Socialista, violento, se casó con la hija de la amante de su padre y fundó el fascismo: así era el joven Mussolini
Nació
hace 140 años. Tuvo una infancia dividida entre un padre socialista y
una madre católica devota. Estudió en un internado salesiano de donde lo
expulsaron por herir a un compañero con un cuchillo. Fue socialista y
viró de ideas después de la Primera Guerra. Fundó el Movimiento
Fascista, marchó sobre Roma, conquistó el poder y se convirtió en
dictador. Este es Il Duce que pocos conocen
Por Alberto Amato || Infobae
Un joven Benito Mussolini en un momento de relax (Photo by Hulton-Deutsch/Hulton-Deutsch Collection/Corbis via Getty Images)
Nació
y creció en un hogar humilde y desangelado: padre herrero, anticlerical
y socialista, madre maestra, católica devota y sufrida; cuando tenía
nueve años lo enviaron a un internado católico donde chocó con una
disciplina férrea y una también férrea discriminación hacia los chicos
humildes; de joven se volcó al socialismo, a los ideales de una
revolución proletaria y a intentar sanar las injusticias de un mundo que
le era poco comprensible. Este es a grandes rasgos el retrato de
cualquier muchacho, tal vez incluso de cualquier época, que determina el
futuro venturoso de cualquier mortal, ya sea violín solista de la
sinfónica de Liverpool, delantero centro de un primer equipo,
cosechador, cirujano, abogado, político o poeta.
No es el caso de Benito Mussolini,
que con esa infancia a cuestas se transformó en un monstruo que
sumergió a Italia en el desastre, adhirió al más rancio nacionalismo, creó
el movimiento fascista, abrazó la doctrina nazi, gobernó su país
durante veinte años basado en la persecución, el terror y los
asesinatos, y terminó atado al destino del Tercer Reich: fue fusilado casi al terminar la Segunda Guerra, su cuerpo, junto a de su amante, Clara Petacci,
fue arrojado a una plaza de Milán con los de otros fascistas también
asesinados y colgados todos, por los pies, de las vigas de una estación
de servicio en construcción. La historia nunca deja en claro cuál es la
fragua que forja un dictador.
Mussolini
nació el 29 de julio de 1883, hace ciento cuarenta años, en Dovia, un
barrio de Predappio, un municipio de la provincia de Forli-Cesena, en la
Emilia Romaña del noreste italiano. Su padre, Alessandro, que provenía
de una familia campesina arruinada, lo llamó Benito Amilcare Andrea porque eran los nombres de sus ídolos políticos:
Benito Juárez, una figura crucial en la formación del estado mexicano,
Amilcare Cipriani, un patriota internacionalista y anarquista italiano, y
Andrea Costa, fundador del socialismo italiano. Su madre, Rosa Maltoni,
era una maestra católica convencida y practicante que dividió el
esquema de su hogar en dos grandes mundos bien diferenciados: ella
quedaba a cargo del hogar y la educación de los hijos; Alessandro tomaba
en sus manos los sueños y las pasiones políticas. Esa es una fragua.
Alessandro Mussolini y Rosa Maltoni, los padres del dictador italiano Benito Mussolini en 1900 (Grosby) La
educación de Benito quedó a cargo de Rosa que le enseñó a leer, a
escribir y a contar. Si en la pareja hubo alguna pugna por la educación
algo superior del chico, la ganó Rosa que decidió enviar al hijo al colegio religioso de los salesianos en
la vecina Faenza, a unos cuarenta kilómetros de la casa natal. Fueron
las influencias religiosas de la madre las que se impusieron a los
convencimientos políticos del padre los que hicieron que Benito, a los
nueve años, dejara la casa paterna en septiembre de 1892.
Hasta
entonces, su infancia había sido símbolo de libertad al aire libre y en
el campo, se había formado un temperamento fuerte y decidido y
privilegiaba la acción física por sobre las ideas. El choque con el internado católico fue traumático.
Si antes el chico Benito no había prestado atención a su condición de
muchachito humilde, ahora esa condición le mostraba su cara más brutal
en el trato discriminatorio y privilegiado que recibían en el colegio sus compañeros más ricos.
No duró mucho: hirió a otro chico con un cuchillo y lo expulsaron, con
cierta elegancia, del internado. En 1894 ya estaba de regreso en Dovia.
Estudió
entonces en otro internado, esta vez no confesional, de Forlimpopoli, a
veinte kilómetros de Predappio. Era un instituto técnico dirigido por
Valfredo Carducci, hermano del poeta Giosué Carducci que sería Premio
Nobel de Literatura en 1906. Mussolini era entonces un chico alto para
su edad, aunque luego no pasó del metro sesenta y nueve, fuerte, hábil
para las tareas manuales, con “grandes dotes para la percepción rápida”,
según sus maestros, y de gran predicamento entre sus compañeros. Era
bueno en historia, geografía, lengua italiana y pedagogía. Cuando en
julio de 1901, a punto de cumplir dieciocho años, consiguió su diploma
de maestro, siguió con su formación clásica y humanística como era
tradición en las escuelas italianas.
Benito Amilcare Andrea Mussolini en la escuela, en Dovia di Predappio en 1891Los años de estudiante en Forlimpopoli tampoco habían sido fáciles. Benito era un chico áspero y agresivo:
otra pelea con un compañero lo había obligado a cursar como “alumno
externo” del instituto, en el que destacaba por expresarse muy bien por
escrito y por sus planteos serios y fundamentados que hacían avizorar al
periodista brillante y polémico del futuro. Esos fueron los años de las primeras experiencias sexuales y de las primeras amistades con mujeres: burdeles para las primeras y bailes en el círculo socialista para las segundas. Esas fueron también las bases de su “filosofía sexual”, dominada por una concepción objetivada de la mujer, que sería rectora en su vida de adulto.
Aquellos fueron también los años de fascinación por la política,
que le había llegado desde temprano en charlas con su padre y en la
lectura de los libros de su pequeña biblioteca. En el diario socialista Avanti
del 1 de febrero de 1901 figura un elogio al “aplaudido discurso del
camarada-estudiante Mussolini”, pronunciado en ocasión de un aniversario
de la muerte del gran músico Giuseppe Verdi. Mussolini ya era socialista en estado joven y romántico,
que intentaba hacer coincidir con su fuerte egocentrismo, sus ansias de
afirmación y sus deseos de ser protagonista: lo normal, si se quiere,
en un chico a punto de cumplir dieciocho años.
Otras ansias lo igualaban a sus pares: la necesidad de conseguir trabajo.
No lo consiguió como maestro y fracasó en su intento de ser secretario
municipal de Predappio. En febrero de 1902 lo contrataron como profesor
auxiliar en la escuela elemental del municipio de Gualtieri Emilia.
También duró poco, cuatro meses: una historia amorosa con una mujer
casada, y el consabido escándalo, arruinaron su contrato y lo
convencieron de su falta de apego hacia la vocación docente. Entonces
decidió marcharse, huir casi, a Suiza. No buscaba sólo mejores
horizontes: también eludió así el servicio militar obligatorios.
Benito Mussolini a los 16 años Estuvo
en Suiza dos años y anduvo de un sitio a otro, empleado en trabajos
temporales: ayudante en la construcción, asistente en una tienda de
comestibles primero y en otra de vinos después Durante los dos años que
vivió allí, hasta 1904 y a sus veintiún años, se volcó de lleno a la
política: era propagandista del socialismo en la pequeña comunidad italiana de emigrantes; ni bien llegar escribió su primer artículo para el periódico L’Avvenire del Lavoratore – El porvenir del trabajador.
En agosto de 1902 ya era secretario del sindicato italiano de obreros de la construcción en
Lausana. Estaba del lado de los revolucionarios intransigentes que en
Italia encabezaba Constantino Lazzari, que despreciaba el
colaboracionismo del movimiento suizo de trabajadores y el reformismo,
así lo llamaba, del socialismo italiano.
Mussolini destacaba como orador y como escritor: en noviembre de 1902 había publicado nueve artículos en L’Avvenire…
centrados en el adoctrinamiento más que en proselitismo. Si algo le
faltaba para terminar de cincelar su figura de joven líder rebelde, en
junio de 1903 fue a parar a la cárcel de Berna por su activismo
en una huelga local de carpinteros. Lo expulsaron del cantón, pero de
regreso en Lausana hizo jugar en su favor el episodio carcelario y se
vistió con la aureola del perseguido. Sus biógrafos afirman que no tenía
ninguna ideología propia; como era habitual en el socialismo rechazaba
el militarismo, la guerra, la aventura colonial, detestaba a la
monarquía, era ateo y anticlerical.
La
ficha policial de Benito Mussolini a los 20 años al ser echado de Suiza
por ser considerado un anarquista, fechada el 19 de junio de 1903 en
Berna (Photo by Apic/Getty Images)Volvió
a Italia en noviembre de 1904, gracias a la amnistía decretada por el
nacimiento de Humberto, el príncipe heredero de la corona. Igual fue a
las filas del X Regimiento de Bersaglieri: el día de su incorporación,
19 de febrero de 1905, murió su madre. Terminó su servicio militar en
septiembre de 1906, tenía entonces veintitrés años; sus contactos
políticos en Italia se habían roto y durante dos años volvió a la
indeseada docencia. En 1908, al finalizar el año escolar, Mussolini
regresó a Predappio y se topó con una gran huelga de jornaleros, la
apoyó incluso en los disturbios callejeros que fueron el sello de la
protesta y no dudó en admirar esa forma de lucha.
Había hecho ya un acto de fe sobre la violencia:
“Nosotros –había escrito– tenemos otro concepto de las ideas. Para
nosotros las ideas no son abstractas, sino fuerzas físicas. Cuando una
idea quiere ser objetivada en el mundo, ello se realiza gracias a
manifestaciones nerviosas, musculares y físicas. Las ideas contrapuestas
se objetivan en la antítesis, en la lucha; pero ella irá adelante
violentamente, pues la fuerza realizadora de la idea es material”. Allí dormía todavía, vestido de socialista, el huevo de la serpiente.
El
18 de julio de 1908 fue detenido en Forli por haber amenazado a un
agricultor que había contratado a obreros rompe huelgas. Lo condenaron a
tres meses de cárcel, pero fue puesto en libertad doce días después. Su
padre dirigía por entonces un restaurante del que era arrendatario y en
el que trabajaba con su amante, Anna Guidi.
Mussolini en 1914, cuando comenzó su carrera política al mismo tiempo que trabajaba como periodista (Grosby) A Mussolini lo tentaron desde Trento para ser el secretario de la Cámara del Trabajo local y director del periódico L’ Avvenire del Lavoratore. Trento
era una ciudad de raíces italianas que en 1815 había sido incorporada
al imperio austro-húngaro como parte del Tirol alemán. El diario que
dirigía Mussolini se convirtió en un éxito editorial porque esgrimió un
nuevo estilo, vivo y guerrero, que se oponía a los periódicos
clericales: en siete meses sus ediciones fueron secuestradas once veces y
su director fue condenado seis veces con multas y prisiones breves y
simbólicas. En junio pidieron la expulsión de Mussolini de Trento, que
se demoró sólo hasta que lo decidió la corte de Viena. El 10 de
septiembre de 1909 fue detenido por “provocación a actos inmorales e
ilegales y por odio y desprecio al poder del Estado”.
Esos
términos ocultaban la sospecha de las autoridades imperiales sobre la
participación de Mussolini en un complot terrorista derivado del robo de
trescientas mil coronas a un banco de Trento. Fue declarado inocente de
la acusación, pero de todas maneras lo sacaron de la cárcel de Rovereto
el 26 de septiembre, lo llevaron a la frontera, le leyeron el decreto
de expulsión y lo pusieron del otro lado del mapa.
El 5 de octubre había regresado a Forli. Se dedicó a la literatura:
escribió historias de terror, novelas cortas, cuentos, folletines
sensibleros y de dudoso romanticismo: no sabía muy bien qué hacer con su
militancia política. Llegó a escribir una novela de gusto dudoso, “Claudia Particella, l’amante del cardinale”, en parte para mostrar su anticlericalismo pero, sobre todo, porque necesitaba con urgencia dinero. Quería formalizar su relación sentimental con Rachele Guidi, que era la hija de la amante de su padre y
con la que convivía desde 1911. Él escribió más tarde: “El 17 de enero
de 1910 me uní a Rachelle Guidi sin formalidades oficiales, civiles ni
religiosas. Tomamos una vivienda amueblada en la Via Merenda y allí
pasamos nuestra luna de miel”.
La
primera mujer conocida de Mussolini, Ida Dalser, con el hijo de ambos,
Benito Albino. Ambos fueron despreciados por Il Duce y tuvieron un
trágico final (Photo by IPA/IPA/Sipa USA) Rachele
sería su esposa de por vida y la madre de sus cinco hijos. Pero
Mussolini tuvo en esos años un hijo con otra mujer a la que había
conocido en Trento en 1909. Era Ida Dalser, hija del alcalde de
Sopramonte. El chico nació en 1915, cuando hacía cinco años que
Mussolini se había “unido sin formalidades” con Rachele y ya había
nacido su hija Edda.
La Primera Guerra Mundial lo
cambió todo. Mussolini impulsó la neutralidad: “Para el proletariado
italiano ha llegado el día de demostrar la lealtad al antiguo lema de
“Ni un sólo hombre, ni un sólo céntimo”, mientras el Partido Socialista
italiano vivía una profunda crisis de identidad y de ideas de la que
tomaban parte figuras de la izquierda, republicanos, anarquistas y
sindicalistas: debatían la necesidad de definir si Italia debía
participar de una guerra ofensiva, o de una guerra defensiva. Mussolini dio un salto que lo alejaría para siempre del socialismo.
Mussolini en 1915 durante su actuación en la Primera Guerra Mundial (Photo by Hulton Archive/Getty Images)El
18 de octubre de 1914, ya con la guerra en las trincheras, Italia
entraría en ella recién en mayo de 1915, Mussolini escribió en Avanti
su artículo “Della neutralitá assoluta alla neutralitá attiva e
operante – De la neutralidad absoluta a la neutralidad activa y
operativa” en el que afirmó: “Para evitar una guerra se debe derribar, con la revolución, al Estado”. Esa
era una declaración de guerra al socialismo. Mussolini sostenía que el
partido socialista estaba “acabado”, pero que la guerra mundial era la
ocasión para su autoafirmación y para provocar una revolución política.
Se reservaba un papel preponderante en ella, dada su inteligencia
política y sus sólidos conocimientos de la psicología de las masas. La
sección Milán del socialismo italiano recomendó que lo expulsaran.
Mussolini se adelantó: renunció como director de Avanti y el 15 de noviembre de 1914 apareció el primer número de su diario Popolo d’Italia.
De pronto, la popularidad de Mussolini, el aislamiento al que lo condenó el socialismo, el aporte al Popolo… que era en buena parte subvencionado con garantía de Filippo Naldi, director del diario conservador Il Resto del Carlino, hicieron que sus ideas y sus visión del mundo, así lo dijeron los socialistas, coincidieran ahora con sus antiguos “enemigos de clase”. En verdad, Popolo d’Italia contaba con una red de distribución sostenida por Messagerie Italiene,
un equipo técnico, administrativo y de redactores y un suculento
contrato publicitario al que no eran ajenos el ministro de Asuntos
Exteriores del reino, marqués de San Giuliano, y representantes de
grandes grupos industriales como Edison, Fiat, Unión Azucarera y
Ansaldo.
Una
nueva realidad, un nuevo bienestar, una posibilidad clara de liderazgo,
cambiaron también de lleno a Mussolini que se adaptó casi de inmediato a
la respetabilidad de su nueva posición social. El 16 de diciembre de
1915 se casó por civil con Rachele, se había acabado la informalidad. El
11 de febrero de 1916 reconoció a su hijo Benito con Ida Dalser, fue a
combatir al frente de guerra hasta el 23 de febrero de 1917, cuando fue
herido por la explosión de un lanzagranadas.
El
dictador italiano Benito Mussolini con su esposa Rachele Guidi y sus
cinco hijos: Edda, Vittorio, Bruno, Romano y Anna Maria (Photo by Three
Lions/Getty Images)En las trincheras fue
testigo de deserciones, muertes, mutilaciones voluntarias, vio cuerpos
destrozados, vio flotar el gas mostaza en los campos de la muerte y
perdió para siempre el entusiasmo juvenil de la guerra revolucionaria.
Después de la derrota militar de Italia en octubre de 1917, esa
perspectiva revolucionaria, impulsada también por al triunfante
revolución soviética de octubre, pasó a ser su principal enemigo.
El 1 de agosto de 1918, Popolo… dejó de lado su lema de portada, “Diario socialista” para ser “Diario de los que luchan y de los que creen”. En sus páginas reivindicó
y ensalzó a los soldados italianos que habían combatido en el frente,
en un artículo con un título que lo decía todo: “Trincerocrazia”.
Hábil,
intuitivo, poco escrupuloso, condiciones que en tiempos modernos se
tradujeron en un solo adjetivo: pragmático, Mussolini capitalizó el
descontento de la sociedad italiana por las escasas ventajas
territoriales que le había dejado la guerra al país, cuando Francia y
Gran Bretaña habían estimulado con grandes promesas la participación
italiana en el conflicto. Llamó a una lucha contra los partidos socialistas, a los que culpó del descalabro social y económico.
Mussolini
y los líderes del Partido Fascista en la Marcha sobre Roma, que inició
la dictadura en Italia. Desde la izquierda son Attilio Teruzzi, Italo
Balbo, Emilio de Bono, Benito Mussolini, Cesare Maria de Vecchi, y
Michele Bianchi (Photo by Stefano Bianchetti/Corbis via Getty Images)El 23 de marzo de 1919 creó los Fasci Italiani di Combattimento, unos grupos armados de agitación, embrión del futuro Partido Nacional Fascista, que se fundaría en noviembre de 1921. Ese mismo mes, Mussolini desfiló con las columnas de “camisas negras”,
la prenda distintiva de los fascistas, durante el funeral de las
víctimas de un atentado anarquista. Enemigo de socialistas y comunistas,
el fascismo se ganó el apoyo de los grandes industriales y de los
propietarios de grandes extensiones de tierra. Ese año fue elegido
diputado.
Los “camisas negras” desataron una campaña de violencia
y agresión física contra sus adversarios políticos, sobre todo contra
los socialistas y comunistas. Fue un fenómeno anterior al de los “camisas pardas” que
asolarían a la Alemania pre hitleriana años después. En Italia se llamó
“squadrismo”, por lo de las “escuadras de acción” que actuaban como
piquetes callejeros.
Eran parte de la estrategia de Mussolini para lanzarse a la conquista del poder.
El
2 de agosto de 1922, la izquierda italiana impulsó una huelga general
contra la violencia de los “camisas negras”, que hicieron fracasar la
protesta. En los primeros días de septiembre, las escuadras fascistas
ocuparon, ante la pasividad de la policía, los municipios de Ancona, en
Milán, Génova, Livorno y Parma.
'Il Duce' llegando a Piazza del Campidoglio, Roma (Photo by E. Sangiorgi/General Photographic Agency/Getty Images)Mussolini convocó entonces a una Gran Marcha sobre Roma,
pidió a sus partidarios llevaran delante manifestaciones públicas en
toda Italia y él mismo, en Nápoles, frente a cuarenta mil “camisas
negras” proclamó el derecho del fascismo de gobernar el país. Miles de
fascistas marcharon sobre Roma el 22 de octubre y amenazaron con
provocar una guerra civil si les impedían el paso a la capital del
reino. Entre el 27 y el 28, escuadras de “camisas negras” ocuparon
edificios públicos y estratégicas centrales telefónicas.
El entonces jefe de gobierno, Luigi Facta, pidió al rey Vittorio Emanuele III
que declarase el estado de sitio para que el ejército frenara el avance
de los fascistas. Pero el rey se negó y el 29 de octubre pidió a Mussolini, que estaba en Milán, que formara gobierno.
Eso fue lo que Mussolini hizo en el tren que lo llevaba de Milán a
Roma, mientras veinticinco mil “camisas negras” eran llevados a la
ciudad para celebrar un desfile triunfal el 31 de octubre. El gran
montaje de propaganda había creado el mito que afirmó que la
insurrección popular había logrado frenar una revolución socialista.
El antiguo muchacho socialista de Predappio había llegado al poder. Y ahora iba a gobernar.