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martes, 22 de octubre de 2024

Guerra de independencia: El hijo del Gral. San Martín

El hijo del Gral. San Martín

Revisionistas



Hemiciclo de la Rotonda – Guayaquil, Ecuador

Desde enero de 1822 José de San Martín proyectaba entrevistarse con Simón Bolívar.  El objeto secreto —según lo escribió Rufino Guido- era el de apoderarse de Guayaquil; el público —según San Martín- pedir auxilios bélicos para terminar la guerra en el Perú (1) (2).

En el barco “Macedonia” remontó el Pacífico en julio de 1822 un hombre de 44 años, corpulento, de carácter franciscano, taciturno, positivo, metódico, nunca acostumbrado a los cumplidos ni a las palabras persuasivas (3).

Quince días antes de su arribo, Bolívar se le había adelantado y en esas 2 semanas hizo cálida y fructífera amistad con las Garaycoa.  De acuerdo al análisis posterior de los hechos, se desprende claramente que Bolívar pidió a Carmen Calderón Garaycoa el que coronara a San Martín.  Pero este no fue un acto sincero: ni estaba en la ideología de las Garaycoa, ni peor aún en el ardiente temperamento terriblemente competitivo de Bolívar.

Lo que Bolívar quería simbólicamente es herir al héroe argentino, al coronarlo quería demostrar ante todos de las ideas monárquicas de éste y el juego resultó por supuesto efectivo.

El barco en que arribó San Martín llegó al muelle el viernes 26 de julio de 1822 a las 12 del día. San Martín —hombre escrupuloso como era— estaba ya bien arreglado al arribo y según la memoria de José Gabriel Pérez, Bolívar subió a bordo y allí San Martín le abrazó y manifestó tenerle la amistad más íntima y constante (4).

Sin embargo y según otros testimonios de testigos presenciales, parece que Pérez mintió.  En efecto, según Rufino Guido y Jerónimo Espejo, al muelle llegaron salo dos ayudantes de Bolívar quienes invitaron a desembarcar a San Martín.

El muelle estaba ubicado frente a la gobernación (5), desde allí San Martín en medio de un batallón de infantería, caminó cuatro cuadras por el Malecón hasta la casa esquinera de los Luzárraga situada en la calle del Comercio (hoy Pichincha) y la San Francisco (hoy 9 de octubre) (6).

La casa era de 2 pisos, al pie de la escalera estaba Bolívar de gran parada junto con su estado mayor, entre ellos Sucre, Salom y Tomás Cipriano de Mosquera, el sombrero era muy alto, con franja de oro y con plumas (7a).

Al ver a San Martín —eran las 12 y 30— dio algunos pasos adelante para saludarlo y extendiéndole la mano le dijo: “Al fin se cumplieron mis deseos de conocer y estrechar la mano del renombrado Gral. San Martín”.

San Martín con su innata timidez le manifestó que no aceptaba aquellos encomios (6a).  Bolívar se dio cuenta entonces que la batalla la había empezado a ganar.  A poco notó que le faltaba a su opositor “la sal de la crítica” (7).

San Martín se decidió a hacer la primera pregunta: “Usted, estará muy sofocado por las pellejerías de Guayaquil” y sin dejar tiempo a que le conteste, mostrando de nuevo su horrenda timidez, le endilgó de nuevo: “¿y que cuánto tiempo están de pellejerías en medio de los mayores embarazos?”.

Pellejerías lo había utilizado para significar enredos en el primer caso y revolución en el segundo.  Bolívar no contestó casi y vino la tercera intervención del protector: “Nada tengo que decirle sobre los negocios de Guayaquil, en los que yo no tengo que mezclarle; la culpa de que Guayaquil no quiera incorporarse a Colombia, la tienen los mismos guayaquileños” (8)

De 1 a 2 de de la tarde vinieron las felicitaciones de las corporaciones y luego de las señoras.  Al final y de manera al parecer espontánea, se levantó Carmen Calderón “linda como un ángel” con las manos atrás y luego de pronunciar una arenga le puso lo que llevaba escondido: una corona de laurel esmaltado.

San Martín se puso rojo como un tomate; a la agresión inconsciente -había sido descubierto- le faltaba poros para salir.  Se quitó la corona y viendo de reojo a Bolívar dijo “que habían otros que la merecían más que él” y como el Libertador no esperaba esto y pensando que iba a su vez a ser coronado, se puso “pálido y lívido como un muerto” según el testigo Rufino Guido.

A la final, dijo que no podía desprenderse de la corona y que la guardaría para siempre.

Muchos años después la misma Carmen se lo narró al historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna (9).

Los dos grandes hombres se encerraron de 2.30 a 4 de la tarde en la misma casa de Luzárraga teniendo su primera conferencia.  El propio Bolívar en carta a Santander le dijo: “Dice (San Martín) que no quiere ser rey, pero que tampoco quiere la democracia y sí el que venga un príncipe de Europa a reinar en el Perú” (10)

Bolívar le dijo que prefería el que se coronara al Gral. Itúrbide -mejicano- a cualquier Borbón.  Sin embargo San Martín en carta al Gral. Miller cinco años después negó rotundamente lo anterior, calificando de pillo e impostor al que se atreviera a decir tal cosa (11).

Bolívar se retiró a las 4 de la tarde con el sentimiento de haberlo abrochado.  De 4 a 5 recibió el argentino algunas visitas y luego caminó las 5 cuadras que le separaban de la casa de la Aduana y con su Estado Mayor fue a pagar la visita a Bolívar, permaneciendo con él de 5.30 a 6.

Pasadas las 6 regresó a comer a casa de Luzárraga.  Y luego de las 7 Guido anota como que nada: “la noche se pasó en recibir nuevas visitas y entre ellas algunas señoras”.

A nosotros no nos cabe duda que el propio Bolívar se sirvió de una dama casada para tentar al héroe.  Se llamaba Carmen Mirón y Alayón y era una real hembra: tenía 20 años, en su rostro y cuerpo revelaba no pocas gotas de sangre africana, era hija de Don Antonio Mirón, nacido en la isla de León, síndico de la capilla del Astillero en 1821, casado desde 1791 con Asunción Alayón y Troya, babieca del estado Llano (12).

Carmen era viuda de un Sr. Pérez, matrimonio que le había durado sólo pocos meses (13a).  Por el padre tenía abundante sangre árabe, por un abuelo murciano; por su madre, esta era bisnieta del español Francisco Martínez de Alayón, vecino de Guayaquil en 1687 y de Jerónima de Henao, ésta a su vez hija del secretario Antonio de Henao (13).

San Martín se quedó encandilado con su presencia.  Bolívar le había hecho sentir tan mal que necesitaba una válvula de escape; Carmen era el regalo que quizás el mismo sabio astuto de Bolívar le enviaba para mitigar sus penas.  Y se hizo una cita, ella lo esperaría en su casa el sábado 27 a primera hora de la mañana.

Y así fue, San Martín se trasladó al barrio del Astillero —donde ella vivía— con el sigilo que él acostumbraba y allí pasó 6 horas entregado a los más dulces deleites.

Ni Rufino Guido ni Jerónimo Espejo dan dato alguno sobre qué pasó con el General José de San Martín aquella luminosa mañana de julio.

El barrio del Astillero le recordó sin duda a Cádiz, tenía 151 casitas distribuidas en 9 calles todas con nombres simpáticos: Real, de la Compañía, de la Plazuela, de la Cárcel vieja, de la espalda de Gobierno, de San Agustín, de la Victoria, de la Águila y cerrada (14).

Mientras San Martín goza —aquella mañana— parcamente de la vida, Bolívar se pasa despachando correspondencia a Quito, Pasto y a la misma Guayaquil.

El protector almorzó frugalmente en la casa de Luzárraga pasado el mediodía y ordenó que todos tuvieran las maletas listas.  Se sintió casi engañado y quería volar de Guayaquil a las 24 horas de haber llegado.

A la 1 fue a la casa de la Aduana a tener la segunda y más severa conferencia con Bolívar.  Esta duró 4 horas y se han tejido muchas versiones sobre lo que hablaron, lo único seguro es que San Martín dejó el campo totalmente a Bolívar y se retiró para siempre de la vida pública.

Enseguida a las 5 pm. Bolívar ofreció una espléndida cena para 50 invitados, megalómano como él solo, se levantó e hizo el brindis: “Por los hombres más grandes de la América del Sur: el general San Martín y yo”.  Este, con la timidez y prudencia características, respondió en el segundo brindis “Por la pronta conclusión de la guerra y por la salud del Libertador”.  Y el buen argentino no se equivocaba, la tisis se notaba ya en el semblante de Bolívar, a él mientras tanto -le quedaban casi 30 años más de vida-.

De 7 a 9 tuvieron un receso y a las 9 fueron al baile que les daba la Municipalidad.  San Martín se las aguantó 4 horas sin bailar: Carmen Mirón estaba allí, pero él la miraba con una desconfianza e intriga sin límites.  A la 1 le llamó a Guido y le dijo: “Llámeme Ud. a Soyer que ya nos vamos, no puedo soportar este bullicio”.  Salieron por una puerta excusada, según el mismo San Martín en su carta a Miller, Bolívar le acompañó hasta el bote y le regaló su retrato.  Al despedirse -esta vez- a Bolívar le saltó la desconfianza y San Martín al cabo de muchas horas le volvió el alma al cuerpo.  Bolívar dio unos pasos atrás para solemnizar el acto con un frío apretón de manos, pero San Martín le retuvo por el brazo y en voz baja le dijo: “Ha terminado mi vida pública. Iré a Francia y pasaré lo que me queda de vida en el retiro. Sólo el tiempo y los sucesos dirán quién de nosotros vio el futuro con más claridad” (15).

En el barco que iba rumbo a la Puna, San Martín pensaba en el orgullo de Bolívar, en su dificultad de mirar de frente a la persona, en su falta de franqueza y en su tono altanero, en sus maneras distinguidas, en su ambición.  Y pensó también en su desinterés, en su popularidad, en su constancia monstruosa, por eso 18 años después cuando el marino francés Lafond le preguntó su concepto final sobre Bolívar dijo: “Es el hombre más asombroso que ha conocido la América del Sur” (16).  En todo el viaje se pasó obsesionado en Bolívar, salían a flote todos sus defectos y sin embargo su grandeza era inconmovible.

El final

San Martín se instaló en Lima en la quinta de la Magdalena y allá en noviembre recibió la visita de Carmen ya embarazada de 4 meses.  La prometió apoyar y la regresó.  A Rosa Campuzano tampoco quiso verla más.

Su mujer estaba grave en Buenos Aires, pero temía ir, pues sabía que lo apresarían (17).

Joaquín Miguel de San Martín y Mirón nació a fines de abril de 1823 y fue bautizado en la iglesia de San Agustín, calle de San Alejo con calle de la cárcel, en Guayaquil el 13 de mayo (18).  Su partida fue inscrita con sigilo en el Archivo de la Logia en Lima, pues San Martín pidió a sus “hermanos” que no la dejaran ver sino a sus descendientes (19).

José de San Martín viajó a Chile y luego estuvo en Mendoza y Buenos Aires.  Su esposa murió muy joven en 1824 de apenas 27 años y él se embarcó con su hija de 8 años a Francia.  En 1827 estuvo en Bruselas, hacia 1840 escribió a pedido del marino Lafond algunos recuerdos sobre Bolívar; en 1846 tuvo la satisfacción de recibir en su pequeño cuarto de Grand Bourg a 1 legua de Nainsville a Domingo Faustino Sarmiento.  Tenía para entonces los ojos pequeños y ya encorvada la espalda.  En su habitación tenía el pequeño retrato de Bolívar que eéste le había regalado (20).

Su hija Mercedes fue pintora de afición y ella hizo un retrato de Bolívar por 1846 a base de las indicaciones que le dio su padre (21).

En 1848 a los 70 años estaba casi ciego, y ya no podía firmar sus cartas.

Mercedes de su matrimonio con Mariano Balcarce le había dado 2 nietas: Josefa y Mercedes.  En las guerras que la Argentina tuvo con Brasil, Francia e Inglaterra, San Martín ofreció sus servicios y las 3 veces su oferta fue rechazada.

Murió el 17 de agosto de 1850 a los 72 años en Bolougne-sur-mer (Francia).  Sus restos descansan en la catedral de Buenos Aires.

Rosita Campuzano se quedó con pasmo luego de sus amores con el héroe.  Nadie le conoció amante de 1822 a 1831, hasta que este año cedió ante un alemán llamado Juan Weniger, dueño de 2 almacenes en Lima y con él tuvo su hijo único; el alemán le quitó al niño a su madre para educarlo en un colegio (22).

Rosa en 1847 vivía de balde en los altos de la Biblioteca Nacional de Lima, gracias a la ayuda de Constancio Vigil; fue entonces cuando le entrevistó Ricardo Palma; para entonces usaba muleta y no parecía de 51 años, sino de 71.

A su hijo lo mataron en un combate por 1852.  Ventajosamente a Rostía el Congreso del Perú le otorgó una pensión mensual. Murió en 1860 a los 64 años más sola que nadie.

Carmen Mirón también guardó largo celibato por el héroe y sólo hacia 1840 procreó a Rosa Mirón y Rivera quién vivió en San Alejo de Guayaquil casada con Eusebio Castro Rivera.  Vivió atormentada por la suerte de su hijo Joaquín trotamundos por Sullana, Lima y Lambayeque.  Murió de 80 años en Guayaquil quemada por un cigarrillo que incendió su cama (23).

La truculenta vida del hijo de San Martín

Joaquín San Martín y Mirón nació en Guayaquil el 27 de abril de 1823 y se bautizó el 13 de mayo en San Agustín.  A los 18 años pasó al Perú.  Perteneció al partido liberal desde joven.  En 1852 a los 29 años estaba de marino y viajó a la Nueva Granada como tercer oficial de cargo del bergantín de guerra “6 de marzo” que había sido construido en Baltimore 7 años antes.  Tenía el grado de alférez.  El barco zarpó el 20 de setiembre de Guayaquil, arribó a Buenaventura, pero al regreso fue sorprendido en las costas del Chocó por un fuerte temporal y se encalló en los bajos de arena de Huascaona frente a Iscuandé.  Sólo 8 personas que tomaron un bote se salvaron en forma milagrosa, uno de ellos fue San Martín (23a).

Hacia 1860 se estableció en Sullana, al norte del Perú huyendo de García Moreno, y casó con Isabel García Saldarriaga, con quien tuvo 2 hijos nacidos en Lima en 1862 y 1865.  En esa ciudad se afilió a la Logia.

Por 1866 su esposa faltó a la fe del matrimonio y se separaron.  En este año y cuando García Moreno pasaba por Lima con destino a Santiago, participó en el complot para asesinarlo en unión de los refugiados ecuatorianos que vivían en Lima.

Al arribar el tren a esta ciudad el 2 de julio de 1866 a las 11.30, le atacaron Juan Viteri Villacreses –ambateño- y San Martín en momentos en que recién bajaba del tren (24).  Viteri le disparó 2 veces, pero sólo le hirió ligeramente en la frente y la otra bala traspasó el sombrero.  San Martín parece que hizo solamente de campana, pues la Corte de Lima reconoció a Viteri como único culpable.

Hacia 1868 se estableció en Lambayeque y allí tuvo sucesor en la señora Petronila Alvarado, el hijo se llamó José Joaquín, en honor al padre y al abuelo.  Por 1874 tuvo una relación con una señora Vargas.

Muerto García Moreno en 1875, regresó al Ecuador y se estableció en Máchala donde tuvo relación con una señora Avila, tenía entonces 6 hijos en 5 señoras diferentes.  Por 1883 casó a su primera hija en Guayaquil.  Cuando Caamaño subió al poder en 1884, conspiró contra éste, siendo desterrado a Lima -Allá fue precursor del saneamiento en esa ciudad (25).

Regresó al Ecuador por 1890, casando a su segundo hijo en Guayaquil en 1893.  En 1894 fue Comisario de Máchala y Santa Rosa.

Murió asesinado en 1895 a los 72 años en Gualtaco (cerca a Santa Rosa) cuando iba a despedir a unos amigos.

Según el historiador y genealogista Fernando Jurado Noboa el prócer reconoció a su hijo.

No le gustaba hablar de su origen pero a raíz de que su hijo casó con una sobrina carnal de él (de D. Joaquín) e hija de su hermana de madre Rosa Mirón y Rivera, reveló confidencialmente el secreto a su hija mayor Rosa Isabel, pidiéndole que lo guardara todo el tiempo que ella lo juzgara conveniente.

Fueron sus hijos:

1. Rosa Isabel San Martín García, nacida en Lima en 1863, m. en Guayaquil 14 de mayo 1941, ce . Manuel Andrés Pazmiño, n. de Máchala. Suc: Pazmiño-Aguilera.

2. Justo Vicente San Martín García, nacido en Lima 1865, se crió con su padre y a los 11 años, en 1876, pasó a Guayaquil, casó en San Alejo en 1893 con su prima hermana Mercedes Castro y Mirón, vecinos de Baba en 1895. En 1910 fue desterrado al Perú, cuando nuestros conflictos de frontera. Sucesión — San Martín-Guevara; San Martín-Santos; López San Martín; Moncayo-San Martín; San Martín-Morán.

3. José Joaquín San Martín Alvarado, nacido en Lambayeque por 1868, casó en Lima con María Francinet, brasilera, tuvo 1 hijo marino, otro aviador, otro médico y otro ingeniero. El médico (Mauricio) fue Rector de la Universidad de San Marcos de Lima. Descendencia en Lima y Huamanga (Perú): San Martín Navea; San Martín-Rappeto; San Martín-Fernández: San Martín-Valestra; San Martín-De la Fuente; Romero-San Martín; y Bermúdez-San Martín.

4. Juan San Martín, nacida en Perú por 1871.

5. Eduardo San Martín Vargas, nacido en Perú por 1874, c. en Guayaquil con Enma Lanfranco y es. en n. Vargas.

6. Teniente coronel Luis Alberto San Martín Avila, nacido en Máchala por 1877, ce. Matilde Hurtado.

Testimonio documental

Reunido en julio de 1972 el Instituto Genealógico de Guayaquil, bajo la presidencia de D. Pedro Robles Chambers y con la asistencia de los Sres. Julio Pimentel Carbo, Genaro Cucalón, Clemente Pino, Luis Noboa y Jorge Arteaga.

CONSIDERANDO

1. Que la copia de la partida bautismal de D. Joaquín San Martín Mirón que se conserva en la Logia de Lima es un documento auténtico, que ha sido enviado al Instituto por el Dr. Fernando Romero, Rector de la Universidad de San Cristóbal en Huamanga.

2. Que el retrato original de D. Joaquín y que lo ha adquirido, el Sr. Robles Chambers, muestra un parecido extraordinario con el héroe.

3. Que encaja perfectamente los cálculos entre fechas de concepción y nacimiento de D. Joaquín.

4. Que en Guayaquil y Lima se han mantenido constantes y respetables tradiciones sobre el origen verídico de la familia San Martín.

5. Que los descendientes de ambas ramas han sido tenidos por personas serias y honorables, incapaces de fraguar orígenes falsos.

6. Que el testimonio oral de Da. Rosa Isabel San Martín, nieta del héroe, muerta en 1941 en Guayaquil, merece todo crédito.

ACUERDA

Aceptar como verídica la paternidad de D. Joaquín San Martín y Mirón.

Referencias

(1)La Entrevista de Guayaquil II, 248 .

(2)Carlos Salas: Bibliografía de San Martín, III, 81 .

(3)Teodoro Alvarado: La histórica entrevista de Guayaquil de 1822, Bol. ANH. 120 pg. 159, Quito.

(4)Cartas del Libertador, Tomo III, 254.

(5)Manuel Villavicencio: Geografía del Ecuador, 1858 , ver plano de Guayaquil.

(6)Jerónimo Espejo afirma lo de Luzárraga.

(7a)Para nosotros es muy dudosa la presencia de Sucre, aunque Espejo la asienta.

(6a)La entrevista de Guayaquil, II, 24 8 – 250 .

(7)Abel R. Castillo: Sobre la entrevista de Bolívar y San Martín, Bol. ANH 120 , Quito, pg. 278 .

(8)Hemos reconstruido esto en base a la citada carta de José Gabriel Pérez a la Cancillería de Bogotá.

(9)Julio C. Chávez: San Martín y Bolívar en Guayaquil, Buenos Aires 1950, pg. 140.

(10)Cartas del Libertador, III, 262.

(11)Carlos Salas, Oc. III, 81.

(12)Arch. Catedral Guayaquil Baut. 1792-1802.

(13)Fichero Robles – Chambers.

(13a)Luis Ramírez Ch.: La bisnieta de San Martín, Rev. La Otra , Guayaquil 1988, pg. 60 – 61 . Mercedes San Martín de Checa, clarífica parentesco co n procer, El Universo, Guayaquil, julio 26, 1972.

(14)Gustavo Monroy : Documento s de la época colonial de Guayaquil, Bol. CIH T.2, pg. 73

(15)Teodoro Alvarado: oc. 163.

(16)Abel R. Castillo: oc. 290.

(17)Javier Peñalosa: oc. 34.

(18)Arch. Robles Chambers, Guayaquil.

(19)Carta del Dr. Mauricio San Martín, Rector de la Universidad de S. Marcos a Pedro Robles, Arch. de éste.

(20)Sus herederos le obsequiaron al Museo Histórico de Buenos Aires.

(21)Se ha publicado varias veces, por ej. en la Rev. El Libertador de Quito No. 105.

(22)Rodolfo Pérez: Nuestro Guayaquil Antiguo, 118.

(23)Archivo Robles, Guayaquil.

(23a)Mariano Sánchez: Naufragio del bergantín de guerra 6 de marzo, Instituto de Historia Marítima. Rev. 1989, pgs. 19-27, Guayaquil.

(24)Severo Gómez jurado: Vida de García Moreno, V, 222 – 223

(25)Archivo Robles, Guayaquil.

Fuente

Barrera, Isaac: José de San Martín el Libertador del Sur, Bol. ANH , nums 76, pgs. 225-232, Quito 1950.

Diario El Globo Nº. 1851 Guayaquil 3 de noviembre de 1893

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

Jurado Novoa, Fernando – Las noches de los Libertadores – Vol 2. IADAP, Colección Identidad, Quito, Ecuador (1991).

Portal revisionistas.com.ar

Videla Morón, Mario – San Martín y sus vinculaciones familiares, Rev. Genealogía 18, Buenos Aires 1979

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•  Entrevista de Guayaquil

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

domingo, 19 de febrero de 2023

España Imperial: La derrota de Cartagena de Indias por Blas de Lezo

Así fue la humillante derrota de los británicos en Cartagena de Indias

Blas de Lezo obtuvo su última victoria en Cartagena ante una flota británica de proporciones descomunales.
Muy Historia
Fran Navarro






El 13 de marzo de 1741, la mayor flota conocida hasta entonces asedió Cartagena de Indias, uno de los principales puertos del comercio español en América. Entre los motivos del ataque estaban la ambición política y económica de Gran Bretaña, el honor mancillado y una oreja.
La oreja de Jenkins

A inicios del siglo XVIII, España continuaba teniendo el monopolio del opulento comercio con América. El Nuevo Mundo y sus riquezas pertenecían a la corona española y el resto de estados buscaban la manera de hacerse con un trozo del pastel. El Tratado de Utrecht, en 1713, dio una oportunidad a Gran Bretaña. Se le concedió el llamado “navío de permiso”, una autorización por la que Inglaterra podía enviar un barco al año con capacidad para 500 toneladas de mercancía para comerciar en los territorios españoles de América.

Este comercio resultó muy beneficioso para Reino Unido y, claro, con un trozo tan rico, no pudo resistirse a meter las manos en el resto del pastel. Gran Bretaña utilizó el navío de permiso para ejercer el contrabando. No eran los únicos, lo que, sumado a un aumento de la piratería, hizo que España se pusiera seria defendiendo su comercio. Los encontronazos entre guardia costera y contrabandistas se intensificaron hasta que todo explotó.

En 1731, los españoles a bordo de La Isabela detuvieron al bergantín británico Rebecca cerca de Florida. El capitán Julio León Fandiño comprobó que la carga excedía las 500 toneladas permitidas, así que requisó la mercancía, acusó de contrabando al navío y le cortó una oreja al capitán inglés, Robert Jenkins, mientras le decía:

"Ve y di a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”.


Unos años más tarde, Jenkins relató lo sucedido en el Parlamento británico. Se cuenta que incluso mostró su oreja cortada en un frasco de cristal. Fue el casus belli para que el 23 de octubre de 1739, el rey Jorge II de Gran Bretaña declarara la guerra a la corona española, por entonces con Felipe V en el trono.



martes, 3 de enero de 2023

Latinoamérica: El conflicto de Leticia de 1932/3

Guerra Peruano-Colombiana de 1932-1933

Weapons and Warfare



 

Perú y Colombia: el incidente de Leticia, 1932-1933


En un típico incidente fronterizo, las naciones sudamericanas de Perú y Colombia entraron en guerra en 1932 por un tramo remoto de selva vacía. Se suponía que una disputa fronteriza de larga data se resolvió en marzo de 1922, cuando Perú acordó la transferencia de 2,250 millas cuadradas de su territorio en el Amazonas a Colombia. Esta región, conocida como el “Trapecio de Leticia”, comprendía 68 millas de la margen norte del Amazonas; dado que los ríos desempeñaban el papel principal en las comunicaciones y el comercio de América del Sur, el acceso fluvial siempre fue un factor importante en las relaciones entre los estados. El tratado fue impopular entre los peruanos nacionalistas; no fue ratificado hasta 1927, y la oposición continuó retumbando hasta la década de 1930. El 31 de agosto de 1932,



Para sorpresa del gobierno peruano, los colombianos no estaban dispuestos a aceptar esta ocupación y se prepararon para la guerra. Al estallar el conflicto, ambos ejércitos tenían aproximadamente el mismo tamaño, con 8.400 soldados colombianos y 8.955 peruanos. Sin embargo, llevar a cualquiera de estas tropas al aislado teatro de guerra era extremadamente difícil y el ejército con las mejores líneas de suministro ganaría.



El ejército peruano estaba mejor armado con ametralladoras y artillería, que incluía algunos cañones antiaéreos modernos de 20 mm, pero gran parte de su armamento, incluidos los rifles, databa de los primeros años del siglo. La fuerza peruana que participó durante el Incidente de Leticia se estimó en 2.000 hombres, incluido un gran número de voluntarios civiles; varios oficiales regulares del ejército fueron trasladados en avión para entrenar y comandar a estos irregulares. La fuerza comenzó con cuatro cañones de montaña Krupp M1895 de 75 mm, y durante el conflicto se hicieron esfuerzos para traer artillería más moderna de Lima. Inicialmente, Perú tenía la ventaja en el aire, con 60 aviones de la Fuerza Aérea y la Armada, incluidos los cazas Curtiss F11C Hawk y Vought 02U Corsair, y adquirió otros 16 durante el conflicto.



El Ejército de Colombia tenía alrededor de 32 ametralladoras pesadas ex-Austria Schwarzlose, a algunas de las cuales se les habían quitado las camisas de agua. También tenían varios cañones de montaña Skoda de 75 mm y algunos cañones antitanque Skoda modernos de 47 mm. Al comienzo de la guerra, los colombianos tenían 16 aviones, pero al final habían adquirido otros 82, en su mayoría máquinas civiles pilotadas por pilotos mercenarios.

La Aviación Militar de Colombia usó tres Ju 52/1ms mejorados para transportar tropas y suministros a una remota región amazónica conocida como el cuadrilátero o trapecio de Leticia luego de un enfrentamiento fronterizo con el vecino Perú en 1932-33. Las fuerzas peruanas habían ocupado el puerto colombiano clave de Leticia en lo que se conoció como el 'Incidente de Leticia' y la región estaba al borde de un gran conflicto. Tanto los colombianos como los peruanos necesitaban aeronaves confiables, idealmente capaces de operar en el agua. Los tres 1ms convertidos fueron equipados con flotadores y volaron equipos y suministros desde Barranquilla. Esta vez, sin embargo, en julio de 1933, la Sociedad de Naciones logró negociar la devolución de Leticia y sus alrededores al control colombiano, evitando así una mayor escalada del conflicto.



Reconociendo su falta de preparación, los colombianos gastaron grandes sumas en adquirir nuevos equipos. Esto incluyó varias cañoneras, lo que les permitió llevar suministros a sus tropas de primera línea a través de la red fluvial. El esfuerzo de abastecer a las tropas a través de vastas distancias de la selva dominó la conducción de la campaña, y la superior organización de los colombianos les dio la ventaja.



Como no tenían presencia militar en el territorio en disputa, los colombianos tardaron en reaccionar y los regulares e irregulares peruanos avanzaron más allá de Leticia. Tomaron el único otro pueblo en el territorio en disputa, Tarapacá, y luego se atrincheraron para esperar una respuesta colombiana. Colombia tardó hasta diciembre de 1932 en reunir los barcos necesarios en la desembocadura del Amazonas bajo el mando del general Alfredo Vásquez. La guerra propiamente dicha solo comenzó a principios de 1933, cuando su fuerza colombiana de 1.000 efectivos finalmente fue transportada por el río Putomayo en seis embarcaciones. Llegaron a Tarapacá el 14 de febrero, cuando fueron bombardeados sin éxito por aviones peruanos. Al día siguiente, los colombianos recuperaron la ciudad casi sin derramamiento de sangre y luego se dirigieron hacia el bastión peruano de Gueppi, cuya captura el 27 de marzo puso fin a la guerra.



Coincidentemente, el 30 de abril, el presidente Luis Miguel Sánchez de Perú fue asesinado en Lima, y ​​su sucesor entregó la disputa a la Sociedad de Naciones, que negoció la paz el 24 de mayo. Ambas partes habían sufrido bajas mínimas en batalla: los peruanos habían aparentemente perdieron 25 muertos y los colombianos 27. Sin embargo, los peligros de hacer campaña en la selva tropical fueron confirmados por una admisión peruana posterior de que también habían perdido 800 hombres que murieron a causa de enfermedades.

Sitio web de Chandelle

jueves, 19 de julio de 2018

SGM: Hotel colombiano funcionó como campo de prisioneros del Eje

Hotel Sabaneta, el insólito "campo de concentración" donde Colombia encerró a alemanes y japoneses 

En plena Segunda Guerra Mundial, un decreto del gobierno ordenó confinar en aquel recinto de lujo a empresarios sospechados de colaborar con el Eje


Por Adriana Chica García 3 de junio de 2018
desde Bogotá, Colombia
Infobae



Las ruinas del Hotel Sabaneta, pocos años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

En plena Segunda Guerra Mundial, a miles de kilómetros de una Europa que se desangraba, se vivió una historia increíble en una pequeña ciudad del centro de Colombia. Los edificios de estilo colonial del Hotel Sabaneta, en Fusagasugá (Cundinamarca), pasaron de pronto de ser el lugar de encuentro de la alta sociedad a convertirse en el recinto de confinamiento de más de un centenar de ciudadanos alemanes, italianos y japoneses residentes en Colombia, sospechados por el gobierno de colaborar con los países del Eje.


No era un campo de concentración como los nazis, de trabajos forzados, cámaras de gases y asesinatos sistemáticos. Al contrario, era el mejor hotel de entonces, con pisos de madera de pino, amplios jardines, piscina olímpica, lagos artificiales y canchas deportivas. Aun así, se fue convirtiendo en un reclusorio insoportable para los refugiados que fueron confinados allí contra su voluntad.

Cuando en 1941, el ataque de la Armada Imperial Japonesa contra la base naval de Pearl Harbor detonó el ingreso de Estados Unidos al conflicto, Colombia aún no había tomado partida en la guerra. Por su neutralidad, se había convertido en el destino de muchas familias alemanas y japonesas que huían de la violencia.

Pero todo cambió cuando una ofensiva de submarinos nazis hundió el barco militar colombiano Resolute, que zarpó de Cartagena en diciembre de 1942. Desde ese momento, Colombia le declara la guerra a los países del Eje y se convierte en aliado de Estados Unidos.



Barco militar colombiano Resolute hundido por submarinos nazi en el mar Caribe.

El gobierno norteamericano crea la llamada Lista Negra, que incluía a empresas y empresarios en varios países de la región acusados de colaborar con los países del Eje. Su objetivo era impedir que la ayuda financiera que brindaba Estados Unidos a Latinoamérica cayera en manos enemigas. Nadie en Colombia podía comerciar con quienes aparecían en la lista, cuenta el libro 'Colombia Nazi'.

El Tiempo, por ejemplo, reseñó una carta de Daniel Vallejo, un comerciante colombiano de sombreros, en la que pide a la Cancillería que lo excluyan de la lista, argumentando que solo trabajó en una empresa de socios italianos y que sus negocios se vieron perjudicados porque nadie quiere comerciar con él por temor a ser incluido en la lista.

No obstante, con la publicación de la lista, el entonces presidente colombiano Eduardo Santos impulsó la Ley 39 de 1944, por medio de la cual decretó la concentración de los extranjeros que aparecían en ella.




Lista negra conservada en el Archivo General de la Nación.


"Los nacionales de países con los cuales haya roto relaciones la República de Colombia y en especial la de los nacionales alemanes, se determinará cuándo deben ser internados en sitios especiales de concentración, bajo el control de la Policía Nacional o de las autoridades civiles respectivas (…) deben someterse para mantener sobre sus actividades plena vigilancia", describía la norma conservada en el Archivo General de la Nación.


Campo de concentración de Sabaneta

En marzo de 1944, 150 ciudadanos alemanes y japoneses, sobre todo, pero también italianos, fueron citados a comparecer ante las autoridades colombianas por sus negocios comerciales. A 109 de ellos se les ordenó el arresto en el llamado 'campo de concentración de Sabaneta'.

Todos sus bienes fueron confiscados por el recién creado Fondo de Estabilización Nacional, que administró más de 2.500 propiedades alemanas, 1.500 italianas y otras cuantas japonesas, según el documental Exiliados en el exilio, de Rolando Vargas. Parte de esos recursos sirvieron para financiar el hotel en los casi dos años de confinamiento.

Noticias de la época sobre la concentración de alemanes, italianos y japoneses acusados de colaborar con países del Eje.

Los extranjeros de la lista fueron forzados a abandonar sus hogares y negocios para vivir en el hotel. Muchos se mudaron con sus familias colombianas, a otros les tocó mudar a sus esposas e hijos cerca para poder recibir visitas solo los jueves y domingos, como reseñaron algunos medios de la época.

"Las mismas informaciones oficiales indican que antes del fin de la presente semana y en el transcurso de la próxima, nuevos grupos serán enviados al mismo sitio de concentración de Sabaneta, donde permanecerán los nacionales alemanes sujetos a un régimen de vigilancia y aislamiento", decía una noticia de El Colombiano del 25 de marzo de 1944.

"Un día llegaron a mi casa, le ordenaron a mi papá que entregara los documentos de sus propiedades y le dieron un ultimátum de tres días para presentarse en Fusagasugá", contó Joerg Scheuerman en el documental de Vargas. No recibieron ningún abuso, pero los días les pasaban sin nada que hacer.


 

Por cada habitación vivían unas tres personas, que contaban con una cama doble, un closet, una mesa de noche, un escritorio y una silla. Algunos recibían una pensión mensual por las utilidades de sus negocios, pero debían pagar su alimentación y estadía en el hotel, lo que llevó a la quiebra a muchos.

Los retenidos inventaban grupos de carpintería, equipos deportivos y hasta una orquesta para pasar el tiempo. Los japoneses diseñaron estanques para sus peces dorados alrededor de una quebrada que causaron sensación. Aunque eran vigilados por las autoridades desde altas torres de control, podían pasear libremente por los espacios del hotel.

Algunos fueron obligados a abordar embarcaciones, supuestamente, para ser expatriados hacia Alemania, pero su destino terminó en Estados Unidos, en otro centro de concentración en Nueva York.

 
Así se ve el Hotel Sabaneta en la actualidad.

Nunca se comprobó realmente la colaboración de los extranjeros con los países del Eje. Una vez finalizada la guerra, todos fueron dejados en libertad. Algunos que contaban con bienes en el Fondo de Estabilización Nacional recibieron una indemnización insignificante.

Y el exclusivo Hotel Sabaneta, construido en 1938 y ganador en 1945 del Premio Nacional de Arquitectura, nunca volvió a ser el mismo. Fue derribado tiempo después, y hoy en día solo le sobrevive una torre de control donde vigilaban a los refugiados, que ahora sirve de valla publicitaria para los locales comerciales que se asentaron en el lugar.

miércoles, 20 de junio de 2018

Arqueología naval: El Prinz August Wilhelm autohundido en Colombia durante la PGM

La increíble disputa detrás del naufragio de un lujoso buque alemán en el Caribe colombiano durante la Primera Guerra Mundial

El Prinz August Wilhelm fue hundido en Puerto Colombia por su misma tripulación, cuando recién se iniciaba la conflagración mundial y el país caribeño era tironeado de ambos lados de la contienda para que abandonara su neutralidad
Por Adriana Chica | Infobae



Hace 100 años, el estallido de la Primera Guerra Mundial cambió el rumbo del vapor alemán Prinz August Wilhelm (PAW) hacia aguas del municipio de Puerto Colombia, donde jamás volvió a zarpar. Los restos de su naufragio reposan cubiertos de corales a 18 metros de profundidad, donde por décadas se escondió la disputa política entre Estados Unidos y Alemania, que hizo que Colombia, sin querer, terminara tomando partido en el conflicto bélico en el que se había declarado neutral.


Cuando Alemania se convierte en la potencia enemiga de todos, el PAW queda atrapado de este lado del mundo, fondeado en la bahía de Santa Marta. Solo, porque sus barcos hermanos de la compañía alemana Hamburg Amerikanische Packetfahrt Actien Gesellschaft (HAPAG) habían sido vendidos a la Hamburg American Line y se refugiaban en el puerto de Nueva York; entonces, Estados Unidos mantenía su neutralidad en la guerra.

La historia da un nuevo giro con la destrucción del barco Lusitania frente a las costas de Irlanda, el 7 de mayo de 1915, por el ataque de un submarino alemán. El hundimiento se produjo en 18 minutos, acabando con 1.198 vidas, 123 de ellas norteamericanas. Ese fue el desencadenante de la entrada de Estados Unidos al conflicto, que como primera tarea creó la agencia naviera USS Shipping Board, cuya misión era apropiarse de las embarcaciones alemanas y austriacas refugiadas en las costas neutrales del Caribe y Suramérica.


El vapor alemán Prinz August Wilhelm fue hundido en Puerto Colombia por su misma tripulación en 1918, para evitar caer en manos enemigas durante la I Guerra Mundial.

Y ahí estaba el PAW, en uno de esos puertos, desde el 11 de noviembre de 1915. Las naves militares inglesas, francesas y estadounidenses empezaron a custodiarlo para apresarlo. Sabiéndose en peligro, el capitán August De Wall da vuelta al timón hasta llegar al muelle de Puerto Colombia, donde se sentía respaldado por la gran colonia alemana asentada en Barranquilla, a solo unos minutos del pueblo costero.

Lo que no sabía la tripulación del vapor alemán era que este ya había sido negociado a USS Shipping Board. Pero Alemania no permitiría que su embarcación quedara en manos enemigas. Al enterarse de que miembros de la agencia naviera habían llegado a Barranquilla el 21 de abril de 1918, el embajador alemán en Colombia entra en comunicación con su cónsul en la ciudad, Paul Grosser, quien a la vez da la orden al capitán de destruir su navío.

Así, la noche del lunes 22 de abril de 1918, dos tripulantes del PAW, Josef Sperer y Francisco Capell, ciudadanos alemanes, prenden fuego a la zona de mando, y sueltan las válvulas para que el barco se aleje del muelle y finalmente se hunda, a 500 metros de la punta del muelle de Puerto Colombia. El mismo capitán De Wall lo contó a la prensa de esa época.

"Mi tripulación consta de 19 marineros, cuatro de los cuales son compatriotas suyos. No se vaya a creer que el buque fue incendiado en el propio sitio donde se hallaba anclado. Listo el combustible, hice soltar las amarras. La brisa sacó el buque hacia afuera, lado izquierdo del muelle y a una distancia de una milla; seguro de no perjudicar en ninguna forma al puerto, ordené que se produjera el incendio. Las maderas del buque estaban resecas, con poca cantidad de petróleo en pisos y muros bastó para que el Prinz August se hundiera rápidamente", describió.

La prensa de la época publicó el suceso por varios meses.

Desde antes del suceso, Colombia había sido presionada por Francia e Inglaterra para destruir la antena inalámbrica del vapor alemán, acusado de ser espía. Supuestamente enviaba información a su gobierno sobre los barcos que ingresaban y salían de los puertos colombianos. Y que así también se hiciera con el resto de las embarcaciones alemanas: quitarles las baterías del área de control para interrumpir las comunicaciones.

Estados Unidos, incluso, instó a Colombia para que entregara al PAW. Pero el país no accedió, pues seguía latente el resentimiento por la separación de Panamá en 1903; orquestada por el gobierno de Theodore Roosevelt, luego de que el Congreso de la República que recién ingresaba no aprobara el tratado Herrán-Hay con el que los norteamericanos pretendían construir el canal de Panamá.


Fotografía donde se observa el pedazo del vapor alemán que quedó sin hundirse sobre la superficie del mar.

Sin embargo, la noche del incendio el barco encalló en un banco de arena y solo quedó sumergido el 50% del mismo, dejando al descubierto el plan. Con ello, Colombia tuvo que apresar a su capitán y tripulantes, quienes por varios meses estuvieron recluidos en una cárcel del municipio. Mientras que Estados Unidos presionaba para declarar a todo ciudadano alemán como un peligro para la sociedad. Finalmente, los marineros fueron eximidos y dejados en libertad. Y muchos rehicieron su vida en el modesto pueblo.

Reconstrucción del fragmento de historia bajo el mar

Durante décadas, esta increíble historia quedó escondida entre los restos coralinos del naufragio, ubicado a 1.700 metros de la punta del muelle de Puerto Colombia, a una profundidad de unos 18 metros, porque la sedimentación del río Magdalena que llega a esas aguas del Caribe no le permitió más. Era conocido en el pueblo porteño como 'El Alemán', muchos habitantes no sabían nada de él más que las piezas rescatadas que servían de adorno en sus casas.

Hasta que un buzo se interesó en el "oasis" que se había formado en los restos del barco, donde convive un extraordinario ecosistema marino que no se ve en otra parte de estos mares, tan cerca de la orilla. Se trata de Enrique Yidi, un empresario barranquillero que, en medio de una recolección de caracoles en todo el litoral Caribe, encontró 70 especies solo en ese lugar. "Entre el lodo que trae el río Magdalena, era algo insólito para un área tan pequeña, recolecté más de los que había hallado en todo el departamento", dice.


Los restos del vapor alemán están cubiertos por colares a 18 metros de profundidad.

Se propuso entonces investigar a 'El Alemán'. Le valió la lectura de más de 15.000 periódicos de Colombia y Nueva York de la época para reconstruir la bitácora del vapor alemán a quien ya le tenía un nombre: Prinz August Wilhelm, el mejor y más lujoso barco que había tocado puerto colombiano. Diseñado con las últimas tecnologías de ese entonces, con comunicación inalámbrica y más de 2 mil toneladas de metales preciosos; de aproximadamente 5.000 toneladas, en el que podían viajar hasta 791 pasajeros.

El PAW realizó su viaje inaugural el 26 de mayo de 1903, destinado al transporte de carga y personas, con ruta de Hamburgo-Nueva York-El Caribe. "Era el que traía el correo internacional, que eran cartas y postales. El barco, incluso, tuvo dentro un negocio de estampillas", cuenta Yidi. Y en cada uno de sus recorridos, mil historias iba dejando: las tormentas que amenazaron con hundirlo, el tiburón que casi devora a uno de sus pasajeros, el asesinato a bordo, los rescates de naufragios, y otras tantas que quedaron consignadas en el libro 'De la Gloria al Olvido', de coautoría con Álvaro Mendoza.


Estampilla encontrada en el Prinz August Wilhelm.

Pero de ese esplendor ya no queda casi nada. Muchos objetos fueron saqueados por los mismos porteños y luego comprados por Yidi para recuperarlos. Mientras buzos y pescadores desbalijaron las tuberías de bronce y cobre, y otras piezas de plata para venderlas a chatarrerías por un precio irrisorio. Las piedras preciosas, por supuesto, fueron robadas. Y todo ello comienza porque el barco no se hunde en su totalidad.

Las autoridades recomendaron cortarlo y desvalijarlo porque representaba un peligro para la navegación. "Eso genera un malestar porque complica la actividad portuaria de la ciudad. De hecho, existe una demanda de un ciudadano donde exige a la cancillería colombiana que pida una indemnización al gobierno alemán por los daños de ese naufragio", explica el arqueólogo Juan Guillermo Martin, quien desde 2015 realiza un estudio oceanográfico con un equipo de científicos de la Universidad del Norte, para determinar los procesos de deterioro y conservación del PAW.


Algunas de las piezas rescatadas del naufragio, que tienen más de 100 años.

Del barco fueron rescatadas más de 700 piezas, entre cerámicas y porcelana, elementos cartográficos, numismáticos (monedas y medallas), filatélicos (estampillas, sellos, postales, telegramas), vajillas (platos, tazas, cubiertos, copas), entre otros. Pero del exfolio al que aun sobrevive le aparecen otras amenazas naturales. Además de las malas prácticas de pesca, que incluyen explosivos que han deteriorado la estructura, aclara Martin, director del museo Mapuka.

"Hicimos una revisión de las condiciones oceanográficas de Puerto Colombia para evaluar el impacto de la corriente en el naufragio y el resto de la bahía. Encontramos que el barco está en un proceso de deterioro por la fuerte corriente que debilita la proa, hasta que termine partiéndose", explica el arqueólogo. La misma corriente que ha ocasionado más de seis desplomes al muelle de Puerto Colombia, dejando en pie solo 769 metros de su estructura en dos pedazos, de los 1.219 que tenía originalmente. Y a esto se le suma la erosión, que, según los investigadores, en cinco años lo romperá.


El arqueólogo Juan Guillermo Martin (derecha) se dispone para iniciar uno de los monitoreos a los restos del naufragio para evaluar su estado de conservación.

El equipo de científicos monitorea periódicamente el desarrollo de estos daños para poder encontrar una solución integral que permita conservar este fragmento de historia que custodia el mar, y que al cumplir los 100 años de su hundimiento el pasado 22 de abril se convirtió en patrimonio cultural sumergido de Colombia. Aunque para los porteños siempre será la evidencia material de que por Puerto Colombia entró la modernidad al país.


martes, 10 de abril de 2018

Guerra del Paraguay: Mitos revisionistas y el apoyo de Colombia

Colombia y la guerra de la Triple Alianza

Alfredo Cardona Tobón* | Historia y Región


La presidente de Argentina, Cristina Fernández, calificó la guerra de la Triple Alianza como una traición a Latinoamérica; pero olvidó decir que  fue  otra de las infamias de su país, esa vez contra los hermanos paraguayos que casi son exterminados por la acción conjunta de Brasil, Uruguay y Argentina.
La hecatombe fue atizada por la soberbia del presidente paraguayo Francisco Solano López, los intereses territoriales de Argentina y Brasil, la falta de patriotismo de los lideres del Partido Colorado del Uruguay y por el lucro de los banqueros ingleses que se vieron beneficiados en el conflicto.
Todo empezó con el paso de tropas paraguayas a través de territorio argentino para apoyar el gobierno del Partido Blanco del Uruguay amenazado por la insurrección del Partido Colorado de ese mismo país, respaldado a su vez por Brasil.
 El presidente argentino  Bartolomé  Mitre declaró la guerra al  Paraguay y desde 1865 hasta 1870 argentinos, brasileños y uruguayos se unieron  para acabar con el pueblo de la pequeña nación. Eso no fue un conflicto armado, fue el genocidio de una nación que al empezar la guerra tenía 1.300.000 habitantes y la final de la lucha apenas contaba con 200.000 sobrevivientes, de quienes solo había 28.000 hombres en edad reproductiva y el resto eran mujeres, ancianos y niños.
 De los 100.000 soldados al empezar las acciones, quedaron 400 combatientes, entre quienes figuraban decenas de mujeres y adolescentes. Paraguay perdió 170.000 kilómetros cuadrados de su territorio y quedó totalmente devastado, era la sombra apenas, de una nación que fue la primera en establecer líneas ferroviarias en Suramérica, la primera en establecer fundiciones y fábricas de papel y la segunda en el mundo en la producción de textiles y en el cultivo de algodón

EL DESARROLLO DE LA GUERRA

El Paraguay tomó la iniciativa en los combates: ocupó el Matto Grosso brasileño e invadió la provincia argentina de Corrientes; sus fuerzas armadas estaban mejor preparadas que las de sus vecinos, el país tenía recursos para la guerra en tanto que  sus enemigos estaban inmersos en serias dificultades económicas.
La ventaja inicial no duró mucho, pudieron más las montoneras que un ejército calificado: los brasileños se aliaron con comunidades indígenas y contraatacaron saqueando lo que encontraron y quemando lo que no podían robar. El  10 de abril de 1866 las fuerzas de la Triple Alianza tomaron la fortaleza de Itapirú en el río Paraná y derrotaron a los paraguayos en Tuyutí, en una de las más sangrientas batallas en la historia americana. Una victoria de Solano López en Curupayty detuvo por algunos meses las acciones militares de los aliados, que en enero de 1869 llegaron hasta la ciudad de Asunción.  A partir de entonces, el avance de brasileños, argentinos y uruguayos fue continuo, dejando desolación, hambre y muerte por donde pasaban, degollando a civiles, niños y mujeres como si la consigna fuera despoblar al Paraguay y acabar con su gente.
El Mariscal  Solano López trasladó la capital a Piribebuy y en agosto de 1869  20.000 soldados aliados  se enfrentaron con 1.600 defensores de Piribebuy que nada pudieron hacer contra la superioridad numérica de los atacantes. La resistencia paraguaya fue tenaz y heroica, la garra de los paraguayos exasperó en tal forma a los jefes brasileños que asesinaron a los prisioneros o los vendieron como esclavos en las plantaciones de Rio Grande.
Solano López se retiró con unos pocos combatientes a las montañas del oeste perseguido de cerca por el comandante brasileño conde D´Eu. El 16 de agosto de 1869 la gente del pequeño poblado de Acosta Ñu trató de obstaculizar la marcha de los brasileños para dar tiempo de escape a las tropas de Solano; cuatro mil niños y adolescentes se pintaron bigotes y con palos de escoba simularon una columna en la retaguardia paraguaya, algunos llevaban machetes, otros lanzas de cañabrava y la mayoría caucheras; el Conde D’Eu ordenó el ataque, pequeños de seis años se aferraban a los pies de los asesinos para que no los mataran, fue una terrible, cruel e inhumana carnicería que remató el conde D´Eu prendiendo fuego a  los montes cercanos donde quedaron calcinados miles de niños con las madres que trataron de auxiliarlos.
En el Cerro Corá 26.000 soldados brasileños rodearon a los 409 paraguayos que acompañaban al Mariscal Francisco Solano López y los mataron a casi todos, incluyendo al presidente paraguayo que pereció con sable en mano al igual que su hijo Panchito que luchaba a su lado.

EL APOYO DE LOS RADICALES COLOMBIANOS

El 27 de julio de 1869 el Congreso de Colombia expidió un decreto para expresar su admiración por la resistencia de los paraguayos y participar del dolor por la muerte del Mariscal Francisco Solano López; y un año más tarde, cuando todo estaba consumado,  expidió la siguiente resolución:
“Si por efecto de la guerra, el Paraguay desapareciera como nación, ningún paraguayo será paria en América, con  solo pisar tierra colombiana, en caso de producirse, gozará en forma automática de los privilegios, facultades, prerrogativas y derechos de colombiano, es decir que de perder la nacionalidad paraguaya serán automáticamente colombianos”
Firman Eustorgio Salgar-(Presidente), Felipe Zapata (Ministro de Relaciones exteriores)  y Jorge Isaacs ( Presidente del Congreso)
Además de ese apoyo en el papel, que no aprobaron los conservadores colombianos, nuestro país contribuyó en la medida de su raquítico presupuesto en la reconstrucción del Paraguay ocupado por los brasileños; envió comida, drogas y varios médicos que acompañaron una pequeña fuerza para garantizar el respeto por los vencidos.
El mundo vio atónito la sanguinaria alianza contra los paraguayos, si los  vencedores no desmembraron al Paraguay fue por la oposición de algunos países amigos como Bolivia, Ecuador, Colombia y de los Estados Unidos que mantuvieron sus embajadores  en tierra paraguaya. Los aliados impusieron grandes tributos como indemnización de guerra. Unos años más tarde la Argentina suspendió los cobros y trató de adjudicar la responsabilidad de las masacres a los brasileños. Durante el  gobierno de Perón  los argentinos devolvieron los trofeos  tomados  a los paraguayos en los campos de batalla.


Mariscal    Solano López, presidente paraguayo

La recuperación demográfica del Paraguay fue muy lenta, Brasil tomó todo el territorio que quiso, Argentina ocupó parte del Chaco y recuperó la parte de la provincia de Misiones que en tiempos del Doctor Francia se  había adherido al Paraguay.
Esa guerra es un crimen que taladra la conciencia americana y nunca ha sido reconocido por el ambicioso Brasil. El resquemor de los paraguayos con sus vecinos sigue vivo y se necesitarán más que discursos de Cristina Fernández para borrar la culpa  de la nación argentina, cuyo gobierno hubiera podido frenar el salvajismo brasileño y oir el clamor del pueblo raso que no quería ir a la guerra contra sus hermanos paraguayos.

Lástima que Paraguay estuviera tan lejos de Colombia, porque de poder hacerlo de seguro miles de voluntarios del radicalismo liberal hubieran ofrenda su vida en defensa de sus hermanos.

domingo, 28 de agosto de 2016

Conflictos americanos: El conflicto de Leticia (1932/3)

Conflicto de Leticia


Fue un conflicto relativamente pequeño, el cual fue generado en gran medida por la ambición del caucho (La Siringa) la cual había sido explotada por una época muy larga por la familia de peruanos del señor Arana, los cuales cometieron una enorme cantidad de atropellos y actos inhumanos contra la poblaciones aborígenes de la región, en otras palabras Hitler y el régimen nazi quedaron en pañales ante los actos de esta gente. Algunas fuentes hablan de hasta el exterminio del 90% de la población de la región. 




Curtiss Falcon colombiano
 
Junkers 52 


En todo caso, el conflicto fue provocado por la acción de civiles peruanos que tomaron Leticia el 1 de septiembre de 1932. Para entonces la fuerza militar de Colombia estaba muy pobremente equipada. Se debió implementar un plan de emergencia para comprar aviones y buques para hacer frente a la amenaza. Sólo hubo dos acciones importantes en el conflicto, Guepi y Tarapacá, en donde las guarniciones peruanas fueron desalojadas. El Perú iba a enviar una importante fuerza de tropas a la región, pero su presidente fue asesinado (Sanchez Carrión). Después de una intermediación de la Sociedad de la Naciones se llegó a un cese del fuego (en mayo de 1933) en el que se devolvió el territorio en litigio a Colombia (en 1934).

1.- La guerra moderna es un fenómeno entre Estados, el conflicto ocurrido con Colombia en 1932 obedeció a una "iniciativa privada" de unos civiles loretanos quienes se creían perjudicados por los límites fijados el Tratado limítrofe Salomón Lozano, estos fueron los que ocuparon la localidad colombiana de Leticia y enfrentaron la mayoría de las acciones militares. 
2.- El Estado peruano se vio sorprendido por esta actuación privada, el dispositivo militar en la zona limítrofe con Colombia era mínimo y no estaba preparado para enfrentar un conflicto internacional. 
3.- Por esas fechas gobernaba el Perú una dictadura encabezada por el Coronel Sánchez Cerro, quien había tomado el poder derrocando al Pdte. Leguía, el cual había suscrito el Tratado Salomón-Lozano. Este dictador enfrentó una disyuntiva: o hacía cumplir el tratado internacional (la posición histórica del Perú durante todo el siglo XX), se enfrentaba a la población de Iquitos (con el riesgo de una guerra civil) y presentaba sus excusas al gobierno de Colombia (que era lo que correspondía) o se subía al carro de la iniciativa privada de los loretanos y enfrentaba una guerra con Colombia. 
Lamentablemente, optó por esto último . 
Hacía unos meses -julio de 1932- esta misma dictadura había enfrentado una sublevación aprista en la ciudad de Trujillo (al norte del Perú) y había desplazado a esa región a la mayoría de las tropas y de material bélico del que disponían las fuerzas armadas peruanas. 
Igualmente se habían producido una serie de sublevaciones en buques de la Armada Peruana (en mayo de 1932), los cualés fueron develados a sangre y fuego. 
El Crnel. Sánchez Cerro eligió incumplir un tratado internacional suscrito por el Perú y tratar de corregir las contradicciones internas de su régimen con el ropaje del nacionalismo, es decir, algo parecido a lo que hizo la dictadura argentina en 1982, con la diferencia de que aquí no había ninguna legitimidad en la ocupación por civiles loretanos de la localidad colombiana de Leticia, pues ya existía un tratado entre nuestros países, el cual rige hasta la actualidad. 
Al tener un dispositivo militar mínimo en la región, el Gbno. de Sánchez Cerro ordenó movilizar las tropas y a la escuadra. 
En el interín y debido a los desmanes producidos por turbas en contra de la Legación Diplomática de Colombia, el gobierno colombiano dejó de lado la alternativa diplomática (entiendo que hubieron varias iniciativas para poner fin a este conflicto, incluso intervino la Sociedad de las Naciones) y ordenó a una fuerza expedicionaria encabezada por el General Alfredo Vásquez Cobo, compuesta por varios transportes armados que retome por la fuerza las localidades colombianas. 
Es aquí que se produjo la batalla de Güepi, en donde la citada fuerza expedicionaria retomó esta localidad. 
Lamentablemente este conflicto ha sido casi olvidado en elPerú y digo lamentablemente porque este hecho sirve para recordar que el cumplimiento de los tratados internacionales -gusten o no- son la base para la paz y que cualquier aventura bélica que no respete la legalidad internacional es sumamente irresponsable. 
Actualmente, sólo en Loreto se recuerda dicho conflicto y en el local de la Municipalidad de Iquitos se encuentran la bandera colombiana y el escudo capturados durante la toma de la localidad colombiana de Leticia por estos civiles loretanos. 
Cabe destacar que las tropas peruanas demoraron muchos meses en llegar a la zona del conflicto y cuando llegaron ya se había producido -afortunadamente- una salida diplomática a este sorprendente conflicto, es por eso que como hecho más destacable por el lado peruano, está el desplazamiento de la escuadra en tres fuerzas operativas: una en el Pacífico, otra en el Atlántico y otra en el Amazonas. 
El buque insignia BAP Grau encabezaba la fuerza operativa del Atlántico, junto con los submarinos R-1 y R-2. 
Luego de la toma de Güepi por tropas colombianas, se ordenó reforzar la fuerza avanzada del Atlántico con el crucero BAP Lima, el cazatorpedero BAP Teniente Rodríguez y los destructores BAP Almirante Villar y BAP Almirante Guise (adquiridos a Estonia). Esta fuerza tenía la misión de hostilizar la costa colombiana en el Caribe, detener el tráfico marítimo colombiano y atraer a la aviación de ese país, aliviando las operaciones en la amazonía, para luego penetrar posteriormente en el Amazonas para desalojar a las fuerzas colombiana posesionadas de Leticia. 
El crucero BAP Bolognesi y los submarinos R-3 y R-4 se encargaron de patrullar la costa colombiana del Pacífico. 
Tras cruzar el Canal de Panamá el 4 de mayo de 1933, la fuerza naval peruana, efectuó escala logística en Curazao, el día 8, luego en la isla Trinidad y finalmente arribaron a Pará en Brasil el 15 de mayo de 1933, permaneciendo allí 10 días. 
Durante dicho lapso, ante la amenaza que representaban las fuerzas navales peruanas, la voluntad de los presidentes de ambos países así como por las gestiones de países amigos, las tensiones cedieron, motivo por el que sólo continuaron viaje a Iquitos el crucero BAP Lima y el BAP Teniente Rodríguez. 
Ayudó mucho a que este conflicto se solucionase de forma pacífico al hecho de que el Pdte. peruano de ese entonces Crnel. Sánchez Cerro fuera asesinado por un militante aprista luego de pasar revista a los reservistas que se movilizaban hacia la frontera; de lo contrario ambos países nos hubiésemos enfrascado en una larga y sangrienta guerra en la jungla, de forma similar a la que enfretaron Bolivia y Paraguay. 




Lancha Madrina Huallaga, utilizada por Perú para labores de mantención de su Fuerza Aerea en campaña.  
 
Vought Corsair
 
Sub-base Puca-Barranca 
 

 
Keystone 
 
Hamilton
 
Douglas 
 
Curtiss Falcon en Varadero de Itaya, Iquitos
 

Curtiss Falcons

Vought Cosair y Douglas 

Tarapacá, lugar donde ocurrio el primer combate entre los beligerantes.(Extraída del libro 75 años en los cielos patrios, Fuerza Aerea de Colombia)
 
Pichincha 
 
Barranquilla 
 

Mariscal Sucre


Fotos: Eddie Cerda