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viernes, 25 de julio de 2025

Buenos Aires: Fotos de 1890

Buenos Aires en 1890




La Ciudad de Buenos Aires retratada por el fotógrafo suizo Samuel Rimathé hacia finales del año 1890, en una Buenos Aires aún convulsionada por los hechos de la Revolución del Parque en julio de ese año. 



domingo, 6 de julio de 2025

Virreinato del Río de la Plata: Fuga de amor en Carmen de Patagones

Planes de fuga y amor en la frontera

La antropóloga Lidia Nacuzzi reconstruye una historia de amor registrada en los documentos

Fuente



Autos contra Ana María Castellanos, “la más mala yerba o cizaña, capaz de infestalo y perderlo todo”. Archivo General de la Nación, fondo Secretaria de la Gobernación y Gobernación Intendencia. ID: AR-AGN-SGGI01-1428


En marzo de 1780, el fuerte de Carmen de Patagones estaba llegando a su primer año de existencia, su construcción avanzaba lentamente después de una relocalización desde la margen sur a la norte del río Negro. Se iban completando los muros de su planta cuadrada, la estacada y los bastiones; en su interior se habían ubicado la vivienda del superintendente Francisco de Viedma, la capilla, los almacenes, el cuerpo de guardia y los calabozos. Por fuera del fuerte se diseñaron nueve manzanas para las casas de los pobladores que fueron convocados desde Galicia, Asturias y Castilla. Las primeras familias comenzaron a llegar en octubre de 1779 y se agregaron al contingente inicial de oficiales, tropa, peones y presidiarios. La documentación de los legajos de Costa Patagónica da cuenta, casi día por día, de los sucesos de esta empresa colonizadora española que se inició en un lugar tan alejado de los otros centros urbanos de la época, solo accesible por vía marítima. El superintendente se ocupaba tanto de las cuestiones civiles de gobierno como de las militares, desde la administración de justicia al abastecimiento de alimentos, herramientas y materiales, incluyendo las negociaciones con los caciques indígenas de la región. Con ellos, que rápidamente se convirtieron en proveedores indispensables, acordaba el intercambio de bayetas, aguardiente, harina y yerba por vacas y caballos. Suponemos que, además, decenas de interacciones personales o negociaciones de diverso tipo, de las que no han quedado registros, deben haber sucedido entre los pobladores y los “indios” y “chinas” que integraban las comitivas indígenas. En uno de esos encuentros, el poblador Juan Domingo Basiga dio muerte al Capitán Chiquito, pariente de unos de los caciques. Tres días después se inició una información sumaria porque Basiga había intentado fugarse del bergantín en el que estaba preso, en la boca del río. La prueba de ese intento eran unas cartas que le fueron enviadas, estimadas como “un asunto que debía considerarse con mucho sigilo” y dieron origen a otra “sumaria” que se formó a nombre de su autora, Ana María Castellanos.

Los legajos mencionados están repletos de cartas que van dando cuenta de los avatares del fuerte y de su población. Son piezas cortas, con un formato muy estandarizado en cuanto a la redacción y la distribución del escrito en el folio, en ellas los escribientes tienen gran protagonismo como productores de los textos. Judy Kalman ha señalado que la injerencia de esos intermediarios a menudo da lugar a escrituras en colaboración. En este contexto, la carta de Ana es disruptiva. Hay otras voces de mujeres en estos papeles, pero nunca una expresándose por sí misma. Ella escribe sin intermediarios, rompe con los cánones epistolares y el formato establecido, aunque se vale de la pluma y usa cuartillas, un “recado de escribir” que le tuvieron que prestar. Utiliza el lenguaje corriente para convencer a su amado de fugarse “por tierra”, le hace llegar nombres de quienes lo ayudarán, le indica un lugar de reunión, propone unirse a la fuga (“quiero ir contigo”), cansada de su marido, “este borracho”. Puede ser que exagerara los argumentos (“soy capaz de tirar la cabeza al agua”, “los indios me quieren matar”) que se mezclan con frases apasionadas (“no puedo descansar este corazón de suspirar”, “me falta la prenda en que yo me miro”), en algunos pasajes enlaza ambos recursos: “dicen que te van para ahorcar por dios te lo pido que no me dejes que quiero morir contigo”. De las declaraciones de Ana y de sus supuestos cómplices, aunque todos niegan y se contradicen, queda claro que el deseo de huir no era exclusivo de ella, que muchos deseaban escapar de los duros trabajos o de las penas por cumplir, aún a costa de enfrentar el peligro de internarse en territorio indígena por rutas inexistentes.

Al cerrar el expediente, Viedma concluye que “la fuga es ilusoria”, “dimanada de la pasión” que dominaba a Ana y ordena liberar a los detenidos. Parece un final feliz para el momento folletinesco que nos hizo descansar de la monotonía burocrática de estos papeles. Sin embargo, su última línea nos repone a los prejuicios que todavía hoy combatimos: recomienda recluir a Ana a la “casa de la Residencia” en Buenos Aires.

Publicado originalmente en 2021, en Inspiraciones: pensamientos desde archivos.

viernes, 27 de junio de 2025

Conquista del desierto: Rostros de la pampa

Rostros de la pampa



Cuatro fotografías del libro Los rostros de la tierra. Iconografía indígena de La Pampa 1870–1950, de Pedro E. Vigne y José C. Depetris (primera edición en el año 2000, segunda en 2021).

Arriba a la izquierda: Alberto Pacheco, hijo del cacique Puel Huan Pacheco y de Margarita Rozas o Martínez. Nació en Fuerte Sarmiento (Córdoba) en 1881. Estaba domiciliado en Toay. Su esposa fue Ceferina Tripailao.
Arriba a la derecha: Tomás Contreras, hijo de Tomás Contreras y Petrona Arias. Nació en Toay en 1899.

Abajo a la izquierda: Manuel Cabral, conocido como “el indio Fusil”, fue un popular personaje de Victorica. Nieto del cacique Ramón Cabral, hijo de Antonio Cabral y de Rosa Milán (Yiminao). Nació en Luan Toro en 1894 y falleció en Santa Rosa en 1976.
Abajo a la derecha: Santiago Cayupán, hijo del cacique Cayupán y de Evarista Loncoy. Nació en Colonia Emilio Mitre en 1905.

martes, 17 de junio de 2025

Roma: Escenas de la vida urbana

Vida en la Antigua Roma


Un esclavo sale de compras a la mañana.


Diálogo en latín:

Servus:
Salve, bone vir. Habetne poma hodie?

Mercator:
Salve! Habeo, et sunt bona: mala Punica, pira dulcia, et uvae recentes.

Servus:
Domina mea vult duo sextarios uvarum et quinque pira. Quantī sunt?

Mercator:
Uvae sunt dupondii tres pro sextario. Pira? Dupondii quattuor quinque.

Servus:
Bene. Da mihi illa. Et habesne olera?

Mercator:
Habeo brassicam, allia et porros. Quid vis?

Servus:
Unam brassicam et fasciculum porrorum. Quantī haec?

Mercator:
Brassica est dupondius unus, porri sunt asses tres.

Servus:
Ecce. Sume. Gratias tibi ago.

Mercator:
Gratias tibi! Bene ambula.


Traducción al castellano rioplatense:

Esclavo/a:
—Hola, buen hombre. ¿Tenés frutas hoy?

Comerciante:
—¡Hola! Sí, tengo y están buenas: granadas, peras dulces y uvas frescas.

Esclavo/a:
—Mi señora quiere dos sextarios de uvas y cinco peras. ¿Cuánto cuestan?

Comerciante:
—Las uvas salen tres dupondios por sextario. ¿Las peras? Cuatro dupondios por las cinco.

Esclavo/a:
—Bien. Dámelas. ¿Y tenés verduras?

Comerciante:
—Tengo repollo, ajo y puerros. ¿Qué querés?

Esclavo/a:
—Un repollo y un manojo de puerros. ¿Cuánto es?

Comerciante:
—El repollo es un dupondio, y los puerros tres ases.

Esclavo/a:
—Tomá. Acá está. Te agradezco.

Comerciante:
—¡Gracias a vos! Que andes bien.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Inmigración galesa: Las escuelas en la Patagonia

Los galeses y la educación: desde los ranchos de “Fuerte Viejo”, a las capillas y al sinnúmero de escuelas que fundaron y posteriormente se nacionalizaron.

La Voz de Chubut



Escuela de Drofa Gabets, 1910.

Desde la escuela dominical, que no se había interrumpido a bordo del “Mimosa”, se evidenció el interés de los colonos por la educación, tanto religiosa como cultural. Desde el inicio mismo de su instalación en 1865, entre las chozas de madera levantadas en el “Fuerte Viejo”, (restos de la fortaleza construida por Henry Libanus Jones), unos días antes se dispuso un aula donde el pastor Lewis Humphreys impartió la enseñanza. La noticia se conoció en Gales en el periódico “Baner ac Amserau Cymru” en su edición del 10 de febrero de 1866, por lo que se puede deducir que la tarea educativa comenzó apenas se instalaron en tierra chubutense. Al ausentarse el Pastor Humphreys en 1867 fue reemplazado por el Pastor Robert Meirion Williams por un breve lapso ya que pronto se alejó de la Colonia.

Finalmente, en el mes de octubre de 1868, Richard Jones Berwyn respondió al pedido de los vecinos y resolvió habilitar una escuela. Las carencias no fueron obstáculo ya que a falta de papel y tiza se emplearon piedras planas y trozos de greda que se recogían en las lomas cercanas. A falta de edificio se instaló la escuela al abrigo de los molles y los fumes que abundaban y a falta de libros se usó la Biblia para practicar las letras y para la formación del temple de la nueva generación que crecía en el desierto. A medida que se avanzó en el tiempo se complementó la lectura con las páginas ideadas por el maestro. El libro de Berwyn se empleó por varios años en las escuelas de la Colonia. El texto manuscrito en un principio fue impreso en dos ediciones posteriores.

Se estima que esas páginas escolares fueron las primeras que se editaron en idioma galés en una imprenta sudamericana.

El infortunio de un barco que naufragó dos millas al norte de la desembocadura del río Chubut, en 1871, proporcionó material para el refugio escolar. La cabina del capitán, arrastrada hacia una elevación del terreno en TreRawson, funcionó como aula durante varios años.

En ese tramo inicial del poblamiento, las escuelas eran organizadas y sostenidas por los vecinos. El idioma empleado en la enseñanza era el galés, lengua en la que se expresaban los niños en sus hogares y en la comunidad.

A medida que se extendía la ocupación en el valle, se levantaban las capillas y las escuelas, que en la mayoría de los casos funcionaban en el mismo edificio. Después de la escuela de Rawson, fueron surgiendo otras, en Glyn Du, en Gaiman, en Rhandir, en Bryn Gwyn con el nombre de “Cefn Hir”, en Moriah, otra en Bryn Gwyn “Llwyn Onn”, en Drofa Dulog, en Treorki, en Maesteg, en Tair Helygen (Tres Sauces), en Casablanca, en Trelew, en Bryn Crwn, en la Colonia 16 de Octubre, en 28 de Julio, en Ebenezer, en Drofa Gabets y en Las Margaritas (paraje cordillerano). La Escuela para Señoritas en Trelew y la Escuela Intermedia de Gaiman dieron inicio a la educación en el nivel secundario.

Por más de diez años y mucho tiempo después, aquel puñado colonizador en las soledades del sur de la República, no fue considerado para nada. Transcurrió largo tiempo antes de que el Gobierno Nacional comenzara a interesarse por la educación en la Colonia Galesa. Aún después de la sanción de la Ley de Educación Común, en 1884, la Patagonia permanecía al margen. Mientras tanto, se regía por sus propias leyes y en junio de 1877 se resolvió formar la primera Comisión Escolar. Inició su gestión solicitando el apoyo del Consejo Nacional de Educación para la designación de un maestro bilingüe (galés – castellano) con el propósito de integrar a los niños al idioma del país. En adelante se procedió a crear comisiones en los distintos distritos.

Al quedar establecido el Municipio de Gaiman, se aprobó rápidamente la Ordenanza para otorgar un subsidio a las llamadas un subsidio a las llamadas “Escuelas Voluntarias” de su jurisdicción.

Varias de las escuelas actuales en la provincia del Chubut, tienen su origen en aquellas humildes aulas del inicio, donde los maestros eran galeses. En ocasiones, cuando la necesidad era apremiante y los maestros escasos, un vecino con cierta ilustración, era invitado por los colonos para hacerse cargo de la enseñanza.

La nacionalización fue llegando de a poco:

  • Rawson, en 1882. Hoy Escuela Provincial N° 4 “General José de San Martín”
  • Bryn Gwyn, en 1893. Hoy Escuela Provincial N° 61 Abraham Matthews”
  • Treorki, en 1895. Hoy Escuela Provincial N°55 “Teniente de Fragata Daniel Enrique Miguel”
  • Maesteg, en 1895. Hoy transferida al Dique Florentino Ameghino, Escuela Provincial N° 56 “Florentino Ameghino”.
  • Colonia 16 de Octubre, en 1895. La histórica Escuela Nacional N° 18 de río Corintos. Clausurada en 1990 y declarada “sitio histórico”. En las instalaciones ocupadas en la última etapa funciona el Museo histórico.
  • Casablanca, en 1895, Hoy Escuela Provincial N° 3 “Almirante Marcos A. Zar”
  • Trelew, 1896. Hoy Escuela Provincial N° 5 “Domingo Faustino Sarmiento”
  • Drofa Dulog, en 1896. Hoy Escuela Provincial N° 66 “John Carrog Jones”
  • Gaiman, en 1899. Hoy Escuela Provincial N° 100 “Bartolomé Mitre”
  • Las Margaritas, en 1908. Hoy Escuela Provincial N° 76 “María Luisa Pieruzzini de Morelli”
  • Bryn Crwn, en 1910. Clausurada en 1968.
  • 28 de Julio, en 1911. Clausurada en 1993.
  • Ebenezer, en 1911. Hoy Escuela Provincial N° 140 “Michael D. Jones”
  • Drofa Gabets, en 1895. Hoy Escuela Provincial N° 78 “Puente Hendre”
  • Escuela Intermedia de Gaiman. Hoy Instituto Secundario Camwy incorporado al nivel de enseñanza media oficial.


 

Por Arie Lloyd de Lewis, del libro “Chubut, tierra de arraigos”.

sábado, 17 de mayo de 2025

Patagonia: Criollos y aonikenks

Criollos casados con aborígenes


Esta imagen estuvo en muestro archivo décadas, provocándonos preguntas antes de entender todo lo que implica la palabra criollo. Al fin pudimos encontrar su origen.
El paleontólogo John Bell Hatcher comenta que a fines del siglo XIX en los toldos conviven mujeres tehuelches con europeos de "inclasificable procedencia", entre quienes predominan los de sangre francesa, española y portuguesa. (Nótese que obvia apuntar austro húngaros e ingleses)
Imagen de la serie de fotos del libro de Mondelo "Tehuelches danza con fotos"
En el interior dice: Europeo "aindiado" con sus hijos.


* En el interior dice: europeo "aindiado" con sus hijos.


* Mujer Tehuelche (Aonikenk) con un niño criollo en brazos
Imagen Peter Adams.
1817
Compartía: Placido Puel
Foto: Peter Adams. Albúmina sobre cartón.
Fuente: Centro de Estudios del Hombre Austral. IP UMAG. Punta Arenas, Chile.

miércoles, 7 de mayo de 2025

JMR: Exilio y muerte del dictador

El final de Juan Manuel de Rosas en Inglaterra: el abandono de sus hijos y la vida al día con lo que producía en su campo

Se exilió en Gran Bretaña luego de ser derrotado en Caseros. En ese país viviría 25 años en una granja que mantenía con la colaboración de un par de peones. La relación con su hija Manuelita, la circunstancia de su fallecimiento y los intentos por repatriar los restos de la controversial figura de la historia argentina
Adrián Pignatelli || Infobae





Burgess Farm, la vivienda que Rosas alquilaba, a unos 10 kilómetros de Southampton, sobre el camino a la capital británica


Ese americano rubio de ojos claros que vestía como gaucho, que hablaba inglés a los ponchazos y que tenía la costumbre de tomar una extraña infusión con una bombilla, vivía al día y se alimentaba de lo que producía en la granja que alquilaba en Swanthling, a unos kilómetros de Southampton, sobre el camino a Londres.

Lejanísimos habían quedado esos años de señor todopoderoso de la Confederación Argentina. La estrechez económica por la que pasaba lo obligaba a declinar o ignorar invitaciones a recepciones ya que no disponía de vestimenta adecuada. Para Juan Manuel de Rosas habían quedado en el pasado las visitas que intercambiaba con su amigo Lord Palmerston, a quien había nombrado su albacea y que ya había fallecido. Otros que solían visitarlo eran el cardenal Wiseman y el reverendo Mount. Nadie más.


El mismo día en que fue derrotado en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, Rosas renunció, se refugió en la legación británica y días después partió al exilio

En 1862, la falta de dinero lo obligó a desprenderse de su casa en la ciudad, convirtiendo la granja en su residencia definitiva.

Hombre de campo

Su jornada de trabajo comenzaba a las ocho de la mañana, que interrumpía una hora al mediodía para almorzar. Iba acompañado de un niño negro quien le cebaba mate. Luego seguía hasta las cinco de la tarde, tiempo en que se ponía a escribir, preferentemente con lápiz. Tenía varios con la punta preparada, para no perder tiempo.

En la Argentina le habían confiscado sus propiedades, la legislatura lo había declarado en 1857 “reo de lesa patria”. No mantenía contacto con su familia ni con su hermano Prudencio, que vivía holgadamente en un palacete en Sevilla. Se animó a escribirle a Justo José de Urquiza por su situación, y éste lo ayudó económicamente. Lo seguiría haciendo su viuda Dolores Costa, cuando el entrerriano fue asesinado el 11 de abril de 1870.



En 1851, el artista Prilidiano Pueyrredón pintó este retrato de Manuela, la hija de Rosas. Ella lo acompañaría a Gran Bretaña, donde se casaría y formaría una familia

En el dormitorio de su granja guardaba lo más preciado de sus pertenencias: papeles, documentos y libros que había logrado rescatar cuando dejó Buenos Aires. Muchos eran papeles de la época de gobernador. Decía que serían clave para defenderse de las acusaciones de sus enemigos.

Rosas siempre fue un personaje algo pintoresco para los lugareños, al que recordaban montado a caballo y que hablaba no tan bien el inglés, al que había empezado a estudiarlo junto a su hija Manuelita en el barco que lo llevó a Gran Bretaña y que siguió con lecciones en Southampton.

Para el anciano general, su hija Manuelita no era más que una ingrata. Había tenido la idea de casarse y dejarlo solo. El 22 de octubre de 1852 se había casado con Máximo Terrero en la iglesia católica de Southampton y se habían ido a vivir a South Hampstead, en las afueras de Londres. Dos veces al año junto a sus hijos Rodrigo Tomás y Manuel Máximo y a su marido recorría los 120 kilómetros que los separaban para pasar unas semanas junto a él.


Silencioso benefactor. Justo José de Urquiza, quien lo había derrotado en Caseros, le enviaba dinero a Rosas

Su hijo varón, Juan Bautista, que también lo había acompañado en el exilio junto a su familia, en 1855 había resuelto volver a Buenos Aires. Tan contrariado estaba Rosas que no fue al puerto a despedirlo.

Con su hija había sentido algo similar. Tomó su matrimonio como una traición. No asistió a la boda y en cartas a allegados se lamentaba: “me ha dejado abandonado”.

A pesar de sus 83 años, no había dejado de lado su costumbre de salir a la mañana al campo a trabajar, a pesar de sus problemas de gota. Había caído en cama por un enfriamiento que había tomado el sábado 10 de marzo y ese resfriado rápidamente se complicó.



Sepulcro de Rosas en Southampton. En esa tumba también fueron enterrados su hija y su yerno

Lo asistió su vecino y amigo, el doctor John Wiblin. Hicieron llamar a Manuelita, quien llegó de inmediato. No se separaba de la cama del enfermo.

Ella se tranquilizó cuando el martes 13 Rosas había amanecido un poco mejor. Sin embargo, en las primeras horas del miércoles lo besó como acostumbraba y notó que tenía su mano muy fría.

— “¿Cómo se siente, tatita?”- le preguntó su hija.

— “No sé, m’ hija”. Fueron sus últimas palabras. Falleció en su exilio inglés el 14 de marzo de 1877, dos semanas antes de cumplir 84 años.


De nuevo en el país. Primero hubo una misa y un acto en el Monumento a la Bandera; luego el féretro fue llevado por el río Paraná a Buenos Aires y depositado en la bóveda familiar de los Ortiz de Rozas en Recoleta

Los funerales fueron el lunes siguiente en el cementerio local. El 24 el Southampton Times & Hampshire Express publicó una breve necrológica, que informaba que “su excelencia” el general Juan Manuel de Rosas había muerto de inflamación a los pulmones.

El féretro de roble inglés macizo y lustre francés, cubierto por un paño negro que tenía una cruz blanca, fue acompañado por dos coches fúnebres. Fue una ceremonia corta, de la que participaron unos pocos allegados. Se cumplió su deseo, de que en su despedida al más allá solo se rezase una misa.

Muy lejos, en Buenos Aires, al llegar la noticia, viejos federales salieron a manifestar, lo que dio lugar a que otros tantos viejos unitarios que habían sufrido la persecución rosista y el exilio, hicieran lo mismo y tuvieran como blanco el sepulcro de Juan Facundo Quiroga en La Recoleta, donde intentaron enlazar por el cuello a la Dolorosa, la escultura que coronaba la lápida. El gobierno prohibió a los familiares de Rosas rezar una misa en su memoria.


De nuevo en el país

En la madrugada del 3 de febrero de 1899 su caserón de Palermo fue dinamitado y el extenso parque que lo rodeaba pasó a llamarse Tres de Febrero, que recordaba la batalla de Caseros. El 25 de mayo de 1900 un busto del ex presidente Sarmiento fue colocado en el centro de lo que había sido su residencia, en el actual cruce de las avenidas Del Libertador y Sarmiento.

Desde entonces, hubo varios intentos y proyectos de repatriar sus restos. El 30 de octubre de 1973 la misma legislatura que lo había condenado retiró los cargos, hubo un proyecto en el tercer gobierno de Juan Perón que por su muerte frustró. Y en el comienzo del gobierno de Carlos Menem se concretó.


El caserón que Rosas había hecho levantar donde hoy se cruzan las avenidas del Libertador y Sarmiento. Fue demolido en 1899

La exhumación fue el 21 de septiembre de 1989, a las tres de la tarde. Fueron testigos su tataranieto Martín Silva Garretón y Manuel de Anchorena. El féretro estaba en un nicho de mampostería, debajo de los de su hija Manuelita y su yerno Máximo Terrero. El trabajo demoró horas y se usó una pala mecánica para excavar. Tenía la tapa deteriorada. La inexperta manipulación había provocado la destrucción de algunos huesos. Los restos se pasaron a otro ataúd y fueron llevados a la funeraria Mallum.

El viernes 22 por la tarde el Boeing 707 de la Fuerza Aérea que llevaba los restos aterrizó en el aeropuerto francés de Orly, en el sector reservado a los jefes de Estado. Habían colocado una alfombra roja y banderas argentinas y francesas a media asta. El féretro de madera clara, que contenía a otro estaba cubierto por dos banderas, la azul y blanca federal y la celeste y blanca, la misma que hasta el 2 de abril de 1982 había flameado en la entrada de la embajada argentina en Londres. Acompañaban los restos miembros de la Comisión Nacional de Repatriación, con Julio Mera Figueroa a la cabeza. Un grupo de gremialistas que se encontraba en Europa depositaron un poncho punzó sobre el ataúd.

El 27 de septiembre se abrió el féretro ante la presencia de sus descendientes. Los huesos, desarticulados, eran de color castaño y muchos estaban casi destruidos. El cráneo estaba volcado hacia la derecha y la mandíbula aún aprisionaba una dentadura postiza. Era todo lo que quedaba del que durante un cuarto de siglo había gobernado con mano de hierro el país. Se hallaron además un crucifijo de madera y un plato de porcelana, que podría haber sido usado para colocar agua bendita durante el velatorio.

De Francia, el vuelo hizo escala en las islas Canarias y en Recife. El 30 de septiembre por la mañana llegó a Rosario, donde se hizo un acto en el Monumento a la Bandera, con misa y con la presencia de descendientes directos. Allí Carlos Menem pronunció su primer discurso como presidente apelando a la unidad nacional. 

“Al darle la bienvenida al Brigadier General don Juan Manuel de Rosas también estamos despidiendo a un país viejo, malgastado, anacrónico, absurdo (…) En la unidad nacional nadie está obligado a renunciar a sus ideas ni a su juicio histórico; en la unidad nacional nadie está obligado a claudicar en sus opiniones sobre nuestro pasado”.


En el buque de la Armada Murature fue llevado por el Paraná hacia Buenos Aires. Una parada de rigor fue en la Vuelta de Obligado, escenario del emblemático combate contra ingleses y franceses.

El 1 de octubre llegó al puerto de Buenos Aires y un multitudinario cortejo de jinetes vestidos a la usanza federal acompañó el féretro a su destino final, la bóveda de los Ortiz de Rozas en el cementerio de La Recoleta.

No se cumplió la premonición de José Mármol de que “ni el polvo de sus huesos esta tierra tendrá”. En noviembre de ese año se inauguró un monumento con su figura que mira fijo al busto de su acérrimo opositor, Sarmiento, levantado en medio de lo que era su caserón en Palermo. Y el ya devaluado billete de veinte pesos llevó el rostro de ese anciano ermitaño que había exportado a la campiña inglesa las extrañas costumbres de los gauchos de las lejanas pampas argentinas.

lunes, 5 de mayo de 2025

Alemania Imperial: El exilio de Wilhem II en Holanda

Cuando el último káiser alemán se convirtió en leñador en los Países Bajos

Por Luc Devoldere, traducido por Laura Watkinson

Tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, el emperador Guillermo II buscó y obtuvo asilo en los Países Bajos, que eran neutrales. El 15 de mayo de 1920, se instaló en Huis Doorn (Casa Doorn), cerca de Utrecht, una finca con una casa de campo lujosamente amueblada, donde residiría con su familia hasta su fallecimiento en 1941. Hoy en día, la mansión es un museo que merece la pena visitar.

Es una fotografía que dio la vuelta al mundo: el káiser alemán Guillermo II paseando por el andén de la estación fronteriza holandesa de Eijsden, en la provincia de Limburgo. Era el 10 de noviembre de 1918, y el káiser había viajado en convoy con su séquito desde el cuartel general alemán en Spa hasta Eijsden, donde lo esperaba el tren imperial. El día anterior, se había proclamado la República en Berlín. El káiser había solicitado asilo político en los Países Bajos.

En el andén, los limburgueses locales y los refugiados belgas lo llamaban «Schweinhund»
y «Mörder» . «¡Viva Francia!» , gritaban, y «¿Kaiser, wohin? ¿Nach Paris?». Tras varias llamadas telefónicas y un telegrama de la reina Guillermina, se dio el visto bueno, y el tren imperial partió a toda velocidad hacia Maarn, cerca de Utrecht, donde el conde holandés Bentinck ofreció hospitalidad a Guillermo en el castillo de Amerongen. La reina Guillermina y el gabinete holandés tolerarían al káiser como particular, y esa debía seguir siendo la línea oficial, para apaciguar tanto al pueblo descontento como a los aliados furiosos. Para gran frustración de Guillermo, Guillermina nunca lo recibiría oficialmente ni visitaría la Casa Doorn.

El 28 de noviembre de 1918, en Amerongen, Guillermo firmó su abdicación como káiser alemán y rey ​​de Prusia. Con un taconazo, se despidió de Seine Majestät . El imperio había muerto, pero a Prusia aún le quedaba algo de vida. Su obediente y devota esposa, Augusta Victoria, quien le había dado siete hijos, acudió a reunirse con él ese día. Guillermo permanecería como huésped de Bentinck no durante días ni semanas, sino durante casi dos años.

En mayo de 1920, finalmente se instaló en la cercana Casa Doorn, que había adquirido discretamente. Cincuenta y nueve vagones de tren transportaron enseres, muebles, arte y objetos kitsch de la casa imperial desde los palacios de los Hohenzollern en Berlín hasta Doorn. El Káiser logró mantener cierto nivel de grandeza. Era lo suficientemente rico como para mantener una casa de sirvientes alemanes y, para irritación de la nobleza local, remunerar generosamente a su personal holandés.

Cuando la Emperatriz falleció en 1921, se le ofreció un funeral multitudinario en Berlín. El Káiser se casó de nuevo al año siguiente con una princesa alemana viuda, Hermine von Reuss. Este segundo matrimonio, con un intrigante autoritario casi treinta años menor que él, no fue popular. Así pues, el depuesto Káiser se adaptó a su rutina de monarca superfluo que esperaba contra toda esperanza que algún día lo llamaran de vuelta a Alemania.

Recibió a visitantes monárquicos en Doorn, entre ellos la reina madre Emma y, posteriormente, la princesa Juliana y su nuevo esposo alemán, el avaro Bernardo. La futura reina Beatriz dormía en su cochecito. Sin embargo, Göring también lo visitó en varias ocasiones antes de que Hitler tomara el poder en 1933. El káiser esperaba que los nazis lo restituyeran en el trono; los nazis querían asegurarse el apoyo del káiser y, por consiguiente, el de los nobles y oficiales de mentalidad prusiana.

Sin embargo, a Guillermo no le gustaban los nazis, y pronto dejaron de necesitar al Káiser marginado. En mayo de 1940, cuando los soldados alemanes llegaron a la Casa Doorn, el Káiser les ofreció desayuno y champán. Cuando tomaron París, envió un telegrama para felicitar a Hitler, cuya respuesta fue respetuosa, pero fría. En realidad, el Káiser se encontraba discretamente cautivo en Doorn, a manos de soldados alemanes. Cuando, tras una sesión de leña, Guillermo habló con uno de esos soldados alemanes y descubrió que ya no lo reconocía, comprendió que su mundo se había acabado.

El Káiser falleció el 4 de junio de 1941. El día anterior, había recibido con entusiasmo la invasión alemana de Creta: «Das ist fabelhaft. ¡Nuestros herrlichen Truppen!».
Hitler quería que el cuerpo del Káiser fuera trasladado a Potsdam, pues esperaba hacerse pasar por su sucesor en el funeral, pero el testamento de Guillermo estipulaba que su cuerpo solo sería trasladado a Alemania si el país era una monarquía. Por ello, fue enterrado en el parque de la Casa Doorn. Sus dos esposas fueron sepultadas en el parque de Sanssouci, en Potsdam.

Fue un día glorioso en Doorn: Kaiserwetter . Entre quienes seguían al ataúd se encontraban Seyss-Inquart, el Reichskommissar de los Países Bajos ocupados, y el almirante Canaris, jefe del servicio de inteligencia militar alemán. Canaris fue ejecutado posteriormente en el campo de concentración de Flossenbürg tras el fallido intento de asesinato contra Hitler, mientras que Seyss-Inquart fue ejecutado en Núremberg después de la guerra. Hubo esvásticas en el funeral, algo que el Káiser no habría deseado, y una corona de flores de Hitler.

La familia decidió no abrir el mausoleo de la Casa Doorn a las visitas. Asomándome por la ventana, vislumbro la bandera prusiana con su águila negra sobre un ataúd. Recorro el parque: los caballos, los ciervos, las tumbas de los cinco perros imperiales; el lugar donde el Káiser, metódica, obsesiva e innecesariamente, convirtió miles de árboles en tocones; los majestuosos árboles bajo el diluvio del sol otoñal. Deambulo por el castillo, pasando junto a los servicios de mesa y la platería, los tapices y las cajas de rapé que pertenecieron a Federico el Grande, un modelo a seguir para Guillermo, su epígono. La abundancia de chucherías y objetos de colección resulta agotadora, pero el retrato de la encantadora reina Luisa de Prusia, que cautivó a Napoleón en Tilsit, me impacta de lleno: esta mujer se casó a los diecisiete años, tuvo diez hijos y murió a los treinta y cuatro.

Veo el comedor con su mesa puesta para la eternidad, donde nadie volverá a comer jamás, y el tenedor especial de tres dientes, uno de los cuales también sirvió de cuchillo para un káiser que tenía el brazo izquierdo atrofiado. Deambulo por los dormitorios que pertenecieron al káiser y a sus dos esposas, la sala de fumadores, el estudio, la biblioteca de este arqueólogo aficionado; el moderno baño de la emperatriz, cuidadosamente oculto en un armario antiguo.

Este es un lugar donde la gente vivió. Sobrevivió. Mantuvo la apariencia de una corte en el exilio. Con un Káiser que leía la Biblia en voz alta cada mañana a su personal reunido. Y que luego salía a caminar, a cortar leña, a almorzar, a echarse una siesta, a responder correspondencia de todo el mundo, a cenar en platos que se retiraban en cuanto Su Majestad terminaba de comer. Una rutina diseñada para dar sentido a una vida sin sentido.

La Casa Doorn, confiscada tras la guerra, es ahora propiedad del Estado neerlandés. Los subsidios se han reducido recientemente, pero un ejército de voluntarios mantiene el lugar abierto y en funcionamiento. Lo que haya sucedido con el cuantioso legado financiero del Káiser sigue siendo un misterio. La Casa de Orange, el Estado neerlandés, la Casa de Hohenzollern y los bancos no aportan ninguna claridad. Llegué a Doorn con la idea de encontrar uno de los pocos lieux de mémoire de la Primera Guerra Mundial en suelo neerlandés. Sin embargo, lo que encontré fue más bien un trou de mémoire de la Gran Guerra, y caminé, algo desconcertado, dentro de un lieu de mémoire
de imperios y monarquías absolutistas europeas, quizá un último eco del Antiguo Régimen , que sobrevive de una forma a la vez trágicamente irónica y ligeramente grotesca. Después de todo, la abuela de Guillermo (que siguió siendo "nuestro Willy" para la rama británica de la familia) fue la reina Victoria y el último zar fue su primo hermano por matrimonio. ¿Casa Doorn? Definitivamente vale la pena visitarlo.


jueves, 17 de abril de 2025

Argentina: La vida del Gaucho Malo

Hormiga Negra: El Gaucho malo





Guillermo Hoyos era rubio, retacón y pecoso. Había nacido en San Nicolás de los Arroyos hacia 1837 y tenia fama de ser rápido con el facón, guapo y de no amedrentarse ante el peligro.
...De hecho, había peleado con distinción por su provincia en Cepeda y Pavón. Le decían Hormiga Negra ,el apodo lo había heredado de su padre, hombre respetado por su guapeza que cuando sacaba a relucir su facón "lo hacía picar pior que hormiga", aunque a Guillermo le decían "el rubio hormiga negra" para diferenciarlo del progenitor.A pesar de declararse gaucho honrado obediente de la ley y trabajador como un buey, tenía en su haber un voluminoso prontuario donde se destacaba el haber dado muerte a un tal Pedro José Rodríguez con alevosía.
Las aventuras de Guillermo Hoyos se multiplicaron y pasaron a la mitología popular, recogida por Eduardo Gutiérrez, artífice del arquetipo del gaucho pendenciero y mal entretenido, perseguido por una justicia que no siempre le hacía honor a su nombre. Gutiérrez tuvo oportunidad de conocer personalmente a Hormiga Negra, terror de la policía y taita del gauchaje. Pensando que habría de encontrarse con un personaje que inspiraba terror, Gutiérrez se entrevistó con un hombre delgado, de piel curtida, surcada de arrugas, luciendo un bigote que los años habían sembrado de canas. Paisano retrucador y refranero le contó su historia a Gutiérrez, llena de falsas acusaciones por ser el único gaucho pícaro a quien culpar por esos lados.
Lo apresaron y por dos años lo llevaban de un lado pa´ otro como caballo patrio, a ver si se pisaba en sus declaraciones. De varias cosas lo acusaron pero lo debían soltar hasta que en un nuevo entrevero dejaba a alguno marcado y a otro medio muerto porque el tal Hormiga era bravo con el facón.
Cuando la cosa de ponía brava se escondía y pasaba un tiempo poniendo distancia con quienes querían darle caza. Así paso unos meses en Arroyo del medio, en el límite con Santa Fe.
Al final le atribuyeron la muerte de la Sra. de Marzo y Guillermo Hoyos pasó ocho años en la prisión de la que salió para volver a sus pagos y convertirse en leyenda.
Cuentan que los hermanos Podestá llegaron con su circo a un pueblo del norte de la provincia y dieron vida a la obra de Gutiérrez. En medio de la función, cuando todos estaban compenetrados de las andanzas de un gaucho fiero al que llamaban Hormiga Negra, un paisano se levanta de la gradería y sin furia pero sin dejar dudas de su contundencia grita “Mienten”. Los actores callan, el público lo mira sorprendido. “Mienten les digo… y yo voy a contar como fue de endeveras” y sube al escenario a contar su historia, la del rubio Hormiga Negra, un matrero capaz de atropellar a Mandinga, que Dios se llevó de este mundo el 1° de enero de 1918.
Por:  Alicia Carmen Vullo
MEMORIAS CURIOSAS ARGENTINAS

lunes, 10 de marzo de 2025

Buenos Aires: La arquitectura de la época de oro

Arquitectura de la Organización Nacional: Palacio Paz-Díaz





Palacio Paz (también conocido como Palacio Paz-Díaz)  una de las rsidencias más lujosas de la ciudad de Buenos Aires, ubicado en la Av Santa Fe 750 frente a Plaza San Martín.

https://revistahistopia.blogspot.com/



Propiedad de José C. Paz  quien fundó el diario La Prensa y fue embajador en París, uno de los hombres más ricos de Argentina en su tiempo. La construcción es un  fiel  reflejo de la arquitectura Beaux-Arts de principios del siglo XX, según los cánones estéticos de la Escuela de Bellas Artes de París. La dirección de la construcción estuvo a cargo del prestigioso arquitecto e ingeniero argentino Carlos Agote. La construcción de la mansión tardó doce años: desde 1902 a 1914. Fueron la esposa e hijos de Paz quienes habitaron la residencia pues José M Paz murió antes de poder habitarlo. Desde 1938 es sede del Círculo Militar.



Frente y algunos de sus interiores de esta verdadera joya arquitectónica de la ciudad de Buenos Aires