martes, 22 de noviembre de 2022

Egipto Antiguo: La expedición de la reina Hatshepsut al sur del reino



El misterioso viaje de la reina Hatshepsut al país de Punt: ¿expedición de guerra o visita comercial?

Ancient Origins

Las murallas del gran templo de Karnak nos cuentan la historia de una expedición de imponentes navíos a la misteriosa tierra conocida como Punt. La flota de la reina Hatshepsut navegó hasta allí por razones que hoy desconocemos. Las interpretaciones habituales se pueden resumir en que Hatshepsut tenía la intención de obtener algún botín de su expedición a Punt, aunque este viaje podría también deberse a algún otro motivo.

Hatshepsut fue una famosa reina de la dinastía XVIII de Egipto. Vivió unas de las épocas más magníficas de la historia de Egipto, por aquel entonces una nación poderosa cuya tesorería en los palacios reales se encontraba repleta de oro. Se desconoce cuándo inició Hatshepsut sus preparativos para viajar a Punt, aunque probablemente se tratara de una travesía bastante costosa.

 

El camino hasta Punt

La reina faraón ordenó la construcción de numerosos barcos en los astilleros que había a orillas del Nilo, navíos que fueron transportados por tierra hasta los puertos del Mar Rojo. Algunos investigadores creen que Hatshepsut quería atacar Punt, aunque esta afirmación plantea otros interrogantes.

Para empezar, se desconoce en nuestros días la localización exacta de Punt, aunque es posible que se encontrara en el territorio de la actual Etiopía. Algunos indicios sugieren que Punt no estaba lejos de Egipto. Por ejemplo, un funcionario de la Dinastía VI (Imperio Antiguo) afirmaba haber visitado Punt y Biblos en once ocasiones. Esto implicaría que Punt probablemente estuviese ubicado cerca de Biblos. Por otro lado, disponemos de información de la Dinastía V en la que se da testimonio de que el faraón Sahure volvió de Punt con 80.000 medidas de mirra. Existen muchos otros registros históricos del comercio entre egipcios y puntianos a lo largo del período del Imperio Medio.

El Mar Rojo y sus rutas comerciales habituales por tierra y mar desde el antiguo Egipto. (Public Domain)

Parece que las expediciones comerciales a Punt eran algo muy habitual para los faraones egipcios. ¿Por qué querría entonces Hatshepsut atacar y saquear una nación que había sido tradicionalmente el país en el que los egipcios compraban preciosas mercancías?

Durante la Dinastía XVIII, el faraón Tutmosis III conquistó Punt en el primer año de su reinado. Ese mismo año también ocupó los territorios de Palestina, Nubia y la Tercera Catarata (cerca de Napata). Todas estas tierras se encontraban cerca de Egipto, por lo que Punt no debería ser una excepción. En las inscripciones descubiertas en Deir el-Bahari, el nombre de Punt aparece escrito como parte de Egipto, no como un país extranjero.

A una mujer le encanta ir de compras

Punt era famoso por ser un paraíso para todo aquél a quien le encantaran las mercancías de lujo. Los relieves de Karnak nos muestran las mercancías que trajo Hatshepsut a su regreso de Punt. Había animales, alimentos, piedras preciosas y otros tesoros. Los historiadores creen que Punt era la sede de un oráculo por el que la reina faraón sentía especial devoción. Sin embargo, la traducción de las inscripciones del relieve no es clara, y puede interpretarse de dos maneras:

No tiene enemigos entre los del sur
ni antagonistas entre los del norte.
Los cielos y toda tierra extranjera creada por los dioses le rinden pleitesía
Vienen a ella con temor en su corazón, sus jefes inclinan la cabeza,
con tributos a sus espaldas. Los presentan junto a sus hijos,
para que ella les conceda el aliento de la vida,
por la grandeza del poder de su padre Amón,
que puso a todos los países a sus pies, 
al propio rey, el rey del Alto y el Bajo Egipto Maatkare.
La majestad del palacio suplicó a las escalinatas del Señor de los dioses
y se oyeron instrucciones desde el Gran Trono, un oráculo del propio dios:
Explora las rutas de Punt, abre los caminos que conducen a las terrazas de mirra,
y encabeza una expedición por tierra y por mar para traer exóticas mercancías de la Tierra de Dios,
a este dios que creó su belleza.

Algunos historiadores aún creen que Hatshepsut viajó a Punt para conquistarla de nuevo, o para robar sus valiosas mercancías y saquear su capital. Sin embargo, parece más razonable llegar a la conclusión de que su visita fue de naturaleza pacífica. El nombre del faraón, a quien se llama ‘Maatkare’ en las antiguas inscripciones, no suena al de un invasor.

En este relieve podemos observar los árboles de incienso y mirra traídos por Hatshepsut a su regreso de Punt. (CC BY-SA 3.0)

¿Expedición de saqueo o visita amistosa?

Más adelante, en la misma inscripción descubrimos las razones de la visita de Hatshepsut a Punt. El texto sugiere que se ha concedido tradicionalmente demasiada importancia a las hipótesis de una guerra o una invasión. Dice el faraón en el texto:

Te he concedido Punt en toda su extensión, incluidas las tierras de los dioses
la Tierra de Dios en la que nadie ha entrado, y las terrazas de mirra desconocidas para los egipcios.
De las que se oyeron rumores, de los relatos de los ancestros. Se trajeron mercancías exóticas,
se trajeron de allá para tus padres, reyes del Bajo Egipto,
de una tierra a la otra, desde la época de nuestros ancestros hasta que reinaron los reyes del pasado,
a cambio del pago por su precio. Nadie podrá seguir a tus exploradores,
pues haré que tu expedición entre allí tras haberles guiado yo por tierra y por mar,
revelándoles los caminos inexplorados después de que yo haya entrado en las terrazas de mirra.

Más adelante, la inscripción habla de las mercancías que los egipcios embarcaron en sus naves. Se intuye asimismo que los egipcios no conocían demasiado bien el país de Punt. ¿Suena realmente a una invasión? En absoluto. Parece más probable que el viaje de Hatshepsut a Punt estuviese motivado por un interés en la adquisición de determinadas mercancías. Se desconoce, no obstante, si la reina obtuvo los artículos que necesitaba como conquistadora del país de Punt o si, como muchos de sus ancestros, veía en Punt lo que hoy sería una especie de gigantesco centro comercial.

Expedición egipcia a Punt durante el reinado de Hatshepsut. (CC BY-SA 3.0)

La verdad saldrá a la luz

La inscripción narra asimismo la felicidad del pueblo de Punt al ver llegar a los egipcios, y cómo ofrecen a sus visitantes gran cantidad de valiosas mercancías. Asimismo se menciona que los reyes de Punt se sintieron muy complacidos ante la visita de Hatshepsut. Nada parece indicar que la reina faraón agrediera en modo alguno al reino de Punt.

Los barcos, descritos a menudo como barcos de guerra, no presentan señales de haber sido aparejados más que como transportes. Parece que muchos de los antiguos análisis estaban basados en una premisa equivocada. Es prácticamente imposible que Hatshepsut viajara a Punt para conquistarlo, más bien parece, casi con toda seguridad, que buscara satisfacer su vanidad con los tesoros de aquel misterioso reino.

Árbol ante el templo de Hatshepsut. Se cuenta de este árbol que fue traído a Egipto desde Punt por la reina faraón en la expedición de la que hablan las inscripciones de los muros del templo de Karnak. (CC BY-SA 3.0)

Imagen de portada: Estatua de piedra de Hatshepsut (CC BY-SA 2.0) y soldados egipcios integrantes de la expedición de Hatshepsut a la Tierra de Punt, tal y como aparecen representados en el templo de la reina faraón construido en Deir el-Bahari. (CC BY 2.0)

Autor: Natalia Klimczak

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

 

 

Fuentes:

Joyce Tyldesley, ‘Hatchepsut: The Female Pharaoh’,1996.

Kara Cooney, ‘The Woman Who Would Be King’, 2014.

‘Punt expedition of Queen Hatshepsut’, disponible en:
https://mjn.host.cs.st-andrews.ac.uk/egyptian/texts/corpus/pdf/HatshepsutPunt.pdf

‘Queen Hatasu, and her expedition to the land of Punt’, disponible en:
https://digital.library.upenn.edu/women/edwards/pharaohs/pharaohs-8.html

Hatshepsut's Expedition to Punt: Its Purpose and Commemoration by Emmet Sweeney, disponible en:
https://www.hope-of-israel.org/expeditionpunt.html

lunes, 21 de noviembre de 2022

Argentina: La familia Sheridan y su inmigración

Pasión por la ganadería y el arte en la vida de la familia irlandesa Sheridan

Roberto L. Elissalde
La Nación




Fragmento del célebre cuadro de Henry Sheridan

Pedro Sheridan, natural de Dublin, Irlanda, llegó a con 24 años a Buenos Aires en 1817 era “alto, rubio, de ojos azules, nariz larga y barba escasa” y se dedicó con su hermano James al comercio de paños; tres años después pasó por Montevideo a Inglaterra donde lo esperaba Mary Butterworth con la que se casó en agosto de 1820. La imprevista muerte de su hermano hizo regresar al matrimonio a hacerse cargo del negocio en 1823, pero pronto cambió el mostrador por las tareas rurales y la cría de ganado y compró en sociedad con Thomas Whitfield y John Harrat una estancia de 800 varas de frente por legua y media de fondo en el partido de la Magdalena, que habrían de ampliar en 1826 con otra de dos leguas y cuarto de frente y fondo cerca del antiguo pueblo de Ranchos.

La sociedad llamada “Tres Amigos” comenzó en 1824 la explotación de un lote de ovejas Southdown, que llegaron al país por iniciativa de Rivadavia; que agrandaron con otro de ovinos sajones y después merinos. Ricardo Hoog, recuerda que en estos campos poblados de abrojos y pajas bravas, todo se había preparado para recibir a los ovinos, y que el paisanaje, acostumbrado a dormir a la luz de luna, quedó impresionado ante los lujosos galpones que se habían construido para albergar a los lanares finos, tanto que desde entonces la cabaña fue conocida como “Los Galpones”.

Sheridan y Harriat, verdaderos promotores, tuvieron éxito en su empresa y buen rédito económico, que fue imitado por otros productores, como que Maxime Hanon recuerda aquella definición de Carlos H. Pellegrini la “Merinomanía” o chascarrillo de Juan Manuel de Rosas “¡Vamos a tener que esquilar las vacas!”.

En Buenos Aires, Peter vivía en la calle de la Paz (Reconquista) en una casa que le alquilaba al general Pueyrredon y habitaba una quinta en la zona de la Recoleta. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Mary (1826), Alfred (1827), Elizabeth (1829) y Henry. Dispuesto a darle una excelente educación a sus hijos, en 1835 la esposa con tres hijos, el segundo había fallecido el año anterior, viajaron a Liverpool, donde se instalaron. Maru Butterworth, falleció a fines de 1835 y los niños quedaron bajo la tutela de sus parientes. Sheridan, ampliamente vinculado a la sociedad local como que frecuentó a Manuelita Rosas, benefactor de la comunidad británica murió en la estancia “Los Sajones” el 6 de enero de 1844 y fue sepultado en el cementerio protestante de la calle Victoria.

Elizabeth y Henry regresaron al país en 1857 para hacerse cargo de la herencia paterna, luego de un engorroso juicio ya que fueron representados por ser menores de edad, lo que finalmente se zanjó cinco años después. Henry, que había nacido en Buenos Aires el 13 de setiembre de 1833, heredó sin duda el refinamiento de su padre que poseía en la estancia una selecta biblioteca de autores ingleses y franceses y, a su llegada, La Tribuna destacó su fama de pintor romántico. En el taller de Fusoni en la calle Cangallo 114, donde exponían los más destacados plásticos del momento, en 1859 exhibió con su maestro José León Palliere unas 60 obras, algunas de ellas como la tropa de carretas en la pampa; fue subastada en una conocida casa de remates en Londres.

Esta obra de 3,20 x 2m144 m, mereció este comentario de J. J. Long en La Tribuna del 26 de febrero de 1864: “un gran cuadro al óleo que representa y convoy de carretas arrastradas por bueyes en medio de inmensa pampa; el suelo y el cielo ejecutados por Sheridan, pintor inglés (era porteño) distinguido en este género”. Se propuso instalar en nuestra ciudad, con una academia de dibujo; pero una úlcera perforada acabó con sus días, a los 22 años el 29 de agosto de 1860, y sus restos fueron sepultados en el mismo cementerio que los de su padre.

Mulhall, que editaba The Standard afirmó que Henry había dejado los mejores paisajes de Sud América que haya pintado un artista nacido en este continente. Padre e hijo honraron uno como ganadero e impulsor de nuestra riqueza y el otro como artista a nuestro país.

sábado, 19 de noviembre de 2022

Suecia: Instructores en el extranjero

Suecos en otros ejércitos

Weapons and Warfare




En tiempos de los vikingos había guerreros escandinavos, varegos, en el salvavidas bizantino. Desde entonces, los suecos han servido en muchas otras fuerzas armadas extranjeras. Lo han hecho por ganancias económicas así como por experiencia militar, para escapar del aburrimiento, e incluso algunos a través del enrolamiento forzoso. Con la llegada del siglo XIX, las ideas políticas se convirtieron en un factor importante.

Desde el siglo X hasta el siglo XIII, los guerreros de las tierras escandinavas viajaron a Miklagård, el nombre vikingo de la ciudad bizantina de Constantinopla, la actual Estambul turca. Querían ser varegos y estar inscritos en la prestigiosa Väringjalid (la guardia varega). Los escandinavos, con sus armas exóticas, fueron vistos como la mejor garantía para la seguridad del liderazgo bizantino. En Persia (Irán) entre 1910 y 1920 y en Etiopía y España durante la década de 1930, los suecos llegaron a ser vistos con la misma gran confianza que habían tenido los varegos. Sin embargo, antes de informar sobre los varegos del siglo XX, debemos dar una visión general de sus predecesores durante los tres siglos anteriores.

Hasta 1814, la última vez que Suecia como nación estuvo en guerra, los suecos en las fuerzas armadas de estados extranjeros no eran un fenómeno desconocido, pero debido a que el propio ejército de Suecia estuvo más activo en ese período, hubo menos suecos que se unieron al ejército de otros estados. En aquellos días era necesario recurrir ocasionalmente al enrolamiento de miles de mercenarios alemanes, escoceses, irlandeses y suizos para reforzar el ejército sueco. Paradójicamente, incluso en este momento, ¡el regente sueco podría alquilar unidades suecas a príncipes extranjeros durante una pausa en las campañas suecas!

Un ejemplo bastante exótico de un sueco que eligió servir en uniforme extranjero durante la época de la Gran Potencia de Suecia es Nils Matsson Kiöping, quien en 1650 se puso al servicio del Sha persa y participó en su campaña contra Afganistán.

Durante el siglo siguiente, más de 400 oficiales suecos lucharon bajo la bandera francesa. Al principio eran principalmente prisioneros de guerra suecos a los que, de acuerdo con la costumbre de la época, se les ofreció cambiar el estatus de prisionero por el servicio de guerra. Más tarde, jóvenes oficiales suecos llegaron voluntariamente a Francia para unirse a un regimiento liderado por suecos, que desde 1742 se llamó "Royal Suédois" (Sueco real). En ese momento, Francia lideraba el mundo en teoría militar y el regimiento también ofrecía amplias oportunidades para practicar el arte de la guerra. Royal Suédois participó en la batalla de Gibraltar en 1782, que curiosamente, fue parte de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.

Dos coroneles reales de Suédois estuvieron aún más involucrados en la guerra que condujo a la fundación de los Estados Unidos de América. El Coronel Curt von Stedingk se distinguió en el cuerpo a cuerpo durante la invasión de la isla caribeña de Granada en 1779. El Coronel y el Conde Axel von Fersen lucharon desde 1780 hasta 1782 del lado estadounidense en el estado mayor del General francés de Rochambeau. Luego, el conde marchó más de 1.000 kilómetros con las fuerzas francesas en América. En octubre de 1781 participó en la captura de Yorktown. Como intérprete personal del general de Rochambeau, trabajó con el general George Washington en tres ocasiones. Hoy, sin embargo, es más famoso por su relación con la reina francesa María Antonieta. Tanto von Fersen como von Stedingk fueron honrados por el propio general Washington con la Orden hereditaria de Cincinnati.

Unos 250 colegas suecos de los dos coroneles lucharon en el lado estadounidense con uniformes franceses, holandeses y locales, en gran medida por simpatía por los rebeldes estadounidenses en su conflicto con el Imperio Británico.

Georg von Döbeln, futuro héroe nacional sueco, también se dirigía a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, pero el barco en el que navegaba cambió su destino en el camino y navegó hacia Asia. ¡Por lo tanto, tuvo que contentarse con luchar contra los británicos en la India! Durante este mismo período, al menos 2000 suecos sirvieron como oficiales y tripulantes en la Royal Navy de Gran Bretaña y la flota mercante británica. Sin embargo, no fue el resultado de una gran simpatía por la política de los británicos lo que llevó a los suecos a estos barcos, sino más bien la paga y el interés profesional.

La nueva categoría de suecos en el servicio de guerra en el exterior, los motivados ideológicamente, apareció más claramente en las dos guerras danesa-alemanas de 1848 a 1850 y 1864 cuando los estudiantes universitarios entraron al campo de batalla bajo la bandera del idealismo. En la guerra librada entre 1848 y 1850, unos 260 suecos lucharon del lado de Dinamarca. Apenas la mitad eran militares de carrera. En la segunda fase del enfrentamiento, en 1864, sirvieron casi el doble de suecos, y solo una cuarta parte de ellos eran militares. No se sabe de un solo sueco que haya luchado del lado alemán en estas guerras.

Durante las guerras entre Dinamarca y Alemania hubo una locura por Escandinavia, llamada "escandinavianismo", centrada en la historia y la unidad escandinavas. Fue un factor decisivo para que muchos suecos se inscribieran. Esta idea romántica de la historia se refleja muy claramente en la medalla acuñada en 1850 para ex voluntarios suecos. Tenía un motivo vikingo tanto en el anverso como en el reverso de la medalla. En la segunda de las guerras entre Dinamarca y Alemania, los voluntarios suecos y noruegos se reunieron en una unidad especial llamada Strövkåren (cuerpo errante). Una de las dos compañías del Cuerpo estaba dirigida por el futuro, muy influyente, Jefe del Estado Mayor General Sueco, Hugo Raab. Un remanente del fuerte espíritu escandinavo de mediados del siglo XIX se puede escuchar en las palabras del himno nacional sueco “Quiero vivir,

Incluso más suecos participaron en la Guerra Civil en Estados Unidos. Más de 3500 sirvieron en el Ejército de la Unión, mientras que varios cientos estaban con los confederados. Sin embargo, estas estadísticas deben verse a la luz del hecho de que casi todos eran inmigrantes suecos y a muchos de ellos se les ofrecieron sumas bastante impresionantes para el alistamiento. Cuarenta oficiales, sargentos y cadetes suecos abandonaron Suecia después del comienzo de la guerra para unirse a las fuerzas militares de los estados del norte, entre ellos un capitán del regimiento de Dalarna, Ernst von Vegesack. Fue muy apreciado en el lado estadounidense del Atlántico y allí fue nombrado general de brigada (al igual que su compañero sueco Charles Stohlbrand). Después de convertirse en un héroe militar estadounidense en Antietam y Gettysburg, Ernst von Vegesack regresó a Suecia y se convirtió en jefe de un distrito militar.



Instructores suecos con cascos tropicales blancos (a la izquierda y a la derecha) entrenando a artilleros de la gendarmería persa.

Los estados del sur también tenían dos generales de brigada sueco-estadounidenses. Roger "Old Flintlock" Hanson era un brigadier confederado de ascendencia sueca. Hanson comandó la 1.ª Brigada de Huérfanos de Kentucky y fue herido de muerte el último día de la batalla de Stone's River (Murfreesboro). Charles Dahlgren levantó la 3.ª Brigada, Ejército de Mississippi, por sus propios medios. Cuando terminó la guerra, le quitaron a sus esclavos y los liberaron y no pudo retener su plantación. ¡Las cosas fueron mucho mejor para su hermano, el contralmirante John Dahlgren, quien eligió luchar por el lado opuesto!

Se desconoce el número total de suecos muertos en acción durante la Guerra Civil Estadounidense. Sin embargo, tres de ellos son honrados para siempre en Suecia, en la Capilla de la Academia Militar en el Castillo de Karlberg, porque habían completado su formación en esa institución.

La guerra franco-prusiana de 1870-1871 atrajo a un grupo de suecos a unirse a Francia. No se ha determinado su número total, pero quizás eran una docena o dos. Lo que se sabe de ellos es que varios de ellos eran veteranos de la guerra germano-danesa de 1864 y al menos tres de ellos eran oficiales de carrera. Solo se ha identificado un único voluntario sueco del lado alemán (prusiano).

En la siguiente guerra con participación sueca hubo dos nuevos fenómenos que más bien asociamos con la época de las Guerras Mundiales: los campos de concentración y las tropas de comando. Ambas innovaciones vieron la luz no en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, sino cuatro décadas antes en Sudáfrica. A principios de octubre de 1899, inmediatamente después del inicio de la llamada guerra de los bóers en Sudáfrica entre Gran Bretaña y las dos repúblicas de los bóers, un grupo de trabajadores, marineros e inmigrantes escandinavos en Pretoria decidió organizar un cuerpo libre común. contra los británicos. Esta iniciativa fue liderada por un ingeniero ferroviario sueco, Christer Uggla. Se unieron un total de 113 hombres, de los cuales cuarenta y cinco eran suecos, veinticuatro daneses, dieciocho finlandeses, trece noruegos y trece "otros". Johannes Flygare, hijo de un misionero, fue nombrado capitán de la unidad. A pesar de que era un civil, tenía alguna experiencia de guerra de la Guerra Zulú. Su lugarteniente era el primer teniente Erik Stålberg de Sundsvall, el único sueco del lado de los bóers con una formación adecuada en liderazgo militar: era un sargento primero sueco.

El Cuerpo estaba organizado como la mayoría de las unidades Boer; como infantería montada. El gobierno de Transvaal suministró trenes de equipaje tirados por bueyes, provisiones, armas y municiones. A los participantes se les prometió la ciudadanía y alguna forma de pago en caso de victoria. El teniente Stålberg dispuso de una semana para enseñar a los hombres lo esencial de la vida militar. La mayoría de los escandinavos no tenían experiencia con las armas ni con la equitación.

El Cuerpo Escandinavo llevó a cabo un sabotaje contra las líneas del ferrocarril y el 24 de octubre se movió apresuradamente para asaltar la ciudad fortificada de Mafeking, donde la defensa fue dirigida por el coronel Robert Baden-Powell, más tarde el fundador del movimiento scout. El ataque fracasó por la falta de experiencia en combate y por las ametralladoras de los británicos. Poco después, sin embargo, los voluntarios escandinavos pudieron tomar una posición de avanzada británica fuera de la ciudad, pero no pudieron aprovechar este éxito.

A fines de noviembre de 1899, el Cuerpo fue enviado al sur junto con otras tropas bóers para detener a una brigada de tropas de élite británica, los Regimientos escoceses, en el camino para relevar a la ciudad sitiada de Kimberley. Los Boers se posicionaron a lo largo del terreno elevado llamado Magersfontein, para bloquear el avance británico. En la noche del 10 de diciembre, la mayoría de los escandinavos se colocaron a un kilómetro del terreno elevado para proteger a la principal fuerza defensiva de un ataque sorpresa. Cuando el general bóer Piet Cronjé recibió información a las tres de la mañana de que los británicos marchaban directamente hacia su posición, ordenó que se retiraran todos sus puestos de avanzada. Sin embargo, la palabra no llegó a los escandinavos y el resultado fue una Termópila moderna menor.

A pesar de la abrumadora superioridad de las fuerzas y el monopolio de las ametralladoras, los británicos tardaron varias horas en tomar la posición escandinava. Allí hallaron dos que no estaban heridos, diecinueve muertos y veintidós heridos de los cuales la tercera parte moría. Frente a la posición escandinava yacían 279 británicos muertos y heridos, principalmente escoceses. A los británicos les costaba creer que los escandinavos tuvieran tan pocos hombres. De hecho, solo habían tenido siete más, que habían logrado luchar hasta la posición principal.

La notable posición de los escandinavos fue el resultado de un error. Si les hubiera llegado la orden de retirarse, presumiblemente no se habrían mantenido firmes, pero esta pequeña batalla contribuyó a detener el avance británico. Que esto no cambiara el resultado de la guerra se consideró totalmente irrelevante, al menos en Suecia. Surgió un culto al héroe en torno al Cuerpo. El periódico sueco Social-Demokraten comentó sobre el informe oficial de los bóers sobre el frente de Magersfontein: “La guerra es una calamidad, perversa, pero sería una tonta hipocresía no confesar que leemos con alegría las líneas… que tratan de nuestros compatriotas nórdicos. .” Incluso The Times of London describió respetuosamente al cuerpo escandinavo enemigo.

Uno de los diez suecos del otro bando, es decir, británico, durante la guerra de los bóers fue el oficial de carrera Erland Mossberg. Totalmente en el espíritu de la época, fue Mossberg quien tomó la iniciativa de erigir un monumento para el Cuerpo escandinavo, sus antiguos enemigos, en el lugar donde tuvo lugar su mayor acción.20 El periódico sueco Aftonbladet apoyó el proyecto. Una empresa finlandesa presentó una piedra conmemorativa nórdica antigua (Menhir) de granito de siete metros de altura y la decoró con un adorno runiforme, una valquiria grabada. Se colocaron cuatro piedras más pequeñas alrededor del pilar. Los nombres de los caídos figuran en los escudos de los guerreros. La piedra permanece allí hasta el día de hoy, en la colina llamada Magersfontein.

La guerra de los bóers, con las Termópilas escandinavas como clímax, cautivó a los suecos y la acción mezcló una admiración por la "bravuconería de guerra sueca" con un amplio entusiasmo europeo por los bóers, un sentimiento antibritánico y un sentido de unidad nórdica. Pero el aspecto más significativo del Cuerpo escandinavo es que ni un solo oficial profesional sueco (ni siquiera uno anterior) se unió a los bóers. El Cuerpo estaba formado por civiles suecos (aunque uno era un oficial de reserva) que simpatizaban con el nacionalismo bóer. Además, las mujeres suecas, por primera vez, aparecieron en el servicio de guerra exterior. Se otorgaron tres medallas de Participante de la Guerra de Sudáfrica a enfermeras suecas que pertenecían a la Ambulancia Escandinava. La ambulancia siguió al Cuerpo Escandinavo y prácticamente formaba parte de él. El personal de la ambulancia no solo recibió disparos,

El contraste entre los oficiales suecos en el Royal Suédois y los aficionados del cuerpo escandinavo es grande, pero ambos tuvieron sucesores durante la Primera y Segunda Guerra Mundial.

viernes, 18 de noviembre de 2022

Revolución rusa: El fracaso de los rusos blancos

Fracaso blanco

Weapons and Warfare





La asombrosa historia real de la aventura de la Legión Checoslovaca en la Primera Guerra Mundial, bajo el liderazgo del profesor Thomas G. Masaryk, 70 000 prisioneros de guerra checos y eslovacos cambian de bando, luchan por los Aliados, capturan el Transiberiano RR y conquistan una nueva nación. NOTA: La mayoría de estas fotos no se han visto en 75 años, y los rusos destruyeron los negativos.

Debido al Tratado de Brest-Litovsk, una gran fuerza de soldados checos y eslovacos, prisioneros de guerra y desertores del ejército austrohúngaro, quedaron varados en suelo soviético. Como nacionalistas decididos a luchar por la independencia de su país del Imperio austrohúngaro, se pusieron del lado de los rusos en la guerra. Pero ahora querían continuar su lucha como parte del ejército checo que lucha en Francia. En lugar de correr el riesgo de cruzar las líneas enemigas, decidieron viajar hacia el este, dando la vuelta al mundo, con la intención de llegar a Europa a través de Vladivostok y los Estados Unidos. El 26 de marzo se llegó a un acuerdo con las autoridades soviéticas en Penza, por el que los 35.000 soldados de la Legión Checa podían viajar en el Ferrocarril Transiberiano como "ciudadanos libres" con un número específico de armas para la autodefensa.

A mediados de mayo, habían llegado a Cheliabinsk en los Urales cuando se vieron envueltos en combates con los soviéticos locales y sus Guardias Rojos, que habían tratado de confiscar sus armas. Decidiendo abrirse camino a través de la Siberia soviética, la Legión se dividió en grupos y capturó una ciudad tras otra de los mal armados y disciplinados Guardias Rojos, que huyeron presas del pánico al ver el pozo. checos organizados. El 8 de junio, una fuerza de 8.000 checos tomó la ciudad de Samara, en el Volga, bastión de los eseristas de derecha, cuyos líderes habían huido allí tras la clausura de la Asamblea Constituyente y formaron un gobierno, el Komuch (Comité de Miembros de la Asamblea Constituyente). ), que los checos instalaron ahora en el poder. Los socialrevolucionarios de derecha habían prometido que conseguirían la ayuda francesa y británica para derrocar a los bolcheviques y hacer que Rusia se reincorporara a la guerra contra Alemania y Austria. Comenzaba así una nueva fase de la Guerra Civil -organizada militarmente por los ejércitos rojo y blanco- en la que finalmente se verían implicadas catorce potencias aliadas.

La lucha ya había comenzado en el río Don, en el sur de Rusia, donde Kornilov y sus Guardias Blancas, después de haber huido del Monasterio de Bykhov, habían formado un Ejército de Voluntarios de 4.000 hombres, en su mayoría oficiales, que capturaron brevemente Rostov de manos de los Rojos antes de retirarse hacia el sur a través del estepa cubierta de hielo al Kuban en febrero. Kornilov murió en un ataque a Ekaterinodar el 13 de abril. Asumiendo el mando, el general Denikin condujo a los blancos de regreso al Don, donde encontraron a los granjeros cosacos en rebelión contra los bolcheviques, que se apoderaban de los alimentos a punta de pistola y causaban estragos en los asentamientos cosacos. En junio, 40.000 cosacos se habían unido al ejército del Don del general Krasnov. Con los blancos estaban en una posición fuerte para atacar al norte hacia el Volga y unirse a los checos para atacar Moscú.

La facilidad de las victorias checas dejó en claro a Trotsky, ahora Comisario de Guerra, que el Ejército Rojo tenía que reformarse siguiendo el modelo del ejército de reclutas zarista, con unidades regulares reemplazando a los Guardias Rojos, oficiales profesionales y una jerarquía de mando centralizada. . Hubo mucha oposición a estas políticas entre las bases del Partido. Mientras que los Guardias Rojos eran vistos como un ejército de la clase obrera, el reclutamiento masivo estaba obligado a construir un ejército dominado por el campesinado, una fuerza social hostil desde el punto de vista de los bolcheviques. La base se opuso particularmente al reclutamiento de oficiales ex zaristas de Trotsky (75.000 serían reclutados por los bolcheviques en la Guerra Civil). Lo vieron como un retorno al antiguo orden militar y como un obstáculo para su propia promoción como "oficiales rojos". La llamada Oposición Militar cristalizó en torno a esta desconfianza y resentimiento de la clase baja hacia los oficiales profesionales y otros "especialistas burgueses". Pero Trotsky ridiculizó los argumentos de sus críticos: el celo revolucionario no podía sustituir a la pericia militar.

El reclutamiento masivo se introdujo en junio. Los trabajadores de las fábricas y los activistas del Partido fueron los primeros en ser convocados. Sin una infraestructura militar en el campo, la movilización de los campesinos resultó mucho más difícil de lo esperado. De los 275.000 reclutas campesinos previstos desde la primera convocatoria, sólo se presentaron realmente 40.000. Los campesinos no querían dejar sus pueblos en la época de la cosecha. Hubo levantamientos campesinos contra el servicio militar obligatorio y deserciones masivas del Ejército Rojo.

La Legión Checa se vino abajo después de la captura de Samara. No tenía motivos para continuar luchando después del final de la Primera Guerra Mundial en noviembre de 1918. Sin una fuerza efectiva para resistir al Ejército Rojo, era solo cuestión de tiempo antes de que Komuch perdiera su control sobre la región del Volga. Los SR huyeron a Omsk, donde su breve gobierno del Directorio fue derrocado por los oficiales derechistas del ejército siberiano que invitaron al almirante Kolchak a convertirse en el líder supremo del movimiento antibolchevique. Kolchak recibió el respaldo de los británicos, los franceses y los estadounidenses, que seguían comprometidos con sacar del poder a los bolcheviques por motivos políticos, aunque, ahora que la guerra mundial había terminado, ya no había razones militares para la intervención aliada en Rusia. .

El ejército blanco de Kolchak de 100.000 hombres avanzó hacia el Volga, donde los bolcheviques luchaban para hacer frente a un gran levantamiento campesino detrás de sus líneas en la primavera de 1919. En una contraofensiva desesperada, los rojos hicieron retroceder a las fuerzas de Kolchak a Ufa a mediados de junio. , después de lo cual los rojos tomaron las ciudades de los Urales y más allá en rápida sucesión mientras los blancos perdían la cohesión y se retiraban a través de Siberia. Finalmente capturado en Irkutsk, Kolchak fue ejecutado por los bolcheviques en febrero de 1920.

Mientras tanto, en el apogeo de la ofensiva de Kolchak, las fuerzas de Denikin atacaron la región carbonífera de Donbas y el sureste de Ucrania, donde los cosacos se rebelaron contra una campaña roja de terror masivo para desalojarlos de la tierra ('descosacización'). Con el apoyo militar de británicos y franceses, ahora comprometidos con la campaña antibolchevique por razones explícitamente políticas, los blancos avanzaron fácilmente hacia Ucrania. Los rojos sufrían una crisis de suministros y perdieron más de 1 millón de desertores en el Frente Sur entre marzo y octubre. La retaguardia se vio envuelta en levantamientos campesinos, ya que los rojos recurrieron a la requisición de caballos y provisiones, el reclutamiento de refuerzos y la represión de los pueblos sospechosos de esconder desertores.

El 3 de julio, Denikin emitió su Directiva de Moscú, la orden de un ataque general contra la capital soviética. Era una apuesta a todo o nada, contando con la velocidad de la caballería blanca para explotar la debilidad temporal de los rojos, pero con el riesgo de dejar desprotegida la retaguardia blanca en forma de reservas entrenadas, buena administración y líneas de abastecimiento. .

Los blancos avanzaron hacia el norte y tomaron Orel, a solo 250 millas de Moscú, el 14 de octubre. Pero las fuerzas de Denikin se habían excedido. En la retaguardia se habían quedado sin tropas suficientes para defender sus bases contra los partisanos anarquistas de Makhno y los nacionalistas ucranianos, y en el punto álgido de la ofensiva de Moscú se vieron obligados a retirar tropas para enfrentarse a ellos. Sin suministros regulares, las tropas se dedicaron a saquear las granjas de los campesinos. Pero el principal problema de los blancos era el miedo de los campesinos a ellos como ejército vengador de los terratenientes. Los campesinos temían que una victoria blanca revirtiera la revolución en la tierra. Los oficiales de Denikin eran en su mayoría hijos de escuderos. En la cuestión de la tierra, los blancos habían dejado claro que no irían más allá del programa Kadet, bajo el cual la tierra excedente de la nobleza se vendería a los campesinos en una fecha futura. Según estas propuestas, los campesinos tendrían que devolver las tres cuartas partes de la tierra que le habían quitado a la nobleza durante la revolución.

Mientras los blancos avanzaban hacia Moscú, los campesinos se unieron detrás de la Bandera Roja. Entre junio y septiembre, un cuarto de millón de desertores regresaron al Ejército Rojo solo desde los dos distritos militares de Orel y Moscú. Estas eran regiones donde el campesinado local había ganado cantidades sustanciales de tierra durante 1917. Por mucho que los campesinos hayan detestado el régimen bolchevique, con sus violentas requisas y comisarios, se pusieron del lado de los rojos contra los blancos para defender su revolución en la tierra. .

Con 200.000 efectivos, los rojos lanzaron una contraofensiva, obligando a los blancos, que tenían la mitad de hombres, a retirarse hacia el sur, perdiendo la disciplina al hacerlo. Los restos del ejército de Denikin terminaron en Novorossisk, el principal puerto aliado en el Mar Negro, desde donde 50 000 soldados fueron evacuados rápidamente a Crimea en marzo de 1920. Hubo escenas desesperadas mientras soldados y civiles luchaban por subir a bordo de los barcos aliados. Se dio prioridad a las tropas, pero no todas pudieron ser rescatadas y 60.000 soldados quedaron a merced de los bolcheviques (la mayoría fueron posteriormente fusilados o enviados a campos de trabajo). Para los críticos de Denikin, la evacuación fallida fue la gota que colmó el vaso. Una revuelta de generales forzó su renuncia a favor del Barón Wrangel, crítico de la Directiva de Moscú,

¿Cuáles fueron las razones de su fracaso? Las comunidades de emigrados blancos en Constantinopla, París y Berlín agonizarían durante años por esta cuestión.

Los historiadores que simpatizan con su causa a menudo han enfatizado los 'factores objetivos' que acumularon las probabilidades en su contra. Los Rojos tenían una abrumadora superioridad numérica. Controlaron el vasto territorio del centro de Rusia con sus prestigiosas capitales, la mayor parte de la industria del país, si no el combustible, y el núcleo de su red ferroviaria, lo que les permitió cambiar sus fuerzas de un frente a otro. Los blancos, por el contrario, estaban divididos en varios frentes diferentes, lo que dificultaba la coordinación de sus operaciones, y tenían que depender de los aliados para gran parte de sus suministros. Todos estos factores influyeron. Pero la raíz de su derrota fue un fracaso de la política. Los blancos demostraron ser incapaces y reacios a formular políticas capaces de ganar el apoyo de las masas. No tenían propaganda comparable a la de los bolcheviques, ningún símbolo político propio para desafiar la Bandera Roja o la Estrella Roja. Estaban divididos políticamente. Cualquier movimiento que incluyera monárquicos de derecha y republicanos socialistas tendría problemas para llegar a un acuerdo político. Pero era prácticamente imposible para los blancos ponerse de acuerdo sobre políticas. Ni siquiera lo intentaron. Su única idea era atrasar el reloj antes de octubre de 1917. No supieron adaptarse a la nueva situación revolucionaria. Su negativa a aceptar los movimientos de independencia nacional fue desastrosa. Les hizo perder el apoyo potencialmente invaluable de los polacos y ucranianos y complicó sus relaciones con los cosacos, que querían más autonomía de Rusia de la que los líderes blancos estaban dispuestos a dar. Pero la principal causa de su ruina fue su fracaso en aceptar la revolución campesina en la tierra.

jueves, 17 de noviembre de 2022

La importancia crucial de la caballería: Batalla de Klushino

Batalla de Klushino

Weapons and Warfare




Hubo algunas batallas de campo decisivas y de gran escala en las guerras del teatro báltico (Orsza, Klushino, Dirschau, Varsovia, Kliszow, etc.), pero no proporcionan una prueba clara de la superioridad de las tácticas de línea mauricianas; esto es cierto incluso en muchas de las batallas de Gustavo II Adolfo, en parte porque el terreno a menudo era demasiado accidentado para facilitar las tácticas de línea, las tropas carecían del entrenamiento para dominar más que los sistemas de tiro más elementales, y porque los comandantes aún preferían confiar en la acción de la caballería para decidir el resultado final. En Kirchholm y en Klushino, la caballería húsarz polaca derrotó a fuerzas mucho mayores de mosqueteros y piqueros suecos y escoceses. Excepto en las fuerzas suecas y mercenarias, las picas no se usaban mucho: la infantería jenízaro, haiduk y strelets prescindía en gran medida de ellas.



Las batallas de Kokenhausen y Kircholm ilustran los efectos devastadores que una carga de húsares oportuna y dirigida con precisión podría tener incluso contra un enemigo mucho más grande. Los dos enfrentamientos también ilustran la marcada superioridad que tuvo la carga de caballería pesada concertada durante este tiempo sobre la caballería occidental aún entrenada en el caracol. Sin embargo, es importante tener en cuenta que ninguna de las dos victorias se habría logrado si no fuera por la estrecha coordinación de infantería, artillería y caballería necesaria para crear las condiciones perfectas para que Husaria atacara con eficacia. Afortunadamente para Husaria, a principios del siglo XVII, el ejército polaco tuvo la suerte de haber sido dirigido por una serie de tácticos de campo de batalla verdaderamente brillantes. De hecho, solo cuatro años después de Kircholm en la Batalla de Klushino en 1610, Stanislaw Zolkiewski, a pesar de ser superado en número cinco a uno,



Para Husaria, su papel crucial en victorias tan espectaculares como Kircholm, Klushino y Chocim consolidó su importancia como el brazo de élite del ejército polaco. La última batalla en particular, en la que a veces se enfrentaron a las murallas junto a la infantería, les valió una reputación de soldados universales que podían desempeñar cualquier papel en el campo de batalla cuando fuera necesario. No es sorprendente que el éxito y el prestigio de Husaria, junto con su noble pedigrí y el hecho de que eran la única unidad puramente polaca (y lituana) en el ejército, pronto fomentaron una cultura y tradición de regimiento marcadamente diferente de cualquier otra unidad en la Commonwealth o de hecho en Europa.

Los asedios eran más comunes que las batallas campales y, hasta principios del siglo XVIII, la captura de las fortalezas enemigas se consideraba un objetivo de campaña más importante que el desgaste o la destrucción de los ejércitos enemigos. Hasta mediados del siglo XVII, cuando algunas ciudades de la costa báltica fueron fortificadas con obras traza italianas, la mayoría de las trenzas eran antiguas fortalezas de piedra con muro cortina y no muy grandes (con la excepción de Ivangorod y Smolensk), o, como en Moscovia y Lituania , empalizadas o fortalezas de madera de estilo ostrog con torres altas. Uno podría suponer que ambos tipos son más vulnerables a los bombardeos que la trace italienne, excepto que las fuertes lluvias y la congelación temprana del suelo dificultaron la excavación de trincheras para acercar los cañones de asedio a la pared. Las armas se movían y colocaban con mayor frecuencia detrás de líneas de gaviones móviles que a través de accesos de trincheras y detrás de reductos fortificados. 2 La lluvia y las heladas también complicaron la minería. Las habilidades de artillería antes de mediados del siglo XVII parecen haber sido bajas; puede haber artilleros de buen ojo que sabían por experiencia o intuición cómo apuntar una pieza, pero había poca evidencia de que el conocimiento de los principios de la artillería científica se hubiera extendido por Europa del Este. Aunque los moscovitas siguieron la práctica otomana de adquirir un gran número de cañones de bombardeo pesado (Russ. stenobitnye pushki, Turk. balyemez), estos no parecen tener éxito garantizado en el asedio de castillos y fortalezas enemigas.

Un ejemplo espectacular y decisivo de traición por parte de mercenarios que cambiaron de bando en medio de la batalla ocurrió en Klushino en 1610 cuando Vasilii Shuiskii fue traicionado por los suecos de De la Gardie, cuyo pago estaba atrasado. Esto abrió el camino a Moscú para los polacos.




Cuando la Commonwealth le dio a Carlos IX motivos para cuestionar su invasión de Livonia, las cosas comenzaban a desmoronarse en la frontera oriental una vez más. Iván el Terrible pudo haber sido una pesadilla en vida, pero muerto fue una catástrofe, un hecho que la larga frontera de Moscovia con la Commonwealth se convirtió en otra guerra.

Iván IV, en uno de sus muchos ataques de resentimiento, supuestamente golpeó a su hijo mayor con un bastón durante una feroz discusión, matándolo. Cualquiera que sea la verdadera causa de la muerte de Ivan Ivanovitch, dejó al tonto hijo del zar como el único heredero. Fedor I subió al trono en 1584, marcando el comienzo de un período de caos total que se conoció como la Era de los Trastornos.

El enfermizo Fedor continuó con la ayuda de su primer ministro, Boris Godunov, quien fue proclamado zar tras la muerte de Fedor en 1598. Pero sin una legitimidad intachable y frente a un estado que había estado en declive desde la Guerra de Livonia, Godunov luchó contra la resistencia a su regla Irónicamente, su mayor amenaza provino de un cadáver: una serie de tres pretendientes que decían ser Dmitry, un hijo de Iván el Terrible que supuestamente había muerto en 1591, perjudicó la estabilidad de Moscovia.

Cuando Godunov murió en 1605, no había logrado derrotar al "primer Dmitry", cuyos seguidores lo colocaron en el trono y luego lo asesinaron en 1606 por casarse con una polaca y llenar la capital con desagradables influencias extranjeras. Vasilii Shuiskii, un boyardo o aristócrata ruso, fue elevado a zar, y su primera orden del día fue la destrucción de no menos de otros dos Dmitrys y sus entusiastas seguidores. Bedlam reinó en Moscovia.

Desde la perspectiva de Segismundo III, la situación era delicada. Después de todo, la Commonwealth ya estaba en guerra con Suecia. Pero los disturbios en Moscú estaban atrayendo a polacos y lituanos que se habían dedicado a uno u otro de los Dmitry y que ahora, gracias a la creciente consternación y xenofobia rusa, estaban siendo asesinados en el caos. El primer Dmitry había sido católico y, por lo tanto, los rusos ortodoxos lo consideraban un intruso respaldado por Polonia, una nación mayoritariamente católica. Las cosas en Moscovia estaban tomando una fea dirección sectaria.

Impulsado por esto, así como por la firma de una nueva alianza ruso-sueca, Sigismund optó por la guerra contra Moscovia en 1609. La principal en su lista de prioridades era Smolensk, la poderosa fortaleza cerca de la frontera de Moscovia con Lituania, cuya conquista colocaría el estado libre asociado en una posición negociadora ideal. Comenzó las operaciones de asedio en su contra en 1609, un año antes de que su hetman Stanislaw Zolkiewski obtuviera su espectacular victoria en Klushino contra enormes probabilidades. Las cosas tomaron un giro decisivo cuando un grupo de boyardos en Moscú, después de haber derrotado a Vasilii Shuiskii, eligió al hijo de Segismundo, Wladyslaw, como zar.

Smolensk, junto con Danzig, la ciudad más grande de Polonia, era uno de los lugares más fortificados de Europa. Entre 1595 y 1602, los rusos emprendieron la modernización de las defensas de la ciudad y se embarcaron en uno de los proyectos de construcción más grandiosos de la historia europea. El resultado fue una fortaleza que Segismundo, con 22.000 hombres y una treintena de cañones pesados, no pudo tomar en menos de dos años.

Pero tómelo, lo hizo, abriendo todo Moscovia a la invasión. En uno de los capítulos más notorios de la historia rusa, una guarnición de polacos ocupó Moscú hasta 1612. Aunque finalmente una población enfurecida los obligó a someterse por hambre, el evento sirvió como punto culminante de la interminable lucha de Polonia contra Moscovia.

La batalla de Klushino, parte de la guerra polaco-moscovita de 1609-1619, sirvió para resaltar los puntos fuertes de las tácticas polaco-lituanas. Pero a pesar de lo dramática que fue la victoria de Zolkiewski, poco pudo hacer para ayudar a dar forma a los acontecimientos de manera decisiva en esta parte del mundo donde la guerra se había vuelto endémica.

Esta era una parte del mundo donde la guerra perpetua era casi inevitable. Para empezar, la Commonwealth polaco-lituana, creada para garantizar la seguridad de sus ciudadanos en una región volátil, se encontraba cerca del epicentro de una pelea de rencor a cuatro bandas por el control del mundo báltico. Además, las complejidades dinásticas y las rivalidades que invariablemente provocaron encerraron a la comunidad en luchas de poder que prestaban poca atención a las fronteras. La religión, un tema candente en la Europa moderna temprana, también desempeñó un papel en el fomento del conflicto, ya que la Polonia predominantemente católica se vio rodeada por poderes ortodoxos y protestantes.

Luego estaba la naturaleza de la propia Europa del Este, una vasta región escasamente poblada que disipó los mejores esfuerzos de los invasores, asegurando que las guerras rara vez, si es que alguna vez, terminaron de manera decisiva. Finalmente, estaba Moscovia, cuyos zares resultaron ser los más peligrosos para Polonia por su inquebrantable deseo de acceder al Báltico y dominar la vasta, casi fluida, frontera que separaba a los dos países. Su control aseguró la ventaja en esta tumultuosa parte del mundo.

La caballería jugó un papel importante en la batalla y la campaña. Los polacos obtuvieron victorias de caballería sobre los suecos en Kokenhausen (23 de junio de 1601), Reval (junio de 1602), Kirchholm (27 de septiembre de 1605) y, sobre un ejército ruso-sueco mucho más grande, en Klushino (4 de julio de 1610), aunque en Klushino la potencia de fuego de la infantería y la artillería polacas también desempeñó un papel importante. En Kirchholm y Klushino, la movilidad y el poder de la caballería polaca, que atacaba en oleadas y se basaba en cargas de choque, anuló la superioridad numérica de su oponente y los polacos pudieron destruir a la caballería sueca antes de volverse contra su infantería. Expuesta una vez que la caballería había sido expulsada, la infantería sueca sufrió mucho. En Kircholm, perdieron más del 70 por ciento de su fuerza. Este fue un poderoso recordatorio de la necesidad de evitar una descripción del desarrollo militar europeo únicamente en términos de mejoras en la potencia de fuego de la infantería. De manera similar, el 8 de julio de 1659 en Konotop, la caballería rusa fue fuertemente derrotada por la caballería de la estepa: los tártaros de Crimea se aliaron con Hetman Vyhovsky de Ucrania y los cosacos. Los rusos perdieron en gran parte debido a un reconocimiento y un mando generales deficientes: dejaron que su cuerpo principal fuera atraído a un pantano.

Las tácticas de la caballería polaca influyeron en los que se encontraban más al oeste, sobre todo gracias a comandantes como Pappenheim, que había servido en Polonia. Además de proporcionar una advertencia sobre el énfasis habitual en la infantería, estas batallas también sugirieron que las nuevas técnicas militares que se presentan para elogios especiales tenían un valor limitado. En Klushino, la fuerza sueca estaba compuesta en gran parte por mercenarios familiarizados con los conflictos en Europa Occidental, mientras que uno de los comandantes, Jakob de la Gardie, había servido a las órdenes de Maurice de Nassau.

La batalla

La capacidad de las tropas polaco-lituanas para derrotar a las tropas occidentales, cuando Zolkiewski dirigió un pequeño ejército de 5.556 húsares, 679 caballos cosacos, 290 petyhorcy (el equivalente lituano), 200 infantería y dos pequeños cañones de campaña a la victoria en Klushino el 4 de julio de 1610 contra un ejército combinado moscovita-sueco con una enorme ventaja numérica. Żółkiewski llevó a su pequeño ejército a una marcha forzada en plena noche a través de un terreno boscoso difícil para llegar justo antes del amanecer al campamento moscovita-sueco. Los moscovitas, dirigidos por Vasilii Shuiskii, sumaban unos 30.000 si se incluyen los numerosos campesinos auxiliares; de esto, quizás 16.000 eran caballería strel'tsy, pomest'e y arcabuceros montados. Los suecos, encabezados por Christoph Horn y Jakob de la Gardie, que habían pasado dos años en Holanda aprendiendo el arte de la guerra del propio Mauricio de Nassau, estaban compuestos en gran parte por mercenarios franceses, alemanes y británicos, entre 5.000 y 7.000 en total: solos posiblemente superaban en número a los polacos Żółkiewski disfrutó de la ventaja de la sorpresa, pero su plan de un ataque inmediato a los dos campos enemigos antes de que despertaran fue frustrado . Cuando los polacos emergieron del bosque, tuvieron que sortear una empalizada y un pequeño pueblo antes de llegar a los campamentos enemigos. Al amanecer, cuando los hombres de Żółkiewski abrieron brechas en la empalizada y prendieron fuego a la aldea, los moscovitas y los suecos comenzaron a desplegarse. La batalla que siguió fue una demostración dramática de la eficacia y resistencia de la caballería polaca. Żółkiewski dirigió su primer asalto contra el caballo moscovita a su derecha. Sin posibilidad de un ataque de flanqueo, envió el regimiento de húsares de Zborowski, no más de 2.000 efectivos, en un ataque directo a las hordas de caballos moscovitas. Samuel Maskiewicz, quien participó, describió cómo:

El enemigo presa del pánico... comenzó a salir en tropel de sus campamentos en desorden; … los alemanes fueron los primeros en formar, de pie en sus trabajos de campo habituales, en un terreno pantanoso junto a la empalizada. Nos hicieron algún daño, por el número de su infantería armada con picas y mosquetes. El moscovita, desconfiado de sí mismo, colocó reiters en medio de su formación y reunió a la gente común, una horda innumerable tan grande que era aterrador observarla, considerando el pequeño número de nuestro ejército.

Algunas unidades cargaron contra la masa del caballo moscovita ocho o diez veces:

porque nuestras armas y armaduras ya estaban dañadas y nuestras fuerzas menguaban por tan frecuentes reagrupamientos y cargas contra el enemigo... nuestros caballos casi se desmayaban en el campo de batalla, porque luchamos desde el amanecer de un día de verano hasta la hora de la cena, por lo menos cinco horas. sin descanso– sólo podíamos confiar en la misericordia de Dios, en la suerte y en la fuerza de nuestros brazos.

Los húsares se vieron seriamente obstaculizados por la empalizada, que solo había sido demolida parcialmente: los huecos solo eran lo suficientemente grandes para que pasaran diez caballos en orden cerrado; esto les impedía atacar en su formación extendida habitual y el fuego constante de la infantería extranjera, protegida por la empalizada, estaba causando numerosas bajas. El caballo moscovita, sin embargo, empezaba a resquebrajarse. Vasilii Shuiskii le pidió a de la Gardie que lo apoyara con su caballería. Sin embargo, a medida que avanzaban los reiters, los húsares expusieron el caracol como una maniobra inútil de patio de armas:

nos dieron la victoria, porque como venían hacia nosotros, estábamos en algún desorden, y luego, habiendo disparado sus carabinas, se apartaron a la retaguardia como de costumbre para recargar, y la siguiente fila avanzó disparando. No esperamos, pero en el momento en que todos habían vaciado sus piezas, y viendo que comenzaban a retirarse, los cargamos con solo nuestros sables en las manos; ellos, al no haber podido recargar, mientras que la siguiente fila aún no había disparado, corrieron sobre sus talones. Chocamos contra toda la fuerza moscovita, todavía dispuesta en orden de batalla a la entrada de su campamento, sumergiéndolos en el desorden.

Cuando la caballería moscovita huyó, Żółkiewski se volvió contra los suecos. Sus húsares, muchas de cuyas lanzas estaban rotas, tenían pocas posibilidades de derrotar a los 'alemanes' sin apoyo. En este punto, sin embargo, la pequeña fuerza de infantería de Żółkiewski y los dos cañones, que se habían atascado en el bosque, llegaron para rescatar la situación. Mientras la infantería y los cañones abrían brechas en la empalizada e infligían bajas a los extranjeros, Żółkiewski envió a la compañía de Jüdrzej Firlej, cuyas lanzas aún estaban intactas, contra "toda la infantería extranjera... en orden de batalla, protegida por estacas, al lado de sus tropas". campamento … Firlej rompió esta infantería, habiéndola atacado con coraje. Nosotros... lo apoyamos; … Habiendo roto nuestras lanzas, solo pudimos unirnos al ataque con nuestros sables en nuestras manos.' Mientras el resto de la caballería extranjera era expulsada del campo, acompañada por de la Gardie y Horn, la infantería se refugió en su campamento. Abandonados por sus comandantes y por los moscovitas, individuos y grupos comenzaron a deslizarse hacia los polacos. Cuando Horn y de la Gardie regresaron al campo de batalla, ya era demasiado tarde; se vieron obligados a negociar una rendición honorable. Muchos de los mercenarios extranjeros ingresaron al servicio polaco; de la Gardie llevó a los suecos y finlandeses a Novgorod.

Los historiadores rusos han explicado con frecuencia el resultado de Klushino como resultado de una traición extranjera. Esto es una parodia de lo que pasó. Los relatos polacos y extranjeros coinciden en que fue el caballo moscovita el primero en abandonar el campo de batalla, y fueron los extranjeros los que se sintieron abandonados. Si algo demostró Klushino, además de la insuficiencia de la caballería pomest'e, fue que los métodos occidentales no eran un elixir mágico. Los mercenarios extranjeros habían estado involucrados en Moscovia desde el comienzo de la Era de los Trastornos. De la Gardie había instruido a las tropas moscovitas en métodos occidentales, especialmente en tácticas de picas, y había unidades nativas moscovitas de arcabuceros montados al estilo occidental, dirigidos por extranjeros, en Klushino. Sin embargo, si las tácticas al estilo occidental ciertamente mejoraron la capacidad defensiva de la infantería moscovita, no pudieron ganar la guerra. Para eso, la caballería seguía siendo el arma decisiva en el este de Europa. La pica y el tiro por sí solos no podían producir una revolución militar en el este.

 

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Guerra Antisubversiva: El atentado contra Francisco Soldati

Hace 40 años, Montoneros asesinaba al empresario Francisco Soldati en un brutal atentado, a pocas cuadras del Obelisco

“Ellos jamás pidieron disculpas por el asesinato de mi padre y de tantos civiles”, dice su hijo Santiago. Todos estos años, la familia lo homenajeó en silencio. Pero esta vez quieren al menos llamar la atención sobre el largo tiempo transcurrido -4 décadas- sin siquiera un reconocimiento a su condición de víctima
El atentado contra Francisco Soldati, en pleno centro porteño, el 13 de noviembre de 1979

Santiago Soldati tenía 36 años cuando su padre, Francisco, fue asesinado por los Montoneros en el trayecto entre su casa y la oficina, en pleno centro de la Capital.

El atentado, de gran espectacularidad y violencia, se dio en el marco de la llamada Contraofensiva Montonera, lanzada por Mario Firmenich y otros jefes guerrilleros desde el exterior, y que consistía en una serie de operaciones militares impactantes llevadas a cabo por miembros de la organización que ingresaron clandestinamente al país desde el exilio.

No era la primera vez que la familia Soldati estaba en la mira de la guerrilla.

"A mí me habían secuestrado en el 73 -recordó Santiago Soldati en charla telefónica con Infobae-, y mi padre tuvo que pagar rescate para que me liberaran una semana después. Eso sucedió el 29 de abril de 1973”. Poco después, también su padre, Francisco Soldati, fue víctima de un secuestro, pero algo falló en el operativo de traslado a un escondite o “cárcel del pueblo” y el empresario fue liberado.

El empresario Santiago Soldati. Su padre, Francisco Soldati, fue asesinado por los Montoneros hace 40 años

Pese a todo, Francisco Soldati, que a los 71 años seguía activo al frente de su empresa, la Sociedad Comercial del Plata, tenía por toda custodia a un policía federal como chofer: era el cabo 1° Ricardo Durán, que también moriría en el atentado, un mes antes del nacimiento de su hijo.

Cómo fue el ataque

Aquella mañana fatídica del 13 de noviembre de 1979, a las 10:40, el Torino que trasladaba a Francisco Soldati fue encerrado primero por un Peugeot 504 y luego embestido por una camioneta pick up Ford. Todo había sido cuidadosamente estudiado y planificado.

En los días inmediatamente anteriores, los comandos montoneros habían fallado en dos atentados destinados a matar a dos funcionarios de Hacienda, Guillermo Walter Klein y Juan Aleman, que salieron ilesos de sendos ataques guerrilleros.

Esta vez, el comando que intervino estaba decidido a no fallar, pese al escenario elegido para el atentado: en pleno centro porteño a pocas cuadras del Obelisco, sobre la calle Cerrito entre Arenales y Santa Fe.

El empresario Francisco Soldati. El 13 de noviembre se cumplen 40 años de su asesinato por Montoneros

El empresario Francisco Soldati vivía con su familia en Cerrito 1364, y todos los días era llevado por su chofer a su oficina en la Sociedad Comercial Del Plata. Un trayecto breve, hasta la sede de la empresa, en el Bajo.

De acuerdo al detallado relato del atentado reconstruido por Marcelo Larraquy en el libro Fuimos Soldados. Historia secreta de la Contraofensiva montonera, doce personas en total participaron del operativo guerrillero. Los movimientos y el desplazamiento del empresario habían sido cuidadosamente estudiados para organizar el ataque.

Soldati no era funcionario, pero tenía vínculos empresariales con José Alfredo Martínez de Hoz, por entonces ministro de Economía de la dictadura.

La referencia a la ola de atentados en la edición de la revista Somos

Inmovilizado el vehículo de Francisco Soldati en la calle Cerrito, tres montoneros armados con fusiles AK47 y ametralladoras UZI saltaron de la camioneta y abrieron fuego contra el Torino, dos desde adelante y un tercero desde la puerta trasera derecha, matando al empresario y a su chofer custodio.

Una segunda fase de la operación consistía en colocar una poderosa bomba de retardo debajo del vehículo donde yacían muertos el empresario y su chofer. El objetivo era que explotara 20 minutos después, cuando los atacantes calculaban que efectivos de la policía o funcionarios podrían acercarse al lugar. Pero la integrante del grupo que debía colocar la bomba debajo del Torino trastabilló al descender de la pickup y el artefacto explotó provocando una detonación que lanzó con violencia clavos y otros proyectiles hasta un radio de 50 metros. También, siempre según el relato de Larraquy, esparció volantes que decían: “A Martínez de Hoz y sus personeros los revientan los Montoneros”.

El Torino se incendió y la columna de fuego y humo se elevó a diez metros de altura.

Desde la ventana de una habitación del Hotel Embajador, un hombre contemplaba el desarrollo del atentado contra Soldati. Era el jefe de toda la operación, Raúl Yager, miembro de la conducción de Montoneros.

El Torino de Soldati y la camioneta Ford, incendiados en el lugar del atentado

“Me habría gustado que hubiera justicia”

Este atentado fue uno de los hechos por los cuales Firmenich fue juzgado durante la gestión de Raúl Alfonsín. Más tarde vinieron los indultos de Carlos Menem que beneficiaron por igual a los jefes guerrilleros y a los militares.

Pero cuando en la era kirchnerista se reabrieron los juicios, los indultos a los montoneros no fueron revisados. “Me da bronca, a uno le toca muy de cerca todo esto -dice Santiago Soldati-. A los militares los metieron presos de nuevo”.

Cuando se le pregunta a Soldati qué siente hoy respecto al asesinato de su padre, dice que le habría gustado “que hubiera justicia”. Su madre había muerto un par de años antes del atentado. “Afortunadamente”, dice, ya que eso le ahorró el dolor de la muerte violenta de su esposo.

Todos los años, los Soldati recuerdan a su padre con una misa, en la intimidad. Con amigos y familiares. Este año será igual. “No queremos publicidad”, afirma.

“A mi padre lo honramos nosotros, pero lo importante es que los montoneros no se hagan los chicos bien, porque mataron a mucha gente”, agrega.

Francisco Soldati. Su familia lo homenajea todos los años en la intimidad

Santiago Soldati también participa de algunas actividades organizadas por el Celtyv (Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus víctimas), en particular, la misa que realizan mensualmente, por los caídos de cada mes.

Nunca miembro alguno de la organización Montoneros les hizo llegar algún tipo de pedido de disculpas a los deudos de Francisco Soldati. “Nunca dijeron nada de todos los civiles que mataron, de todos, no solo de mi padre”, dice Santiago Soldati.

Luego de la reapertura de los juicios contra los militares por las violaciones de los derechos humanos, se profundizó una visión angélica de los crímenes de la guerrilla que en algunos casos llevó a la justificación e incluso a la apología.

Y, desde el Estado, se vetó todo reconocimiento a la condición de víctimas de las personas asesinadas por la guerrilla.

Francisco Soldati está sepultado en San Miguel del Monte, el pueblo al que la familia va todos los fines de semana. Este sábado, Santiago Soldati llevó flores a la tumba de su padre, en un anticipado homenaje personal por el nuevo aniversario del atentado que se cobró su vida, el 13 de noviembre de 1979.



martes, 15 de noviembre de 2022