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jueves, 1 de agosto de 2024

SGM: Cuando quisieron matar a Churchill y mataron a un actor en vez

Espionaje, un mensaje de Churchill para Franco o una confusión: por qué los nazis mataron al famoso actor británico Leslie Howard

Participó en numerosas películas y obras de teatro, pero la fama total le llegó con el papel de Ashely Wilkes en “Lo que el viento se llevó”. En 1943 el avión en el que viajaba fue derribado por la Luftwaffe. ¿Creían que el premier británico iba a bordo o el objetivo era Howard? El misterio continúa ocho décadas después

Leslie Howard alcanzó la fama en "Lo que el viento se llevó"

Era un gran actor, porque todos los actores británicos llevan una molécula del ADN de Shakespeare en las venas. Pero no supo que lo era hasta que fue un chico grande y después de jugarse la vida en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Hizo una gran carrera, acaballado en el nacimiento del cine sonoro y el boom mundial que eso implicó; tenía cuarenta y seis años en 1939 cuando conquistó Hollywood, ya casi un galán maduro, como coprotagonista de una leyenda del cine: “Lo que el viento se llevó”, encarnando al gran amor de Scarlett O’Hara, muchacha caprichosa si las hubo, metida en la piel de Vivien Leigh. Leyenda pura.

Leslie Howard, el británico trasplantado al cine americano, pudo ser un grande en aquella industria bulliciosa y millonaria, pero el 1 de junio de 1943, los nazis ametrallaron el avión que lo llevaba desde Portugal a Londres frente a las costas gallegas de La Coruña. Su cuerpo, y el de los otros dieciséis ocupantes de la nave -cuatro eran tripulantes- nunca fue recuperado. Entre ellos estaba el de un misterioso viajero, rechoncho, que fumaba puros y de alguna forma se parecía mucho a Winston Churchill. El primer ministro británico andaba por esas márgenes de Europa en aquellos días, porque regresaba del norte de África después de entrevistarse con Franklin Roosevelt; había hecho escala en Gibraltar en su viaje de retorno al 10 de Downing Street.

La muerte de Leslie Howard se adjudicó siempre a un yerro de los espías alemanes que confundieron, o quisieron confundir, o les importó nada confundir a Churchill con un señor muy parecido al primer ministro. Junto a Howard viajaba su agente, Alfred Chenhalls, que era robusto, solía fumar puros y, muy bien mirado, podía parecerse en algo a Churchill. Fue eso, o el señor muy parecido a Churchill era otro, el legendario doble que siempre le adjudicaron a Churchill y que era candidato seguro a la muerte en caso de un atentado contra el primer ministro. Pero eso también es leyenda: no hay evidencias de que haya existido un doble de Churchill, salvo la pergeñada en la película “El águila ha llegado”, sobre novela de Jack Higgins.

El famoso actor murió en 1943, cuando los nazis derribaron el avión en el que viajaba

Churchill sí tuvo un doble, pero no físico: era un imitador, un tipo que sacaba perfecto la voz del primer ministro; se llamaba Norman Shelley, era un actor del montón, con la molécula de Shakespeare es verdad, y que murió de un infarto en una estación de subte en 1980. El famoso discurso que se escucha, vibrante y sonoro, pronunciado el 4 de junio de 1940 por Churchill, “lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza en el aire, defenderemos nuestra isla a cualquier costo. Lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; jamás nos rendiremos”, ese discurso que se escucha no es Churchill, es Shelley.

Para volver al gran Leslie Howard, hay algo más que hace de su muerte una leyenda: tal vez los nazis lo mataron porque pensaban que en ese avión volaba Churchill. Pero también es posible que lo hayan asesinado porque Howard era un poco espía. Con el espionaje pasa lo mismo que con la muerte: no se puede estar un poco muerto, no se puede ser un poco espía. Pero Howard era, en todo caso, un propagandista, un tipo que había apartado un poco su carrera de actor para volcarse a la defensa de su país; daba conferencias pro británicas en la Europa no ocupada por los nazis.

Dice la leyenda que su último viaje encerraba una especie de misión secreta que había sido encargada o por el MI5, o por el propio Churchill: entrevistarse en España con Francisco Franco para pasarle un mensaje del primer ministro que le sugería, recomendaba o pedía que no entrara en la Segunda Guerra y mucho menos del lado alemán. Ni falta que hacía: Franco, que había salido triunfante de la Guerra Civil Española en 1939 no tenía intención de soportar más guerra. Apoyó todo lo que pudo a los nazis, permitió el reabastecimiento de sus submarinos por ejemplo, y se abrazó a Hitler en Hendaya, pero sin hundir a España en otro conflicto.

La supuesta misión de Leslie Howard ante Franco tiene un viso de realidad. Y la probable muerte del actor a manos de los nazis porque los alemanes sospecharon que en ese avión volaba Churchill, también tiene visos de realidad. Sobre todo porque en sus frondosas memorias sobre la Segunda Guerra, que le valieron el Nobel de Literatura, Churchill hace mención a Howard y le rinde un homenaje sentido: es el único actor del que Churchill habla en sus memorias.

Leslie Howard interpretó a Ashely Wilkes en "Lo que el viento se llevó"

¿Quién era Leslie Howard? Había nacido en junio de 1893, era hijo de un corredor de comercio, fue empleado de banco y, a los veintiún años, con el estallido de la Primera Guerra, sirvió en la caballería del ejército británico. Padeció algunas dolencias psíquicas por el estrés del combate, un médico le recomendó que, a manera de terapia, se dedicara a la interpretación y estaba sin trabajo y en la pobreza cuando llegó la paz. Se acercó entonces al teatro para descubrir que tenía un potencial insospechado: tuvo un éxito inmediato y en 1921, a sus veintiocho años, se instaló en Hollywood que ya entonces era una meca para los actores: embrionaria, pero meca al fin. Para entonces, Howard estaba casado con Ruth Evelyn Martin y tenía un hijo, Ronald, que había nacido en 1918. En 1924 nacería su hija Leslie Ruth.

En Estados Unidos Howard filmó veinticuatro películas, entre ellas algunas muy famosas como “La Pimpinela Escarlata” y “El bosque petrificado”. El Nobel de Literatura, George Bernard Shaw le cedió su obra, “Pigmalión”, para que la llevara al cine: fue un gran éxito y la base para la película que en 1964 filmaron Audrey Hepburn y Rex Harrison, “My Fair Lady”, dirigida por George Cukor. Howard actuó en veinticinco obras de teatro en Broadway y vivió veinte años, de una costa a la otra del país, convertido en una celebridad. Humphrey Bogart le debe gran parte de su carrera: ambos habían hecho en teatro “El bosque petrificado” y Howard lo recomendó para la versión fílmica que también protagonizaron ambos junto a Bette Davis. Fueron muy amigos y Bogart llamó Leslie a una de sus hijas. La fama total le llegó con el papel de Ashely Wilkes en “Lo que el viento se llevó”.

La Segunda Guerra cambió su vida. Regresó a Londres, alternó entre Inglaterra y Estados Unidos y se centró en Europa. Una tesis, sostenida por el escritor español José Rey Ximena, es que Howard prestó servicios en el Grupo de Operaciones Especiales (SOE por su sigla en inglés) un organismo creado por Churchill para luchar contra Hitler. Era más bien un grupo de propaganda, más que de espionaje. O de propaganda y espionaje, que suelen estar emparentados. Rey Ximena lo explica en su libro “El vuelo del Ibis”, que narra la odisea de Howard que siguió con su actividad actoral en el cine americano, pero ya en películas que retrataban la guerra, como “Los invasores”, de 1941, “El gran Mitchell”, de 1942 y “Sangre, sudor y lágrimas”, también de 1942.

Churchill hizo mención a la muerte de Howard en sus memorias

En 1943, Howard viajó en mayo a España para dar una conferencia sobre Hamlet, la obra teatral de William Shakespeare, en el Instituto Británico de Madrid. La verdad es que en España y en Europa las cosas no parecían estar en una armonía tal capaz de escuchar una conferencia sobre Hamlet: la guerra se había dado vuelta, los nazis derrotados en Stalingrado en enero regresaban a Berlín perseguidos por el Ejército Rojo, los aliados preparaban la invasión a Sicilia y el ejército alemán empezaba a intuir con certeza que su guerra estaba perdida. Pero gustos son gustos y Howard anduvo por Portugal y España con sus conferencias sobre cine y los trágicos personajes de Shakespeare.

También llevaba la misión de hablar con Franco. Algunas cartas que Howard intercambió con el canciller británico Anthony Eden dan pie a pensar que esa misión existió y que, si no fue pedida por Eden, lo fue por Churchill. El mensaje que llevaba Howard para Franco tiene dos versiones: una afirma que se trataba de palabras de esperanza y fortaleza que ni falta ni gracia le hacían al dictador español; la otra afirma que la sugerencia británica era que Franco se mantuviera al margen de la guerra y de una eventual alianza con los nazis, a cambio del apoyo inglés para el reconocimiento internacional de su régimen. Esta es la más creíble de las dos hipótesis, aunque también es débil: Franco ya le había dejado en claro a Hitler, en octubre de 1940, que España no iba a formar parte del Eje.

La conferencia de Hendaya, en la que Franco se negó a aceptar la oferta de Hitler para participar de la guerra

Que Howard llevaba un mensaje del Foreign Office a Franco parece ser muy cierto: “Para eso había venido, no para dar conferencias”, le dijo a Rey Ximena la actriz Conchita Montenegro, poco antes de morir en 2007. Conchita Montenegro era Concepción Andrés Picado, una vedette y actriz de la época; había nacido en 1911 en San Sebastián y había triunfado como corista en París, donde se desnudaba en escena. Había sido amante de Howard y, a su muerte, lo había llorado como si hubiese sido su viuda y hasta guardó luto por él. Cuando Howard llegó a España, Conchita estaba en buenas relaciones con Ricardo Giménez Arnau -se casaría luego con él-, delegado de la Falange franquista en el Servicio Exterior, que fue quien le facilitó al actor un breve encuentro con Franco. Hay una versión del diálogo entre Franco y Howard que cubre la realidad: dice que ambos hablaron de un megaproyecto cinematográfico sobre la vida de Cristóbal Colón. Pese a su relación con Giménez Arnau, Conchita y Howard tuvieron un último encuentro apasionado en el Hotel Ritz de Madrid.

El 1 de junio de 1943, Howard, su agente Chenhalls y uno de los miembros del equipo de seguridad de Churchill, Gordon Thompson McLean, abordaron un avión de línea, identificado como avión civil, de la BOAC (British Overseas Airways Corporation) que se disponía a partir del aeropuerto de Portela, en Lisboa, rumbo a Londres. Era un Douglas DC3, bimotor, al que los pilotos habían bautizado “Ibis”, como la elegante ave adorada por los antiguos egipcios. ¿Pudo ser Thompson McLean un objetivo militar a abatir por los nazis, junto al “espía” Howard? En el avión viajaba también Wilfrid Israel, un activista germano-británico que en los nueve meses previos a la guerra, había salvado de la muerte en la Alemania nazi a una gran cantidad de chicos judíos. También había creado en Londres una organización destinada a sacar a judíos de la Alemania nazi y refugiarlos en Gran Bretaña. ¿Abatieron los nazis el avión en el que viajaba Howard porque en él viajaba Israel? ¿Creyeron de verdad que en ese vuelo viajaba Churchill, que había visitado África y Gibraltar y bien podía haber llegado a Lisboa para regresar a Londres?

En el momento en el que el Douglas DC3 “Ibis” despegaba de Portela, ocho bombarderos alemanes Junkers Ju 88 de la 40ª Escuadrilla despegaron de una base nazi en Burdeos, Francia. Los alemanes giraron al sur y entraron en el Golfo de Vizcaya con la misión de dar escolta a dos submarinos alemanes, pero el mal tiempo y pesados nubarrones los obligaron a desviarse y así quedaron en la ruta aérea del vuelo civil de la BOAC. A las 12.45, uno de los bombarderos al mando del teniente Herbert Hinze avistó al “Ibis” a la altura del Cabo Ortegal, en la gallega provincia de La Coruña. Hinze transmitió a sus compañeros de vuelo un mensaje: “Indios a las 11. A.A.”, en la convicción de que se trataba de un avión militar enemigo. El resto de la flota aérea nazi se ubicó encima y debajo del bimotor inglés y lo ametrallaron en las alas y el fuselaje. El Douglas DC3 se incendió, se partió y cayó al mar: murieron sus diecisiete pasajeros, incluido Leslie Howard, que tenía cincuenta años.

La historia oficial alemana hace agua por todos lados: no había forma de que el piloto de un bombardero, ni el resto de su escuadrilla de Junkers 88, confundieran un avión militar aliado, un único avión sobre el Cabo Ortegal, con un avión de línea de la BOAC, identificado con claridad como aeronave civil.

Hasta aquí la historia, condimentada con la sal y la pimienta de la conspiración, habida cuenta de que las casualidades no existen en estos casos. Sin embargo, al drama le falta un acto. Winston Churchill se refiere al episodio en sus fantásticas memorias de la Segunda Guerra. Y da pie a la versión de que en el vuelo que llevaba a Howard de regreso a Londres viajaba una persona a la que los espías nazis pudieron haber confundido con él. Dice Churchill:

“(…) Eden y yo regresamos por vía aérea haciendo escala en Gibraltar. Como mi presencia en el norte de África había sido ampliamente divulgada, los alemanes ejercían por doquier una vigilancia excepcional, y esto dio lugar a una tragedia que me afligió de un modo extraordinario. Cuando el avión regular de la línea comercial Lisboa-Londres se disponía a despegar del aeródromo de la capital portuguesa, un hombre de cuerpo rechoncho, que fumaba un cigarro, fue visto dirigirse a él, suponiéndose que se trataba de un viajero. En consecuencia, los alemanes comunicaron que yo me encontraba a bordo. Aunque estos aviones neutrales de pasajeros habían volado por espacio de muchos meses entre Portugal e Inglaterra sin ser molestados, y se habían limitado a un tráfico estrictamente civil, un avión de guerra alemán recibió al instante orden de salir e interceptarlo, y el indefenso aparato fue despiadadamente derribado. Perecieron trece pasajeros civiles, entre ellos el famoso actor británico Leslie Howard, cuyo arte y dotes han sido perpetuados para goce nuestro en los fotogramas de muchas y deliciosas películas en que tomó parte. La brutalidad de los alemanes no pudo ser igualada en este caso más que por la estupidez de sus agentes. Se hace difícil concebir cómo alguien pudo imaginar que yo, con todos los recursos de la Gran Bretaña a mi disposición, hubiera de hacerme reservar un pasaje en un avión neutral de Lisboa y efectuar el viaje a plena luz del día. Nosotros, por supuesto, dimos un amplio rodeo sobre el océano a poco de salir de Gibraltar y llegamos a la metrópoli sin incidentes. Fue para mí una dolorosa sorpresa enterarme de lo ocurrido a los infortunados pasajeros del avión, víctimas de los inescrutables manejos del destino”.

De inescrutables manejos del destino, nada. El de Churchill parece el homenaje de un combatiente a otro.


sábado, 27 de julio de 2024

Historia alternativa: Contribuciones desde el cine

Películas de historia alternativa: Influencias del género en el cine


EA Baker






Cuando se habla de historia alternativa, es natural pensar en literatura. A menudo pasamos por alto otro medio que ha contribuido prolíficamente al género: las películas. Las películas de historia alternativa, los falsos documentales de historia alternativa y los documentales de historia alternativa han ofrecido innumerables escenarios en los que nuestro mundo tomó un camino diferente. En este blog, me sumergiré en el ámbito de las películas de historia alternativa, respondiendo preguntas como qué es una película de historia alternativa y brindando ejemplos de ellas.

¿Qué es una película de historia alternativa?

Las películas de historia alternativa entran en el género más amplio de la ficción especulativa, y se centran en eventos históricos pero se apartan de la línea de tiempo real en coyunturas específicas, también conocidas como puntos de divergencia. Una película de historia alternativa explora los "qué pasaría si" de la historia, presentando una línea de tiempo alternativa donde ciertos eventos históricos tienen resultados diferentes. Estos escenarios hipotéticos a menudo representan cambios drásticos en la trayectoria de nuestro mundo, como un ganador diferente de una guerra crucial, un descubrimiento científico fundamental que ocurre antes o después, o un asesinato político importante que se evita.

Temas y tropos comunes en películas de historia alternativa


Las películas de historia alternativa suelen presentar temas o tropos recurrentes. Aquí hay dos que destacan:

Resultado alterado de las guerras

Uno de los temas más comunes es el resultado alterado de guerras importantes. Ya sea la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil estadounidense o la Guerra Fría, muchas películas de historia alternativa imaginan un vencedor diferente y los cambios posteriores en la política global. Los ejemplos incluyen Bastardos sin gloria y Patria.

Existencia de elementos de fantasía o ciencia ficción

Muchas películas de historia alternativa entrelazan acontecimientos históricos con elementos de fantasía o ciencia ficción. Esta combinación permite a los cineastas presentar períodos históricos familiares de formas drásticamente nuevas. Por ejemplo, Watchmen incorpora superhéroes en una versión alternativa de la década de 1980, mientras que Distrito 9 trae extraterrestres a la Sudáfrica de la década de 1980.

La intriga de los falsos documentales de historia alternativa

Un subconjunto intrigante de películas de historia alternativa es el falso documental de historia alternativa. Estas películas presentan eventos ficticios como si fueran documentales históricos reales, con entrevistas falsas, material de archivo y narración en off para dar un aire de autenticidad a la línea de tiempo alternativa que se está explorando.

Por ejemplo, como ya se mencionó, C.S.A.: The Confederate States of America (2004) de Kevin Willmott es un falso documental de historia alternativa que parte de la premisa de que el Sur ganó la Guerra Civil estadounidense. La película utiliza el formato de falso documental para explorar las inquietantes implicaciones de esta historia alternativa, arrojando luz sobre cuestiones profundamente arraigadas como el racismo y la desigualdad.

Historias personales en medio de cambios radicales

Si bien estas películas representan grandes cambios en las líneas de tiempo históricas, a menudo se centran en historias personales para impulsar sus narrativas. Ya sea un grupo de soldados rebeldes, un detective solitario o un burócrata del gobierno, estos personajes brindan una ventana íntima a una realidad alternativa más amplia. Red Dawn hace precisamente eso, siguiendo a un grupo de estudiantes de secundaria convertidos en guerrillas mientras luchan contra la invasión comunista de Estados Unidos durante una versión ficticia de la Tercera Guerra Mundial.

Profundizando en ejemplos de películas de historia alternativa

Hay muchos ejemplos de películas de historia alternativa, cada una de las cuales aporta perspectivas únicas y juega con la historia de maneras fascinantes. Bastardos sin gloria, de Quentin Tarantino, ofrece un ejemplo famoso de película de historia alternativa. En esta apasionante historia, Tarantino reimagina la Segunda Guerra Mundial con un grupo de soldados judíos-estadounidenses que conspiran para asesinar a Hitler, culminando con un desenlace muy diferente del registro histórico real. Otro ejemplo fascinante es Watchmen, dirigida por Zack Snyder. Esta película, basada en la novela gráfica homónima de Alan Moore y Dave Gibbons, está ambientada en una América alternativa de 1985 donde los superhéroes son parte de la sociedad cotidiana.

La contribución de los documentales de historia alternativa

Luego están los documentales de historia alternativos, que utilizan el formato de los documentales tradicionales para explorar escenarios hipotéticos de una manera más objetiva y basada en análisis.

The Man in the High Castle: Creando el mundo alternativo (2019) es un documental basado en la serie de Amazon The Man in the High Castle, en sí misma una historia alternativa donde las potencias del Eje ganaron la Segunda Guerra Mundial. El documental se sumerge en el proceso creativo de creación del mundo alternativo de la serie, desde el diseño de vestuario y decorados hasta las implicaciones geopolíticas de la victoria del Eje.

Una lista de 27 películas de historia alternativa

La historia alternativa y lo que se clasifica como tal en el mundo del cine está abierto al debate. Muchas películas que se interpretarían como ciencia ficción u otro género tienen elementos de historia alternativa. Así que no te tomes esta lista demasiado en serio. Aquí hay una lista de


Películas de "historia alternativa" que se remontan a los años 30:


Gabriel Over the White House (1933) -Una película única que presenta una historia alternativa de los Estados Unidos de la década de 1930, donde una experiencia cercana a la muerte transforma a un presidente mediocre en un líder dinámico que aborda la Gran Depresión con políticas agresivas.


Things to Come (1936) - Basada en el guión del propio H.G. Wells, esta película británica presenta un futuro alternativo donde una larga guerra conduce al colapso de la civilización y al surgimiento de un nuevo orden mundial.


It's a Wonderful Life (1946) - Aunque no es una historia alternativa tradicional, esta clásica película navideña le da a su protagonista un vistazo de una línea temporal alternativa en la que nunca nació, lo que afecta profundamente la historia de su ciudad.


When Worlds Collide (1951) - Esta película presenta una historia alternativa en la que los astrónomos descubren que una estrella rebelde y su planeta están en curso de colisión con la Tierra, lo que lleva a un esfuerzo global para construir una nave espacial que transporte a unos pocos al planeta que se aproxima.


The Time Machine (1960) - Basada en la novela de H.G. Wells, esta película imagina una línea temporal alternativa en la que es posible viajar en el tiempo, con el protagonista viajando hacia el futuro lejano.


The Day the Earth Caught Fire (1961) - Esta película británica presenta una realidad alternativa: las pruebas de armas nucleares alteran el eje de la Tierra, provocando desastres naturales y cambiando drásticamente el clima del planeta.



La Jetée (1962) - Esta película francesa es una historia posterior a la guerra nuclear sobre un hombre enviado de regreso para evitar el apocalipsis y presenta una línea de tiempo alternativa de nuestra historia.


It Happened Here (1964) - Esta película británica presenta una versión de la historia en la que Alemania invade y ocupa Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial.


The Boys from Brazil (1978) - En esta película, el infame Dr. nazi Josef Mengele ha sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial y está realizando experimentos genéticos en América del Sur para crear clones de Adolf Hitler.


The Philadelphia Experiment (1984) - Basada en la leyenda urbana del mismo nombre, esta película explora un experimento de la Segunda Guerra Mundial que envía a dos marineros en el tiempo hasta la década de 1980.


Red Dawn (1984) - Esta película imagina un escenario de la Guerra Fría donde Estados Unidos es invadido por la Unión Soviética y sus aliados cubanos y nicaragüenses.


Brazil (1985) - Dirigida por Terry Gilliam, esta película está ambientada en un mundo distópico donde la tecnología y la burocracia se vuelven locas, claramente diferente de nuestra línea de tiempo.



Poster for the movie Fatherland.

Fatherland (1994) - Basada en la novela de Robert Harris, esta película de HBO presenta una historia alternativa en la que la Alemania nazi ganó la Segunda Guerra Mundial.


The League of Extraordinary Gentlemen (2003) - Esta película crea una época victoriana alternativa donde personajes literarios famosos, incluidos el Capitán Nemo, el Dr. Jekyll y Dorian Gray, se unen para combatir las amenazas al Imperio Británico.



C.S.A.: The Confederate States of America (2004) - Presentada como un falso documental, esta película imagina un mundo en el que la Confederación ganó la Guerra Civil estadounidense y anexó los estados del norte.


The Day After Tomorrow (2004) - En esta película, el calentamiento global provoca una nueva edad de hielo, lo que provoca cambios catastróficos en el clima de la Tierra, una desviación notable de nuestra línea de tiempo actual.


Inglourious Basterds (2009) -La epopeya de la Segunda Guerra Mundial de Quentin Tarantino crea una línea temporal en la que un grupo de soldados judíos estadounidenses y el propietario de un cine francés conspiran para asesinar a Hitler.


Watchmen (2009) - Esta adaptación de la novela gráfica de Alan Moore presenta un 1985 alternativo donde los superhéroes existen y han cambiado el curso de la historia, incluida una victoria de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam.

District 9 (2009) - Una película de ciencia ficción que da una mirada alternativa a la historia, retratando un año 1982 alternativo en Sudáfrica.


Resistance (2011) - En esta película, el Día D fracasa y el Reino Unido es invadido y ocupado por la Alemania nazi.


Pride and Prejudice and Zombies (2016) - Esta película toma una obra literaria clásica e introduce un elemento histórico alternativo, donde una plaga de zombis azota la Inglaterra del siglo XIX.


The Shape of Water (2017) - La película ganadora del Premio de la Academia de Guillermo del Toro presenta un año alternativo de 1962, donde el gobierno de los Estados Unidos está realizando experimentos secretos con una criatura anfibia humanoide.


Overlord (2018) - Esta película presenta una historia alternativa de la Segunda Guerra Mundial, donde los soldados estadounidenses descubren horribles experimentos nazis que involucran fuerzas sobrenaturales.


Yesterday (2019) - La película de Danny Boyle trata sobre una realidad alternativa donde Los Beatles nunca existieron y solo un hombre recuerda sus canciones.


Once Upon a Time... in Hollywood (2019) - La película de Quentin Tarantino presenta una historia alternativa en torno a los asesinatos de la familia Manson en Hollywood de 1969.


The King's Man (2021) - Esta película es una precuela de la serie de películas Kingsman y muestra una historia alternativa de los peores tiranos y cerebros criminales del mundo que planean una guerra para acabar con millones.


Historia alternativa en la televisión

Como muestra la lista anterior, la historia alternativa es diversa y está llena de muchas películas que muchos no consideran “historia alternativa”. A menudo se clasifica como ciencia ficción, algo que analizo en este blog con más detalle que aquí. Independientemente de si están explorando las ramificaciones de un resultado diferente de las guerras o creando una línea de tiempo completamente nueva fuera de la realidad, estas películas nos brindan preguntas entretenidas que despiertan la imaginación. Pero el cine no es el único lugar donde se puede encontrar este tipo de pensamiento. En el próximo blog, cubriré los 10 mejores programas de televisión de historia alternativa.


lunes, 10 de agosto de 2020

Cine: La batalla de Argel

La batalla de Argel: UNA PELÍCULA PARA NUESTRO TIEMPO
La controversial película de Gillo Pontecorvo sobre el terrorismo sigue siendo pertinente escalofriantemente



DIGBY WARDE-Aldam | 1843 Magazine
En una noche caliente en una ciudad costera francesa, los peatones vestidos casualmente se aglomeran la longitud de un elegante paseo marítimo, llenando sus restaurantes y bares. De repente, una ambulancia acelera por la carretera, su sirena corte a través de la charla. Las puertas traseras se abrieron y un objeto blanco se lanza a la calle. Es el cadáver de un médico, que ha sido apuñalado. Los ocupantes de la ambulancia, luego empiezan a disparar contra la multitud, antes precipitándose a toda velocidad en un grupo de personas alojadas en una parada de autobús.
La escena, con gravedad que recuerda el ataque terrorista en Niza este verano, es la apertura a la película de Gillo Pontecorvo "La batalla de Argel". Lanzado por primera vez hace 50 años este otoño, que relata el episodio central de la guerrilla de ocho años llevada a cabo por los combatientes de la resistencia del Frente de Argelia de Liberación Nacional (FLN) contra el régimen colonial francés. Lo que comienza como una insurgencia de aficionados por una pareja de jóvenes en paro explota en la guerra urbana a gran escala. La administración francesa envía en el ejército para sofocar los disturbios, pero sólo consigue empeorar la situación: las bombas se plantan en bares, sospechosos de terrorismo son capturados y torturados y personas inocentes se tiran en la calle. Después de haber arrasado gran parte de la ciudad a la tierra y alienados incluso los menos politizados argelinos, los triunfos del ejército francés - pero su victoria es un hueco. Al cabo de dos años, los franceses son expulsados ​​de Argelia.


"La batalla de Argel", que el académico y crítico Edward Said describe como una de las mejores películas que se han hecho políticas, fue polémica tan pronto como salió. Con su estilo pseudo-documental y la representación franca de tácticas de guerrilla, que casi podría ser un manual para aspirantes a terroristas. De hecho, la banda Baader-Meinhof según los informes, grandes ventiladores. Fue famoso prohibida por el gobierno francés. En 1966, el país todavía estaba llegando a un acuerdo con su retirada de Argelia, cuatro años antes, y las autoridades estaban preocupados de que la película - respaldada por el gobierno de Argelia y al parecer favorable a la parte argelina de la historia - podría inspirar a los brotes de violencia revanchista . Grupos de extrema derecha eran demasiado preparado para hacer estallar la gente en venganza por lo que vieron como la traición de l'Algérie française y su millón de colonos europeos, la mayoría de los cuales habían huido a Francia después de la independencia.
Cuatro décadas después, la película se convirtió en famoso por una razón diferente. Poco después de la invasión de la coalición encabezada por Estados Unidos de Irak en 2003, el Pentágono llevó a cabo una proyección especial para los funcionarios y los expertos militares, presumiblemente para que pudieran aprender de los errores cometidos por el ejército francés. La película, explicó a los organizadores de la proyección, mostró cómo un país podría "ganar una batalla contra el terrorismo y perder la guerra de las ideas".
Sería una vergüenza si la controversia asociada con "La batalla de Argel" oscurecida cómo es consumado. A diferencia de otras películas políticas de la época - por ejemplo, la película de Jean-Luc Godard sobre la guerra de Argelia, "Le Petit Soldat", con sus discusiones filosóficas en boga - no ha salido con un poco. De pacy de Ennio Morricone, banda sonora mínima de piano y de tambores de marcha al guión escaso pero memorable, todavía se siente fresco.
Sorprendentemente, todos los actores Bar One - Jean Martin, que juega el comandante de paracaidistas filosófica Coronel Mathieu - eran aficionados. Sin embargo, nada se siente incómodo o poco natural. El diálogo se mantiene al mínimo y una voz en off de estilo noticiero se enchufa cualquier hueco en la narrativa.
Las dos actuaciones del stand-out son de Brahim Hadjadj, que se asemeja a un magrebí James Dean como el-pequeño-penal convertido en guerrillero de combate Ali La Pointe, y el propio casbah. travellings vertiginosos viento abajo sus pasos y callejones estrechos, a raíz de los paracaidistas franceses camuflados que persiguen guerrilleros adolescentes en un juego sangriento del gato y el ratón. escenas interiores son estrechos y sucios, la fotografía en blanco y negro granulado añadiendo a la sensación de claustrofobia. La película está tan lleno de suspenso que hace "Vértigo" mirada holgura. FLN miembros femeninos - disfrazados de mujeres francesas de moda - masticar sus uñas para talones de espera de las bombas se habían escondido en los cafés y bares de leche del barrio europeo para la detonación.
La película de Pontecorvo podría fácilmente se han convertido en una hagiografía simplista de la lucha de la independencia de Argelia, sin embargo, nadie sale de ella también. La violencia llevada a cabo por el FLN es horrible: policías se ejecutan de forma aleatoria en las aceras tranquilas y colaboradores son asesinados. Ambas partes hacen intentos de justificar lo que están haciendo, a menudo con una razón de ser escalofriantemente elocuente repiten: "? ¿Hay que [los franceses] permanecerá en Argelia", se pregunta el coronel Mathieu en una conferencia de prensa, tratando de hacer el caso para el uso de la tortura . "Si la respuesta es" sí ", entonces debe aceptar todas las consecuencias necesarias." Sin embargo, la ferocidad competitiva de sus ataques hace que sus grandiosas afirmaciones parecen tan hueca como las paredes falsas en el que el FLN esconderse del ejército francés.
El mensaje es claro: ningún razonamiento, sin embargo lúcido, puede explicar este tipo de violencia brutal. Pontecorvo era muy consciente de los peligros de la ideología. Nacido en una familia de judíos italianos, que rico, que se vio obligado a exiliarse y luego esconderse durante gran parte de la segunda guerra mundial. Un marxista de toda la vida, él mismo había participado en movimientos clandestinos en los últimos días de la República de Salo de Mussolini, pero dejó el partido comunista tras la invasión soviética de Hungría. La violenta represión del levantamiento significaba que podía no aceptar ciegamente la insistencia de la parte de que la URSS era un modelo de socialismo. Lejos de glorificar a la lucha por la independencia, su película es un estudio refrescante no partidista en cómo la gente se radicalizan, cómo la violencia engendra violencia y la facilidad con la sociedad civil puede deslizarse hacia el caos.

martes, 5 de febrero de 2019

SGM: El tormento del general Della Rovere


1.    El ídolo de San Vittore

Por Indro Montanelli
La verdadera historia que originó el gran film “El general Della Rovere”, protagonizado por De Sica.




PRINCIPIA mi historia el día 1 de marzo de 1944 en que su excelencia el general Della Rovere, íntimo amigo del mariscal Badoglio y consejero técnico del general británico Alexander, fue llevado a la prisión de San Vittore y colocado en una celda frontera a la mía. Se empeñaba el movimiento italiano subterráneo por entonces en desorganizar la corriente de reservas alemanas que marchaban al frente del Sur. Según supe, el general había sido capturado por los nazis en una provincia del Norte en momentos en que lo ponía en tierra un submarino aliado, para asumir allí las funciones de comandante de las operaciones de guerrilla. Me causó impresión el porte aristocrático del hombre. Hasta Franz, el brutal inspector germano de la prisión, se cuadró en actitud militar de atención ante él.
 
De todas las “fábricas de confesiones” que tenían los alemanes en Italia, la peor era la de San Vittore. Allí se llevaba a los prisioneros del movimiento secreto italiano que habían resistido el primer interrogatorio “de rutina”. Allí el comisario Mueller, de la Gestapo, y un puñado de especialistas de la SS —valiéndose de métodos celebrados en los anales de la tortura refinada—, arrancaban generalmente la información deseada hasta a los más obstinados.
Seis meses habían corrido desde el día en que me arrestaron. Había sido “interrogado” varias veces y me hallaba ya exhausto y desalentado, siempre pensando hasta cuándo podía resistir. En tal situación estaba, cuando un día uno de los guardianes italianos, Ceraso, descorrió el cerrojo de la celda y me dio una sorpresa anunciándome que el general Della Rovere deseaba verme.
La puerta de la celda del general estaba, como de costumbre, sin cerradura ninguna. Además, el distinguido prisionero disponía de un catre, en tanto que nosotros dormíamos en tablas desnudas. Inmaculadamente vestido y con su monóculo en el ojo derecho, el general me saludó cortésmente:
—¿El capitán Montanelli? Ya sabía antes de desembarcar que lo encontraría a usted aquí. El Gobierno de Su Majestad se interesa profundamente por la suerte de usted. Confiemos en que, aún al caer delante del pelotón alemán de fusilamiento, usted sabrá cumplir con su deber, el más elemental de sus deberes como oficial. Pero, por favor, no se incomode usted.
Sólo entonces me di cuenta de que había permanecido ante él en posición de “firmes”.
—Nosotros, los oficiales todos, vivimos vidas provisionales ¿no es  así? —me dijo el general—. Un oficial es, como dicen los españoles, un novio de la muerte.
Se detuvo aquí. Mientras lo veía pulir el monóculo con un pañuelo blanco, pensé que en ocasiones los apellidos reflejan la personalidad de quien los lleva. Della Rovere significa “del roble”, y este hombre, estaba claro, era de madera muy sólida.
—A mí ya me han sentenciado —continuó el general—. ¿A usted también?
—Todavía no, excelencia —contesté casi como si quisiera excusarme.
—Ya lo condenarán —dijo—. Los alemanes son rígidos cuando esperan arrancar una confesión, pero también son caballeros en su estimación por los que se niegan a confesar. Usted no ha hablado. ¡Muy bien hecho! Eso significa que se le hará el honor de fusilarlo de frente y no de espaldas. Le pido que persista en el silencio. Si se le somete a la tortura —no pongo en duda su fortaleza moral, pero la resistencia física tiene sus límites— le insinúo que les dé un nombre: el mío. Sea  cualquiera el acto que haya usted ejecutado, dígales que procedía en cumplimiento de órdenes mías... A propósito ¿cuáles son los cargos que le hacen?
Se lo conté todo, sin reserva ninguna. Su excelencia me oía como me oiría un confesor. De vez en cuando movía la cabeza en señal de aprobación.
—Su caso es tan claro como el mío —dijo en cuanto hube terminado—. A ambos se nos sorprendió mientras cumplíamos órdenes superiores. El único deber que me resta por cumplir es morir luchando en el campo del honor. No ha de ser difícil, creo yo, morir decorosamente.
Cuando Ceraso me encerraba otra vez en mi celda le rogué que me mandara un barbero al siguiente día. Y aquella noche doblé con cuidado mis pantalones y los realcé el pliegue longitudinal con el listón de la ventana antes de tenderme a dormir sobre mi camastro.
Durante los días que siguieron vi que muchos prisioneros visitaban la celda del general. Al salir, todos parecían como erguidos; ninguno se mostraba ya abatido.
El ruido y el desorden en nuestro aislado sector habían disminuído. El número 215 dejó de dar los desgarradores gritos con que se lamentaba por la suerte de su mujer y sus hijos, y mostró gran compostura cuando lo llamaron al interrogatorio. Ceraso me Contó que después de hablar con el general casi todos solicitaban un barbero y pedían peine y jabón. Los guardas de la prisión dieron en afeitarse a diario y aún trataban de hablar italiano castizo en vez del dialecto napolitano o siciliano. Hasta el mismo Mueller, cuando pasaba revista a la sección encomiada, refunfuñaba la mejora general en cuanto a disciplina y decoro.
Lo mejor de todo era que la “fábrica de confesiones” ya no las producía. Los prisioneros persistían en su obstinado silencio. Della Rovere les daba a todos fuerzas para resistir, como si las sacara de la gran provisión de su valor. Y su experiencia de prisionero le permitía darles, además, valiosos consejos.
—Las horas más peligrosas suelen ser las primeras de la tarde —les prevenía—. El solo anhelo de distracción puede hacerles confesar.
O bien les decía:
—No se queden ustedes con la vista fija en las paredes. Cierren los ojos de cuando en cuando y las paredes perderán el poder de ahogarlos.
Censuraba a quienes descuidaban el arreglo de la persona. “La limpieza”, les decía, “influye sobre la moral”. Sabía que las fórmulas militares que usaban con él les afirmaban el orgullo. Por último, nunca dejó de recordarles sus deberes hacia Italia.
Alguno inquirió prudentemente cuál había sido la actitud del general durante el interrogatorio. El general se echó a reír y le contestó:
—Me interrogó mi viejo amigo el mariscal de campo Kesselring. Mi tarea era cosa sencilla porque Kesselring sabía de antemano todo lo que había que saber, con excepción, eso sí, de que me hallaba yo en un submarino británico cuando me cogieron.
—¿Y realmente usted se fiaba de los ingleses? —dicen que le había preguntado Kesselring.
—¿Por qué no? —le había contestado—. ¡Si nosotros nos hemos fiado antes de los alemanes!
En general parecía gozar mucho recordando la escaramuza.
Después de poco tiempo comenzó a correr por la prisión el rumor de que el tal general era un contraespía, un delator al servicio de los alemanes. Los guardas de la prisión, aunque salidos de la escoria del régimen de Mussolini, sintieron que ya eso traspasaba los límites de la humillación. Acordaron entre sí vigilar al general constantemente; si resultaba ser el felón que se decía estaban resueltos a estrangularlo.
En la mañana siguiente Della Rovere recibió al número 203, un comandante a quien se tenía por sabedor de infinidad de datos, pero que no había soltado palabra ninguna. Ceraso se quedó junto a la puerta de la celda y los otros guardas italianos vigilaban de cerca.
—Van a someterlo a extremas torturas —oyeron que le decía el general al comandante—. No confiese nada. Trate de no pensar; hágase fuerza para convencerse de que no sabe nada. El simple hecho de pensar en un secreto que usted guarda lo expone a que le salga de los labios.
El comandante escuchaba, pálido el rostro, lo que el general le aconsejaba, como me había aconsejado a mí.
—Si se ve obligado a hablar, dígales que cuanto hizo lo realizó en cumplimiento de órdenes mías.
Aquella misma tarde, y como para darle satisfacciones, Ceraso le llevó a su excelencia unas pocas rosas, regalo de los guardas italianos de la prisión. El general aceptó cortésmente las flores; no pareció tener la menor idea de que se había desconfiado de él.
Una mañana se presentaron en la prisión los alemanes a llevarse a los coroneles P. y F. antes de ser conducidos al patio se les permitió satisfacer su último deseo: decirle adiós al general. Los vi cuadrados a la puerta de la celda. Aunque no oí lo que el general les decía, vi que ambos oficiales sonrieron. El general les estrechó la mano, cosa que nunca le había visto hacer. Entonces, como si de pronto se hubiese dado cuenta de la presencia de los alemanes, se cuadró, levantó la mano y saludó. Los prisioneros le devolvieron el saludo, y girando sobre los talones marcharon a recibir la muerte. Supimos después que ambos, ya ante el pelotón de fusilamiento, gritaron: “¡Viva el Rey!”
Aquella tarde fui sometido a nuevo examen. El comisario Mueller me dijo que mi suerte dependía del resultado de este interrogatorio. Que si persistía en mi silencio... Me quedé mirándolo con ojos desmesuradamente abiertos, y, sin embargo, no podía oír nada, ni siquiera podía verle distintamente. En vez de su imagen se me representaban los rostros pálidos y tranquilos de los coroneles P. y F., y la cara sonriente del general. Oía una voz tranquila que me susurraba al oído: novio de la muerte... deber elemental de un oficial morir luchando en el campo del honor. En vano me sometieron los alemanes a un interrogatorio de dos horas. No se me hizo sufrir tortura alguna, pero si así hubiera sucedido habría sido capaz, creo, de mantenerlo oculto todo. De regreso a mi celda le pedí a Ceraso que me dejara detenerme en la de su excelencia.
El general hizo a un lado el libro que se hallaba leyendo y fijó en mí su mirada investigadora, en tanto que yo permanecía militarmente cuadrado. Entonces, antes que yo hablara, se expresó así:
—Sí; así esperaba que procedería usted. No podía haber obrado de otra manera. —Se levantó de su asiento y continuó—. No  tengo palabras para expresar todo lo que quisiera decir, capitán Montanelli, pero puesto que no hay nadie más que tome nota de nuestro comportamiento, que sea este honrado guarda italiano testigo de lo que decimos en nuestros últimos días. Que escuche cada una de nuestras palabras. Estoy bien satisfecho, capitán. Estoy verdaderamente contento. ¡Bravo!
Aquella noche me sentí realmente solo en el mundo. Pero mi amada patria me parecía más cerca, más cara a mi corazón y más real que nunca.
No volví a ver más al general. Solamente después de la liberación tuve noticias de su fin. Uno de los supervivientes de Fossoli me refirió la historia.
Fossoli era un notorio campo de exterminio en donde los medios de dar la muerte eran complejos y muy diversos. Cuando se trasladó allí al general Della Rovere con centenares de prisioneros de un tren blindado, mantuvo él siempre su dignidad. Iba sentado sobre un montón de morrales que los demás habían juntado para que pudiera descansar. Se negó a levantarse cuando un funcionario de la Gestapo inspeccionaba el tren. Aún cuando el nazi le dio una bofetada y le gritó: “Yo te conozco, Bertoni, grandísimo cerdo” permaneció inmutable. ¿Para qué explicarle a este ignorante alemán que su nombre no era Bertoni, sino Della Rovere, que era general de un cuerpo de ejército, íntimo amigo de Badoglio y consejero técnico de Alexander? Sin alterarse recogió su monóculo y se lo puso de nuevo. El alemán se marchó maldiciendo.
Una vez en Fossoli, el general no volvió a disfrutar de los privilegios que se le concedían en San Vittore. Lo alojaron en un cuartel común con todos y le pusieron a trabajar como a los demás. Sus compañeros de prisión trataban de ahorrarle el desempeño de los oficios más bajos y se turnaban para reemplazarlo; pero nunca él trataba de evadirse de cumplir su tarea, por difícil que fuera para un hombre que ya no era joven. Por las noches les recordaba a sus camaradas que no eran delincuentes, sino oficiales militares. Y ellos, mirando el relumbrante monóculo y oyendo la voz del general, sentían el ánimo más levantado.
La carnicería que se hizo en Fossoli el 22 de junio de 1944 pudo haber sido una represalia por las victorias aliadas cerca de Génova. Sea como fuera, por órdenes recibidas de Milán se sacaron 65 hombres de un total de 400 prisioneros. A medida que un tal teniente Tito leía la lista, el condenado, al oír su nombre, daba un paso al frente de la formación. Cuando llamó “Bertoni” nadie se movió. “¡Bertoni!”, rugió el teniente mirando fijamente a Della Rovere. Su excelencia no se dio por notificado.
¿Quería Tito mostrar indulgencia hacia el sentenciado? Nadie podría afirmarlo. En todo caso, sonrió de pronto. “Muy bien, muy bien”, dijo, “Della Rovere, así me gusta”.
Todos se quedaron conteniendo el aliento mirando al general, quien sacando el monóculo del bolsillo y limpiándolo con notable fuerza en la mano, se lo aplicó alojo derecho, y con toda calma le contestó al oficial: “General Della Rovere, si hace el favor”, y se unió al grupo.
Se les aherrojó con esposas a los 65 destinados al suplicio, y enseguida se les condujo hasta el pie de la muralla. A todos se les vendaron los ojos, menos al general, que porfiadamente rechazó la venda y obtuvo que se accediera a su deseo. Mientras se colocaban cuatro ametralladoras en la posición correspondiente, su excelencia dio unos pasos adelante de la fila, y con ademán altivo y resuelto y en voz firme y sonora, habló así: “Señores oficiales: en los momentos en que arrostramos el último suplicio, vayan nuestros pensamientos de fidelidad a la amada Patria. ¡Viva el Rey!”.
Tito ordenó “¡fuego!”; las ametralladoras dejaron cumplida la orden. El cuerpo del general fue sacado en su féretro, siempre portando su monóculo.
La verdadera historia del general Della Rovere, que viene a conocerse después de su muerte, es una serie de episodios, casi increíbles, de heroísmo y sustitución de personas. Porque es lo cierto que el ídolo de San Vittore no era tal general. Ni Badoglio ni Alexander oyeron hablar de él jamás. Y no se llamaba Della Rovere.
Era un tal Bertoni, natural de Génova, ladrón y estafador, huésped presente de la cárcel. Los alemanes lo habían arrestado por un delito de menor importancia, pero durante el interrogatorio de rigor habían llegado a descubrir que el hombre tenía soberbias dotes naturales de actor. Por su falta de escrúpulos y sus disposiciones de comediante lo creyeron ideal como agente para embaucar a los guerrilleros presos y obtener de ellos informes útiles.
Bertoni se mostró listo para celebrar el trato. Procedería como se le pedía a cambio de un tratamiento de preferencia en la prisión y de que se le pusiera pronto en libertad. Los alemanes inventaron la historia de Della Rovere y le enseñaron bien el papel que debía representar.
Una vez enviado Bertoni a San Vittore pidió, y se le concedió, un corto plazo con el fin de ganarse la confianza de los hombres a quienes iba a hacer víctimas. Pero Bertoni era más astuto de lo que los nazis creían; iba resuelto a no engañar sino a los mismos alemanes.
Y ocurrió entonces la sorprendente transformación. Bertoni, desempeñando el papel del general Della Rovere, se convirtió en Della Rovere de verdad. Emprendió una tarea sobrehumana: hacer de San Vittore una prisión a prueba de confesiones y de inspirar a los allí reunidos fortaleza para hacerle frente a su destino. Y por su presencia imponente, su impecable pulcritud, por los altos quilates de su valor y su fe, trajo un nuevo sentimiento de dignidad y de propia estimación de esos pobres seres allí encarcelados.
Pero al fin comprendió que el plazo convenido tocaba a su fin. El comisario Mueller iba mostrándose más y más impaciente con tanta demora. ¿Por qué no aparecían las confesiones? Cuando “Della Rovere” me habló aquel último día en su celda y le pidió a la guardia que fuera testigo de sus palabras, sabía que todo había terminado, que ésta era la única manera de que el mundo de que lo separaban esos muros pudiera conocer algún día su historia; el único medio de que Italia supiera que él había sido fiel a la Patria.
El 22 de junio de 1945, primer aniversario de la carnicería de Fossoli, de pie en la catedral de Milán observaba yo al Cardenal —príncipe arzobispo de esa archidiócesis— consagrar los ataúdes de los héroes sacrificados en esa prisión. El Cardenal sabía de quién era el cuerpo que yacía en el féretro marcado Della Rovere. Sabía también que nadie tenía mejor derecho al título de general que el ocupante de esa caja, el antiguo ladrón y huésped de cárceles.


De “Standpunks”.