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sábado, 9 de septiembre de 2023

Nazismo: Gestapo y la política de la delación y el control totalitario

Delaciones, torturas y asesinatos para perseguir disidentes: la Gestapo, la siniestra policía secreta nazi


Hace 90 años, nacía la Gestapo por impulso de Hermann Göring. Cómo sembraron el terror en la población. Los espantosos métodos que usaron para acallar críticos al régimen. Los religiosos que se animaron a oponerse y las consecuencias que debieron afrontar

Por Matías Bauso
Infobae




La policía secreta nazi se alimentaba de la delación de la gente común. Sus integrantes vestían de civil y aparecían en cualquier momento para sembrar el terror. Acompañaban también a los fuerzas formales en sus operativos (Yad Vashem Photo Archive)

Un sistema macabro y efectivo de terror que se hizo carne en la población. Un monstruo persecutorio. Un estado de delación masiva y permanente. Una trama de miedo y persecución que provocaba que la gran mayoría de la gente estuviera dispuesta a delatar a familiares, amigos y vecinos.

Controlar, asustar, disciplinar, torturar, secuestrar, matar. Esas eran las acciones cotidianas de la Gestapo. Todo estaba permitido. La Gestapo se convirtió en la principal institución estatal para controlar, callar, perseguir y matar disidentes. Y a todo aquel que pudiera ser molesto para los jerarcas nazis.

Un Golem estatal que creció con desmesura y logró expandir el terror y disciplinar en cada rincón del Tercer Reich. La policía secreta nazi, creada hace 90 años, sembró el terror durante más de una década.

Una de las características que define casi por sí sola a la Gestapo es que tres de los más sanguinarios y despóticos jerarcas del Reich estuvieron involucrados en su fundación y expansión: Hermann Göring, Heinrich Himmler y Reinhard Heydrich. De hecho los dos primeros fueron capaces de dejar de lado sus habituales diferencias y tensiones, para conseguir que el organismo se consolidara.

Hacía tres meses que Adolf Hitler era el canciller alemán. Todavía no tenía la suma del poder. En su gabinete de ministros sólo tenía dos hombres que le respondían totalmente. Uno de ellos ni siquiera tenía una cartera a su cargo, era itinerante. Pero ese hombre no era uno más. Hermann Göring había acompañado a Hitler desde sus inicios. Y tenía una ambición inmensa. No le alcanzaba con ese cargo ejecutivo ni con su evidente influencia en el canciller. Acumuló, con sigilo, diversos cargos. Uno de ellos fue el de Ministro de Interior de Prusia. Allí, el 26 de abril de 1933, una de sus primeras medidas fue la de aprovechar estructuras ya existentes para crear una Policía de Seguridad.

O al menos así la llamaron.


Hermann Goering fue el fundador de la Gestapo. Utilizó su poder para sojuzgar a sus contrincantes y enemigos. En la imagen se lo ve durante una de las audiencias del Juicio de Nuremberg (Photo by © CORBIS/Corbis via Getty Images)

Ese cuerpo especial tenía como fin imponer la paz en las calles luego de meses de revueltas. Es, al menos, lo que decían los fundamentos del instrumento legal de su creación. Lo que se declamaba públicamente. Sin embargo, la primera misión que se le asignó fue la persecución de los comunistas. No fue una desviación casual: esa era la finalidad original oculta. Göring puso a cargo a Rudolf Diels, un antiguo funcionario policial, que no era de origen nazi, pero fiable, con tendencia al oficialismo y gran capacidad de trabajo. Como nombre le pusieron la Gestapo.

Ese modelo de policía secreta con velocidad, pero casi imperceptiblemente, dejó de ser regional y se nacionalizó. Al ver que funcionaba, Heinrich Himmler llevó ese esquema a cada lugar del país que estaba.

Se suele creer que sus miembros eran cientos de miles, que en cada cuadra había un agente haciendo su trabajo.

La organización consiguió que cada ciudadano alemán estuviera convencido de que el estado los observaba y escuchaba. En parte era cierto.

Sin embargo su estructura nunca fue demasiado voluminosa. Antes de la guerra contaba con 5.000 efectivos. En 1944, el momento en que más personal tuvo, eran 32.000. Pero se cree que más de la mitad de ellos eran administrativos, que dejaban asentada y clasificaban la información que traían los agentes que estaban en las calles. Con estas cifras se demuestra imposible que tal como se pensó durante años, que hubiera en cada esquina del Tercer Reich un agente de la Gestapo.

Su gran éxito fue convencer a todos, propios y extraños, que su poder (y su alcance) era total. Uno de sus principales combustibles no fue la red de agentes ni su idoneidad (para el mal), sino la delación.

El investigador Frank McDonough en su libro La Gestapo (Crítica) brinda estadísticas sorprendentes sobre esta cuestión. Establece que sólo el 15 % de las investigaciones se iniciaban por el procedimiento de los agentes de la Gestapo. El resto eran denuncias de civiles.

Himmler, al ver el éxito de Göring en Prusia, extendió la red de la Gestapo a todo el Tercer Reich

De esos denunciantes una mayoría estrepitosa eran varones, casi el 80%. Por lo general de clase baja, obreros o empleados de comercio. Los maridos casi no denunciaban a sus esposas. Pero la mayoría de las presentaciones hechas por mujeres eran contra sus cónyuges. Por lo general el móvil de estas era vengar infidelidades, evitar nuevos casos de violencia doméstica o maltratos. Que estas mujeres fueran violadas, golpeadas o maltratadas no era motivo para la intervención oficial, pero sí que alguno de estos victimarios se expresara domésticamente en contra del régimen.

Muchas denuncias eran también devoluciones por conflictos personales entre amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Hubo quienes fueron apresados, en medio de la contienda bélica, por hacer comentarios derrotistas en un bar.

El discurso único se imponía. Un padre de familia o un ama de casa temían hacer una observación contra alguna medida del gobierno por temor a que alguna rencilla familiar o consorcial terminara con ellos en un interrogatorio de la Gestapo. Hubo casos en que ciudadanos fueron detenidos por haber criticado la vestimenta de algún jerarca o de la esposa de éste en una reunión social, otros por hablar bien de algún escritor considerado un enemigo del régimen. O caso tan disparatados como el de un hombre que se autodenunció para ser detenido unos meses y de esa manera poder luchar contra su adicción al alcohol.

Los interrogatorios eran célebres por su dureza y falta de humanidad. No se cumplía con ninguna norma y los apresados carecían de cualquier mínimo derecho. Sólo estaban ahí para brindar más información o para ser castigados físicamente por una supuesta falta de lealtad. Las torturas eran habituales y de una crueldad manifiesta, de la que los oficiales alemanes solían vanagloriarse. Submarinos, testículos apretados con una morsa, picanas, golpes en la cara, asfixias prolongadas, huesos fracturados. Todo era válido para obtener una confesión o una delación. Algunos podían salvar su destino sin necesidad de confesar sus faltas; para eso estaban obligados a entregar a varios ciudadanos comunes.

Aunque no siempre era necesaria la tortura. La manera en que la Gestapo vejaba a sus víctimas una vez detenidas estaba tan difundida que las personas hablaban antes de llegar a la tortura.

Esa regla conocía excepciones. Paul Schneider era un pastor evangélico protestante que vivía en Pfersdfeld, un pequeño pueblo rural de Renania. En 1933 criticó desde su púlpito a algunas de las nuevas autoridades nazis porque creían que iban a hacer triunfar una revolución sin proponer ni buscar una renovación espiritual del pueblo alemán. Alguien informó a las autoridades eclesiásticas de su mensaje y fue apercibido. Él siguió con su prédica discreta. Un año después, la Gestapo había conseguido que no lo dejaran oficiar servicios religiosos en otros dos pueblos rurales vecinos. Fue detenido y por la protesta de su grey fue puesto en libertad.

 

El pastor Martin Niemöller fue perseguido por sus críticas que nunca acalló. Escribió el poema generalmente atribuido a Bertolt Becht: “Primero vinieron por los socialistas / Y yo no dije nada porque no era socialista / Luego vinieron por los sindicalistas / Y no dije nada porque yo no era sindicalista / Luego vinieron por los judíos / Y yo no dije nada porque yo no era judío,/ Luego vinieron por mí / Y no quedó nadie para hablar por mí”

Pero algunos vecinos siguieron alertando a las autoridades de su conducta. Definamos “su conducta”: sin demasiado énfasis pero con firmeza, Schneider criticaba al partido gobernante por su vocación unanimista, por la restricción evidente de las libertades. Para 1937 acumulaba una docena de denuncias. La Gestapo le prohibió vivir en Renania, una especie de exilio interior, y también lo proscribió de la actividad religiosa.

Las autoridades eclesiásticas asistían a la persecución en silencio. En 1938 dio otro sermón crítico. Para ese momento ya tenía su propio agente de la Gestapo vigilándolo. Luego de esa homilía lo detuvieron. Un breve paso por una cárcel y luego el traslado al campo de concentración de Buchenwald. Lo maltrataron, lo torturaron pero lo único que obtuvieron de él fue una censura por el modo de actuar de los captores. Él seguía intentando que sus torturadores se comportaran cómo correspondía. No consiguió la redención de ninguno, sólo los enfureció más.

El jefe del campo decidió liberarlo pero bajo condición de que jurara no volver a predicar en ninguna parroquia alemana. Schneider agradeció la oferta pero la rechazó: no podía dejar de cumplir con su misión. Al día siguiente, el 18 de julio de 1939 fue ejecutado en la enfermería de Buchenwald con cinco inyecciones letales de estrofantina.

Otro de los religiosos perseguidos por la Gestapo fue Martin Niemöller. Fue un pastor luterano que se opuso con firmeza a la nazificación de las iglesias alemanas. Eso provocó que se convirtiera en objetivo de la Gestapo. Fue detenido y acusado de actividades contra el estado. Un juez lo liberó pero la Gestapo lo volvió a detener porque consideró que debía ser castigado. Desde ese momento hasta el final de la guerra estuvo detenido en campos de concentración. De una alocución de Niemöller de 1946 surgió el famoso poema que suele atribuirse erróneamente a Bertolt Brecht:

“Primero vinieron por los socialistas

Y yo no dije nada porque no era socialista

Luego vinieron por los sindicalistas

Y no dije nada porque yo no era sindicalista

Luego vinieron por los judíos

Y yo no dije nada porque yo no era judío,

Luego vinieron por mí

Y no quedó nadie para hablar por mí”.

Los motivos por los cuales los ciudadanos eran perseguidos eran diversos. Si la Gestapo tuvo como principal impulso inicial la eliminación de los comunistas y de los opositores políticos más recalcitrantes, luego se dedicó a ir tras cualquier disidente o cualquiera que pudiera afectar o amenazar el discurso único imperante. Así fue que los religiosos, los homosexuales, los otros “marginados sociales” (cómo se los llamaba) y disidentes varios estuvieron en el elenco estable de las víctimas de la Gestapo.

Paul Schneider, pastor evangélico protestante, vivía en Pfersdfeld, pequeño pueblo rural de Renania. Criticó desde su púlpito a las autoridades nazis y terminó en un Lager

Mientras la Alemania Nazi atacaba a los otros países europeos, el enemigo interior era combatido por esta organización.

Se suele creer que quienes eran llevados al cuartel general de la Gestapo no salían más. Otra vez McDonough prueba que no es así. La gran mayoría de las investigaciones se cerraban sin resultados y los detenidos eran liberados. Pero los casos más resonantes y violentos hacían que el ejemplo se difundiera. Además los que eran liberados resultaban muy útiles para el diseño del terror. Divulgaban las torturas y en la silla de los tormentos habían brindado nombres para que la rueda persecutoria no se detuviera.

No todos los agentes de la Gestapo eran, en su inicio, nazis. Al principio trabajaron con los policías que ya venían desempeñándose. Con el correr de los años, se fueron radicalizando y sus métodos y motivaciones se volvieron cada vez más arbitrarios.

El imaginario identifica a los hombres de la Gestapo con largos abrigos de cuero. En realidad, la mayoría vestía de civil. Debían pasar desapercibidos para obtener información y confundirse con la población. Esos sacones estaban de moda. Pero el manual de estilo, las instrucciones que recibían los obligaban a vestir ropas propias y a no llevar documentos encima.

En los primeros tiempos, la Gestapo se ocupó de la destrucción de los opositores políticos y religiosos. Pero con bastante celeridad también se sumó a la persecución racial. Fue quién se ocupó, bajo el paraguas de estar cumpliendo la normativa vigente, de que se aplicaran las Leyes de Nuremberg.

Su red de información fue vital para ubicar a los judíos que pretendían escapar o esconderse. Las Leyes de Nuremberg funcionaron casi como la excusa perfecta para el actuar fuera de control de la organización. Eso no constituía un secreto para nadie, el corresponsal del diario inglés The Times lo consignó: “Las Leyes de Nuremberg se están utilizando para justificar todo tipo de indignidad y persecución, no por parte de individuos, sino por las autoridades”. Las oportunidades (para el mal) que ofrecían estas leyes eran casi ilimitadas. Y la Gestapo las aprovechó.

Reinhard Heydrich describió cuál era la función de la Policía Secreta que él lideraba con rigor: “Nuestra responsabilidad es salvaguardar el Volk alemán como un ser total, su fuerza vital e instituciones de todo tipo de destrucción y desintegración. Debe repeler los ataques de todas las fuerzas que puedan de alguna manera debilitar o destruir la salud de la fuerza vital de la nación”

Fue Heydrich, mano derecha de Himmler, quien con su mano dura, con su falta de matices, su astucia y su impudicia estableció el cariz inclemente de la Gestapo tal cual lo conocemos.

Reinhard Heydrich fue uno de los más temibles hombres del Tercer Reich. Obediente, violento y cruel, su ambición asesina no conoció límites. Se convirtió en un engranaje vital de la barbarie nazi.

Adolf Hitler confiaba en él; le encargaba las peores tareas. Y él las cumplía con exactitud. Era un tecnócrata criminal. Nada lo amedrentaba.

Escaló posiciones con celeridad. Integrante de las SS, fue ganando lugar. Dirigió las fuerzas de seguridad que integraban las SS, la Gestapo y la SD. Participó de la Noche de los Cuchillos Largos y él mismo asesinó al General Strasser. Fue quien coordinó la Noche de los Cristales Rotos. Dirigió, también, la Conferencia de Wansee en la que los jerarcas nazis pusieron en marcha la Solución Final. Fue el creador de las Einsatzgruppen, los comandos especiales nazis responsables de al menos un millón de muertes.

Por su juventud -al momento de la muerte tenía 38 años- y su osadía inescrupulosa era visto como el posible sucesor de Hitler. Cuando el Führer sintió que Checoslovaquia se había convertido en un territorio hostil, lo envió a Heydrich a poner orden. Heydrich lo hizo de inmediato.

El Verdugo, el Carnicero, la Bestia Rubia, El Genio Malvado de Himmler, El Carnicero de Praga. Esos fueron algunos de los apodos que se ganó en su vertiginosa carrera. Él prefería el que le proporcionó Hitler en persona: El Hombre con Corazón de Hierro. Ese fue el hombre que afianzó a la Gestapo y que la convirtió en esa temible máquina de perseguir, torturar y matar.

La Gestapo tuvo una vida breve. Fundada como dependencia estatal por Göring el 26 de abril de 1933 fue disuelta por el general norteamericano Eisenhower el 7 de mayo de 1945, apenas caído el Tercer Reich.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Nazismo: El servicio de seguridad

Servicio de Seguridad (SD)

Weapons and Warfare


 


Obergruppenführer Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Principal de Seguridad del Reich (RSHA), que incluía a la Gestapo y Sicherheitsdienst (SD), la agencia de inteligencia de las SS. La recopilación de inteligencia militar alemana sufrió rivalidades entre servicios y política interna. A la Abwehr no le gustaba el SD, considerándolos matones en uniforme y no profesionales, mientras que el SD consideraba a la Abwehr como anticuada y fuera de contacto con la realidad y las técnicas modernas de recopilación de inteligencia de guerra.

Existía un segundo servicio de espionaje e inteligencia exterior independiente del ejército alemán o del OKW, el Servicio de Seguridad (SD). Originalmente introducido en funcionamiento como un órgano de seguridad del Partido Nacional Social de los Trabajadores Alemanes, ascendió para desempeñar un papel dominante y autoritario como departamento de inteligencia del Tercer Reich. Estructuralmente, el SD existió como una división subsidiaria de la poderosa RSHA del Reichsführer SS Heinrich Himmler y emergió con mayor importancia bajo la administración y las incesantes aplicaciones para expandir las jurisdicciones de Reinhard Heydrich. A diferencia de la Abwehr, la SD no se limitó exclusivamente a la inteligencia militar, centrando su atención en diversas funciones políticas e ideológicas en Alemania y los territorios ocupados. SD Sección VI se constituyó como la capacidad oficial de inteligencia exterior del Partido Nazi totalmente independiente de la Abwehr. Era obligación dentro del marco de la RSHA recopilar identidades e información de antecedentes sobre los antinazis para ser arrestados sumariamente y ejecutados después de la ocupación por parte de la Wehrmacht. Las personas podrían ser identificadas a través de métodos simplistas de análisis de medios y periódicos oa través de informantes pronazis.

En marzo de 1939, Heydrich había construido un poderoso y temido servicio de espionaje doméstico. Dio golpes mínimos al recurrir caprichosamente al chantaje y la extorsión para influir en las decisiones de otras administraciones del Reich. En 1935, Himmler contrató por primera vez al SD VI para reunir una facultad internacional para desafiar a la Abwehr. El objetivo premeditado era la inteligencia política, pero a medida que la guerra continuaba y las SS crecían en prominencia y prestigio, las SD adquirieron funciones de inteligencia económica y militar. Al comienzo del conflicto europeo en septiembre de 1939, la agencia coordinó los sistemas de espionaje en múltiples territorios internacionales, incluidos América del Sur, África del Norte, España y Portugal. El general Walter Schellenberg, que había atraído admiradores debido a su pericia percibida en operaciones de contrainteligencia, fue reclutado por Reinhard Heydrich e instalado como comandante VI. Desarrolló su perfil lo suficiente como para convertirse en confidente personal del Reichsführer SS Himmler y subdirector de la Oficina Principal de Seguridad del Reich (RSHA). Schellenberg estuvo inmerso en muchas operaciones de inteligencia alemanas elaboradas y notables; por ejemplo, comandó personalmente el incidente de Venlo en tierra.



Coronel Walter Schellenberg


Una de las obligaciones de Schellenberg durante la guerra fue la mente maestra de una estrategia de ocupación para la policía y los funcionarios administrativos alemanes después de la ejecución productiva de la Operación "Sea Lion", la invasión planificada de Gran Bretaña. Según las instrucciones, Schellenberg acumuló la Sonderfahndungsliste GB, o lista especial. Este directorio de ciudadanos británicos era una guía de personas consideradas ideológicamente poco sólidas o clasificadas como preocupaciones de seguridad que serían encarceladas y ejecutadas después de la invasión. Las SS tradicionalmente concentraron su atención en eliminar cualquier oposición, existente o imaginaria, al Tercer Reich. Esta función impregnó y perduró como una consideración dentro de toda su estructura de inteligencia, y Schellenberg se aseguró de que el SD se infiltrara en otras agencias siempre que fuera posible. A fines de la década de 1930, los servicios secretos de inteligencia del Tercer Reich no estaban legalmente autorizados para emprender operaciones contra la Wehrmacht u otras agencias de inteligencia. Independientemente de ese hecho, Heydrich perseveró en investigar y recopilar pruebas de vigilancia en el núcleo de oficiales alemanes para detectar actividades sospechosas o simplemente para recopilar información negociable sobre el personal superior.

En septiembre de 1939, a las pocas semanas del comienzo de las hostilidades, la SD se reconfiguró y se combinó con otras autoridades policiales estatales dentro de la RSHA. Esta centralización de los departamentos de seguridad del estado bajo el dominio personal de las SS y Himmler desdibujó los límites que dividían al Partido Nazi y al gobierno central. Esta poderosa agencia estaba compuesta oficialmente por SD, Kriminalpolizei o Kripo (Policía Criminal) y Geheime Staatspolizei (Gestapo). Las fuerzas policiales estatales independientes locales desaparecieron como instituciones separadas y fueron reubicadas bajo los auspicios de la RSHA. Himmler y la RSHA se confabularon para ordenar que todos los departamentos de inteligencia y policía de la Patria estuvieran jurisdiccionalmente calificados para combatir a los enemigos nacionalsocialistas. Reinhard Heydrich se convirtió más tarde en el subordinado más poderoso de Himmler; con una admisión permanente al Führer, asumió el control presidiendo el nuevo panorama del servicio de seguridad. Las rivalidades institucionales dentro de la comunidad de inteligencia alemana se remontan a 1934, cuando Heydrich y los funcionarios del SD comunicaron personalmente a Himmler su inventario de quejas y ejemplos obstruccionistas sobre el almirante Patzig. El jefe de la Abwehr fue acusado de entorpecer deliberadamente la comunicación entre la inteligencia militar y los departamentos de seguridad de las SS. En abril de 1934, Hermann Göring se vio obligado a renunciar al control de la policía ya que las fuerzas policiales provinciales se clasificaron como sujetas a centralización. Las rivalidades institucionales dentro de la comunidad de inteligencia alemana se remontan a 1934, cuando Heydrich y los funcionarios del SD comunicaron personalmente a Himmler su inventario de quejas y ejemplos obstruccionistas sobre el almirante Patzig. El jefe de la Abwehr fue acusado de entorpecer deliberadamente la comunicación entre la inteligencia militar y los departamentos de seguridad de las SS. En abril de 1934, Hermann Göring se vio obligado a renunciar al control de la policía ya que las fuerzas policiales provinciales se clasificaron como sujetas a centralización. Las rivalidades institucionales dentro de la comunidad de inteligencia alemana se remontan a 1934, cuando Heydrich y los funcionarios del SD comunicaron personalmente a Himmler su inventario de quejas y ejemplos obstruccionistas sobre el almirante Patzig. El jefe de la Abwehr fue acusado de entorpecer deliberadamente la comunicación entre la inteligencia militar y los departamentos de seguridad de las SS. En abril de 1934, Hermann Göring se vio obligado a renunciar al control de la policía ya que las fuerzas policiales provinciales se clasificaron como sujetas a centralización.

En consecuencia, muchos altos mandos de la Abwehr reconocieron al SD de manera irrefutable como un adversario potencial perjudicial para los intereses a largo plazo de Alemania. El coronel Piekenbrock y el futuro jefe del Comando Supremo, Wilhelm Keitel, desarrollaron un disgusto por el SD y percibieron una fricción y disonancia inminentes que amenazaban a sus propios departamentos. En 1934, en condiciones de una creciente oposición interna del Partido Nazi, Hitler ordenó la liquidación de secciones prominentes de la rama Sturmabteilung (SA). Se mostró una moderación mínima para los antiguos camaradas cuando las SS comenzaron las masacres de la "noche de los cuchillos largos". Esta campaña de detenciones y asesinatos horrorizó a muchos en los rincones internos tradicionales de la comunidad de inteligencia de Alemania, un claro contraste con la reputación de diplomacia pragmática y agendas subvertidas de los oficiales de la Abwehr. Los oficiales del ejército y de la Abwehr eliminados en las purgas incluyeron al exjefe de la Abwehr, Bredow, asesinado a tiros en su casa. Las dudas sobre las SS y la desconfianza institucional negativa fermentaron tras la “noche de los cuchillos largos”. Las batallas regulares con los comandantes de Abwehr y Canaris entre 1937 y 1944 habían incapacitado críticamente las relaciones.



Heydrich y Canaris, tomada en el restaurante de Horcher el 17 de enero de 1935. Horcher's era uno de los favoritos de los peces gordos como Hermann Goering, quien incluso los hizo atender asuntos en su propiedad de Carinhall. Heydrich había conocido a Canaris en julio de 1923 mientras estaban estacionados juntos en el Cruiser “Berlin”, y Canaris fue su mentor (tanto Heydrich como la esposa de Canaris, Erika, tocaban el violín) hasta que Heydrich finalmente se convirtió en el favorito de la fiesta.

Un intento de desencadenar una mayor colaboración, el acuerdo de los "Diez Mandamientos" en marzo de 1942, confirmado por los comandantes de la Abwehr y las SS, calmó brevemente las crecientes tensiones. Los Diez Mandamientos definieron el espionaje extranjero como jurisdicción de la Abwehr, un indulto provisional e impermanente que evita que los elementos nazis se infiltren abiertamente en el territorio de la inteligencia militar. El SD ​​Departamento VI de la RSHA podría clasificarse de forma un tanto reservada como una división marginal del servicio exterior antes de 1942. En la primavera de 1940, Himmler había transmitido rotundamente órdenes de que la revolución fascista exigía un servicio de inteligencia exterior adscrito al Partido Nazi mientras existiera un marco en el que el departamento era simplemente comenzando a reclutar personal altamente calificado y apropiado para el trabajo de inteligencia en el extranjero. Schellenberg aseguró que las políticas de reclutamiento del SD orientaron a seleccionar oficiales con experiencia de residir o trabajar en el extranjero, aumentando la población de diversos orígenes nacionales y priorizando la selección de agentes que poseían habilidades multilingües. Otros factores determinaron una influencia progresiva en los asuntos internacionales. El carácter de RSHA cambió después del asesinato de Heydrich, la acumulación irreversible de los departamentos de seguridad y policía se intensificó y la paranoia nacionalsocialista alcanzó su punto máximo. Kaltenbrunner luego sucedió a Reinhard Heydrich como jefe de los servicios de seguridad. El complot de von Stauffenberg y otras conspiraciones convencieron a los altos funcionarios de las SS de la necesidad esencial de desenmascarar a los enemigos ocultos desde adentro. aumentar las cifras de población de diversos orígenes nacionales y volver a priorizar la selección de agentes que posean habilidades multilingües. Otros factores determinaron una influencia progresiva en los asuntos internacionales. El carácter de RSHA cambió después del asesinato de Heydrich, la acumulación irreversible de los departamentos de seguridad y policía se intensificó y la paranoia nacionalsocialista alcanzó su punto máximo. Kaltenbrunner luego sucedió a Reinhard Heydrich como jefe de los servicios de seguridad. El complot de von Stauffenberg y otras conspiraciones convencieron a los altos funcionarios de las SS de la necesidad esencial de desenmascarar a los enemigos ocultos desde adentro. aumentar las cifras de población de diversos orígenes nacionales y volver a priorizar la selección de agentes que posean habilidades multilingües. Otros factores determinaron una influencia progresiva en los asuntos internacionales. El carácter de RSHA cambió después del asesinato de Heydrich, la acumulación irreversible de los departamentos de seguridad y policía se intensificó y la paranoia nacionalsocialista alcanzó su punto máximo. Kaltenbrunner luego sucedió a Reinhard Heydrich como jefe de los servicios de seguridad. El complot de von Stauffenberg y otras conspiraciones convencieron a los altos funcionarios de las SS de la necesidad esencial de desenmascarar a los enemigos ocultos desde adentro. El carácter de RSHA cambió después del asesinato de Heydrich, la acumulación irreversible de los departamentos de seguridad y policía se intensificó y la paranoia nacionalsocialista alcanzó su punto máximo. Kaltenbrunner luego sucedió a Reinhard Heydrich como jefe de los servicios de seguridad. El complot de von Stauffenberg y otras conspiraciones convencieron a los altos funcionarios de las SS de la necesidad esencial de desenmascarar a los enemigos ocultos desde adentro. El carácter de RSHA cambió después del asesinato de Heydrich, la acumulación irreversible de los departamentos de seguridad y policía se intensificó y la paranoia nacionalsocialista alcanzó su punto máximo. Kaltenbrunner luego sucedió a Reinhard Heydrich como jefe de los servicios de seguridad. El complot de von Stauffenberg y otras conspiraciones convencieron a los altos funcionarios de las SS de la necesidad esencial de desenmascarar a los enemigos ocultos desde adentro.

lunes, 19 de agosto de 2019

Espionaje: Henri Déricourt, el doble agente

SOE: El Caballo de Troya

Weapons and Warfare



Henri Déricourt después de su arresto en 1946.


Después de la Segunda Guerra Mundial, el interrogatorio de los funcionarios alemanes proporcionó evidencia de que Déricourt era culpable de proporcionar información a Abwehr y la Gestapo que llevaron al arresto y la ejecución de varios agentes, entre ellos Noor Inayat Khan, Vera Leigh, Yolande Beekman, Eliane Plewman, Diana Rowden , Gilbert Norman, Jack Agazarian y Francis Suttill.

En noviembre de 1946, Déricourt fue arrestado por las autoridades francesas pero no compareció ante el tribunal hasta junio de 1948. En el juicio, Nicholas Bodington declaró que había estado a cargo de todo el trabajo de Déricourt en el campo. Admitió que sabía que Déricourt estaba en contacto con los alemanes, pero que no se había revelado ninguna información importante.

Durante el juicio, el consejo de defensa argumentó que, aunque la fiscalía podía aportar numerosas pruebas indirectas sospechosas contra Déricourt, en realidad no podían atribuirle ningún acto definitivo de traición. En gran parte sobre la evidencia proporcionada por Nicholas Bodington, Déricourt fue absuelto.

Cuando Jean Overton Fuller entrevistó a Déricourt para su libro, Double Agent, le dijo que los líderes del Ejecutivo de Operaciones Especiales sabían que la Gestapo había penetrado en la organización y que hombres y mujeres fueron sacrificados deliberadamente para distraer su atención de los aterrizajes planeados. en sicilia y normandia.

Se informó que Henri Déricourt fue asesinado en un accidente aéreo mientras volaba sobre Laos el 20 de noviembre de 1962. Su cuerpo nunca fue encontrado y algunos escritores han afirmado que su muerte fue falsificada para permitirle comenzar una nueva vida con otro nombre. .

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Los meses de otoño e invierno de 1942–3 fueron inesperadamente solitarios para Léon Doulet, el piloto de Air France que había viajado a Gran Bretaña con Déricourt. En septiembre, después de una semana en un hotel desaliñado cerca de la estación Victoria, él y Déricourt se separaron el uno del otro. Doulet fue trasladado a un establecimiento de cama y desayuno aún más desaliñado, donde vivió solo en la extraña ciudad durante los próximos cuatro meses. No tenía idea del paradero de Déricourt. Doulet había presumido que ambos estaban bajo la autoridad del Ministerio del Aire, pero ni ellos ni nadie más podrían o le dirían nada sobre Déricourt. Doulet encontró la indiferencia británica muy deprimente. Habiendo recorrido todo este camino para volar, no podía entender por qué lo estaban ignorando. En tres ocasiones, dos veces en octubre y nuevamente en noviembre, Déricourt se contactó con Doulet por teléfono y organizó una cita en Piccadilly Circus. En su primera reunión, tomaron una copa en un pub cercano y Doulet criticó su estado de abandono. Déricourt lo escuchó con simpatía, pero no había nada que pudiera hacer. En contraste con Doulet, Déricourt parecía haber encontrado alguna ocupación, aunque no reveló qué era eso ni dónde se alojaba. Finalmente, cuando Doulet lo presionó sobre esto, Déricourt insinuó que se estaba quedando con una ex novia. No había, por supuesto, ninguna novia y Doulet lo sabían, pero él lo dejó así. Mencionó que nadie en BOAC parecía saber nada sobre Déricourt, pero Henri no hizo ningún comentario.

Era sorprendente que Déricourt pudiera caminar por las calles con impunidad, cuando todo lo que se sabía sobre él en ese momento debería haber sido suficiente para garantizar que estuviera internado durante el tiempo. Era un conocido vendedor negro con asociados en la llamada mafia corsa (Doulet al menos lo sabía, al igual que los estadounidenses en Marsella); El MI5 recibió informes a finales de año de que Déricourt había sido visto en compañía de alemanes en la zona ocupada (esto también habría llamado la atención de Dansey); y, como Dansey se conocía a sí mismo después de sus propias investigaciones, Déricourt no era la persona que afirmaba ser, y de hecho era un mentiroso muy hábil. En pocas palabras, tenía todas las características del tipo de persona que los alemanes habrían deslizado en la Línea Pat para fines de espionaje. (Se ha especulado que este fue realmente el caso. Pero los archivos alemanes contradicen esa opinión). Sin embargo, lejos de estar internado, Déricourt ya tenía un empleo remunerado.

La próxima vez que Doulet se reunió con Déricourt, Henri lo llevó a un lujoso apartamento que compartían los dos belgas con los que habían navegado a bordo del Tarana. Se les unió un "oficial de inteligencia inglés llamado FRANCIS, que fue muy brillante". FRANCIS le preguntó a Doulet si alguna vez había estado en París desde la ocupación. "Por supuesto", respondió, "muchas veces". Luego se le preguntó si estaba preparado para hacer un trabajo secreto. Doulet declinó. Había venido a Gran Bretaña a volar y eso era todo lo que quería hacer. La reunión terminó amigablemente y Doulet partió. De inmediato se le hizo evidente que Déricourt estaba involucrado de alguna manera con la "inteligencia británica" y que probablemente iba a regresar a Francia. Se reunieron en otra ocasión, en la que Déricourt le advirtió que se mantuviera en silencio sobre la reunión con FRANCIS y su regreso a Francia.

Déricourt había estado trabajando con el MI6 durante casi un mes. Una vez que salió de la Royal Patriotic School y fue separado de Doulet, fue trasladado a la Sección IV del MI6, la rama de Inteligencia Aérea, donde respondió preguntas sobre la aeronave que había volado como piloto de pruebas en Marsella. sabía sobre la participación de la industria aeronáutica francesa en las manufacturas alemanas, hizo listas detalladas de los nombres de los pilotos franceses y su empleo actual (Déricourt había sido un funcionario menor del sindicato de pilotos de líneas aéreas francesas) y describió la información que había transmitido a los estadounidenses durante el verano. Déricourt también repitió la sorprendente revelación de que conocía a un oficial de alto rango en inteligencia alemana, con base en París.

Ese tipo de información tenía poco interés para la Sección IV, pero era algo que le interesaba a Dansey. Una vez más, esta importante pieza de inteligencia no fue comunicada al MI5. Déricourt había sido alojado en una dirección secreta en Londres, conocida solo por Dansey o uno de sus contactos, y permaneció aislado hasta que surgió la oportunidad adecuada de usarlo.

Todo lo que hizo Dansey estaba envuelto en un secreto impenetrable, los por qué y los recursos a menudo insondables en ese momento, pero más tarde revelaron una lógica fría. Como Jefe Adjunto del MI6, tenía la libertad de dirigir sus propias operaciones privadas, respondiendo a nadie más que a Stewart Menzies, y luego no siempre con total franqueza. Sus modales, tanto encantadores como terriblemente vitriólicos, aseguraron que no hubiera ninguna indagación sobre la naturaleza precisa de su trabajo. Obtuvo nuevos agentes a un ritmo alarmante y fue reputado en los niveles más mundanos del servicio para dirigir su propio ejército privado, al menos, a juzgar por sus reclamos de gastos legendarios. Dansey disfrutó de una relación singularmente estrecha con todos sus agentes, que era otra cosa que lo diferenciaba de sus colegas. El "tío Claude" hizo que sus agentes sintieran que pertenecían a una comunidad extremadamente exclusiva, que estaba profundamente agradecida por su inestimable trabajo. Dansey tenía un profundo y genuino afecto por sus agentes.

No estaba enamorado de las formas más técnicas de recolección de inteligencia como la fotografía aérea. Prefería al hombre en el lugar, al agente, al agente humano, con todas las virtudes y los vicios que lo acompañaban. Para muchos hombres jóvenes en el servicio, esta obsesión con el "agente" parecía positivamente arcaica, pero le costó mucho convencerlo de que había una mejor manera de hacer las cosas.

Debe recordarse que Claude Dansey era un hombre de 66 años, que había estado al servicio en la última de las guerras coloniales, había trabajado tanto en el MI5 como en el MI6 durante la Gran Guerra y que había fundado la Organización Z. Lo había visto todo y lo sabía al revés, y había pocos que lo contradijeran. Ciertamente no es su jefe. Dansey tenía talento para atraer lo mejor, lo más desagradable y, a menudo, el criminal más cruel a su mundo de espionaje, y también para extraer la lealtad absoluta de aquellos a quienes empleaba.

También poseía un don para tener al hombre adecuado en el lugar correcto, alguien cuya posición única podría ser explotada con el mínimo de manipulación. Tenía un interés particular en las personas que eran bien conocidas por el enemigo. Las personas que habían trabajado para el enemigo o que actualmente estaban trabajando para ellos eran una mercancía extremadamente valiosa, Dansey reconociendo que alguien que ya había establecido sus credenciales tenía mucho más valor en el sistema que encerrado y a merced de la Rama Especial. Déricourt tenía precisamente esas calificaciones, con la distinción añadida de que sus contactos eran con el ubicuo espectro nazi, el Sicherheitsdienst.

A finales de 1941, los descifradores de códigos británicos en la Escuela de Cifrado y Códigos del Gobierno (GC&CS) habían roto los códigos ENIGMA de Abwehr, los códigos secretos de la inteligencia militar alemana. Desde entonces, habían estado leyendo con éxito las comunicaciones de señales de Abwehr, un premio mucho mayor que cualquier otra cosa que los agentes de Dansey pudieran entregar. Los británicos también habían roto los códigos ENIGMA del ejército alemán, la fuerza aérea y la marina. La información que se extrajo de los códigos ENIGMA, conocida como ULTRA, fue la ventaja de inteligencia británica más importante de la guerra. Quizás el material ULTRA más valioso se refirió a las operaciones de inteligencia alemana en Gran Bretaña y las operaciones de contrainteligencia contra agentes británicos en Europa, no solo agentes del MI6, sino cualquier agente británico. Pero esta inteligencia, por invaluable que fuera, solo se refería a las operaciones realizadas por el Abwehr. El único y único código ENIGMA utilizado por la inteligencia alemana que desafió a los descifrados de Gran Bretaña durante la guerra fue el utilizado por el Sicherheitsdienst - Key TGD, conocido, algo engañoso, como el "Enigma de la Gestapo". Esta despiadada y extraordinariamente exitosa organización de inteligencia nazi había desafiado todos los intentos británicos de penetración, su oscuro funcionamiento interno era un completo misterio. Déricourt, si fue explotado con cuidado, podría ser una clave para desbloquear algunos de los secretos del SD.

Vale la pena desviarse por un momento para reflexionar sobre el precio de ULTRA. Los jefes de inteligencia británicos apreciaron rápidamente lo inestimable que sería ULTRA para el esfuerzo de guerra británico, y por esa razón se hicieron grandes esfuerzos para proteger esa ventaja. Nunca se realizó ninguna operación que pudiera haberle indicado al enemigo que sus comunicaciones estaban siendo monitoreadas. En consecuencia, la manipulación de ULTRA fue muy crítica; el acceso al mismo estaba muy restringido y prácticamente a discreción de "C". El acceso de SOE al material ULTRA fue, como cualquier otra organización operativa, estrictamente en su "necesidad de saber". La pregunta que uno podría plantearse es: ¿cuáles eran las necesidades mayores, SOE o MI6?

Pero en los meses de otoño de 1942, el acceso de la SOE a ULTRA fue el menor de sus problemas. Su mayor preocupación era su relación con la RAF. El transporte de agentes dentro y fuera de la Europa ocupada se logró con más éxito mediante aeronaves, y para este propósito la RAF había establecido los escuadrones de "Deberes Especiales". En 1940 se estableció un solo vuelo (419) para los fines del MI6. Luego, en 1941, se reformó en el Escuadrón 161 y luego se unió el Escuadrón 138. Estaban equipados con Hudsons, Halifaxes, Oxfords, los ocasionales Beaufighter y, por supuesto, el notable Lysander. El Hudson y el Lysander fueron diseñados para aterrizar en franjas cortas y ásperas, generalmente un prado en algún campo extranjero, donde los agentes podrían ser abatidos y otros recogidos y devueltos a casa. El MI6 siempre ha expresado una preferencia por la recogida de Lysander donde el SOE prefiere caídas. Sin embargo, en 1942, la SOE había llegado a la idea de la recogida, a pesar de que la operación era mucho más complicada.

Era necesario tener a alguien con conocimiento del tipo correcto de campos para que estos aviones aterrizaran, para comunicar las coordenadas correctas de los mapas a Londres, para organizar y transportar a los agentes que iban de regreso al campo, para colocar correctamente un destello. camino seguro de los árboles y los pantanos, y luego para alejar a los agentes entrantes.

A medida que las SOE se expandían en el norte de Francia, presionaron a la RAF para obtener más vuelos. Pero a medida que aumentaba el número de operaciones fallidas, la tensión comenzó a mostrarse en los memos sarcásticos de la RAF.

Es muy desafortunado que los intentos de los pilotos del Escuadrón No. 138 para llevar a cabo esta operación se hayan visto frustrados por la ausencia de un comité de recepción. La operación se solicitó de buena fe con la creencia de que el comité estaría esperando recibir personal y tiendas ...

... se espera que [en el futuro] el Ministerio del Aire y el oficial al mando de la RAF Station Tempsford tengan suficiente confianza en la organización [SOE] para creer que si estamos realizando la operación, existe una posibilidad razonable de que el comité de recepción desempeñe su función. parte.

La RAF amenazó, y no por última vez, a cancelar todos los vuelos para SOE. Y luego, con un tiempo milagrosamente bueno, la solución a los problemas de SOE en Francia se hizo presente.

Durante la tercera semana de noviembre, el nombre Henri Déricourt fue llamado su atención. Al final de la semana, se había enviado a Maurice Buckmaster, jefe de la Sección Francesa de SOE. A Buckmaster le gustó el aspecto de lo que vio en el papel y puso un rastro al MI5, cuya respuesta se recibió el 23 de noviembre. Mientras tanto, Déricourt fue invitado al hotel Northumberland para ser entrevistado por Selwyn Jepson, uno de los oficiales de reclutamiento de la Sección F. Déricourt tenía las calificaciones más fabulosas: tenía un buen conocimiento de primera mano de aviones similares al Lysander y los había aterrizado innumerables veces en franjas de campo muy rudimentarias; conocía bien el campo alrededor del Loira; y conocía muy bien París. Pero Jepson estaba allí para aprender sobre el carácter del individuo, así como sus calificaciones, y había una arrogancia sobre Déricourt que era algo inquietante. Cuando Buckmaster recibió el archivo MI5 en Déricourt fue una gran decepción, no era lo que quería ver. Afirmó que, aunque el RPS le había dado una factura de salud limpia, ellos (MI5) no lo recomendarían.

Aunque el MI5 todavía tenía la falsa impresión de que había sido piloto de Air France en Siria, una historia que mantuvo incluso mucho después de la guerra, sus sospechas se basaban en la suposición de que Déricourt había pasado por Francia antes de venir a Gran Bretaña, y ese hecho solo le hizo un riesgo dudoso. Porque si los alemanes supieran que estaba destinado a Gran Bretaña, "[Déricourt] habría sido un tema probable para la atención alemana ... [y por lo tanto] ... no creemos que [él] pueda ser eliminado desde un punto de vista de seguridad".

No hay duda de que si el MI5 hubiera aprendido lo que Dansey ya sabía, que toda su historia fuera una fabricación completa, entonces el nombre de Déricourt no se habría acercado a SOE. Así las cosas, ya sentían que no era digno de confianza. ¿Estaba Dansey simplemente siendo negligente en no transmitir lo que sabía sobre el francés, o había alguna otra razón para su silencio?

Entonces alguien habló en nombre de Déricourt. Nicholas Bodington se había enterado de que su viejo amigo de París estaba siendo considerado para trabajar dentro de su sección. Inmediatamente declaró que conocía al hombre personalmente y no dudaría en contratarlo. "Déricourt es un material de primera clase!" La recomendación extremadamente oportuna de Bodington contribuyó en gran medida a suprimir cualquier reparo.

Pero las calificaciones de Déricourt eran, de hecho, tan irresistibles que realmente no había ninguna duda seria sobre emplearlo. Buckmaster y sus colegas de alto nivel, Gerry Morel, Bourne Patterson y, por supuesto, Bodington, eran de una sola opinión: Déricourt era la respuesta a sus oraciones. Sin embargo, esos sentimientos no fueron de ninguna manera universales. A Vera Atkins, cuya opinión siempre fue muy valorada, se le pidió que fuera a ver a Déricourt y luego a informar.

Cuando lo vi, mi corazón se hundió porque sentí que no era un hombre en el que pudiera confiar. Por qué tuve esa impresión, no lo sé, pero supongo que uno resume a las personas a su manera. Posiblemente fue su actitud ligeramente burlona, ​​tal vez porque no parecía mirarse directamente a la cara; pero regresé y dije que no me gustaba y que no iba a confiar en él.

Lamentablemente, en esta ocasión, los "instintos" de Atkins fueron ignorados. Déricourt se unió a la SOE el 1 de diciembre y comenzó un programa de capacitación extremadamente específico y condensado.

Sin embargo, la llegada de Déricourt a SOE fue mucho más complicada de lo que se ve en la cuenta anterior, de hecho, existe una gran opacidad en el registro oficial sobre su reclutamiento. En general, se consideró que la persona que llamó la atención de SOE a Déricourt era "... probablemente André Simon". Simon era una conjetura lógica, ya que era el responsable del enlace entre la Sección F de SOE y la rama de Air Intelligence relacionada con la organización de los vuelos de los escuadrones de Deberes Especiales. Déricourt alentó este punto de vista al afirmar más tarde que había estado en la RAF, volando con el escuadrón de Deberes Especiales cuando fue "talento descubierto" por Simon. Déricourt incluso fabricó su registro de vuelo para apoyar esa historia. En Francia, un piloto que hizo deliberadamente entradas falsas en su registro de vuelo enfrentó un gran riesgo de perder su licencia. Claramente, Déricourt sintió que era un riesgo que valía la pena tomar. Cuando salió de Marsella en agosto, las autoridades de Vichy acababan de certificar su registro, que se situó en 3658 horas de vuelo y 94,5 horas de vuelo nocturno. Luego, una o dos páginas más tarde, comenzando el 6 de noviembre de 1942, Déricourt llenó veinte páginas de su registro agregando no menos de 150 vuelos diurnos, un total de 1243 horas y sesenta y ocho vuelos nocturnos que totalizan 192 horas; todo aparentemente con el escuadrón 161 de la RAF. Ninguno de esos vuelos tuvo lugar. Fue un invento de proporciones asombrosas.
De hecho, Déricourt estaba oficialmente en la RAF. El 1 de diciembre, el día en que se inscribió en el SOE, se le otorgó una comisión honorífica como Oficial de Vuelo en la Rama de Administración y Funciones Especiales de las Reservas de Voluntarios de la RAF. Era un requisito técnico de la SOE que todos sus oficiales tuvieran que tener un rango oficial en algún otro servicio británico. Pero Déricourt nunca realizó una sola misión para la RAF, y André Simòn no fue el hombre que lo llamó la atención de la SOE. A pesar de lo que el estado de los archivos de SOE, los altos funcionarios de SOE recuerdan que el nombre de Déricourt llegó a Baker Street a un nivel mucho más alto.

A mediados de noviembre, el Comodoro Aéreo Archie Boyle entregó un archivo delgado a su superior inmediato (el entonces Mayor General) Colin Gubbins, con el resumen más breve de los detalles de Déricourt. Una vez que Gubbins lo había leído, se lo pasó a su ayudante, Harry Sporborg, quien lo dejó gravitar hacia la Sección F. ¿Quién, uno podría preguntarse, trajo el nombre de Déricourt a la atención de Archie Boyle en primer lugar?

El fondo de Air Commodore Boyle fue Air Intelligence. Después del estallido de la guerra, se asoció con la División B del MI5, la sección responsable de todo el trabajo de contraespionaje en el Reino Unido. A fines de 1939, la División B había logrado "convertir" a varios agentes de Abwehr y hacer que trabajaran para Gran Bretaña. Para operar con éxito a los agentes dobles, la División B necesitaba un buen suministro de información secreta o altamente confidencial que el agente "convertido" pudiera transferir al enemigo, junto con material falso o engañoso, para que no fuera sospechoso. Este material genuino tenía que ser de una calidad bastante alta y tendría que soportar la probabilidad de ser revisado. Boyle quedó fascinado con el trabajo de la División B y ofreció, sin ninguna autoridad oficial, una selección de inteligencia genuina de su dominio en el Ministerio del Aire.

Para 1940 el trabajo de correr agentes dobles se había vuelto más complicado. No solo había más agentes para dirigir, sino que varios de ellos operaban en el extranjero y las operaciones en el extranjero eran técnicamente responsabilidad del MI6. Se hizo necesario establecer una nueva sección que coordinara las operaciones entre el MI5 y el MI6 y proporcionara un control adecuado sobre el material que se estaba pasando al enemigo. En julio de 1940, se creó la Junta Inalámbrica, un panel elevado de oficiales de inteligencia superiores, formado por Guy Liddell de MI5 (que también era el Director de la División B), Stewart Menzies (ya veces Claude Dansey) de MI6, John Godfrey el Director de Inteligencia Naval, el Director de Inteligencia Militar, y Archie Boyle. Durante este período, Boyle mantuvo relaciones muy estrechas con Menzies y Dansey y, aunque nunca se preocupó por el "tío Claude", no obstante, admiraba su perspicacia.

En junio de 1941, Boyle se convirtió en el Director de Inteligencia y Seguridad de la SOE y fue un activo magnífico para la organización en ese rol. Utilizó sus buenas relaciones dentro de la comunidad de inteligencia para lograr un alto nivel de enlace con el MI6 y el Servicio de Seguridad. Fue desde el MI6 que Boyle recibió el nombre de Déricourt.

Boyle era un hombre astuto y extremadamente inteligente, pero no hay pruebas de que le hubiera dado su recomendación a un candidato potencialmente inadecuado como Déricourt, a menos que, como MI5, él también hubiera sido engañado. No había más de tres oficiales dentro del MI6 que incluso conocían la existencia de Déricourt; uno estaba en Gibraltar, otro era Kenneth Cohen y el otro era, por supuesto, Claude Dansey. Dansey no solo logró deslizar a Déricourt en SOE, sino que también logró disfrazar su propia mano.

Antes de acercarse a SOE, le dijeron a Déricourt que lo enviarían a una sección del MI6 que se especializaba en operaciones de sabotaje, llamadas "operaciones especiales". En una declaración jurada ante el DST en 1946, Déricourt escribió:

Fui transferido a SOE, una unidad especialmente preocupada por el sabotaje. Este servicio, como todos los servicios aliados en ese momento, estaba controlado por SIS (MI6). Entré en un compromiso adicional, a través de André Simon, sobre el secreto de mi trabajo.

En una versión revisada de esta declaración, hecha en 1947, eliminó de forma circunspecta la referencia al MI6.

Parecería, también por otras pruebas, que André Simon estaba al tanto de los vínculos de Déricourt con el MI6. Aunque su nombre suena francés, Simon era completamente inglés y, de hecho, hablaba muy mal el francés. Era el hijo del famoso comerciante de vinos y tenía un estilo de vida bastante cómodo, con un lugar en el país donde vivía su esposa y un apartamento en la ciudad donde solía estar durante doce meses al año. Compartiendo el departamento con él, había otra mujer a la que mantenía en secreto de su esposa, pero aparentemente no de sus colegas de SOE.

Durante las semanas antes de que Henri fuera enviado a Francia, él y Simon se hicieron buenos amigos. De hecho, había un trío de bon-livesurs que se reunirían en el piso de Simon en Harley Street para probar su excelente colección de añadas de antes de la guerra, el otro miembro era Nicholas Bodington. Bodington, mejor que nadie, conocía la conexión de Déricourt con la inteligencia alemana, ya que era el hombre que le había presentado a Boemelburg en primer lugar. En la conversación, Déricourt y Bodington siempre se referían a Boemelburg no por su nombre sino por el sobrenombre de "notre ami". Bodington también estaba al tanto de la conexión secreta de Déricourt con el MI6, y fue el único que sufrió por ello.

Había alguien más en SOE que sospechaba una relación con MI6. El representante de Gubbins, Harry Sporborg, había sido abogado de la firma municipal Slaughter and May y había estado involucrado inicialmente con las operaciones de SOE en Escandinavia. Más tarde se convirtió en jefe del Grupo de Londres de SOE, la dirección responsable de todas las operaciones en el norte de Europa, y también fue el principal secretario privado para los asuntos de SOE ante el Ministro. Sporborg fue diputado de Gubbins mientras que fue Jefe de Operaciones y más tarde cuando se convirtió en Jefe de SOE. Los detalles iniciales sobre Déricourt que Boyle trajo a la oficina de Gubbins no fueron de preocupación inmediata. Sin embargo, cuando Sporborg leyó una transcripción de una de las entrevistas iniciales de Déricourt, escuchó el primer timbre de campanas de alarma. Déricourt, bajo la impresión de que estaba hablando con otro oficial del MI6, una vez más declaró a sus contactos en la inteligencia alemana. Según Sporborg,

Surgió durante el interrogatorio inicial antes de que se comprometiera. Creo que lo presentaría como una ventaja, como algo que podría aportar, como un punto a favor. Que él podría obtener información para nosotros, mientras que otros no podrían. Eso fue golpeado en la cabeza y le dijeron que no se esperaba que hiciera nada de ese tipo.

Al principio, Sporborg simplemente dudaba de la idoneidad del hombre para un papel sensible como el que tenía la Sección F en mente. Más tarde, sin embargo, sus dudas fueron reemplazadas por una oscura sospecha de que Déricourt tenía otras lealtades. La cuenta de Sporborg de la declaración de Déricourt ha sido constantemente negada por aquellos que tienen los registros.

Estas declaraciones de Déricourt parecen indicar que no era tan seguro de sí mismo como lo han hecho aparecer los informes. Al menos, no en compañía de altos funcionarios. Repitió este detalle sobre sus contactos alemanes en al menos tres ocasiones (a su llegada a Air Intelligence y luego a SOE), asumiendo, como hicieron tantos franceses, que simplemente había un gran conglomerado amorfo llamado "Inteligencia Británica". (Ni a los franceses ni a los alemanes se les ocurrió que SOE y el MI6 eran entidades separadas). Cuando llegó a Gran Bretaña, Déricourt supo que se enfrentaba a un posible internamiento (sin duda, incluso Dansey lo amenazó con él), pero también sabía que el conocimiento de las cifras en la inteligencia alemana era una moneda con la que podía negociar. Pasado de un alto oficial británico a otro, Déricourt nunca supo con quién estaba hablando en ningún momento. Eventualmente, él aprendería a ser más prudente.

Claude Dansey había arrancado a Déricourt de la corriente de vida desagradable que inevitablemente arrasaba las costas de Gran Bretaña en tiempos de guerra. Luego disfrazó la verdad de los orígenes del hombre desde el MI5 y ofreció sus servicios a una organización que sabía que era demasiado ingenua y confiada para detectar una "falta" cuando la veía, pero al mismo tiempo no era tan ingenua como para no habría sospechado de un regalo de Dansey. En consecuencia, y con la connivencia de Déricourt, disfrazó cuidadosamente su propia mano en la transacción.
¿Por qué hubo tanto engaño entre los servicios secretos británicos? ¿Por qué los oficiales de la Sección F como Bodington y Simon no informaron a sus superiores en SOE lo que sabían sobre Déricourt? ¿Se sentían responsables ante alguna autoridad superior?

Vera Atkins fue el único oficial de la Sección F que expresó reservas sobre Déricourt y, solo para agregar grano a su molino, Déricourt hizo el pedido irregular de que se le dieran algunos diamantes para complementar sus operaciones planeadas en Francia. Los diamantes, le aseguró, estaban actualmente en una prima en el París ocupado. Atkins se dio cuenta de que esto era la prueba descarada de un vendedor negro endurecido. Cuando ella protestó ante Buckmaster y compañía, sus objeciones fueron anuladas y Déricourt obtuvo sus diamantes. La Sección F no pudo esperar para ponerlo en el campo.

El 5 de diciembre fue conducido a la RAF Tempsford para ser presentado a algunos de los pilotos que iban a volarle en Francia. Uno de ellos fue el joven Hugh Verity. Acababa de ser transferido de la sede del Comando de Combate al Escuadrón 161 y él mismo estaba aprendiendo sobre el Lysander. Con el tiempo, Verity se convertiría en Líder de Escuadrón y, más tarde, en Capitán de Grupo, pero durante ese diciembre tan húmedo todavía era un Teniente de Vuelo de 24 años, graduado de Oxford, habla español y francés con fluidez, con algunas semanas de entrenamiento en Lysanders. Él y Déricourt lo golpearon de inmediato. Para Déricourt, RAF Tempsford era como un hogar lejos de casa. La sociedad de pilotos, docenas de extrañas aeronaves nuevas para explorar, incluso el olor a combustible de aviación hizo un cambio bienvenido de todas las presiones en Londres. Déricourt comenzó a relajarse y resurgió un poco de su antiguo y agradable encanto. Para Verity, Déricourt fue una figura de cierta fascinación. Era diez años mayor que él y claramente un piloto extremadamente experimentado. Pero además de su experiencia obvia, también había un aire de intriga sobre él.

Déricourt le contó a Verity algunas historias bastante altas. Por ejemplo, que solía ganar £ 300 a la semana como piloto de acrobacias con un equipo acrobático, mientras que en los días del circo volador casi nunca tenía dinero suficiente para pagar el combustible. Afirmó tener un apartamento en París, que no tenía; que él era el alcalde de un pequeño pueblo en Francia; y que había escapado de Francia haciendo trekking a través de los Pirineos. Bueno, los muchachos en el Escuadrón 161 ciertamente se lo llevaron. Él no era uno de tus "joes" típicos (el término que usaban para los agentes), realmente era uno de ellos, alguien que tenía una apreciación genuina de los peligros involucrados en su trabajo. Su humor taciturno desmentía un sentido de cuidadosa responsabilidad y confiabilidad. Los cuentos del circo volador, o de sus "aventuras" en la Guerra Civil Española, le hicieron ganar regularmente bebidas en el desorden de los oficiales: un terreno sagrado para un forastero.

Déricourt aprendió rápidamente la rutina para trazar caminos de bengala para los Lysanders y Hudsons, los rudimentos del paracaidismo en la base aérea de Ringway y los procedimientos básicos de seguridad en uno de los centros de capacitación de la SOE. En la noche del 22 de diciembre, apenas tres semanas después de unirse a él, fue vestido con un traje francés, recibió un juego de papeles falsos para un Maurice Fabre (la nueva persona que se esperaba que adoptara en Francia), el nombre en clave GILBERT y un regalo de despedida de un par de gemelos de oro de Buckmaster. Se sentó y esperó a que lo llevaran al Hudson, pero a medianoche el clima se había cerrado y la operación fue abortada. De manera deprimente, el clima se ajustó a un patrón para el resto de la semana y la misión se canceló hasta el próximo período lunar, en enero. Déricourt no llegó a casa por Navidad.

Tenía alrededor de un mes para matar antes de la próxima luna y pasó parte de ese tiempo en Londres. El 11 de enero, Verity lo llevó en un bombardero de Oxford y le dio doble instrucción. Esa misma tarde le permitieron subir a un Lysander y hacer un par de circuitos del campo; y esa fue la suma total de los vuelos que hizo para la RAF. A las 10.30 p.m. el 22 de enero de 1943, la Operación OCTO llevó a Déricourt y otro agente de SOE llamado Jean Worms en un Halifax a través del Canal a la Francia ocupada. Los gusanos saltaron primero, a una recepción preparada por Andrée Borrel y Francis Suttill en un campo cerca de Chartres. Worms era el líder de un "reseaux" (red) completamente judío llamado ROBIN que se establecería en el distrito de Marne y se convertiría en otro subcircuito de la red PROSPER. Déricourt prefería que lo dejaran "a ciegas", bajando veinte minutos después en un gran campo al norte del Canal de Orléans, cerca de Pithiviers.

martes, 6 de agosto de 2019

Espionaje: Las reglas del juego en la Francia ocupada

SOE: Las Reglas del Juego

Weapons and Warfare




NO ESPECIFICADO - alrededor de 1944: la sede de la Gestapo francesa aseguró el arresto completo del grupo; 1er sonó - 1ra fila: Fritz Bittner (1), Karl Doring (2), Sattler (3), Boemelburg (4), Hans Kieffer (5) , Reiser (6), Fritz Mohr (7), Arthur Katzemich (8) ;; 2e sonó - segunda fila: Roeding (1), Hans Hoppen (2), Joachim Kleist (3), Hans Damelo (4), Adolf Tippner (5), Hans Hofmann (7), Grenzmeier (9), Richard Becke (11), Hans Knittel (12), Herbert Richter (13), Paul Thummel (14), Vogt (15), Willy Muller (16), Georg Froitzheim (17); 3e sonó - 3ra fila: Willi Netzer (1), Richard Baldeweg (2), Joseph Daumelang (3), Willi Meissner (4), Ludolf Kroenke (5), Karl Braun (6), Hans Oppelt (7), Konrad Metscher (8), Richard Hamann (9), Heinrich Einfeld 10), Alfred Saalberg (11), Grunewald (15); 4e sonó - 4ª fila: Lackert (1), Noehring (3), Richard Schroeter (4), Otto Schwab (5) (Foto por Apic / Getty Images)


Durante las primeras horas de la mañana, Déricourt caminó a través de los campos abiertos y congelados hacia la pequeña línea recta que sale de Orléans a Poitiers. Cogió uno de los trenes de leche de la madrugada que avanzaba lentamente hacia Gare d’Orsay a media mañana. Su primera prioridad era calentarse y dormir un poco. Se presentó en el apartamento de JuJu cerca de la Place des Ternes, llamó a la puerta pero no obtuvo respuesta. Su antigua llama, Julienne Aisner, se había vuelto bastante seria con respecto al joven abogado Charles Besnard. El propio apartamento de Besnard no estaba lejos, en la avenida Malakoff, pero Déricourt decidió no molestarlos. Tomó el metro hasta la estación Gare de l'Est y compró un boleto para Reims.

En algún momento de la tarde llegó al pequeño pueblo de Coulognes-en-Tardenois. Esperó en el pequeño bar hasta que su madre regresó a casa del trabajo antes de llamar a la puerta. Durmió la mayor parte del día y se despertó alrededor de las diez de la noche para hablar. Su madre sabía por experiencia que no creía mucho de lo que su hijo le decía; Su padre no le dijo nada. Sentado junto al fuego en el gran sillón, el marco aún más grande de Alfred Déricourt le parecía a su hijo expandirse con cada respiración. Henri, al partir, le dejó a su madre una gran cantidad de billetes del efectivo que el SOE le había dado.

Al mediodía del día siguiente, él estaba nuevamente fuera del apartamento de Juju en la Place des Ternes. Cuando abrió la puerta tuvo que recuperar el aliento. Después de otra de sus características desapariciones allí estaba, tan grande como la vida. Ella nunca se acostumbraría a su imprevisibilidad. Explicó con crudeza que estaba trabajando para los británicos, que por supuesto ella no creía, y que iba a Marsella para recoger a su esposa y llevarla a París. ¿Podría encontrarlos en algún lugar para quedarse? JuJu dijo que lo intentaría. Luego le dejó algo de su dinero en efectivo de SOE y tomó el tren a Marsella.

Rémy Clément había sido retirado de Air France cuando esa compañía se vio obligada a cancelar sus pocas rutas restantes. Obtuvo un empleo en la oficina de la compañía La Bourne en Marsella y estaba sentado en su escritorio, con la mente muy lejos de su trabajo, cuando sonó el teléfono. Fue Jeannot. Estaba casi incoherente con la alegría, pero lo esencial de su mensaje era que Rémy debía ir a su apartamento de camino a casa esa noche. Ella no dijo nada más, pero Rémy no tenía dudas, Henri estaba de vuelta. Déricourt abrió la puerta e hizo pasar a Rémy a la pequeña habitación en 50 Rue Curiol. Hubo muchos abrazos, asintiendo y guiñando un ojo cuando Déricourt comenzó a revelar su propósito. Quería que Rémy viniera a París con él, para ayudar en una operación secreta para los británicos. Los agentes secretos llegaron y salieron de Francia a altas horas de la noche y necesitaban a alguien que organizara los vuelos, descubriera los campos correctos, trazara rutas de vuelo; gradualmente, Déricourt entró en toda la operación para el SOE con gran detalle. Rémy estaba extremadamente tentado, pero al mismo tiempo muy cauteloso. Déricourt fue un aventurero tan escandaloso.

Tenía un buen trabajo, pero no tenía futuro. Me sentí contra una pared y con la ocupación me sentí atrapado. Me estaba ofreciendo algo que ansiaba. Estar involucrado con volar de nuevo.

Contra esto Rémy tuvo que sopesar dos cosas. No le gustaba la idea de tener algo que ver con agentes secretos, y estaba aterrorizado de ser atrapado por los alemanes. Pidió algo de tiempo para pensarlo. Déricourt explicó que él y Jeannot tomaban el primer tren por la mañana. Tendría que conocer la respuesta de Rémy antes de que se fueran.

A las cinco y media de la mañana siguiente, Clément subió lentamente la empinada colina del Boulevard d’Athenes hasta la Gare St Charles. En la estación le dijo a Déricourt que vendría, pero necesitaba algo de tiempo. No lo refrenó la duda, sino la burocracia. En unas pocas semanas, le correspondería el pago de sus vacaciones y no quiso perder el dinero. En tres semanas él y su esposa deberían estar en París. Su única condición era que nunca se esperaría que tuviera nada que ver con agentes. Déricourt no tuvo mucha elección; el acepto. En algún momento durante el viaje a París, Déricourt decidió deshacerse de los documentos de identidad falsos que le había dado SOE. Era demasiado conocido, nunca podría hacerse pasar por 'Maurice Fabre', por lo que se mantuvo como Henri Déricourt.

En París, él y Jeannot se quedaron las primeras noches con JuJu, durmiendo en las tablas desnudas. Su esposa sabía todo sobre la relación de Henri con la otra mujer, pero parecía lidiar con la incomodidad temporal sin quejarse. Sin embargo, estaba claro que el acuerdo no podía durar.

En algún momento de los primeros tres días, Déricourt se contactó con Sturmbannführer Karl Boemelburg. Fue recogido en algún lugar del Bois de Boulogne por un Citroën negro y conducido alrededor del laberinto de pequeñas carreteras que serpentean a través del Bois. Naturalmente, no hay una transcripción de la conversación que tuvo lugar, pero se ha visto afectada a través de la "Gestapo folklore" (absurdo pero cierto) que Déricourt logró convencer a Boemelburg de sus fuertes sentimientos políticos. La conversación fue en las siguientes líneas.

Déricourt describió, en detalle, el proceso por el cual había sido transportado fuera de Francia a través de la Línea Pat hasta Gibraltar. Esto convenció a Boemelburg de que el vendedor del mercado negro probablemente había estado en contacto con la "inteligencia británica". Entonces Déricourt se embarcó en una vívida descripción de una Gran Bretaña al borde de una revuelta masiva, donde el gobierno estaba plagado de socialistas y comunistas, y donde el británico común no sentía simpatía por las políticas bélicas de Churchill. Debido a sus propias calificaciones especiales, Déricourt había sido contratado para organizar el transporte de agentes secretos dentro y fuera de Francia. Sin embargo, enfermo por la visión de un bolchevismo desenfrenado, había decidido ofrecer sus servicios a las únicas personas que sabían quién era el verdadero enemigo y cómo combatirlo: los nazis.

Si Boemelburg creyó o no a Déricourt no se quedó con el resto de la historia. El viejo nazi era un hombre altamente sospechoso y habría requerido mucho más que meras señales de empatía política para convencerlo. Una cosa que lo habría impresionado, de hecho siempre lo había impresionado, era la extraordinaria calma y seguridad de Déricourt. Había algo en su discurso tranquilo y cuidadoso que irradiaba confianza, y era la confianza de Boemelburg lo que quería. Acordaron reunirse de nuevo antes del final del día. En esa segunda reunión, Déricourt emergió con un valioso sobre en el bolsillo de su abrigo. Los problemas de alojamiento de Henri y Jeannot se habían resuelto.

En su tercer día en París, Jeannot y Henri recogieron sus pertenencias y pasearon por la Rue du Fauborg St Honoré, hasta el Hotel Bristol, donde presentaron al hombre que estaba sobre el escritorio con la carta de autorización de Boemelburg. El Hotel Bristol era un hotel controlado por los alemanes. No fue ocupado por alemanes, sino por sus invitados, civiles en su mayoría; Funcionarios de Vichy, banqueros e industriales. Era un lugar de reunión discreto y conveniente donde la empresa privada podía reunirse y ser entretenido por las autoridades nazis. Era casi el hotel más caro y ciertamente el más exclusivo de París. Los pisos de mármol altamente pulidos reflejaban botas negras y las brillantes luces de los candelabros de cristal. Para Jeannot fue una experiencia que nunca olvidó. Habiendo vivido en Marsella y lejos de las manifestaciones más obvias de la ocupación, la visión de tantos uniformes alemanes la aterrorizó. No podía soportar comer en el restaurante porque la vista de tanto negro como gris la ponía incontrolablemente nerviosa. No tenía idea del significado del lugar y no sabía nada de los arreglos de su marido con los alemanes. Todo lo que sabía era que no le gustaba. Henri, por otro lado, se deleitaba en ello.


Karl Bömelburg


Por supuesto, vivir en Bristol era un riesgo extraordinario, aunque solo sea porque lo hubiera visto un futuro contacto de la red de PROSPER. Había una puerta trasera conveniente al hotel que daba a un pequeño carril que conducía a la Rue de Penthièvre. Henri y Jeannot salían a comer a una pequeña cita del mercado negro que llamaron La Conte, donde se encontraron con JuJu y otros. JuJu no le había contado a Besnard sobre Henri por temor a que el respetable abogado pudiera desaprobar al piloto de mercadotecnia negra. Él ciertamente habría desaprobado que ella tuviera algo que ver con la Resistencia. Déricourt convenció a JuJu de que su trabajo en París era serio y que necesitaba que alguien más trabajara con él, que fuera su mensajero. Al principio se mostró incrédula, pero finalmente se sintió intrigada por la perspectiva y accedió a ayudar. JuJu nunca supo dónde se alojaban Henri y Jeannot, ni, por supuesto, sobre sus contactos con Boemelburg.

El acuerdo en el Bristol no pudo durar. Tres semanas después, JuJu le mencionó a Déricourt que su contacto en el mercado negro Bladier tenía un piso en venta en el distrito 16, no lejos de la avenida Foch. El sencillo apartamento de dos habitaciones en el tercer piso de 58 Rue Pergolese les encajaba perfectamente, pero había mucho trabajo por hacer antes de que fuera habitable. Mientras tanto, Henri y Jeannot se mudaron a una habitación en un hotel en la Avenida del Coronel Moll hasta que el alojamiento en la Rue Pergolese estuviera listo. Déricourt estaba absolutamente encantado con la perspectiva de ser dueño de un apartamento en esa área. Había un pequeño restaurante del mercado negro a 100 metros de su puerta y a menos de diez minutos, a la vuelta de la esquina, estaba el cuartel general de Boemelburg, en 82–84 Avenue Foch.

Hacia fines de febrero, Rémy Clément y su esposa llegaron y se instalaron en el maravilloso estudio de un artista en Montmartre, con una vista de Sacre Coeur desde la ventana. El pequeño grupo de Déricourt estaba ahora reunido. Fue codificado con el nombre de FARRIER. Fueron contactados por algunas personas PROSPERAS; Andrée Borrel, que compartiría las tareas de mensajería con JuJu, y Jack Agazarian, que proporcionaría comunicaciones de radio con Londres. Déricourt y Clément crearon un sencillo código de campana telefónica. Dos anillos: nos vemos en La Conte; Tres anillos: encuentro en Chez Tutulle; un anillo y luego dos: noticias del extranjero, y así sucesivamente. Casi inmediatamente, Rémy fue enviado a Vienne para hacer una encuesta de posibles campos para usar como pistas de aterrizaje. Pero antes de que se hicieran estos arreglos, Déricourt ya había entrado en su entendimiento con el SD. Ya había muchas vidas en juego, y el juego ni siquiera había comenzado.
Durante la última semana de febrero, fue contactado por Lise de Baissac, que quería ayuda para que algunas personas regresaran a Londres. Uno de ellos fue su hermano Claude, el organizador de otra extensa red que se extendía a lo largo de la costa atlántica, llamada CIENTÍFICO. Las redes SCIENTIST y PROSPER se vincularon tanto geográfica como estratégicamente, siendo Lise de Baissac el conducto a través del cual fluyó la mayor parte de la información entre Claude de Baissac en Burdeos y Francis Suttill en París. Estos dos grandes hombres tenían mucho en común, pero el elemento más crítico que compartían, junto con otras innumerables redes en Francia, era su confianza en el Oficial de Movimientos Aéreos de la SOE, Déricourt.

La primera operación de Déricourt, que llamaron TRAINER, se planeó para la próxima luna llena a mediados de marzo. Sería un doble Lysander; Aterrizaje de dos aviones, uno tras otro. El Lysander podría llevar a tres adultos en la cabina trasera, o, en caso de apuro, dos adultos y dos niños. Fue una operación de una sola tripulación, no navegante ni artillero. Con sus mapas extendidos en su regazo, el piloto volaría a las coordenadas dadas y luego, a la luz de la luna, sería guiado por los ríos o los ferrocarriles hacia el campo donde el comité de recepción estaba esperando.

El 17 de marzo, cuatro hombres compraron boletos para Poitiers en la Gare d’Orsay y, después de hacer contacto visual con Déricourt, abordaron el tren y se sentaron a intervalos a lo largo de su recorrido. En Poitiers, todos se fueron por caminos separados, habiendo acordado reunirse después del toque de queda en un lugar en las afueras de la ciudad, donde Déricourt esperaba con media docena de bicicletas. Pedalearon en una sola fila, Déricourt, con la única lámpara, a la cabeza. Los llevaba a un campo que SOE le había dado en Londres. Ya probado y probado, había sido codificado B / 19.

En toda Francia, más de ochenta de estos campos habían sido identificados como aptos para el uso clandestino. Aquellos utilizados para las operaciones del MI6 se clasificaron como ROJOS y se separaron cuidadosamente de los campos SOE, que se clasificaron como AZUL. Oficialmente, los pilotos no debían saber ni la identidad de las personas que transportaban ni el servicio para el que trabajaban, sino que al señalar si volaba a R / 12 o B / 31, un piloto podría deducir si se trataba de una operación MI6. o uno para SOE. Cuando las referencias codificadas se tradujeron en tierra y árboles, uno comienza a apreciar el extraordinario valor de los hombres que trajeron aviones a la campiña francesa en plena noche.

Déricourt dejó a sus pasajeros en un pequeño barranco envuelto por árboles en el extremo superior del campo y salió corriendo para trazar el camino de la bengala. Era vital que el piloto tuviera un acercamiento claro al campo, para que supiera que podía descender cómodamente sin temor a sujetar la parte superior de un árbol o cables eléctricos. La dirección precisa de la franja dependía de la dirección del viento, que era débilmente del noreste esa noche. Una helada fuerte había creado una corteza firme en el suelo; en teoría, debería ir bien. Todo el campo tenía que tener al menos medio kilómetro de largo, dentro del cual se marcaba el camino de la bengala, de unos 150 metros de largo y 50 metros de ancho, con antorchas en forma de una L invertida. El extremo superior de la L invertida daba la pilotar el ancho de su tira; dos, a veces tres luces puestas en el viento le dieron la longitud.

De vuelta en el barranco, sudando y respirando grandes columnas de vapor, Déricourt se reunió con sus pasajeros. Aproximadamente una hora antes de la fecha de vencimiento del avión, sacaron un poco de café y pan y trataron de mantenerse calientes. Entre los cuatro pasajeros se encontraban tres importantes oficiales de la SOE. El organizador del CIENTÍFICO Claude de Baissac había estado en Francia desde junio de 1942, y regresaba a Londres para descansar y volver a informar. Con él estaba France Anthelme, organizadora del circuito paralelo pero mucho más pequeño al de Suttill, llamado BRICKLAYER. En el día D, BRICKLAYER sería responsable de crear líneas secretas de suministro de alimentos y finanzas para el ejército invasor. Él también estaba estrechamente asociado con Suttill. Con él se encontraba un operador inalámbrico, no identificado. El cuarto, Raymond Flower, fue el organizador del circuito MONKEYPUZZLE, basado en Tours. Había estado en Francia desde junio del año anterior, pero su pequeño grupo nunca había despegado y regresaba a Londres, aunque no lo sabía en ese momento, para ocupar un puesto de enlace.



Poco después de la medianoche, se escuchó el sonido del motor Bristol Mercury entrando y saliendo del viento. Déricourt les dijo que permanecieran ocultos hasta su señal y luego se lanzaron a las antorchas, encendiendo cada una y luego de pie en el punto de comando con su propia antorcha en la mano. Al hacer contacto visual, mostraría en Morse la letra de identificación "D". El Lysander respondería con la misma letra. El oficial de vuelo 'Bunny' Rymills amontonó su avión y descendió a unos 300 pies, sobrevolando la hilera de luces, reorientó e hizo otra aproximación. Luego, bajando bastante, hizo otra pasada, sintiendo el viento. Su enfoque final fue perfecto y bajó el avión a las 12.30 a.m.

Déricourt transmitió la señal a los hombres en los árboles, que treparon por la pendiente y se dirigieron al Lysander. Fuera de la cabina trasera, donde solía colocarse un artillero, tres hombres bajaron cautelosamente por la escalera. Escogió a tres de sus cuatro pasajeros para ir en el primer avión y ordenó a los recién llegados que los ayudaran a bordo con su equipaje. Siete minutos más tarde, Rymills aceleró el acelerador, soltó los frenos y dejó que el avión rodara por la tira de baches hasta que ella ganó la velocidad suficiente para levantarse, casi verticalmente, en el aire. Mientras tanto, Déricourt y los tres recién llegados, además de Anthelme, regresaron al barranco para esperar. Normalmente en un "doble", el segundo avión estaba a solo un par de minutos de distancia. En esa ocasión estuvo casi media hora detrás de su líder. Mientras los recién llegados esperaban, el torrente de adrenalina había comenzado a diluirse y las primeras inquietudes acerca de caer en el territorio ocupado por el enemigo estaban disminuyendo. Déricourt siempre mantuvo un frasco de coñac para aflojar la tensión.

Alrededor de las diez y una, el sonido de Lysander de Vaughan-Fowler se fue acercando lentamente al oído, y Déricourt dio una palmada en la espalda a Anthelme, como para decir, después de todo, no se quedará atrás. La recogida de Vaughan-Fowler no funcionó tan bien como la de Rymills. El terreno era particularmente accidentado, lo que sacudió al Lysander y provocó que el motor se encendiera. Se detuvo con las llamas lamiendo la cubierta del motor. Déricourt trepó a los puntales del ala hasta que su rostro estuvo virtualmente dentro de la cabina, donde siguió una breve conversación, conducida a todo pulmón. Fuera de la carlinga trasera se encontraba la señora del operador de radio, madame Agazarian. Una vez que cayó, Déricourt saltó por la escalera, agarró una Mae West de repuesto (un salvavidas inflable) y la metió en el escape del motor, lo que tuvo el efecto de sofocar las llamas. Mientras tanto, Anthelme, aterrorizada de que todo el avión explotara, permaneció inmóvil al pie de la escalera. Déricourt hizo una rápida sacudida con el pulgar y Anthelme se subió a bordo. Una señal a Vaughan-Fowler y el motor se aceleró. Él estaba en el suelo a la 1 a.m.

De vuelta en el barranco con sus antorchas, Déricourt comenzó a ordenar a los recién llegados. Las primeras horas que los agentes entrantes pasaron en Francia fueron a menudo las más agotadoras. Habiendo volado a través de una noche negra y helada hacia un campo extranjero, necesitaban ese primer contacto con un amigo en territorio hostil. También tenían hambre de noticias, de una evaluación de su situación, de cualquier cosa trivial que pudieran necesitar para saber qué Londres se había olvidado de transmitir. Déricourt abandonó su habitual eficiencia muda y conversó con los agentes, aparentemente solo para tranquilizarlos. Pero a la luz fría de la mañana siguiente, muchos de estos agentes reflexionaron sobre la curiosidad de Déricourt. Se propuso aprender todo lo posible sobre todos los que pasaron por sus manos. Tenía una memoria prodigiosa y pronto construyó un registro mental de quién trabajó con quién. Además de Madame Agazarian, que había venido a trabajar junto a su esposo, estaba John Goldsmith, que había tenido una carrera breve y poco rentable con CARTE en el sur, pero que ahora trabajaba con las redes con sede en París; Henri Lejeune, que estaba con la sección gaullista (RF) pero que parecía tener vínculos con las redes de la Sección F; y Roland Dowlen, un operador de radio para una pequeña red en París, separado de, pero en comunicación con PROSPER, llamado CHESTNUT. Apenas figuras clave en el centro de las redes del norte, pero todas con un solo factor común; Todos tenían vínculos con PROSPER. Esto, en sí mismo, no tenía gran importancia, pero impresionó a Déricourt de que, aparte de un vínculo común, también puede haber un propósito común. En esa etapa, sabía muy poco acerca de la importancia estratégica de PROSPER, pero sabía que no podía pasar mucho tiempo antes de que se encontrara con el hombre en el centro de la gran red.
El grupo pedaleaba en un solo archivo por los carriles negros hacia Poitiers. Sus procedimientos de seguridad habían sido bien ensayados en Londres. Cada uno tenía su propia historia de portada, documentos de identidad falsos, talones de devolución de boletos de tren comprados con anterioridad, etc. En Poitiers se separaron, completando las horas hasta el amanecer, cuando convergieron en la estación de tren. En la plataforma, donde esperaban el tren a París, se mezclaban discretamente con las multitudes de la madrugada, evitando el impulso de mirarse el uno al otro. Aunque sus caminos sin duda se cruzarían de nuevo, por el momento estaban solos.

Déricourt tuvo que quedarse para lidiar con las bicicletas y tomó un tren posterior que lo llevó a París después del almuerzo. Desde su punto de vista, la Operación TRAINER había sido un éxito. Descubrió que, en general, los agentes estaban bastante a gusto con él. Su profesionalismo parecía crear un sentido de confianza y en ese estado de ánimo muchos de ellos eran muy habladores. De hecho, toda la operación había sido bastante estimulante. Parecía que el negocio podría tener sus momentos. De vuelta en el ‘Coll Moll’, el hotel en Avenue Colonel Moll, Déricourt se desplomó en su cama y durmió hasta la mañana siguiente.

A los pocos días de la operación de marzo, hubo otra reunión con Boemelburg, una especie de reevaluación, con el objetivo de formalizar la situación. En esa reunión, Déricourt le proporcionó a Boemelburg una descripción detallada de todos los que habían viajado a los Lysanders. Boemelburg le preguntó si sabía algo sobre PROSPER, a lo que Déricourt respondió que había oído que tenía algo que ver con la invasión.

La relación que se desarrolló entre estos dos hombres fue una de las grandes alianzas de la guerra secreta. Desde el principio tenía todas las características distintivas de algo que duraría, y fue significativo no por lo que implicaba, sino por lo que no implicaba. Fue la experiencia de la mayoría de los oficiales superiores en la avenida Foch, y especialmente en Boemelburg, que la coerción no fue una base duradera para ningún contrato de inteligencia. Se acumuló resentimiento y amenazó la seguridad de todos los involucrados. La coerción estaba bien para el corto plazo cuando los resultados inmediatos eran la esencia del contrato, pero no ofrecía ninguna promesa para el futuro. El dinero había sido tradicionalmente esencial para estos arreglos y era bien sabido que la SD tenía recursos casi ilimitados. Pero aquí, también, Boemelburg fue notablemente circunspecto. No confiaba en nadie cuyos motivos fueran puramente lucrativos. Al igual que Dansey en Londres, no solo conocía el valor del dinero sino también su valor. Si todos los hombres tuvieran su precio, sería extremadamente imprudente basar un entendimiento en los caprichos del libre mercado. Por otro lado, el SD también era extraordinariamente correcto y habría sido igualmente sospechoso de cualquiera que no aceptara dinero en absoluto. Los archivos de SD revelan que, a diferencia de la mayoría de sus informadores, Déricourt no recibió un salario regular, aunque, por supuesto, aceptó la extraña cantidad de generosidad que se le presentó. (Hay un archivo masivo de recibos firmados que el SD extrajo de todos sus informadores, que ahora descansa en las bóvedas del horario de verano francés en la Rue Saussier. Está custodiado como si fuera un secreto nacional, lo que probablemente sea).

Déricourt fue identificado oficialmente como BOE / 48 - 48º agente de Boemelburg. Poco después de esa reunión, Boemelburg presentó el nombre GILBERT (sinónimo de BOE / 48) a algunos de sus colegas en Avenue Foch, especialmente a su subordinado inmediato, Josef Kieffer. Boemelburg ya había colocado a GILBERT dentro del contexto más amplio del fenómeno de expansión conocido como PROSPER. La confirmación de Déricourt de la posición estratégica de PROSPER garantizó que la relación se llevaría a cabo desde las primeras etapas. Pero aquí hay un defecto fundamental en la forma en que los alemanes operaban a sus dobles agentes. El hombre que hizo el contacto inicial siempre se convirtió en el controlador: era una cuestión de orgullo personal. Pero también fue un error crítico, ya que el controlador carecía de la objetividad para ejecutar a su agente con prudencia y su juicio a menudo era parcial al analizar la inteligencia que recibió. En Gran Bretaña, durante mucho tiempo se había apreciado que los "dobles" eran una especie volátil y eran transmitidos por aquellos que habían hecho el primer contacto con los controladores profesionales que eran más desapasionados. En el caso de Déricourt, existía la posibilidad, para Boemelburg, de información que sería verificable de inmediato. Así que sobre esa base creció su confianza mutua.

¿Cuál fue, entonces, el papel de Déricourt? ¿Por qué estaba allí y qué estaba haciendo? Los archivos alemanes y franceses confirman que llegó a un acuerdo con Sicherheitsdienst en febrero de 1943. Antes de examinar los motivos, vale la pena mencionar aquí un pequeño punto sobre el tema del dinero. Las autoridades británicas siempre han afirmado que Déricourt hizo lo que hizo para obtener una recompensa económica. SOE le pagó para organizar las operaciones de Lysander y los alemanes le pagaron nuevamente por la entrega de información de inteligencia sobre esas operaciones. Por supuesto, era un "ericurista", como lo describió una vez su amigo Clément, pero si entró en el acuerdo con el SD solo por dinero, no lo hizo especialmente bien. Tomado durante el transcurso de toda su misión, el dinero que Déricourt ganó del SD no era mucho más que lo que ganaba cualquier típico vendedor negro durante el curso de la guerra. De hecho, era una cuestión de cierto resentimiento con Déricourt por no haberlo hecho mucho mejor.

Cualesquiera que hayan sido los motivos privados de Déricourt, su acercamiento al SD se realizó, de hecho, siguiendo instrucciones de Claude Dansey. Karl Boemelburg fue el oficial de SD de mayor rango en Francia. (Por encima de él estaba el oficial de las SS, Standartenfuhrer, el Dr. Helmut Knochen, que informó directamente a Himmler). Boemelburg informó directamente al jefe de contraespionaje y contra sabotaje de la RSHA en Berlín, Horst Kopkow. Boemelburg fue el oficial de contraespionaje más importante de Francia. Si fuera posible ganar los corazones y las mentes del SD en París, sería una tremenda ventaja para las propias operaciones de inteligencia de Dansey. Si Déricourt pudiera tener una idea de las operaciones del SD, sería un golpe comparable a descifrar sus códigos ENIGMA.

Pero, ¿cómo obtendría Déricourt alguna información de Boemelburg? Seguramente el SD no iba a sentarse con Déricourt y discutir sus operaciones. Por supuesto no. La base de la operación de Déricourt se basaba en la vieja máxima de que las preguntas son mucho más reveladoras que las respuestas. El verdadero objetivo de Dansey era descubrir lo que Boemelburg quería saber. Fue una operación clásica de doble agente. Primero, un agente británico se acerca a los alemanes y les ofrece información sobre las operaciones británicas, y luego les da material que se puede verificar y evaluar rápidamente. Una vez que eso hubiera ocurrido, sus expectativas comenzarían a aumentar. "Si él puede proporcionar información sobre X, tal vez sepa algo sobre Y". A medida que aumenta su confianza, junto con su apetito de información, sus preguntas se vuelven más expansivas, más codiciosas, más directas: "¿Ha oído algo acerca de una conexión inalámbrica? ¿El operador que viajaba al Jura? '' ¿Sabe algo acerca de un grupo cerca de Compiègne? '' ¿Puede averiguar algo sobre un determinado médico en Toulouse? '' ¿Sabe de algún contacto del Abad en Tulle? '

Al igual que los franceses, los alemanes nunca imaginaron que SOE y MI6 fueran dos organizaciones separadas. Simplemente fueron vistos como diferentes departamentos de algo llamado "inteligencia británica". La preeminencia de Boemelburg en las operaciones de contraespionaje del SD significó que sus investigaciones cubrieron una amplia gama de redes, algunas de ellas de Dansey. Déricourt tomaría una nota cuidadosa de todas las preguntas de Boemelburg y lo enviaría a uno de los contactos de Dansey. En Londres, un proceso paciente de enumeración, cotejo y referencias cruzadas de esas preguntas revelaría gradualmente lo que el enemigo ya sabía, lo que necesitaba saber, cuáles eran sus preocupaciones y, lo más importante, cuáles eran sus prioridades.

Un flujo constante de este material permitiría a Londres crear una imagen extremadamente clara de las operaciones del SD en Francia. Por supuesto que había un precio para esta información. Al igual que con ULTRA, la libertad de Dansey para actuar sobre esta inteligencia estaba restringida por el riesgo de que tal acción pudiera comprometer su fuente. Por ejemplo, una investigación sobre un grupo cerca de Rennes revelaría que se estaba llevando a cabo una operación contra los reenvíos PARSON de la SOE. El hecho de que Dansey alertara a SOE de ese hecho dependía del resultado de que sopesara el valor de salvar a PARSON contra el riesgo de comprometer su fuente. Porque si Boemelburg decidiera arrestar a PARSON y descubriera que ya no estaban allí, él naturalmente concluiría que había habido una filtración y, finalmente, Déricourt ya no sería de confianza. También se tendría que hacer el mismo cálculo si la inteligencia se refería a uno de los propios grupos de Dansey. La inteligencia sobre las operaciones de contraespionaje del enemigo siempre presenta el dilema de cómo usarlo. ¿Toma medidas evasivas o de alguna manera explota la situación? Por supuesto, había otro precio que pagar por esta operación: las respuestas de Déricourt. Cuanto más aumentaran las expectativas de Boemelburg, más respuestas tendría que dar BOE / 48. Algunas de estas respuestas podrían ser engaños, otras tendrían que ser verificables.
¿Cómo se comunicó Déricourt con Dansey? Había por lo menos dos rutas. La primera fue a través de un cajero particular en una sucursal de Credit Lyonnaise en Rue Caumartin. Era un "correo electrónico" que quedaba de la Organización Z. El segundo fue a través de PAUL, el barman del Bar Lorraine en la Place des Ternes, que apareció en escena en 1942.

¿Pero era realmente posible que un oficial de inteligencia británico de alto rango sintiera que valía la pena poner en peligro las vidas de otros oficiales británicos por el bien de una ventaja de inteligencia? Harry Sporborg, el subjefe de SOE, no tenía dudas: "No se equivoquen, el MI6 nunca habría dudado en usarnos a nosotros o a nuestras agencias para avanzar en sus planes, incluso si eso significaba el sacrificio de algunos de nuestros miembros". Era una práctica común en la guerra que un comandante sacrificara a algunos de sus hombres para obtener alguna ventaja estratégica. En Dunkerque, el ejército británico se tomó más de 68,000 bajas en acciones de retaguardia, mientras que casi 340,000 hombres lograron salir de las playas de manera segura. Sin embargo, el juego de Dansey en realidad amenazó con una operación completa. ¿Habría valido la pena el sacrificio?

Tratar de darle sentido a una personalidad tan compleja como la de Dansey es aún más difícil porque le confió muy poco al papel. A principios de 1943, probablemente tenía sentido para su forma vengativa de pensar que valía la pena dar un poco de información de las empresas estatales a cambio de una visión de las operaciones del SD en Francia. El problema era, y Dansey debió haberlo sabido, cómo restringir esa información cuando Déricourt estaba operando por su cuenta a más de 150 millas de Londres. Hay una buena evidencia del lado alemán de que durante algún tiempo la información que Déricourt entregó fue bastante insustancial y que lo que lo hizo tan atractivo fue la promesa de lo que podría dar. Es el modus operandi de todos los agentes dobles para proporcionar material delgado para empezar, junto con una empresa para entregar la tierra mañana.

Pero ese era el problema con esta operación. Fue Boemelburg quien estaba haciendo las preguntas y sería él quien efectivamente apostaría. Por otro lado, Dansey no tuvo reparos en explotar una organización que despreciaba absolutamente. Si Déricourt iba a ser bueno para Dansey, entonces necesitaba ganarse la absoluta confianza de Boemelburg. Eso se compraría con información verificable de primera clase, y la única información que Déricourt tenía que valía algo era lo que sabía sobre las operaciones de SOE.

En lo que respecta al MI6, esta operación en particular fue una de las empresas privadas de Dansey, probablemente conocida por no más de dos de sus asociados más confiables. Pero a pesar de su obsesión por el secreto, una pequeña cantidad de información sobre sus actividades ocasionalmente se filtraría e inevitablemente afectaría a la nueva generación de jóvenes intelectuales que se cernían sobre los sucios pasillos de Broadway. Uno de esos reclutas del mundo académico en tiempos de guerra, Hugh Trevor Roper, ahora Lord Dacre, describió a Claude Dansey como "una mierda absoluta"; corrupto, incompetente, pero con cierta astucia baja ". Sin embargo, Malcolm Muggeridge, igualmente malvado de él, agregó: "Fue el único verdadero profesional en el MI6. Los otros en la parte superior eran todos mentes de segunda clase ".

Desafortunadamente para SOE, tenían pocos amigos en la corte. La mayoría de los oficiales del MI6 todavía los consideraban un grupo de amateurs indisciplinados que eran más un peligro para sí mismos que para el enemigo. Sumado a eso, todos estaban aterrorizados de Dansey y nunca se hubieran atrevido a volar una de sus operaciones. Ahora que el fusible estaba encendido, tendrían que esperar y ver.