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sábado, 18 de junio de 2022

República Dominicana: Rebelión de los Pilotos

Rebelión de los Pilotos





La Rebelión de los Pilotos fue un levantamiento militar llevado a cabo por seis miembros de la Aviación Militar Dominicana (hoy Fuerza Aérea Dominicana) el 19 de noviembre de 1961 que puso fin a los 31 años de tiranía trujillista al provocar la salida definitiva del país de la familia Trujillo.1​ El complot impidió que Ramfis Trujillo, José Arismendy (Petán) y Héctor Bienvenido Trujillo Molina retornaran al poder y reeditaran el régimen que encabezó su padre Rafael Leónidas Trujillo.

Este hecho marca el final de una de las dictaduras más sangrientas del siglo XX y el inicio de la democracia en la República Dominicana, evitando que desapareciera la clase política opositora al régimen trujillista.2

 

Muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo

La dictadura de Trujillo fue un sistema totalitario, que conculcó las libertades públicas, y que trató a los dominicanos como un pueblo esclavo, cuyo trabajo sirvió para enriquecer las arcas personales del dictador y su familia.

La persecución, represalias y torturas a que fue sometido el pueblo dominicano durante 31 años comenzó su final cuando la noche del 30 de mayo de 1961 Juan Tomás Díaz, su hermano Modesto Díaz, Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, Amado García Guerrero, Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Luis Amiama Tio, Luis Manuel Cáceres Michel y Roberto Pastoriza Neret ajusticiaron al dictador Rafael Leónidas Trujillo.

Con el ajusticiamiento del dictador comenzó la decapitación de la tiranía trujillista. Sin embargo, la maquinaria que sirvió de sustento a la dictadura permaneció casi intacta por lo que la democracia tomó un tiempo en construirse. La República Dominicana padeció durante 5 meses y 19 días, la más cruel barbarie padecida durante los 30 años y meses que duro la tiranía de la familia Trujillo, aumentándose los crímenes, la torturas, los abusos, las cancelaciones y los despojos de propiedades a los Dominicanos

Del grupo de ajusticiadores de Trujillo solo sobrevivieron el general Imbert Barrera y Luis Amiama Tio; los demás fueron asesinados por Ramfis Trujillo, el hijo del tirano, y los remanentes del régimen. El 18 de noviembre de 1961 Ramfis Trujillo había asesinado a seis de los once ajusticiadores en la hacienda María, en San Cristóbal.

Rebelión de los Pilotos- 19 de noviembre de 1961

En la mañana del 19 de noviembre de 1961 se produjo la Rebelión de los Pilotos. La artillería y la escuadra de tanqueros de la Base Aérea de San Isidro fueron bombardeadas, al igual que otras instalaciones militares que siguieron leales a Trujillo como las fortalezas Mao y Puerto Plata. Estos ataques lograron disaudir así las fuerzas militares que soportaba a los Trujillo y logró la salida definitiva del país de los remanentes trujillistas del país.34

Este hecho evitó que Petán, Negro y Ramfis Trujillo ejecutaran un complot para destronar a Joaquín Balaguer de la Presidencia de la República y asesinar a los principales líderes la Unión Cívica Nacional y el Movimiento 14 de Junio. La noche del 18 de noviembre se habían reunido en la Base Aérea de San Isidro Petán Trujillo, el jefe de la Fuerza Aérea, Tunti Sánchez, y los jefes regionales del temido Servicio de Inteligencia Militar (SIM), incluyendo a Alicinio Peña Rivera, quienes matarían los políticos y antitrujillistas del Cibao. Este plan fue llamado Operación Luz Verde o la Matanza de San Bartolomé cuyo objetivo era asesinatos en serie donde serían fusilados líderes como Viriato Fiallo, Joaquin Balaguer, entre otros.5

La Rebelión de los Pilotos fue ideada y ejecutada por los tenientes coroneles Manuel Durán Guzmán, ideólogo del complot, Raymundo Polanco Alegría, comandante del Escuadrón de Caza Ramfis, y Nelton González Pomares. Fue liderada por el general Pedro Rodríguez Echavarria, en ese momento comandante de la base aérea de Santiago y los oficiales superiores Pedro Santiago Rodríguez Echavarría (Chaguito) y Federico Fernández Smester.6

Integrantes del complot

Manuel Durán Guzmán nació el 28 de septiembre de 1924 en Villa Riva, San Francisco de Macoris. Estudio en el seminario jesuita Padre Fantino de Santo Cerro, luego incursionandose a la carrera militar en 1945. Fue el ideólogo de la conspiración. Su plan era ejecutar la conspiración en los meses siguientes a la muerte de Trujillo pero no pudo llevarla a cabo porque las fuerzas represivas eran muy fuertes y corrían el riesgo de ser denunciados.3

Raymundo Polanco Alegría fue el primer contacto de Durán Guzmán. Compañero de graduación de Guzmán en 1948. Polanco-Alegría, de ascendencia almeriense, era el comandante del Escuadrón de Caza Ramfis.7​ Fue uno de los grandes ases del aire de la Aviación Militar Dominicana.8​ Luego del complot del 19 de noviembre, se retiró de la aviación militar y fue designado como agregado militar en Europa. Al retornar a su país, funda la empresa Aeromar Cargo y deja un extenso legado en el ámbito de la aviación comercial.9

Nelton González Pomares fue otro de los primeros contactos de Durán Guzmán. Era el comandante del Grupo de Caza y Bombarderos. Finalizada la gesta fue designado como agregado militar a Washington y más tarde fue director de Dominicana de Aviación.1011

Federico Fernández Smester, junto a González Pomares, encabezo el ataque a la base de San Isidro. Durante los años 50, había sido el fundador y director de la primera escuadrilla aérea acrobática del país.12

Pedro Rafael Rodríguez Echavarría, general de brigada, comandante de la Base Aérea de Santiago, convencido por Durán Guzmán a liderear el complot por su dote de mando, prestigio y relación con otros jefes militares y algunos políticos de la época. Apoyo a Balaguer en la creación del primer Consejo de Estado. Se dice que a pedidos del presidente John F. Kennedy, fue nombrado el 22 de noviembre secretario de Estado de las Fuerzas Armadas y a su hermano Pedro Santiago Rodríguez Echavarría como Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana. Pedro Santiago Rodríguez Echavarría perdió la vida en 1990 en un accidente aéreo en el que desapareció sobre el Canal de la Mona.13

Referencias

  • Guerrero, Miguel (1991). "Los últimos días de la era de Trujillo" Editora Corripio. República Dominicana
  • Peña, Emilio Herasme (2008). Documental "La Rebelión de los Pilotos". Huellas de la Historia. Santo Domingo. 70 minutos. DVD.
  • Vega, Bernardo (1991). "Kennedy y los Trujillo" (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).. El Levantamiento del General Rodriguez Echavarria. (Pag. 338). Fundación Cultural Dominicana
  • Raful, Tony (2007). "Movimiento 14 de Junio". Editora Búho. República Dominicana
  • León Estévez, Luis José (2002). "Yo, Ramfis Trujillo". Editorial Letra Gráfica. República Dominicana

Notas

  1. «Conmemoran salida familia Trujillo del pais». Diario al Instante. 20 de noviembre de 2016.
  2. Federico Marcos Didiez. «Hace 52 años: la rebelión de los pilotos».
  3. Miguel Guerrero. «Los últimos días de Trujillo II: La conspiracion de los coroneles».
  4. Miguel Guerrero. «Los últimos días de Trujillo III: Un ataque con bombas y cohetes».
  5. Lajara Sola, Homero Luis (19 de noviembre de 2016). «Los Pilotos de la Patria». Listin Diario.
  6. Ricardo Antonio Bodden Lopez. «Efemerides: 19 de noviembre de 1961».
  7. Hibrain Sosa, Naya Despradel (8 de diciembre de 2012). «El Complot de los Pilotos- 19 de Noviembre 1961». El Caribe. Seccion Fin de Semana. p. 6-7.
  8. Rivas, Ubi (19 de marzo de 2016). «Relata Brevario Avatares de Vida». El Nacional.
  9. Ignacio Mullix. (9 de septiembre de 2015). «Raymundo Polanco Alegria, su gran legado aeronautico y militar».
  10. Gutierrez Felix, Euclides (25 de agosto de 2015). «Nelton Gonzales Pomares: !hasta siempre!».
  11. de los Santos, Ines (16 de agosto de 2015). «Fallece General de Brigada piloto Nelton Gonzalez Pomares»». Diario Libre.
  12. Pena, Emilio Erasme (3 de marzo de 2013). «Fernandez Smester. Un heroe ignorado». El Nuevo Diario. Archivado desde el original el 29 de noviembre de 2016.
  13. Ignacio Mullix (22 de junio de 2015). «Pedro Santiago Rodriguez Echavarria».


viernes, 22 de junio de 2018

República Dominicana: Las mariposas asesinadas por el tirano

La trágica historia de las tres hermanas que lucharon contra la tiranía

Jorge Fernández Díaz

Jorge Fernández Díaz comenzó Pensándolo bien leyendo un artículo de Alfredo Serra que cuenta la trágica historia de las Mariposas, las tres hermanas Mirabal que fueron asesinadas por oponerse fervientemente al dictador dominicano Rafael Trujillo.



“Después de apresarlas, las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas, María Teresa. Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta, Minerva, yo elegí a la más bajita y gordita, Patria, y Malleta al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas. Traté de evitar este horrendo crimen, pero no pude, porque tenía órdenes directas de Trujillo y Johnny Abbes García. De lo contrario, nos hubieran liquidado a todos”.

(Testimonio de Ciriaco de la Rosa, uno de los asesinos, ante el tribunal, junio de 1962).

“La fiesta del Chivo” (Alfaguara, 2000), es posiblemente el último gran libro de Mario Vargas Llosa. No sólo por el brillante estilo de las tres historias que contiene –y que es sólo una–: también por la reconstrucción (perfecta obra de relojería) del plan de la resistencia para matar al tirano Rafael Leónidas Trujillo, amo y señor de horca y cuchillo que gobernó a la República Dominicana desde el 16 de agosto de 1930 hasta la noche del el 30 de mayo de 1961, cuando terminó su borrachera de poder omnímodo acribillado a tiros en la carretera que une Santo Domingo con San Cristóbal. Lo mataron los conspiradores Juan Tomás Díaz (general retirado), José Román Fernández, Antonio De la Maza (en venganza: Trujillo ordenó asesinar a su hermano), y Amado García, su custodio personal.

El pueblo dominicano –que por años lo había llamado “padrecito”– respiró la primera bocanada de libertad. Nadie olvidó los miles de encarcelados, torturados, asesinados en las mazmorras del dictador. Y mucho menos al mayor y más doloroso símbolo de la resistencia: las hermanas Mirabal. Las Mariposas. María Teresa, Patria, Minerva y Bélgica Adela (Dedé) Mirabal Reyes nacieron y se criaron en un hogar rural de buen nivel económico en Ojo de Agua, municipio de Salcedo. Su padre, Enrique, exitoso hombre de negocios, las hizo estudiar como internas en el Colegio Inmaculada Concepción de La Vega, regido por monjas españolas de la Orden Franciscanas de Jesús. Un mundo equilibrado y feliz.

Pero Trujillo habría de acabar con todo. Y también, entre tantos atropellos, con casi toda la fortuna de Enrique Mirabal.

Sus hijas, salvo Dedé, no tardaron en comprender que ese grotesco tirano cubierto de medallas falsas –se autocondecoraba– que se hacía llamar El Jefe, El Generalísimo, El Chivo (por su supuesto vigor sexual), El Padre de la Patria, tildado también El Chapita por su pecho ornado de chafalonías, sería el germen de la destrucción nacional. El Padre del Caos.

Y no tardaron en alistarse en la resistencia contra ese “enano huachafo (cursi) y criminal”, como lo definió Vargas Llosa. El grupo de oposición se llamó 14 de Junio en memoria de una fracasada insurrección contra Trujillo ese día de 1959. Pero la clandestinidad era caminar por una cuerda floja a punto de romperse.

Casi todo el país estaba controlado por el siniestro SIM (Servicio de Inteligencia Militar), cuyo máximo y más pérfido cerebro era un tal Johnny Abbes, más tarde reemplazado por el marino Cándido Torres Tejada, y al final por José (Pupo) Román Fernández, ambos militares y diestros jefes de las redes de delación y de las siniestras cárceles del Chivo.

A una de esas cárceles (La Victoria) fueron a parar varias veces dos de las hermanas Mirabal: Minerva y María Teresa, ambas casadas y madres, y también sus maridos. Todos padecieron torturas, y ellas, además, violaciones.

Pero La Bestia Negra –otro apodo de Trujillo– no estaba conforme. El 18 de mayo de 1960, las dos y sus maridos fueron juzgados “por atentar contra la seguridad del Estado dominicano” y condenados a tres años de prisión. Pero fue una trampa…

Apenas tres meses más tarde, el 9 de agosto y extrañamente, el tirano ordenó que Minerva y María Teresa fueran liberadas, pero no sus maridos. Un disfraz de generosidad para la tragedia que se incubaba: en realidad, todo estaba decidido de antemano, y paso a paso…

Primer acto. Trujillo le ordenó al general Román que mudara a los maridos de las hermanas a la cárcel de Salcedo, para evitarles el largo viaje desde sus casas hasta la cárcel de Victoria. Segundo acto.

El teniente Víctor Alicinio Peña Rivera recibe del general Román estas instrucciones, que mucho después recordará en su libro de memorias: “Hay que disponer el traslado a Puerto Plata de los esposos de las hermanas Mirabal. La justificación del traslado será el descubrimiento de armas clandestinas dirigidas al movimiento que ellas encabezan. La idea es que ellos nos ayuden a determinar si las personas apresadas son miembros de ese movimiento. Una vez terminado esto, les puedes decir que serán regresados de nuevo a Salcedo. Una vez trasladados les prepararás una emboscada en la carretera a las hermanas Mirabal. Deben morir. Se simulará un accidente automovilístico. Ese es el deseo del jefe”.

Al otro día, el cabo de policía Ciriaco de La Rosa llegó al cuartel del SIM en Santiago, pidió cuatro agentes y un vehículo, Peña Rivera designó a Alfonso Cruz Valerio, Emilio Estrada Malleta, Néstor Antonio Pérez Terrero y Ramón Emilio Rojas Lora.

El 18 y el 22 de noviembre no se atrevieron a cumplir su orden de muerte porque las hermanas “viajaban con niños”. Pero el 25 iban sólo con el chofer Rufino de la Cruz y otra de las Mirabal: Patria.

Luego de visitar a sus maridos en Puerto Plata pusieron proa a Salcedo. A sus casas. Pero cuando el jeep llegó al puente de Marapica, cuatro hombres les cruzaron un cepillo: así llamaban al Volkswagen escarabajo. Las tres hermanas, a punta de pistola, fueron obligadas a subir a ese auto: el de sus verdugos.

Los dos vehículos llegaron al patio de la casa de Minerva y María Teresa, en La Cumbre, Salcedo. Peña Rivera repartió pañuelos de seda entre sus tres compañeros, “para ahorcarlas”. Los gritos de ellas no se oyeron: la casa era de adobe y estaba forrada con madera de caoba.

Luego, aun agonizantes, las remataron a palazos. Sus cuerpos –también el del chofer–, cargados en uno de los autos. Y el auto, arrojado al fondo de un barranco para simular un accidente y atribuirle los golpes mortales.

Sucedió el 25 de noviembre de 1960. Hace cinco décadas y siete años. Minerva tenía 26 años. Patria, 30. María Teresa, 36. Entre las tres, cinco hijos.

El final no las sorprendió: siempre sospecharon que estaban condenadas a muerte. Minerva llegó a proclamar:

–¡Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte!

No se equivocó. Rafael Leónidas Trujillo murió asesinado por la resistencia apenas seis meses después. Final celebrado por la mayoría del pueblo. A pesar de vivir postrado bajo la feroz tiranía del tan atroz como ridículo personaje investigado y descripto por Mario Vargas Llosa en su novela, el asesinato de las hermanas Mirabal, las “Mariposas” (nombre en clave que usaban para sus mensajes en la resistencia), desató un ciclón de furia, odio y alegría ante el cadáver del tirano que había decidido extender su poder ad infinitum: al morir tenía 70 años, pero previó que lo sucedería su hijo Ramfis. No pudo ser: éste murió a los 40 años en un accidente en la carretera de Burgos, España.

Pero el martirio de las Mirabal no se olvidó. La fecha de su muerte fue declarada como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una provincia, una calle, una estación de subte, un monumento, un billete y hasta una nueva planta, la Salcedoa mirabaliarum, las recuerdan. Además del Museo Mirabal, que conserva sus ropas y sus habitaciones tal como estaban al morir.

También cinco películas y media docena de libros. En cuanto a los centenares de estatuas, bustos y placas con su nombre que ordenó Trujillo, nada queda. Basura de la Historia.

(Post scriptum: pero el castigo a los asesinos fue una farsa. Los instigadores y los autores materiales, condenados en junio de 1962 a treinta años de prisión… apenas cumplieron dos. Escaparon en masa aprovechando un levantamiento militar: un alto jefe les abrió la puerta de la Fortaleza Ozama, donde estaban recluidos. Y se dispersaron para siempre.)

viernes, 1 de julio de 2016

Conflictos americanos: Cuba envía MiG-21s contra Balaguer

 

MiG-21 cubanos sobre la República Dominicana

A principios de setiembre de 1977 unos buques pesqueros cubanos fueron incautados por guardacostas de Santo Domingo (según otra versión, era el buque mercante "Capitán Leo" que venía de vuelta de Angola). Los dominicanos los acusaban de violar las aguas territoriales de la República Dominicana, y pretendían incluso procesar a los pescadores. Estos a su vez alegaban que faenaban en aguas internacionales cuando fueron obligados a cambiar de ruta por las naves dominicanas, e internadas en Puerto Plata. En el incidente dos F-51D Mustang de la FAD, los FAD 1912 y FAD1916, sobrevolaban los barcos cubanos. El Gobierno dominicano de Joaquín Balaguer aparentemente sospechaba que los buques estaban en misiones de espionaje, mientras que el cubano a su vez pensaba que por la intransigencia dominicana a devolverlo y arreglar el asunto por vía diplomática, se trataba de una provocación anti-cubana, algo que no estaba dispuesto a aceptar. 
 

El 8 de setiembre de 1977 se reúnen con Fidel Castro en el ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR) el jefe de la DAAFAR General Francisco Cabrera, el Jefe de la Brigada de Cazas de San Antonio teniente coronel Rubén Martínez Puente, el sustituto del Jefe de la DAAFAR coronel Rafael del Pino, y otros jefes militares de alto rango. Cuando aparece Castro, éste explica la situación. El gobierno dominicano se mostraba abstenido a arreglar el incidente armoniosamente, y se mostraba arrogante. El gobierno cubano no toleraría afrentas al honor del país y de sus ciudadanos, por lo que sin renunciar a los esfuerzos diplomáticos, se decidió demostrarles irrefutablemente que las cosas no se quedarían así, y que los pescadores no serían abandonados a su suerte. 

Para presionar al gobierno dominicano a liberar inmediatamente al buque, un escuadrón completo de 12 MiG-21bis, los más versátiles y potentes aviones de la FAR, debía efectuar un vuelo rasante sobre la ciudad de Puerto Plata, que aterrorizaría a los dominicanos y serviría de mensaje a su gobierno, para demostrar que los MiGs cubanos llegaban hasta allí, y estaban dispuestos a todo para liberar a sus compatriotas. Si entonces en un plazo de 24 horas los dominicanos no liberan al buque, el escuadrón de MiG-21bis bombardearía las unidades militares dominicanas en Santo Domingo, Puerto Plata, y luego las de Santiago de los Caballeros. Castro les recuerda que esa hora "H" debía ser a las 10 de la mañana del día 10 de septiembre. Se pone en marcha la Operación Pico . 

Se prepara el ataque 
Ya se habían cursado la orden a las unidades de la Fuerza Aérea, que reforzaban la zona oriental de Cuba, colocando varios escuadrones de MiG-21 en Moa, Santiago de Cuba, Baracoa y Guantánamo, lo cual crearía en Oriente una correlación de fuerzas muy favorable, que disuadiría a los Estados Unidos a intervenir. Los MiG-21MF de la zona oriental despegarían para asegurar la cobertura aérea de la misión. Los Puntos de Conducción de tierra impartirían órdenes falsas para desinformar. Las tropas del Ejército Oriental estaban movilizadas en supuestas maniobras tácticas, y un riguroso secreto y silencio oficial total cubría la operación, por lo que el escuadrón de MiG-21bis sería detectado sólo al volver de la misión. Los radares de reserva se habían colocado en puntos estratégicos orientales cerca de la Punta de Maisí, para controlar las posibles rutas de vuelo de la aviación dominicana en caso de que decidiera responder. Las unidades de rescate y salvamento estaban listas para salir en caso de que algún piloto tuviera que catapultarse. 



Cada MiG-21bis llevaría en este primer vuelo un tanque adicional de combustible de 800 litros, y cuatro misiles térmicos K-13 (AA-2). En caso de segunda misión de ataque real, la División Oriental de la DAAFAR les situaría el armamento, y los MiG-21 llevarían bombas FAB-250 y FAB-500, de 250 y 500 kg respectivamente, y los terribles racimos de cohetes S-24. 

De nuevo, como era frecuente en las operaciones del mando cubano, la acción era otra iniciativa propia ajena al gobierno soviético, a los que no se podía mezclar en el incidente. Si los dominicanos llevaban el caso a las Naciones Unidas, se debían tomar medidas para que todo el armamento suspendido y los tanques no tuvieran letras rusas, y no fuera usado como prueba acusatoria contra la URSS. Los tanques auxiliares eran necesarios para el vuelo, pero de vuelta ya vacíos se convertían en un estorbo, pues empeoraban la relación consumo - recorrido, y debían ser lanzados sobre el mar. 

Como flotarían un buen rato, podrían llegar a las costas dominicanas (como llegó a ocurrir en realidad), por lo había que limpiarlos. El espacio aéreo de Haití tampoco debía ser violado. El asunto debía implicar sólo a Cuba y República Dominicana. 

Del Pino recibe la orden de escoger los 12 pilotos más experimentados para hacer la primera misión, que debían ser preparados con el mejor escuadrón de MiG-21bis de San Antonio, y se dirige inmediatamente a la esa base. A su vez ganando tiempo, el jefe de la Brigada de Cazas de allí, teniente coronel Rubén Martínez Puente, ordena a su sustituto el mayor Henry Pérez Martínez, uno de los mejores pilotos cubanos: "Oye, necesito selecciones doce pilotos, entre ellos tú, para cumplir una misión importante". Henry Pérez inmediatamente se dedica a escoger los mejores pilotos de la base de San Antonio, y cuando va al despacho de Martínez a acordar los nombres, allí ya se encuentra Rafael del Pino. Ambos aprueban la lista de pilotos, reparten los hombres por tres escuadrillas de 4 MiG-21 cada una, y le explican, que el líder de la misión será del Pino, y Henry Pérez no irá como jefe de escuadrilla, sino como número suyo, para tomar el mando del escuadrón en caso de que le ocurra algo a del Pino. Todo esto significaba que el peso principal de los preparativos recayera sobre Henry Pérez, pues aunque del Pino es audaz y arriesgado en el aire, "era terriblemente apático a todo lo que no fuera volar", por palabras de Pérez. 

Los 12 pilotos serían: coronel Rafael del Pino, mayor Henry Pérez Martínez, teniente coronel Jorge Villardel, mayor Benigno Gonzáles Cortés, capitán Arnaldo Torres Biart, capitán Manuel Rojas García, capitán Rigoberto Morales, capitán Evelio Bravo, capitán Armando Castellanos, capitán Raúl Hernández Vidal, mayor Pedro Pérez y capitán Díaz. Eran todos excelentes pilotos de alta profesionalidad, y algunos con experiencia de combate, como el mayor Benigno Cortés, quien había sido jefe del primer escuadrón de MiG-21MF llegado a Angola en 1976, y que acompañaba a del Pino cuando éste con su MiG-21MF destruyó un Fokker F-27 enemigo en ese país el 13 de marzo de 1976. 

Al mediodía los pilotos escogidos fueron reunidos en el salón de briefings a esperar indicaciones especiales de un alto jefe que debía llegar de un momento a otro. Los pilotos se impacientaban, cuando de repente Rigoberto Morales, que espiaba por la ventana, les grita: "Caballeros, es Fidel, ¡es Fidel!". Los pilotos se sorprendieron al ver que quien vino a reunirse con ellos era el mismo Fidel Castro, que llegó en su negro auto ruso Chaika, para comprobar cómo se habían preparado, y por lo tanto, comprendieron que era una misión de suma importancia. Fidel los reúne en el despacho de Martínez, de cuya pared colgaba un mapa a todo color que incluía la República Dominicana, Haití y la parte oriental de Cuba, con un enorme título a color que decía 'Operación Pico'. Les hace mil preguntas sobre los aviones, sobre cada piloto, sobre el estado anímico, si existía alguno con problemas familiares o de otro tipo, les explica las causas políticas del incidente, la misión a cumplir. Recuerda Henry Pérez: "La misión consistía en darles una contundente lección para que ellos mismos sacaran conclusiones de lo que éramos capaces de hacer". Al final Fidel les dice: -¡Creo que todo está muy bien!, la única observación que les hago es que deben darle indicaciones al personal técnico para que les quiten las marcas de fabricación a los tanques auxiliares de combustible que se verán precisados a lanzar cerca de Puerto Plata una vez que los consuman. Aunque el gobierno dominicano sepa que somos nosotros los que violamos su espacio aéreo, no debemos dejar ninguna huella que contenga letras rusas, para no comprometer a la Unión Soviética. Además, toda esta operación la estamos haciendo a espaldas de ellos. 



Fidel les desea suerte: "Que todo nos salga bien y sólo tengamos que meterles un poco de miedo nada más". Al irse Castro, Rafael del Pino y Henry Pérez siguen planificando las mejores variantes del vuelo, y al terminar, del Pino se va de la base, y algunos pilotos se fueron a hacer ejercicios físicos. Los pilotos fueron acuartelados en San Antonio, y esa noche antes del vuelo, después de comer, jugaron dominó, oían música o miraban la TV. A las 22.00 h Pérez revisa el borrado de los letreros rusos, y a las 24.00 llega el jefe de la DAAFAR Francisco Cabrera a hacer una última inspección. 

La misión sobre Santo Domingo 
A la mañana siguiente del 9 de setiembre de 1977 temprano por la mañana el escuadrón de MiG-21bis despega en silencio radial de la base de San Antonio hacia Guantánamo, adonde llegan tras recorrer los 900 km en 50 minutos de vuelo a 500-1,000 m de altura en un cielo totalmente despejado. Allí en Guantánamo el personal técnico reabastece los MiG-21bis con rapidez, y todos están ya listos a las 8.30 h para proseguir a su misión hacia Santo Domingo. 

La escuadrilla líder vuela al frente, y las otras dos a sus lados y detrás, con una separación entre ellas de 500-1,000 m lateral y de 1,000-1,500 m de fondo. Entre las parejas de cada escuadrilla esta separación sería de 50-150 m. El vuelo a 580 km de distancia se haría a la altura óptima económica en el MiG-21bis, de 6.000-8,000 m, lo que permitiría descender los últimos 90 km en potencia mínima (80-85% de revoluciones del motor), manteniendo la misma velocidad. A 20 km del objetivo las escuadrillas se separarían, para "atacar" cada una su objetivo sin molestarse mutuamente, y se reunirían sólo para el vuelo de regreso a Guantánamo. 

El simulacro de ataque fue todo un éxito, los MiG-21bis rompen sobre Quisqueya a media mañana. Efectúan varios pases sobre Santo Domingo, conectando la post-combustión, y rompiendo la barrera del sonido en vuelo rasante, rompiendo cristales y causando el pánico en la ciudad. Imitan ataques, pero sin emplear armamento alguno, contra la Casa de Gobierno, el Muelle Real, el Aeropuerto y la zona residencial. La escuadrilla de del Pino "ataca" el Muelle real y el barrio residencial. Al final del Pino hace un pase tan bajo, que Pérez pensó que se tragarían todas las antenas de TV de las casas aledañas. Pasaron a corta distancia por el lado de un alto hotel, de cuyos balcones salían los turistas alarmados a ver lo que pasaba, y mirando con asombro las maniobras de los MiG-21, quizás confundiéndolos con cazas norteamericanos. Los F-51D Mustang dominicanos ni intentan despegar, pues como comentó un piloto dominicano: "No podemos hacer nada contra jets". 



Todos los aviones regresan sin problemas a Guantánamo. Allí del Pino recibe la felicitación telefónica de Fidel Castro por el éxito del vuelo, y le indican que vuele a La Habana en el Yak-40 de transporte que lo esperaba, para informar personalmente sobre los resultados del ataque. En el Estado Mayor General ya estaban Fidel Castro, el Ministro Raúl Castro, y demás altos oficiales. Del Pino tiene que esperar unos minutos, pues los jefes militares estaban leyendo con interés las copias de las conversaciones entre los mandos militares dominicanos y los altos funcionarios del gobierno, que habían sido enviadas inmediatamente por los servicios de inteligencia cubanos y los regimientos de radioescucha que monitoreaban las comunicaciones de los países vecinos. Del Pino dice que se asombra, pues aunque conocía que los servicios de inteligencia cubanos estaban muy bien organizados, "Nunca pensé que fueran tan eficientes hasta poder incluso monitorear las conversaciones telefónicas de las dependencias gubernamentales". 

El gobierno dominicano cede 
Los dominicanos llaman a la 13.00 dispuestos a arreglar el incidente diplomáticamente, pero todavía no han liberado a los barcos, y el ultimátum de 24 horas dado por Castro a los dominicanos se terminaba a las 10.00 de la mañana del día siguiente 10 de setiembre. Al escuadrón se le da la orden de que se prepare a bombardear Santo Domingo. Allí debían ser atacados los cuarteles del Ejército, la Marina y la Policía con entre otras armas, bombas rusas FAB-500 de 500 kg. Los objetivos estaban en zonas densamente pobladas, y como tales bombas no son de alta precisión sino inertes, pero con un descomunal poder destructivo, capaces de borrar una manzana entera, podrían causar muchas víctimas inocentes. Por eso se cambia el primer objetivo, que debía ser la base aérea FAD de San Isidro. 

El 10 de setiembre a las 8.30 h, día del esperado ataque, ya estaban listos los MiG-21bis con sus armas y se daba el briefing con los pilotos mientras del Pino esperaba la confirmación de La Habana. En ese momento llega el esperado cifrado del alto mando: "Barco devuelto. Regresar con el circo a casa a las catorce horas. Firmado Senén Casas Regueiros Jefe Estado Mayor General". 

Ya no hacía falta el golpe aéreo. El Gobierno de la hermana República Dominicana razonablemente liberó al mercante cubano, y la crisis terminó. 



Epílogo 
La suerte de cada piloto participante en la Operación Pico fue diferente, y refleja la rica experiencia combativa de la FAR. El capitán Raúl Hernández Vidal muere 5 meses después, cuando en febrero de 1978 su MiG-21bis es derribado por la AAA somalí en la guerra del Ogadén, Etiopía. Casi al mismo tiempo en ese conflicto fue derribado Benigno Cortés, que logra catapultarse a salvo, y siguió su exitosa carrera en la FAR. Ya en 1976 Cortés había participado con del Pino en varios combates en Angola, destruyendo al Fokker F-27. Arnaldo Torres combate en Etiopía y Angola. Manuel Rojas cumple misiones contra Bahamas en 1970, en Etiopía en 1978, y varias veces en Angola, siendo allí derribado por un Stinger de la UNITA en setiembre de 1987, cayendo prisionero por 7 meses. Rafael del Pino llega a General de Brigada y sustituto del jefe de la DAAFAR, y deserta a Estados Unidos en 1987. Henry Martínez participa en varias misiones importantes en Angola, dirige los MiG-21bis en la defensa de Canganba en 1983, y llega a ser el piloto más condecorado de la FAR. Jorge Villardel en 1980 hunde el patrullero bahamés "Flamingo", y participa en numerosas misiones en Angola hasta 1988, llegando a altos puestos de la FAR. Pedro Pérez llega a ser jefe de la FAR. Hoy estos hombres ya están retirados del servicio activo, disfrutando de un merecido descanso. 

Datos Técnicos del MiG-21bis Fishbed N 

sábado, 6 de febrero de 2016

Diplomacia: Crucero acorazado "9 de Julio" saluda al pabellón dominicano

Saludo al pabellón dominicano en 1919


El 24 de mayo de 1919 había fallecido en Montevideo el ilustre poeta Amado Nervo, embajador de México ante la República del Uruguay. Como Nervo había sido embajador concurrente en la República Argentina, el presidente argentino Hipólito Yrigoyen ordenó que sus restos fueran repatriados con todos los honores en el crucero acorazado “Nueve de Julio”. 
Al regreso el barco se vio obligado a hacer escala, y su comandante consultó con el ministerio de Marina si podía tocar o no Santo Domingo y, en caso afirmativo, si saludaba a la bandera norteamericana al entrar al puerto, a la sazón ocupado por fuerzas militares de los Estados Unidos. El comandante del crucero 9 de Julio al no ver en la fortaleza "Ozama" la bandera dominicana, no hizo los saludos exigidos por el protocolo internacional, lo que motivó que las autoridades norteamericanas pidieran al Capitán las causas de su descortesía. 



Cuando ocurrió este desagradable caso, hacía 4 años que se había declarado oficialmente la implantación del gobierno militar norteamericano, que tuvo lugar en aquella época (1916), cuando el íntegro patricio doctor Francisco Henríquez y Carvajal, designado Presidente de la República por decisión del Congreso Nacional, se negó a aceptar las humillantes condiciones que para su formal reconocimiento le hiciera el gobierno de Estados Unidos que en ese entonces detentaba, de acuerdo con la convención de 1907, la total percepción de los ingresos aduaneros dominicanos. 
Todos conocemos que una fuerza de ocupación coloca al tope de los edificios y fortalezas cautivas su propia bandera. La dominicana no flameaba sobre la tierra de las virtudes soñada por Juan Pablo Duarte, que siempre deseó una patria libre, soberana y sin intervención de extrañas potencias. La gallarda respuesta del comandante del crucero 9 de Julio, no se hizo esperar. La inmediata respuesta del presidente Yrigoyen fue: “Id y saludad al pabellón dominicano”. Tengo instrucciones de mi gobierno de saludar la bandera dominicana. Así lo hizo
Al entrar al puerto, el acorazado izó al tope la bandera dominicana, saludándola con una salva. Corrió la voz por la ciudad, y personas fervorosas compusieron con trozos de tela una bandera dominicana que izaron en el torreón de la fortaleza. 
Veintiún cañonazos de la nave argentina tributaron el homenaje a la enseña dominicana. La multitud se lanzó a las calles, y una gran manifestación se dirigió hasta la casa municipal ante la perplejidad de las autoridades gringas de ocupación que no se atrevieron a impedir el pronunciamiento popular. 
Uno de los improvisados oradores dijo: “Loor al presidente argentino Yrigoyen que nos ha hecho vivir siquiera dos horas de libertad dominicana”. 
Dos años después, dos delegados del Partido Nacional Dominicano llegaron a la Argentina a testimoniar al presidente Yrigoyen el reconocimiento del pueblo de su patria por su extraordinario gesto. Uno de los emisarios, el doctor Francisco Henríquez y Carvajal, relató el suceso mientras la emoción llenaba sus ojos de lágrimas. 
La campaña de los patriotas dominicanos para el retiro de las tropas norteamericanas tuvo una alta expresión en la asamblea del año 1921, que se dirigió al Presidente argentino en los siguientes términos: 

San Pedro de Macorís (Rep. Dominicana), marzo 15 de 1921

El Congreso de las Juntas Patrióticas instalado el 6 de marzo, envíale mensaje de gratitud dominicana y confía en que vuestro constante esfuerzo de apoyo a la causa de la República acelerará su éxito.

(firmado) Rolando Martínez, presidente.
 

 
Presidente Hipolito Yrigoyen 
 Crucero ARA "9 de Julio" 

Fuente

martes, 26 de enero de 2016

República Dominicana: Detalles de la muerte de Trujillo

Nuevos detalles de la muerte de Trujillo

por Bernardo Vega (ver abajo) | 23-May-04

Fuerzas Militares Domicanas (blog desaparecido)


Nueva versión sobre los hechos de la noche del 30 de mayo de 1961. Documento inédito sobre la muerte del tirano. Por Benardo Vega.
Zacarias de la Cruz, su chofer militar, dijo que Trujillo pudo salir del coche con vida y murió disparando contra los ajusticiadores.
Zacarías de la Cruz, el chofer militar de Trujillo la noche del 30 de mayo, narró su versión de lo acontecido ese día al Procurador Fiscal y a un Juez de Instrucción. Ese documento nunca antes había sido publicado y El Caribe lo ha obtenido en exclusiva.
Su declaración fue dada casi al morir Trujillo, el 21 de julio de 1961, es decir hace exactamente 40 años al día de hoy, cuando todavía su hijo Ramfis controlaba el país y no se había iniciado el proceso de apertura del régimen, por lo que se podría pensar que su versión de los hechos reflejó la necesidad de mostrar una actitud valiente por parte del dictador en el momento de su muerte. Sin embargo, lo dicho por Zacarías coincide en muchos aspectos, mas no en todos, con las versiones dadas por algunos de los ajusticiadores que sobrevivieron al hecho.
Los aspectos más importantes de su declaración son:
1. El primer disparo contra Trujillo, que fue de escopeta, fue hecho cuando el carro que conducía Antonio Imbert y en el cual se encontraban Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sadhalá y el Teniente Amado García Guerrero, todavía estaba detrás del de Trujillo y no, como según las versiones de tres de los participantes (Antonio Imbert, Huáscar Tejeda y Salvador Estrella Sadhalá), cuando éste estuvo al lado del de Trujillo. Ese primer disparo hirió al dictador. Por otras versiones se sabe que quien lo hizo fue Antonio de la Maza, quien estaba en el asiento delantero derecho del vehículo.
2. Zacarías le sugirió a Trujillo que se fueran del lugar, pero el dictador insistió en que se parasen a pelear. Salvador Estrella Sadhalá, ya preso, dijo que Trujillo ordenó: "Párate a pelear".
3. Desde el vehículo con los cuatro héroes y mientras rebasaban el carro del dictador, se efectuaron disparos con un fusil M-1. Algunos pudieron haber impactado en Trujillo. Por otra versión se sabe que quien le disparó fue Amado García Guerrero, que estaba en el asiento trasero derecho.
4. Al ordenar Trujillo que se detuvieran, el vehículo conducido por Imbert les rebasó y éste luego tuvo que frenar y volverse. Entonces el vehículo de los héroes dobló y bloqueó el lado derecho de la autopista. Zacarías trató de volver su auto hacia Ciudad Trujillo, pero no lo hizo pues Trujillo, mal herido, optó por desmontarse del carro y pelear en la intemperie, sin la protección del interior del vehículo. Eso cuadra con la declaración que en la cárcel dio Huáscar Tejeda.
5. La única arma que utilizó Trujillo fue un pequeño revólver 38 de bolsillo.
6. Zacarías le advirtió a Trujillo que él también había sido herido. Como su carro ya se había detenido, pudo disparar con un rifle M-1. El dictador, ya fuera del carro, también disparó con su revolver, avanzando 3 ó 4 metros desde el frente de su automóvil, moviéndose al descubierto hacia los vehículos que le atacaban. De pronto cayó de bruces, inerte, presumiblemente ya muerto.
7. Zacarías, ya solo, siguió disparando con su M-1 y luego con una ametralladora Luger. Vio cuando uno de los héroes avanzó hacia el cuerpo de Trujillo, lo que aprovechó para tirarle y herirle. De los integrantes del automóvil de los cuatro héroes, tres recibieron heridas leves: Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá y Antonio Imbert.


El 2 de Junio de 1961, el cadáver del Dictador dominicano Rafael Trujillo es velado ante una muchedumbre en el Palacio Nacional. Foto de Corbis.com


El auto donde viajaba Zacarias y Trujillo fue presentado a la prensa internacional por el gobierno dominicano el 5 de junio de 1961. El día anterior las autoridades anunciaron que dos de los participante en la muerte de Trujillo mueren a tiros en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad. Entre esto se encontraba Juan Tomas Diaz.


El 5 de Junio de 1961, el gobierno dominicano presenta a la prensa internacional los cadáveres de Antonio de la Maza (al fondo) y Juan Tomas Dizas después que se enfrentaran a fuerzas del SIM (Servicio de Inteligencia Militar). Foto de Corbis.




Carro Oldsmobile modelo 1956 usados por el grupo que dieron muerte a Trujillo. Se pueden apreciar los impactos de balas sucedidos en el intercambio de disparo entre estos, Zacarias y Trujillo.


Los dos únicos sobreviviente del grupo que dieron muerte a Trujillo. Antonio Imbert Barreras a la izquierda y Luis Amiama Tio.


8. Al acabársele los tiros a Zacarías, salió del carro para buscar una ametralladora que estaba en el asiento de atrás del mismo y entonces fue alcanzado por un tiro en la cabeza y se desmayó. En total recibió 9 impactos. De creerse su versión, los héroes no lo vieron ni lo remataron cuando se acercaron al vehículo. Eso es improbable, luce más bien que Zacarías se ocultó en la finca que en ese entonces bordeaba la autopista.
9. Zacarías no cita la llegada del segundo vehículo, manejado por Huáscar Tejeda y donde estaban Pedro Livio Cedeño y Fifí Pastoriza. Debió haberse desmayado antes, por lo que la grave herida que sufrió Pedro Livio entonces fue hecha por uno de sus compañeros. Luis Salvador Estrella, en su libro, probablemente en base a lo narrado por Salvador Estrella la misma noche del 30 de mayo antes de esconderse, coincide en que el segundo vehículo llegó después de muerto Trujillo y que fue Salvador quien, por error, hirió a Pedro Livio, quien en efecto obtuvo heridas de una pistola 38. El único que usó ese arma esa noche fue Salvador.
Esta versión de los hechos difiere en detalles importantes de lo declarado por Antonio Imbert a la prensa y también de lo dicho por Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza y Salvador Estrella Sadhalá bajo interrogatorio cuando fueron detenidos y de lo que luego contaron a sus amigos en la cárcel, antes de ser asesinados en noviembre de 1961.
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La segunda versión del chofer.

Articulo e Informe publicado en El Caribe el 21 de julio de 2001
En un libro publicado en España en 1965 por el ecuatoriano Gerardo Gallegos, aparece una segunda declaración jurada de Zacarías, efectuada en Madrid en 1964.
Allí exagera un poco su declaración de 1961. Pone a Trujillo a decir: "Zacarías, párate que estoy herido". Y luego: "Para Zacarías, coge la ametralladora, vamos a pelear, que estoy herido". Allí se cita la llegada del segundo vehículo y agrega que fue Trujillo quien, con su revólver, hirió a Pedro Livio Cedeño, que había llegado en ese segundo vehículo y que el dictador disparó los seis proyectiles de su revólver y que murió cuando ya no contaba con balas. Esta segunda versión, reproducida en la prensa dominicana en 1999, es la que ha sido citada por algunos dominicanos que se han especializado en el tema y que tienden a defender el trujillismo.

La suerte de Zacarías

El chofer de Trujillo fue condecorado por el Presidente Balaguer en junio de 1961. Al caer los remanentes de la dictadura, Zacarías junto a Ramfis Trujillo y otros, se fue a vivir a España, regresando al país en 1966, al asumir el gobierno Joaquín Balaguer, siendo entonces nombrado en un alto cargo en el Consejo Estatal del Azúcar (CEA), en el departamento encargado de reclutar haitianos para el corte de la caña.
Nunca más hizo declaraciones a la prensa. Murió el 3 de junio de 1999 a los 93 años de edad. El presidente Leonel Fernández ordenó que fuese sepultado con honores militares. Última Hora editorializó: "Con la muerte de Zacarías de la Cruz se esfuma la posibilidad de conocer, de primera mano y a través de un testigo de excepción, más detalles reveladores sobre el ajusticiamiento de Rafael Trujillo en 1961 y otros aspectos sobre la vida privada del dictador que dominó toda una época de la vida contemporánea. Por una suerte de invariable convicción que algunos nunca entendieron cabalmente pero que todos debieron respetar por su firmeza de carácter, Zacarías fue siempre una tumba en la que nadie pudo penetrar para que hablara sobre lo que conocía como chofer preferido de Trujillo".
Antonio Imbert dice que Trujillo no podía estar herido cuando se inició la balacera
Antonio Imbert es el único otro testigo de los hechos que pudo hacer una declaración formal sin cohersión sobre lo que ocurrió. En su más amplia declaración a la prensa sobre el asunto, en 1964, explicó que el primer tiro, el de Antonio de la Maza, lo trató de dar cuando los dos vehículos estaban paralelos y que apuntó a Zacarías, pero la escopeta le falló. También erró el segundo, porque coincidió con el frenazo que dio Zacarías. A unos 500 metros Antonio Imbert dio la vuelta en redondo y el vehículo se detuvo en el carril derecho de la pista, como a 15 metros del de Trujillo, el cual estaba estacionado a la derecha y del cual tiraban con una ametralladora. Los cuatro héroes salieron del vehículo y tuvo lugar un intercambio de disparos que duró unos cuatro minutos. Considera que Trujillo no pudo haber estado herido al iniciarse la balacera, pues los dos escopetazos de De la Maza habían fallado. No cree que Trujillo disparó con un revólver, tal vez con una ametralladora.
Imbert y De la Maza entonces avanzaron hacia el carro de Trujillo, recibiendo Imbert una ligera herida en el pecho. De la Maza fue por detrás del carro de Trujillo, quien se encontraba parado fuera del mismo. Imbert oyó un disparo de la escopeta de De la Maza, el cual a quemarropa le dio en el hombro a Trujillo quien se quejó por el dolor. Este caminó y se puso frente a las luces de su propio carro, y, en ese momento Imbert le disparó. Trujillo cayó sentado y luego boca arriba, muerto, con la cabeza hacia Haina.
Fue tan sólo en ese momento que llegó el segundo carro, manejado por Huáscar Tejeda y con Fifí Pastoriza y Pedro Livio Cedeño. Este último en ese momento fue herido por un disparo en el vientre, proveniente ya sea de Zacarías, Amado García Guerrero o Salvador Estrella Sadhalá. Imbert fue al carro de Trujillo y tomó un revólver 38 que encontró en el asiento de atrás, y que todavía estaba con su cinturón, por lo que no cree que Trujillo lo usara.

La declaración del chofer de Trujillo:

Juzgado de Instrucción de la Primera Circunscripción del Distrito Nacional (21/7/1961)
P. ¿Qué podría usted informarnos con relación al atentado criminal perpetrado la noche del 30 de mayo del año en curso, contra la ilustre persona del Generalísimo doctor Rafael L. Trujillo Molina, y con el cual usted fue herido?
R. Yo era encargado de los vehículos privados del Jefe y era la persona que el Jefe utilizaba como chofer para sus viajes personales tanto en la ciudad como en el interior. Alrededor de las 8 p.m., del día 30 de mayo del año en curso, cuando él se preparaba a dar su acostumbrado paseo por la avenida George Washington, me dijo que me preparara para ir a la Hacienda Fundación.
Yo le pregunté entonces: "Jefe, ¿sigo detrás o lo espero aquí?". Él me contestó entonces: "Espere aquí". Luego, como a eso de la 9:40 p.m., el Jefe regresó del paseo, subió a su casa de la Estancia Radhamés, donde yo lo esperaba y más tarde volvió a bajar, a las 9:45 p.m. Momentos antes, el Teniente Pedro de la M.G.D., y quien servía como camarero del Jefe había preparado el maletín que acostumbraba a llevar el Jefe y que, según me expresó éste, dicho maletín contenía una gran cantidad de dinero por lo pesado que estaba. Partimos de la Estancia Radhamés a la residencia de doña Angelita Trujillo, ubicada en la avenida Máximo Gómez, donde el Jefe permaneció como diez minutos. El Jefe salió de la casa y se montó en la parte trasera del carro marca Chevrolet, modelo 1957, color azul, BelAir. De ahí, conduje el carro por la derecha en la George Washington, avanzando hacia la autopista, marchando a una velocidad estable de 90 kilómetros por hora.
Momentos antes de llegar al Bar Restaurante El Pony, rebasamos un automóvil Mercedes Benz. Proseguimos marcha por la autopista en dirección a San Cristóbal, y aproximadamente después de haber avanzado un kilómetro después del último poste del alumbrado eléctrico, repentinamente sentí un disparo desde un carro que iba detrás con las luces apagadas. Al mismo tiempo que sentí el disparo, que supongo fue de escopeta por la enorme detonación, pude darme cuenta de que el mismo vehículo que creo que nos perseguía, encendió las luces y volvió y las encendió. Segundos después, el Jefe me expresó: "Estoy herido, coge la ametralladora y párate a pelear". Entonces, yo le contesté: "Jefe, son muchos, vamos a ver si nos vamos, quiero salvarlo". Él volvió a repetirme: "Coge la ametralladora y vamos a pelear, que estoy herido". Mientras tanto, el carro que nos perseguía nos había rebasado por la derecha, tirándose un poco al paseo y desde el carro que lo rebasaba se hicieron disparos, que por su rapidez, presumo eran de fusiles ametralladoras; todas esas balas se pegaron en el carro y entiendo que algunas de ellas le dieron al Jefe. El carro que nos rebasó se tiró aun más a la derecha en el paseo, a consecuencia de yo haberle tirado encima el carro que conducía con el propósito de hacerlo salirse de la autopista. Pero al ser un carro tan veloz, de más potencia que el mío, pudo rebasarme y se cruzó hacia la izquierda, atravesándonos y debiendo yo frenar para no chocar con el carro que se me cruzó.
En esos momentos en que frenaba, traté de virar el carro nuestro hacia Ciudad Trujillo, desviándome hacia la izquierda y quedando nuestro vehículo ubicado con el frente izquierdo ligeramente introducido en la grama central de la autopista. Al detenerme y volver la cara hacia detrás para mirar al Jefe, había abierto la puerta y se apresuraba a desmontarse, teniendo ya un pie en tierra. Lo vi bajar deslizando su cuerpo hacia el estribo, dándome la impresión de que estaba mal herido. Mientras bajaba hacia el estribo, pude ver que con sus manos buscaba en los bolsillos traseros un revólver pequeño calibre 38 corto, que acostumbraba portar y que fue la única arma que utilizó. Mientras tanto, desde el automóvil enemigo que nos había rebasado y el cual se había ubicado en la pista contraria a la nuestra, es decir, dirección oeste-este, se había detenido a unos 13 metros de distancia del nuestro, con el frente delantero derecho saliendo de la autopista y penetrando en el paseo derecho de ellos. Los ocupantes de este automóvil ya se habían desmontado y nos disparaban con nutrido fuego hacia nosotros.
En esos momentos, le dije al Jefe: "A mí me hirieron también". El fuego que se nos hacían era cada vez más intenso. El Jefe se desmontó del vehículo y avanzó hacia la parte delantera derecha, y pude ver que disparaba con su revólver hacia los enemigos, con su pequeño revólver. Mientras tanto, yo tomé un fusil automático M1 (semi) y comencé a disparar sobre ellos. Cuando yo comencé a disparar, fue cuando vi al Jefe que avanzaba tres o cuatro metros delante del bómper del carro y cayó de bruces con el frente hacia el pavimento, dando media vuelta al caer, cayendo inerte. Presumo que el Jefe cayó muerto ya que no lo vi moverse más durante el tiempo que duró el combate que yo sostuve con los asaltantes. Descargué el fusil M-1 semi-automático con el cual disparaba y tomé una ametralladora Luger corta, disparando hacia el enemigo de manera intermitente, ya que debía racionar mis cápsulas para el combate que yo entendí se prolongaría. Vi cuando uno de los asaltantes avanzó hacia el cuerpo inerte del Jefe y al llegarle cerca le disparé algunas cápsulas que lo hirieron, dejando caer el asaltante su pistola o dando gritos de que se sentía herido.
Luego, después me salió otro asaltante delante del carro disparando hacia mí; yo entonces le contesté con disparos, habiéndome dado cuenta que había caído y su pistola había caído en el pavimento, pero prontamente se levantó y volvió hacia su carro. Luego, cuando se acabaron los tiros de la ametralladora que yo portaba adelante, abrí la puerta del lado derecho del carro y me desmonté para coger la ametralladora del Jefe que estaba detrás del carro. Logré alcanzarla, y cuando me disponía a sobarla para disparar, fui alcanzado una vez más en la cabeza, por un disparo que me derribó, dejándome sin sentido. Es lo último que recuerdo en relación al asalto y al combate, en el cual recibí heridas en las dos piernas, en el muslo izquierdo y dos heridas en el vientre, dos heridas en el hombro derecho, una herida en el tobillo derecho y una herida en la cabeza que me fracturó o astilló la parte superior del frontal. Cuando recobré el conocimiento, un tiempo después que no puedo precisar, encontré la ametralladora Thompson a unos pasos de mí, así como algunas distancias de la ametralladora, en el lugar donde vi caer al Jefe, el kepis que éste usaba esa noche.
Recogí ambas cosas y me senté en una verja situada a la derecha de donde me encontraba y esperé unos cinco minutos para ver si me traía a Ciudad Trujillo, ya que el vehículo en que nosotros andábamos no estaba en el lugar del hecho y los asaltantes tampoco se encontraban ya en ese lugar, suponiendo yo que se habían llevado el cuerpo del Jefe. Momentos después, aparecieron algunos campesinos, quienes fueron los que me condujeron hacia la antigua carretera Sánchez, donde fui trasladado al Hospital Marión donde quedé internado, habiendo sido dado de alta el día 17 de junio de este año.
P. ¿Tiene usted algo más que declarar?
R. No señor.
Con lo cual dimos por terminado el presente interrogatorio que después de leído al declarante y expresar su conformidad, lo firma junto con nosotros y el secretario que certifica.
• Zacarías de la Cruz
Mayor, A.M. Declarante
• Dr. Wilfredo Mejía Alvarado
Juez de Instrucción
• Ricardo Fco. Gaspar Thevenin
Secretario
• Dr. Teodoro Tejeda Díaz
Procurador Fiscal