lunes, 15 de julio de 2024
domingo, 28 de enero de 2024
Guerra Antisubversiva: La muerte del Subteniente Rodolfo Berdina y el soldado conscripto Ismael Maldonado
Guerra Antisubversiva
El 5 de septiembre de 1975, en el marco del Operativo Independencia, una patrulla del Ejército Argentino es emboscada en el monte tucumano, y caen en combate el Subteniente Rodolfo Berdina y el soldado conscripto Ismael Maldonado
El 5 de septiembre de 1975 una sección de combate, perteneciente a la Fuerza de Tareas "Aconquija", llevaba unas 40 horas operando en el monte, tiempo durante el cual se desarrollaron intensos enfrentamientos sin que se produjeran bajas en los efectivos del Ejército Argentino. El 5 de septiembre, el Elemento de Combate recibe la orden de replegarse a su base. La sección a cargo y del Subteniente Rodolfo Hernán Berdina había ya iniciado el largo y penoso repliegue en medio de tan inhóspito territorio, cuando se cruzaron con el enemigo en el paraje Potrero Negro, iniciándose un violento enfrentamiento de forma inmediata. El Subteniente Berdina sobrepasó a la carrera a sus hombres lanzándose al ataque, seguido por el Soldado Ismael Maldonado. Al llegar a una distancia muy cercana al grupo extremista, ambos caen alcanzados por el fuego enemigo, resultando muerto al instante el Soldado Maldonado; mientras el Subteniente Berdina cayó herido de gravedad. Finalizado el combate con el repliegue de varios subversivos heridos, el Subteniente Berdina fue evacuado al Hospital Militar de Tucumán, nosocomio en el que fue operado. Falleció a medianoche de esa jornada.
Fue ascendido post mortem al grado de Teniente. El Soldado Maldonado también fue ascendido al grado inmediato, alcanzando la jerarquía de Cabo.
A continuación transcribimos la carta escrita por la madre del subteniente Berdina, en la que nos da un ejemplo de aceptación y grandeza personal:
“Me dirijo a aquellos que troncharon la vida de mi hijo, a los que sin mostrarse a la luz pretenden destrozar los pilares indestructibles de nuestra Patria. Soy la madre del Subteniente Berdina, de ese subteniente con mayúsculas porque supo defender sus ideales de argentino y de militar, dando la cara, peleando de frente y de pie. Ni él, ni sus soldados necesitaron drogarse para ello. Porque el valor es así, consciente, claro, sin elixires que empañen su acción y sus ideas. No los maldigo, les doy las gracias en nombre de él y de todos los héroes que dejaron su vida por amor a Dios, a la Patria y a la familia, porque todavía esa es la fe del soldado, esa es su meta. Mi perdida es irreparable, pero me siente henchida de orgullo porque sé que mi Rodolfo está en la gloria de Dios y en el corazón de todos los compañeros que lucharon o no a su lado. Gracias"
El Subteniente Rodolfo Hernán Berdina nació en Puerto Belgrano, provincia de Buenos Aires, el 7 de noviembre de 1952. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 2 de marzo de 1970 y egresó como subteniente de infantería el 6 de diciembre de 1974.
Fue destinado al Regimiento de Infantería de Monte 28 en Tartagal, unidad dependiente de la Vª Brigada de Infantería. Con un formidable entrenamiento, altísima moral y voluntad de dar todo por la Patria, a pesar de apenas haber iniciado su servicio con responsabilidad de mando, marchó al frente de batalla y en primera línea junto a uno de sus hombres, y cayó en combate defendiendo la Patria.
TENIENTE RODOLFO HERNÁN BERDINA, CABO ISMAEL MALDONADO, ¡SALUDO UNO!
jueves, 23 de noviembre de 2023
Argentina: Roca en su juventud
La infancia de Roca: artillero precoz, hijo de un veterano de guerra y el desafío a los paraguayos en las trincheras de Curupaytí
Hace 180 años nacía Julio Argentino Roca, dos veces presidente. Su juventud estuvo marcada por el ejemplo de su padre veterano de las guerras de la independencia; por su participación, siendo adolescente, en las batallas de Cepeda y Pavón y cuando peleó en la guerra de la Triple Alianza con su familiaPor Adrián Pignatelli || Infobae
Un joven Julio Argentino Roca, en un daguerrotipo de 1857 (Archivo General de la Nación)
Fue su novia la que le salvó la vida. Cuando estuvo exiliado en Bolivia, el tucumano José Segundo Roca, un coronel de 36 años, participó de la malograda invasión unitaria a Tucumán. Derrotados en la batalla de Monte Grande fue apresado junto a los cabecillas. Fusilaron a los responsables y él, cuando ya se veía en el otro mundo, alguien intercedió por él.
Agustina Paz era hija de Juan Bautista Paz, ministro del gobernador Alejandro Heredia, que había anunciado que en cuanto pudiera echarles el guante ejecutaría a los unitarios Javier López, a su sobrino Ángel López y a José Segundo Roca, si es que se animaban a entrar a la provincia para derrocarlo. Era 1836 y la lucha entre unitarios y federales estaba en su apogeo.
Esta chica, menuda y bella, era una tucumana nacida el 4 de mayo de 1810, y era sobrina de Marcos Paz, futuro vicepresidente de Bartolomé Mitre.
Ella convenció a su papá Juan Bautista Paz, ministro de Heredia, de que se le perdonase la vida. Que ella se casaría con Roca. Su papá apoyó la moción de su hija. El gobernador se encogió de hombros y accedió.
Tres meses después, el 20 de abril de 1836, se casaron y tuvieron nueve hijos. El mayor se llamó Alejandro en honor al gobernador. Lo menos que podían hacer.
José Segundo Roca, nacido en Tucumán en 1800, sería fue uno de los pocos oficiales argentinos que participó en las tres contiendas argentinas del siglo XIX: en la de la Independencia; en la guerra contra el imperio del Brasil y contra el gobierno de Paraguay.
El 17 de julio de 1843 nació el tercer hijo, al que bautizaron en 1844 como Alejo Julio Argentino Roca. Los nombres los eligió la madre: “Se llamará Julio por ser el mes glorioso y Argentino, porque confío en que sea como su padre un fiel servidor de la patria”. El padre, al conocer la noticia, se alegró que su esposa diera a luz a “un hermoso granadero”.
Nació en la casa de su abuelo, ubicada en el Colmenar, en el municipio de Las Talitas, en Tafí Viejo, Tucumán. Declarado sitio histórico, en varias oportunidades se denunció que la vivienda está olvidada y en ruinas.
En total serían ocho hermanos, siete varones y la última una mujer, Agustina. Otro de sus hermanos, Ataliva, nacido en 1839, llevó ese nombre en honor a un indígena que le había salvado la vida a José Segundo cuando había sido herido en Perú.
Cuando la mamá falleció en su provincia natal el 14 de octubre de 1855, el papá distribuyó a su prole.
Los dos mayores quedaron con una tía paterna en Buenos Aires; otros tres, Julio, de 12 años, Celedonio y Marcos fueron al Colegio de Concepción del Uruguay; los tres más chicos peermanecieron al cuidado de la familia de la madre. Su papá se quedó en Entre Ríos en busca de un trabajo, porque decía que los 110 pesos que ganaba no le alcanzaban para nada.
Pensaba dejar a su hija en un colegio en la ciudad de Buenos Aires. La niña se alegraba cada vez que algunos de sus hermanos le mandaban una carta. El padre se queja de que Julio no le escribía ni a él ni a sus hermanos.
En el verano de 1857 estuvo unos días en la ciudad de Buenos Aires y de ahí tomó un barco que lo dejó en Concepción del Uruguay. El colegio tenía una década de vida y su director era el exigente y paternal Alberto Larroque, un reconocido educador y abogado francés, radicado en el país que Justo José de Urquiza había contratado. Larroque era además profesor de Derecho, Filosofía y Latín.
En el colegio, conceptuado entonces como el mejor del país, el joven Julio conoció la disciplina: se levantaban a las cinco y media de la mañana; de 6 a 7 se dedicaba al estudio, luego se desayunaba y se impartían clases. El almuerzo era a las 12:30, recreo y nuevamente clases hasta las cinco. Más estudio, cena, rezo y a dormir.
Se podía salir los jueves y los domingos; recién en el cuarto año se autorizaba a visitar billares y bares.
A fines de octubre había que prepararse para los exámenes, que se tomaban entre 15 de diciembre y Navidad. Eran orales y con asistencia de público, terribles experiencias que eran esperadas con pánico por los alumnos.
Roca se sumó a la Sección Militar que tenía el colegio y solían hacer guardia en el Palacio San José. Vio en varias oportunidades a Urquiza, pero nunca habló con él.
Allí trabó una amistad para toda la vida con Eduardo Wilde y también con Onésimo Leguizamón, Olegario V. Andrade y Victorino de la Plaza, entre otros.
El 1 de marzo de 1858 egresó como subteniente de Artillería. Aún no había cumplido los 15 años.
La primera batalla en la que participó fue en Cepeda el 23 de octubre de 1859. Lo hizo con el Regimiento 1 de Artillería. El rector reunió a todos los alumnos que estaban siendo formados militarmente y les preguntó quiénes querían ir voluntariamente a acompañar a Urquiza. Aclaró que no tenían ninguna obligación, y que él prefería que se quedasen en el colegio.
Entre los que se ofrecieron estaba Roca que, en un primer momento, fue rechazado, porque era demasiado joven. Que su padre era un veterano de las guerras de la independencia y del Brasil y que él no podría ser menos.
Se incorporó a las fuerzas acantonadas en Rosario, con la misión de enfrentar a la escuadra que venía de Buenos Aires. Sus jefes se sorprendieron de su tranquilidad en apuntar los cañones en medio del combate.
Volvió a retomar sus estudios en Concepción del Uruguay hasta que confederados y porteños se enfrentaron nuevamente en el campo de batalla.
Fue en Pavón en septiembre de 1861. En el fragor del combate, apareció un jinete. “Andate, Julito; por este lado está todo perdido, no te hagas matar inútilmente”. Era su padre. “Lo que tu digas, tata”. Dejaron el lugar pero sin abandonar los cañones. “Yo le había tomado mucho cariño a mis dos cañones, no los quería abandonar”, le contaría a su padre después.
Acamparon en un lugar llamado Monte Flores. Estando allí se enteró de que había sido ascendido a teniente primero. Fue su primera promoción en el campo de batalla. De ahí en más, todas las obtendría de la misma manera.
No regresó al colegio. Decidió ir a Buenos Aires, donde estaban su tío Marcos, un abogado de 50 años que se había casado con una mujer de fortuna; allí además vivían sus hermanos mayores Ataliva y Alejandro. Se cambió de ropas, consiguió un caballo, un negro le pidió que lo aceptara como asistente, y partió hacia la ciudad.
Su tío lo recibió con alegría, sentía especial predilección por él. Roca se tranquilizó al saber que su papá había sacado a sus otros hijos del colegio, que había cerrado sus puertas temporariamente.
Tenía 19 años.
Tendría su primera aproximación a la política cuando, ya incorporado al ejército, se le encomendó a acompañar a su tío a una misión al interior para apoyar a los gobiernos que surgían.
Como teniente en el batallón 6ª de infantería, unidad que participaría de la represión al caudillo Angel Vicente Peñaloza, fue destinado primero en Villa Nueva, a orillas de Río Tercero en Córdoba y luego al Fuerte Nuevo, a la vera del río Diamante, en Mendoza, para controlar a los indígenas en el sur de Córdoba y San Luis. Cuando enfermó fue trasladado a La Rioja.
Cuando estalló la guerra de la Triple Alianza, se destacó en la instrucción de sus subordinados. En Corrientes se encontró con su padre, sus hermanos Rudecindo, Celedonio y Marcos, y sus primos Marcos y Francisco Paz. Celedonio, Marcos y sus primos morirían en esa guerra.
En la batalla de Curupaytí, librada el 22 de septiembre de 1866, montado en su caballo, animaba a aquellos que flaqueaban ante la metralla paraguaya. En una embestida, con la bandera del 6° Regimiento, Roca corrió hacia las trincheras enemigas, atravesó los fosos y ante la mirada atónita de los paraguayos, la agitó casi frente a sus narices. Ese instante de sorpresa fue aprovechado para regresar a sus líneas sano y salvo. Y logró rescatar al teniente Daniel Solier del 1° de Línea.
El padre se había hecho cargo de conducir al batallón de Tucumán hasta el teatro de la guerra. Esto representaba hacer un largo y forzado camino a pie a Santiago del Estero y de Santiago a Santa Fe en donde finalmente se embarcarían.
El padre fue al único oficial que se le permitió participar en la guerra con 66 años, considerada una edad avanzada. Después de la batalla de Tuyutí fue ascendido a general de división. Pero, molesto porque no se le permitía luchar, pidió el pase a retiro.
“Ese viejo lindo”, como lo conocían en la familia, fallecería de causas naturales en Ensenaditas, un paraje cerca de Paso de la Patria. Habían sido demasiadas las fatigas y condiciones sufridas en el contexto de la guerra.
No alcanzaría a ver a su hijo Julio transformarse en general a los 31 años en el campo de batalla, ese muchacho que, en medio de la batalla, se negaba a dejar los cañones a los que había tomado cariño.
Fuentes: Museo Roca.
lunes, 18 de septiembre de 2023
Guerra contra la Subversión: El terrorista Juan Carlos Alsogaray
Juan Carlos Alsogaray, hijo del General Julio Alsogaray perteneció a Montoneros, vivía en pareja con Cecilia Taiana, comandó el ataque con bomba a un avión Hércules C-130 cuando decolaba del Aeropuerto de Tucumán. El saldo fue de 6 muertos y 26 heridos, todos gendarmes. El primo de María Julia Alsogaray. Se dice que cuando apresaron a Juan Carlos, las autoridades fueron a ver al General y le dijeron" Mi general, tenemos a su hijo", a lo que el General respondió "Yo no tengo hijos". Si bien era montonero, estaba con una patrulla del ERP en Tucumán. Allí lo agarraron y lo mataron a bayonetazos estando desarmado. Cuando fueron sus padres (el general y su esposa) Bussi le mostró las fotos de su hijo desfigurado. La madre lloró, y Bussi no se lo permitió en su presencia. Así se combatía a esta malaria.
viernes, 10 de febrero de 2023
sábado, 11 de julio de 2020
Argentina: ¿Qué pasaba en el mundo cuando se independizaba?
Qué pasaba en el mundo mientras Argentina proclamaba su independencia
Un repaso histórico a partir de julio de 1816, cuando los diputados de las Provincias Unidas del Río de la Plata, reunidos en el Congreso de Tucumán, proclaman la independencia completando de esta forma la gesta libertaria iniciada en 1810.
Omar López Mato
Historiador, autor del sitio Historia Hoy y director de Olmo Ediciones.
Fuente www.perfil.com
El Congreso de Tucumán, por Francisco Fortuny Foto: Cedoc Más noticias de Opinión (La bronca)
En julio de 1816 los diputados de las Provincias Unidas del Río de la Plata, reunidos en el Congreso de Tucumán, proclaman la independencia,completando de esta forma, la gesta libertaria iniciada en 1810.
Sin embargo, no todas las provincias asistieron al Congreso; Santa Fe estaba indignada con el Directorio de Buenos Aires por los ataques que había sufrido para menoscabar su capacidad portuaria (y así beneficiar a los mercaderes porteños y su aduana). Las demás provincias del Litoral y la Banda Oriental tampoco enviaron diputados, el Protectorado artiguista ya había declarado la independencia un año antes en Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay)
También existían desinteligencias internas por las dificultades en la comunicación, propias de los tiempos que corrían. Vale acotar, que casi al mismo tiempo que se labraba el Acta de Independencia, Bernardino Rivadavia se entrevistaba en Madrid con el ministro Cevallos. A pesar del reconocimiento de vasallaje y de referirse al Río de la Plata como un integrante más de la monarquía española, Cevallos rechazó la propuesta enviada por el Directorio, quien junto a Sarratea y Belgrano había buscado infructuosamente un príncipe europeo para coronar como monarca de estas tierras. El futuro presidente argentino, sería expulsado de España, el 16 de julio de 1816.
El legado de Tucumán y el verdadero alcance de la independencia
Ese año se caracterizó por una serie de contingencias relacionadas con la derrota de Napoleón meses antes en Waterloo. El mundo se reorganizaba bajo las tendencias monárquicas. La familia Bonaparte, relacionada con distintas casas reinantes, había caído en desgracia y el gobierno de Francia ordenó la expulsión de sus miembros. Casi al mismo tiempo, el Zar Alejandro, el nuevo árbitro de la política internacional, expulsaba a los jesuitas de sus dominios como lo habían hecho las otras monarquías europeas 40 años antes.Ese año moría María, la reina de Portugal, después de años de discapacidad mental. Su hijo y regente ascendió al trono como Juan VI, en Río de Janeiro, dominio en el que se había refugiado la familia real para evitar caer en manos de Napoleón. Meses más tarde las tropas lusitanas del general Lecor invaden a la Banda Oriental, jaqueando a las fuerzas artiguistas.
También moría ese año, más precisamente el 14 de julio, el precursor del movimiento independentista de las colonias españolas, Francisco de Miranda. Paradójicamente, este libertario moría recluido en una celda en España, a poco de cumplir los 66 años.
Día de la independencia: mucho para celebrar, mucho para pensar en forma constructiva
Mientras tanto, las ex colonias españolas continuaban su lucha contra el imperio, Juana Azurduy era ascendida a teniente coronel por su desempeño en batalla. En septiembre de ese año,moriría su cónyuge. En Colombia eran fusilados por orden del general español Morillo, los patriotas Miguel de Pombo y Baraja, a la vez que Bolívar iniciaba la campaña de las Guayanas y poco después, asumía el puesto de jefe de la República, y Gaspar Rodríguez de Francia se convertía en "El Supremo" en Asunción. James Monroe era el nuevo presidente norteamericano y programó su "América para los americanos". No todo era guerra o conflicto, en Uruguay se fundaba la Biblioteca Nacional, y en Francia, René Laënnec desarrollaba el estetoscopio y Joseph Niépce mostraba sus primeras fotografías.El mundo canta las arias del Barbero de Sevilla que Rossini acababa de estrenar, mientras la erupción del volcán Tambora dispersaba sus cenizas sobre el verano europeo. El frío, inusual para la época, hizo que unos jóvenes escritores se encierren en una casa al borde del lago de Ginebra para inventar historias de terror. Allí nacieron dos íconos de la literatura y, posteriormente, del cine: Mary Shelley creaba a Frankenstein, el nuevo Prometeo y James Polidori escribirá la primera versión de un vampiro. Un barco francés encallaba frente a la costa de África y sus pasajeros y tripulación se trabarían en una lucha despiadada para sobrevivir. Este episodio inspirará a Théodore Géricault a pintar La balsa de la Medusa.
El mundo se encamina a profundizar la Revolución Industrial de manos de la ciencia y en ese año de 1816, nacen Carl Zeiss y Werner von Siemens, dos mentes brillantes que se destacarán en óptica y tecnología. Mientras todo esto acontecía en el mundo, en Mendoza, un general destinado a liberar gran parte de la América española, mece en sus brazos a su hija Merceditas... Está naciendo un nuevo mundo...
miércoles, 20 de mayo de 2020
Comunismo: Reunión de criminales del castrismo-ERP en La Habana
La reunión secreta entre Fidel Castro y el ERP: cuando recomendó no lanzar la guerrilla rural en Tucumán con Perón vivo, pero Santucho no le hizo caso
Hace 46 años, un miembro de la conducción del Ejército Revolucionario del Pueblo se entrevistó con el líder cubano buscando apoyo para el entrenamiento de los guerrilleros. Querían convertir al monte tucumano en la Sierra Maestra Argentina. Qué dijo Fidel de Perón. La decisión de Santucho de seguir con el plan y el Operativo IndependenciaPor Daniel Gutman || Infobae
Fidel Castro se reunió en secreto en La Habana con Luis Mattini (nacido como Arnol Kremer Balugano), un dirigente de la organización armada Ejército Revolucionario del Pueblo (AP)
El argentino Luis Mattini llegó a La Habana con una misión secreta y delicada. Eran los últimos días de 1973 y fue alojado en una casa de protocolo del gobierno cubano con la consigna de esperar. Los días, sin embargo, comenzaron a transcurrir sin ninguna noticia para el visitante, miembro de la conducción del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Pasó el Año Nuevo y el argentino. frustrado, estaba a punto de regresar a Buenos Aires, cuando, una noche y sin avisar, llegó la persona por la que él había viajado.
El 4 de enero de 1974, hace 46 años, Mattini y Fidel Castro hablaron durante varias horas de la situación política en Argentina, donde el general Juan Domingo Perón llevaba menos de tres meses como presidente, cargo que ocupaba por tercera vez, después de 18 años de exilio.
El visitante, sin embargo, no se llevó lo que fue a buscar: la colaboración del líder de la Revolución Cubana para el lanzamiento de la guerrilla rural en el monte tucumano, al que el ERP esperaba convertir en la Sierra Maestra argentina. A pesar de esa negativa, el jefe del ERP, Mario Roberto Santucho, seguiría adelante con su proyecto.
La Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez del ERP, efectivamente, haría su aparición pública el 30 de mayo de 1974 –un mes antes de la muerte de Perón- con la toma por algunas horas de Acheral, un pequeño de la ruta 38, 45 kilómetros al sur de San Miguel de Tucumán.
“Cuba tiene una política internacional muy clara"
Mattini, un ex obrero metalúrgico de Zárate, había sido en 1970 uno de los fundadores del ERP, brazo armado del marxista-leninista Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Rápidamente el ERP se había convertido en la organización guerrillera más activa de la Argentina. Hacia 1973 ya cargaba, de hecho, con unos 30 muertos y cientos de detenidos.
Ese año, luego de casi siete de dictadura militar, se había recuperado la democracia, pero la organización había rechazado “la farsa electoral” para seguir adelante con la lucha armada. En septiembre, de hecho, el ERP sacudió al país con el copamiento del Comando de Sanidad del Ejército, en Parque Patricios, en el que fue muerto el teniente coronel Juan Duarte Ardoy.
El asesino Mario Santucho siguió adelante con su idea de hacer una Sierra Maestra argentina en el monte tucumano
Pero el verdadero interés de la organización estaba en las zonas rurales del norte del país. “Cuando pensamos en Tucumán, un vientito nos llega de la Sierra Maestra”, lo resumió el militante del ERP Rolo Diez, en su libro Los Compañeros.
La zona azucarera tucumana era un viejo objeto de deseo del PRT, cuyos militantes habían comenzado a explorarla a fines de la década del 60. La consideraban el lugar ideal para sostener la lucha revolucionaria, ya que esperaban contar con el apoyo de campesinos y trabajadores azucareros, quienes habían sido golpeados por el masivo cierre de ingenios impulsado en 1966 por el dictador Juan Carlos Onganía. Sin embargo, la caída en prisión de toda la conducción del PRT tucumano en octubre de 1969 –más de 40 militantes, incluido Santucho- hizo que en aquel momento naufragaran los preparativos.
En el monte tucumano el ERP aspiraba liberar una zona para desarrollar allí el concepto de doble poder. El objetivo era imponer instituciones revolucionarias en un pedazo de territorio, para de esa manera disputarle gradualmente “el poder a la burguesía”. En el campo, además, la geografía daba la posibilidad de armar grandes unidades militares.
Según escribió Mattini en su libro Hombres y mujeres del PRT-ERP, Castro le dijo que consideraba que, con un presidente de la popularidad de Perón en el gobierno, no era el momento para acelerar la dinámica guerrillera (Canal Encuentro)
Así, la idea había vuelto a tomar cuerpo. Como le explicó Mattini a Fidel Castro, desde fines de 1973 el ERP tenía nuevamente gente explorando el monte en la provincia más chica y más densamente poblada de la Argentina, mientras que unos 40 hombres armados esperaban en distintas ciudades del país la orden de sumarse al grupo.
Sin embargo, según escribió Mattini en su libro Hombres y mujeres del PRT-ERP, Castro le dijo que consideraba que, con un presidente de la popularidad de Perón en el gobierno, no era el momento para acelerar la dinámica guerrillera. Recordó, además, que menos de un año antes, el efímero presidente Héctor Cámpora había restablecido las relaciones entre Argentina y Cuba. Era un gesto importante para la isla, asfixiada por el bloqueo de Estados Unidos, que tenía el apoyo de casi todos los países latinoamericanos.
“Cuba tiene una política internacional muy clara. No podemos entrenar grupos armados bajo un gobierno con el cual mantenemos buenas relaciones. La apertura con la Argentina es una fisura al bloqueo y es importante no sólo para Cuba sino para todos los revolucionarios”, le habría dicho Castro.
El ERP, sin embargo, desconfiaba del restablecimiento de relaciones. Sospechaba que podría haber sido impulsado por el propio Estados Unidos, como un ensayo para socavar a la Revolución Cubana a través del peronismo, luego del fracaso de un bloqueo que ya llevaba más de 13 años.
Una preparación de largo aliento
Cuba había entrenado en la década del 60 a guerrilleros de distintos países latinoamericanos, entre ellos a algunos integrantes del PR-ERP, como el propio Santucho, quien en 1968 había pasado un par de meses en la isla con algunos de sus compañeros.Esta vez, el plan del ERP era hacer algo más serio, metódico y extenso, según le explicó Mattini a Fidel Castro: que un grupo de sus cuadros se entrenara en Cuba durante un año. La aspiración de los guerrilleros argentinos -dijo Mattini- era que la instrucción estuviera a cargo del general Arnaldo Ochoa, uno de los militares más condecorados de la Revolución Cubana, quien en 1989 sería fusilado por traición a la patria, luego de encabezar las tropas caribeñas en Angola.
¿Por qué un año de entrenamiento en Cuba? Porque, según Mattini le dijo a Castro, el ERP no pensaba poner inmediatamente en acción a la guerrilla rural en Tucumán.
El ERP consideraba que la crisis del sistema derivaría en un nuevo golpe militar o en el desenmascaramiento del pedófilo criminal de Perón ante el pueblo como lo que siempre había sido: un político burgués y reaccionario, que había vuelto de su exilio para intentar salvar del derrumbe al capitalismo
El ERP consideraba que el deterioro de la economía y el avance de la derecha peronista -avasallante luego de la forzada renuncia de Cámpora en julio de 1973- conducirían inevitablemente a un estallido popular. La crisis del sistema, a su vez, derivaría en un nuevo golpe militar o en el desenmascaramiento de Perón ante el pueblo como lo que -en la mirada del ERP- siempre había sido: un político burgués y reaccionario, que había vuelto de su exilio para intentar salvar del derrumbe al capitalismo.
El entrenamiento de la guerrilla rural formaba parte, así, de la preparación del ERP para liderar, cuando el momento llegara, a las clases obreras urbanas y al campesinado pobre en su asalto final al sistema capitalista.
“Quédese tranquilo, comandante, que nosotros no le vamos a hacer ahora la guerrilla a Perón. Cuando Perón se muera o se vea obligado a tomar una posición tan dura que nosotros estemos justificados, o haya un golpe militar, recién ahí vamos a lanzar la guerrilla”, le prometió Mattini.
El visitante argentino le dijo al líder cubano que se había elegido Tucumán por su alta densidad de población. No querían repetir la experiencia de del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) -impulsado por el Che Guevara, en 1964- que se había establecido en una zona deshabitada de la selva salteña y, aislado, había sido derrotado sin entrar en combate.
Uno de los sobrevivientes del EGP, Jorge Paul, les había contado a los militantes del ERP que cuando lo detuvo la Gendarmería estaba famélico, debido a los problemas de abastecimiento padecidos por el grupo, según contó en sus memorias el guerrillero Enrique Gorriarán Merlo.
“Yo no puedo hablar desde aquí, pero el Che conocía tu país”, le respondió Castro a Mattini, quien hizo algunas preguntas sobre las condiciones geográficas y sociales en Tucumán, pero insistió en que Cuba no apoyaría a un movimiento guerrillero mientras un presidente de la popularidad de Perón estuviera en el poder.
“La llama de la rebelión popular ya está encendida también en el monte”
La negativa de Castro no cambió los planes del ERP. Así, en marzo de 1974, entre 40 y 50 hombres -la mayoría, sin experiencia militar- comenzaron formalmente, en el monte tucumano, su entrenamiento en guerrilla rural. La instrucción estaría a cargo de Santucho, a pesar de que no parecía tener la formación necesaria.
“Roby, más que entrenamiento militar, tenía conocimientos. Como todos nosotros, tenía una práctica limitada. Era un buen tirador; había sido el mejor tirador cuando hizo el servicio militar en la Aerotransportada de Córdoba y además tenía unas condiciones innatas para la táctica. Complementaba eso con determinadas lecturas y con algunas prácticas que había realizado en Cuba. Pero no había recibido entrenamiento, como dicen algunos libros”, escribió Gorriarán Merlo.
La cúpula del PRT-ERP en junio de 1973 durante un contacto clandestino con la prensa: en primer plano Santucho, Urteaga y Gorriarán Merlo
La preparación, sin embargo, transcurrió según lo planeado durante apenas un mes: en abril, el peón de una finca denunció ante la Policía tucumana que había visto un campamento guerrillero, a unos 20 kilómetros de Famaillá. Entonces, el gobernador peronista Amado Juri transmitió la información al gobierno nacional, que envió a Tucumán a la Guardia de Infantería y a la División Montada de la Policía Federal, con logística del Ejército y la Fuerza Aérea.
Llegaron el 15 de mayo, con “un despliegue de efectivos y vehículos en número nunca visto en la provincia”, según publicó el diario local La Gaceta. En un par de días la Policía realizó decenas de allanamientos y detuvo a unas 150 personas en San Miguel de Tucumán y los pueblos de la ruta 38. Pero los agentes también subieron a los cerros a buscar a los guerrilleros, que, prevenidos, marcharon día y noche para eludirlos. Así, hicieron caer en un vacío táctico a los policías federales, que el 26 de de mayo, después de una semana en el monte, bajaron de los cerros y abandonaron Tucumán.
En febrero de 1975 el gobierno de Isabel Perón envió al Ejército a Tucumán. Fue el Operativo Independencia, que aniquiló a los guerrilleros del ERP y dio inicio a la represión ilegal, todavía en pleno período constitucional
Envalentonado por lo que consideró una primera victoria, el ERP tomó el pueblo de Acheral en la noche del 30 de mayo. Los guerrilleros coparon la estación de tren y la comisaría -donde encontraron un cabo y dos agentes, que no opusieron resistencia- e hicieron una arenga en el bar del pueblo. Luego desfilaron uniformados y armados, encabezados por un combatiente que llevaba la bandera de la organización, con los colores argentinos y la estrella roja de cinco puntas.
El plan de esperar un golpe militar o la muerte de Perón antes de lanzar la guerilla rural –explicado a Fidel Castro en La Habana- había volado por el aire.
En el ERP se vivía un clima de euforia. En su edición del 5 de junio de 1974, la revista de la organización, El Combatiente, publicó un “mensaje al pueblo argentino”, en el que explicó: “La llama de la rebelión popular ya está encendida también en el monte y se expandirá incontenible pese a todos los esfuerzos represivos de explotadores y opresores”.
La siguiente respuesta la daría en febrero de 1975 el gobierno de Isabel Perón, con el envío del Ejército a Tucumán. Sería el Operativo Independencia, que aniquilaría a los guerrilleros del ERP y daría inicio a la represión ilegal, todavía en pleno período constitucional.
viernes, 11 de octubre de 2019
Argentina: La gloriosa batalla de Tucumán
Batalla de Tucumán, la materialización de la Revolución de Mayo
TNColumnista invitado (*) | Esta semana se cumplen 207 años del combate que salvó la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La insubordinación de Belgrano y los roles de Balcarce y Díaz Vélez.
Por Rafael Barni -
La insubordinación de Belgrano salvó la independencia pero no fue una desobediencia caprichosa (Imagen Universidad del Ejército Argentino).
Es muy importante comenzar señalando la trascendencia de una batalla que no tuvo ni el desarrollo militar de una gran batalla ni la ponderación de Chacabuco, Maipú o la misma Salta, meses más tarde. Sin embargo, Tucumán fue lo que el título indica. Fue una batalla indefinida en sus acciones militares, en la que su propio conductor no supo cómo había terminado, cuando habían concluido los enfrentamientos violentos de la mañana y parte de la tarde de aquel 24 de septiembre de 1812.
A pesar de ello, el general Belgrano tenía muy en claro la situación estratégica que se vivía y sabía que la batalla debía darse en Tucumán y no en Córdoba, como le había sido ordenado por las autoridades de Buenos Aires. La tradición expresa que la insubordinación de Belgrano salvó la independencia; pero, en realidad, no fue una desobediencia caprichosa, sino que fue la manera en que él interpretó aquellas órdenes, con lo que se demuestra, una vez más, que las decisiones no se pueden tomar desde la comodidad de un escritorio, sino que las debe asumir el comandante, con la responsabilidad y los riesgos que ello implica, en el terreno. Solamente él conoce la situación que se está viviendo.
¿Qué fue lo que decidió al general Belgrano a dar allí la batalla? Si el general Pío Tristán continuaba hacia Córdoba, no sólo aumentaría su moral por el espacio que iría ganando, sino que seguiría aumentando su caballada y reclutando más gente, como lo venía haciendo desde Jujuy, y al llegar a Córdoba se encontraría con la mayor población española que había en esos momentos en las Provincias Unidas, pues allí habían sido desterrados los españoles de Buenos Aires y el norte luego del 25 de mayo de 1810, y, con toda seguridad, se incorporarían al ejército realista.
Luego de una retirada desde Jujuy de casi 650 kilómetros, el general Belgrano decidió conservar Tucumán y dar en ese lugar la batalla. Hizo preparar posiciones y cavó fosos en el linde norte de la ciudad para hacerse fuerte allí y, de esa manera, obligar al enemigo a desgastarse en un enfrentamiento poco convencional, en el que los realistas tenían amplias ventajas en cuanto a efectivos, material e instrucción.
Por su parte, Pío Tristán ni siquiera pensó en una batalla, ya que su idea era la de amenazar con una pequeña fracción el norte de la ciudad y con la masa de su ejército rodearla, bloquear su salida hacia el sur y, una vez cercado el ejército patriota dentro de la ciudad, exigir su rendición. Fue así que, cuando con las primeras luces del día 24 de septiembre el ejército patriota fue a ocupar sus posiciones en el norte de la ciudad, se anotició de que su enemigo se encontraba a menos de una legua al sudoeste, en el Campo de las Carreras y próximo a cortarle la retirada. Esto obligó al general Belgrano a un rápido redespliegue.
¿Cómo era la relación de fuerzas? Belgrano contaba con 900 hombres de infantería, 600 jinetes armados con lanzas y 4 cañones, en tanto que los realistas duplicaban a los patriotas en efectivos, la mayoría de los cuales eran de infantería, y poseían el triple de cañones.
La rapidez con la que el ejército patriota adoptó el nuevo dispositivo tomó por sorpresa al ejército realista, que se encontraba sin completar el despliegue ni cargar sus armas. Esta situación fue aprovechada por Belgrano al ordenarle al teniente coronel Balcarce, al mando de la caballería de su ala derecha, atacar el flanco izquierdo realista, y a los batallones de Infantería Nro 6 y de Cazadores, al mando del teniente coronel Warnes y del mayor Torres respectivamente, que hicieran lo propio con el centro y el ala izquierda enemiga.
La Batalla de Tucumán, pintura de Francisco Fortuny
Ambas acciones fueron exitosas y ocasionaron la retirada en desorden de esa parte del ejército realista, mientras que el ala derecha realista arrasaba a la izquierda de Belgrano y tomó prisionero al teniente coronel Superí, jefe del Batallón de Infantería de Castas. A pesar del esfuerzo de Pío Tristán de continuar atacando, la desordenada fuga de su centro y ala izquierda arrastró a todo su ejército fuera del campo de batalla, oportunidad que aprovecharon los patriotas, a órdenes de Díaz Vélez, para guarecerse dentro de la ciudad. Por su parte, Belgrano, que desconocía el resultado de la batalla, se replegó con su estado mayor hacia el sur, pero fuera de la ciudad.
Belgrano contaba con 900 hombres de infantería, 600 jinetes armados con lanzas y 4 cañones, en tanto que los realistas duplicaban a los patriotas en efectivos, la mayoría de los cuales eran de infantería, y poseían el triple de cañones.
En algún momento de la tarde, con parte de su ejército ubicado en el linde de la ciudad, Pío Tristán exigió la rendición, que fue rechazada por Díaz Vélez. En la mañana del 25 de septiembre, el coronel Moldes fue a ofrecerle la rendición al general Pío Tristán, quien le respondió: “El Ejército del Rey nunca se rinde”. Sin embargo, al no poder reunir a sus efectivos, inició el repliegue hacia Salta, perseguido por Díaz Vélez.
FInalmente, Belgrano ingresaría a la ciudad reuniendo a todo su ejército y, como el 24 de septiembre es el día de Nuestra Señora de Mercedes, en un acto de devoción y agradecimiento, Belgrano la nombró e hizo reconocerla como Generala del Ejército, y le entregó su bastón de mando en un momento de la procesión.
Tal como el título del artículo lo indica, la Batalla de Tucumán fue la materialización de la Revolución de Mayo, que, hasta entonces, había sido algo teórico y que, en Huaqui, cuando se la trató de concretar militarmente, había fracasado rotundamente.
(*) El general (R) Rafael Jose Barni es historiador del Instituto Argentino de Historia Militar
sábado, 25 de mayo de 2019
Guerra contra la Subversión: Medallas a los héroes de Manchalá
"Es un justo homenaje a héroes de Manchalá"
El jefe de Estado Mayor, Claudio Pasqualini, entregó medallas a los exsoldados que rechazaron el ataque guerrillero.Darío Pérez || El Tribuno
Pasqualini saluda a los exsoldados de la batalla de Manchalá. Andrés Mansilla
Cuarenta y cuatro años después de la gesta en la que, un grupo de soldados que hacía trabajos de mantenimiento en una escuelita tucumana repelió un ataque guerrillero, el Ejército Argentino homenajeó a los hoy conocidos como héroes de Manchalá.
El acto, que estuvo encabezado por el jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino, Claudio Pasqualini, se inició con la entonación del Himno Nacional Argentino, tras lo cual el capellán del Ejército realizó una invocación religiosa y bendijo las medallas que luego fueron entregadas a los exconscriptos de la Batalla de Manchalá y a los familiares de los que ya fallecieron.
Tras la entrega del reconocimiento, Pasqualini se dirigió a los presentes y reconoció a los exsoldados: "El Ejército Argentino rinde un justo homenaje a un grupo de jóvenes que, hace más de cuatro décadas, vistiendo el uniforme de la Patria, decidieron exponer su vida sin cuestionarse nada en salvaguarda de las instituciones de la república".
"Ellos fueron un puñado de valientes suboficiales y soldados de la Compañía de Ingenieros de Montaña V que, ese lejano 28 de mayo de 1975, mientras realizaban tareas de mantenimiento del edificio de la escuela de Manchalá como parte de las actividades normales de acción cívica del Ejército, fueron atacados por un grupo de más de 100 militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo. Pese a tan desigual situación, nuestros soldados -así como ya había ocurrido en muchas otras oportunidades- inscribieron una nueva página de gloria en la rica historia del Ejército Argentino", relató.
Afirmó que "hoy, al igual que lo venimos haciendo cada año, le rendimos homenaje a estos bravos soldados salteños que han demostrado poseer el espíritu guerrero del general Gemes, su bravura moral y su alto sentido de la responsabilidad. Son, desde siempre, estos aspectos que distinguen al soldado del norte y nuestros defensores de Manchalá hicieron gala de esa determinación de coraje y heroísmo", y agregó que "es el mismo espíritu del general Belgrano, vencedor en Tucumán y Salta de un enemigo doblemente superior".
"Sobreponerse a la adversidad, asumir el desafío de combatir, dar batalla pese a dificultades y amenazas, son virtudes que, a lo largo de más de 200 años, caracterizaron al soldado argentino", aseguró.
Reveló que "este año hemos vuelto a la escuelita de Manchalá en Tucumán. El Ejército le ha realizado, nuevamente, actividades de mantenimiento de instalaciones como en aquel mayo de 1975; de este modo hemos recreado la tarea de apoyo a la comunidad que desarrollaron en aquel entonces los héroes del combate que hoy recordamos. Ha sido una forma especial de homenajearlos y, al mismo tiempo, de mejorar otra vez las condiciones en que se encuentra esa escuela".
"Es una necesidad y un acto de estricta justicia reconocer el valor de aquellos hombres que entregaron la vida, lo más valioso que se puede poseer, en aras de un ideal superior. Han demostrado que, como en aquellos lejanos combates por la independencia, el soldado argentino privilegió siempre el cumplimiento del deber y su responsabilidad para con la Patria, por sobre su propia vida", sostuvo Pasqualini y consideró que "así lo hicieron los héroes que hoy hemos reconocido; ellos, con su sacrificio, nos señalan el camino a seguir".
"La Patria no los olvida, su sacrificio no ha sido en vano", finalizó.
viernes, 10 de agosto de 2018
Guerra antisubversiva: Juan Carlos Alsogaray y las lágrimas de cocodrilo
La dramática historia del general Julio Alsogaray y su hijo terrorista
El padre encabezó el golpe que depuso al presidente constitucional Arturo Illia y entronizó a Onganía el 28 de junio de 1966. Su hijo Juan Carlos se educó en Paris, se incorporó a Montoneros y murió en Tucumán luego de ser capturado por el EjércitoPor Eduardo Anguita (ex terrorista montonero)
Por Daniel Cecchini 28 de junio de 2018
Infobae
El golpe de Estado que terminó con el gobierno de Arturo Illia, el 28 de junio de 1966
Un chico cruzaba por debajo del Cabildo aquel frío martes 28 de junio de 1966. Cursaba el primer año del Nacional de Buenos Aires y vivía aterrado por la cantidad de tareas que le daban. Sin embargo, al mirar a su izquierda, hubo algo que lo desconcentró y lo atrajo: colimbas con uniforme marrón claro de combate. Algunos lucían el máuser con bayoneta calada detrás de las bolsas de arena apiladas como en las trincheras de sus juegos infantiles.
El chico fue solo un testigo involuntario y siguió apurado porque 7.45 tocaba el timbre y debía estar formado al lado del aula.
Los miles de transeúntes seguían su rutina, a las oficinas, a los talleres, sin importar que dentro de la Casa Rosada deponían al médico cordobés Arturo Illia, a la sazón presidente de los argentinos.
Los radicales habían ganado tres años antes las elecciones porque el peronismo estaba proscripto.
A Illia le faltaban 105 días para cumplir la mitad de su mandato pero sabía que su tiempo iba a ser más corto: ni el balbinismo ni mucho menos el frondizismo lo iban a apoyar, el peronismo celebraba el fin de sus días y los laboratorios medicinales apuraban la salida de "la tortuga", como le decían, porque el presidente quería controlar las ganancias de los fabricantes e importadores de medicamentos.
-En representación de las Fuerzas Armadas vengo a pedirle que abandone este despacho –le dijo a Illia un vasco macizo, general de Caballería, el arma pituca del Ejército.
El general Julio Alsogaray y su hijo Juan Carlos, quien se unió a Montoneros y murió en el monte tucumano
El vasco tenía 48 años y su bisabuelo, Álvaro Alzogaray, había estado en La vuelta de Obligado al lado del almirante Guillermo Brown. El apellido cambió la zeta por la ese y Julio Alsogaray, esa mañana fría, era el elegido para echar de la Casa Rosada a un aguerrido hombre de paz que estaba por cumplir 66 años.
-Usted no representa a las Fuerzas Armadas sino a un grupo de insurrectos –le espetó el presidente.
La economía argentina crecía a tasas chinas pero Illia sabía que estaba en una soledad completa. Había llegado a la Presidencia con solo el 23% de los votos y una ola de golpes de Estado recorría el continente.
-Con el fin de evitar actos de violencia lo invito a abandonar esta casa –dijo el general.
-¿De qué violencia me habla? –respondió el médico.
Un rato después, a las 7.25, la guardia de infantería de la Policía Federal, con lanzagases en banderola, echó a Illia. Al día siguiente, otro general, Juan Carlos Onganía, se sentaba en la silla de Illia. Un mes después, a la vuelta del Buenos Aires, la guardia de infantería usaba gases y palos para echar profesores universitarios. Se consumaba la intervención a la Universidad de Buenos Aires en la llamada Manzana de las Luces. Se apagaba la autonomía en las casas de altos estudios y los colegios universitarios. Una mecha se prendía en muchos hogares de clase media.
A las 7.25, la guardia de infantería de la Policía Federal, con lanzagases en banderola, echó a Illia
Aquella mañana del 28 de junio, el chico de primer año del Nacional Buenos Aires vio la ancha vereda de la calle Bolívar entre Alsina y Moreno muy alborotada. Reconoció a un compañero de división que tenía un diario Crónica en la mano y decía a voz en cuello:
-Es un golpe de Estado. Lo dio Pistarini.
El chico del diario era "El Colorado" Alfredo García, el mejor jugador de fútbol de la división.
Los Alsogaray
En ese 1966, Julio Alsogaray logró ser el nuevo jefe del Ejército e impuso a su hermano mayor, Álvaro, como embajador en los Estados Unidos: desde ese puesto, el capitán ingeniero facilitaría al gobierno de Estados Unidos las huellas dactilares de Ernesto "Che" Guevara.Lo que no había conseguido el general era que sus dos hijos Julio y el menor, Juan Carlos, de 20 años, sintieran la estirpe militar como propia.
En verdad, Juan Carlos, intentó entrar al Colegio Militar cuando tenía 16 años, pero lo rebotaron por miope. Entonces se anotó en Sociología en la Universidad Católica.
Sus ideas y opiniones, incompatibles y revoltosas, hicieron que el rector de la Católica le sugiriera al general, sin admitir opinión en contrario, que Juan Carlos estudiara en otro lado. Eso y su admiración por los sociólogos y filósofos franceses, llevaron a este muchacho atlético y con anteojos de marco grueso -así como a su compañera de entonces, Cecilia Taiana, hija del médico personal de Juan Perón, Jorge Taiana- a mudarse a París, lejos de los ruidos y las persecuciones que su propio padre, al que quería mucho, ejercía sobre el común de los mortales.
Julio y Juan Carlos de niños, hijos del general Julio Alsogaray
Justo en ese 1968, el general dejaba la comandancia del Ejército y era reemplazado por otro general recio y gritón: Alejandro Agustín Lanusse.
Lanusse también era de Caballería y, al igual que Alsogaray, se había sumado al fallido golpe contra Juan Perón en 1951. Por ese intento de golpe de Estado, los dos habían pasado más de tres años presos. En sus familias se respiraba un antiperonismo visceral.
Sin querer, Juan Carlos saltó de la sartén al fuego: fue testigo y partícipe del mayo francés de 1968. En el Quartier Latin y La Sorbonne se cruzaba con otros argentinos como el cura Carlos Mugica, que daba clases en El Salvador y ya lideraba a los curas tercermundistas. Al igual Juan Carlos, Mugica tenía un padre conservador que había sido canciller de Arturo Frondizi. Al igual que Mugica, Juan Carlos se hizo peronista. Al igual que Mugica, había ido un tiempo al Nacional de Buenos Aires unos años antes que el chico que cruzaba por el Cabildo aquel 28 de junio de 1966.
Martín creció en un hogar de clase media, intentando reconstruir su historia y sus ideas en este guiso de opuestos no tan complementarios.
Juan Carlos, antes de su viaje a París (de lentes)
Llegó a primera división del Buenos Aires Cricket and Rugby Club y cuando su cabeza dejó de ser ovalada, eligió una vida alternativa lejos de mandatos y obligaciones instauradas, y se fue a recorrer una parte del Globo. Viajó subsistiendo a base de oficios buscas, como payaso y malabares en las esquinas. Así, Martín Alsogaray conoció una vida más hippie. De algún modo, siguió los pasos de su tío Juan Carlos cuando volvió de Francia, con una gran melena y barbudo, por eso el apodo de "Jipi".
El Jipi decidió que su destino era luchar. Si algo tenía de la estirpe familiar era pelear armas en mano. Pasado el tiempo, se sumaba a las luchas clandestinas en el corazón de las villas, integrado a la organización Montoneros.
Amor padre e hijo
Una situación muy especial le tocó vivir a su padre en agosto de 1971, cuando tenía 53 años y ya estaba alejado de la rutina del entrenamiento militar. Un comando del ERP fue hasta su casa para secuestrarlo.El plan era simple: un morocho de 1.85 y algunas peleas amateur le daba un par de piñas y otro par de militantes lo subían a una camioneta.
Lo agarraron de sorpresa, el morocho le embocó dos jabs y el general en vez de caer al piso quiso retribuir la gentileza. Resultado: el morocho se dio cuenta de que el vasco era más duro de lo que pensaba y el operativo se frustró.
El ERP quiso secuestrar a Julio Alsogaray en agosto de 1971, pero el militar se resistió y el operativo se frustró. Su hijo sintió alivio porque su padre estaba sano y salvo
El Jipi se alivió porque su papá estaba sano y salvo ya que, a pesar de las diferencias insondables, el amor de ida y vuelta entre padre e hijo estaba intacto. Esa vez, al menos, el Jipi supo que ganaban los del otro bando.
-El Jipi era tan cabeza dura y decidido, que el 20 de junio de 1973, cuando ya tenía una responsabilidad importante en la orga, se paró en la vía del ferrocarril con una 45 en la mano y paró el tren para que se subieran parte de los que iban a recibir a Perón a Ezeiza –cuenta un ex compañero del Jipi.
En Montoneros era un secreto que el hijo de Julio Alsogaray, sobrino de Álvaro y primo hermano de la todavía ignota María Julia, era parte de sus filas.
Muerte en Tucumán
Poco tiempo después, mientras sus padres, Julio y Zulema, se recluían en la casa, Juan Carlos encaraba lo que para un combatiente urbano era el desafío mayor: atreverse a la guerrilla rural.La conducción de Montoneros lo envió a Tucumán, una provincia caliente, que tenía al general Antonio Bussi como jefe de Operaciones de la Quinta Brigada.
Allí el ERP tenía un grupo de insurgentes que acampaba en los montes, cerca de los ingenios azucareros, al sur de la provincia. Algunos de los oficiales montoneros, entre ellos el Jipi, participaron de las patrullas del ERP para familiarizarse con las adversidades y las alimañas de esa modalidad de combate.
Un tiempo después, aquel pibe que a los 16 años que había sido rechazado en el Colegio Militar estaba al frente de una columna montonera que hacía maniobras de entrenamiento en la zona norte de Tucumán. Tenía 29 años.
Los criminales del Ejercito Revolucionario del Pueblo en Tucumán
El 23 de febrero de 1976, cuando todos sabían que era inminente el golpe militar, Juan Carlos Alsogaray no regresaba a la base. Su compañera, Adriana Barcia, avisó a la familia la desaparición del Jipi.
Julio y Zulema recibieron la noticia y diez días después estaban sentados en el despacho de Bussi, quien, apenas una década atrás, recibía las órdenes de Julio Alsogaray a través de sus mandos. Esta vez, el jefe de la Quinta Brigada los recibió en su casa, como una deferencia, pero trató con desprecio no solo al general sino a su esposa. Bussi les mostró una foto de Juan Carlos muerto. Zulema, al ver la cara desfigurada de su hijo, se largó a llorar.
-Señora, no voy a permitir que llore en mi presencia. Si usted perdió un hijo, a mí todos los días me matan uno en el monte tucumano –dijo Bussi.
El matrimonio se retiró. Pudieron recuperar el cuerpo y hacer pericias. La foto mostraba a Juan Carlos con un uniforme azul, el que usaban los montoneros en operaciones. El parte de la Quinta Brigada era que había muerto en combate. Los informes periciales no daban lugar a dudas: había sido apresado vivo y matado a golpes, tiros y bayonetazos.
A Julio y Zulema Alsogaray, el general Bussi les mostró una foto de su hijo muerto: tenía la cara destrozaba y el uniforme azul que los montoneros usaban en operaciones
Julio, el hermano mayor de Juan Carlos, se fue exiliado con su mujer y los tres hijos de ambos a Montevideo.
Martín, quien habló con Infobae para reconstruir la vida de Juan Carlos, se enteró siendo muy chico que su tío había muerto. Su padre, Julio, le transmitía un gran respeto por su hermano menor.
Años después, recuperada la vida constitucional en Argentina, Julio que nunca pudo superar el asesinato de su hermano menor, fue a Tucumán para presentarse en los tribunales y exigir justicia por Juan Carlos, a quién reivindicaba como oficial montonero. Julio tenía suficientes elementos para demostrar que Juan Carlos no había muerto en combate sino vilmente torturado y asesinado.
De vuelta a aquel golpe
Siete años después de perder a su hijo menor, en enero de 1983, cuando la Argentina parecía encaminarse al fin de las dictaduras, el general retirado Julio Alsogaray visitaba en su casa de Córdoba a un muy enfermo Arturo Illia. Fue pura y exclusivamente a pedirle disculpas. No quería que el presidente que él había depuesto muriera sin saber de su arrepentimiento.Una década después, a los 76 años, el general Alsogaray moría. Julio hijo siguió con las presentaciones ante la Justicia hasta que murió del corazón hace pocos años. Martín vive en Bariloche, les dio el apellido Alsogaray a sus tres hijos. Además, conserva como un tesoro las fotos y las cartas familiares.
Aquel chico que cursaba en Nacional de Buenos Aires en 1966, cada tanto, pasa por el edificio de la calle Bolívar y ve las dos placas que recuerdan al más de centenar de chicos y chicas que cursaron el Buenos Aires y murieron bajo la represión o son detenidos desaparecidos.
Uno de los que figura en la placa es El Colorado García, aquel talentoso jugador de fútbol. El Colorado fue secuestrado en la puerta de su casa de Ramos Mejía el 5 de julio de 1978. Apenas habían pasado 12 años desde que García había dicho "esto es un golpe de Estado". En la vereda de la casa donde lo sacaron a patadas hasta subirlo al baúl de un auto, hay un tilo que en primavera da flores lilas. A los pies del tilo hay una placa que recuerda al Colorado.