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domingo, 24 de abril de 2022

Guerra contra la Subversión: El encuentro Perón-Pinochet en la BAM Morón

 

Secretos y consecuencias de la entrevista de Perón y Pinochet en la Base Aérea de Morón

Sucedió el 16 de mayo de 1974, meses después del golpe militar que derrocó a Salvador Allende en Chile, y duró dos horas. Allí, el dictador chileno le expresó su preocupación por los asilados que habían escapado a nuestro país y estaban cerca de la frontera. Años después, se supo qué sorprendente conclusión sacó el trasandino de aquel encuentro

Perón y Pinochet pasan revista a las tropas en la Base Aérea de Morón

Para tratar el encuentro de Juan Domingo Perón con el general Augusto Pinochet Ugarte lo primero que se debe hacer es preguntarse en qué condiciones llegaron los dos a la entrevista de Morón. ¿En qué tiempo estaban parados y qué circunstancias los rodeaban?

El doctor Pedro Ramón Cossio, en su libro ‘Perón, testimonios médicos y vivencias’ relata que “el general Perón en diversas ocasiones, estando yo en el cuarto (se refiere a cuando lo atendía en la residencia de Gaspar Campos 1065) que él creía – y esto lo siguió pensando hasta su muerte—que en Ezeiza lo habían querido matar grupos guerrilleros o terroristas, para luego iniciar, en medio de la conmoción, una revolución socialista”.

Cossio tiempo más tarde, me dijo: “Yo creo que él llegó con el convencimiento y tuvo la prueba de que en Ezeiza grupos de izquierda lo quería matar, para a partir de ahí empezar una revolución socialista. Y él todo el tiempo vivió con esa idea y murió convencido que en Ezeiza algún grupo de izquierda lo quería matar”. Su amigo el dirigente conservador Vicente Solano Lima sostuvo lo mismo.

Al opinar sobre el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende, el martes 11 de septiembre de 1973, en la intimidad de su residencia, Juan Domingo Perón le dijo al joven médico Pedro Ramón Cossio (h), que “con lo que ha pasado en Chile desde ese lado estamos protegidos”. El testimonio es coincidente con las declaraciones de Perón a “Il Giornalle D’Italia” (septiembre de 1973). En la oportunidad, Perón destacó que la caída de Salvador Allende había cerrado “la única válvula de escape para la guerrilla argentina” y aseguró estar menos preocupado por el problema “de lo que la mayoría de los argentinos creen.” También afirmó al mismo medio italiano “los responsables de los acontecimientos en Chile fueron los guerrilleros y no los militares.” En las mismas horas, en puerta de su casa en Gaspar Campos, tras conversar con los médicos Jorge Taiana y el cardiólogo Pedro Cossio, preguntado sobre el suicidio del mandatario chileno, Perón le dijo al periodismo: “eso es emplear otro recurso cuando no queda otra puerta para salir, su actitud es la actitud de un hombre que tiene vergüenza de las circunstancias…hay hombres que no pueden resistir eso”.

En las horas posteriores al golpe, Patricio Alwyn, presidente de la Democracia Cristiana de Chile, dijo: “Nosotros tenemos el convencimiento de que la llamada vía chilena de construcción del socialismo que empujó y enarboló como bandera la Unidad Popular, y exhibió mucho en el extranjero, estaba rotundamente fracasada y eso lo sabían los militantes de la Unidad Popular y lo sabía Allende. Y por eso ellos se aprestaban a través de la organización de milicias armadas- muy fuertemente equipadas que constituían un verdadero ejército paralelo- para dar un autogolpe y asumir por la violencia la totalidad del poder. En esas circunstancias pensamos que la acción de las Fuerzas Armadas simplemente se anticipó a ese riesgo para salvar al país de una guerra civil o en una tiranía comunista.” Unos años más tarde diría todo lo contrario.

Su jefe político Eduardo Frei Montalva fue coherente con lo que pensaba y vivió. Cuando Allende le pidió unas declaraciones para tranquilizar a la sociedad chilena tras la victoria electoral de la Unidad Popular del 4 de septiembre de 1970 con el 36 % del electorado, Frei le dijo: “No puedo hacerlo, porque tú sabes que no soy marxista y, además, porque creo que pese a tus buenas intenciones las acciones de (tus) partidarios llevarán a Chile antes de dos años a una dictadura totalitaria”, según le contó al embajador argentino Javier Teodoro Gallac y que éste lo volcó en el cable “Secreto” Nº 612/616, del 30 de septiembre de 1970.

Lucía Hiriart de Pinochet, su esposo, Juan Perón y María Estela Martínez de Perón.

Y en una carta a Mariano Rumor (presidente de la Internacional Socialdemócrata) reconoció que Allende “estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria y se estaban dando los pasos progresivos para llegar a esta situación, de tal manera que ya en el año 1973 no cabía duda de que estábamos viviendo un régimen absolutamente anormal y que eran pocos los pasos que quedaban por dar para instaurar en plenitud en Chile una dictadura totalitaria”.

Primer saludo de Juan Perón a Pinochet al llegar a la Base Aérea de Morón

La Junta Militar chilena hizo llegar una carta formal al gobierno argentino expresando el deseo de continuar manteniendo relaciones abiertas en el camino de los acuerdos permanente de ambos gobiernos. El gobierno del presidente interino Raúl Alberto Lastiri reconoció a las nuevas autoridades trasandinas el 19 de septiembre.

La campaña presidencial del 23 de septiembre de 1973 que llevó al poder a Perón por tercera vez sólo registraba algunos detalles menores que apenas animaban al comentario, como la picardía de Perón al cerrar la contienda con un mensaje a la población que fue difundido por el Canal 9 de televisión de Buenos Aires. Frente a los sucesos de Chile, el líder justicialista manifestó la necesidad de “poner las barbas en remojo”. Obligado por una ansiosa opinión política de propios y ajenos a expresarse sobre el golpe militar en el país trasandino, Perón optó por la cautela.

El 62,7 por ciento del electorado votó por la fórmula Perón-Perón, un trece por ciento más que en la elección de Cámpora, en tanto el radicalismo obtenía 2.905.719 votos. Si la población respiraba aliviada por la finalización de la campaña electoral y particularmente confiaba en la figura de Perón como el líder político del momento para comenzar a transitar una época de calma, pronto volvió a resultar sorprendida por la violencia que parecía no acabar nunca.

Dos días más tarde un comando de FAR y Montoneros (que se decían peronistas) asesinó a balazos al jefe de la CGT, José Ignacio Rucci. Fue, en primera instancia la respuesta brutal por el papel preponderante que había tenido Rucci en la caída de Cámpora el 13 de julio; asimismo lo acusaban de haber tenido un papel especial en los incidentes de Ezeiza. Tras el crimen de José Ignacio Rucci, el jefe del peronismo convocó a hombres que se habían replegado después de los hechos de Ezeiza —el coronel (RE) Jorge Osinde, entre otros—y les encargó nuevamente la tarea de contener la marea subversiva y por último descerrajó la depuración.

Así lo relató el semanario Primera Plana: “El viernes 28 de septiembre de 1973, en Olivos, Perón habló con la claridad que caracterizaba a todas sus últimas intervenciones. Según ha trascendido, ante los miembros del Consejo Superior del justicialismo sostuvo que el Movimiento era objeto de una “agresión externa”. No hizo ninguna alusión a la CIA u otros organismos del ‘imperialismo yanqui’: arremetió sin más ni más contra el marxismo…y declaró la guerra a los “simuladores”, de quienes afirmo que les iba a ‘arrancar la camiseta peronista’ para que no quedaran dudas ‘del juego en el que estaban empeñados…..frente a un gobierno popular –señalo—no les queda otro camino que la infiltración”. ‘En adelante seremos todos combatientes’”, señaló Perón. Y culminó uno de sus párrafos con: “Yo soy peronista por tanto, no soy marxista”.

Unos días más tarde llegaría la respuesta orgánica: El “Documento Reservado” estableciendo “Drásticas instrucciones a los dirigentes del Movimiento para que excluyan todo atisbo de heterodoxia marxista”, informó La Opinión del 2 de octubre en su portada. La introducción del Documento no daba para análisis alternativos: “El asesinato de nuestro compañero José Ignacio Rucci y la forma alevosa de su realización marca el punto más alto de una escalada de agresiones al Movimiento Nacional Peronista, que han venido cumpliendo los grupos marxistas terroristas y subversivos en forma sistemática y que importa una verdadera guerra desencadenada contra nuestra organización y contra nuestros dirigentes”.

Esta “guerra” según el documento se manifestaba a través de campañas de “desprestigio”; “infiltración de esos grupos marxistas en los cuadros del Movimiento”; “amenazas, atentados y agresiones” contra los cuadros del partido y la población en general. La parte introductoria termina considerando que “el estado de guerra que se nos impone no puede ser eludido, y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino también atacar al enemigo en todos los frentes y con la mayor decisión”. Frente a tales órdenes Ricardo Otero, Ministro de Trabajo, atinó a comentar: “los que quieren la patria socialista que se escapen”.

Primer saludo de Juan Perón a Pinochet al llegar a la Base Aérea de Morón.

Juan Perón asumió el 12 de octubre de 1973 e intentó iniciar una etapa de orden dentro de su Movimiento y el país. Entre otros actos expulsó a los integrantes del bloque de diputados ligados con Montoneros (febrero de 1974); cundo el ERP atacó un importante cuartel del Ejército, el Presidente se puso el uniforme y luego habló de “exterminar” a la guerrilla; el 1º de de Mayo de 1974 reivindico a la ortodoxia y echo a Montoneros de la Plaza de Mayo tras ser personalmente agraviado.

El Ejército Argentino había seguido atentamente los acontecimientos del derrocamiento de Salvador Allende. Unos días después del golpe, la Jefatura de Inteligencia elevaba al Comandante General, general de división Jorge Raúl Carcagno, una primera evaluación de la situación chilena, especialmente en lo referente a su “marco externo”.

Redactado con un estilo formal y una sintaxis dura, el documento “Marco Externo-Ámbito Regional” explicaba que “el golpe de estado de las FFAA mantiene la expectativa general acerca de la evolución del gobierno chileno. Las reacciones producidas en diversas naciones son muy variadas. (...) “a. Brasil. La tendencia general es de apoyo al golpe y de condenación al gobierno depuesto. Las FFAA brasileñas justifican el movimiento. El gobierno de Brasil ofrece la posibilidad de apoyo económico y técnico para la reconstrucción chilena. b. Paraguay. En general, es unánime la opinión pública y del gobierno, en apoyo a la revolución militar que habría puesto fin a un proceso político considerado negativo. Las publicaciones de Asunción adjudican a la Argentina una actitud poco efectiva contra la extrema izquierda. c. Perú. Hubo una gran difusión de los acontecimientos. Se considera que el derrocamiento del gobierno de Allende puede motivar complicaciones a Perú en el orden interno y externo. En cuanto al ámbito exterior se espera conocer el apoyo que Chile pueda recibir de EEUU, lo que podría colocar a este país en una situación opuesta a Perú”. Sobre Cuba se indicaba que “las relaciones están rotas” y que la Junta Militar había denunciado “la injerencia cubana en Chile" y llevado el problema ante las Naciones Unidas”.

Bajo el subtítulo “probable evolución”, la Inteligencia Militar argentina estimaba que:

“Chile dejaría de constituir un foco de irradiación del comunismo en América. Sin embargo, la persecución desatada contra los comunistas chilenos y de otras nacionalidades permite prever la afluencia de dirigentes marxistas hacia otros países, especialmente a los vecinos”.

Los militares argentinos advertían que podía desatarse “una verdadera puja por atraer a Chile hacia las áreas de influencia de los distintos estados hegemónicos”, tanto en los planos económico como ideológico: “En tal sentido, incidirá la decisión de Brasil al reconocer en forma inmediata al gobierno surgido del golpe de estado”.

“EEUU ha de presionar a la Junta Militar con el objetivo de retomar la explotación cuprífera, o bien condicionar la citada explotación y la posible comercialización de este material de gran valor estratégico. Es probable que se incremente la acción interna de la oposición a Nixon a fin de que limite o restrinja la ayuda a Chile mientras persista la represión. Se estima que EEUU, por otra parte no va a suministrar ayuda en forma incondicional, previamente exigirá seguridad para sus inversiones. En estas tratativas, la renegociación de la deuda externa chilena ha de jugar un papel preponderante”.

El tercer punto trataba las “incidencias” del golpe en el país “por su proximidad geográfica, Argentina puede recibir el mayor contingente de comunistas desplazados de Chile. Además, por la misma razón pueden constituirse en nuestro territorio bases operativas para actuar contra el gobierno militar chileno. A pesar del control de fronteras que se efectúa, la gran extensión limítrofe facilitará dichas acciones... Por todo ello, es de esperar el acercamiento de la Junta Militar hacia nuestro país, siempre que una política más agresiva de Brasil no logre volcar enteramente hacia su órbita al país transandino”.

Después de casi 20 meses de gobierno en Chile, el 14 de mayo de 1974, el general Augusto Pinochet Ugarte realizó su primera visita de Estado a Paraguay. Si viajó a saludar al general Alfredo Stroessner para buscar una señal de reconocimiento, en realidad la primera salida debió ser hecha a Brasilia y no a Asunción. El golpe del 11 de septiembre de 1973 contó mucho más con la colaboración del régimen militar brasileño que de cualquier otro país de Latinoamérica.

Los que vivieron en Santiago de Chile los días finales del gobierno de Salvador Allende saben bien que el embajador brasileño Antonio Cándido da Cámara Canto fue considerado el “5º miembro de la Junta Militar” por su cercanía al nuevo gobierno. De todas maneras, durante su estadía en Asunción, Pinochet declaró a su colega paraguayo General Honoris Causa del Ejército de Chile.

Una vez terminada su visita a Asunción, Augusto Pinochet emprendió viaje a Chile, pero antes tocó suelo argentino -el 16 de mayo- en la Base Aérea de Morón, sede de la VII Brigada, cuyo comandante era el comodoro Jesús Orlando Capellini.

Augusto Pinochet

Capellini tuvo el extraño privilegio de ser actor y testigo de cuatro momentos históricos de la Argentina y el peronismo. Uno, siendo Jefe de la Región Aérea Centro con base en Ezeiza cuando llegó Juan Domingo Perón el 17 de noviembre de 1972; dos cuando ejercía la jefatura de la VII Brigada Aérea con base en Morón, el 20 de junio de 1973; tres en abril de 1974 en Morón, cuando Perón recibió al General Augusto Pinochet Ugarte y cuatro, en noviembre de 1974, cuando descendieron en Morón los restos mortales de María Eva Duarte de Perón para seguir rumbo en otro avión al Aeroparque Metropolitano.

Muchos años más tarde, Capellini me recordó que se le avisó pocas horas antes del arribo del mandatario chileno y tuvo que acondicionar, en horas, el lugar del encuentro.

La cumbre se realizó en la biblioteca de la base que se terminó de pintar la noche anterior. Como estaba muy desprovista de adornos, Capellini trajo de su casa una alfombra y unos adornos del Congo que había adquirido en 1961, cuando volaba para una misión de Naciones Unidas.

La cita mereció largos cabildeos y gestiones paralelas. Una de ellas la cumplió el asesor de Pinochet, el civil Alvaro Puga un mes antes, ocasión en que se vio con Perón. Hablaron y convinieron en términos generales una agenda abierta. Cuestiones de seguridad, temas comunes y del proceso del Canal del Beagle que se estaba desarrollando en La Haya y que debía ser resuelta por una comisión de juristas “Ad hoc”, elegida por ambos países según el “Acta de Salta” de julio de 1971, firmada por los presidentes Alejandro Agustín Lanusse y Salvador Allende. Preguntado Puga si recordaba los términos de la conversación que mantuvo con Perón, sólo me dijo (en 1984) que cuando se habló del Canal del Beagle el presidente argentino comentó que esa cuestión no podía dividir a Chile y la Argentina y, a manera de chiste, le dijo: “En todo caso la jugamos a las chapitas”. Al encuentro de Puga le siguió el viaje a Chile del jefe de Inteligencia del Ejército, general Carlos Dalla Tea, quien antes de viajar mantuvo una prolongada conversación con Perón, según la revista argentina Mercado del 30 de abril de 1974.

Algunos tramos de ese encuentro se encuentran en Perón, de Carlos A. Fernández Pardo y Leopoldo Frenkel, y en las propias Memorias del general Augusto Pinochet. En la intimidad, Perón se sentía “cubierto” por el gobierno de la Junta Militar, porque Chile no era ya un santuario para el terrorismo argentino. Sus 5.000 kilómetros y sus pasos fronterizos estaban medianamente bien protegidos de ambos lados. De todas maneras, Pinochet contó que expresó su preocupación por la instalación de numerosos asilados chilenos cerca de la frontera, lo que obligaba a sus fuerzas de seguridad a mantenerse en estado de alerta.

Juan Domingo Perón en 1974

Perón se comprometió a trasladarlos a zonas más alejadas y para tranquilizarlo le dijo “Perón tarda, pero cumple”. Debe recordarse que ya para aquella época -febrero de 1974- se había realizado bajo la dirección del comisario Alberto “Tubo” Villar la primera reunión de coordinación de las fuerzas de seguridad del Cono Sur y que sorpresivamente fue grabada por un infiltrado de Montoneros. También se trató el tema de la Antártida y cuestiones de complementación económica. Luego de casi dos horas, Pinochet continuó rumbo a Santiago.

Tras la cumbre, David Popper, el embajador americano en Chile, el viernes 17 de mayo de 1974, envió el cable Nº 02716 a Washington comentando el interés chileno por contactarse con los “líderes del Cono Sur” y considerar “la formación de un bloque antimarxista”. Le dice al Departamento de Estado que “conocen y hemos informado de los lazos de la Inteligencia policial y de seguridad entre Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, etcétera. para combatir al terrorismo izquierdista y la preocupación del canciller chileno Huerta por la presencia de terroristas chilenos en la frontera argentina.”

Por último, hay una versión dentro de la madeja que envolvió al asesinato de Carlos Prats, ex jefe del Ejército en tiempos de Allende, y que aquí en la Argentina investigó la jueza María Servini de Cubría y que en Chile dilucidó años más tarde el juez Alejandro Solís. En los testimonios ante el juez, Ramón Huidobro, ex embajador de Allende en Buenos Aires, y amigo de Prats, relato que el ex general le contó que al llegar a Chile Pinochet comentó que la entrevista había sido un fracaso porque Perón le recordó que las FF.AA. no eran propiedad de los comandantes y que le iba a ser difícil ayudarlo dada la mala imagen del gobierno de la Junta por la cruel represión. Prats sería asesinado en septiembre de 1974 por un comando que respondía al jefe de la DINA (Manuel Contreras) y a su superior Augusto Pinochet.

La cumbre provocó numerosas declaraciones de repudio de parte de los sectores democráticos progresistas y no progresistas, hasta algunas manifestaciones de la JP. La Legislatura de Buenos Aires trató una declaración de protesta que mereció que su titular, el justicialista Miguel Unamuno (más tarde Ministro de Trabajo de Isabel Perón) fuera reconvenido por el propio presidente de la Nación: “Mire Unamuno, yo soy el presidente de la Nación y tengo dos misiones fundamentales, encargarme del Gobierno del país y de las Relaciones Exteriores. Ustedes, que son concejales, tienen otras tres misiones. ¿Sabe cuáles son? Alumbrado, barrido y limpieza... Che, Unamuno, no jodan más con Pinochet”.

Al año siguiente, en abril, en el mismo lugar, Augusto Pinochet e María Estela “Isabel” Martínez de Perón mantendrían otro encuentro.





miércoles, 2 de octubre de 2019

SGM: La reacción americana a Pearl Harbor en Hawaii

Hawai: reacción estadounidense

Weapons and Warfare

Una vez que la conmoción de ver aviones japoneses sobre el puerto se desvaneció, los marineros, marines y aviadores comenzaron a contraatacar. A través de las explosiones de bombas y torpedos, los casilleros de municiones listos estaban abiertos, a veces con fuerza, y los artilleros comenzaron a disparar contra los atacantes. Al principio eran armas pequeñas: pistolas de calibre 45 y varios rifles. Luego, las tripulaciones comenzaron a disparar con ametralladoras pesadas de calibre 50, luego cañones antiaéreos de mayor calibre. El Avocet Buscaminas (AVP-4) fue uno de los primeros en abrir fuego. Estaba amarrada en el muelle de la Estación Aérea Naval, Berth F-1A, y su tripulación de cañones de 3 pulgadas derribó a una Kate que acababa de poner un torpedo al costado del acorazado California. Este avión se estrelló cerca del hospital base, una de sus alas se detuvo cerca de un edificio. Los artilleros de Avocet representaron un par de aviones adicionales derribados durante el ataque.

Las tripulaciones a bordo del destructor Bagley (DD-386) inmediatamente entraron en acción, rompiendo el casillero de municiones listo para los cinturones de ametralladoras de calibre 50. Los artilleros pudieron disparar contra los primeros tres bombarderos de torpedos japoneses durante la primera ola, y apuntaron a los Vals atacantes en la segunda. Bagley fue uno de los primeros barcos estadounidenses en salir del puerto en busca del enemigo.




Los cruceros Honolulu (CL-48) y St. Louis (CL-49) comenzaron a abrirse con ametralladoras de calibre 30 y 50 y ametralladoras de 5 pulgadas / 25 calibres. Pronto, casi todos los barcos en el puerto apuntaban a los japoneses. Típico de la munición gastada fueron los números de Honolulu: 2.800 disparos de calibre 30, 4.500 disparos de calibre 50 y 250 disparos de calibre 5/25 fueron disparados durante el ataque.

Poco después de que la segunda ola de ataque llegara al puerto, el tierno hidroavión Curtiss (AV-4) recibió un ataque con bomba de un Val que explotó en la cubierta principal, matando a veintiún marineros e hiriendo a cincuenta y ocho hombres. Los artilleros de Curtiss abrieron fuego contra el bombardeo de buceo Vals y anotaron un golpe directo cuando se detuvo de un ataque. El piloto del Val murió y su avión chocó contra Curtiss, golpeando la grúa delantera de estribor. El tanque de combustible del avión explotó y sus restos cayeron a la cubierta del barco donde se quemó, causando graves daños a las tuberías, las líneas de vapor y el cableado del barco.

Antes del ataque del 7 de diciembre, varios aviones y pilotos de Wheeler Field estaban volando misiones de práctica de artillería desde Haleiwa Field, a veinte millas de distancia en la costa norte de Oahu. Los aviones y los equipos de tierra permanecieron en el campo mientras los pilotos habían regresado a Wheeler Field para pasar el fin de semana. El sábado por la noche, muchos de los volantes habían recorrido los clubes de oficiales en Hickam y Wheeler y se habían divertido hasta altas horas de la mañana.

Para protegerse contra el sabotaje, la mayoría de los aviones en Wheeler Field estaban estacionados en la rampa, de punta a punta, cada fila a solo seis metros de la siguiente. Esto permitió que un pequeño número de guardias armados patrullaran el perímetro del avión estacionado para evitar el sabotaje. En la mañana del 7 de diciembre, casi ochenta Curtiss P-36 y P-40 estaban en la rampa, vulnerables a los ataques aéreos.

A las 8:02 a.m., Wheeler Field y los Barracones Schofield adyacentes fueron atacados por veinticinco bombarderos de buceo Val. Los Vals arrojaron bombas sobre los hangares y volvieron a atacar a los aviones en la rampa, así como al área de los Barracones de Schofield. Mientras los bombarderos japoneses estaban trabajando en el aeródromo, el teniente George S. Welch y el teniente Kenneth M. Taylor llamaron a Haleiwa Field y armaron sus aviones y calentaron los motores, listos para despegar. Los dos se subieron a un automóvil y corrieron hacia el norte hasta Haleiwa Field. Despegando alrededor de las 8:30 a.m., la pareja recibió instrucciones de dirigirse hacia el sur hacia Ewa Field y el área de Pearl Harbor, donde vieron al enemigo. Ambos volantes se enfrentaron a una docena de aviones japoneses en los cielos sobre Barbers Point con Welch derribando dos confirmados y uno probable y Taylor dos.

Sin combustible y municiones, la pareja regresó a Wheeler durante una pausa en la lucha para rearmarse. Welch fue el primero en volver al aire, y cuando Taylor despegó, inmediatamente persiguió un avión japonés que pasaba directamente frente a él. Mientras Taylor disparaba en el avión que tenía delante, un Zero japonés se aferró a su cola y Welch se unió a la refriega, disparando al perseguidor de Taylor. Al final de la mañana, Taylor recibió dos victorias aéreas confirmadas y Welch con cuatro. Taylor y Welch fueron reconocidos con la Cruz de Servicio Distinguido por sus acciones esa mañana.

Entre las oleadas de ataque, dos Curtiss P-36 del 47º Escuadrón de persecución y uno del 45º y 46º Escuadrón de persecución lanzado desde Wheeler Field. Dirigidos por el teniente primero Lewis M. Sanders, los otros pilotos fueron el teniente segundo Othneil Norris, el teniente segundo John M. Thacker y el teniente Philip M. Rasmussen. Cuando Norris salió de su avión y entró en el hangar para intercambiar paracaídas, el teniente segundo Gordon H. Sterling Jr. saltó al P-36 de Norris. Sterling cobró y se unió a los otros tres P-36 en el vuelo y se unió a Thacker. Debido a la falta de procedimientos de combate y entrenamiento de artillería de Sterling, Sterling recibió instrucciones de volar cuando el ala de Sanders y Thacker y Rasmussen formaron el segundo elemento. Los cuatro P-36 estaban en el aire a las 8:50 a.m.

Al subir por la altitud, los cuatro P-36 surgieron de las nubes cerca de NAS Kaneohe Bay. Inmediatamente vieron seis ceros y se lanzaron al ataque. Sanders anotó el primer asesinato, luego vio a Sterling persiguiendo a un Zero con otro luchador japonés en la cola. Al unirse al trío, Sanders comenzó a dispararle al Zero que estaba detrás y Rasmussen estaba observando este combate cuerpo a cuerpo, quien informó haber visto el Sterling Zero de Sterling estrellarse en la bahía, seguido de Sterling. El Zero bajo fuego de Sanders escapó, y luego resultó que el luchador al que Sterling estaba disparando también escapó. Durante esta persecución, Rasmussen había cargado sus armas, que comenzaron a disparar sin control. Mientras intentaba evitar que las armas se escaparan, un Zero voló en el camino de sus balas y explotó, lo que le valió un crédito de victoria aérea. Rasmussen luego tenía un par de ceros en la cola y se zambulló para cubrirse en algunas nubes debajo de él, perdiendo a los luchadores japoneses en el proceso.

En Bellows Field, tres pilotos del 44 ° Escuadrón de Persecución intentaron despegar durante el ataque, dos de los cuales perdieron la vida intentando repeler a los atacantes. El segundo teniente Hans C. Christensen fue golpeado por los aviones japoneses mientras abordaba su P-40 y el segundo teniente George A. Whiteman despegó en un P-40B y fue derribado cuando su avión despegó de la pista. Primero, el teniente Samuel W. Bishop siguió a Whiteman en el aire, pero mientras subía por la altitud fue alcanzado por una ametralladora y un cañón de 20 mm de un Zero. Herido y apenas capaz de controlar su avión, Bishop se estrelló en el mar frente a Bellows Field. Pudo nadar hasta la orilla y finalmente volvió al servicio. Los tres hombres recibieron la Estrella de Plata y el Corazón Púrpura.




Cruzando el canal de entrada al puerto en ruta para atacar el campo Hickam, el caza Mitsubishi A6M2 Zero volado por el piloto de primera clase Naval Takeshi Hirano fue gravemente dañado por una combinación de fuego terrestre y fuego antiaéreo del destructor Helm y el dragaminas Bobolink. Para aquellos en el suelo, parecía que Hirano tenía la intención de aterrizar su Zero en una calle dentro de Fort Kamehameha, que limita con la entrada del canal a Pearl Harbor. Mientras su luchador lisiado se abría paso por el fuerte, el ala izquierda de Hirano cortó una palmera y la hizo caer al suelo.

El Zero atacó en la base de Ordnance Machine Shop, Edificio 52, donde los soldados se habían refugiado. El impacto del luchador japonés mató a Hirano al instante. Cuatro soldados murieron y cinco resultaron heridos como resultado de los escombros que volaron desde el avión.

Mientras el ataque se extendía por encima, el ejército y sus hombres empeñados en la búsqueda de recuerdos buscaron en el avión cualquier cosa valiosa. Dentro del bolsillo de Hirano había un pequeño mapa que mostraba el punto de encuentro donde los atacantes retirados se encontrarían cuando regresaran a los transportistas. Esto dio a los aviones de búsqueda estadounidenses una dirección general de dónde estaban los transportistas, pero no una ubicación precisa de dónde esperar la flota japonesa. Los B-17 fueron en busca de los japoneses, pero no pudieron localizarlos.

Después de la batalla, los restos fueron llevados a un hangar de Hickam Field y estudiados por su valor de inteligencia. Y aunque no se descubrió nada nuevo en lo que respecta a la aerodinámica o el armamento, los investigadores consideraron que la mayor parte parecían copias de componentes fabricados en los EE. UU., Dando lugar a la creencia de que el Zero era una copia de un avión estadounidense.

En el lado oriental de Oahu, el aire de la mañana sobre la Estación Naval de la Bahía de Kaneohe fue atravesado por el ruido de los aviones que volaban a baja altura alrededor de las 7:50 a.m. Poco después, los atacantes atacaron aviones amarrados en la bahía y aquellos en la rampa del hidroavión. Los marineros y los marines comenzaron a disparar con rifles y ametralladoras. El ataque duró entre diez y quince minutos antes de que el avión se retirara hacia el norte.

La segunda ola de ataque causó más daño a la base, esta vez arrojando pequeñas bombas además de atacar a la marina Catalinas. Un golpe directo en el Hangar No. 1 causó un daño tremendo en el edificio y destruyó por completo cuatro PBY en su interior. La mayoría de las víctimas de la Bahía de Kaneohe ocurrieron en el avión amarrado o cuando las tripulaciones intentaban lanzar o mover los grandes botes voladores.

Los artilleros antiaéreos en la Bahía de Kaneohe pudieron anotar varios impactos, ya que se vieron tres o cuatro aviones saliendo del área con combustible. Pudieron confirmar que un avión japonés fue derribado, el perteneciente al teniente Fusata Iida, líder del ataque de la unidad de combate Soryu en la estación aérea naval. Iida, al darse cuenta de que no podría regresar al transportista, se había comprometido a estrellar su avión contra un objetivo de alto valor en caso de que algo saliera mal. Habiéndose reincorporado a su vuelo, señaló sus intenciones, luego rodó su avión y se lanzó hacia la estación aérea disparando sus armas en el camino hacia abajo. Iida se estrelló contra una colina a una milla al norte de la línea del hangar. Fue enterrado al día siguiente con todos los honores militares en el mismo complot que los quince hombres de la estación aérea que perecieron en el ataque.

Otro piloto de Zero que no pudo hacer el viaje de regreso a su transportista fue Airigen First Class Shigenori Nishikaichi de Hiryu. Después de haber sido alcanzado por fuego antiaéreo durante la redada, Nishikaichi se dirigió a la cita con los portaaviones japoneses. Fue acompañado por otro caza Hiryu, pero se quedó sin combustible sobre Niihau y aterrizó. El segundo avión continuó hacia el oeste y los isleños nunca lo volvieron a ver.

Seis días después del ataque de Pearl Harbor, el sábado 13 de diciembre, seis hombres remaron desde Niihau a Waimea, Kauai, para informar el aterrizaje forzoso y la posterior captura del aviador Shigenori Nishikaichi. En ese momento, no había comunicación con Niihau ni radio para informar a los isleños que Estados Unidos estaba ahora en guerra con Japón. En Kauai, las autoridades fueron notificadas y doce soldados de la Compañía M, 299a Infantería, fueron enviados de regreso a Niihau a bordo del faro de Kukui. Además de los hombres de la Compañía M, los Kukui llevaban una docena adicional de hombres armados y dos ametralladoras pesadas. El Kukui partió de Waimea a las 6 p.m. hora local y llegó al extremo sur de Niihau a las 7:30 a.m. Los hombres desembarcaron, desayunaron y luego comenzaron la marcha de diez millas hacia la aldea de Nonopapa donde estaba detenido el piloto japonés.

Las tropas llegaron a la 1:50 p.m. para enterarse de que el caza Zero había sido quemado por su piloto, que estaba muerto, y escuchar una extraña historia sobre los últimos seis días desde que el caza japonés se estrelló en la isla, lo que resultó en que el piloto intentara enviar un mensaje de radio desde el La cabina de Zero, él quemando el avión, un nativo hawaiano que recibió un disparo, el piloto fue recogido y arrojado a un muro de piedra que resultó en un cráneo aplastado, y un trabajador japonés nativo que había ayudado al piloto a suicidarse. Los eventos de la semana se conocieron como "El incidente de Niihau".

En total, veintinueve aviones japoneses y sus tripulaciones no regresaron a los transportistas. Nueve de los aviones eran ceros, quince bombarderos de buceo Val, y cinco eran torpederos de Kate.

FUERZA AÉREA HAWAIANA

La Fuerza Aérea de Hawái tenía un total de 231 aviones asignados el 7 de diciembre de 1941, pero solo 123 (53%) podían considerarse efectivos en combate. Alrededor del 61% de todos los aviones estaban en comisión antes del ataque. Los japoneses destruyeron 74 aviones (32%) de los cuales 48 eran efectivos de combate. Después del ataque, la Fuerza Aérea de Hawái tenía un total de 79 aviones en comisión, 36 de los cuales podrían considerarse efectivos en combate.

Ninguno de los aviones de la Fuerza Aérea de Hawai fue cargado con bombas o municiones antes del ataque. El departamento hawaiano del ejército estaba obsesionado con la idea del sabotaje de los 157,000 civiles de sangre japonesa que vivían en Hawai. Para protegerse contra el sabotaje, el Departamento de Hawai había emitido órdenes relacionadas con aviones en tierra. Según estas órdenes, (1) todas las aeronaves debían alinearse cuidadosamente para que fuera más fácil protegerlas, (2) todas las bombas debían retirarse y almacenarse, y (3) todas las armas debían descargarse y colocarse munición real. en hangares durante la noche.

El primer ataque japonés ocurrió en 0755 locales; El segundo ataque comenzó a las 0840 local. El área no estaba despejada hasta aproximadamente 1000. El siguiente es el registro oficial de despegues de aviones de la Fuerza Aérea de Hawai para el 7 de diciembre de 41:

0830: 2 P-36A y 4 P-40 0855: 2 P-40 0915: 6 P-36A 0930: 6 P-36A y 5 P-40 0950: 1 O-47B 1040: 3 O-47B 1127: 4 A -20A 1140: 2 B-17D 1200: 5 P-40 1300: 3 A-20A 1330: 2 B-18 1500: 11 P-40 y 3 O-47B 1520: 3 B-17D

¡Un total de 57 salidas para todo el día!

UNIDADES DE AVIACIÓN DEL CUERPO MARINO


Todas las unidades de aviación del Cuerpo de Marines en Hawái tenían su base en la Estación Aérea Naval

(NAS) Ewa, Oahu, ubicada al oeste de Honolulu y al este del actual NAS Barbers Point. Todas las unidades de aviación de USMC fueron asignadas a Marine Aircraft Group Twenty One (MAG-21) con base en NAS Ewa. Los cuatro escuadrones operativos y el avión con base en NAS Ewa fueron:

Escuadrón de combate marino 211 (VMF-211) (escalón delantero en la isla Wake) 11 Gatos monteses Grumman F4F-3 (1 bajo revisión menor) 1 Escuadrón de exploradores de buceo SNJ-3 texano o cazabombardero 231 (VMSB-231) ( escalón delantero en el USS Lexington) 7 Vought SB2U3 Vindicadores Escuadrón de cazabombarderos Scout o de buceo 232 (VMSB-232) 19 Douglas SBD-1 Dauntless '(1 parcialmente despojado, sin motor) 3 Douglas SBD-2 Dauntless' Escuadrón de utilidad marina 252 (VMJ-252) 2 Douglas R3D-2 (1 en hangar en NAS Pearl Harbor) 2 Grumman J2F-4 Ducks 1 Douglas SBD-1 Dauntless 1 Lockheed JO-2 1 Sikorsky JRS-1 1 Vought SB2U3 Vindicator

Los 49 aviones marinos asignados a las unidades MAG-21 en NAS Ewa fueron:

Aviones de combate (F): 11 11 Grumman F4F-3 Wildcats General Utility (J): 3 2 Grumman J2F-4 Ducks 1 Lockheed JO-2 Scout Bomber (SB): 31 20 Douglas SBD-1 Dauntless '8 Vought SB2U3 Vindicators 3 Douglas SBD-2 Dauntless 'Scout Trainer (SN): 1 1 North American SNJ-3 Texan Transport (R): 2 2 Douglas R3D-2's Utility Transport (JR): 1 1 Sikorsky JRS-1
De los 48 aviones disponibles, 33 (69%) podrían considerarse efectivos en combate (los F4F Wildcats y SBD Dauntless '). Al igual que la Fuerza Aérea de Hawái, los aviones de la Marina se alinearon cuidadosamente en la rampa para permitir que las fuerzas terrestres se protegieran contra el sabotaje. Durante los ataques, los japoneses destruyeron:

9 de los 11 gatos monteses Grumman F4F-3 18 de los 31 aviones bombarderos exploradores SBD-1, SBD-2 y SB2U3 6 de los 7 aviones utilitarios.


UNIDADES DE AVIACIÓN NAVAL DE LOS ESTADOS UNIDOS


Las unidades de aviación naval operaban desde tres estaciones aéreas navales (NAS) en las islas hawaianas. Las tres estaciones fueron:

NAS Kaneohe en la isla de Oahu NAS Pearl Harbor, en Ford Island, en Pearl Harbor NAS Puunene en la isla de Maui

NAS KANEOHE


NAS Kaneohe, ahora Estación Aérea del Cuerpo de Marines de la Bahía de Kaneohe, se encuentra en la costa este de Oahu. El 7 de diciembre de 1941, NAS Kaneohe fue el hogar de los tres escuadrones de Patrol Wing One (PatWing One). Cada uno de los tres escuadrones operaba 12 hidroaviones consolidados PBY-5 Catalina. Los tres escuadrones y el estado de su avión eran:

Escuadrón de patrulla once (VP-11): los 12 PBY-5 estaban listos para las operaciones con cuatro horas de anticipación. Patrulla Escuadrón Doce (VP-12) 6 PBY-5 estaban listos para operaciones con 10 minutos de aviso 5 PBY-5 podrían estar listos para operaciones con cuatro horas de aviso 1 PBY-5 estaba en reparación Patrulla Escuadrón Catorce (VP-14) 3 PBY -5 estaban en el aire en patrulla 3 PBY-5 estaban listos para operaciones con 10 minutos de anticipación 4 PBY-5 podrían estar listos para operaciones con cuatro horas de anticipación 2 PBY-5 estaban en reparación Base Hack: One Vought OS2U Kingfisher se estaba calentando en la rampa cuando los japoneses atacaron

Resumen: 36 PBY-5 estaban basados ​​en NAS Kaneohe 21 podrían estar listos para las operaciones con un aviso de cuatro horas 9 estaban listos para las operaciones con 10 minutos de aviso 3 estaban en el aire 3 estaban en reparación

De los 33 aviones en tierra, cuatro estaban amarrados en la bahía a aproximadamente 1,000 yardas (914 m) de distancia, cuatro estaban en el Hangar Número 1 y los 25 restantes estaban estacionados en la rampa. De estos 33 aviones, 27 fueron destruidos y seis dañados durante el ataque japonés.

NAS PEARL HARBOR


NAS Pearl Harbor estaba en Ford Island en el medio de Pearl Harbor y cumplió dos funciones; primero, fue el hogar de los cuatro escuadrones de Patrol Wing Two (PatWing Two) y segundo, fue la base de origen de los escuadrones basados ​​en transportistas cuando los transportistas estaban en el puerto. En general, los escuadrones basados ​​en el operador volarían de los operadores al NAS Pearl Harbor antes de que el operador llegara al puerto; posteriormente, el avión volaría de regreso al portaaviones cuando el barco saliera del puerto. Debido a que sirvió como hogar para aviones de transporte, había siete aviones de transporte de repuesto presentes durante el ataque japonés. NAS Pearl Harbor también fue el hogar de dos escuadrones de servicios públicos que volaban aviones de servicio no combatientes.

Las unidades en NAS Pearl Harbor y sus aviones el 7 de diciembre de 1941 fueron:

Escuadrón de bombardeo dos (VB-2) en el USS Lexington (CV-2) 1 Escuadrón de bombardeo intrépido Douglas SBD-2 Seis (VB-6) en el USS Enterprise (CV-6) 1 Escuadrón de combate intrépido Douglas SBD-2 Dos (VF- 2) en el USS Lexington (CV-2) 3 Brewster F3A-3 Buffalos Fighting Squadron Three (VF-3) en el USS Saratoga (CV-3) 1 Grumman F4F-3 Wildcat Patrol Squadron Twenty One (VP-21) basado en Midway Isla 1 Catalina PBY-3 consolidada en reparación Escuadrón de patrulla veintidós (VP-22) 14 Catalinas PBY-3 consolidada (12 podrían prepararse con cuatro horas de anticipación; 2 en reparación) Escuadrón de patrulla Veintitrés (VP-23) 12 Consolidada PBY-5 Catalinas (11 podrían estar listas con cuatro horas de anticipación; 1 en reparación) Patrulla Escuadrón Veinticuatro (VP-24) 6 Catalinas PBY-5 consolidadas (4 en el aire; 1 listo con 30 minutos de aviso; 1 en reparación )

Escuadrón de exploración dos (VS-2) en el USS Lexington (CV-2) 1 Escuadrón de Douglas Dauntless Utility One (VJ-1) 9 Grumman J2F Ducks 9 Sikorsky JRS Utility Squadron Two (VJ-2) 10 Grumman J2F Ducks 2 Consolidado PBY-1 Catalinas

Setenta aviones estaban disponibles en NAS Pearl Harbor divididos en las siguientes categorías:

Aviones de combate (F): 4 3 Brewster F3A-3 Búfalos 1 Grumman F4F-3 Wildcat General Utility Aircraft (J): 19 19 Grumman J2F Ducks Patrol Bombers (PB): 35 18 Consolidated PBY-5 Catalinas 11 podrían prepararse en aviso de cuatro horas 4 estaban en el aire 2 estaban en reparación 1 podría prepararse con 30 minutos de aviso 15 Catalinas PBY-3 consolidadas 12 podrían prepararse con aviso de cuatro horas 3 estaban en reparación 2 Catalinas PBY-1 consolidadas (no armadas aviones utilitarios) Scout Bombers (SB): 3 3 Douglas SBD-2 Dauntless 'Utility Transports (JR): 9 9 Sikorsky JRSs

Después del ataque japonés, los únicos aviones operativos fueron 6 Grumman J2F Ducks, un avión utilitario no combatiente.

NAS PUUNENO

La NAS Puunene estaba ubicado en la isla de Maui y no fue atacado por los japoneses. NAS Puunene fue el hogar del Utility Squadron Three (VJ-3) equipado con:

4 Beech JRB Expeditors 2 Douglas BT-1s 1 Grumman JRF Goose 1 Grumman J2F Duck