domingo, 27 de julio de 2025

Peronismo: Perón vendió armas a Pinochet en secreto

En secreto, Perón le vendió armas a Pinochet en 1973 por 24 millones de dólares

  • Dos decretos confidenciales del fundador del PJ y de Isabel Perón, recientemente desclasificados, revelan la operación que significó un fuerte respaldo a la dictadura chilena. Se trata de miles de proyectiles para fusiles de combate FAL, 2.000 pistolas ametralladoras PAM y 6 mil pistolas Browning calibre 9 mm.

Por Daniel Santoro para Clarín

Los dictadores Peron y Pinochet se reúnen el 16 de mayo de 1974 en la base aérea de Morón.

Pese a su elogio a las “formaciones especiales” en alusión a Montoneros y a su coqueteo con ideas de izquierda, Juan e Isabel Perón como presidentes de la Argentina vendieron en secreto casi 3,5 millones de dólares en armas y municiones a la sangrienta dictadura del general Augusto Pinochet.

Las entregas de miles de proyectiles para fusiles de combate FAL, 2.000 pistolas ametralladoras PAM y 6 mil pistolas Browning calibre 9 mm fueron autorizadas pro los decretos secretos 382 y de 1973 y 1140 de 1974, que el gobierno de Javier Milei desclasificó recientemente y a los que accedió Clarín. Al dólar actual, la operación fue por unos 24 millones de dólares.

La primera venta se concretó el 26 de noviembre de 1973, seis meses antes de la histórica reunión entre Perón y Pinochet en la base de la Fuerza Aérea en Morón.

Y la segunda, en octubre de 1974, cinco meses después de la muerte del líder del justicialismo. El 1° de Mayo Perón había roto definitivamente con Montoneros -aliados de la izquierda chilena- a quienes los echó de Plaza de Mayo.

La presidenta María Estela Martínez de Perón recibe el19 de abril de 1975 a Pinochet.

Aunque el 19 de septiembre de ese año, el presidente provisional Raúl Lastiri por orden de Perón tras la renuncia de Héctor Cámpora un aliado de Montoneros, había sido uno de los primeros gobiernos en reconocer a la dictadura de Pinochet que estaba aislada en el concierto internacional.

El historiador y analista político Rosendo Fraga explicó a Clarín que esas entregas de armamento fueron “coherentes con la estrategia de Perón quien había visto que se venían regímenes de derecha en América Latina” tras los avances de grupos guerrilleros y había comisionado un enviado especial para tomar contacto con Pinochet.

Fraga se refirió al Acta Secreta N° 8 del 24 se Septiembre de 1973 de la junta militar chilena que habla de la :“Presencia de un representante oficial de Perón en Chile que trae ayuda material y el respaldo argentino a la Junta”, tal como contó el periodista y director de la Escuela de Inteligencia de la SIDE, Tata Yofre. Es decir, a 13 días del golpe, Perón ya había apoyado a la dictadura chilena.

Perón envío 2 mil ametralladora PAM a Pinochet como esta.

En coincidencia con esa estrategia secreta, en declaraciones al “Il Giornale D’Italia”, Perón destacó que la caída de Salvador Allende había cerrado “la única válvula de escape para la guerrilla argentina”, a la que había ordenado "aplastar".

Para Fraga el giro de Perón hacia la derecha se vio en la lucha por el control del palco en Ezeiza tras el regreso del fundador del PJ, el 20 de junio de 1973. En la denominada "Masacre de Ezeiza", el "coronel Osinde termina controlando el palco en un enfrentamiento con Montoneros" y esa fue la "primera ruptura de Perón" con esa "formación especial. Los decretos de ventas de armas a Chile "son una manifestación más de esa postura de Perón", agregó.

Mientras Perón, vestido con uniforme de general, saludaba a Pinochet en la base aérea de Morón, hubo una marcha en la Plaza Dos Congresos de repudio a la visita del dictador chileno convocada por la Coordinadora de Movimiento de Ayuda a Chile (COMACH) de la que participaron los diputados del Peronismo de Base, como Rodolfo Ortega Peña, entre otros, el presidente de la Federación Universitaria Argentina, Federico Storani, Jesús Mira del PC y diversas fuerzas de izquierda.

Pinochet había comenzado una represión ilegal de los seguidores de Allende y de la oposición que dejó un saldo de 3.200 asesinados y 1.162 desaparecidos y sería el modelo que en 1976 seguiría la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional en Argentina.

Storani recordó a Clarín que aquella fue una concentración multitudinaria y que además estuvieron Miguel Godoy, Secretario General de la FUA y Hugo Piucil de Río Negro quien luego fue diputado nacional e integrante de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personales (CONADEP).

El decreto secreto de Perón de 1973 que autoriza la venta de armas a Chile.

Otro que se sumó a las críticas por la visita fue Miguel Unamuno, entonces presidente del Concejo Deliberante de la Capital, quien declaró a Pinochet como persona no grata en la Capital Federal. Y Perón le contestó así: "vea Unamuno, yo como presidente de la República tengo dos funciones: las relaciones exteriores y la defensa nacional, mientras que ustedes, en el Concejo Deliberante, tienen tres: Alumbrado, Barrido y Limpieza”.

El decreto 382 de Perón autorizaba a la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM) a exportar a Carabineros de Chile: entre otros insumos, 2.000 pistolas ametralladoras PA3 “DM”, 20 millones de cartuchos calibre 7,62 mm NATO para fusiles de combate FAL y 15.000 granadas lacrimógenas. Carabineros es el símil de la Gendarmería Nacional y tuvo un papel clave en la represión ilegal de la dictadura de Pinochet, tras el golpe al presidente Salvador Allende del 11 de septiembre de 1973.

La operación fue realizada bajo condiciones FOB y con entrega en el paso fronterizo de Las Cuevas, Mendoza, y con exenciones aduaneras y fiscales, amparadas por decretos previos.

Perón envio 6 pistolas 9 mm de Fabricaciones Militares como esta a Pinochet.

Los decretos, que fueron recientemente desclasificados por el Archivo General de la Nación que dirige Emilio Perina, fueron firmados por Perón y a tres de sus ministros: Ángel Robledo (Defensa), Alberto Vignes (Relaciones Exteriores) y José Ber Gelbard (Economía). Gelbard lo suscribió a pesar de que tenía vínculos con el Partido Comunista y otros grupos de izquierda.

Y en el decreto de Isabel fue suscripto por Gelbard, Vignes y el ministro de Defensa, Adolfo Savino. El decreto 1140 detalla la entrega de 6 mil pistolas Browning calibre 9 mm a Carabineros por 612 mil dólares.

En simultáneo a la primera venta secreta, Perón permanecía en su residencia de Vicente López, ausente de la Casa Rosada debido a una afección bronquial. Los diarios de esos días informaban que su estado de salud empeoraba gradualmente, y que la vicepresidenta María Estela Martínez de Perón, junto a José López Rega, el creador de la Alianza Anticomunista Argentina (la triple AAA) para combatir a Montoneros, iban tomando espacios de poder en el gobierno.

El decreto secreto de Isabel Perón que autoriza la venta de armas a Chile.

La decisión concreta establecida por el decreto fue la autorización de exportación de armamento y municiones, con intervención de Fabricaciones Militares, y la orden de dar una facilitación operativa a la Aduana para que no controlara la carga secreta. Uno de los artículos del decreto destacaba que no se verificaría el contenido del cargamentoo, confiando en la declaración de la DGFM, y que se contrataría un seguro por “riesgos extraordinarios”, seguramente vinculado con el transporte de cargas explosivos.

Los considerandos del decreto justifican la operación como parte de una política de “cooperación regional y fortalecimiento institucional”. Pero al contrastar el lenguaje técnico del documento con el contexto represivo chileno —y la pasividad del gobierno de Perón frente a las denuncias internacionales—, resulta difícil no leer esta exportación como un apoyo a Pinochet, como interpretó Rosendo Fraga.

El historiador Eduardo López, académico de la Universidad Diego Portales y de la Universidad Alberto Hurtado, confirmó la existencia de un acta de la Junta Militar chilena que señala en 1973 “la presencia de un representante oficial de Perón en Chile que trae ayuda material y el respaldo argentino a la Junta”, explica.

"En otras sesiones de la Junta, el tema no volvió a tratarse, y no hay registro de algún encuentro entre el enviado de Perón y alguna autoridad chilena”, agregó.

López enfatiza que se trataba de un momento delicado para el régimen de Pinochet, marcado por el aislamiento diplomático tras el golpe de Estado. “La dictadura necesitaba encontrar apoyos. Quizás fue más una acción de respaldo informal y no oficial de Perón hacia la Junta”, añade. Según su lectura, Perón solía operar mediante gestos ambiguos: “Era muy amigo de entregar esos apoyos, pero sin oficializarlos”.

La existencia del decreto firmado por Perón y sus ministros era un dato desconocido. López señala que en Chile no existe registro exacto del tipo de ayuda material entregada, ni de su recepción efectiva. “De acuerdo a fuentes más documentadas, apoyo militar concreto nunca existió desde Argentina a Chile. No se conoce de aquello”, afirma. Incluso obras exhaustivas como Pinochet: Una biografía de Mario Amorós no mencionan esta exportación.

Sede centrla de Fabricaciones Militares en CABA.

Entonces, López destaca que “la entrega de material y pertrechos por parte del gobierno de Perón es una novedad”, aunque advierte que para entonces el mandatario ya se encontraba gravemente enfermo. “Después de esa bronquitis, terminó falleciendo. Hay que ordenar bien las fechas: López Rega y la viuda de Perón ya estaban tomando el control del gobierno. No descarto que Perón estuviera de acuerdo con la ayuda, pero operativamente ya no estaba al mando”.

Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, López aclara que “en rigor, los países y sus líderes no tienen temas personales: tienen intereses”. Así, la colaboración entre Perón y Pinochet no necesariamente obedece a afinidades ideológicas, sino a intereses coincidentes. “Los movimientos guerrilleros a ambos lados de la cordillera pudieron ser catalizadores de esta cooperación entre dos personalidades que no tenían mucha afinidad” entre sí, finalizó el historiador chileno.

Informe: Raimundo Döll


PUNTEO Información ordenada cronológica o lógicamente

1. La primera venta se concretó el 26 de noviembre de 1973.

Texto Original: “La primera venta se concretó el 26 de noviembre de 1973, seis meses antes de la histórica reunión entre Perón y Pinochet en la base de la Fuerza Aérea en Morón.”

2. El 1° de Mayo Perón había roto definitivamente con Montoneros.

Texto Original: “El 1° de Mayo Perón había roto definitivamente con Montoneros -aliados de la izquierda chilena- a quienes los echó de Plaza de Mayo.”

3. El 19 de septiembre de ese año, el presidente provisional Raúl Lastiri por orden de Perón tras la renuncia de Héctor Cámpora había sido uno de los primeros gobiernos en reconocer a la dictadura de Pinochet.

Texto Original: “Aunque el 19 de septiembre de ese año, el presidente provisional Raúl Lastiri por orden de Perón tras la renuncia de Héctor Cámpora un aliado de Montoneros, había sido uno de los primeros gobiernos en reconocer a la dictadura de Pinochet que estaba aislada en el concierto internacional.”

4. El 20 de junio de 1973 se produjo la Masacre de Ezeiza, la primera ruptura de Perón con Montoneros.

Texto Original: “En coincidencia con esa estrategia secreta, en declaraciones al “Il Giornale D’Italia”, Perón destacó que la caída de Salvador Allende había cerrado “la única válvula de escape para la guerrilla argentina”, a la que había ordenado 'aplastar'. Para Fraga el giro de Perón hacia la derecha se vio en la lucha por el control del palco en Ezeiza tras el regreso del fundador del PJ, el 20 de junio de 1973. En la denominada 'Masacre de Ezeiza', el 'coronel Osinde termina controlando el palco en un enfrentamiento con Montoneros' y esa fue la 'primera ruptura de Perón' con esa 'formación especial.”

5. La segunda venta se concretó en octubre de 1974, cinco meses después de la muerte de Perón.

Texto Original: “Y la segunda, en octubre de 1974, cinco meses después de la muerte del líder del justicialismo.”


DESTACADOS Textuales, testimonios y declaraciones

Acta Secreta N° 8: Presencia de un representante oficial de Perón en Chile que trae ayuda material y el respaldo argentino a la Junta

Perón: vea Unamuno, yo como presidente de la República tengo dos funciones: las relaciones exteriores y la defensa nacional, mientras que ustedes, en el Concejo Deliberante, tienen tres: Alumbrado, Barrido y Limpieza

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DATOS Tabla con cifras extraídas del original

Venta de Armas
DescripciónValor
Millones de dólares que costaron las armas y municiones vendidas por Argentina a la dictadura de Pinochet3,5
Pistolas ametralladoras PAM vendidas a la dictadura de Pinochet2000
Pistolas Browning calibre 9 mm vendidas a la dictadura de Pinochet6000
Fechas Importantes
DescripciónValor
Año en que se concretó la primera venta de armas1973
Año en que se concretó la segunda venta de armas1974
Año en que Perón apoyó a la dictadura chilena1973
Decretos
DescripciónValor
Número del primer decreto secreto que autorizó la venta de armas382
Número del segundo decreto secreto que autorizó la venta de armas1140
Represión de la Dictadura de Pinochet
DescripciónValor
Número de asesinados durante la represión ilegal de la dictadura de Pinochet3200
Número de desaparecidos durante la represión ilegal de la dictadura de Pinochet1162
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FAQ Información como preguntas frecuentes

1. ¿A quién le vendió armas Perón en secreto en 1973?

A la dictadura del general Augusto Pinochet.

2. ¿Cuánto dinero representó la venta de armas a Pinochet en 1973?

Aproximadamente 24 millones de dólares.

3. ¿Cuándo se concretó la primera venta de armas a Pinochet?

El 26 de noviembre de 1973.

4. ¿Quiénes participaron en la marcha de repudio a la visita de Pinochet en Argentina?

Diputados del Peronismo de Base, el presidente de la Federación Universitaria Argentina, Jesús Mira del PC y diversas fuerzas de izquierda.

5. ¿Cuántos asesinados y desaparecidos dejó la represión ilegal de Pinochet?

3.200 asesinados y 1.162 desaparecidos.

6. ¿Quiénes firmaron los decretos de venta de armas a Chile?

Perón y tres de sus ministros: Ángel Robledo (Defensa), Alberto Vignes (Relaciones Exteriores) y José Ber Gelbard (Economía).

7. ¿Qué papel tuvo Carabineros de Chile en la represión ilegal?

Tuvo un papel clave en la represión ilegal de la dictadura de Pinochet.

8. ¿Quiénes estaban tomando espacios de poder en el gobierno argentino mientras Perón estaba enfermo?

La vicepresidenta María Estela Martínez de Perón, junto a José López Rega.

9. ¿Qué tipo de ayuda material trajo el representante oficial de Perón a Chile?

Ayuda material y el respaldo argentino a la Junta.

10. ¿Quiénes participaron en la marcha de repudio a la visita de Pinochet en Argentina?

Diputados del Peronismo de Base, el presidente de la Federación Universitaria Argentina, Jesús Mira del PC y diversas fuerzas de izquierda.

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GLOSARIO Lista de términos

Palabras clave
PalabraSignificado
FALFusil automático liviano, arma de fuego.
MontonerosGrupo guerrillero argentino de izquierda activo en la década de 1970.
PerónReferente a Juan Domingo Perón, expresidente de Argentina.
PinochetReferente a Augusto Pinochet, expresidente de Chile.
Técnicos
PalabraSignificado
FOBFree On Board, término comercial que indica que el vendedor entrega la mercancía al transportista designado por el comprador en el lugar convenido.
NATOOrganización del Tratado del Atlántico Norte, alianza militar intergubernamental.
Acrónimos y abreviaturas
PalabraSignificado
CONADEPComisión Nacional sobre la Desaparición de Personas.
DGFMDirección General de Fabricaciones Militares.
Términos ambiguos o polisémicos
PalabraSignificado
AyudaPuede referirse a asistencia humanitaria o apoyo militar, dependiendo del contexto.
ControlPuede referirse a supervisión o mando, dependiendo del contexto.
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sábado, 26 de julio de 2025

Francia: La vida del soldado Jean Thurel

El soldado raso Jean Thurel



Sirvió durante 75 años. No como general, ni como oficial… sino como soldado raso. Y lo hizo por voluntad propia.
Jean Thurel nació en 1698 y murió en 1807, con 108 años. Pero su longevidad fue apenas una parte de lo extraordinario: su vida fue una marcha ininterrumpida por la historia de Francia, con el uniforme puesto.
Se alistó en 1716 y luchó por primera vez en 1733, en el asedio de Kehl, durante la Guerra de Sucesión Polaca. Allí recibió un disparo en el pecho… y sobrevivió. En 1747, se separó de su regimiento durante el sitio de Bergen. En vez de rendirse, escaló solo las murallas de la ciudadela para reencontrarse con sus compañeros. En 1759, en la batalla de Minden, recibió seis heridas en la cabeza provocadas por una espada… y volvió a sobrevivir.
Pero su camino no estuvo exento de dolor. Tres de sus hermanos murieron en la batalla de Fontenoy, y su hijo cayó en el combate naval de Saintes, en 1782.
A los 89 años, sus oficiales le ofrecieron marchar en carruaje. Él lo rechazó: “Jamás lo he hecho, y no empezaré ahora”. Siguió marchando a pie con su regimiento.
En 1787 conoció al rey Luis XVI, quien le otorgó una pensión por su servicio. Y en 1800 fue recibido por Napoleón Bonaparte, que lo admiraba profundamente.
Durante décadas, le ofrecieron ascensos. Siempre los rechazó. Quiso ser lo que fue desde el principio: un simple soldado francés.
Jean Thurel no fue recordado por su rango, sino por su constancia. Por su lealtad. Por encarnar el espíritu de quien sirve sin esperar más que el honor de hacerlo.


viernes, 25 de julio de 2025

Buenos Aires: Fotos de 1890

Buenos Aires en 1890




La Ciudad de Buenos Aires retratada por el fotógrafo suizo Samuel Rimathé hacia finales del año 1890, en una Buenos Aires aún convulsionada por los hechos de la Revolución del Parque en julio de ese año. 



jueves, 24 de julio de 2025

Chile: La independencia gracias a los rioplatenses


El “Abrazo de Maipú” entre José de San Martín y Bernardo O’Higgins, luego de la victoria e la batalla de Maipú.

La independencia de Chile: una gesta compartida con el Río de la Plata, y un posterior repliegue




La independencia de Chile, formalmente alcanzada en 1818, no fue un proceso puramente interno ni aislado del contexto regional. Muy por el contrario, fue parte de un esfuerzo conjunto en el marco más amplio de las guerras de independencia sudamericanas, y no podría haber tenido éxito sin la intervención decisiva de las fuerzas provenientes del Río de la Plata. Sin el Ejército de los Andes, organizado, financiado y conducido desde Mendoza por José de San Martín, es muy poco probable que los patriotas chilenos hubieran podido derrotar por sí solos al ejército realista.

El proceso independentista chileno se inicia en 1810, al igual que en otras regiones del continente, tras conocerse la noticia de que Napoleón había depuesto al rey español Fernando VII. En Santiago, una junta de gobierno reemplazó al gobernador realista y comenzó a implementar reformas, abriendo los puertos al libre comercio y desplazando a las autoridades coloniales. Sin embargo, esta primera etapa del proceso se vio empañada por profundos conflictos internos entre los sectores radicales, encabezados por José Miguel Carrera, y los moderados, liderados por Bernardo O’Higgins. Entre 1811 y 1814, esta lucha fratricida debilitó enormemente al movimiento patriota.

Los realistas aprovecharon esta división y, desde el Virreinato del Perú, lanzaron una ofensiva contundente. El punto culminante de esa reacción monárquica fue la batalla de Rancagua en octubre de 1814, donde las fuerzas patriotas fueron completamente derrotadas. Las tropas realistas retomaron Santiago y reinstauraron el control colonial. O’Higgins y otros patriotas chilenos se vieron obligados a cruzar los Andes y refugiarse en Mendoza, donde encontraron apoyo en el entonces gobernador de Cuyo, José de San Martín.

San Martín tenía un objetivo estratégico claro: liberar el Perú, centro neurálgico del poder realista en Sudamérica. Para llegar a Lima, comprendió que primero debía asegurar el control de Chile, que ofrecía una salida al Pacífico y una base de operaciones clave. Con ese fin, y con el aval del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, comenzó a preparar un ejército profesional y disciplinado en territorio cuyano. Este ejército, conocido como el Ejército de los Andes, estaba compuesto por soldados provenientes mayoritariamente del actual territorio argentino, además de exiliados chilenos.


Batalla de Maipú, pintada en 1837

En enero de 1817, alrededor de cinco mil hombres emprendieron la arriesgada travesía de los Andes, en una campaña que pasaría a la historia no solo por su audacia militar, sino también por su coordinación logística y su significado político. La victoria en la batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, permitió la entrada triunfal de las tropas patriotas en Santiago. Aunque aún quedaban focos de resistencia realista, la ofensiva ya era irreversible.

San Martín rehusó asumir el poder político en Chile y lo dejó en manos de O’Higgins, quien fue nombrado Director Supremo. Mientras tanto, el Ejército de los Andes continuó preparándose para el enfrentamiento definitivo. Éste se produjo el 5 de abril de 1818 en la batalla de Maipú, donde las fuerzas patriotas vencieron rotundamente al ejército realista. La victoria aseguró la independencia de Chile. El “abrazo de Maipú” entre San Martín y O’Higgins se convirtió en un símbolo de unidad y fraternidad entre los pueblos del Río de la Plata y Chile.


Generales José de San Martín (izquierda) y Bernardo O’Higgins (derecha) durante el cruce de los Andes.


Es importante destacar que esta independencia no hubiera sido posible sin el accionar decisivo del Ejército de los Andes, formado y sostenido desde el territorio de las Provincias Unidas. No solo proveyeron la conducción militar y los soldados, sino también los recursos económicos, la logística, el armamento y el proyecto político que articulaba estas campañas en una estrategia continental.

Una vez consolidada su independencia, sin embargo, Chile adoptó una posición marcadamente más cauta —algunos dirían pasiva— frente a la continuación de la lucha por la libertad en el resto de Sudamérica. Si bien fue desde territorio chileno, y con el respaldo de su naciente marina comandada por el británico Lord Cochrane, que San Martín organizó la expedición al Perú, la colaboración de las autoridades chilenas fue limitada. Chile, concentrado en su organización interna y en consolidar su soberanía, no participó activamente con tropas ni recursos significativos en la campaña peruana.

Esto contrastó con el papel continuo que jugaron las Provincias Unidas del Río de la Plata, donde pese a sus propias divisiones internas, sectores importantes siguieron comprometidos con la causa de la independencia continental. El aislamiento relativo de Chile frente a esta lucha mayor se interpretó en algunos círculos como una forma de retraimiento, que marcó una diferencia sustancial respecto al espíritu integrador que había caracterizado los años de 1817 y 1818.

Batalla de Maipú

Desde el punto de vista militar, la batalla de Maipú fue un punto de inflexión. San Martín, al observar fallas en el despliegue de los realistas, anticipó la victoria. El combate comenzó a las 11 de la mañana, con un bombardeo de artillería patriota sobre el flanco izquierdo enemigo. La caballería al mando de Escalada capturó la artillería realista y la volvió contra ellos. Si bien el regimiento de Burgos logró infligir bajas significativas al ala izquierda patriota —formada en parte por esclavos liberados—, una carga decisiva de los granaderos de Hilarión de la Quintana quebró esa resistencia. Rodeados y superados, los realistas comenzaron a dispersarse. Muchos fueron abatidos durante la retirada.

El grueso de las fuerzas realistas quedó atrapado entre las unidades comandadas por Las Heras, Alvarado y Zapiola. El comandante realista Osorio huyó con un puñado de jinetes hacia Talcahuano. El resto del ejército realista fue aniquilado o capturado. En total, murieron alrededor de 2.000 soldados realistas y otros tantos fueron hechos prisioneros. Todo su parque de armas, artillería, pertrechos y suministros pasó a manos patriotas.

O’Higgins, herido aún de un combate anterior, llegó en los últimos momentos de la batalla y proclamó: “¡Gloria al salvador de Chile!”, en referencia a San Martín. Ese gesto fue un reconocimiento implícito de que la libertad de Chile había sido conquistada, en gran parte, por manos extranjeras, aunque hermanas en el proyecto emancipador.

En suma, la independencia chilena fue fruto de una gesta regional, no local. Sin la ayuda fundamental de las Provincias Unidas del Río de la Plata, difícilmente se habría conseguido. Sin embargo, tras su emancipación, Chile optó por un camino más introspectivo, contribuyendo solo de forma marginal a las campañas posteriores que culminarían con la independencia de Perú y el resto del continente.


miércoles, 23 de julio de 2025

PGM: El corned beef rioplatense como ración británica

Corned Beef en el Frente Occidental






 "El «Corned-beef» de ahí enfrente es famoso en todo el sector. Llega a ser, de vez en cuando, la razón principal de uno de esos súbitos ataques que efectuamos a menudo, pues nuestra alimentación es, generalmente, mala; siempre estamos hambrientos.
   En conjunto hemos requisado cinco latas. Ellos sí que van bien pertrechados. Es una delicia su alimentación comparada con la nuestra, pobres hambrientos que debemos tragar mermelada de nabos. La carne circula en abundancia en el otro lado, sólo necesitan tomarla. Haie ha pescado, además, una barra de pan francés y se la ha puesto en el cinturón como una pala. Uno de los extremos está sanguinolento, pero no importa, ya lo cortaremos.
   Es una suerte que ahora tengamos comida abundante; todavía precisaremos nuestras fuerzas. Comer hasta satisfacerse es algo tan valioso como un buen refugio. Es por esta razón que pensamos tanto en la alimentación; nos puede salvar la vida.
   Tjaden ha robado dos cantimploras llenas de coñac. Corren de mano en mano."





Sin Novedad en el Frente
Título original: Im Westen Nichts Neues
Autor: Erich Maria Remarque



El "Corned-Beef" era un producto alimenticio producido en frigoríficos de la República oriental del Uruguay y en la República Argentina. No he investigado si se producía en otros países y si serían de la misma calidad o los mismos ingredientes.


En la imagen, Corned-Beef producido en la empresa fundada en Colonia Liebig, Provincia de Entre Ríos (Arg).

martes, 22 de julio de 2025

Literatura militar: Swamp of Blood. The Battle of Tuyuti (2000)




Williams, John Hoyt (2000). "A Swamp of Blood. The Battle of Tuyuti". Military History 17 (1).



Williams, John Hoyt (2000). "A Swamp of Blood. The Battle of Tuyuti". Military History 17 (1).


  • Si a usted le interesó este episodio de la Guerra del Paraguay, puede visitar la primera referencia a la batalla de Tuyuty.

lunes, 21 de julio de 2025

Prusia: Federico II, el rey de las papas

Federico II: El Rey de las papas 🥔 👑






Al visitar el Palacio de Sansoucci (del francés sans souci, «sin preocupaciones»), en Potsdam, Alemania, una de las cosas que más llaman la atención es una tumba en su terraza, donde en lugar de flores, la gente deposita papas, también conocidas en Europa como patatas. No se trata de ninguna broma pesada: es una hermosa tradición que se hace en conmemoración del que se considera el “padre de la patata” en Alemania: el rey prusiano Federico II el Grande (1740-1786).
“Es un hecho que el rey Federico II fomentó concienzudamente el cultivo de la patata en Alemania. En nuestras exposiciones tenemos documentos que lo demuestran: cartas y estadísticas tempranas, así como decretos oficiales que se hicieron durante su gobierno referentes al cultivo de la patata, nunca antes vistos”, señala Marina Heilmeyer, curadora del Museo de Historia de Brandeburgo.
A la llegada de este tubérculo a España, el rey Felipe II envió algunos ejemplares para el Papa a Roma, quien, asombrado por el aspecto del curioso vegetal, afirmó que parecía una trufa, o “tartufo”. El tubérculo se quedó con ese nombre al extenderse por Europa, adaptándose a cada lengua. En el caso del alemán, su nombre fue “tartuffoli”, palabra que derivó en “tartoffel” y, finalmente, en “kartoffel”. Sin embargo, su introducción en Europa no fue fácil, ya que en una sociedad con fuerte influencia religiosa, se veía a la humilde papa con malos ojos y desconfianza al no aparecer en la Biblia. Se llegó incluso a decir que eran creaciones del diablo y que consumirlas provocaba enfermedades y catástrofes. Paralelamente, algunos hombres de ciencia de la época, la estudiaban y la veían como una anomalía botánica (un claro ejemplo de esto se ve en el nombre dado a las mismas en Francia y algunas zonas de Bélgica y Holanda: “manzanas de tierra”). Si sumamos el miedo popular al alimento con la visión de una rareza botánica de coleccionista, parecía que la papa estaba destinada al fracaso.
Pero la historia iba a demostrar cuán equivocados estaban los europeos respecto a las mismas. Y es que las hambrunas en Europa demostraron dos cosas: Que ante malas cosechas, generalmente las papas solían aguantar y crecer, y que en tiempos de necesidad, uno come lo que sea para sobrevivir, aunque pudiese proceder del propio diablo. Federico II supo ver todo el potencial del tubérculo y, a partir de 1746, emitió no uno sino tres edictos sobre las papas. Los tres edictos establecieron que la papa debía plantarse donde sea posible. Además, se imprimieron y distribuyeron entre la población instrucciones para su cultivo. Federico y sus asesores eran conscientes de que la población todavía sabía muy poco sobre el cultivo de la planta.
Cualquiera que se pregunte por qué el rey prusiano estaba tan interesado en promover el cultivo de papa en su reino solo necesita investigar los efectos de las guerras en ese momento. Ya en la Guerra de los Treinta Años, pero también durante el reinado de Federico, cuando se libraron varias guerras contra el Imperio de los Habsburgo, las consecuencias para la población rural fueron catastróficas. Los campos fueron destruidos y los ejércitos enemigos saquearon las reservas de cereales. La papa trajo consigo tres ventajas: al crecer bajo tierra y no ser fácilmente reconocible por los soldados enemigos podía pasar como simple yerba, el tubérculo es significativamente más alto en calorías que el grano y se puede almacenar mejor.
Pero incluso después de los edictos de la papa, pasaron algunos años antes de que su consumo se generalizara. Sin embargo, hambrunas como las de 1770 a 1772 y 1774 convencieron a la población rural de las ventajas del cultivo de la papa/patata.
“Lo gracioso es que, habiendo hecho todo esto por el cultivo del tubérculo, es posible que el mismo rey jamás comiese una”, sonríe Heilmeyer. “Existe un edicto suyo en el que dice que la papa era para animales y para gente de clase baja”.
Aún así, el legado de Federico II permitió a la sociedad alemana descubrir las maravillas de la patata, y aún al día de hoy es algo que nadie olvida. Tras su muerte, en 1786, el “Viejo Fritz” fue enterrado en la Iglesia Garnision, en Potsdam. Durante la Segunda Guerra Mundial, su sarcófago fue trasladado a Marburgo, y sólo en 1991 se consiguió llevar su tumba al lugar donde el mismo rey había expresado siempre su deseo de ser enterrado: su palacio, Sansoucci.
“Desde que sus restos residen allí, la gente acude a su tumba a dejar patatas. Este es el motivo real de la exposición: explicar a la gente el por qué de esta tradición. No hay un solo día en el que no se pongan patatas en su tumba”, afirma Heilmeyer. “A veces, incluso acompañadas de pequeñas coronas hechas de papel dorado. Es realmente muy simpático”.
Gracias por su lectura y difusión 👍 
🎨 Federico II inspecciona la cosecha de patatas en uno de sus viajes (“El rey en todas partes”, pintura de Robert Warthmüller).
✍️ Autor: Lydia Aranda / JAZ

domingo, 20 de julio de 2025

Conquista del Chaco: Las exploraciones del río Bermejo

La Conquista del Bermejo

Una epopeya del siglo XIX: La Compañía de Navegación del Río Bermejo

Fuente: Todo es Historia Nº 30, por José del Nieto / Datos complementarios de Wikipedia






El naufragio del "Orán"

El impacto fue brutal: un tronco de palo santo, completamente sumergido, se incrustó en el casco del vapor Orán. La brecha quedó bajo la línea de flotación, y el agua comenzó a entrar sin control. Ante la gravedad de la situación, el capitán ordenó abandonar el barco y llevar solo lo esencial para sobrevivir en esa región hostil y remota, a cientos de kilómetros de cualquier población.

Los últimos silbidos del Orán, largos y desesperados, resonaban como un lamento entre la espesura adormecida por el sol tropical. Los dos foguistas ingleses, temiendo una explosión en la caldera, se arrojaron al río y nadaron hacia la orilla. En cambio, los dos indios matacos permanecieron a bordo, intentando apagar la caldera, demostrando el compromiso que habían aprendido de Roldán: cumplir con el deber incluso en medio del desastre.

Los botes se llenaron: en ellos embarcaron Genara, esposa de Roldán; la familia de José Méndez; los marineros, y finalmente Roldán, Barbosa y los matacos, quienes lograron apagar la caldera.

Pero lo que se hundía no era solo el Orán, el último vapor que le quedaba a la Sociedad de Navegación. Con él se iba la empresa misma, económicamente agotada tras años de lucha y la pérdida de otros tres vapores en el intento por dominar un río traicionero y salvaje. Se ahogaban las esperanzas de establecer una vía navegable que uniera el interior con el litoral.

El Orán quedó finalmente encallado, con la proa apuntando al cielo y la popa completamente sumergida en el barro del fondo. Desde la orilla, los náufragos lo observaban en silencio, conscientes de que ese golpe era definitivo. El río Bermejo volvía a imponer su ley.

Una empresa heroica

Durante más de quince años, Roldán y sus hombres habían luchado en la selva, expuestos a enfermedades, ataques indígenas, pestes, y al clima extremo. Intentaban abrir paso a la civilización, soñando con integrar las regiones aisladas al resto del país. Roldán conocía el río como nadie: sus remansos, rápidos, bancos de arena, troncos petrificados por el tiempo... pero también sabía que cada crecida podía alterar todo, haciendo de cada viaje una nueva batalla.

A su lado, siempre firme, estaba Genara, que compartía su visión y sus sacrificios. Su apoyo había sido constante, incluso en medio del aislamiento, el peligro, y la falta de cualquier comodidad.

El comandante Samuel Uriburu, testigo de esa epopeya, escribió a Genara en 1884:

“Cuando se escriba con justicia la historia de las cruzadas civilizadoras de Natalio Roldán, se destacará su figura, señora, que supo vencer el desierto por amor, con abnegación espartana”.

El inicio del rescate

Ya en tierra, Roldán eligió un sitio seguro para instalar el campamento. Mientras se organizaban, los botes volvieron al barco para rescatar todo lo útil: sogas, maderas, lonas, utensilios. Desde la espesura, las últimas pitadas del Orán parecieron despertar ecos: los tambores indígenas comenzaron a responder.

Al segundo día, llegó el cacique Somayé con 150 hombres. Viejo aliado de Roldán, se ofreció a ayudar:

Patrón shilata Natalio, nosotros sacar barco —dijo.

Roldán sabía que el vapor no podía salvarse, pero quizás sí parte de su carga. Somayé aceptó el desafío. Los indios trabajaron sumergiéndose hasta tres minutos bajo el agua, extrayendo arena con baldes y elevando bultos con aparejos.

El primer día rescataron apenas 10 bultos; el segundo, 15 más. Roldán distribuyó casi todo entre los trabajadores, sosteniendo un principio que había guiado su empresa: el trabajo siempre merece recompensa.


La ayuda indígena y la respuesta oficial

Con el rescate ya en marcha, nuevas tribus comenzaron a llegar al campamento. Muchos caciques traían consigo canutos de tacuara que contenían certificados de trabajo firmados por el propio Roldán, como prueba de la colaboración en los trabajos de canalización del río.

El respeto hacia Roldán era evidente. Los indígenas se presentaban de forma disciplinada, trabajando con esfuerzo y sin pedir nada a cambio, salvo la posibilidad de ayudar. Aquello no era solo una operación de rescate: era la consolidación de años de construcción de confianza entre un hombre blanco y pueblos originarios históricamente marginados.

Desde la orilla, Roldán observaba en silencio. Mientras la arena invadía de nuevo las bodegas del Orán, repasaba en su mente una lista de pérdidas: el Gobernador Leguizamón, el Congreso Argentino, el General Viamonte, y ahora, el Orán. El sueño de una navegación regular por el Bermejo parecía desmoronarse definitivamente. Ya no podía recurrir a nuevos aportes ni renovar esperanzas: todo estaba consumido.

Pero en medio de la derrota material, lo acompañaban su esposa, sus hombres, y cientos de indígenas agradecidos.

La reacción desde el exterior

La noticia del hundimiento no tardó en expandirse a lo largo del río, transmitida por los propios indígenas. Llegó a las poblaciones de Orán y Victoria, donde el Gobernador Propietario, Coronel Juan Solá, preparaba una campaña hacia Formosa. También alcanzó Rivadavia, donde Rufino Roldán esperaba a su hermano con mercancía valuada en 60.000 pesos fuertes. La pérdida era casi total, y la sociedad misma asumía el seguro.

Rufino, junto a voluntarios, partió de inmediato para asistir a los náufragos. Solá, preocupado por un posible ataque indígena sobre la carga, preparó rápidamente su tropa, ordenando avanzar por la costa norte del río, bordeando esteros y monte cerrado.

Cuatro días después, hallaron huellas de varias tribus que también se dirigían hacia el lugar del naufragio. Al divisarlas descansando en una pampa, Solá desplegó a su tropa. Pero los indígenas no eran hostiles: se acercaron mostrando sus canutos de tacuara. Dentro de ellos, los certificados de trabajo firmados por Roldán. Uno de ellos expresó con simpleza:

Nosotros ir a sacar barco roto. Ayudar a patrón Natalio y a la yanasa (señora).

Solá, sorprendido por su fidelidad, intentó comprar uno de los certificados, pero fue rechazado. Para los indígenas, ese papel representaba algo mucho más valioso que cualquier objeto: era el símbolo de una alianza de respeto.

Solá prosiguió su marcha, cruzándose con otras tribus, todas con el mismo destino: ayudar a Roldán.

La llegada de los refuerzos

El 29 de junio de 1881, tras recorrer más de 300 kilómetros en solo seis días, Solá llegó al campamento. Un enjambre de chozas precarias rodeaba las carpas de los náufragos: las tribus estaban dispuestas a permanecer allí todo el tiempo necesario. La llegada de Solá y Rufino trajo alivio. Aunque el vapor ya era irrecuperable, los trabajos de rescate seguían.

Convencido de que no podía hacer más personalmente, y tras recibir refuerzos y mulas, Solá decidió continuar su expedición hacia Formosa. Prometió solicitar el envío del vapor Cornejo para evacuar a los náufragos. Antes de partir, Roldán le pidió un favor especial: que tratara con respeto a los indígenas que portaban certificados, en agradecimiento a su fidelidad.

Solá quedó impactado por la escena: unos pocos blancos rodeados por centenares de indígenas de distintas tribus, todos colaborando voluntariamente, cuidando que no faltaran alimentos, frutas, carne, pescado o flores. Lo que Roldán había logrado no era solo una empresa de navegación, sino una verdadera labor pacificadora.

El propio Roldán solía repetir:

Jamás debemos comenzar por el último de los argumentos —refiriéndose al uso de las armas.

Su fe en la integración y en el trato respetuoso daba sus frutos en el momento más crítico.

El éxodo, la despedida y el final de una epopeya

Una espera que nunca terminó

Pasaron semanas. Luego, meses. El vapor Cornejo, prometido por el gobernador Solá, nunca llegó. Los náufragos permanecían a orillas del Bermejo, sobreviviendo en condiciones cada vez más duras. Primero bajo carpas, luego en ranchos improvisados, resistiendo lluvias constantes, el sol abrasador, y los rigores de la selva.

Durante 170 días, su única fuente de alimento y ayuda fueron los indígenas. Ellos cazaban, pescaban, recolectaban miel, frutas, huevos y flores. Las mujeres nativas cuidaban a Genara con afecto, le llevaban provisiones y la acompañaban. Ella, en retribución, les enseñaba a coser, a fabricar ropa, a mejorar sus viviendas. En ese contacto humano profundo, también compartió sus dificultades: piojos, pulgas, olores penetrantes... pero nunca se rindió. Estaba acostumbrada al entorno, y sabía que su esposo la necesitaba más que nunca.

Roldán había insistido con firmeza: "Mis hermanos blancos no me abandonarán." Pero la realidad era otra. Al final, comprendió que no habría rescate, ni vapor, ni auxilio.

La retirada

Sin otra opción, Roldán decidió emprender el regreso a pie hacia Rivadavia. La distancia era de más de 300 kilómetros a través de la selva cerrada, cruzando madrejones, esteros, montes, y ríos infestados de mosquitos y peligros. Era una marcha agotadora, sobre todo para las mujeres. Pero no estarían solos.

Cientos de indígenas los acompañaron en la travesía. Ellos abrían camino con machete y hacha, encendían fuego con palo santo para espantar los insectos, encontraban agua, cazaban, y ofrecían a la yanasa (Genara) la mejor miel que encontraban. Era una caravana silenciosa, un testimonio vivo del vínculo forjado durante años.

Esa columna humana, atravesando el corazón del Chaco, fue quizás el mayor logro de la empresa de Roldán: la alianza entre culturas, el respeto ganado sin violencia. Era una victoria ética, aunque el proyecto material hubiera naufragado.

Cuando llegaron a la frontera con Salta, los indígenas se detuvieron. Roldán organizó un último reparto de bienes rescatados del Orán. La despedida fue conmovedora:

Se va tata capitán... Ya nadie curar si muerde víbora, si muerde tigre. Ya nadie hacer sudar si llega peste. Se va shilata Natalio, se va yanasa...

Era el adiós al hombre que conquistó el respeto de las tribus sin derramar una sola gota de sangre. Un ejemplo de coraje, inteligencia y sensibilidad.

Un legado olvidado

Roldán había querido abrir el Bermejo, unir Salta y Bolivia con Buenos Aires. En su lucha había invertido todo: dinero, salud, tiempo, ideales. Los pueblos fundados por los españoles en ese intento, siglos atrás, habían desaparecido bajo la selva. Y ahora, también se extinguía su proyecto.

El auditor de guerra Ángel J. Carranza, testigo de esta historia, escribió en 1886:

“En casi 25 años de lucha, los hermanos Roldán enterraron cientos de miles de pesos en esta empresa. Pero lograron algo más importante: raíces profundas en los pueblos indígenas, obras concretas, y un ejemplo moral que debe ser reconocido”.

Él mismo recorrió los canales construidos con pala, azada y dinamita. Vio los planos, las obras, los diques. Y admiró cómo los caciques tenían ya chacras, herramientas y semillas, todo fruto del esfuerzo de la Compañía de Navegación.

La historia oficial nunca los premió. Sin embargo, la hazaña sigue en pie: una empresa civilizadora llevada adelante sin armas ni imposiciones, basada en el respeto, la paciencia y la palabra dada.

Epílogo

En enero de 1885, los hermanos Natalio y Rufino Roldán fueron encontrados en Rivadavia, atendiendo un pequeño negocio. Todo lo habían perdido, excepto su dignidad.

El sueño de canalizar el Bermejo no se concretó. A más de un siglo de la fundación de la Compañía, los pueblos del norte argentino y del sur de Bolivia aún esperan esa obra que cambie su destino. Pero la semilla de lo que hizo Roldán sigue viva: demostró que con voluntad, respeto y trabajo, incluso las causas más difíciles pueden dejar huella.