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lunes, 24 de junio de 2019

Guerra civil china: Simon, el gato héroe de la Royal Navy

Simon, el héroe del Yangtsé


Javier Sanz — Historias de la Historia


En marzo de 1948, el marinero británico George Hickinbottom, que prestaba servicio en la fragata HMS Amethyst, se encontró un gato mientras paseaba por el puerto de Hong Kong. El minino acercó a George y cuando se agachó a acariciarlo, el gato comenzó a ronronear. No le quedó más remedio, tuvo que llevárselo. A pesar de que las mascotas estaban prohibidas, lo subió a bordo escondido en su petate. No tardó mucho tiempo en enterarse el capitán Ian Griffiths de que había un grumete entre su tripulación. Entre George y el resto de los marineros se encargaron de convencer al capitán para que permitiese a Simon -que así lo llamaron- quedarse con ellos. Él solo, se había encargado de solucionar el problema de las ratas en las bodegas. El capitán accedió con la condición de que Simon no anduviese por la cubierta. Los días de Simon pasaban entre camarotes, cazando ratas y durmiendo en la gorra del capitán. Cuando el capitán Ian Griffiths fue relevado de su cargo por el comandante Bernard Skinner, siguió manteniendo sus privilegios.


En 1949, el conflicto latente entre el Partido Comunista Chino (PCCh) y el Kuomintang (Partido Nacionalista Chino) volvió a estallar y se reanudó la lucha. El HMS Amethyst recibió la orden de patrullar el río Yangtsé mientras el HMS Consort evacuaba la embajada británica. En teoría tenían permiso de las autoridades chinas para navegar por el río, pero en tiempos de guerra todo puede cambiar en un instante. Conforme avanzaban por el río, el fuego se fue intensificando y pasaron de ser un mero observador a diana flotante. Varios obuses de artillería alcanzaron el barco: hubo decenas de muertos (entre ellos Skinner), el barco encalló y apenas podían responder al ataque porque gran parte del armamento había quedado inutilizado. Durante horas estuvieron recibieron impactos de distinto calibre sin apenas poder responder. El Consort regresó para ayudar al Amethyst y, aunque consiguió destruir varias posiciones enemigas, tuvo que salir de aquella ratonera para no quedar atrapado, momento que aprovechó el Amethyst para alejarse de la artillería pesada. Todos los intentos para liberarlo fueron repelidos uno tras otro por los comunistas. El barco quedó en el río bajo custodia del ELP y comenzaron las negociaciones entre chinos y británicos. Los chinos denunciaron que el Amethyst había iniciado las hostilidades disparando primero, los británicos culpaban a los comunistas. Tres meses después, y ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, John Kerans, el oficial al mando, decidió escapar por sus propios medios. Aprovechando el silencio de la noche, soltó amarras y dejó que la corriente llevase al barco río abajo. Cuando los chinos lo descubrieron ya habían salido de la zona de la zona más peligrosa. Encendieron los motores y salieron de allí a toda máquina.



¿Y qué fue de Simon durante todo este tiempo?

El impacto de artillería que mató a Skinner también hirió gravemente a Simon. Cuando lo encontraron, estaba tirado con varios impactos de metralla y astillas clavadas en su cuerpo. Todos pensaban que moriría, pero Simon consiguió sobrevivir. Con Simon convaleciente y durante el tiempo que el Amethyst estuvo atrapado en el río, las ratas y otros roedores de la selva estuvieron dando buena cuenta de la escasa comida que les quedaba e incluso se atrevían a mordisquear los pies de los marineros mientras dormían. La milagrosa recuperación de Simon sirvió para aumentar la dañada moral de los supervivientes a bordo y, además, consiguió echar a las ratas del barco.

Cuando el barco regresó a Inglaterra ya era una celebridad pero, como todos los animales que entraban en el país, tuvo que pasar el período de cuarentena en un dispensario. El 28 de noviembre de 1949, mientras todavía se encontraba aislado, falleció debido a una infección viral. A raíz del informe del capitán John Kerans, Simon fue galardonado con la Medalla Dickin. Fue enterrado con honores en el cementerio de animales Ilford (Londres) y su ataúd cubierto con la bandera del Reino Unido.

lunes, 28 de mayo de 2018

Guerra de Crimea: Un gato y una tortuga en el conflicto

EL GATO Y LA TORTUGA QUE PARTICIPARON EN LA GUERRA DE CRIMEA

Javier Sanz— Historias de la Historia


La guerra de Crimea (1853-1856) enfrentó a la Rusia zarista de Nicolás I contra el Imperio Otomano del súltán Abdul-Mejid I apoyado por Francia y el Imperio británico. La pretensiones expansionistas de Rusia hacia Oriente, camufladas en cuestiones de índole religioso, desencadenaron en una guerra cruenta que muchas recordaréis por la película La carga de la brigada ligera (1936). Por el propio carácter y la especie de los dos protagonistas de esta historia, un gato y una tortuga, uno lo hizo activamente y la otra… estaba por allí.



En 1854 un contingente de tropas británicas, francesas y otomanas sitiaron la ciudad de Sebastopol, donde los rusos se habían hecho fuertes. Sabiéndose inferiores a la flota británica, los rusos cerraron la entrada al puerto hundiendo varios de sus barcos y desmontaron toda la artillería naval para situarla en lo alto de las murallas de la ciudad. Los rusos sabían que si Sebastopol caía, la guerra, como así ocurrió, estaría perdida. Los aliados sitiaron la ciudad, impidieron que los sitiados recibiesen suministros ni refuerzos de ningún tipo y comenzaron un intenso bombardeo para rendir Sebastopol. Tras un año de asedio, los rusos se rendían.



Aunque los rusos abandonaron la ciudad, las tropas de la alianza revisaron casa por casa en busca de enemigos… y de comida, ya que sus provisiones también escaseaban. Con la orden de encontrar comida, el capitán británico William Gair, al mando del 6º Regimiento de Dragoon Guards, recorría la ciudad cuando, al entrar en un edificio en ruinas, encontraron un gato atigrado sobre un montón de escombros, cual Rey León. Se acercaron al gato y éste se mostró muy cariñoso, así que decidieron llevárselo como mascota. Regresaron al campamento con el gato, al que llamaron Tom, pero… sin comida. Mientras Gair pensaba qué hacer para solucionar el problema de la comida, se dio cuenta de que el gato estaba muy gordito para haber sufrido un asedio de un año. Pensó que para él habría sido fácil sobrevivir con las muchas ratas que había, pero también que las ratas habrían sido las primeras en dar buena cuenta de los graneros o lugares donde hubiese comida. Así que, un día decidieron seguir a Tom cuando salía del campamento a cazar. Volvió al mismo edificio donde lo habían encontrado y se metió por un agujero pequeño que parecía dar a un sótano. Gair ordenó quitar los escombros y consiguieron abrir un hueco mayor por el que consiguieron entrar. Era un almacén de comida. Aunque la había inservible o roída por las ratas, buena parte todavía se podía aprovechar. En posteriores días, y gracias a Tom, consiguieron encontrar otros muchos depósitos de suministros que les proporcionaron una tabla de salvación para las hambrientas tropas.

Finalmente, y cuando regresaron a casa, decidieron que Tom debía acompañarlos. Se lo había ganado. Aunque tuvieron que ocultarlo, consiguieron llevarlo a Inglaterra donde vivió en la casa del capitán William Gair. Hoy en día se puede contemplar su cuerpo disecado en el Museo Nacional del Ejército de Londres.



Nuestro siguiente protagonista se llamaba Timothy. Tras pasar sus primeros días en el mar en un barco portugués se “enroló” en un buque de la Royal Navy británica al mando del capitán John Everard Courtenay en 1854. Pasó por varios navíos de la Royal Navy y participó en la guerra de Crimea a bordo del HMS Queen en el sitio de Sebastopol. En 1892, tras casi 40 años al servicio de la Marina británica, se licenció y fue acogido por la familia Courtenay, condes de Devon. No era de mucho hablar y mucho menos de contar batallitas. Así que, su vida transcurrió tranquila y placentera en el castillo de Powderham, residencia del conde de Devon, hasta que falleció en 2004. Lógicamente, al morir con más de 160 años era el último superviviente de la guerra de Crimea. Timothy, a pesar del nombre, era una hembra… de tortuga mediterránea.



Cuando llevaba varios años viviendo plácidamente en el jardín del castillo decidieron que se aparease… ¡sorpresa! Era hembra. Pero después de tanto tiempo llamándola Timothy prefirieron no cambiarle el nombre y le colgaron un chapa con “My name is Timothy“. Está enterrada en el cementerio familiar.