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martes, 14 de abril de 2020

Rosismo: Las gestiones de antirrosistas al gobierno de Chile

Capítulo 19: Las relaciones entre Rosas, las provincias cuyanas y Chile



Introducción

El estudio de las relaciones entre la Confederación Argentina y Chile necesariamente incluye el de los vínculos entre las provincias de la región cuyana -Mendoza, San Juan y San Luis- y el país trasandino. Esta afirmación choca contra la idea vulgar de que la Confederación Argentina era algo parecido a un Estado nacional. Asimismo, quiebra el tradicional esquema de la historia argentina según se la enseña en los textos primarios y secundarios, una historia cuyo protagonista casi exclusivo es Buenos Aires, con vagas referencias a la Banda Oriental y el Litoral y muy escasa atención a las zonas norteña y cuyana.
Retomando el hilo de la cuestión, cabe afirmar que desde el punto de vista económico Cuyo estaba durante la etapa rosista más cerca de Chile que de Buenos Aires. Esta realidad no hacía más que confirmar una tendencia histórica y geográfica, dado que las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luis fueron fundadas por los conquistadores españoles desde la capitanía general de Chile y tuvieron estrecha conexión política y económica con ésta a pesar de la cordillera de los Andes. Los intereses económicos que vinculaban a Cuyo más con Santiago de Chile que con Buenos Aires persistieron. En tiempos de Juan Manuel de Rosas, la política económica de Chile se basaba en el dominio del océano Pacífico. Dentro de esta estrategia, Valparaíso fue decretado puerto franco, factor que favorecía la salida de los productos cuyanos hacia dicho océano. Por el contrario, el comercio de Cuyo con Buenos Aires no tenía la constancia del efectuado con Santiago. La consideración de elementos económicos en el análisis de las relaciones entre las provincias cuyanas y la república de Chile permite comprender por qué las primeras firmaron con el gobierno chileno un tratado en 1835, a pesar de la tendencia federal de las mismas -definida erróneamente como un sinónimo de obediencia al rosismo por más de un historiador argentino- y a pesar de la expresa prohibición establecida por el Pacto Federal del 4 de enero de 1831 de que las provincias de la Confederación Argentina firmasen por iniciativa propia tratados con un país extranjero sin previo consenso de las restantes.
Cabe agregar que no sólo hubo una estrecha vinculación de las provincias cuyanas con Chile en cuestiones económicas, sino también culturales. Durante mucho tiempo fue Chile el país que proveía de libros a esas provincias, especialmente a la de San Juan. Rota la dependencia política de Cuyo con la capitanía general de Chile en 1776 e incorporada esa región al virreinato del Río de la Plata, subsistieron no obstante los vínculos culturales con el país trasandino. Inclusive muchas de las obras que llegaban de Chile eran de autores sanjuaninos residentes allí, como en el caso de Sarmiento. Asimismo, muchos cuyanos se formaron en escuelas y universidades chilenas (1).


(1) El caso de José Dolores Bustos, por ejemplo, que egresó de la Escuela Normal de Santiago.



Las gestiones de los antirrosistas mendocinos y sanjuaninos ante el gobierno chileno

Mendoza y San Juan tuvieron gobiernos que fueron federales más por temor a Juan Manuel de Rosas que por un sincero compromiso ideológico con el encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina. Según muchos historiadores argentinos fueron "seudofederales". Esta última categoría tiene una validez más que discutible, pues parte de la idea de identificar federalismo y rosismo. En todo caso, el federalismo de Buenos Aires era rosismo. Podía serlo quizás el de las provincias del Litoral, cuyos intereses económicos eran bastante coincidentes con los de Buenos Aires -salvo en los puntos críticos de la libre navegación de los ríos interiores y de la utilización de los recursos de la Aduana-. Pero el federalismo rosista no tenía por qué ser identificable con el de las provincias de Cuyo. Distanciados geográfica y económicamente de Buenos Aires, mal podían los gobiernos de San Juan y Mendoza tener un tinte federal si se entiende federalismo como adhesión a los principios de política económica y exterior del hombre fuerte de la Confederación.
En numerosas ocasiones la provincia de San Juan dio claras muestras de sus disidencias con la autoridad de Rosas. Así, el gobierno del teniente coronel Hipólito Pastoriza (diciembre de 1830 a marzo de 1831) dispuso una ley el 21 de diciembre de 1830 mandando retirar al gobierno de Buenos Aires la conducción de las relaciones exteriores. Este no sería el único desafío cuyano a la autoridad de Rosas.
El 8 de febrero de 1835 Pedro Molina era elegido gobernador de Mendoza. El 11 de marzo del mismo año, el antirrosista José I. Calle dirigió una carta a Diego Portales, el hombre fuerte detrás del gobierno de Joaquín Prieto (1831-1841), instándolo a que Chile se apoderara de las provincias de Mendoza y San Juan. En su carta decía Calle:

Existe en Santiago una comisión enviada por la provincia de Mendoza y San Juan, cerca del gobierno de la República... No será difícil obtener la incorporación de aquellas provincias a esta República. Creo conveniente decir a Vd. las razones que tiene en vista indudablemente, para creer que el gobierno de Chile no rechazaría la solicitud de las provincias de Mendoza y San Juan, de que las admitiese en la asociación política de este país. (...) La población de aquella provincia (Mendoza) simpatiza con la de Chile más bien que con la de ninguna de las provincias de Córdoba, Buenos Aires, Salta, etc.; por consiguiente, ni aun el temor de extinguir rivalidades locales existe, para el caso de agregar aquella agregación (...) (1).

Vale destacar que en 1840 Calle fue secretario de la Comisión Argentina en Santiago de Chile, que entre otros antirrosistas integraron Domingo Faustino Sarmiento, Gregorio Gómez, Joaquín Zapata, Joaquín Godoy y Francisco Domingo de Oro. Portales rechazó el ofrecimiento de Calle y además destacó a un comisionado para informar a Rosas sobre la conducta adoptada por los enemigos de éste en las provincias cuyanas. La reacción de Rosas no se hizo esperar y el gobernador mendocino Pedro Molina recibió una amonestación a raíz de la carta de Calle a Portales.

En realidad, la importancia del mercado chileno como salida común para los productos de las provincias cuyanas llevó desde muy temprano a éstas a buscar su integración económica entre sí y con Chile. Así, a instancias del gobernador de San Luis coronel José Gregorio Calderón (2) se iniciaron conversaciones en Mendoza que tenían el objetivo de unir económicamente a las tres provincias integrantes de la región cuyana. Vale detenerse en el contenido de las informaciones del mendocino Pedro Pascual Segura del 16 de junio de 1835, interesante reflejo de los problemas económicos de Cuyo y del apoyo mendocino a este proyecto de integración económica:

pues considerando los Mendosinos en todo sentido, necesario natural e indispensable la union de estos Pueblos, discurren del modo siguiente. Las produsiones de San Luis tienen su consumo en Mendoza y Chile, fuera de estas Plasas, no tiene otro mercado q. los cueros q. produse al año y remite a Bs. As. Esta entrada sola, es muy corta: El trafico de Mendoza y San Juan es a San Luis utilisimo, pues sin él caresería de todo jiro: Mendoza y Sn. Juan necesitan de Sn Luis pa qe los provea de ganado y consuma sus productos en cambio, mas, pa qe proteja su comercio con las Provincias de Abajo. De lo que se deduse qe estos tres Pueblos deben sostenerse, y fomentarse resiprocamente, p. qe no podria ecsistir uno sin el otro: Allándose Mendoza en menos peligro por ser poseedor de los Puertos de Cordillera y sus producsiones favorecidas pr. Chile, y sus puertos francos pa. el Perú y Colombia; po si estas bentajas no tuvieran, y se biese en el caso de sucumbir a la influencia del Comersio estranjero protegido en Buens. Ayrs. contra los intereses de la Republica, y aun asi propio ¿Que seria de Sn Luis con estas Plasas arruinadas y quisa despobladas? Claro es, qe bendria e ser un Departamento o rincon de la Cordova (3).

No obstante el fracaso de la gestión de Calle, los elementos antirrosistas de las provincias de Mendoza y San Juan no cejaban en sus intentos de conectarse con el gobierno chileno para debilitar a Rosas y a los gobiernos provinciales que respondieran a su política. Así, por ejemplo, el gobernador Pedro Molina y el general José Félix Aldao, aliados de Rosas en Mendoza, sufrían las acechanzas del grupo antirrosista sanjuanino liderado por Francisco Domingo de Oro (ministro del gobernador de San Juan, José Martín Yanzón, cuya gestión se extendió desde mayo de 1834 hasta enero de 1836), e integrado también por el coronel graduado del ejército de la provincia de Buenos Aires, Lorenzo Barcala (de origen africano), que había participado en las guerras de la Independencia. Justamente, Barcala expresaba en una carta a un capitán llamado José María Molina que uno de sus planes consistía en

Adelantar los tratados con Chile y proteger las compañías de minas propuestas por aquéllos. Ponerse de acuerdo con San Juan, Córdoba, Salta, Jujuy, Santa Fe y todas las provincias para dejar a Buenos Aires que hiciese lo que le pareciera con su dictador; pero este acuerdo con las demás provincias debería sólo entenderse en defensiva, quedando una estricta neutralidad armada que pudiera respetar otras (4).

Asimismo, según la prensa rosista de Buenos Aires, Barcala (quien fue juzgado y ejecutado en Mendoza el 1º de agosto de 1835) confesó al gobierno mendocino antes de morir que existía un plan gestado por el ministro sanjuanino Domingo de Oro para incorporar Mendoza y San Juan a la República de Chile. Esta confesión de Barcala fue transmitida del gobierno de Mendoza al de San Juan, factor que motivó el arresto y juicio de Oro.
Otro ejemplo interesante de las intrigas de los elementos antirrosistas en las provincias cuyanas y del respaldo del gobierno chileno a las mismas tuvo lugar en el contexto de las negociaciones que el ministro chileno Diego Portales llevaba a cabo con el gobierno de Rosas a fin de aunar su voluntad contra el régimen de Santa Cruz, quien estaba al frente de lo que sería la Confederación Peruano-Boliviana. Cabe apuntar que, más allá de los diferentes intereses que impulsaron al gobierno de Rosas y al de Chile a declarar la guerra a Santa Cruz -desarrollados con mayor detalle en los capítulos correspondientes a la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana-, desde el principio de la negociación con Portales, Rosas mostró desconfianza hacia las intenciones del gobierno chileno. Este sentimiento del encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina fue potenciado por un episodio de singular importancia: la captura por parte del gobierno de Rosas de una carta de César Hipólito Bacle a Bernardino Rivadavia. Bacle era un litógrafo suizo residente en Buenos Aires que luego se trasladó a Chile, donde fue empleado como litógrafo de Estado. Diego Portales ofreció hospitalidad a los emigrados antirrosistas a través de Bacle, quien escribió a Rivadavia. Esta carta decía que en un viaje que el suizo había realizado a Chile había hablado con Portales, quien le había recomendado y "encargado que indujese a todos los hombres de talento a trasladarse a Chile, proponiéndoles una protección decidida, pero me ha designado muy especialmente al Sr. Rivadavia, al Sr. Valentín Alsina y a los S.S. Varela (...)", todos claramente antirrosistas. Finalmente, Bacle comentaba a Rivadavia sin vueltas sus intenciones y las del ministro chileno Portales con las siguientes palabras: "El Sr. Portales tiene las mismas ideas que V. y quiere hacer por su propio país lo que V. ha querido hacer por el suyo" (5).
Por cierto, las intrigas de los antirrosistas en las distintas provincias tanto del Interior como del Litoral y Cuyo, tenían campo propicio en la dudosa vocación "federal" de muchos de los gobernadores, vinculados a la autoridad de Rosas más por temor que por convicción ideológica. Aun disintiendo con el orden rosista, más de un gobierno provincial usaba el ropaje federal para no desatar inmediatas represalias por parte del Restaurador de las Leyes. No obstante, ello no implicaba necesariamente la subordinación al poder de Buenos Aires. En este sentido, un claro testimonio del grado de involucramiento de los sectores antirrosistas en las políticas internas de las provincias cuyanas fueron las palabras que el propio Rosas dirigiera a la Legislatura de Buenos Aires el 31 de diciembre de 1835:

La quietud interior se encuentra restablecida y los pueblos cubiertos de honor. Sin embargo, ese bando de anarquistas, el más fecundo en arterías y medios de iniquidad, no deja de ocupar la atención del gobierno. Acosado en todas partes por el grito de la opinión, ha tomado el arbitrio de disfrazarse con la máscara de la Federación, y de este modo ha logrado sorprender al actual Gobernador de la Provincia de San Juan sometiéndolo a su funesta influencia y se ha apoderado también del gobierno de la Provincia de Salta (6).

Notas

  1. Carta de José I. Calle citada en Vicente D. Sierra, Historia de la Argentina, tomo VIII, Buenos Aires, Ed. Científica Argentina, 1969, p. 396.
  2. Calderón fue gobernador desde el 26 de diciembre de 1833 hasta el 11 de noviembre de 1840.
  3. Ricardo R. Caillet-Bois, "La vinculación económica de las provincias de Cuyo en 1835", en Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires, 1932, Nros. 51-52, pp. 93-97, y Enrique M. Barba, "Formación de la tiranía", Academia Nacional de la Historia, R. Levene (comp.), Historia de la Nación Argentina (desde sus orígenes hasta su organización definitiva en 1862), Vol. VII, 2ª sección, Buenos Aires, El Ateneo, 1962, p. 99.
  4. Carta del coronel Lorenzo Barcala al capitán José María Molina, citada en V. D. Sierra, op. cit., t. VIII, p. 397.
  5. Ver carta de Hipólito Bacle a Bernardino Rivadavia, citada en Enrique M. Barba, "Las relaciones exteriores con los países americanos", Academia Nacional de la Historia, R. Levene (comp.), op. cit., vol. VII, 2ª sección, pp. 193-194.
  6. Mensaje de Juan Manuel de Rosas a la Legislatura de Buenos Aires, 31 de diciembre de 1835, citado en Julio Irazusta, Vida política de Rosas a través de su correspondencia, Buenos Aires, Jorge E. Llopis, 1975, tomo III, p. 27. Otro ejemplo que demuestra la dudosa vocación federal de las provincias cuyanas es el contenido de una carta del gobernador de San Juan, José Martín Yanzón, enviada el 15 de octubre de 1835 a su colega de Tucumán, Alejandro Heredia, que refleja el sentimiento de resistencia que despertaba el poder de Buenos Aires en más de un gobierno provincial. En ella Yanzón acusaba al teniente coronel Nazario Benavides y a Félix Aldao -dos nombres ligados al rosismo mendocino- de intentar derrocarlo. A su vez, éste era un tiro por elevación a Rosas, ya que en esta carta Yanzón declaraba estar convencido de que se quería someter a las provincias contra:
    nuestra voluntad y por un tiempo determinado a un poder sin límites, empleando al efecto el soborno para dividirnos y oponernos los unos a los otros, y llevando la presión hasta tal punto que satisfaga el deseo y la ambición de quien lo ha concebido y de los agentes que él emplea.
    Asimismo, en esa carta Yanzón invitaba a Heredia a oponerse a Rosas. (Carta del gobernador de San Juan José Martín Yanzón al gobernador de Tucumán Alejandro Heredia, San Juan, 15 de octubre de 1835, citada en: V. D. Sierra, op. cit., t. VIII, p. 400. También hay referencias acerca de esta carta en J. Irazusta, op. cit., p. 27). Luego de su fracaso en este intento, Yanzón se decidió a intevenir en La Rioja a favor de un alzamiento encabezado por Angel Vicente "Chacho" Peñaloza, quien se pronunció en Los Llanos aprovechando la circunstancia de que el caudillo Tomás Brizuela no estaba en condiciones de salud para sustituir a Villafañe en el gobierno de esa provincia.
        Aun otro testimonio de las actividades de los opositores a Rosas en Cuyo y su conexión con los gobiernos de Chile, Bolivia y la Banda Oriental es la carta que Rosas escribió a su colega santafesino Estanislao López, el 4 de enero de 1836. Refiriéndose al rol de Heredia y a la complicada situación en las distintas provincias, Rosas decía a López:
    el objeto del señor Heredia es demostrarnos que por aquella parte de la República aún hay muchos enemigos, y que estando al presente Salta y Jujuy gobernadas por administraciones unitarias y San Juan dirigida por los mismos, y su Gobernador entregado absolutamente a su dirección, y en Catamarca haberse arribado a un arreglo satisfactorio, que todos estos elementos forman un todo que obliga a pensar seriamente en el modo de prevenir con tiempo y sin demora males futuros que pueden darnos después mucho trabajo si ahora nos descuidamos a la vista del peligro, tanto más cuanto que es indudable que el Gobierno de Bolivia está protegiendo estos poderosos elementos de desorden contra nuestra República (...). A mi juicio, (los temores de Heredia) son fundados porque si es de fijarse en la vista que arroja la pintura de esa parte de la República en las Provincias de Salta y San Juan es de temerse desde que se relaciona a las maniobras de los muchos unitarios que hay en las demás cuando todos marchan a un objeto y rumbo, cuando todos tienen facilidad para comunicarse unos con otros, y con los refugiados en los tres Estados vecinos, donde se les tolera con escándalo todo género de hostilidad por la prensa y fuera de ella de diversos modos hacia los primeros hombres de esta Nación y su tranquilidad. (Carta de Juan Manuel de Rosas a Estanislao López, Buenos Aires, 4 de enero de 1836, citada en J. Irazusta, op.cit., tomo III, p. 29).
    Pero a su vez el mismo Heredia -considerado el guardián del orden rosista en la región norte- caería también bajo las sospechas de Rosas debido al pacto firmado por aquél con el gobernador de Santiago del Estero y el de Salta. No obstante Heredia consiguió aventar las sospechas y mantenerse como custodio del orden federal, pero luego aquéllas se renovaron al firmar el gobernador tucumano otro pacto con Catamarca que aparecía como una decisión alejada del dogmatismo rosista.
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