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sábado, 25 de noviembre de 2023

Guerra Antisubversiva: Leonetti abate a Santucho y deja un mundo mejor

A 47 años de la muerte de Santucho: las tres hipótesis de cómo lo encontraron y el pacto de silencio sobre sus restos

La tarde del 19 de julio de 1976, un grupo de tareas integrado por cuatro hombres del Ejército llegó al departamento de Villa Martelli donde estaba el líder del PRT-ERP junto a otros dirigentes de la organización y un niño de dos años. Nunca se supo cómo supieron dónde encontrarlo: ¿casualidad, un infiltrado, un seguimiento o un dato revelador? La investigación del hijo de Santucho y el enigma sobre su cadáver

Por Daniel Cecchini || Infoabe



El héroe de la jornada: El capitán Juan Carlos Leonetti fue quien mató al jefe guerrillero Mario Santucho. Fue ascendido post mortem al grado de mayor

Pasaron 47 años de los hechos, y la trama detrás de la caída y la muerte de Mario Roberto Santucho, el líder del PRT-ERP, el 19 de julio de 1976 en un departamento del cuarto piso de un edificio de Villa Martelli sigue siendo un enigma, un punto oscuro envuelto por una serie de hipótesis que no alcanzan a descifrarlo y que, según se las mire, aparecen como complementarias o contradictorias.

Para la dictadura que se había instalado en la Argentina el 24 de marzo de 1976, Mario Roberto Santucho no sólo era un hombre sino un símbolo. Era el nombre que encarnaba el Ejército Revolucionario del Pueblo, una de las dos organizaciones guerrilleras de mayor desarrollo en el país.

El ERP había seguido actuando militarmente luego de la recuperación de la democracia, en 1973, exclusivamente contra las Fuerzas Armadas, pero para diciembre de 1975 ya había sido militarmente derrotado, luego del fracasado intento de copamiento del Batallón 601 de Monte Chingolo.

Sin embargo, la existencia de Santucho, su liderazgo, no sólo era el motor más fuerte para la supervivencia del golpeado PRT-ERP sino una espada simbólica que cuestionaba la fortaleza de la dictadura.

Las muchas reconstrucciones que se han hecho de lo ocurrido la tarde del lunes 19 de julio de 1976 en el departamento de Villa Martelli tienen pequeñas discrepancias, pero coinciden en lo fundamental: que el grupo atacante estaba integrado por cuatro hombres, que Mario Roberto Santucho murió en el tiroteo, que a Benito Urteaga lo sacaron del edificio moribundo o ya muerto, y que se llevaron ilesos a Ana María Lanzillotto, a Liliana Delfino y un niño de dos años.

Lo que 42 años después sigue siendo un enigma sin resolver es cómo el grupo dirigido por el capitán de Inteligencia Juan Carlos Leonetti -el hombre al que el Ejército le había dado la misión de “cazar” a Santucho- llegó hasta allí esa tarde.

Para la dictadura, Santucho no sólo era un hombre sino un símbolo. Era el nombre que encarnaba el Ejército Revolucionario del Pueblo
Para la dictadura, Santucho no sólo era un hombre sino un símbolo, un negro símbolo. Era el nombre que encarnaba el Ejército Revolucionario del Pueblo.

Disparos y muerte

Una posible reconstrucción de la escena, que será vertiginosa, es ésta: a la una y media de la tarde del lunes 19 de julio de 1976 alguien llama a la puerta del departamento “B” del cuarto piso del edificio de Venezuela 3149, en Villa Martelli.

Una mujer entreabre la puerta y ve cómo una bota se mete para evitar que vuelva a cerrarla, un instante antes de que un fuerte empujón desde afuera la abra del todo y empiece el infierno.

En el departamento hay dos hombres, dos mujeres -una de ellas embarazada de seis meses- y un niño de dos años; los que irrumpen son cuatro hombres con armas largas y cortas. Hay fuego de uno y otro lado, mientras una de las mujeres se arroja al piso y protege al niño con su cuerpo.

El tiroteo es breve, aunque pueda parecer interminable. Pasan segundos, quizás poco más de un minuto, hasta que se apaga.

Quedan tres hombres tendidos: uno es el capitán Juan Carlos Leonetti, jefe de los atacantes, muerto de un balazo; otro es Benito Urteaga, segundo en la estructura del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y capitán del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que -en esta escena congelada- quizás todavía agonice; el tercero es Mario Roberto Santucho, el hombre más buscado por la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla.

Después de los tiros, se escuchan gritos y golpes. Los tres atacantes que siguen vivos -cuyas identidades el Ejército nunca revelará- reducen a las dos mujeres. Son Liliana Delfino, la mujer de Santucho, y Ana María Lanzillotto, que está embarazada y es la pareja de otro integrante del Buró Político del PRT, Domingo Menna, que ha sido capturado pocas horas antes en la calle cuando se dirigía a una cita.

Hoy siguen desaparecidas y lo único que se sabe de ellas es que se las vio en el Centro Clandestino de Detención que el Ejército tenía en Campo de Mayo. El niño es José Urteaga, hijo de Benito y Nélida Augier.

Santucho tenía planeada una reunión con Mario Firmenich, jefe de Montoneros, al día siguiente. Luego tenía pensado viajar a La Habana, Cuba
Santucho tenía planeada una reunión con Mario Firmenich, jefe de Montoneros, al día siguiente. Luego tenía pensado viajar a La Habana, Cuba

24 horas antes

Arnold Kremer -conocido en el PRT como Luis Mattini- asegura que 24 horas antes nada permitía sospechar que el departamento “B” del cuarto piso del edificio de Venezuela 3149, en Villa Martelli, estuviera bajo vigilancia y, mucho menos que corriera el riesgo de ser blanco de un grupo de tareas.

El domingo 18 de julio, Mario Roberto Santucho y otros dirigentes del PRT-ERP jugaron al fútbol en un potrero pegado al edificio, muy cerca de la Avenida General Paz. Estaban Santucho, Urteaga, Menna y Mattini en lo que prácticamente era una despedida.

El martes 20, con pasaporte falso, el máximo líder de la guerrilla marxista leninista, saldría de Ezeiza con una larga combinación de vuelos que tendría como destino final La Habana. Pero el lunes, antes de partir, tenía una una reunión importante con el líder de Montoneros, Mario Firmenich, para tratar de concretar la idea de una organización conjunta del ERP, Montoneros y las Brigadas Rojas de la Organización Comunista Poder Obrero, para unir fuerzas en la resistencia a la dictadura. Por sugerencia de Firmenich, se llamaría Organización para la Liberación de Argentina (OLA).

“Al día siguiente de la reunión de constitución de la OLA, Santucho saldría para La Habana. Ya le habían hecho algunos retoques para enmascarar su rostro, enrulado un tanto el pelo y con algún matizador que suavizaba su tono renegrido. En Cuba establecería un plan de actividades que abarcaba todo el globo terrestre, principalmente estrechando vínculos con el campo socialista y el tercer mundo. La misión fundamental era conseguir entrenamiento a nivel de oficiales para un centenar de cuadros del PRT-ERP”, recordaría Mattini muchos años después.

En su memoria de aquel día no hubo ninguna señal de alarma. En sus palabras: “Ese domingo transcurría entre reunión formal del buró político y charlas informales entre amigos. Una picada, algunos brindis, recomendaciones y más recomendaciones de Roby”.

Santucho, Urteaga, Gorriarán Merlo y Ledesma durante una conferencia clandestina
Reunión de criminales: Santucho, Urteaga, Gorriarán Merlo y Ledesma durante una conferencia clandestina

También recuerda que había pocas armas en el lugar: “En la casa no había guardia y no más armas que una pistola Browning de alza y mira especial, que los cubanos le habían regalado a Roby, las Browning comunes, que utilizábamos cada uno para autodefensa, y un pesado Magnum, orgullo del Gringo Mena, que manejaba a dos manos”, contó.

El lunes Santucho no salió de la casa como estaba previsto porque la reunión con Firmenich abortó. Enrique Gelhter, secretario de Santucho, fue a la cita previa con el delegado de los Montoneros y no apareció nadie. Eso tampoco alarmó: en los tiempos que corrían, esas cosas solían suceder.

Quien sí salió del departamento de Villa Martelli fue Domingo Menna. Tenía que cubrir algunas citas y retirar un nebulizador de una farmacia.

Esa era la situación a la una y media de la tarde, cuando llegó el grupo de tareas del Ejército. Eran solo cuatro militares, muy pocos si se tiene en cuenta que en el departamento estaba el hombre considerado como el enemigo número uno de la dictadura. ¿Por qué eran tan pocos y cómo llegaron al lugar?

Tiempo atrás, el autor de esta nota y su colega Eduardo Anguita conversaron largamente con Mario Antonio Santucho, el hijo menor del asesino del PRT-ERP, que cuando ocurrieron los hechos de Villa Martelli tenía menos de un año. Ese día no estaba en la casa, porque en febrero de ese año había salido de la Argentina junto a otros miembros de la extensa familia Santucho y estaba por entonces en Cuba.

En esa charla, Mario Antonio Santucho, hoy sociólogo y director de la revista Crisis, les contó a los cronistas el resultado al que había llegado en la investigación que realizó sobre la muerte de su padre y de su madre, Liliana Delfino.

Hay tres hipótesis sobre lo que pasó aquel 19 de julio”, les dijo.

"El pacto de silencio sigue siendo tan hermético que aún no sabemos cómo llegaron los militares al lugar, tampoco dónde están los cuerpos", dijo Mario Santucho
"El pacto de silencio sigue siendo tan hermético que aún no sabemos cómo llegaron los militares al lugar, tampoco dónde están los cuerpos", dijo Mario Santucho

La teoría del infiltrado

Una de las primeras hipótesis que se manejó en el nivel más alto del PRT suponía la existencia de un infiltrado en la conducción.

“La primera es que el departamento haya sido ‘cantado’ (entregado) por algún miembro de la dirección partidaria. Esa es la idea de la traición y es indemostrable”, explicó en esa oportunidad.

Para desestimar esa posibilidad, cuenta que quienes quedaron al frente del PRT -con Luis Mattini como secretario general, tras las muertes de Santucho y Urteaga y la captura de Menna- decidieron frenar la investigación interna porque se hacía crecer la desconfianza entre los propios compañeros de su padre.

La investigación a la que alude Mario Santucho estuvo a cargo de uno de los mejores cuadros de contrainteligencia del PRT, Nélida “Pola” Augier, que estaba convencida de que el partido había sido infiltrado en el máximo nivel y así se lo hizo saber a Mattini.

Pola interrogó a una serie de dirigentes del partido y fue descartándolos uno por uno hasta que en su lista quedó un solo nombre, el de Julio Oropel, “El Negro”, miembro del Comité Ejecutivo de la organización.

Oropel había trabajado como obrero en la Fiat y había sido detenido con su pareja y compañera de militancia en Córdoba en 1974. Pese a que se lo tenía identificado como un alto dirigente del PRT, en 1975 se le dio la opción de irse del país, mientras que su mujer -una militante de menor nivel que él- quedó encarcelada. “El Negro” volvió al país de manera clandestina y, pese que nunca habían quedado claras las razones por las cuales lo habían liberado, recibió mayores responsabilidades dentro del partido.


Muerto el perro...

En su libro Los Jardines del Cielo, Augier cuenta cómo la dirección del PRT le ordenó dejar la investigación: “El sospechoso, señalado por la contrainteligencia como posible delator del Comandante (Santucho), reunió a miembros de la dirección y los convenció de que era mejor dejar de lado las investigaciones que podrían involucrar a cualquiera. Sobraban argumentos para sostener esto: las circunstancias por las que atravesaba la organización; el aparato no estaba integrado por profesionales formados en técnicas de inteligencia y contrainteligencia, sólo militantes de confianza y la responsable de la investigación vivía una etapa que podía dificultar su objetividad. Paula (nota del cronista: así se nombra a sí misma Augier en el libro) se entrevistó con el nuevo secretario general (Mattini) y éste le indicó que debían suspender la investigación. Según él, el partido no estaba en condiciones. Nunca esperó que Mattini entendiera la esencia de su trabajo, especialmente porque nunca supo, salvo de segunda o tercera mano, lo que ellos hacían”, escribió.

Domingo Menna y Ana Lanzillotto. El tercero en la conducción del PRT fue capturada la misma mañana, mientras salía de una farmacia a la que había ido para alquilar un nebulizador
Domingo Menna y Ana Lanzillotto. El tercero en la conducción del PRT fue capturada la misma mañana, mientras salía de una farmacia a la que había ido para alquilar un nebulizador

Información desde Montoneros

El posible sustento de la hipótesis que señala a una filtración de información desde Montoneros sobre el paradero de Santucho radica en el encuentro programado para ese 19 de julio con Mario Firmenich para conformar la OLA.

“La segunda hipótesis que se barajó en aquel momento es que Montoneros hubiera dado información que permitiera llegar hasta ese departamento. También es una posibilidad remota. La relación entre las dos organizaciones era muy buena”, explicó Mario Antonio Santucho durante la conversación con los cronistas.

El encargado de hacer el enlace por el lado de Montoneros era un asistente del número dos de la organización peronista, Roberto Perdía. Este hombre fue secuestrado dos semanas antes del 19 de julio.

A lo largo de los años, Perdía se contradijo cuando se le preguntaba sobre este hecho; en 1992, entrevistado por María Seoane para su libro biográfico de Santucho Todo o nada, dijo no haberse enterado del secuestro, pero en 2013 aseguró que “trataron de dar aviso del secuestro por canales indirectos pero que no llegaron a destino”.

El encargado de hacer el enlace por el PRT era Enrique Gertel, y la sospecha es que a través de la cita con Montoneros los servicios de Inteligencia hubieran podido acceder a la cúpula del PRT. En ese sentido, aunque Santucho tenía una confianza plena en Gertel, no era imposible que lo hubieran seguido a partir de la cita a la que nadie concurrió.

Santucho hijo descartó esa posibilidad porque carecía de lógica y es cronológicamente imposible. Gertel fue capturado el mismo 19 de julio en la localidad de Santos Lugares, en el Gran Buenos Aires. Una investigación posterior, encarada por Diana Cruces, compañera de Gertel, pudo determinar que su secuestro ocurrió a las tres de la tarde, es decir, dos horas después de la irrupción de Leonetti en el departamento donde estaba Mario Roberto Santucho.

Osatinsky, Santucho y Fernando Vaca Narvaja luego de huir de la cárcel de Rawson en 1973. El "comandante" del Ejército Revolucionario del Pueblo, cayó abatido el 19 de julio de 1976 en un departamento de Villa Martelli
La mafia terrorista: Osatinsky, Santucho y Fernando Vaca Narvaja luego de huir de la cárcel de Rawson en 1973. El "comandante" del Ejército Revolucionario del Pueblo, cayó abatido el 19 de julio de 1976 en un departamento de Villa Martelli

La boleta del nebulizador

La tercera hipótesis es, a criterio de Mario Antonio Santucho, la más convincente: Domingo Menna –tercero en la conducción del PRT- había alquilado un nebulizador en una farmacia. La boleta de ese nebulizador estaba en el bolsillo de Menna. Todo indica que los militares, tras capturar a Menna en la calle la mañana del 19 de julio, fueron a la farmacia para averiguar la dirección que había dejado para el alquiler del aparato: Venezuela 3149.

¿Cómo lo capturaron a Menna?, le preguntaron los cronistas a Santucho hijo. “Mi tío Julio Santucho recibió una carta de puño y letra de Eduardo Merbilháa, miembro del buró político del PRT, donde están los indicios ciertos de que a Menna lo entregó un ex militante del PRT, capturado por el Ejército un tiempo antes y que negoció entregarlo a cambio de que no mataran a su mujer y sus hijos”, respondió.

Merbilháa llegó ese lunes 19 de julio a media tarde al edificio donde estaban los máximos dirigentes del PRT. Había ido con Alicia, su compañera, en un auto que dejaron sobre la calle Venezuela. Allí se detuvo a conversar con el grupo de muchachos con quienes el día anterior habían compartido un partido de fútbol.

Alicia, en cambio, fue al interior del edificio. Una vecina le dijo: “¿Se enteró de los ruidos de disparos en el cuarto piso?”. En simultáneo, los muchachos ponían sobre aviso a Merbilháa. La pareja volvió raudamente al vehículo en el que habían llegado y no encontraron los típicos retenes de contención que se montaban en los alrededores de un allanamiento. Especialmente si tenía como propósito capturar a Santucho y la máxima dirigencia del PRT-ERP.

Merbilháa envió esa carta en octubre de 1976, apenas unos pocos días antes de que un grupo operativo diera con él y lo capturara. Desde entonces está desaparecido.

“La carta está en mi poder y brinda detalles que permiten reconstruir lo que, a mí criterio, es la principal hipótesis”, dejo Santucho hijo a los cronistas.

El militante que habría entregado a Menna a cambio de salvar la vida de su familia era un médico que formaba parte de un desprendimiento de esa organización ocurrida a principios de 1973. Nunca se supo su identidad.

Santucho fue activista universitario, militante del FRIP, uno de los fundadores del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en 1965 y comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)
Santucho fue activista universitario, militante del FRIP, terrorista y asesino, uno de los fundadores del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en 1965 y comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)

¿Cómo llegó Leonetti?

Uno de los centros de operaciones y de Inteligencia contra el PRT-ERP estaba en la Guarnición de Campo de Mayo del Ejército. Allí, el teniente coronel Pascual Guerrieri estaba a cargo del llamado Batallón 601, el órgano de inteligencia que logró la detención de Menna.

Lo que resulta extraño es que al obtener en la farmacia los datos de la casa de Villa Martelli el capitán Leonetti no haya informado a sus superiores y decidido actuar por su cuenta y riesgo. Quizás haya querido quedarse con el mérito de la captura o tal vez no sabía que podría encontrar allí al líder del PRT-ERP.

“De estos y otros datos, se deduce que Leonetti y su gente, al obtener la dirección de Menna en la farmacia, en lugar de concurrir a Campo de Mayo para darle la información a Pascual Guerrieri, decidieron actuar por su cuenta. De allí que no hubiera refuerzos en la zona y, sobre todo, que no esperaran encontrar a Santucho allí dentro”, explicó el hijo de Santucho en la charla con los cronistas.

Silencio de tumba

A 47 años de la irrupción del grupo de tareas del Ejército en el departamento “B” del cuarto piso de Venezuela 3149, nadie ha informado a sus familiares donde están los restos de Mario Roberto Santucho, Benito Urteaga, Alba Lanzillotto de Menna y Liliana Delfino. José Urteaga fue entregado a sus familiares. El hijo de Alba Lanzillotto y Domingo Menna, nacido en Campo de Mayo, es el nieto recuperado 121. Vivió 40 años sin conocer su verdadera identidad.

“El pacto de silencio sigue siendo tan hermético que aún no sabemos cómo llegaron los militares al lugar, tampoco dónde están los cuerpos. Y los únicos que pueden aclarar qué pasó ese día son quienes participaron del operativo, directa o indirectamente. Quizás incluso haya papeles escondidos que sirvan para reconstruir lo sucedido. Es increíble que después de tanto tiempo sigan sin poder decir la verdad”, fue la última reflexión de Mario Santucho en la entrevista.

martes, 8 de febrero de 2022

Biografía: A 9 años del fallecimiento del General Jorge Rafael Videla

A 9 años de su muerte.
General Jorge Rafael Videla:
En un momento más que nunca en que todos entendemos que tenía razón.

El hombre que molestaba demasiado

Teniente General Jorge Rafael Videla




Harán leña del árbol caído. Le endilgarán el infierno para esconder sus propios demonios. Murió el Hombre que molestaba. Molestaba por su valentía. Molestaba por su austeridad. Molestaba por su silencio. Molestaba por su honestidad. Molestaba porque cuando habló siempre dijo la verdad. Molestaba porque nunca se quebró. Molestaba porque nunca dejó de ser soldado. Molestaba porque hizo lo que nadie: asumir su responsabilidad.
“Asumo toda la responsabilidad” dijo frente a cada tribunal que lo persiguió con saña en busca de venganza. Lo que nunca otros, él sí.
El General Jorge Rafael Videla fue presidente de facto de la República Argentina entre 1976 y 1981. Se hizo cargo del Proceso de Reorganización Nacional, tras el cual Argentina legó la democracia más estable y duradera de la historia. Y sí, la más corrupta también.
Cuando Videla pasó a retiro como militar, entregó la presidencia. Así que veleidades de dictador por lo visto, no tenía.
El General Videla no murió el viernes 17 de mayo, sino que fue asesinado por el régimen que nos gobierna. Cuando lo arrancaron de la prisión de Campo de Mayo, tenía las clavículas quebradas por una caída. En el Hospital Militar sus hijos y sus nietos debían alimentarlo en la boca. Recuperado, fue llevado al penal de Marcos Paz. Pocos días antes de su muerte, Videla, de 87 años, fue llevado a declarar en muy malas condiciones de salud. Caminaba con dificultad y había perdido de manera preocupante la memoria y la ubicación en el espacio y en el tiempo.
Ese mismo día, antes de ser llevado a declarar por millonésima vez, Videla se desvaneció en la ducha del Penal. Y a pesar de no haberse recuperado, igualmente lo arrastraron a la función del circo: tribunales. Para aquellos que no lo saben, llevar a una persona a declarar a tribunales desde el penal de Marcos Paz insume todo un día. Se lo levanta a las 4 o 5 de la mañana, se hacen los trámites mientras el preso espera arriba de una camioneta encerrado en un cubículo de medio metro cuadrado, se lo traslada a tribunales, se lo aloja en una celda, se lo lleva luego al piso del tribunal, se lo sienta durante horas, y una vez terminada la audiencia se hace el camino inverso. Con suerte, el preso que se levantó a las 4 de la mañana, vuelve al Penal a las 9 de la noche. Ese día el preso debe aguantar con apenas una vianda de pan duro. Imaginen entonces este periplo en una persona de casi 90 años con serios problemas de salud. Y sí, es lo que ocurrió, le hicieron vivir el calvario el lunes, y el viernes murió crucificado.
El General Videla estaba detenido en una cárcel que no está en condiciones de atender ni contener a personas ancianas con enfermedades crónicas. Por eso en Argentina casi no hay presos mayores de 70 años en cárceles comunes. Salvo los militares, porque para el régimen kirchnerista, en la persecución a los soldados que combatieron al terrorismo en los años 70 vale todo. Violar todas las leyes y deshacerse de todas las garantías.



Varios meses atrás, el Servicio Penitenciario Federal dijo haber recibido una amenaza de muerte contra Videla. Según ellos, la amenaza provenía del mismo penal y de algunos de sus propios camaradas. Mentira. Pero esa mentira fue la excusa para que el General Videla fuera aislado de todos sus camaradas, trasladado a un sector especial y con custodia permanente del Servicio de Inteligencia del Estado. Escarmiento por hablar con la prensa.
El jueves 16 de mayo Videla no pudo cenar pues tenía una fuerte descompostura y fue llevado al Hospital del Penal, que para que usted entienda, es una especie de sala de primeros auxilios en estado deprimente. Como no le encontraron “nada preocupante”, supongo que en la ropa, porque allí no hay complejidad para nada más que examinar un pantalón, lo volvieron a trasladar a su celda de aislación… donde fue encontrado sin vida pocas horas después. Videla tenía que morir así. El régimen necesitaba verlo morir así. Necesitaba eso para luego armar el cirko decadente de las declaraciones ampulosas.



Vianda del Servicio Penitenciario

Fue patético ver a funcionarios enriquecidos hasta la fastuosidad en la función pública, hablar de la moral de un hombre que, habiendo tenido en sus manos el país durante casi seis años, vivió en la más sencilla austeridad. Siempre me indignó la hipocresía. La de cualquiera. La de los Bulgheroni que en los 70 visitaban a Videla como grandes amigos, o la hipocresía de mi vecino que anda un 0 Km. y no paga las expensas. Yo no conocí a Videla en los 70. No bebí las mieles del Poder ni saqué réditos económicos en su gobierno, como muchos de los que ayer lo hicieron y aún así, hoy escribieron barbaridades de un hombre no se merecía esa felonía ni de los Mitre, ni mucho menos de Ernestina Herrara de Noble. Yo a Videla lo conocí en las malas, solitario y encorvado acarreando sus petates hacia una mesa de visitas en un Penal de Máxima Seguridad. El Soldado de hablar pausado, el de hablar sereno, el de hablar en voz baja... lejos de aquellas arengas a viva voz. Nos concedió el honor de darnos permiso para que Ricardo Angoso pudiera entrevistarlo. Queríamos que sus palabras no fueran sacadas de contexto, como sospechábamos ocurriría con Ceferino Reato. Lo pudimos grabar y contestó con total lucidez. Pudimos hacer publicar la entrevista en un medio de Europa. Muchos necesitábamos sus porqués. Tuve la oportunidad de decirle gracias... ahí, en la soledad de una mesa en un rincón alejado de un salón enorme de un penal de máxima seguridad. ¿Porqué gracias?, me preguntó en voz baja... General, porque cuando la Patria pasó lista usted dijo presente, y porque cuando los hipócritas y cobardes le pasaron facturas que no eran suyas, usted no dejó de ser Soldado y asumió la responsabilidad.
Yo conocí a Videla en la malas, y aún así, lo ví más Soldado que nunca. Y eso es algo que los cobardes y los corruptos no soportan, por eso vomitan lo que vomitaron.
En Argentina, los militares presos por haber combatido al terrorismo en los años 70, han sido perseguidos abiertamente, acallados deliberadamente y estigmatizados sin pudor. El Estado ha dedicado tiempo y dinero en pintar de color rosa a los grupos terroristas que asolaron a la República Argentina durante casi dos décadas. Se esforzaron en enseñar la versión de un terrorismo “idealista” y “romántico”, como una forma perversa de maquillar los violentos años escarnecidos de un país que se desangró, dolorosamente, en intestinos egocentrismos. Sin embargo, y no es casual, poco y nada podemos encontrar sobre la visión de los protagonistas militares. En los años 70 yo iba a la escuela primaria. Quiero decir que toda mi vida de adulto la viví en una democracia que, por alguna razón que nunca alcancé a comprender, intentó ocultar la historia y la palabra de los militares que tuvieron que combatir a un terrorismo impiadoso y especialmente cruel, que no dudaba en atentar con bombas, acribillar por la espalda o secuestrar a sus víctimas para luego fusilarlas en algún sótano “revolucionario”.
Unos días antes de su aislación, el General Videla les había dicho a sus compañeros de prisión que prometía ser el último en salir del Penal, si no moría antes. Y murió nomás.
Y los que se han cansado de robar el país, aprovecharon el insulto y la descalificación.
Comprensible molestia. Es que el Videla soldado los ha vencido. El Videla austero, los ha puesto en evidencia. El Videla católico los ha perdonado…y el Videla “monstruo” no lo compró nadie. Solo existe en la mente de los que ayer desangraron el país para hacerse del poder, y hoy, con el poder absoluto, aprovechan para saquearlo…
General Videla... descanse en paz.


Horacio Ricardo Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos

sábado, 25 de diciembre de 2021

Guerra Antisubversiva: Los túneles del ERP en Córdoba

Los túneles de la guerrilla



Operación rescate. Un túnel debía llegar hasta la cárcel de barrio San Martín. (Martín Baez)




En 1975, el ERP cavó un túnel para liberar a presos políticos de la cárcel de barrio San Martín. Por rumores de otros túneles, se destruyó patrimonio subterráneo.
Redacción LAVOZ


"Sabíamos que se venía el golpe, y la vida iba a ser muy difícil para los compañeros detenidos –dice Carlos "Palo" Ortiz, exmiembro del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)–. Teníamos que liberarlos antes".

Por eso el ERP ideó un operativo de rescate inspirado en la increíble fuga de los tupamaros en Punta Carretas (1971, Uruguay), donde 111 militantes fueron liberados sin dispararse ni un solo tiro. Utilizarían el mismo método que los tupamaros: excavarían un gran túnel hasta abrir un boquete en el suelo de la Penitenciaría de barrio San Martín.

"El ERP estaba conformado en su mayoría por obreros, y por eso muchos compañeros manejaban técnicas de construcción bajo tierra", explica Ortiz.

En febrero del '75 comenzó el Operativo Córdoba. La estudiante Patricia Colombetti (19 años, compañera sentimental de "Palo" en aquel momento) alquiló una vivienda cerca de la cárcel. Ella era la cara visible en el barrio. En el interior, cuadrillas de militantes fueron cavando, sin descanso, un túnel que bajaba seis metros y luego avanzaba otros 35, hasta desembocar en un gran desagüe pluvial en el que, por debajo de la calle Tambo Nuevo, se podía recorrer una cuadra y llegar a la vereda misma de la Penitenciaría.



Sólo faltaba terminar el último tramo: un nuevo túnel que uniera la cañería con el Pabellón 6, donde unos 50 presos políticos estaban detenidos.

"En ese momento yo estaba militando en Santa Fe, pero sé que incluso un tupamaro fue a Córdoba para ayudar con la construcción de ese túnel", agrega Ortiz.

Lo hicieron a pico y pala, valiéndose de carretillas y zorras para retirar la tierra sobrante. Estaban cerca de lograrlo. Pero en la mañana del 21 de abril de 1975, unos 260 uniformados tendieron un cerco en barrio San Martín. Tenían el dato y comenzaron a requisar casa por casa, hasta que llegaron a Tomás Guido 1429.

Al verse rodeados, los ocupantes de la casa huyeron por el túnel y salieron en una boca de tormenta en Martín García al 1400, donde militares armados los recibieron a balazos. Cinco militantes del ERP fueron abatidos; entre ellos estaba Patricia, la compañera de "Palo" Ortiz.

Cuando los militares encontraron la obra de ingeniería subterránea que el ERP había realizado aprovechando la tubería de desagüe preexistente, sospecharon que podrían repetir las maniobras para liberar a presos políticos detenidos en las celdas del Cabildo, por entonces sede de la Jefatura de Policía. Y como conocían las historias sobre los túneles jesuíticos, comenzó entonces lo que el arqueólogo Alfonso Uribe califica como "una de las mayores destrucciones del patrimonio subterráneo" de Córdoba.

"Los militares sabían que un túnel hidráulico llegaba hasta el Cabildo, y por eso obligaron a las órdenes religiosas y a particulares a cerrar esos espacios subterráneos. Muchas veces lo hicieron ellos mismos: partiéndolos, agregándoles cemento o tapiando, directamente", explica Uribe.

En agosto de 1975, tras recibir denuncias que afirmaban que de noche, cuando mermaba el tránsito del Centro, podían escucharse golpes subterráneos frente al convento de Santa Catalina (sobre Obispo Trejo al lado del bar El Ruedo, a una cuadra del Cabildo). Gendarmes "cavaron una zanja de varios metros frente al convento, y luego vertieron cemento", según recuerda un testigo ocasional, el doctor Antuco Grasso, por entonces médico de las monjas de esa orden.

jueves, 4 de febrero de 2021

Alemania Federal: El terrorismo de la Facción del Ejército Rojo (RAF) en 1977

Como Bonnie y Clyde, se abrieron paso a tiros

El 3 de mayo de 1977, hubo un tiroteo dramático en la ciudad fronteriza de Singen. Dos miembros de la RAF, Günter Sonnenberg y Verena Becker, matan a dos policías y roban un Opel.
Por Sven Felix Kellerhoff || Die Welt

 

El coche robado con el que los terroristas de la RAF Günter Sonnenberg y Verena Becker intentaron huir en Singen el 3 de mayo de 1977
Fuente: picture-alliance / dpa


A veces, los testigos están totalmente equivocados y aún así tienen toda la razón. Al igual que la jubilada Renate K., quien la mañana del 3 de mayo de 1977 alrededor de las 8:30 am en el “Café Hanser” de Singen vio a una joven pareja desayunando en la repostería tradicional. La testigo dice que ya los ha visto a los dos en un cartel de buscados.

Renate K. se dirige inmediatamente a la comisaría más cercana, que se encuentra a menos de 50 metros, y denuncia sus sospechas a los agentes. Luego, se le presentan fotos de la taza y ella identifica al hombre como Knut Folkerts y a la mujer como Juliane Plambeck: dos miembros buscados de la Facción del Ejército Rojo (RAF).

El director del distrito se lo toma con calma, porque como se ofrece una respetable recompensa de 200.000 marcos por la captura de terroristas, tales avistamientos no son todos los días, pero son frecuentes. Envía a los dos sargentos mayores más jóvenes del turno para ver cómo está la pareja.

 

Günter Sonnenberg y Verena Becker en fotos de tarjetas de identificación falsificadas en 1977
Fuente: Picture Alliance / ZUMAPRESS.com

Wolfgang Seliger, de 20 años, lleva uniforme, su colega Uwe Jacobs, un año mayor, sigue vestido de civil cuando entran al “Café Hanser” alrededor de las nueve de la mañana. Ves a la pareja descrita, pero inmediatamente reconoces que no pueden ser Folkerts y Plambeck; las caras no coinciden.

Sin embargo, Seliger se acerca a ellos y les pide sus papeles personales. Dado que Singen está a sólo unos kilómetros de la frontera suiza y es un distrito fronterizo aduanero, se permiten “controles de identidad espontáneos” en cualquier momento. El joven mira en su chaqueta y luego dice que la identificación debe estar en el auto; la joven, sorprendentemente, expresa la misma expresión.
 

Dos "vagabundos" inofensivos

Los policías no cejarán; quieren completar la verificación de identidad. Según el veredicto posterior, consideran que la joven pareja es "vagabunda" pero no peligrosa. Eso cambia en el corto paseo a un Audi rojo. Porque el vehículo tiene matrícula de Constance, aunque el hombre dijo que era de Stuttgart. La mujer también está notablemente nerviosa. Jacobs pone su mano sobre el arma de servicio.

En ese momento, la mujer se da vuelta y de inmediato dispara al oficial de civil con un revólver que ha sacado oculto. Jacobs recibe un golpe en el antebrazo y cae. La mujer dispara al menos tres veces más: dos tiros rasantes y uno errado. El policía tuvo suerte, finge estar muerto.


La RAF fue responsable de innumerables asesinatos y del secuestro de Schleyer. Se suponía que la llamada "Ofensiva 77" serviría para liberar a los miembros de la RAF detenidos. Hundió a la República Federal en su peor crisis.
Fuente: N24

Casi al mismo tiempo que la mujer, el hombre dispara a Seliger con una pistola. También golpea al policía en el muslo. El joven de 20 años busca refugio detrás de otro automóvil, pero el tirador lo persigue. Un total de seis balas alcanzaron al oficial, tres disparos más fallaron. Seliger está gravemente herido.

Los dos perpetradores huyen, primero a pie, luego en un Opel azul que fue robado a punta de pistola. En la siguiente intersección, dos policías la detienen con su auto policial y otros dos oficiales. Al igual que Bonnie y Clyde, que en la década de 1930 dejaron un rastro de sangre en el oeste de los Estados Unidos como "enemigos del estado" buscados, el hombre y la mujer se abren camino a tiros.
Cuando la golpea, se hunde
monitor

Un poco más tarde, su escape Opel está tendido en un camino de tierra en las afueras de Singing. La mujer apunta con una metralleta a los agentes de policía que se acercan, pero el arma se atasca; ella los deja caer. Luego, la pareja corre a través del país. Ambos disparan con pistolas y revólveres repetidamente al azar a sus perseguidores, quienes devuelven el fuego.

De repente, el joven se derrumba. La mujer intenta enderezarlo de nuevo, luego sigue corriendo. Un policía toma la metralleta con la que acababa de apuntar la mujer, la recarga y dispara un tiro dirigido a sus piernas desde 80 metros de distancia. Cuando la golpea, se hunde. Ambos son arrestados y reciben primeros auxilios, luego llevados al hospital de la ciudad bajo vigilancia.

 

El otoño alemán se considera una de las peores crisis de la República Federal. Los secuestros de Hanns Martin Schleyer y el “Landshut” obligaron a Schmidt a tomar las decisiones más difíciles de su carrera.
Fuente: The World

Mientras tanto, no hay duda: los dos arrestados son terroristas buscados, pero no Folkerts y Plambeck. Sin embargo, dice en el primer informe de la agencia, "según la Oficina Federal de Policía Criminal" se refiere a estos dos miembros buscados de la RAF. Nunca se aclara quién puso en circulación esta información errónea.

Cuando se tomaron las huellas dactilares, quedó claro que el joven gravemente herido por un disparo en la cabeza era Günter Sonnenberg, de 22 años, buscado como cómplice en el asesinato del fiscal federal Siegfried Buback y sus dos compañeros cuatro semanas antes en Karlsruhe. La joven herida en la parte inferior de la pierna es Verena Becker, de 24 años, que salió de prisión en la primavera de 1975 cuando el presidente de la CDU de Berlín Occidental, Peter Lorenz, fue tomado como rehén.

Cuando el primer informe científico forense está disponible un poco más tarde, hay otra sorpresa: la metralleta con la que un oficial disparó a Verena Becker fue el arma utilizada en el ataque de Karlsruhe.
Una docena de identificaciones falsas

Además, los dos arrestados tienen más de una docena de identificaciones falsas y licencias de conducir, extensas herramientas de robo, mapas del norte de Suiza y más de 7.000 marcos y 2.200 francos suizos y 200 marcos de la RDA. Aparentemente, la policía de Singen logró atrapar una trampa extremadamente importante a través del error de Renate K.

Sonnenberg, cuya vida se salvó en un operativo de emergencia, era muy probable que fuera el conductor de la pesada motocicleta desde la que otro autor desconocido de nombre disparó contra el coche del fiscal. Verena Becker se considera miembro del nivel de gestión de la RAF.

Los dos autores son condenados a cadena perpetua por seis intentos de asesinato. Sonnenberg fue liberado en 1992 después de 15 años tras las rejas; Becker incluso pudo salir de la prisión después de doce años y medio a fines de 1989, coincidentemente, el día en que la siguiente generación de la RAF asesinó al director del Deutsche Bank Alfred Herrhausen.

El hecho de que tuvo breves conversaciones con la Oficina Federal para la Protección de la Constitución a fines de 1981 puede influir en su liberación anticipada. Sin embargo, las actas de estas conversaciones permanecen clasificadas, incluso 35 años después. Por lo tanto, el público no sabe lo que Becker ha informado y si fue algo interno al liderazgo de la RAF. 

domingo, 17 de enero de 2021

Primera Guerra Chechena: Lecciones sobre la lucha contrainsurgente


Insurgencia en el norte del Cáucaso: lecciones de la primera guerra chechena

Por Elina Driscoll para Small Wars Journal

Кавказ! Далекая страна! || ¡Oh Cáucaso! ¡Una tierra tan lejana!
Жилище вольности простой! || ¡Un hogar de pura libertad!
И ты несчастьями полна || Estás tan lleno de miseria
И окровавлена ​​войной! .. || ¡Y sangrando por la guerra! ...
Mikhail Lermontov
Al Cáucaso, 1830 (traducción de la autora)



Cuando las tropas rusas entraron en la rebelde República Chechena de Ichkeria en diciembre de 1994, el régimen de Yeltsin confiaba en que el conflicto ruso-checheno terminaría con la rápida victoria de Rusia y la restauración territorial de la Federación de Rusia. Sin embargo, la guerra, que más tarde se conoció como la Primera Guerra Chechena, duró casi dos años, terminó con la victoria de los militantes chechenos y provocó la muerte de aproximadamente 50.000 chechenos y unos 6.000 soldados rusos.

Muchos funcionarios del gobierno ruso inicialmente trataron el conflicto en Chechenia como un inconveniente más que como una guerra seria, por lo que no fue sorprendente que el régimen de Yeltsin subestimó enormemente la motivación y el potencial militar de los insurgentes chechenos. Además, para gran sorpresa de las autoridades federales en Moscú, la Primera Guerra de Chechenia también reveló que el ejército ruso estaba plagado de un entrenamiento inadecuado, un uso ineficiente de los recursos y una falta de coordinación. Al final, las tropas rusas se vieron obligadas a retirarse de Chechenia en 1996, y el establecimiento del estatus político de la República de Chechenia se pospuso hasta 1999 cuando las tropas rusas volvieron a entrar en la república una vez más.



Las causas de ambas guerras chechenas han sido estudiadas extensamente por politólogos y académicos militares de todo el mundo. Sin embargo, el objetivo de este trabajo es proporcionar una visión detallada de la Primera Guerra Chechena y explorar las razones del éxito de Chechenia en 1994-1996. Para comprender mejor la estrategia chechena, examinaré brevemente la historia de Chechenia y describiré su breve período de independencia a principios de la década de 1990. Después de eso, exploraré las tácticas que utilizaron los insurgentes chechenos durante el conflicto y explicaré por qué fueron capaces de derrotar a las fuerzas rusas. Terminaré este artículo analizando cómo la Primera Guerra Chechena afectó el enfoque de Rusia hacia su próximo conflicto en el Cáucaso Norte y haré predicciones sobre la posibilidad de otro enfrentamiento entre las tropas federales y los insurgentes chechenos en el futuro.


Situación política de Chechenia antes de la Primera Guerra de Chechenia

El pueblo checheno ha habitado el territorio montañoso del norte del Cáucaso durante aproximadamente 6.000 años, lo que lo convierte en uno de los grupos étnicos más antiguos de la región. El primer intento de Rusia de penetrar en la región del Cáucaso del Norte comenzó en el siglo XV cuando el zar Iván el Terrible conquistó los kanatos de Kazán y Astracán. Para entonces, el territorio checheno, que estaba mayoritariamente habitado por musulmanes, ya se había convertido en objeto de competencia entre rusos, persas y turcos. Durante los siguientes siglos, varios gobernantes rusos intentaron conquistar y someter a los chechenos. No fue hasta finales de la década de 1860 que las fuerzas rusas finalmente lograron aplastar la resistencia chechena, aunque las autoridades rusas todavía luchaban con frecuencia para mantener el orden en la región.

La resistencia chechena al imperialismo ruso se reavivó durante la Revolución Bolchevique. Para entonces, la región del norte del Cáucaso se encontraba en medio de un auge económico debido al descubrimiento de petróleo en Chechenia en las décadas de 1880-1890. Después de que los bolcheviques derrocaran al zar en 1917, Chechenia intentó aprovechar el momento y proclamó la independencia en 1918. En 1921, sin embargo, el Ejército Rojo volvió a ocupar la región y los bolcheviques anunciaron el establecimiento de la República Socialista Soviética Autónoma Checheno-Ingush en Chechenia. territorio.

El gobierno soviético fue brutal en Chechenia, lo que explica por qué hubo no menos de seis revueltas armadas en la región entre 1922 y 1941. Sin embargo, el evento decisivo central en la historia moderna de Chechenia ocurrió al final de la Segunda Guerra Mundial cuando millones de personas étnicas Los chechenos fueron deportados de su tierra natal a Asia Central después de que Stalin los acusó infamemente de cooperar con la Alemania nazi. Durante la deportación, los chechenos perdieron más de un tercio de su población a causa de las enfermedades, el frío y el hambre, y no se les permitió regresar a Chechenia hasta que el nuevo líder de la Unión Soviética Nikita Khrushchev revocó las órdenes de Stalin a mediados de la década de 1950.

A principios de la década de 1980, Chechenia se había convertido en una de las regiones más pobres de Rusia debido a años de negligencia y mala gestión comunista. Durante ese tiempo, las tasas de desempleo eran extremadamente altas en la república y los chechenos nativos estaban notablemente subrepresentados en trabajos mejor pagados, como extracción y refinación de petróleo, fabricación de maquinaria y transporte. Además, la élite política chechena estaba gravemente subdesarrollada dentro de la administración regional, y la alta densidad de población y el rápido crecimiento demográfico contribuyeron al aumento de la desigualdad económica en la región.

Debido a la inestabilidad económica y los amargos recuerdos de la opresión zarista y las expulsiones soviéticas, la idea de la independencia de Chechenia comenzó a ganar fuerza entre los lugareños en la década de 1980. Además, cuando Gorbachov llegó al poder en 1985, su programa de liberalización de la Unión Soviética contribuyó aún más a la profunda transformación del entorno político de Chechenia. Por ejemplo, en 1989, Doku Zavgayev se convirtió en el primer checheno en ocupar el cargo de Primer Secretario del Partido Comunista de la República Chechena-Ingush, y su nombramiento provocó fuertes sentimientos nacionalistas entre los chechenos étnicos. Sin embargo, pronto se hizo evidente que Zavgayev luchó para navegar la política de liberalización en una república políticamente inestable y asolada por la pobreza, por lo que su control de Chechenia comenzó a disminuir en 1990.



En 1991, Zavgayev intentó restablecer su autoridad sobre Chechenia adoptando una actitud más confrontativa en su relación con el gobierno federal en Moscú. Sin embargo, su incapacidad para condenar rápidamente el golpe de Estado contra Gorbachov organizado por los comunistas reaccionarios en agosto de 1991 fue percibido como una señal de apoyo a los comunistas de línea dura y fue ampliamente criticado por sus oponentes. Por ejemplo, el general Dhokhar Dudayev, uno de los principales críticos de Zavgaev y presidente del Congreso Nacional Checheno (OKChN), denunció públicamente la negativa de Zavgayev a hablar en contra del golpe y exigió la transferencia del poder del Partido Comunista al OKChN, un grupo político. que estaba ganando rápidamente influencia en la república.

En ese momento, el nuevo líder liberal de Rusia, Boris Yeltsin, también se enfrentaba a la élite comunista de la URSS. Como presidente del Presidium del Soviet Supremo de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, Yeltsin se enfrentó frecuentemente con el liderazgo comunista sobre el tema de la autoridad y la soberanía dentro de la URSS e incluso alentó a otros líderes de las repúblicas soviéticas a "tomar toda la soberanía podría tragar. ” Debido a su conflicto con los comunistas, Yeltsin favoreció la destitución de Zavgayev del cargo, por lo que obligó a Zavgayev a renunciar a principios de 1991. Poco después, Yeltsin ordenó a las autoridades chechenas que establecieran un consejo temporal que gobernaría el República Chechena-Ingush hasta las elecciones parlamentarias, que estaban programadas para mediados de noviembre de 1991.

Dudayev, quien se convirtió en uno de los hombres más poderosos de Chechenia después de la renuncia de Zavgayev, estaba al tanto de la lucha de poder de Yeltsin con los comunistas. En el otoño de 1991, aprovechó la nueva posición de liderazgo de Rusia hacia el partido comunista y anunció que OKChN era la autoridad suprema en la república chechena. Para entonces, Yeltsin se dio cuenta de que los funcionarios rusos estaban luchando por contener la "fiebre revolucionaria" de Chechenia, por lo que anunció que las autoridades federales no autorizaron a OKChN a controlar la república. Sin embargo, Yeltsin ya había perdido la oportunidad de detener a Dudayev: el OKChN celebró forma preventiva elecciones parlamentarias y presidenciales a finales de octubre de 1991, y Dudayev se convirtió en el primer presidente de Chechenia elegido popularmente.

Después de asumir el cargo, Dudayev anunció unilateralmente la independencia de Chechenia, lo que impulsó a Yeltsin a declarar el estado de emergencia en la república. Además de emitir la orden de emergencia, Yeltsin también envió 1.000 soldados rusos a Grozni. Sin embargo, después de que las fuerzas rusas llegaron al aeropuerto de Grozny, se vieron rápidamente obligados a retirarse una vez que fueron rodeadas por los partidarios fuertemente armados de Dudayev. Después de sufrir esta humillante derrota, Yeltsin estaba dispuesto a enviar más tropas a Chechenia, pero su rivalidad con Gorbachov y la mala relación con el parlamento no le permitieron centrarse de inmediato en la república rebelde, lo que vendría a Dudayev seguir siendo un gobernante de facto de la República. recién proclamada República Chechena de Ichkeria hasta 1994.

Un período de corta independencia de Chechenia

Después de convertirse en presidente de Chechenia, Dudayev intentó activamente desmantelar todos los instrumentos del gobierno de Moscú en la república. En su decreto presidencial inaugural, Dudayev anunció la secesión de Chechenia de Rusia y promulgó la Ley sobre la soberanía estatal de la República de Chechenia.  Poco después, lanzó la creación del ejército checheno al anunciar el reclutamiento en toda la república que comenzó a fines de noviembre de 1991. Dudayev también permitió que los combatientes chechenos atacaran a las tropas rusas todavía estacionadas dentro de la república, y los ataques contra el personal del servicio federal se convirtieron en algo tan habitual que las tropas rusas se vieron obligadas a retirarse de Chechenia en junio de 1992.

Además del impulso de las autoridades chechenas para la separación política completa de Rusia, también intentaron convertir a Chechenia en un estado con una economía de mercado autosuficiente. En 1992, Chechenia dejó de pagar impuestos al presupuesto federal ruso y Dudayev anunció una ambiciosa estrategia para reactivar la economía de la república. Específicamente, el plan visionario de Dudayev incluía la nacionalización de todas las industrias soviéticas ubicadas en el territorio de Chechenia, la creación de reservas de oro y divisas y la construcción de un oleoducto desde el norte del Cáucaso hasta el Medio Oriente. Sin embargo, a mediados de 1992, quedó claro que los ambiciosos planes de Dudayev estaban destinados al fracaso. Por ejemplo, durante el gobierno de Dudayev, la producción industrial y agrícola de Chechenia cayó rápidamente, mientras que un nivel de desempleo ya alto aumentó dramáticamente. Además, la extracción de petróleo en la república sufrió un fuerte declive, principalmente debido a la salida masiva de rusos étnicos que habían estado anteriormente empleados en la industria y abandonaron la república después del aumento de las tensiones étnicas en Chechenia.

Además de las luchas económicas de Chechenia, Dudayev también enfrentó inestabilidad política en el país. En marzo de 1992, un grupo de miembros de la oposición chechena se apoderó de las estaciones de radio y televisión de Grozny y exigió la dimisión de Dudayev. La Guardia Nacional de Dudayev aplastó rápidamente el levantamiento y acusó a la oposición de ser el peón de Moscú. Sin embargo, dado el estado de cosas en Chechenia en ese momento, es totalmente plausible que la rebelión fuera local, ya que la república estaba llena de grupos anti-Dudayev que lo veían como un gobernante ilegítimo. En la primavera de 1993, los sentimientos anti-Dudayev se habían vuelto tan fuertes en la república que Dudayev decidió prohibir todos los partidos políticos, cerró el parlamento e incluso usó tanques contra los manifestantes que salieron a las calles de Grozny en junio de 1993.

El colapso económico y la inestabilidad política de Chechenia, combinados con la fácil disponibilidad de armas, llevaron a una situación bastante volátil en la república. La región se convirtió rápidamente en un importante punto de tránsito para el contrabando, incluidas las armas y las drogas, y Chechenia se transformó en el mayor centro de falsificación de dinero entre todos los antiguos estados soviéticos. [26] A medida que la actividad delictiva seguía aumentando en Chechenia y se extendía más allá de sus fronteras, los políticos rusos comenzaron a acusar a Dudayev y sus subordinados de dirigir una banda criminal y se volvieron cada vez más decididos a destruir el régimen de Dudayev. Además, la decisión de Dudayev de usar sentimientos anti-rusos para dinamizar su base política jugó en manos de los "halcones" rusos que comenzaron a presionar agresivamente a Yeltsin para que usara la fuerza para resolver la crisis chechena. Otros líderes del Cáucaso también comenzaron a presionar a Yeltsin porque temían que la inestabilidad chechena se extendiera por la región. [29] En 1994, la frustración de las autoridades rusas con los funcionarios chechenos había alcanzado su punto máximo, y Yeltsin se decidió a poner fin al gobierno de Dudayev en Chechenia después de que Tatarstán, otra república que había intentado separarse de Rusia en 1991, firmara un tratado para aceptar la soberanía rusa a cambio de mayor autonomía en 1994.

A principios de 1994, las autoridades de Moscú dejaron de buscar soluciones diplomáticas al problema checheno y comenzaron a prepararse para el uso de la fuerza en Chechenia. Sin embargo, Yeltsin todavía esperaba que Dudayev fuera derrocado por sus numerosos oponentes políticos que habían comenzado a recibir ayuda económica y militar de Rusia. Desafortunadamente para Yeltsin, las luchas internas entre los rivales de Dudayev llevaron a su fracaso en derrocar al régimen de Dudayev durante su ataque a Grozny en noviembre de 1994. Además del fracaso de las autoridades federales para destituir a Dudayev, los rusos también sufrieron un serio golpe a su reputación después de que las fuerzas de Dudayev desfilaran capturadas Miembros del servicio ruso ante la prensa.

A mediados de noviembre, Dudayev sintió que Yeltsin estaba considerando seriamente usar la fuerza militar para destituirlo de su cargo, por lo que hizo varios intentos para volver a la mesa de negociaciones con Rusia. Sin embargo, el Consejo de Seguridad de Rusia ya había decidido invadir Chechenia y Yeltsin emitió un decreto secreto que sancionaba el uso de la fuerza militar directa contra la república rebelde. Varias semanas después, las tropas rusas entraron en territorio checheno y las autoridades rusas anunciaron oficialmente que estaban listas para "restaurar el orden constitucional" en Chechenia.


Intervención militar de Rusia en Chechenia

Antes del ataque de Rusia a Chechenia, varios funcionarios gubernamentales y personas que trabajaban en el Ministerio de Defensa de Rusia expresaron serias dudas sobre la sabiduría de la invasión chechena y la idoneidad de la planificación estratégica de guerra de Rusia. Por ejemplo, Sergei Yushenkov, el presidente del Comité de Defensa de la Duma del Estado en ese momento, trató activamente de prevenir la invasión tras el fallido intento de golpe de Estado de Rusia en noviembre de 1994. El general Gromov, viceministro de Defensa, también se opuso a la invasión y criticó al ministro de Defensa de Rusia, Grachev, por sus expectativas poco realistas y su falta de preparación para la guerra. En diciembre de 1994, la falta de entrenamiento y el mal estado del ejército ruso se habían convertido en un punto de discusión tan serio entre los profesionales militares rusos que se creía que más de 550 oficiales de todos los rangos habían sido disciplinados, despedidos o habían abandonado el ejército ruso voluntariamente. debido a su oposición a la campaña chechena. Sin embargo, los dirigentes rusos ignoraron en gran medida las peticiones de los oficiales de tiempo extra y entrenamiento, por lo que los planificadores militares rusos finalmente tuvieron menos de dos semanas para desplazarse y posicionar sus fuerzas y suministros.

El 11 de diciembre de 1994, las tropas rusas entraron en Chechenia desde tres direcciones. La Columna Norte de Rusia se trasladó desde Mozdok en Osetia del Norte, donde tenía su sede la sede operativa rusa. La Columna Occidental cruzó Ingushetia desde Vladikavkaz, y la Columna Oriental inició su avance en Daguestán (Ver Figura 1). El objetivo principal de la invasión era tomar el control de las áreas periféricas de Chechenia, lo que permitiría a las tropas federales avanzar a través de la república hacia Grozni, la capital de Chechenia y el corazón de la rebelión.



Figura 1: La invasión militar rusa de Chechenia durante la Primera Guerra Chechena (Fuente: Olga Oliker, “Grozny I: 1994-1995”, en Rusia Chechen War 1994-2000: Lessons from Urban Combat, Santa Monica: RAND Corporation, 2001, 11 ).

Cuando los soldados rusos de la Columna Norte entraron en Chechenia, no encontraron mucha oposición de los lugareños porque la parte norte de la república siempre había sido históricamente más receptiva al dominio ruso y estaba fuertemente influenciada por los rivales de Dudayev. Sin embargo, las Columnas Oriental y Occidental se encontraron con una amarga resistencia de los lugareños. Para sorpresa de las autoridades federales, la entrada de las fuerzas rusas alteró la situación política en el este y oeste de Chechenia, y el gobierno de Dudayev experimentó una oleada de apoyo popular. Después de que las tropas federales cruzaron las fronteras chechenas, muchos lugareños comenzaron a asociar el liderazgo checheno con la defensa de su patria, por lo que cientos de civiles chechenos, incluyendo mujeres y niños, bloquearon el paso de las fuerzas rusas y lucharon amargamente contra los invasores. Además, debido a que las tropas rusas comenzaron a atacar a civiles y bombardear edificios sin valor militar, la tasa de bajas entre los chechenos se disparó, lo que puso a la población local en contra del ejército ruso y aumentó la capacidad de Dudayev para reclutar combatientes. [40] Como era de esperar, esta oposición de los lugareños ralentizó significativamente las fuerzas rusas, y las primeras tropas rusas no llegaron a Grozni hasta el 20 de diciembre, más de una semana después de lo que se había planeado inicialmente.

Las fuerzas rusas finalmente alcanzaron y rodearon Grozni el 26 de diciembre de 1994. Sin embargo, la ciudad permaneció relativamente porosa, particularmente en el sur, por lo que los insurgentes chechenos todavía tenían la capacidad de entrar y salir de la capital sin ser notados. Unos días después del cerco de Grozni, seis mil soldados rusos intentaron penetrar en la ciudad con la esperanza de apoderarse del Palacio Presidencial de Dudayev. Sin embargo, el ejército ruso se encontró con una fuerza chechena bien organizada, y pronto quedó claro que los rusos tendrían que capturar cada calle de Grozny individualmente en lugar de tomar la ciudad entera de una vez.

En el momento de la invasión, las tropas rusas estaban relativamente bien equipadas, pero no eran la misma fuerza profesional que habían sido después de la Segunda Guerra Mundial. Tras el colapso de la Unión Soviética, los soldados rusos estaban mal entrenados, la capacidad de planificación operativa del ejército era completamente inadecuada y el nivel de preparación para la movilización era extremadamente deficiente. Además, las fuerzas terrestres rusas no habían realizado un ejercicio de entrenamiento divisional desde 1992 y, según se informa, muchas unidades del tamaño de un batallón estaban tripuladas con un 55-60 por ciento de efectivos. Para empeorar las cosas, los soldados rusos no tenían entrenamiento en la guerra urbana, y había una falta de cooperación básica entre las diferentes subunidades y sus comandantes y subordinados. Por ejemplo, todas las unidades del Ministerio de Defensa, Asuntos Internos y Seguridad Interna habían sido asignadas a la operación chechena, pero ninguna de ellas se había entrenado previamente juntas, lo que provocó fricciones internas y desconfianza entre las tropas rusas y, en última instancia, obstaculizó a las fuerzas federales ''. unidad de esfuerzos. Además, las autoridades federales no establecieron ninguna agencia de coordinación que tuviera como objetivo resolver los problemas políticos en la república, y, en el momento de la intervención, Rusia también carecía de una estrategia de seguridad nacional unificada con respecto a todo el Región del norte del Cáucaso.

A diferencia de las tropas rusas, las fuerzas chechenas estaban mucho mejor preparadas para el conflicto. Durante la batalla por Grozni, los combatientes chechenos atacaron a las tropas federales desde niveles terrestres y subterráneos, por lo que los soldados rusos se vieron constantemente atacados desde diferentes direcciones. Los combatientes chechenos también atacaron a las fuerzas rusas lanzando granadas y cócteles Molotov desde lo alto de los edificios, lo que les permitió frenar el movimiento de las columnas rusas por las calles de la ciudad. Además, los insurgentes, que ya habían disfrutado de las ventajas de la defensa, utilizaron su conocimiento de la ciudad para confundir a los rusos. Por ejemplo, quitaron los letreros de las calles y los colocaron en lugares engañosos para confundir a los soldados rusos que a menudo carecían de mapas adecuados de la ciudad. Los chechenos también eran muy conscientes de los abrumadores sistemas de armas de fuego directo e indirecto de Rusia, por lo que los insurgentes se negaron a colocar la mayor parte de su poder de combate en posiciones estacionarias. En cambio, con frecuencia emplearon tácticas de "golpe y fuga" y se movieron de un vehículo a otro disparando granadas propulsadas por cohetes contra los tanques rusos y los vehículos blindados de transporte de personal.

Al final, cientos de soldados rusos terminaron atrapados en las calles de Grozny debido a la falta de preparación de Rusia para la guerra urbana.  Después de que el liderazgo militar ruso se dio cuenta de que las tropas federales no podían hacerse con el control de la ciudad, recurrió a la aplicación masiva de una fuerza abrumadora, que implicó bombardeos y bombardeos de Grozny y otras ciudades chechenas importantes.  Como resultado del intenso bombardeo aéreo, casi todos los centros urbanos de Chechenia fueron arrasados, lo que provocó decenas de miles de víctimas civiles y cientos de miles de refugiados. Como era de esperar, el uso de la fuerza abrumadora y la violencia indiscriminada por parte de Rusia solo amargó aún más a la población local, por lo que el bombardeo de Grozny aumentó el número de insurgentes.

La batalla por la capital de Chechenia duró varias semanas y las fuerzas rusas lograron tomar el control del Palacio Presidencial en Grozny el 19 de enero de 1995. Al día siguiente, las tropas rusas izaron la bandera federal sobre el Palacio, recreando la toma del Ejército Rojo del Reichstag al final de la Segunda Guerra Mundial. Poco después, el ejército pasó Grozny a las tropas del Interior de Rusia, también conocidas como MVD, que se encargaron de desarmar todas las formaciones ilegales, vigilar las instalaciones importantes de la ciudad, escoltar las columnas de ayuda humanitaria y mantener el orden público en la ciudad.

Aunque Grozni permaneció bastante tranquilo bajo el MVD hasta 1996, las ciudades y pueblos de Chechenia continuaron presentando una serie de desafíos a las fuerzas rusas. Por ejemplo, mientras las tropas rusas ejercían cierto control sobre el territorio de Chechenia en la parte norte de la república, las guerrillas chechenas encontraron un bastión natural en el sur montañoso del país, donde con frecuencia recibían apoyo de la población local. De hecho, debido a la fuerte influencia de la organización social basada en clanes de Chechenia, miles de chechenos se unieron a la insurgencia de Dudayev para vengar a sus parientes asesinados o heridos, así como para restaurar su honor individual y de clan.



A pesar de la pérdida de la capital chechena, la resistencia contra las tropas rusas continuó durante los dos años. En marzo de 1996, los insurgentes chechenos intentaron retomar Grozny, pero las fuerzas rusas prevalecieron y lograron defender la ciudad. Un mes después, las autoridades rusas lograron otro avance después de rastrear el teléfono satelital de Dudayev y matarlo en un ataque con misiles posterior. Para entonces, la guerra estaba llegando a su fin y el tercer ataque a Grozny en agosto de 1996 se convirtió en la culminación del conflicto. Cuando los insurgentes chechenos lanzaron su asalto a la capital, tomaron por sorpresa a las fuerzas del MVD que no estaban preparadas y lograron sellar las tres entradas principales a Grozni, lo que restringió severamente la capacidad de Rusia para reforzar. Una vez más, las fuerzas terrestres rusas estaban mal preparadas para el combate urbano y la lucha por la ciudad continuó durante más de dos semanas. Al final, los rusos no pudieron defender la ciudad, y la batalla por Grozny terminó con un acuerdo de alto el fuego, que finalmente condujo al final de la Primera Guerra Chechena.

Las autoridades rusas finalizaron su operación militar de dos años con la firma del acuerdo de Khasavyurt, que permitió la celebración de elecciones presidenciales y parlamentarias en Chechenia. Moscú también reconoció al ganador de las elecciones presidenciales, Aslan Maskhadov, quien anteriormente trabajó como Jefe de Estado Mayor de Dudayev y se convirtió en el comandante de las fuerzas chechenas después del asesinato de Dudayev. En marzo de 1997, Maskhadov se reunió con Yeltsin para firmar un tratado que aseguraría que ambos lados del conflicto buscarían solo soluciones pacíficas a cualquier disputa que pudiera surgir entre Rusia y la República de Chechenia. Sin embargo, en septiembre de 1999, las tropas federales rusas tomaron el control de Chechenia una vez más después de que militantes chechenos intentaron invadir Daguestán, un súbdito federal de Rusia y el vecino oriental de Chechenia. La segunda guerra de Rusia con Chechenia duró casi diez años, pero finalmente terminó con la victoria de Rusia y resultó en la restauración de la integridad territorial de Rusia.

Estrategia y tácticas chechenas durante la Primera Guerra Chechena

Varios factores importantes contribuyeron al éxito de Chechenia en la guerra contra Rusia en 1994-1996. Primero, el uso de tácticas de guerrilla por parte de los insurgentes resultó muy efectivo contra las fuerzas rusas. Por ejemplo, los combatientes chechenos eran muy conscientes de la superioridad numérica rusa, por lo que prefirieron evitar las batallas convencionales y pelearon en áreas urbanas o montañosas de la república. Además, después de que las fuerzas rusas empezaron a emplear mucho apoyo de artillería y morteros, los insurgentes se acercaron con frecuencia a las tropas enemigas (la técnica conocida como "abrazar") para obligar a los rusos a levantar sus fuegos de apoyo para evitar fratricidios.

Además, los chechenos utilizaron hábilmente su ubicación y el terreno de Chechenia durante toda la guerra. Por ejemplo, debido a que Chechenia se encuentra en la periferia de Rusia y tiene montañas traicioneras en el sur, los insurgentes chechenos a menudo pudieron esconderse de las tropas rusas y ocultar sus municiones y armas en las montañas. Además de eso, los chechenos tenían refugios seguros en Daguestán e Ingushetia de Rusia, así como numerosos santuarios al otro lado de la frontera en Georgia, lo que les permitía evadir las fuerzas federales y refugiarse en un lugar seguro.

La estructura organizativa de los insurgentes también contribuyó significativamente a la eficacia de los combatientes chechenos. Los insurgentes a menudo operaban en pequeños destacamentos y con frecuencia usaban bombas en las carreteras para causar desorden entre las fuerzas rusas. Además, el pequeño tamaño de las unidades chechenas aumentó su movilidad e invisibilidad para los rusos, por lo que pudieron lanzar ataques sorpresa contra su enemigo y realizar incursiones contra convoyes rusos, transporte ferroviario militar y bases fijas.

Durante la guerra, los insurgentes chechenos también utilizaron una multitud de dispositivos de comunicación, incluidas radios, teléfonos móviles y sistemas de escáner comerciales para comunicarse entre sí y garantizar la coordinación de sus operaciones de combate. Además, los combatientes chechenos tenían acceso a las comunicaciones rusas, que en los primeros días de la guerra se habían transmitido claramente debido a la falta de familiaridad de las fuerzas federales con los procedimientos de comunicaciones seguras. A diferencia de sus oponentes, los insurgentes también estaban bien informados sobre la importancia de las comunicaciones seguras. Por ejemplo, los chechenos controlaron cuidadosamente el flujo de información militar, que se difundió según la necesidad. Además, los combatientes chechenos preferían usar radios portátiles y hablar en su idioma nativo para evitar que los rusos monolingües escucharan sus conversaciones.

Además, la familiaridad chechena con el ejército ruso fue otra ventaja significativa de la que disfrutaron los insurgentes. Por ejemplo, los comandantes del ejército ruso pasaron por alto el hecho de que muchos rebeldes chechenos recibieron su entrenamiento en el ejército soviético. Por ejemplo, el conocimiento de los chechenos con el equipo militar ruso les permitió apuntar con éxito a las celdas de combustible y los motores de los vehículos blindados, lo que permitió a los insurgentes destruir eficazmente los tanques rusos con un mínimo de disparos.

Los insurgentes chechenos también emplearon una variedad de otras herramientas simples y rentables para luchar contra el ejército ruso. Por ejemplo, usaron armas que eran adecuadas para el combate urbano y eran fáciles de usar y reemplazar, como rifles de asalto y de francotirador y lanzacohetes antitanques RPG-7 (esta última arma fue particularmente efectiva para destruir los vehículos blindados de Rusia). Además, los chechenos utilizaban con frecuencia ataques de francotiradores para mantener a las tropas rusas nerviosas, interrumpir el trabajo de los escuadrones especializados del enemigo, como las unidades de remoción de minas, y confundir e interrumpir la cadena de mando rusa.  Gracias a la adopción de estas tácticas simples, los combatientes chechenos a menudo pudieron diluir los ataques rusos durante la guerra y separar la infantería rusa de sus tanques de apoyo.

A pesar de los mejores esfuerzos de los chechenos y sus éxitos al comienzo de la guerra, las tropas rusas comenzaron a ganar lentamente una ventaja en la república debido a su abrumadora potencia de fuego y superioridad numérica. Sin embargo, la guerra dio un giro inesperado en 1995, cuando los insurgentes chechenos decidieron cambiar sus tácticas y pasar de utilizar medios puramente militares para luchar en la guerra a explotar las vulnerabilidades políticas de Yeltsin.

Por ejemplo, los insurgentes chechenos comenzaron a llevar a cabo ataques terroristas a gran escala contra los objetivos "suaves" de Rusia. En junio de 1995, los terroristas chechenos tomaron por sorpresa a las autoridades rusas cuando un infame comandante checheno, Shamil Basayev, tomó un hospital en la ciudad rusa de Budennovsk y capturó a más de 1.000 rehenes.  Al tomar rehenes, Basayev esperaba obligar a las autoridades rusas a sentarse a la mesa de negociaciones y poner fin al conflicto en Chechenia. Durante el asedio, Basayev amenazó con matar a los civiles a menos que las autoridades federales abandonaran su campaña militar en Chechenia, retiraran todas las tropas de la república y aceptaran iniciar el proceso de negociación con Dudayev. Inicialmente, las Fuerzas Especiales rusas intentaron asaltar el hospital para liberar a los rehenes, pero fracasaron en múltiples ocasiones y finalmente se vieron obligadas a capitular.

Al final, Basayev logró la mayoría de sus demandas y logró salir ileso de Budennovsk mientras las autoridades rusas enfrentaban la humillación debido a su mal manejo de la crisis. Además, a su regreso a la república rebelde, Basayev se convirtió en un héroe checheno de la noche a la mañana, y continuó usando tácticas terroristas para lograr sus objetivos políticos durante la Primera y Segunda Guerra Chechena.



Durante la guerra, los chechenos también utilizaron hábilmente los medios de comunicación para llamar la atención sobre su causa e influir en la opinión pública en Rusia. Por ejemplo, los insurgentes proporcionaron acceso ilimitado a muchos periodistas rusos que podían viajar libremente por Chechenia y hablar con los rebeldes chechenos sobre sus objetivos y quejas contra las tropas federales. El liderazgo checheno también invitó a la prensa extranjera a la república, lo que permitió a los insurgentes difundir su mensaje sobre la brutalidad de Rusia en todo el mundo. Al final, la capacidad de las autoridades chechenas para aprovechar la prensa nacional e internacional permitió a los chechenos difundir la idea de la legitimidad de sus afirmaciones, así como también les permitió manipular la opinión pública rusa para disminuir el apoyo civil a la guerra. El hábil uso de los medios de comunicación por parte de los insurgentes también hirió la moral de los militares rusos, ya que comenzaron a sentir que estaban librando una guerra que el público no apoyaba ni comprendía.

Los insurgentes chechenos también se aprovecharon de la brutalidad rusa y la utilizaron como herramienta de reclutamiento. Por ejemplo, cuando las fuerzas rusas entraron por primera vez en Chechenia en 1994, a menudo utilizaron potencia de fuego masiva e indiscriminada que resultó en la muerte de miles de civiles chechenos. Los lugareños también fueron testigos con frecuencia de la impunidad de los siloviki rusos (personal de la fuerza), que aterrorizaban a los civiles chechenos y nunca fueron castigados por sus crímenes. Como era de esperar, esta brutalidad indiscriminada alienó incluso a los chechenos que no habían apoyado a los insurgentes al comienzo de la guerra, lo que permitió a los rebeldes atraer reclutas y condujo a su rápido crecimiento en número.

En última instancia, los insurgentes chechenos lograron lograr la mayoría de sus objetivos políticos gracias a su hábil uso de tácticas de guerrilla, su capacidad para responder rápidamente a las tropas rusas, el uso inteligente de la geografía y la guerra urbana, el profundo conocimiento de las vulnerabilidades políticas y militares de Rusia y el apoyo a la población local. Dado que la Primera Guerra Chechena resultó en el sorprendente triunfo de los rebeldes sobre las tropas federales, las autoridades chechenas disfrutaron de su independencia de facto durante varios años. Sin embargo, los funcionarios federales nunca renunciaron a sus reclamos sobre la república rebelde, por lo que el nuevo conflicto entre Chechenia y Rusia comenzó a gestarse casi inmediatamente después de que terminó la primera guerra.

Conclusión: lecciones aprendidas y el futuro de Chechenia

La campaña militar rusa de 1994-1996 contra Chechenia fue un desastre por una variedad de razones. Primero, debido a la falta de planificación del liderazgo, la coordinación ineficiente y la recolección de inteligencia deficiente, las autoridades federales vieron la guerra como una operación militar menor y asumieron falsamente que una potencia de fuego masiva fácilmente sometería a los insurgentes chechenos. Segundo, antes de lanzar la guerra, Las autoridades rusas tenían poco conocimiento de las debilidades de los militares rusos y las fortalezas de sus enemigos, razón por la cual las fuerzas armadas rusas en desintegración y sin entrenamiento se derrumbaron rápidamente cuando entraron al territorio checheno y se enfrentaron a insurgentes motivados y bien armados. En tercer lugar, Rusia carecía de una estrategia cohesiva para hacer frente a la insurgencia chechena. Por ejemplo, Yeltsin no pudo articular objetivos alcanzables de manera realista antes de que Rusia lanzara la invasión, y su administración confundió con frecuencia el liderazgo militar al dar órdenes ambiguas y poco realistas.

Después de sufrir una humillante derrota a manos de la insurgencia chechena, las autoridades rusas estaban ansiosas por demostrar que estaban listas para una revancha. En octubre de 1999, las tropas rusas lanzaron otra campaña militar contra Chechenia como reacción a los intentos de los insurgentes de exportar una revolución islámica a Daguestán. En 2000, el nuevo presidente de Rusia, Vladimir Putin, comenzó a mejorar la coordinación entre las fuerzas de varios ministerios y ordenó el reentrenamiento de fuerzas especializadas, que prepararon a las tropas rusas para el combate urbano y de montaña. Además, las fuerzas federales comenzaron a realizar ejercicios de operaciones conjuntas y el régimen de Putin aprendió a controlar la narrativa de los medios y creó un plan estratégico y cohesivo para derrotar a la insurgencia. Las autoridades rusas también comenzaron a confiar en su representante checheno Akhmad Kadyrov y sus paramilitares kadyrovtsy, quienes establecieron una base de poder dentro de la estructura de los clanes chechenos y crearon hábilmente divisiones agudas dentro de la sociedad chechena, lo que les permitió reducir el nivel de apoyo local. para los insurgentes.

Aunque la Segunda Guerra Chechena terminó con la victoria de Rusia, el estatus político de la República de Chechenia sigue siendo turbio. La República de Chechenia está gobernada actualmente por Ramzan Kadyrov, hijo de Akhmad Kadyrov, y uno de los aliados más grandes pero algo inestables de Putin. En la última década, Kadyrov creó un "estado dentro del estado" en la república, y Chechenia, que nominalmente existe en el espacio constitucional ruso, está totalmente controlada por Kadyrov y su propio aparato de seguridad. A diferencia de otros líderes de distritos regionales, Kadyrov también tiene una influencia política sin precedentes en el país y no tiene miedo de mostrar su relación especial con Putin ante otras autoridades federales. Por ejemplo, en abril de 2020, entabló una discusión abierta con el primer ministro de Rusia, Mikhail Mishustin, sobre las restricciones de Chechenia durante la pandemia de COVID-19.

Una estrecha relación entre Putin y Kadyrov ha permitido a Rusia mantener su control sobre la república desde el final de la Segunda Guerra Chechena. Sin embargo, la región sigue siendo excepcionalmente volátil porque la estabilidad política de Chechenia depende por completo de la voluntad de dos personas, cuya lealtad mutua está determinada por sus ambiciones políticas y la voluntad de Putin de tolerar las tácticas de gobierno poco convencionales de Kadyrov. Aún más importante, la región sigue siendo inestable porque las autoridades federales apenas abordaron ninguna de las causas fundamentales que llevaron al surgimiento de la insurgencia chechena en primer lugar. Hoy, las autoridades chechenas imitan las tácticas de los funcionarios federales durante la época soviética y dependen de la represión y el castigo arbitrario para controlar a la población local. Además, Moscú sigue ignorando la desigualdad económica, la corrupción generalizada y la infraestructura social deficiente en la república. Por lo tanto, el apoyo casi incondicional de Moscú a Kadyrov puede resultar contraproducente a largo plazo, especialmente si las autoridades federales no logran integrar a Chechenia en el espacio constitucional de Rusia y se niegan a responsabilizar a Kadyrov por su total desprecio de los derechos humanos y las leyes federales de Rusia.