jueves, 11 de junio de 2015

Conquista de América: Cortés, un guarro bien salvaje

No dejaba títere con cabeza: Hernán Cortés, un líder muy expeditivo

Cortes era bastante expeditivo. No dejaba títere con cabeza. Más de una vez daría órdenes de masacrar poblaciones enteras sin reparar en medios


Foto: Encuentro de Hernán Cortés y Moctezuma. (Kurz & Allison)
Encuentro de Hernán Cortés y Moctezuma. (Kurz & Allison)

ÁLVARO VAN DEN BRULENoticias de Alma, Corazón, Vida

Los perros a veces comen como si el futuro no existiera.
–Zenk
El ser humano, es un acto en un tiempo. Parece que las cosas discurren tras un antes y preceden a un después, pero todo ocurre en un instante. El cómo lo medimos, es una cuestión de percepción.
Ese instante ocurrió hace cinco siglos, fue una especie de ciclogénesis o de cúmulo de circunstancias pocas veces sumado en la historia; daba pie a una era de gestas para el imperio español, y quizás también anunciaba una tragedia para un pueblo que nunca había combatido contra alguien tan determinado a vencer. España estaba pariendo su grandeza a pasos agigantados mientras un fabuloso imperio al oeste del Atlántico empezaba a restar los días de su historia mientras se dirigía hacia una tragedia irreversible.
Los mexicas, más conocidos  como aztecas –puesto que así pasó a la posteridad este pueblo de pueblos–, vivían en el dominio absoluto de sus vasallos practicando formas de esclavitud indescriptibles con un salvajismo de ferocidad desconocida. Los españoles no éramos ni mejores ni peores, ni ellos eran tan malos como para hacernos a nosotros tan buenos. Amparados en el derecho de conquista y con la difusa coartada que tienen las guerras para difuminar la moral a pasos acelerados, también llegaríamos a desvariar más allá de lo que somos capaces de admitir.
El canibalismo que algunos historiadores imputan alegremente como generalizado no se ajusta a la verdad, ya que era un uso ritual muy puntual
Los aztecas eran esencialmente guerreros que subordinaban a base de crear un terror absoluto en su ámbito de actuación, lo cual, a la luz de cómo nos movíamos en Occidente en aquellos tiempos, no guarda muchas diferencias en lo tocante al modus operandi. El canibalismo que algunos historiadores (Marvin Harris), imputan alegremente como generalizado, no se ajusta a la verdad, ya que era un uso ritual muy puntual circunscrito a ceremonias muy específicas. Es quizás un aspecto morboso de la vida azteca que no se diferenciaba mucho de las prácticas pirómanas que aquí desarrollamos con alegre profusión contra aquellos que pensaban diferente en temas de religión.
Era una sociedad realmente más compleja de lo que nos han transmitido como enseñanza canónica y maledicente. Existía una organizada división del trabajo y especialistas y artesanos de enorme calado, tecnología muy avanzada en muchas y diferentes áreas y extraordinarios conocimientos médicos. ¿Salvajes quizás? Tal vez, pero menos de lo que nos han contado.

El portador de la hecatombe

Pero ocurre que cuando el siglo XVI despunta por el este, un sol abrasador con una ferocidad inhabitual será el portador de la hecatombe de un imperio centenario acostumbrado a ser incontestado.
Del este vendría el mito y también el hombre que lo encarnaría. El mito estaba condenado a muerte, y el hombre a convertirse en mito.

Hernán Cortes.
Hernán Cortés, recio y audaz extremeño, hijo y nieto de las políticas castellanas de repoblación de los territorios conquistados con gentes de la meseta, era el único vástago de una familia de hidalgos rentistas que, en ocasiones y dependiendo del capricho de las cosechas, no llegaban a fin de mes. Pero Cortés apuntaba maneras y, además, madera de líder.
Al cambiar el siglo de dígito, lo enviaron a Salamanca con tan mala fortuna que el secular retraso educativo de su tierra madre, Extremadura, no le permitiría entrar en la universidad ni con calzador. Eran tan evidentes las estrecheces y sus repercusiones en la formación de los chavales provenientes de las dehesas extremeñas, que Salamanca se antojaba como otro planeta. Tras hacer un poco el zascandil y ramonear por los claustros, se hizo a duras penas con tres años de leyes que en el futuro darían de sí lo suyo.
Finalmente el intrépido mozalbete pararía en Sevilla con toda la troupe de colegas de Medellín en calidad de líder natural. Los había arrastrado a todos a una de las apuestas más increíbles jamás concebidas por mente humana. Fray Nicolás de Ovando, el nuevo gobernador de Indias, quedó vivamente impresionado por el carisma de este enjuto pillastre que no perdería de vista para los restos.
La armada en cuestión, con una nutrida logística y una treintena de naos y carabelas de alto bordo para enfrentar el proceloso Atlántico, iba bien dotada del imprescindible material de navegación, animales de tiro y consumo, y de la parafernalia litúrgica al uso en la época, por si las cosas se ponían feas, para invocar sin más preámbulos al máximo hacedor.
El caso es que, por razones hasta hoy no debidamente contrastadas y más cercanas a la leyenda, el en aquella época “calavera” de Cortés, al parecer dio con sus huesos en el calabozo al intentar cortejar a una mujer casada, costándole un disgusto importante el asedio a la fémina en cuestión, y un par de costillas a consecuencia de los arreones que le aplicó el desairado marido.

La ruta que siguió la expedición de Hernán Cortés desde que partió de Cuba hasta su llegada a Tenochtitlan. (Evazquezm)

Rumbo hacia la gloria

El deseado viaje tras la estela de Colón quedaría en agua de borrajas. Pero el héroe suele ser alguien común que destaca sobre sus limitaciones de mortal acercándose a la inmortalidad con gestas fuera de lo común. Cortés era un genio de la estrategia en proceso de explosión, así que se las apañó de tal manera que en 1506 ya se había agenciado un puesto de escribano en la notaría de Azúa en la isla de la Española, a las órdenes de Diego de Velázquez, con el cual tendría más de un desencuentro por incompatibilidad manifiesta de caracteres.
Los desembarcados se pusieron a “cristianizar” a golpe de mosquete a los descarriados indígenas
En el paréntesis entre dos agarradas con su jefe natural –era un 10 de febrero de 1519–, Cortés que no era manco, le “levantó” la artillería, los caballos, las vituallas, los once barcos de la expedición y 555 hombres de armas a Diego de Velázquez, e hizo mutis por el foro, o lo que es lo mismo, puso rumbo hacia la gloria. ¿Traición? ¿Visión de largo alcance? ¿Picardía en estado puro? Ya es historia. El cabreo del afectado fue monumental y perseguiría al extremeño y su monumental osadía durante años.
Tras diez días de navegación con rumbo aparentemente indeterminado, aterrizaron en la isla de Cozumel en la costa este del imperio mexica o azteca que venía a ser lo mismo. Andaba por allá un escuchimizado y famélico Jerónimo de Aguilar, medio desnudo y medio asilvestrado, que no daba crédito a lo que veía. De repente la playa se pobló de invasores que hablaban su lengua. Atónito ante aquella aparición, el náufrago de una anterior expedición casi se descoyunta en el trance sobrevenido.
Rápidamente los desembarcados se pusieron a “cristianizar” a golpe de mosquete a los descarriados indígenas que sin comerlo ni beberlo tendrían que elegir sin demora entre enrolarse “voluntariamente” como tropa de apoyo o salir corriendo a esconderse en la tupida selva habida cuenta de la persuasión que les ocasionaba la cacofonía de los arcabuces cuando se ponían a tocar en plan coral.

Un aficionado a las masacres

Hay que decir que Cortés era bastante expeditivo. No dejaba títere con cabeza. En más de una ocasión daría órdenes de masacrar directamente poblaciones enteras sin reparar en medios. No era una guerra convencional la que se libraba en aquellas junglas. Si eras capturado, corrías el riesgo de que te pusieran vuelta y vuelta junto a una guarnición de patatas después de separarte prudentemente la cabeza para jugar un partidillo de algo parecido al fútbol sala.
La guerra florida era un simulacro bélico en el que siempre los dominantes capturaban a unos centenares de adversarios que, por mucha oposición que pusieran, acababan con sus cabezas en algún cesto
Con estas credenciales y declaración de intenciones, Cortés hizo amigos rápidamente entre tlaxcaltecas y totonacas que eran dos de las tribus más castigadas por las acciones de guerra florida de los aztecas. La guerra florida era un simulacro bélico, en el que siempre los dominantes capturaban a unos centenares de adversarios que por mucha oposición que pusieran acababan con sus cabezas en algún cesto de laboriosa confección. Por eso, estos dos agraviados pueblos se coaligaron con Hernán Cortés, y todos juntos y contentos, el 16 de agosto del año del señor de 1519, se dirigieron en número de cien mil animadas almas más o menos, hacia la bellísima capital lacustre llamada Tenochtitlan, donde los mexicas vivían plácidamente. La idea, claro está, no era otra que la aplicarle un severo correctivo al engreído Moctezuma y de paso expropiarle lo incautado durante años a los cabreados pueblos fronterizos.
Hay que decir en beneficio de aquella cultura fagocitada en un abrir y cerrar de ojos por los impetuosos españoles, que la expansión azteca anterior a la llegada de los invasores había creado una cultura muy homogénea con una lingua franca, el náhuatl, equivalente a lo que podría ser el latín en su tiempo. Dicha expansión coincidió con el florecimiento de una tradición ideológica de carácter interétnico que abarcó a pueblos que hablaban lenguas e idiomas diferentes creando un paraguas-estado sin fisuras notables.
Al contrario que los españoles que repartían agua bautismal a diestro y siniestro, los aztecas no impusieron su religión ni su lengua a los pueblos dominados, “solo les cortaban la cabeza” cuando remoloneaban en el pago de impuestos, capítulo este en el que eran muy escrupulosos.

Si no puedes con tu enemigo, invítale a cenar

Dicho esto, y mientras los españoles se iban acercando a la capital del imperio azteca, tupidas redes de espionaje con una economía de medios asombrosa analizaban al enemigo en detalle. Moctezuma, advertido de la que se le avecinaba, tomó una prudente e increíble decisión. El emperador azteca había advertido con buen criterio la imbatibilidad de los españoles en campo abierto, ergo pensó que si los dejaba entrar como invitados en Tenochtitlan podría darles un susto más apropiado y ajustado a sus intereses.


La Matanza de Cholula. Lienzo de Tlaxcala, 1552.

Moctezuma era un hombre sabio, pero melifluo en su concepción vital. No era un guerrero al uso. Las noticias de la masacre causada por Cortés en la ciudad sagrada de Cholula habían corrido como la pólvora. La pretendida seguridad de la que habían hecho bandera se iba disipando según avanzaban los españoles. La masacre de Cholula fue un acto de barbarie excesivo a todas luces, por innecesario, salvo que Cortés quisiera lanzar una clara advertencia ante cualquier posible intención de resistencia futura.
Mientras Cortés hacía migas con Moctezuma en un extraño impasse de tensa espera, en la primavera de 1520, Pánfilo de Narváez, que se la tenía jurada, apareció por Veracruz con aviesas intenciones. Cortés, que tenía el tema controlado en Technotitlan, se vio alterado por esta súbita e inesperada aparición, por lo que se puso manos a la obra con su habitual fair play. Cayó sobre la tropa desembarcada en una acción relámpago. Los que conservaron la testa sobre los hombros se unieron a gran velocidad al extremeño. Decisión muy afortunada a juzgar por la suerte que correrían los que osaron plantarle cara.
Entretanto, Pedro de Alvarado sería cogido por sorpresa y emboscado en la propia Technotitlan. Cortés, a pesar de imprimir una contramarcha acelerada a su tropa tras vapulear a Pánfilo de Narváez, se encontró ante hechos consumados. La chusma, cabreada por la indecisión del emperador, le enviaría al otro barrio de una soberana y precisa pedrada cuando se aprestaba a calmar al pueblo levantisco. A partir de ahí, la historia registra la que posiblemente fuera la derrota de mayor envergadura infligida a un ejército europeo en tierras americanas. Cortés perdería en la Noche Triste casi a la mitad de su ejército en una dramática persecución.

La batalla más cruenta de la conquista

Pero Hernán Cortés se rehízo. El día 7 de julio de 1520, con cifras ampliamente contrastadas y de acuerdo con el historiador Hugh Thomas, en las llanuras de Otumba, no más de 1.500 españoles (objetivamente hablando, castellanos) se enfrentaron a un ejército nada sobredimensionado por la mítica de la conquista, que podría oscilar en torno a los 150.000 hombres por parte de México.
Cortés acabaría conquistando un vasto territorio que comprendía más de trescientos mil kilómetros cuadrados
La clave de la victoria, según el hispanista inglés, fue la captura de la corona y del estandarte  que portaba el líder azteca. Sin artillería y con el aliento de una muerte segura si eran capturados, una carga memorable en los anales militares encabezada por Cortés a la desesperada, dirimió la que fuera posiblemente la batalla más cruenta de la conquista de América. Al anochecer, cerca de sesenta mil almas habían iniciado el postrer viaje hacia la eternidad.
Un año más tarde vendría el terrible asedio de la capital azteca con su corolario de cien mil muertos más, caídos por hambre y viruela. Como es de rigor, la matanza sobrevenida duraría cerca de una semana y solo se detendría cuando la tropa, hastiada de blandir acero, se quedó exhausta de repartir mandobles.
Cortés acabaría conquistando un vasto territorio que comprendía más de trescientos mil kilómetros cuadrados. La Corona fue ingrata con él, ya que no solamente le mermó un poder que le correspondía de facto, sino que lo retiraría discretamente de sus funciones a la par que lo colmaba de distinciones. En el trasunto, estaban las inmensas riquezas conquistadas y la ya evidente vejez que asaltaba al extremeño.
Cortés fue un hombre de su época. No fue un pacificador compasivo y generoso con los vencidos, pero tampoco se le puede desvincular de aquella realidad de supervivencia extrema en la que estuvo inmerso casi siempre, por lo que hacer una valoración fuera del contexto histórico que le rodeó, y se podría decir incluso que presidió, sería algo descortés y desafortunado.
Una disentería terminal lo dejaría totalmente extenuado. El 2 de diciembre de 1547 se alejaría definitivamente del mundanal ruido.

miércoles, 10 de junio de 2015

Conquista de América: La tumba secreta de Hernán Cortés

La tumba secreta de Hernán Cortés
Durante 123 años el paradero del los restos del conquistador español fue un misterio, hoy languidecen en el olvido en México

El mayor enigma de Hernán Cortés fue su tumba. Entre el siglo XIX y el XX, se dio por desaparecida y alimentó uno de los grandes misterios históricos de América. Hubo quien pensó que había sido saqueada, otros especularon con el extravío, y algunos convirtieron el caso en una metáfora del destino de España en México. La verdad no andaba ni lejos ni cerca. Pero aún hoy, cuando la tumba del conquistador languidece en el olvido, mantiene su capacidad de sorpresa.

El País


El Real psicoanaliza a Hernán Cortés y a Moctezuma en ‘La conquista de México’

En 1823, tras la Guerra de Independencia y ante la furia antiespañola que barría México, el ministro mexicano Lucas Alamán, como detalla el historiador Salvador Rueda, urdió una plan para evitar que cayera en manos de profanadores y fuera destruida. Al tiempo que hacía creer que los despojos habían sido enviados a Italia, los ocultó primero bajo una tarima del Hospital de Jesús, el lugar donde la leyenda considera que Cortés y Moctezuma se vieron por primera vez, y 13 años después, tras un muro en la contigua Iglesia de la Purísima Concepción y Jesús Nazareno.

La ubicación del nicho quedó silenciada y durante años permaneció en secreto hasta que en 1843, el propio Alamán, para evitar que su paradero cayera en el olvido, depositó en la embajada de España un acta del enterramiento clandestino. El documento, lejos de ver la luz, recibió tratamiento de secreto. Dio igual que el embajador fuese conservador, liberal o republicano: de un siglo a otro, el papel nunca salió de la caja fuerte diplomática. Hernán Cortés, el hombre que encarna como pocos el esplendor y la barbarie de la Conquista, hacía mucho que había dejado de ser realidad y se había convertido en un tabú en México. Y la buena relación con el país norteamericano pasaba por su olvido. Incluido el de su tumba.

Así fue hasta que en 1946, un alto cargo del Gobierno republicano en el exilio, de quien dependía la embajada, filtró una copia del documento. El 28 de noviembre de aquel año las reliquias fueron plenamente identificadas.

El hallazgo, tras 123 años de misterio, desató antiguos demonios. Hubo quien pidió que los restos fueran arrojados al mar. Otros llegaron más lejos. Ante estos ataques, salió a la palestra el presidente del PSOE y exministro republicano Indalecio Prieto, exiliado en México y conocedor por su cargo del enigma. En un conmovedor artículo publicado en la prensa de la época, reveló la centenaria historia secreta y pidió la reconciliación. “México es el único país de América donde no ha muerto el rencor originado por la conquista y la dominación. Matémoslo, sepultémoslo ahora aprovechando esta magnífica coyuntura”

Sus palabras no tuvieron eco. México prefirió devolver los restos al lugar al que los había arrojado la historia. En 1947 fueron recolocados en un muro de la Iglesia de Jesús Nazareno. A la izquierda del altar. Allí siguen.

- ¿Viene alguien a visitarla?

- No viene nadie. Aquí no hay permiso para sacar fotos ni hacer turismo. Eso nos lo tienen prohibido.

La secretaria de la iglesia ha respondido sin levantarse de la silla. Está apostada a la entrada y mira con displicencia al recién llegado. El templo, enclavado en una concurrida avenida del centro histórico, parece medio abandonado. A un lado se acumulan muebles antiguos; a otro, andamios y sacos. La tumba no se aprecia a simple vista ni está indicada por ningún letrero. Hay que llegar al fondo y mirar a la izquierda del altar. A tres metros del suelo, se encuentra la placa que señala el lugar donde descansa el conquistador. Es de metal anaranjado. Sólo dice: Hernán Cortés 1485 - 1547.

martes, 9 de junio de 2015

Cuba: Fidel Castro, la sabandija más putrefacta de Latinoamérica

La vida secreta de Fidel Castro
Por Mary Anastasia O'Grady  | The Wall Street Journal
La Nación


Por 17 años, Juan Reinaldo Sánchez fue parte del equipo élite de especialistas en seguridad de Cuba a cargo de proteger la vida y la privacidad de Fidel Castro . Pero en 1994, su lealtad quedó en duda cuando, aparte de tener una hija que vivía fuera del país, uno de sus hermanos se subió en una balsa con destino a la Florida. Fidel Castro lo echó.
Un cobarde burgués asesino
Sánchez fue encarcelado por dos años y torturado. En 2008, desertó a Estados Unidos, con lo cual se ha convertido en el único miembro de la escolta personal del máximo líder en huir de la isla.

El mes pasado, Sánchez murió, semanas después de publicar en Estados Unidos la versión en inglés de La vida oculta de Fidel Castro (The Double Life of Fidel Castro), el libro que había publicado originalmente en España en 2014. El momento de su muerte ha hecho que algunos se pregunten si el largo brazo de la dictadura no lo alcanzó para vengarse por las revelaciones sobre su ex jefe. La causa oficial de su muerte fue reportada como cáncer de pulmón.

La leyenda de Castro como un gran revolucionario que se sacrifica por su gente es preservada con el ocultamiento de los detalles sobre su vida como un secreto de estado. La historia que cuenta Sánchez muestra al Castro verdadero: vengativo, ensimismado y dado a pataletas infantiles, conocidas como "tormentas tropicales". "La mejor forma de vivir con él", escribió Sánchez "era aceptar todo lo que decía y hacía".

La traducción del libro al inglés llega en el momento justo. El gobierno del presidente Barack Obama acaba de sacar a Cuba de su lista de países que patrocinan el terrorismo, en medio de las críticas de los exiliados. Las preocupaciones de estos son sensatas: aunque se escuchan rumores de que la salud mental de Castro se ha deteriorado, el aparato de inteligencia que construyó, que se especializa en violencia para desestabilizar la democracia y trafica con drogas y armas, sigue tal y como ha sido por medio siglo.

Aunque se escuchan rumores de que la salud mental de Castro se ha deteriorado, el aparato de inteligencia que construyó sigue tal y como ha sido por medio siglo Sánchez fue testigo presencial de la indiferencia de Castro a la pobreza cubana. El comandante daba discursos interminables pidiendo el sacrificio revolucionario, pero vivía a lo grande, con una isla privada, un yate, cerca de 20 casas por toda Cuba, un chef personal, un doctor de tiempo completo y una dieta cuidadosamente seleccionada y preparada.

Un imbécil admirado en
toda Latinoamérica
Cuando una compañía canadiense ofreció construir un centro deportivo moderno para el país, Castro usó la donación para crear una cancha de baloncesto privada. Sin importar a qué lugar del mundo viajaba, su cama era desarmada y enviada con anterioridad para asegurar la comodidad que exigía.

 Castro estaba obsesionado con expandir su revolución. En las afueras de La Habana, en un campo secreto llamado Punto Cero de Guanabo, escribió Sánchez, Cuba "entrenaba, formaba y asesoraba a movimientos guerrilleros [y organizaciones] de todo el mundo". Reclutas de lugares como Venezuela, Colombia, Chile y Nicaragua practicaban el secuestro de aviones y aprendían a usar explosivos.

"El Chile de Salvador Allende a principios de los 70", escribió Sánchez "era sin lugar a dudas el país en el que la influencia cubana había penetrado con mayor profundidad. Fidel dedicó un enorme esfuerzo y recursos a ello" y lo infiltró a fondo con operativos de inteligencia cubana.

El comandante daba discursos interminables pidiendo el sacrificio revolucionario, pero vivía a lo grande Sánchez supo sobre lo que había sucedido en Chile de boca de Manuel Piñeiro, el conocido jefe de espías revolucionarios de Castro quien "estaba siempre rondando cerca del palacio presidencial" hablando de ello.

El régimen cubano "penetró e infiltró el séquito de Allende" con el objetivo de crear "un aliado incondicional en Santiago de Chile". Los marxistas "Miguel Enríquez, el líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile, y Andrés Pascal Allende, cofundador de ese movimiento radical y sobrino del presidente Allende" eran protegidos de Castro que entrenaron en Cuba.

Beatriz, la hija de Allende que estaba casada con un diplomático cubano en Santiago, persuadió a su padre de despedir a la guardia presidencial que había heredado. Fue reemplazada con "militantes de la izquierda" incluyendo agentes cubanos. Después de la caída de Allende, Castro continuó entrenando reclutas chilenos en Cuba. Uno de ellos fue Juan Gutiérrez Fischmann, quien según Sánchez ha sido "buscado desde hace mucho tiempo por la Interpol" por su papel en el asesinato del senador chileno Jaime Guzmán.

Esta lacra alentó y entrenó a
todo el terrorismo latinoaméricano
Un día en 1988, mientras Sánchez hacía guardia afuera de la oficina de Castro, el comandante recibió al ministro del Interior. Castro le indicó a Sánchez que rompiera con la rutina y no grabara la reunión de manera secreta.

Cuando pasó el tiempo y Castro no abrió la puerta para pedir un whisky como siempre lo hacía, un curioso Sánchez se puso sus audífonos y escuchó cómo los dos hombres discutían una "enorme transacción de tráfico de drogas" que se "estaba llevando a cabo en los niveles más altos del estado". Ahí fue cuando la venda se cayó de sus ojos, dijo Sánchez en una entrevista en Miami en octubre.

Al año siguiente, Castro condenó a morir frente al pelotón de fusilamiento por tráfico de drogas al general Arnoldo Ochoa, el héroe militar cubano más admirado desde la Bahía de Cochinos hasta el conflicto en Angola, y a otros tres altos mandos militares.

Sánchez se dio cuenta de que Fidel usaba a las personas "y luego se deshacía de ellas sin el más mínimo tapujo". Es la historia de la Revolución Cubana, pero no está claro si el gobierno de Barack Obama lo entiende..

lunes, 8 de junio de 2015

Posguerra: Los chicos de la ocupación aliada en Alemania y Austria

Hijos de la Ocupación rechazados en la Alemania y Austria de la posguerra 
Por Bethany Bell

BBC News



Los niños se ven en la portada del libro Besatzungskinder: Los hijos de soldados aliados en Austria y Alemania
Un nuevo libro analiza la vida de los hijos de soldados aliados en Austria y Alemania después de la 2 ª Guerra Mundial
Cuando Christa Wais nació en septiembre de 1946, su madre austriaca ya había perdido el contacto con su padre, un mayor del Ejército Rojo.
Sus padres se habían conocido en el teatro en la ciudad de St Poelten, al oeste de Viena.
Su madre visitó a su padre con frecuencia en la oriental provincia de Burgenland, donde más tarde fue estacionado con su empresa.
Pero un día, cuando estaba embarazada de siete meses, se volvió a encontrar la compañía se había ido.
Christa es una de 30.000 niños que se cree que han sido engendrados por soldados aliados en Austria en la década posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Mientras tanto, se estima que cerca de 400.000 niños en Alemania fueron engendrados por los soldados de ocupación, que vinieron de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética.
Cuatro soldados de las fuerzas de ocupación se dan la mano para marcar el final de la Patrulla Internacional de Viena.


Alemania y Austria fueron ocupadas por tropas de los EE.UU., Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética después de la 2 ª Guerra Mundial

En alemán, estos niños a menudo se describen como "Besatzungskinder" - o "niños de la ocupación".
Ellos nacieron como resultado de amores, aventuras cortas, "la prostitución de supervivencia" y la violación, dice la historiadora Barbara Stelzl-Marx, el autor y editor de un nuevo libro Besatzungskinder: Los hijos de soldados aliados en Austria y Alemania.
Muchos de los niños - y sus madres - enfrentan la discriminación y la exclusión social.

'Observaciones' odiosas

"Fue muy difícil", Christa Wais me dijo. "Yo no tengo buenas sensaciones sobre mi infancia. Yo estaba excluido en todas partes. Todos los niños habían dicho de evitarme.
"Más tarde, incluso mi marido solía hacer comentarios desagradables sobre mi experiencia."
La Sra Stelzl-Marx dice que había un estigma que rodea a los hijos de los soldados aliados; los padres a menudo eran todavía considerados como el enemigo.
"Muchos niños también eran ilegítimos, que era un problema en ese momento", dijo.
Los niños de las fuerzas aliadas
Cifras estimadas400000en Alemania30000en AustriaFuente: Besatzungskinder: Los hijos de soldados aliados en Austria y Alemania
"Hubo una imagen muy negativa de los soldados soviéticos. Propaganda nazi de los eslavos Untermensch [subhumanos] jugó un papel.
"En la zona americana, las mujeres fueron vistas como teniendo asuntos porque quería tener las medias de nylon agradables o chocolate."

'Falta algo'

Un ejemplo destacado de un "Besatzungskind" es la cantante británica, Marianne Faithfull, dice la Sra Stelzl-Marx.


Marianne Faithfull, visto en 2013 y 1957, habló sobre su historia familiar en un documental de la BBC en 2013

"Ella es la hija de un oficial británico [Robert Glynn Faithfull] que fue sede en Viena y que se casó con su madre vienesa (Eva von Sacher-Masoch). Se trasladaron a Gran Bretaña y allí dio a luz a Marianne", dijo.
Muchos otros "Besatzungskinder" nunca conoció a sus padres.
Gitta Rupp es uno de los tres hijos de padres británicos cuyas historias se incluyen en el libro de la Sra Stelzl-Marx.
Ella describe gritando con rabia en una foto de su padre ausente, Paul Wade-Brown.


Gitta Rupp (delantero derecho) con su madre Paula y media hermana Pauli, por su madre, en 1955

Pero también le da una cálida descripción de sus dos hermanastras, a quien conoció en 2014. Uno de ellos, Anastasia Lewis, vive en Londres, mientras que el otro, Celia Wade-Brown, es el alcalde de Wellington, Nueva Zelanda.
Christa Wais aún no ha logrado remontar su padre y su familia, que, se cree, vino de Kiev.
Pero ella está decidida a seguir buscando.
"Usted no debe dejar que nadie te detenga en busca de sus raíces, si quieres", dijo. "De lo contrario, siempre hay algo que se encuentra."

domingo, 7 de junio de 2015

PGM: Descubren casi intacta un túnel con 21 soldados alemanes

Soldados alemanes conservados en la Primera Guerra Mundial 
El refugio fue descubierto después de casi 100 años
Veintiún soldados alemanes enterrados en un perfecto estado de conservación de la Primera Guerra Mundial refugio se han descubierto 94 años después de que fueran muertos.
The Telegraph


Maderas en conserva que formaban las paredes del túnel donde fueron enterrados los soldados Foto: BNPS

Veintiún soldados alemanes enterrados en un perfecto estado de conservación de la Primera Guerra Mundial refugio se han descubierto 94 años después de que fueran muertos.
Los hombres fueron enterrados vivos cuando un gran proyectil disparado por los Aliados explotó por encima de su túnel en Carspach, Alsacia, en 1918 haciéndolo ceder. Arqueólogos franceses se toparon con la fosa común durante los trabajos de excavación para un proyecto de construcción de carreteras, y muchos de los restos fueron encontrados en las mismas posiciones que los hombres habían estado en el momento del colapso, lo que llevó a expertos para comparar la escena a Pompeya. También se han encontrado restos de armas, cascos y otros artículos militares.

Los hombres eran parte de un grupo mayor de 34 que fueron enterrados vivos cuando un proyectil Aliado explotó encima del túnel durante la Primera Guerra Mundial haciendo ceder.
Trece cuerpos fueron recuperados del refugio subterráneo, pero los hombres que quedaban tuvieron que quedar bajo una montaña de barro, ya que era demasiado peligroso recuperarlos.
Casi un siglo después arqueólogos franceses tropezaron con la fosa común en el antiguo frente occidental durante los trabajos de excavación para un proyecto de construcción de carreteras.
Muchos de los restos óseos fueron encontrados en las mismas posiciones que los hombres habían estado en el momento del colapso, lo que llevó a expertos para comparar la escena a Pompeya.
Varios de los soldados fueron descubiertos sentado en posición vertical en un banco, uno yacía en su cama y otro se encontraba en posición fetal haber sido arrojado por un tramo de escaleras.

Así como los cuerpos, también se encontraron efectos personales conmovedoras como botas, cascos, armas, botellas de vino, gafas, carteras, pipas, pitilleras y libros de bolsillo.
Incluso se encontró el esqueleto de una cabra, asume que es una fuente de leche fresca para los soldados.
Los arqueólogos creen que los artículos estaban tan bien conservados porque casi todo el aire, el agua o las luces habían penetrado en la zanja.
El túnel de 300 pies de largo se encuentra 18 pies debajo de la superficie cerca de la pequeña ciudad de Carspach en la región de Alsacia, en Francia.
Michael Landolt, el arqueólogo que lleva la excavación, dijo: "Es un poco como Pompeya.
"Todo se derrumbó en segundos y es sólo la forma en que estaba en ese momento.
"Aquí, como en Pompeya, encontramos los cuerpos como lo eran en el momento de su muerte.
"Algunos de los hombres se encontraron en posición sentada en un banco, otros acostado. Uno de ellos fue proyectado por un tramo de escaleras de madera y se encontró en una posición fetal.


Los arqueólogos creen que los artículos estaban tan bien conservados porque casi todo el aire, el agua o las luces habían penetrado en la zanja. El túnel de 300 pies de largo se encuentra 18 pies debajo de la superficie. "El refugio colapsado se llenó con tierra. Los artículos fueron muy bien preservados debido a la falta de aire y la luz y el agua.
"Los objetos metálicos estaban oxidadas, la madera estaba en buenas condiciones y encontramos algunas páginas de los periódicos que estaban todavía legible.
"El cuero estaba en buenas condiciones, así, todavía flexible.
"Los artículos serán llevados a un laboratorio, limpiados y examinados."
Los arqueólogos también descubrieron los lados de madera, suelos y escaleras de la vivienda que
Los soldados muertos eran parte de la sexta compañía, 94o Regimiento de Infantería de Reserva.
Sus nombres son todos conocidos. Incluyen Mosquetero Martin Heidrich, 20, privada Harry Bierkamp, ​​22, y el teniente agosto Hutten, 37.
Sus nombres están inscritos en un memorial en el cercano cementerio de guerra alemán de Illfurth.
Los cuerpos han sido entregados a la Comisión Guerra Graves alemán, pero menos que los familiares se pueden encontrar y solicitar los restos sean repatriados, está previsto que los hombres serán enterrados en Illfurth.

Michael Landolt, el arqueólogo que lleva la excavación, dijo: "Es un poco como Pompeya Todo se derrumbó en segundos y es sólo la forma en que estaba en el momento en este caso, como en Pompeya, encontramos los cuerpos como lo eran en el momento de.. su muerte. Algunos de los hombres fueron encontrados en las posiciones sentado en un banco, otros acostado. Uno de ellos fue proyectado por un tramo de escaleras de madera y se encontró en una posición fetal. El túnel subterráneo era lo suficientemente grande para albergar a 500 hombres y tuvo 16 salidas.
Hubiera sido equipada con calefacción, conexiones telefónicas, la electricidad, las camas y un tubo para bombear agua.
Los franceses atacaron el refugio el 18 de marzo 1918 con minas aéreas que penetraron el suelo y criticó en la pared lateral de la vivienda en dos puntos.
Se estima que más de 165.000 soldados de la Commonwealth están todavía en paradero desconocido en el frente occidental. Los soldados muertos eran parte de la sexta compañía, 94o Regimiento de Infantería de Reserva. Sus nombres son todos conocidos. Incluyen Mosquetero Martin Heidrich, 20, privada Harry Bierkamp, ​​22, y el teniente agosto Hutten, 37. Sus nombres están inscritos en un memorial en el cercano cementerio de guerra alemán de Illfurth.

sábado, 6 de junio de 2015

Medioevo: Asesinato de Cangrande determinado por la mierda momificada

Heces momificadas desvelan un asesinato histórico



Por Jorge Alvarez  - La Brújula Verde

Heces momificadas desvelan asesinato histórico


Las heces momificadas desvelan un asesinato histórico. Heces de la víctima, por supuesto, que no es que se hayan conservado en plan reliquia sino que aún estaban en sus intestinos cuando se descubrió y analizó científicamente su cuerpo, momificado por causas naturales.

Seamos sistemáticos, que algo habremos sacado de tanto ver CSI. Antes de nada, identifiquemos el cuerpo: se trata de Canfrancesco della Scala, popularmente conocido como Cangrande, mecenas de Dante Allighieri y gobernante de Verona entre 1308 y 1329. Fue uno de esos señores de la guerra que caracterizaron la Baja Edad Media italiana, un período bastante turbulento en el que las ciudades estaban envueltas en continuos enfrentamientos bélicos.

En ese contexto, Cangrande era un guerrero especialmente fornido y experto que no se conformó con gobernar su Verona natal sino que extendió su dominio a las localidades vecinas de Vicenza, Padua y Treviso. Pero la conquista de esta última en 1329 supuso también su final. No porque cayera en combate sino porque apenas cinco días después de adueñarse de ella sufrió un brusco deterioro de su salud y murió.

Un óbito tan repentino siempre resulta extraño pero entonces lo achacaron a haber bebido agua en mal estado antes de iniciar la campaña -era pleno verano-, según parecían indicar los vómitos y diarreas que se manifestaron durante el breve proceso. Sin embargo, ya entonces empezaron a circular rumores de envenenamiento. En cualquier caso, Cangrande fue enterrado en la iglesia de Santa Maria Antica, en Verona, y con el tiempo se le fue olvidando.

Hasta que en 2004 un equipo de expertos abrió el elegante sepulcro de mármol y exhumó su cadáver. Lo encontraron en bastante buen estado, fruto de una momificación natural. Aparte de indicios de tubercolisis y artritis, los análisis de rayos X y tomografías computerizadas revelaron que sus órganos se hallaban en condiciones sorprendentes, hasta el punto de que aún había restos de alimento regurgitado en el esófago. Pero fueron las exploraciones abdominales las que resultaron más provechosas.

Se han hecho públicas este mismo mes de enero en un artículo de la revista Science. En efecto, el recto aún conservaba materia fecal suficiente como para extraer muestras y analizar su composición, determinando si el agua contaminada era o no la responsable del fallecimiento. Lo que revelaron en realidad fue la existencia de granos de manzanilla usados como sedante y morera negra, que se utilizó como astringente. Pero lo que llamó la atención fue la presencia de digitoxina que se saca de la planta dedalera. Un estudio del hígado lo confirmó.

Gino Fornaciari, profesor de Historia de la Medicina y Paleopatología de la Universidad de Pisa, explica que no es totalmente descartable una ingestión accidental pero que la hipótesis más probable es una administración deliberada de digitalis, el veneno que se elaboraba con la citada toxina. Al fin y al cabo, a alguien con el poder de Cangrande no le faltaban enemigos, entre ellos la República de Venecia o el Ducado de Milán pero también otros más cercanos, caso de sus sobrinos (no tenía hijos legítimos), que aspiraban a hacerse con sus tierras y títulos. De hecho, poco después uno de ellos, Mastino, mandó ahorcar al médico que le atendió.

viernes, 5 de junio de 2015

SGM: Buscan identificar un piloto británico derribado


El misterio del héroe de guerra perdido puede ser resuelto, 70 años después

Ralph Riegel - War History Online

El cuerpo de un piloto de combate de la Segunda Guerra Mundial derribado hace 70 años, finalmente se ha descubierto en el desierto de Egipto, su familia cree.




La familia Pryor-Bennett están orando para que las pruebas de ADN confirman que los restos son los de sargento de vuelo Denis Copping.
El joven piloto ha estado desaparecido durante 70 años después de que no pudo volver a la base en su caza Curtiss Kittyhawk en 1942.
Se creía inicialmente que el joven fue derribado por la Luftwaffe, cerca de la frontera entre Egipto y Libia - pero los expertos más tarde supuso que el piloto de la RAF se perdió en una tormenta de arena sobre el desierto sin rasgos antes de quedarse sin combustible y estrellarse.
Aunque parezca increíble, un grupo de trabajadores petroleros polacos descubrió el avión casi intacto Kittyhawk hace tres meses.
Confirmaron que el piloto sobrevivió al accidente porque encontraron su paracaídas, pero no hay restos.



Llegaron a la conclusión de que debe haber establecido a pie a través del desierto de sodio para tratar de llegar a la seguridad de las líneas aliadas.
El sobrino de Flt sargento Copping William Pryor-Bennett (62), se determinó que los restos de su tío se deben encontrar - y su hijo John (30) está dispuesto a viajar a Egipto para ayudar con la búsqueda.
Pero el Pryor-Bennetts - que dirige el éxito Madre Hubbards Cafe en Kinsale - estaban estupefactos al recibir la palabra que los historiadores militares italianos ya han encontrado lo que creen que podría ser los restos del joven piloto.


Disparos que derribaron al avión

El descubrimiento fue hecho hace poco más de dos semanas.
"Escucharon sobre el descubrimiento de avión de mi tío y decidieron buscar el área alrededor de ella. Ellos han estado haciendo un montón de investigación sobre los soldados italianos que lucharon junto a Rommel," William Pryor-Bennett dijo al Irish Independent.
Los italianos han buscado el área alrededor del avión de combate de choque - y encontré restos humanos sólo cinco millas de la Curtiss.



"Ellos no se recuperan mucho más -. Sólo una pierna y algunas vértebras No sabemos cuando las pruebas de ADN van a llevar a cabo para ver si realmente es el cuerpo de mi tío", añadió.
El lugar del accidente se encuentra a más de 200 millas de donde la línea del frente aliado fue en 1942 - y, sin agua o suministros, se creía que el joven aviador solamente habría cubierto de 20 a 40 millas en pie.



Ahora se teme que él sólo hizo sí cinco millas antes de perecer por el calor y el agotamiento.
"Por desgracia, parece que sólo era demasiado para él hacer eso", dijo el Sr. Pryor-Bennett.
"Obviamente, yo nunca lo conocí pero yo oído hablar mucho de él como yo crecí. La familia siempre quiso saber lo que pasó, porque todo lo que escuchamos en el momento era que él estaba" desaparecido en acción ". Pero sé ahora", dijo.
Las autoridades egipcias han dado permiso para que el avión para ser rescatado y traído de vuelta al Reino Unido.



La Real Fuerza Aérea espera para restablecer el luchador y ponerlo en exhibición en el Museo de Aviación en Hendon Londres.
Flt sargento Copping fue asignado con un colega de la RAF 260 Escuadrón de volar dos aviones de combate de Estados Unidos incorporado entre las bases el 20 de junio de 1942 en el apogeo de la campaña del norte de África para África Korps de Hitler.
"Es increíble que su avión se ha encontrado después de tanto tiempo. Sólo estamos esperando ahora que los restos encontrados son los de mi tío", añadió el Sr. Pryor-Bennett.
Irish Independent

jueves, 4 de junio de 2015

Japón: La vida de película de Otokichi

Otokichi, el primer turista japonés de la historia
Javier Sanz - Historias de la Historia


El otro día contábamos que Katsu Kaishu y su misión diplomática a EEUU en 1860 fue la primera ocasión en que un japonés se aventuraba fuera de los confines de su país en más de doscientos años. Pero, estrictamente hablando, eso no es del todo cierto. El de Katsu fue el primer viaje oficial y, digamos, intencionado. Pero, antes de eso, la Historia nos ha dejado casos de náufragos japoneses que, a merced de las corrientes, acabaron dando con sus huesos en tierras lejanas.

Hoy vamos a hablar del primero de estos viajeros involuntarios, cuya odisea por esos mares de Dios tiene poco que envidiar a la del mismísimo Ulises. Corría el año 1832 y las draconianas leyes del shogunato Tokugawa dictaban que ningún súbdito japonés podía entrar ni salir del país, so pena de muerte. Todo contacto con el exterior estaba estrictamente limitado a intercambios esporádicos en el puerto de Nagasaki con mercantes holandeses y chinos, recibir alguna embajada coreana de ciento en viento, y poco más. Para los japoneses de la época, el mundo más allá de sus islas simplemente no existía.

Otokichi, un grumete de apenas 14 años, era parte de la tripulación de un pequeño junco que hacía la ruta entre Nagoya y Edo transportando arroz y porcelanas. Cierto día de otoño, lo que debía ser un viaje rutinario de un par de jornadas se complicó más de la cuenta. El barco, un humilde esquife de escasos 15 metros de eslora, se topó con una feroz tormenta y acabó a la deriva en medio del Pacífico. Abandonados a su suerte, los marineros echaron mano al cargamento de arroz para sobrevivir pero, con el tiempo, el escorbuto empezó a hacer mella entre la tripulación. Pasaron los días, las semanas, los meses… y pronto solo Otokichi y dos compañeros, Iwakichi y Kyukichi, seguían con vida.

Por fin, tras más de un año a la deriva, avistaron tierra. Poco podían imaginar que eran los primeros japoneses en poner pie en las Américas; más concretamente, en lo que hoy es la frontera entre EEUU y Canadá. Pero sus desdichas estaban lejos de terminar. Nada más desembarcar, fueron capturados (y esclavizados) por los nativos de la zona, los indios makah, una tribu poco amiga de la hospitalidad. Las noticias de tan pintorescos cautivos no tardaron en llegar a oídos del capitán de la guarnición inglesa de la zona, un tal McLoughlin, que se interesó en el asunto. McLoughlin, un tipo con olfato para los negocios, dedujo que los cautivos debían de ser chinos y pensó que tenerlos a mano podría ser una buena baza para futuras empresas comerciales. A fin de cuentas, Inglaterra empezaba a tener importantes intereses por aquellos lares. Tras varios intentos infructuosos de negociación, consiguió liberarlos y se los trajo consigo a Vancouver.


Monumento a los tres náufragos en Vancouver
Podemos imaginar que, con toda esta peripecia, Otokichi y compañía debieron de alucinar literalmente en colores. Ellos, simples muchachos de pueblo cuyo conocimiento del mundo no iba más allá de las montañas de su aldea, se encontraban de golpe y porrazo con un universo que no soñaban siquiera que pudiera existir. Tanto los indios como sus liberadores ingleses debieron de parecerles verdaderos marcianos. Los chavales aprendieron la lengua de Shakespeare bajo la tutela del párroco local, y pronto estuvieron listos para ser presentados en sociedad. En 1834 pusieron rumbo a Londres en un barco que cruzaría de nuevo el Pacífico, pasando por Hawaii y bordeando la Antártida, hasta arribar a Inglaterra siete meses después.


Viajes de Otokichi
A sus escasos 16 años, las andanzas de aquel chiquillo salido de una aldea perdida en el Japón medieval dejaban a los viajes de Simbad el marino a la altura de una excursión campestre. Otokichi estaba viendo más mundo del que jamás pudo imaginar, pero nada comparado a lo que le esperaba en Londres. Allí estaba, en medio de la urbe más grande y cosmopolita del mundo, destinado a jugar un papel clave en el juego diplomático colonial. Por desgracia, el gobierno de su graciosa majestad tenía otras prioridades. Así que, tras tenerlos un tiempo de turismo por la city, se desentendió de los tres muchachos y los mandó de vuelta por donde habían venido. Otra vez a surcar los mares, ahora con destino a Macao. Pasaron dos años y Otokichi aprovechó el tiempo para perfeccionar su dominio de los idiomas, llegando a manejar el chino y el inglés con soltura. No está nada mal para un rapaz que, apenas un lustro antes, era analfabeto. Al fin, en 1837, se presentó la oportunidad de volver a casa. El Morrison, un mercante americano, llegó al puerto de Macao y traía en sus bodegas un puñado de náufragos japoneses que había recogido cerca de Filipinas. Pensaba aprovechar su repatriación como excusa para entablar relaciones comerciales con el remoto Japón, así que cuando su capitán se enteró de la existencia de Otokichi y compañía, le faltó tiempo para añadirlos al lote. Pero los decretos aislacionistas del shogunato seguían en plena vigencia, y a los compatriotas de Otokichi no les hizo mucha gracia la visita. El Morrison fue recibido a cañonazo limpio en todos los puertos japoneses donde intentó fondear, así que no tuvo más remedio que volverse con viento fresco. Tras cinco años de periplo, el exilio forzoso de aquellos pobres náufragos no tenía visos de terminar.


El Morrison
A partir de aquí no se sabe qué fue de sus otros dos compañeros, Kyukichi e Iwakichi, pero a Otokichi le quedaban bastantes aventuras por delante. Visto el panorama, decidió que más le valía olvidarse de volver a casa y buscarse la vida en otra parte. Se instaló en Shanghai y, gracias a sus dotes de políglota, sacó buenos dineros ofreciendo sus servicios a las compañías inglesas que operaban por la zona. Se casó dos veces, acabó convertido en súbdito del imperio británico y cristianizó su nombre por el de James Matthew Ottoson, adaptación del apodo por el que le llamaban sus compañeros de naufragio, Oto-san. Y, de paso, se recorrió el medio mundo que le faltaba por ver enrolado en diversos barcos mercantes. Según las leyes japonesas de la época, por todo esto a Otokichi le habrían caído varias cadenas perpetuas y un par de penas capitales, pero nada podía importarle menos. A estas alturas, en su tierra natal todos debían de darle ya por muerto. Nadie esperaba ya su regreso. No había nada que le atase a su antigua patria.


Otokichi
Pero el destino da muchas vueltas, y Otokichi tendría oportunidad de pisar de nuevo suelo japonés en varias ocasiones. Solo que, esta vez, volvería con todos los honores, como intérprete oficial de la delegación inglesa. Las tornas habían cambiado y, ahora, Inglaterra estaba más que interesada en seguir la senda recién abierta por los americanos y establecer relaciones comerciales con Japón. Otokichi fue pieza clave en las negociaciones de 1854, y el gobierno japonés, impresionado, le ofreció volver a casa con un puesto de alto copete. Otokichi rechazó la oferta. No tenía ninguna intención de servir al mismo país que lo había echado a cañonazos años atrás. Su patria eran ahora los mares del sur, lejos de aquellas ingratas islas. Una vez concluida su labor diplomática se retiró a Singapur, donde vivió cómodamente hasta el fin de sus días con las rentas que el agradecido gobierno inglés le apoquinaba. El joven grumete Otokichi había desaparecido hacía ya mucho. El hombre que había negociado los tratados entre Inglaterra y Japón era el trotamundos Mr. Ottoson, el Odiseo del Pacífico Sur.

Colaboración de R. Ibarzabal