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jueves, 18 de julio de 2024

La defenestración

Defenestración






Grabado representando la defenestración de Praga de 1618.

La defenestración es el acto de arrojar a una persona por una ventana.​ La palabra procede del latín de ('de, desde'), y fenestra ('ventana').

Históricamente, el acto de defenestración tenía objetivos políticos y se dirigía hacia individuos con altos cargos. De manera figurada también significa la destitución o expulsión drástica de alguien de su cargo o puesto.​ Partiendo de este último significado, la palabra se utiliza para implicar una crítica negativa hacia algo o alguien.

La reina Jezabel fue asesinada por este método por orden del rey Jehú, en los Libros de los Reyes I y II.​

La tercera defenestración de Praga se considera el detonador de la Guerra de los Treinta Años.​

En la restauración de la independencia de Portugal, en 1640 bajo la Dinastía Filipina, los rebeldes entran en el Palacio de Lisboa y sorprenden a Miguel de Vasconcelos, que estaba al servicio de Felipe IV de España, quien trata de ocultarse en un armario sin éxito, para terminar siendo defenestrado por la fachada del Palacio Real que da a la Plaza del Mercado de Lisboa​.

En 1962, el político Julián Grimau es defenestrado​ al patio interior de la sede de la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol de Madrid para encubrir las torturas a las que había sido sometido por la policía franquista. La policía, por boca del ministro de Información Manuel Fraga, declaró por el contrario que Grimau recibió un trato exquisito y que en un momento de su interrogatorio se encaramó a una silla, abrió la ventana y se arrojó por ella de forma "inexplicable" y por voluntad propia. Una versión que aceptó el juez de guardia a pesar de los indicios que existían de que no había sido un intento de suicidio. Unos años más tarde, Enrique Ruano, militante antifranquista fue asesinado mientras se encontraba bajo custodia de la Brigada Político-Social, la policía política secreta del régimen franquista. El 20 de enero de 1969 fue arrojado desde la ventana del piso séptimo del número 60 de la entonces calle General Mola (hoy calle del Príncipe de Vergara, 68) en Madrid​.

viernes, 19 de enero de 2024

Peronismo: La persecución política y arresto de Ricardo Balbín

Balbín perseguido y preso por el Peronismo





Ricardo Balbín fotografiado por el dirigente radical Miguel Szelagowski, en una visita que le realizó al ex diputado durante su estancia en la Cárcel de Olmos. Balbín estuvo preso desde marzo de 1950 hasta enero de 1951, bajo el delito de desacato. En septiembre de 1949 había sido votado su desafuero de la Cámara de Diputados, luego de que la bancada peronista lo denunciara por haber incurrido en actos de "sedición y rebeldía" en un discurso pronunciado el 30 de agosto de 1949 en un acto del radicalismo en el Centro Asturiano de Rosario, en el que criticó duramente el gobierno de Perón. Balbín hizo su campaña como candidato a gobernador de Buenos Aires en condición de prófugo de la justicia, siendo ocultado en las residencias de amigos y escabulléndose entre la multitud luego de los actos políticos, pero finalmente fue detenido en La Plata al votar el domingo 12 de marzo de 1950.




martes, 26 de diciembre de 2023

Peronismo: Las leyes homofóbicas

Homofobia peronista






En agosto de 1946 el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el coronel Domingo Mercante, firmó un decreto por el cual los homosexuales no podían votar en la provincia por “razones de indignidad”.



Dicho decreto fue revocado recién en enero de 1990, durante la gobernación de Antonio Cafiero, luego de un proyecto del senador radical Manuel de Armas.



Asimismo en 1951, una enmienda al Código Bustillo de Justicia Militar prohibía a los homosexuales entrar al ejército, dicha enmienda tuvo su origen en el escándalo de los Cadetes de septiembre de 1942, cuando se investigó la participación de jóvenes cadetes del Colegio Militar de la Nación en supuestas fiestas sexuales organizadas por hombres homosexuales de clase alta. Varios escritores nacionalistas, que apoyaron el movimiento militar del 4 de junio de 1943, puntualizaron con este hecho la idea de un "oligarquía corrupta" y el decaimiento moral de la Nación durante los gobiernos de la "Década Infame" y justificaron el golpe de Estado con el autoproclamado objetivo de "sanidad moral".


jueves, 27 de julio de 2023

Argentina: Progresistas quiere eliminar el monumento a Roca en Bariloche

Territorio, Estado, capital federal, educación, laicidad: la extensa obra de Roca que sus detractores desconocen

Las iniciativas antirroquistas que periódicamente vuelven a la escena pública revelan, además de falta de patriotismo, una gran ignorancia histórica. También son peligrosas porque ofrecen flancos débiles a toda iniciativa de fragmentación


Julio Argentino Roca (Enrique Breccia)

No se cansan algunos políticos argentinos de intentar desmerecer a sus antecesores -en vez de estudiarlos y tratar de emularlos- y de hacerle el juego a los que ponen en entredicho la legitimidad del Estado argentino que ellos deben administrar y representar. Todo vale a la hora de la demagogia. Uno de los principales blancos de esta manía poco patriótica es el dos veces presidente de la Argentina Julio Argentino Roca.

La última iniciativa en curso es la relocalización del monumento ecuestre que lo recuerda en el centro cívico de Bariloche, con el argumento de que “los pueblos originarios se sienten afectados por la presencia de Roca”...

Por eso es oportuno recordar la trayectoria extensa, multifacética y prolífica de este general y estadista que le dejó al país un legado esencial que hoy se pretende desconocer. A modo de ayuda memoria para aquellos que, a su paso por la administración, sólo dejan un rastro de deconstrucción.


La estatua ecuestre de Roca en Bariloche, constantemente vandalizada

En el momento en que Julio Argentino Roca, destacado militar de profesión, inició su actuación civil -en enero de 1878, cuando el presidente Nicolás Avellaneda lo nombró Ministro de Guerra y Marina en reemplazo del fallecido Adolfo Alsina– en la Argentina había dos grandes problemas irresueltos, obstáculos a la consolidación nacional y al desarrollo del país: la frontera móvil e insegura y el llamado “problema de la Capital”.

Menos de tres años después, el 12 de octubre de 1880, el general Roca asumía por primera vez la presidencia en un país cuyo Estado nacional había extendido su control a un territorio que representa un tercio del total de la actual superficie continental argentina; la Capital había sido federalizada y pertenecía a todos los argentinos y la corriente porteña que deseaba prevalecer sobre el resto del país y usufructuar rentas que debían ser de todos había sido doblegada.

Como se verá, fue la resolución del primer problema la que le dio a Roca la proyección nacional, la autoridad y las herramientas necesarias para resolver el segundo.

En abril de 1878, a sólo tres meses de haber sido nombrado ministro de Guerra por Avellaneda, Roca inicia la campaña del desierto con 6000 soldados, abandonando la táctica militar estática de Alsina. En poco tiempo está concluida.

Soldado de frontera

"La solución de este problema que parecía insoluble y a cuya prolongación indefinida se hallaban resignados la mayor parte de los hombres públicos de entonces, significó para el joven general que la había concebido y ejecutado un título de gloria que lo equiparaba a las primeras figuras de la República", escribe Ernesto Palacio en Historia de la Argentina 1515-1938 (Ediciones Alpe, 1954). "Se comparaba su actuación -agrega Palacio- con la de los gobiernos anteriores, especialmente infortunadas en su política con los indios, lo que había envalentonado a éstos, haciéndolos cada vez más insolentes y agresivos".

En 1872 había tenido lugar una gran invasión del cacique Calfucurá, que se consideraba chileno, y luego una ofensiva de uno de sus hijos, Namuncurá. El botín de esas incursiones y malones era contrabandeado a través de la frontera, donde estaba siempre latente el conflicto territorial con el país vecino.

La campaña al desierto no tuvo por resultado únicamente el poner fin a la inseguridad: fueron liberados centenares de cautivos y desmovilizado el grueso de los efectivos necesarios para el cuidado de la frontera -lo que además puso fin al infortunio del gaucho en los fortines que tan bien describe José Hernández en el Martín Fierro- y fueron incorporadas veinte mil leguas cuadradas de tierras gracias a la consolidación de las fronteras patagónicas.

Un fortín en la pampa

Oriundo de Tucumán, hijo de un coronel que había combatido en la Independencia, educado en el Colegio de Concepción del Uruguay, creado por Urquiza, el joven Roca luchó junto a él en Cepeda y Pavón.

Participó luego en la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay; guerra en la que murieron su padre y dos de sus hermanos, y de la que él regresó con rango de coronel. Luego, como miembro del ejército nacional, combatió contra los últimos caudillos.

Durante la Revolución de 1874 venció al general rebelde José Miguel Arredondo, que respondía a Mitre.

"Un hilo conductor no desdeñable se ve con claridad: Roca aparece siempre del lado del poder nacional", dicen Carlos Floria y César García Belsunce en Historia de los argentinos (Larousse, 1995), como anticipando lo que sería su destino.


Julio A. Roca

El ejército en el cual se ha formado se perfila cada vez más como un instrumento de nacionalización, como la herramienta de la lucha del interior por limitar la supremacía de la capital y nacionalizar los recursos del puerto. Y Roca será el referente de esas aspiraciones.

A su alrededor se irán nucleando intelectuales y políticos de diferentes orígenes: los hombres del Paraná, es decir, los que se habían alineado con la Confederación Argentina cuando Buenos Aires se separó del resto del país, y la que será llamada Generación del 80.

Carlos Pellegrini, Dardo Rocha, José Hernández, el autor del Martín Fierro, y su hermano Rafael, Carlos Guido y Spano, Lucio Mansilla, etcétera. Todos ellos fueron "roquistas". Incluso un joven Hipólito Yrigoyen se alineó con Roca en aquel último episodio de la resistencia porteña.


Apoyos de Roca en el 80: (arriba, de izq a der) Carlos Pellegrini, Carlos Guido y Spano, Dardo Rocha; (abajo) Hipólito Yrigoyen, José Hernández y Lucio V.Mansilla

Hasta la llegada de Roca al poder, en 1880, los presidentes argentinos eran tratados por los porteños como huéspedes en Buenos Aires; eran intrusos. A Sarmiento le pusieron palos en la rueda; a Avellaneda no cesaban de humillarlo. Hacia el fin del mandato de este último, Bartolomé Mitre se preparaba para controlar la sucesión, elegir el candidato y preservar así los privilegios de Buenos Aires, para lo cual ya había separado a la provincia del resto del país luego de promulgada la Constitución.

Pero surge entonces el tremendo obstáculo de la proyección nacional adquirida por el joven general Roca y la voluntad de muchas provincias de respaldar su candidatura.

Cuando el mitrismo percibe la dimensión del peligro, entra en pánico y no duda en apelar a todos los recursos contra el presidente en ejercicio, Avellaneda, y su candidato, Roca: difamación, boicot, amenazas, amedrentamiento; todo mientras se arma ostensiblemente, dispuesto a defender con violencia sus privilegios.

Junto con la candidatura de Roca viene el proyecto de federalización de Buenos Aires, teorizado por Alberdi, promovido por Avellaneda y encarnado por el jefe de la campaña del desierto, puesto que es una de las principales aspiraciones de las provincias que lo respaldan.


El presidente Nicolás Avellaneda era objeto de todo tipo de destrato, como “huésped” de los porteños. Con el respaldo de Roca, envió al Congreso la Ley que convertía a Buenos Aires en capital federal, separándola de la provincia

Los detalles de esos delirantes meses del año 80, desde la definición de las candidaturas hasta el triunfo de Roca, previa federalización de Buenos Aires, están relatados de un modo apasionante por Jorge Abelardo Ramos en Del patriciado a la oligarquía (tomo II de Revolución y contrarrevolución en la Argentina); y publicamos algunos extractos en: La feroz lucha que debió librar Roca en 1880 para asumir la presidencia

Contra la imagen que se nos transmite, el año 1880 no fue una sucesión tranquila entre miembros de una elite homogénea y unida en torno a los mismos intereses. Esa es una visión deformada por una historia oficial de impronta mitrista que ha querido borrar la triste actuación de Bartolomé Mitre en esa coyuntura. La realidad es que hubo un enfrentamiento de sectores que encarnaban intereses distintos; unos eran la parte, la facción, y otros representaban el todo. Y eso es lo que encarnaba Roca. Para hacer respetar la voluntad del Congreso de federalizar Buenos Aires y la voluntad de las provincias que lo habían elegido presidente, Roca tuvo que entrar a sangre y fuego a una capital en pie de guerra.

En síntesis, frente a la victoria de Roca en las presidenciales -con el apoyo de todo el interior, excepto Corrientes-, el partido porteño optó por desconocer el resultado y levantarse en armas. Roca aplastó esa rebelión. Fue la última. Los combates, en Barracas, Puente Alsina y Plaza Constitución, dejaron 3.000 muertos. Pero Buenos Aires fue por fin declarada distrito federal y capital de todos los argentinos.

Esa decisión, impuesta a la ciudad rebelde por todo el país, fortaleció al Estado y eliminó un factor que estaba en la base de las tendencias centrífugas que ya se habían manifestado fuertemente en los años previos.

El todo fue superior a las partes y la unidad nacional se vio fortalecida. Fue obra de la generación del 80. Y en particular de Roca, el hombre que hizo efectiva la autoridad del Estado sobre todo el territorio nacional; elemento indispensable en la construcción de la Nación.

En 2014, al cumplirse 25 años de la publicación del ya clásico Soy Roca, de Félix Luna, una biografía en primera persona que pronto se volvió bestseller, su hija, Felicitas Luna, recordó que el libro fue escrito en 1989, año de la crisis final del gobierno de Alfonsín, un momento de incertidumbre y de necesaria reflexión, en el cual despertaba interés la figura de Roca como constructor. Era un momento iniciático en cierto modo, la democracia llevaba poco tiempo de recuperada. Todo estaba por hacerse.

El tiempo ha pasado, la democracia está consolidada, pero el país sigue sin rumbo claro y una concertación en torno a consensos básicos entre todos los argentinos parece muy difícil de alcanzar. No estaría de más que los aspirantes a dirigir el país se inspiraran en la actuación de Roca en aquel momento fundante del Estado nacional.

Volviendo a la coyuntura del 80, hay otras lecciones que sacar. Domingo Faustino Sarmiento, por ejemplo, no respaldó la candidatura de Roca y en el conflicto con Mitre intentó permanecer “neutral” con la esperanza de poder terciar en la discordia y convertirse en el candidato del consenso. Roca no tenía la mejor opinión de él; sin embargo, ya como presidente, lo convocó, lo nombró Superintendente de Escuelas y promovió su proyecto de ley de educación pública. Las ideas educativas de Sarmiento conocieron su mayor concreción durante la presidencia de Roca: creación del Consejo Nacional de Educación, convocatoria al Primer Congreso Pedagógico, promulgación de la Ley 1420 de Educación Común (escuela primaria obligatoria, gratuita y laica) y creación de 600 escuelas. Una política que consolidó la identidad de los argentinos y favoreció la asimilación de los inmigrantes.

Roca es un blanco curioso para una corriente iconoclasta que se pretende nacionalista y antiimperialista pero ataca al constructor del moderno Estado nacional argentino. Ni hablar de la fiebre laicista que ha prendido en estos mismos sectores –antirroquistas en nombre de la entelequia de una “nación originaria”– que parecen ignorar que la laicización del Estado argentino, es decir, su modernización, también fue obra de Roca. Bajo su presidencia se promulgó la Ley de Registro Civil.

El cacique Pincén

A ello se suma la Ley de Moneda Nacional (que permitió tener un sistema unificado de moneda hasta entonces inexistente), la fundación de la capital bonaerense y la creación del municipio de la Capital con Intendente y Concejo Deliberante y la creación de los Territorios Nacionales de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chaco y Formosa, que más tarde serían provincias. Más importante aún -y vinculado a la campaña del desierto- la firma del Tratado de Límites con Chile, en 1881, que consagraba el dominio argentino sobre la Patagonia y da origen a los territorios de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

La furibunda campaña antirroquista de los últimos años, ha reducido la obra de Julio Argentino Roca, dos veces presidente de la Argentina (1880-1886 y 1898-1904), a la Conquista del Desierto, anacrónicamente presentada como un genocidio, a la vez que otras políticas y realizaciones de su gestión son ensalzadas sin mencionar su autoría: la federalización de Buenos Aires, la derrota del porteñismo, la educación pública, e incluso la laicización del Estado que hoy tantos progresistas invocan como si no existiera ya.

Roca lo hizo, hace más de un siglo.

[Las acuarelas que ilustran esta nota son obra de Enrique Breccia]


jueves, 6 de julio de 2023

Argentina: Buscan penar a los que discutan la versión peronista de la guerra antisubversiva

La trampa del “negacionismo” como herramienta de persecución

En su último acto, Cristina Kirchner dijo que Argentina necesita una “ley de negacionismo” para castigar a quienes nieguen o minimicen los crímenes de lesa humanidad. Pero, ¿qué es ser negacionista?


Por Nicolás Marquez || Infobae






En el reciente acto electoralista encabezado por Cristina Kirchner y Sergio Massa en el predio de la Ex Esma, la condenada Vicepresidente en su discurso le exigió a su personal subalterno que se sancione una ley que castigue con cárcel al “negacionismo”, es decir a todo aquel que dude, cuestione, investigue o contradiga las versiones impuestas de parte de los partidarios del terrorismo y la guerrilla marxista, acerca de lo supuestamente sucedido en los año 70´en Argentina.

Acto seguido, con estricta obediencia e inmediatez, la Diputada Carolina Moisés (a quien le pagamos el sueldo no para que imponga censuras a parcialidades discrepantes sino para que trabaje en aras del bien común), emitió un Proyecto de Ley que castiga con prisión de hasta dos años a todo aquel que cuestione o ponga en duda la existencia de delitos de “Lesa Humanidad”, “Genocidio” y afines que según su arbitraria y subjetiva lectura, se produjeron durante nuestro pasado reciente, contrariando la Libertad de Expresión obrante en los artículos 14 y 32 de la Constitución Nacional, además de numerosos Tratados Internacionales previstos e incorporados en el artículo 75 inc. 22 de la misma (entre ellos el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos -artículos 19 y 20-, la Convención Americana sobre Derechos Humanos -artículo 13-, la Declaración Universal de Derechos Humanos -artículo 19- y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre -artículo 4).

Vamos por partes.

El “genocidio” conforme lo establece el Tratado Internacional de Roma citado en el proyecto de ley en cuestión, es definido en su artículo sexto como: “cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”. Extremos que en los años 70´ no ocurrieron en absoluto, puesto que de lo que aquí se trató fue de repeler la agresión desatada y declarada de parte de organizaciones guerrilleras y terroristas que, apañadas por la Cuba castrista buscaron tomar el poder del Estado atentando contra el orden constituido, y la consiguiente reacción fue estatal contra los integrantes de estas mismas estructuras agresoras y no por las causas tipificadas en la definición precitada.

A su vez el delito de “Lesa Humanidad” (artículo séptimo de la normativa antedicha) consiste en lo siguiente: “se entenderá por ´crimen de lesa humanidad´ cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque”. Algo que tampoco ocurrió, porque la respuesta de las FFAA. no se dieron contra “población civil” sino contra “población combatiente”, es decir contra elementos orgánicos de armazones guerrilleros e irregulares. Tal como lo determinó la mismísima justicia alfonsinista en 1985, hoy frívolamente reivindicada a raíz del polémico y sesgado filme protagonizado recientemente por el actor Ricardo Darín (largometraje titulado “Argentina 1985″).

En síntesis. Como ya conocemos hasta el hartazgo, el relato kirchnerista (no sin en el aval de mucho periodismo cómplice y políticos bienpensantes que “juegan” en la “oposición”) nos dice que durante los años setenta la Argentina padeció un “terrorismo de Estado” en el cual las Fuerzas Armadas (“los genocidas” según el léxico hegemónico) asesinaron por alegre deporte a 30 mil adolescentes bienhechores, por el pecado de portar estos últimos propósitos caritativos, impulsos samaritanos, pretensiones amorosas y sentimientos altruistas. Y de sancionarse el proyecto inconstitucional de ley en curso, todo aquel que disienta con el insistente mantra oficial será castigado por la represión estatal.

Pero la verdad histórica, numérica y jurídica nos dice otra cosa.

Aunque la información general divulgada sobre el juicio a la Junta Militar sea poco conocida (el filme al que hicimos alusión tampoco ayuda en nada al respecto), en el cuestionado veredicto se determinó que en nuestro país no hubo “lesa humanidad” o “genocidio” sino que “el fenómeno se correspondió con el concepto de guerra revolucionaria»; «algunos de los hechos de esa guerra interna habrían justificado la aplicación de la pena de muerte contemplada en el Código de Justicia Militar...»; «...no hay entonces delincuentes políticos, sino enemigos de guerra, pues ambas partes son bélicamente iguales»; «...como se desprende de lo hasta aquí expresado, debemos admitir que en nuestro país sí hubo una guerra interna, iniciada por las organizaciones terroristas contra las instituciones de su propio Estado”.

Vale decir que según la famosa Sentencia (ratificada luego por la Corte Suprema dependiente del Presidente Raúl Alfonsín), nuestro país vivió una guerra, motivo por el cual las definiciones falsas de “genocidio” o “lesa humanidad” no sólo no caben, sino que dichas tipificaciones legales en el Derecho Argentino no existían al momento de producidos los hechos en disputa, sino que fueron introducidos en nuestra normativa casi 30 años después de acontecida la contienda bélica: enero del 2001 (durante el Gobierno del Presidente Fernando de la Rúa), por ende dichas categorías se tornan inaplicables tanto en los hechos como en el derecho (conforme artículo 18 de la CN.).




Vale decir que el fallo no sólo afirma la existencia de situación de guerra, sino que niega la existencia de “genocidio” o “lesa humanidad”. Sin dejar pasar además que es también la sentencia de marras la que agrega que las huestes del terrorismo y la subversión (fundamentalmente de ERP y Montoneros) cometieron 21667 atentados terroristas en el marco de una intensa década (-1969/79-), equivalente a un atentado cada cuatro horas (seis por día), ataques que entre otras cosas comprendieron 5052 colocaciones de bombas, 1748 secuestros y 1501 homicidios de parte de dichas organizaciones, cuya cantidad de integrantes según el idolatrado fallo en cuestión contaban con 25 mil efectivos: huelga decir que el 52% de los crímenes cometidos por la subversión fue durante la democracia peronista, la cual gobernó entre mayo de 1973 a marzo de 1976.

Todo lo dicho sin contabilizar que fue el propio Presidente Juan Perón (el fundador del mismo partido que hoy detenta el poder) el que creó y organizó en 1973 a la banda Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), en el afán de combatir ilegalmente a la guerrilla, y que de este modo dicha organización supo ser autora de 487 homicidios en democracia. A lo expuesto cabe sumar que fue en febrero y octubre del año siguiente (1975), cuando ese mismo gobierno (a la sazón capitaneado por Isabel Perón puesto que su esposo Juan Perón había fenecido) el que dictaminó y decretó a las Fuerzas Armadas entrar en Operaciones de Combate (famosos decretos que ordenaban taxativamente “aniquilar el accionar de los elementos subversivos”), motivo por el cual se llevaron a cabo y se avalaron en el período peronista previo al 24 de marzo de 1976 el siguiente número de desapariciones: 908. Coeficiente luego confirmado en la primera versión del texto “Nunca Más”, suscripto por el organismo estatal Conadep (Comisión Nacional de Desaparición de Personas).

¿Es “negacionismo”, “crimen de Lesa Humanidad” o “apología del delito” entonces cantar la marcha peronista? Es decir saludar al partido creador de la AAA (con medio millar de muertos a cuestas) y responsable de casi mil desapariciones? ¿Es “negacionismo” o “crimen de lesa humanidad” afirmar que Argentina vivió una guerra tal como sentencia el fallo alfonsinista juzgatorio de la Junta de Comandantes? ¿Entonces deberían ir presos los jueces que en los años 80´ conformaron dicho tribunal especial por Decreto de Alfonsín? Finalmente: ¿es “negacionismo” o crimen de “lesa humanidad” admitir que durante el último gobierno militar la cifra de desaparecidos no fue de 30 mil sino 6447 (datos confirmados en 2015 durante el gobierno de Cristina Kirchner por intermedio de su Secretaría de DDHH)? ¿Deberían ir presos los funcionarios de dicha Secretaría kirchnerista por informar un número casi cinco veces más bajo que el ficcionariamente difundido? ¿Cómo puede el Estado establecer formalmente una cifra y a la vez obligar a los ciudadanos a mentir con otro número –bajo pena de cárcel- el cuál contradice lo informado por el propio Estado?

¿No incurren en aviesa inmoralidad, ilegalidad e inconstitucionalidad los detentadores del poder parlamentario que se arrogan la potestad de determinar qué y cómo tenemos que pensar o expresarnos los ciudadanos bajo amenaza de punición estatal? ¿Ellos son los que tienen la potestad de determinar qué es la “verdad” y encarcelar a los que “disientan” con el sesgado catecismo de cuño “bonafinista”?

Para más datos y perdón por la autorreferencia, uno de mis últimos libros publicados y titulado “La Guerra Civil Argentina, las mentiras que oculta la corrección política” (año 2020, BsAs. Unión Editorial), es un texto abiertamente NEGACIONISTA porque a lo largo de 304 páginas y 400 documentos y citas bibliográficas cuestiona y desmiente el sinfín de embustes instaurados por las facciones supérstites del terrorismo derrotado y sus voceros colaterales: ¿qué mejor que debatirlos públicamente y contrastar esos datos en sano espíritu para que el oyente o lector interesado pueda escuchar puntos de vista varios y así salga enriquecido tras obtener su propio criterio? ¿O es más “inclusivo” someter al cadalso a todo aquel que ofrezca un paradigma alternativo ante la prepotencia estatal? ¿Acaso tienen pánico los dueños de la versión oficial de que “su” relato quede diezmado y expuesto al desnudo al ser contrarrestado por enfoques insumisos?

De convalidarse este injustísimo disparate legislativo (verdadero delito de opinión), dejo sentado de que en lo personal no se necesitarán pruebas para aprisionarme. Ratifico todo cuanto haya escrito y documentado en la materia. Quien esto escribe (Nicolás Márquez, DNI 24243291, nacido el 22/04/1975, argentino), se declara culpable ahora mismo.

domingo, 18 de junio de 2023

GCE: El asalto a Madrid de 1936

Madrid 1936, ¿tumba del fascismo?


En la última semana de octubre de 1936 la mayoría de los periodistas y observadores presentes en España creían que la toma de Madrid por las fuerzas nacionalistas era cuestión de días, incluso semanas, y que ningún milagro podría salvar a la capital de la España republicana. Desde hace tres meses, en efecto, las fuerzas leales no han tenido un solo éxito en campo abierto frente a las tropas nacionalistas , a excepción del alto en la Sierra de Guaderrama a las tropas de Mola procedentes del norte. Pero el principal peligro viene del sur, donde el El rápido avance del ejército comandado por Franco sugiere un rápido fin de la guerra civil a favor de los sublevados.

El campo republicano duda y muchos son los que en su seno creen que Madrid no se puede mantener. La decisión del gobierno de abandonar la capital sugiere que esta opinión también la comparte el jefe de Estado. Los nacionalistas son optimistas y creen que pronto estarán marchando por el corazón de la capital. Seguros de su inminente victoria, designaban ya las nuevas autoridades que iban a instalar en Madrid, preparando orquestas, estableciendo ocho consejos de guerra y trayendo desde Navarra altares portátiles para celebrar las primeras misas en la ciudad liberada. Esperan mucho de la toma de la capital, en particular el estatus de potencia beligerante y el reconocimiento internacional, pero sobre todo el fin de la guerra en su beneficio.

Pero Madrid, en noviembre de 1936, será testigo de un inesperado episodio militar. Negando los pronósticos más informados, la ciudad resistirá militarmente a los rebeldes y los frustrará con una victoria que creían ya lograda. La capital española se convierte entonces en el símbolo de la resistencia al fascismo mientras el fracaso nacionalista cambia el rumbo del conflicto para transformarlo en una auténtica guerra civil, una guerra larga. Es allí también donde se forja un nuevo ejército, nace el poderoso mito de las Brigadas Internacionales y mueren las certezas y los malos juicios sobre la naturaleza del conflicto español.

Sin embargo, ¿cómo se explica la resistencia del capital español cuando la situación parecía perdida? La respuesta es múltiple y la defensa del Madrid puede analizarse desde varios ángulos pero sin olvidar nunca el alcance de este evento.

David FRANCOIS || L'autre cote de la colline



La marcha sobre Madrid

El 17 de julio estalla la guerra civil en España, en el corazón del Marruecos español donde tropas del ejército se rebelan contra el gobierno del Frente Popular que gobierna la República desde las elecciones de febrero. La rebelión se extiende entonces en pocas horas en las guarniciones de Canarias así como en Cádiz donde llegan batallones de tropas autóctonas marroquíes y un regimiento de la Legión Extranjera. El día 18, este levantamiento, que formaba parte de una tradición de pronunciamiento propia del ejército español, afectó a todo el país y los soldados salieron a las calles para proclamar el estado de guerra.

El general Mola, autor intelectual de la conjura militar, fijó el control de Madrid como principal objetivo del golpe. En la capital hubo cierto desorden a partir del 18 de julio cuando hombres armados, favorables a los rebeldes, intentaron sembrar el terror en las calles para dar un pretexto a la salida de los soldados de los cuarteles. Dos días después del inicio de la sublevación en Marruecos, el general Fanjul, uno de sus principales líderes, entró vestido de civil en el cuartel de la Montaña para encabezar las tropas y tomar los puntos vitales de la ciudad. Pero en cambio, los soldados, vacilantes, prefieren refugiarse en los cuarteles mientras Fanjul proclama el estado de guerra. En las calles, la población leal a la República se manifiesta en masa y exige armas que el gobierno se niega a darles. El cuartel de Montaña fue finalmente asaltado por guardias de asalto leales y civiles el 20 de julio. Si Madrid permaneció por tanto leal a la República como la mayoría de regiones industriales y grandes ciudades como Barcelona, ??Valencia o Bilbao, España quedó, sin embargo, desde ese momento, dividida en dos bandos.


El asalto al cuartel de Montana

Los nacionalistas no pierden de vista el gran objetivo que representa para ellos Madrid. Mola, que había logrado hacerse con el control de Navarra, instaló tres columnas motorizadas en Valladolid, Burgos y Pamplona que partieron entre el 20 y el 22 de julio. Pero rápidamente se encuentran bloqueados en la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama. A principios de agosto la situación se encontraba en un callejón sin salida en esta parte del frente, signándose el fracaso del plan trazado por Mola y dejando a las tropas del ejército africano llegadas desde el sur la misión de tomar Madrid.

Las tropas rebeldes de África se reúnen en el sur de España y comienzan su marcha hacia la capital el 2 de agosto. Su rápido avance debe permitir llegar cuanto antes a la ciudad para derrocar al gobierno republicano y romper definitivamente la resistencia popular. En su camino, muestran una brutalidad extrema. El 12 de agosto llegaron a Badajoz, defendidos por dos batallones republicanos. La aviación bombardeaba la ciudad mientras la artillería conseguía derribar las fortificaciones del siglo XVIII .siglo permitiendo a la infantería entrar en una ciudad rota. Entonces comienza una terrible masacre con la ejecución de cientos de activistas de izquierda. Cuando un periodista estadounidense le pregunta al general Yagüe las razones de estos fusilamientos masivos, este responde que no puede cargarse de prisioneros y dejarlos atrás a riesgo de dejar que la ciudad vuelva a ser republicana.

El avance de las fuerzas nacionalistas en 1936

Tras la toma de Badajoz, el Ejército de África, tomando en adelante el nombre de Ejército del Tajo, siguió el curso del río hacia Madrid. Frente a este ejército organizado, con infantería, artillería, caballería y fuerza aérea, abundantemente armados y algunos combatientes con 10 a 15 años de experiencia militar, los republicanos sólo cuentan con milicias de voluntarios apresuradamente entrenados, sin experiencia en combate, superados en número y equipados con improvisados armamento con poca munición. Así, en cada enfrentamiento, los milicianos se ven sorprendidos por la agresividad de los rebeldes, en terreno abierto donde no saben maniobrar. Luego se ven obligados a retirarse por el Tajo hacia Madrid.

Los rápidos avances y sobre todo el anuncio de las exacciones nacionalistas en Extremadura encendieron rápidamente los ánimos y sembraron el pánico entre los madrileños. La psicosis de que Madrid no se convierta en una nueva Badajoz se apodera de los ánimos en una ciudad que ya parece prometida a los nacionalistas. Es cierto que en apenas tres meses se han apoderado de toda Extremadura para llegar a la Casa de Campo, el gran parque público que limita con Madrid por el oeste.

Un Tabor marroquí camino de Madrid

La República en peligro.

Durante los primeros días del levantamiento, la República no sabía exactamente con qué fuerzas podía contar. Si bien las unidades del ejército se mantuvieron leales al gobierno, en muchas localidades fue la población civil la que se movilizó, espontáneamente y mal armada , para defender pueblos y aldeas. Por lo tanto, se improvisa la resistencia a los nacionalistas, lo que va en detrimento de la eficiencia, sobre todo porque muchas unidades carecen de medios materiales.

Para remediar estos problemas, el gobierno republicano de Largo Caballero decidió el 10 de octubre formar un Ejército Popular Republicano. Este amalgama lo mejor que puede a los soldados que permanecieron leales a la República ya las diversas milicias creadas espontáneamente por las organizaciones políticas y sindicales y las pone bajo un mando único y profesional. En cuanto al material bélico, los republicanos cuentan con la ayuda de la URSS, que ha decidido romper el aislamiento diplomático de la República española enviando un embajador a Madrid, el primer paso antes de la entrega de armas y la llegada de asesores. Así, el 15 de octubre llegó a Cartagena el carguero “Komsomol” con asesores militares y 50 tanques T26 a bordo. A partir del día 19, este material fue enviado al frente de Madrid.

A medida que los nacionalistas avanzaban desde el sur del país, se hizo cada vez más evidente la necesidad de un plan para defender la capital . Pero parece que el gobierno republicano es incapaz de abordar el problema con la cohesión necesaria. Si las declaraciones oficiales no dejan lugar a dudas sobre la voluntad de defender la ciudad, aparecen vacilaciones sobre la necesidad de una defensa excesiva. A mediados de septiembre, algunos líderes republicanos , incluido Caballero, ya cuestionaban las ventajas de mantener Madrid, que no representaba ningún interés estratégico ni económico para ellos . En octubre, la cuestión de la necesidad que el gobierno permanezca en la ciudad se expresa abiertamente cuando el presidente Azaña , Caballero , Prieto y otros ministros se muestran cada vez más favorables a esta medida . Si no es su intención no defender la capital, esta salida corresponde a una elección estratégica que está lejos de ser unánime.

En octubre, las perspectivas para defender Madrid se reducen a dos alternativas: intentar contener al enemigo a distancia enfrentándolo en el valle del Tajo ya que la capital es para muchos imposible de defender militarmente, o defender el núcleo urbano utilizando todos los medios de defensa posicional . guerra s y por no exponerse en combate al aire libre. Caballero apoya la primera alternativa bajo la influencia del general José Torrado mientras que la segunda es defendida por los comunistas que sólo expresan la posición de los asesores soviéticos recién llegados. También es el que es apoyado por los anarquistas, augurando así profundas diferencias . 


Si bien a finales de septiembre apareció en la prensa un eslogan que prometía un gran futuro "Madrid debe ser la tumba del fascismo", existen diferentes opiniones sobre los medios para cavar esa tumba. Los periódicos socialistas y republicanos insisten en la necesidad de alejar a los nacionalistas de Madrid mientras que la prensa comunista y anarquista reclama la construcción de fortificaciones y la movilización de medios humanos y materiales para defender la capital.

En el terreno militar, cada lado toma decisiones importantes. En el bando nacionalista, el general Mola decidió el 7 de octubre que una vez establecida la conexión entre las tropas rebeldes del norte y del sur, se iniciara el asalto a Madrid. Largo Caballero, por su parte, toma el control directo del ejército y forma un comisariado de guerra. El 22 de octubre, una serie de decretos reorganizó el mando del ejército republicano. Sebastián Pozas pasa a ser el jefe del ejército del frente del Centro mientras que José Miaja, un general poco conocido, toma la dirección de la primera división orgánica es decir la de Madrid. Hay entonces un plan sumario de defensa de la capital que se basa en las líneas concéntricas fortificadas ya construidas pero que parecen para la mayoría de una realización mediocre. En octubre, Caballero expone entonces la necesidad de construir fortificaciones más eficaces pero los logros alcanzados no pasan de la etapa de cavar modestas zanjas. Más tarde los comunistas no dejarán además de reprochar a Caballero la ausencia de un sólido plan de defensa. Es cierto que el jefe de Gobierno no es partidario de una defensa excesiva y no considera la pérdida de la capital como un hecho irreparable, como confió a la prensa el pasado 15 de noviembre, en medio de un combate que provocó la indignación de Miaja.

A principios de noviembre, los proyectos militares a los que aspiraba Caballero, es decir, frenar a los nacionalistas fuera de Madrid, obligaron a la capital a resistir. Pero sin certeza sobre la eficacia de esta defensa y a medida que los sublevados se acercan a Carabanchel, impone la salida del gobierno de la ciudad.

En la mañana del 6 de noviembre, el Consejo de Ministros tomó la decisión de partir de Madrid hacia Valencia, mientras que al General Miaja, asistido por el General Vicente Rojo como Jefe del Estado Mayor, le encomendaba la misión de defender la ciudad, asistido por una Junta de Defensa. En la memoria popular queda entonces fijada la imagen de una ciudad que se prepara para defenderse y resistir a pesar, incluso contra, de sus propios gobernantes, aunque la necesidad de la salida del gobierno del frente recibe el acuerdo de todas las fuerzas de izquierda. incluidos los anarquistas. Lo que más irrita a la población es una salida subrepticia, casi clandestina, sin declaración ni justificación previa que la explique.


Generales Miaja y Rojo, los jefes militares de la defensa de Madrid

Con la salida del gobierno, la única autoridad que queda en Madrid es la Junta de Defensa, que ahora lleva a cabo la mayor parte de las funciones de gobierno en la ciudad. Esta Junta, cuyos miembros son en su mayoría jóvenes, agrupa a todas las fuerzas políticas y sindicales implicadas en la defensa. Trabaja en estrecha colaboración con los militares y se encarga de todas las tareas políticas necesarias para el esfuerzo bélico sin intervenir nunca en las decisiones militares. Por tanto, juega un papel fundamental en la defensa de la capital para mantener el orden público, operar la industria bélica, dirigir la propaganda o evacuar a la población civil.

En los primeros días de noviembre, las tropas nacionalistas se apartan de su marcha sobre Madrid para acudir en ayuda de los sitiados del Alcázar de Toledo. Para mantener la presión sobre la capital y desarrollar el sentimiento de terror entre los habitantes y los defensores, los nacionalistas organizan los primeros bombardeos sobre la ciudad mientras el general Mola habla con un periodista sobre la presencia en Madrid de una quinta columna. Estas declaraciones son retomadas en la prensa internacional y mantienen la paranoia en la ciudad.

Desde Toledo, las tropas nacionalistas comenzaron paulatinamente a asaltar Madrid, tomando el 6 de noviembre la villa de Villaverde, de la que hicieron punto de partida, junto con Carabanchel y Cuatro Vientos. Son entonces sólo siete kilómetros de la Puerta del Sol.

Los campos opuestos

El general Enrique Varela, que manda las tropas nacionalistas, dispone de ocho columnas más una de caballería para tomar Madrid. Il s'agit là d'unités qui ne cessent de se battre depuis le début de leur progression vers le nord depuis Séville et dans lesquelles se retrouvent l'élite de l'armée d'Afrique : tabors des forces indigènes marocaines et banderas de la Legión extranjera. A diferencia de los republicanos, Varela no tiene casi ninguna unidad de voluntarios civiles y en principio ninguno está comprometido en las columnas principales que lanzarán el asalto. Son pues cerca de 30.000 hombres los que se preparan para atacar Madrid.

Del lado republicano, la situación es más confusa. A falta de una valoración fiable, parece que Miaja contaba con unos 25.000 combatientes en los primeros días de noviembre antes de que la llegada de refuerzos, en particular de las Brigadas Internacionales, permitiera a los defensores alcanzar la cifra de 40.000 combatientes. Miaja no sabe, de hecho, cuando toma el mando, la cantidad de hombres que tiene y además solo tiene una vaga idea de los puestos que ocupan. Estas unidades, que hasta ahora pertenecían al Frente de Centro, se encuentran en su mayor parte desorganizadas, con la moral baja y el mando no siempre ejerce una autoridad absoluta.

Voluntarios de las Brigadas Internacionales

El 7 de noviembre comenzaron los combates en un frente de 20 kilómetros. Las líneas republicanas resisten. Desde Pozuelo-Humera, las fuerzas leales de Barceló y Galán inician un tímido movimiento por el flanco de los atacantes con el uso de vehículos blindados que sorprende y frena el avance nacionalista. Durante estos combates, las tropas gubernamentales capturaron un vehículo blindado enemigo en cuyo interior se apoderaron de las órdenes de operación para la toma de Madrid emitidas por Varela el día anterior. El documento se transmite a Miaja, quien se sorprende tanto de la torpeza como de la audacia de sus adversarios.

El comandante nacionalista tiene previsto atacar por la Casa de Campo con dos columnas y luego cruzar el Río Manzanares, barrera natural que protege Madrid por el oeste, para entrar en la Ciudad Universitaria y el Parque de Oriente entre el puente de los Franceses y el de San Fernando. Puente. A partir de ahí, las unidades deberán tomar los distintos distritos de la ciudad. Simultáneamente, dos columnas deben marchar sobre los pueblos y arrabales al sur de la capital, avanzar hacia los puentes de Segovia, Toledo y Legazpi para atraer a las fuerzas republicanas y debilitar así las defensas en la zona principal del ataque. Deben quedar dos columnas en los flancos y en la retaguardia y otras dos quedan en reserva a disposición del mando y de la caballería.

Frente al sistema nacionalista, Rojo estableció un plan efectivo en la noche del 7 al 8. Sus unidades en el centro de la defensa y en la Casa de Campo deberán resistir mientras se lanzarán contraataques en cada flanco del oponente tanto para interrumpir su avance principal como para capturarlo en un movimiento de pinza. Cambió por tanto su posición para resistir en la Casa de Campo mientras intensificaba los ataques por los flancos. Luego, las unidades se trasladan desde el área de Vicalvaro-Vallecas hacia el norte de Casa de Campo, en el borde de Ciudad Universitaria. Clairac se encuentra al sur de la Casa de Campo mientras que en su interior se despliegan las columnas de Enciso y Cavada. Las unidades de Escobar, Mena, Rovira y Prada están en el margen derecho del río para defender los puentes. Lister y Bueno mantienen el flanco derecho republicano. Rojo entonces confía en dos factores para ganar: el elemento sorpresa y la debilidad del flanco izquierdo enemigo, vulnerable a un ataque.

El curso de toda la batalla por Madrid se desarrollará en estos dos planes opuestos, el de Varela el día 6 y el de Miaja y Rojo el 8. Con correcciones y directivas más precisas, Varela persistirá en su plan sin hacer nada significativo. cambios en él. Lo mismo ocurre en el campo republicano con esta particularidad que allí compiten dos autoridades. La superposición de dos mandos, el orgánico del Ejército del Centro y el otro, de circunstancias, que dirige la defensa de Madrid, complica la situación ya que cada mando ha trazado un plan estratégico diferente. En resumen, mientras el Madrid piensa primero en su defensa, el Valencia prepara un plan de campaña competitivo.


La Batalla de Casa de Campo


Los combates en la Casa de Campo.

El domingo 8 es el día del gran choque, cuyos resultados son decisivos para los defensores. Los nacionalistas comienzan avanzando desde la Casa de Campo hacia Manzanares mientras las tropas marchan desde el sur para apoyar el esfuerzo principal en el oeste. La resistencia de las milicias al mando de comandantes como Lister, Barceló o Galán frenó considerablemente el avance enemigo por lo que los combates en Casa de Campo continuaron los días 9 y 10 de noviembre. Los nacionalistas no consiguieron llegar a Manzanares y avanzaron poco en Carabanchel y en las pedanías vecinas. Sin embargo, logran neutralizar los ataques que se lanzan contra sus flancos.

Los franquistas continúan atacando en la Casa de Campo pero Varela avanza lentamente en este sector al igual que en Carabanchel. De hecho, los defensores ceden poco terreno y reciben refuerzos. De la Sierra llegan dos columnas más el batallón comunista de Vega mientras la columna catalana Libertad y un batallón de la CNT entran en la capital. Sobre todo, el día 9, a medida que aumentaba la intensidad de los combates, las primeras unidades de las Brigadas Internacionales, el 11brigada en este caso, llega a Madrid a las órdenes de Manfred Stern más conocido en España con el nombre de Emilio Kleber. Estas tropas desfilan por la Gran Vía frente a una multitud que grita "Viva los rusos" antes de incorporarse a la Cité Universitaire. Kleber instaló entonces su cuartel general en la Facultad de Letras y Filosofía y preparó sus posiciones en torno al Manzanares y el puente del Francés donde se encuentra la vía férrea que une la capital con la Sierra de Guadarrama y el norte del país.

Después de cuatro días de duros combates, la intensidad de los enfrentamientos disminuye debido al cansancio de los hombres. Pero el día 13, un evento externo altera la situación. Ese día iba a comenzar la contraofensiva, preparada por el Estado Mayor de Caballero y de la que Miaja no tuvo conocimiento hasta el día 9. Este plan, que reorganizaba la supervisión y disposición de las fuerzas republicanas, prevé un ataque lateral al sur. de Madrid desde el valle del Jarama rumbo al oeste para alcanzar el Tajo en un gran movimiento envolvente. Esta maniobra a gran escala tiene como objetivo cortar las fuerzas de Varela de sus bases en el Tajo y por lo tanto de su conexión con el sur. También prevé que las tropas madrileñas lancen un ataque frontal y otro por el flanco.

Este plan irrita a Miaja y Rojo ya que moviliza a sus mejores efectivos, tres brigadas mixtas y la Brigada Internacional XII para una operación que creen debilita la defensa de Madrid. La Junta de Defensa también es de esta opinión y el día 10 estalla un conflicto con el general Pozas, jefe del Ejército del Centro. El ministro Álvarez del Vayo tiene previsto visitar la capital el día 11 para aliviar las tensiones. La ofensiva planeada se lleva a cabo pero es tan ambiciosa que fracasa estrepitosamente, sin permitir ni siquiera soltar la soga que rodea la ciudad.


Se cavan trincheras frente a Madrid

Los días 11 y 12, las fuerzas nacionalistas obtuvieron algunos pequeños éxitos. El día 13, unidos a la columna de Barron en la Casa de Campo, avanzaron hasta ocupar el cerro de Garabitas, posición alta, y desde allí se acercaron al Manzanares en un frente de 400 metros entre el puente de los Franceses y el de San Fernando. puente. A partir de este momento, el puente francés se convierte en una apuesta importante ya que es la llave para el paso del río por parte de las tropas de Varela. Ese mismo día, la Brigada Internacional XII , comandada por el general Lukacz , vivió su bautismo de fuego en el cerro de Los Ángeles y su primer fracaso durante la ofensiva organizada por Pozas. El 13 es por tanto un día negro para los republicanos, pero el del 15 será aún peor.

El día 14, Rojo preparó un contraataque por el Manzanares con el objetivo de retomar el cerro de Garabitas, por donde el adversario se había acercado más al río. Pero el día 15, el ataque republicano resultó ser un desastre. El frente se rompe y comienza la batalla de la Ciudad Universitaria donde las tropas de Varela han logrado penetrar. A medida que la defensa de la ciudad entra en una fase crítica, la lucha por Madrid no solo tiene lugar en las afueras de la ciudad, sino que se desarrolla en toda la capital.

Un ataque de las tropas nacionalistas

Una ciudad en guerra

Madrid es una de las primeras ciudades de Europa en sufrir los horrores de la guerra total. De hecho, la población no tiene margen para mantenerse al margen de la batalla. Los nacionalistas están convencidos de que la moral de la población madrileña se derrumbará ante la perspectiva de una batalla que les afectará directamente.

Los republicanos son conscientes de que es fundamental mantener el apoyo de la población. La defensa de Madrid se convierte entonces en el momento de una intensa propaganda para movilizar a los habitantes. Se moviliza la prensa, la radio, los volantes, los carteles, el cine. Esta campaña comienza antes del inicio de la batalla y muestra en particular la eficacia del aparato comunista mientras que los anarquistas, con menos medios, son los más virulentos. Así, el 7 de noviembre, los cines de Madrid proyectan la película “Los marineros de Kronstadt”. Las compañías de teatro improvisado representan una obra titulada “¡Cuatro batallones de choque! ". Los líderes políticos utilizan la radio mientras la prensa publica todos los mensajes de apoyo a la capital española. A esta intensa propaganda, que funciona de maravilla, se suman los errores de los nacionalistas. Los bombardeos de la ciudad, en lugar de arruinar la moral de los habitantes, la galvanizarán por el contrario.

En la noche del 27 al 28 de agosto Madrid sufrió su primer bombardeo por parte de Junkers 52 que impactó contra el Ministerio de la Guerra y la Estación del Norte, provocando un muerto y varios heridos. La ciudad entonces obviamente no está preparada para sufrir este tipo de ataques que obligan al gobierno a buscar refugios y dar a conocer a la población los medios de protección.


Durante los atentados, los madrileños se refugian en el metro

A medida que las columnas nacionalistas se acercan a Madrid, el bombardeo se intensifica. En Getafe, el 30 de octubre, provocan la muerte de 60 niños. A principios de noviembre se vuelven diarios en el sector de Casa de Campo. El primer ataque masivo a la capital tuvo lugar el 4 de noviembre. Durante este mes comienza una campaña de bombardeos metódicos. El objetivo es desmoralizar a la población y forzar la rendición de la ciudad. Pero esta política de intimidación tiene los resultados opuestos, aumentando la voluntad de resistencia de los habitantes, muchos de los cuales aún se mostraban indiferentes al inicio de la batalla.

La mayoría de los bombardeos los realizan JU-52 volando en una escuadra de tres aviones, a los que los madrileños llaman "las tres viudas". El 16 de noviembre, bombas incendiarias impactaron en el Museo del Prado. Si el fuego se apaga rápidamente, este atentado provoca un escándalo internacional y empuja al gobierno a trasladar obras maestras a Valencia. A partir de ese día se generalizaron los bombardeos nocturnos. Los días 18 y 19 de noviembre fueron tan intensos, costándose la vida a unos 130 civiles, que el cuerpo diplomático sigue presente en Madridpublica una nota de protesta. En abril de 1937, las autoridades republicanas dieron una primera valoración de los daños causados ??por los bombardeos sobre la capital desde el inicio de las hostilidades: 980 edificios , entre ellos 14 escuelas, 8 iglesias, 4 hospitales y 2 museos quedaron parcial o totalmente dañados. Hubo 907 muertos, 2.800 heridos y 430 desaparecidos. Sumando las víctimas de las localidades del entorno de Madrid como Puente de Vallecas, obtenemos la cifra de 1.491 víctimas.

La mayoría de estos bombardeos no tienen como objetivo objetivos militares, sino que buscan deliberadamente quebrar la moral de los defensores. Los nacionalistas , por lo tanto , se cuidan de apuntarlos , salvando así el barrio de Salamanca, un barrio burgués donde tienen muchos simpatizantes. Por el contrario, el centro de la ciudad y el distrito de Argüelles, próximo a la Cité Universitaire, se encuentran entre los más afectados.

Si al comienzo de la guerra civil la aviación nacionalista tenía una superioridad abrumadora, durante noviembre se vio disputada sobre los cielos de Madrid por los cazas soviéticos Polikarpov I-15 y I-16 que los cazas republicanos apodaron los Chatos o los moscas. El primer encuentro tuvo lugar el 4 de noviembre cuando un Chato dispersó los Fiat CR-32 que escoltaban a los JU 52 en ruta a Madrid. La aparición de estos dispositivos pero también la llegada de las Brigadas Internacionales entusiasmó a la población madrileña mientras se difundía la consigna “No Pasaran”, que sugería que la resistencia republicana sería feroz.


Un Polikarpov I-16

Durante este tiempo, la Junta de Defensa gestiona la vida cotidiana de una ciudad que cuenta con más de un millón de habitantes a la que acuden agregados refugiados de las zonas aledañas pero también una población flotante de milicianos. Para hacer frente a los problemas de abastecimiento, logra establecer un racionamiento efectivo pero está menos contento con el problema de la evacuación de la población.

Si la resiliencia, incluso el heroísmo, caracteriza en gran medida a la capital española atacada, la batalla de Madrid también tiene su lado oscuro, la represión de disidentes, sospechosos y enemigos reales. Aunque la Junta de Defensa trató de mantener el orden y controlar la represión de los presos, no siempre lo logró. Así, en noviembre, los penales seguían llenos de presos y se tomó la decisión de trasladarlos a lugares de detención más alejados del frente. Fue entonces cuando, en una ola de locura vengativa, unas milicias republicanas ejecutaron a unos 2.000 de estos presos en Paracuellos, a las afueras de Madrid, a finales de noviembre y principios de diciembre sin que se pudiera saber con exactitud quién se los había llevado.

Madrid bombardeado

La pelea en la Ciudad Universitaria

En el frente, el 15 de noviembre, cada bando lanzó un ataque y eso en el mismo sector de menos de un kilómetro de largo. El choque es brutal y las unidades republicanas, menos preparadas, no pueden resistir. El cruce del Manzanares por parte de las fuerzas de Varela es una maniobra brillante. El comandante nacionalista logra escalonar perfectamente a sus tropas en profundidad para dar a su ataque el efecto de un golpe de ariete.

Precedidas de intensos preparativos artilleros y bombardeos aéreos, las columnas franquistas intentaron en repetidas ocasiones arrebatarle a los franceses el puente, que durante toda la batalla fue defendido ferozmente por el comandante Romero hasta el momento en que se decidió volarlo. Los nacionalistas intentaron entonces vadear el Manzanares. Asensio intenta así que crucen 18 vehículos blindados pero quedan bloqueados en el cauce del río.


La Batalla en Ciudad Universitaria

La lucha es feroz durante todo el día y provoca numerosas víctimas entre los nacionalistas. Por tanto, los soldados de Asensio intentaron tres veces alcanzar y cruzar el río. Cada vez, la potencia de fuego de los defensores impide el avance de los atacantes. Cada ataque de los nacionalistas es seguido por fuertes contraataques de los defensores republicanos. No fue hasta principios de la tarde cuando los soldados del 3.º Tabors de Tetuán lograron llegar a la orilla opuesta. La brecha abierta en el frente republicano se encuentra a pocos metros aguas arriba del Pont des Français.

Las unidades nacionalistas que cruzan el Manzanares sortean a los combatientes enviados por Durruti y consiguen apoderarse de la Escuela de Arquitectura. Se atrincheraron en el edificio y durante la noche el resto de la columna de Asensio cruzó a su vez el río. Sobre la base de este éxito, las columnas de Delgado y Barron se unieron a las de Asensio en Ciudad Universitaria.

El día 16, Miaja y Rojo planean un gran contraataque. Durruti tuvo que lanzar un asalto frontal desde el asilo María-Cristina hasta el río, mientras al otro lado de la brecha abierta por los rebeldes, los interbrigadistas de Kleber y la 4ª brigada mixta presionaban al adversario. La misión de los republicanos es expulsar a los nacionalistas a la otra orilla del Manzanares.


Luchadores republicanos en Ciudad Universitaria


El plan republicano no recibe el arranque de un principio ya que cuando se va a poner en marcha, las fuerzas de Asensio amplían su cabeza de puente tomando la Casa de Velásquez y luego, cruzando la vía central, la Escuela de Ingenieros Agrónomos. Cientos de combatientes en cada lado, particularmente entre los interbrigadistas de la 11° Brigada Internacional encuentran su muerte en los combates de Casa Velásquez y en la lucha por ampliar o, por el contrario, cerrar la brecha nacionalista en el Manzanares. El contraataque dirigido por Durruti quedó completamente paralizado por la fuerza del avance enemigo desde las Facultades hasta el hospital-clínica. Con sus milicianos defendió con fiereza el asilo de Santa Cristina pero, el día 17, tuvo que abandonar este puesto para retirarse al hospital-clínica. Es el día más difícil para los defensas. Miaja y Rojo deben acudir al campo de batalla para detener a los fugitivos mientras aumenta el fuego de artillería y los bombardeos aéreos sobre la ciudad. Los nacionalistas parecen estar a punto de ganar cuando unas patrullas de Tabors irrumpen en la Plaza de España provocando el pánico en las calles de Madrid. Pero esta incursión es fácilmente repelida por los milicianos que refuerzan el sector.

En este punto de la batalla, los soldados nacionalistas estaban agotados y, sobre todo, solo había 2.000 de ellos en la Cité Universitaire contra 11.000 defensores. Para suplir esta debilidad, los ataques del 17 se combinaron con intensos bombardeos aéreos para romper la resistencia republicana. Poco antes del anochecer, cerca de 2.000 bombas alcanzaron el centro de la ciudad. Inicialmente, algunas bombas incendiarias caen sobre los barrios obreros. El uso de bombas incendiarias es sistemático, los asaltantes creen que el fuego es la forma más efectiva de provocar el pánico. Unos momentos después, los bombarderos, en oleadas de 10 o 12, guiados por los primeros fuegos, lanzaron ristras de bombas. Madrid carecía entonces tanto de refugio como de defensas antiaéreas.


Los interbrigadistas defienden Madrid

La jornada del 18 todavía estuvo marcada por duros combates. Los hombres se enfrentan por la toma de edificios en ruinas, se pelean de un piso a otro, insultándose a través de las paredes, tirando armas de gran calibre por las ventanas y escaleras abajo. La confusión es tal que nadie sabe exactamente dónde está el frente y quiénes son los atacantes o los defensores. El 11 y 12Las Brigadas Internacionales, muy probadas, son reorganizadas y puestas a las órdenes de Kleber quien se convierte de hecho en el responsable de todo el sector occidental de la ciudad Universitaria. Las órdenes siguen siendo las mismas de los días anteriores y nuevamente las tropas de Varela resisten tenazmente en sus posiciones. Sin lograr ensanchar su cabeza de puente, este último logró mantener firme una línea que iba hacia el este desde la Escuela de Arquitectura hasta el hospital-clínica pasando por la Casa de Velázquez, la Escuela de ingenieros agrónomos y el asilo de Santa Cristina. Pero no logró ampliar sus posiciones hacia el oeste hacia la Moncloa y las facultades de Medicina y Filosofía. El hospital-clínica, lugar de intensos combates en los días siguientes, marca el punto extremo del avance nacionalista.

El día 19, Durruti volvió a encabezar las peleas en el hospital-clínica. Es allí donde encontrará la muerte en circunstancias no resueltas. En el hospital, la lucha es feroz, piso por piso, y esto por otros cuatro días. Desde las facultades de Filosofía y Medicina, los republicanos lanzan un nuevo ataque que desemboca en violentos combates en el palacio de la Moncloa y de nuevo por la Casa Velázquez. Pese al coraje de los interbrigadistas, el día 20 Moncloa seguía en manos de Varela.

La Casa de Velásquez después de los combates
 
Entre el 20 y el 22 la intensidad de los combates no decayó. El día 20, los nacionalistas tenían cerca de 3.000 hombres en la Cité Universitaire, repartidos entre los distintos edificios. La lucha es tan intensa que algunas unidades son diezmadas. Rojo, frente a la Junta de Defensa, se queja de quedarse sin municiones mientras se incendia la Casa Velázquez y se vuelve a tomar el hospital-clínica. En ese momento, casi las tres cuartas partes de la Cité Universitaire estaban en manos de los nacionalistas. La confusión es tal que es imposible trazar una línea de frente. Las escaramuzas se agotan gradualmente en todas las zonas de combate. El día 22, Rojo explicó a la Junta de Defensa que temía un nuevo ataque enemigo. Si bien es cierto que la columna de Barron avanza en el Parque Oriente, sin embargo es rápidamente contenida.

Las fuerzas de ambos lados están agotadas. Franco, Mola, Varela y otros generales nacionalistas se reúnen el día 23 en Leganés y deciden detener los ataques frontales contra Madrid. Sin embargo, por una razón de prestigio, Franco ordena mantener sus tropas en los puntos ya conquistados de la ciudad. Pero el centro de gravedad del conflicto en el que la capital sigue siendo la apuesta se desplaza hacia el noroeste. Los nacionalistas querían ahora aislarlo y asfixiarlo con un vasto movimiento envolvente que condujo sucesivamente a la batalla en torno al camino de La Coruña en diciembre, luego a la batalla del Jarama en febrero de 1937 y finalmente a un último intento durante la Batalla de Guadalajara. en marzo de 1937.

Madrid seguirá soportando largos meses de asedio a pesar de la degradación de las condiciones de vida de la población reducida a racionamientos y bombardeos cada vez más severos que no hacen más que agravar esta situación. Los republicanos intentarán, sin éxito, durante la ofensiva de Brunete, en julio de 1937, desatar la soga en torno a la ciudad. Finalmente, el 28 de marzo de 1939, tras el golpe del General Casado, las tropas franquistas entran en Madrid sin encontrar resistencia alguna, poniendo fin a la Guerra Civil Española.

Conclusión

Los 17 días que duró la batalla de Madrid, del 7 al 23 de noviembre de 1936, se desarrollaron los combates más encarnizados desde el inicio del conflicto, combates que consumieron sin descanso mano de obra y material en cada campamento que se disputaba cada metro cuadrado de terreno. Madrid vio caer entonces a héroes como Durruti mientras emergía la figura de Vicente Rojo. Ella ve también a los voluntarios internacionales dar abundantemente su sangre por la defensa de la República. Sobre todo, ofrece el sorprendente espectáculo de milicianos indisciplinados y mal educados derrotando a auténticos soldados enmarcados en auténticas unidades militares. ¿Cómo explicar este fenómeno que frustra los pronósticos más informados sobre el resultado de la batalla?

La razón principal del fracaso nacionalista radica en la desproporción del objetivo perseguido en relación con los mediocres medios empleados. Franco se propone en efecto conquistar con sólo 30.000 hombres una ciudad de más de un millón de habitantes dispuesta a defenderse. Sabe, por supuesto, que militarmente este objetivo está fuera de alcance, pero cree al mismo tiempo que los republicanos, ante las diferentes opciones que tienen a su alcance, es decir, la rendición, la defensa periférica o la defensa excesiva, no optarán por el último. En estas condiciones no cree necesario correr el riesgo de comprometer más fuerza en una operación que, de fracasar, podría comprometer seriamente sus posibilidades posteriores de ganar la guerra.

Si los nacionalistas no tomaron finalmente Madrid por la insuficiencia de los medios comprometidos, fue sobre todo porque se encontraron frente a un ejército que ya no libraba una guerra de movimiento sino de resistencia con un proyecto claro y un mando eficaz. Y este ejército se siente respaldado a nivel internacional tanto en hombres como en equipamiento. También sabe que defiende más un símbolo que una ciudad. Impulsados ??únicamente por el sentimiento de lealtad a la democracia, los soldados republicanos lograron afrontar el desafío lanzado por los rebeldes. Para estos voluntarios “Madrid será la tumba del fascismo” y con su acción han demostrado la voluntad del pueblo, independientemente del poder y la crueldad de sus adversarios, de defenderse de un enemigo que quiere privarles de su libertad. Un mensaje aún relevante.


Bibliografía.
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