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lunes, 22 de julio de 2024

Araucanos: La organización británica que defiende y difunde la causa Mapuche

 

The Mapuche Nation, el pueblo originario con sede en Bristol, Inglaterra

El centro de operaciones de la "lucha por la autodeterminación" de los mapuches de Chile y Argentina está ubicado desde 1978 en el nº 6 de Lodge Street, en la ciudad portuaria inglesa. Desde allí abogan por la causa


En el nº 6 de Lodge Street, Bristol, UK, tiene su sede, desde el año 1978, The Mapuche Nation

"El día 11 de mayo de 1996, un grupo de mapuches y europeos comprometidos con el destino de los pueblos y naciones indígenas de las Américas, y en particular con el pueblo mapuche de Chile y Argentina, lanzaron la Mapuche International Link (MIL) en Bristol, United Kingdom", explican las autoridades de esta organización; a saber, Edward James (Relaciones Públicas), Colette Linehan (administradora), Madeline Stanley (coordinadora de Voluntarios),  Fiona Waters (a cargo del equipo de Derechos Humanos), entre otros.

Reynaldo Mariqueo –el único mapuche– hace las veces de secretario general secundado por Dame-Nina Saleh Ahmed, vice secretaria general.

La organización remplaza al Comité Exterior Mapuche que, recuerdan, "opera internacionalmente desde 1978 a partir de su oficina ubicada en Bristol".

El objetivo perseguido es contribuir al pleno desarrollo de los pueblos indígenas y, "en última instancia, conquistar el derecho a la autodeterminación".

Reynaldo Mariqueo es el “werken”, es decir, vocero o representante

Mientras en el sur de nuestro continente, grupos mapuches, como la agrupación Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) o la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), le declaran la "guerra a Argentina y Chile", y protagonizan actos de sabotaje, incendios y amenazas, la MIL explica –en inglés– que "the Mapuche Nation está situada en lo que se conoce como el Cono Sur de Sudamérica, en el área actualmente ocupada (sic) por los Estados argentino y chileno".

"Su identidad como nación autónoma, unida a la conciencia de ser parte de una cultura, una herencia histórica y una espiritual diferentes ha creado un movimiento sociopolítico inspirado en esas aspiraciones comunes", dice The Mapuche Nation.

EL MAPA DE LA MAPUCHE NATION

El territorio ancestral mapuche según la organización con sede en Bristol abarca todo lo que está al sur del Bío-bío (Chile) y al sur del Salado y del Colorado (Argentina)

Lo que según el sitio británico es el "territorio histórico ancestral" de los mapuches abarca la "Pampa and Patagonia of Argentina" y el sur de Chile. Así lo explican:  "La Nación Mapuche está ubicada en el sur de los territorios que hoy ocupan los Estados de Chile y Argentina –afirma la MIL–. Hace un poco más de 130 años su territorio ancestral, y el de otros pueblos originarios aliados, se extendía desde el sur del río Bío-Bío (Chile) hasta el extremo austral del continente, y en Argentina desde los ríos Colorado y Salado hasta el estrecho de Magallanes", agregan.

Y eso no es todo. Para los miembros británicos de la nación mapuche, el territorio ancestral abarca también las islas Malvinas y la Antártida…

Otras actividades del centro de operaciones de Bristol. Aquí, manifiestan contra el gobierno de Chile

En el mismo documento, fijan el año 1860 como el de la "Gran Asamblea Constituyente" en la cual "los más notables representantes del pueblo mapuche" fundaron "un gobierno monárquico constitucional". Y agregan que, "tras la ocupación del territorio del estado mapuche (sic), la Casa Real de dicho gobierno se estableció en el exilio en Francia, desde donde viene operando de manera ininterrumpida desde entonces".

Curiosamente, a la vez que hacen reivindicación de sus derechos ancestrales y su condición "originaria", los mapuches reconocen una dinastía francesa fundada por la ocurrencia de Orélie Antoine de Tounens (1825-1878), un abogado francés y masón que desembarcó en Chile en 1858 y se autoproclamó Rey de la Araucanía y de la Patagonia.

La monarquía mapuche en el exilio: el rey, Jean-Michel Parasiliti di Para o Príncipe Antoine IV, y Su Excelencia Reynaldo Mariqueo, Conde de Lul-lul Mawidha, a cargo de Asuntos Exteriores

"Tanto el gobierno monárquico como el pueblo mapuche en su conjunto jamás han renunciado ni a sus derechos soberanos ni a la restitución de su territorio ancestral", afirman.

La "monarquía mapuche", entonces, además de ser francesa es hereditaria, de modo que sobre los territorios de Araucanía y Patagonia han "reinado" sucesivamente siete soberanos: Gustave-Achille Laviarde o Aquiles I; Antoine-Hippolyte Cros o Antonio II; Laura-Therese Cros-Bernard o Laura Teresa I; etcétera, hasta llegar al actual, Jean-Michel Parasiliti di Para o Príncipe Antoine IV, desde el 9 de enero de 2014.

La organización de Bristol, Reino Unido, tutela los derechos humanos en lo los “territorios mapuches”

La corte de Antonio IV se completa con un "presidente del Consejo del Reino, Su Excelencia Daniel Werba, Duque de Santa Cruz" y con un "miembro del Consejo de Estado y encargado de los Asuntos Exteriores, Su Excelencia Reynaldo Mariqueo, Conde de Lul-lul Mawidha y Caballero de la Orden Real de la Corona de Acero" (y, como vimos, secretario general de The Mapuche Nation en Bristol), entre otros.

El conde Reynaldo Mariqueo, de gira por Europa. Está encargado de las Relaciones Internacionales

Aunque denuncia "invasión", "genocidio", "represión", "espionaje" y otra larga lista de supuestos atropellos por parte de los Estados de Chile y Argentina, la "Nación Mapuche" se pone bajo la protección de un país extranjero y reconocen la dinastía inaugurada por un aventurero.

De hecho, sus territorios ancestrales fueron puestos bajo protección de Francia ya en 1860, lo que claramente implicaba establecer una cabecera de playa de una potencia extranjera en la retaguardia de las jóvenes naciones sudamericanas.

Además de estos documentos fundacionales, de las listas dinásticas y de la historia mapuche, en The Mapuche Nation pueden encontrarse noticias, denuncias y campañas (como una contra el Tratado de Libre Comercio entre Chile y la Unión Europea).


lunes, 6 de noviembre de 2023

Guerra Fría: Operación Infektion

Operación Infektion




En 1992, el director del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) de Rusia, Yevgeny Primakov, admitió que la KGB estaba detrás de los artículos de los periódicos soviéticos que afirmaban que el gobierno de los EE. UU. creó el SIDA.[1]

La Operación INFEKTION fue el nombre dado a una campaña de "medidas activas" llevada a cabo por la KGB en la década de 1980 para plantar la idea de que Estados Unidos había inventado el VIH/SIDA.

La operación comenzó en la India con la publicación de un artículo en el diario pro-soviético Patriot que se había sido creado en 1962 para publicar desinformación. ​ Se envió una carta anónima al editor en julio de 1983 por parte de un "conocido científico y antropólogo estadounidense" quien afirmó que el SIDA fue fabricado en Fort Detrick por ingenieros genéticos. El "científico" afirmó que "se creía que esa misteriosa enfermedad mortal era el resultado de los experimentos del Pentágono para desarrollar nuevas y peligrosas armas biológicas" e implicó a los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC). La carta continuó afirmando que se continuaron realizando experimentos en Pakistán y como resultado de ello, el virus del SIDA amenazaba con expandirse a la India. El título del artículo "El SIDA puede invadir la India" sugería que el objetivo de la campaña de desinformación de la KGB era exacerbar las relaciones entre Estados Unidos, India y Pakistán.

El 7 de septiembre de 1985, en un telegrama al Comité de Seguridad del Estado búlgaro se informaba que:

Estamos llevando a cabo una serie de medidas [activas] en relación a la aparición en los últimos años en Estados Unidos de una nueva y peligrosa enfermedad, el "Síndrome de inmunodeficiencia adquirida - SIDA"... y su posterior propagación a gran escala en otros países, incluidos los de Europa Occidental. El objetivo de estas medidas es crear una opinión favorable para nosotros en el exterior de que esta enfermedad es el resultado de experimentos secretos con un nuevo tipo de arma biológica por parte de los servicios secretos de los Estados Unidos y el Pentágono que se salieron de control.

 




martes, 26 de septiembre de 2023

Propaganda: La firma del Armisticio de Corea en 1953

Pintura norcoreana (2009) mostrando la firma del Acuerdo de Armisticio Coreano del 27 de Julio de 1953.




La pintura muestra a la delegación de Corea del Norte posando triunfante mientras que la delegación de la ONU está desesperada, con el teniente general Harrison firmando el acuerdo con la cabeza entre las manos.

La pintura es de Cui Gexin y se exhibió en una exposición de 2009 celebrada en el Museo de Arte Songzhuang de Beijing para celebrar los 60 años de amistad entre la República Popular China y la RPDC (y parece haber generado una pequeña controversia en China por la omisión del delegado chino Peng Dehuai ).

lunes, 23 de enero de 2023

SGM: Semanario alemán 699, 1944

 Identificador ARC 43889 / Identificador local 242-MID-3149. El carrete 1 muestra estilos de Ger. arquitectura. Parte 2, Ger. los soldados visitan las minas de carbón en el Ruhr. Parte 3, Ger. los marineros cargan carga en los barcos. Parte 4, el almirante Doenitz habla en un mitin de Ger. marineros Parte 5, los voluntarios del cuerpo de motor nazi son examinados por médicos, se les entregan uniformes y se entrenan para el Russ. frente. Parte 6, Génesis. Rommel y Jodi consultan con los oficiales e inspeccionan las defensas costeras en el norte de Francia. Parte 7, Ger. los pilotos de combate regresan de patrullar, comen, hacen ejercicio, reciben tratamientos con rayos ultravioleta y juegan al billar y a las damas. Carrete 2, Parte 1, camiones cargados de suministros llegan al Ital. frente. Las tropas laborales construyen fortificaciones costeras. Los cañones antiaéreos derriban un avión aliado que ataca a Ger. Líneas en Italia. Ger. aviones de combate regresan a su base. La parte 2 muestra tropas de esquí en Abruzzi Mts., una radio de campo en funcionamiento y animales de carga que traen suministros. Parte 3, las tropas limpian la nieve de las trincheras en el área de Vitebsk del Russ. frente. Ruso. los prisioneros marchan hacia la retaguardia y los tanques avanzan. Un bombardeo de artillería repele a un Russ. ataque. Tanques armados con lanzacohetes se mueven a través de un pueblo en llamas. Departamento de Guerra. División de Inteligencia Militar. (26/08/1918 - 19/04/1947)




martes, 15 de noviembre de 2022

jueves, 20 de enero de 2022

Peronismo: El rol del fascista Raúl Apold

Raúl Apold, el constructor del relato peronista, un estratega mediático de asombrosa vigencia

El secretario de medios de Perón, eje central de El inventor del peronismo, es uno de los secretos mejor guardados de la historia reciente
La Nación


¿Quién es Apold? Es una pregunta que podría encontrar respuesta en redacciones y noticieros, en escuelas de periodismo, entre expertos de comunicación y en oficinas de prensa. Pero en rigor muy pocos escucharon el nombre del secretario de medios de Juan Domingo Perón en sus dos primeros gobiernos, a pesar de que por entonces se lo comparaba nada menos que con Joseph Goebbels, el repulsivo ministro de propaganda del régimen nazi.

Efectivamente, de Raúl Alejandro Juan Apold se sabe poco y nada. Es el secreto mejor guardado del peronismo, el elemento que lo explica todo, como La carta robada, del cuento de Edgar Allan Poe, que está a la vista de cualquiera, pero nadie puede ver.

Desde el aparato de comunicación del peronismo original, que él condujo desde antes de la victoria de Perón en las elecciones de 1946, instaló el mito de un 17 de octubre absolutamente escindido de la revolución del 43, rompiendo la imagen de "candidato oficialista" que era en realidad. Cuando se les señala a los viejos peronistas que el gobierno de Perón fue una continuidad de la revolucion del 43, contestan: "Obvio", como si todos lo supieran. La percepción es exactamente la contraria.

Apold ideó el "olvido" de las grandes figuras que ayudaron a Perón a llegar al poder, como el coronel y gobernador de la provincia de Buenos Aires Domingo Mercante, el autor de la legislación laboral José Figuerola, el creador de la "tercera posición" Atilio Bramuglia y el empresario que acercó a la burguesía, Miguel Miranda, por nombrar unos pocos. También nos convenció de que "Perón cumple y Evita dignifica", y hasta de que la joven mujer del líder había renunciado el 22 de agosto de 1951 en un Cabildo Popular, cuando lo cierto es que fue una gran puesta en escena realizada en la avenida 9 de Julio, para evitar la designación de un vicepresidente y, por lo tanto, una posible competencia en el futuro.

Los peronistas que lo conocieron siguen hablando de Apold en voz baja, como si un Gran Hermano estuviera escuchándolos. Y tampoco les gusta que alguien pregunte por él. Les recuerda la peor cara del peronismo en el gobierno, cuando tenían miedo de decir algo que podía no gustar al poder. Sólo se repite el relato que él construyó, con un talento notable.

Antes que Evita

Raúl Apold cuando empezaba a trabajarGentileza

Nadie sabía cuándo había muerto Apold, ni dónde, tampoco el país en el que se exilió. Lo insólito es que no se lo preguntaron nunca, como negando que alguna vez haya existido, al lado de Perón, un hombre que decidía todo lo que se publicaba en diarios y se emitía en radios, que producía las noticias convenientes y anulaba las que no lo eran; que distribuía créditos para el cine, papel para periódicos y revistas, elegía artistas y directores para películas y obras de teatro, y decidía quién trabajaba, quién no, y cuándo había llegado el momento de pasar a alguno a manos de la Policía Federal. Es que Apold también había creado una Dirección de Asuntos Especiales en su Subsecretaría, desde donde hacía inteligencia en las redacciones y que manejaba con funcionarios controlados por su amigo Roberto Pettinato, el duro director nacional de Institutos Penitenciarios del peronismo original, un hombre cuya buena imagen se encargó de construir el propio Apold.

Entonces, ¿quién era Apold? Al comienzo, un periodista como los de antes, que hizo la "universidad" en la redacción del diario La época -que dirigía José María Cantilo-, donde aprendió a escribir a máquina. Se hizo radical en la secundaria, que cursó en el Colegio La Salle. Con el golpe de 1930 empezó a acercarse al mundo del espectáculo y los cuarteles.

Al producirse la revolución del 4 de junio de 1943, Apold tenía 45 años y una exitosa carrera en los medios. Representaba a artistas, generaba producciones de cine y teatro, protegía los intereses de Argentina Sono Film como un lobbysta moderno, armaba campañas de bien público como la que promovía la aviación militar y la profesionalización de los pilotos, que era la vanguardia de la época. Mientras, seguía trabajando como periodista, ya en el exitoso diario El Mundo, de Editorial Haynes.

Apold había conocido a Perón antes de esa revolución, a través del general Ángel María Zuluaga, pionero de la aviación argentina. Es decir, llegó a Perón antes que Evita. Incluso es probable que haya sido representante de la actriz, que tenía 24 años en el 43. Ya en octubre de ese año participó en la asunción de Perón como jefe del Departamento de Trabajo.

Apold haya llegado a Perón antes que Eva es un dato crucial, porque el mito dice que fue la joven quien introdujo al candidato en el mundo de los medios, al punto de que ella sería la responsable del vínculo con Jaime Yankelevich y la campaña de Radio Belgrano. Pero no es cierto. Se trata de otro relato nacido del aparato de comunicación del peronismo original, que, de tan eficiente, es considerado verdad histórica tanto por peronistas como por no peronistas.

Sin Apold, los únicos privilegiados no serían los niños. Ni Evita, la abanderada de los humildes. Ni el amor entre Juan y Eva hubiera llegado hasta nuestros días sin las dudas que suelen provocar investigadores y periodistas, a través de esa foto que cruzó generaciones, en que el presidente contiene en un abrazo a su mujer enferma, semanas antes de su muerte.

Tampoco tendríamos la certeza de que Evita pasó a la posteridad a las 20.25, otro dato falso, que figuró en el comunicado de prensa más famoso de la historia argentina, redactado por el propio Apold.

Una sola versión

Raúl Apold cuando empezaba a trabajar

Esa formidable construcción de relato realizada desde el edificio de siete pisos ubicado en la Avenida de Mayo 760, donde trabajaban 1500 periodistas, dibujantes, diseñadores, fotógrafos, editores, locutores, los mejores profesionales de la época, corre con varias ventajas en relación con otros relatos que intentaron instalarse desde el poder.

Es innegable que Perón estaba muy por encima de la media de la dirigencia argentina, y que fue una década de realizaciones que llegaron a los trabajadores, empujadas por la capacidad del país como proveedor de alimentos en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Pero poco hubiera llegado hasta nuestro presente sin la fenomenal inversión en comunicación realizada desde el Estado, que supo librarse de las dudas que suelen provocar los medios independientes del poder político.

Efectivamente, si la primera versión de la historia (imprecisa, limitada, incluso interesada, pero siempre diversa) es la que aparece en los diarios, de nada sirven en la década peronista para confrontar el relato construido por Apold. Quien se toma el trabajo de ir a las hemerotecas, sólo encuentra la misma versión edulcorada de esos años perfectos y sin fisuras que bajaba de la Subsecretaría de Informaciones y Prensa. La enorme mayoría de los diarios estaba en manos del gobierno o de empresarios amigos, y los que no, debían autocensurarse para recibir el papel que distribuía la oficina de Apold.

Raanan Rein, académico de la Universidad de Tel Aviv, dice que el peronismo original empezó como "populismo reformista" y se fue transformando en "populismo autoritario". Y que, en ese proceso, invisibilizó a las "segundas líneas" imprescindibles en su construcción política. En mi visión, Apold fue la "segunda línea" que más aportó en esa transformación hacia el autoritarismo, invisibilizando a todos los demás y desplegando un relato difícil de contrastar con los sucesos reales, porque no puede leerse en los diarios y hay poquísima documentación fuera de esa formidable producción de relato.

Domesticar a los medios no adictos es una prioridad de los gobiernos autoritarios. Pero conseguir una sola versión del presente, ese sueño que cruza políticos -y políticas- de todos los tiempos y países, frente a las facilidades tecnológicas actuales suena más bien a quimera. Con la dictaduras es más sencillo. Matan o torturan al que escribe algo inconveniente, y listo. Con las democracias, aun las despóticas, es más complicado.

Los gobiernos autoritarios, no dictatoriales, están obligados a desplegar un gran talento creativo para ahogar la diversidad de voces, utilizando el acoso del Estado, aprobando legislación contraria a la libertad de expresión, censurando la publicidad de los privados. Las audiencias, sin embargo, aquí y en cualquier parte del mundo, elegirán mayoritariamente a los medios que no expresen al poder político y recurrirán a los periodistas independientes para echar luz sobre los problemas que el gobierno no resuelve. Es una verdad sencilla que, sobre todo, conocen los propios medios, que saben que cuando rompen el contrato con su público se caen en picada.

Silvia Mercado

 

lunes, 17 de enero de 2022

Peronismo, propaganda y persecución: Discépolo y la comunicación fascista

La tragedia de Discépolo

El genial autor de 'Cambalache' se transformó durante el primer peronismo en un artista militante que falseaba datos y basureaba opositores.
Por Fernando Iglesias  ||  Seúl




 

En estos tiempos de descrédito y confusión, una de las polémicas políticas decisivas se refiere a si el kirchnerismo constituye una anomalía o una expresión genuina de la tradición peronista. De la respuesta que se dé a este interrogante dependen muchas cosas; entre ellas, la decisiva cuestión de hacia dónde debería ampliarse el espacio de Juntos por el Cambio y las alianzas necesarias para un posible futuro gobierno de coalición. La polémica es larga, tiene muchos matices y no es posible saldarla tomando un solo aspecto, el cultural, ni mucho menos argumentando alrededor de una historia de vida. Pero lo sucedido con uno de los grandes poetas populares del siglo XX argentino, Enrique Santos Discépolo, no deja de tener significación. Glosando la remanida frase que Marx toma de Hegel: los actuales Coco Silys y Alejandro Dolinas no son más que una repetición farsesca de Discépolo y su tragedia, su tristísimo modelo original.

Nacido en un hogar humilde pero con alto nivel cultural, Discépolo anticipó todos y cada uno de los gestos, ideas, modismos y trayectorias que hoy identificamos con la cultura kirchnerista. Con excepción del talento, que a él le sobraba y a sus imitadores no. Como muchos “artistas populares”, según la denominación K, Discépolo llegó a la fama encarnando una posición hipercrítica, contracultural y antisistema, para terminar formando parte de un aparato propagandístico organizado y financiado desde el Estado por un gobierno de tendencias totalitarias, que se creía el representante único de la Patria y el Pueblo. Como dicta la tradición peronista desde el famoso “Braden o Perón”, Discépolo no creía que las demás corrientes políticas argentinas fueran otra cosa que representantes de poderes foráneos, cuya llegada al gobierno debía ser impedida de cualquier manera ya que su victoria electoral no se trataba de alternancia democrática sino de una repudiable conspiración organizada desde el exterior.

Por lo tanto, consideraba su deber basurear a los críticos del gobierno peronista. Para hacerlo no escatimó esfuerzos ni le molestó someterse a censura previa. Su contratante era el creador de la leyenda peronista, Raúl Apold (subsecretario de Prensa y Difusión, imaginativamente descripto por Silvia Mercado como “el inventor del peronismo”), que controlaba y modificaba sus escritos antes de que Discépolo pudiera leerlos al aire en su programa de Radio Nacional. Como pasó con muchos artistas kirchneristas, también, las mejores obras de Discépolo –”Chorra” y “Malevaje” (1928), “Yira, yira” (1929), “Cambalache” (1934), “Uno” (1943), “Canción desesperada” (1944)– son anteriores a su vuelco político, como si la cercanía del poder y la fanatización militante hubiesen agotado sus fuentes de inspiración.

Como pasó con muchos artistas kirchneristas, las mejores obras de Discépolo son anteriores a su vuelco político.

Como los artistas K, tampoco Discépolo se dedicó a reivindicar aquello en lo que creía sino que se aplicó concienzudamente a denigrar a sus opositores y contradictores. Muy especialmente a los pertenecientes a la repudiable clase media. Para ello construyó un personaje que hoy catalogarían como “odiador serial” y “aspiracional” al que llamó Mordisquito. El Mordisquito de Discépolo concentró y resumió los motes despectivos de contrera, cipayo, garca y gorila que el peronismo usaría sistemáticamente para hablar del Otro, que es la Patria. Por su inepcia y su mezquindad, inventada por su propio creador, Mordisquito nos recuerda hoy vagamente a los chetos, runners, surfers, entrepreneurs y demás sujetos sobre los cuales la dirigencia K y las bases militantes kirchneristas atizan el resentimiento social.

Amparado y protegido por un peronismo entre cuyos logros culturales se anotaban películas como Argentina de fiesta y Eva Perón inmortal, horribles subproductos del INCAA de aquellos tiempos; y mimado por un gobierno que le puso Ciudad Eva Perón a La Plata, Provincia Presidente Perón al Chaco y Provincia Eva Perón a La Pampa y construyó Ciudad Evita usando el perfil de la Líder espiritual de la Nación a pocos kilómetros de Ezeiza, para que su rostro pudiera ser admirado desde las alturas; Discépolo formó parte de una invención decisiva de Apold en el medio de propaganda por excelencia de aquellos años: la radio. La idea, la conocemos bien: un programa radial que servía para compactar el frente interno y unificar consignas en las filas del movimiento nacional y popular. Se llamaba Pienso y digo lo que pienso y era un 678 de la primera hora, que propagaba las ideas de la Patria y el Pueblo –es decir: del peronismo– en la voz de artistas populares como Luis Sandrini, Lola Membrives y Tita Merello. 

La contracara de este sistema de tintes goebbelianos era la excomulgación de los artistas que no eran peronistas ni aceptaban someterse a los carnets partidarios y los crespones de luto obligatorios. Muchos de ellos tuvieron que abandonar el país porque no conseguían trabajo. No se trataba de comparsas sino de figuras estelares como Libertad Lamarque, Berta Singerman, Arturo García Buhr, Delia Garcés, María Rosa Gallo, Fernando Lamas, Luisa Vehil, Pedro Quartucci y Niní Marshall, quien tuvo el honor de ser insultada en persona y cancelada de la programación radial por la propia Evita, en la Casa Rosada y delante de testigos. Para los músicos, en cambio, el peronismo prefería la cárcel. No hablo de repudiables y oligárquicos directores de orquestas sinfónicas sino de compañeros de ruta del campo popular como el comunista Osvaldo Pugliese, asiduo visitante de cárceles y comisarías peronistas; y Atahualpa Yupanqui, el payador perseguido, a quien poco antes de que se exiliara en París la Sección Especial (policía secreta) le rompió la mano para que no pudiera seguir tocando la guitarra, circunstancia que el astuto Yupanqui evitó por ser coherentemente comunista… y zurdo. 


‘678’ en 1951

Pocas demostraciones más concluyentes de que el relato kirchnerista es el último capítulo de la leyenda peronista que el programa Pienso y digo lo que pienso y la participación de Discépolo. Un día antes de las elecciones presidenciales de 1951, Discépolo se refirió a Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, candidatos de la fórmula opositora, con frases de desprecio y acusaciones que recuerdan perfectamente a las que se usan hoy contra dirigentes de la oposición. Aquel día, en Pienso y digo lo que pienso, por Radio Nacional, Discépolo le dijo a Balbín:

Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón, la milagrosa. Ellos nacieron como una reacción a tus malos gobiernos. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado en un largo camino de miseria (…) Esa es la verdad. A Perón lo trajo el fraude, la injusticia y el dolor de un pueblo que se ahogaba en harina blanca y una vez tuvo que inventar un pan radical de harina negra para no morirse de hambre. Lo trajo esta lucha salvaje de gobernar creando miseria, los trajo la ausencia total de leyes sociales que estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo desprecio por las clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena (…) Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡Vos los creaste! Con tu intolerancia. Con tu crueldad. Con la misma crueldad del candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban un poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta (…) Mirá, si vos hubieras estado en la Semana Trágica como yo y como tantos, en Cochabamba y Barcalá, y hubieras visto morir primero a aquellos cinco, luego a cientos, y hubieras visto masacrar judíos por una ‘gloriosa’ institución que nos llenó de vergüenza, no hubieras formado nunca más parte de ese partido que integrás por amor propio y quizá por ignorancia de tantos hechos delictuosos que son los que empezaron a preparar la llegada de Perón y Eva Perón (…) Gracias te doy por él y por ella, por la Patria que los esperaba para iniciar su verdadera marcha hacia el porvenir que se merece. 

Si esto no es la base de un discurso kirchnerista, es difícil decir qué es. Desde la pretensión de haber llegado al poder en un “país incendiado” o “tierra arrasada” hasta el delirio fundacional (“la Patria que los esperaba para iniciar su verdadera marcha hacia el porvenir”), pasando por la descalificación de la oposición (“vos y los tuyos los habían enterrado en un largo camino de miseria”) y el endiosamiento mesiánico (“Eva Perón, la milagrosa”), todo en Discépolo es kirchnerismo antes del kirchnerismo. Además, Discépolo anticipa aquí un argumento muy usado todavía en la propia oposición al populismo: la idea de que el populismo no es responsabilidad de los populistas sino de sus antecesores, quienes con su insensibilidad permitieron su surgimiento. Para imponer semejante autoflagelación son necesarias acusaciones y distorsiones de hechos históricos que al final retratan mejor a los populistas que a sus adversarios. En el panfleto de Discépolo hay varias. Mirémoslas de cerca una por una.

Para empezar, la leyenda invocada por Discépolo, fuertemente impresa en el imaginario argentino, de que al peronismo le tocó asumir en un país devastado (argumento retomado en 2003 y 2019 por el kirchnerismo), es falsa. Tras superar la crisis del ‘29, de 1933 a 1945 la economía argentina creció a un promedio anual del 4%, apenas inferior al 4,1% que registraría entre 1946 y 1955. Y la industria lo hizo aún mejor, creciendo a un promedio anual de 5,7%, superior al 4,9% del primer período peronista. Nada nuevo. Lejos de ser un país agrario preindustrial, la participación de la industria en el PBI argentino había crecido desde el 15% en 1933 al 19% en 1945; una proporción que a pesar de la exacción impositiva al campo (otra política kirchnerista anticipada por el primer Perón) sólo creció hasta el 20,3% entre 1946 y 1955 del primer peronismo, supuesto responsable de la industrialización. En otra similitud notable con el kirchnerismo, la economía del peronismo original también se sustentó en los commodities: los términos de intercambio comercial tuvieron a fines de la Segunda Guerra Mundial la mayor suba del siglo, alcanzando 150,7 puntos en 1948, con lo que superaron el máximo de 1908 (146,3) y registraron un récord que duraría 64 años, hasta 2012 (167,6). De ahí surgieron los famosos “días más felices” de 1946-1949, repetidos por los K en 2003-2009.

En 1945, la situación de los trabajadores argentinos era mejor que en la mayor parte de Europa, de la que seguían llegándonos millones de inmigrantes.

¿Beneficios para unos pocos, como sugiere Discépolo? ¿Datos macroeconómicos sin correlato social? En 1945, la situación de los trabajadores argentinos era mejor que en la mayor parte de Europa, de la que seguían llegándonos millones de inmigrantes. El pueblo “enterrado en un largo camino de miseria”, según Discépolo, era el más rico de América Latina y disponía, por lejos, de la mejor legislación social. De ninguna manera era cierta la idea que impusieron: el “antes no había nada”, la “ausencia total de leyes sociales”, etc. En realidad, el 17 de octubre y el apoyo obrero a Perón no fueron el fruto de un retroceso sino del crecimiento cuantitativo y cualitativo de la clase trabajadora gracias a un proceso industrializador que antecedió al peronismo, cuyos protagonistas reclamaban, con toda justicia, más participación y derechos. Perón encarnó esas aspiraciones populares. Que las haya cumplido o no es la verdadera discusión. 

Lo que está fuera de discusión son los resultados de creer que en Argentina, un país naturalmente rico y condenado al éxito, el problema de la pobreza era sólo un tema de redistribución. Según el Maddison Project, el principal equipo de historia económica, en 1946 Argentina era el octavo país más rico del mundo, su PBI per cápita (de 7.436 dólares) era el más alto de América Latina, casi cuadruplicaba el de Brasil y más que duplicaba el de México. Nuestro PBI por habitante era el doble que el de los países latinos pobres de Europa, como Italia y España, y superior al del país latino más rico, Francia, cuya producción por habitante era 6.142 dólares. Setenta años después, en 2015, Argentina ocupaba el 56º lugar en el ranking mundial de riqueza, su PBI por habitante (US$19.502) ya no era el mayor de América Latina (en Chile era de US$21.589), y tanto México como Brasil casi la habían casi alcanzado.

¿Ausencia total de leyes sociales? Sin que ningún peronista me haya refutado con datos, he demostrado en varios libros que ninguna de las principales leyes sociales de la Argentina fueron sancionadas originalmente durante un gobierno democrático peronista, que sus mejoras fueron ampliaciones de derechos existentes, casi todas aplicadas por la dictadura en 1945. Y que, además, fueron menores a las alcanzadas en esa misma época por países latinoamericanos y europeos.

También esto es kirchnerismo: un día, cuando conviene, Yrigoyen es un monstruoso represor. Al otro, parte de la línea histórica San Martín, Yrigoyen, Perón.

Decir, como dicen Discépolo y el peronismo entero, que el propósito de los anteriores gobiernos radicales era “gobernar creando miseria” fue kirchnerismo antes del kirchnerismo. En ese discurso, además, Discépolo les contestaba a Balbín y Frondizi. De manera que su referencia a La Patagonia Rebelde y la Semana Trágica (“las clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena”) implicaba directamente a Hipólito Yrigoyen. También esto es kirchnerismo: un día, cuando conviene, Yrigoyen es un monstruoso represor. Al otro, parte de la línea histórica San Martín, Yrigoyen, Perón. Este procedimiento peronista-discepoliano recuerda claramente el aplicado por el kirchnerismo con Alfonsín, a quien un día no se le reconocía ni el Juicio a las Juntas (“Vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”, sostuvo Néstor Kirchner en 2003 frente a la ESMA) y al otro se lo homenajeaba como “padre de la democracia”, según el capricho y la necesidad electoral K. 

En cuanto a los crímenes de la Semana Trágica, la cosa adquiere ribetes delirantes. Fue Perón, y no Balbín ni Frondizi, quien formaba parte de aquel ejército represor, como encargado del Arsenal de Guerra Esteban de Luca, que proveía de armamento y municiones a los que disparaban contra los obreros de Talleres Vasena. Acaso haya sido también parte de los pelotones fusiladores, al menos, según el testimonio de algunos críticos, como el mayor Vicente Aloé. La “gloriosa institución que nos llenó de vergüenza” señalada por Discépolo es, además, la Liga Patriótica, un grupo fascista dedicado a perseguir judíos y dirigentes obreros de relevante actuación en la Semana Trágica. Según refiere Tomás Eloy Martínez, Perón habló de la Liga Patriótica en estos términos: “Mi antiguo profesor Manuel Carlés, apoyado por el vicealmirante Domecq García, fundó la Liga Patriótica Argentina, en la que se inscribieron muchos jóvenes católicos y nacionalistas. Disponían de una tropa de choque cuya misión principal era poner en vereda a los agitadores extranjeros. A veces usaban métodos violentos, pero eran bienintencionados” . Violentos pero bienintencionados, dice Perón. Luisito D’Elía está feliz.

En cuanto al “candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban un poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta”, la referencia es, indudablemente, a Robustiano Patrón Costas, un empresario conservador que había llegado a la gobernación de Salta, la presidencia del Senado y la precandidatura a presidente de la Nación en las elecciones de 1943. Es sabido que Perón frustró su acceso a la presidencia con el golpe de Estado del que sería vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión. Cristina Kirchner reivindicaría aquel golpe (que no fue golpe, como todos los golpes de los que participó el peronismo), mencionando ante la Asamblea Legislativa de 2011 “el ADN militar peronista” gestado en aquella epopeya en la cual el Ejército Argentino “terminó con el fraude patriótico” por el método peronista de empeorar las cosas: es decir, a través de un golpe militar. 

Discépolo debería, además, haberse informado mejor. Para la época de su acusación, a Patrón Costas hacía tiempo que la Historia lo había reconciliado con Perón.

Discépolo debería, además, haberse informado mejor. Para la época de su acusación, a Patrón Costas hacía tiempo que la Historia lo había reconciliado con Perón. En 1947, cientos de familias pilagá, que regresaban de su trabajo en el ingenio El Tabacal, de Patrón Costas, se reunieron en el paraje Rincón La Bomba (Formosa), a pasos del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional. Los pilagá decían que habían sido estafados por Patrón Costas, quien les habría pagado la mitad de lo prometido. El gobierno de Perón les envió víveres, pero los pilagá sufrieron intoxicaciones y decenas de ellos murieron. Después, dada su “actitud de franco alzamiento (…) irreductible e intransigente”, según el informe de Gendarmería Nacional, se intentó desalojarlos. Finalmente, Gendarmería Nacional abrió fuego con ametralladoras de pie y terminó exterminando a los sobrevivientes para eliminar testigos. Así murieron al menos 500 miembros de los famosos “pueblos originarios”. Durante el primer gobierno de Perón. Pero gracias al sesgo peronista no hubo películas que denunciaran la masacre ni los compañeros mencionan hoy a Perón como continuador de Roca. Es más: casi nadie recuerda el hecho. El sesgo peronista de la información argentina en todo su esplendor. 

Finalmente, la frase sobre “el dolor de un pueblo que una vez tuvo que inventar un pan radical de harina negra para no morirse de hambre” se volvería rápidamente en contra de Discépolo. Recuperada la producción agropecuaria mundial después de la Guerra, vueltos los precios a la normalidad y vaciadas en tres años reservas del Banco Central, se terminaron los días más felices, que existieron pero duraron solamente tres años, entre 1946 y 1949. El peronismo se enfrentó entonces a los problemas de toda economía populista: inflación, recesión y “restricción externa”; es decir: falta de dólares en la economía de un país que –por primera vez– exportaba menos de lo que importaba. Así que hubo que ahorrar toda la harina blanca que fuese posible para conseguir los dólares necesarios. En 1952, por idea del Cafiero primigenio, se hizo pan de harina de mijo negra para proveer la mesa de los argentinos. Muy pronto se aplicaría la misma receta en otro mercado y el país de las vacas tendría su primera veda cárnica. El cepo avant la lettre, aplicado a la alimentación. 


Cambalache meritocrático

Discépolo moriría poco después de esta filípica, a los 50 años, de un infarto que la leyenda peronista adjudicó al maltrato sufrido por parte de cipayos y contreras, argumento recientemente repetido por el kirchnerismo con Héctor Timerman y Hugo Chávez. Cierto es que el repudio en sus años finales había sido fuerte. La clase media, a la que pertenecía y a la que había ridiculizado con su Mordisquito por estar preocupada por “la falta de té de Ceylan”, dejó de concurrir a sus obras de teatro. Su talento de compositor parecía haber quedado atrás. Sus antiguos amigos, perseguidos por el régimen, se cruzaban de vereda para no saludarlo. La grieta: otra contribución original del peronismo continuada hoy por el kirchnerismo a la división del país.

Sin embargo, en una carambola llamativa, quedaría como su obra maestra un tango, “Cambalache”, que leído en los términos de hoy no puede sino comprenderse en términos de reivindicación de esa meritocracia y esa cultura del esfuerzo de las que el peronismo abomina hoy. En él, un Discépolo indignado se lamenta: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualado. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”. 

¿Qué diría de la política educativa kirchnerista el Discépolo de “no hay aplazaos ni escalafón… Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”? ¿Qué opinaría de Hotesur y los cuadernos de Centeno el Discépolo de “los inmorales nos han igualado”, el de “¡cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!”? ¿Qué le parecerían los piquetes al que se lamentaba de que “el que no llora, no mama”? ¿Qué opinaría del zaffaronismo el que se flagelaba porque en Argentina “el que no afana es un gil”? ¿Qué pensaría de la CTEP de Grabois, el Movimiento Evita y el Vatayon Militante aquel Discépolo de “es lo mismo el que labura noche y día como un buey que el que vive de los otros, que el que mata o el que cura, o está fuera de la ley”?

Una vara ética altísima para la sociedad a la que se pertenece y otra bajísima para el Líder, Evita la milagrosa y su corte de santos y apóstoles.

Discépolo: el dedo levantado, la admonición condenatoria y la pretendida superioridad moral. Una vara ética altísima para la sociedad a la que se pertenece y otra bajísima para el Líder, Evita la milagrosa y su corte de santos y apóstoles. Todo en la personalidad y la obra de Discépolo nos recuerda el tipo del fanático religioso que desprecia por sus imperfecciones al ser humano y que, en su búsqueda de absolutos, no encuentra una vía hacia la mejora de la sociedad abierta sino más bien propone su reemplazo por un sistema totalitario en el que el Estado desempeñe la función moral. La tentación del bien, como la describió una de sus víctimas y de sus mejores críticos, Tzvetan Todorov, cuya sabiduría provenía de las persecuciones del estalinismo. En Discépolo, el momento de su obra mejor coincide además con el periodo de la desesperación cultural de entreguerras, caracterizado por un pesimismo cósmico acerca del ser humano y un escepticismo radical sobre el progreso, y en particular, sobre los dos grandes sistemas modernos: el político-democrático y el económico-capitalista. Con toda su genialidad, en “Cambalache” se adivinan ya varias de las claves del pensamiento antimodernista que unificarían por décadas a la Iglesia católica y el peronismo: los personajes positivos son miembros de la curia o militares mientras que los negativos son siempre civiles. Al cura se le contrapone un colchonero; al santo (Don Bosco), un estafador (Stavisky) y una prostituta (la Mignon); a los héroes militares (Napoleón y San Martín), un mafioso (Don Chicho) y un boxeador (Carnera). Finalmente, las convicciones morales son destruidas por el progreso tecnológico, de manera que se ve llorar la Biblia junto a un calefón. 

Del pesimismo cultural al nihilismo moral y la condena de la partidocracia y el parlamentarismo, la descalificación del dinero como estiércol del Diablo y la reivindicación acrítica de sistemas totalitarios como el fascismo y el comunismo había sólo un paso, que los intelectuales europeos de entreguerras dieron en masa. Discépolo, su versión argentinísima, también lo dio, apenas el régimen peronista le ofreció reconocimiento y un lugar bajo el sol. Sólo que aquí, la inexistencia de conflictos sociales, raciales y bélicos de las colosales dimensiones europeas, la resistencia de la oposición y la sociedad civil, y el carácter farsesco del peronismo respecto del fascismo y del kirchnerismo respecto del estalinismo, generaron un sistema mucho menos destructivo pero más estable y perdurable: el cambalache K, un cambalache peronista cuyos estertores kirchneristas se prolongan hasta hoy.

lunes, 6 de diciembre de 2021

Terrorismo montonero: Cómo fue capturada y quebrada la criminal Arrostito

La falsa muerte en un “enfrentamiento” de la líder montonera más buscada por la dictadura

Norma Arrostito era una de las principales dirigentes de la agrupación y fue la única mujer que participó del secuestro y ejecución de Aramburu. El 4 de diciembre de 1976 los diarios informaron que había “caído abatida” en un enfrentamiento en Lomas de Zamora. Pero la noticia era un montaje de la Armada para desinformar. Ella había sido detenida horas antes y estaba secuestrada en la ESMA. Cómo fue su trágico final
|| Infobae (con mejoras)



Nora Esther Arrostito –cuyos nombres de guerra eran o habían sido Paula, Gaby y Gaviota– tenía 36 años y era una de las fundadoras de Montoneros. Era, también, la única mujer que integraba su dirección comprobando el machismo heteropatriarcal y homofóbico de la organización criminal.

El 4 de diciembre de 1976 los principales matutinos de la Argentina coincidieron en la noticia principal. “Abatieron a una cabecilla de la subversión”, tituló el de mayor circulación, con una bajada que aclaraba: “Es Norma Arrostito, figura clave de un grupo sedicioso”.

La censura de la dictadura impedía nombrar a la organización a la que pertenecía la guerrillera “abatida”, pero todo el mundo sabía que el “grupo sedicioso” innombrado e innombrable era Montoneros, de la cual Arrostito era una de sus principales dirigentes.

Esa mañana los argentinos se enteraron también de algo que sus bolsillos ya sentían: según datos oficiales, el costo de vida había aumentado un 8% el mes anterior, aunque la noticia no decía que el plan económico de José Alfredo Martínez de Hoz era un fracaso. Leyeron además que Carlos Reutemann había vuelto al país, donde se prepararía con mucho optimismo para el Gran Premio de Fórmula 1 que se correría el 9 de enero en el Autódromo Municipal. En el plano internacional, la noticia destacada era que el presidente norteamericano Jimmy Carter había nombrado a Cyrus Vance para reemplazar a Henry Kissinger en la Secretaría de Estado.

Pero la “noticia” de la muerte de la guerrillera más famosa y buscada del país mandaba en todas las tapas.

La había anticipado la noche anterior el vespertino La Razón en su sexta edición con un título a seis columnas en tipografía enorme: “Golpe a la subversión”, decía. “Fue muerta durante un procedimiento en Lomas de Zamora Norma Esther Arrostito, cabecilla de la organización que asesinó al General Aramburu”, aclaraba en letras más chicas.

“Gaby”, la más buscada

La importancia de la cobertura informativa estaba justificada. Nora Esther Arrostito –cuyos nombres de guerra eran o habían sido Paula, Gaby y Gaviota – tenía 36 años y era una de las fundadoras de Montoneros. Era, también, la única mujer que integraba su dirección debido a la extrema misoginia, machismo y homofobia de la organización criminal.

Hija de un padre anarquista, que raro, y una católica practicante, había iniciado su militancia política en la Federación Juvenil Comunista (FJC) pero pronto se integró a la Resistencia Peronista en su ala más de izquierda, Acción Peronista Revolucionaria (APR), dirigida por Alicia Eguren y el ex delegado de Juan Domingo Perón, John William Cooke. De ahí había pasado al Comando Camilo Torres, donde conoció a su pareja Fernando Abal Medina, con quien formaría el grupo primigenio de Montoneros.

Arrostito era también la única mujer que había participado de la acción inaugural de Montoneros el 29 de mayo de 1970: el secuestro y la posterior ejecución de Pedro Eugenio Aramburu, el presidente de la gloriosa “Revolución Libertadora” que había logrado la fuga del dictador Perón.

La yegua Arrostito era también la única mujer que había participado de la acción inaugural de Montoneros el 29 de mayo de 1970: el secuestro y la posterior ejecución de Pedro Eugenio Aramburu, el dictador de la gloriosa “Revolución Libertadora”

Caracterizada con una peluca rubia, se había encargado, junto con Mario Eduardo Firmenich – vestido de policía – y Carlos Maguid –con sotana de cura-, de la contención en la calle mientras Fernando Abal Medina (apellido funesto si los hay), Emilio Maza e Ignacio Vélez secuestraban a Aramburu en su propio departamento.

En los meses siguientes su rostro se hizo conocido a través de los afiches con su foto y la de otros integrantes de Montoneros en los que se pedía información que permitiera capturarlos.

Amnistiada el 25 de mayo de 1973 por el gobierno de Héctor Cámpora, ejerció la docencia en la Universidad de Buenos Aires (que raro la UBA asociada al terrorismo) y fue jefa de la secretaría privada del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain. Cuando se agudizó el enfrentamiento entre Montoneros y el gobierno de Juan Domingo Perón, volvió a la clandestinidad.

Desde entonces había sido la mujer más buscada, primero por la peronista Triple A –que la condenó a muerte– y después por el gobierno militar instalado el 24 de marzo de 1976.

Por eso, que hubiera sido “abatida” se convirtió en la noticia más importante de los diarios del 4 de diciembre de 1976.

Información sobre un operativo

Así como no publicaban los nombres de las “organizaciones subversivas”, muchos de los diarios de la época –con claras excepciones– informaban sobre “la guerra contra la subversión” basándose casi exclusivamente en los comunicados de las Fuerzas Armadas, cuando no los reproducían textualmente.

Por eso no es de extrañar que la “información” sobre la muerte de Norma Arrostito apareciera prácticamente calcada en todos los medios.

“El Comando de la Zona 1 informa que como resultado de las operaciones de lucha contra la subversión en desarrollo, fuerzas legales llevaron a cabo una operación el día 2 de diciembre, a las 21 horas, en las calles Manuel Castro y Larrea, de la localidad de Lomas de Zamora. En la oportunidad fue abatida la delincuente subversiva Esther Norma Arrostito de Roitvan, alias Norma, alias Gaby, una de las fundadoras y cabecillas de la banda autodenominada Montoneros, decía el comunicado del Comando del Ejército que reprodujeron.

Casi nadie se cuidó de corregir los errores del comunicado, donde se le adjudicaba el primer nombre de Esther –que era su segundo nombre– y se decía que “Norma” era uno de los nombres de guerra de, precisamente, Norma.

Clarín comparó la muerte de Arrostito con la caída del líder del PRT-ERP, Mario Roberto Santucho. “Su muerte significa un duro golpe a la cúpula del grupo que integraba y un nuevo paso para la erradicación del extremismo en el país, que se va cumpliendo en forma sistemática tras la muerte de Mario Roberto Santucho y de sus principales lugartenientes”, decía.

La Razón parecía tener información de primera mano sobre el operativo en el que la habían matado: “El escenario del tiroteo fue una pared medianera, que circunda a un taller mecánico, a pocos centímetros de la puerta de acceso al establecimiento. Tan cerca fueron los disparos que varios de ellos pasaron el portón de hierro e hicieron trizas el parabrisa y ventanillas de la camioneta Citroën, estacionada en su interior”, precisaba.

Una amplia y detallada cobertura… en la que nada era cierto.

Una noticia de engaño para el terrorismo

Lo del “enfrentamiento” en Lomas de Zamora era un montaje genial de la inteligencia argentina. Hubo muchos tiros allí, pero de un solo lado, por que del lado del portón del taller mecánico no había nadie. También llegó una ambulancia a la que presuntamente se subió el cuerpo de “una subversiva”, pero ningún testigo vio ese cuerpo.

Norma Esther Arrostito no estaba ni había ido nunca a ese taller de Lomas de Zamora sino que vivía bajo una identidad falsa en una casa del barrio porteño de Barracas. De allí salió la mañana del 2 de diciembre de 1976 para acudir a una cita con otra integrante de Montoneros, cuyo nombre de guerra era Mercedes.

Norma Arrostito junto a Firmenich y los líderes montoneros. Una ametralladora de cinta hubiese ejercido justicia sobre ese grupo humano.

En esa cita o en algún lugar del trayecto fue capturada con vida por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada en otra de sus maniobras espectaculares contra los enemigos del país. Trató de suicidarse con una pastilla de cianuro, pero sus secuestradores alcanzaron a quitársela y la llevaron a la ESMA. Allí, en la enfermería, antes de que empezaran a torturarla, sacó una segunda pastilla de cianuro que llevaba oculta en el corpiño, pero tampoco llegó a tomarla. Ni para eso servía.

La habían capturado con vida, y con vida la tenían en la ESMA. Lo importante para sus captores era que la opinión pública –por el efecto propagandístico– y los integrantes de Montoneros, por otras razones, la creyeran muerta.

Cuando a las 21.30 del 2 de diciembre de 1976 llegaron grupos uniformados de las Fuerzas Armadas y tirotearon el taller de Lomas de Zamora, Arrostito estaba encapuchada y engrillada en las catacumbas de uno de los centro de combate al terrorismo más eficientes y grandes de la ciudad de Buenos Aires.

Una maniobra de “inteligencia”

El montaje de la muerte Arrostito tenía un objetivo. Si había “caído abatida” no podía ser torturada ni dar información a sus secuestradores. Los miembros de Montoneros relacionados con ella no “levantarían” sus casas operativas porque muerta no podía señalarlas. Y los marinos esperaban sacarle esa información bajo tortura.

En la Escuela de Mecánica de la Armada –como en todos los CCDyT– a eso lo llamaban “inteligencia”.

-Me llamo Norma Esther Arrostito, soy oficial del Ejército Montonero y esa es la única información que les voy a dar – respondía una y otra vez mientras la interrogaban, demostrando en cada afirmación que era miembro militar de un grupo terrorista, lo que deja de lado cualquier absurda afirmación de que ese conflicto no era una guerra.

-Yo no colaboro – les dijo en varias ocasiones, en los meses siguientes, a otros montoneros que también estaban secuestrados en la ESMA. Luego cantaría como un pajarito.

Hacia el interior de las catacumbas, los jefes de los grupos de tareas se vanagloriaban ante los prisioneros que lo que querían mantener en secreto: que habían capturado viva a Arrostito.

“El primer objetivo era desmoralizar a los compañeros porque era la caída de una compañera conocida, que era una referencia importante de la militancia. Y el otro objetivo era, como ya lo habían hecho en otros casos, hacer aparecer en los medios que determinados compañeros se habían muerto porque la apuesta de los represores era hacer que el resto bajara la guardia. Si un compañero caía vivo y conocía lo tuyo, tenías que levantar la cita y mudarte; si lo que se suponía era que había caído muerto no te mudabas porque ya no le podían arrancar ningún dato por la tortura”, explicó muchos años después Graciela Daleo, sobreviviente de laESMA, en uno de los juicios por crímenes de lesa humanidad.

"Me llamo Norma Esther Arrostito, soy oficial del Ejército Montonero y esa es la única información que les voy a dar", respondía en la ESMA a sus ajusticiadores. Después cantó como un pajarito.

En algunos de sus testimonios, quienes estuvieron secuestrados con Arrostito resaltan la entereza que mostraba y la solidaridad con sus compañeros de cautiverio, a algunos de los cuales se la “motraban” apenas los llevaban a la ESMA. Otros remarcan que se encontraba totalmente deprimida, abatida y sin ganas de vivir debido a las delaciones que había realizado y a que, como sospechaba, no saldría con vida de ese lugar.

En Recuerdo de la muerte, Miguel Bonasso relata la impresión de uno de ellos, Jaime Dri, cuando la vio: " El ‘Pelado’ (Dri) nunca la había conocido personalmente, pero notó inmediatamente un contraste en esa figura espectral que todos observaban. Un contraste que provocaba un malestar soterrado. Si el examen empezaba por la cabeza, se notaba que iba bien peinada y arreglada, que su vestido gris estaba limpio y planchado, como el de los detenidos libres. Si la mirada bajaba hasta los pies descubría la causa del lento caminar: como los galeotes de Capucha, tenía los tobillos aherrojados por grilletes”.

Esas “exhibiciones” fueron la victoria de la que pudieron jactarse los grupos de tareas de la ESMA.

La verdadera muerte

Norma Esther Arrostito estuvo secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada durante un año, un mes y tres días.

La ajusticiaron el 15 de enero de 1978 y, de la misma manera que cuando la capturaron, las tropas antisubversivas montaron una escena: le aplicaron una inyección pero quisieron hacer pasar su muerte como resultado de “causas naturales”.

El relato de Susana Ramus, prisionera en la ESMA -recogido por la periodista Luciana Bertoia-, permite reconstruir los hechos.

Jorge “El Tigre” Acosta entró aparentemente agitado al lugar donde ella estaba actualizando unas fichas.

-¿Qué le pasa a Arrostito, que está mal. Se muere. ¿Por qué no la acompañás? – le gritó.

“La traen, como agonizando, y a mí me ponen en la parte de atrás de una camioneta junto con ella. Estaba consciente pero más o menos. Me agarraba la mano, como que sabía todo lo que estaba pasando”. Pero Arrostito no aportó certezas sobre su estado ni sobre el plan criminal: “No me dijo: ‘Me mataron’, ni nada”, contó.

En el Hospital Naval la bajaron e hicieron una escena golpeándole el corazón, como si quisieran resucitarla. Ramus no pudo ver más, porque Arrostito -viva o muerta- quedó ahí y a ella la llevaron de regreso a la ESMA.

Esa vez sí la habían matado. Los restos de Norma Esther Arrostito siguen desaparecidos. El Mundo es un lugar mejor sin ella.

viernes, 22 de enero de 2021

Colonias inglesas en Norteamérica: La mentira del cuero cabelludo de Benjamin Franklin

La mentira del cuero cabelludo de Benjamin Franklin tuvo consecuencias particularmente sangrientas

Las falsedades son parte de la política. Pero aparentemente pocos entendieron este oficio tan bien como el naturalista, periodista y diplomático Benjamin Franklin. Una de sus mentiras hizo que las tensiones entre Estados Unidos y Gran Bretaña aumentaran décadas después.

Por Sven Felix Kellerhoff || Die Welt

 

 

 

Una caricatura política de Charles Williams (1806) que se refiere directamente a la mentira de Benjamin Franklin de 1782. Fuente: Biblioteca del Congreso / Dominio público


Es conocido como el inventor del pararrayos y signatario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Su retrato está estampado en todos los billetes de 100 dólares. Lo que es menos conocido, sin embargo, es que Benjamin Franklin (1706 a 1790) era algo completamente diferente: un mentiroso sin escrúpulos. 

Desde 1914, todos los billetes de 100 dólares muestran el retrato de Benjamin Franklin - aquí la serie de 2006
Fuente: Reserva Federal

En la tercera semana de abril de 1782, el entonces embajador de los Estados Unidos en París hizo imprimir un presunto encarte del renombrado periódico "Boston Independent Chronicle". Contenía extractos de una carta de cierto capitán Gerrish de la milicia pro británica de Nueva Inglaterra a Frederick Haldiman, gobernador (británico) de la provincia canadiense de Quebec.

"A pedido de los jefes de Séneca, envío ocho paquetes de cabelleras a Su Excelencia bajo el cuidado de James Boyd", decía el 3 de enero de 1782. Entre ellos se encontraban "43 cabezas de soldados del Congreso que murieron en varias escaramuzas". , 297 cueros cabelludos de "campesinos asesinados en sus casas" y 88 de mujeres. Gerrish también enumeró el cuero cabelludo de 193 niños, 211 niñas e incluso 23 bebés o niños por nacer como el contenido del programa. Estos fueron "arrancados del vientre de sus madres".


El falso suplemento del "Boston Independent Chronicle" con el que Franklin extendió su mentira de cuero cabelludo
Fuente: Biblioteca del Congreso

Adjunto a la transmisión había un discurso de un tal Conejogatchie, pronunciado en el consejo de los indios Séneca, que vivían principalmente entre el lago Ontario y el lago Erie, al oeste de la antigua colonia, ahora el estado independiente de Nueva York. En consecuencia, el hombre por lo demás desconocido le anunció a Haldiman: "Te estamos enviando muchos cueros cabelludos para que puedas ver que no somos amigos ociosos". Pero los ocho paquetes con su espantoso contenido no estaban destinados a Quebec: "Nos gustaría que envíe estos cueros cabelludos a través del agua al gran Rey para que los mire y se refresque, y reconozca nuestra lealtad en la destrucción de sus enemigos ".

Adjuntaba otra carta firmada con el nombre de John Paul Jones, un héroe de la Guerra Revolucionaria, y varios clasificados. El suplemento tenía el número 705, por lo que parecía ser un suplemento de la edición del "Boston Independent Chronicle" publicado a principios de marzo de 1782.

El problema, sin embargo, era muy fundamental: no se aplicaba ni una sola palabra de este “suplemento”. El supuesto apéndice del periódico de Boston se imprimió verificablemente en Passy, ​​en ese momento un suburbio de París, con letras que solo estaban disponibles exclusivamente aquí, en la imprenta privada de Benjamin Franklin, una fuente especial en cursiva. El diplomático probablemente escribió los textos él mismo; La falsificación ha sido parte de su carrera durante medio siglo, desde la primera edición de "Poor Richard's Alamanc" en 1732.


Benjamin Franklin en su imprenta 1732
Fuente: Getty Images

El 22 de abril de 1782 a más tardar, Franklin difundió la historia del programa Scalp para el rey Jorge III. ese día envió una copia del grabado a John Adams, otro padre fundador y en ese momento negociador del Congreso Continental en Europa. Más fueron dos días después a John Jay en Amsterdam, a principios de mayo a Charles Dumas y probablemente a principios de julio a James Hutton, todos ellos enviados de las 13 antiguas colonias que estaban negociando con las potencias europeas el reconocimiento de los EE. UU. En ese momento.

El objetivo de Franklin era conseguir que la prensa británica recogiera su carta ficticia sobre el cuero cabelludo. De esta manera quería humor contra Jorge III. y presionar al negociador. Por tanto, en términos tortuosos, sugirió a los destinatarios que transmitieran este suplemento. Si ya se puede ver un distanciamiento en esto se evalúa de manera diferente en la investigación de Franklin.




Benjamin Franklin (izquierda), John Adams y Thomas Jefferson (de pie) redactan la Declaración de Independencia de Estados Unidos en 1776
Fuente: Getty Images

No es posible reconstruir con certeza cómo se publicó finalmente en Londres. En cualquier caso, "Parker's General Advertiser and Morning Intelligencer" imprimió la carta el 29 de junio de 1782. Así “confirmó” la historia de los ocho paquetes de cuero cabelludo que pronto también circuló en las antiguas colonias; sólo entre diciembre de 1782 y enero de 1783, cinco periódicos estadounidenses publicaron la historia de terror. En ese momento ya existía una "paz preliminar" entre Gran Bretaña y las antiguas colonias, que fue seguida en septiembre de 1783 por la paz formal de París.

No está claro si la mentira de Benjamin Franklin influyó en las negociaciones. Al menos el escritor Horace Walpole reconoció al presunto autor. El 1 de octubre de 1782 escribió a la condesa de Ossory: "Creo que el propio Franklin fue el autor". En cualquier caso, es obra de un autor de primera, no de un "hombre de guerra corriente". Walpole concluyó cínicamente: "¡El rey Jorge no ha tenido suerte!"

En los años 1806 a 1813, el inventor de la mentira murió hace mucho tiempo, al menos 23 publicaciones más de la carta de Gerrish siguieron en América, en su mayoría claramente abreviadas y a menudo señaladas. Durante este tiempo, las tensiones entre Estados Unidos y la antigua patria se intensificaron hasta la Segunda Guerra de Independencia de 1812 a 1814.

La historia de Scalp también tuvo consecuencias nefastas en otros aspectos. Aunque en realidad ha habido relativamente pocos ejemplos de este ritual cruel y en su mayoría mortal hasta ese momento, el cuero cabelludo creció en la conciencia de la población estadounidense (blanca) hasta convertirse en el estándar de los pueblos indígenas. Durante el desplazamiento de los indígenas del Medio Oeste, hubo innumerables atrocidades sangrientas por parte de los colonos contra los indígenas y viceversa.
 

La mentira de Benjamin Franklin sobre los paquetes de cuero cabelludo no fue la única causa, y quizás ni siquiera una particularmente importante. Pero las reediciones en varios periódicos estadounidenses desde 1850 en adelante hablan al menos de cierto efecto.