados para simpatizar con el régimen.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial muchos alumnos e integrantes de las juventudes, sobre todo los más competentes y comprometidos, tuvieron que alistarse y combatir. A medida que la guerra avanzaba se iban alistando sin apenas entrenamiento militar, lucharon de manera desigual los últimos meses de la guerra y sufrieron elevadísimas bajas: el 30 de enero de 1945, en la localidad de Gotenhafen, perdieron la vida cerca de 8.000 jóvenes. Parece clara la finalidad del sistema educativo nazi: formar jóvenes para que estuvieran preparados para morir y luchar por la nación. Al final de la guerra, la imagen de la HJ cambió. Pasaron a ser jóvenes desencantados, a sentirse abandonados y comenzaron a realizar actividades más solidarias como la identificación y el enterramiento de cadáveres o la extinción de incendios. Algunos historiadores han llegado a afirmar que Hitler renegaba de la HJ, así como que sus muertes le importaban más bien poco. Sin embargo, dejó escrito en su testamento político lo siguiente: “muero con el corazón feliz, consciente de los incalculables legados y logros de nuestros soldados en el frente, nuestras mujeres en casa, los logros de nuestros campesinos y obreros en su trabajo, únicos en la historia, y de las juventudes que llevan mi nombre”
Si queremos buscar una evidencia más reciente de lo decisiva que fue la educación del régimen nacionalsocialista podemos tomar como referencia un estudio realizado por la Universidad de California entre 1996 y 2006. Se realizaron 5.300 entrevistas a alemanes nacidos entre los años 20 y 30 y se llegó a la conclusión de que la propaganda y el adoctrinamiento tuvo un resultado espectacular, sobre todo, aquel que se centraba en fomentar el odio racial: los jóvenes alemanes nacidos entre esas fechas eran mucho más antisemitas que los nacidos antes o después. ¡Qué sencillo resulta cambiar las creencias e ideales a través de la política!
lunes, 24 de abril de 2017
Biografía: Stalin y su negra mancha en la historia
Sangre en las vías
The Economist
Como sucede con el propio Stalin, es difícil recordar a veces que las personas monstruosas, despiadadas, aterrorizadas, aduladoras, deambulando, idealistas y engañadas a su alrededor fueran seres humanos. El libro de Simon Sebag Montefiore, basado en una síntesis completa de obras existentes, material de archivo y sus propias entrevistas con sobrevivientes y sus descendientes, proporciona un recordatorio ricamente detallado.
Su relato da un comienzo. Es mucho más fácil leer relatos horribles sobre el libertinaje de Beria o la paranoia de Stalin que las anécdotas sobre niños que andan a hurtadillas por las oficinas de sus padres en el Kremlin, o los hábitos puntillosos de Stalin en su correspondencia personal, sus extraños destellos de bondad y decencia o su extraordinario apetito Para los libros. Pero el libro del Sr. Sebag Montefiore es tanto más valioso para las sorpresas que presenta. Como señala el propio autor, la demonología no es un sustituto de la historia.
Lo que también jarras, a menos efecto, sin embargo, es cuando la prosa sin esfuerzo del autor se vuelve fácil. Un buen editor podría haber desaconsejado el uso excesivo de palabras como "pinguid", evitar el uso de apodos para los personajes principales, podar alguna repetición descuidada de los detalles y ordenar las transliteraciones rusas.
Los estudiosos todavía no están de acuerdo sobre si Stalin nació mal o si simplemente fue corrompido por el poder, y muchos siguen preguntándose qué podría haber hecho a continuación. El libro de Sebag Montefiore ofrece un argumento convincente que demuestra que las costumbres de Stalin, y mucho más, empeoraron a medida que creció. A pesar del terror que se usó contra el pueblo ruso, en la década de 1920 los tratos internos de la élite bolchevique eran todavía colegiales. Stalin era entonces el primero entre iguales, dominando a sus poderosos colegas por el encanto y la persuasión.
En la década de 1930, cuando el suministro de enemigos externos se secó, el régimen soviético volvió el terror hacia adentro, en círculos cada vez más apretados. Incluso en la cima, la intimidad dio paso al miedo. Durante unos años después del desastroso estallido de la guerra, Stalin retrocedió. Por toda su fiabilidad política, se dio cuenta, los compinches no podían ganar batallas de la manera que los generales podían. Los años de la posguerra trajeron cada vez más terror, y cada vez más la adulación, pero también una disminución física y mental que puso a sus subordinados pensando en lo que podría seguir.
Esto, como muchos otros capítulos de la narrativa racional de Sebag Montefiore, vale la pena un libro propio. Jonathan Brent, distinguido especialista estadounidense en archivos soviéticos, y Vladimir Naumov, uno de los mejores historiadores rusos modernos, ofrecen un relato sin parangón de uno de esos episodios: la famosa trama de los médicos de enero de 1953, en la que se entiende una vasta conspiración de médicos judíos Haber planeado asesinar a los líderes del Kremlin. En reacción, Rusia pareció vacilar durante un tiempo hacia su propia solución final.
Aunque los contornos de esta pieza de la historia son claros, los detalles son diabólicamente difíciles de precisar. Stalin era ciertamente antisemita por instinto. La fundación del estado de Israel le dio razón para dudar de la lealtad de los más celosos comunistas judíos. Y para 1953 necesitaba un nuevo enemigo, habiendo matado a tantos de los viejos. Los judíos de Rusia, comenzando con un grupo de médicos desafortunados, proporcionaron un objetivo tentador.
Pero también se inventó tanta, tan disfrazada. Stalin murió menos de dos meses después de que señaló dramáticamente a los doctores. Los autores han logrado, con una encomiable beca, trazar los orígenes de la llamada trama. Pero no pueden probar, como insistieron algunos eruditos conspiradores, que Stalin murió de causas que no eran naturales. Mientras tanto, en Rusia, todavía hay una nostalgia terrible para su gobierno.
The Economist
Como sucede con el propio Stalin, es difícil recordar a veces que las personas monstruosas, despiadadas, aterrorizadas, aduladoras, deambulando, idealistas y engañadas a su alrededor fueran seres humanos. El libro de Simon Sebag Montefiore, basado en una síntesis completa de obras existentes, material de archivo y sus propias entrevistas con sobrevivientes y sus descendientes, proporciona un recordatorio ricamente detallado.
Su relato da un comienzo. Es mucho más fácil leer relatos horribles sobre el libertinaje de Beria o la paranoia de Stalin que las anécdotas sobre niños que andan a hurtadillas por las oficinas de sus padres en el Kremlin, o los hábitos puntillosos de Stalin en su correspondencia personal, sus extraños destellos de bondad y decencia o su extraordinario apetito Para los libros. Pero el libro del Sr. Sebag Montefiore es tanto más valioso para las sorpresas que presenta. Como señala el propio autor, la demonología no es un sustituto de la historia.
Lo que también jarras, a menos efecto, sin embargo, es cuando la prosa sin esfuerzo del autor se vuelve fácil. Un buen editor podría haber desaconsejado el uso excesivo de palabras como "pinguid", evitar el uso de apodos para los personajes principales, podar alguna repetición descuidada de los detalles y ordenar las transliteraciones rusas.
Los estudiosos todavía no están de acuerdo sobre si Stalin nació mal o si simplemente fue corrompido por el poder, y muchos siguen preguntándose qué podría haber hecho a continuación. El libro de Sebag Montefiore ofrece un argumento convincente que demuestra que las costumbres de Stalin, y mucho más, empeoraron a medida que creció. A pesar del terror que se usó contra el pueblo ruso, en la década de 1920 los tratos internos de la élite bolchevique eran todavía colegiales. Stalin era entonces el primero entre iguales, dominando a sus poderosos colegas por el encanto y la persuasión.
En la década de 1930, cuando el suministro de enemigos externos se secó, el régimen soviético volvió el terror hacia adentro, en círculos cada vez más apretados. Incluso en la cima, la intimidad dio paso al miedo. Durante unos años después del desastroso estallido de la guerra, Stalin retrocedió. Por toda su fiabilidad política, se dio cuenta, los compinches no podían ganar batallas de la manera que los generales podían. Los años de la posguerra trajeron cada vez más terror, y cada vez más la adulación, pero también una disminución física y mental que puso a sus subordinados pensando en lo que podría seguir.
Esto, como muchos otros capítulos de la narrativa racional de Sebag Montefiore, vale la pena un libro propio. Jonathan Brent, distinguido especialista estadounidense en archivos soviéticos, y Vladimir Naumov, uno de los mejores historiadores rusos modernos, ofrecen un relato sin parangón de uno de esos episodios: la famosa trama de los médicos de enero de 1953, en la que se entiende una vasta conspiración de médicos judíos Haber planeado asesinar a los líderes del Kremlin. En reacción, Rusia pareció vacilar durante un tiempo hacia su propia solución final.
Aunque los contornos de esta pieza de la historia son claros, los detalles son diabólicamente difíciles de precisar. Stalin era ciertamente antisemita por instinto. La fundación del estado de Israel le dio razón para dudar de la lealtad de los más celosos comunistas judíos. Y para 1953 necesitaba un nuevo enemigo, habiendo matado a tantos de los viejos. Los judíos de Rusia, comenzando con un grupo de médicos desafortunados, proporcionaron un objetivo tentador.
Pero también se inventó tanta, tan disfrazada. Stalin murió menos de dos meses después de que señaló dramáticamente a los doctores. Los autores han logrado, con una encomiable beca, trazar los orígenes de la llamada trama. Pero no pueden probar, como insistieron algunos eruditos conspiradores, que Stalin murió de causas que no eran naturales. Mientras tanto, en Rusia, todavía hay una nostalgia terrible para su gobierno.
domingo, 23 de abril de 2017
Conquista del desierto: Ataque al fortín Cuarta División
Batalla del Fuerte Cuarta División
Revisionistas
Torreón de Chos Malal - Sitio en donde estuvo emplazado el Fuerte Cuarta División
El Fuerte “4ª División” fue fundado por el comandante de dicha división expedicionaria, teniente coronel don Napoleón Uriburu, en la confluencia del Curi Leuvú con el río Neuquén. Allí estaba acantonado el efectivo de la división, y desde el mismo partió Uriburu con sus principales tropas, a expedicionar hacia el sudeste, siguiendo la línea que debía proteger posteriormente. El 6 de setiembre de 1879, se produce el encuentro entre un escuadrón del Regimiento 7º de Caballería de Línea, al mando del 2º jefe del cuerpo, sargento mayor don Juan Terrés y la indiada de Huaiquillan (o Huauquillao), en la cual estaban algunos hermanos del cacique Udalmán.
El Parte Oficial dice lo siguiente: “Fuerte 4ª División, 29 de setiembre de 1879 – Al Comandante General de Armas – Oficial. El 6 del corriente, al concluir el toque de diana arremetieron este punto más de 500 indios, los que fueron llevados, tiroteándolos, al Sur por dos partidas del 7º de Caballería de Línea, mientras hacía montar en pelo otras dos en pocos caballos y en mulas del proveedor.
Los indios y dispersos se dirigieron por grupos a diferentes puntos para repasar el Neuquén en el que fueron precipitados, ahogándose muchos.
Tenemos 6 muertos y seis heridos, unos y otros de bala y muchos contusos, pues los indios encaramándose en los cerros, echaban pie en tierra lanzando piedras con sus hondas. Indios muertos se calculan en cincuenta, entre los que se encuentran los hermanos de Udalman.
Dejaron varios caballos ensillados. La persecución fue hasta tres y media leguas del Neuquén adonde los que no lo habían pasado, se arrojaron al agua. Mandé dar protección al destacamento de arriba doce leguas, pero el capitán García, jefe del punto tenía reunidos 250 Guardias Nacionales de Malbarco, que aun cuando no bien armados, sino 25 de ellos y los restantes con lanzas y montados en sus caballos propios, se encontraban animados del mejor espíritu: Los indios querían dominar este punto y después ir a donde tienen bastante que robar.
Se han hecho recomendables los que mandaban las pequeñas partidas que derrotaron a los indios: el mayor Torres (1), del 7º de Caballería, los capitanes Castro y Pérez y el ayudante Gomensoro, como el comandante de Malbarco, capitán García y el jefe de la plaza, mayor Sosa, que guardaba el fuerte.
Al otro día recién llegó desde Los Médanos, la fuerza que se mandó reconcentrar y allí venían las dos fuerzas de montaña (2) que también se hubiera probado en esta ocasión. Los indios dicen que eran mandados por Huaquillao, pero se conoció a Zúñiga y a todos los capitanejos de Purrán. Saludo a V. E. – Napoleón Uriburu”.
Uriburu venía con parte de sus efectivos que habían actuado en la campaña a lo largo del Neuquén, dejando en la marcha algunos destacamentos que cuidaban la nueva línea de frontera que disponía la Ley Nº 215.
Torreón de Chos Malal – Ubicado en el sitio en donde estaba emplazado el Fortín IV División
El Fuerte, por lo tanto, estaba medio desguarnecido, teniendo en cuenta las numerosas comisiones que debían partir del mismo hacia todos los nuevos campamentos y fortines, o los que se enviaban a Mendoza conduciendo los prisioneros tomados en la campaña referida.
Es por eso que Huaiquillán (Alvarez dice: Guaiquillán: lanza adornada), enterado por sus bomberos y espías de la reducida guarnición que custodiaba el fuerte, decide atacar este punto tan importante para las comunicaciones castrenses, como lo era para los indios por el fácil paso que permitía hacia las pampas, donde las hordas indígenas deseaban seguir con sus temidos malones. Además, como lo expresa bien el parte, en el contingente indio se alistaban los capitanejos de Purrán, el cacique Zúñiga, los hermanos de Udalmán y algunos otros no reconocidos. Esto indica bien a las claras que esta unión tenía como uno de los motivos principales rescatar del fuerte a la numerosa indiada prisionera, en la cual estarían incluidos indígenas de esas parcialidades.
En la carta que el Dr. Alejandro Marcó le envía al Tcnl Elías Paz, desde el campamento de Covunco, el 1º de junio de 1879, dice que el sobrino de Purrán enviado por éste para llevarle su carta a Uriburu, es “Pancho” Guaiquillán. Sin embargo Gomensoro lo cita como “Panchito” Huallical en el Diario. Notemos que al mencionar los caciques picunches que seguían a Purrán lo nombra a Guaiquillán y Alvarez dice que vivía en la zona de Guañacos. Precisamente es uno de los atacantes del fortín Los Guañacos.
La llegada providencial, poco antes, de los efectivos que el sargento mayor Terrés tenía destacados en el camino de las Salinas al río Colorado, y que los espías y bomberos no habrían tenido tiempo de notar, hicieron que el fiel de la balanza de la victoria se inclinara hacia el lado de las tropas nacionales.
Observemos que también al otro día llegaban al fuerte el resto de las fuerzas que operaban al sur y que no tenían misión de custodiar los nuevos fortines, al haberse dado por finalizada la campaña de 1879.
(1) Es Terrés.
(2) Se refiere a los dos cañones Krupp para montaña, y sus respectivos artilleros, que Uriburu había llevado en su campaña hacia el sur.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Raone, Juan Mario – Fortines del desierto – Biblioteca del Suboficial Nº 143
Revisionistas
Torreón de Chos Malal - Sitio en donde estuvo emplazado el Fuerte Cuarta División
El Fuerte “4ª División” fue fundado por el comandante de dicha división expedicionaria, teniente coronel don Napoleón Uriburu, en la confluencia del Curi Leuvú con el río Neuquén. Allí estaba acantonado el efectivo de la división, y desde el mismo partió Uriburu con sus principales tropas, a expedicionar hacia el sudeste, siguiendo la línea que debía proteger posteriormente. El 6 de setiembre de 1879, se produce el encuentro entre un escuadrón del Regimiento 7º de Caballería de Línea, al mando del 2º jefe del cuerpo, sargento mayor don Juan Terrés y la indiada de Huaiquillan (o Huauquillao), en la cual estaban algunos hermanos del cacique Udalmán.
El Parte Oficial dice lo siguiente: “Fuerte 4ª División, 29 de setiembre de 1879 – Al Comandante General de Armas – Oficial. El 6 del corriente, al concluir el toque de diana arremetieron este punto más de 500 indios, los que fueron llevados, tiroteándolos, al Sur por dos partidas del 7º de Caballería de Línea, mientras hacía montar en pelo otras dos en pocos caballos y en mulas del proveedor.
Los indios y dispersos se dirigieron por grupos a diferentes puntos para repasar el Neuquén en el que fueron precipitados, ahogándose muchos.
Tenemos 6 muertos y seis heridos, unos y otros de bala y muchos contusos, pues los indios encaramándose en los cerros, echaban pie en tierra lanzando piedras con sus hondas. Indios muertos se calculan en cincuenta, entre los que se encuentran los hermanos de Udalman.
Dejaron varios caballos ensillados. La persecución fue hasta tres y media leguas del Neuquén adonde los que no lo habían pasado, se arrojaron al agua. Mandé dar protección al destacamento de arriba doce leguas, pero el capitán García, jefe del punto tenía reunidos 250 Guardias Nacionales de Malbarco, que aun cuando no bien armados, sino 25 de ellos y los restantes con lanzas y montados en sus caballos propios, se encontraban animados del mejor espíritu: Los indios querían dominar este punto y después ir a donde tienen bastante que robar.
Se han hecho recomendables los que mandaban las pequeñas partidas que derrotaron a los indios: el mayor Torres (1), del 7º de Caballería, los capitanes Castro y Pérez y el ayudante Gomensoro, como el comandante de Malbarco, capitán García y el jefe de la plaza, mayor Sosa, que guardaba el fuerte.
Al otro día recién llegó desde Los Médanos, la fuerza que se mandó reconcentrar y allí venían las dos fuerzas de montaña (2) que también se hubiera probado en esta ocasión. Los indios dicen que eran mandados por Huaquillao, pero se conoció a Zúñiga y a todos los capitanejos de Purrán. Saludo a V. E. – Napoleón Uriburu”.
Comentarios
Uriburu venía con parte de sus efectivos que habían actuado en la campaña a lo largo del Neuquén, dejando en la marcha algunos destacamentos que cuidaban la nueva línea de frontera que disponía la Ley Nº 215.
Torreón de Chos Malal – Ubicado en el sitio en donde estaba emplazado el Fortín IV División
El Fuerte, por lo tanto, estaba medio desguarnecido, teniendo en cuenta las numerosas comisiones que debían partir del mismo hacia todos los nuevos campamentos y fortines, o los que se enviaban a Mendoza conduciendo los prisioneros tomados en la campaña referida.
Es por eso que Huaiquillán (Alvarez dice: Guaiquillán: lanza adornada), enterado por sus bomberos y espías de la reducida guarnición que custodiaba el fuerte, decide atacar este punto tan importante para las comunicaciones castrenses, como lo era para los indios por el fácil paso que permitía hacia las pampas, donde las hordas indígenas deseaban seguir con sus temidos malones. Además, como lo expresa bien el parte, en el contingente indio se alistaban los capitanejos de Purrán, el cacique Zúñiga, los hermanos de Udalmán y algunos otros no reconocidos. Esto indica bien a las claras que esta unión tenía como uno de los motivos principales rescatar del fuerte a la numerosa indiada prisionera, en la cual estarían incluidos indígenas de esas parcialidades.
En la carta que el Dr. Alejandro Marcó le envía al Tcnl Elías Paz, desde el campamento de Covunco, el 1º de junio de 1879, dice que el sobrino de Purrán enviado por éste para llevarle su carta a Uriburu, es “Pancho” Guaiquillán. Sin embargo Gomensoro lo cita como “Panchito” Huallical en el Diario. Notemos que al mencionar los caciques picunches que seguían a Purrán lo nombra a Guaiquillán y Alvarez dice que vivía en la zona de Guañacos. Precisamente es uno de los atacantes del fortín Los Guañacos.
La llegada providencial, poco antes, de los efectivos que el sargento mayor Terrés tenía destacados en el camino de las Salinas al río Colorado, y que los espías y bomberos no habrían tenido tiempo de notar, hicieron que el fiel de la balanza de la victoria se inclinara hacia el lado de las tropas nacionales.
Observemos que también al otro día llegaban al fuerte el resto de las fuerzas que operaban al sur y que no tenían misión de custodiar los nuevos fortines, al haberse dado por finalizada la campaña de 1879.
Referencias
(1) Es Terrés.
(2) Se refiere a los dos cañones Krupp para montaña, y sus respectivos artilleros, que Uriburu había llevado en su campaña hacia el sur.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Raone, Juan Mario – Fortines del desierto – Biblioteca del Suboficial Nº 143
sábado, 22 de abril de 2017
GCE: Kim Philby, el agente doble con misión de matar a Franco
El mejor agente doble solo falló una misión: asesinar a Franco
Enrique Bocanegra gana el premio Comillas de biografía con la primera investigación sobre Kim Philby en la Guerra Civil españolaGUILLERMO ALTARES - El País
A la derecha de la imagen, Philby herido durante la Guerra Civil.
Kim Philby, un inglés de clase alta, estudiante de Cambridge, renunció a todo para convertirse en un agente soviético en los años treinta. Una de las primeras misiones que recibió fue viajar a España durante la Guerra Civil y, utilizando la tapadera de periodista en el bando fascista, asesinar a Franco. No se sabe por qué nunca llevó a cabo esta misión, ni siquiera si llegó a recibir la orden, sólo que Franco sobrevivió al conflicto y que Philby se convertiría en el mejor agente doble de todos los tiempos, también en el topo más dañino que haya tenido nunca el servicio secreto exterior británico, el MI6. El periodista Enrique Bocanegra (Sevilla, 1973) ha rastreado durante cuatro años todos los documentos posibles para tratar de seguir los pasos de este espía en España, un territorio que sus biógrafos apenas habían explorado hasta ahora. Su ensayo, titulado Un espía en la trinchera. Kim Philby en la Guerra Civil española, ha recibido el premio Comillas de historia y biografía, que otorga la editorial Tusquets, y saldrá a la venta este martes.
"No sabemos lo que pasó", explica Bocanegra en una cafetería madrileña cerca de la Academia de Cine, donde trabaja desde hace diez años como coordinador de actividades culturales. "Sabemos que a principios de marzo de 1937, el controlador de Philby en Londres recibió la orden de enviar a alguien a España para espiar en el bando nacional, sobre todo la actividad de los militares alemanes e italianos; pero también debía matar a Franco. ¿Tenía Philby la capacidad para cometer el magnicidio? No había recibido ningún entrenamiento militar, no sabía manejar un arma, además de toda la protección que rodeaba a Franco", prosigue. No se sabe si lo intentó y no pudo; si no se atrevió o si, como sospecha el autor, nunca llegó a recibir la orden. Es uno de los muchos puntos oscuros del paso de Philby por España.
Mientras que en Inglaterra pudo encontrar muchos documentos, recuperar todas las crónicas que publicó en The Times –no era una misión sencilla porque no estaban firmadas y los documentalistas del diario británico tuvieron que cotejarlas una a una con los cables originales que todavía conservaban–, en los archivos españoles no queda prácticamente ningún papel, solamente algún telegrama. Otro misterio, porque Philby llegó a ser un periodista muy conocido, enviado de uno de los diarios más influyentes del mundo en ese momento, The Times, y, lo que es todavía más importante, fue condecorado por Franco. "¿Se quemaron en los años sesenta cuando se descubrió que Philby trabajaba para los soviéticos?", se pregunta el historiador.
Philby llegó a España en febrero de 1937, después de que en ocho meses de guerra The Times hubiese tenido cuatro corresponsales diferentes, que acabaron enfrentándose a los jefes de prensa del bando franquista. Como en la vida de todo espía, una serie de golpes de suerte le permitieron cumplir su misión. Por un lado, gracias a los contactos de su padre, un aventurero, diplomático y escritor llamado St John Philby, logró que el diario conservador británico le fichase –luego quedó muy contento con su cobertura–. Otro golpe de suerte evitó que le pillasen el papel donde escondía los códigos durante un registro y un tercero le convirtió en el único superviviente del impacto de un obús contra el coche en el que viajaba con otros tres colegas en Caudé, en el frente de Teruel. La propaganda fascista utilizó la muerte de los periodistas extranjeros y convirtió a Philby en un héroe, que fue recibido y condecorado por Franco. Eso le permitió moverse con toda la libertad posible –que tampoco era mucha– dentro de las filas de los golpistas.
Bocanegra contó con la ayuda de dos biógrafos de Philby, dos clásicos del periodismo británico, Patrick Seale y Phillip Knightley. Ambos fallecieron mientras estaba escribiendo el libro. Los dos, relata, fueron muy generosos con su tiempo, con sus conocimientos, pero también con sus documentos. En el caso de Seale, que fue amigo de Philby cuando ambos se encontraban en Beirut, mientras estaba entrevistándole en su casa de Londres, le confesó al autor que estaba muy enfermo. "Me dijo que tenía que ir al hospital y me dejó solo en su casa con una maleta en la que ponía Philby y que contenía numerosos documentos sobre él. Allí me quedé todo el día, fotografiando papeles como había hecho el espía tantas veces durante su vida".
El libro no sólo sigue los pasos de Philby durante la Guerra Civil, sino que traza un retrato del espionaje comunista en los años treinta cuando agentes de Stalin como Alexander Orlov trataban de extender, sin piedad, la dominación soviética sobre el bando republicano. Al final, ellos mismos se encontraron amenazados por las mismas purgas que habían ayudado a desatar. Sin embargo, nada de eso, ni siquiera el pacto entre la Alemania nazi y la URSS, hicieron que Philby rompiese su compromiso con el comunismo. España fue solo el principio.
EL ÚLTIMO VIAJE
"Normalmente los agentes dobles aguantan cinco años, diez como mucho. Él sobrevivió 30", explica Enrique Bocanegra sobre la extraordinaria carrera en el espionaje de Kim Philby (1912-1988). Como no podía ser de otra forma con alguien que basó toda su existencia en la mentira y el engaño, los misterios en torno a su vida son todavía numerosos, pese a que se han escrito muchos libros sobre él, entre ellos el excelente Un espía entre amigos (Crítica), de Ben Macintyre. Philby formó parte del círculo de Cambridge, un grupo de jóvenes que, por idealismo, decidieron espiar para Moscú. Fue el más hábil de todos ellos, el último en ser descubierto, que logró esquivar a los interrogadores del MI6 cuando todo indicaba que era un traidor y escabullirse finalmente a la URSS.
Cuando fue despedido del servicio secreto británico, en 1951, por las sospechas que pesaban sobre él tras la fuga de dos de sus colegas de Cambridge, Guy Burgess y Donald MacLean. Quedó libre porque Londres no encontró pruebas de que era un agente doble y entonces, en mayo de 1952, realizó un viaje de mes a España que sigue siendo un misterio. "¿Con quién mantuvo contactos? ¿Dónde se alojó? ¿Qué lugares visitó? ¿Por qué alguien en su situación, sin trabajo, sin dinero, sospechoso de ser un comunista, viajó a la España de Franco, el país más pobre y atrasado de Europa? ¿Fue una operación de inteligencia?". Otro misterio dentro de un enigma.
viernes, 21 de abril de 2017
PGM: Tractor militar "Little Caterpillar"
Fue llamado la pequeña oruga, y tenía orugas de madera parcialmente - es el tractor de Hornsby de la PGM
En 1904, David Roberts, director gerente de la firma Richard Hornsby & Sons de Grantham, patentó una nueva forma de oruga que se aplicó a varios vehículos prototipo. Uno de éstos fue probado por la oficina de guerra en 1907 y en 1909 esta máquina fue ordenada de Hornsbys para el uso militar.
Se dice que el término Caterpillar fue acuñado por soldados que lo vieron avanzar aunque el nombre fue adoptado posteriormente por una compañía estadounidense y ahora es mundialmente famoso.
Las orugas que diseñó Roberts son extrañas. Para empezar tienen bloques de madera, donde hoy en día se utilizan almohadillas de goma, para evitar dañar el suelo, sino que también "bloqueo" en un determinado punto para crear un camino suave para las ruedas, mientras que las pistas modernas flexibles en ambos sentidos para dar cabida al suelo. Esto da al vehículo un extraño movimiento de balanceo cuando se mueve. Dado que el Ministerio del Interior estaba muy preocupado por el riesgo de la gasolina y las municiones, todos los vehículos militares construidos hasta 1911 tenían que funcionar con parafina (queroseno). Esto explica el pequeño tanque de gasolina detrás de la chimenea de escape, para arrancar, y los grandes tambores de parafina en la parte posterior para correr.
La dirección es por diferencial frenado, operado por un volante delante del conductor. También hay un tambor de guinche en el eje del piñón de accionamiento del lado cercano y con el fin de desplegarlo, los piñones no girados también están situados en la parte delantera del vehículo y éstos pueden bloquearse para evitar que el vehículo se mueva durante el cabrestante.
A pesar de que todavía era utilizado por el ejército en 1914 la pequeña oruga jugó virtualmente ninguna parte en la evolución del tanque. Habiendo sido utilizado antes de la guerra como un tractor de artillería fue finalmente preservado y todavía está en orden de marcha.
Este tractor fue uno de los cuatro entregados a la Oficina de Guerra el 5 de mayo de 1910. Tenía un motor de seis cilindros de 60 caballos de fuerza, los otros tres, que eran vehículos con ruedas, tenía motores de cuatro cilindros de 50 caballos de fuerza. Fue conducido por el camino de Grantham a Aldershot en 1910 y entonces tomó parte en ensayos extensos. Fue convertida en gasolina en 1911, elevando la potencia a 105.
En 1904, David Roberts, director gerente de la firma Richard Hornsby & Sons de Grantham, patentó una nueva forma de oruga que se aplicó a varios vehículos prototipo. Uno de éstos fue probado por la oficina de guerra en 1907 y en 1909 esta máquina fue ordenada de Hornsbys para el uso militar.
Se dice que el término Caterpillar fue acuñado por soldados que lo vieron avanzar aunque el nombre fue adoptado posteriormente por una compañía estadounidense y ahora es mundialmente famoso.
Las orugas que diseñó Roberts son extrañas. Para empezar tienen bloques de madera, donde hoy en día se utilizan almohadillas de goma, para evitar dañar el suelo, sino que también "bloqueo" en un determinado punto para crear un camino suave para las ruedas, mientras que las pistas modernas flexibles en ambos sentidos para dar cabida al suelo. Esto da al vehículo un extraño movimiento de balanceo cuando se mueve. Dado que el Ministerio del Interior estaba muy preocupado por el riesgo de la gasolina y las municiones, todos los vehículos militares construidos hasta 1911 tenían que funcionar con parafina (queroseno). Esto explica el pequeño tanque de gasolina detrás de la chimenea de escape, para arrancar, y los grandes tambores de parafina en la parte posterior para correr.
La dirección es por diferencial frenado, operado por un volante delante del conductor. También hay un tambor de guinche en el eje del piñón de accionamiento del lado cercano y con el fin de desplegarlo, los piñones no girados también están situados en la parte delantera del vehículo y éstos pueden bloquearse para evitar que el vehículo se mueva durante el cabrestante.
A pesar de que todavía era utilizado por el ejército en 1914 la pequeña oruga jugó virtualmente ninguna parte en la evolución del tanque. Habiendo sido utilizado antes de la guerra como un tractor de artillería fue finalmente preservado y todavía está en orden de marcha.
Este tractor fue uno de los cuatro entregados a la Oficina de Guerra el 5 de mayo de 1910. Tenía un motor de seis cilindros de 60 caballos de fuerza, los otros tres, que eran vehículos con ruedas, tenía motores de cuatro cilindros de 50 caballos de fuerza. Fue conducido por el camino de Grantham a Aldershot en 1910 y entonces tomó parte en ensayos extensos. Fue convertida en gasolina en 1911, elevando la potencia a 105.
jueves, 20 de abril de 2017
La guerra de los Boshin: El fin del Shogunato en Japón
La guerra civil en Japón - Las últimas marchas del Shogun hacia el final de una era
Barney Higgins - WHO
Samurai del clan Satsuma durante la Guerra Boshin, por el fotógrafo militar pionero Felice Beato
El 27 de enero de 1868, el ejército del Shogunato marchaba hacia Kioto. Durante más de un cuarto de siglo, los Shogunes de Tokugawa habían gobernado a Japón en paz, pero ahora el país estaba de nuevo en turbulencia. Los extranjeros habían llegado a Japón, holandeses, británicos y franceses, y el armamento europeo moderno y el entrenamiento se habían hecho por primera vez influyentes en la tierra del sol naciente. Fue una época turbulenta.
La política de Japón había dividido el país. El joven emperador y el shogunato estaban en desacuerdo, y el emperador había hecho que el último Shogun renunciara a su cargo. Sin embargo, la abdicación del shogún no fue suficiente para satisfacer a los líderes del clan bajo cuya influencia actuaba el emperador.
Armas de la guerra Boshin. De arriba a abajo: un Snider, un Starr, un Gewehr.
Convocaron una reunión y declararon que el propio título de 'Shogun' debía ser abolido. Tokugawa Yoshinobu, el Shogun recientemente abdicado, debía ser despojado de todas las tierras y títulos. Yoshinobu estaba comprensiblemente perturbado por esto, y se movió en la fuerza hacia Kyoto, aparentemente para entregar una carta de protesta al Emperador.
Su ejército estaba formado por tropas de cuatro clanes aliados diferentes, y su equipo reflejaba los rápidos cambios que Japón estaba experimentando en ese momento. Había soldados del viejo estilo, Samurai armoniosamente elaborado, con picas y lanzas, arcos y espadas curvadas, pero también había unidades de infantería de línea armadas con rifles en el estilo occidental. Yoshinobu no esperaba una batalla, pero cuando su ejército se acercó a la sede del poder, la ciudad de Kyoto, encontraron su avance opuesto por las tropas atrincheradas del clan Satsuma.
Tokugawa Yoshinobu, el último Shogun de Japón
Las fuerzas del shogún se extendieron, marchando por dos caminos separados por una serie de colinas y bosques. Ambas secciones de su ejército tenían puentes a cruzar, y ambos puentes se sostuvieron contra ellos. El primer encuentro, en el puente más cercano a la ciudad, fue concluido rápidamente.
Dos unidades de fusileros y una unidad armada con lanzas y espadas se encontraron con la oposición de novecientos clanes de Satsuma, armados con rifles y espadas y apoyados por cuatro cañones. Los soldados que avanzaban se detuvieron y se enviaron enviados para exigir que el ejército pudiera pasar pacíficamente a Kioto. Los rifles de Shogunato estaban vacíos, ya que las tropas no esperaban una batalla, pero los hombres de Satsuma se negaron a dejarlos pasar.
De repente, un estallido de fuego de rifle provenía del flanco de las tropas que defendían el puente. Estas fueron las primeras tomas de un conflicto que se encendería por poco más de un año, una lucha de poder entre las fuerzas leales al Emperador, y los leales al último Shogun, Tokugawa Yoshinobu. El conflicto se conoció como la guerra de Boshin, la guerra del año del dragón de tierra de Yang.
Mapa de campaña de la Guerra Boshin (1868-69). Crédito de la imagen.
Las fuerzas Shogunate no podían devolver el fuego de sus rifles vacíos, y ahora el cañón en el puente comenzó a trueno. Un proyectil explotó cerca del caballo del comandante a cargo de una de las unidades de infantería. Su caballo lo arrojó y se atornilló. La bestia cargada, de ojos salvajes, sin jinete y espumando en la boca, a través de las filas de los soldados que esperaban.
La confusión se esparció y las fuerzas del Shogun comenzaron a entrar en pánico, pero el comandante de los lanceros en el frente les ordenó que cargaran el puente. Avanzaron, pero el cañón y los rifles de los defensores se desgarraban a medida que se acercaban. Un grupo ganó el puente y comprometió al enemigo en cuerpo a cuerpo, pero fueron asesinados y los supervivientes fueron rechazados por la defensa bien equipada.
En el segundo puente, una fuerza imperial similar estaba involucrada en tensas negociaciones con la segunda sección de la vanguardia Shogunate. Cuando el trueno del cañón fue oído a distancia, los defensores abrieron fuego, conduciendo esta segunda sección de las fuerzas del Shogun en retiro.
El primer encuentro termina en un desastre
La noticia de la batalla llegó a la corte imperial con rapidez, y cuando las tremendas fuerzas del shogunato se habían reagrupado a algunas millas de distancia, se habían ordenado y despachado órdenes. El Emperador, tan importante cultural y espiritualmente para los japoneses, había declarado abierta la guerra a Tokugawa Yoshinobu y lo calificó de un rebelde y un traidor.
El emperador autorizó a las tropas que lucharon contra las fuerzas rebeldes a llevar la bandera dorada que representaba su autoridad. Fue un duro golpe para la moral del ejército de Shogunate; Cualquiera que atacara a las tropas bajo esa bandera ahora sería un traidor al Emperador.
Las fuerzas del Shogun se retiraron a la intersección de las carreteras y establecieron un puesto de mando, donde tuvieron un día para reagruparse. A la luz clara de la mañana siguiente, una fuerte fuerza atacó desde la dirección de Kyoto.
A medida que avanzaban, el estandarte dorado del emperador apareció sobre la cresta de la colina. Los defensores estaban confundidos, no reconociendo la bandera, y enviaron mensajes al enemigo, preguntando cuál era su significado.
Cuando llegó la respuesta, que no sólo era la bandera del emperador, sino que el ejército estaba bajo el mando de un príncipe imperial, la duda y el temor fluían a través de las filas de las tropas shogunadas como el fuego a través de la hierba seca. La familia imperial era - y es - un símbolo increíblemente poderoso en Japón. Para un hombre disparar contra las fuerzas bajo el estandarte Imperial no era un asunto pequeño para su conciencia.
La retirada de las fuerzas del Shogunato, pintura anónima c. 1870
La campaña no progresó bien para el último Tokogawa Shogun y sus aliados. A pesar del temor que les impuso la bandera del emperador, se resistieron, pero la confusión había penetrado en las filas, y no podían desafiar eficazmente a sus atacantes. Durante los días siguientes, cayeron una y otra vez, pasando hacia el norte hacia la ciudad-fortaleza de Osaka.
La guerra Boshin había comenzado, y para el final del próximo año, habría reclamado más de tres mil quinientos vidas. Yoshinobu de la antigua casa de Tokugawa fue el último en poseer el título de Shogun en Japón. Después de esta batalla temprana, el clan después del clan se unió a la causa del Emperador, y la oposición del Shogun fue anulada a principios del año siguiente.
El cambio continuó rápidamente en Japón, y los últimos días de la vieja manera habían pasado para siempre. El shogún de Tokugawa fue ahorrado junto con muchos de sus oficiales, pero mientras que muchos de ellos tomaron posiciones en el gobierno, él se retiró en una vida del retiro reservado. El último Shogun murió en 1913, a la edad de 73 años.
Barney Higgins - WHO
Samurai del clan Satsuma durante la Guerra Boshin, por el fotógrafo militar pionero Felice Beato
El 27 de enero de 1868, el ejército del Shogunato marchaba hacia Kioto. Durante más de un cuarto de siglo, los Shogunes de Tokugawa habían gobernado a Japón en paz, pero ahora el país estaba de nuevo en turbulencia. Los extranjeros habían llegado a Japón, holandeses, británicos y franceses, y el armamento europeo moderno y el entrenamiento se habían hecho por primera vez influyentes en la tierra del sol naciente. Fue una época turbulenta.
La política de Japón había dividido el país. El joven emperador y el shogunato estaban en desacuerdo, y el emperador había hecho que el último Shogun renunciara a su cargo. Sin embargo, la abdicación del shogún no fue suficiente para satisfacer a los líderes del clan bajo cuya influencia actuaba el emperador.
Armas de la guerra Boshin. De arriba a abajo: un Snider, un Starr, un Gewehr.
Convocaron una reunión y declararon que el propio título de 'Shogun' debía ser abolido. Tokugawa Yoshinobu, el Shogun recientemente abdicado, debía ser despojado de todas las tierras y títulos. Yoshinobu estaba comprensiblemente perturbado por esto, y se movió en la fuerza hacia Kyoto, aparentemente para entregar una carta de protesta al Emperador.
Su ejército estaba formado por tropas de cuatro clanes aliados diferentes, y su equipo reflejaba los rápidos cambios que Japón estaba experimentando en ese momento. Había soldados del viejo estilo, Samurai armoniosamente elaborado, con picas y lanzas, arcos y espadas curvadas, pero también había unidades de infantería de línea armadas con rifles en el estilo occidental. Yoshinobu no esperaba una batalla, pero cuando su ejército se acercó a la sede del poder, la ciudad de Kyoto, encontraron su avance opuesto por las tropas atrincheradas del clan Satsuma.
Tokugawa Yoshinobu, el último Shogun de Japón
Las fuerzas del shogún se extendieron, marchando por dos caminos separados por una serie de colinas y bosques. Ambas secciones de su ejército tenían puentes a cruzar, y ambos puentes se sostuvieron contra ellos. El primer encuentro, en el puente más cercano a la ciudad, fue concluido rápidamente.
Dos unidades de fusileros y una unidad armada con lanzas y espadas se encontraron con la oposición de novecientos clanes de Satsuma, armados con rifles y espadas y apoyados por cuatro cañones. Los soldados que avanzaban se detuvieron y se enviaron enviados para exigir que el ejército pudiera pasar pacíficamente a Kioto. Los rifles de Shogunato estaban vacíos, ya que las tropas no esperaban una batalla, pero los hombres de Satsuma se negaron a dejarlos pasar.
De repente, un estallido de fuego de rifle provenía del flanco de las tropas que defendían el puente. Estas fueron las primeras tomas de un conflicto que se encendería por poco más de un año, una lucha de poder entre las fuerzas leales al Emperador, y los leales al último Shogun, Tokugawa Yoshinobu. El conflicto se conoció como la guerra de Boshin, la guerra del año del dragón de tierra de Yang.
Mapa de campaña de la Guerra Boshin (1868-69). Crédito de la imagen.
Las fuerzas Shogunate no podían devolver el fuego de sus rifles vacíos, y ahora el cañón en el puente comenzó a trueno. Un proyectil explotó cerca del caballo del comandante a cargo de una de las unidades de infantería. Su caballo lo arrojó y se atornilló. La bestia cargada, de ojos salvajes, sin jinete y espumando en la boca, a través de las filas de los soldados que esperaban.
La confusión se esparció y las fuerzas del Shogun comenzaron a entrar en pánico, pero el comandante de los lanceros en el frente les ordenó que cargaran el puente. Avanzaron, pero el cañón y los rifles de los defensores se desgarraban a medida que se acercaban. Un grupo ganó el puente y comprometió al enemigo en cuerpo a cuerpo, pero fueron asesinados y los supervivientes fueron rechazados por la defensa bien equipada.
En el segundo puente, una fuerza imperial similar estaba involucrada en tensas negociaciones con la segunda sección de la vanguardia Shogunate. Cuando el trueno del cañón fue oído a distancia, los defensores abrieron fuego, conduciendo esta segunda sección de las fuerzas del Shogun en retiro.
El primer encuentro termina en un desastre
La noticia de la batalla llegó a la corte imperial con rapidez, y cuando las tremendas fuerzas del shogunato se habían reagrupado a algunas millas de distancia, se habían ordenado y despachado órdenes. El Emperador, tan importante cultural y espiritualmente para los japoneses, había declarado abierta la guerra a Tokugawa Yoshinobu y lo calificó de un rebelde y un traidor.
El emperador autorizó a las tropas que lucharon contra las fuerzas rebeldes a llevar la bandera dorada que representaba su autoridad. Fue un duro golpe para la moral del ejército de Shogunate; Cualquiera que atacara a las tropas bajo esa bandera ahora sería un traidor al Emperador.
Las fuerzas del Shogun se retiraron a la intersección de las carreteras y establecieron un puesto de mando, donde tuvieron un día para reagruparse. A la luz clara de la mañana siguiente, una fuerte fuerza atacó desde la dirección de Kyoto.
A medida que avanzaban, el estandarte dorado del emperador apareció sobre la cresta de la colina. Los defensores estaban confundidos, no reconociendo la bandera, y enviaron mensajes al enemigo, preguntando cuál era su significado.
Cuando llegó la respuesta, que no sólo era la bandera del emperador, sino que el ejército estaba bajo el mando de un príncipe imperial, la duda y el temor fluían a través de las filas de las tropas shogunadas como el fuego a través de la hierba seca. La familia imperial era - y es - un símbolo increíblemente poderoso en Japón. Para un hombre disparar contra las fuerzas bajo el estandarte Imperial no era un asunto pequeño para su conciencia.
La retirada de las fuerzas del Shogunato, pintura anónima c. 1870
La campaña no progresó bien para el último Tokogawa Shogun y sus aliados. A pesar del temor que les impuso la bandera del emperador, se resistieron, pero la confusión había penetrado en las filas, y no podían desafiar eficazmente a sus atacantes. Durante los días siguientes, cayeron una y otra vez, pasando hacia el norte hacia la ciudad-fortaleza de Osaka.
La guerra Boshin había comenzado, y para el final del próximo año, habría reclamado más de tres mil quinientos vidas. Yoshinobu de la antigua casa de Tokugawa fue el último en poseer el título de Shogun en Japón. Después de esta batalla temprana, el clan después del clan se unió a la causa del Emperador, y la oposición del Shogun fue anulada a principios del año siguiente.
El cambio continuó rápidamente en Japón, y los últimos días de la vieja manera habían pasado para siempre. El shogún de Tokugawa fue ahorrado junto con muchos de sus oficiales, pero mientras que muchos de ellos tomaron posiciones en el gobierno, él se retiró en una vida del retiro reservado. El último Shogun murió en 1913, a la edad de 73 años.
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