Mostrando entradas con la etiqueta Antártida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Antártida. Mostrar todas las entradas

martes, 30 de enero de 2024

Antártida Argentina: Los accidentes aéreos

Accidentes aéreos en la Antártida Argentina



 

Accidente en la Antártida del avión patrullero "Neptune" 2-P-103 de la Armada Argentina y helicóptero Bell 212 AE-451 del Ejército Argentino


El día 15 de Septiembre de 1976 el avión Lockheed SP-2E "Neptune" (MNS 0644) matrícula 2-P-103 de la Armada Argentina, realizaba en la Antártida Argentina un vuelo de reconocimiento glaciológico en medio de adversas condiciones meteorológicas.
Por causas que no se han podido establecer aún, este avión impactó contra una elevación (punta Barnard) de la isla Livingston (archipiélago Shetland del Sur) a 62º46'S y 60º21'W, aproximadamente a 20 kms. al noreste de la isla Decepción; produciéndose la destrucción total de la aeronave y tristemente la muerte de sus tripulantes y del pasajero.

Tripulación del avión Neptune 2-P-103:

Capitán de Corbeta Armando Mutto Comandante de la Aeronave
Teniente de Navío Miguel Berraz  
Teniente de Navío Romualdo Migliardo  
Teniente de Corbeta Carlos Cabut  
Suboficial Segundo Nelson Villagra  
Suboficial Segundo Juan Noto  
Suboficial Segundo Roberto Brizuela  
Cabo Principal Omar Compastri  
Cabo Primero Jesús Arroyo  
Cabo Primero Benjamín Scesa  
Señor Rodolfo Rivarola Camarógrafo TV Río Grande
  Cuando transcurrió un tiempo reglamentario sin noticias del avión 2-P-103, con otro avión similar, el Neptune matrícula 2-P-101, que estaba realizando un vuelo sobre el archipiélago fueguino, inició de inmediato el cruce del Pasaje Drake para buscar el avión en emergencia.
  Luego de sobrevolar la zona durante varias horas, bajo severas condiciones de formación de hielo regresó a su Base por fallas.
Con el mismo avión y tripulación continuaron la búsqueda los días 16 y 17 de septiembre sin resultados positivos
  Después de una intensa búsqueda, los restos del avión fueron localizados recién el día 18 de Septiembre de 1976 desde el avión Hércules C-130 matrícula TC-67 del Escuadrón I de la I Brigada Aérea y el día 24 del mismo mes confirmaron el hallazgo, desde el avión DHC-6 Twin Otter matrícula T-85 de la Dotación de la Base Marambio de la Antártida Argentina, quien por sus características pudo volar a mas baja altura en esa zona montañosa.
  Desafortunadamente el día 11 de Enero de 1977, mientras se realizaba el rescate del avión Neptune se accidentó el helicóptero Bell 212, matrícula AE-451 del Ejercito Argentino.



Tripulación del helicóptero AE-451:

Teniente Primero Mario Edgardo Garcìa Piloto
Teniente Alejandro Ramón Merani Copiloto
Sargento Ricardo Luis Segura Mecánico
  Los nombrados en este informe, integran la nómina de más de cien hombres, que murieron en cumplimiento del deber y dieron su vida por nuestra Patria y por la Antártida Argentina.
  Los tres tripulantes, fueron velados en el rompehielos ARA General San Martín (Q-4), rindiéndosele los honores reglamentarios.
  El traslado desde la Antártida a Ushuaia estuvo a cargo del Aviso-Remolcador ARA Francisco de Gurruchaga (A-3), siendo su comandante el Capitán de Corbeta Carlos Alberto Coli.
  Ante el pronóstico que anunciaba un temporal para el cruce del Drake, era conveniente esperar, pero partieron de inmediato; había familiares que se encontraban en Ushuaia, desde varios días atrás esperando a sus seres queridos fallecidos.
  Lógicamente el temporal los tomó en pleno cruce, pero a las 48 hs. entraron a Ushuaia, algo maltrechos, procediendo a entregar los cuerpos a sus deudos.

lunes, 14 de agosto de 2023

Antártida Argentina: La tragedia de 1972

 

Tragedia en la Antártida: caída en una grieta, un hombre que esperaba ser rescatado y un cuerpo desaparecido

En febrero de 1972 ocurrió un trágico accidente en el continente blanco, cuando un Snocat que trasladaba a una patrulla a la Base Sobral cayó en una profunda grieta. Uno de los ocupantes del rodado falleció y el otro, a punto de morir congelado, se había encomendado a Dios, pero pudo ser rescatado. Una historia de coraje y entrega de los que se aventuraban a vivir un año en duras condiciones

 
La patrulla de diez hombres que partieron de la Base Belgrano a la Sobral, por entonces ya desactivada (Fotografía gentileza Carlos Fontana)

Dentro de la grieta, a unos sesenta metros de helada profundidad, el sargento ayudante mecánico Bladimiro Lezchik estaba consciente. Tenía una fractura expuesta en el hombro izquierdo y sangraba de una profunda herida en el cuero cabelludo.

El vehículo que manejaba, un Snocat, había caído en una traicionera abertura de hielo que la nieve disimulaba. Su compañero, el sargento ayudante Oscar Kurzmann, 35 años, yacía fuera del vehículo destruido. Estaba muerto.

Permaneció varias horas en la oscuridad total. Mientras pedía auxilio, pensaba en su familia, en sus hijos. En un momento se resignó y se encomendó a Dios.

Cuando uno de sus compañeros bajó con cuerdas para rescatarlo, se estaba congelando, se encontraba al límite de sus fuerzas y lo dominaba ese sueño del que es imposible despertar.

Bladimiro Lezchik era descendiente de ucranianos. Había nacido en Formosa y su sueño era conocer la Antártida (Fotografía gentileza familia Lezchik)

Era su primera misión en la Antártida, a donde siempre había soñado con ir, que aprendió a conocerla a través de los relatos del general Jorge Leal y que cuando la pisó quedaría enganchado para siempre. Decía que era como un imán, un amor, al que siempre se quiere volver.

Bladimiro (sí, con b larga, así lo anotaron) era un formoseño nacido en Colonia El Zapallito y su infancia la vivió en El Colorado, una ciudad del sureste provincial, a orillas del río Bermejo. Allí se había establecido su papá, un ucraniano que en su país se ganaba la vida como sastre, que viajaba en carretones haciendo ropa y que en los duros meses de invierno en los que no se podía salir, hacía teatro.

El sargento ayudante Oscar Kurzmann. Tenía experiencia antártica. Fotografía publicada en la Revista del Suboficial n° 588, año 1984.

Con un grupo de amigos vino a la Argentina y cuando quiso regresar había estallado una guerra civil entre Rusia y Polonia. Sabía que si volvía sería enrolado y se quedó. El apellido original familiar es una seguidilla interminable de consonantes, y el empleado del registro civil lo escribió como lo escuchó y así quedó.

En Formosa hay una colonia importante de ucranianos. Los Lezchik se dedicaron al campo y Bladimiro, hasta que entró en la primaria, solo hablaba el idioma paterno. Al finalizarla, como en la zona no existía la escuela secundaria, lo mandaron a que se formase en la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral.

El primero de la izquierda. Lezchik junto a dos compañeros, con un Snocat de fondo (Fotografía gentileza familia Lezchik)

En 1961 se casó con Lidia Martyniuk, también de padres ucranianos. Los presentó una prima a fines de 1957 cuando volvían a El Colorado en esos interminables viajes en tren al Chaco y luego en colectivo hasta el pueblo de los que durante el año estudiaban en Buenos Aires.

Cuando en 1970 compraron un terreno y construyeron una casa en Rosario, lo hicieron con un crédito. Pagar las cuotas era cada vez más difícil, y la solución que vio Bladimiro fue la de ofrecerse a participar en una misión en la Antártida, por el importante plus que se cobraba.

El sueño de Lezchik era ir al continente blanco, pero no había tenido la suerte de ser convocado, a pesar de las veces que se había anotado. Hasta que resultó seleccionado.

Camino a la Sobral, por el kilómetro 60, llevando combustible en los trineos (Fotografía gentileza Carlos Fontana)

Primero los enviaron al sur para aclimatarse al frío y a la nieve. Su esposa Lidia, que había trabajado hasta que se casó, se quedó sola con dos hijos Elbio, de 9 años y Noemí de 5, en un barrio donde en su cuadra solo había una casa y el resto eran baldíos. Antes de irse Lezchik, que tenía facilidad para arreglar lo que fuera, incorporó pasadores extras en las puertas y ventanas.

El 18 de enero de 1972 los 34 hombres, entre militares y civiles, llegaron a la Antártida. Para algunos era su primer viaje y otros ya tenían experiencia.

La primera tarea fue titánica. Trasladar la carga que traía el Rompehielos San Martín unos cinco kilómetros cuesta arriba hasta la Base Belgrano.

Trampa mortal. La grieta donde cayó el Snocat "Chaco", con los dos hombres (Fotografía gentileza Carlos Fontana)

El 8 de febrero, después del almuerzo, salió en su primera misión. Integró una patrulla de diez hombres, comandados por Carlos Fontana, un teniente primero que había quedado prendado de la Antártida luego de leer Cuatro años en las Orcadas del Sur, de José Manuel Moneta. Cumplió 30 años en el continente blanco.

La patrulla partió de la Base General Belgrano hacia la Alférez Sobral, una base científica inactiva, ubicada a los 410 kilómetros al sur. Debían actualizar la ruta y abastecerla con víveres y combustible, porque el plan a futuro era el de reactivarla. Desactivada en octubre de 1968, la Sobral actualmente está sepultada en el hielo.

Había que hacer el viaje cuanto antes, porque se acercaba la noche polar. Fontana consideró que la orden no tenía sentido, porque la nieve y el hielo estaban blandos y los peligros aumentaban.

Iban en cuatro Snocat, el “Córdoba”, “Chaco”, “Venado Tuerto” y “Santiago del Estero”. Cada uno de ellos arrastraba tres trineos. Lezchik conducía el “Chaco” y lo acompañaba el sargento ayudante Oscar Kurzmann, quien ya en 1964 había integrado la dotación de la Base Esperanza.

El operativo para rescatar a Lezchik y recuperar el cuerpo de Kurzmann se puso en práctica de inmediato (Fotografía gentileza Carlos Fontana).

En los mapas que llevaba el grupo, estaban marcadas las zonas de grietas, reunidas en un tramo de unos 60 kilómetros. Circulaban en segunda y pinchando el terreno para ubicar posibles aberturas.

A las 23:40, en el kilómetro 72, el “Santiago del Estero” dio la voz de alarma: el “Chaco” había desaparecido en una grieta.

Solo se veía un agujero oscuro, del que se desprendía lo que Fontana describe como “humo de mar”, con un fuerte olor acre. Ante los llamados a los gritos, solo respondió Lezchik. Pedía que lo sacasen. Enseguida, se preparó la operación de rescate.

Lezchik, quien había logrado salir del Snocat, vio que su compañero estaba sobre un balcón de la grieta, muerto. Sentía cómo la sangre le corría por el rostro y cómo su cuerpo se enfriaba. A medida que pasaba el tiempo, conocía el inexorable destino.

En la superficie, sus compañeros se habían organizado a contrarreloj. El sargento Domínguez se ofreció a bajar, porque era el que menos pesaba. Cruzaron tablas sobre el inmenso boquete, lo ataron a varias cuerdas de nylon y lo descendieron, pero cuando la cuerda llegó a su límite, escucharon sus gritos de que no llegaba al lugar. Debieron añadir dos tramos más.

El Snocat estaba destruido, a unos sesenta metros de profundidad. Domínguez constató que Kurzmann había fallecido. Entonces se ocupó de Lezchik.

Kilómetro 72. Antes de regresar a la Base Belgrano, dejaron una cruz en el lugar donde quedó el cuerpo de Kurzmann. (Fotografía gentileza Carlos Fontana)

Ató a ese hombre corpulento de 1,92, quien le pasó su brazo sano por el cuello. Trabajosamente, los subieron.

Una vez en la superficie se le aplicó morfina, se le inmovilizó el hombro y le dieron treinta puntos de sutura, sin anestesia, en el cuero cabelludo. Estaba con hipotermia y se le hicieron las maniobras para estabilizarlo. Debían llevarlo a la base porque su vida corría peligro y se estaban quedando sin morfina.

Mientras era asistido, el teniente Juan Carlos Videla y Leonardo Guzmán (con 14 invernadas en la Antártida en su haber) bajaron para rescatar el cuerpo del compañero muerto. Vieron que tenía la cabeza aplastada. La cubrieron con la capucha de su campera.

Cuando estaban izando el cuerpo, la cuerda se cortó y el cuerpo cayó al vacío. Con una temperatura de 20 grados bajo cero, los hombres exhaustos y un herido de consideración el jefe, si bien en un momento pensó en dividir la patrulla, ordenó regresar a la base.

Se improvisó una cruz de madera, se colocaron jalones para señalizar el lugar y nueve hombres acongojados partieron. Regresaron al lugar el 25 de febrero, cuando el tiempo así lo permitió. Fueron en tres Snocat y en uno llevaban un féretro de madera construido por el sargento ayudante Aragón y por el sargento Domínguez. Para hacerlo, tomaron como medida la altura del jefe de la base.

Al llegar al lugar, vieron que la cruz de madera estaba en pie pero que la grieta se había cerrado. Abrieron otros agujeros y se bajó un farol que, por la diferencia de temperatura, estalló. Sabían que nada podía hacer y regresaron.

En noviembre de 1972 un tambor de combustible lleno de hielo con una cruz de metal, asegurada con cables de acero, sirvió como monolito en homenaje al compañero muerto.

Para la patrulla, fue un hecho premonitorio. Días atrás Kurzmann había confesado a Fontana que el día que muriese, deseaba descansar en la Antártida. Ya había estado en otras temporadas en las bases Esperanza y Matienzo y se notaba su vocación por estar allí.

Lidia Lezchik se enteró del accidente porque la policía se acercó a su casa con un mensaje de la Dirección del Antártico. El desafío fue entonces hablar por teléfono con su marido.

Antes de partir, Lezchik había pedido, infructuosamente, una línea telefónica en un barrio en la que brillaban por su ausencia.

Las comunicaciones entre el continente y la Antártida eran complicadas de establecer (Fotografía gentileza familia Lezchik)

Su hijo Elbio recuerda que había dos formas para hablar con su papá. Una, ir al comando en Rosario, donde se hacía un enlace con la Base Belgrano y la otra era una llamada telefónica. Como la familia no tenía teléfono, iban a la casa de una vecina, a unas cuadras, o bien usaban la cabina telefónica de la terminal de ómnibus. El procedimiento siempre era el mismo: había días y horas prestablecidas para hacerlo, se pedía la llamada y había que esperar. A veces una eternidad.

Fruto de la solidaridad, los integrantes de la base contaban con los servicios del radioaficionado LU2AO, que cedía una hora todos los domingos para que pudiesen comunicarse con sus familias.

Recién una semana después del accidente, la mujer pudo hablar con su marido. No eran transmisiones limpias, había mucho ruido que provocaba que las voces se distorsionasen. “Es como cuando uno intenta hablar debajo del agua”, explicó. Además, debían cerrar una pregunta o una frase con un “cambio”.

Enseguida surgieron las dudas en la mujer. ¿Y si no era su esposo quien le hablaba? ¿Si era un compañero que se hacía pasar por él porque estaba más grave de lo que le habían dicho? Esas preguntas se las hacía siempre de regreso a casa luego de cada comunicación. Era invierno y la mujer y sus dos hijos dormían juntos en la cama matrimonial para sentirse menos solos.

En esas charlas, siempre ocurría lo mismo: no bien Elbio escuchaba la voz de su padre, la emoción lo ganaba, no podía hablar y se cruzaba a la plaza de enfrente a calmarse.

Lezchik debió permanecer en la Antártida porque los hielos se cerraron y la vía por mar se cortaba. Operado por el doctor Bianco, allí se curó el hombro luego de cuatro meses de convalecencia. Sus compañeros decían que era un “polaco” fuerte y duro. También lo apodaron “ruso” y “alemán”.

El regreso fue en una navegación agitada en el rompehielos hasta Ushuaia, donde abordaron un Hércules. Toda la familia lo fue a esperar a El Palomar. La incógnita de su esposa era con qué persona se encontraría. Esa noche la expectativa fue eterna porque fue el último en descender de la máquina. “¿No lo vieron a Lezchik?”, preguntaba a cada uno de los que bajaba. “Si, si…”, era la respuesta. Pero nada más.

A Lidia se le partió el alma ver a María Teresa, la esposa de Oscar Kurzmann, sola, esperando el bolso con las pertenencias de su infortunado marido, entre ellas libros de Arthur Schopenhauer escritos en alemán.

Fue el último en aparecer. La familia, aliviada a ver que podía moverse por sus propios medios, corrió por la pista hasta el pie de la escalerilla hacia ese hombre grandote irreconocible porque se había dejado la barba. No hubo palabras, sino besos y abrazos. Se sorprendió al ver a sus hijos más altos.

Lezchik junto a un Snocat, el vehículo usado para desplazarse en la Antártida (Fotografía gentileza familia Lezchik)

Siguieron horas interminables de charlas, donde contó sus vivencias. Se tomaron un mes de vacaciones y al regreso fue el turno de hacerse los estudios. Le había quedado un pequeño hueso del hombro un poco más levantado.

Sufría de intensos dolores de cabeza y debió someterse a un tratamiento psicológico por sus pesadillas recurrentes en las que soñaba que caía en la grieta.

Pasó a realizar tareas pasivas en la fábrica militar de Rosario y en 1974 lo jubilaron por invalidez. Le recomendaron que se dedicase a algo que no tuviera que ver con su profesión. Así fue como se hizo taxista en Rosario. La llegada de Vanesa lo había convertido padre por tercera vez.

Según lo recuerda su hijo, era una persona silenciosa, un tanto retraída, con una vida interior muy fuerte.

También era pastor evangélico y con su esposa se transformaron en los referentes del templo “Santuario de fe”, en Provincias Unidas al 2000, cerca de la salida de Rosario hacia Funes, donde asisten cerca de cinco mil fieles. Ambos habían sido criados en esa religión.

Era muy detallista en todo lo que emprendía y él mismo arreglaba el auto cuando se descomponía. Le gustaba cocinar y había heredado del ejército dotes de organizador. Ese hábito lo convirtió en un referente de las grandes campañas del evangelismo.

El sábado 30 de abril de 2005 se dirigía en su Peugeot 405 junto a otros pastores a un encuentro en la ciudad de Buenos Aires. En el kilómetro 268 de la autopista Rosario-Buenos Aires, a la altura de Arroyo Seco, había mucha niebla y humo, y debieron detenerse al final de una larga fila encabezada por un automóvil que frenó porque no quiso continuar en esas condiciones. Quedaron detrás de un camión y otro, cargado de soja, no frenó a tiempo. Lezchik, al volante, murió instantáneamente junto a otro. Un tercero, Norberto Carlini, salvó su vida.

Tenía 58 años.

Carlos Fontana guardó silencio y luego de cincuenta años decidió contar lo que había ocurrido aquel febrero de 1972. El 21 de septiembre del año pasado se organizó un acto, en el que se le entregó a los sobrinos de Kurzmann su legajo.

Monolito que señala el lugar del trágico accidente en el que perdió la vida Oscar Kurzmann. (Fotografía gentileza Carlos Fontana)

Noemí Lezchik contó a Infobae que a su papá se le nublaban los ojos de pena al rememorar al compañero muerto, y fue un recuerdo que lo acompañó toda su vida. Ella dice que tuvo dos muertes, una cuando tuvo el accidente, en el que volvió a nacer al ser rescatado y luego en la autopista donde, ya lejos de los hielos antárticos que tanto lo apasionaban, dejaba su vida ese hijo de ucranianos que había aprendido el español en la escuela y que todo lo que emprendía en la vida lo hacía con la misma pasión con la que vivió.

Fuentes: Entrevistas a Lidia Martyniuk, Elbio Lezchik, Noemí Lezchik y Carlos Fontana.


miércoles, 22 de mayo de 2019

El Mapa de Piri Reis

La historia del marino turco que dibujó el mapa de la Antártida 300 años antes del descubrimiento del continente



El
Mapa de Piri Reis es uno de los mapas más antiguos que muestra el continente de América, y en el dibujó el mapa de la Antártida 300 años antes del descubrimiento de este continente.



Un grupo de historiadores encontraron un mapa sorprendente elaborado sobre la piel de gacela cuando el Palacio de Topkapı se convirtió en el museo de obras antiguas en el año 1929. Este mapa de África, América y Polo Sur elaborado por el famoso geógrafo, cartógrafo y marino turco Piri Reis en 1513 indujo a confusión. Porque el Polo Sur se descubrió mucho tiempo después de la elaboración del mapa, es decir en 1818.

El Mapa de Piri Reis es uno de los mapas más antiguos que muestra el continente de América. Fue dibujado por el almirante otomano Piri Reis en 1513, y muestra las costas del oeste de Europa y África, así como las costas del este de Sudamérica.

Es un valioso documento histórico elaborado con la unificación de veinte fuentes, entre ellas un mapa de Cristóbal Colón, y que contiene datos geográficos de los marinos europeos y musulmanes del siglo XVI.

Además, mostraba las partes costeras debajo del hielo del continente. Pero los glaciares en el continente se derritieron 6.000 años antes de la elaboración del mapa.

Las investigaciones demostraron que este mapa fue dibujado por el marino turco Piri Reis en el año 1513. Piri Reis, quien paso a la historia mundial como un marino exitoso, estaba apasionado por la cartografía. El mapa mostraba las costas del oeste de África, las del este de Sudamérica y las del norte de la Antártida.

Las costas del norte de la Antártida se elaboraron de una forma bastante detallada. Lo más sorprendente fue cómo Piri Reis pudo dibujar un mapa tan correctamente 300 años antes de que se descubriera este continente. El mapa, adicionalmente, mostraba las costas por debajo del hielo. (TRT)

miércoles, 28 de marzo de 2018

Antártida: ¿OVNIs nazis atacaron a la US Navy durante la operación Highjump?

¿Hitler construyó ovnis avanzados en la Antártida?

Por Diana Brown, How Stuff Works
 

¿Fue el ejército de EE. UU. atacado por los OVNIS nazis en la Antártida durante la Operación High Jump después de la Segunda Guerra Mundial? IMÁGENES DE MARK STEVENSON / STOCKTREK / GETTY IMAGES

Las acciones enfermas y retorcidas de la Alemania Nazi han sido ampliamente documentadas. Más allá de comenzar una guerra con todo el mundo, el Partido Nazi intentó exterminar judíos, homosexuales, discapacitados y ancianos. Afortunadamente, los Aliados derrotaron a los nazis y a Hitler en 1945 ... ¿o sí?

Algunos creen que en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial escaparon hasta 250,000 altos oficiales en el Partido Nazi, tal vez incluso Hitler, en submarinos alemanes. Pero, ¿dónde se habrían ido? Algunos dicen que fueron a Argentina, protegidos por la administración simpatizante de Juan Perón, pero otros creen que escaparon a una base secreta en la Antártida que ya estaba desarrollando armas nuevas y poderosas. Cosas que no quieren que sepas: los anfitriones Matt Frederick y Ben Bowlin observan todas las teorías, y los hechos, en el podcast ¿Realmente hicieron los nazis los ovnis?



Poco después de que terminó la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos montó una gran expedición a la Antártida llamada Operación Highjump. No era la primera vez que los Estados Unidos iban allí: ya en la década de 1800, equipos científicos de varios países intentaban explorar, mapear y obtener dominio sobre el último continente deshabitado. Pero el tamaño de Operation Highjump superó a todos los demás; más de 4,000 personal de los EE. UU., más docenas de aviones y naves fueron parte de la expedición dirigida por el Almirante Richard Byrd. Aunque la misión estaba pensada para durar de seis a nueve meses, terminó abruptamente después de una sola.

Los teóricos de la conspiración creen que terminó porque el contingente estaba siendo constantemente bombardeado por la artillería, y los hombres sufrieron grandes bajas. Byrd fue citado en la prensa chilena diciendo que se encontraron con un nuevo enemigo que "podría volar de polo a polo a velocidades increíbles", aunque los EE. UU. No confirmarían su información. Y lo que es más, existen varios informes de pilotos que vieron OVNIs: aviones planos tipo disco que los persiguieron, pero nunca dispararon contra ellos. También informaron bolas de luz que siguieron sus aviones.

Los pilotos los llamaron "luchadores foo", y supuestamente estos ovnis fueron capaces de cerrar las capacidades de bombardeo de sus aviones. ¿Vinieron estos ovnis de Neuschwabenland, la base nazi secreta construida en la década de 1930, alardeada por el gran almirante alemán Karl Dönitz en 1943? ¿Acaso todos los brillantes pero retorcidos científicos involucrados en las atrocidades nazis realmente se agazaparon en la desolación congelada del Polo Sur para continuar inventando nuevas armas, invisibles para el mundo? ¿O para hacer contacto con extraterrestres reptiles que compartieron su avanzada tecnología?

La historia oficial de los Estados Unidos con respecto a la Operación Highjump es que solo un avión se estrelló, matando a tres pilotos. Y es cierto que los nazis montaron su propia expedición a la Antártida en 1938, aunque no necesitaron suficiente personal para construir gran parte de nada, mucho menos una base tecnológicamente avanzada capaz de crear ovnis.

Entonces, ¿por qué estaban allí en 1938? ¿Y cómo explicaron el Ejército y la Marina de EE. UU. Esas bolas de luz que muchos pilotos informaron haber visto durante la Operación Highjump? ¿Estaban siendo perseguidos por OVNIS? ¿O acaso solo era el fuego de San Telmo? Escuche todo el podcast mientras Matt y Ben analizan todos los detalles de nazis, ovnis, señores reptilianos y Adm. Byrd y decide por sí mismo si la teoría de Neuschwabenland realmente contiene agua ... o, um, hielo.


lunes, 4 de diciembre de 2017

Libro: La Antártida dentro de las pretensiones británicas

Parque del Sur


Abriendo un cuarto vacío

The Economist




Antarctica: A Biography. By David Day. Oxford University Press USA; 614 pages; $34.95 and £25. Buy from Amazon.com, Amazon.co.uk
ANTÁRTIDA es el único continente donde nunca ha habido guerra. No se permite ninguna actividad militar allí y la investigación científica es una prioridad. Definidas como todas las plataformas de hielo y tierra al sur de la latitud 60 grados al sur, los 5,5 millones de millas cuadradas (14,2 millones de kilómetros cuadrados) de la masa de tierra más fría, seca, ventosa y remota del mundo están protegidos por el Tratado Antártico, que entró fuerza en junio de 1961 y designó a la tierra como "una reserva natural, dedicada a la paz y la ciencia".

No siempre fue así, escribe David Day, autor, historiador e investigador asociado de la Universidad La Trobe en Melbourne. Sólido como un bloque de hielo antártico en sí mismo, pero no menos legible para él, su último libro se basa en cinco años de investigación meticulosa para contar la historia del esfuerzo humano en la Antártida, el último continente en ser descubierto. Pinta un conmovedor cuadro biográfico de los personajes involucrados, las extenuantes expediciones emprendidas y las rivalidades entre las naciones mientras corrían para cartografiar el continente y reclamar posesión de él.

El Sr. Día comienza con el Capitán James Cook quien, a bordo de la Resolución en 1773, se convirtió en el primer hombre en cruzar el Círculo Polar Antártico. Aunque el mar cubierto de hielo le impidió acercarse lo suficiente como para ver la masa terrestre de la Antártida, las rocas en icebergs demostraron su existencia. Sin embargo, Cook no creía que valiera la pena explorar el área. "Tendré valor para decir que el mundo no se verá beneficiado", afirmó.
Pasaron otros 47 años antes de que finalmente se viera la Antártida. En 1820, el capitán Fabian Gottlieb von Bellingshausen, un oficial naval ruso, navegó su corbeta, el Vostok, a menos de 32 kilómetros del continente antártico. Navegando en la estela de Cook y Bellingshausen hay una gran cantidad de aventureros antárticos, sus personajes y esfuerzos cobran vida gracias a la enérgica escritura del Sr. Day. Entre ellos se encuentran John Davis, el sellador estadounidense cuya tripulación pisó por primera vez el continente; Sir James Clark Ross, quien descubrió la plataforma de hielo que lleva su nombre hoy; Carsten Borchgrevink, quien dirigió la primera expedición para pasar el invierno en la Antártida; y, por supuesto, los tres hombres que siempre estarán asociados con el continente, Robert Falcon Scott, Roald Amundsen y Sir Ernest Shackleton.
Además de describir los grandes logros humanos en la era del descubrimiento antártico, Day explora la rivalidad política moderna en el continente. Él es particularmente bueno en la decisión secreta tomada por Gran Bretaña en 1919 subrepticiamente para reclamar toda la Antártida por su imperio, y también en la decisión poco conocida del presidente Roosevelt de colonizar la Antártida en 1939 para adelantarse a los australianos, japoneses y alemanes. un movimiento que condujo al establecimiento de las 70 estaciones de investigación permanentemente habitadas de la Antártida.

El futuro de la Antártida como reserva natural de ninguna manera está asegurado. Mientras que el tratado diseñado para protegerlo ciertamente ha preservado la paz y ha servido como ejemplo de cooperación entre naciones, la perspectiva de depósitos minerales y de petróleo bajo la capa de hielo de la Antártida está atrayendo la atención de países hambrientos de recursos y grandes empresas. Además, grupos ambientalistas, científicos y turistas hacen sus propias demandas. Como Mr. Day escribe al final de este excelente relato, "Durante siglos, la Antártida desafió el enfoque del hombre. Ahora sus peligros y sus terrores han sido ampliamente conquistados. Solo su futuro permanece desconocido ".

domingo, 19 de febrero de 2017

Fuerza Aérea Argentina: Primer vuelo transpolar transcontinental


Primer vuelo transpolar transcontinental 

Desde un principio la Fuerza Aérea Argentina comprendió el papel preponderante que la aviación tendría en el Continente Antártico. 

Además de las importantes misiones de traslado de pasajeros, carga, correspondencia; rescate y evacuación de enfermos, reconocimiento glaciológico y meteorológico, apoyo a la ciencia en general, etc., siempre estuvo presente en la planificación de los hombres de la Fuerza Aérea la posibilidad de realizar vuelos transpolares con el objeto de abrir nuevas rutas aéreas que acercaran a la Argentina con otros países de Oceanía y Oriente a través de la Antártida. 

 

El “Primer Vuelo Transpolar Transcontinental”, que estuvo al mando del Vicecomodoro D. Mario Luis 
OLEZZA, líder y alma mater de esta empresa, se realizó en noviembre de 1965 por un avión bimotor Douglas C-47, matrícula TA-05, denominado “El Montañés”, que había partido de la I Brigada Aérea con asiento en El Palomar, provincia de Buenos Aires, el 20 de septiembre de 1965 con destino a Rió Gallegos en la provincia de Santa Cruz. 

Este avión fue modificado y preparado para esta misión por Ingenieros y Técnicos Argentinos, bajo la responsabilidad del Capitán Ricardo FERLUGA, que entre otras modificaciones se le agregaron en su cono de cola una turbina Turbomeca Marboré II del reactor de caza Morane Saulnier MS-760 París, y se le instalaron soportes para el empleo de cohetes Jatos para darle mayor empuje en el despegue y se transformó en una máquina aérea que tenia los tres tipos de impulsores que se conoce en el mundo; explosión, turbina y cohete. 

 

Después de unos días en espera de condiciones meteorológicas favorables, el avión despegó rumbo a la Antártida con destino a la Base Matienzo, anevizando el 27 de septiembre; desde donde realizó algunos vuelos de reconocimiento y lanzamiento de carga y correspondencia en paracaídas sobre las bases Brown, Decepción y la Base Chilena Aguirre Cerdá. 

Como en otras oportunidades, apoyaron la travesía del TA-05, los aviones Avro Lincoln matrícula B-022, el anfibio Grumman Albatros matrícula BS-02 y el Douglas C-54, matrícula TC-48, que mientras permaneció sobrevolando la Base Matienzo, arrojó en paracaídas 2500 kg. de carga sobre la Barrera de Larsen que rodeaba la misma. 

El día 2 de octubre de ese mismo año el TA-05, pese a que tenía inconvenientes técnicos en uno de sus amortiguadores, partió hacia la Base Belgrano, ubicada en la Barrera de Hielos Filchner en los 77º50'S y 38º32'W para realizar la búsqueda del avión Cessna 180 U-17A, matrícula AE-205 del Ejército Argentino, denominado “Alita de Cuero”, accidentado en la ruta de la Base Belgrano a la Base Científica de Ejército Sobral, ubicada unos 420 km. más al sur, trasladando en este vuelo al Coronel Jorge Edgard Leal, que días después, comandó la primer expedición terrestre al Polo Sur. 

 

Después de dos días de intensa búsqueda del avión accidentado y cuando quedaban pocas esperanzas de su localización, a setecientos metros del mismo, fueron localizados el piloto, Sargento Ayudante Julio Germán Muñoz , junto al Teniente Adolfo Eugenio GOETZ, Sargento 1º Adolfo Oscar Moreno y Cabo 1º Isabel Leonardo Guzmán, quienes al no poder comunicarse se encontraban desahuciados al no saber que los estaban buscando e intentaban regresar a la Base por sobre la barrera de hielo, en una zona de grietas ubicadas a 86 km. del punto de partida. 

 

Ante la imposibilidad de realizar un anevizaje en el lugar, desde el TA-05 se les arrojaron cinco bultos con alimentos y equipos necesarios para la supervivencia que les permitió continuar la marcha; anevizando en la Base Belgrano, con el amortiguador izquierdo roto, pero con la satisfacción del deber cumplido. 
Ante esta emergencia surgida por el TA-05, el avión cuatrimotor Avro Lincoln, matrícula B-002,  cumpliendo la Orden de Operaciones “Socorro”, después de un segundo intento despegó de la Base de Río Gallegos el día 29 de octubre de 1965, sobrevoló la Base Belgrano durante treinta minutos y arrojó varios bultos en paracaídas, entre ellos elementos necesarios y repuestos para reparar la avería del TA-05, regresando de esta proeza a Río Gallegos, después de haber recorrido por sobre mar y hielos 6700 km durante 20 horas y 37 minutos de vuelo. 

 

Ese mismo día, con la información meteorológica de la ruta brindada por el avión Avro Lincoln B-002, se le unieron en la Base Belgrano al TA-05 los dos pequeños aviones monomotores DHC-2 “Beaver” matrículas P-05 y P-06, provenientes de la Base Matienzo, que cubrieron una distancia de 1800 km. en 10 horas y 30 minutos de vuelo. 

 

Antes de emprender el vuelo hacia el Polo Sur, el C-47 TA-05 y los Beaver P-05 y P-06, instalaron un depósito de combustible en los 84ºS y 40ºW, para el apoyo a la expedición terrestre Argentina, que había partido el 26 de octubre rumbo al Polo Sur. 

 

El día 3 de noviembre de 1965 los tres aviones partieron de la Base Belgrano arribando al Polo Sur, a los 90º de latitud sur, después de nueve horas de vuelo, cuando la temperatura era de 55º C bajo cero, cumpliéndose así una hazaña sin precedentes, la primera etapa de esta arriesgada misión. 

TRIPULACIÓN DEL AVIÓN DOUGLAS C-47 matrícula TA-05 

Comandante Mario Luis OLEZZA 01 de noviembre de 2004 
Capitán Carlos Felipe BLOOMER REEVE 
1er. Teniente Roberto Cándido TRIBIANI 
Suboficial Principal Guillermo HAUSSER 01 de noviembre de 2004 
Suboficial Ayudante Miguel Amado ACOSTA 01 de noviembre de 2004 
Suboficial Ayudante Juan Carlos RIVERO 01 de noviembre de 2004 
Cabo Primero José Gerardo MATEOS 01 de noviembre de 2004 
Sargento Ayudante (EA) Julio Germán MUÑOZ 01 de noviembre de 2004 

TRIPULACIÓN DEL AVIÓN DHC-2 BEAVER matrícula P-05 

1er. Teniente Eduardo FONTAINE 01 de noviembre de 2004 
Suboficial Principal Juan Carlos NASONI 01 de noviembre de 2004 

TRIPULACIÓN DEL AVIÓN DHC-2 BEAVER matrícula P-06 

Comandante Jorge Raúl MUÑOZ 01 de noviembre de 2004 
1er. Teniente Alfredo Abelardo CANO 

El 1er. Teniente Alfredo Abelardo CANO al llegar al Polo Sur pasó a volar en el Douglas C-47 TA-05 y el Suboficial Ayudante Miguel Amado ACOSTA el Beaver P-06, quien regresó con este avión a la Base Belgrano. 
Cabe destacar que esta hazaña en los hielos antárticos no tuvo la repercusión que merecía en la opinión pública en general, en virtud que en el Caribe, ocurría el accidente aéreo que enlutaba a los argentinos, donde desaparecieron a bordo del avión TC-48, su tripulación y pasajeros, entre ellos, más de medio centenar de jóvenes cadetes de la Escuela de Aviación Militar. 

 

El 11 de noviembre el avión Douglas C-47, matrícula TA-05 continuó solo su vuelo transantártico con rumbo norte, hasta la Estación McMurdo de los Estados Unidos, ubicada del lado opuesto al Sector Antártico Argentino, a las orillas del mar de Ross, donde anevizó después de cinco horas y media de vuelo, completando de esta forma la primera travesía de la Antártida por parte de un avión argentino. 

Días después, el 25 de noviembre el TA-05 despegó de McMurdo sobrevolando el Polo Sur, donde se le unió a los monomotores Beaver P-05 y P-06 que habían permanecido en la Estación del Polo Sur; aterrizando en la Base Belgrano luego de recorrer 2.822 km. en un tiempo de vuelo de casi catorce horas, para finalmente regresar en vuelo a la Base Matienzo, Río Gallegos y Buenos Aires. 

Los Beaver tuvieron que hacer escala en la Base Sobral debido a las condiciones meteorológicas adversas que se presentaron en la ruta y finalmente arribaron a la Base Belgrano el 28 de noviembre. 

Luego de realizar algunos vuelos en la zona, los monomotores fueron desarmados y embarcados en el Rompehielos ARA "General San Martín" con destino a Buenos Aires. 

 

El 8 de diciembre el TA-05 voló desde la Base Belgrano a la Base Matienzo y el día 18 de ese mismo mes cubrió la última etapa entre Base Matienzo y la Base Aérea Río Gallegos, completando así el Doble Vuelo Transpolar Transantártico y el apoyo a la primera Patrulla terrestre al Polo Sur, dando por terminada la Operación SUR-CAMA. 

MISIÓN CUMPLIDA. 

Base Marambio


domingo, 4 de diciembre de 2016

Antártida: Los héroes científicos de las primeras exploraciones

Los exploradores antárticos ayudan a hacer descubrimientos, 100 años después de sus épicas aventuras
Phys,org


Una de las primeras fotografías aéreas de la Antártida, esta imagen se obtuvo de un globo en 1901. Muestra el buque de Erich von Drygalski, cuyos cuadernos de bitácora fueron utilizados en el estudio. Crédito: Administración Nacional Oceánica y Atmosférica / Departamento de Comercio

Los héroes de la exploración antártica han jugado un papel crucial en la investigación que sugiere que el área de hielo marino alrededor de la Antártida apenas ha cambiado de tamaño en 100 años.

Las observaciones de hielo registradas en los diarios de navegación de exploradores como el capitán británico Robert Scott y Ernest Shackleton y el alemán Erich von Drygalski se han utilizado para comparar dónde estaba el borde de hielo antártico durante la Edad Heróica de la Exploración Antártica (1897-1917) y Donde los satélites muestran que es hoy.
El estudio, publicado en la revista European Cryptosphere, sugiere que el hielo marino antártico es mucho menos sensible a los efectos del cambio climático que el del Ártico, que en marcado contraste ha experimentado un dramático declive durante el siglo XX.
La investigación, realizada por científicos del clima de la Universidad de Reading, estima que la extensión del hielo marino de verano en la Antártida es como mucho 14% menor ahora que a principios del siglo XX.
Jonathan Day, quien dirigió el estudio, dijo: "Las misiones de Scott y Shackleton son recordadas en la historia como fracasos heroicos, pero los datos recopilados por estos y otros exploradores podrían cambiar profundamente la forma en que vemos el flujo y el reflujo del hielo marino antártico.
"Sabemos que el hielo marino en la Antártida ha aumentado ligeramente durante los últimos 30 años, desde que comenzaron las observaciones por satélite." Los científicos han estado tratando de entender esta tendencia en el contexto del calentamiento global, pero estos nuevos hallazgos sugieren que puede no ser nada nuevo.
"Si los niveles de hielo eran tan bajos hace un siglo como se estima en esta investigación, entonces un aumento similar podría haber ocurrido entre entonces y la mitad del siglo, cuando estudios previos sugieren que los niveles de hielo eran mucho más altos".
El nuevo estudio publicado en The Cryosphere es el primero en arrojar luz sobre la extensión del hielo marino en el período anterior a la década de 1930, y sugiere que los niveles en los primeros años del 1900 eran similares a los actuales, entre 5.3 y 7.4 millones de kilómetros cuadrados. Aunque una región, el mar de Weddell, tenía una cubierta de hielo significativamente más grande.
Las estimaciones publicadas sugieren que la extensión del hielo marino antártico fue significativamente mayor durante la década de 1950, antes de que una pronunciada declinación la devolvió a unos 6 millones de kilómetros cuadrados en las últimas décadas.
La investigación sugiere que el clima de la Antártida puede haber fluctuado significativamente a lo largo del siglo XX, balanceándose entre décadas de cubierta de hielo alta y décadas de cubierta de hielo baja, en lugar de soportar una tendencia a la baja constante.
Este estudio se basa en los esfuerzos internacionales para recuperar los datos meteorológicos y climáticos de los cuadernos de navegación de los buques. El público puede ofrecerse voluntariamente para rescatar más datos en oldweather.org.
Day dijo: "El Océano Austral es en gran medida un" agujero negro "en lo que respecta a los datos históricos sobre el cambio climático, pero las futuras actividades planeadas para recuperar datos de barcos navales y balleneros nos ayudarán a entender las variaciones climáticas pasadas y qué esperar en el futuro."
El capitán Scott murió junto con su equipo en 1912 después de perderse por ser el primero en llegar al Polo Sur en cuestión de semanas, mientras que el buque de Shackleton se hundió después de quedar atrapado en el hielo en 1915 mientras él y su tripulación viajaban para intentar la primera cruz - Caminata antártica.
Además de utilizar los diarios de navegación de tres expediciones dirigidas por Scott y dos por Shackleton, los investigadores utilizaron registros de hielo marino de misiones belgas, alemanas y francesas, entre otros. Pero el equipo no pudo analizar algunos cuadernos de registro del período de la Edad Heroica, que aún no han sido capturados ni digitalizados. Éstos incluyen los expedientes de la expedición antártica noruega de 1910-12 conducida por Roald Amundsen, la primera persona a alcanzar ambos polos del sur y del norte.


  • Edinburgh, T. and Day, J. J.: "Estimating the extent of Antarctic summer sea ice during the Heroic Age of Exploration":http://www.the-cryosphere.net/10/2721/2016/, The Cryosphere, DOI: 10.5194/tc-10-2721-2016, 2016 

martes, 30 de agosto de 2016

Antártida Argentina: El primer mensaje desde el hielo

30 de MARZO de 1927 
Primer Enlace Radiotelegráfico con la Antártida 

El 30 de marzo de 1927 es fecha histórica, que fue cuando se escucharon por primera vez en la Antártida los sonidos del alfabeto Morse; paso fundamental en el desarrollo de las comunicaciones en aquellas latitudes, ese día en el Observatorio Meteorológico de las islas Orcadas del Sur, se inauguro oficialmente la Estación Radiotelegráfica Orcadas (LRT). 

El radiotelegrafista Suboficial de la Armada Argentina, Emilio Baldoni, estableció contacto por primera vez desde la Antártida y fue con la Estación LIK de Ushuaia, la ciudad mas austral del mundo y a través de ella con Buenos Aires. 

Esto probaba algo que hasta el momento no se sabia si era factible, ya que la distancia y las inclemencias del tiempo eran factores desfavorables para la radiotelegrafia, teniendo en cuenta los equipos de aquella época. 

Cabe destacar, que desde el 22 de febrero del año 1904, fecha en que se iniciaron las actividades permanentes en la Isla Laurie del grupo de Islas Orcadas, actual Base Orcadas de la Antártida Argentina, hasta el 30 de marzo de 1927, es decir, durante veintitrés años, nuestros Antárticos perdían el contacto con el resto del mundo durante mas de un año, desde que los dejaban en buque hasta el relevo anual, ya que no tenían ningún medio de comunicación. 

Durante las once noches anteriores a este acontecimiento, desde la Isla Laurie, donde se encuentra la Base Orcadas, el Jefe de la expedición José Manuel MONETA, junto a Miguel Ángel JARAMILLO, Pedro Martín CASARIEGO, Luis FALICO y Conrado BECKER, alentaban al radiotelegrafista Emilio BALDINI, que impulsando el manipulador con su firme puño transmitía repetidamente al éter: "CQ... CQ...CQ... de LRT... LRT... LRT... Orcadas, Orcadas, Orcadas", que en texto claro significa "Llamada general de las islas Orcadas del sur... de las islas Orcadas....", siguiendo con el texto: "Contesten llamadas muy largas para poder sintonizar... llamada de Orcadas del sur...". 

 

Cuando ese histórico día 30 de marzo de 1927 se percibieron los sonidos Morse de las letras: "LRT... LRT..." y se repetía en rítmicos intervalos, gritaron todos la unísono "Nosotros..." Nosotros... Al fin... Al fin...", la pregunta era ¿Quien nos llama? y de inmediato se pudo escuchar "LRT... LRT... de LIK... LIK... LIK..."; exclamando todos a un mismo tiempo "Nos llaman de Ushuaia". 

Una vez entablada la comunicación, LIK Ushuaia contestaba: "Los escucho muy bien. Hace una semana que estoy oyendo sus llamados y que les contesto", después manifestó: "El personal de esta estación de radio Ushuaia desea que todos ustedes se encuentren bien. Esperamos todo su trabajo. Déme los mensajes que tengan, los retransmitiré en seguida. Los espero...." 

El Jefe de la expedición, señor MONETA tomo los formularios de telegramas y, rápidamente escribió un mensaje al Presidente de la Nación, a los Ministros de Agricultura y de Marina y al Director General de Meteorología, de quien dependían. 

Con la satisfacción de haber obtenido este importante logro, MONETA descorcho una botella de champaña y una vez servido levantaron las copas y dijo "Muchachos... Ya tenemos comunicación con el Continente y este éxito se debe a todos por igual... Muchachos... Ya no estamos todos solos... Arriba todos.. Y viva la Patria". 

Al día siguiente de aquella memorable comunicación BALDONI recibió cinco despachos, el primero fue del señor Presidente de la Nación Argentina D. Marcelo Torcuato de Alvear, las contestaciones oficiales de las autoridades, pero sin duda el mas importante fue el lacónico telegrama que decía así: "Moneta, Jefe Expedición. Islas Orcadas" - "Familias de todos bien” - "PLATE. Director Meteorología". 

De esta forma se rompía el aislamiento orcadense, los datos del tiempo de ese apartado rincón de la patria se empezaron a transmitir de inmediato a Buenos Aires para ser utilizados en los pronósticos, junto con la información proveniente del resto del país. 

El Observatorio siguió creciendo paso a paso, sus instalaciones se fueron ampliando a medida que las necesidades del personal se hacían mayores y las actividades técnico-científicas se incrementaron y nuevos equipos e instrumentos fueron reemplazando a los primitivos aparatos usados por los primeros observadores de 1904. 

En ese sentido la conquista lograda por BALDINI alentó a los radioaficionados argentinos en la búsqueda de nuevas soluciones al problema de las comunicaciones acorde con los tiempos que corrían. 

 

Los esfuerzos realizados a partir de ahí se vieron coronados en noviembre de 1940 con la transmisión de la primera comunicación hablada que se verifico entre el observatorio de la isla Laurie del grupo de islas Orcadas y la ciudad de Lanús. 

Después de muchos ensayos el radiooperador José CONCIGLIA con característica LU9DZ, logró comunicarse con Esteban MILANESI, radioaficionado que operaba desde la ciudad de Lanús con característica LU7ET. 

Merece destacarse la colaboración técnica de Pedro I. NOIZEAUX, Administrador adjunto de Transradio Internacional quien facilito los elementos moduladores que fueron acoplados al transmisor utilizado en aquella época en el Observatorio. 

 
 

Quedaba inaugurada la era de la transmisión de la palabra por conversación modulada. 
Con este mensaje, se le rinde homenaje a todos aquellos hombres que desde hace mas de cien años, dieron parte de su vida en aquellas tierras heladas, para el bien de la ciencia y de nuestra Patria.


Fundación Marambio